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CÓMO

DERROCAR A UN TIRANO

1º Recordando que un tirano no aparece de la noche a la mañana.

Que comenzó desde el primer día de su gobierno cuando recibió la banda presidencial con lágrimas de
cocodrilo para que todos juntos compartamos la emoción de tanta democracia. Por fin el indio presidente que
todos esperábamos. Un indio que por haber vivido la opresión colonial tenía derecho a vengarse, a sancionar, a
insultar, a perseguir a los colonizadores, como si eso fuera justo. Y todos a explicar la tiranía de la víctima;
pobrecito, es que no sabe, es que tiene que aprender, hay que darle tiempo, buenas intenciones tiene. Y todos
a hacernos de la vista gorda ante el narcoestado que nacía; la coca es sagrada, los cocaleros son el símbolo de
la lucha contra el imperio, el indio presidente es el indio liberador. Y todos a confiar en esa constitución con
una introducción de pacotilla escrita para hacernos creer que habíamos retornado al paraíso perdido. Un tirano
no aparece de la noche a la mañana, estaba ahí desde el principio. Pero dos tercios estaban ciegos y un tercio
quería seguir creyendo que todo tiempo pasado fue mejor.

2º Sabiendo que un tirano es un tirano; no importa que parezca indio.

Hasta que los indios que son indios dijeron que quieren seguir siendo indios y que no querían convertirse en
cocaleros y marcharon el año 2011 por tierra y territorio y, sobre todo, para que la dignidad de la identidad
indígena no sea usurpada. Y el tirano desenmascarado, revelada su piel imperial y su conciencia colonizadora,
respondió con la represión en Chaparina e inmediatamente después, otra vez con lágrimas de cocodrilo, les
dijo que él era indio, que cómo los iba a traicionar, que ahí estaba la ley para asegurar la intangibilidad del
TIPNIS. Los indios que querían seguir siendo indios le creyeron; pero los indios que, como él, querían dejar de
ser indios para convertirse en colonizadores comenzaron a demandar, ellos también, sus piedritas de colores.
Entonces el tirano los incluyó en el saqueo del Estado y así logró que muchos indios de tierras bajas y casi todos
los campesinos de tierras altas gocen de las piedras de colores. Ahora sabemos que un indio no nace indio sino
que un indio se hace indio. Que el tirano se deshizo indio y, bajo él, siglos de lucha anticolonial se convirtieron
en la paradoja del racismo invertido para alegría del tirano y discursos victimizados de los pobrecitos indios
pachamamistas de la cancillería para asombro de la cooperación internacional y de gringos ingenuos.

3º Sabiendo que un tirano es un usurpador; no importa que parezca democrático.

Entonces se cayó el precio del gas. Entonces se supo del engolosinamiento del tirano por las Zapata. Entonces
la corrupción aquí y allá y más allá nos ahogaba en su inundación incontenible. Y la sostenibilidad de este
capitalismo de consumo se reveló burbuja de colores. Piedras de colores para los indios, burbujas de colores
para la clase media urbana. Pero el tirano contraatacó, seguro de su tiranía de colores nos desafió a jugar en su
cancha de elecciones a votar en el referéndum de febrero de 2016. Y entonces perdió. Y como tirano que
todavía guardaba las formas prometió que se retiraría a su chaco de quinceañeras para que le creyéramos.
Como no lo hicimos, preparó públicamente sus armas y anunció una violación a cielo abierto. Al fin y al cabo
era él el tirano, el más macho, nosotros lo habíamos elegido, no debíamos demandarle divorcio. Preparó el
escenario durante un año y nos violó el martes 28 de noviembre de 2017.

4º Sabiendo que un tirano es solamente un tirano; no importa que parezca inmortal.

Doce años de tiranía no se superan fácilmente, al fin y al cabo hemos elegido a nuestro propio tirano a nuestra
propia medida. Por nuestros propios traumas. Históricos, políticos, subjetivos. Porque cada cual cava su propia
sepultura. Pero en esta sepultura democrática radica nuestra propia liberación.

5º Expulsando al tirano de nuestras entrañas, no sólo b/votándolo del palacio.

No todo tiempo pasado fue mejor. La democracia que nosotros construimos el 82 fue insuficiente y deficiente.
No se trata de suponer que este tirano es un dictador cualquiera al que se lo puede derrotar en las calles y en
las urnas eligiendo un presidente. Mientras lo vayamos derrotando en las urnas y en las calles tenemos que
expulsarlo de nuestras entrañas; tenemos que entender que la democracia no se reduce a la elección sino que
se extiende a la vida política cotidiana. Que todos tenemos que hacer política cada día, en nuestras casas, con
nuestra familia, en la escuela, en el mercado, en el trabajo; que el bien común es responsabilidad de todos y
que no lo podemos dejar sólo en manos de un presidente. Elegimos un tirano porque renunciamos a la política.
No lo debemos volver a hacer. Todos debemos ser políticos y respirar política mañana, tarde y noche.

6º Construyendo unidad, pero no una unidad cualquiera.

No toda unidad es buena. Una unidad electoral sólo para más elecciones no sirve de nada porque repite los
vicios del pasado. Una unidad de bloqueos y huelgas sólo para expulsar al tirano tampoco sirve porque no hay
con quien sustituirlo y el remedio puede perfectamente ser peor que la enfermedad. Una unidad de resistencia
para más y mejor democracia no es suficiente porque fueron precisamente esos traumas los que nos
condujeron a este tirano. Necesitamos una unidad para diseñar y construir otra democracia. Una democracia
que sea más democrática: que elijamos todos todo y siempre aunque tantas elecciones nos agoten. Una
democracia que sea mejor: que no elijamos sobre todo personas sino sobre todo proyectos y programas. Una
democracia que sea otra democracia: que no elijamos representantes sino canales de decisión para que el
representante sea un delegado que planifique y realice lo que todos decidimos (hoy podemos hacerlo, que las
redes sociales sirvan, sobre todo, para lo importante). La unidad, entonces, será buena si es una unidad
política, no solo una unidad electoral ni sólo una unidad de huelgas y bloqueos ni solo una unidad de rebeldías
juveniles ni sólo una unidad de políticas públicas. La unidad política es la unidad de la decisión colectiva y la
responsabilidad ciudadana sobre nuestra vida.

7º No es fácil derrocar al tirano pero es posible.

Expulsándolo de nuestras entrañas, restableciendo la vida política como responsabilidad cotidiana,
construyendo una buena unidad política para reconquistar y refundar la democracia, y mirar lejos, muy lejos,
desde este rincón del mundo. Para que nuestros hijos nos perdonen por nuestros errores. Pero sobre todo para
que nos quieran y nos respeten porque nunca renunciamos a trabajar junto a ellos por un mundo maravilloso
para todos.

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