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Las Ciencias Sociales, la Historia y la formación de la subjetividad política en un mundo

cambiante y complejo.

En los inicios del siglo XXI, el sociólogo Zygmunt Bauman (2002) nos sorprendió refiriéndose a la
etapa de la modernidad en que vivimos, utilizando una metáfora: transitamos la época de los
“tiempos líquidos”. Bauman aclara que la liquidez es aquello que fluye, que se desintegra y muta
con facilidad y que -continúa- vino a reemplazar a la “solidez” de otros tiempos, forjada en
convicciones y lealtades que se construyeron a través de años.

Muchas de las grandes transformaciones características de estos “nuevos tiempos” son posibles
gracias al desarrollo tecnológico sin precedentes que incluso, ha cambiado la importancia de los
indicadores “tiempo” y “espacio”. La preminencia de la instantaneidad y de la simultaneidad
generó por ejemplo en el campo de las comunicaciones y de la información, nuevos
comportamientos en actores sociales y políticos. Las redes sociales y los medios masivos de
comunicación posibilitan que la información esté disponible en todo el globo al mismo tiempo y
que productores y receptores de esa información, se mantengan en contacto permanente.

La rapidez en la circulación de la información, influye sobre acciones individuales y colectivas,


“humores sociales” y decisiones políticas que impactan fuertemente en la comprensión de la
realidad en la que estamos insertos. Tal vez una de las críticas más agudas sobre el poder de las
nuevas tecnologías, pueda encontrarse en la serie inglesa “Black Mirror”: la despersonalización, la
dependencia a las redes sociales, el culto a lo individual y el debilitamiento de los lazos
comunitarios “cara a cara” (características todas de la “modernidad líquida”) están presentes en
cada una de sus entregas.

El primer capítulo de la primera temporada -llamado “El himno nacional”- por ejemplo, simboliza a
través de una sátira despiadada y un poco fuerte en algunas escenas, cómo la tecnología ha
cambiado la forma en que los medios de comunicación generan, manipulan y hacen circular la
información y hasta qué punto el poder político actúa en consonancia con ello.

A través del siguiente link, podrán visualizar el capítulo completo, aunque a los efectos de esta
clase se sugiere hacerlo desde el inicio hasta los 25:35 minutos.

http://www.dailymotion.com/video/xvjz1q_1x01-black-mirror-espanol_shortfilms

Ficha técnica: https://es.wikipedia.org/wiki/Black_Mirror_(serie_de_televisi%C3%B3n)

El primer capítulo de la tercera temporada -llamado Nosedive, es decir “Caída en picada”- en


cambio, pone el acento en la importancia que tienen las redes sociales en la formación de las
subjetividades. A través del humor, de cierta ironía y la exageración, en este episodio es posible
acompañar a la protagonista en su esmerada tarea por crear una imagen personal y de
pertenencia social que le facilite recibir una determinada valoración de quienes están en la red. La
valoración que consiga le dará ventajas económicas y accesos a círculos sociales que de otra
manera no tendría. En función de ello, el celular se convirtió en una parte fundamental de su
propia existencia: (se sugiere en este caso visualizar los primeros 20 minutos. Se pueden incluir
subtítulos en español ingresando al ícono de subtítulos y después al de configuración para elegir el
idioma)

https://www.youtube.com/watch?v=ngzIOEuIn60&t=1108s

Ficha técnica: https://es.wikipedia.org/wiki/Black_Mirror_(serie_de_televisi%C3%B3n)

Es indudable que algunas de las transformaciones características de la “modernidad líquida” que


expone Black Mirrow de manera descarnada y exagerada, están presentes en nuestra sociedad:
los medios de comunicación producen y hacen circular la información utilizando las “nuevas
tecnologías” y están en contacto permanente con sus seguidores mediante las redes sociales. Los
actores políticos, por su parte, también las han adoptado como espacio de comunicación y de
discusión de ideas con seguidores y opositores. El espacio virtual se ha convertido, así, en un gran
foro de discusión política…Pero es mucho más que eso: también es un espacio de construcción de
subjetividades. Es evidente que son las jóvenes generaciones las que más rápidamente se han
apropiado de ellas. Dicha apropiación les permite participar en diferentes redes sociales y darse a
conocer y actuar dentro de la comunidad en la que se inscriben, tal como sucede con la
protagonista de “Nosedive”. Sin embargo, es necesario aclarar que no todos los niños y jóvenes lo
hacen con la misma intensidad porque -afirman los especialistas- el grado de uso y apropiación de
las mismas depende del capital social y cultural que posea cada uno.

Ahora bien, teniendo en cuenta este contexto, no debe resultar extraño que se promueva desde
hace tiempo la inserción de las “nuevas tecnologías” en las instituciones educativas. Sin embargo,
la incorporación de las mismas no puede hacerse de cualquier manera: deben “habitar” el espacio
escolar con sentido pedagógico, es decir, como herramientas de aprendizaje.

Asistimos a una época en la que la información está disponible en sus diferentes formatos con sólo
utilizar un buscador. Pareciera por lo tanto, si lo miramos desde una perspectiva educativa, que
uno de los problemas a resolver no es el del acceso a la información, sino qué se hace con
ella…¿De qué manera trabajar en el aula entonces, con la enorme cantidad de información
disponible sin perder de vista que el conocimiento proveniente de las Ciencias Sociales tiene que
contribuir a la comprensión del presente como paso necesario en la formación ciudadanos
responsables, críticos y con capacidad de intervenir en él?

Sabemos que las Ciencias Sociales comparten a la realidad social como objeto de estudio aunque
cada una la aborda desde una óptica particular y con herramientas específicas. Es el aporte de
todas ellas, lo que permite su comprensión debido a que “lo social” es complejo, conflictivo y
cambiante. Por lo tanto, afrontar su estudio a través de múltiples perspectivas, propicia identificar
continuidades pero también las rupturas que lo atraviesan.
Al mismo tiempo, las Ciencias Sociales están integradas por disciplinas de conocimiento que
posibilitan interpelar, criticar, deliberar, revisar tradiciones, valores y normativas que pautan y
organizan la vida en sociedad así como sugerir cambios en función de necesidades e intereses.
Cada una contribuye de esta forma a la formación ciudadana, en la medida en que favorece
valoraciones y posicionamientos personales fundados, frente a diversas problemáticas.

En este marco, toda acción educativa puede ser entendida como una intervención en el mundo,
tal como lo plantea Isabelino Siede (2013). Es sobre este postulado que radica su preocupación por
la “educación política”: una educación que además de ofrecer herramientas para el conocimiento
disciplinar, provea a los estudiantes de instrumentos para actuar en el mundo, transformarlo y
transformarse en él. En el mismo sentido, Alex Ruiz Silva (2008) propone no perder de vista que la
formación ciudadana, supone la formación política de los estudiantes, es decir, desarrollar sus
capacidades para participar responsablemente en los procesos económicos y políticos que definen
los destinos de la sociedad. Y aquí reside otra cuestión que los docentes no podemos perder de
vista: la enseñanza de las Ciencias Sociales en general y de la Historia en particular, deben
contribuir a que los estudiantes comprendan que el pasado, el presente y el futuro están en
diálogo permanente…

Para Joan Pagés (2007), el mayor aporte que puede realizar la historia a la formación ciudadana es
contribuir al desarrollo del pensamiento y de la conciencia histórica de los estudiantes. El
aprendizaje de procedimientos acerca de cómo utilizar y analizar evidencias, formular preguntas,
comunicar información, comprender la complejidad de la causalidad histórica, argumentar sus
propios puntos de vista y valorar los de los demás entre otros, es indispensable para formar
jóvenes ciudadanos. Sostiene además, que problematizar los contenidos, potenciar la enseñanza
del siglo XX y fomentar los estudios comparativos, facilita la comprensión de los cambios y las
continuidades. Lograr articular el pasado y el presente, abre las puertas para pensar un futuro no
determinado, sino por construir a partir de lo realizado: “(…) La historia puede aportar a esta
conciencia ciudadana los conocimientos, los valores y las habilidades mentales necesarias para que
nuestros jóvenes sepan que su futuro será el resultado de lo que ha existido, de lo que estamos
haciendo y de lo que harán hombres y mujeres en un contexto cada vez más globalizador y en el
que hará falta saber en cada momento, cómo decisiones que se toman a muchos quilómetros de
donde residimos pueden llegar a afectarnos con mucha mayor fuerza que decisiones que se toman
al lado de casa(…) La ciudadanía en la que creemos cada vez será menos “nacional” y se verá
menos limitada por las fronteras construidas en el pasado y por una determinada historia del
pasado.”(: 213).

El enfoque de la enseñanza de la historia centrada en la ciudadanía democrática debe favorecer,


entonces, el desarrollo del pensamiento histórico, esto es de un pensamiento crítico que permita a
los estudiantes interpretar la información a la acceden siendo conscientes de las intencionalidades
y silencios de los emisores de acuerdo a puntos de vista e ideologías diversas; a ejercer el derecho
a voto con coherencia y a manifestar sus opiniones de manera argumentada. Como afirma Antoni
Santisteban Fernández (2010:35) “(…) la formación del pensamiento histórico ha de estar al
servicio de una ciudadanía democrática que utiliza la historia para interpretar el mundo actual y
para gestionar mejor el porvenir (…)”.

El desarrollo de este tipo de pensamiento, por lo tanto, “va de la mano” con la formación de la
conciencia histórica. Dicha conciencia descansa sobre la interconexión de interpretaciones que
vinculan no sólo al pasado con el presente, sino además con las aspiraciones del futuro. Por eso,
frente a un porvenir que se presenta como “opaco” y lleno de incertidumbres (“líquido” diría
Bauman), contribuir a la construcción de la conciencia histórica de los estudiantes abre la
posibilidad para que éstos puedan ver al mañana vinculado con los problemas de hoy. De esta
forma es posible que no conciban al futuro como un “destino inexorable”, sino como una realidad
que se construye y que puede cambiar a partir de la acción, es decir, como posibilidad

Concebir al futuro como parte de la conciencia histórica de los jóvenes, abre el debate acerca de
cuáles son las bases sobre las que la sociedad ha construido o debería construir su porvenir. Al
mismo tiempo, ayuda a reflexionar sobre cuál es el papel que cumplen las acciones individuales en
esa la construcción. En definitiva, si el futuro se presenta como apertura de posibilidades y no
como algo predeterminado, es posible que los estudiantes analicen los problemas del presente y
se preparen para las respuestas que deban dar en el futuro. Pero, tal como afirman Antoni
Santisteban Fernández y Carles Anguerra Cerarols (2014: 262), “(…) usar los conocimientos del
pasado para analizar los posibles futuros no es algo que se produce de manera automática, es
decir, el conocimiento de la Historia no es en sí mismo -como simple acumulación de datos- un
instrumento útil para pensar el futuro. Este tipo de relaciones y estas capacidades para establecer
conexiones entre el pasado, el presente y el futuro es un aprendizaje que debe realizarse
expresamente, guiando al alumnado en la comprensión de la temporalidad, con un trabajo
específico de formación de la conciencia histórica y de educación para el futuro. (…)”.

En definitiva, la historia como constructora de ciudadanía está íntimamente vinculada con la


propuesta de enseñanza que se realice: presentar cuestiones controvertidas del pasado reciente o
del presente, afirman los especialistas, ayuda a relacionar el aprendizaje con la realidad de los
estudiantes y, por lo tanto, les permite asociar el conocimiento escolar con sus propias
experiencias. Esta asociación genera la posibilidad de pensar en el futuro o mejor dicho, en futuros
plurales en los que puedan proyectar las posibles consecuencias de las acciones del presente…un
presente en el que las “nuevas tecnologías” ponen a disposición de todos una enorme cantidad de
información que es necesario seleccionar y analizar críticamente si lo que se pretende es formar
subjetividades políticas.

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