You are on page 1of 8

ASUNTOS DE FAMILIA Nº 25

HIPERPATERNIDADES II
Carlos Chávez Bedregal
I

Hace algunas semanas tuve un encuentro con la escritura de William Faulkner y quedé
muy impresionado, Vargas Llosa no sé equivoca cuando en su libro de ensayos literarios, “La
verdad de las mentiras” (2002) dice que gracias a hombres como Freud o Bataille sabemos
entender mejor ciertos elementos en la condición humana que Faulkner puede recoger y
describir tan bien, situaciones pulsionales, goces desbordados, violencia, historias descritas
magistralmente en sus novelas, cuentos que suceden casi siempre alrededor de las familias,
los Snopes, los Sartoris, los Compson entre otros nos permiten vivir estas situaciones.
Para tomar el Asunto #251 en primer lugar me referiré al relato que nos cuenta Henri
Kaufmanner, un relato que cuando empecé a entender me dio la sensación de estar en medio
de un cuento de Faulkner.
Henri Kaufmanner nos narra una situación vivida a fines de los años 90, él se encontraba
dentro de una sala de cine –no muy grande dice-, en esta sala de cine se veía un filme -de
origen danés-, representante del movimiento dogma95 que alentaba el cine simple y directo,
este filme se llamaba “Fiesta de familia” o “la celebración”, esta fiesta –nos cuenta Henri-,
era una reunión de familiares e invitados para conmemorar los 60 años de un patriarca, un
hombre muy importante, todos están reunidos en un pequeño hotel de campo, este
encuentro se lleva a cabo por un fin de semana, mientras se desarrollaba la fiesta, en medio
la euforia y jubilo de los familiares e invitados, uno de los hijos del patriarca, encuentra el
modo de hacer desaparecer las llaves de los autos de los asistentes para que no tuvieran como
poder retirarse y quedaran recluidos en el hotel, este hijo había preparado algo para la cena
que sería el momento de la ceremonia especial en este homenaje al padre.
Ya en la cena, en el salón del pequeño hotel, con todos en sus lugares designados y el
patriarca en una posición destacada, este hijo, toma la palabra y empieza denunciar frente a
todos, toda una vida de abusos sexuales por parte de ese padre, ese padre que había abusado
no sólo de ese hijo, que ya era adulto, sino también de una hermana que se había quitado la
vida, -según el sospechaba, a causa de los abusos de su padre.
Todo ese movimiento del filme que resultaba muy pesado y tenso, se desarrolla en un
tiempo largo, las personas no tienen dónde ir, -ni los asistentes a esa fiesta, ni los asistentes
a la sala de cine-, y se quedan allí escuchando esa historia, ese drama, recluidos en ese pequeño
hotel, y también en esa pequeña sala.
Al llegar a la mañana, todos se encuentran nuevamente en aquel salón para tomar el
desayuno, ocupando exactamente los mismos lugares, del mismo modo que la noche anterior
nadie se queda en el cuarto, nadie se retira, todos están ahí compartiendo el desayuno, en
medio de esa escena, en la pequeña sala de cine, Henri Kaufmanner escucha una expresión
angustiante, alguien está diciendo algo -¡No, no lo puedo creer!, ellos van a tomar café todos
juntos, ¡no puede ser!, esas palabras, ese desahogo, casi desesperado de la persona, del joven

1
http://www.asuntosdefamilia.com.ar/es/Boletines/Asuntos/Asuntos_ES_025.html
en la sala de cine, provocó la risa en todos nosotros –dice Henri-, y un alivio en todos aquellos
que veían el filme.
Funciona un poco como la castración a la que Lacan, se refiere sobre la obra de Jean
Genet, en el Seminario 5, se produce lo cómico allí donde la angustia se apodera de la escena.
Después de enunciar esto, Henri, se pregunta, ¿Qué es lo que hacía que esas personas
regresaran a ocupar todos ese mismo lugar?, ¿Por qué no le soltaban la mano al Otro, a pesar
de la denuncia, de su dimensión de goce, de su castración, de su exceso?, ¿A pesar de la
constatación de ese Otro, hasta entonces imaginarizado?, ¿Por qué es que se retorna a ese
Otro? –enfatiza Henri y responde que según su parecer, la desesperación, el desahogo que
ocurrió dentro del pequeño salón de cine, y que muestra esa situación de familia de
inconsistencia de ese Otro.
El psicoanálisis, nos ofrece otro camino, en ocasiones algo dramático, en ocasiones algo
cómico, pero –acentúa Henri- no necesitamos formar parte de la mesa de ese Otro, de una
mesa en la cual no podamos salir.
Me impresionó esta historia, tiene elementos que se subvierten e interactúan entre tres
planos, el primero del filme, el segundo del cine, y por último el de nosotros mismos quienes
escuchamos la historia, creo que en nosotros hay una dimensión de identificación con esa
desesperación, ese horror a lo familiar que tiene distintas caras siempre, y a cada uno lo toca
de manera distinta, la lección que nos da Henri Kaufmanner a mi parecer es una lección de
ética, pues nos señala que desde el psicoanálisis podemos hacer una operación –una
operación analítica, que nos permite dejar de tomar la mano de ese Otro, dejar de sostener
esas circunstancias familiares, esa insistencia sintomática, que llevarían desde el horror, hasta
–como dice Lacan- una oscura armonía en nuestras vidas, que sin embargo es exactamente
opuesto a lo que sería una vida habitada por un deseo no de muerte.
Los Asuntos de familia para Jorge Chamorro le permiten destacar en primer lugar el
«síntoma de la familiaridad», se trata de familias sintomáticamente familiarizadas, o sujetos
familiarizados, sujetos que viven demasiado cercanos a sus familias, hacen todo en familia,
tanto así que inclusive tienen algunos obstáculos en el campo sexual, dado que la familia está
siempre presente, podemos remitirlos a que acabamos de decir con Kaufmanner, tener a la
familia siempre presente es una manera de no soltar a ese Otro, dejar intocable esa
consistencia, -¿por qué? pienso que la respuesta siempre es de carácter singular.
En la otra entrevista Jorge Chamorro nos dice que nosotros en el campo del psicoanálisis
cuando recibimos a una familia o a una pareja, siempre entendemos que no hay sujeto
colectivo, ni hay inconsciente colectivo, y no adherimos que lo que dice uno representa a los
otros, sino que en nuestra escucha psicoanalítica siempre reenviamos e implicamos al sujeto
a su propio discurso, esto es muy importante en el momento de las entrevistas con los padres
de los niños que vienen a vernos.
Nos indica un detalle clínico importante: los síntomas del niño muchas veces juegan
alrededor de los propios síntomas de los padres, se trata entonces –indica, que en las
entrevistas con los padres podamos ubicar y registrar esos síntomas, para luego implicar a
esos padres, es un esfuerzo que permitirá que se desaloje «el lugar del niño» de los síntomas
neuróticos paternos, -Chamorro dice- esto a veces produce una eficacia casi mágica, -y
enfatiza- que son siempre síntomas alrededor de la demanda.
Señala que es muy interesante cuando desplaza la demanda de los padres hacia un hijo,
porque esta demanda tiene función verdaderamente aplastante y mortificante, cuando se
mueve algo de eso, hay efectos sumamente importantes, y a partir de esa operación sobre la
demanda, que consiste a enviar a cada uno a su propio síntoma también permite a veces el
relanzamiento de un vínculo amoroso, sexual, de pareja que estaba tapado por las crisis,
peleas, discusiones generados los síntomas neuróticos.
Para finalizar Jorge Chamorro valora la enseñanza de Lacan y la posición de la escucha
analítica, que según él nos ha favorecido bastante para poder recibir las nuevas
configuraciones familiares, más allá de la mirada de la tradición familiar, más allá de los
prejuicios y nos permite dejarnos enseñar por estas nuevas formas de articulación entre los
sexos, la familia, y poder ubicar como cada uno se inventa su forma de vivir, bajo la luz del
síntoma o sinthome, -Jorge dice- es clave poder alojar esto.

II

El tema de este boletín numero 25 va girar por segunda vez en torno a las
«hiperpaternidades», para desarrollarlo se invita a distintos analistas de las tres Escuelas a
realizar un comentario sobre una nota periodística titulada “¡Cuidado! Llega la
hiperpaternidad”2 escrita por Marta Otero el 21 de marzo de 2016. Esta nota plantea a la
hiperpaternidad como una nueva epidemia de hiperproteción para con los hijos, se trata de
padres, -hiperpadres, que ejercen de chóferes, entrenadores, guardaespaldas, profesores
particulares, mayordomos, que no permiten que sus hijos participen en las tareas de la casa
ni que asuman obligaciones básicas, cuya consecuencia es criar hijos agobiados que crecen
incapacitados por ese exceso de protección, la nota también sugiere que tal vez estemos
criando la generación más frágil e insegura de la historia; se plantea un panorama de solución
a partir del underparenting, que una manera de «hacerles menos caso a los hijos», una suerte de
«sana desatención», en una lista de recomendaciones se incluyen otras muy curiosas y
concretas, como la de no hablar en plural o no pasarse el día colgando fotos de los hijos en
las redes sociales.
Finalmente la nota culmina con la pregunta ¿qué es lo que nos impide soltar a nuestros
hijos de la mano? –otra vez nos encontramos con ese «no querer soltar la mano del Otro», y
a partir del libro de Eva Millet “Hiperpaternidad” (2015) se afirma que se trata de «miedo de
los padres», miedo a equivocarse, miedo a decirles ¡no! a los hijos, miedo a traumatizarlos, a
no darles todo lo que merecen, a que no sean lo suficientemente felices, o a no conseguir los
hijos perfectos que hoy hemos de tener. Luego de esto da unos breves consejos a los padres
animándolos no estar tan encima de sus hijos, a que puedan indicarles responsabilidades y
que no se sientan angustiados por comparar la crianza de otros hijos con los suyos.

2
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/extravozok/2016/03/17/bien-hijos-dejelos-paz/00031458215861364177852.htm
III

LA HIPERPATENIDAD: UNA AMENAZA


Lorena Montes Barrios
El peligro de lo hiper en la escuela
El término hiper es un prefijo griego que denota exceso o exageración, en el sentido más
amplio de su significado. Consecuentemente, los excesos y exageraciones conllevan una
cuota de peligro, más aun cuando un diagnóstico médico se utiliza como calificativo
(hiperactivo/ hiperactiva) para referirse a un niño en la escuela. Y cierto grado de nocividad,
cuando algunos padres lo llegan a concebir como el ideal de paternidad en esta época: la
hiperpaternidad.
La hiperpaternidad es un fenómeno peligroso, del que la escuela y los agentes educativos
deben advertir y no desentenderse, pues es precisamente el contexto escolar donde mejor se
puede visualizar a los llamados “hiperpadres”; por tanto, la escuela es el lugar donde se
debiera abrir mayores espacios en pos de analizar el tema y, por qué no, ensayar estrategias
en función de poder intervenir favorablemente.
A decir de los expertos, hay dos señales que permiten reconocer padres que (no sé si sea
preciso decir) padecen de hiperpaternidad: la primera consistiría en la incapacidad de
observar a los hijos sin intervenir, y la segunda se pondría de manifiesto cuando los
“hiperpadres” hablan de los hijos incluyéndose, esto es, utilizando siempre la primera
persona de plural como en: “hemos estudiado”, “tenemos tarea”, “aprobamos el examen”,
etc.
¿Padres o propietarios?
La experiencia en la labor educativa nos pone frente a casos de padres que exageran en
sus “pre-ocupaciones” acerca de sus hijos. Las señales mencionadas anteriormente tienen,
me parece, un abanico de posibilidades, pero algunos rasgos recurrentes. Por ejemplo, hay
padres que no usan los nombres de sus hijos para referirse a ellos, los tratan (en primera
instancia) no como a un alguien sino como a un algo, un algo suyo: un objeto suyo. Tal rasgo
también se puede verificar cuando estos padres disparan expresiones como: “me lo mira”,
“me lo cuida”, “me lo revisa”, “me lo entrega”…; tal cual uno se expresa cuando encarga un
objeto propio a otro. Entonces, da la impresión de que para interactuar con el alumno, el
educador tuviera que, previamente, pedir licencia al propietario del objeto hijo. Me parece
que en esta línea, la hiperpaternidad, empuja a concebir a los hijos como objetos a los que
hay que resguardar de toda posible amenaza, cara de la moneda que parece “natural” o
razonable, pero cuya otra cara es sumamente nociva cuando se exagera en ese cuidado, pues
puede llevar al padre, la madre, o ambos a anular al hijo como sujeto. ¿Quizá lo que en
psicoanálisis se conoce como “negar el deseo del otro”?
¿Quiénes padecen la hiperpaternidad finalmente?
En cierta medida, durante las primeras etapas de vida del niño, son loa padres quienes
deciden por ellos: qué ropa ponerles, qué palabras dirigirles, qué juguetes comprarles, que
hábitos inculcarles; no obstante, hay algunas concesiones que los padres suelen entender y
aceptar como parte de ese sujeto que se configura en el hijo. En este punto la hiperpaternidad
es un lastre que parece no dar tales concesiones. Para los “hiperpadres” los hijos son
incapaces de ser y de hacer, por ello siempre están encima de ellos “ayudándolos” o
“cuidándolos”. En esa dinámica los niños, o son limitados por este otro parental y su
iniciativa es casi nula, o se desbordan en la escuela, que es para ellos el único lugar en el que
no traen encima a sus padres. Es decir, la hiperpaternidad no siempre genera niños frágiles,
sino también niños agresivos, niños bomba.
He tenido alumnos cuyos padres les hacen los deberes, los dejan y los recogen en la puerta
de la escuela; padres que han llegado a escabullirse hasta las aulas y han irrumpido en este
espacio en búsqueda de sus hijos, con consecuencias nada favorables, por supuesto. He visto
padres (de niños de más de 10 años) comprarles a sus hijos algo de comer, dárselo en la boca
y limpiársela luego, ante el desconcierto de los compañeros del niño y otros padres.
Me atrevo a decir que en la mayoría de casos son sujetos que no aceptan ningún tipo de
sugerencia o cuestionamiento sobre su manera de “criar” a “sus” hijos, salvo contadas
excepciones. Y es precisamente en una de esas excepciones que me voy a detener para
explicar aquello de los niños bomba que menciono líneas arriba. Es un caso de
hiperpaternidad, donde ambos padres sobreprotegían al hijo. Era un niño de quinto grado
que se desbordaba en la escuela, pero en cuanto alguno de los padres aparecía, se convertía
en un sujeto nulo, en un pequeño mueble; sin embargo, apenas los padres salían de escena,
afloraba en él una agresividad constante para con sus compañeros, se proclamaba merecedor
de todo lo que quisiera porque así se lo habían hecho saber los padres; en contraste, en
presencia de ellos, parecía no merecer nada, ni el derecho a la palabra. Por ello me parece
importante señalar que la hiperpaternidad es más o menos peligrosa, dependiendo de cada
niño y del valor y las herramientas que pueda encontrar para lidiar con ella, pero nociva
siempre.
Y claro, parece que se tiende a abordar la hiperpaternidad desde el punto de vista del qué
hacer con los padres, pero vale la pena proponer un qué hacer con los hijos que finalmente
son los que la padecen. Los adultos, aquí, están llamados a tener una mayor responsabilidad
con su goce.
Si hay algo que no debería ser hiper es la paternidad
La escuela en estos tiempos, se aleja cada vez más de ser concebida como el espacio que
le da cabida a las invenciones del sujeto para hacer algo con aquello insoportable de su
encuentro con el otro, que no es el otro parental. Y esto sucede en gran medida por la
demanda de los padres -más aun de los hiperpadres- que ven en este lugar una especie de
almacén que les va a garantizar la integridad física de “sus” hijos y les procura una
“razonable” cantidad de conocimientos que ellos consideren oportunos. En nuestro país,
por ejemplo, grupos como el de “ConMisHijosNoTeMetas” lo pone de manifiesto
cínicamente: ellos conciben a la escuela como su propiedad, donde se debe hacer lo que ellos
quieren, no interesándoles la dinámica ni la multiplicidad de relaciones que se establecen
entre personas que se están formando- en gran medida- a sí mismas. Esa es una de las razones
por las que resulta trascendental que este tema sea abordado desde distintas perspectivas sin
ánimo inquisidor sino más bien analítico, para plantear estrategias que, primero, ayuden a
entender el fenómeno y, luego, permitan abordarlo de la manera más conveniente. Es
importante, en este sentido, hacer (o intentar hacer, por lo menos) del dicho una experiencia
y que los alcances de este análisis puedan ir más allá de la hoja impresa.
Responsabilidades
Los años que llevo en las aulas me han servido para dar cuenta de la amplia gama de
singularidades que interactúan en la escuela y la complejidad que existe en tales interacciones
(que siempre son un enigma) y sobre las que hay que ir “construyendo” para hacerlas más o
menos armoniosas.
Una alarmante cantidad de padres están “pre-ocupados” por el futuro de sus hijos y en
esa “pre- ocupación” se roza el exceso, lo “hiper”. Algo hay que hacer evitar que los padres
crucen esa delgada línea. Me parece que convendría a los padres tratar de entender ese
conjunto de lazos y experiencias que conforman su pasado y estar más atentos al presente de
sus hijos; alejarse de esa excesiva “pre-ocupación” por el futuro, que es la excusa perfecta
para endilgarles a los hijos la categoría de objetos frágiles o, en el peor de los casos, inútiles.
He ahí la necesidad de notar la diferencia entre estar preocupados y estar atentos, que no
necesariamente son estados subsecuentes.
Para los educadores, cada experiencia con cada alumno es diferente, cada uno de ellos es
un gran y enigmático cofre, al que –más allá de proteger o arrebatar los secretos- uno tiene
que ayudarle a encontrar su lugar y a descubrir su fórmula para desencriptarse a sí mismo y
abrirse en “su tiempo”.
Hasta este tramo me animaría a plantear algunas preguntas que podrían servirnos para
reflexionar:
¿Es la hiperpaternidad una forma de gozar con el otro (en este caso del padre con el hijo)?
¿Qué se puede decir del deseo del sujeto que tiene hiperpadres?
¿Existe alguna correlación entre la caída del nombre del padre y este fenómeno?
¿Qué le puede decir el psicoanálisis a la escuela y al educador para abordar las
hiperpaternidades?

IV

Hace unos días en una cena, un familiar me comentó


que vio en twitter un movimiento de protesta bajo los
hashtag #BoycottToSiri y #ToSiriWithLove, la protesta es
contra un libro escrito por la periodista norteamericana
Judith Newman titulado“To Siri with Love: A Mother, Her
Autistic Son, and the Kindness of Machines” (2017), cuya
traducción sería “Para Siri con amor: una madre, su hijo
autista y la amabilidad de las máquinas”, este libro
recomendado como Best Seller en el New York Times, ha
causado una gran polémica e indignación en varias
personas, una persona escribe en un blog “este libro es
odioso y causa daño significativo a la comunidad
autista, y es increíblemente dañino para ese niño,
tenemos que verlo por lo que es, una humillación
pública, y un abuso para el niño”, tal indignación se da
sobre todo a partir de como Judith Newman escribe lo
siguente: «a pesar de lo mucho que he amado a mi hijo
no podría imaginar la idea de que él pudiera embarazar a alguien, y aún no podría ser un
padre real, por esta razón quisera en tener el poder médico como apoderada y así poder ser
capaz de tomar la decisión de hacerle una vasectomía después de que cumpla 18 años».
Creo que este caso es pertinente porque podemos ver una versión de la hiperpaternidad,
en esta mujer, que realmente borra la dimensión de sujeto de su hijo hasta el límite de
practicar la eugenesia, pasar por encima incluso de su condición de derechos humanos, habrá
que investigar como es que ha podido vivir y desarrollarse este niño, sabiendo desde el
psicoanálisis que las posibilidades y puentes que tiene un sujeto autista para estar en el mundo
siempre son singulares, a partir de sus objetos, de sus elecciones y consentimientos, la
sexualidad en un sujeto autista es un logro enorme, poder unir el goce sexual, al cuerpo, y al
otro, y entender esto no es poco, y la única autista que ha podido dar cuenta de vivir una
sexualidad es la extraordinaria Donna Williams; lo curioso de la madre de Siri, es que imagina
que su hijo puede pasar al acto sexual, comparando como ella misma pasa al acto sexual, ella
dice “Cuando pienso en Gus en una situación sexual es generalmente con un fondo musical
de 'Benny Hill', y cualquier cosa con ese fondo musical no termina bien.” para luego escribir
“A pesar de lo mucho que he amado a mi hijo no podría imaginar…”
Resulta impresionante el desconocimiento de la condición de su hijo, pero lo que más
llama la atención es como está situado Siri en ese lugar de objeto de su goce y de sus propios
impases.

Son seis psicoanalistas los que tienen breves comentarios sobre este tema:
1) ¿Estos hiperpadres son padres? Noemí Cinader (NEL) toma el enunciado de
Laurent de “El niño como real del delirio familiar”, donde estas ficciones delirantes dejan
entrever la condición de objeto real, pasional –de pathos- del niño para los padres o
hiperpadres, no deja de mencionarse la exigencia con un correlato de angustia por estar a la
altura de los ideales, tanto para padres como para hijos, pero a pesar de esta angustia, los
padres no se dividen sino responden a la exigencia, señala que con las recomendaciones de
la autora, desde la TCC, se sigue taponando cualquier posibilidad de división subjetiva,
finalmente se pregunta si estos hiperpadres son padres. En todo caso si lo son o no se
develará en la singularidad de cada hijo.
2) Hiperpaternidad Mario Elkin Ramírez (NEL) dice que la declinación de la imago
paterna, anunciada por Lacan en los Complejos Familiares, puede verificarse además un cambio
en la configuración familiar y con ello el deshacimiento de la autoridad de los padres, ya no
únicamente ante sus hijos adolescentes, sino ante hijos cada vez más jóvenes. Así, los padres
han tenido que reinventar su papel, señala también que estos hijos, terminan volviéndose
inútiles en la vida, cita a Freud refiriéndose a Cristóbal Haitzmann como “un eterno niño de
pecho”, para nombrar esta actitud, que ve como una tragedia la separación y el destete. Estos
niños colmados del «todo», terminan dormidos en esa comodidad, pero al costo de la muerte
de su propio deseo.
3) ¡Esa es la cuestión! Lilany Pacheco (EBP) nos dice que la relación de los padres
con sus hijos, se sostiene enteramente en la demanda del Otro –el otro decide. El deseo
depende de la demanda del Otro. Lo que el neurótico demanda al Otro, en su demanda de
amor, es que se lo deje hacer alguna cosa. Lo que es apreciado como objeto es despreciado
como deseo. No se debe confundir el objeto fálico con aquello que sería el signo en el nivel
del Otro, de su falta, o su exceso de respuesta. La falta que aquí se trata es la falta del deseo
del Otro. La deducción del Otro en tanto tal inaugura la dialéctica de la castración.
4) Un psicoanálisis responsable por sus actos Cesar Skaf (EBP) se pregunta
¿Cuándo fue que el Padre se fragilizó? ¿No sería el padre de Juanito, un primer padre
alcanzado por el psicoanálisis, cuya autoridad decayó también como consecuencia de la lógica
de los discursos? ¿Cuál es la participación de la doctrina freudiana en la caída del Padre? Dice
que Lacan nos advirtió sobre dos razones para un fracaso del Psicoanálisis. ¿Pero no habría
sido un éxito psicoanalítico lo que coronó el palidecimiento de la autoridad paterna?
5) Asuntos de familia: un desorden necesario Diana Wolodarsky (EOL) introduce
la problemática de la educación a partir del deseo y del deber, menciona del lado del deseo el
sistema educativo de Filipinas, donde se sigue al niño por sus potenciales e intereses, se valora
el momento creativo hasta en el ocio como parte de la formación en la infancia, por el lado
del deber pone el ejemplo del Gaokao un examen de ingreso en las universidad de China,
cuya exigencia tal que hay un índice alto de suicidios por la presión de pasar ese examen, que
ante el fracaso resulta insoportable, finalmente toma al primera linea de “Ana Karenina” de
Tolstoi: “Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz tiene un
motivo especial para sentirse desgraciada”. Y dice que desde esta perspectiva, la infelicidad
sería un afecto que desde el psicoanálisis valoramos, en tanto recorta lo singular del universal.
6) El niño frágil. Impasses de la evaluación Alicia Yacoi (EOL) se pregunta ¿En qué
se apoyan en la actualidad los padres para realizar una transmisión a sus hijos? No ya en las
tradiciones, ¿en qué sostienen su autoridad? El niño perfecto, el cuerpo perfecto, salud
perfecta, colegio perfecto y responde que se trata de una certeza surgida de la estandarización,
algo que ha alertado Miller desde hace tiempo, la pretensión que la subjetividad sea reducida
a normas de evaluación. Menciona también que cuando el sujeto no cuenta ya con el apoyo
del Nombre del Padre, se ve surgir una nueva figura femenina más cercana a la madre que a
la mujer, destinada a poner un freno a lo ilimitado de la búsqueda del plus de gozar del lado
masculino. Ella encarna la ley casi siempre hasta la obsesión (ver los chats de las madres del
colegio), a veces hasta la manipulación. A la pretensión del niño perfecto responde el niño
angustiado. Finaliza con una viñeta, un sujeto que a los 12 años entregaba como tarea un
dibujo fantástico del aparato digestivo. No le ponía ni un nombre. No tenía un déficit de
atención, estaba haciendo la experiencia de producir su diferencia. Hoy es un filósofo
productivo y reconocido. Eso sí, su madre nunca completó los nombre faltantes.

You might also like