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Antecedentes de la independencia
Las causas internas
Desde Carlos III, la política reformista afectó también a las estructuras de las
colonias, que experimentaron un considerable desarrollo. Sin embargo, la metrópoli
mantuvo un sistema de pacto colonial que postergó el protagonismo de los criollos y
mantuvo la economía colonial en una clara dependencia de los intereses metropolitanos.
La derrota de Trafalgar (1805) supuso un menor contacto entre la metrópoli y las
colonias, con lo que los criollos, principales protagonistas de la independencia,
comenzaron a organizarse y además atender el creciente intervencionismo británico.
Desde 1808, el mismo vacío de poder que dio vida en España a las Juntas y al proceso
político posterior se reprodujo en América a partir de los Cabildos.
Las causas externas
En el proceso de independencia influyeron las ideas ilustradas y los ejemplos
revolucionarios de Estados Unidos y Francia, en los que algunos líderes
independentistas, como Francisco Miranda, habían participado. Por otra parte, fue
fundamental el apoyo de Estados Unidos y de Gran Bretaña a las independencias, por su
interés en desplazar a España y sustituirla en el control del espacio americano.
A) SISTEMA CANOVISTA
Durante el sexenio revolucionario, los partidarios de la dinastía Borbón
prepararon su Restauración, facilitada por la abdicación de Isabel II en su hijo Alfonso.
Cánovas del Castillo, jefe del partido alfonsino, se esforzó en crear un estado de opinión
favorable a la proclamación del príncipe. A ello contribuyó el Manifiesto de Sandhurst,
suscrito por D. Alfonso, en el que el futuro rey expresaba al pueblo español su fé en la
monarquía liberal y sus deseos de conciliación y paz. Pero el pronunciamiento de
Martínez Campos en Sagunto (1874) precipitó las cosas produciéndose la
Restauración en la persona de Alfonso XII (1875-85).
Sobre las bases del liberalismo doctrinario, Cánovas tendió puentes de conciliación
a las fuerzas políticas protagonistas de la Revolución de 1868 que estuvieran de acuerdo
con la nueva monarquía, intentando también apartar al Ejército de la política.
La vida política y militar se estabilizó: la guerra carlista vio su fin, con la
victoria de Abadiano y la conquista de Estella por las fuerzas del Gobierno; y el
problema cubano quedó detenido tras el Convenio del Zanjón, acordado por Martínez
Campos con los insurrectos en 1878.
El sistema canovista se apoyaba en tres bases principales
- La teoría de la Constitución interna o histórica, que hacía recaer la soberanía en el
Rey y las Cortes, dos instituciones avaladas por la historia.
- El sistema de poder, que se articulaba en dos pares de fuerzas: las que encarnaban la
soberanía, es decir, el Rey, que detenta la autoridad, y las Cortes, depositarias de la
libertad, y las que realizarían la política, es decir, dos partidos políticos que se
turnarían pacíficamente en el poder.
- La Constitución escrita, que organizaría la actuación de esas fuerzas.
B) CONSTITUCIÓN DE 1876
Tras la Restauración, se convocaron elecciones para las Cortes Constituyentes
que, con una dócil mayoría gubernamental, aprobaron la Constitución en mayo de 1876.
La Constitución de 1876 posibilitaba el gobierno de las distintas tendencias
incorporadas al régimen y hacía recaer la soberanía en el Rey y las Cortes, que se
estructuraban en dos Cámaras: el Senado y el Congreso de los Diputados. El Rey tiene
el poder ejecutivo. En la cuestión del sufragio, la Constitución remitía a futuras leyes
electorales. En materia religiosa recogía la confesionalidad del Estado, que sería
compatible con la tolerancia a otros cultos. En su título I, la Constitución definía los
clásicos derechos y libertades, muy parecidos a los de la Constitución de 1869.
NACIONALISMOS
El regionalismo catalán se difundió sobre La renovación cultural de la lengua
catalana en torno al movimiento de la Renaixença, que aglutinó a insignes plumas
catalanas. El federalismo de Pi i Margall y de Almirall avivó el anhelo autonómico de
la región, y el tradicionalismo subrayó ese particularismo. En la política económica, el
proteccionismo defendido por la burguesía catalana chocó con el librecambismo de los
gobiernos liberales y fue otro elemento diferenciador.
Durante la Regencia, el regionalismo catalán se concretó en las Bases de
Manresa (1892), en las que se reclamaron para Cataluña un Parlamento y un Gobierno
propios y autónomos.
El nacionalismo vasco tiene su arranque en 1895 cuando Sabino Arana funda
el Partido Nacionalista Vasco, aunque ya antes había logrado plantear en términos
políticos el problema nacional vasco, tomando como base estudios lingüísticos,
etnológicos e históricos (muchos de ellos convenientemente manipulados).
Aunque al final de su vida Arana llegó a aceptar la integración en España la
"semilla" del nacionalismo, aunque minoritaria, ya había prendido entre grupos
burgueses.
El regionalismo gallego fue minoritario y más cultural que político hasta
comienzos del siglo XX.
b) Sectores económicos
- Primario. La principal actividad sigue siendo la agricultura, sector que
ocupaba a final del siglo XIX a 2/3 de la población activa y aportaba la mitad de la renta
nacional. A lo largo del siglo aumentaron las tierras cultivadas pero no los rendimientos
por hectárea.
Las reformas liberales (abolición de señoríos, desvinculación de mayorazgos y
desamortización) no consiguieron alterar la estructura de propiedad de la tierra, con lo
que se perpetuaba el absentismo de los propietarios y su falta de implicación en la
producción, la falta de inversiones modernizadoras, así como el alto número de
empleados temporeros.
La ganadería experimentó una decadencia ante la desaparición de la Mesta,
menor número de tierras por las desamortizaciones e introducción de nuevas especies
más rentables. La consecuencia fue una disminución de la cabaña ganadera, lo que a su
vez afectará a la agricultura por el menor abonado natural y el aumento de rastrojos.
Como consecuencia, este sector primario permanece estancado y no suministrará
(como si lo hace en otros países) mano de obra para las posibles nuevas industrias.
- Secundario. Sin existir comparación posible con los países más desarrollados
de Europa, España comenzó su industrialización basándose en dos producciones
principales: la industria textil y la industria siderúrgica.
La industria textil tuvo su centro en Barcelona desde los años treinta y se apoyó
en una mecanización acelerada y la política proteccionista gubernamental. Sin embargo,
esto detuvo la modernización a partir de mediados del siglo.
La siderurgia tardará en aprovecharse de la demanda de hierro necesario para la
construcción del ferrocarril, a diferencia de otras naciones. Tras el lento comienzo con
los altos hornos andaluces en los años treinta, tendrán un papel más destacado las
producciones de Asturias y, sobre todo las de Vizcaya, favorecidas por la cercanía del
núcleo financiero y naval de Bilbao.
La minería quedó en manos de inversores extranjeros como pago de préstamos
gubernamentales de décadas anteriores, incluso en producciones escasas en Europa y
absolutamente necesarias como el mercurio, el plomo o el cobre.
- Terciario. Si el desarrollo de un sector industrial fue lento en el siglo XIX, el
sector servicios tardará más todavía en considerarse necesario o realmente productivo
(excepción del sistema financiero y la Administración).
El ferrocarril, su construcción, mantenimiento y los numerosos negocios que
atrae solo comenzaron a impulsarse realmente a partir de los años sesenta creando una
red radial, con un ancho de vía diferente al del continente y con necesaria inversión
extranjera. En 1865 existían 4750 kms. de vía férrea.
El comercio, a pesar de crearse en este siglo el Banco de España o la peseta
como moneda nacional, se vio obstaculizado por la frecuentes guerras carlistas y la
pérdida de las colonias americanas. La burguesía comercial coincide geográficamente
con las zonas industriales del norte, Cataluña y el sector financiero de Madrid.
a) Problemas generales
La corriente crítica del regeneracionismo evidenció la separación entre la
España oficial, la de los políticos, y la España real, la que quedaba fuera del sistema.
Los regionalismos políticos aceleraron su desarrollo, especialmente el catalán
que se proyectó a través de la Lliga y del movimiento de Solidaridad Catalana, corriente
regeneradora que encabezó Cambó.
La inquietud del Ejército, visible desde la derrota de 1898 y que, a partir de la
exigencia de responsabilidades por dicho desastre, iba a plantear continuos problemas al
poder civil.
La guerra de Marruecos, que constituyó un nuevo conflicto. Los acuerdos
suscritos con Francia entre 1902 y 1912 fijaron la zona de Protectorado español en
Marruecos. La ocupación militar comenzó en 1909, iniciándose una guerra colonial que
duró hasta 1925 y provocó fuertes tensiones políticas y sociales.
El movimiento obrero, que se fortaleció al margen de la política oficial, estaba
dividido en dos grandes tendencias: una moderada, la del socialismo del PSOE y del
sindicato UGT, y otra sindical, impulsada por el anarquismo y protagonizada por la
central sindical CNT y por la FAI.
El gran cambio social provocado por el crecimiento económico y demográfico,
especialmente con la neutralidad durante la Iª Guerra Mundial. El advenimiento de las
masas, unido al sufragio universal, evidenció la estrechez del sistema.
A) GOBIERNO PROVISIONAL
Proclamada la República el 14 de abril de 1931, dentro de un ambiente de
ilusión popular, el Gobierno provisional inició su labor bajo la presidencia de Niceto
Alcalá Zamora.
El gobierno, que siguió en su programa las directrices del Pacto de San
Sebastián dentro de un difícil equilibrio entre las distintas tendencias, hubo de afrontar
dos cuestiones:
- Francesc Maciá había proclamado el Estat Catalá en Barcelona el mismo día
14 de abril. El problema fue resuelto con la aplicación de una autonomía provisional
para Cataluña, hasta que las Cortes aprobaran el Estatuto definitivo.
- La agitación anticlerical, como respuesta violenta a la pastoral del cardenal
Segura, en la que se hacía un elogio a la Monarquía, y a los incidentes ocurridos en la
inauguración de un Círculo Monárquico en Madrid. Desde mayo, en Madrid y en otras
ciudades españolas se produjeron desórdenes e incendios de iglesias y conventos.
B) LA CONSTITUCIÓN
El fin primordial del Gobierno era la reunión de Cortes Constituyentes, que
dieran al nuevo régimen su suporte jurídico y político. Las elecciones se celebraron el
28 de junio proporcionando un claro triunfo a la coalición republicano-socialista.
Los rasgos característicos de esta Constitución, que fue aprobada el 9 de
diciembre, son principalmente:
La definición de España es “una República democrática de trabajadores de toda
clase”, organizada en un régimen de “libertad y de justicia”. La existencia de un Estado
integral se hacía compatible “con la autonomía de los Municipios y las Regiones”.
La Presidencia de la República era elegible por un periodo de seis años y el jefe
del Gobierno era responsable de su gestión ante las Cortes, organizadas en una sola
Cámara, el Congreso de los Diputados, que sería elegido por sufragio universal.
La Constitución aseguraba la separación de los poderes y establecía un
Tribunal de Garantías encargado de resolver las infracciones contra la Constitución y
de arbitrar los conflictos entre la Administración central y las regiones autónomas.
También proclamaba la igualdad de todos los españoles ante la Ley y recogía
una amplia declaración de derechos individuales.
Los artículos 26 y 27 establecían la separación de la Iglesia y del Estado,
suprimían la retribución del clero y la enseñanza religiosa y permitían disolver aquellas
órdenes que, como la Compañía de Jesús exigían algún voto especial. La cuestión
religiosa produjo la primera crisis, al dimitir los católicos Alcalá Zamora y Miguel
Maura.
Una vez aprobada la Constitución, las Cortes eligieron presidente de la
República a Alcalá Zamora y se formó un Gobierno presidido por Manuel Azaña de
composición republicano-socialista.
C) EL BIENIO REFORMISTA (1931-33)
- El problema religioso. Este problema se agravó con las medidas adoptadas por el
Gobierno durante los años 1932 y 1933. De acuerdo con lo establecido en la
Constitución, el Gobierno extinguió la Compañía de Jesús y confiscó sus bienes,
implantó el divorcio, anuló el presupuesto del culto y del clero, y prohibió a los
religiosos ejercer la enseñanza.
LA CAMPAÑA EN EL NORTE
La debilidad republicana en la zona Norte se debió a la rápida ocupación de la
frontera francesa por las tropas de Mola (noviembre de 1936), con la toma de Irún y San
Sebastián, y a la fragmentación de los núcleos vasco, santanderino y asturiano. Por otra
parte, el aislamiento con el resto de la zona republicana y la escasez de armamento
dificultaron la resistencia.
La toma de Bilbao fue el hecho decisivo de está campaña. El bombardeo de
Guernica (26 de abril de 1937) por parte de la aviación alemana (Legión Cóndor)
quedó para el futuro como uno de los hechos más nefastos de la guerra. Después de la
muerte de Mola en accidente, le sustituyó en el mando el general Dávila, quien, tras
romper el perímetro defensivo de Bilbao (Cinturón de hierro), entró en la ciudad el 19
de junio.
En la toma de Santander participaron las tropas italianas y las brigadas navarras.
En Asturias, los combates más violentos se libraron por Gijón, ya que en
Oviedo había triunfado la sublevación bajo el mando del coronel Aranda. Su acción y
la del general Solchaga permitió vencer la resistencia asturiana, primero en Infiesto y
luego en Gijón (octubre de 1937).
ZONA REPUBLICANA
La España republicana durante la guerra significó la legalidad constitucional
expresada en las urnas en febrero de 1936. Sin embargo, esa legalidad se tradujo
internamente en falta de autoridad, desorden y predominio de los elementos más
exaltados, es decir, la revolución en marcha dentro de la guerra, por lo que el
Gobierno se encontró casi siempre desbordado. El poder político se desplazó desde el
Partido Socialista hacia los sectores comunista y anarquista; pero estos últimos, a su
vez, se fraccionaron en diversos grupos que acentuaron la disgregación.
El anticlericalismo se endureció en la zona republicana a medida que se
radicalizaba la situación política. La excepción en esta situación fue la del Partido
Nacionalista Vasco, confesionalmente católico, que se alineó en el bando republicano.
La España republicana llevó la peor parte en cuanto al apoyo exterior, las
pérdidas sufridas en los combates, la escasez y racionamiento de alimentos y de
pertrechos militares y al éxodo masivo de la población civil. Sin embargo,
paradójicamente, la moral estuvo siempre muy alta, lo que se explica por la abundante
propaganda desplegada, pero también por el carácter de “revolución popular” que tuvo
la guerra.
ZONA NACIONALISTA
El 1 de octubre de 1936, una Junta de generales proclamó Generalísimo a
Franco. Éste no se definió sobre la forma del Estado hasta mucho tiempo más tarde,
entendiendo su jefatura como vitalicia. De cara a la guerra, Franco propuso el
fortalecimiento
del Ejército, dentro de una rígida disciplina, que completó con nuevas medidas: llamada
de varias quintas sucesivas, ascenso de suboficiales de carrera y creación de academias
militares y del cuerpo de alféreces provisionales.
En la zona franquista se instauró un orden sin fisuras: establecimiento de la
censura y supresión de la prensa de oposición. Los partidos políticos se unificaron en
Falange Española Tradicionalista y de las JONS; Manuel Hedilla, nombrado Jefe
Nacional de Falange después del fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, fue
condenado a muerte por su actitud contraria a estas medidas, aunque luego fue
indultado.
La España nacionalista fue confesionalmente católica, protegió a la Iglesia y se
apoyó en ella. Tanto el clero español como la Santa Sede estuvieron abiertamente de su
parte y, así, el levantamiento militar fue bautizado con el nombre de Cruzada.
El abastecimiento y la escasez no fueron tan precarios como en el bando
republicano. Faltaron ropa y otros productos industriales, pero no llegó a pasarse
hambre. Tras la toma de las regiones industriales del Norte, la situación mejoró
sensiblemente.
3. CONSECUENCIAS
Durante muchos años no hubo cifras exactas acerca de las víctimas que había
producido la Guerra Civil. Hoy día permanecen algunas dudas, pero se han efectuado
grandes avances en el conocimiento del coste en vidas de aquel enfrentamiento. Hubo
victimas por diversas causas: los combates, la represión del enemigo que se practicó
en ambos bandos y las penalidades de la retaguardia (hambre, enfermedades,
bombardeos…). Pero también hubo otro tipo de víctimas, los encarcelados, desterrados
y exilados.
Refugiados y exiliados
Desde los primeros meses de la guerra, ante el avance de los rebeldes, se inició
un éxodo hacia zonas que estaban todavía en poder de la República, especialmente en la
zona de Levante y Cataluña. Ante la imposibilidad de evacuar al conjunto de la
población civil, se dio prioridad a los niños y así fueron embarcados cerca de 13.000
con destino a diversos países europeos, americanos o hacía la URSS.
Hacia el final de la guerra, gentes de toda España, se concentraban en Cataluña
para cruzar la frontera francesa. Entre el 27 de enero y el 3 de febrero de 1939,
aproximadamente medio millón de españoles en retirada entraron en Francia. Gran parte
de los refugiados fueron conducidos por gendarmes a campos de concentración
improvisados en las playas cercanas de Argeles y St. Cyprien.
En pocos meses volvieron aproximadamente la mitad de estos refugiados a
España. De las decenas de miles que permanecieron en Francia, unos 30.000 se
enrolaron en el ejército francés y, al estallar la Segunda Guerra Mundial, participaron de
forma activa contra los nazis. Una parte de ellos fueron fusilados o condenados en los
temibles campos de exterminio (Treblinka, Dachau, Mauthausen...) donde murieron
16.000 españoles de los cerca de 20.000 que estaban allí recluidos.
Un grupo importante de exiliados embarcó hacía América Latina (México,
Chile, Cuba, Argentina, Venezuela) o refugiarse en la URSS. En ésta el conjunto más
numeroso lo constituyeron los 3.000 niños evacuados durante la Guerra Civil. El grupo
americano englobaba a muchas personalidades políticas e intelectuales. El propio
gobierno de la República en el exilio se constituiría más tarde en México, uno de los
países que más ayudó a los exiliados y que más fiel fue a la legalidad republicana.
10.5 LA EDAD DE PLATA DE LA CULTURA ESPAÑOLA: DE LA
GENERACIÓN DEL '98 A LA DEL '36
El siglo XIX fue el siglo en el que se aceleraron todos los procesos históricos
con respecto a otras épocas. Es una de las características de la entrada en la Edad
Contemporánea. La enorme influencia de la Revolución Industrial en sus dos etapas de
comienzos del siglo y de finales del mismo XIX, contribuyó también a la aceleración en
la renovación de movimientos, estilos y corrientes artísticas o culturales.
A partir de la Restauración y hasta la época de la IIª República asistimos a la llamada
“Edad de Plata” de la cultura española donde varias generaciones (98, 14, 27)
florecieron a pesar de las dificultades.
Menéndez Pelayo renovó el pensamiento tradicional e impulsó la investigación
histórica. Giner de los Ríos creó en 1876 la Institución Libre de Enseñanza que aspiraba
a renovar la sociedad por medio de la educación (aunque sus deseos solo llegaron a una
cierta élite). Joaquín Costa encabezó el “regeneracionismo” que pretendía reimpulsar
España tras el desastre del 98.
En el ámbito científico, a pesar de la escasa presencia internacional, sobresalen
figuras como Santiago Ramón y Cajal o Jaime Ferrán en medicina, Eduardo Torroja en
matemáticas o Narciso Monturiol e Isaac Peral como inventores.
En cuanto a las artes destacar en pintura a los impresionistas Sorolla, Rusiñol o
Regoyos y la figura posterior de Ignacio Zuloága cuya obra sirve de puente entre los
artistas del XIX y el XX. La arquitectura promovió el urbanismo de Arturo Soria en
Madrid o Ildefonso Cerdá en Barcelona y a fines de siglo el modernismo cuyo
representante más internacional fue Antonio Gaudí. En música Isaac Albéniz o Enrique
Granados.
EL ESTADO FRANQUISTA
La andadura política del nuevo régimen salido de la guerra civil se inició de
acuerdo con los siguientes principios:
- El rechazo del principio de soberanía popular y, en consecuencia, de la
democracia representativa.
- La concentración de poderes en la persona de Franco como Jefe del Estado
y del gobierno, Jefe Nacional de FET y de las JONS.
- La existencia de un único cauce de participación política (el Movimiento
Nacional) y de una única central sindical (la Organización Sindical), que
incluía a empresarios, trabajadores y técnicos.
- La supresión de las libertades políticas y sindicales.
- Apoyo ideológico en el conservadurismo, en la Iglesia y en la doctrina
falangista: nacionalismo exaltado, centralismo administrativo, confesionalidad
religiosa.
LA SOCIEDAD
Durante estos años, la vida española estuvo trágicamente marcada por el
resultado de la guerra: la división entre vencedores y vencidos, la represión política
(Ley de Responsabilidades Políticas, 1939), el exilio de miles de personas y el vuelco
social consiguiente al ascenso de una nueva clase política. España fue también un país
aislado internacionalmente y sometido a toda clase de privaciones.
Corresponde a esta época la creación de los sindicatos verticales, en los que
quedaban encuadrados empresarios y trabajadores dentro de cada rama de la producción
(Ley de Ordenación Sindical, 1940). Asimismo se creó un amplio sistema de Seguridad
Social, del que sus ramas más destacadas fueron el seguro de Vejez e Invalidez (1939) y
el de Enfermedad (1943).
En los duros años de posguerra el hambre, las cartillas de racionamiento o la
falta de medicamentos produjeron mayor volumen de enfermedades infantiles y un
estancamiento demográfico.
A partir de los cincuenta, especialmente tras los acuerdos con EE.UU., empezó a
mejorar la situación alimentaria (sirva como ejemplo la costumbre de repartir leche a los
niños en los colegios durante el horario escolar, algo que pervivió hasta los años
sesenta).
La moralidad de influencia nacional-católica invadía las costumbres hasta los
ámbitos privados de modo que se convirtió en “lo normal” para varias generaciones.
ECONOMÍA. LA AUTARQUÍA (1939-53)
Entre las consecuencias de la guerra hay que citar la pérdida de potencial
humano, la pérdida de capital real, el deterioro del sistema de transportes, la destrucción
de un enorme número de viviendas y el estancamiento del sector agrario.
En la política económica de estos años destacan dos aspectos:
- El autoabastecimiento o “autarquía”, evitando la importación de productos
extranjeros. Esta circunstancia, debida al aislamiento internacional y únicamente rota
por los envíos de trigo y carne desde Argentina, se tradujo en la escasez de alimentos, en
el desarrollo del mercado negro (estraperlo) y en el racionamiento de productos.
- El intervencionismo, controlando la producción nacional y orientando el consumo
hacia los artículos propios. A esta idea responde la creación del Instituto Nacional de
Industria (1941), cuya actuación estuvo limitada por la dependencia de la tecnología
extranjera, así como por la escasez de materias primas y de energía. En la agricultura, la
actuación estatista se reflejó en el Instituto Nacional de Colonización (1939), cuyo
objetivo fue aumentar la superficie de los regadíos.
LA ECONOMÍA
De la estabilidad al desarrollo
a) En la década de los años cincuenta y como consecuencia de la nueva
situación internacional, la economía española inició una reactivación. Entre los hechos
más significativos cabe citar la concesión de créditos de la banca americana (1951), los
acuerdos de ayuda económica entre España y Estados Unidos (1953), el ingreso de
España en diversos organismos internacionales y la importación de bienes de equipo.
El Plan de Estabilización de 1959, por el que se devaluó la peseta y se
disminuyeron las importaciones en un intento de equilibrar la balanza de pagos, inició el
saneamiento de nuestra economía y su aproximación a los mercados europeos.
b) Transformación y desarrollo. Entre 1960 y 1973 transcurrió una época de
evidente desarrollo económico y de profunda transformación social articulada en los
Planes de Desarrollo que, iniciados en 1964, tuvieron una duración cuatrienal.
Los rasgos principales de esta etapa de crecimiento fueron:
- El rápido proceso de industrialización. El desarrollo de los sectores de la
automoción, los electrodomésticos y la construcción posibilitó el crecimiento de otras
ramas de la producción industrial.
- La entrada de capital extranjero y la masiva importación de utillaje industrial,
que fue compensada en gran parte con el crecimiento de las exportaciones.
- El ingreso de las remesas enviadas por los emigrantes y de las divisas derivadas
del turismo, que hicieron posible, en gran medida, el equipamiento del país.
SOCIEDAD
La sociedad española a partir de 1960
Pasada la transición de los años cincuenta, la política económica del régimen y
el desarrollo económico internacional repercutieron visiblemente en la sociedad.
La emigración rural y el rápido crecimiento urbano generaron graves
problemas de desarrollo urbanístico, de infraestructura y de adaptación personal de los
emigrantes.
Se produjo un fuerte incremento de la población activa en los sectores
secundario y terciario y un importante descenso de la población ocupada en el sector
primario. La ampliación de las clases medias provocó, en ocasiones, efectos
secundarios de desclasamiento y de agudización de las tensiones generacionales.
El aumento del poder adquisitivo permitió una actitud de consumismo: la “era
del seiscientos”, del piso comprado a plazos y de los electrodomésticos.
La incorporación progresiva de la mujer al mundo del trabajo repercutió
sensiblemente en la organización de la vida familiar y en los esquemas sociales:
educación, redistribución de las ocupaciones y funciones en el hogar, mayor libertad de
costumbres y transformación de hábitos colectivos. No obstante, todavía permanecía
relativamente dependiente del varón en bastantes aspectos.
La generalización de la enseñanza primaria (más intensa en el ámbito urbano)
y el crecimiento de la enseñanza media y universitaria especialmente desde finales de
los años sesenta hizo que la demanda de puestos escolares aumentara en todos los
niveles de enseñanza, mejorando la formación de los españoles pero creando un
problema de infraestructuras que no se resolvió hasta años más tarde.
El aumento del acceso a los medios de comunicación (prensa, radio y, sobre
todo, televisión) propició una más amplia distribución de la información y la cultura.
Aunque la censura fue relajando su actividad, no obstante, pervivió incluso en el
subconsciente colectivo durante años.
2. LA OPOSICIÓN AL RÉGIMEN
La oposición al régimen franquista que, salvo las acciones desarrolladas por el
“maquis” en los años cuarenta, había dado pocas señales de actividad, se desarrolló
rápidamente en los últimos años del régimen.
La oposición interna experimentó unos cambios significativos: la renuncia a la
práctica violenta, la concienciación social y generacional y el desembarco en sectores
universitarios y en el seno de los sindicatos franquistas.
En los años sesenta la oposición se hizo visible en el Congreso de Munich
(1962), donde se reunieron miembros de la democracia cristiana, monárquicos, algunos
republicanos y el PSOE, para pedir la democratización de España. Aquellos procedentes
del interior del país fueron detenidos a su regreso, aunque alguno optó por quedarse en
el exilio. Franco calificó tal reunión como Contubernio de Munich.
Entre los grupos de izquierda, Comisiones Obreras era el principal referente de
la oposición obrera. El PSOE, tras el relevo generacional promovió algunos pactos
entre fuerzas de la oposición democrática de poca trascendencia. El PCE, dirigido por
Santiago Carrillo, inició un proyecto de “reconciliación nacional”.
Hubo un repunte de la oposición nacionalista, principalmente vasca y catalana.
En Euskadi, nace ETA en 1959, utilizando el terrorismo a partir de 1964. En Cataluña,
el nacionalismo adoptó una postura más cultural. En 1971 se creó la Asamblea de
Cataluña, que defendía la restauración de libertades y recuperar el Estatuto de 1932.
Ante estas fuerzas opositoras, el régimen utilizó en cinco ocasiones la
declaración del Estado de excepción. En años posteriores, las huelgas y manifestaciones
crecieron en intensidad y el régimen endureció sus respuestas (Proceso 1001, a
miembros de Comisiones Obreras). Por otra parte, la organización ETA aumentó su
escalada de violencia a pesar de la actuación policial (Proceso de Burgos, de 1970).
LA CONSTITUCIÓN DE 1978
a) El proceso constituyente
Las Cortes nacidas de las elecciones del 15 de junio de 1977 tenían como tarea
principal la elaboración de una Constitución que sirviera de base para una nueva etapa
de normalidad democrática, dentro de un Estado de derecho similar al de los países de
nuestro entorno europeo.
Para las fuerzas políticas y la mayoría de los ciudadanos, la Constitución habría
de ser fruto de un amplio acuerdo capaz de asegurar a todos los españoles, sin distinción
de ideologías, un marco respetable para el ejercicio de sus derechos y obligaciones. Este
acuerdo o consenso sería la clave para crear un sistema político estable y duradero.
Para ello, el Congreso nombró una Ponencia Constitucional formada por siete
diputados. La ponencia trabajó durante meses para conseguir un texto que contase con
el apoyo de todos, sin ser impuesto por ninguno.
El proyecto fue discutido por las Cortes y aprobado por amplia mayoría. El 6 de
diciembre de 1978 se aprobó en referéndum por el pueblo español que le otorgó el
apoyó del 87,9% de los votantes. Tras su entrada en vigor, se disolvieron las Cortes y se
convocaron nuevas elecciones de acuerdo con lo previsto en ella.
b) La Constitución
El texto constitucional consta de un preámbulo, 169 artículos divididos en once
títulos y unas disposiciones finales. Sus elemento más destacados son:
- El preámbulo recoge los valores en que se basa (justicia, libertad, seguridad)
y las metas a las que apunta: convivencia democrática, estado de derecho, protección de
los individuos y de los pueblos, progreso cultural y económico, etc...
- El título preliminar define la soberanía del pueblo español, la monarquía
parlamentaria como forma política y los valores del Estado.
- El título 1º desarrolla los derechos fundamentales y las libertades de los
ciudadanos: expresión, reunión, asociación, residencia. Queda abolida la pena de muerte
y se proclama la aconfesionalidad del Estado.
- Los títulos siguientes establecen las instituciones de la Nación y la división de
poderes: el legislativo recae en las Cortes bicamerales (Congreso y Senado), el
ejecutivo en el Gobierno, y el poder judicial en los Tribunales.
- El título octavo, uno de los más complejos, establece la creación de
Comunidades Autónomas, dentro de “la indisoluble unidad de la Nación española”,
cuyas competencias y características se remiten a los correspondientes Estatutos.
- Los últimos títulos describen los organismos encargados de interpretar la
Constitución (Tribunal Constitucional) y los mecanismos para reformarla.
Con la perspectiva de los años, la ambigüedad (en aras del consenso) de
algunos de estos artículos ha provocado enfrentamientos políticos de calado. Desde el
primer momento los nacionalismos trataron de obtener el mayor autogobierno posible
mientras que los diferentes gobiernos centrales trataron de trasladar las discusiones al
desarrollo posterior de los estatutos de autonomía, sin que hayan acabado de cerrar el
techo autonómico. Además, temas como el servicio militar, el aborto, la influencia
religiosa o la propia división de poderes, han sido objeto de interpretación y polémica.