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Fecha: 20 de Noviembre de 2016.

Prédica: Mudados en nuestra vestimenta.


Lectura: 1 Samuel 10: 6-9.

Ilustración.

Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a casa para poder ver a la mariposa cuando
saliera del capullo. Un día vio que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias
horas, viendo que la mariposa luchaba por abrirlo más grande y poder salir.

El hombre vio que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta
que llegó un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba
en su intento.

Pareció que se había atascado. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con
una pequeña tijera cortó al lado del agujero para hacerlo más grande y ahí fue que por fin la mariposa
pudo salir del capullo. Sin embargo, al salir la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas
pequeñas y dobladas.

El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y
crecerían lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba.
Ninguna de las dos situaciones sucedió y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su
cuerpecito hinchado y sus alas dobladas… Nunca pudo llegar a volar.

Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo y
la lucha requerida por la mariposa, para salir por el diminuto agujero, era la forma en que la naturaleza
forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y fuertes y luego
pudiese volar.

Libertad y el volar solamente podrán llegar luego de la lucha. Al privar a la mariposa de la lucha, también
le fue privada su salud.

Algunas veces las luchas son lo que necesitamos en la vida. Si Dios nos permitiese progresar por nuestras
vidas sin obstáculos, nos convertiría en inválidos. No podríamos crecer y ser tan fuertes como podríamos
haberlo sido.

Lectura: 1 Samuel 10: 6-9.

Titulo del mensaje: Mudados en nuestra vestimenta.

Si vamos al diccionario, podemos encontrar que mudar, significa:

Cambiar de aspecto, la naturaleza o el esto de una cosa. Cambiar una persona sus ideas o su actitud.
Quitarnos la ropa que llevamos puesta y ponernos otra limpia.
Recordemos que cuando venimos a los caminos del Señor, nosotros empezamos a mudar nuestra vieja
vestimenta, entendiendo que ese cambio de traje trae una vida mejor, tanto ahora como en la eternidad,
a partir de una relación íntima con Dios.

Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay
entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos.
Génesis 35:2

1. Estemos dispuestos a cambiar de vestimenta.

¿Cuantos de nosotros aquí seríamos capaces de pagar por obtener la mayor solución a nuestros
problemas?, como problemas de salud, malos hábitos, mal carácter.

¿Cuánto estaríamos dispuestos a pagar para que todo nos salga bien?, licencia de Bendecido; todo lo
que emprendemos prospera.

La respuesta, no es algo, no es un producto, es Alguien y lo indica el V.6. Seremos mudados en otro


hombre.

Por eso debemos entender, que cuando nosotros aceptamos a Jesús en nuestro corazón, nuestra vida
empieza a ser transformada, comienzan a suceder cambios, tenemos vestido nuevo, pero las
circunstancias y los afanes de la vida, hacen que esa vestimenta que hemos empezado a usar, empiece
a presentar suciedad por las circunstancias de la vida y los afanes a los cuales nos ha llevado este mundo.

Como dice la palabra Dios en la parábola de Jesús sobre el sembrador en Mateo 13: 18-22.

Es así que nosotros debemos perseveras en esa búsqueda de una llenura del Espíritus Santo, pidiéndolo
a todo momento, dejando esa vieja vestimenta atrás.

Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.


Gálatas 5:16

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,
Efesios 5:18

Aquí está el meollo del asunto: ¡Serás mudado en otra persona!!!!!!

Solo Dios puede hacer eso

Nos ahorraríamos muchísima terapia, consejería, problemas familiares, matrimoniales, en relaciones


interpersonales, muchos dolores de cabeza, si solamente permitiéramos que el Espíritu Santo descienda
con poder sobre nosotros y que se quede morando.
Es solamente así que mi mentalidad cambia, que dejo de quejarme tanto, que dejo de ser tan
murmurador, envidioso, orgulloso, creyéndome la gran cosa, exigiendo posiciones, mentiroso, mal
pensado, etc.

2. Realicemos lo que Espíritu manda de acuerdo a lo que nos da con ese nuevo traje que usamos.

Leamos lo que nos dice el V.7.

¡Se imaginan!!!!

No necesitamos prepararnos tanto (ojo, que a mí me gusta darle lo mejor a Dios, hacerlo con excelencia,
no me mal interprete) pero el punto es que nuestro enfoque debería ser:

¿Estoy lo suficientemente lleno de Dios para predicar, cantar, tocar, para hablar de otros, para realizar
mi trabajo secular, para dirigir mi hogar??

Y no: ¿Estoy lo suficientemente seguro de los acordes, el ritmo, la afinación, del bosquejo, de mis
capacidades profesionales, etc.??

y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
el Espíritu Santo que nos fue dado.
Romanos 5:5

¿Qué es lo que pasa cuando una persona recibe la llenura del Espíritu Santo? Precisamente es como que
hay un cambio, hay una transformación. Cuando el Espíritu del Señor está dentro de nosotros la fuerza
divina ahora comienza a manifestarse en nuestra vida. Nuestros defectos de carácter, las debilidades
que hay en nosotros, los vacíos, las ausencias, las fallas estructurales que hay en nuestra personalidad
comienzan a ser cambiadas.

3. Esperemos en Dios, dejemos los afanes.

Leemos en V. 8.

La única manera en que nosotros podemos experimentar ese cambio en nuestras vidas, si queremos
romper las ataduras que nos están atormentando, si queremos vivir una vida poderosa y salir del
atolladero en que muchas veces nos encontramos. Si queremos salir del fracaso material, si queremos
entrar en la plena manifestación de los dones que sabemos que tenemos dentro de nosotros,
necesitamos esa venida con poder, del Espíritu Santo a nuestra vida como la necesitó Saúl en ese
momento.

porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir.(D)


Lucas 12:12
4. El resultado de mudar y mantener limpias nuestras vestimentas.

Hay un cambio de las circunstancias, nos sentimos liberados de nuestras limitaciones anteriores y nos
encontramos sometidos a un cambio tan rápido, nuevo y notable como cuando una mariposa sale de su
capullo o un cacto que florece de noche de pronto comienza a desplegar su belleza exquisita y emana su
maravilloso perfume, donde sólo sitios pocos momentos antes no había nada que presagiara semejante
transformación.

Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay
mudanza, ni sombra de variación.
Santiago 1:17

Esa mudanza nos convierte en hombres nuevos, transformados para servir a un Dios vivo.

Ejemplos de ello lo tenemos en hombres de los cuales conocemos sus vidas, como son:

Gedeón fue convertido en un hombre muy valiente, capaz de conducir un ejército a la victoria, no por su
propia sabiduría y habilidad, sino por inspiración de Dios. El egocéntrico y farisaico Pedro también fue
transformado en un intrépido dirigente de la iglesia primitiva. Tales cambios se efectúan cuando el
Espíritu de Dios imparte a los hombres una visión de nuevas posibilidades, y su alma responde con
sagrado gozo y alegría al deleitarse en aceptar la responsabilidad dada por Dios.

La realidad de la transformación se hace manifiesta al ocurrir cambios en los pensamientos, los hábitos,
la vida.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas.
2 Corintios 5:17

5. Conclusión.

Pero debe recordarse que un cambio tal sólo llega a ser permanente con la reafirmación diaria de la
elección que así se ha hecho.

Saúl rehusó proseguir en el conocimiento del Señor, y como resultado finalmente llegó al punto de
quedar enteramente bajo el dominio de Satanás. Hoy en día, ¡cuántos hombres parecen llevar un rótulo
que dice: “podría haber sido”!

No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu.


Salmos 51:11

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