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Editorial 641
Nicos Poulantzas Nota de investigación acerca del
Estado y la sociedad 657
Orígenes y formación
Maurice Godelier Procesos de la constitución, la diversidad
y las bases del Estado 667
S. N. Eisenstadt Análisis comparativo de la formación
de los estados en sus contextos históricos 683
Romila Thapar L a formación del Estado en la India
antigua 716
La evolución en el centro
Pierre Birnbaum Estados, ideologías y acción colectiva
en Europa occidental 733
Aristide R. Zolberg Interacciones estratégicas y formación
de los estados modernos en Francia
e Inglaterra 750
Desarrollos en la periferia
Guillermo O'Donnell El aparato estatal en los países del tercer
m u n d o y su relación con el cambio
socioeconómico 783
Issa G. Shivji Algunas cuestiones teóricas sobre el Estado
en las formaciones sociales dominadas
del África 801
El sistema mundial
Immanuel Wallerstein Los estados en la vorágine institucional de
la economía mundial capitalista 815
Silviu Brucan El Estado y el sistema mundial 824
ISSN 0379-0762
Debates abiertos
Leon Zalmanovich Zevin El nuevo orden económico internacional
y la reorganización de Jas políticas
de desarrollo económico de los países.
en desarrollo 845
uno de cuyos números, hace ya casi diez años, estaba dedicado a " L a edificación
nacional en diversas regiones" (vol. XXIII, n.° 3, 1971); varios artículos de esa
entrega trataban de la formación y del desarrollo del Estado en diversas partes
del m u n d o .
Estos artículos eran, en realidad, resultadofinalde u n proyecto de investi-
gaciones comparativas sobre la formación del Estado y la edificación nacional
emprendido por la Unesco y el Consejo Internacional de Ciencias Sociales. Se
celebraron una conferencia interregional (1970, Cérisy-la-Salle, Francia), tres
coloquios regionales en Europa, en Asia y en América Latina, y una mesa redonda,
de carácter más técnico, sobre datos para estudios históricos comparados refe-
rentes a la edificación nacional, todo lo cual dio c o m o fruto la publicación,
en dos volúmenes, de Building States and Nations (1973), bajo la dirección de
S. N . Eisenstadt y Stein Rokkan.
Este último murió prematuramente en 1979 (en su honor, el Consejo Inter-
nacional de Ciencias Sociales acaba de crear u n premio Stein R o k k a n de investi-
gación comparativa), pero la presencia del profesor S. N . Eisenstadt entre los
autores de este número tiende u n puente entre los dos proyectos, a una década
de distancia, durante la cual la problemática del Estado ha evolucionado y se ha
enriquecido con nuevas aportaciones teóricas y empíricas. C o n todo, releyendo
hoy la entrega de la RICS de 1971 y los dos volúmenes de la obra dirigida por
Eisenstadt y Rokkan, podemos comprobar que la mayor parte de los problemas e
hipótesis sobre el Estado que en ellos se formulan están m u y cerca de las preocupa-
ciones actuales, expresadas a continuación en varios artículos, por n o hablar de
la riqueza de los capítulos dedicados a la metodología de las investigaciones
comparativas, del constante afán por asegurar la confrontación entre la teoría
y los datos empíricos y por integrar la historia en los análisis sociológicos. Así,
algunos de los puntos esenciales de las citadas reuniones —y de los volúmenes
en que se plasmaron— analizaron el carácter específico de la formación y desa-
rrollo del Estado en diferentes regiones del globo, las conexiones entre dicho
proceso y la cultura propia de cada una de estas regiones, haciéndose el intento de
evaluar las implicaciones de todo ello para el tercer m u n d o y de plantear la cuestión
de las "Alternatives to the Nation State" (vol. I, p . 25).
. Entre otros números de la RICS que han abordado el tema del Estado,
mencionaremos también el vol. X X X , n.° 1 (1978), dedicado a " L a territorialidad:
parámetro político", en el que Silviu Brucan.que colabora en el presente número,
había planteado ya la cuestión: " L a nación-estado ¿se mantendrá o desapare-
cerá?" (p. 9-32), y demostrando que no podríamos desembarazarnos tan fácil-
mente de esta vieja conocida. Otros tres artículos de ese número trataban de los
aspectos territoriales del Estado. Citaremos también el vol. X X V I , n.° 4 (1974):
" A la recherche de l'organisation rationnelle", con artículos sobre la burocracia
estatal y el sector público en diversos países.
Editorial 643
II
El fenómeno del Estado es complejo. Mejor que entrar en el juego de las defini-
ciones, siempre demasiado vagas o demasiado estrechas, y raras veces útiles,
vamos a enumerar al azar algunas cuestiones, entre otras muchas posibles, que
ilustran dicha complejidad: ¿es el Estado solamente una institución con su buro-
cracia y sus funcionarios y encargados de funciones harto específicas, c o m o la
policía, la defensa, la justicia, etc., o es u n concepto jurídicamente definido, afín
al de la soberanía o equivalente al del orden público, o, en una perspectiva socio-
lógica, un ámbito en el que se enfrentan diferentes fuerzas sociales? ¿Es consustancial
con la sociedad, con el conjunto de los procesos sociales, políticos y económicos,
o constituye una entidad aparte, hija de la sociedad pero situada por encima de
ella? ¿Es el Estado necesariamente territorial? ¿En qué se diferencia del poder
político? ¿ Y del gobierno? ¿ Y del sistema político? ¿Pueden calificarse c o m o
Estado todas las formas de dominación política, desde los cacicazgos de las
sociedades primitivas hasta el Estado contemporáneo, pasando por la polis de
la Grecia antigua, la feudalidad europea, los imperios históricos y las monarquías
644 Editorial
Crises and Sequences in Political Development] publicadas en los años 1960 en los
Estados Unidos bajo los auspicios del Committee on Comparative Politics del
Social Science Research Council y que han ejercido considerable influencia sobre
varias generaciones de estudiantes y de investigadores en el ámbito de las ciencias
políticas.
Se analizaban entonces los regímenes políticos, • sobre todo en los países
del tercer m u n d o , con arreglo a este enfoque desarrollista o de modernización,
prescindiendo no sólo del Estado, sino también de las relaciones de dominación-
dependencia, es decir, de la historia de estas sociedades. L a réplica de los espe-
cialistas latinoamericanos se expresó en la teoría de la dependencia, y, a partir de
los años 1970, tanto en América Latina c o m o en África y en Asia, la problemática
del Estado se situó en el centro de las preocupaciones de los investigadores.
U n a disciplina donde el concepto de Estado ha ocupado siempre u n puesto
central es la de las relaciones internacionales. Sin embargo, en la teoría de las
relaciones internacionales, suele considerarse al Estado c o m o u n dato, una unidad
de base, cuyo comportamiento y ubicación en el sistema internacional se someten
a análisis sin preocupación alguna por su naturaleza y su especificidad, ni siquiera
a la hora de analizar los factores internos que influyen en su política exterior.
Jamás ha perdido su importancia el Estado para los historiadores marxistas
que trabajan en las diferentes disciplinas de las ciencias sociales. E n cambio,
para los politólogos y sociólogos adscritos a otras escuelas de pensamiento, se
trata de un redescubrimiento del Estado. Esto es así principalmente en los Estados
Unidos, donde tras los notables trabajos de los neomarxistas y la renovación
de la economía política8, el establishment se' interesa de nuevo por el estudio del
Estado, después de haberlo relegado al olvido por espacio de dos décadas9. Por
ejemplo, Daedalus, la revista de la American Academy of Arts and Sciences, ha
publicado recientemente u n número (otoño de 1979) titulado " T h e State"..
También las asociaciones profesionales internacionales en las distintas
disciplinas de la ciencia social se interesan cada vez m á s por el estudio del Estado.
Por ejemplo, el programa del XII Congreso Mundial de la Asociación Interna-
cional de Ciencia Política, a celebrar en 1982 dedicará amplio lugar a esta cuestión.
IV
Entre las diferentes maneras de inquirir sobre la realidad del Estado, los artículos
de este número atienden principalmente a dos: el enfoque genésico y el enfoque
funcional. E n efecto,, si se quiere comprender y explicar la naturaleza, el papel
y las formas de este fenómeno que es el Estado, debe necesariamente tomarse
en cuenta su formación, c o m o m o d o de dominación, universal y específico, n o
menos que sus funciones y sus comportamientos en todas las esferas de la sociedad
y en el plano internacional.
646 Editorial
inmovilismo, toda vez que sus formas de Estado y de opresión hacen difícil la
aparición de la propiedad privada. El m . p . a . se distingue del m o d o de producción
antiguo y del m o d o de producción germánico, una de cuyas variantes, influida,
por R o m a , condujo en Europa al m o d o de producción feudal, el cual vino a
desembocar en el m o d o de producción capitalista y, en el plano político, en el
Estado absolutista y posteriormente el Estado moderno.
S. N . Eisenstadt sugiere, para estudiar el Estado, u n cuadro analítico funcio-
nalista, y se interesa, en una perspectiva comparativa, por los factores que condi-
cionan los procesos de institucionalización dé las sociedades. Identifica dos de
tales factores: por una parte, las tradiciones culturales, y, por la otra, los contextos
político-ecológicos de las sociedades y, m á s especialmente, los lugares que ocupan
en el sistema internacional, sobre todo desde el punto de vista de los modelos de
hegemonía y de dependencia. Las tradiciones culturales consisten en códigos
culturales, símbolos de identidad colectiva y m o d o s de legitimación de] orden
social y político. Eisenstadt advierte que las formas institucionalizadas de estas
orientaciones culturales subsisten de manera durable a través de las fases histó-
ricas que atraviesan las sociedades. Volviendo a las hipótesis que ya expuso en
The political systems of Empires (1963), distingue varias formas estatales (analiza
m á s especialmente los sistemas imperial, imperial-feudal, patrimonial y de ciudad-
estado), con arreglo a las características de las élites, de las orientaciones culturales
y de los procesos de cambio.
Dentro de la evolución de estas formas estatales, que el autor ilustra
mediante el análisis de las diferentes sociedades donde existieron (India, Islam,
China, Europa occidental),.se esfuerza por demostrar las diferentes configuraciones
del centro y de las periferias, de la estratificación social, de las élites — m á s o
menos autónomas —y de los m o d o s de cambio y de conflicto, íntimamente rela-
cionados estos últimos con los procesos de institucionalización de las orientaciones
culturales y con los contextos político-ecológicos. Reseñamos dos aspectos de
este marco conceptual tan sumamente elaborado: en primer lugar, enriquece
el enfoque funcionalista del Estado, integrando en él los conflictos y el cambio,
y sobre todo procurando tomar en cuenta los efectos del sistema internacional
—considerado en términos de hegemonía, de centro imperial y de dependencia—
sobre las configuraciones institucionales, las élites y los procesos de cambio de
las sociedades y, particularmente, de las sociedades periféricas. A continuación,
hallamos en el esquema :de Eisenstadt, el papel estratégico en la formación del
Estado que la sociología funcionalista asigna a las élites, pero él amplía esta
visión insistiendo sobre las funciones de las élites secundarias junto a las princi-
pales, por lo que su concepción del Estado n o se reduce a la de una "sala de
máquinas" 10 cuyas palancas de m a n d o estarían en manos de las élites.
C o n Pierre Birnbaum y Aristide Zolberg, abordamos la aparición del
Estado moderno en Europa occidental. El proceder metodológico de ambos
autores consiste en integrar.la historia en la sociología política. Otra actitud
Editorial 649
(vol. I, 1974 y vol II, 1980) y The Capitalist World-Economy (1979), es que "los
estados, las clases, los grupos de estados étnico/nacionales, las familias, forman
un vórtice institucional que es tanto el producto c o m o la vida moral del capital:
su economía-mundo. Lejos de ser esencias primigenias y preexistentes, son exis-
tencias dependientes y cotérminas". Echamos así de ver todo lo que separa tal
enfoque de la sociología política de Birnbaum y de Zolberg. Se trata, en realidad,
de u n a inversión total de perspectiva, sobre todo con la afirmación de que los
comportamientos de los Estados constituyen la variable interviniente15, cuando
para Birnbaum el Estado es la variable independiente.
U n caso ajemplar, casi una piedra de tope, para todos estos análisis del
Estado, tan distintos, y las cuestiones que plantean, parece ser la revolución
iraní. Ahí tenemos una sociedad que ha rechazado u n modelo estatal, proyección
del centro (Birnbaum) y dependiente de ciertos factores político-estratégicos
(Zolberg), en el cual ejercían el poder algunas facciones de la clase dominante
y cuya economía estaba dominada por el imperialismo (Shivji), de tal suerte que
cabe también sostener que el Estado en cuestión era u n producto de la economía-
m u n d o capitalista (Wallerstein). Observamos en él actualmente procesos endó-
genos que se apoyan en códigos culturales, en símbolos de identidad colectiva
y en m o d o s de legitimación islámicos (Eisenstadt), que recusan nociones de
origen occidental tales c o m o la modernidad, el progreso, la laicidad, que aspiran
a destruir las viejas estructuras estatales (Shivji) y a dejar que se manifiesten
unas formas de Estado que hacen referencia a la cultura y a la historia iram'es.
A este respecto se plantearía la cuestión de saber qué factores desempeña-
rían el papel determinante en el proceso promovido por la contestación iraní
del Estado: ¿procesos político/ideológicos; los lazos entre las orientaciones cultu-
rales, la institucionalización y el cambio social; algunos elementos que se sitúen
en la interfaz de las esferas internas y externas de la sociedad; ó bien los procesos
del "sistema histórico" dominante, es decir, de la economía-mundo capitalista?
Entre lo políticosocial y los económicosocial, ¿cuál de estos factores constituirá
la variable independiente, relegando al otro al rango de variable interviniente?
Wallerstein justifica sus opciones teóricas con una toma de posición filosó-
fica: el materialismo. Y una consideración heucarística: ¿qué criterio sería capaz
de dar cuenta de la parte m á s amplia posible de la acción social? Y su respuesta
es: los procesos integrados de producción, de los que se sirve para delimitar
u n "sistema histórico" (término que prefiere al de "sociedad" o al de "formación
social"). L a economía-mundo capitalista constituye uno de estos sistemas histó-
ricos, aparecido en Europa en el siglo xvi. H a venido extendiéndose durante
cuatro siglos, para terminar integrando todo el planeta, y ha engendrado todas
las instituciones modernas, incluido el Estado.
Para Wallerstein, los Estados son instituciones que responden a las necesi-
dades de las fuerzas de clase que operan y que se han constituido al nivel de la
economía-mundo. Son, objetivamente, clases de la economía-mundo, y, subjeti-
Editorial 653
en caliente, los gobiernos gozan de una amplia autonomía; el Estado es sin duda
el instrumento político de las clases dominantes, pero las formas de hacerlo
funcionar pueden cambiar y, en definitiva, la nación-Estado opera en la intersección
de las fuentes internas de la política exterior con los factores internacionales.
Brucan considera el sistema mundial c o m o una estructura integrada que
funciona según principios de comportamientos identificables y que comprende
unidades —los estados— cuyas actividades se ven cada día más supeditadas a las
exigencias internas del sistema mundial. E n el origen de este nuevo sistema global
integrado sitúa, m á s que el capitalismo o que el factor político, la revolución
científica y técnica. Ilustra esta afirmación con el análisis de las esferas militar,
económica y política, y tan grande estima el impacto globalizante de la revolución
científica que, a su m o d o de ver, puede provocar la erosión de las posiciones
ideológicas. . •
E n cuanto al m u n d o capitalista, advierte "el fin de la era liberal", la "poli-
tización de la economía" y, sobre todo, las tentativas de los grandes países capi-
talistas "de planificar el desarrollo del m u n d o industrializado en su totalidad".
El État-veilleur de nuit de Lassalle (o Estado-gendarme), que se.contentaba con
garantizar la seguridad de los burgueses y del m u n d o de los negocios, es relevado
por el Estado intervencionista. Destaca la complejidad de las relaciones entre el
Estado, las sociedades transnacionales y el papel de la Comisión Trilateral que
busca allanar las contradicciones de las potencias imperialistas y coordinar sus
estrategias frente al tercer m u n d o . E n el tercer m u n d o , que padece los efectos
nefastos del capitalismo dominador y de la división internacional del trabajo, el
Estado se halla en situación de dependencia y su comportamiento varía según
las fuerzas sociales que se encuentren en el poder. Es, simultáneamente y contra-
dictoriamente, un instrumento de desarrollo y de penetración imperialista.
Silviu Brucan analiza detenidamente el segundo m u n d o , es decir, los Estados
socialistas. Constata que estos Estados operan, por la fuerza de las cosas, dentro
de u n sistema mundial cuyas reglas las dicta el capitalismo, coincidiendo así
con Wallerstein16. El carácter y el papel del Estado en las sociedades socialistas
han sido condicionados por la necesidad de una industrialización rápida y su
función principal ha sido la acumulación de capital. E n este terreno, c o m o en la
educación y la cultura, hay que anotar en el activo del Estado socialista m u y
grandes realizaciones. Pero para M a r x la industrialización era cosa del capita-
lismo; la sociedad socialista debía ser post-capitalista y post-industrial, ya que la
revolución tenía que producirse primero en los países capitalistas altamente
desarrollados. Lenin y sus sucesores nunca tuvieron la posibilidad de abordar el
problema de saber si el m i s m o Estado creado para industrializar u n país en
desarrollo podía ser también el instrumento de otra revolución: post-capitalista
ésta y de una naturaleza radicalmente distinta. Para Brucan, parece ahora que este
tipo de Estado tiene dificultades para responder a nuevas tareas sociales y
económicas.
Editorial 655
Nicos Poulantzas
Este texto tiene por objeto indicar los problemas esenciales y esbozar los
temas que, á m i entender, deben guiar la investigación acerca del Estado y de la
sociedad en el m u n d o contemporáneo.
M e parece indudable que los dos objetos de la investigación, Estado y
sociedad, n o pueden tratarse de forma equivalente y en el m i s m o plano sin
asumir el riesgo de una extensión considerable del estudio.
Claro que n o se puede hablar del Estado contemporáneo sin tratar de la
sociedad que le sirve de base, ni de esta sociedad sin tratar del Estado que la
dirige. Pero también resulta patente que, según se acepte c o m o punto focal de
la investigación el Estado o la sociedad, el tratamiento del otro término cambia.
Si aceptamos c o m o centro de la investigación la sociedad, trataremos del Estado,
por supuesto, m á s no tanto en su especificidad propia cuanto por sus efectos sobre
y su presencia en la sociedad.
Ahora bien, yo propongo que la investigación se centre en el Estado, y
ello por tres razones esenciales:
Primero, con motivo del papel considerablemente incrementado del Estado
y de la extensión característica de las estructuras estatales en nuestros días,
fenómeno éste n o totalmente nuevo, pero que ofrece u n a diferencia cualitativa
con respecto al pasado.
Segundo, el retraso de las investigaciones que se interesan por el Estado con
relación a las que tienen por objeto la sociedad. Retraso que distingue a las tres
principales corrientes de pensamiento en las ciencias sociales hasta, 1965-70
aproximadamente:
Las ciencias sociales de la tradición anglosajona dominante, en las que por lo demás
se confunden todas las tendencias del funcionalismo al sistemismo, se
Nicos Poulantzas (1936-1979) fue un sociólogo griego cuyas actividades intelectuales y profesionales
se desarrollaran principalmente en Francia. Dejó una obra importante, abundantemente citada y
traducida. Los títulos más conocidos son los siguientes: Poder político y clases sociales (1968),
Fascismo y dictadura (1970), Las clases sociales en el capitalismo hoy (1974), L a crisis de las
dictaduras (1975) y El Estado, el poder y el socialismo (1978).
hegemonías (que, para los países del centro, son en términos generales las formas
"democrático-parlamentarias").
Por supuesto, esta distinción es m á s clara en los países del centro que en
la periferia, donde las formas de Estado de excepción tienden a ser hoy la regla,
lo cual entra de lleno en el punto precedente, es decir, en el análisis de la forma
m i s m a del Estado en los países dependientes. Pero allí también es bastante
clara esta distinción indicativa: hay una diferencia sustancial entre México y
Chile, entre la India y Argentina.
C o m o quiera que sea, insisto en este punto a fin de indicar la necesidad de
delimitar u n campo particular de la investigación que sería el de los Estados
fascistas o de dictadura militar. Por una parte, porque se trata de un fenómeno que
sigue siendo actual. Y por otra parte, m u y especialmente, porque los principios
aplicables al análisis de estas formas de Estado no pueden ser idénticos a los que se
aplican a las "otras" formas de Estado. Estas formas constituyen fenómenos
totalmente específicos, con estructuras propias: n o se puede eludir este problema
con vagas consideraciones sobre una presunta generalización del totalitarismo
en el m u n d o entero. Pero el fenómeno totalitario sigue siendo real: es preciso
tratarlo en su lugar conveniente. Por otro lado, n o conviene caer en la ilusión
de una diferencia absoluta de naturaleza entre los fascismos-dictaduras militares y
los demás Estados: hay bastantes estructuras que les son comunes, lo que explica
que su análisis respectivo pueda competer a una misma y exclusiva investigación.
El quinto de los ámbitos que nos ocupan tendría que ver con las transforma-
ciones institucionales actuales del Estado. L a temática esencial sería la siguiente:
¿Asistimos hoy, en los países capitalistas, a unas transformaciones del
Estado tales que pueda hablarse de una nueva forma de Estado, cualitativamente
distinta de las del pasado? Personalmente estimo que tal es el caso, y que
podemos designar esta forma de Estado c o m o estatismo autoritario. Aquí
convendría detenerse en los puntos siguientes, que están en el centro de las
investigaciones actuales:
¿En qué medida las funciones económicas cada vez mayores del Estado, mani-
fiestadas en la forma de una intervención prodigiosamente acrecentada del
mismo en todos los terrenos de la vida social, conducen a transforma-
ciones importantes del Estado? El aparato económico-planificador del
Estado que conduce a una estatificación pronunciada de la vida social
¿es u n a consecuencia ineluctable del desarrollo del capitalismo? ¿Consigue
este aparato dominar las contradicciones económico-sociales o estamos
asistiendo a u n fracaso del Estado benefactor fundado en las ilusiones
keynesianas de u n capitalismo organizado y planificado, que supuesta-
mente hubiera conseguido superar dichas contradiciones?
U n marcado cambio en el papel organizador del Estado, al margen de los
partidos políticos y en favor de la burocracia y la administración estatal,
que incide en la decadencia general del papel representativo de los partidos
políticos. Cuestión que actualmente desborda con creces el simple fenó-
m e n o , relativamente antiguo, de u n a reducción de las prerrogativas del
1
parlamento en beneficio del ejecutivo. ¿Qué efectos tiene sobre el conjunto
de las instituciones políticas este nuevo fenómeno del centralismo y la
burocratización? ¿Cuál es, en consecuencia, la nueva estructuración de los
partidos dentro del sistema político?
664 Nicos Poutantzas
Finalmente, creo que habría que reservar u n ámbito particular a las cuestiones
relativas a Estado y democracia en nuestros días: a) la decadencia de la d e m o -
cracia representativa y de las libertades públicas; b) nuevas exigencias autoges-
tionárias o de democracia directa desde la base en el m u n d o actual y su relación
con la democracia representativa.
[Traducido del francés]
Orígenes y formación
Procesos de la constitución,
la diversidad y las bases del Estado
Maurice Godelier
psicológica menos que la convicción del pensamiento que trae consigo la adhesión
de la voluntad, la aceptación o incluso la "colaboración" de los dominados.
E n esta forma abstracta, dicha hipótesis n o es aplicable tan sólo a la
formación de relaciones de dominación del tipo orden, casta, clase, etc., sino
que podría aplicarse igualmente a la formación de relaciones de dominio de
u n sexo sobre el otro, de los hombres sobre las mujeres.
U n problema teórico fundamental será por tanto el de comprender c ó m o
pueden compartirse algunas representaciones del orden social y cósmico entre
grupos que tienen, en parte, intereses opuestos. Es en este problema de las
representaciones compartidas donde estriba la dificultad teórica para resolver.
Entiéndasenos bien, y que nadie nos busque querellas inútiles o contro-
versias de mala fe. N o hay dominación sin violencia, aun cuando ésta se limite
a permanecer en el horizonte. Y va m u c h a distancia de la aceptación pasiva al
consentimiento activo. Asimismo, u n consentimiento activo n o es nunca espon-
táneo: es también resultado de una cultura, de una formación del individuo.
Por otra parte, u n consentimiento, siquiera sea pasivo, jamás existe en todos los
individuos y en todos los grupos de una sociedad, y no existe sin reservas y sin
contradicciones.
Nosotros contemplamos la relación violencia/consentimiento c o m o una
relación móvil. E n determinadas circunstancias —el problema está en saber
cuáles—, el consentimiento se transforma en resistencia pasiva; en otras, la
resistencia pasiva se transforma en resistencia activa y a veces en rebelión contra
el orden social. Algunas veces incluso una rebelión puede transformarse en revo-
lución que quiera cambiar las estructuras de la sociedad. También en ocasiones,
pero m á s raramente, una revolución puede triunfar. Ahora bien, estos cambios
en las relaciones entre violencia y consentimiento n o nacen al azar de las circun-
stancias, sino de una acumulación particular de todo lo que divide y opone,
dentro de una sociedad, a una parte de ésta respecto a las demás. División y
oposición pesan sobre la lógica general de una sociedad y no se limitan, por
supuesto, al m u n d o de los símbolos y de la imagen de los unos para los otros.
Traspasan todas sus condiciones de existencia y encuentran en ellas su fuerza
y su debilidad. Nuestra perspectiva teórica n o es pues la de un formalismo
filosófico que jugaría de forma estéril con u n par de contrarios: violencia y
consentimiento. L o esencial no está ahí; lo esencial es que, en el fondo, violencia
y consentimiento no son realidades mutuamente excluyentes. Para durar, todo
poder de dominación —y m á s que cualquier otro los nacidos de la fuerza brutal
de la conquista y de la guerra— debe incluir e integrar estas dos condiciones de
su ejercicio. Las proporciones varían según las circunstancias y las resistencias,
pero incluso el poder de dominación menos contestado entraña siempre la
amenaza virtual de recurrir a la violencia desde el m o m e n t o en que el consenti-
miento decaiga o dé paso al rechazo y luego a la resistencia.
Todas estas precisiones van encaminadas a prevenir equívocos teóricos o
Procesos de la constitución, 669
la diversidad y las bases del Estado
del alma del difunto al estado de émet, de antepasado. Intervienen también siempre
que la sociedad se ve amenazada, ya por sequías excesivas, ya por epidemias, ya
por enemigos exteriores o por conflictos internos. E n este último caso, montan
una especie de tribunal de justicia que señala a los culpables tras haber consul-
tado a los antepasados. Su poder de hechicería les hace ser temidos por los
propios enemigos, los Karimojong, que saquean su territorio. E n cuanto a la
sequía, los insectos, los gusanos y el m o h o que devastan sus cultivos, estos
iniciados llevan a cabo ceremonias para "invocar la lluvia" o para "bendecir el
sorgo". Se sacrifica una cabra a los antepasados, y una porción de la carne es
depositada en el altar mientras el resto lo consumen los propios kenisan. El sitio
consagrado y el ritual para obtener la lluvia pertenecen a algunos clanes sola-
mente, uno de los cuales posee el poder de hacer llover para toda la tribu y sus
miembros kenisan son los únicos que ejecutan el ritual.
Comprobamos, pues, que estos pocos hombres fundan su poder en el
hecho de que tienen u n acceso privilegiado a los antepasados y al dios que poseen
la capacidad de reproducir toda forma de vida, de hacer que reine la prospe-
ridad, la justicia y la paz, de triunfar sobre los enemigos y sobre la adversidad.
Tienen, por decirlo así, el monopolio de la acción sobre las condiciones (imagi-
narias para nosotros) de reproducción de la sociedad. Al ejercer sus poderes y
sacrificar a los antepasados, sirven al interés general y se identifican, a los ojos de ,
los vivos y de los muertos, con los intereses comunes a todos los miembros de la
sociedad, varones, mujeres, primogénitos, hijos menores, afortunados e infortu-
nados. Personifican su sociedad, la encarnan. Naturalmente, " a cambio" de sus
servicios, disfrutan de mayor prestigio, autoridad y algunas ventajas materiales.
Este es u n ejemplo de dominación de u n grupo de primogénitos cuyo poder
c o m ú n está organizado dentro del marco de una sociedad secreta de iniciación.
N o nos hallamos ante una verdadera aristocracia, sino ante la amplificación de
los poderes de hermanos mayores sobre los menores, de los hombres sobre las
mujeres. .
N o s valdremos de u n segundo ejemplo, el de los indios Pawnee de América
del Norte que vivían, antes de la llegada de los blancos, en grandes poblados seden-
tarios a lo largo del valle del Mississipi donde se dedicaban al cultivo del maíz
y a la caza temporal del bisonte. Esta sociedad se dividía en una aristocracia
compuesta por u n linaje de jefes y u n linaje de sacerdotes. El jefe heredaba por
línea matri-lineal u n paquete mágico, que actualmente se encuentra en muchos
museos de América, hecho de una piel de antílope que contenía unos cuantos
dientes y otros objetos sagrados. Para los Pawnee, este paquete encerraba el
poder de asegurar la fertilidad de los grupos y el retorno anual de los bisontes en
el verano. El linaje del jefe era, pues, propietario de los medios de asegurar la
intervención de poderes sobrenaturales para el bienestar general de la comunidad:
bienestar material (buenas cosechas, buena caza) y social. Quería la tradición
que, si a consecuencia de alguna guerra el paquete mágico llegara a ser robado
Procesos de la constitución, 671
la diversidad y las bases del Estado
que la base material del imperio inca era la combinación de agricultura intensiva
y cría de ganado.,Las condiciones de producción de u n excedente de trabajo eran
niuy diferentes en cada caso. E n el primero existía una aristocracia, pero no había
institución separada de los grupos de parentesco que asegurase el ejercicio del
poder de dominación de unos sobre otros. E n el segundo, el poder dispone de
u n instrumento especializado y de un aparato, la burocracia político-religiosa,
el Estado existe c o m o institución separada de las relaciones de parentesco pero
articulada sobre estas relaciones.
Entre estos dos ejemplos, advertimos una diferencia cualitativa ligada a
la aparición de cierto tipo de Estado y es la existencia de u n proceso de divi-
nización de los poderes sociales y de una parte de la sociedad.
Formulamos, pues, la hipótesis siguiente: para formarse o para reproducirse
de un m o d o duradero, unas relaciones de dominación y de explotación deben
presentarse c o m o un intercambio: u n intercambio de servicios. Eso es lo que deter-
mina el consentimiento pasivo o activo de quienes las sufren. También expo-
nemos c o m o hipótesis que entre los factores que han acarreado la diferenciación
interna de las funciones sociales y dé los estatutos personales en la sociedad, y
en consecuencia han conducido a la formación m á s o menos lenta o rápida de
jerarquías nuevas fundadas no ya en relaciones de parentesco sino en divisiones
de nuevo cuño —órdenes, castas, clases—, ha debido desempeñar u n papel
esencial el hecho de que los servicios de los dominadores tuvieran que ver con
realidades y con fuerzas invisibles que parecían controlar la reproducción del
universo. Pues en el balance que se establecía entre los servicios "intercam-
biados", los dominadores se consideraban m á s fundamentales cuanto m á s
"imaginarios" eran realmente. Y los servicios de los dominados se estimaban
tanto m á s triviales cuanto m á s visibles y materiales eran, en la medida en que
sólo afectaban las condiciones de reproducción de la sociedad que eran accesibles
a todos.
M a s es preciso, a juicio nuestro, que no todos los servicios de los domi-
nadores fuesen puramente "ilusorios" o solamente "invisibles" para que el
movimiento que formaba divisiones nuevas —ordenes, castas, clases— pudiera
desarrollarse. Si volvemos al ejemplo del faraón a quien, en el antiguo Egipto, se
tenía por u n dios viviente, hijo del Nilo, señor de la tierra y de las aguas, fuente
única de toda fuerza vital, tanto la de sus subditos c o m o la de todas las criaturas
de la naturaleza, podemos constatar que no todo se reducía a puro símbolo en este
poder y en esta representación de u n dios bienhechor, dueño de la vida. ¿ N o
había sido precisa la monarquía y la unificación de los dos reinos, los del alto y
bajo Egipto, para que los hombres consiguiesen represar el curso del Nilo y
regular el caudal que, año tras año, acarreaba los aluviones nutricios, la tierra
negra y fértil que envolvía por todas partes la tierra roja y estéril del desierto?
El Inca, por su lado ¿no hizo acometer aquellos grandes trabajos de nivelación
de tierras y formación de terrazas que conquistaron para el cultivo del maíz las
Procesos de la constitución, 673
la diversidad y las bases del Estado
existen formas colectivas de trabajo que. agrupan a todas las familias, o a gran
parte de las mismas, y que están destinadas a producir los medios materiales de
reproducción de la comunidad c o m o tal: celebración de ritos, de sacrificios,
preparación para la guerra, etc.
Se obra pues una mutación, en la función y el sentido de ese trabajo
adicional destinado a reproducir la comunidad, que normalmente aportan las
familias que la componen, cuando dicho trabajo se ve destinado a reproducir
las condiciones de existencia de quienes en adelante representan por sí solos a la
comunidad y encarnan sus intereses comunes. El trabajo adicional puede trocarse
gradualmente en excedente de trabajo, bajo forma de explotación.
Para concluir este análisis podríamos examinar de qué manera, aun en
situaciones de dominación iniciadas con violencia y mediante la conquista, entran
en juego mecanismos creadores de u n seudo-consentimiento para que este poder
se estabilice. U n ejemplo notable serían las ceremonias de entronización de u n
nuevo rey entre los Mossi del Yatênga. Los Mossi descienden de u n pueblo de
jinetes que, hacia mediados del siglo xv, conquistó la cuenca del Volta proce-
dente del sur, de G h a n a , sometiendo a poblaciones agrícolas autóctonas a las
que hoy se llama "gente de la tierra" o "hijos de la tierra". Estos han conservado
todo su poder ritual sobre la tierra y sobre la producción agrícola. A la muerte de
u n rey Mossi, se designa u n nuevo rey entre todos los hijos del soberano difunto,
pero sólo los Mossi que descienden de los antiguos conquistadores pueden
designar al rey. Entonces, éste, solo y pobremente vestido, inicia un largo viaje de
entronización que le lleva, al cabo de cincuenta días, ante la puerta de su capital, en
la que hace una entrada triunfal a caballo, una entrada regia. Ahora bien, este
viaje lo lleva de pueblo en pueblo conquistado, donde residen los "dueños de la
tierra", quienes le permiten participar en rituales ofrecidos a los antepasados de
las poblaciones sometidas y a las fuerzas de la tierra. C o m o ha señalado
M . Izard: "El nuevo jefe de los extranjeros se presenta solo, humildemente, ante
los representante de los m á s antiguos ocupantes del país, para pedirles que
acepten su autoridad, que le dispensen la legitimidad que sólo puede conferir la
tierra; les ofrece o les promete dádivas y obsequios. Entre el rey y los 'hijos de
la tierra' se entabla una especie de juego: aquél es humillado, le hacen esperar,
es objeto de mofas, nadie se cuida de procurarle alimento ni techo." Así, hacién-
dole u n sitio en suritual,los sacerdotes y los jefes de linaje autóctonos hacen que
sus antepasados y la tierra reconozcan al rey c o m o u n o de los suyos, y dan a su
poder una legitimidad que la conquista le impedía poseer de lleno. Por supuesto,
este reconocimiento al rey es al mismo tiempo el reconocimiento por parte del
rey de la legitimidad de sus poderes autóctonos. Pero este doble reconocimiento
queda sellado con el intercambio de la protección real a trueque del trabajo y
una cuota de los productos de la tierra por parte de los autóctonos.
D e esta suerte la monarquía, implantada por la violencia de las armas, se
transforma en institución sagrada. Sólo el rey unifica en su persona la c o m u -
Procesos de la constitución, 675
la diversidad y las bases del Estado
Ordenes y clases
cuando era ya una clase "en sí". M u c h o tiempo después, en los siglos xvn y x v m ,
la burguesía pasó de clase en sí a clase para sí, tomando conciencia de su nueva
originalidad y reivindicando el ejercicio del poder.
Existe empero una dificultad en los textos de M a r x , toda vez que en el
Manifiesto del partido comunista (1848), designa los órdenes de la sociedad antigua
o de la sociedad feudal con el término de "clases". L a fórmula célebre que
encabeza la obra dice: "la historia de la sociedad ha sido hasta ahora una historia
de lucha de clases". E n nuestra opinión, M a r x quería decir que los órdenes eran
c o m o las clases de la sociedad moderna, formas de explotación del hombre por
el hombre correspondientes a u n cierto grado de desarrollo de las fuerzas produc-
tivas. Al utilizar ese término, cuya impropiedad relativa y evidente anacronismo
no desconocía, estaba sugiriendo que se considerasen los órdenes de m o d o distinto
a c o m o se había venido haciendo hasta entonces y también de m o d o distinto a
c o m o los propios actores de esta historia los habían considerado. D e m o d o
distinto, es decir c o m o divisiones sociales que descansaban en la explotación del
hombre por el hombre y que implicaban esta explotación, al tiempo que en la
representación oficial dicha división constituía una relación ideal y armoniosa
entre grupos con funciones complementarias.
N o s parece, pues, que es errónero tratar de ver, tras los órdenes de la
Antigüedad, unas clases visibles solamente para los historiadores modernos de
inspiración marxista. L a perspectiva de Marx no consiste tanto en tratar de ver
la otra cosa oculta detrás de las apariencias cuanto en ver de m o d o distinto lo
que se manifestaba, verlo a la luz de la época moderna que, al separar la economía
de las demás relaciones sociales, ha permitido por vez primera percibir mejor el
papel de la economía en la formación de las relaciones sociales y en el movimiento
de la historia.
Si tuviéramos que hacer una hipótesis sobre el origen de los órdenes de la
Antigüedad, diríamos que estos órdenes son relaciones de dominación y de
explotación nacidas de la disolución parcial de relaciones de producción c o m u -
nitarias más antiguas. Son relaciones nacidas de formas de trabajo y de propiedad
que, m á s o menos lentamente, se distinguieron y separaron de formas comuni-
tarias m á s antiguas y se opusieron a ellas sin poder realmente abolirías. Si
volvemos al ejemplo de la propiedad de la tierra en una ciudad c o m o Atenas,
advertiremos que la paradoja, la contradicción de la forma de propiedad privada
que allí regía, es que no podía existir, no podía mantenerse, m á s que subordi-
nándose a la propiedad comunitaria de la ciudad, a la propiedad del Estado que
era dueño de una parte de las tierras de la ciudad. L a paradoja estaba en que,
para reproducirse c o m o ciudadano propietario de una tierra separada de las
tierras comunes, el ciudadano debía en cierto m o d o producir y reproducir la
comunidad a la que pertenecía.
Procesos de la constitución, 679
¡a diversidad y las bases del Estado
Referencias
S. N . Eisenstadt
Sociedades patrimoniales
La civilización islámica
E n el ámbito de la civilización islámica cristalizó u n patrón bastante especial de
relaciones entre orientaciones culturales, relaciones centro-periferia y promotores
institucionales [Gibb, 1962; V o n Grunebaum, 1946, 1954; Hodgson, 1974; Holt,
Lambton y Lewis, 1970; Lewis, 1950, 1973; Turner, 1974].
Las m á s importantes orientaciones culturales eran la distinción entre el
plano cósmico, trascendental, y el plano terrestre, y la acendrada fe en la supe-
Análisis comparativo de la formación 691
de los estados en sus contextos históricos
periferia por los centros y la marcada influencia de aquélla sobre éstos; la imbri-
cación de los límites y reestructuración de entidades étnicas, religiosas, políticas
y de clases relativamente escasa; u n grado comparativamente alto de autonomía
de los grupos y estratos y su acceso a los centros de la sociedad; u n a conside-
rable imbricación entre diversas unidades de status que corría pareja con u n
elevado nivel de conciencia del status (clase) a escala nacional y de actividad
política; u n sinfín de élites culturales y funcionales (profesionales o económicas)
favorecidas por u n a autonomía relativamente grande, u n entrecruzamiento
amplio y u n a estrecha relación con los estratos m á s amplios y adscriptivos de
la sociedad; u n a autonomía relativamente grande del sistema jurídico con
relación a otros sistemas integrantes —especialmente las esferas religiosa y
política— y u n a notable autonomía de las ciudades c o m o centros independientes
en la creatividad social y estructural y en la formación de identidad [Brunner,
1968; W e b e r , 1957].
El islam sunnita
También u n patrón especial de conexión entre movimientos de cambio y modifi-
caciones en diferentes esferas institucionales fue el que surgió en el seno de la
mayor parte de las sociedades islámicas (sunnitas) [Laoust, 1951; Lewis, 1973],
las cuales, en general, se caracterizaron por su nivel relativamente bajo de coales-
cência entre movimientos y procesos de cambio, pese al marcado hincapié ideo-
lógico propio del Islam respecto a la fusión de los ámbitos político y religioso.
Era frecuente la aparición de sectas religiosas y movimientos populares m u y
diversos, pero el freno religioso capaz de moderar la autoridad política era débil
en regímenes estables, ya que n o había otro mecanismo para ejercerlo que n o
fuese la insurrección. D e ahí que numerosas sectas y movimientos tuviesen c o m o
meta la destrucción del régimen existente y el establecimiento de uno nuevo, reli-
giosamente puro y verdadero, o bien eran políticamente pasivos.
Y no obstante, debido a la tendencia a la coalescência inherente a la ideo-
logía del Islam, se produjo, al menos en el corazón geográfico del m u n d o islámico,
u n cambio dinámico que se salió del típico patrón separativo y tendió m á s hacia
patrones de transformación coalescentes, hecho éste evidenciado en los diversos
intentos por restablecer el ideal islámico de la comunidad religioso-política pura:
la ummah. Esta tendencia alcanzaba su fuerza m á x i m a durante la instauración
de nuevos regímenes políticos, c o m o sistemas imperiales (el último y m á s duradero
de los cuales fue el imperio Otomano), semitribales, c o m o los del Magreb [Gellner,
1969] o incluso posteriormente entre los swati [Ahmed, 1976], y tendía a remitir
después de que u n nuevo régimen quedaba establecido.
Asistimos, pues, en la historia islámica —principalmente en el corazón
territorial del Islam— a u n constante vaivén entre la eclosión de movimientos
político-religiosos cuasi totalitarios que aspiraban a la completa transformación
del régimen político mediante procedimientos tan ilegítimos c o m o pueden ser el
asesinato y la rebelión, y la actitud resueltamente espiritual y trascendentalista
que, con su pasividad política, contribuía a mantener el carácter despótico de los
regímenes existentes.
El precedente análisis indica que todo nivel alto de articulación de lucha política
y de coalescência de movimientos y patrones de cambio se presenta sólidamente
asociado a una marcada distinción simbólica e institucional del centro con respecto
a la periferia, a una clara conciencia de las estratificaciones sociales, a la existencia
704 S. N. Eisenstadt
Orientaciones trascendentalistas
Focos de salvación
La ecología y el cambio
geográfica entre el centro imperial y sus territorios) y por unos marcos relativa-
mente comunes de los sistemas internacionales predominantes: políticos, culturales
y económicos.
La superior transformabilidad observada en los otros casos parece hallarse
en relación, sobre todo, con la estructura interna de la potencia hegemónica, que
era m á s pluralista o heterogénea. Dentro de los diversos sistemas económicos,
políticos y culturales internacionales, que n o estaban organizados bajo u n solo
marco, se daban algunos desarrollos autónomos y contradictorios. U n a contra-
dicción especialmente importante dimanaba de la primacía de los sistemas cultu-
rales y políticos internacionales, que con frecuencia socavaban la estructura de
poder de u n sistema imperial particular. E n casi todos estos casos, también, la
dependencia era múltiple y m á s bien indirecta. Por lo demás, no había estrechos
paralelismos entre la estructura social de la entidad hegemónica y la de las unidades
dependientes. Por último, tendían a emerger múltiples subcentros de poder que
representaban otros tantos generadores autónomos de cambio.
U n a gran autonomía estructural y cultural (tanto c o m o los demás aspectos
de laflexibilidad,según queda dicho) facilitaba diversas transformaciones, esto es,
cambios en la estructura interna y régimen de gobierno de los centros imperiales y
de sus dependencias, variaciones de poder en las relaciones entre el "núcleo" de
dichos sistemas y sus dependencias, así c o m o evoluciones dentro de la potencia
hegemónica, la potencia secundaria y las referidas dependencias. Estas a su vez
favorecían frecuentemente la aparición de nuevas orientaciones culturales y élites,
que tendían a transformar o reestructurar las relaciones entre centro y periferia,
entre conquistadores y conquistados.
[Traducido del inglés]
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de los estados en sus contextes históricos
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Análisis comparativo de la formación 715
de los estados en sus contextos históricos
Referencias (continuación)
Romila Thapar
Las teorías sobre la primitiva formación de estados en la India son por lo genera
bastante simplistas. Se echa de menos la riqueza de conceptos que ha intervenido
en el examen de la formación de estados en África y América Central. Esta
pobreza teórica dimana en parte de una obsesión inamovible respecto al Estado
Indio primitivo, y es la que Jo identifica con el despotismo oriental. Proyectada
en principio esta imagen por los administradores e historiadores ingleses del
siglo xix1, no halló siquiera su contrapunto, c o m o muchas otras imágenes de la
m i s m a procedencia, en los escritos m á s rigurosos de este siglo. El no menos
obsesivo y generalizado afán marxista por el m o d o de producción asiático, pese
a las pruebas empíricas en contra, siguió difundiéndose con entusiasmo y los
trabajos de los marxistas indios2 que han tratado de demostrar su inaplicabilidad
se han visto frecuentemente desdeñados.
Se dio tanta importancia a la definición de la naturaleza del Estado asiático
que la cuestión preliminar del proceso de formación de los estados tendió a
descuidarse. Algunas sugerencias por vía de ensayo apuntaron en lo esencial a
dos posibles explicaciones: la primera giraba en torno a la teoría de la conquista,
ya que se sostenía que los arios sometieron a la población indígena en el primer
milenio A . C . y éste fue el paso inicial del proceso que posteriormente se traduciría
en la creación del Estado. L a otra se basaba en la estratificación interior, soste-
niendo que la aparición de las castas era u n indicio del advenimiento del Estado.
A la luz de investigaciones m á s recientes, pueden oponerse a estas dos teorías
reparos sustanciales. E n el primer caso, se abrigan hoy dudas m u y serias en cuanto
a que hubiese una raza aria que conquistara sistemáticamente todo el subconti-
nente indostánico. Se insinúa en cambio que lo ario debe entenderse c o m o u n
concepto cultural y lingüístico, teniendo m á s que ver su difusión con migraciones
y vínculos tecnológicos que con la conquista. E n el segundo caso se pone hoy en
tela de juicio la equiparación de estratificación de castas en estratificación de
Romila Thapar es profesor de historia en la Universidad Jawaharlal Nehru, Nueva Delhi. Como
especialista en la India antigua ha publicado especialmente Asoka and the Decline of the Mauryas
(1961), History of India (vol. 1,1966) y Ancient India Social History: Some Interpretations (1978).
El clan se componía de las familias de los jefes (rajanya) y el resto del clan
(el vis). L a propiedad de la tierra se ejercía al principio en nombre del clan y, si
hemos de creer en los textos, no se permitía a los príncipes donarla sin el consen-
timiento del clan5. El príncipe era, antes que nada, el protector del clan. Esto era
necesario en una sociedad de pastores para quienes resultaban cruciales los
derechos sobre las tierras de pastoraje y el medro del rebaño. Los rebaños
frecuentemente se engrosaban mediante el hurto de ganado a los vecinos, y la
búsqueda de vacas (gavisthi) llegó a ser sinónimo de correrías que tenían por
objeto el robo de ganado. A una correría afortunada seguía siempre el reparto
del botín, efectuándose la distribución en la asamblea del clan. L a mejor parte de
los despojos era para el príncipe y para los sacerdotes, reforzándose de este m o d o
la estratificación. Los sacerdotes alegaban que sus conjuros y sus preces asegu-
raban a los héroes Ja victoria y que sólo ellos podían comunicarse con los dioses.
N o era sin embargo el pastoreo la principal ocupación del clan. El cultivo
del trigo y la cebada, y en algunas zonas el arroz, aumentó en importancia con el
asentamiento de los clanes en el valle occidental del Ganges 6 . L a agricultura
condujo a un cambio gradual en la definición de la riqueza, que de considerar los
miles de cabezas de ganado (vacas y caballos), las jóvenes esclavas, las carrozas
y el oro, pasó también a incluir la tierra de labor c o m o u n artículo de valor
económico. L a agricultura fomentó una base de poder distinta para el príncipe,
al transformar el concepto territorio en derechos sobre la tierra. Se expresa esto
en un cambio en la terminología, donde el rajanya, todavía el jefe consagrado,
pasa a formar parte del grupo m á s amplio de los ksatriyas, término éste derivado
de ksatra que significa poder. Los príncipes dominantes dentro de este grupo
avanzaron aún m á s , hacia la realeza, en virtud de una serie de complicados
rituales en los sacrificios que encerraban afirmaciones de asociación con la divi-
nidad. Los rituales eran ejecutados para los príncipes por los brahmanes, que de
este m o d o se tornaban en legitimadores del nuevo rango, e incidentalmente mejo-
raron con ello también el suyo y reivindicaron la posición m á s eminente en la
jerarquía social. L a gradual concentración de poder en manos de los ksatriyas
raja aumentó su control efectivo, pero, al mismo tiempo, los jefes de menor rango
no lo eran por especial designación de aquéllos y ostentaban su dignidad por propio
derecho. L a delegación de autoridad era mínima. El poder del rey estaba debi-
litado además porque se separaban las funciones sacras y las temporales. L a
legitimidad del rey se remitía en gran medida a la sanción religiosa, c o m o se
evidencia por la asociación de la realeza con la fecundidad y la prosperidad. Esta
asociación se simboliza a m e n u d o por la representación del rey c o m o u n "propi-
ciador de la lluvia". Repetidamente se afirma que los reyes ilegítimos son causa
de sequías. Muchos relatos aluden a la venida de las lluvias, tras doce años de
sequía, al ser restaurado én el trono su titular legítimo.
Para su sostenimiento, la monarquía dependía de tributos y prestaciones
ocasionales. Las palabras con que se designaban dichos tributos, bali, bhaga y
720 Romila Thapar
sulka, pasarían a ser con el tiempo los términos habituales aplicados al pago
periódico de impuestos. Esto ha suscitado alguna controversia sobre si no deberían
interpretarse c o m o impuestos en este periodo primitivo también7. Pero en el
contexto en que se dan parecen tener la connotación de tributos m á s que la de
impuestos, toda vez que n o son periódicos, n o se ajustan-a cantidades estipuladas
ni son recaudados entre categorías señaladas de personas.
Naturalmente, los que aportaban las prestaciones y tributos eran los miem-
bros m á s humildes del clan, y los textos hablan del ksatra que se come el clan
lo m i s m o que el venado se come las mieses8. El vis o clan había experimentado
a su vez uri cambio con el grihapati, el jefe de la familia, que poco a poco había
ido destacándose c o m o una entidad social bien diferenciada. Es m u y significativo
que en el periodo siguiente se describa a m e n u d o al grihapati c o m o el vaisya
(derivado del vis), y las funciones del vaisya sean precisamente las desempeñadas
por el grihapati en el periodo anterior, a saber, la cría de ganado, la agricultura
y el comercio8. Los grihapatis acaso fueran al principio los miembros m á s jóvenes
de los linajes dominantes o los miembros m á s ricos del clan. Su aparición sugiere
la existencia de Ja que bien pudiera denominarse una "economía doméstica
generalizada", en la que cada familia patrilineal constituía la unidad. L a tierra
de labor propiedad del grihapati era trabajada por la familia y en caso necesario
por jornaleros contratados y también por esclavos. Los pequeños enseres y
utensilios indispensables para el servicio de la familia eran producidos igual-
mente por estos empleados, actividad que cuando alcanzó cierto desarrollo se
convirtió en la base del intercambio y el comercio. N o aparece claramente indi-
cada la identidad de los jornaleros y de los esclavos, pero se les designa c o m o
sudras y dasas. A m b o s términos son de etimología desconocida. Se localizan antes
c o m o nombres de tribus del noroeste de la India y pueden por tanto reflejar la
subordinación de grupos extranjeros10. Dasa pasaría a ser posteriormente el
término técnico con que se designaría el esclavo.
teorías es que el principal criterio que rige para la diferenciación de cada varna,
en el estadio inicial, es precisamente aquello que lo vincula m á s estrechamente
con el linaje y guarda relación con las diferentes pautas de alianzas matrimo-
niales. Se distinguen tres pautas distintas. L a primera es la de los brahmanes que
observan las subdivisiones gotra en las cuales es crucial la exogamia y n o está
permitido el matrimonio dentro de cada subdivisión. A los brahmanes del sur
.tenía que concedérseles u n a dispensa especial para que quebrantaran esta regla
y se casaran con la hija del hermano de la madre. L a segunda pauta es la de los
ksatriyas y los vaisyas que con bastante frecuencia se casaban endogámicamente
dentro del vamsa o linaje. L a tercera pauta, la del sistema sudra, es totalmente
diferente y está basada en la noción de que la estirpe es de "castas mezcladas"
(sankirnajati). El rango del sudra viene determinado por la particular combinación
de castas que se entremezclan en su parentela13. L a reconstrucción de los orígenes
de las castas sudra es en cualquier caso u n ejercicio en el plano teórico, ya que las
posibles permutaciones son infinitas, y las listas de sudras en los textos n o siempre
concuerdan.
Tabúes alimenticios asociados con cada varna fortalecen la noción de
jerarquización ritual", tanto c o m o el hecho de que la literatura budista y jainista
no brahmánica invierta el rango de las dos primeras castas y se sitúe a los
ksatriyas, por encima de los brahmanes. E n la medida, por tanto, en que hubiera
una jerarquización ritual, sólo regía en áreas dominadas por los valores b r a h m á -
nicos. L a correlación con el status económico n o es tampoco invariable, pues hay
brahmanes empobrecidos y sudras ricos.
Merced a la estructura de los varnas se quería establecer la armonía interna
y la unidad de la sociedad. N o había procedimientos formales para la adminis-
tración de la justicia y la reparación de los agravios dependía de presiones sociales
y de rituales expiatorios. L a protección frente al exterior se confiaba al raja o
príncipe c o m o u n o de los m á s destacados atributos de su cargo. Pueden apre-
ciarse algunos intentos indirectos de sancionar su potestad sobre el empleo de
la fuerza en la íntima asociación del senani (jefe militar) con su séquito inme-
diato, así c o m o en la tradición de que el caudillaje en la batalla fuera u n requisito
previo para la investidura del príncipe. Existían múltiples prestaciones y dona-
ciones para sufragar los complicados rituales que mantenían el status tanto del
príncipe c o m o de la autoridad sacra, pero n o había ningún método sistemático
de recaudación de una renta parafinanciarlas instituciones del Estado. L a m a y o r
parte de la riqueza se consumía, así y todo, en fastuosos rituales. Las imponentes
ceremonias de los sacrificios, los yajnas, que se prolongaban durante m u c h o s
meses, cuando n o años, eran rituales que combinaban la función del potlatch con
diversos grados de intercambio de regalos. Los regalos establecían el rango entre
los príncipes. L a distribución de regalos por el yajamana (el que celebra el
sacrificio) entre los sacerdotes establecía su rango, así c o m o el de los sacerdotes.
Los rituales eran u n a fuente de legitimación para el príncipe, pero también
722 Romifa Thapar
otorgaba el m á s alto rango social, y la otra mitad, por decirlo así, integrada por
los jornaleros y los esclavos que trabajaban la tierra para los clanes dominantes
y que estaban excluidos de toda pretención de derechos políticos y sociales18.
E n los principados no se hace mención alguna de la propiedad privada de la tierra
ni de los grihapatis c o m o terratenientes. E n caso de conflicto, c o m o acontecía
con motivo de la distribución de las aguas para el riego en alguna ocasión, los
clanes dominantes entraban c o m o grupo en la refriega y la dirimían19. Existía n o
obstante u n sistema bastante complejo de administración en el que todos los
miembros de los clanes dominantes tenían el mismo status. Los asuntos impor-
tantes se discutían en la sala de la asamblea y se sometían a votaciones, y la
asamblea consideraba también los problemas de la administración. Los princi-
pados gana-sangha parecen, pues, ajustarse a la categoría de sociedades estrati-
ficadas previas a la formación de los estados, según la definición ofrecida por
algunos teóricos.
E n los principados el ritual religioso era la adoración de túmulos ances-
trales, siéndoles ajeno el ritual brahmánico de los sacrificios. E n rango de brahmán,
por consiguiente, aun en la jerarquía de las castas, era inferior al de los miembros
de los clanes ksatriya que eran las familias dominantes y los propietarios de
la tierra20.
Al sistema varita se le entiende c o m o una noción teórica con escasa rele-
vancia para la estratificación social real. El funcionamiento social se basaba en
el ñati, que se ha traducido c o m o linaje efectivo mínimo, y en el jati, u n grupo
m á s amplio frecuentemente definido por la ocupación, m a s para pertenecer al
cual era condición haber nacido en él. U n a estratificación dual dividía los jatis
en altos y bajos. L a ausencia de toda exaltación de la jerarquización ritual motivó
que en las fuentes brahmánicas se caracterizase a estas áreas c o m o impuras y al
margen del ámbito social21. Q u e en los referidos principados existía una pujante
alternativa religiosa frente al brahmanismo se evidencia por lafidelidadde muchos
de estos clanes a maestros religiosos que surgieron de su seno, c o m o G a u t a m a
Buda, que era u n sakya, y Mahavira, fundador del jainismo, que era de la
confederación Vrijji.
Mientras los principados permanecían, por decirlo así, al borde de la
formación del Estado, las monarquías, c o m o reinos de Kosala y M a g a d h a ,
señalan la aparición de estados enteros y verdaderos. Esta transición fue al
parecer el corolario de otra serie de cambios importantes. El m á s evidente de
dichos cambios fue la aparición de u n grupo profesional y comercial así c o m o de
una economía campesina. Estas dos mutaciones acabaron con las limitaciones
del sistema de prestación del valle occidental del Ganges y condujeron a una
expresión económica más libre.
Los centros urbanos fueron casi siempre en su origen la residencia de las
clases dominantes y así cada janapada, o territorio identificado con u n clan,
tenía por lo menos u n gran centro que era la capital política. Esto ocurría en los
724 Romila Thapar
janapadas del noroeste de la India tanto c o m o en los del valle central del Ganges.
L a capital K u r u de Hastinapura y la capital Pañcala de Ahichhatra no eran menos
importantes c o m o centros políticos que la capital Sakya de Kapilavastu y el
centro Vrijji de Vaisali. Cuando algunos de estos centros adquirieron importancia
comercial, tanto c o m o lugares de producción c o m o para sus incipiestes mer-
cados, sobrevino u n cambio significativo en la urbanización. F u e la combi-
nación de actividad política y comercial lo que les llevó a ser denominados "las
grandes ciudades", mahanagara, en los textos budistas22.
Puede seguirse el rastro de este proceso a través de varias fases distintas.
U n o de los productos secundarios de la realeza y de la concentración del poder
político en manos de una sola familia fue u n cambio en las relaciones entre los
clanes. Los jefes de diez familias, los grihapatis, c o m o propietarios privados de
tierras y c o m o principales pilares de la economía, habían mejorado m u c h o su
rango. C o n la extensión de la agricultura en el valle central del Ganges, el
grihapati pasó a ser el símbolo de la riqueza y el principal contribuyente pecuniario
al sostenimiento del reino. L a riqueza se computó cada vez m á s en medidas de
grano y posteriormente en moneda acuñada 23 . L a riqueza liberó al grihapati de
la extensión de la agricultura y lo que no se iba en una economía de prestación
periclitada podía ahora invertirse en el comercio. El comercio se desarrolló a
partir de intercambios m á s simples al nivel de aldea y del mercado, el nigama.
Los herreros ambulantes que trabajaban en la nueva tecnología del hierro esti-
mularon sin duda el comercio ambulante, y éste acaso se estabilizara poco a poco
hasta formar itinerarios mercantiles regulares. La expansión de los asentamientos
en torno al sistema hidrográfico del valle del Ganges proporcionaban u n medio
natural de comunicaciónfluvial.Los emplazamientos de las "grandes ciudades"
vinculadas al comercio primitivo se hallan en puntos nodales en relación con el
sistema hidrográfico y estaban generalmente en la confluencia de por lo menos
dos zonas ecológicas. Las descripciones literarias de estas ciudades exageraban
su magnitud, atribuyéndoles a veces una extensión de hasta cincuenta kilómetros
cuadrados, cosa que no ha sido corroborada por la arqueología24. N o obstante,
en las excavaciones los niveles urbanos son considerablemente mayores en super-
ficie que los preurbanos, así que la exageración literaria simboliza el sentimiento
de una extensión mayor. E n muchos puntos del valle del Ganges donde se han
efectuado excavaciones se da también una reconocible uniformidad de algunos
objetos arqueológicos que caracterizan los niveles urbanos. Relacionado con
estos niveles está el descubrimiento de monedas con contramarca, de las que se
han encontrado muchos miles. Constituyen éstas la réplica arqueológica a las
referencias acerca de que la moneda acuñada pasó a ser poco a poco la base de
las transacciones en las ciudades. N o sólo extendió esto al alcance del comercio,
sino que trajo además consigo la profesión del banquero que financiaba el
comercio. L a usura se mira con desaprobación en las fuentes brahmánicas. Al
buen brahmán sólo le es lícito prestar dinero a interés en las circunstancias más
La formación del Estado en la India antigua .725
sistemas existía una relación directa entre el Estado y el colono, sin la inter-
vención de terratenientes intermediarios. E n la terminología de las castas, el
suära pasó a ser gradualmente, el colono, en el sentido de labrador rústico, dentro
del contexto agrario. El sudra c o m o labrador y artesano y el vaisya c o m o grihapati
se conviertieron en los principales sustentadores de las cargas tributarias y la
imposiciónfiscalpasó a ser u n importante elemento en la teoría del Estado.
era necesaria para el nuevo orden. A trueque, fueron recompensados con sustan-
ciales concesiones de tierras y otras fueron bajo formas de favor y protección,
que con frecuencia se convirtieron en punto focal de asimilación cultural. L a
legitimación no significaba meramente la fundamentación de un Estado monár-
quico, sino también la provisión de genealogías ksatriya y entronques de alcurnia
para los que habían conseguido adquirir poder político32. Así pues, en las crónicas
escritas pasada la primera mitad del primer milenio A. c. se da prioridad al
componente genealógico de la tradición histórica. El vaisya, aun c o m o categoría
de casta, tiende a perder importancia en siglos posteriores, cuando las ocupaciones
relacionadas con el comercio son a m e n u d o relegadas al rango sudra. C o n la
aceleración en la formación de pequeños estados que se da en los últimos siglos
del primero y en el segundo milenio de nuestra era, hay una multiplicación desme-
dida de sudra Jatis que refleja la asimilación de nuevos clanes en escala m u y
vasta, tanto c o m o la proliferación de grupos profesionales en ámbitos recién
abiertos33.
La jerarquía ritual del sistema de los varna se mantuvo con la introducción
de formas religiosas en los Estados recién establecidos y con el intento de absorber
los cultos religiosos y sectas existentes en lo que podría llamarse la gran tradición
del hinduísmo puránico. Los rituales trataban de asimilar la deidad del clan local
así c o m o de incorporar su territorio c o m o parte del nuevo Estado y convertir a
sus sacerdotes a las castas brahmanes o bien destinarlos c o m o funcionarios espe-
ciales en templos construidos para el culto de la deidad. Esto se ha demostrado,
por ejemplo, en la historia del culto a Jagannath, en Puri, que hacia la última
fase del desarrollo del Estado de Orissa se convierte en u n foco c o m o el
descrito31. E n tales situaciones se daba a veces una convergencia de status de
casta y económicos. Incluso donde no aconteció esto, el sistema de los varna
contribuyó a infundir un sentimiento de orden, de uniformidad con respecto a otras
áreas, pese a transformaciones económicas tales c o m o la aparición de una
economía rural y de grupos mercantiles.
La transición del clan al Estado no fue el único patrón de cambio, ni fue
la conquista el único camino en la formación de los Estados, c o m o han afirmado
muchos comentaristas con relación a la era premoderna en la India. Regiones
con una larga historia de sistemas estatales experimentaron intensos cambios
históricos en el transcurso del tiempo, sin que las diversas formas dejaran de ser
compatibles con la naturaleza y el papel específico del Estado. Estas formas iban
desde los Estados unitarios y centralizados hasta los recientemente descritos
c o m o Estados segmentarios, por no mencionar los diversos sistemas relativa-
mente descentralizados en los que las variables venían constituidas, por las
distintas formas de arrendamientos rústicos, de intereses comerciales. L a relación
entre las áreas metropolitanas y las zonas periféricas no era en m o d o alguno
inalterable o uniforme. Sin embargo, entre los teóricos del Estado premoderao
se observa una tendencia a insistir en que los datos avalan la tesis de que en la
La formación del Estado en la India antigua 729
Notas
1 8
L . Krader, en The Asiatic Mode of Production Satapatha Brahmana, XII 7.1.12.
9
(Assen, 1975), rastrea las fuentes de esta idea Gautama Dharmasutra, X 47; Apastambha Dharma-
en diversos textos europeos del siglo xvn en sutra, II 11.28.1.
adelante. H . W . Bailey, "Iranian Arya and D a h a " , en
2
C o m o los trabajos publicados por Irfan Habid y Transactions of the Philological Society, 1959,
S. Naqvi in Science and Human Progress p. 71 y ss. Sudra es a veces relacionado con la
(Bombay, 1974) y Romila Thapar, The Past tribu Ksudraka u Oxydrakoi mencionada en
and Prejudice (Nueva Delhi, 1979). los relatos de la campaña de Alejandro
3
H . Ciaessen y P . Skalnik, The Eearly State (Mou- M a g n o en el norte de la India. The Invasion of
ton, 1978); M . Fried, The Evolution ofPolitical India, p . 324-325 (Londres, 1896); Plutarco,
Society (Nueva York, 1967). Vidas Paralelas, IX.
4 11
U n examen más detallado de la formación del L . D u m o n t , Homo Hierarchicus (Londres, 1972).
12
Estado en el norte de la India mediado el R . S. Sharma, op. cit.
13
primer milenio A . C . se encuentra en Romila Manu Dharmasastra, X 12 ss.
14
Thapar, From Lineage to State (en prensa). Ibid., IV 205 ss.
B 15
Satapatha Brahmana, XII 7.1.75. O . H . K . Spate, India and Pakistan, p . 514 y ss.
6
Romila Thapar, "The Study in Ancient India", (Londres, 1964).
en Ancient Indian Social History: some In- N. Wagle, Society at the time of the Buddha
terpretations (Nueva Delhi, 1978). (Bombay, 1966); R . Fick, The Social Organ-
7
R . S. Sharma, "Class Formation and its Material isation in Northeast India in the Buddha's
Basis in the Upper Gangetic Basin", The Time (Calcuta, 1920).
Indian Historical Review, julio de 1975, 17 S. Agrawala, India as Known to Paninl, p . 426
vol. II, n.° 1, p . 1-14. y ss. (Varanasi, 1963).
732 Romila Thapar
Notas (continuación)
18 30
H . N . Jha, The Licchavis (Varanasi, 1970). Arthasastra, V I 1.
19 31
Kunala Jataka. Surajit Sinha, "State Formation and Rajput
20
N . Wagle, op. cit. Myth in Tribal Central India", Man in
21
Manu Dharmasastra, II 23; X 45. India, enero-marzo de 1962, vol. 42, n.° 1,
22
Fick, op. cit., p . 251 y ss. p. 35-80.
23 32
Vinaya Pitaka, I, p . 240-241. Romila Thapar, "Geneaology as a Source of
21
A . Ghosh, The City in early historical India (Simla, Social History", op. cit., p . 326 ss.
33
1973). R . S . Sharma, Social Changes in Early Medieval
25
Baudhayana Dharmasutra, I 5.10.23. India (Delhi, 1969).
26 34
Esto también lo atestiguan pruebas epigráficas de H . Kulke, "Royal Temple Policy and Structure of
donaciones al sangha budista, en la India Medieval Hindu Kingdoms", en A . Eschmann,
occidental y en la región de Andhara, desde y otros. The Cult of Jagannath and the Regional
el siglo n A . c. en adelante. Tradition of Orissa (Nueva Delhi, 1978).
27 35
Baudhayana Dharmasutra, I 5.10.28. M . Godelier, Perspectives in marxist anthropology
28
Kautalya, Arthasastra, 11 1; II 14; II 24. (Cambridge, 1977), p. 186 y ss.
29 30
R . S . Sharma, Political Ideas and Institutions in Arthasastra, II 1.
37
Ancient India (Delhi, 1968). Ibid., II 24.
L a evolución en el centro
Pierre Birnbaum
Pierre Birnbaum es profesor en la Universidad de Paris I,17 rue de la Sorbonne, Paris Cedex 05.
Especialista en sociología política, hapublicado Les sommets de l'État (1977), La classe dirigeante
française (1978) y, en colaboración con B . Badie, Sociologie de l'État (1979).
dológica, la sociología del conocimiento interpreta las ideologías, las visiones del
m u n d o y aun los valores con arreglo a su producción por una clase social, u n
grupo o incluso u n conjunto de individuos en interacción. N o tiene nunca en
cuenta la especificidad de lo político, que sin embargo trastorna las condiciones
de producción del conocimiento. M a r x , por ejemplo, ve exclusivamente en las
clases sociales el origen de las ideologías que expresan sus intereses respectivos.
Para él, "las representaciones, el pensamiento, el comercio intelectual de los
hombres aparecen aquí también c o m o emanación directa de su comportamiento
material"3. D e igual manera, y según el modelo dominante de la obra de M a r x
y de Engels, "el Estado es el Estado de la clase m á s poderosa, de la que domina
desde el punto de vista económico y que, gracias a ello, se hace también políti-
camente dominante" 4 . A M a r x no se le ocurrió nunca relacionar las formas de
conocimiento no ya con las clases sociales, sino con los diversos tipos de Estado
cuya realidad reconoce, por lo demás, en distintos momentos de su obra, cuando
opone por ejemplo, el Estado francés o el Estado prusiano al Estado inglés, o
aun al Estado suizo6.
Al poner el acento, c o m o de vez en cuando lo hace, en la especificidad de los
Estados, M a r x habría podido romper la relación que constantemente establece
entre las ideologías y las clases sociales, y habría imaginado correlaciones entre
las ideologías y los distintos tipos de Estado. C o m o no lo intentó, se vio inducido
a tratar a los intelectuales únicamente con arreglo a la clase a la que pertenecían
y nunca conforme a sus relaciones con los Estados. Según Marx, los intelectuales
no pueden ser pues considerados m á s que c o m o "los representantes políticos y
literarios" de las clases sociales cuyos intereses expresan. A partir de una proble-
mática c o m o ésta, M a r x pasa en silencio los lazos que unen en ciertos casos a los
intelectuales con determinados tipos de Estado especialmente institucionalizados
(caso de Francia y de Prusia), de donde resulta que las teorías que elaboran, lo
mismo que las ideologías que nacen en u n contexto semejante, dependen así del
Estado y no de la clase social. Puede entonces preverse, ante la presencia de u n
Estado mínimo (caso de Inglaterra), que se generarán otras teorías y otras ideo-
logías diferentes. A u n cuando en estos países las relaciones sociales sean de
idéntica naturaleza, las diferencias de tipo de Estado suscitarán la aparición de
una visión del m u n d o contrapuesta y determinarán los roles que, tanto en u n
caso c o m o en el otro, desempeñan los intelectuales.
Dentro de la tradición marxista, la cuestión de los intelectuales y el papel
de las ideologías han sido especialmente tratados por Gramsci. Según él, "corres-
ponden a la función de 'hegemonía' que el grupo dominante ejerce sobre toda la
sociedad y a la función de 'dominación directa' o de m a n d o que se expresa en
el Estado y en el régimen 'jurídico'"6. Yendo todavía u n poco m á s lejos que
Marx, estima Gramsci que los intelectuales son los agentes de la clase dominante,
a la que permiten ejercer su hegemonía tanto sobre la sociedad c o m o sobre el
Estado. U n a vez más, la relación específica intelectual-Estado queda borrada.
736 Pierre Birnbaum
Y sin embargo, al oponer los Estados del este a los del oeste, Gramsci subraya
que en el este "el Estado lo es todo", mientras que en el oeste el Estado es la
"trinchera exterior" de la fortaleza sociedad civil; ésta n o es "primitiva y gelati-
nosa", c o m o en el este, sino que se presenta c o m o una "estructura robusta".
A partir de una distinción así, Gramsci hubiera podido poner en claro el diferente
papel que desempeñan los intelectuales con relación a las clases sociales pero
también con arreglo a los distintos tipos de Estados. Infortunadamente n o siguió
esta vía de exploración. Perry Anderson resume el pensamiento de Gramsci
valiéndose del modelo siguiente7:
Este Oeste
El modelo francés
E+ E+ E— l
F— F+ F+
1+ I— I—
M+ M— M+
Clave: E + o E— Estado diferenciado o no diferenciado (centro).
F+ o F— Fusión Estado-clase dirigente o ausencia de fusión.
1+ o I— Industrialización desde arriba o industrialización desde abajo.
M+ o M— Mercado político abierto o mercado político cerrado.
1. En el caso británico, como se verá, dado que no existe Estado verdaderamente diferenciado, el
problema de su eventual fusión con la clase dirigente no se plantea. El espacio político está ocupado
por un Establishment. F + significa, pues, en este caso, una fusión social sin diferenciación real de
los roles políticos.
Estados
F+ F+
-M+
M— -M+
1+ 1+
Reino Unido
Alemania Francia
Ni marxismo
ni anarquismo
El modelo inglés
dependiendo del tipo de Estado y de su rol. Esto puede también apreciarse consta-
tando la casi total ausencia de huelgas políticas en el Reino Unido hasta los años
de 1960, mientras que en países c o m o Francia, "al n o disponer de una vía de
acceso al Estado, la clase obrera utiliza un medio alternativo de presión colectiva:
la huelga", que en este caso sirve de "canal extraparlamentario para la participación
política de la clase obrera"66. Por el contrario, frente a un voluntarismo en deca-
dencia, el movimiento obrero inglés ha conseguido integrarse en los engranajes
del Estado para limitar su acción.
Antes de que le impongan una reglamentación desde arriba, la jerarquía
sindical prefiere legislar por su cuenta. D e ahí la participación de los sindicatos en
el centro político, el auge del corporativismo y las reacciones muchas veces
violentas que suscita en la base58. D e la diferencia de impacto del marxismo y del
anarquismo en Francia y en Inglaterra a finales del siglo xix a los antagonismos
que aún subsisten hoy en lo que a relaciones industriales se refiere, y, por ejemplo,
a la aplicación m á s o menos eficaz del corporativismo, hay que constatar que la
variable estatal n o deja jiunca de ejercer su acción específica a través de los
tiempos67.
E n su libro ya clásico, The Modern World-System, Immanuel Wallerstein
analizaba la oposición de diferencias esenciales entre los Estados del centro y los
de la periferia que, según él, viene manifestándose desde el siglo xvi58. Por m u y
útil que esta distinción resulte, tenía el inconveniente de ocultar las especificidades
de los propios Estados del centro (Inglaterra, Francia, Holanda) que eran efecto y
consecuencia, no del desarrollo de la economía mercantil sino de su propia historia.
E n The Capitalist World-Economy, Wallerstein amplía el centro a la totalidad de los
países capitalistas. Y a discutible en sí misma, en la medida en que sigue sin tomar
realmente en cuenta las particularidades de cada uno de los Estados que integran
el m u n d o capitalista, esta gigantesca oposición es utilizada por el autor para
analizar las relaciones que mantienen la burguesía y la clase obrera en el centro o
en la periferia59. Ahora bien, igual que los Estados del centro conservan sus propias
características, lo m i s m o establece cada uno de ellos relaciones particulares con
las diferentes clases sociales y de igual manera se distinguen efectivamente estas
últimas de las clases de la periferia, pero mantienen entre sí relaciones de tipo
diverso en cada uno de los países del centro.
Wallerstein, además, n o puede menos que guardar silencio en lo que atañe
a las consecuencias de los diversos tipos de Estado sobre las ideologías, problema
del que apenas se ocupa. Y sin embargo, el análisis que aquí proponemos revela
hasta qué punto las ideologías dependen no del Estado del capitalismo en general,
ni siquiera de las clases sociales solamente, sino de los marcos sociopolíticos.
C o m o hemos procurado hacer ver, el Estado se presenta c o m o la auténtica
variable independiente, mientras la industrialización es simplemente una variable
que interviene en determinados países, todos de estructura capitalista. Y es sin
duda esta relación entre las variables lo que explica que dos países donde la
746 Pierre Birnbaum..
Notas
1
Vóase por ejemplo, J. Peter Nettl, "The state as a 3 K . M a r x , L'idéologie allemande. É d . Sociales,
conceptual variable", World Politics, julio París, 1965, p . 25.
de 1968. Samuel Finer, "State building, state 4 F . Engels, L'origine^ de la famille, de la propriété
boundaries and Border control", Social privée et de l'État. Paris, É d . Sociales, 1966,
Science Information, vol. 13, n.° 4-5; Charles p . 157.
Tilly (dir. publ.), The Formation of National ° Véase B . Badie y P. Birnbaum, op. cit., cap. 1.
G
States in Western Europe, Princeton, Prin- A . Gramsci, Œuvres choisies. Paris, É d . Sociales,
ceton University Press, 1975. 1959, p. 266-268.
2 7
Sobre una tipología que permite distinguir los P . Anderson, Sur Gramsci. F . Maspéro, Paris,
Estados de los centros, véase B . Badie y 1978. A d a m Przeworski critica la interpre-
P . Birnbaum, Sociologie de l'État, Grasset, tación de la obra de Gramsci dada por
1979. P . Anderson al señalar que, de acuerdo a
Estados, ideologías y acción colectiva 747
en Europa occidental
Notas (.continuación)
16
Gramsci, en occidente los Estados utilizan A . Bergonioux y B . Mànin, La social démocratie
la fuerza o el consenso según las relaciones ou le compromis, Paris, P U F , 1979. Véase
entre las clases sociales. Desdeña, al mismo también D . A . Chalmer, The Social Democrat
tiempo, c o m o Gramsci o P . Anderson, la Party of Germany, N e w Haven, 1964.
17
especificidad de los Estados de occidente y Georges Woodcock, Anarchism, Londres, Pelican,
sus consecuencias sobre la forma de gobierno: 1963. A . R . Carlson, Anarchism in Germany,
"Material Bases of Consent: Economics and Methuen, 1972.
Politics in a Hegemonic System", Political 18 Sobre las diferencias que enfrentan a los anar-
Power and Social Theory, n.° 1, p. 58-60,1980. quistas con Marx en lo que atañe a la actitud
8
P . Anderson, Sur Gramsci, op. cit., p . 43. que conviene adoptar ante el Estado y a sus
9
P. Anderson, L'État absolutiste, París, F . Maspéro, posibilidades de transformación, véase Paul
1978. T h o m a s , Karl Marx and the Anarchists,
10
Stein Rokkan por su parte, elabora su m a p a Londres, Routledge and Kegan Paul, 1980.
19
conceptual de Europa con arreglo a Ias dife- P . J. Proudhon, La révolution sociale démontrée
rentes modalidades de construcción nacional par le coup d'état du 2 décembre [1852], Paris,
y no según los diferentes tipos de Estado que Marcel Rivière.
en ella se formaron. E n consecuencia, explica, 20 P . J. Proudhon, Capacité politique des classes
por ejemplo, la formación del comunismo por ouvrières, Paris, Marcel Rivière.
21
la estratificación remota surgida de la reac- K . Marx, Le 18 brumaire de Louis Bonaparte,
ción frente a la Reforma: en los países pro- Pauvert, 1964.
22
testantes, la osmosis entre las élites políticas A . de Tocqueville, L'ancien régime et la révolution,
y religiosas que de ello resulta favorece el Paris, 1953.
23
consenso y hace imposible, posteriormente, Pierre Ansart, Naissance de l'anarchisme, Paris,
la eclosión del comunismo; en los países PUF.
católicos, la oposición entre estas élites favore- 24 Yves Lequin, Les ouvriers de la région lyonnaise
cería la discrepancia y, más tarde, la aparición (1848-1914), vol. 2 , p . 282. Lyon, Presses
del comunismo. La explicación es más cul ru- Universitaires de Lyon, 1977.
25
ralista que otra cosa y borra las diferencias Edouard Droz,' P: J. Proudhon, p . 34, Paris,
existentes en la construcción del Estado (por Librairie des Pays Libres, 1909.
ejemplo, entre Francia e Inglaterra, que figu- 2S Annie Kriegel, Le pain et les roses, Paris, Union
ran en la misma columna del m a p a conceptual Générale d'édition, 10/18, 1973, p . 95-96.
de Europa). Véase al respecto S. Lipset y Jacques Julliard compara también a Pellou-
S. Rokkan. "Cleavage Structure, Party Sys- tier con Proudhon, destacando su diferencia
tems and Voter Alignments: A n Introduction", de perspectivas en lo que al socialismo y la
Party System and Voter Alignments, Nueva idea de la guerra se refiere. Fernand Pelloutier
York, Free Press, 1967, y S. Rokkan, ."Cities, et les origines du syndicalisme d'action directe,
States andNations" en S. Eisenstadty S. R o k - p. 209-210, Paris, Le Seuil, 1971.
kan (dir. publ.), Building States and Nations, 27 Véase F . Ridley, "Revolutionary syndicalism ih
vol. 1, Sage, 1973. France: the general strike as theory and myth",
11
Véase por ejemplo, Seymour Lipset, L'Homme et la International Review of History and Political
Politique, Paris, Le Seuil, 1963, cap. 2 . Science, 1966, vol. 3, n.° 2.
12 28
Louis Althusser, "Idéologie et appareils idéolo- Citado en J. Julliard, op. cit., p . 341.
29
giques d'État", La Pensée, junio de 1970. Fernand.Pelloutier, Histoire des Bourses du Tra-
13
Barrington Moore, Les originaux de la dictature et vail, p . 99, Publications G r a m m a , 1971.
30
de la démocratie, Paris, Maspéro, 1969. Jean Maítron analiza la totalidad de estas corrien-
14
Alexander Gerschenkron, Economie Backwardness tes en Le mouvement anarchiste en France,
in Historical Perspective, Harvard University 2 vol., Paris, Maspéro, 1975.
31
Press, 1962. Michelle Perrot, Les ouvriers en grève. France 1871-
15
Véase G . Roth, The Social Democrats in Imperial 1890, vol. 2, p . 703, Paris, M o u t o n , 1974.
32
Germany, Ottawa, Bedminster Press, 1963. Michelle Perrot, " L e congrès de la scission'",
Según Lassalle, "es función del Estado consu- Paris, Le Monde, 9 de diciembre de 1979.
mar el total desarrollo de la libertad, el desa- 33 Véase Henri Dubief, Le syndicalisme révolution-
rrollo del género h u m a n o en la libertad". naire, Paris, A . Colin, 1969.
34
F . Lassalle, Discours et pamphlets, Paris, Michelle Perrot, • "Les socialistes français et
Giard et Brière, 1903. les problèmes du pouvoir (1871-1914)" en
748 Pierre Birnbaum
Notas {continuación)
Michelle Perrot y Annie Kriegel, Le socialisme tion politique", Sociologie du travail, abril-
français et le pouvoir, p . 19, Paris, E D I , 1966. junio de 1971.
35 50
Citado en H . Dubief, op. cit., p . 12. Véase tam- H . M . Drucker, Doctrine and Ethos in the Labour
bién Claude Willard, Les guesdistes, Paris, Party, Londres, Allen and Unwin, 1979,
É d . Sociales, 1965, 2 . a parte, cap. 11. cap. 1. Véase también L . Panitch, "Intro-
36
Madeleine Rébérioux indica c ó m o Jaurès se acerca ducción" a Social Democracy and Industrial
posteriormente al sindicalismo. Véase Jean Militancy, Londres, Cambridge University
Jaurès, La classe ouvrière, textos presentados Press, 1976. T . Nairn es uno de los raros
por M . Rébérioux, p . 14-15, Paris, Maspéro, autores que establecen una relación entre el
1976. Del mismo autor véase también "Les carácter del partido laborista y la debilidad
tendances hostiles à l'État dans la SFIO relativa del Estado inglés; "The nature of the
(1905-1914)", Le mouvement social, oct.-dic. Labour Party", New Left Review, n.° 27 y 28,
de 1968 y "Jean Jaurès et le marxisme", en 1964. E n " T h e decline of the british state",
Histoire du marxisme européen, vol. 1, p . 233, New Left Review, n.° 101, 1977, p . 23, este
10/18, Paris, 1977. autor prolonga su estudio sobre la relación
37
Madeleine Rébérioux, " L e socialisme français entre Estado "retrasado" y clase obrera,
de 1871 à 1914", en J. Droz (dir. publ.), insistiendo también en la separación de los
Histoire générale du socialisme, vol. 2 , p . 196, intelectuales y la clase obrera.
51
1974. Jacques Julliard, "Théorie syndicaliste révolu-
38
Annie Kriegel, Communismes où miroir français, tionnaire et pratique gréviste", en Le mouve-
p. 149, Paris, Gallimard, 1974. ment social, oct.-dic. de 1968, p . 60.
39 52
Christine Buci-GIucksmann, "Pour un eurocom- Gérard A d a m y Jean Daniel Reynaud, Conflicts
munisme de gauche", en Olivier Duhamel y du travail et changement social, p . 59-61,
Henri Weber (dir. publ.), Changer le PCI, Paris, P U F , 1978. Véase también el artículo
p . 133, Paris, P U F , 1972. comparativo de Colin Crouch, "The Changing
40
G . D . H . Cole, Socialist Thought. Marxism and Role of the State in Industrial Relations in
Anarchism, 1850-1890, vol. 2 , p . 336-337, Western Europe", en C . Crouch y A . Pizzorno
Londres, MacMillan, 1961. (dir. publ.), The Resurgence of Class Conflict
11
François Bédarida, "Sur l'anarchisme en Angle- in Western Europe since 1968, vol. 2 , cap. 8,
terre", en Mélanges d'Histoire sociale offerts 1978.
53
à Jean Maitron, p . 23, Paris, É d . Ouvrières, A . Flanders y M . A . Clegg, The system of industrial
1976. relations in Great Britain, Blackwell, 1954.
42 51
B . Badic y P . Birnbaum, op. cit., tercera parte. G . Lyon Caen, "Critique de la négociation collec-
43
G . Woocock, op. cit., p . 18. tive", Droit social, sept.-oct. de 1979. Quizás
44
April Carter, The Political Theory of Anarchism, pueda interpretarse en el mismo sentido el
p . 10-11, Londres, Routledge and Kegan redescubrimiento del papel de las magistra-
Paul, 1971. turas del trabajo; éstas evitan la apelación al
4C
David Apter, " T h e Old Anarchism and the Estado y son prueba de su retirada de las
N e w - S o m e C o m m e n t s " , en D . Apter y relaciones entre patrones y asalariados. Véase
J. Joli (dir. publ.), Anarchism Today, p. 8-10, la tesis de Pierre C a n , Sociologie des conseils
MacMillan, Londres, 1971. de prud'homme, París, E P H E , 1979.
46 55
Véase David Stafford, "Anarchists in Britain Walter Korpi y Michael Shalev, "Strikes, indus-
Today" y Rudolf de Jong, "Provos and trial relations and class conflict in capitalist
Kabouters", en D . Apter y J. Joli, op. cit. societies", British Journal of Sociology, junio
47
Henry Pelling, Histoire du Syndicalisme Britan- de 1979, p . 181.
66
nique, p . 130, Paris, L e Seuil, 1967. Colin Crouch, Class Conflict and the Industrial
48
Véase F . Bédarida, " L e socialisme en Grande- Relations Crisis, Londres, Heinemann, 1977.
57
Bretagne de 1875 à 1914", en J. Droz, op. M u y rápidamente, por falta de espacio, señalemos
cit., vol. 2, p . 356 y ss. para concluir que el Estado, en Italia, n o
49
Sobre las relaciones partido sindicato en diferentes consiguió institucionalizarse y diferenciarse
circunstancias, véase Jacques JuUiard, "Les de forma completa según el modelo francés.
syndicats et la politique", en P . Birnbaum y Todavía hoy, sigue siendo penetrado por la
J. M . Vincent, Critiques des pratiques poli- sociedad civil. Así pues, en lugar de la relación
tiques, Paris, Galilée, 1978. Véase también Estado-sociedad civil, lo que existe es una
Alessandra Pizzorno, "Les syndicats et l'ac- estructura de poder compuesta por élites
Estados, ideologias y acción colectiva 749
en Europa occidental
Notas {continuación)
Aristide R . Zolberg
Introducción
Y a se articule a partir de una orientación más bien weberiana o más bien marxista,
ya esté fundado en una amalgama m á s o menos afortunada de diversas tradiciones
macrosociológicas, todo proyecto de análisis teórico de los orígenes del Estado
c o m o forma privilegiada de la organización política de la Europa moderna, de
la dinámica de su desarrollo ulterior, de su diversificación y de su difusión, viene
a hallarse tarde o temprano frente a u n dilema epistemológico surgido de la
naturaleza misma de su objeto. E n efecto, el m o d o de proceder c o m ú n de tales
empresas es el comparatismo, método que.se aplica a universos cuyas unidades
se excluyen mutuamente y que son independientes entre sí. El análisis comparativo
del Estado se funda de esta suerte en la visión de u n m u n d o constituido por
sociedades, entidades humanas que en principio se bastan ampliamente a sí
mismas y están por lo tanto articuladas por una dinámica principalmente endó-
gena. Sin embargo, todo el que emprende este camino se ve pronto inducido a
reconocer que semejante construcción se aparta m u c h o de la realidad histórica,
llena de casos que concurren para demostrar, en todas las épocas, la permeabi-
lidad de las sociedades a los determinismos externos a las mismas, imputables
no sólo a las repercusiones de los procesos globales, engendrados a partir de
interacciones entre las múltiples sociedades que constituyen el universo en cuestión,
sino también a la volición particular de cualquiera de ellas1.
Si bien es cierto que este problema se presenta en casi todos los campos de
las ciencias sociales, en relación con la materia que nos ocupa plantea dificultades
o a otra3. Así, si en el curso de las últimas décadas hemos, asistido por una parte
a una superabundancia de teorías acerca de las relaciones internacionales, y por
la otra a una proliferación de análisis comparativos que tienen por objeto el
régimen o el Estado, bien pocos esfuerzos se han dirigido, en cambio, hacia la
línea de interacción de esas dos caras, que vamos a llamar interfaz.
N o s hallamos, por u n lado, ante el globalismo de historiadores c o m o
Fernand Braudel, William McNeill o incluso Geoffrey Barraclough, cuyo mérito
es el de ser comprehensivo, pero por su eclecticismo se presta mal a la esquema-
tización que.toda empresa teórica requiere, y por el otro ante el globalismo teórico
de la sociología que tiende al reduccionismo, ya sea vagamente idealista c o m o en
el caso de Talcott Parsons, ya estrictamente materialista, c o m o el ilustre Immanuel
Wallerstein cuya empresa está condenada al fracaso precisamente porque consi-
dera la dimensión político-estratégica u n simple epifenómeno en la esfera inter-
nacional4. Y en cuanto a los esquemas que se construyen directamente a partir
del proceso de interacción político-estratégica, es decir, las teorías propuestas
por los especialistas en relaciones internacionales, adolecen a su vez de u n
defecto fatal, el de no preocuparse m á s que de dicho proceso, sin abordar los
intercambios entre éste y los demás procesos que contribuyen a estructurar el
conjunto, ni siquiera, la mayoría de las veces, la interfaz entre los Estados y el
sistema de Estados5.
Lejos de pretender aportar una solución a estas dificultades, queremos
simplemente destacar que un conjunto de tipo global no puede concebirse exclu-
sivamente c o m o una "economía-mundo" ni c o m o un "sistema político inter-
nacional", sino que podría pensarse c o m o el resultado de intercambios entre
tres estructuras analíticas distintas: lo económico y lo político-estratégico, a lo que
hay que añadir lo cultural, manifestándose cada uno de estos factores tanto a
nivel social c o m o inter-social.
siguientes estarán dominados por el duelo de las dos dinastías, cuya apuesta es
el monopolio de la dominación en los dominios del antiguo reino franco de
Occidente. L a evolución política interna de cada u n o de los antagonistas está
inextricablemente ligada al desarrollo de este duelo, cuyas primeras peripecias
se remontan a las décadas que siguieron a la conquista normanda misma. A la
larga, sus interacciones contribuyeron a la desintegración del sistema político
global y al fortalecimiento de la integración política en el interior de u n territorio
m á s limitado. L a primera fase de la transformación en Estados de los reinos
francés e inglés constituye también una contribución fundamental a la formación
de u n sistema de Estados europeos: así los dos procesos se determinan
mutuamente.
N o obstante, la interpretación que da J. Strayer de la génesis de las insti-
tuciones estatales en estos dos países parece oponerse, a primera vista, a la hipó-
tesis del importante papel desempeñado en dicha génesis por sus interacciones.
E n efecto, este autor insiste m u c h o en el hecho de que las primeras instituciones
administrativas centrales que aparecen en los dos países, hacia 1100, respondían
a preocupaciones de orden interior: los tribunales supremos de justicia y las
tesorerías, observa, gozaban ya de existencia permanente m u c h o tiempo antes
de que apareciesen departamentos de asuntos extranjeros y de defensa13. Así pues,
Strayer sugiere una hipótesis inversa a la nuestra: las instituciones estatales conti-
nuaron desarrollándose a lo largo de todo el siglo x m , en que hubo pocas guerras,
mientras que este desarrollo se frenó en el siglo siguiente, cuando la guerra llegó
a hacerse casi constante, pues los antagonistas hubieron de recurrir entonces
frecuentemente a la improvisación antes que a la innovación administrativa. M á s
generalmente considera que, en la zona franco-inglesa, el periodo 1300-1450
constituye u n hiato entre dos periodos fecundos de desarrollo político.
Las objeciones de Strayer pierden m u c h o de su sustancia si consideramos
que la aparición de administraciones especializadas ocupa u n lugar privilegiado
en su concepción del Estado, a expensas de una concepción m á s amplia —pero,
también es verdad, m á s abstracta— de u n conjunto de procesos que constituyen
u n sistema de dominación monopolista en el interior de u n territorio dado. Es
harto evidente, por ejemplo, que las tesorerías eran instituciones polivalentes que
movilizaron desde el principio los recursos necesarios para la acción real tanto
en el exterior c o m o en el interior; y Strayer indica que en Inglaterra, hacia finales
del siglo xii, los apremios ocasionados por diversos conflictos exteriores eran tales
que la ayuda de los vasallos n o podía subvenir a las necesidades del rey, y que
hubo de ser transformada en u n impuesto general. Por otra parte, parece consi-
derar que el duelo franco-inglés constituía u n a etapa indispensable para la
formación del estado en u n sentido m á s amplio, que se acerca al que nosotros
preconizamos. Según él, fueron los triunfos obtenidos por los príncipes del
siglo x m los que hicieron las guerras del xiv "necesarias y posibles", pues merced
a tales conflictos se pasó a la fase de Estados soberanos. Pero, hacia 1300, n o
Interacciones estratégicas y formación 757
de los Estados modernos en Francia e Inglaterra
estaba tan claro qué país era independiente y cuál n o lo era: ¿el País de Gales,
Bretaña, Flandes? N o podían trazarse fronteras definitivas en una Europa que
no había conocido m á s que esferas de influencia enmarañadas y fronteras fluc-
tuantes. Las guerras, sobre todo para la conquista de las regiones periféricas por
los centros estatales, contribuyeron así a definir las zonas controladas por los
dos Estados europeos m á s avanzados. Coincide, pues, aquí con la interpretación
que antes dábamos, inspirándonos en Elias. Finalmente, lo que observa Strayer
al nivel institucional entre 1300 y 1450 n o es contrario en m o d o alguno a nuestra
hipótesis. C o m o hemos señalado, él pone el acento en la improvisación admi-
nistrativa. L a constitución de tesorerías de guerra, por ejemplo, n o dio origen a
administraciones permanentes porque, según él, la dirección de las operaciones
militares y de la diplomacia eran de la incumbencia del rey y de su consejo, que
consideraban tales asuntos demasiado importantes c o m o para confiarlos a admi-
nistradores profesionales. Esto n o impide que tales improvisaciones jalonaran
el constante incremento de la movilización de los recursos en beneficio del
centro político y que, por otra parte, el estatuto de "asunto reservado" atri-
buido a la acción exterior sugiera que, para el rey, el sistema entero n o era
sino instrumento de esta acción.
Cuando examinamos con mayor atención las modalidades de la movi-
lización de los recursos por una parte y por otra es cuando mejor advertimos los
procesos internos engendrados por el duelo franco-inglés y que podrían analizarse
conforme a la conceptualización propuesta por S. Finer respecto al papel de la
organización militar en la construcción estatal. Se trata del intrincamiento de
ciclos, es decir, de una serie de intercambios estimulados por las necesidades de
la movilización entre las diversas estructuras sociales y conducentes a una trans-
formación del conjunto14. Según demuestra M . Howard 1 6 , c o m o la obligación
del vasallaje resultara m u y pronto insuficiente, se había generalizado la obligación
m á s amplia a partir del modelo italiano (Estatuto de Westminster, 1285; leva
general bajo el reinado de Felipe el Hermoso). E n los albores del siglo xiv, se
había hecho evidente que era peligroso armar a la masa general de los súbditos,
cuya actuación militar era de todos m o d o s poco satisfactoria, mientras que por
otra parte los progresos del monopolio real provocaban el subempleo de la clase
militar tradicional. El mercado del empleo militar favorecía, pues, al poder central,
a condición sin embargo de que éste contara con medios para pagar a los
guerreros. Así, durante la guerra de los Cien Años, los ejércitos ingleses en
Francia fueron principalmente mercenarios, lo m i s m o que en el lado francés a
partir de la segunda mitad del siglo xiv. Los gastos suplementarios que esto
ocasionaba sólo podían cubrirse con las rentas procedentes del comerció: ya
obligaciones debidas directamente al príncipe, ya préstamos consentidos por los
comerciantes, ya contribuciones de órganos representativos de las ciudades o de
otras clases productivas. D e este m o d o los parlamentos, estados, asambleas
representativas de las secciones n o militares y plebeyas de las comunidades,
758 Aristide R . Zolberg
el, mérito de haberse esforzado por vincular formalmente esta dinámica con
otros procesos sociales33. Si no insistimos demasiado en las divergencias de
lenguaje ,y añadimos u n quinto punto referente a la retroacción del sistema
de. estados hacia las "contradicciones de clases" en el interior de algunos de
ellos, c o m o ha hecho Theda Skocpol en su análisis comparado de las grandes
revoluciones, este, esquema ilustraría bien el pensamiento que guia el análisis
siguiente24.
V a m o s a repasar rápidamente las transformaciones que, mediado el
siglo xvii, condujeron a la aparición de u n sistema interestatal de tipo particular:
el que ha sido caracterizado por la expresión "equilibrio de las potencias". Los
procesos de monopolización habíanse traducido, durante la segunda mitad del
siglo xv, en la aparición en la parte occidental del continente de dos conjuntos
territoriales desmesurados en comparación con todos los demás: por una parte
Francia, que tras haber recobrado los dominios ingleses del suroeste había destruido
también el Estado borgoñón, cuyas posesiones había absorbido (salvo los Países
Bajos), y contaba con una población de quince millones; por otra parte el conjunto
español, que pese a los esfuerzos de Francia se había constituido en 1469 sobre
las bases de la unión personal de las coronas de Castilla y de Aragón —cuando
ya esta última era una amalgama compleja—• y cuyo número de súbditos ascendía
a siete millones. Consolidados sus respectivos aparatos estatales —en el conjunto
español se trata sobre todo de Castilla—, los dos grandes n o tardaron en enfren-
tarse en Italia, antiguo campo de elección de las luchas entre el imperio y el Papado,
apuesta m u y tentadora por su riqueza económica y su debilidad estratégica
(debida ésta a la estabilización de los conflictos regionales, hacia la mitad del
siglo xv, en u n equilibrio constituido por media docena de conjuntos políticos
de talla exigua).
Después de dos décadas de conflictos (1494-1516), durante las cuales entran
también en juego el imperio, fortalecido con la adquisición de los Países Bajos
borgoñones e Inglaterra, los dos actores principales habían llegado casi a u n
equilibrio. L a partición de la península itálica en dos parecía la solución m á s
probable. Sin embargo, la elección del rey de España c o m o emperador en 1519
venía a alterar la situación de arriba abajo: la aparición de una superpotência
de tal envergadura permitía contemplar la reconstitución de u n imperio universal
que englobaba la cristiandad occidental entera. Destacaremos de pasada que en
este m o m e n t o crítico el éxito inesperado de las expediciones ultramarinas empren-
didas por la corona de Castilla daba a los Habsburgo una ventaja enorme: no
sólo la extraordinaria aportación financiera del botín amerindio desempeñó u n
papel importante en la elección c o m o emperador de Carlos I de España, sino
que las oportunidades abiertas por estas empresas atrajeron hacia su campo a
los emprendedores genoveses y alemanes, es decir al capitalismo internacional,
para el cual el conjunto habsburgués constituía, por su capacidad estratégica
para llevar a buen fin sus proyectos, el mejor ámbito de inversiones concebible.
Interacciones estratégicas y formación 76Z
de los Estados modernos en Francia e Inglaterra
mente con cada uno de ellos. Esta fue la señal de la gran rebatiña de ultramar.
Si bien el conjunto ibérico consiguió salvaguardar la mayor parte de su imperio
americano, Inglaterra, las Provincias Unidas y al cabo de algún tiempo Francia,
lograron poner pie en las Indias Occidentales (incluido el Brasil) y en el norte de
Florida. Los holandeses se introducían también en Asia a expensas de Portugal30.
U n a parte importante del m u n d o exterior se transformaba de este m o d o en peri-
feria explotada por Europa. Sin embargo, los mercaderes y colonos europeos n o
podían penetrar más que allí donde gozaban de la protección militar y naval de
sus gobiernos, n o sólo frente a los autóctonos o emprendedores n o europeos
ya establecidos en tal o cual zona, sino también respecto a sus competidores
europeos. D e tal suerte, la formación de la nueva "economía-mundo" n o puede
atribuirse exclusivamente a la dinámica inexorable del capitalismo; la fuerza de
disuasión que la organización estatal de los europeos les permitía movilizar
contribuía al éxito de sus mercaderes y con ello al ascenso del propio cristianismo.
M . Howard nos sugiere c ó m o , en sentido inverso, la división de la periferia
en zonas controladas por cada uno de los antagonistas fortalecía la tendencia al
desarrollo de u n sistema estatal en Europa misma. Según él, en una época en que
la guerra, evolucionando a la par de las transformaciones m á s generales que
sufrían las sociedades europeas, era cada vez más u n quehacer de mercenarios
("no hay dinero, n o hay suizos"), los medios que los combatientes podían movi-
lizar en el interior de sus países eran m u y reducidos. Los banqueros que habían
sostenido a los príncipes durante las décadas anteriores habían ido a la quiebra
por la insolvencia de sus clientes, que aún no habían implantado sistemas fiscales
que permitiesen efectuar una sangría constante de la riqueza de sus súbditos;
éstos, por otra parte, todavía n o habían acumulado riquezas a la escala necesaria
para la financiación de campañas ahora prolongadas e indecisas. "Así, la capa-
cidad de sostener la guerra y de mantener con ello el poder político en Europa,
en el curso del siglo xvn se hizo cada más más dependiente del acceso a la riqueza
extraída del m u n d o extraeuropeo o creada por el comercio derivado, a fin de
cuentas, de esta riqueza"31.
Por sugestiva que parezca, esta hipótesis precisaría algunas matizaciones,
ya que es evidente que la situación no era la misma en todos los momentos y en
todos los casos. Entre los actores que desempeñaron u n papel político y militar
de primer orden durante la primera mitad del siglo xvii, ni Francia ni Suécia,
por ejemplo, disfrutaron de semejante provisión. Esto contribuiría quizás incluso
a explicar que los apremios internacionales llevaran precisamente al Estado, en
estos dos casos, a ejercer una presión más fuerte respecto a la sociedad interior,
iniciando así los ciclos que se tradujeron en la institucionalización del absolutismo
en el pleno sentido de la palabra. E n definitiva, apenas si había en ese m o m e n t o
en Europa más que dos actores para los cuales el m u n d o extraeuropeo constituía
ya una fuente importante de riqueza: eran la rama española de los Habsburgo,
que dominó también Portugal hasta 1640, y las Provincias Unidas. Pero si n o
766 Aristide R . Zolbérg
en política interior y en política exterior, pues las opciones que en cada una
de estas esferas se seguía eran complementarias. A riesgo de simplificar u n
poco, podría decirse que, dada su falta de medios iniciales, la monarquía n o
podía fortalecer su poder m á s que apelando a un apoyo exterior que, en ausencia
de alternativas, había de ser el de Francia. Esto implicaba la persecución por
parte de la monarquía de una política extranjera contraria a los intereses econó-
micos de los que apoyaban la tendencia parlamentaria, así c o m o de una política
religiosa contrapuesta al que había llegado a ser, desde hacía más de u n siglo,
uno de los pilares de la identidad nacional. N o basta el equilibrio de las fuerzas
interiores para explicar la solución del conflicto, pues, pese a todo cuanto en el
interior se oponía a su proyecto, la monarquía, amparada tras el apoyo de la
mayor potencia europea, n o anduvo m u y lejos de conseguir sus propósitos. Los
que se oponían a esta tendencia lograron detenerla explotando las oportunidades
ofrecidas por la configuración internacional. D e esta manera, la cristalización
de una diferenciación decisiva de la morfología del Estado europeo —monarquía
absoluta, monarquía parlamentaria— se explica por la convergencia de los
procesos internos y externos en la interfaz del caso m á s crítico.
Recordemos m u y brevemente el encadenamiento de los hechos45. Mientras
que a partir de 1668 Inglaterra formaba con Holanda y Suécia una triple alianza
contra Francia, su rey firmaba en 1670 u n acuerdo secreto con ésta en el que se
comprometía a declararse católico cuando la situación lo permitiera, obteniendo
a cambio los subsidios necesarios para su liberación de las coacciones parlamen-
tarias. Pese a la bancarrota del Estado, Carlos II emprendía en 1673 una guerra
contra las Provincias Unidas, en alianza con Francia, y dos días antes de decla-
rarla, decretaba una indulgencia para los católicos (así c o m o para las minorías
protestantes), mientras el Parlamento reafirmaba la supremacía anglicana. Revo-
cado luego el Parlamento y suspendido durante casi todo el periodo 1674-79,
el monarca había llegado a depender m á s que nunca de su protector extranjero.
Entretanto, los adversarios del proceder de Carlos II multiplicaban los obstáculos:
esforzándose por desviar la política extranjera de su orientación demasiado
exclusivamente francesa, su propio ministro, Sir T h o m a s Osborne, negociaba
el matrimonio de Maris, hija mayor del rey, con el príncipe Guillermo, el m u y
protestante jefe de la casa de Orange y estatúder de las Provincias Unidas, al
tiempo que tomaba cuerpo u n movimiento para sustituir en el orden de la sucesión
al católico Jaime por el duque de M o n m o u t h , hijo ilegítimo del rey, pero protes-
tante y de m á s edad que Jaime. Tras haber revocado el Parlamento una vez m á s
en 1679, Carlos II excluía a M o n m o u t h de la sucesión, declarándose él mismo
católico in extremis en 1685.
Al buscar la reconciliación con el Parlamento en el m o m e n t o de su ascenso
al trono, Jaime II sacaba partido de las amenazas de invasión —el duque de Argyll
en Escocia y M o n m o u t h en la propia Inglaterra— para obtener por fin la consti-
tución de u n ejército real cuyos efectivos se elevaron en seguida a 30 000 hombres.
Interacciones estratégicas y formación 775
de los Estados modernos en Francia e Inglaterra
Conclusión
que nos hallamos frente a dos conjuntos de presiones que convergen en la interfaz
y cuyas relaciones son ellas mismas indeterminadas. Si es cierto que hemos apren-
dido a pensar c ó m o las presiones engendradas por las relaciones de producción
y cuanto con ellas se relaciona, así c o m o las que pueden atribuirse a las estructuras
políticas internas ya establecidas, se conjugan para determinar la evolución
ulterior de u n sistema político dado, no es menos ciertos que las presiones que
hemos identificado intervienen de forma decisiva en momentos críticos de esta
evolución. C o m o estas presiones tienen u n carácter sistemático, sería erróneo
relegar sus manifestaciones a lo episódico, es decir, insertarlas arbitrariamente
en el nivel m á s bajo de una jerarquía de determinismos. T o d o induce a creer,
sin embargo, que el peso relativo de cada uno de estos conjuntos de presiones
varía de época en época y de situación en situación. ¿ C ó m o , por qué y con qué
consecuencias? Eso es, sin duda, lo que se trata de precisar. D e todo ello se infiere
que las oportunidades de realizar nuestras legítimas ambiciones teóricas serán
m u c h o mejores si, desde el primer m o m e n t o , nos ponemos a pensar nuestras
teorías con relación a unos parámetros relativamente precisos, es decir, limitando
en el tiempo y en el espacio el universo al que se hayan de aplicar. Así es c o m o la
historia y la sociología podrán aliarse en la persecución de una tarea c o m ú n .
Agradecimientos
El autor quiere expresar su agradecimiento a M . G u y Hermet, director del Centro de Estudios e Inves-
tigaciones Internacionales de la Fundación Nacional de Ciencias Políticas, por su hospitalidad, así
como al personal del C E R I que se encargó de la copia mecanográfica del presente trabajo. U n a primera
versión de la misma fue presentada durante las jornadas en memoria de Stein Rokkan organizadas por .
el C E R I , la Escuela de Estudios Superiores de Ciencias Sociales y la Maison des Sciences de l ' H o m m e ,
efectuadas en París los días 27 y 28 de mayo de 1980.
Notas
1
Nuestras observaciones se dirigen tanto a la socio- versity Press, 1979); Reinhard Bendix, Kings
logía como a la ciencia política. Los princi- or People: Power and he Mandate of Rule
pales trabajos que se nos ocurren son los (Berkeley, University of California Press,
siguientes: Barrington Moore, Jr., The Social 1978); Bertrand Badie y Pierre Birnbaum,
Origins of Dictatorship and Democracy (Bos- Sociologie de l'État (Paris, Grasset, 1979).
ton, Beacon Press, 1966); la introducción de H e m o s de hacer constar, no obstante, que ya
Charles Tilly a la obra colectiva dirigida por otros han planteado cl problema que nos
él mismo, The Formation of National States ocupa. Entre ellos citaremos a Perry Ander-
in Western Europe (Princeton, Princeton Uni- son, Lineages of the Absolutist State (Londres,
versity Press, 1975); las aportaciones de Stein N e w Left Books, 1974); Theda Skocpol,
Rokkan y de Samuel Finer (a las que m á s States and Social Revolution (Nueva York,
adelante nos referiremos de nuevo) a esta Cambridge University Press, 1979), y sobre
misma obra; R a y m o n d Grew (dir. publ.), todo Immanuel Wallerstein, The Modern
Crisis of Political Development in Europe and World-System (Nueva York, Academic Press,
North America (Princeton, Princeton Uni- 1974). Fue, por lo demás, con ocasión de
780 Aristide R. Zolberg
Notas (continuación)
una crítica detallada de este último ("Origins bert Fawtier, The Capctian Kings of France,
of the Modern World-System: A Missing p. 88-95, Nueva York, St. Martin's Press,
Link", que publicará World Politics en 1981) 1960.
c o m o emprendimos el análisis respecto al Norbert Elias, La dynamique de l'Occident, p . 44-
cual el presente trabajo representa una se- 64, Paris, Calmann-Lévy, 1975.
gunda etapa. Yves Renouard, "1212-1216: C o m m e n t les traits
- H . G . Koenigsbergcr, "Monarchies and Parlia- durables de l'Europe occidentale moderne se
ments in Early Modern Europe: Dominium sont définis au début du XIIe siècle", Annales
Regale or Dominium Politicum et Regale", de l'Université de Paris, vol. XXVIII, n.° 1
Theory and Society, vol. V , marzo de 1978, (enero-marzo de 1958), p. 5-21.
p . 214. Elias, op. cit., p. 63.
3
Véase J. P . NettI, " T h e State as a Conceptual Strayer, op. cit., p. 26-27.
Variable", World Politics, julio de 1968, Samuel E . Finer, "State and Nation-Building in
p . 559-592. A partir de este análisis es c o m o Europe: The Role of the Military", en Tilly,
hemos llegado a la noción de la "interfaz". op. cit., p. 84-163. Este enfoque coincide con
4
Nuestra lectura de Fernand Braudel se basa en la el que bosqueja Elias a propósito de la "socio-
edición norteamericana de The Mediterranean genèse du monopolefiscal",op. cit., p. 153-
and the Mediterranean World in the Age of 183.
Philip II (Nueva York, Harper and R o w , Salvo indicación en contrario, nuestro examen de
1976); respecto a los historiadores, véase tam- la evolución militar a lo largo de todo este
bién William McNeill, The Rise of the West: ensayo se basa en la obra clave de Michel
A History of the Human Community (Nueva Howard, War in European History, Oxford
York, T h e N e w American Library, 1963); y University Press, 1976.
Geoffrey Barraclough, An Introduction to Hintze, en Gilbert, op. cit., p. 312, 340, 345 y ss.
Contemporary History (Baltimore, Penguin, Bernard Guénée, L'Occident aux XIV' et XV' siè-
1967). E n cuanto a los sociólogos, véase Tal- cles: les États, p . 205, Paris, Presses Univer-
cott Parsons, Societies: Comparative and sitaires de France, 1971.
Evolutionary Perspectives (Englewood Cliffs, Anderson, op. cit., p. 86.
Prentice-Hall, 1967) y la obra de Wallcrstein Howard, op. cit., p. 13.
citada supra. Véase " T h e General Crisis of the Seventeenth
0
Este es el defecto del modelo, por lo demás m u y Century", en H . R . Trevor-Ropper, The
sugestivo, que propone George Modelski, European Witch-Craze of the Sixteenth and
" T h e Long Cycle of Global Politics and the Seventeenth Centuries, p . 46-89, Nueva York,
Nation-State", Comparative Studies in Society Harper and R o w , 1969.
and History, vol. 20, n.° 2, avril de 1978, Anderson, op. cit., p. 32-39, y especialmente Ia
p . 214-235. M á s adelante adoptamos, no nota 37, p. 37. E n cuanto a la atribución de
obstante, el esquema de B . F . Porshnev, que la "sobredeterminación" a España, véase
se esfuerza por salvar esta laguna. p . 60 de la misma obra.
G
Anderson, op. cit., p. 21, 405, 409, 412, 423-424. B . F . Porshnev, "Les rapports politiques de l'Eu-
Fundada en los trabajos de Marx y de Weber, rope occidentale et de l'Europe orientale à
que según estimación de Anderson se comple- l'époque de la Guerre de Trente A n s " , en
mentan más que se oponen a dicho respecto, Comité Internacional de Ciencias Históricas,
esta concepción se aproxima a la de McNeill XI' Congrès international des sciences histo-
(supra), que pone el acento sobre la "hetero- riques. Rapports, IV. Histoire Moderne,
geneidad" del occidente medieval. p . 138, 161 y 162, nota 1. Uppsala, Almqvist
7 and Viksell, 1960.
Otto Hintze, " T h e Formation of the States and the
Constitutional Development: a Study in His- Ludwig Dehio, The Precarious Balance, Nueva
tory and Politics", en Felix Gilbert (dir. York, A . A . Knopf, 1962. Salvo indicación
publ.), 77;e Historical Essays of Otto Hintze, en contrario, nuestro examen de la formación
p. 167, Nueva York, Oxford University Press, del sistema intercstatal a comienzos de la
1975. época moderna se inspirará en esta obra
8 clásica, injustamente postergada (publicada
Joseph R . Strayer, On The Medieval Origins of the
Modern State, Princeton, Princeton Univer- en 1948 con el título de Gleich-Gewicht Oder
sity Press, 1970. Hegemonie). E n cuanto al aspecto teórico,
• N o s basamos aquí en la edición americana de R o - véase sobre todo Morton Kaplan, System and
Interacciones estratégicas y formación 781
de ¡os Estados modernos en Francia e Inglaterra
Notas (.continuación)
Process in International Politics, p. 21-36, puede también adquirir la forma de una va-
Nueva York, John Wiley and Sons, 1957. riable que permite la construcción de un
Theda Skocpol, States and Social Revolutions, Estado sobre la base casi exclusiva de la
p. 22-24, así como su análisis de los casos organización militar. Estos casos ilustran un
particulares. proceso de creación del estado merced al
G . R . Elton, Reformation Europe, 1517-1559, "valor añadido" a partir de determinadas
p. 119, Nueva York, Harper Torchbooks, circunstancias sociales en u n contexto parti-
1963. Dehio, inspirándose en Ranke, ve cular. Sobre el papel de los subsidios franceses
aquí la primera manifestación del mecanismo y rusos en la empresa de Gustavo-Adolfo,
de contrapeso aportado a Europa por una véase Porshnev, op. cit., p. 150-151.
potencia marítima periférica (The Precarious 37 Howard, op. cit., p. 64.
38
Balance, p. 38). C o m o podrá observarse, este Anderson, op. cit., p. 62.
análisis está completamente de acuerdo con 39
Esta "curialización" ha sido objeto de un estudio
el esquema de Porshnev. ¿Era Lenin rankeano? detallado de Norbert Elias, La société de cour,
F. Braudel, op. cit., vol. IT, p. 945. Paris, Calmann-L6vy, 1974. Respecto a Io
Dehio, The Precarious Balance, p. 55. que nosotros llamamos "belicización", véase
Garrett Mattingly, The Armada, p . 401, Boston, Michel Foucault, Surveiller et punir, Paris,
Houghton Mifflin, 1959. Gallimard, 1976. Nuestra observación acerca
Geoffrey Parker, 77;e Army of Flanders and the del urbanismo de las plazas fuertes se inspira
Spanish Road, 1567-1659, Londres, C a m - en una visita al Musée des Plans-Reliefs
bridge University Press, 1972; del mismo situado en los desvanes del Hotel des Inva-
autor, The Dutch Revolt, Hammondsworth, lides (París, 1980).
40
Penguin Books, 1979. Todos los datos citados en el párrafo siguiente
Para J. H . Parry, por ejemplo, las actividades de están tomados del interesante bosquejo de
Francia y de Inglaterra en América serían P . G . M . Dickson y John Sperling, " W a r
como "contramovimientos tácticos del ta- Finance, 1689, 1714", en The New Cambridge
blero de ajedrez" (The Establishment of the Modem History. VI. The Rise of Great
European Hegemony, 1415-1715, Nueva York, Britain and Russia, 1688-1725, p . 284-315,
Harper Torchbooks, 1966). Véase también Londres, Cambridge University Press, 1970.
K . G . Davies, The North Atlantic World in 4 1 Puede advertirse ahí, desde luego, una alusión a la
the Seventeenth Century, p . 25-31, 35-45, interesantísima interpretación que propone
Minneapolis, University of Minnesota Press, Edward W . Fox en History In Geographic
1974; así c o m o , respecto a las Provincias Perspective. The Other France, Nueva York,
Unidas, C . R . Boxer, The Dutch Seaborne W . W . Norton, 1971.
42
Empire 1600-1800, Londres, Hutchinson, Roland Mousnier, Les institutions de la France
1965. sous la monarchie absolue. Tome II. Les
Howard, op. cit., p. 51. organes de l'État et la Société, p . 7 y ss,
Adoptamos aquí, en líneas generales, la interpre- Paris, Presses Universitaires de France, 1980.
tación de P . Anderson, op. cit., p. 71-84. Véase también su conclusión general.
43
El nexo entre la organización política y el impulso Lawrence Stone, "The English Revolution", en
económico de las Provincias Unidas aparece Robert Förster y Jack P . Greene (dir. publ.),
subrayado por Douglass C . North y Robert Preconditions of Revolution in Early Modern
Paul en The. Rise of the Western World. A Europe, p . 68, Baltimore, Johns Hopkins
New Economic History, p. 132-145, C a m - University Press, 1970.
44
bridge, University Press, 1973. Estos autores Ibid., p . 103-108. Puede ser de interés consultar
minimizan, no obstante, la aportación de la igualmente Christopher Hill, The Century of
explotación de la periferia al desarrollo del Revolution, 1603-1714, p. 13-14, Nueva York,
capitalismo holandés. W . W . Norton, 1961.
45
Howard, op. cit., p. 49, 54. N o s basamos aquí en Christopher Hill, The Cen-
Anderson, op. cit., p. 98. tury of Revolution, p. 193-311.
40
Desdichadamente no nos podemos demorar en el El párrafo siguiente se basa en David Ogg, " T h e
caso de Suécia, que demuestra, como de Emergence of Great Britain as a World
forma aún más espectacular lo hará el Ducado Power", en The New Cambridge Modem
de Brandenburgo (Prusia) algún tiempo m á s History, op. cit.
tarde, que la configuración internacional
Desarrollos en la periferia
Guillermo O'Donnell
parte de Asia y África fue una fase crucial en el desenvolvimiento del imperialismo
capitalista. Esto quiere decir, entre otras muchas cosas, que en Latinoamérica la
maquinaria burocrática colonial era m u y diferente —en su forma, su funciona-
miento y la penetración social de sus efectos— de la de las colonias africanas y
asiáticas. A d e m á s , en la América hispana (no en Brasil, donde la burocracia
imperial continuó funcionando sin interrupción apreciable después de la indepen-
dencia política) esto significó que a principios del siglo xix se produjo una impor-
tante remodelación de la burocracia pública; en algunos casos, m u y pocos, se
acercó a la disolución pura y simple, para reaparecer con rostro m u y diferente
unas décadas después. Por débil y penetrada por intereses neocoloniales que se
encontrase, esto determinó en Latinoamérica u n proceso bastante largo de
formación estatal, así c o m o la gestación de u n sinfín de sectores medios que se
formaron y nutrieron merced a su imbricación en el aparato del estado. A u n q u e
tanto la pauta de continuidad con la administración colonial —al estilo del
Brasil— c o m o la discontinuidad, bastante acusada, característica de la América
hispana pueden observarse en el Asia y el África contemporáneas, la remodelación
y reorientación del aparato estatal hacia objetivos nacionales (más o menos
auténticos) en estos últimos continentes es u n acontecimiento muchísimo m á s
próximo a nuestros días.
Esto n o es sólo una cuestión de trivial tiempo cronológico. Baste considerar
que algunos países latinoamericanos (más específicamente Argentina, Chile y
Uruguay), a la vuelta del siglo xix habían completado básicamente las tareas de
unificación económica y construcción de la nacionalidad, mientras que práctica-
mente todos los demás países de este continente n o consiguieron esto m i s m o hasta
los años de 1930. Por el contrario, éste es u n hecho bastante reciente, o todavía n o
cumplido del todo, en la mayoría de los países m á s recientemente descolonizados
del resto del tercer m u n d o . Ello no sólo ha significado una pauta diferente con
respecto al control y la expansión del aparato del Estado. Significa, también, que
tales procesos están insertos en u n m o m e n t o histórico del sistema mundial suma-
mente distinto. E n primer lugar, la superioridad en armamentos que u n aparato
estatal mínimamente dotado (o u n grupo o región estrechamente vinculado a una
potencia extranjera) puede tener hoy día sobre la población en general es muchí-
simo mayor que la que podían tener los incipientes estados latinoamericanos de
principios del siglo xix, que en muchos casos necesitaron décadas antes de poder
disponer de una clara superioridad coercitiva sobre su territorio.
M á s importante aún, si la descolonización no significó la independencia
económica, sino, en la mayor parte de los casos, alguna forma de neocolonialismo,
han sido distintas las formas concretas que este hecho revistió en los siglos xix y xx.
Después de la independencia política, Latinoamérica pasó a ser la colonia econó-
mica informal de, según los casos, Inglaterra y los Estados Unidos. A m b a s poten-
cias se hallaban en la fase de expansión rápida y capitalismo competitivo. E n
cambio, la inmensa mayoría de los países africanos y asiáticos descolonizados a
El aparato estalai en los países del tercer mundo 787
del Estado que superaba con m u c h o la de los primeros casos. Sería de esperar
que unos papeles tan distintos de los aparatos estatales, en sociedades que variaban
tanto dentro de esta dimensión, generaría diferencias significativas en los ritmos
y m o d o s de expansión de los propios aparatos estatales, y que estos, a su vez,
nos darían abundante información complementaria y acaso parcialmente correc-
tora de lo que los historiadores económicos y sociales nos han enseñado acerca
de los orígenes de nuestras naciones.
Si estos dos tipos de situaciones muestran unos perfiles relativamente
bien definidos, lo m á s corriente en Africa y en buena parte de Asia, con algunos
casos significativos en Latinoamérica, presupone la imposición de la férula
colonial y, posteriormente, u n Estado incipiente que se esfuerza por ser nacional
(que puede coincidir o no con las fronteras de la administración colonial) sobre
una población sumamente heterogénea: es decir, ni la "tierra despoblada", ni
los casos de imperio tradicionales, relativamente homogéneos. E n este tercer tipo
de situación, tienden a adquirir una significación m á x i m a la etnia, la lengua
regional, la religión, la cultura y otros atributos vividos c o m o enormemente
importantes por las respectivas subpoblaciones. El cuadro se complica aún m á s
cuando olas de inmigrantes m á s recientes, también m u y diferenciados respecto
a la población preexistente, tienen que asumir un papel políticamente subordinado
paro hacerse cargo de papeles importantes c o m o miembros de la burguesía
compradora y/o el comercio interior. L a situación se torna todavía más complicada
cuando, c o m o frecuentemente ocurre, las plantaciones y enclaves con que el
capital internacional da cuerpo a su presencia previa comprenden, aparte del
puerto y la capital, sólo una fracción del territorio, extremando de esta manera
—al "modernizar" a la subpoblación o subpoblaciones vinculadas a esa parte
del territorio— el grado de heterogeneidad existente y sus virtualidades explosivas.
E n estos casos, el aparato estatal, por una parte, tiene generalmente que cumplir
la tarea "normal" resultante de su status semicolonial (es decir, tratar con las
fracciones de capital internacional corporeizadas en su propio territorio), y por
otra parte tiene que encontrar alguna forma de imponer su ley sobre dicha sociedad.
L o ideal, pero lo m á s difícil, es que el aparato estatal consiga situarse c o m o
árbitro supremo de los conflictos provenientes de semejante fraccionamiento.
L o m á s frecuente es que el.aparato del Estado se encuentre en manos de alguna
subpoblación — o coalición de subpoblaciones—, lo que supone u n serio obstá-
culo para su tarea de promover la nacionalidad, por cuanto n o podrá menos de
aparecerse, a las subpoblaciones sometidas, c o m o la negación m i s m a de sus
aspiraciones de universalidad y dedicación al interés c o m ú n .
Sólo en los casos en que la colonización se llevó a cabo en tierras prácti-
camente despobladas tienen alguna plausibilidad las teorías clásicas del Estado
c o m o transfiguración política de la sociedad civil existente. E n nuestro segundo
tipo de situación, el Estado — m á s concretamente, el aparato estatal— es u n o
de los mecanismos básicos para la permanente exclusión política y económica
790 Guillermo O'Domtell
Tenemos que añadir aún otra dimensión, que es también general y c o m ú n para
todos los países del tercer m u n d o : el impacto especialmente grave que, debido a
su dependencia económica, han tenido algunas crisis mundiales, sobre todo la
de comienzos de los años treinta. N o obstante, dichas crisis tendían a producir
efectos diferentes según que cada país hubiese obtenido la independencia política
o siguiera bajo dominación colonial. E n este último caso, así c o m o durante las
dos guerras mundiales, fuesen cuales fueren los intereses locales, solían ser lisa y
llanamente desatendidos por la administración colonial en aras de los intereses
económicos y/o estratégicos directos de la potencia imperial. U n a acentuación
tan drástica de la subordinación "normal" de la colonia al centro debió dejar
huellas profundas, no sólo en la economía sino también en la forma del aparato
administrativo, realidad inicial de que partieron (en la mayor parte de los casos
no m u c h o tiempo después) los primeros gobiernos poscoloniales. E n los países
donde la independencia política se había conseguido antes de dicha crisis se
dieron respuestas m u y variadas. E n algunos casos, la economía y el aparato
estatal se vinieron prácticamente abajo; en otros, el aparato de estado se mantuvo
pasivamente a la espera, sin innovaciones institucionales y políticas de impor-
tancia, aguardando el fin de las graves recesiones desencadenadas. E n otros
países —que, no por casualidad, fueron los que tenían importantes bases de
acumulación de capital en manos de una burguesía local y con ello, c o m o ya se
ha dicho, u n aparato estatal m á s diversificado y complejo— se reaccionó' ante
la crisis mundial de 1930 con políticas encaminadas a una expansión del mercado
interior y el aparato del estado, fomentando de esta manera u n rápido proceso
de industrialización/sustitución de las importaciones que aquellas precondiciones
mismas hacían posible. C o m o consecuencia, el impacto de la crisis fue m á s suave
y más corto que en casi todos los demás casos. D e m o d o semejante, cuando la
segunda guerra mundial provocó importantes restricciones de las importaciones,
798 Guillermo O'Donnell
aparato del Estado: este último al c o m p á s de los intentos de ejercer los controles
mencionados, de atacar los problemas económicos c o n m a y o r afinación, y esta-
blecer además diversos m o d o s de asociación directa c o n las referidas sociedades.
U n a vez m á s , c o m o sucedió c o n la crisis mundial, estos acontecimientos exterior-
mente determinados h a n tenido profundas consecuencias. M u c h a s d e ellas h a n
sido minuciosamente analizadas, c o n la inexcusable excepción de los cambios
motivados en la forma y el papel del aparato del Estado y sus repercusiones en la
sociedad nacional.
Ultimamente venimos asistiendo a u n a tendencia novísima que h a puesto
en la vanguardia dinámica del capitalismo mundial n o tanto a las ya mencionadas
sociedades transnacionales industriales c o m o a las del capital financiero. Quizá
sea a ú n demasiado pronto para decir gran cosa acerca d e esto, salvo q u e el interés
de dicho capital c o m o acreedor choca c o n las crecientes dificultades que el tercer
m u n d o (excepción hecha de los países productores de petróleo y unos pocos m á s )
viene arrostrando en su balanza de pagos. Si hace unos años tales dificultades
favorecían el predominio del capital financiero internacional merced a sus prés-
tamos, la acumulación de déficits en el sector exterior parece indicar cuan estrechos
son los límites de tal expansión financiera a escala mundial. L a m a y o r parte d e
los países del tercer m u n d o que h a n arrostrado dificultades serias a este respecto
(generalmente combinadas con graves crisis políticas), h a n tratado d e hacerles
frente con medidas que intentan (de u n a forma neoliberal completamente ortodoxa,
sea cuales fueren las fidelidades ideológicas proclamadas por los gobiernos respec-
tivos) invertir los planes de desarrollo basados en la industrialización a ultranza,
y, con ello, en el crecimiento del aparato del Estado, especialmente e n sus insti-
tuciones m á s íntimamente relacionadas c o n misiones de fomento de iniciativas y
del bienestar social. Esto, naturalmente, viene a desmentir toda concepción lineal
del peso siempre creciente del aparato del Estado, aunque m a l puede decirse que u n
aparato así recortado tenga u n m e n o r impacto social y económico que predecesor.
H e m o s añadido, a las dimensiones anteriormente analizadas, el impacto de
algunos cambios cruciales acontecidos en el contexto internacional. T o d o junto
puede servir de inestimable perspectiva para u n e x a m e n comparativo con márgenes
de variación suficientes —caso por caso o , en última instancia, región por región—
a lo largo de unas dimensiones que si son manifestamente incompletas parecen
codeterminantes m u y significativas, primero, de la formación histórica de los
aparatos de Estado en el tercer m u n d o , y, segundo, de los efectos que su confi-
guración y cometidos, así c o m o los cambios en u n a y en otros, h a n tenido y están
teniendo en las pautas del cambio socioeconómico en nuestros países. C o m o y a
queda dicho, n o hay forma posible de comprender cabalmente el pasado y el
presente de nuestros países — n o sólo sus políticas sino también su economía y su
sociedad— sin u n riguroso e x a m e n de esta faceta de su evolución histórica. A c a s o
las concesiones que en estas notas h a habido que hacer a la ignorancia obren c o m o
u n toque de atención hacia esta materia de conocimiento tan relegada en el olvido6.
800 Guillermo O'Donnell
Notas
1
Hasta donde ni saber alcanza, las excepciones ment, with Special Reference to Staples, Prin-
son los estudios dirigidos por Osear Oszlak ceton, Institute for Advanced Study, 1978.
6
en la Argentina ( C E D E S ) , Fernando Unico- Fernando H . Cardoso y Enzo Faletto, Dependencia
chea y José Murillo de Carvalho en el Brasil y desarrollo en America Latina, México D . F . ,
(IUPERJ) y el proyecto sobre la formación Siglo xxi, 1969.
6
histórica del aparato estatal en América Cen- Quizá valga la pena mencionar que en el XII C o n -
tral acometido por el Consejo Superior de greso Mundial de la Asociación Internacional
Universidades Centro Americanas ( C S U C A ) . de Ciencia Política que habrá de celebrarse en
2
Esto es u n llamamiento a los economistas, no sólo Río de Janeiro, Brasil, en agosto de 1982,
a los historiadores, antropólogos y científicos se ofrecerá espacio m á s que suficiente para
de la política. L o que los primeros escriben debatir y analizar los diversos puntos y cues-
sobre las economías tercermundistas suele dar tiones referentes al Estado, con especial hin-
la impresión de que la forma y el papel capié en el tercer m u n d o . El programa prepa-
concretos de cada aparato de Estado no mere- rado para este Congreso en parte duplica y en
cen ser tomados en consideración o, a lo parte complementa los temas bosquejados en
s u m o , que constituyen una traba para el las presentes notas. E n realidad, m á s que
"correcto" funcionamiento de la economía. estudiar — c o m o se hace aquí— los efectos del
Por las razones ya expuestas, tal ceteris aparato estatal sobre los cambios que aconte-
paribus no puede ser m á s falso y engañoso, cen en la sociedad, el programa, sin excluir
aun para los análisis económicos estrictos. tal perspectiva, se propone destacar una forma
3
Cf. entre otros Melville Watkins, " A Staple Theory alternativa (pero complementaria) de consi-
of Economic Growth", Canadian Journal of derar dichas relaciones. Esto es, el estudio de
Economics and Political Science, n.° 29, los movimientos sociales y políticos, pro-
m a y o de 1963. blemas de la heterogeneidad social, margi-
1
E n cuanto a la primera exposición de las ideas de nalidad y exclusión, así c o m o las cuestiones
Hirschman sobre los eslabonamientos econó- referentes a la ciudadanía, los derechos
micos, véase Strategy of Economic Develop- humanos y las diversas formas de participación
ment, N e w Haven, Yale University Press, en el Estado o de desafío y enfrentamiento
1958. L a reciente ampliación de la teoría de con él, en la medidad en que todas estas
los eslabonamientos de este autor se encuentra cosas influyen en las características de las polí-
en A Generalized Linkage Approach to Develop- ticas nacionales y de los aparatos de Estado.
Algunas cuestiones teóricas sobre
el Estado en las formaciones sociales
dominadas del Africa
Issa G . Shivji
Issa G. Shivji enseña en la facultad de derecho de la Universidad de Dar Es Salaam, P . O . Box 953,
Tanzania. Ha publicado The Silent Class Struggle (1974) y dirigido la publicación de Class Struggles
in Tanzania (1976) y de Tourism and Socialist Development (1975). En la actualidad se halla a
punto de concluir un estudio sobre la historia del movimiento obrero tanzano.
El problema de qué clase o qué clases retienen el poder estatal en las formaciones
sociales dominadas por el imperialismo h a constituido el meollo de algunos de los
vivos debates sostenidos en África oriental. C o m o v a m o s a ver en seguida, esta
cuestión guarda u n a relación m u y estrecha con el tránsito del Estado colonial al
neocolonial.
C o n diferencias de acentuación y de formulaciones, la mayoría de los
autores convienen en que, bajo el colonialismo, la clase dominante era la burguesía
metropolitana. O dicho de otra manera, el Estado colonial era parte del Estado
imperialista. Entonces surge la pregunta: ¿ Q u é cambio h a aportado la indepen-
dencia, si es que h a aportado alguno? Según W . Nabudere y sus colegas, que se
han interesado al m á x i m o por el problema, la independencia n o aportó virtual-
mente ningún cambio en el carácter clasista del poder del Estado. Sostienen que
la clase dominante en todos los Estados imperialistas, es la oligarquía financiera.
C o n el ascenso del imperialismo, esta oligarquía financiera concentró todo el
capital en sus m a n o s a nivel mundial; de esta manera controla y d o m i n a las
economías de todas las neocolonias. C o m o la oligarquía financiera es la clase
económicamente dominante, también m a n d a políticamente y es por lo tanto la
clase dirigente: Jos dueños del capital son también los dueños del Estado.
806 Issá G. Sliivji
debates marxistas de las primeras décadas del presente siglo advertirán en seguida
la similitud entre estas tesis y las expuestas por Kautsky y Kievsky en diferentes
momentos. A estos dos teóricos les contestó Lenin. Puesto que Nabudere y sus
afines se empeñan en que sus tesis derivan fielmente de Lenin, n o estará de m á s
recordar m u y brevemente la posición de Lenin en estos debates de primera hora.
Kautsky especuló sobre la posibilidad de que todos los capitales financieros
nacionales se uniesen para formar u n capitalfinancierointernacionalmente unido
que explotara conjuntamente el m u n d o 2 4 . L a tesis de Nabudere, sobre u n a oligar-
quíafinancieramundial se acerca muchísimo al capitalfinancierointernacional-
mente unido de Kautsky. Kautsky utilizó su teoría para justificar su visión del
imperialismo c o m o u n hecho pacífico. Lenin ridiculizó esta concepción c o m o
oportunista porque ' 'elude y oscurece las profundísimas y esenciales contradicciones
del imperialismo: las contradicciones entre el monopolio y la libre competencia
que existe junto a él, entre las gigantescas 'operaciones' (y gigantescos beneficios)
del capitalfinancieroy el comercio 'honrado' en el mercado libre, la contradicción
entre los cartels y los trusts, por u n lado, y la industria n o cartelizada por el
otro, etc."25.
Lenin sostenía que las diversas alianzas entre países imperialistas eran
simplemente treguas en periodos entre guerras y que el capitalismo monopolista n o
eliminaba la competición sino que m á s bien la intensificaba entre los capitalistas
financieros rivales. Este y no otro es el origen de las guerras imperialistas. D e
suerte que Lenin jamás pudo concebir el capitalfinancierotan internacionalmente
unido que pudiese proporcionar la base de una clase dirigente mundial.
Kievsky, por otra parte, se pronunció contra la petición de que se incluyera
la autodeterminación nacional en el programa del partido de los bolcheviques
arguyendo que en la "era del capital financiero" la autodeterminación nacional
era "inalcanzable". Y n o sólo eso, sino que tal petición era reaccionaria porque
el Estado nacional estorba el desarrollo de las fuerzas productivas26. Lenin refutó
este argumento c o m o una caricatura del marxismo y u n ejemplo de "economismo
imperialista". L a petición de autodeterminación nacional, argüyó Lenin, era
esencialmente una demanda de independencia política: u n derecho de la nación
oprimida a fundar u n Estado separado. Esto no quería decir que la independencia
política significara necesariamente la independencia económica, pues el capital
financiero era capaz de someter las economías de los países m á s soberanos y
políticamente independientes. M a s , con todo, la creación de Estados separados,
soberanos y políticamente independientes era posible y realizable. El derecho de
las colonias y las naciones oprimidas a separarse y crear Estados nuevos indepen-
dientes era u n derecho democrático fundamental y debía contar con el apoyo del
proletariado.
E n esta polémica la actitud de Lenin respecto a la cuestión del significado
de la independencia política está clara y puede resumirse del m o d o siguiente:
a) independencia política o autodeterminación nacional significa la instauración de
808 Issa G. Shivji
y Freyhold crean sobre esta base una ley de concentración política (a la Kievsky),
dando c o m o "real" la existencia de una sola y concentrada clase dominante (!).
Todos los argumentos que empleó Lenin contra Kautsky y Kievsky valen, por
tanto, incluso con mayor fuerza, para la impugnación de estos autores. Para poder
mantener en pie sus tesis de una sola clase dirigente a nivel mundial, que ejercería
el poder estatal en todos los países imperialistas y neocoloniales, Nabudere y
Freyhold tendrían que demostrar primera y principalmente que tal clase única a
nivel mundial existe. Pues si las clases, según Lenin, son "grandes grupos
humanos que difieren entre sí por el lugar que ocupan en el sistema de producción
social históricamente determinado"31, tendrían que demostrar al menos la exis-
tencia de un solo sistema de producción social a nivel mundial. Y desde luego, ni
Nabudere ni, m u c h o menos, Freyhold sostendrían que existe u n solo sistema de
producción social (una sola formación social) a nivel planetario.
También el concepto de "clase gobernante" presenta muchos problemas.
E n primer lugar, no está claro quién constituye el personal de rango superior en el
aparato estatal c o m o una clase. Constituirían una clase si se demostrara que
ocupan u n lugar preciso en el sistema de producción social, etc., lo cual no sucede
en el argumento de Freyhold. Esta autora se concentra m á s en el hecho de que son
altos funcionarios del Estado. Pero el ser empleados por el Estado no hace que u n
grupo social se convierta en una clase: si así fuera, entonces todos los funcionarios
que integran el aparato del Estado, desde el ministro al mensajero de los despachos
oficiales, serían miembros de la clase gobernante de Freyhold.
Por último, entre la concepción teórica de Freyhold de la clase gobernante
y su descripción y análisis de la "clase gobernante" de Tanzania hay una contra-
dicción inconciliable. E n teoría, se supone que la clase gobernante sólo dispone de
poderes formales, mientras que en la práctica, la "clase gobernante" de Tanzania,
según Freyhold, ha ejercido el poder y ha desempeñado todas aquellas funciones
(a través del Estado) que cualquiera atribuiría a una clase dirigente o dominante.
Según Freyhold, la "clase gobernante" ha consolidado el Estado en
Tanzania desde la independencia, ha establecido su supremacía y movilizado
clases "adictas" en el proceso de reconstrucción del Estado con arreglo a sus
propios intereses y de acuerdo con los de los inversores extranjeros. H a ampliado
los aparatos económicos del Estado mediante nacionalizaciones y otras medidas,
creando así un sector público. Había dos razones primordiales, dice Freyhold,
para que la clase gobernante optara por el capitalismo de Estado: " L a opción de
una apropiación colectiva se le impuso a la clase dominante por su debilidad
frente a otras clases sociales y la falta de recursos para el aparato del Estado.
Permitir a sus propios miembros y a la pequeño-burguesía africana no integrada
en el sector público pugnar individualmente por instalarse en un sector recién
abierto al capitalismo africano habría menoscabado la unidad y la disciplina
dentro de la propia clase gobernante y la habría dejado sin la fuerza y sin los
recursos necesarios para estabilizar su posición".
810 Issa G. Shivji
Conclusión
Notas
1
Marx, K . y Engels, F . , "El manifiesto del partido 6 The Central Committee of the Communist Party
comunista'^, en Marx y Engels, Obras selectas, of China, "Letter to the Central Committee
2
vol. I, Moscú, Editorial Progreso, 1969. of the Communist Party of the Soviet Union,
Marx, K . , "La guerra civil en Francia", en Marx y June 14, 1963", en Partido Comunista de
Engels, La comuna de París, Moscú, Editorial China, The polemic on the General Line of the
3
Progreso. International Communist Movement, Londres,
Marx, K . , "Carta a Ludwig Kugelmann, abril 12, Red Star Press Ltd., 1976.
1
1871", en Marx y Engels, ibid. ' Mortimer, R . , Indonesian Communism under Su-
The Communist Party of the Soviet Union, karno, Ideology and Politics, 1959-1965,
"The N e w Communist Manifesto", en Ja- p. 132-140, Ithaca y Londres, Cornell Uni-
cobs, D . N . (dir. publ.), The New Communist vcrsity Press, 1974.
Manifesto and related documents, 3. a edición, 8 Citado en ibid., p. 134, tomado de "Build the PKI
Nueva York, Evanston y Londres, Harper along the Marxist-Leninist Line to lead the
5
& R o w , 1965. People's Democratic Revolution in Indochina
Ibid., p. 31. (self-criticism of the Political Bureau of the
Algunas cuestiones teóricas sobre el Estado 813
en las formaciones sociales dominadas del África
Notas {continuación)
Immanuel Wallerstein
Immanuel Wallerstein es profesor de sociologia y director del Fernand Braudel Center for the Study
of Economics, Historical Systems and Civilizations en la State University of New York, Binghamton,
N.Y. 13901, Estados Unidos de América. Es autor de varias publicaciones, entre e/fas The M o d e r n
World-System (vol 1,1974; vol. II, 1980) y T h e Capitalist World-Economy (1979),
los que intervienen en el proceso de otros estados (más débiles) cuando éstos
últimos procuran dictar las normas que les convienen.
L a segunda objeción a esta forma de análisis es que pasa por alto la realidad
de las continuidades tradicionales, ocultas en las conciencias operativas de los
grupos. Tales conciencias en verdad existen y son m u y poderosas, pero ¿son
acaso continuas? N o lo creo, y m e parece que u n simple vistazo a la realidad
empírica permitirá confirmar m i opinión. L a historia de los nacionalismos, una
de las formas notorias de tales conciencias, demuestra que, todas las veces que
surgen movimientos nacionalistas, crean una conciencia, hacen renacer (incluso
inventan parcialmente) lenguajes, acuñan nombres y hacen hincapié en prácticas
consuetudinarias que establezcan una distinción entre su propio grupo y los demás.
L o hacen en nombre de algo que, según sostienen, siempre ha existido, pero en
muchos casos (si n o por regla general), deben forzar la interpretación de las
pruebas históricas de u n m o d o que todo observador desinteresado consideraría
parcial. Ello puede afirmarse n o sólo de las llamadas naciones nuevas del
siglo xx 2 , sino también de las naciones viejas3.
Es evidente asimismo que las declaraciones ideológicas sucesivas alrededor
de u n nombre determinado —lo que significa, lo que constituye su tradición— no
son continuas ni siempre iguales. Cada versión sucesiva se puede explicar con
arreglo a la política de la época, pero el hecho de que sean tan grandes las varia-
ciones de estas distintas versiones demuestra que la afirmación de continuidad no
puede considerarse más que c o m o una pretensión de u n grupo interesado. Son
arenas movedizas que no pueden servir de fundamento a u n análisis del funcio-
namiento político de los Estados.
El tercer argumento que se opone a esta forma de análisis es que hace caso
omiso de la posición central de la lucha de clases, cuya existencia se da implíci-
tamente por sentada dentro de una entidad determinada llamada sociedad o
formación social, que a su vez explica la estructura del Estado.
Si utilizamos empero la palabra clases para designar grupos que se definen
por la posición de sus integrantes en relación con el m o d o de producción, tenemos
que examinar para determinar quiénes constituyen esas clases, la realidad de toda la
serie de procesos integrados de producción. Los límites de estos procesos son evi-
dentemente m u c h o m á s amplios que los de los estados; ni siquiera los agolpa-
mientos parciales de los procesos de producción suelen coorresponder a los límites
de los estados. N o hay por lo tanto motivo alguno a priroi para suponer que
las clases estén circunscritas en algún sentido objetivo por los límites de u n Estado.
Ahora bien, cabe sostener que, históricamente, esa conciencia de clase tendió,
por motivos que analizaremos m á s adelante, a adoptar una forma nacional. Pero
el hecho de que así sea n o demuestra que la percepción analítica sea correcta.
Por el contrario, esté hecho de la forma nacional de conciencia de clases que
trasciende las fronteras de los estados llega a ser uno de los principales factores
que explican el m u n d o moderno.
820 Immanuel Walterstein
Se dice por último que esta forma de análisis pasa por alto el hecho de que los
estados m á s ricos no son los más fuertes, sino que tienden a ser relativamente débiles.
Pero esto implica una percepción errónea de lo que constituye la fuerza de los meca-
nismos estatales. Es confundir una vez m á s la ideología con la realidad analítica.
Algunos mecanismos estatales tratan de imponer el concepto de u n Estado
fuerte. Procuran limitar la oposición e imponer decisiones a los grupos internos;
son agresivos frente a los grupos externos. Pero lo importante es el éxito de la
afirmación del poder, no la fuerza de la intención. Sólo es preciso suprimir la
oposición allí donde realmente existe. Los estados que comprenden estratos relati-
vamente m á s homogéneos (debido a la desigualdad en la distribución de las
fuerzas de las clases en la economía mundial) pueden lograr por consenso lo que
otros pretende lograr (tal vez sin conseguirlo) con m a n o de hierro. Los empre-
sarios económicamente fuertes en el mercado no necesitan ayuda estatal para
crear privilegios de monopolio, si bien pueden necesitar ayuda del Estado para
oponerse a que otros empresarios logren, en otros estados, privilegios de m o n o -
polio que vulnerarían sus intereses.
Sostenemos pues que los estados son instituciones creadas que reflejan las
necesidades de las fuerzas de las clases que actúan en la economía mundial. Pero
no se crean en el vacío, sino en el marco de un sistema interestatal. D e hecho, este
sistema interestatal es el marco dentro del cual se definen los estados. L a carac-
terística específica del Estado moderno, que lo distingue de otras organizaciones
políticas burocráticas es el hecho de que los estados del m u n d o capitalista existen
en el marco de u n sistema interestatal. E n este sistema interestatal hay una serie
de cortapisas que limitan las posibilidades de adoptar decisiones de cada u n o
de los mecanismos estatales, incluidos los m á s fuertes. L a ideología del sistema
proclama la igualdad soberana pero, en realidad, los estados n o son ni iguales ni
soberanos. Los estados tratan de imponer a otros estados —no sólo los fuertes a
los débiles, sino los fuertes a otros igualmente fuertes— limitaciones en sus m o d a -
lidades de comportamiento político (y por ende militar) e incluso, lo que es aún
m á s notable, limitaciones a su capacidad de influir en la ley del valor en que se
basa el capitalismo. Estamos tan acostumbrados a observar todo lo que hacen
los estados para desafiar a otros estados que no nos detenemos a reconocer que,
en realidad, n o es m u c h o .
Estamos tan acostumbrados a pensar que el sistema interestatal raya en
la anarquía que no apreciamos hasta qué punto está regido por normas. Cierto
es que esas normas se infringen continuamente, pero debemos tomar en cuenta
las consecuencias y los mecanismos que entran en juego para obligar a los estados
infractores a introducir cambios en sus políticas. También, en este caso, debemos
prestar menos atención al ámbito evidente del comportamiento político y m á s
al ámbito menos observado del comportamiento económico. E n el sistema
interestatal del siglo xx la historia de los estados con partidos comunistas en el
poder es una prueba notoria de la eficacia de tales presiones.
Los estados en la vorágine institucional 821
de la economia mundial capitalista
1
Desarrollé detenidamente estas tesis en The Modern de 'ser nigeriano' es u n concepto nuevo. Pero
World-System, Nueva York, Academic Press parecería que la noción de ser 'yoruba' no
(vol. 1,1974; vol. II, 1980) y en The Capitalist es mucho más antigua. Por lo que usted dice,
World-Economy, Cambridge, Cambridge Uni- , no hay prueba alguna de que los subditos del
versity Press, 1979. reino de O y ó —¿o del anterior sistema estatal
2
E n 1956, Thomas Hodgkin escribió lo siguiente en basado en Ife?— utilizaran u n nombre común
una carta a Saburi Biobaku (Odù, n.° 4, para designarse a si mismos, aunque es posible
1957, p. 42): " M e ha impresionado su decía- que lo hayan hecho."
3
ración de que el uso del tórmino 'yoruba' para E n Santa Juana de George Bernard Shaw, el Noble
referirse a todo el conjunto de pueblos que se exclama lo siguiente : " ¡ U n francés! ¿De
consideran hoy yoruba (frente a la simple dónde sacó usted ese término? ¿Acado estos
designación de pueblos oyó) se debía en gran borgoñones y bretones y picardos y gascones
parte a la influencia de la misión anglicana en están empezando a llamarse franceses, asi
Abeokuta, y a su labor de elaboración de u n c o m o nuestros hombres están empezando a
idioma 'yoruba' común basado en el lenguaje llamarse ingleses? Hablan realmente de Fran-
. oyó hablado. M e parece u n ejemplo suma- cia y de Inglaterra c o m o de sus respectivos
mente interesante de la forma en que las países. ¡Como si fueran de cllosl ¿Qué va a
influencias occidentales han contribuido a ser de m í y de usted si tal manera de pensar
estimular u n nuevo tipo de sentimiento na- se pone de moda?"
cional. Todo el m u n d o reconoce que la noción
El Estado y el sistema mundial
Silviu Brucan
El Estado es, hoy por hoy, un concepto central en las ciencias sociales, y autores
de diversas escuelas de pensamiento sostienen que toda ciencia política se reduce,
en última instancia, al estudio del Estado. Y sin embargo, es tan poca la atención
que se le ha prestado en las últimas décadas que tiene uno a veces la impresión
de que el Estado fuese u n Leviatán dormido al que no afecta nada de lo que en
el m u n d o ocurre.
Para valemos de una categorización actual (de la que se ha abusado mucho),
mientras que en occidente el concepto de Estado ha quedado anegado en el
genérico y harto evanescente de "sistema político", en el este los apologistas
del socialismo real han evitado, por razones obvias, abordar el tema del Estado
real. Saltando por encima de esa categorización'artificiosa, hay marxistas occiden-
tales con tanta fe en elfiatelectoral que han llegado a creer que el Estado, que
tanfielmenteha servido a la burguesía, podría servir igualmente a la causa de una
revolución contra ella. Dicho de otra manera, nos enfrentamos por doquier con
la conocidísima tendencia a adaptar la teoría a las conveniencias de los políticos.
Se hace, pues, necesario replantear la teoría básica de M a r x sobre el Estado,
ver hasta qué punto es válida todavía y revisarla a la luz de los cambios aconte-
cidos tanto en las ciencias sociales c o m o en la realidad social. Hallaremos así
que el Estado ha sufrido modificaciones significativas tanto en papel c o m o en
funciones; diría yo que incluso algunos de los supuestos básicos sobre los que se
formuló la teoría marxista del Estado requieren una revisión completa, empezando
por sus orígenes.
Por mi parte sostengo que los tipos de Estado que hoy existen en el m u n d o
están en buena medida configurados por el contexto internacional. A decir verdad,
los cambios más recientes en las actividades y el comportamiento de los estados
L a Nación-Estado
de u n análisis racional y una apreciación ecuánime del callejón sin salida al que
se encaminaba. U n editorial expuso entonces una opinión diferente acentuando
un nuevo elemento: la aparición de una sección de la clase dominante norteameri-
cana (encabezada por el presidente Kennedy) que estaba dándose cuenta de los
peligros que aquel m o d o de proceder implicaba. A u n q u e la clase dominante n o
desee cambiar su política exterior, una divergencia de opinión (como ésta) dentro
de los círculos dirigentes hace posible una modificación en los propios intereses
de clase del capitalismo8.
Involucrados en dicha controversia aparecen puntos teóricos básicos que
conciernen: a) a la relación entre intereses de clase y política exterior; y b) al grado
de autonomía de que goza la administración o el Estado frente a la base
económica.
Los intereses y los objetivos de clase obran verticalmente dentro del sistema nacional,
pero no horizontalmente en las relaciones con otras naciones. A u n q u e la lucha de
clases sigue siendo el motor del desarrollo de la sociedad y las clases en conflicto
tienden a saltar al contexto internacional en busca de apoyo (por ejemplo, las
facciones en la guerra de Angola), no se extienden directamente a ese contexto
porque allí entran en una nueva esfera de acción política donde se hallan en juego
contradicciones de especie diferente. Aquí el apoyo puede provenir de fuentes
830 Silvitt Brucan
insólitas (por ejemplo, la ayuda masiva de Israel a los cristianos derechistas del
Líbano).
La esfera militar
La esfera económica
conclusión lógica es que las naciones desarrolladas no pueden superar las crisis
planificando en u n circuito cerrado.
L a auténtica novedad, sin embargo, es que la previsión de la O C D E es el
primer intento de planificación del desarrollo económico del m u n d o industria-
lizado c o m o u n todo. Hace sólo una década, esto se habría considerado en occi-
dente herético e ilusorio. Todavía tenía fuerza la ideología liberal de la ley del
mercado y la "libre empresa". L a previsión de la O C D E , las reuniones en la
cumbre de los siete grandes, así c o m o la O P E P , señalan una nueva fase en la
evolución del sistema capitalista mundial: el fin de la era liberal en que la ley
del mercado regulaba las relaciones económicas internacionales. Estamos asis-
tiendo, en cambio, a una politización general de la economía mundial.
Los gobiernos y los estados están haciéndose cargo de cuestiones econó-
micas que hasta la fecha manejaba el sector privado o se resolvían mediante
negociaciones entre las empresas y los gobiernos, mayormente sobre la base
de criterios económicos. H o y las consideraciones políticas son las que se imponen.
Cuando los siete países m á s ricos del m u n d o rehusan acometer una empresa
financiera masiva para ayudar a las naciones pobres a industrializarse, la moti-
vación es principalmente política. Aunque los economistas sostienen que tal
inversión podría suscitar a su vez una vigorosa expansión de las naciones de la
O C D E , éstas temen que un tercer m u n d o fuerte desafiaría su dominio en la estruc-
tura de poder mundial. Por el mismo tenor, cuando la O P E P decide subir m á s
el precio del petróleo mientras mantiene firmemente los niveles de producción, su
motivación esencial es también política. Podría ganar.mucho más dinero si la
producción se incrementase, pero prefiere conservar su recién descubierto poder
durante los próximos decenios influyendo en las pautas de consumo del norte
hambriento de petróleo.
H e m o s recorrido ya un largo trecho desde el "Estado celador nocturno" de
Lassalle, ese "Estado sereno" principalmente atento a velar por la seguridad
de las actividades del mercado y la empresa, mientras la producción, el comercio
y las finanzas corrían a cargo de las operaciones naturales de las leyes económicas.
L a gran depresión de los años treinta terminó con la intervención del Estado
para asegurar el funcionamiento de la economía nacional, la cual no podía dejarse
por más tiempo a merced de sus propios expedientes. Y ahora, cuando el sistema
económico yfinancierointernacional está en quiebra, se llama al Estado a desem-
peñar u n papel económico mayor cada día, no sólo en el ámbito nacional, sino
también internacionalmente.
¿ Y qué decir sobre el Estado y las sociedades multinacionales? Aquí el
principal punto teórico es que la simbiosis entre el Estado y los monopolios
no debe mirarse c o m o una fusión completa; m á s bien constituyen a m b o s u n
modelo dialéctico cuyas dos partes son solidarias y contrarias, convergentes y
divergentes. La cuestión, todavía por examinar, es ¿cuál de las dos está haciéndose
más poderosa en esta nueva fase del capitalismo?
838 Sllviu Brucan
Los datos que hay a m a n o indican que, por una parte, el Estado apoya a
las multinacionales en muchos aspectos, fomentando su expansión,. mientras
por la otra las multinacionales actúan en muchos casos contra las líneas políticas
del Estado.
Ahora bien, las multinacionales n o pueden ignorar las realidades del juego
del poder en un entorno en el que la competición por los mercados y las materias
primas se refuerza m u y a m e n u d o con la lucha por posiciones estratégicas, esferas
de influencia y bases militares. N o es, pues, ninguna casualidad que tantas c o m p a -
ñías estadounidenses hayan invertido masivamente en los estados clientes de los
Estados Unidos, donde han encontrado la ideal "puerta abierta". M á s aún,
mientras los instrumentos de coerción y violencia sigan bajo el control de la
Nación-Estado, en ésta es en la que las multinacionales deben confiar siempre
que la seguridad de sus operaciones se vea comprometida. Por eso las multi-
nacionales tienen forzosamente que arracimarse en torno a los principales centros
de poder del m u n d o capitalista —los Estados Unidos de América, Europa occi-
dental y Japón—, reflejando en diversos grados los conflictos estratégicos entre
éstos.
E n s u m a , la relación entre el Estado y las multinacionales n o es ni lineal ni
simple; es compleja y contradictoria, e implica tanto el conflicto c o m o la coope-
ración, siendo determinado el peso de cada uno de estos factores por las fuerzas
que actúan en la política mundial.
E n cuanto al dilema de las contradicciones inter-imperialistas o la estrategia
imperialista coordinada (trilateralismo), volvemos a encontrarnos con tendencias
contradictorias m á s que con un solo impulso direccional. Reconociendo la exis-
tencia, en el sistema capitalista mundial, de u n proceso contradictorio de coope-
ración y rivalidad, un determinado autor estima que esto se refleja en una división
del trabajo en las sociedades occidentales contemporáneas entre capitalistas y
altos ejecutivos estatales (figuras situadas en la cúspide del aparato del Estado),
división ésta que motiva diferencias en intereses e ideología. Sucede dentro de u n
marco estructural que funciona de tal suerte que la persecución de intereses propios
por los altos ejecutivos del Estado (preocupados por la conservación y expansión
de su propio poder) tiende a servir los intereses a largo plazo del capital. Así,
por sólido que fuera el compromiso del grupo del presidente Carter con la comisión
de la Trilateral (Estados Unidos, Japón, Europa occidental), una vez que estuvieron
en el poder, sus intereses c o m o ejecutivos estatales dictaron otra dirección: la
protección de los intereses de Estados Unidos contra el Japón y Europa occidental.
E n realidad, ni los ejecutivos del Estado ni la alta empresa actúan sobre la base
de las necesidades del capitalismo c o m o sistema1'. Mientras que las contradicciones
inter-imperialistas generan una especie de guerra económica, el trilateralismo es un
invento útil para coordinar estrategias contra el tercer m u n d o , c o m o ya queda
reseñado.
Por último, permítaseme señalar brevemente que todas las recientes muta-
El Estado y el sistema mundial 839
ciones históricas que venimos describiendo están llamadas a afectar las condiciones
de la revolución social en occidente, y, en consecuencia, es preciso introducir los
cambios correspondientes tanto en la teoría c o m o en la estrategia de la revolución
si se quiere asegurar su triunfo.
Las revoluciones sociales siempre han sido focos de conflictos interna-
cionales, especialmente en zonas de importancia estratégica. Sin duda Europa
occidental es un caso extremo a este respecto, pues el que una coalición de izquierda
llegase al poder en Francia o en Italia constituría la primera fisura en el centro
m i s m o del sistema capitalista. Por eso se opondrán siempre fuerzas inmensas
a un cambio semejante. E n u n sistema regional dominado por la O T A N y la C E E ,
empeñadas ambas en la preservación del capitalismo, el nuevo poder en Italia o
en Francia tendría que hacer frente a resistencias formidables.
E n consecuencia, aun cuando los factores internos siguen siendo decisivos
para el estallido de la revolución, la consolidación y el éxito posteriores del nuevo
poder socialista dependerá en gran medida de factores externos. Lógicamente se
infiere que, en Europa occidental, las fuerzas del cambio social deben avanzar en
un frente amplio, no sólo interna sino también externamente. Pues aquí la tarea
consiste en cambiar la textura socioeconómica de la sociedad al m i s m o tiempo
que la estructura del sistema regional.
Volviendo ahora al tercer m u n d o , hay que partir inexcusablemente de la
premisa de que es aquí, a través del llamado sistema Norte-Sur, donde el poderoso
empuje del capitalismo se experimenta en sus m á s deplorables efectos. El sistema
Norte-Sur es el resultado final de u n siglo de división internacional del trabajo
entre las metrópolis centrales del Norte y sus periferias en los continentes meri-
dionales (África, Asia y América Latina) con la secuela de que los primeros se
han vuelto altamente industrializados y ricos mientras que los últimos se han
quedado mayormente subdesarrollados y pobres. A pesar de la independencia
política obtenida por las ex colonias o estados dependientes, la mecánica de esa
relación histórica, basada en unos términos de comercio desigual, inversión
rapaz, préstamos, etc., es de tal naturaleza que obra sistemáticamente en favor de
las naciones industriales, ensanchando el foso que las separa de las naciones en
desarrollo.
Bajo tales condiciones, el papel específico del Estado depende en medida
considerable de las fuerzas sociales que estén en el poder. E n muchas naciones
en desarrollo, el Estado parece el mejor instrumento para modernizar la economía
y para librar la batalla por el desarrollo en la liza internacional. Y a la inversa,
en otros casos, el Estado es una especie de cabeza de playa de las antiguas metró-
polis que contribuye al funcionamiento del sistema Norte-Sur. L a lógica de la
batalla por el desarrollo impulsa a las masas de dichos países a combinar la lucha
contra el imperialismo con la sostenida contra los agentes o clientes de éste que
tienen en sus manos las riendas del Estado. E n una palabra, el Estado, en el tercer
M u n d o , queda atrapado en medio de dos presiones contrapuestas: una proveniente
840 Silviu Brucan
del sistema capitalista mundial con su efecto condicionante, generada la otra por
el ímpetu redivivo de la auto-afirmación nacional.
El segundo m u n d o (el socialista) sigue su propio camino, aunque no tan
aislado de las conmociones económicas a escala mundial c o m o solía creerse.
E n realidad, las naciones socialistas se ven obligadas a funcionar dentro de u n
sistema mundial en el que todavía el capitalismo establece las reglas del juego
que rigen las relaciones económicas internacionales y el mercado mundial. A Lenin
no se le ocultaba que el triunfo de la revolución en u n país atrasado c o m o Rusia
no podría cambiar el sistema internacional, y, según él lo expone, sólo su triunfo
"al menos en varios países adelantados" podría permitir al socialismo ejercer
una influencia decisiva sobre la política mundial en su conjunto18.
Sin embargo, los países adelantados han sobrevivido a las grandes convul-
siones revolucionarias que siguieron a las dos guerras mundiales, y el capitalismo
central (que económica y tecnológicamente todavía tiene una posición prepon-
derante en el m u n d o ) continúa transmitiendo sus propios principios funcionales
y pautas de comportamiento a las relaciones económicas entre las naciones.
A u n q u e el sistema socialista mundial se extiende en la actualidad sobre una
tercera parte del globo, rinde casi el 40 por ciento de la producción industrial
mundial y es u n factor militar y político cada vez de mayor envergadura, el papel
que desempeña en la economía mundial es todavía marginal: alrededor del 11 por
ciento del comercio mundial y menos aún en inversiones10. Así pues, las naciones
socialistas —por distintas que sean internamente— tienen que ajustarse al ritmo
del sistema mundial.
Para definir el carácter y el papel del Estado en estas sociedades, hemos
de tener en cuenta que, c o m o la revolución se inició en países menos desarrollados,
la industrialización llegó a ser u n quehacer vital, una meta suprema. A menos
que estas sociedades atajen económicamente al capitalismo central, no podrá
afirmarse el socialismo c o m o una formación social superior al capitalismo.
El quid de la cuestión en cuanto a industrialización se refiere es lo que
M a r x llamó acumulación de capital. Así, desde el comienzo mismo hasta el
m o m e n t o presente, la función primordial del Estado en la estrategia de desarrollo
soviética ha sido la acumulación de capital. Y c o m o esa estrategia de industria-
lización rápida exige planificación central, movilización total de potencial material
y h u m a n o , asignación regular de un elevado porcentaje de la renta nacional para
el desarrollo (lo que implica una reducción de la parte destinada al consumo)
y ofensiva general en el frente de la educación y formación h u m a n a , el Estado
soviético se configuró c o m o u n instrumento político capaz de llevar adelante
dicha estrategia en un contexto internacional hostil. Evidentemente estas exigencias
internas se combinaron con las derivadas de la política exterior de una gran
potencia con intereses estratégicos a escala planetaria, y así es c o m o se inventó
el Estado soviético.
E n términos de etapas históricas, M a r x veía el socialismo c o m o una sociedad
El Estado y el sistema mundial 841
La esfera política
L a esfera del poder y la política tiene también su propia dinámica dentro del
sistema mundial; las relaciones políticas entre las naciones n o reflejan necesaria-
mente los asuntos económicos o los militares. H a y potencias mundiales que aún
se hallan en una fase preindustrial (por ejemplo, China), e importantísimos centros
de poder (por ejemplo, Japón) sin fuerza militar significativa. ¿Cuál es la dinámica
específica de la política y el poder?
Aquí el punto de partida es la falta de u n centro de poder en la palestra
internacional, semejante a lo que es el Estado en la sociedad. D e ahí la tendencia
de las grandes potencias a llenar ese vacío. Mientras que a la conclusión de la
segunda guerra mundial el modelo era bipolar con las dos superpotências, los
Estados Unidos y la U R S S , al frente de sendos campos planetarios organizados
con arreglo a líneas ideológicas, con el surgimiento de China c o m o potencia
mundial el modelo se hizo triangular. M á s recientemente han venido a sumarse
Japón y Europa occidental, y hoy se aplica el modelo pentagonal para explicar
el juego del poder en el m u n d o .
El efecto del sistema mundial es manifiesto en la competición global y
todas las grandes potencias actúan en ella conforme a las reglas del juego, sean
cuales sean sus regímenes nacionales. Por ejemplo, en una partida jugada por
tres jugadores, una regla importante es que ninguno de los tres debe ser sorpren-
dido u n solo m o m e n t o manteniendo relaciones hostiles con los otros dos. Tal
situación puede hacer que esos dos se acerquen y se unan más estrechamente.
D e ahí que Pekín rechace la idea misma de distensión soviético-estadounidense,
M o s c ú prevenga contra una aproximación chino-norteamericana y Washington
se inquiete sobremanera cada vez que se perfila en lontananza un entendimiento
chino-soviético. E n esto no entran consideraciones ideológicas de ninguna índole:
el juego se presenta c o m o u n frío modelo matemático.
El elemento realmente nuevo es que, en la política mundial, hay ahora
en juego fuerzas significativas al margen del modelo geométrico. E n nuestro
planeta ha aparecido un nuevo tipo de poder —yo lo llamo poder sistémico—
desde que los países exportadores de petróleo organizaron la O P E P y empezaron
a tomar decisiones concertadas21. E n otras palabras, fuertes desafiadores están
hoy adelantándose al primer plano, procedente del tercer m u n d o , y estos recién
llegados esgrimen nuevas armas políticas para cambiar las reglas del juego del
El Estado y el sistema mundial 843
U n a ojeada al futuro
Notas
1
"Manifesto of the Communist Party" en Marx and * Véase Silviu Brucan, The Dissolution of Power,
Engels, Nueva York, Doubleday Anchor, p. 214-217.
10
1959. Marx-Engels, Selected Works, p. 588, Londres,
2
Friedrich Engels, The Origin of the Family, Private 1968.
11
Property and the State, p. 97, Nueva York, Walter Lippman, "The Reappraisal", en The
International Publishers, 1933. New York Herald Tribune, 1962.
3 12
Georges Balandier, Anthropologie politique, Paris, Immanuel Wallerstein, The Modern World-System,
Presses Universitaires de France, 1967. vol. I, Introducción, Nueva York, Academic
4
David Easton, "Political Anthropology" en Biennial Press, 1974.
13
Review of Anthropology, Stanford University George Modelski, "The Long Cycle of Global
Press, 1959. Politics and the Nation-State" (Ponencia pre-
5
Véase Claude L6vi-Strauss, "The Social and sentada en el Décimo Congreso Mundial de
Psychological Aspects of Chieftainship in a Ciencia Política, Edimburgo, agosto de 1976).
Primitive Tribe" (1944) en Comparative Pol- 14 "Manifesto of the Communist Party" en Marx
itical Systems, Ronald Cohen y John Mid- and Engels.
15
dleton (dir. publ.), p . 64, Garden City, Nueva Véase "West Alone Cannot Overcome Crisis",
York, The Natural History Press, 1967. Daily Yomiuri, 27 de enero de 1978, Tokio.
0
Véase M . Fortes y E . E . Evans Pritchard, African 1G The Times, Londres, 28 de julio de 1976.
17
Political Systems (Londres, Oxford Press, Fred Block, "Cooperation & Conflict in the
1970); Marshall D . Sahlins, "The Segmentary Capitalist World Economy", Marxist Per-
Lineage: A n Organization of Predatory Ex- spectives, p. 82-87, Nueva York, primavera
pansion" (1961); Robert Lowie, " S o m e de 1979.
Aspects of Political Organizations among 18
V . I. Lenin, Collected Works, vol. 31, p. 148,
American Aborigines" y L o m a Marshall, Moscú, Foreign Languages Publishing House,
" K u n g Bushman", todo ello en Comparative 1966.
18
Political Systems, op. cit.'. M a x Gluckman, Véase Mezhdunarodniyie Zhish, Moscú, marzo
Politics, Law and Ritual in Tribal Societies, de 1975.
Nueva York, Mentor Books, 1965. 20
Lenin, Statut si Revolutia, p. 107, Bucarest,
7
Véase Silviu Brucan, The Dissolution of Power, E d . P . C . R . , 1946.
21
- p . 97-105, Nueva York, Alfred Knopf, 1971. Véase Silviu Brucan, "The Systemic Power",
8
Véase Monthly Review, soptiembre-octubrc- Journal of Peace Research, n.° 1, Oslo, 1975.
noviembre de 1960, Nueva York.
!
Debates abiertos
Leon Zalmanovich Zevin (URSS), doctor en ciencias económicas, es jefe del sector de relaciones
con los países en desarrollo del Instituto de Economía del Sistema Socialista Mundial, en la Academia
de Ciencias de la URSS, Moscú. Es autor de monografías y de numerosas publicaciones sobre las
cuestiones económicas de la colaboración entre los países en desarrollo, la división del trabajo y los
métodos de evaluación. También se ocupa del nuevo concepto del desarrollo económico de los
países menos avanzados y su influencia en la cooperación económica internacional.
lógico". Pero, por otra parte, la utilización óptima de los logros de la revolución
científico-tecnológica puede ayudar considerablemente a los países en desarrollo
a salir de u n atraso, a adelantar la aparición de modernas fuerzas productivas,
así c o m o a resolver sus problemas sociales.
También es importante señalar que los conceptos han sido elaborados por
los países en desarrollo en u n periodo en que la comunidad internacional debe
resolver problemas globales de larga duración, relacionados con una fuerte inver-
sión de recursos materiales y humanos y que, dada su importancia y complejidad,
exigen la cooperación de todos los grupos de países.
D e este m o d o , la realización de las inmensas posibilidades del progreso
científico y tecnológico —naturalmente, tomando en cuenta las condiciones econó-
micas y sociales de cada país— debe encontrar u n eco m u c h o mayor en las estra-
tegias nacionales y las concepciones de los países en desarrollo. Es evidente que
estos países están interesados en participar activamente en la resolución de los
problemas globales en auténticas condiciones de igualdad, de beneficio recíproco
y de reconocimiento de las necesidades específicas de cada uno.
C o n nuevos conceptos se pretende inventar en mayor o menor medida
las tendencias del desarrollo económico, reorientarlo para combatir m á s activa-
mente el hambre y la miseria, eliminar las injusticias sociales m á s evidentes,
garantizar u n a mayor equidad en el reparto y la redistribución del ingreso, y
poner término a la desigualdad entre países desarrollados y países en desarrollo.
Todos estos problemas exigen una solución urgente.
H a y , en efecto, 300 millones de trabajadores en situación de desempleo
total o parcial en los países de Asia, África y América Latina, lo que representa
una tercera parte de su población activa; unos 800 millones de hombres viven en
una miseria absoluta, e, incluso según las previsiones m á s optimistas, su número
en el año 2000 no podrá reducirse a menos de 600 millones si no se logra modificar
definitivamente la estructura actual de la distribución del ingreso y el ritmo del
crecimiento económico.
L a desigualdad es cada vez mayor incluso entre el m u n d o en desarrollo.
Entre 1961 y 1970 el ritmo anual de crecimiento del producto nacional bruto per
capita era en promedio 2,7 veces m á s elevado entre los países m á s avanzados
del m u n d o en desarrollo que el correspondiente a los países menos desarrollados,
y esta diferencia fue superior a 10 en 1971-1977.
L a desigualdad crece asimismo entre las potencias industriales capitalistas y
los países en desarrollo: la relación del producto nacional bruto per capita es actual-
mente de 13 a 1, mientras que al comienzo de la postguerra no pasaba de 10 a 1.
La deuda exterior de los países en desarrollo asciende a unos 350 mil millones
de dólares y el déficit de la balanza comercial del grupo de los países en desarrollo
importadores de petróleo se calculaba en 1978 en 35 000 millones de dólares.
Para evitar el hambre y u n nuevo descenso del nivel de vida, estos países tienen
que importar unas 40 millones de toneladas de cereales por año.
848 Leon Z. Zevlit
Según cálculos del economista indio N . Joshi, de cinco dólares que pagan
los consumidores de los países capitalistas por las importaciones, los países en
desarrollo no perciben m á s que u n dólar, pues los numerosos intermediarios,
sobre todo las empresas transnacionales, se quedan con el resto c o m o pago por
los "servicios" de transporte, transformación y distribución.
Estas nuevas concepciones tienen por el m o m e n t o la particularidad de no
abarcar la totalidad de los problemas del desarrollo económico y social, pues
cada una de ellas rige para un campo concreto perfectamente definido. /Por
ejemplo, la estrategia de autonomía (nacional y colectiva) tiende a utilizar las
capacidades potenciales y los esfuerzos conjuntos de los diferentes países en
desarrollo, para evitar su dependencia unilateral de factores externos y fortalecer
su situación en el diálogo con los países desarrollados.
Por otra parte, c o m o declararon los ministros del Grupo de los 77 en
Arusha, "una estrategia de autonomía colectiva debe ser considerada c o m o parte
integral de u n sistema económico global (...). Pero la cooperación económica
entre países en desarrollo es u n elemento clave de la estrategia colectiva de auto-
nomía". Dicho de otro m o d o , tal estrategia constituye una tentativa de propor-
cionar u n a base propia al desarrollo económico, creando ante todo un sistema
de relaciones horizontales y reforzando progresivamente su complementariedad
en las estructuras económicas.
L a política de desarrollo endógeno preconizada por la Unesco concentra
su atención en las fuerzas internas del crecimiento económico y de transformación
social consideradas primordiales, y en la necesidad de evitar u n tipo de desarrollo
"elitista". Por ello, plantea c o m o premisa que los países en desarrollo no deben
seguir ciegamente los modelos occidentales de desarrollo económico y.social.
L a estrategia de la satisfacción de las necesidades esenciales tiende a aumentar
el empleo y a garantizar a cada familia alimentación, vivienda y vestido adecuados,
así c o m o los servicios colectivos m á s importantes. Por su parte, la estrategia
del desarrollo rural, conduce a prestar mayor atención a la agricultura, a la crea-
ción de u n a infraestructura de producción, etc.
Resulta claro que todos estos nuevos conceptos obedecen a la necesidad
de afrontar los problemas m á s arduos que, en la búsqueda de su resurgimiento
nacional, encuentran los países que han accedido recientemente a la indepen-
dencia. L a gravedad de estos problemas difiere según los países y su grado de >
desarrollo explica en gran medida la preferencia atribuida a una determinada
concepción económica. Es importante que la búsqueda progresiva y "a pequeños
pasos" de una solución de los problemas actuales no origine una fragmentación
de la política económica, una solución de continuidad y una falta de perspectivas.
U n análisis detallado de estos nuevos conceptos y su cotejo con los hechos
permitirán evaluar de manera sistemática sus ventajas y desventajas y solucionar
las numerosas cuestiones aún no elucidadas. Por el m o m e n t o , los jóvenes estados
nacionales buscan con tenacidad sus propias vías de desarrollo, esforzándose por
El nuevo orden económico internacional 849
y la reorganización de las políticas de desarrollo
económico en los países en desarrollo
itfc
ausentes por tanto del inventario, información en dentro de la esfera económica, y no las relativas a
forma de ratios, tasas, índices, etc. Y ello porque un sector de actividad en particular.
de lo contrario estos derivados de la información Las estadísticas económicas por tipo de
básica harían interminables los listados sin aportar actividad ( Q constituyen el tercer grupo de esta-
mayormente el bagaje de información disponible. dísticas analizadas. Se refiere a los sectores parti-
Conocida la información primaria de la que se culares de la economía, y se sigue para los efectos
dispone, nos forjamos ya una visión cabal de los de la subdivisión los lincamientos de la división
indicadores que a partir de ella se pueden obtener, mayor de actividades de la clasificación industrial
sea que los elaboren o no las mismas fuentes produc- internacional uniforme de todas las actividades
toras o los divulgadores de la información primaria. económicas — C I U U — , de las Naciones Unidas.
Se analizan las estadísticas de: agricultura, caza,
silvicultura y pesca (C.l); explotación de minas y
Clasificación de las estadísticas canteras (C.2); industria manufacturera (C.3);
socioeconómicas electricidad, gas y agua (C.4); construcción (C.5);
Clasificamos la información a analizar en tres comercio al por mayor y menor, y restaurantes y
grandes grupos: (A) estadísticas demográficas, so- hoteles (C. 6); transportes y comunicaciones (C. 7);
ciales y laborales; (B) estadísticas económicas finanzas y seguros (C.8); y estadísticas de tu-
globales; y ( Q estadísticas económicas por tipo de rismo ( C . 9 . 1 ) y de servicios comunales, sociales y
actividad. personales (C.9.2).
Dentro del primer grupo (A) se considera
un c a m p o de actividades similar al así considerado Características generales
por las Naciones Unidas: estadísticas demográ- de las estadísticas
ficas (A.l), sociales (A.2), y laborales y de segu-
ridad social (A.3). Las estadísticas demográficas E n los inventarios estadísticos realizados en el
las clasificamos a su vez en: censo de población país, y a los que haremos referencia a lo largo del
(A. 1.1); estadísticas de población (A. 1.2); esta- estudio, se hace mención a las series estadísticas
dísticas vitales (A. 1.3), que comprenden infor- elaboradas por los órganos del Sistema Estadístico
mación sobre nacimientos, defunciones, matrimo- Nacional. A u n q u e los resultados de los mismos
nios y divorcios; y estadísticas de migración serán analizados al referirnos a las instituciones,
(A. 1.4), tanto interna c o m o internacional. Las cabe mencionar que ellos corroboran las caracte-
estadísticas sociales se subdividen en: vivienda rísticas generales de las estadísticas socioeconó-
( A . 2 . 1 ) ; educación, ciencia y tecnología (A.2.2); micas que aquí comentamos, al ser básicamente las
cultura, recreación y comunicación de masas instituciones públicas las que se encargan de la pro-
(A.2.3); salud (A.2.4); seguridad y orden p ú - ducción de las estadísticas socioeconómicas que re-
blico (A.2.5); y servicios sociales (A.2.6). Y las señamos. Las demás instituciones son sus usuarias y
estadísticas laborales y de seguridad social se muchas veces reproducen los datos primarios o pu-
subdividen en laborales (A.3.1), que comprenden blican análisis utilizándolos parafinesespecíficos.
estadísticas de empleo y población económica- Dentro del campo socioeconómico en que
mente activa, sueldos y salarios, organizaciones se centra el estudio que llevamos a cabo, cabe
sindicales y conflictos laborales, servicios de e m - señalar que la producción de la información esta-
pleo, y accidentes, lesiones e incapacidades labo- dística está orientada preferentemente hacia los
rales; y en estadísticas de seguridad social (A. 3.2). aspectos económicos, dejándose un tanto al margen
El segundo grupo (B), de estadísticas eco- la producción de estadísticas referentes al ámbito
nómicas globales, incluye los sistemas de cuentas social. Los recursos en general son escasos, pero la
nacionales (B.l), y las estadísticas gubernamen- escasez es mayor en lo que respecta a los recursos
tales (B.2) y del sector externo (B.3). A d e m á s se destinados a la producción de estadísticas sociales.
consideran dentro de este grupo estadísticas glo- E n cuanto a las variables que en la actua-
bales de precios (B. 4.1) y de volumen y composi- lidad se producen periódicamente, podemos afir-
ción de los gastos de las familias (B.4.2). Se mar que se ha avanzado bastante en los últimos
considera en este grupo la información de carácter años. Si bien quedan por perfeccionarse en relación
general referente a las actividades propiamente a su calidad, cobertura, periodicidad y rapidez en
Estructuras nacionales 859
de los datos socioeconómicos primarios.
VII: Perú
ítt
reseñamos cn el apéndice I. L a descripción quedará tamiento estadístico. D e otro lado, la calidad se ve
completa al referirnos a las instituciones encar- efectada por el hecho de que la mayoría de las
gadas de su elaboración y publicación (apéndices II veces la información tiene origen muestral, y
y I V - A ) y a las publicaciones a través de las cuales debido a que la cobertura de algunas de las va-
se difunden (apéndices III y IV-B). riables consideradas se limita alos servicios realiza-
Por razones de clasificación ubicamos al dos a través del sector público y a sus recursos.
censo de población dentro de las estadísticas de- E n los casos en que el sector privado brinda infor-
mográficas, pero tal c o m o se aprecia en el resumen mación en relación a sus actividades, los datos son •
de las variables consideradas, las mismas desbordan presentados con retrasos y resulta difícil su conso-
el c a m p o de lo eminentemente demográfico. Se lidación en agregados confiables por cuanto los
obtiene a través de estos censos información refe- indicadores usados no son siempre los mismos.
rente a la estructura demográfica del país, y a las ca- Puede afirmarse que las estadísticas confia-
racterísticas sociales, laborales y económicas de la bles sobre vivienda quedan restringidas a los
población. A la fecha se han llevado a cabo siete resultados de los censos. Se espera que el H I censo
censos de población; los resultados de los tres pri- de vivienda se lleve a cabo en 1981, aunque cabe
meros, llevados a cabo en 1836,1850y 1862, no fue- mencionar que a partir de los censos de población
ron publicados; publicándose los resultados de los también se obtenía información referente a la
llevados a cabo posteriormente, en 1876,1940,1961 vivienda. Gran parte de la información existente
y 1972. Se espera que el VIII censo de población se proviene de las proyecciones de los datos censales.
realice en 1981. H a y opiniones divergentes acerca Al margen de esta información existía m u y
dela calidad de la información recogida en el último poca información sectorial, a la que recién se
Censo efectuado, pero el criterio predominante es está dando énfasis, e información multisectorial.
que se avanzó considerablemente en cuanto a los Estos últimos datos, cuyo relevamiento o produc-
aspectos técnicos y a su cobertura, siendo el mar- ción corresponde a otros sectores pero que por su
gen de confiabilidad de los datos bastante amplio. naturaleza son de vivienda, llenaban el vacío
A partir de los datos censales y de la infor- existente en cuanto a información de este tipo.
mación recogida de los registros públicos, se Muchos de los datos sólo pueden ser obtenidos por
elaboran las estadísticas periódicas de las carac- medios indirectos o por encuestas por muestreo,
terísticas de la población y las estadísticas vitales. y un apreciable número de fuentes de información
Los registros públicos representan problemas en son poco o nada accesibles incluso por las mismas
cuanto a la cobertura, especialmente en las zonas oficinas productoras de estadísticas. Tal es el caso
rurales, teniendo que estimarse las omisiones con de los datos sobre empresas mobiliarias y urba-
el fin de llegar a estadísticas m á s confiables. Las nizadoras; viviendas de alquiler, de autoconstruc-
diferentes proyecciones efectuadas en relación a ción; precios de las viviendas; entre otros. Las
la población del país eran descalificadas tan pronto oficinas de distintos ministerios y los registros
se conocían los resultados de los censos, habiendo administrativos completan la g a m a de las fuentes
aún desconocimiento acerca de la verdadera evo- de información sobre vivienda.
lución de la población y de su distribución espacial Dentro de las estadísticas sociales las que
y por edades. E n aras a superar este problema tienen una cobertura más amplia y una confiabi-
recientemente se han realizado esfuerzos consi- lidad mayor son las referentes al sector de edu-
derables, materializándose en parte en la Encuesta cación. Se cuenta con indicadores del nivel de
Nacional Demográfica realizada entre 1975 y 1976, educación; información sobre centros educativos;
y cuyos resultados ayudurán a producir mejores tipos de postulantes, alumnos, graduados y titu-
estimados sobre la población peruana. lados; recursos del sector; y sobre estímulos educa-
Las estadísticas sociales han alcanzado un tivos. Sin embargo, la reforma de la educación
menor grado de desarrollo, tanto en lo que se decretada por el gobierno revolucionario, rompe la
refiere a su cobertura y confiabilidad, c o m o en lo secuencia de la información estadística generada cn
que respecta al ritmo de su generación y difusión. el sector. Las modalidades de educación para las •
Ello se explica cn parte por el carácter cualitativo que se dispone de información a partir de 1973 son
de algunos de los servicios brindados y de las carac- las de educación básica, laboral, regular, especial e
terísticas de la población, lo que dificulta su tra- inicial. Desde 1960 se cuenta con información
Estructuras nacionales 861
de los datos socioeconómicos primarios.
VII: Perú
hace muchas décadas no guardan mayor conti- una estructura estadística que se mantuviera c o m o
nuidad y son quizás las que m á s difieren de una tal durante un periodo extenso, habiendo sufrido
fuente a otra. Algunas de las variables están par- la misma continuos cambios, a nivel legal c o m o a
ticularmente sujetas a distorsiones y otras han sido nivel administrativo y operativo. Cabe mencionar,
consideradas confidenciales hasta hace m u y poco. asimismo, que la importancia que se le ha conce-
E n general el desarrollo alcanzado en la elabora- dido y el apoyo que se le ha brindado a la produc-
ción de estas estadísticas económicas globales es ción de información socioeconómica ha ido va-
bastante satisfactorio. riando de acuerdo a la época y a los objetivos de
Los índices de precios al consumidor y al los distintos gobiernos.
por mayor son calculados con rapidez para las E n la época del imperio incaico la estadís-
principales ciudades del país, en base a promedios tica desempeñaba un rol fundamental desde el
ponderados de las principales ciudades del país, punto de vista socioeconómico. Podemos afirmar
en base a promedios ponderados de las variaciones que existía una organización estadística, y se pro-
en precios de los rubros que componen las canastas ducía básicamente información de caracter d e m o -
que al efecto se han elaborado. Los índices de gráfico y económico. El sistema estadístico de la
precios de las principales macro-magnitudes c o m - época se basaba en el uso de los "quipus" y los
pletan la g a m a disponible de estadísticas de precios. funcionarios especializados eran los "quipuca-
Se elaboran asimismo series sobre la distribución mayocs". El "quipu" (nudo) consistía en un cor-
del gasto familiar para diferentes zonas geográ- dón grueso y horizontal, del que pendían otros
ficas y estratos sociales, en base a muéstreos y cordones con una serie de nudos. Según el color,
encuestas. E n cuanto al consumo sólo se ha grosor y extensión de los cordones, y de acuerdo
realizado una encuesta de hogares a nivel nacional, a los diversos tipos de nudos, éstos indicaban
recolectándose datos bastantes completos, y en la eventos, historias y noticias, así c o m o diversos
actualidad el Sistema Nacional de Estadísticas fenómenos cuantificables.
Alimentarias cumple un rol fundamental en lo que L a organización estadística incaica per-
respecta a gastos en el consumo de alimentos. seguíafinesprácticos, por lo que recibía el apoyo
Las estadísticas clasificadas en el tercer de lá población. Se llevó un registro de nacimientos
grupo c o m o estadísticas económicas por tipo de y defunciones, de gente disponible para la guerra y
actividad, han alcanzado asimismo un buen nivel la defensa del pueblo, así c o m o de los productos de
de desarrollo dada la capacidad operativa con que la tierra, del ganado y de los metales. Se tenía
son elaboradas. Son diversas las fuentes de datos entonces estadísticas vitales y de migración confia-
utilizadas, entre las que destacan los censos, las bles, pudiéndose afirmar que el primer censo de
encuestas y los registros administrativos. L a infor- población se tuvo en esta época.
mación sectorial se encuentra a un nivel bien desa- Durante la época de la colonia (1535-1821),
gregado, llegándose a elaborar numerosas series lafinalidadde la producción estadística era estric-
de productos específicos. E n cuanto ala cobertura tamente tributaria o parroquial. Se buscaba cono-
geográfica si bien predomina la nacional, se ela- cer quiénes estaban obligados a pagar impuestos,
boran infinidad de series a nivel de departamento el potencial de m a n o de obra utilizable en la explo-
y aún de provincias. C o n relación a la periodicidad tación de minas y obrajes, y el número de aboríge-
destaca la anual pero muchas series son elaboradas nes que serían adoctrinados. A raíz de esto, la
con una mayor frecuencia. Los diversos sectores función estadística despertó un rechazo genera-
suelen producir cifras estimadas y en algunos casos lizado y se rompió con la tradición estadística
sólo después de lapsos considerables las mismas altamente desarrollada del incanato. L a elabora-
son ajustadas y se elaboran las cifras definitivas. ción de la estadística carecía de criterios técnicos
y adolecía de notables omisiones. L a cobertura era
El sistema nacional de estadística parcial, restringida básicamente a la población
indígena, y debido a los objetivos perseguidos se
Breve descripción histórica podía esperar un bajo índice de confiabilidad de
del sistema estadístico peruano los datos.
L a evolución del sistema nacional de estadística A lo largo de la época republicana han ido
ha sido errática en nuestro país. N o ha existido variando ampliamente tanto los propósitos y usos,
Estructuras nacionales 863
de los datos socioeconómicos primarios.
VIL Perú
1t£
Dentro del marco del Acuerdo de Carta- mientras que el segundo inventario estadístico
gena, el Perú se ha comprometido a producir nacional nos muestra que el número de oficinas
información estadística para el uso común de los había aumentado a 96. Este crecimiento se explica
miembros del Grupo Andino. A pesar de que el de un lado por la expansión del sector público,
gobierno aún no ha dotado al sistema estadístico cuyo número de instituciones se ve incrementado
de los recursos que el cumplimiento de esta obli- sustancialmente, y de otro, por la importancia
gación implica, hasta ahora se ha podido satisfacer que se ha ido concediendo a la producción y sis-
los requerimientos prioritarios de este compromiso tematización de la información estadística. Sin
mediante esfuerzos adicionales de quienes confor- embargo, afinesde 1978 sólo existían 105 oficinas
m a n el S E N . de estadística; este lento ritmo de crecimiento
observado en los últimos años se resultado de la
Capacidad operativa y producción escasez de recursos, tantofinancieroscomo h u m a -
del Sistema Estadístico Nacional nos, que paraliza la creación de órganos que se
dediquen a la producción de estadísticas.
Después de los resultados del relevamiento del
aparato estadístico nacional de 1972 se cuenta con Desde la dación del D . L . 21372 que dispone
información detallada en relación al estado de los la creación de Oficinas Sectoriales de Estadística
servicios del S E N y su capacidad operativa referida — O S E — en los distintos ministerios, se ha venido
a diciembre de 1976. Estos datos, resultado del avanzando al respecto. A diciembre de 1976 sólo
existían dichas oficinas en los sectores de eco-
segundo inventario estadístico nacional, han sido
nomía yfinanzas,de educación, y de transportes y
publicados afinesde 1978. Lamentablemente, las
comunicaciones, mientras que en el resto de sec-
restricciones presupuéstales y la escasez de recursos tores existían oficinas que desempeñaban las funr
humanos adecuados han obstaculizado la realiza- ciones de las O S E . A la fecha, sólo en el sector de
ción periódica de inventarios estadísticos. L a in- relaciones exteriores aún no ha sido creada una
formación de que se dispone para años recientes Oficina Sectorial de Estadística; en otros sectores
se encuentra a un nivel mucho m á s agregado y las O S E han sido de reciente creación y se encuen-
en algunos casos está incompleta. Dicha informa- tran en pleno proceso de implementación, como es
ción ha sido proporcionada por los sectores a la el caso del sector vivienda y construcción y del
oficina central del S E N , la misma que ha sido sector integración, por citar ejemplos. En algunos
consolidada a julio y a diciembre de 1978. E n base sectores las O S E dependen directamente de la
a los referido por los mismos integrantes del S E N dirección superior, mientras que en otros sectores
señalamos lo relevante para dar una imagen lo dependen de las Oficinas Sectoriales de Planifica-
más actualizada posible de la capacidad operativa ción. El riesgo que se corre en los casos que existen
y producción del Sistema, haciendo mención de disposiciones que subordinan a las O S E a otras
los principales cambios ocurridos en los últimos oficinas es que se disminuya la atención prestada a
meses. las labores de estadística, al considerársela de
menor prioridad.
Oficinas de estadística — O S E
E n cuanto a la capacidad operativa del S E N , no se El tamaño de las oficinas de estadística
observa un mismo ritmo de crecimiento durante puede ser considerado como otro indicador de la
los últimos años. U n indicador de la evolución capacidad operativa del S E N . Para efectos de los
mostrada es el número de oficinas de estadística inventarios realizados, se define su tamaño en
que existen en el sistema. Y se entiende como función del número de directivos y de técnicos
oficina de estadística a la dependencia adminis- superiores. E n estos términos, puede afirmarse que
trativa de cualquier nivel jerárquico perteneciente predominan las oficinas de menor tamaño, desta-
a una entidad del sector público que realiza todas, cando las de menos de cinco directivos y técnicos
o algunas de las funciones de recopilación, proce- superiores (véase el cuadro 1).
samiento y análisis estadístico en el proceso de
producción de información estadística. Recursos humanos,financierosy materiales
El relevamiento del aparato estadístico Toda crítica en torno a los avances del sistema y
nacional llevado a cabo en 1972 arrojó como resul- de los logros alcanzados en cuanto a calidad y
tado la existencia de 48 oficinas de estadística, cobertura de la información socioeconómica que
Estructuras nacionales 867
de los datos socioeconómicos primarios.
VII: Perú
D e menos De 5 D e 10 D e 20 D e 50
Sector administrativo Total de 5 a9 a 19 a 49 ó más
Agricultura y alimentación 4 2 1 1
Comercio 4 2 1 1 —, . —
Economía y finanzas 12 9 2 1 — ' —
Educación 5 3 1 1 — ' • —
Energía y minas 9 9 — — — •—
Industria y turismo 10 7 2 — 1 —
Integración 1 1 — — — " • — '
Interior 8 8 — — — —
Pesquería 6 3 2 1 __ —
Presidencia de la República 7 3 2 1 '— 1
Relaciones exteriores 1 1 — — — —
Salud 6 6 — — — . —
Trabajo 5 2 2 — 1 '—
Transportes y comunicaciones 14 10 3 1 — . —
Vivienda y construcción 4 3 — 1 — —
Total 96 69 15 8 2 2
Porcentaje 100 71,88 15,63 8,33 2,08 2,08
fuerte impacto de las renuncias a raíz de las medi- Los recursos materiales son también en
das de austeridad adoptadas por el gobierno, ade- muchos casos inadecuados, lo que dificulta el
m á s de la escasez en cuanto a número del personal. cumplimiento de las metas del Sistema Estadístico
Esta insuficiencia es en parte compensada por la Nacional. El cuadro 3 nos muestran la situación
labor de practicantes universitarios que realizan el de las oficinas de estadística del S E N en lo que a
trabajo en la mayoría de los casos a tiempo parcial, la disponibilidad de estos recursos respecta, a fines
sin recibir remuneración alguna y con los consi- de 1976.
guientes problemas de discontinuidad respectivos, L a utilización de computador, con o sin
y de otro lado mediante contrataciones eventuales teleproceso, refleja u n alto grado de evolución en
para llevar a cabo trabajos de c a m p o y encuestas lo que al tratamiento de los datos estadísticos se
diversas, las mismas que sólo en determinados sec- refiere; observamos que el 30 por ciento de las
tores son realizadas por el personal de planta. unidades del S E N ya lo utilizaban a esa fecha.
L a creación e implementación del Sistema El 20 por ciento de las oficinas utilizaban equipo
Estadístico Nacional se dan sin una adecuada convencional —unit record—; el 24 y 19 por ciento
asignación presupuestal, lo que se agudiza al ad- perforadoras y verificadoras, respectivamente; y el
quirir la crisis económica por la que atraviesa el 13 por ciento otros sistemas de entrada de
país mayores proporciones. El Instituto Nacional datos.
de Estadística inicia sus actividades con los saldos E n la actualidad sólo algunas de las oficinas
presupuéstales con que contaba la antigua Oficina sectoriales de estadística procesan automática-
Nacional de Estadística y Censos, n o obstante que mente sus datos, al menos parte de ellos, aunque
su responsabilidad y funciones se incrementaron son m u y pocas las que cuentan con equipo propio,
grandemente. El resto de oficinas de estadística realizándose manualmente el resto del trabajo. Sin
de los diferentes sectores también asumieron nue- embargo, las oficinas que los poseen suelen apoyar
vas funciones y responsabilidades pero tampoco a otras dependencias del sector, lo que asume gran
recibieron los recursos presupuéstales necesarios parte de sus recursos. El procesamiento automá-
para su implementación. A d e m á s de la escasez de tico de datos es eficiente y rápido, por lo que per-
los recursos que les son asignados algunas oficinas mite un tratamiento m á s elaborado de la infor-
carecen de asignación presupuestal propia, te- mación primaria en mayores volúmenes y en u n
niendo que supeditar sus actividades a las deci- mínimo de tiempo. Su uso, sea propio o alquilado,
siones de funcionarios que n o siempre dan prio- debe tender a una mayor difusión en el sistema,
ridad a las actividades estadísticas. Se debe poner previo estudio de las oficinas que lo requieran en
énfasis en la asignación de mayores recursos finan- base a la cantidad de información que procesan, el
cieros a las oficinas de estadística, ya que la falta grado de elaboración requerido y la rapidez con
de estos recursos obstaculiza tanto la producción que debe ponerse la información a disposición de
.-.como la difusión de las estadísticas. los usuarios.
M
870
a en
O
Computador te
de entrada de di
convencional (U
No declarantes
Otro sistema
Verificadora
Perforadora
teleproceso
teleproceso
Equipo
Total
Con
Sin
Sector administrativo
Agricultura y alimentación 4 2 1 2 2 2 2
Comercio 4 — 1 — 1 — 3 1
Economía y finanzas 12 1 2 4 3 1 8 2
Educación 5 — 2 2 1 1 2 2
Energía y minas 9 1 — — 1 1 8 1
Industria y turismo 10 — 1 2 — — 7 1
Integración 1 1
Interior 8 8
Pesquería 6 — 3 1 1 1 — 2
Presidencia de la República 7 1 3 1 3 3 2 3
Relaciones exteriores 1 — 1 — 1 1 — —
Salud 6 — 1 2 1 — — 4
Trabajo 5 — 3 3 3 3 — 2
Transportés y comunicaciones 14 1 4 2 4 4 — 8
Vivienda y construcción 4 — 2 1 2 1 1 2
Total 96 4 25 19 23 18 12 60
Porcentaje 100 4,17 26,04 19,79 23,96 18,75 12,5 62,5
a Tabuladoras, clasificadoras, reproductoras, intercaladuras, calculadoras e interpretadoras. U R : Unit Record.
Fuente: II Inventario Estadístico Nacional, I N E , septiembre de 1978.
Sin embargo, varía el nivel de agregación de las dísticas, lo que puede considerarse c o m o un indi-
series y la jurisdicción de las oficinas de estadística cador del creciente interés que existe en el país por
de los diferentes sectores administrativos, lo que disponer de información estadística en volúmenes
dificulta la comparación a lo largo del tiempo cada vez mayores. El sector industria y turismo
(véase el cuadro 4). continúa siendo el más importante, aunque dis-
Las series registradas en el relevamiento del dinuye el número de series que produce en relación
aparato estadístico nacional de 1972 se refieren a a 1972. Esta reducción se explica de un lado por la
producción, ventas, existencias y ocupación. A separación de la información de comercio, pero
ellas se añadieron series extraídas de publicaciones principalmente por el mayor nivel de agregación
especializadas, entre las que destacan las moneta- de las series. L a carencia de información estadís-
rias y bancarias, de comercio exterior, laborales, de tica en el sector de integración se debe a su re-
educación y de salud. El sector de industria y ciente creación a esa fecha. Observamos, sin e m -
turismo es responsable de la elaboración de más bargo, que no existe relación entre er número de
del 84 por ciento del total de series, siguiéndole en oficinas, el personal ocupado y el número de series
importancia los sectores de agricultura y alimen- producidas en cada sector administrativo (véase
tación, de pesquería y de la Presidencia de la el cuadro 5).
República. C o n respecto a este último sector cabe Los resultados del segundo inventario esta-
señalar que comprende las series estadísticas pro- dístico nacional corroboran lo señalado al refe-
ducidas por diversas instituciones públicas, la rirnos a las características de la información
Oficina Nacional de Estadística y Censos entre estadística socioeconómica que actualmente se
ellas. produce. C o n respecto a la cobertura geográfica
A diciembre de 1976 se registraron observamos que el 86 por ciento de las series tienen
19 842 series, cifra menor que la de 1972. Sin e m - cobertura nacional. L a cobertura regional es i m -
bargo, esta disminución se explica debido al portante en el sector de educación, mientras que
mayor nivel de agregación de las series estadís- en el de energía y minas predomina la cobertura
ticas. E n la mayoría de los sectores se observa un departamental. E n relación a su frecuencia de ela-
aumento significativo del número de series esta- boración destacan las series de periodicidad anual,
872
Îtt
C U A D R O 5. El Sistema Estadístico Nacional ( S E N ) : n ú m e r o de oficinas de estadística, personal
y n ú m e r o de series estadísticas elaboradas, según sector administrativo
Número Número
de Porcen- Porcen- de Porcen-
Sector administrativo oficinas taje Personal taje senes taje
nadas a la oficina central del S E N , oficina que reciben la información la llegan a utilizar o lo
también lás difunde junto con las estadísticas de los hacen tan sólo parcialmente. Surge entonces la
demás sectores. C o n relación al empleo en el sector necesidad de distinguir las diferentes fases por las
público y otras estadísticas gubernamentales juega que atraviesa la información estadística, desde que
también un rol importante el Instituto Nacional es recolectada hasta que es efectivamente utilizada.
de Administración Pública. E n el campo del co- Habrá también que tener en cuenta que el
mercio exterior es la Secretaría de Estado de tratamiento de los datos, desde que los mismos son
Comercio la que proporciona la información bá- proporcionados a las entidades productoras de la
sica, y en lo que respecta a la balanza de pagos se información estadística, hasta que dicha informa-
recibe la información de diversas entidades pri- ción es puesta a disposición de los usuarios y llega
vadas y públicas. a ser utilizada por ellos, toma tiempo. N o s refe-
E n la elaboración de las estadísticas de riremos a las brechas que se dan entre una fase y
precios y de gastos de las familias participa activa- otra; asimismo, a los principales factores que pro-
mente la Oficina Nacional de Estadística. Cola- longan el lapso entre la ocurrencia de los hechos
boran en la producción de las estadísticas de pre- o fenómenos, y el m o m e n t o en que la información
cios las oficinas de los ministerios de Agricultura y al respecto llega a los usuarios.
Alimentación, y de Industria, Comercio, Turismo Y a hemos visto c o m o en las últimas déca-
e Integración, así c o m o otras dependencias p ú - das, en particular a partir de la creación del Sis-
blicas. Las distintas entidades y empresas suelen tema Estadístico Nacional, se han venido dando
publicar sus precios, pero su listado además de ser avances considerables en cuanto a la generación de
casi imposible de llevar a cabo por extenso, es información estadística de carácter socioeconó-
innecesario, por cuanto nuestro interés se centra mico, pero el sello de confidencialidad con que se
en las estadísticas globales de precios e índices de la caracterizó, en muchos casos injustificadamente,
precios de las principales variables macroeconó- restringió considerablemente su utilización. Se
micas. C o n respecto a las estadísticas de los gastos producía información que de haber sido divulgada
de las familias participa activamente el Ministerio hubiera permitido un mejor entendimiento de la
de Agricultura y Alimentación, en el marco del realidad del país, pero n o era del interés de las
sistema nacional de estadística alimentaria. autoridades gubernamentales que los fenómenos
L a producción de las estadísticas econó- sociales y económicos fueran de conocimiento
micas por tipo de actividad es responsabilidad de público.
las oficinas de los ministerios respectivos, entidades L a situación descrita llevó an algunos casos
que proporcionan información sectorial, recolec- a que entidades que lograban conseguir dichos
tada de las fuentes primarias a la Oficina Nacional casos "confidenciales" de las instituciones que los
de Estadística, a los organismos públicos y a otros elaboraban, los difundieran sin mayor rigurosidad,
usuarios. Sin embargo, estas estadísticas son repro- lo que en muchas oportunidades llevó a tener una
ducidas y analizadas por infinidad de entidades imagen distorsionada de la realidad. E n otros casos
públicas y privadas, entre las que destacan los se difundían datos aislados cuya explicación o
/bancos, los centros e institutos de investigación, interpretación quedaba al criterio, n o siempre el
las asociaciones y confederaciones, y las empresas m á s certero, de las instituciones que los publicaban
públicas. E n el apéndice listamos las m á s impor- o del público en general. Al carecerse de una cabal
tantes para cada categoría de datos reseñada. información oficial proliferaron los rumores, los
que en situaciones generaron climas de des-
confianza y de desconcierto que tuvieron una fuerte
Almacenamiento, difusión y utilización incidencia negativa sobre los acontecimientos del
de las estadísticas socioeconómicas país.
Desproporción existente entre la información Es recién'desde hace poco tiempo que son
estadística generada y la difundida las mismas entidades oficiales las que difunden la
información estadística que a su juicio es la m á s
N o toda la información recolectada se procesa ni relevante. Sin embargo, aunque se haya dado un
toda la que se procesa se difunde, o al menos se cambio en la intención la difusión aún no es de la
tiene acceso a ella. D e otro lado, n o todos los que magnitud deseada, siendo la escasez de recursos
876
Características de las publicaciones mayoría de los casos ellas contienen cifras defi-
L a clasificación adoptada para las publicaciones nitivas, lo que hace que las publicaciones sean
que presentamos en el apéndice II corresponde a puestas a disposición de los usuarios con conside-
la de las instituciones responsables: de la Oficina rable retraso. E n algunos sectores se tiene, además
Nacional de Estadística (A), de ministerios (B), de las publicaciones anuales, otras de mayor fre-
y de otras instituciones, tanto públicas c o m o pri- cuencia donde por lo general las cifras son aún
vadas ( Q . Salvo algunas excepciones, cuya inclu- preliminares.
sión se justifica por su importancia, nos limitamos Al tiempo que transcurre hasta que los
a presentar a las principales publicaciones perió- datos están listos para en trar al proceso de publi-
dicas que contienen información socioeconómica cación, hay que añadir aquel en el que el material
con cierta regularidad en cuanto a los datos y espera debido a la escasez de recursos económicos
series presentadas. A d e m á s de señalar a la insti- y materiales a los que ya hiciéramos mención. E n
tución responsable de su publicación, presentamos casos extremos las publicaciones se ven interrum-
su periodicidad y las principales categorías de pidas, c o m o ha sucedido con algunas de las publi-
datos incluidas. caciones listadas en los apéndices que en la actua-
L a O N E tiene a su cargo la publicación de lidad no se publican aunque el material está listo,
los resultados de los censos y de las cuentas c o m o por ejemplo las de los sectores de agricultura
nacionales. Publica asimismo las estadísticas que y alimentación, de salud y turismo. E n otros casos
produce en los ámbitos demográfico y de precios. la escasez de recursos impide qué se publique toda
Se destaca la publicación del Informe trimestral, la información que se procesa, lo que obliga a
que caracteriza la situación coyuntural de la eco- recurrir a las mismas oficinas en donde se produce
nomía nacional, además de otros estudios espe- la información si se quiere tener acceso a ella.
ciales aperiódicos. El tiraje de sus publicaciones es Observamos asimismo que algunas oficinas secto-
limitado, agotándose rápidamente, pero la poca riales de estadística n o publican nada; en otros
difusión así c o m o el retraso de las publicaciones se casos la ausencia es tan sólo parcial y sólo tienen
explica principalmente por las limitaciones de re- publicaciones especiales o aperiódicas, o publica-
cursos. Consecuencia de estos problemas, el tiraje ciones que n o contienen estadísticas de carácter
oscila de número a número, en función de los socioeconómico. L o descrito sucede en los sectores
recursos con que se cuenta en cada oportunidad. de economía y finanzas, de integración, de rela-
Los sectores administrativos tienen inde- ciones exteriores, y de vivienda y construcción.
pendencia para publicar las estadísticas que ellos El tercer grupo de publicaciones, listadas
mismos producen. Y son las O S E o su equivalente en el apéndice II-C, tiene una composición bas-
las que tienen la prerrogativa de oficializar la infor- tante heterogénea tanto en lo que respecta a las
mación estadística a publicarse. E n el apéndice II-B características de las publicaciones en cuanto a su
presentamos la relación de las publicaciones de los contenido c o m o en relación a su periodicidad y
ministerios, señalando en cada caso la oficina es- difusión.
pecífica encargada así c o m o su tiraje, el que es El tiraje varía de una publicación a otra,
bastante reducido. Estas publicaciones son envia- aunque cabe hacer una generalización en el sen-
das a las distintas dependencia del gobierno y a tido que aquellas elaboradas por entidades públi-
algunas bibliotecas y centros de documentación cas tienen un tiraje m u c h o m á s reducido en rela-
especializados. Sólo en m u y contados casos que- ción con las elaboradas por las entidades privadas.
dan algunos ejemplares a la venta o para su Las primeras son de distribución gratuita o son
canje con otras publicaciones, lo que aunado al vendidas a bajos precios, mientras que las de orga-
hecho de que no todo lo que se procesa se publica o nismos privados al respecto pueden dividirse en
se llega a publicar con retraso, hace muchas veces dos grandes grupos: aquellas que responden afines
imprescindible acudir a la misma fuente genera- académicos, de investigación y de servicio a la
dora de la información, si se quiere tener acceso comunidad, que son vendidas a precios relativa-
adecuado y oportuno a ella. mente bajos, y aquellas que están destinadas a
Destacan entre estas publicaciones los mercados reducidos y selectos, por lo que el costo
anuarios de los diferentes sectores y otras publica- de las suscripciones es mucho m á s elevado.
ciones también de periodicidad anual. E n la A diferencia de las publicaciones reseñadas
878
S
en los dos grupos anteriores y salvo en m u y L a información es divulgada a través de
contadas excepciones, en éstas la información distintos medios; de publicaciones, tanto perió-
estadística n o sólo aparece en estado primario y dicas c o m o aperiódicas o irregulares. E n cuanto a
suele ir acompañada de análisis y comentarios. la forma de su presentación, las mismas pueden
Sin embargo, en general aún son escasas aquellas consistir en hojas sueltas impresas, folletos, do-
publicaciones en las que aparecen proyecciones de cumentos o libros, en las que aparecen sólo cifras
los datos estadísticos, o las mismas son una repro- o también análisis y comentarios. Los medios de
ducción de las proyecciones elaboradas por las au- comunicación constituyen también medios de
toridades gubernamentales. divulgación masiva de estadística, aunque sólo
Las principales publicaciones periódicas para el caso de las principales variables macroeco-
según las categorías de datos que predominan en nómicas e indicadores sociales que ilustran la
ellas. Observamos que son básicamente los ór- marcha del país.
ganos de Sistema Estadístico Nacional los res- D e no publicarse la información, los datos
ponsables de la publicación de las estadísticas pueden encontrarse en informes especiales de cir-
demográficas y sociales. Las entidades privadas culación restringida, en listados de computadora,
concentran su atención en las estadísticas laborales o pueden hallarse en los bancos de datos o centros
y económicas, áreas en las que son m á s numerosas de documentación con que algunos sectores cuen-
las publicaciones, tanto del S E N c o m o de las otras tan. El sector público suele tener acceso a todas
instituciones públicas y de las privadas, entre las estas formas en que se almacena la información,
que destacan los bancos, los centros académicos y incluso a la información primaria n o procesada,
de investigación, y las asociaciones gremiales. mediante permisos especiales de las autoridades
responsables.
Utilización de las estadísticas Las universidades y demás centros acadé-
socioeconómicas micos y de investigación, son también además de
instituciones generadoras de información, usuarios
Es indudable que es el gobierno el principal usua- importantes de los datos estadísticos de carácter
rio , de las estadísticas socioeconómicas básicas, socioeconómico. Los profesores e investigadores
constituyendo las mismas un elemento fundamen- por lo general tienen muchas dificultades para
tal en el proceso de toma de decisiones en la ges- conseguir los datos estadísticos, sean de fuentes
tión gubernamental. El Instituto Nacional de públicas o privadas, datos que les sirven de base
Planificación, así c o m o las distintas Oficinas Sec- tanto para el material bibliográfico que utilizan en
toriales de Planificación, constituyen también el dictado de sus cursos, c o m o para la realización
usuarios importantes de la información socioeco- de diversos estudios e investigaciones. L a oportu-
nómica, cumpliendo la misma un rol de impor- nidad en la obtención de la información suele ser
tancia en la planificación del desarrollo. un elemento clave en cuanto al éxito de sus tra-
A d e m á s de las oficinas sectoriales de pla- bajos; por tanto, por lo general son ellos quienes
nificación otras dependencias de los respectivos están obligados a acudir a las mismas fuentes pro-
sectores son también usuarias de la información. ductoras de los datos para tratar de conseguir la
E n los casos en que ella no llega a publicarse, salvo información que necesitan. Parte de ella es obte-
que sea por razones de confidencialidad de los nida mediante los canales formales establecidos,
datos, quienes trabajan en los ministerios o en otros mientras que el resto se consigue de manera in-
organismos públicos del sector, tienen libre acceso formal gracias a contactos de diversa índole.
a la información si es que acuden a los lugares en D e formalizarse el canje de publicaciones
que se elaboran y almacenan. Si se llega a difundir pueden contar con muchas de las publicaciones,
la información son ellos quienes primero reciben tanto públicas c o m o privadas; sin embargo, aún
gratuitamente las publicaciones. Asimismo, las hay m u c h o c a m p o por explotar en lo que al canje
autoridades gubernamentales de los demás sec- de publicaciones se refiere. E n algunos casos los
tores tienen también amplio acceso a la informa- estudios e investigaciones de estos centros tienen
ción. Cabe remarcar, sin embargo, que n o todos por productos finales publicaciones que son pues-
los que reciben la información estadística llegan a tas a la venta, aunque n o siempre se vuelcan en
utilizarlo o lo hacen tan sólo parcialmente. ellas toda la información estadística que se uti-
Estructuras nacionales 879
de los datos socioeconómicos primarios.
VII: Perú
lizara c o m o materia prima. Esta información, así la información estadística. U n o s son sólo recopi-
c o m o aquella que no se ve plasmada en publica- ladores de información de diversos países, la que
ciones, se almacena en los mismos centros aca- publican en anuarios y boletines internacionales.
démicos o de investigación, a los cuales el acceso Los gobiernos, bancos extranjeros y organismos
es en la mayoría de los casos restringido. internacionales requieren asimismo de información
Los estudiantes constituyen otro grupo de estadística en qué basarse para el otorgamiento de
usuarios de la información estadística socioeco- préstamos o para llevar a cabo inversiones o ges-
nómica, sobre todo al llevar a cabo sus monogra- tiones de diversa índole en nuestro país. Estudiosos
fías y tesis. Estos trabajos pueden ser consultados o investigadores extranjeros son también usuarios
en las bibliotecas de los centros de estudios y en de la información estadística de nuestro país, la
algunos casos los de buena calidad llegan a publi- que utilizan para diversos estudios que se ven plas-
carse. E n oportunidades trabajan con información mados en artículos especializados, libros, tesis o
antes publicada mientras que en otras se utiliza disertaciones. Finalmente, cabe mencionar el he-
información n o divulgada; incluso aunque rara- cho de que los cuerpos diplomáticos en nuestro
mente pueden tener acceso a los datos aún n o país tienen c o m o una de sus actividades el llevar a
procesados. El acceso a esta información produ- cabo el seguimiento de las principales varia-
cida tanto por organismos públicos c o m o privados,bles sociales y económicas, reportando a sus
suele obtenerse mediante permisos especiales, bas- autoridades gubernamentales los hechos m á s
tante difíciles de conseguir por cierto. A cambio saltantes junto con resúmenes de estadísticas
del acceso a la información suelen realizar prác- confiables.
ticas sin paga o recibiendo remuneraciones m á s Se observa que existe coordinación con en-
bien simbólicas, siendo a la vez útiles a las enti- tidades públicas del sector y fuera de él, tanto por
dades generadoras de estadística las que gracias a su calidad de fuentes de información c o m o por ser
ellos logran cubrir en parte el vacío existente en usuarios de la información que se genera. Estas
relación a la escasez de recursos de que adolecen. coordinaciones responden a la necesidad de cono-
Cabe añadir que los estudiantes o egresados pue- cer la demanda de información estadística y cons-
den trabajar con información que ellos mismos tituyen la mayoría. Desde la creación del S E N a la
recolectan al realizar trabajos de campo y encues- fecha se han llevado a cabo esfuerzos considerables
tas, entre otros. con la finalidad de detectar las lagunas existentes
Los bancos, las entidades crediticias, las en la producción de estadística en relación con su
asociaciones gremiales y los colegios profesionales demanda, por lo que un cuadro con cifras m á s
son también usuarios de la información estadística actualizadas esperaríamos que tuviese cifras m u -
que reseñamos. Y en los últimos años el público cho mayores. El otro tipo de coordinaciones se
en general está mostrando m u c h o interés por co- refiere básicamente a las de asesoramiento y ca-
nocer lo que sucede en el país y de ahí el interés pacitación.
por tener acceso a la información relevante. Este N o sólo basta con conocer la demanda de
interés se acrecienta día a día, siendo su contra- información sino que es igualmente importante
parte la aparición de publicaciones en su mayoría promover su oferta, su utilización. Para ello es
de análisis de la situación coyuntural del país por necesario contar con un puente entre los organis--
las que la demanda es creciente. Este cambio de m o s generadores de la información y los usuarios
actitud es especialmente notorio en los ambientes de la misma, puente representado entre otros por
empresariales donde a diferencia de lo que sucedía los centros de documentación e información, y por
hace algún tiempo, al empresario le interesa contar las bibliotecas especializadas.
con información estadística confiable por la que Observamos que algunas de las bibliotecas
está dispuesto a pagar montos considerables. y centros de documentación corresponden a las
Ciertas publicaciones están orientadas a captar instituciones generadoras de la información esta-
mercados de altos ingresos por lo que el acceso a dística. Si bien la O N E cuenta con una biblioteca
las estadísticas que contienen queda fuera del al- que debiera contar con la información generada
cance del público en general. en todo el sistema, aún se encuentra en proceso
Los organismos internacionales con sede de implementación. N o se cuenta, sin embargo,
en nuestro país o en el extranjero también utilizan con un banco central de datos, sino que distintas
M
880
entidades poseen sus propios bancos de datos. casos están abiertos al público en general. E n otros
E n cuanto a los ministerios, aún hay muchos sólo al personal que labora en la institución o a los
que n o cuentan con bibliotecas ni archivos técni- trabajadores del sector público, salvo permisos
cos, ni m u c h o menos con bancos de datos, aunque especiales. Por último cabe señalar que para in-
se h a ido avanzando en este sentido. gresar a otros y para gozar de sus servicios habrá
C o n relación al acceso a estos lugares de de cumplirse con ciertos requisitos además de
almacenamiento de la información, en algunos pagarse ciertas cuotas de inscripción.
Apéndice I. Listado alfabético de las principales instituciones que producen y/o publican
información estadística de carácter socioeconómico
*í
10. Ministerio del Interior. A v . Córpac s/n Estadísticas vitales (A. 1.3)
Oficina Sectorial de Lima 27 Estadísticas de migración
Planificación. Dirección de (A. 1.4)
Estadística Servicios de salud (A.2.4.3)
Seguridad y orden público
(A.2.5)
Cuentas nacionales: ingresos y
gastos (B. 1.1)
11. Ministerio de Pesquería. A v . Javier Prado Este 2465 Cuentas nacionales: ingresos y
Oficina Sectorial de Urb. San Luis gastos (B. 1.1)
Estadística Lima 34 Pesca (C. 1.3)
12. Ministerio de Relaciones Jr. Azángaro 387 Estadísticas vitales (A. 1.3)
Exteriores Lima 1 Cuentas nacionales: ingresos y
gastos (B. 1.1)
Balanza de pagos (B.3.2)
13. Ministerio de Salud—Oficina A v . Brasil 2309 Estadísticas de población
Sectorial de Estadística Lima 11 (A. 1.2)
e Informática Defunciones (A. 1.3.2)
Salud (A.2.4)
Instituciones de asistencia y de
bienestar social (A.2.6.3)
Accidentes, lesiones e
incapacidades laborales
(A.3.1.5)
Cuentas nacionales: ingresos y
gastos (B. 1.1)
14. Ministerio de Trabajo. Centro Cívico Comercio al por mayor y
Dirección General de Lima 1 menor (C.6.1)
Cooperativas de Servicio. Servicios comunales, sociales y
Unidad de Investigación personales (C.9.2)
y Estadística
15. Ministerio de Trabajo. Av. Salaverry, cuadra 8, Estadísticas de población
Dirección General de piso 1 (A. 1.2)
Empleo. Oficina Técnica Lima 11 Migración interna (A.l .4.1)
de Estudios de M a n o de Empleo y población
Obra ( O T E M O ) económicamente activa
(A.3.1.1)
Sueldos y salarios (A. 3.1.2)
Seguridad social (A.3.2)
Empleo en el sector público
(B.2.2)
Cuentas nacionales: ingresos y
gastos (B. 1.1)
16. Ministerio de Trabajo. Pablo Bermúdez 386 Servicios de empleo (A. 3.1.4)
Dirección de Colocaciones Lima 11
Estructuras nacionales 883
de los datos socioeconómicos primarlos.
VIL Perú
66. Confederación Nacional Av. Miro Quesada 327 Agricultura y caza (C. 1.1)
Agraria Lima 1 Silvicultura y extracción de
madera ( C l . 2 )
67. Confederación Nacional de Av. Abancay 210 Estadísticas económicas
Comerciantes ( C O N A C O ) Lima 1 globales (B)
Comercio al por mayor y menor
(C.6.1)
68. Confederación Nacional de Av. 28 de Julio 565 Estadísticas laborales (A. 3.1)
Trabajadores ( C N T ) Lima 1
69. Consejo de Reajustes de Domingo Cueto 120 Precios (B.4.1)
Precios de la Construcción Lima 14 Construcción (C.5)
70. Consejo Nacional de Av. del Parque Ciencia y tecnología (A. 2.2.2)
Investigación (CNI) Norte 1172-1174
Lima 27
71. Consejo Nacional de la Calle Aldabas, 3. a cuadra Educación, ciencia y
Universidad Peruana Chama, Lima tecnología ( A . 2 . 2 )
(CONUP)
72. Contraloría General de la A . Wiese 315 Estadísticas gubernamentales:
República Lima 1 ingresos y gastos (B.2.1)
73. Corporación Financiera del Av. Garcilazo de la Vega 1456 Estadísticas monetarias y
Desarrollo ( C O F I D E ) Lima 1 financieras (B.1.3)
Estadísticas del sector externo
(B.3)
Finanzas (C.8.1)
74. Corporación Peruana de Aeropuerto Internacional Balanza de pagos (B.3.2)
Aeropuertos y Aviación Jorge Chávez Transporte aéreo (C.7.1.2)
Comercial ( C O R P A C ) Av. Elmer Faucett Turismo (C.9.1)
Callao, 2
75. D E S C O . Centro de Estudios Av. Salaverry 1945 Estadísticas sociales (A.2)
y Promoción del Desarrollo Lima 14 Estadísticas laborales (A.3.1)
Estadísticas económicas
globales (B)
Estadísticas económicas por tipo
de actividad ( Q
76. E C O , Grupo de Av. Aviación 3020 Estadísticas laborales (A.3.1)
Investigaciones of. 301 Estadísticas económicas
Económicas San Borja, Lima globales (B)
Estadísticas económicas por tipo
de actividad ( Q
77. Electricidad de Lima Conde de Superunda 261 Electricidad (C.4.1)
(ELECTROLIMA) Lima 1
78. Electricidad del Perú Paseo de la República 144 Electricidad (C.4.1)
(ELECTROPERU) Lima 1
79. Empresa de Administración Jr. Huancavelica 466 Vivienda ( A . 2 . 1 . 2 )
de Inmuebles del Perú Lima 1
(EMADI—PERU)
80. Empresa de Saneamiento de Av. Venezuela 812 Vivienda ( A . 2 . 1 . 2 )
Lima (ESAL) Lima Agua (C.4.3)
888
m
81. Empresa Minera del Centro Jr. Carabaya 891 Explotación de minas y
(CENTROMIN) Lima 1 canteras (C.2)
82. Empresa Minera del Hierro Paseo de la República 3587 Explotación de minas y
(HIERRO—PERU) Lima 27 canteras (C.2)
Industria manufacturera (C.3)
83. Empresa Minera del Perú Bernardo Monteagudo 222 Explotación de minas y
(MINERO—PERU) Lima 17 canteras (C.2)
Industria manufacturera (C.3)
84. Empresa Nacional de Puertos Terminal Marítimo del Comercio exterior (B.3.1)
(ENAPU—PERU) Callao, piso 3 Transporte acuático (C.7.1.3)
Callao 1
85. Empresa Nacional de Bernardo Monteagudo 210 Comercio exterior (B.3.1)
Comercialización de Lima 17 Estadísticas agrícolas
Insumos (ENCI) (C.1.1.1.2)
Comercio al por mayor y menor
(C.6.1)
86. Empresa Nacional de Jr. Ancash 207 Transporte ferroviario
Ferrocarriles del Perú Lima 1 (C.7.1.1.2)
(ENAFER—PERU)
87. Empresa Nacional de A ; Tamayo 154 Cultura, recreación y
Radiodifusión del Perú Lima 27 ' comunicación de masas
(ENRAD—PERU) (A.2.3)
88. Empresa Nacional de Las Begonias 475, Comunicaciones (C.7.2)
Telecomunicaciones piso 5
(ENTEL—PERU) Lima 27
89. Empresa Nacional de Jr. Junín 455 Restaurantes y hoteles (C.6.2)
Turismo ( E N T U R — Lima 1 Turismo (C.9.1)
PERU)
90. Empresa Pesquera del Perú Av. Javier Prado Este 2465 Pesca (C. 1.3)
de Producción de Harina Lima 30 Industria manufacturera-(C.3)
y Aceite de Pescado
(PESCA—PERU)
91. Empresa Pública de Av. 28 de Julio 715 Exportaciones (B. 3.1.3)
Comercialización de Lima 1 Pesca (C. 1.3)
Harina y Aceite de Pescado Industria manufacturera (C.3)
(EPCHAP)
92. Empresa Pública de Servicios Av. Javier Prado Este 2465 Pesca (C. 1.3)
Pesqueros (EPSEP) Lima 20 Industria manufacturera (C.3)
93. Empresa.Siderúrgica del Av. Tacna 543 Industria manufacturera (C.3)
Perú ( S I D E R P E R U ) Lima 1 Construcción (C.5)
94. Escuela de Administración Av. L a Molina Estadísticas económicas
de Negocios para Lima globales (B)
Graduados (ESAN) Estadísticas económicas por tipo
de actividad ( Q
95. Fondo Nacional de Salud y Av. Salaverry, cuadra 8 Salud (A.2.4)
Bienestar Social Lima 1 Servicios sociales (A.2.6)
Estadísticas de seguridad social
(A.3.2)
Estructuras nacionales 889
de los datos socioeconómicos primarios.
VII: Perú
96. Guardia Civil del Perú A v . E . Canaval s/n Seguridad y orden público
Lima (A.2.5)
97. Industrias del Perú Calle 7, n.° 229 Industria manufacturera (C. 3)
(INDUPERU) Lima 12
98. Instituto Científico y Malecón Balta 758 Ciencia y tecnología (A. 2.2.2)
Tecnológico Minero Lima 18 Explotación de minas y
(INCITEMI) canteras (C. 2)
Industria manufacturera (C.3)
99. Instituto de Estudios Horacio Urteaga 694 Estadísticas demográficas,
Peruanos (IEP) Lima 11 sociales y laborales (A)
Estadísticas económicas
globales (B)
Estadísticas económicas por tipo
de actividad (C)
100. Instituto de Geología y Pablo Bermúdez 211 Ciencia y tecnología ( A . 2 . 2 . 2 )
Minería Lima 11 Explotación de minas y
canteras (C. 2)
101. Instituto de Investigaciones A v . L a Universidad 595 Ciencia y tecnología ( A . 2 . 2 . 2 )
Agro Industriales Lima 12 Agricultura: producción y
servicios (C. 1.1.1)
102. Instituto de Investigaciones Jr. Francisco Masías 370 Ciencia y tecnología ( A . 2 . 2 . 2 )
Energéticas y Servicios de Lima 14 Electricidad (C.4.1)
Energía Eléctrica (INIE)
103. Instituto de Investigación A . Salazar 409 Estadísticas de población
Nutricional Lima 27 (A. 1.2)
Ciencia y tecnología ( A . 2 . 2 . 2 )
Salud (A.2.4)
Servicios sociales (A,2.6)
104. Instituto de Investigación Morelli, 2. a cuadra Ciencia y tecnología (A. 2.2.2)
Tecnológica, Industrial y Lima 27 Industria manufacturera (C.3)
Normas Técnicas
(ITINTEQ
105. Instituto de Nutrición Tizón y Bueno 276 Estadísticas de población
Lima 11 (A.1.2)
Salud (A.2.4)
Servicios sociales (A.2.6)
106. Instituto de Salud Pública A v . Salaverry, 8.* cuadra Salud (A.2.4)
Lima Il-
107. Instituto de Urbanismo y las Olmos 117 Estadísticas de viviendas
Planificación del Perú Lima 11 (A.2.1.2)
Construcción (C.5)
108. Instituto del M a r del Perú Esq. Gamarra y Gral del Valle Pesca (C. 1.3)
(IMARPE) Callao 5
109. Instituto Internacional de A v . Petit Thouars 3899 Estadísticas demográficas,
Investigación y Acción Lima 27 sociales y laborales (A)
para el Desarrollo ( I N D A ) Estadísticas económicas
globales (B)
Estadísticas económicas por tipo
de actividad ( Q
890
Îtl
110. Instituto Nacional de Av. G u z m á n Blanco 298 Empleo en el sector público
Administración Pública Lima 1 (B.2.2)
(INAP) Otras estadísticas
gubernamentales (B.2.3)
111. Instituto Nacional de Av. San Martín 685 Servicios sociales (A.2.6)
Asistencia y Promoción Lima 21
del Menor y de la Familia
(INAPROMEF)
112. Instituto Nacional de Becas Av. Salaverry 3285 Estímulos educativos
y Crédito Educativo Lima 27 (A.2.2.1.6)
(INABEC)
113. Instituto Nacional de Jr. Ancash 390 Estadísticas de cultura
Cultura Lima 1 (A.2.3.1)
Estadísticas de recreación
(A.2.3.2)
114. Instituto Nacional de Av. Juan Pezet 1907 Ciencia y tecnología (A.2.2.2)
Investigación y Lima 27 Comunicaciones (C. 7.2)
Capacitación de
Telecomunicaciones
(INICTEL)
115. Instituto Nacional de Van de Velde 160 Educación, ciencia y tecnología
Investigación y Desarrollo Lima 27 (A.2.2)
de la Educación (INEDE)
116. Instituto Nacional de A v . República de Chile 262 Estadísticas económicas
Planificación (INP) Lima 11 globales (B)
Tablas de insumo producto
(B.1.2)
Estadísticas económicas por tipo
de actividad ( Q
117. Instituto Nacionalde Estadio Nacional, puerta 29 Educación (A.2.2.1)
Recreación, Educación Lima 1 Estadística de recreación
Física y Deportes (A.2.3.2)
(INRED)
118. Instituto Nacional de Ministerio de Educación Educación (A.2.2.1)
Teleducación Parque Universitario Cultura, recreación y
Lima 1 comunicación de masas
(A.2.3)
119. Instituto Peruano de Av. José Pardo 610 Estadísticas demográficas,
Administración de Lima 18 sociales y laborales (A)
Empresas (IPAE) Estadísticas económicas
globales (B)
Estadísticas económicas por tipo
de actividad (Ç)
120. Instituto Peruano de Jr. A . Wiese 515 Estadísticas monetarias y
Derecho y Técnica Lima 1 .financieras (B.1.3)
Bancada Finanzas (C.8.1)
Estructuras nacionales 891
de los datos socioeconómicos primarios.
VIL Perú
Categoría
Título de la publicación Periodicidad de datos
B . Ministerios
Anuarios de Estadística Ministerio de Energía Anual 300 C.4.1
Eléctrica y Minas (5)
Anuario de la Mineria Ministerio de Energía Anual 300 C.2,C3
del Perú y Minas (5)
Anuario del Petróleo Ministerio de Energía Anual 300 C.2, C.3, C.4.2
del Perú y Minas (5)
Anuario Estadístico Ministerio de Agricultura Anual 300 C . l . l . C . 1 . 2 , C.4.3
Agropecuario y Alimentación (2)
Anuario Estadístico de Ministerio de Industria, Anual 300 B.3.1
Comercio Exterior Comercio, Turismo e
Integración (MICTI),
Secretaría de Estado de
Comercio (6)
Anuario Estadístico de Ministerio de Trabajo,, Anual 300 C.6.1, C . 9 . 2
Cooperativas Dirección General de 200
Cooperativas de
Servicio (14)
Anuario Estadístico de MICTI—Secretaría de Anual 600 A . I . 4 . 2 . B . 4 . l.B.3.2
Turismo Estado de Turismo (9)
Anuario Estadístico del Ministerio del Anual 100 A . 2 . 3 , A . 1 . 4 ,^ . 2 . 4 . 3 ,
Sector Interior Interior (10) A.2.5
Anuario Estadístico del Ministerio de Trabajo, Anual 300 A . 1 . 2 , A . 1 . 4 ..1, A . 3 . 1 . 1 ,
Sector Trabajo Dirección General del A . 3 . 1 . 2 , A . 3 .,1.4, A . 3 . 2 .
Empleo (15) B.2.2
Anuario Estadístico Ministerio de Anual 350 C.1.3
Pesquero Pesquería (11)
Balanza Comercial por MICTI—Secretaría de Semestral 250 B.3.1
Zonas Económicas Estado de Comercio (6)
(fascículos por zonas
económicas)
Boletín Estadístico de MICTÍ—Secretaría de Semestral 300 B.3.1
Comercio Exterior Estado de Comercio (6)
Boletín Estadístico de MICTI—Secretaría de Trimestral 200 C.6.2.C.9.1
Turismo Estado de Turismo (9)
Boletín Estadístico Ministerio de Salud (13) Mensual 800 A . 1 . 2 . A . 1 . 3 .2, A . 2 . 4 ,
Mensual A.2.6.3, C . 6 . 1 , C . 9 . 2
Boletín Mensual de Bienes MICTI—Secretaría de , Mensual 200 C.6.1
de Consumo Final Estado de Comercio (6)
Boletín Mensual de MICTI—Secretaría de Mensual 250 B.3.1.3
Exportaciones Estado de Comercio (6)
Autorizadas
Comercio Interior por MICTI—Secretaría de Semestral 150 B.4.1, C.6.1
rama de Actividad Estado de Comercio (6)
Económica
Compendio Estadístico Ministerio de Anual 300 C.7
del Sector Transporte Transporte y
y Comunicaciones Comunicaciones (18)
894
ütfc
Directorio Estadístico Míen—Secretaría de Anual 600 C.6.2, C.9.1
de Establecimientos de Estado de Turismo (9)
Hospedaje
Encuesta Mensual al MICTI—Secretaría de Mensual 100 C.6.1
Comercio Minorista: Estado de Comercio (6)
Avance Estadístico
Estadística de Comercio MICTI—Secretaría de Anual 500 B.3.1.3
Exterior Estado de Comercio (6)
Estadística de la MICTI—Secretaría de Anual 250 C.9.2
Comunidad Industrial Estado de Industria (7)
Estadística de Peaje Ministerio de Anual 300 B.4.1.C.7.1
Transportes y
Comunicaciones (18)
Estadística de Recursos Ministerio de Anual 300 A.3.1.1.C.7.1
Humanos del Sector Transportes y
Transporte Comunicaciones (18)
Estadísticas Ministerio de Anual 300 A.2.2.1
Departamentales Educación (4)
Estadística Industrial: MICTI—Secretaría de Anual 300 C.3
por Departamentos Estado de Industria (7)
Estadística Industrial: MICTI—Secretaría de Anual 500 C.3
por Grupos C H U Estado de Industrias (7)
Estadísticas por Zonas Ministerio de Anual 300 A.2.2.1
de Educación Educación (4)
Estimación del Parque Ministerio de Anual 300 C.7.1
Automotor Transportes y
Comunicaciones (18)
Folleto de Divulgación Ministerio de Anual 1000 C.7
Estadística Transportes y
Comunicaciones (18)
Indicadores del Sector MICTI—Secretaría de Trimestral 250 C.3
Manufacturero Estado de Industria (7)
índices de Precios de Míen—Secretaría de Semestral 200 B.3.1.2.B.3.4.B.4.1
Importación Estado de Comercio (6)
Informativo Estadístico MICn—Secretaría de Semestral 250 C.3
Industrial Estado de Industria (7)
Informefinalde los Ministerio de Anual 100 C.7.2
Resultados de Tráfico Transportes y
Postal Comunicaciones (18)
Movimiento de Viajeros MICn—Secretaría de Anual 600 C.6.2, C.9.1
en los Establecimientos Estado de Turismo (9)
de Hospedaje
Parte Anual de Cetáceos Ministerio de Anual 60 C.1.3
Pesquería (11)
Parte Anual de la Ministerio de Anual 60 C.1.3, C.3
Industria de Enlatado Pesquería (11)
de Pescado y Mariscos
Parte de Venta de Ministerio de Mensual 60 B.3, C.1.3, C.3
Harina de Pescado Pesquería (11)
Estructuras nacionales 895
de los datos socioeconómicos primarios.
VII: Perú
M
SINEA—Subsistema 1: Ministerio de Trimestral 30-50 C . 1.1.1.2
Boletín Estadística Agricultura y
Trimestral Alimentación (2)
SINEA—Subsistema 1: Ministerio de Mensual 30-50 C . 1.1.1.2
Boletín Analítico MensualAgricultura y
Alimentación (2)
SINEA—Subsistema 2: Ministerio de Mensual 30-50 C . 1.1.1.2
Costos de Producción, Agricultura y
Muéstreos de Alimentación (2)
Rendimiento e
Información para
Análisis y Estudios.
Boletín Estadístico
Mensual
SINEA—Subsistema 2: Ministerio de Trimestral 30-50 C . 1.1.1.2
Boletín Estadístico Agricultura y
Trimestral Alimentación (2)
SINEA—Subsistema 2: Ministerio de Mensual 30-50 C . 1.1.1.2
Boletín Analítico Agricultura y
Mensual Alimentación (2)
SINEA—Subsistema 3: Ministerio de Mensual 30-50 C.l.1.1.2, C.6.1
Granjas Avícolas, Agricultura y
Granjas de Porcinos, Alimentación (2)
Centros de Engorde,
Establos Lecheros,
Plantas de Incubación,
Distribuidores de
Alimentos Balanceados,
Hojas Informativas
Mensuales
SINEA—Subsistema 3: Ministerio de Mensual 30-50 C.l.1.1.2
Boletín Analítico Agricultura y
Mensual Alimentación (2)
SINEA—Subsistema 4: Ministerio de Quincenal 30-50 C.l.1.1.2, C . 3
Fábricas de Alimentos Agricultura y
Balanceados, Informa Alimentación (2)
Quincenal
SINEA—Subsistema 4: Ministerio de Mensual 30-50 C.l.1.1.2, C.3
Plantas Procesadoras de Agricultura y
Leche Pasteurizada. Alimentación (2)
Informe Mensual
SINEA—Subsistema 4: Ministerio de Mensual 30-50 C . 1.1.1.2, C . 3
Plantas Procesadoras de Agricultura y
Leche Enlatada. Alimentación (2)
Informe Mensual
SINEA—Subsistema 5: Ministerio de Semanal 30-50 C.l.1.1.2
Canales. Boletín Agricultura y
Semanal Alimentación (2)
Estructuras nacionales 897
de los datos socioeconómicos primarios.
VII: Perú
C . Otras Publicaciones
André Béteille*
antropólogos para distinguir entre una cosa y otra. vuelve a la obra de Morgan y sostiene que sólo
E n la práctica, la distinción entre "tribu" y podemos comprender la tribu c o m o un tipo de
"casta" continúa confundiendo al estudioso de la organización social si la contemplamos c o m o una
sociedad india, y por ello m i s m o nos pregun- fase en la evolución social. Ahora bien, podemos
tamos si tal hecho no revelará una deficiencia en la seguir a Morgan y hacer ver c ó m o al salvajismo
concepción misma de tribu. sucede la barbarie que es a su vez sustituida por la
L a antropología ha convenido en definir la civilización, o podemos valemos de una secuencia
tribu c o m o una "sociedad completamente orga- de fases m á s diferenciada identificando el tipo de
nizada"1, es decir, un sistema que se perpetúa a sí organización tribal con una fase particular de la
m i s m o y que tiene dentro de sus límites todos los secuencia. Pero, a m i parecer, el verdadero pro-
recursos necesarios para el mantenimiento perma- blema estriba no en identificar la fase de la evolu-
nente de u n m o d o particular de existencia colec- ción a la que el tipo de organización tribal
tiva. L a tribu es, en este sentido, una sociedad total corresponde, sino en abordar y dilucidar la coexis-
y una cultura completa, a diferencia de la mitad, tencia de este tipo de organización y de otros dis-
la fratría, el clan, el linaje o la familia. Cada tribu tintos dentro del mismo contexto social e histórico.
tiene su propio territorio, lo que significa que es Y es precisamente aquí donde los evolucionistas de
políticamente autónoma, esté organizada políti- ayer y de hoy no consiguen dar una solución satis-
camente o no. Tiene también su propia lengua o factoria, por cuanto la teoría evolucionista n o
dialecto que es la señal de su cultura distintiva. Se puede sustituir a la comprensión histórica.
ha dado tácitamente por supuesto que, c o m o en el Respecto a los evolucionistas decimonó-
caso de los estados nacionales de Europa, territorio nicos, el inconveniente está en que creían con de-
e idioma c o m ú n van aparejados. masiada facilidad que el desarrollo de un tipo de
Hasta una época reciente los antropólogos sociedad m á s compleja o más avanzada conducía
sociales han dado por descontadas estas delimita- automáticamente a la desaparición del tipo tribal.
ciones de la tribu, centrando la atención en su Es una perogrullada, por supuesto, afirmar que la
estructura interna. C o m o si una tribu pudiera tribu ha precedido al Estado y a la civilización en
conocerse en sus propios términos sin tomar en la dilatada escala de la evolución social. Ese no es
cuenta otras tribus u otras sociedades de distinto el problema. El problema está en que las tribus han
género. L a labor de Evans-Pritchard entre los continuado existiendo durante siglos y milenios
nuer demostró que una tribu es una tribu sólo en en el seno mismo de la civilización y del Estado, y
contraposición a otras tribus2. L a experiencia de la estos últimos las han marcado con su impronta.
India (y otras sociedades asiáticas) parece indicar El evolucionista se preocupa por la sucesión de los
que una tribu puede considerarse válidamente una tipos; nuestro problema consiste en c ó m o tratar la
tribu sólo en contraposición a u n orden social de coexistencia de distintos tipos en las formaciones
otra clase. multiestructurales que son rasgo característico de
Los estudiosos del siglo xrx contemplaban tantas sociedades asiáticas.
las sociedades tribales a la luz de la teoría evolu- Godelier ha llamado la atención sobre los
cionista. Y no sólo era así en el caso de antropó- dos esquemas de clasificación presentados por
logos c o m o Lewis Henry Morgan, sino también en Sahlins en su estudio sobre las tribus. E n el primer
el de historiadores c o m o Fustel de Coulanges. esquema, presentado en 1961, hay cuatro tipos de
Morgan trató de demostrar las fases de la evolu- organización correspondientes a cuatro fases de
ción social mediante la comparación de sociedades evolución: la banda, la tribu, el cacicazgo y el
primitivas contemporáneas. Fustel reconstruyó la Estado. E n u n trabajo m á s extenso, publicado
transformación de la sociedad griega y romana siete años después, el esquema aparece algo sim-
desde sus formas primitivas a otras m á s avanzadas. plificado, y, en vez de cuatro, tenemos tres tipos,
E n todo ello la tribu representaba tanto un tipo a saber: la banda, la tribu y el Estado. Godelier
de organización social c o m o una fase en la evolu- critica a Sahlins por haber fundido los dos tér-
ción de la sociedad. minos medios de su primer esquema —es decir la
L a perspectiva evolucionista aparece de tribu y el cacicazgo— en uno solo, haciendo así su
nuevo en los escritos de Marshall Sahlins y en la ulterior concepción de tribu algo más elástica que
crítica que Godelier hace de Sahlins3. Godelier la primera.
Sobre el concepto de tribu 907
E n su primer estudio, Sahlins había consi- formara parte o con la que estuviera relacionada, y
derado que el rasgo definitorio de la tribu c o m o no simplemente de su propio potencial evolutivo.
tipo de sociedad era el poseer una estructura seg- A comienzos del siglo xrx, la proporción
mentaria. La importancia de los sistemas políticos en que se combinaban los diferentes m o d o s de
segmentarios fue resaltada por los antropólogos organización tribal entre las que hoy integran las
sociales ingleses que habían trabajado en Africa. tribus catalogadas era diferente de la proporción
Efecto inicial de la publicación de African Political actual. Las bandas de cazadores y recolectores,
Systems fue el poner de relieve las diferencias entre c o m o todavía existen entre los isleños andaman o,
las sociedades centralizadas y las segmentarias, en el continente, entre los birhors, eran m á s co-
caracterizadas por Fortes y Evans-Pritchard c o m o rrientes entonces que ahora. El m o d o segmentario
sociedades del grupo A y del grupo B . Pronto de organización tribal era también m á s c o m ú n
resultó evidente, sin embargo, que la distinción en Orissa, en M a d h y a , en Bihar y en las zonas
entre la tribu c o m o sistema segmentario y la tribu fronterizas. Pero había también cacicazgos, ade-
c o m o cacicazgo es más relativa que absoluta. E n m á s de los estados tribales antes referidos.
el intervalo transcurrido entre el primero y el El concepto de tribu se enfrenta así a un
segundo estudio de Sahlins, había publicado doble problema en el contexto de la sociedad india..
Gluckman su autorizada obra en la que sostenía Está en primer lugar el problema de distinguir
que "la diferencia entre las tribus organizadas bajo entre m o d o s de organización tribal conexos e im-
el m a n d o de jefes y aquellas que carecen de ellos bricados entre sí. Y está la cuestión n o menos
no es tan grande c o m o parece"4. Incluso un etnó- peliaguda de trazar líneas claras de demarcación
grafo tan formidable c o m o Malinowski parece entre sociedad tribal y no tribal. E n cierto sentido,
haberse confundido, tomando por cacicazgo un el primer problema es sólo un aspecto del segundo.
sistema que era de carácter básicamente seg- E n Norteamérica, Australia, Melanesia,
mentario6. Polinesia y, en buena medida, incluso en Africa al
E n los cien años transcurridos desde la sur del Sahara, la relación entre tribu y civilización
época de Morgan, los antropólogos han aprendido (o entre tribu y estado) ha sido de u n orden m u y
a distinguir analíticamente entre la banda, el sis- distinto del que asume esta relación en la India y
tema segmentario y el cacicazgo. Pero en general en los países asiáticos en general. Por eso una
han continuado aplicando el mismo término de concepción de tribu basada en la experiencia de
"tribu" a los tres. Es hasta cierto punto cuestión Australia o América del Norte —los campos m á s
de conveniencia si hacemos hincapié en las conti- fértiles de la antropología clásica— se ajustará
nuidades entre los - tres m o d o s de organización m u y poco a las realidades de la situación india.
tribal o sus discontinuidades. Para aquellos que se E n la India, los esquemas evolucionistas que trazan
interesan por el estudio de las interacciones entre la sucesión de diferentes tipos de organización so-
tribu y Estado (o entre tribu y civilización), hay cial deben ceder ante los genuinos análisis históri-
ventajas manifiestas en comenzar por las conti- cos de formaciones sociales coexistentes con m u y
nuidades entre los diversos m o d o s de organización amplias variaciones en escala y en complejidad.
tribal. E n Norteamérica, en Melanesia y en
Los varios cientos de unidades que c o m - Australia, el encuentro entre tribu y civilización
prenden las tribus catalogadas de la India abarcan fue brusco y repentino; y tuvo un carácter dra-
todos los modos de organización tribal, desde la mático, por no decir traumático. Fueron talés las
banda al cacicazgo. A los albores del siglo xrx se circunstancias del encuentro que hicieron resaltar
remonta la época en que las áreas tribales empeza- el contraste entre tribu y civilización, m á s que la
ron a ser sistemáticamente exploradas por la admi- imbricación y la continuidad entre ambas. A u s -
nistración colonial. E n realidad, hasta ese periodo tralia proporciona el mejor ejemplo: aquí tribu
podía hablarse con cierta justicia de "estados tri- y civilización representaban los dos extremos en
bales" además de bandas tribales. Históricamente, las escalas de la tecnología, la organización social
el que una tribu dada se registrase c o m o un ca- y la ideología. Raza, lengua y cultura dividían tan
cicazgo tribal o se calificase de estado tribal tajantemente a la población tribal y a la no tribal
dependía en gran medida de los fluctuantes ava- que jamás pudo haber ninguna duda, c o m o en la
tares de la entidad política m á s amplia de que India, acerca de sus respectivas identidades.
908
E n la India los encuentros entre tribu y tergadas en sus nichos ecológicos y fueron rechaza-
civilización han tenido lugar bajo condiciones his- das hacia ellos en el curso de la expansión y el
tóricas de una índole radicalmente distinta. L a avance de la civilización y el estado. Su cultura
coexistencia de tribu y civilización y su interacción material y su organización social han estado prin-
m u t u a se remontan a los albores de la historia cipalmente relacionadas con los nichos ecológicos
documentada y aun antes. E n los confines de la en los que han vivido sus vidas en aislamiento y
civilización hindú han existido tribus desde tiempo abandono.
inmemorial, y estos confines siempre han sido El aislamiento de las comunidades tribales
vagos, imprecisos y fluctuantes6. L a civilización es y ha sido siempre cuestión de grado. Algunas
hindú reconocía la distinción entre tribu y casta tribus han estado m á s aisladas que otras, pero al
en la distinción entre dos especies de comunidades, menos en las zonas del interior, donde se halla el
jaita y jad, una confinada en el aislamiento de grueso de la población tribal, ninguna se ha visto
bosques y montañas, y la otra establecida en totalmente exenta de la huella de la civilización cir-
pueblos y ciudades con una división del trabajo cundante. S u aislamiento, adoptado por propia
m á s complicada. L a transformación de tribus en decisión o impuesto por otros, bloqueó el creci-
castas ha sido documentada por gran número de miento de su cultura material, pero al m i s m o
antropólogos e historiadores; sin duda, también tiempo les permitió conservar sus m o d o s de expre-
tenía lugar el proceso contrarío, aunque n o puede sión distintivos. H o y día, el indicador m á s impor-
ser documentado tan fácilmente. tante de la diferencia entre tribu y casta es el
L a tribu c o m o m o d o de organización ha lenguaje. Las castas hablan una u otra de las prin-
diferido siempre del m o d o de organización basado cipales lenguas literarias, pero cada tribu posee su
en las castas. Pero consideradas c o m o unidades propio dialecto distintivo que a veces difiere esen-
individuales, las tribus n o siempre son fáciles de cialmente de la lengua predominante en la región.
distinguir de las castas, especialmente en los Pero ni siquiera esta piedra de toque de la identidad
confines donde los dos m o d o s de organización funciona siempre. E n la India occidental hay
se encuentran. L a propia terminología nativa muchas tribus, entre ellas la de los bhils, una de las
refleja esta ambigüedad. Por ejemplo, en lengua m á s populosas del país, que carecen de lengua
bengali el término que designa la casta esjati y el propia, habiendo adoptado en fecha desconocida
que designa la tribu es upajati; pero upajati puede la lengua de la región. N o es casual que desde
denotar también la subcasta. tiempo inmemorial los bhils hayan estado también
L a condición distintiva de,la tribu en la asociados, tanto material c o m o simbólicamente,
India h a sido su aislamiento, principalmente en con algunos de los m á s importantes estados que
las montañas y bosques del interior, pero también han existido en la historia de la India occidental.
en las regiones fronterizas. E n general las c o m u -
nidades tribales son aquellas que quedaron pos- [Traducido del inglés]
Notas
1
Es frase de Morgan, repetida en un texto reciente tice Hall, 1968; Maurice Godelier, Perspec-
de Godelier al que hacemos referencia en la tives in Marxist Anthropology, Cambridge
nota 3. University Press, 1977.
4
- E . E . Evans-Pritchard, The Nucr, Clarendon Press, M a x Gluckman, Politics, Law and Ritual in Tribal
. 1940; v6ase también M . Fortes y E . E . Evans- Society, p . 85, Basil Blackwell, 1965.
s
Pritchard (reds.), African Political Systems, J. P . Singh Uberoi, The Politics of the Kula Sing,
Oxford University Press, 1940. Manchester University Press, 1962.
3 6
Marshall D . Sahlins, "The segmentary lineage: an Hay una copiosa literatura sobre la materia, pero la
organization of predatory expansion", Ame- mejor exposición se encuentra en N . K . Bose,
rican Anthropologist, vol. 63, p. 322-345, The Structure of Hindu Society, Orient Long-
1961; Marshall D . Sahlins, Tribesmen, Prcn- m a n , 1975.
El Premio Stein Rokkan
de investigación comparada del C I C S
Theodore Wyckoff
H a n transcurrido ya m á s de diez años desde que el lista sigue siendo válida para todo estudio referido
American Political Science Review publicó u n a la época inmediatamente anterior a su publi-
instrumento que hacía tiempo necesitaban los in- cación a mediados de 1968.
vestigadores en el terreno de los estudios interna- Los criterios de extensión y soberanía
cionales: una lista sistematizada de las unidades continúan siendo los mismos. Aquellas entidades
políticas nacionales en el siglo x x . Esta lista siste- cuya población n o excedió nunca de 10 000 habi-
matizada, confeccionada por los profesores de tantes quedan excluidas, a m e n o s que pueda
ciencia política Bruce Russett y J. David Singer y demostrarse que son o han sido diplomáticamente
el historiador Melvin Small, aportó algo de ese significativas, por ejemplo, en virtud del reconoci-
orden que tanta falta hacía en el empeño, antes a miento diplomático general por parte de otras
m e n u d o desorientador, de facilitar una lista defi- potencias. Sólo tres estados inciden en esta cate-
nitiva de los estados que integran el sistema polí- goría: Ciudad del Vaticano y dos estados del sur
1
tico internacional . del Pacífico: Nauru y Tuvalu. Las unidades polí-
Pues bien, es precisamente la necesidad de ticas n o generalmente reconocidas c o m o indepen-
una lista sistematizada puesta al día —y especial- dientes y soberanas en algún m o m e n t o dado son
mente una lista en óptimas condiciones de utiliza- clasificadas c o m o "dependientes" con arreglo a
ción por los ordenadores— lo que ha movilizado tres categorías (colonia, mandato u ocupación
la atención del presente autor. E n colaboración militar) o c o m o "parte de una entidad m á s a m -
con los autores originarios de la lista de 1968, he plia". Las partes componentes de unidades polí-
rectificado la lista sistematizada primitiva ponién- ticas soberanas n o se incluyen en la lista a m e n o s
dola al día con fecha 1 de enero de 1980. Se han que la historia del siglo x x demuestre que h a n
añadido nuevos estados y otras unidades n o esta- tenido significación política importante por dere-
tales internacionalmente significativas, y se han cho propio. Para cada una de estas categorías se
mejorado, con la adición de nuevas variables, la aportan datos fehacientes.
legibilidad por la máquina y la utilidad para el Otro criterio es que la lista debe tener uni-
investigador. L a lista revisada incluye en total versalidad, es decir, debe cubrir todas las regiones
281 unidades, de las que 167 son entidades inde- geográficas importantes del planeta. Según esto, se
pendientes2. h a subsanado una notable omisión d e la lista
Básicamente la nueva lista se ha confec- de 1968: el continente de la Antártida.
cionado observando los mismos criterios que se Finalmente, se han añadido tres variables:
adoptaron para la lista original de 1968. Aquella un código alfanumérico o en sigla para la región,
un código para el status de dependencia y una
designación en n o m á s de ocho letras del nombre
de cada país, que se abrevia cuando es necesario.
C o n arreglo a las normas precedentes, la
Theodore Wyckoff trabaja como profesor adjunto de lista revisada introduce cambios de diversa índole.
ciencias políticas en la Northern Arizona University,Treinta países que han conseguido la independen-
Box 6023, Flagstaff, Arizona 86011, Estados Unidos cia después de 1968 han sido incorporados a la
de América. lista o se les ha cambiado el estado de dependiente
neralmente se refiere a estados que han dejado de L a lectura de tres muestras escogidas entre
existir, c o m o Austro-Hungría, o que han pasado a las entradas que figuran en la primera página de
formar parte de entidades m á s amplias, c o m o la lista pondrá de manifiesto que tanto el hombre
Servia y Montenegro.) Junto a la letra clave "I" c o m o la máquina pueden leerlas con facilidad:
aparecen dos dígitos que corresponden al año de la 031 AFAI73 B A H A M A S se lee:
independencia para los estados independientes. Número de registro 031
D o s espacios en blanco señalados con " O " y " O " ' Región: Afroamérica
son equivalentes a " O O " , doble cero o clave indi- Independiente desde 1973
cativa de "falta de datos", exponente de que cual- Nombre: Bahamas
quier referencia de año que se inscribiese podría 006 L A M D P U E R T O R I se lee:
inducir a errores. L a clave "99" significa que el Número de registro 006
país en cuestión era independiente antes de 1900. Región: Latinoamérica
Los periodos de cambio de status temporal (ocupa- Dependiente
ción militar en guerra o posguerra) se pasan por Nombre: Puerto Rico
alto. Los espacios en blanco indican también que 042 LAMI99 D O M R E P U B se lee:
la entidad no era independiente en 1/1/80. L a ver- Número de registro 042
sión en ocho letras del nombre del país es leída por Región: Latinoamérica
el ordenador c o m o dos variables F O R T R A N de Independiente desde antes de 1900
cuatro letras, toda vez que las palabras F O R T R A N Nombre: República Dominicana
se limitan a cuatro letras. Véase la lista en el anexo.
Notas
1
Bruce M . Russett, J. David Singer y Melvin Unidas, Departamento de Información Pu-
Small, "National Political Units in the blica, Sección Ediciones (18 de septiembre
Twentieth Century: A Standardized List", de 1979), información confirmada respecto al
American Political Science Review, vol. LXII, período comprendido hasta 31 de diciembre
n.° 3, septiembre de 1968, p. 932-951. de 1979 mediante consulta telefónica.
2 4
Las fuentes utilizadas para la lista revisada son: Elmer Plischke, Microstates in World Affairs: Policy
Russett, Singer y Small, op. cit.; Departa- Problems and Options, Washington, American
mento de Estado de los Estados Unidos de Enterprise Institute, 1977, anexo A , " C o m -
América, Oficina de Información Secreta e munity of Nations".
6
Investigación, Status of World's Nations 1978, Departamento de Estado de los Estados Unidos de
Department of State Pub. 8735, Washington, América, Oficina de Negocios Públicos, Des-
U S G P O , 1978; complementado por " G e o - pacho de Servicios de los Medios de Comuni-
graphie Bureau of the Department of State", cación Social, World Data Handbook,
Hoja n.° 2511, 1-77, S T A T E ( R G E ) , puesta D O S Publication 8665, General Foreign
al día para el período comprendido hasta Policy Series 264, publicado en agosto de
el 31 de diciembre de 1979 mediante consulta 1972, Washington, U S G P O , 1972.
6
telefónica con el Departamento de Estado, The New York Times y Cristian Science Monitor en
Oficina de Negocios Públicos, atendida por cuanto a las entradas no registradas en nin-
Peter Knècht. guna parte, por ejemplo: el Líbano Palestino
3
" M e m b e r States of the United Nations", Naciones y las regiones autónomas surafricanas.
m
916
' ^ - —
Anexo. Unidades políticas nacionales en el siglo X X .
Con validez al 1." de enero de 1980
Parte
N.° Nombre Indepen- Depen- de una
de dela N o m b r e de la diente diente entidad
regis- Clave/ unidad unidad desde desde m á s amplia
tro región (8 letras) (completo) hasta basta Tipo desdehasta
=Ú '
265 EESI49 EGERMANY República 1945 1949 ocu — 1945
Democrática 1949 —
Alemana
290 EESI19 POLAND Polonia 1919 1939 — 1919
1945 — 1939 1945 ocu
291 EESO DANZIG Dantzig 1920 1939 man — 1920
1939 1945 ocu 1945 —
300 WSEO AUSTHUNG (Austria-Hungría) — 1918
305 WSEI18 AUSTRIA Austria 1918 1938 1938 1955 ocu — 1918
1955 —
310 EESI18 HUNGARY Hungría 1918 — — 1918
315 EESI18 CZECHOSL Checoslovaquia 1918 1939 — 1918
1945 — 1939 1945 ocu
317 EESO SLOVAKIA Eslováquia 1939 1945 ocu — 1939
1945 —
325 WSEI99 ITALY Italia — —
326 WSEO TRIESTE Trieste 1943 1947 ocu — 1947
1947 1954 man 1954 —
328 WSEI99 VATICAN Ciudad del Vaticano — —
331 WSEI99 SMARINO San Marino — —
338 WSEI64 MALTA Malta 1964 — — 1964 col
339 EESI12 ALBANIA Albania 1912 1914 1914 1921 ocu — 1912
1921 1939 1939 1944 ocu
1944 —
345 EESI99 YUGOSLAV Yugoslavia/Serbia — 1941 1941 1944 ocu
1944 —
346 EESO BOSNIA Bosnia — 1908 ocu 1908 —
347 EESO HERZEGOV Herzegovina — 1908 ocu 1908 —
348 EESO MONTENEG Montenegro — 1919 1919 —
350 WSEI99 GREECE Grecia — 1941 1941 1944 ocu
1944 —
351 WSEO CRETE Creta — 1912 ocu 1913 —
352 WSEI60 CYPRUS Chipre 1960 — — 1960 col
355 EESI08. BULGARIA Bulgaria 1908 — — 1908 col
360 EESI99 RUMANIA Rumania — —
365 EESI99 USSR U R S S / Rusia — —
366 EESO ESTONIA Estonia 1918 1940 — 1918
1940 —
367 EESO LATVIA Letônia 1918 1940 — 1918
1940 —
368 EESO LITHUANI Lituânia 1918 1940 — 1918
1940 —
369 EESO UKRAINE Ucrania 1918 1920 1941 1943 ocu — 1918
1920 —
370 EESO BYELORUS Bielorusia 1941 1943 ocu — —
375 WSEI19 FINLAND Finlandia 1919 — — 1919
380 WSEI99 SWEDEN Suécia . — —
385 WSEI05 NORWAY Noruega 1905 1940 — 1905
1945 — 1940 1945 ocu
390 WSEI99 DENMARK Dinamarca — 1940 1940 1945 ocu
1945 —
Lista sistematizada 919
de unidades politicas nacionales en el siglo XX
St
482 WCAI60 CENAFRIC República Central 1960 — 1960 col 1960
Africana (Imperio)
Africano Central
483 WCAI60 CHAD Chad 1960 — — 1960 col 1960
484 WCAI60 CONGO Congo (Brazzaville) 1960 — — 1960 col — . 1960
(Congo Francés)
490 , WCAI60 ZAIRE Congo (Kinshasa) 1960 — 1960 col
(Congo Belga)
Zaire
500 ESAI62 UGANDA Uganda 1962 — 1962 col
501 ESAI63 KENYA Kenya 1963 — — 1963 col
510 ESAI61 TANZANIA Tanzania / 1961 — — 1916 col
Tangaflica / Africa 1916 1922 ocu
Oriental Alemana 1922 1961 man
511 ESAO ZANZIBAR Zanzíbar 1963 1964 — 1963 col 1964
515 ESAO RUANURUN (Ruanda-Urundi) 1922 1962 man 1922
516 ESAI62 BURUNDI Burundi 1962 — 1962
517 ESAI62 RWANDA Rwanda 1962 — 1962
520 ESAI60 SOMALIA Somalia / Somalia — 1941 col
Italiana 1960 — 1941 1950 ocu
1950 1960 man
521 ESAO BRSOMALI Somalia Inglesa — 1960 col 1960
522 ESAI77 DJIBOUTI Somalia Francesa 1977 — — 1977 col
Djibuti
530 ESAI99 ETHIOPIA Etiopía — 1936
(Abisinia) 1936 1941 ocu
1941 —
531 ESAO ERITREA Eritrea 1941 col
1941 1945 ocu
540 ESAI75 ANGOLA Angola 1975 — — 1975 col
541 ESAI75 MOZAMBIQ Mozambique 1975 — — 1975 col
550 ESAO FEDRHONY (Federación de 1953 1964 col
Rhodesia y
Niasalandia)
551 ESAI64 ZAMBIA Zambia (Rhodesia — 1964 col 1953 1964
del Norte) 1964 —
552 ESAI65 ZIMBABWE Rhodesia (Rhodesia 1965 — — 1965 col 1953 1964
del Sur) Zimbabwe
553 ESAI64 MALAWI Malawi — 1964 col
(Niasalandia) 1964 —
560 ESAI20 SAFRICA Africa del Sur 1903 1920 col
1920 —
561 ESAO CAPECOL Colonia del Cabo — 1910 col 1910
562 ESAO NATAL Natal — 1910 col 1910
563 ESAO TRANSVAA Transval — 1903
1903 1910 col •
1910
564 ESAO ORANGEFR Estado Libre de — 1900
Orange / Colonia 1900 1910 col 1910
del Rio Orange
Lista sistematizada 921
de unidades políticas nacionales en el siglo X X
1981
25-26 de abril L'Arbesle Centre T h o m a s M o r e : mesa redonda (Tema: Identidad cultural, religión
(Francia) y nación)
Centre Thomas More, BP 105, 69210 L'Arbesle (Francia)
4-6 de m a y o Toronto Institut des sciences de gestion; Opinion Research Society of America:
reunion conjunta
M . Lister, Strategic Policy Sec, East Build., 1201 Wilson Ave, Downs-
view, Ontario M3M IJ8 (Canadá)
==sü
Julio Downsvlew International Society for the Study of Behavioral Development: 6. a confe-
(Canadá) rencia bienal
ISSBD, Dr. H . McGurk, Dept. of Psychology, University of Surrey,
Guildford, Surrey (Reino Unido)
9-16 de die. Manila Unión internacional para el estudio científico de la población: confe-
rencia general
UIESP, 5, rue Forgeur, 4000 Liège (Bélgica)
28-30 de die. International Relations Research Association: reunión anual
Washington, D C IRRA, 7226 Social Science Buildg., University of Wisconsin, Madison,
WI 53706 (Estados Unidos)
1982
Agosto Rio de Janeiro Asociación internacional de ciencias políticas: 12.° congreso mundial
Secretariado de la AISP, c/o University of Ottawa, Ottawa, Ontario
KIN 6N5 (Canadá)
Agosto Varsóvia Conférences Pugwash sobre la ciencia y los problemas internacionales:
32. a conferencia
Pugwash Conferences on Science and World Affairs, 9 Great Russelt
Mansions, 60 Great Russell Str., Londres WCIB 3BE (Reino Unido)
23-28 de agosto México Asociación internacional de sociología: congreso mundial
, M . Rafie, AIS Secretariat, BP 719 'A', Montreal, P . W . H3C 2V2
(Canadá)
Libros recibidos
Apartheid: poder y falsificación de la historia, por bibliogr., índ. (Nuevos horizontes del derecho
Marianne Cornevin. París, Unesco, 1980. internacional.) 38 F .
151 p . , m a p a s , bibliogr. (Actual, 3.) 38 F . El hombre y su medio ambiente: panorama de las
Aprender a trabajar. París, Unesco, 1980. 358 p . actividades de la Unesco. París, Unesco,
(Balance de perspectivas.) 45 F . 1979. 70 p.
Bolivia: Fundamentos básicos de la integración para Introducción a la cultura africana en América Latina,
el desarrollo, por Norbert Lechner. París, 2 . a ed., por Salvador Bueno (y otros). París,
Unesco, 1978. 64 p . ( F M R / S S / E T D / 7 8 / 1 7 9 . ) Unesco, 1979. 260 p . 32 F .
Ciencia, tecnología y desarrollo: la aportación de laMétodo para la determinación de prioridades en ciencia
Unesco, por Daniel B e h r m a n . París, Unesco, y tecnología. París, Unesco, 1979. 82 p .
1979. 120 p . ilust. 14 F . (Estudios y documentos de política científica,
Las culturas y el tiempo, por Paul Ricœur (y otros). 40.) 12 F .
París, Unesco/Salamanca, Ediciones Sigúeme, Organización de los sistemas de información de los
1979. 228 p . (Hermeneia, 16.) 32 F . poderes públicos, por Éric de Grolicr. París,
Los derechos culturales como derechos humanos. París, Unesco, 1980. 184 p . , ilust. (Documentación,
Unesco/Madrid, Ministerio de Cultura, 1979. bibliotecas y archivos: estudios e investiga-
236 p . 300 Ptas. ciones, 8.) 23 F .
El derecho del niño a la educación, bajo la dirección El tiempio y lasfilosofias,por P . Ricœur (y otros).
de Gaston Mialaret. París, Unesco, 1979. París, Unesco/Salamanca, Ediciones Sigúeme,
268 p . , cuadros. 28 F . 1979. 310 p . (Hermeneia, 14.) 32 F .
La educación ambiental: Las grandes orientaciones de La urbanización rural: una solución al crecimiento des-
la Conferencia de Tbilisi. París, Unesco, 1980. proporcionado de las ciudades —experiencia de
107 p . (La educación en marcha, 3.) 18 F . Cuba en el desarrollo de los asentamientos hu-
La educación de los trabajadores migrantes y de su manos, por Nisia Agüero Benítez y Mario Es-
familia: Estudios monográficos realizados a calona Reguera. París, Unesco, junio de 1979.
petición de las Comisiones Nacionales de 72 p . , cuadros, bibliogr. (Asentamientos
Finlandia, Francia, Suécia, Yugoslavia. París, H u m a n o s y Medio Sociocultural, 17.)
Unesco, 1978. 44 p . , cuadros. (Estudios y World Directory of Social Science Institutions 1979,
documentos de educación, 27.) 8 F . 2nd ed. rev. / Répertoire mondial des institutions
Dos estudios sobre el desempleo de los jóvenes ins- de sciences sociales, 2 e éd. rev. et a u g m . /
truidos, por S . Morio y M . Y . Zoctizoum. Repertorio mundial de instituciones de ciencias
París, Unesco, 1979.135 p . , cuadros, bibliogr. sociales, 2 . a ed. rev. y a u m . París, Unesco,
15 F. 1979.485 p . (II World Social Science Informa-
Hacia un nuevo orden económico internacional, tion Services / Services mondiaux d'informa-
por M o h a m m e d Bedjaoui. París, Unesco/ tion en sciences sociales / Servicios mundiales
Salamanca, Ediciones Sigúeme, 1979. 238 p . , de información sobre ciencias sociales.) 60 F .
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Vol. XXX11,1980
N . ° 1 Anatomía del turismo
N . ° 2 Dilemas de la comunicación:
¿tecnología contra comunidades?
N . ° 3 El trabajo
ISSN 0379-0762