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Las consecuencias políticas

del dualismo cartesiano

Profesora: Alejandra González


Alumno: Diego Massariol
DNI:33877940
Cátedra: Merlo
2010
Las consecuencias políticas del dualismo cartesiano

Desde la filosofía griega, y luego en la filosofía medieval, se diferencia una


concepción dual entre cuerpo y alma. Al llegar a la Modernidad, Descartes en
Meditaciones, mediante el ejercicio de la duda metódica plantea la absoluta separación
entre cuerpo y alma como sustancias totalmente distintas, en la que Dios deja de ser el
nexo que las une. Es así que en sentido cartesiano, el yo está identificado con la mente,
con la res cogitans, es decir, propone al yo como una sustancia pensante cuya propiedad
fundamental es pensar:“Pero ¿Qué soy yo? Una cosa que piensa”1 y no con la unión
mente-cuerpo; el cuerpo en cambio, es entendido como parte de la res extensa, como
parte del mundo exterior, como todo lo limitado por una figura, lo circunscripto en
algún lugar, y como tal, dudará incluso de él: “supongo, pues, que todas las cosas que
veo son falsas(…)creo que el cuerpo, la figura, la extensión, no son sino ficciones de mi
espíritu”2. Esto supone una concepción maquinista del cuerpo, en la que el cuerpo es
sólo el encargado de los movimientos mientras que la mente, la encargada de dudar,
sentir, imaginar, querer. Siguiendo esta filosofía dual, Goethe en Fausto, plantea al
cuerpo como un estuche de la mente, en donde Fausto en este sentido se siente
encerrado en su cuerpo como en su oscura habitación:“¿Hasta cuando, ¡ay de mi!,
tendré que consumirme en este calabozo?” y pretende cambiar de cuerpo pero
manteniéndose en la misma sustancia pensante; volver a bañarse en un espíritu
rejuvenecido con el objeto de que le sean revelados ciertos misterios, lo que contiene el
mundo en sus entrañas y presenciar el misterio de la fecundidad3. Esta escisión es
confirmada a Fausto cuando pregunta ¿Quién soy? y Mefistófeles contesta: “Tu eres lo
que debes ser: pon sobre tu cabeza una peluca de miles de bucles, calza tus pies con
zapatos de una vara de alto que no por ello dejarás de ser lo que eres.”
Por su parte, Kant estructura antropológicamente al sujeto trascendental en una
voluntad ligada a la razón (autónoma) y al deseo como consecuencia del cuerpo
(heterónoma). Kant dice: todos los principios prácticos que suponen un objeto de la
facultad de desear como fundamento de determinación de la voluntad son todos ellos
empíricos y no pueden proporcionar ley práctica alguna”4 “la razón, en una ley
práctica, determina la voluntad inmediatamente y no por medio de un sentimiento de
placer y dolor que vengan a interponerse(…) sólo el poder ser practica la razón pura,
le hace posible ser legisladora” 5 articulando de esta forma la moral a la razón: leyes
prescriptivas del ser estableciendo lo que debería ser si fuera completamente racional.
De esta forma, Kant en su pensamiento político, propone una universalidad de la razón
que de no ser cumplida se estaría por debajo de los rangos de civilización; Mismo en
Antropología plantea una definición de naturaleza como “la existencia de las cosas
bajo la ley” y define a la especie humana sólo a los “sujetos racionales, sociales y
morales” que deben luchar contra su estado de naturaleza para diferenciarse de las
“bestias”. Por otra parte, si bien el sistema Republicano propuesto por Kant, se basa en
la igualdad, la igualdad para Kant no es política, ya que, como afirma en Critica a la
razón Práctica, sólo la voluntad ligada a la razón debe ser llevada a legislación
universal, dando el voto sólo a los sujetos activos, seres completamente racionales.

1
Descartes en Meditaciones Metafísicas, Segunda Meditación.
2
Descartes en Meditaciones Metafísicas, Segunda Meditación.
3
Goethe en Fausto, Ed. Club Internacional del Libro, Madrid, España. 1999
4
Kant, Manuel en Crítica a la razón Práctica, par. 2, Teorema I.
5
Kant, Manuel en Crítica a la razón Práctica, par. 3, Teorema II, Observación I.
Luego Hegel planteará un movimiento dialéctico de la sustancia en la cual deviene
como sujeto, es decir, que a través del continuo movimiento de oposiciones entre lo
particular y lo total, la sustancia toma cada vez más autoconciencia, se sabe, se articula
a sí misma hasta llegar a lo absoluto, la conciencia plena, el sujeto. De ahí que todo lo
real es racional, es decir que un sujeto absoluto, autoconsciente, real, se sabe, es
racional. El ser es apareser-se, es Espíritu. En este sentido, la historia tiene el fin de que
en ella se despliegue esta autoconciencia del Espíritu donde el ser y el saber sean uno,
sujeto y racionalidad juntos:”Pero el único pensamiento que la filosofía aporta es el
simple pensamiento de la Razón: que la Razón domina el mundo y que por lo mismo
también en la historia universal ha ocurrido todo según la razón.”6 De esta forma, sólo
lo racional es lo real, el sujeto es sólo el racional, aquel que tiene pensamiento, que se
sabe, el cual contiene el Espíritu y, de modo contrario, aquel individuo que no es
racional, en el cual no coincide el saber con el ser, no es sujeto. Como dirá luego: Sólo
en los grandes hombres, el espíritu coincide con el individuo.
Feinmann en La filosofía y el barro de la historia dice: “no hay exposición
inocente”, es así que la concepción dualista tuvo la principal consecuencia política en
los años subsiguientes del Siglo XX, de poner la razón al servicio del capitalismo y el
totalitarismo que vendrían. Hanna Arendt dirá que los totalitarismos, en este sentido,
suprimen el pensamiento espontáneo de los hombres, puesto que su irrefutable poder
lógico no admite ningún argumento que no sea deducible de sus premisas7. En otras
palabras, la razón puesta sólo en el individuo burgués fundamentará la dimensión
organizativa y cultural de los totalitarismos separando, siguiendo a Arendt, a la elite del
populacho. Del mismo modo, la sociedad disciplinaria de Foucault, donde la disciplina
se focaliza en la formación de cuerpos dóciles y sometidos, busca reducir la fuerza del
cuerpo, en tanto fuerza política, y maximizarla como fuerza económica, lo que permitirá
dentro de una sociedad desarrollada por el crecimiento de las fuerzas productivas,
ubicar, clasificar y, por fin, vigilar y castigar.

Diego Nicolás Massariol


DNI: 33877940

6
Hegel, Georg en Filosofía de la Historia, cap. La historia filosófica.
7
Arendt, Hanna en Los Orígenes de los totalitarismos.

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