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Hurtado Carrillo Lizbeth Ahelyn

Lectura 19
LOS INTÉRPRETES Y LA IMPARTICIÓN DE JUSTICIA EN LA NUEVA ESPAÑA
El objetivo de esta lectura es resaltar el papel histórico de los intérpretes como mediadores
lingüísticos y culturales entre los conquistadores y los pueblos indígenas, ya que la necesidad de
comunicación, requería que los intérpretes se integraran dentro de la maquinaría jurídica de la Nueva
España, pues tanto la monarquía española, como los pueblos caribeños y los señoríos
mesoamericanos (en su momento) se enfrentaron a sistemas de organización social, jurídica y
económica totalmente diferentes. Se sabe que, tanto los españoles como sus aliados indígenas
buscaban el desarrollo de intermediarios culturales para poder asimilar al otro.

“La figura de los interpretes se vería formalizada en el Juzgado General de Indios así como en los
tribunales eclesiásticos… puesto que casi todos los actos jurídicos relativos a los naturales deberán
ser mediados por intérpretes oficiales reconocidos por medio de un nombramiento los cuales fueron
otorgados durante prácticamente todo el período novohispano y para muy diversas lenguas”1

El contacto y la inmersión forzosa.

El primer contacto europeo con las lenguas amerindias fue azaroso. Cuando Colón llegó a América
en su pretensión por llegar a Indonesia, este traía a Don Luis de Torres (quien sabía castellano,
hebreo, latín, griego, armenio y árabe) y a algunos otros miembros de su tripulación como intérpretes.
Sin embargo, ninguno conocía de lenguas amerindias, así que él se hizo acompañar de indígenas
taínos para que estos aprendieran rápidamente castellano y le pudieran informar sobre el Gran Khan,
el oro y las especias.

Posteriormente, conforme se comenzaron a establecer en las islas los representantes de la Corona,


y algunos colonos europeos, los indios y los intérpretes comenzaron a escasear”. Ya que, había más
españoles interesados en hacerse ricos rápidamente que en aprender las lenguas de los naturales.
Los occidentales tenían dos opciones, aprender la lengua nativa o que los indígenas aprendieran la
castellana, por comodidad optaron por la segunda opción. Además “la ilusión de la transparencia
cultural y la creencia de superioridad de la ‘civilización’ europea hacían que no fuera importante para
los conquistadores el conocer la lengua de los nativos”2.

Sin embargo, hacia 1500 ya existía el primer hispano poseedor de la lengua de los taínos, mientras
que en todo Mesoamérica algunas expansiones señoriales ya habían impulsado el uso de ciertas
“lenguas generales” para la política y el comercio, como fueron el Náhuatl, el maya y el Quechua.

Las lenguas del imperio.

Las autoridades virreinales pensaban que “la difusión del idioma castellano era parte del proceso de
conversión al cristianismo, al mismo tiempo que representaba el sometimiento lingüístico de los
conquistados a la corona de Castilla. En 1503 los reyes católicos emitieron la Instrucción al
Gobernador de las Indias con el fin de reagrupar las poblaciones dispersas y construirles una iglesia,
para que el capellán les enseñara a los niños los rezos católicos (en latín), a leer y a escribir (en
castellano). Además, el Estado coaccionaba a sus colonos españoles para que aculturaran a alguno
de sus sirvientes indígenas para que este sirviera de intérprete ante otros indígenas.

1
Guerrero Galvan, Alonso. 2007. “Los intérpretes y la impartición de justicia en la Nueva España” en Justicia, política y sociedad en las
Indias. Zacatecas: Tribunal Superior de Justicia del Estado de Zacatecas, pp. 266 y 267
2
Ibídem, pp. 248
“El objetivo de la Corona al promover la enseñanza del castellano era, en el mejor de los casos, para
mejorar la administración de sus reinos en Ultramar. La lengua le permitiría enterarse de lo que
acontecía en sus provincias y así procurar que no se abusara de sus nuevos súbditos”3.

Los intérpretes de la Conquista.

Bernal Díaz del Castillo, menciona, en su Historia verdadera, lo difícil que era la aculturación de los
indios que usaban de intérpretes debido al poco tiempo de contacto. Los que eran retenidos a la
fuerza huían a la primera oportunidad, o aconsejaban a los señoríos indígenas darles guerra “día y
noche” a los españoles.

Cuando Cortés encontró a Jerónimo de Aguilar y a Gonzalo Guerrero, estos llevaban perdidos ocho
años. Aguilar había aprendido el maya yucateco y el chontal, por lo que sirvió de intérprete.

El 14 de marzo de 1519, después de muchas batallas en contra de los indios de Tabasco, Cortés
liberó a cinco indígenas prisioneros para que llamaran a sus caciques a hablar con él, y para que se
llevaran a sus muertos. Al día siguiente Cortés recibió como presentes de paz: oro, mantas y veinte
mujeres, entre las que se encontraba Malintzin, ella era hija de un cacique del pueblo de Painala, en
la región de Coatzacoalcos. “Cortés rápidamente se hizo ‘con las dos lenguas, Aguilar y doña Marina’.
Primero Cortés hablaba a Aguilar en español, luego Aguilar hablaba en Chontal a Malintzin y ésta
hacía la traducción al náhuatl y después al chontal, pero Marina no tardaría mucho en hablar el
español”4. Estos dos intérpretes acompañaron a Cortés durante toda la conquista de México.
Después, otros españoles aprendieron náhuatl, como Juan Pérez de Arteaga, Alonso de Hojeda y
Juan Márquez, quienes capitanearon las fuerzas tlaxcaltecas contra los mexicas.

Los intérpretes de la Nueva España.

“Al igual que como pasó en las islas, en los primeros años el contacto del español con las lenguas
amerindias no era continuo, debido principalmente al reducido número de hablantes en el continente
y a la avasallante caída de la población indígena por las enfermedades europeas. Los únicos
indígenas que tenían contacto reiterado con los españoles eran los llamados indios ‘naborías’ que
tenían para su servicio personal y doméstico. De hecho, no hubo un verdadero contacto lingüístico
entre el español y las lenguas indígenas sino hasta después de la década de los treinta del siglo XVI.
En términos de la historia de la traducción, fue hasta estas fechas en que comenzó una
‘interpretación/traducción imperial’, es decir, relacionada con la traducción de documentos oficiales,
la interpretación oral en juicios, etc.”5

“Las autoridades españolas reconocieron la importancia de contar con un indio o religioso que sirviera
de ‘lengua’ por lo que Carlos V en 1526 estableció como obligatoria la participación de intérpretes en
los procesos jurídicos y advirtió que los indígenas no debían aceptar ningún pago por desempeñar
este oficio”6.

Como en ese momento, las posibilidades de ascenso social para los intérpretes eran altas, surgió un
grupo social compuesto por españoles, indígenas, naborías, y mestizos que realizaban
interpretaciones a cambio de dádivas. Por eso, en la recopilación de Leyes de las Indias (1529), se
ordena que ningún traductor puede recibir algún tipo de soborno, so pena de perder sus bienes y ser
desterrado. Este tipo de corrupción se intentó frenar, ordenando a los funcionarios civiles locales

3
Ibídem, pp. 252
4
Ibídem, pp. 256
5
Ibídem, pp. 257
6
Ídem.
conseguir a los intérpretes a cambio de un sueldo, que los intérpretes fueran elegidos por voto de la
comunidad, que todos los juicios se escucharan públicamente, y que en todos los procesos existieran
dos intérpretes que tradujeran la declaración del indígena por separado.

En término lingüísticos lo que ocurrió fue que, cuando comenzó el siglo XVI la extensión del imperio
mexica permitió que el náhuatl fuera el “idioma oficial para el comercio, la jurisprudencia y la
economía”. Sin embargo, después de medio siglo de conquistas, el virreinato se estaba extendiendo
más allá de donde el imperio mexica y el náhuatl habían llegado, por lo que resultó más propicia la
difusión del castellano.

Los intérpretes misioneros

En 1508, cuando Alejandro VI dio el patronato universal del Nuevo Mundo a la Corona española,
pues buscaba la incorporación de los indígenas a la religión católica y a la dinámica imperial, algunas
órdenes misioneras se dieron a la tarea de descifrar todas las lenguas encontradas en América, para
dar a conocer el misterio de la fe. Este trabajo de traducción e interpretación no era extraño para los
frailes quienes realizaban este trabajo desde la Edad Media.

Esta postura influyó en el espíritu de las Leyes de Burgos de 1512, esta ley “se dirígia a los caciques
de San Juan de Puerto Rico, solicitándoles que dieran a los frailes franciscanos a sus hijos menores
de trece años para que ‘les amuestren leer y escribir y todas las cosas de nuestra santa fe’. Después
de cuatro años de enseñanza los regresarían para que estos les ‘muestren a los dichos indios’ lo
aprendido con los religiosos”7.

Posteriormente, entre 1523 y 1524, tras su arribo a la Nueva España, los frailes franciscanos se
dieron a la tarea de difundir el evangelio, y fundaron su primera escuela en Texcoco. Los primeros
misioneros en conocer el náhuatl fueron fray Luis de Fuensalida y fray Francisco Ximénez.

Una vez instalado el virreinato en 1535, la corona entregó a los frailes, de manera oficial, la educación
de la élite indígena. Pues, a través de la conversión de los nobles y señores naturales, estos fungían
como mediadores entre las autoridades novohispanas y los naturales, a cambio recibían una posición
privilegiada en la sociedad novohispana.

Instauración de la figura del intérprete

“En la década de los treinta del siglo XVI es cuando los intérpretes empiezan a aparecer en la
documentación como una parte importante en la impartición de justicia, puesto que en todos los
procesos judiciales son los encargados de hacer llegar las causas a los acusados no
hispanohablantes. Es en estas fechas cuando los intérpretes comienzan a estampar sus rúbricas en
los documentos, dando fe de que se hizo una traducción conforme a derecho”8.

En términos estatales, fue de Felipe II (1563) quien ordenó que existieran intérpretes en todas las
audiencias reales. Tales intérpretes no debían ser parciales, añadir o encubrir testimonio alguno.
Para evitar la corrupción los intérpretes debían recibir un salario, pero ninguna dadiva.

7
Ibídem, pp. 261
8
Ibídem, pp. 264

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