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Fecha: 12 de octubre de 2017.

Nombre: Daniel Nunes Ferraz.

Profesor: Padre Alejandro Rosas.

La vida de San Juan Damasceno.

El famoso escritor y poeta eclesiástico San Juan de Damasco, en su juventud, servía en la córte
del califa Abdul-Malek y fue gobernador de la ciudad de Damasco. Natural de Siria, vivió a
mediados del siglo 8, cuando en el Imperio Bizantino se desencadenaba con furia la herejía
iconoclastica: los iconos eran destruidos y aquellos que los veneraban eran severamente
perseguidos. Siendo una persona extremadamente instruida y escritor talentoso, Juan de
Damasco escribía con mucha convicción en defensa de la veneración de los ortodoxos por los
iconos.

El emperador griego León Isauro que era vehemente iconoclasta, se enfureció con lo que Juan
escribía. Él ordenó que su escritor estudiara la letra de San Juan y escribiera una carta en su
nombre, dirigida al emperador bizantino, donde él ofrezca sus servicios a Izauro para derribar el
califa. Esta carta falsa fue enviada al califa por el emperador León como prueba de su lealtad a
él y traición de Juan de Damasco.
El déspota oriental sin haber propiamente analizado el asunto o oído las explicaciones de Juan,
ordenó que lo encerrara en la prisión y cortara a su mano derecha por haber supuestamente
escrito aquella carta traidora. Teniendo consigo en la prisión el icono de la Madre de Dios, San
Juan depositó ante Dios su mano desechada y rezó largamente por su aflicción. La Virgen
Santísima apareció en sueños para el sufriente y mirando cariñosamente para él dijo: "He aquí
su mano curada, no se aflija más." Juan despertó y con alegría sorprendida vio que la mano
desechada estaba nuevamente ligada a la muñeca, como antes. Se quedó sólo una estrecha
cicatriz recordando la ejecución. En la abundancia de tanta alegría y gratitud a la piadosa
Defensora, fluyó del fondo del alma de Juan el Cántico: "Toda creación se alegra en Tí, Oh
Bendita”.

La noticia sobre el milagro llegó a los oídos del califa, y él, llamando a Juan, pacientemente
investigó el caso y se convenció de su inocencia. Reconociendo su culpa ante Juan, el califa, para
reparar la injusticia, le ofreció una gran recompensa y altos honores. Pero Juan lo rechazó todo,
entendiendo cómo los bienes y alegrías terrestres son temporales. En agradecimiento a la
Madre de Dios él encomendó una reproducción de su mano hecha de plata y la colocó al icono
ante el cual sucedió el milagro. Este icono recibió el nombre de "Tres manos."

San Juan distribuyó sus bienes, y vestido como plebeyo se alejó al monasterio de San Sabba el
Santificado, a 25 km de Jerusalén. Como San Juan era muy famoso, ninguno de los monjes del
monasterio quería ser supervisor en su trabajo de penitencia. Finalmente un anciano accedió a
gestionarlo con la condición de que San Juan, por humildad, no escribiera nada más. Él accedió
y comenzó a trabajar en el monasterio, igual a cualquier fraile común.

Después de algunos años, un monje amigo de San Juan, al perder al padre, le pidió que escribiera
alguna oración póstuma para el padre. En un momento de inspiración San Juan escribió cantos
que hasta hoy se cantan en el templo durante el réquiem.

Al saber que Juan violó la obediencia a él infligida y escribió una oración, el anciano se enfureció
y quería expulsarlo del monasterio. Entonces toda la hermandad que allí habitaba comenzó a
interceder por San Juan. El anciano concordó en perdonar al desobediente, con la condición de
que él debía limpiar, con sus propias manos, todos los lugares sucios del monasterio. San Juan
cumplió humildemente esa orden severa del anciano. Después de eso, la Madre de Dios apareció
en sueños para el anciano y dijo: "No crees más impedimentos a Mi fuente, déjalá que fluya en
la Gloria de Dios". Cuando se despertó, el anciano comprendió que la voluntad de Dios era que
San Juan Damasco se dedicara al servicio de escritor.

Desde aquella época nadie más impidió a San Juan escribir composiciones cléricas y oraciones
al servicio de Dios. Durante algunos años de trabajo incesante él enriqueció a la Iglesia con
muchas composiciones, oraciones y cánones para misa, que hasta hoy adornan los oficios
ortodoxos. Muchos cantos de Pascua, Navidad y otras celebraciones son de su autoría. Él
también compuso el "Octoechos" (ocho tonos) cantados durante las celebraciones dominicales.
Habiendo sido tocado por la teología, San Juan de Damasco escribió el famoso libro "La
verdadera exposición de la fe ortodoxa," en el que resume las verdades fundamentales del
cristianismo. Falleció en el año 777.

Ícono de la Virgen de Iver.

La Panagia Portaitissa o la Iviron Theotokos es un icono ortodoxo oriental de la Virgen María que
fue pintado por Lucas el Evangelista, de acuerdo a la sagrada tradición de la Iglesia ortodoxa. El
icono es conocido como taumatúrgico, lo que significa que numerosos milagros se han atribuido
a la intercesión de la Theotokos (Madre de Dios) por parte de personas que han rezado ante él.
El original de esta imagen se encuentra en el georgiano Monasterio de Iviron, en el Monte Athos
de Grecia, donde se cree que ha estado desde el año 999. La 'synaxis' (día de la fiesta) de este
icono es el 12 de febrero, así como el Martes luminoso, y también el 13 de octubre para el
traslado a Moscú del icono de Iviron.

El icono pertenece a una familia de imágenes de la Theotokos conocida como Odighitria (aquélla
que muestra el camino) según el prototipo de Constantinopla. En estos iconos, el Niño Jesús se
sienta en el brazo izquierdo de su madre y ella es representada apuntando a Cristo con su mano
derecha.

Una característica única de este icono es lo que parece ser una cicatriz sobre la mejilla derecha
o la barbilla de la Virgen María. Existe un número de diferentes tradiciones para explicar esto,
pero la más común es que el icono fue apuñalado por un soldado en Nicea durante el período
de la iconoclasia bizantina bajo el Emperador Teófilo (829–842). De acuerdo a la tradición,
cuando el icono fue apuñalado, fluyó milagrosamente sangre de la herida.

El original en Iviron está encerrado en una 'riza' cincelada de plata y oro que cubre casi toda la
imagen excepto la cara, como es común en los iconos más venerados.

De acuerdo a la sagrada tradición de la Iglesia ortodoxa, el icono estuvo una vez en posesión de
una viuda en Nicea. No queriendo que el icono fuera arrebatado y destruido por los iconoclastas,
ella pasó toda la noche en oración y lanzó el icono al Mar mediterráneo. El hijo de la viuda fue
después al Monte Athos, donde se volvió un monje y contó el milagro de la herida sangrante, y
cómo el icono había sido puesto en el mar. Mucho después (ca. 1004), el icono fue descubierto
en el mar por un monje georgiano llamado Gabriel (quien después fue canonizado santo en la
Iglesia ortodoxa) que estaba trabajando en el Monasterio de Iviron en el Monte Athos. Esto
ocurrió el Martes de Semana Luminosa (Semana de Pascua) y es conmemorado anualmente en
ese día (así como en la fecha fija del 31 de marzo). El icono fue llevado al katholikon (iglesia
principal) del monasterio del cual el icono toma su nombre.

La tradición dice que al día siguiente, cuando los monjes entraron en la iglesia, no pudieron
encontrar el icono. Después de buscar descubrieron el icono colgado de las puertas del
monasterio. Este suceso se repitió varias veces hasta que San Gabriel refirió que había tenido
una visión de la Theotokos, en la cual ella reveló que no quería que su icono fuera guardado por
los monjes, sino que ella tenía la intención de ser su Protectora. Después de esto, el icono fue
permanentemente instalado sobre las puertas del monasterio, donde permanece hasta el día
de hoy. Por ello, el icono vino a llamarse Portaitissa or "Portera". Este título no fue nuevo para
la Virgen María, sino que proviene de un verso del Acatisto a la Madre de Dios: "Alégrate, oh
Bendita Portera que abres las puertas del Paraíso a los justos". Los monjes suelen colocar un
icono de la Theotokos Iverskaya sobre las puertas de los monasterios. También es común en los
templos ortodoxos poner un icono de la Theotokos Portaitissa en el interior de la iconostasio,
sobre las Puertas sagradas, mirando hacia la Mesa santa (altar).

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