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1.

CRIMINOLOGIA DE MENORES

2.1. ASPECTOS JURIDICO-CRIMINOLOGICOS DEL PROBLEMA:

En primer lugar hay que señalar que el problema de los menores infractores
preocupa a muchas disciplinas, y dentro de ellas principalmente a la Criminología,
lo que se analizará precisamente en este subcapítulo; asimismo, en segundo
término, no podemos olvidar que desde la perspectiva jurídica existe también una
visión especial a cargo del Derecho de menores en su vertiente “penal”, como la
expresión más importante del sistema de control social de este tipo particular de
“criminalidad”.

A. La Delincuencia de Menores y la Perspectiva Criminológica: Tradicionalmente el


objeto de la criminología ha estado centrado en el estudio explicativo de la
delincuencia, sin embargo en el devenir criminológico se fueron considerando una
variedad de problemas no estrictamente penales, pero que si tenían algún grado
de incidencia dentro de la criminogénesis. De dicho modo, desde una perspectiva
más amplia, se abarcaron los fenómenos de conducta antisocial, entre los que
destacan la minoridad infractora, la prostitución y la toxicomanía, no sólo en
cuanto pueden constituir condiciones criminógenas, sino también como problemas
de conducta desviada o antisocial no delictivas, que requieren de una visión
explicativa integral o interdisciplinaria.

En lo que concierne a la criminalidad de los menores debemos señalar que le


interesa a la criminología desde la vertiente explicativa del problema, y a su vez
por su concomitancia y precedencia con la criminalidad adulta, sobre todo en
nuestra realidad, en la que porcentajes significativos de “delincuentes juveniles”
llegan a formar parte de la criminalidad adulta al cumplir los dieciocho años de
edad. El problema de estos menores infractores nos lleva a considerar como
necesario el análisis criminológico del mismo, lo que permitirá aportar
conocimientos y plantear alternativas para una adecuada política tutelar, dentro de
una política social de mayor alcance, que vaya más allá de las «soluciones»
normativas o de simple “protección” legalista, que en muchos casos no pasan de
ser ilusiones cargadas de buenas intenciones y principios líricos.
Estos estudios descriptivo-explicativos de la criminalidad juvenil lo denominamos,
desde 1966, CRIMINOLOGIA DE MENORES, nomenclatura que también adoptó
el trabajo de ZALAQUETT y SANTA MARIA de 1972; aunque antes el profesor
alemán Wolf MIDDENDORF, al ocuparse también de esta problemática, tituló a su
trabajo “Criminología de la Juventud”, posteriormente Raúl VIÑAS en 1982 habla
de CRIMINOLOGIA JUVENIL.

B. Criminalidad Juvenil y Derecho de Menores; Dentro del ámbito jurídico que se


encarga de la temática de la minoridad antisocial o infractora, existen un conjunto
de temas sobre los cuales no existe consenso, entre los que destacan las
concepciones doctrinarias que orientan a este derecho, asimismo respecto a los
límites de edad de estos infractores y su capacidad, así como lo relativo a la
eficacia y razón de ser de la jurisdicción de menores, entre otros aspectos.

1) TENDENCIAS DOCTRINARIAS DEL DERECHO DE MENORES: En el contexto


actual del Derecho de menores se tiende a diferenciar dos corrientes doctrinarias:
una denominada DOCTRINA DE LA SITUACIÓN IRREGULAR, en la que según
sus críticos, el “menor” “deviene objeto de la protección-represión del derecho y de
las políticas públicas del Estado asistencialista”, en la que supuestamente la
asistencia y protección del Estado y la sociedad no se destina a todos los
menores, sino sólo a aquellos segregados que están en situación irregular.

Otra segunda corriente conocida como DOCTRINA DE PROTECCION INTEGRAL


DE LOS DERECHOS DE LA INFANCIA, se caracteriza por un cambio radical, de
tal modo que la atención y protección se destina a todos los niños y adolescentes
sin distinción, además de otros aspectos. Sin embargo, por el momento esta
nueva perspectiva no pasa de ser un enunciado, porque el cambio teórico del
rótulo doctrinario no es suficiente para modificar la realidad. Más aún si
apreciamos que la vapuleada doctrina de la «situación irregular» no pudo atender
adecuadamente a un solo sector de los menores, que realmente es el más
necesitado, qué vara mágica, fuera de la buena intención de la “protección
Integral”, permitirá mejorar la realidad de todos los niños y adolescentes con la
asunción de esta doctrina.
Una tercera vertiente puede ser la CORRIENTE CRITICA, que básicamente sigue
el planteamiento de la llamada criminología crítica. Esta perspectiva cuestiona los
criterios adoptados por las tendencias anteriores.

2) EL MENOR “DELINCUENTE” o ADOLESCENTE INFRACTOR de la ley penal:


En cuanto a la primera denominación existen diversos puntos de vista, y uno de
ellos sostiene que es inadecuado hablar de “delincuencia de menores”, porque
siendo penalmente inimputables, su conducta infractora no llega a tipificar delito
alguno, y por ello es incorrecta tal denominación. Sin embargo la nomenclatura de
«menor delincuente», se ha venido usando en la práctica y en la doctrina, pero
entendiéndose que los principios y la actitud que orientan al Derecho de Menores
actual es de un carácter diferente al derecho penal, además creernos que lo más
importante son las medidas y principios tutelares que la guían y no el nombre
adoptado.

Una de las denominaciones propuestas, para estos menores que realizan actos
similares a los delincuentes adultos, es la de “menores con trastornos de
conducta”, sin embargo la misma nos parece muy lata, incluso dentro de la
psiquiatría infantil se tiende a utilizar dicha denominación, pero abarcando diversos
trastornos como la hiperactividad, la falta de atención, la timidez, los sentimientos
de rechazo, la agresividad y la delincuencia, entre otros.

Respecto a lo último, el Derecho de menores actual, que sigue la doctrina de la


PROTECCION INTEGRAL DE LOS DERECHOS DE LA INFANCIA, emplea una
variedad de denominaciones como menor en AUTO RIESGO o PELIGRO, pero a
su vez dentro de él se incluye a los niños maltratados, a los que trabajan, a los
menores o niños de la calle, a los niños en la calle, así como a los menores
infractores. No obstante creemos necesario anotar que no siempre hay exclusión
ante un menor que trabaja y un adolescente infractor. Asimismo se pueden dar
menores en estado de riesgo por vivir en la calle pero que no son infractores,
perono se excluye la posibilidad de que un menor de la calle se convierta en
infractor. Asimismo es posible que un menor infractor no haya estado en alguna de
las situaciones de peligro o abandono mencionados, lo que significa que también
hay “menores infractores” que no han estado en alto riesgo.
Menores en alto riesgo y menores infractores
NIÑOS DE LA CALLE
NIÑOS EN LA CALLE:
OTROS MENORES EN RIESGO
ADOLESCENTES
INFRACTORES

3) LIMITES DE EDAD DE LOS MENORES INFRACTORES: Otro aspecto que


requiere ser precisado dentro de esta temática es el referente a los límites de edad
de la “delincuencia juvenil”. En nuestra realidad legal, el límite máximo de la
minoridad antisocial o infractora es los 18 años de edad, pero en otros países se
establecen topes diferentes (68), y según decía MIDDENDORF, “la mayoría de los
estados del mundo han señalado dos límites de edad, uno inferior y otro superior
en los dieciocho años”(77). Si bien en general los topes máximos tienden a ser los
18 años.

En suma, la experiencia legal contemporánea presenta límites variados que van


en algunos casos desde los catorce, quince, dieciséis, hasta dieciocho años de
edad. Esta diversidad de criterios respecto al límite de edad para definir al menor
infractor o adulto delincuente, muestra inconsistencia. Además origina la paradoja
de que una misma persona puede ser catalogada como delincuente en un país y
en otro ser considerado menor antisocial o “infractor”. Incluso en un mismo país,
como en el caso de México, debido a las diferencias de legislación en sus Estados
que la conforman, en que unos fijan como tope los 16 años, otros los 17 y algunos
otros los 18 años, se puede caer en el absurdo que una persona menor de 18
años que viaja por el territorio mexicano, se convierta de imputable en inimputable
y viceversa, según acota Luis RODRIGUEZ MANZANERA (95).

Las edades más representadas en la delincuencia de menores son las


correspondientes a la adolescencia, y esto parece ser una tendencia dominante en
muchos países (14). Al respecto Arnold GESELL señala que la “mayoría de los
jóvenes llevados a los tribunales de menores se encuentran entre los 15 a 17 años
de edad” (49), y la edad en que son capturados por la policía por primera vez,
entre los 13 y 15 años. Datos similares observamos en la población de infractores
internos en el Instituto de Menores conocido popularmente como “Maranga” (110).

4) RESPONSABILIDAD E INIMPUTABILIDAD DE LOS MENORES: Respecto a


los criterios para que un joven sea considerado responsable penalmente
(imputable), se han planteado diversas alternativas, desde el discernimiento que
es a fin a una valoración o presupuesto psicológico, o bien un criterio cuantitativo
(biológico), hasta una opción mixta.

a. El discernimiento
o criterio psicológico: Como dice Alfonso REYES (96), el concepto mismo de
discernimiento es complejo, generalmente suele entendérsele como una aptitud
psíquica o cierto grado de madurez mental que permite a la persona, distinguir lo
bueno y lo malo o lo lícito e ilícito, y de actuar conforme a esa comprensión.

Al respecto Edmundo FUCHSLOCHER decía, que “si un niño nace con un defecto
orgánico que perturba eldesarrollo normal de su vida psíquica o se educa en un
medio corrompido, sin ver a su lado un ejemplo de virtud, por más inteligencia que
posea es casi seguro que será un delincuente, y si ha cometido un delito no es el
discernimiento lo que importa”. Además en estos casos lo que primas mas es el
propósito de protección y no tanto el discernimiento de su obrar.

b. Criterio cronológico o cuantitativo en la presunción legal de la imputabilidad:


Dicho criterio cuantitativo o cronológico señala una edad, por debajo del cual se
considera inimputable al menor, y encima de dicha edad es plenamente
responsable o imputable penalmente. En el caso de nuestra legislación existe un
sólo limite cronológico debajo del cual el menor es inimputable y encima del cual
es responsable penalmente, o que a partir de dicha edad adquiere la capacidad
para poder comprender o no la ilicitud de su comportamiento. Sin embargo tal
límite cuantitativo es subjetivo y arbitrario, de acuerdo a la decisión del legislador,
y no tiene un basamento objetivo y científico para optar por dicho rango de edad.
Además como ya lo hemos visto más arriba, el límite cuantitativo no es uniforme
en los diversos países, y a veces también dentro de un mismo Estado.
La inimputabilidad del menor, en este caso, es realmente una ficción legal en
cuanto considera incapaz de responder por su acto, pero esto no debe llevarnos a
pensar que un menor de 18 años de edad no tiene realmente capacidad de darse
cuenta de la licitud o ilicitud de su conducta, ya que el adolescente e incluso el
niño de la segunda infancia pueden valorar su comportamiento, pueden actuar
sabiendo lo censurable que es su conducta, y sin embargo tenerlo como aceptable
si han recibido una socialización defectuosa o se han formado en un medio
antisocial, o sus condiciones materiales de existencia resultan más urgentes que
las normas morales o el deber ser abstracto.

Nosotros consideramos que la Ley de Menores sigue el criterio, de que por su


desarrollo aún inmaduro conviene someterlos a protección o medidas
socioeducativas, antes que castigarlos, y nos parece que es preferible este tipo de
medidas porque una actitud punitiva tiene trasfondos vindicativos, cuyos efectos
resultan negativos a la larga. Además, como el menor está en un proceso de
desarrollo, la actitud humana y científica es la de educación o socialización y
ofrecerle la ayuda adecuada para ello. No creemos pues que al adolescente se te
extrae de la esfera penal porque no comprende o no sabe de la ilicitud de sus
actos, sino porque la medida científica y humana es la de prestarle ayuda antes
que castigarlos. Incluso sostenernos que en la criminalidad adulta debe primar la
tendencia resocializadora y no la de castigo.

Al respecto podernos. recordar que en una investigación que realizamos en


1969(110), sobre el juicio moral en los adolescentes infractores del Instituto de
Menores, más conocido como “Maranga”, comparándolos con un grupo de control
de escolares no infractores y de estratos sociales equivalentes, se halló que el tipo
de apreciación moral no presentaba diferencias notables entre los jóvenes
infractores y lo no infractores, observándose en los resultados que los llamados
“juicios desaprobatorios” de los actos injustos o inmorales, eran bastante altos en
ambos grupos, con ligera ventaja de los no antisociales, lo que refleja que en
ambos casos estos menores tenían una apreciación valorativa similar de lo que es
considerado injusto o inmoral. A la inversa, las apreciaciones o “juicios
aprobatorios” de conductas injustas o inmorales, escasamente llegaban a un
promedio de casi dos respuestas en cada grupo, dentro de un total de quince
preguntas, lo que significa que a nivel valoral o “teórico” no avalaban situaciones
inmorales o injustas, lo que a su vez reflejaba, una contradicción notable en el
grupo de antisociales, que precisamente, estaban bajo régimen institucionalizado o
cerrado, por labor cometido una variedad de hechos antisociales o moralmente
desaprobatorios, no obstante comprender que eran hechos negativos.

c. El criterio mixto y la responsabilidad del menor: En diversa legislaciones se


sigue un criterio mixto, primero el de considerar un límite de edad (criterio
cronológico), por ejemplo 14 años, debajo del cual el menor es inimputable en
todos los casos; luego un tope de edad superior que puede ser los 18 años, más
allá del cual se es imputable. Entre los dos extremos 14 a 18 años, se debe
precisar si el menor actuó o no con discernimiento (criterio psicológico), y en
función de ello será responsable o no.

5) JURISDICCION ESPECIAL DE LOS ADOLESCENTES INFRACTORES: Otro


aspecto importante, dentro de la temática jurídica de este problema, es el relativo
a los juzgados y tribunales de menores. Tan solo nos referiremos en forma sucinta
al aspecto judicial, que tradicionalmente se ha incluir bajo el rubro de “Tribunal de
Menores”.

Al margen de las objeciones o limitaciones a esta jurisdicción especial, debemos


señalar que en nuestro país tiene dos instancias Primero el Juzgado de Familia,
antes denominado Juzgado de Menores luego Juzgado del Niño, y Adolescente, y
una segunda instancia que es Sala de Familia de la Corte Superior.

El Juzgado de Familia o de Menores, de acuerdo a la doctrina y con nuestra


normatividad vigente, tiene el apoyo de un Equipo Multidisciplinario integrado por
médicos, pedagogos, psicólogos y trabajadores sociales, encargado de realizar la
evaluación interdisciplinaria del menor infractor, para emitir un diagnóstico, el
mismo que se debe llevar a efecto en el Centro de Observación y Diagnóstico, y
sobre cuya base el Juez adoptará las medidas pertinentes. Sin embargo este
equipo no existe era en todos los distritos judiciales del país.
5.1.2 Factores de la Criminalidad en los Adolescentes Infractores: Considerando
que en los capítulos precedentes se han comentado con cierta amplitud los
diversos factores de la criminalidad y el comportamiento antisocial, en este acápite
agregaremos sólo algunas anotaciones específicas.

A. Factores Generales de la Criminalidad de Menores: Sobre las posibles


condiciones que provocan o favorecen el comportamiento infractor o antisocial de
los adolescentes, o sea los factores que condicionan la “delincuencia” juvenil se ha
escrito bastante y posiblemente la bibliografía seguirá en aumento.

Los estudios más antiguos de estos factores genéricos, acostumbraban


clasificarlos en Factores endógenos o individuales y Factores exógenos o
externos, dándose el caso que algunos estudiosos consideraban primordialmente
un solo factor y otros a los dos grupos de condiciones. Entre algunos de los
tratadistas que tomaban en cuenta ambos factores genéricos de la criminalidad de
menores, estaban Fernando ABELLO (01), Eugenio CUELLO (22), José de las
HERAS (29), María LAVALLE (65), Manuel PACHECO (87), Alfredo SIVORI (105),
entre otros tantos. En el trabajo de un autor nacional de la década del sesenta,
Pablo UCEDA PAREDES (1965), se siguen estos mismos lineamientos en la
etiología de este problema, el mismo que manifestaba que “algunos investigadores
consideran al factor exógeno, al medio circundante, corno factor determinante o
prevalente en la génesis del delito, en tanta que otros, como los biólogos,
antropólogos, psiquiatras y psicólogos, sostienen que el factor endógeno biológico
es prevalente». Admitiendo dicho autor a los dos factores.

Nosotros sostenernos desde 1966 (108), y reiteradamente en trabajos posteriores


(1968, 1970, 1974), que los factores de la criminalidad en los menores e incluso en
adultos, son de carácter SOCIO-PSICO-BIOLOGICO (109) (110) (111), con el
acento en las condiciones económico-sociales, cuyo análisis fue materia de los
capítulos anteriores y cuya visión integral presentaremos en el último capítulo de
este libro. Es necesario aclarar sin embargo, que el punto de vista de los factores
múltiples es también aceptado por W. MIDDENDORF en su “Criminología de la
Juventud”, y otros autores contemporáneos, aunque no son claros en precisar si el
enfoque explicativo que adoptan es integral (33) (77) (120).
Las particularidades de los factores criminógenos han sido ya analizadas en los
capítulos II, III, IV, y podemos agregar que en el caso de los menores, el factor
social es de mucha importancia, y dentro de él es enfatizado el factor familia, por
diversos especialistas (11)(34)(64)(75)(99), dadas las características de
dependencia social, económica y emocional de los menores, pero ello no significa
que sea la única condición que explique la conducta antisocial o infractora, como
ya lo hemos precisado, en capítulos precedentes.

B. Menores en Riesgo Delictivo o en Estado Predelictual: En este acápite


revisaremos algunos puntos de vista sobre lo que denominamos menores en
riesgo delictivo o estados predelictuales, que sin ser definido, ser manifestaciones
de comportamiento infractor definido, son situaciones que muchas veces bordean
o contribuyen a su aparición. La tesis del estado predelictual puede semejarse en
alguna medida a la teoría del estado peligroso predelictivo en los adultos, que tuvo
aceptación en la primera mitad de nuestro siglo y que hoy, es cuestionada, aunque
todavía se conservan algunos criterios de dicha tesis, sobre todo en los casos de
aplicación de las medidas de seguridad sobre la base del estado peligroso
posdelictual.
Luis JIMÉNEZ DE ASUA decía que el “estado peligroso es la muy relevante
probabilidad de un sujeto para convertirse en autor de delitos o para cometer
nuevas infracciones” (60). Concepto amplio, que abarcaba a las personas que sin
haber cometido delitoalguno tienen la probabilidad de cometerlo (predelictual), y
que también incluye a los sujetos que anteriormente han cometido un delito, y que
su situación actual hace prever que vuelva a cometerlos (posdelictual). No
entramos a la discusión sobre la validez o no de la teoría del estado peligro: que
es cuestionada porque vulnera el principio de la legalidad, sobre todo en el caso
de los adultos, yendo contra la tipicidad penal, aunque sin embargo tiene algunas
formas de aplicación en otras experiencias con la China, en la que se admite lo
que se llama la “sanción correccional”, así como en las ley de peligrosidad social
de España.
Al respecto, nosotros consideramos ciertos casos de NIÑOS y ADOLESCENTES
ABANDONADOS como esta situación de riesgo delictual, y entre éstos destacan
los siguientes:
Los llamados “niños de la calle”, algunos de los cuales son huérfanos
desamparados así como aquellos que son abandonados por sus padres, y otros
que más bien han abandonado su familia debido a las condiciones de vida
insoportable, muchas veces hostil y frustrante. En consecuencia estos niños viven
fuera de un hogar y por su propia cuenta, sin recibir afecto ni la orientación
adecuada, circunstancias que pueden favorecer el riesgo de delinquir.

Algunos de estos menores se dedican a pequeños hurtos y en otros casos forman


batidas para realizar robos, o bien se dedican a oficios que por su propio carácter
los pone en riesgo de caer en actos antisociales Dentro de este ámbito se hallan lo
que en el medio de Lima fueron denominados, varias décadas atrás, “pájaros
fruteros”, y, cine vivían en las inmediaciones de los mercados, hurtando
generalmente frutas, y que en los últimos lustros deambulan en diversas zonas de
la ciudad pernoctando prácticamente en la intemperie. A estos menores, en la
doctrina se tiende a llamarlos “niños de la calle”, y en nuestra realidad el argot
popular les ha dado el apelativo de “pirañitas”.

Hace más de cinco décadas atrás, Abelardo ITURRIAGA, especialista chileno,


decía que «los niños abandonados tienen un aspecto general deprimido, humilde.
Están mal nutridos, a veces presentan enfermedades contagiosas (...). Todos
presentan un retardo escolar notable (...). Pero dejados a su suerte, caen
fácilmente en la delincuencia». Este fenómeno está vinculado principalmente, en
nuestro medio, col familias de condiciones socioeconómicas deficientes y con
otros problemas concomitantes, y se observa más en varones que en niñas.

Los “niños en la calle”. Dentro de este grupo se cuentan los menores que
deambulan en la calle, por no tener control familiar. Asimismo que trabajan en la
calle, realizando diversas tareas durante determinadas lloras, sea como
vendedores ambulantes, limpiando carros. Lustrando zapatos, entre otras
actividades, y que al término de su jornada: retornan generalmente a su hogar.
Asimismo los escolares que “hacer novillos”, que no asisten reiteradamente a la
escuela, y que por el hecho de frecuentar otros lugares en el lapso que deben
estar en clases, se hallan también en urea condición propicia para caer en alguna
forma de conducta infractora. En el estudio hecho por NACIONES UNIDAS ya
citado, se decía que «una elevada proporción de delincuentes siguió durante tres
años escolares antes de cometer verdaderos delitos, la práctica tic hacer novillos,
por lo cual este tipo de ausentismo escolar puede ser un síntoma de conducta
predelincuente”.

Los menores que consumen drogas y/o alcohol, sobre todo los habituales, por el
estado de intoxicación constante y por frecuentar ambientes negativos, se hallare
también más propensos a caer en la criminalidad. Lamentablemente muchos de
los “niños de la calle”, no sólo en nuestro país sino también en otros, además del
riesgo que significa vivir al margen de un hogar, inhalan también determinadas
sustancias voladles, como el terokal en nuestro medio, no descartándose también
la ingesta de otras drogas, haciendo más problemática su situación de riesgo.

Las adolescentes que practican el meretricio, generalmente clandestino, por


frecuentar medios degradados moralmente, vivir con rufianes u otros individuos
que se hallan al margen de la ley, se encuentran en situación de riesgo para incidir
en alguna forma de conducta delictiva. Sin embargo, aunque no conectan ninguna
infracción penal es igualmente de mucha preocupación su actual estado.

Los memores dedicados a la mendicidad por su propia iniciativa u obligados por


sus padres o por otros adultos a cuyas órdenes se hallan, muchas veces
simulando limitaciones físicas u otras deficiencias, se encuentran igualmente en
estado de peligro social. El hecho de realizar una actividad en la que se burla
hinchas veces la buena fe del público, con el fin de obtener una limosna, deteriora
en ellos su conducta moral.

Estas son algunas de las situaciones más importantes de riesgo en los menores.
Sin embargo, para que tales estados eclosionen en una franca conducta delictiva,
tienen que darse circunstancias contribuyentes o precipitarles favorables. Por ello,
estas situaciones de riesgo, que son las más saltantes, favorecen en muchos
casos la producción de un hecho antisocial, y en otras circunstancias no pasan de
ser estados de peligro social, pero que también requieren de atención urgente por
parte de la sociedad, y que de conformidad con el Código de los Niños y
Adolescentes deben ser atendidos según el artículo 256 y sometidos a algunas de
las medidas de protección que se enumeran en el artículo 265.

2.2. La Criminalidad de Menores en el Perú: Dentro de este rubro, si nos referirnos


a lo que se observa diariamente, respecto a la criminalidad de menores y adultos,
podemos apreciar que ocurre un proceso de crecimiento de tales formas de
conducta antisocial y delincuencial. Sin embargo, las estadísticas al respecto no
son uniformes de acuerdo a las fuentes de donde provienen, como lo veremos
más adelante, y, si a esto se agrega el caso de la CIFRA OCULTA de los
adolescentes infractores, de forma similar a la llamada criminalidad oculta de los
adultos, entonces las cifras de la criminalidad de menores conocida no reflejan la
magnitud real del problema.

A. Por lo dicho más arriba, las estadísticas de los menores que están bajo tutela
institucionalizada, en los diversos centros existentes en el país, debido a conducta
infractora, nos muestran solo parte del índice cuantitativo de dicha criminalidad, ya
que probablemente la mayoría de menores investigados por conducta delictiva, no
son sometidos a medidas socioeducativas de internamiento.

En la década del 80, los niños bajo medidas de internamiento se enviaban a los
llamados Hogares de Menores y los adolescentes infractores sometidos a dicha
medida, eran remitidos a los denominados Institutos de Menores, los mismos que
también albergaban a adolescentes no infractores por decisión de los jueces de
esos años, tal como ya lo hemos anotado.
Aproximadamente un tercio de la población de menores(niños y adolescentes),
que se remitían a las instituciones cerradas que administraba el INABIF, estaba
constituida por menores no infractores, lo que realmente resultaba una práctica
irregular, que con la separación de la administración de las entidades concerniente
a los infractores a cargo del Poder Judicial, y menores abandonados a cargo del
INABIF, permitirá probablemente llevar adelante políticas más adecuadas para
cada grupo de menores problema.

Actualmente, los índices cuantitativos de adolescentes infractores que son objeto


de investigación, de acuerdo al nuevo Código de los niños y Adolescentes,
podemos apreciarlo en lo que concierne a Lima Metropolitana, en los datos que
nos ofrece el Ministerio Público durante el año de 1995.

Los datos anteriores nos muestran que la cifra conocida o registrada de


adolescentes infractores, durante el año de 1995 en el Distrito Judicial de Lima,
tuvo la siguiente incidencia: fueron recibidas por el Ministerio Público 1744
denuncias de infracción de la ley penal, y de dicha cifra sólo en 1051 casos se
formalizó la denuncia de infracción penal ante el Juzgado de Familia
correspondiente. Sin embargo es de anotar que 318 casos se hallaban todavía en
trámite de esclarecimiento, además de que en 136 causas el Fiscal Provincial
respectivo adoptó la medida de REMISION por tratarse probablemente de
infracciones de escasa gravedad.
De tales cifras se puede inferir que el volumen de adolescentes infractores
denunciados no es muy grande, sobre todo si lo comparamos con la incidencia de
la criminalidad adulta. Asimismo, si hacemos una proyección a nivel nacional,
tomando como referencia que el índice de infractores en Lima es
aproximadamente el 50 por ciento de lo que ocurre en todo el país, es probable
que a nivel nacional existan aproximadamente unas 3,500 denuncias de infracción
penal, y en investigación por los Juzgados de Familia una cifra estimada de 2,100
casos anuales.

Otro dato que debemos resaltar es que las infracciones contra el patrimonio
constituyen más del 55% de los casos denunciados.

B. Características de los Adolescentes Infractores Internos en «Maranga»: El más


antiguo centro de reeducación de menores varones del país, hoy denominado
Centro Juvenil Maranga, y que a la fecha tiene 95 años de existencia, fue creado
en la época de Eduardo López de Romaña, siendo Ministro de Justicia Lizardo
Alzamos, mediante Decreto Supremo del 21 de mayo de 1902, con el nombre de
«Escuela Correccional de Varones», habiendo tenido su primer local en el Distrito
de Surco. Su primer Director fue Francisco Aguayo, y en agosto de 1902 la
Escuela recibió a sus primeros 14 alumnos, cuyas edades fluctuaban entre tos 9 y
15 años.
En agosto de 1932, luego de haber estado dirigido por personal civil durante
treinta años, el gobierno firmó tu convenio con la congregación San Juan Bautista
de la Salle, por la que se encargó a los miembros de esa entidad religiosa la
dirección y administración de la Escuela, siendo una de sus primeras
disposiciones la adopción de una nueva denominación: “Reformatorio de
Menores”.

En el año de 1941 se produjo un incendio en el local del Reformatorio-ubicado en


Surco, motivo por lo que los internos fueron trasladados al local del Colegio
Japonés ubicado en Jesús María, actual centro base Teresa Gomales de Fanning,
disponiéndose a su vez la edificación de un nuevo local en San Miguel. Concluida
la nueva constitución en la cuadra 17 de la avenida costanera, fue inaugurado el
12 de julio de 1945, siendo presidente de la República don Manuel Prado, con el
nombre de “Instituto Reeducacional de Menores”.

Después de casi treinta años, en enero de 1962, se finalizó el convenio entre el


Gobierno y la congregación de La Salle, volviendo su dirección nuevamente a
manos laicas. En el año de 1963, dentro de la política tutelar de cambios, se le dio
un nuevo nombre, el de «Centro Piloto Nacional de Reeducacional de Menores».

Algunos años después, en 1970, el Centro Piloto recibió la denominación de


“Instituto de Menores No. 1”, que se mantuvo vigente durante dos décadas, y
actualmente es llamado “Centro de Orientación Juvenil Maranga”. En cuanto al
personal encargado de su conducción, durante los años 1979-1980, el Instituto de
Menores No.1 estuvo dirigido por personal policial, luego se volvió a la dirección
civil, habiendo ocurrido posteriormente nuevos reajustes.

El CENTRO DE ORIENTACION JUVENIL MARANGA, es calificado por la opinión


pública como una especie de cárcel para adolescentes, ya que en muchos casos
viene a ser la antesala para transitar luego por las cárceles subhumanas que
existen en nuestro país, sobre todo «Lurigancho»y «Canto Grande» en nuestra
capital.
Si nos remontamos a un trabajo que efectuáramos entre 1973 y 1974 (111), en la
población de menores que se hallaban internos en «Maranga», y de las
adolescentes de «Ermelinda Carrera», durante el año de 1972, centrado sólo en
los infractores de la ley penal, se obtuvieron resultados que prácticamente en los
años actuales no han sufrido grandes modificaciones, salvo algunas
particularidades. En el cuadro No.17 están considerados sólo los casos de
menores «delincuentes» varones, excepto en la población de mujeres que si bien
abarca también a las infractoras, se incluyen además los casos de prostitución que
no constituyen infracción penal.

En cuanto a los resultados porcentuales, tanto en varones como mujeres, hay


predominio marcado de las INFRACCIONES contra el patrimonio, que basta
nuestros días se signo manteniendo con algunas variantes propias de las
circunstancias del momento. Estos resultados sugieren, si lo correlacionamos con
el lugar de procedencia de estos menores, que tales atentados contra el
patrimonio están motivados en muchos de ellos, por algunas necesidades
primarias y secundarias insatisfechas. También los estudios en otros países,
tienden a encontrar una tendencia mayoritaria de atentados patrimoniales lo que
induce hacia una explicación de estos comportamientos sobre la base de
problemas económicos deficitarios. Asimismo debemos anotar que en los últimos
años ha empezado a tener presencia una nueva forma de conducta antisocial, que
era rara en décadas pasadas, el tráfico ilícito de drogas en la que intervienen
menores de 18 años de edad, lo que realmente significa una situación de
agravamiento de las condiciones sociales y económicas que incentivan esta forma
de criminalidad nefasta.

En los varones, las lesiones y homicidios, constituyen la segunda forma de


comportamiento delictivo, lo que guarda correlación con las patrones culturales de
violencia y agresión que a veces impera en los entornos subculturales de donde
provienen estos menores. El bajo status cultural, los mecanismos de socialización
según pautas violentistas, así como el escaso desarrollo del autocontrol en esta
edad y la tendencia a ensalzar la figura de la fuerza y valentía del hombre, que
enfrenta sus diferencias o dificultades a través de la agresión, constituyen algunos
mecanismos psicosociales que posiblemente favorecen estas formas de conducta
violenta. Además se observa que un porcentaje de estos infractores procede de
hogares problema, donde generalmente las interrelaciones entre los padres son
hostiles y frías, y en la que el conflicto se resuelve mediante la agresión muchas
veces física, constituyendo de este modo mecanismos de importación de tales
patrones de comportamiento violento. Asimismo hay que considerar que cierto
número, de estos adolescentes frecuentan fiestas y reuniones con cierta
periodicidad, en las que ingieren bebidas alcohólicas y/o drogas que contribuyen a
la liberación o desinhibición, de las reacciones agresivas, disminuyendo el escaso
nivel de autocontrol de la agresión, circunstancias que favorecen las acciones
antisociales violentas. También hay que señalar otra serie de variables negativas
que propician estas reacciones antisociales, estando dentro de ellas las
frustraciones, con las anotaciones analizadas en el capitulo respectivo, así como
con las particularidades psicobiológicas de cada menor.

Con respecto a los atentados sexuales se aprecia que realmente no reparamos


que en muchos casos el nivel de frecuencia delictiva real es mucho mayor, ya que
no siempre todos los actos antisociales llegan a ser descubiertos. Si observamos
el caso de las jóvenes infractoras, las multireincidentes constituyen más bien un
porcentaje bajo, que escasamente llega a un tres por ciento, constituyendo
mayoritariamente menores primarias en más del 86 por ciento de casos la
problemática de los varones antisociales es más grave, ya que esa tendencia
hacia la habituación, parece que las medidas institucionales cerradas no logran el
efecto esperado, por lo que al cabo de unos pocos años, estos menores que
rebasen los 18 años de edad, entrarán a formar parte de la delincuencia adulta, lo
que realmente es un hecho que merece una doble preocupación que debe ir más
allá de las medidas jurisdiccionales y tutelares, y delinearse políticas sociales de
mayor alcance para frenar el crecimiento de esta criminalidad.

Considerando la variable ESCOLARIDAD de los internos de «Maranga», en los


primeros años de la década anterior, se observaron las siguientes tendencias
(Cuadro No. 19), El mayor anuncio de internos en el año 80-81 tenía instrucción
primaría en un porcentaje que fluctuaba de 54 a 55 por ciento, aunque el número
de infractores con escolaridad secundaria aproximadamente estaba en un
promedio de 40%.
Sin embargo en un grupo de menores antisociales bajo libertad vigilada en 1983,
dejados en su propio hogar, porque precisamente sus familiares podían contribuir
a su orientación, se aprecia un nivel de escolaridad mejor respecto a los enviados
a una institución cerrada (cuadro No.20). Mayoritariamente poseen instrucción
secundaria, aunque los grados de esta escolaridad se concentraban sobre todo en
los primeros años. Sin embargo el volumen de menores con instrucción primaria y
ausencia de escolaridad pasa del 40 por ciento, lo que constituye todavía, una
cifra alta.

Por lo apreciado, la instrucción de los infractores tiende a aglutinarse en los


niveles unas altos deprimaria e inicios de la secundaria. Al respecto D.J. WEST
señala que un rasgo característico de estos menores viene a ser el escaso
progreso educativo, y que este fenómeno no puede vincularse necesariamente a
un escaso nivel sino más bien a la falta de oportunidades que tienen para lograr
una adecuada elevación del status escolar.

2.3. Prevención de la Delincuencia de Menores: Uno de los capítulos más


importantes en la problemática de la criminología de menores, es el de la
prevención de esa conducta antisocial . En cuanto se logre prevenir o neutralizar,
en alguna medida, los factores de esta criminalidad se realizará una obra de gran
trascendencia. Octavio PEREZ VICTORIA manifestaba ya, que “la prevención en
términos generales, actúa directamente sobre las causas de la criminalidad.
Sobradamente conocidas son las que de manera activa y con mayor intensidad
originan el fenómeno de la delincuencia de menores. Mediante una labor de
política social bien ordenada, pueden, en gran parte, contrarrestarse, sino ser
eliminadas por completo. Desaparecidas o atenuadas las causas, se obtendrá la
desaparición o cuando menos la atenuación de los efectos. Esta es la finalidad de
la prevención”

Al lado de las acciones de tratamiento de los antisociales, se deben considerar en


primer lugar las políticas preventivas general y especial, como los procedimientos
más importantes en la lucha contra las condiciones que favorecen la criminalidad
de los menores, y cuyos resultados son más eficaces que el tratamiento del
problema antisocial, ya que las medidas antes de que surja el problema
siempredarla mejores frutos que la sola terapia de un menor que ya ha caído en la
conducta delictiva.
A. Prevención General de la Criminalidad de Menores: La política tutelar
preventiva, a cargo de los organismos nacionales que tienen en sus manos el
problema de la minoridad infractora, en lo que se refiere a la prevención general,
no puede ser un conjunto de acciones aisladas y fuera del contexto político y
económico-social del país. Ella supone plantear medidas de alcance a nivel de
planes de desarrollo nacional, que adopten un marco de medidas integrales e
intersectoriales (salud, educación, trabajo, justicia, etc.), para vertebrar sobre tales
lineamientos un conjunto de acciones mucho más concretas para este propósito
de prevención. Asimismo supone plantear acciones lucha cambios estructurales,
orientados a reducir o eliminar los grandes desniveles económicos y de
oportunidad social que se observa en sociedad. Si no se desenvuelven acciones
en tal sentido, los problemas sociales derivados seguirán constituyendo factores
del aumento de esta criminalidad.

Al respecto las condiciones económicas deficientes que aquejan a una proporción


de muestra población, directa e indirectamente favorecen las acciones antisociales
de los adolescentes e incluso de los adultos. Influye también en el hecho de que
muchos niños tengan que trabajar para ayudar económicamente a su familia o ser
el sostén de ella, como el caso de los lustrabotas, cuidadores de carros, verdees
ambulantes, entre otros, que los ponen en situación de riesgo.

Todo esto plantea, pues, la necesidad de que se adopten acciones no solo


remédiales tales o de tipo beneficencia, sino sobre todo medidas de fondo
económico-social y, político, para alcanzar una mayor justicia social y efectiva
distribución de la riqueza, superando las inmensas desigualdades económicas y
sociales existentes.

B. Prevención Especial de la Criminalidad de Menores: Si tomamos en cuenta los


grandes factores interrelacionados de la conducta humana general y de la delictiva
en particular, las medidas preventivas pueden ser acciones sociales, medidas
psicológicas y acciones médico-biológicas.

1) Medidas de PREVENCION SOCIAL: Hemos visto ya que los sociales de la


criminalidad y la conducta antisocial son múltiples, conforme con ello las medidas
de esta naturaleza deben ser también diversas. El Primer Congreso de las
Naciones Unidas sobre Prevención del Crimen y Tratamiento del Delincuente, de
1955, dedicó precisamente el Tema 5to. a la “Prevención de la delincuencia de
Menores”, centrando la temática principalmente en las variables sociales, como la
comunidad, la familia, la escuela, los servicios sociales y otros .

a) En primer lugar, dentro de la prevención particular o especial hay que tener en


cuenta que las condiciones económicas negativas tienen sus repercusiones
principalmente en el hogar, originando en gran parte una serie de problemas y
conflictos intra familiares que henos visto como criminógenos. Pablo UCEDA decía
al respecto: «Un niño descuidado en el hogar y abandonado a su destino es, si
sobrevive, o un resentido social o un delincuente en potencia. Del mismo modo un
menor que frecuenta un ambiente familiar impropio para su desarrollo físico,
psíquico y moral estará predispuesto a ser autor de actividades antisociales y
delictuosas.». Por tanto, la prevención del comportamiento antisocial debe incidir
en los ambientes hogareños inadecuados o negativos, ya sea tratando de orientar
a los padres a través de una serie de acciones psicosociales, o bien sustrayendo
al menor de la influencia negativa del hogar si ese es el caso, o también tratando
de subsanar o «remediar el abandono material en que se encuentran. Gran parte
de estas acciones, como ya lo señalábamos, requiere integrarse con medidas
intersectoriales, que redunden en una mejora de las familias con mayores
problemas de nuestro contexto social actual. Si con tales medidas no se pueden
mejorar las condiciones de los hogares inadecuados, se deben incentivar también
medidas para acoger a estos menores en hogares sustitutos y en escuelas
hogares para los que se hallan en abandono o en alto riesgo, y en general para
aquellos menores que viven en la calle.

b) Con relaciónala comunidad o ambiente subcultural negativo, que como hemos


visto contribuye en el proceso de socialización desviado o antisocial, además de
los cambios señalados en líneas anteriores, se debe propiciar en esos núcleos
sociales la formación de centros cívicos orientados a mejorar el medio socio-
ambiental, la creación de centros deportivos y campos de recreo, para canalizar la
actividad de los niños y adolescentes hacia otras acciones y fines más positivos.
c) Frente a los medios de comunicación inadecuados, las medidas preventivas
aconsejan modificarlas y quizá una de las alternativas sea por medios legales
suficientes que permitan un mayor control del libertinaje existente, así como
también propiciar la comprensión necesaria los responsables de los distintos
medios de difusión ,lamentablemente no actuaron con el celo debido.

d) Con respecto a las condiciones negativas tic la escuela, que tienen alguna
incidencia coadyuvante en el comportamiento antisocial es necesario plantear
cambios no sólo a nivel de docentes sino también nivel de dicha institución, que
permitan un mejor grado de orientación ayuda. a los que tienen problemas de
conducta y/o aprendizaje. Hay que considerar que un menor con graves
problemas de indisciplina escolar o deficiente aprendizaje, necesita urgente ayuda,
pero si la escuela abandona, margina o expulsa del seno, prácticamente acentúa
su problema y contribuye sin quererlo al riesgo de que caiga en una conducta
antisocial o agrave su situación de alto riesgo.

e) La Policía Especializada de Menores, es una institución conformada por


miembros capacitados para llevar adelante algunos los planteamientos ya
expuestos. Generalmente está constituida por el equipo mixto, policías, varones y
mujeres, encargado de participar en acciones concretas de prevención de la
criminalidad y de ocupar también, en determinados casos, de aquellos que ya han
incidido en comportamiento antisocial. Esta policía tiene una gran importancia está
bastante desarrollada en otros países.

Esta policía o brigada de menores colabora también en la formación de clubs


Juveniles, sean deportivas o de otra índole Junto con la policía común, ytrata de
evitar que estos jóvenes dediquen sus ratos libres a actividades inadecuadas o
socialmente peligrosas. En una variedad de países existen clubs de esta
naturaleza, que tienen funcionamiento exitoso, y que contribuyen en gran parte a
prevenir la conducta delictiva imputable al desempleo y el abandono en que se
hallan muchos menores. Podemos recordar al respecto, que el Segundo Congreso
de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente,
de 1960, dedicó el segundo Tema del evento al análisis de los «Servicios
Especiales de Policía para la Prevención de la delincuencia de menores» .
También hay que señalar que en nuestro medio, la Policía especializada, está
encargada de colaborar con el Juzgado de Familia, de acuerdo a lo estipulado por
el Código de los Niños y Adolescentes.

2) MEDIDAS DE PREVENCION PSICOLOGICA: Como se ha venido expresando


a lo largo de este trabajo, el ser humano como unidad socio-psico-biológica; no
puede ser visto desde una sola óptica, es así que además de los aspectos
sociales no deben olvidarse los factores Psicológicos que van unidos a su base
biológica. Por ello, cuando hablamos de prevención, y entre estas medidas
mencionamos a las psicológicas, estamos haciendo una división un tanto artificial
de las medidas preventivas integrales que deben adoptarse.

A todo menor, en la escuela sobre todo, debería efectuársele evaluaciones


psicológicas, para descartar algunos trastornos de personalidad ti otras anomalías
que propicien alguna forma de conducta desviada, sobre todo de tipo violento. Al
respecto en los últimos años se esta viendo mucha más violencia en los jóvenes ,
como en el caso de los alumnos de los Salesianos que quemaron a un compañero
. Otro aspecto que debería ser materia de evaluación, es el relativo al nivel
intelectual, con miras a orientarlo y a ayudarlo si tuviera algún grado de déficit en
su intelecto, el mismo que indirectamente a veces tiene alguna repercusión en el
comportamiento antisocial , la formación de la personalidad como la conducta del
individuo están condicionados por la esfera motivacional, que es la variable
hipotética de la conducta humana que no se puede desconocer en estos estudios
psicológicos, entre otros aspectos.

3) MEDIDAS DE PREVENCION MEDICO-BIOLOGICA: Importantes sobre todo los


de tipo psiquiátrico neurológico. Las psiquiatras tendrían por misión detectar
trastornos mentales, sean incipientes o ya manifiestos en algunos menores, y que
requieran de una terapia especializada, ya que en caso contrario pueden tener
alguna influencia que acompaña el orden criminológico en determinados menores.
Asimismo deben detectarse los problemas comiciales para su tratamiento aporto y
evitar o atenuar su progresión, que puede contribuir a la producción trastornos del
comportamiento que si no son tratados pueden desarrollar problemas conducta,
sobre todo en la escuela. También los casos orgánico-cerebrales de otro tipo, que
tienen repercusión variada en el comportamiento de menor, requieren de un
diagnóstico preciso para adoptar las medidas curativo-preventivas.

2.4. Sistema, Régimen y Tratamiento Socio-Educativo de los Adolescentes


Infractores: Para enfrentarel problema de los menores infractores existen una serie
de instancias y procedimiento que podemos diferenciarlos básicamente el
SISTEMA, RÉGIMEN TRATAMIENTO tutelar o socioeducativo.

A. Antecedentes del Sistema Socioeducativo de los adolescentes infractores en el


País: Vemos que primeras experiencia carcelarias especiales para jóvenes y
menores delincuentes en lo EE.UU., separándolos de los adultos, habiendo sido
muy famoso el Reformatorio de Elmira que surgió en 1876, posteriormente se
desarrollaron instituciones abiertas y algunas variantes de regímenes en libertad.

En el Perú, si bien un derecho de menores con autonomía legislativa


prácticamente nace recién en 1962, el problema de la delincuencia juvenil
preocupó desde hace tiempo. Es así que el 12 de octubre de 1896, se fundó el
primer Reformatorio para niñas en Lima, a iniciativa de sor Ermelinda Carrera y del
Valle, en el gobierno de Nicolás de Piérola. Años después, a inicios del siglo XX, el
21 de mayo de 1902, se creó también la primera Escuela Correccional para
varones infractores.

En el Código del Niño y el Adolescente en el Libro IV se Tipifica la administración


de justicia especializada del niño y el adolescente . pero además en dicho Código
se establece la atención del niño y adolescente las instituciones familiares, la
adopción etc. en la capital de la República Se organice un Juzgado de menores, y
en las provincias la jurisdicción la debía asumir un Juez Civil. El primer Tribunal de
Menores fue en 1924.

Posterior a la creación del Tribunal de Menores se conformó el CONSEJO


NACIONAL DE MENORES, como organismo de acesoria mutua y apoyo, lo que
repercutió en la orientación que se dio al sistema tutelar de menores.
Antes de 1962 el control de los menores antisociales, estuvo a cargo de la
dependencia encargada de los centros carcelarios del país, la Dirección. General
de Establecimientos Penales y de Tutela, como parte del Ministerio de Justicia.
Recién en 1964 el problema de los menores infractores y abandonados se
independiza de la Dirección de Penales, y se crea la Dirección General de
Asistencia Social y Tutela en dicho ministerio, con su organismo técnico el
Consejo Nacional de Menores, entidad que prácticamente dio origen al Sistema
Tutelar de Menores del País. Dicha Dirección funcionó a partir de 1965 con un
presupuesto propio, bajo cuya jurisdicción quedó todo lo referente a los menores
infractores y en peligro moral y/o material.

Años después, en diciembre de 1969, al desactivarse el Ministerio de Justicia, la


Dirección de Asistencia y de Tutela de Menores pasó a depender del Ministerio de
Salud, convirtiéndose al Consejo Nacional de Menores en un organismo consultivo
de dicho Ministerio, iniciándose también una reorganización de todos los centros
tutelares del país.

En 1972, conforme al Decreto Ley No. 19326 (Ley de Educación), todos los
centros de tutela del país pasaron a la Dirección de Educación Especial, Arca de
Irregularidad Social del Ministerio de Educación.

Un lustro más tarde, en noviembre de 1977, mediante Decreto Ley No. 21993, se
creó el Instituto Nacional de Asistencia y Promoción del Menor y la Familia
(INAPROMEF), y a partir de enero de 1978 todo lo referente a irregularidad social
y menores abandonados pasaron bajo su jurisdicción, dejando de pertenecer al
Ministerio de Educación.

Posteriormente, mediante Decreto Legislativo No. 118 del 12 de junio de 1981, el


INAPROMEF es reemplazado por el INABIF (Instituto Nacional de Bienestar
Familiar), como organismo público descentralizado del Ministerio de Justicia, que
asumió todo lo relativo a la problemática de los menores, y dentro de ella de los
adolescentes infractores. En la década del noventa, el INABIF pasó al Ministerio
de la Presidencia.
De acuerdo al Código de los Niños y Adolescentes, vigente desde el año de 2000,
que asume la doctrina de la protección integral del menor desde la concepción
basta los 18 años de edad, se estatuyó que la política de protección a los menores
corresponde al SISTEMA NACIONAL DE ATENCION INTEGRAL AL NIÑO Y EL
ADOLESCENTE (Ley No. 26518), a través del ENTE RECTOR, encargado de
dirigir y formular las políticas, planes y programas de atención integral de los niños
y adolescentes, subsistiendo el INABIF como organismo ejecutor y bajo
jurisdicción del Ministerio de la Presidencia (Decreto Legislativo No.830 del 8 julio
de 1996).

Recientemente, el 25 de octubre de 1996, al crearse mediante el Decreto


Legislativo No.866 el MINISTERIO DE PROMOCION DE LA MUJERY DEL
DESARROLLO HUMANO, se transfirió el INABIF a dicho Ministerio, como un
organismo público descentralizado. Sin embargo, en la Cuarta Disposición
Complementaria de dicho Decreto Legislativo, se dispuso que todo lo relativo a los
adolescentes infractores de la ley, penal pasaranal PODER JUDICIAL, bajo
jurisdicción de la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Ejecutiva del Poder Judicial,
separando de este modo dos ámbitos respecto a los niños y adolescentes:

a. Todo lo relativo a los niños y adolescentes no infractores, bajo control del


INABIF como parte del Ministerio de la Mujer.
b. Todo lo concerniente a los adolescentes infractores de la ley penal, a cargo de
la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Ejecutiva del PODER JUDICIAL.

B. EL SISTEMA SOCIOEDUCATIVO DE LOS ADOLESCENTES INFRACTORES:


Generalmente en toda sociedad existe un SISTEMA u organización estatal
encargado de dirigir todo concerniente a la problemática de los menores
infractores de la ley penal el mismo que tiene un sustento legal.

El SISTEMA socioeducativo de los adolescentes infractores, con organización del


Estado, cumple funciones de planificación, organización, ejecución y evaluación de
las acciones desarrolladas a nivel nacional para enfrentar este problema.
Asimismo, dentro del sistema que adopta cada país, con el objeto de solucionar
esta problemática, se tienen que implementar diversos REGIMENES tutelares, en
función de la variedad de adolescentes infractores que existen en la realidad, bajo
cuyas modalidades son ubicados dichos menores, según los criterios técnicos y
judiciales respectivos. A su vez, dentro tutelar que veremos más adelante.

Centros de Observación y Diagnóstico: Dentro del desarrollo del derecho de los


menores abandonados y delincuentes, se ha delineado también la necesidad de
que antes que se emita una decisión judicial, respecto de la medida o el régimen
tutelar recomendable para cada menor, se tenga como elemento de referencia
imprescindible el informe técnico o DIAGNOSTICO integral a cargo de un equipo
interdisciplinario. Esto generó a su vez la necesidad de una entidad que se conoce
como CENTRO DE OBSERVACIÓN o sea una institución en la que el adolescente
imputado de un hecho delictivo, debe ser estudiado previamente ponen equipo
multidisciplinario dentro de un periodo corto, para que emita un diagnóstico integral
y las recomendaciones sobre las acciones adecuadas al caso. Teniendo como
base dicho informe, se emite la decisión judicial de ubicarlo bajo determinado
régimen o medida “socio-educativa” según nuestro Código de los Niños y
Adolescentes. Estos centros de observación deben tener un personal
especializado en menores infractores, de carácter interdisciplinario y que debe
estar constituido por lo menos por el siguiente equipo:

* Psicólogo
* Trabajador Social
* Pedagogo
* Abogado criminólogo
* Médico.

Asimismo debe contar con los medios técnicos imprescindibles para su labor
diagnóstica.
El diagnostico individual de cada menor infractor debe abarcar por lo menos los
siguientes aspectos:

a) Examen psicológico, mediante el cual se determinarán sus características de


personalidad, nivel intelectual, intereses y si tiene trastornos psicopatológicos, etc.
b) Examen social, según el cual su establecerán las características de su medio
familiar del que procede; medio ambiente social en que residía, experiencia
laboral, así como sus antecedentes de escolaridad, policial, judicial, entre otros;
c) Examen médico psiquiátrico, por el que se determinará su salud mental y salud
en general.

El examen diagnóstico, según Julio PEÑA NUÑEZ, persigue las siguientes


finalidades :
* Revelar los signos que fijan el carácter de la situación antisocial del menor.
* Clasificar al menor de acuerdo con los signos detectados, y
* Sentar las bases del procedimiento destinado a tratar el comportamiento
antisocial.

Luego del diagnóstico y recomendaciones los menores deben ser derivados al


régimen tutelar más conveniente a su problemática individual.

C. Regímenes Socioeducativos o Tutelares: Dentro de los REGIMENES


socioeducativos, equivalentes en parte a los regímenes penitenciarios de los
adultos, tiene un peso importante, sobre todo en nuestro medio, el régimen
cerrado o medida de internamiento del menor. Al lado de tal régimen que debería
ser excepcional, existen otros abiertos como la “Casa Hogar” u otras afines;
asimismo existen medidas o regímenes tutelares en libertad, como la “libertad
asistida” o libertad vigilada, la “familia sustituta” o colocación familiar, entre otras
alternativas extrainstitucionales.

Cada régimen se diferencia de los demás, en cuanto a las condiciones de la


infraestructura, personal encargadoy normatividad que la regula.

1. EL RÉGIMEN SOCIOEDUCATIVO CERRADO: La medida de internamiento


supone una ejecución tutelar cerrada o institucionalizada. La expresión física del
régimen o medida cerrada es la construcción de una Escuela, Instituto o Centro de
reeducación, que tradicionalmente ha puesto énfasis en las condiciones de
seguridad material para evitar la evasión del menor interno. Este régimen debe
contar con un personal adecuado para tales condiciones, así como con un
reglamento o normatividad que regule la vida interior de la institución.
En este caso, el adolescente, bajo esta medida socioeducativa o régimen es
internado en un Centro o Instituto de Reeducación, sacándolo de su medio familiar
y social. Originalmente estos centros que se llamaban reformatorios, casi no
tuvieron diferencias de los centros carcelarios de adultos, pero en los últimos
tiempos trata de adquirir una nueva orientación, pero en la práctica muchas veces
no logra cristalizar, quedando los cambios sólo a nivel enunciativo.

Samuel GAJARDO decía que una cárcel o un reformatorio son medios ficticios e
inadecuados que, necesariamente ejercer, influencia perjudicial, contribuyendo a
deformarla personalidad psicológica del niño, que necesita los elementos reales de
la vida diaria . Después, el especialista francés Jean CHAZAL, todavía observaba
los aspectos negativos de este régimen tutelar cerrado, que no había logrado
cambios sustanciales. Actualmente, al menos declarativamente, los principios que
orientan a los Centros de Reeducación, antes llamados Reformatorios o
Correccionales, propenden a la readaptación del menor a través de diversas
formas de tratamiento, y no precisamente propósitos punitivos o de
enclaustramiento rígido.

En nuestro país, el régimen cerrado o medida de internación para los adolescentes


infractores de la ley penal, se ejecuta en los Institutos de menores hoy
denominados Centros Juveniles.., la internación constituye una medida privativa
de libertad, que se debe aplicar como último recurso por un periodo que no debe
exceder de TRES AÑOS. Además, la Internación, sólo podrá aplicarse cuando:

a) Se trate de actos dolosos cuya pena, según el Código Penal, sea mayor de 4
años de privación de libertad.
b) Por reiteración en la comisión de otras infracciones graves.
c) Por incumplimiento injustificado y reiterado de la medida socioeducativa
impuesta anteriormente.

Una expresión sui géneris del internamiento, es lo que en otros países se


denomina el ARRESTO JUVENIL, que es muy breve o corto. Consiste en una
internación que generalmente no supera los SEIS DIAS, y se aplica cuando se
considera conveniente por motivos educativos. Carlos ELBERT la diferencia del
«arresto prolongado», que realmente es también corto, ya que fluctúa de una
semana hasta un máximo de cuatro, que se cumple en establecimientos
especiales. Como dice VIÑAS, es una «medida de «penúltima ratio» en el intento
de temperar al menor, excitando el sentido de su responsabilidad, mediante el
efecto de un impacto, sacudón o short.

Otras variantes de régimen cerrado con propósitos médicos, pueden ser el


internamiento en Centros psiquiátricos o en Institutos de deshabituación, entre
otros.

En las últimas décadas predomina la opinión, cuestionadora de este tipo de


régimen cerrado, considerando que deberían primar los establecimientos
familiares abiertos, la libertad vigilada o libertad asistida, y en casos más extremos
se plantea la erradicación de este régimen. Sin embargo, en la realidad no se
puede negar que existen adolescentes infractores, que lo podrían ser ubicados en
medios abiertos o libres, porque se evadirían de tales ambientes, constituyendo
además un riesgo para los demás, lo que hace imprescindible ubicarlos en centros
cerrados, pero que deberían ser realmente socializadores y no coercitivos, con
tránsito por etapa de semilibertad, tal como lo estipula nuestro actual Código de
los Niños y Adolescentes.

2. EL REGIMEN SOCIOEDUCATIVO ABIERTO: Una variedad de medida. tutelar


no cerrada totalmente en los términos tradicionales, es lo que algunos denominan
«Reformatorios Abiertos», caracterizados por una disciplina menos rígida,
concediéndoles mayor responsabilidad a los adolescentes internos, así como la
posibilidad de salidas periódicas, y sin que el Centro tenga condiciones físicas de
seguridad especial para evitar la fuga del menor, lo que caracteriza a las entidades
cerradas. Según Donald WEST, en un estudio de Manheim y Wilkins (1955),
comparando la reincidencia de menores en reformatorios cerrados y abiertos, se
halló que en los segundos tenían mayor proporción de éxito que los cerrados.

Otra expresión de este régimen abierto es la «ESCUELA HOGAR» o Casa Hogar,


de la que existen algunas variantes según la práctica de cada país. Se diferencia
sustancialmente en infraestructura del reformatorio tradicional cerrado, en cuanto
que las condiciones físicas de construcción no están diseñadas en función de
evitar la posible fuga del menor, siendo rifas bien una edificación que no pone
énfasis en las condiciones materiales de seguridad. En cuanto a personal, debe
contar necesariamente con un equipo técnico capacitado para fermentar el
ambiente de un llegar para los menores residentes. Asimismo las normas
disciplinarias deben ser acordes a las particularidades de la casa hogar. Este
régimen adopta las condiciones de una casa familiar o pensión, en la que los
adolescentes deben dedicarse a labores dentro o fuera de ella, teniendo
posibilidades de salir también con permisos.

En la Escuela Hogar o Casa Hogar se trata de generar un ambiente familiar,


donde el adolescente infractor pueda convivir en un medio favorable, sustituyendo
lo que en la vida real le fue negada por la inexistencia de sus padres o porque su
hogar era inadecuado. La mayoría de autores considera que la «Casa» debe estar
dirigida por una pareja matrimonial o por dos educadores especiales de ambos
sexos, para fomentar el ambiente familiar. Asimismo, en la casa hogar, el número
de memores debe ser de 20 a 30, sin superar la cifra máxima, para poder revivir o
propiciar un clima hogareño, incentivando la solidaridad cooperación entre sus
integrantes. Jean CHAZAL decía que «es necesario que los educadores acepten
unir estrechamente sus vidas a la de los adolescentes que están a su cargo,
coman con ellos, organicen con ellos veladas, celebren juntos lasfiestas y los
aniversarios. Es en estas condiciones como se obtendrá una atmósfera familiar».

El régimen abierto se puede desarrollar tanto en medio urbano como rural, lo que
debe estar en función de la experiencia de vida anterior de los adolescentes
iniciados. La aplicación de este régimen es muy, variada en los diversos países,
por ejemplo en la Argentina existe desde décadas atrás Precisamente carona
memoria antigua de esas Instituciones se dice: «La organización de nuestros
establecimientos se hace en el más riguroso sistema familiar. Si el abandono o la
delincuencia son, a menudo, consecuencia de crisis de familia, lógico es que
organicemos nuestras escuelas en forma tal que Compense esa vida familiar
deficiente que ha tenido y que cuando sea indispensable retirar a un niño de su
llegar, le formemos otro que reemplace al propio».
Este régimen de Escuela Hogar es recomendable igualmente, para determinados
menores en situación de riesgo delictivo que carecen de llegar y que no son
adecuados para un hogar sustituto, con el propósito de prevenir que Incidan en
conductas infractoras de la ley penal.

3. RÉGIMEN SOCIOEDUCATIVO SEMI-INSTITUCIONAL: Esta modalidad no


tiene mucho desarrollo, sin embargo existen algunas variantes del régimen de
SEMIDETENCION válidas para ciertos menores infractores. Dentro de ellas
podemos destacar el «Arresto en tiempo libre» que generalmente se inicia al
término de la jornada laboral de la semana y concluye el lunes a las 6 horas.
Realmente se trata de un «arresto de fin de semana» en establecimientos
especiales, recomendado para determinados jóvenes infractores.

4. RÉGIMEN SOCIOEDUCATIVO EN LIBERTAD: Dentro de este tipo de régimen,


el adolescente infractor es sometido a una medida que no tiene las limitaciones del
régimen cerrado o abierto, ya que no es internado era ninguna institución, sino que
la medida se cumple en libertad. Generalmente es dejado en su propio hogar o
bien es ubicado en otra familia que los pueda acoger, para vivir en condiciones
«normales» bajo ciertas reglas. Modalidades de este régimen son el Hogar
sustituto, la libertad vigilada entre otras.

a) EL HOGAR SUSTITUTO, es llamado también Colocación Familiar o «Acomodo


familiar» según M. RASSEKH-ARDJOMAND . Nuestro Código de los Niños y
Adolescentes, esta en el libro III en el Titulo II

Es una medida recomendada luego de un diagnóstico individual previo, que


delimite las condiciones adecuadas del menor, y cuando además no tiene un
hogar propio o la familia del cual procede es muy problemática o es la que
contribuye en su comportamiento infractor. En otros términos, en este régimen el
menor es ubicado en un hogar previamente seleccionado, y que está dispuesto a
acoger al adolescente infractor
En el hogar sustituto el ambiente físico viene a ser cualquier casa común y
corriente, donde habita la familia que acoge al menor. En cuanto al personal, se
trata de una pareja de esposos que deben cumplir ciertas condiciones
preestablecidas, para recibir en su casa a un adolescente infractor, contando con
el apoyo o asistencia de personal especializado. Respecto a la normatividad, el
menor y los padres sustitutos deben cumplir las reglas que estatuya al respecto el
Sistema Tutelar.

El hogar encargado de recibir al adolescente infractor debe mostrar una serie de


condiciones previas, como el de ser completo, tener estabilidad emocional,
idoneidad de los padres sustitutos, aceptarlo como un hijo más, tener ciertos
conocimientos para poder orientar al adolescente infractor, entre los principales
requisitos.

Por otro lado, estos hogares preferentemente deben fabricar un perímetro lo


suficientemente cercano al centro sociopsicológico, que debe estar conformado
por personal calificado para ejercer tutoría continua sobre estas familias.

b) La LIBERTAD VIGILADA o Libertad Asistida como lo denomina nuestro actual


código, es otra modalidad importante del régimen tutelar en libertad.
El Juez puede disponer la medida de ubicar al adolescente infractor bajo
LIBERTAD ASISTIDA o vigilada en su propio medio familia en consideración a sus
características personales: como no ser un riesgo social y tener un hogar
adecuado. Sobre este punto decía Jorge GALLEGOS, que esta institución se da
cuando el Juez decide no internar a menor, sino dejarlo libre bajo vigilancia, y que
también se aplica esta medida cuando el menor sale de un establecimiento tutelar,
en el cual estuvo recluido. Manifestando que la primera forma es análoga a la
condena condicional y la segunda a la libertad condicional de los adultos.

Este régimen tutelar no necesita de una infraestructura especia para albergar al


infractor, ya que es ubicado en su propio hogar familiar salvo el ambiente de la
entidad o el Servicio encargado de organizar y brindar la asistencia por medio de
tutores o delegados de libertad vigilada.
Respecto al personal, también se exigen determinados requisitos para ser agente
o tutor encargado de esta asistencia. Años atrás, los requisitos que exigían para
ser funcionarios de libertad vigilada en el país, según el INABIF , eran edad
mínima 23 años, titulo de psicólogo, trabajador social, sociólogo, profesor o
profesión afín; experiencia mínima de dos años de trabajo con menores; además
las condiciones de una buena estabilidad. La normatividad que regule su
funcionamiento, debe ser ad hoc a este régimen y estipulado por el Sistema
Tutelar.

En nuestro, medio, el código penal de 1924 estableció legalmente por vez primera
esta medida, pero prácticamente no tuvo vigencia efectiva. Por ello se considera
que la libertad vigilada fue instituida por los artículos 108 y 109 del Código de
Menores de 1962, así como por el Decreto Supremo No.241 del 21 de noviembre
de 1963. Sin embargo la aplicación real de esta medida data aproximadamente
desde agosto de 1965 en Lima y de 1966 en el Callao. En su práctica ha recibido
fundamentalmente a menores infractores primarios de entre 12 a 13 años de edad,
de uno y otro sexo, y que cumplen determinadas condiciones psico-sociales. Las
contraindicaciones, además de otras ya señaladas, para que un menor no sea
recomendado a este régimen, son «Capacidad mental deficiente, desviación
psicopática o tendencia a la esquizofrenia». No obstante, creemos que tales
«contraindicaciones» son relativas.

c) La PRESTACION DE SERVICIOS A LA COMUNIDAD: Otra alternativa que


evita el internamiento o privación de la libertad del adolescente infractor, es la
medida de «Prestación de Servicios a la Comunidad», que es un régimen
extrainstitucional o en libertad que pone énfasis en una modalidad de laborterapia.

Nuestro vigente Código de los Niños y Adolescentes, en su Artículo 232.-


Prestación de Servicios a la Comunidad.- La Prestación de Servicios a la
Comunidad consiste en la realización de tareas acordes a la aptitud del
adolescente sin perjudicar su salud, escolaridad ni trabajo, por un período máximo
de seis meses; supervisados por personal técnico de la Gerencia de Operaciones
de Centros Juveniles del Poder Judicial en coordinación con los Gobiernos
Locales.

5. OTRAS MEDIDAS SOCIOEDUCATIVAS: Con la amplia experiencia tutelar se


han desarrollado otras modalidades o medidas especiales, cono la reparación del
daño, la amonestación entre otras.

* Las REPARACIONES o “Resarcimiento del daño”: Son cargas que se imponen al


joven infractor, para que mediante su propio esfuerzo repare los perjuicios o daños
ocasionados.

a) La AMONESTACION: Es una medida de carácter moral por la que el juez


amonesta severamente al menor y a sus padres o responsables, haciéndoles
notar la ilicitud de su conducta, lo grave de ella y sus consecuencias negativas.
Puede aplicarse también, conjuntamente con otras medidas.

En nuestro Código de los Niños y Adolescentes en el Artículo 231.-


Amonestación.- La Amonestación consiste en la recriminación al adolescente y a
sus padres o responsables.
b) Tratamiento de los Adolescentes Infractores: hemos visto que dentro del
SISTEMA tutelar existen diversos REGIMENES o, medidas tutelares, adecuadas a
las múltiples características de los adolescentes antisociales. Asimismo dentro de
cada régimen es factible emplear algunas formas de influencia, TRATAMIENTO o
«terapia» específica, en función de la individualidad de cada menor, para ayudarlo
en su reeducación o integración social.
El régimen se diferencia del tratamiento tutelar, lo que a veces es confundido, ya
que algunos estudiosos hablan por ejemplo de tratamiento de libertad vigilada,
cuando realmente, se trata de un régimen o medida tutelar dispuesto por el juez, y,
dentro del cual durante su ejecución, el menor puede ser sometido a diversas
formas de tratamiento específico, bien sea de tipo psicológico, educacional,
laboral, social, entre las ras importantes

1) TRATAMIENTO EDUCACIONAL: La educación común, técnica o laboral u otra


especial, es un procedimiento importante para propiciar la readaptación o
socialización del adolescente infractor. Él menor delincuente, bien sea ubicado en
un régimen cerrado, abierto o libre, debería recibir algún tipo de tratamiento
educativo o pedagógico en función de sus necesidades individuales y según las
condiciones que permita cada régimen tutelar.
Es obvio que los infractores analfabetos y los que tienen primaria incompleta,
deben recibir instrucción escolar, para que concluyan al menos su escolaridad
primaria. En caso de menores con escolaridad secundaria concluida o incompleta,
se recomienda poner énfasis en la educación laboral o técnica, de acuerdo a las
aptitudes e inclinaciones de los adolescentes.

El tratamiento la, influencia educacional, debe abarcar no sólo la escolar común y


la capacitación laboral, sino también una pedagogía especial socializadora de
patrones de conducta que tienden a coadyudar su proceso de integración social.
Asimismo, son importantes también, charlas de orientación especial, educación
artística, física, entre otras.

Es interesante la experiencia que presenta Antonio GOMES DA COSTA en el


Brasil con menores infractores, proponiendo lo que él llama una pedagogía de la
presencia Y que un otros términos la califica de una «educación emancipados». El
ámbito de esa relación pedagógica «podrá ser un programa de educación de calle,
un programa comunitario de orientación socioeducativa, y de preparación para el
trabajo, un programa de libertad asistida institucional o comunitaria, un centro de
defensa jurídico y social, un establecimiento para atención, en un régimen de
privación o restricción de la libertad

2) TRATAMIENTO LABORAL La rehabilitación social puede incentivarse también


mediante la ergoterapia, del adolescente infractor, el mismo que en muchos casos
puede haber caído en alguna forma de comportamiento delictivo por estar en el
ocio. La actividad laboral, que debe ser congruente con la educación técnica, tiene
que orientarse en base a las habilidades e inclinaciones vocacionales del menor,
para que tal proceso tenga efectos positivos. El trabajo o labor que ejecuten los
adolescentes en parte del día, debe ser acorde con el tipo de institución o régimen
en que se hallen, pudiendo ser trabajo de tipo agropecuario, industrial, senil-
industrial, artesanal, entre los más importantes.

Al lado de la laborterapia o ergoterapia, considerarnos que la LUDOTER-APIA


puede también contribuir a su socialización, sobre todo si el menor muestra
hostilidad a la interrelación o falta de solidaridad. Si el joven tiene Inclinación por
algún deporte, mediante la práctica de esta actividad, durante algunas horas de la
semana, se puede ayudar a su integración social, que aprenda, a respetar ciertas
reglas, así como cooperación gripal, entre otros aspectos importantes para su
socialización.

3) TRATAMIENTO PSICOTERAPEUTICO: Posiblemente un número importante


de adolescentes infractores de la ley penal, requieren alguna forma de
psicoterapia o al menos orientación psicológica, para contribuir a su readaptación
o integración social.

La psicoterapia aplicable puede ser de tipo INDIVIDUAL, si los problemas


emocionales de algunos menores así lo requieren, o también puede ser
psicoterapia CRUPAL si fuera posible, aunque probablemente es la que más se
emplea.

Sobre esta técnica de tratamiento, diremos que existen diversas variantes según
las corrientes psicológicas existentes. Sin embargo la experiencia con menores
delincuentes, tuvo inicialmente un énfasis basado en la corriente psicoanalítica, y
luego expresiones menos ortodoxas, así como formas eclécticas, como las
indicadas por K. FRIEDLANDER, Jullen ROUART, Manuel SANCHEZ entre otros.
Al respecto, anota WEST, que el psicoanálisis tradicional trata de que el paciente
externalice sus sentimientos y motivos profundos, pero la mayoría de menores
antisociales no percibe el problema de su conducta desde esa perspectiva, y el
modelo psicoanalítico “no en caja”, porque el conflicto del delincuente, es con la
sociedad, no está dentro de sí mismo y el lenguaje y el modo de pensar del
terapeuta le resultar incomprensibles».
Desde la vertiente de la psicoterapia de grupo, la práctica conocida como
«COMUNIDAD TERAPEUTICA», se ha experimentado sobre todo en regímenes
cerrados como abiertos. La organización de una pequeña comunidad, en la vida
cotidiana, como un grupo terapéutico, el] el que los participantes aprendan
progresivamente a superar sus errores, sin perjudicarse a sí mismos ni a los
demás, es el propósito de una Comunidad Terapéutica, y precisamente los
institutos o centros de reeducación tren servido en algunos casos para intentar
esta experiencia.
Este sistema presenta grandes exigencias al personal administrativo, el cual debe
bajar de su pedestal y tolerar la familiaridad y la críticas personales por parte de
unos pupilos a menudo hostiles. Un experiencia notable fue la famosa escuela de
ALCHHORON en 1925 que inició sus prácticas con jóvenes delincuentes en
OberHollabru (Austria), bajo criterios de lo que hoy se denomina comunidad
terapéutica, con resultados positivos. El caso de la comunidad terapéutica de
COTTAG en los Estados Unidos no tuvo éxito. Aparte de tal modalidad, se emplea
también bastante las técnicas de DINÁMICA DE GRUPOS, para ayudar en el
proceso de readaptación de los menores infractores.

4) TRATAMIENTO MEDICO: Dentro de este rubro, de amical al diagnóstico de


cada menor, se puede recomendar alguna forma d tratamiento médico si el
adolescente padece alguna afección de tipo psiquiátrico o neurológico
principalmente, que tenga alguna relación directa o indirecta con su problema
delictivo. Asimismo, también requieren ayuda médica los menores con otras
patologías, aunque no guarde mayor implicancia con su problema antisocial.

Si el menor presenta problemas psiquiátricos, como alguna psicosis o neurosis u


otro trastorno mental, será recomendable su envió al centro médico especializado,
y si ello no fuera factible se le debe proporcionar la terapia psiquiátrica o
psicológica respectiva Si se tras de alteraciones orgánico cerebrales, corno
epilepsia u otra forma de daño neurológico, requerirá también de tratamiento
especifico correspondiente.

Décadas atrás, algunos psiquiatras franceses que estudiaron a menores


delincuentes, de acuerdo a la terminología que empleaban por eso época,
concebían la existencia de niños «perversos», lo que en la vertiente psiquiátrica
alemana de ese entonces se denominaban «psicópatas» Dichos psiquiatras, como
G.AMADO(04), Georges HEUYE, MICHAUX , afirmaban que parte de estos
menores «perversos» eran incorregibles, y recomendaban la psicocirugía como
alternativa para tales casos, sobre todo Heuyer y Michaux. Actualmente estos
adolescentes son clasificados dentro del grupo de TRASTORNOS DE
PERSONALIDAD, del tipo antisocial o disocial, que es la nomenclatura moderna al
respecto. El tratamiento indicado hoy, para estos casos, es principalmente
psicosocial, no recomendándose el aborde quirúrgico, porque como afirman
FREDMAN y colaboradores, está contraindicada para cerebros en desarrollo , y
además porque las esperanzas en tal tipo de tratamiento no son alentadores
actualmente.

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