Professional Documents
Culture Documents
INTERNACIONAL DE JUSTICIA
EN EL CONFLICTO ENTRE
SALVADOR Y HONDURAS
1. Introducción al Tema
241
242 Jurídica· Anuario
fallo afirmó que carecía de competencia para delimitar las aguas. La Sentencia deter-
minó la situación jurídica de Isla del Tigre y de Meanguera y Meanguerita.
La opinión pública salvadoreña. incluidos letrados y legos, dice que dicha Sen-
tencia fue desfavorable para El Salvador, tanto en la tierra como en el mar. La parte
más sensible concierne al mar.
De ahíha venido la búsqueda de medios jurídicos para disminuir los efectos nega-
tivos de dicha Sentencia. Se han propuesto ideas y entablado discusiones sobre cómo
manejar esa decisión judicial. a veces bajo influencia de emociones y de lo que en in-
glés llaman "wishful thinking". La Sentencia de 1992 se ha convertido en uno de los
temas críticos de la política exterior salvadoreña.
El uso de medios jurídicos es, además de obligatorio, necesario para impedir que
se acrecienten los efectos negativos de la Sentencia de 1992. La única vía abierta en
esta materia es la vía jurídica, con los agregados de negociación y de otros recursos
usados para la solución pacífica de controversias. Desde luego, quien dice derecho di-
ce de modo implícito discusiones y discrepancias.
Debe quedar aclarado lo que se puede y lo que no se puede hacer, y deben recono-
cerse las limitaciones que se tienen ante una decisión judicial. Todas las propuestas
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 243
son útiles, inclusive las de dudosa viabilidad, y aun las que ostensiblemente llevarían
consigo los augurios del fracaso, si pasaran a la esfera de la práctica.
Esta cuestión debe manejarse con la cabeza, no con el corazón. Un traspiés com-
plicaría la situación. Las cosas deben tomarse como son, nocomo cada uno quiere que
sean.
Por otra parte, la Sentencia de 1992 tiene algunos puntos positivos, como la pre-
servación de Meanguera y Meanguerita, y la solución de una controversia centenaria
por medios civilizados.
Dicha tesis sostiene que la Sentencia de 1992 no es todavía cosa juzgada, y que
adquirirá esta condición hasta que transcurran los diez años dentro de los cuales es po-
sible interponer recurso de revisión por hecho nuevo.
El hecho nuevo debe reunir las siguientes calidades: a) que sea de tal naturaleza
que si se hubiera conocido oportunamente pudo cambiar el contenido del fallo; b) que
tanto la Corte como la parte que lo alega no hayan conocido su existencia cuando pudo
ser presentado en el juicio ya decidido: e) que ese desconocimiento no se haya debido
a negligencia; y d) que la solicitud de revisión se presente dentro de los seis meses que
sigan al descubrimiento del hecho nuevo (Estatuto, artículo 61).
De modo que la revisión por hecho nuevo quedaría asociada con el fallo durante
diez años, pues durante ese tiempo permanecerían suspendidos los efectos de las sen-
tencias. Por consiguiente esta tesis se separa del texto que literalmente dice que "el fa-
llo será definitivo e inapelable" (Estatuto, artículo 60).
Si la revisión por hecho nuevo ejerciese, por su mera presencia en el Estatuto, al-
guna influencia en las sentencias, nunca éstas se ejecutarían de inmediato, sino que
todas, ipso Jacto e ipso jure, quedarían sometidas al plazo de diez años.
Segón la tesis bajo consideración no se requiere que este recurso se haya presen-
tado, sino que bastan razones y justificaciones asentadas en el Estatuto de la Corte, ar-
tículo 61, Y atingentes a los condicionamientos de un eventual recurso de revisión.
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 245
Que la revisión por hecho nuevo retarde los efectos del fallo por diez años no se
advierte en el Estatuto. Tanto es así que el Estatuto establece que la Corte, y en su caso
la Sala, podrá exigir que se cumpla la sentencia antes de admitir el procedimiento de
revisión.
"Antes de iniciar el proceso de revisión, la Corte podrá exigir que se cumpla lo
dispuesto en el fallo" (Estatuto, artículo 61, párrafo 3), Si se tratara de fallo sujeto a
plazo, nunca el Tribunal podría exigir su cumplimiento antes de los diez años. Si lo
puede exigir, esto se debe a que ya es cosa juzgada.
Por otra parte, esta tesis no resolvería los problemas de cumplimiento del fallo, si-
no que solamente retardaría por diez años la fase de ejecución. Esta tesis, sin admitir-
la, dice que el recurso de revisión por hecho nuevo retarda la exigibilidad del fallo, sin
producir efectos permanentes, Tratándose de la Sentencia de 1992, y estando a media-
dos del año 2000, solamente produciría un respiro de dos años y unos pocos meses,
tiempo que falta para completar los diez años.
Según la tesis cxaminada. de la regla de revisión por hecho nuevo se infiere que el
caso ha quedado abierto. Pero los documentos disponibles no señalan ni sugieren re-
lación directa entre la cosa juzgada y el recurso de revisión. El hecho nuevo puede dar
lugar a una nueva sentencia con base en elementos que se desconocieron en su oportu-
nidad.
La tesis examinada otorga los efectos de un recurso ordinario a la revisión por hecho
nuevo, en cuanto la decisión judicial quedaría abierta. La diferencia entre los recursos
ordinarios, como la apelación, y el recurso de revisión consistiría en que aquéllos se
interponen dentro de plazos cercanos a las sentencias, mientras éste, debido a la mera
posibilidad de que pudiera existir, produciría efectos suspensivos por diez años. Esto
ocurriría pese a que el hecho nuevo es eventual y aleatorio, y podría faltar porcomple-
to dentro de los diez años.
El hecho nuevo podría existir o no existir, y si existiese, podría descubrirse o ig-
norársele. Dentro de tal incertidumbre se le atribuirían efectos ciertos y tangibles.
La [unción del hecho nuevo, si éste hubiese sido debidamente alegado y acepta-
do, consistiría en sustituir la primera sentencia con otra sentencia ajustada a los he-
chos descubiertos, tan importantes y decisivos que, de haber sido conocidos y presenta-
dos en el juicio principal, hubieran dado lugar a una decisión diferente de la adoptada.
mente se ha presentado una vez, en relación con el litigio sobre la plataforma conti-
nental entre Libia y Túnez.
La Corte resolvió que la revisión era inadmisible, porque el hecho nuevo que Tú-
nez alegaba pudo haber sido presentado en el juicio que se decidió en 1982, y que por
lo tanto había intervenido cierta negligencia, y que además habían pasado más de seis
meses desde que se tuvo conocimiento de su existencia y el inicio de la acción legal.
Túnez pidió, además, que la Corte corrigiera una decisión que a su juicio era un
error. La Corte declaró que tal error no existía. Obsérvese que la interpretación deja el
fallo intacto, mientras que la revisión lo sustituye con un nuevo fallo, total o parcial.
Aquí se nota alguna incoherencia.
En las razones relacionadas con la revisión, la Corte hizo cierta interpretación del
fallo cuestionado. Por otra parte, se negó a autorizar que un experto confirmara o mo-
dificara las coordenadas de la plataforma continental de la parte occidental del Golfo
de Gades.
menos en parte, en una consideración del caso afectada por algún enfoque erróneo,
debido a insuficiencia o confusión en los hechos.
De las reglas vigentes. cuya aplicación al litigio las Partes aceptaron, se despren-
de que la Sentencia del 11 de septiembre de 1992 es cosa juzgada, y que su obligato-
riedad se inició a partir del día en que el Secretario de la Corte la leyó a los repre-
sentantes de las Partes, o sea, elll de septiembre de 1992,
Esta regla estatutaria, traducida del francés, está redactada en sentido negativo,
como es frecuente en lengua francesa. Leída en su sentido afirmativo dice que la deci-
sión es obligatoria para las partes en litigio y en lo relativo al caso que ha sido decidido.
Los Estados que no han sido partes quedan exentos de obligatoriedad. Esta es la
regla principal que apoya la tesis de que Nicaragua no quedó obligada por la Senten-
cia de 1992, ya que se le negó intervención como parte respecto de las aguas interiores
y exteriores del Golfo de Fonseca, pese a que tenía un interés evidente y alguna copar-
ticipación en aquellas aguas. Cosas ve redes, Sancho amigo.
Esta regla está presentada sin plazo o condición. Una circunstancia modificativa
tan importante como el plazo se hubiera indicado claramente. Entre las técnicas de re-
dacción de textos jurídicos figura la que dice que las circunstancias modificantes de-
hen quedar claramente expresadas.
Basta esta disposición (Estatuto, artículo 60) para aseverar que la Sentencia de
1992 puso fin al litigio que se sometió al conocimiento y la decisión de la Corte por
248 Jurídica· Anuario
"La competencia de la Corte se extiende a todos los litigios que los Estados le so-
metan y a todos los asuntos especialmente previstos en la Carta de las Naciones Uni-
das o en los tratados y Convenciones vigentes" (Estatuto, artículo 36, párrafo 1).
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 249
El Estatuto autoriza a la Corte para constituir salas compuestas por tres o más ma-
gistrados, La Corte fija, con la aprobación de las partes, el número de magistrados de
cada Sala (Estatuto, artículo 26). Para conocer del presente caso las Partes convinie-
ron en escoger a tres jueces de la Corte. Además, cada Parte designó un juez ad hoc,
con lo quc el número de miembros de la Sala se elcvó a einco (Estatuto, artículo 31.
párrafos 3 y 6).
"Se considerará dictada por la Corte la sentencia que dicte cualquiera de las salas
que tratan los artículos 26 y 29" (Estatuto, artículo 27).
Por consiguiente, dichos Estatutos fueron más lejos que las Convenciones de La
Haya en esta materia. La disposición tantas veces mencionada provenía de) derecho
internacional consuetudinario en materia de arbitrajes, considerablemente desarro-
llado en el siglo XIX.
Instancia única significa que el fallo sobre los asuntos litigados pone fin al pro-
blema con las calidades propias de la cosa juzgada. Cuando hay varias instancias la
decisión de la última instancia tiene los caracteres de cosa juzgada. Cuando solamente
hay una instancia, el fallo que concluye el juicio tiene calidad de cosajuzgada.
En este último caso es posible preservar, por voluntad de las partes, uno o varios
de los recursos tradicionales, incluido el relativo al sobrepasamiento de la competen-
cia concedida. Los Estados que quieran mantener el recurso de apelación lo pueden
convenir en el compromiso arbitral.
El Reglamento precisa que la obligatoriedad del fallo comienza a partir del día en
que el Secretario de la Corte lo lee a las Partes (Reglamento, artículo 94, párrafo 2).
Esta disposición confirma que los fallos tienen calidad de cosa juzgada, de acuerdo
con lo que prescribe el Estatuto (artículo 60), y que se aplica tanto a las decisiones de
Corte Plena como de las salas (Reglamento, artículo 93).
Entre otras cosas, El Salvador aceptó la instancia única. En los sistemas jurídicos
internos se tienen por lo menos dos instancias, pero en tribunales internacionales ha
venido prevaleciendo la instancia única, según se observa desde que se subscribieron
las Convenciones de 1899 y de 1907.
En los derechos internos de los países del mundo sería de buscar la instancia única
como aguja perdida en un pajar. Con mucha frecuencia se dispone de dos instancias, a
veces de tres, sin perjuicio del recurso de inconstítucionalidad o de casación. La Corte
Internacional ejerce funciones de instancia única que en el derecho interno serían
muy cuestionadas y probablemente no tendrían cabida.
A mediados del decenio de los años veinte. con motivo de un fallo relativo a la
aplicación de un tratado posterior a la conclusión de la Primera Guerra Mundial, que
dio lugar a un litigio ante la Corte Permanente de Justicia Internacional, se propuso a
la Asamblea General de la Sociedad de las Naciones, con frecuencia llamada Liga de
las Naciones (traducción literal del inglés). que en determinados casos se admitiera
apelación de los fallos de aquella Corte, particularmente en relación con los excesos
en el uso de la competencia concedida y recibida.
Dicha propuesta fue objeto dc debate y tropezó con la oposición de los que defen-
dían, a capa y espada, la instancia única. Las negociaciones entre los dos bandos con-
cluyeron con el nombramiento de una comisión de estudio. A veces el envío a una co-
misión de estudio es la vía diplomática para deshacerse de una cuestión que se quiere
rechazar.
Cuando hay varias instancias, una de ellas tiene que decir la última palabra. En
presencia de dos instancias, la segunda se beneficia de los estudios y aun de las corte-
dades de la primera. Pero las potencias que dirigieron y organizaron la solución pací-
fica de controversias querían resultados rápidos y detestaban los juicios prolongados.
Ellas prevalecieron cuando se aprobó el Estatuto de la Corte Permanente.
También procede recordar que el Gobierno salvadoreño aceptó y reconoció los efec-
tos defallo del 1 1 de septiembre de 1992, tanto por medio de declaración ante la Asamblea
General de las Naciones Unidas como mediante declaración presidencial en San Sal-
vador.
El reconocimiento es un factor de gran importancia en lo atingente a los dere-
chos y las obligaciones internacionales. Este reconocimiento a posteriori tiene
fuerza vinculatoria, y confirma y consolida la fuerza vinculante de laudos y senten-
cias y, en este caso, de la Sentencia de 1992.
Además, el reconocimiento posterior cura vicios y consolida situaciones jurídi-
cas. Por ejemplo, sería muy difícil que un órgano internacional judicial, arbitral o ad-
ministrativo aceptara alegaciones sobre exceso de poder en una sentencia o en un lau-
do cuando ha incidido reconocimiento posterior.
fronteras al arbitraje del Rey de España. El árbitro pronunció una decisión que favore-
ció a Honduras (Laudo del 23 de diciembre de 1906, "Eleven Reports ofInternational
Arbitral Awards").
Nicaragua hizo cuanto pudo por desembarazarse de dicho Laudo. A ese efecto
adujo argumentos que pueden clasificarse en cuatro grupos: 1) irregularidades en el
nombramiento del Rey de España como árbitro; 2) exceso de poder en el Laudo del
Rey de España; 3) error del árbitro en la evaluación de los documentos y otras prue-
bas; y 4) el Laudo no se podía ejecutar debido a vacíos, contradicciones y oscuridades.
("Case Concerning the Arbitral Award Made by the King of Spain on 23 December
1906", "Judgementof23 December 1960").
Primero los árbitros nacionales designaron como tercer árbitro a un nacional me-
jicano, el Encargado de Negocios (1899), Y después el Ministro Plenipotenciario de
México en América Central, quienes por entonces residían en Guatemala. El cargo
quedó vacante cuando estos funcionarios salieron de Guatemala.
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 255
Por otra parte, Nicaragua alegó que el Tratado Gámez-Bonilla había caducado
antes del nombramiento del Rey de España, y que a partir de su caducidad no existía
base jurídica para el arbitraje.
Nicaragua alegó que el Presidente no estaba por entonces enterado del contenido
del Laudo. pero la Corte afirmó que por medio del telegrama de su Ministro en Madrid,
fechado el 24 de diciembre de 1906, había conocido el curso que tendría la línea de
frontera. Además, Nicaragua publicó el Laudo en la Gaceta Oficial el 28 de enero
de 1907.
256 Jurídica· Anuario
Como Nicaragua no promovió durante varios años (de 1907 a 1912) cuestión al-
guna relativa a la validez del Laudo, este silencio confirmó su aceptación de la obliga-
toriedad de dicho instrumento.
Nicaragua señaló que el Rey de España había excedido sus poderes debido a que
no cumplió con las reglas establecidas en el artículo II del Tratado Gámez-Bonilla,
pero la Corte no aceptó que el árbitro hubiera sobrepasado los poderes que las Partes
le habían conferido.
Nicaragua también alegó que el Laudo era nulo como consecuencia de un error
esencial, pero la Corte sostuvo que la evaluación de los documentos y otras pruebas
correspondía a la facultad discrecional del árbitro. y que por lo tanto dicha evaluación
quedaba fuera de debate.
Nicaragua también alegó que era imposible ejecutar el Laudo, debido a sus omi-
siones, contradicciones y oscuridades. También sostuvo que la desembocadura del
río Coco no podía servir de frontera común. porque no era un punto fijo. y que el dere-
cho de navegación quedaba comprometido.
Nicaragua señaló un vacío de varios kilómetros entre la unión del río Patee a o Bo-
dega con el río Guineo o Namasil y el llamado Portillo del Teotecacinte. La Corte re-
chazó la tesis de que era imposible ejecutar el Laudo, ya en este pequeño sector. ya en
la larga línea divisoria.
cial. Procede destacar la declaración que dice que aun cuando el Laudo hubiera sido
objeto de reclamaciones en tiempo oportuno tendría plcna validez. La gravitación de
consentimiento, aceptación y reconocimiento se mantiene íntegra cuando se trata
de sentencias judiciales.
Si la parte en un juicio no cumple con las obligaciones que le conciernen por deci-
sión de la Corte, la otra parte puede recurrir al Consejo de Seguridad, el cual puede, si
lo considera necesario, hacer recomendaciones o adoptar decisiones sobre medidas
para dar efecto a dicho fallo (Carta, artículo 94, párrafo 2).
Los obstáculos que una de las partes ponga al cumplimiento de determinado fallo,
pueden ser sometidos a la consideración del Consejo de Seguridad, el cual está autori-
zado para pasar de las recomendaciones a las medidas de ejecución, algunas de las
cuales podrían ser relativamente duras.
Estados Unidos se negó en el litigio que tuvo con Nicaragua, a aceptar lajurisdic-
ción de la Corte Internacional, y rechazó las correspondientes decisiones judiciales.
Estados Unidos aceptó la jurisdicción de la Corte bajo la llamada reserva Connally,
que en términos prácticos hace que lajurisdicción tenga que ser aceptada respecto de
cada demanda.
Este recurso se interpone ante el tribunal que pronunció el fallo cuyo sentido se
quiere aclarar. Tratándose del fallo de una Sala, el recurso de interpretación debe in-
terponerse ante el tribunal que pronunció la sentencia (Reglamento, artículo 100, pá-
rrafo 1). •
dudas que tenga una de las Partes, cuando falta el disenso previo, son insuficientes pa-
ra promover este recurso. Así lo tiene resuelto la Corte Internacional.
Cuando se presenta solicitud de una sola de las Partes, desde luego después de
constatado el desacuerdo, la Corte informará por escrito a la otra Parte, dentro del plazo
que fijará la Corte, o su Presidente, en caso de receso de aquélla(Reglamento, artículo 98,
párrafo 3). La Corte podrá conceder a las partes la oportunidad para que le proporcio-
nen explicaciones complementarias. ya oralmente. ya por escrito (Reglamento, artículo
98, párrafo 4).
Colombia y Perú suscribieron un convenio para someter sus diferencias sobre es-
te asilo a la Corte Internacional de Justicia. La Corte pronunció su fallo el 20 de no-
viembre de 1950. En términos prácticos este fallo dejó las cosas como estaban.
El13 de diciembre de 1950, Colombia presentó otra solicitud, por medio de la cual
pedía pronunciamiento sobre si estaba o no obligada a entregar al asilado.
En la búsqueda de algún medio para que El Salvador conservara sus derechos tra-
dicionales en el Océano Pacífico, se presentó propuesta para que El Salvador, por me-
dio de la aplicación de reglas consuetudinarias, confirme sus derechos tradicionales
hasta la mitad de la línea de cierre del Golfo de Fonseca, y sobre el mar territorial, la
plataforma continental y la zona económica que correspondan a esta línea de base.
No es posible, a esta hora tardía, cambiar las reglas del juego. Agraden o desagra-
den, ayuden o perjudiquen, dichas reglas fueron objeto de consentimiento y promesas
reiteradas de aplicación. Estos hechos no se pueden modificar y tienen consecuencias
precisas y exigibles en la esfera internacional.
Que El Salvador aplique unilateralmente las reglas del nuevo derecho del mar a
las aguas exteriores del Golfo de Fonseca no alteraría en lo mínimo la Sentencia de
1992. Las obligaciones ya adquiridas y consolidadas permanecerían intactas.
La Sentencia de 1992 podría llegar a ser inejecutable, por ausencia de uno de los
ribereños. También podría faltar el acuerdo unánime sobre puntos determinados. Los
tres Estados interesados podrían negociar. pero las decisiones requerirían el consenti-
miento de todos.
Si la ejecución de la Sentencia de 1992 deviniera imposible, se trataría de la con-
secuencia de un hecho cuya realidad y fuerza se impondría por sí mismo. Ese hecho
incidiría en el caso como exoneración de obligaciones, pues haría que éstas fuesen
inaplicables. Las cosas como son, superiores a las voluntades humanas, les restaría
viabilidad.
Procede entonces recordar el adagio romano que dice a lo imposible nadie está
obligado.
El jurista romano Celsius formuló un principio general de derecho, más bien uni-
versal, que dice: imposibilium l1ulla obligatio est, es decir, lo imposible anula la obli-
gación.
aplicación en las obligaciones derivadas de los contratos. Por todas partes se impone
el peso específico de este principio universal.
Respecto de la zona de soberanía conjunta en las aguas interiores del Golfo, pro-
cede recordar que El Salvador y Honduras nunca se ocuparon del condominio, duran-
te las negociaciones de 1985, que precedieron al inicio del juicio en La Haya. Estos
países discutieron solamente la división de las aguas interiores. Se podría especular
sobre los motivos de esta preferencia notoria por la división de las aguas.
Para delimitar la zona de soberanía conjunta en las aguas exteriores deberán to-
marse decisiones sobre puntos que, si bien no aparecen de modo expreso en la Senten-
cia de 1992, constituyen elementos necesarios de la delimitación. Se trata, por ejem-
plo, de la orientación geográfica de esta zona, en relación con la línea de base que se le
asigna, y de su extensión longitudinal.
mas de la Sentencia. Este resultado podría verse como una paradoja jurídica, pues
cumpliendo estrictamente con las decisiones judiciales se llegaría a su ¡nejecución.
"Las Partes ejecutarán la sentencia de la Sala en su integridad y con toda buena fe.
Con ese fin, la Comisión Especial de Demarcación, que ellas establecieron e111 de fe-
brero de 1986, comenzará la demarcación de la línea de frontera fijada en la sentencia
a más tardar tres meses después de la fecha de ésta, y proseguirá sus trabajos con dili-
gencia hasta que concluya la demarcación" (Compromiso, artículo 6, C.U. Recueil,
1992,p.II).
En efecto, dijo que "conforme a las disposiciones dcl párrafo 1 del artículo 38 del
Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, el tribunal tendrá en cuenta, al pronun-
ciar su sentencia, las normas de derecho internacional aplicables entre las Partes". Las
normas mencionadas en el artículo 38 del Estatuto quedan, pues, incorporadas al
Compromiso.
De este modo el pasaje del Compromiso que dispone que "la Sala, al pronunciar
su sentencia, tome en cuenta las normas de derecho internacional aplicables entre las
Partes", se especifica mediante el desarrollo que aparece en el artículo 38 del Estatuto,
donde se condensan las categorías de reglas que integran el derecho internaciona1.
En efecto, las normas de derecho internacional aplicables entre las partcs, inclu-
yen los tratados bilaterales y multilaterales de los cuales los Estados litigantes sean
partes, la costumbre internacional, los principios generales del derecho, lajurispru-
dencia y las doctrinas de los publicistas más destacados. El Compromiso se remitió al
Estatuto de la Corte para especificar el contenido de la expresión "las normas de dere-
cho internacional aplicables entre las Partes".
"La Corte, cuya función es decidir conforme al derecho internacional las contro-
versias que le sean sometidas, deberá aplicar" el derecho internacional en sus dife-
rentes modalidades y de acuerdo con lajerarquía quc a cada norma corresponda (Esta-
tuto, artículo 38).
No hay distancia ni oposición entre el lenguaje del Estatuto y las cláusulas del
Compromiso. El Estatuto presenta en términos específicos aquello que el Compromi-
so prescribe en términos generales, por medio de laexpresión que dice "el derecho in-
ternacional aplicable entre las partes".
"A juzgar por el texto del Compromiso, no se ha hecho mención alguna de una de-
limitación que la Sala deba efectuar. Para que la Sala esté autorizada para trazar líneas
de delimitación marítima, en el interior o el exterior del Golfo, sería necesario que hu-
biera recibido mandato para hacerlo, sea en términos expresos, sea en virtud de una
interpretación legítima del Compromiso". "Los espacios marítimos por ellos mismos
no son el objeto del verbo 'determinar'. Dicho objeto es la situación jurídica de dichos
espacios" (C.U. Recueil, 1992, párrafo 373, pp. 235-236, traducción libre).
Este caso de uso inadecuado del poder concedido está sostenido por las propias
declaraciones de la Sala. En efecto, el Compromiso estableci610 siguiente: "Las Par-
tes solicitan a la Sala: l. Delimitación de la línea de frontera de sectores no descritos
en el artículo 16 del Tratado General de Paz del 30 de octubre de 1980.2. Determina-
ción de la situación jurídica de las islas y de los espacios marítimos".
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 267
Además de las explicaciones sobre esta materia, la Sala presentó un punto re-
solutivo que confirmó y destacó su falta de competencia para delimitar espacios
marítimos.
"Por cuatro votos contra uno, decide que las Partes, cuando han pedido a la Sala,
en el artículo 2, párrafo 2 del Compromiso del24 de Mayo de 1985, 'determinar la si-
tuación jurídica... de los espacios marítimos' no le han conferido competencia para
proceder a cualquier delimitación de dichos espacios marítimos, se encuentren en el
interior o el exterior del Golfo" (C.U. Recueil, 1992, párrafo 432, 2, p. 270, traduc-
ción lihre).
Obsérvese que la Sala dijo que las Partes "no le confirieron competencia para pro-
ceder a cualquier delimitación de dichos espacios marítimos. Todos los casos y cir-
cunstancias quedan incluidos al decir "cualquier delimitación", y desde luego una de-
limitación en aguas interiores o exteriores, o en la entrada del Golfo.
La Sala decidió que la línea de cierre del Golfo de Fonseca entre Punta Amapala y
Punta Cosigüina es la línea de base para medir los espacios exteriores. Con la declara-
toria de la línea de base delimitó en términos precisos el costado norte de los espacios
exteriores del Golfo. La línea de base es el elemento capital de los espacios marítimos
como mar territorial y zona económica.
Además, la Sala dividió la línea de base en tres porciones, con lo cual entró toda-
vía más a fondo en la delimitación. Para estas decisiones la Sala careCÍa de competen-
cia. según reconocimiento propio.
Como la línea de cierre, que la Sala convirtió en línea de base, tiene 19.7 millas
marinas de longitud, la porción central, declarada en indivisión y situada entre las dos
porciones de soberanía exclusiva. mide 13.7 millas marinas. En esta porción indivisa
aparecen con iguales derechos El Salvador, Honduras y Nicaragua. Si esto no es deli-
mitación, váyase a buscar por otros mundos lo que es.
Los documentos disponibles no han permitido aclarar cómo ni por qué las aguas
exteriores del Golfo de Fonseca engrosaron los espacios en litigio. Hasta donde lle-
gan los recuerdos, Honduras presentó dos veces esta cuestión, la primera en la Confe-
rencia del Mar, sesión de Caracas, y la segunda en pláticas informales celebradas en
Antigua Guatemala. La representación salvadoreña rechazó de plano que hubiese
existido el más ligero asomo de disputa sobre las aguas exteriores del Golfo.
La Sala declaró que el Golfo de Fonseca es una bahía hislórica. Luego agregó que
está sometido a la soberanía de el Salvador, Honduras y Nicaragua conjuntamente,
con exclusión de un cinturón de tres millas marinas a partir del litoral de cada uno de
los Estados ribereños. El lenguaje que usó la Sala permite decir que este cinturón es
tanto continental como insular.
En esta resolución destacan dos puntos, el primero que la zona de soberanía con-
junta a partir de la porción indivisa de la línea de base incluye mar territorial, platafor-
ma continental y zona económica, y el segundo que la delimitación de este espacio re-
quiere el voto y el acuerdo de los tres Estados ribereños.
Para que esta zona de soberanía conjunta pudiese operar se requeriría su delimita-
ción. Si se tratase de dividirla, antes se tendrían que señalar sus límites, enlre otras co-
sas su medida mar adentro, que no se menciona, y la orientación geográfica de las lí-
neas que se lrazarían a partir de la línea de base, que podrían formar ángulos agudos
con dicha línea. Todo depende del voto y acuerdo de los ribereños.
La Sala manluvo el condominio interior del Golro, al que llamó zona de soberanía
conjunta, y lo utÍ lizó como modelo para crear una zona con los mismos caracteres en
las aguas exteriores del Golfo.
Al declarar que la línea de cierre es línea de base, y después dividir la líneade base
en tres porciones, una de ellas indivisa, la Sala precisó el costado septentrional de este
nuevo condominio, que apareció con el nombre de zona de soberanía conjunta, a par-
tir de la porción indivisa de 13.7 millas marinas.
El condominio en las aguas interiores del Golfo jamás operó en la práctica. Faltó,
ha faltado y falta la voluntad concurrente de los tres Estados ribereños. Si esto ha su-
cedido en el interior del Golfo, no se requieren facultades adivinatorias para predecir
10 que podría ocurrir en el exterior.
La Sala no explicó los antecedentes ni las razones de su decisión de crear esta zo-
na de sohcranía conjunta de una anchura de 13.7 millas marinas. La línea de base mide
19.7 millas marinas. Restándole 6 millas de soberanía exclusiva, la porción indivisa
alcanza 13.7 millas marinas.
Los Estados con costas situadas directamente sobre el Océano Pacífico podrían
alegar el peso de sus costas continentales para modular la zona de soberanía conjunta
que la Sentencia de 1992 dejó indeterminada. La Sala no entró a examinar el peso nor-
mal de las costas de los dos Estados que de modo directo e inmediato tienen costas en
272 Jurídica· Anuario
el Océano Pacífico, y que en aplicación del mar territorial de doce millas podrían cu-
hrir por entero la línea de cierre del Golfo.
Se podría preguntar por la fuerza vinculante de una decisión judicial cuyo real
contenido es una expectativa de derecho. Ocho años después de la Sentencia de 1992.
El Salvador no ha declarado zona económica. ni ratificado la Convención del Mar.
En tales circunstancias la decisión de la Sala. sin ser objeto de recurso alguno. po-
dría ser considerada inoperante. por defecto esencial de su objeto. Los litigios versan
sobre derechos, no sobre expectativas cuya materialización es incierta.
La Sala creó por su voluntad, sin antecedentes y sin competencia suficiente, una
zona de soberanía conjunta. Este exceso de poder es independiente de las dimensio-
nes de la zona creada.
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 273
Un condominio reducido al mar territorial de doce millas estaría afectado por ex-
ceso de poder. Un condominio que incluyera la potencial zona económica también es-
taría afectado por el exceso de poder y por su condición de mera expectativa de dere-
cho, cuando se pronunció la Sentencia de 1992.
Podría tratarse dc negativa explícita o implícita, que los resultados serían igual-'
mel1le enredadores. Tal actitud no podría triunfar. Nacería bajo el signo del fracaso y
eventualmente del desastre, ~egún las complicaciones que provocase.
Los acuerdos a que llegasen dos Estados ribereños no podrían constituir actos de
ejecución de la Sentencia de 1992. Las Partes en eljuicio no podrían prescindir de Ni-
caragua, ya que este país participa en la zona de soberanía conjunta. y esta zona dismi-
nuye su espacio marítimo tradicional, que llega a la mitad de la línea de cierre del Golfo.
Si existiera segunda instancia, hubiera sido posible presentar apelación por exce-
so de poder, tanto respecto de la delimitación expresada en la declaratoria de línea de
base y la división de ésta en tres porciones, como de la creación de una zona de sobera-
nía conjunta.
Qué hacer entonces. Esta es la gran cuestión, la pregunta que demanda respuesta.
Esos excesos de poder no deberían pasar a los hechos, porque contravienen el meollo
mismo del sistema judicial internacional, el cual prescribe que la competencia arbitral
y judicial está basada exclusivamente en el consentimiento de los Estados.
Conflicto Fronterizo Salvador~Honduras 275
La gran cuestión consiste en cómo actuar dentro del sistema de instancia única,
con pleno respeto a sus procedimientos, limitaciones y contenidos.
Viendo hacia el futuro se abre la posibilidad de procurar una segunda instancia li-
mitada, en particular dirigida a enmendar los excesos de poder.
Los esfuerzos que se hicieran para introducir una segunda instancia reducida a
excesos de poder, consumirían tiempo y suscitarían controversias. Y las reglas perti-
nentes sólo servirían para problemas futuros, pues normalmente carecerían de efecto
retroactivo. Pero su introducción mejoraría el sistema imperante.
Vista esta cuestión en términos prácticos, se requeriría que uno de los países po-
derosos apoyase esta reforma. Vale repetir que todos los Estados son iguales, pero
que algunos son más iguales que otros.
He aquí algunos de los temas que podrían ser objeto de discusión en las pláticas
de los tres Estados ribereños.
l. Es posible discutir las cuestiones relativas a los excesos de poder, tratar de ob-
tener su enmienda por medio de acuerdo.
2. Bajo la hipótesis de que se trabajara con una sección indivisa de la línea de cie-
rre y de base del Golfo, procedería sostener que la división deberá hacerse con funda-
mento en la igualdad jurídica de los tres Estados ribereños, y por lo tanto, por partes
iguales. Si se señala proporcionalidad a la longitud de las costas sobre el Golfo, proce-
dería tomar en cuenta la longitud de costa sobre el Océano Pacífico.
5. Un convenio que declare que las acciones unilaterales, relacionadas con la zo-
na de soberanía conjunta. incluidas las que consistan en leyes, decretos y reglamen-
tos, deberán desaparecer.
En todo caso. las medidas que pudieran adoptarse tienen que formularse necesa-
riamente dentro del sistema vigente. y en conformidad con la resolución que prescribe
decisiones de los tres Estados mediante "voto y acuerdo".
Procede examinar algunas vías de acción. por cierto dentro de una especie de ca-
misa de fuerza constituida por factores jurídicos bastante estrictos y muy limitan tes.
hagan mediante acuerdo de los tres Estados ribereños. Los arreglos sobre las aguas in-
teriores también requieren acuerdos tri laterales.
Vista desde el exterior es la vía más sencilla, pero sus interioridades pueden pre-
verse complejas. Sus resultados dependerían de la buena voluntad y el sentido de coo-
peración de los otros dos Estados ribereños del Golfo. El punto principal sería el em-
peño por establecer precedentes que comprueben que los excesos de poder no pueden
ni deben prevalecer.
Los tres Estados ribereños podrían discutir y tratar de resolver estos problemas
mediante acuerdo. La negociación sobre estas materias podría anunciarse muy esca-
brosa. El menor efecto que se obtendría sería cierta preparación para acciones que en
el futuro permitiesen debatir y eventualmente corregir los casos de exceso de poder.
Las partes deben cumplir la cosa juzgada, y los tribunales deben apegarse estric-
tamente a sus competencias. Todos los actores de estas justas internacionales están
obligados a apegarse a la ley. Ninguno de ellos, absolutamente ninguno, por respeta-
hle que sea, debe colocarse por encima de la ley ni elaborar su propia ley.
De acuerdo con los principios generales del derecho, estos excesos serían anula-
bles () corregibles. Sin embargo, los sistemas vigentes, judicial y arbitral instituciona-
lizado, carecen de recursos apropiados. He aquí una oportunidad para iniciar un pro-
ceso necesario de reformas de las reglas vigentes.
Procede cumplir a cabalidad sentencias y laudos, pero sin condonar los excesos
en el uso de la competencia concedida. Lo menos que se puede hacer, en el estado ac-
278 Jurídica· Anuario
tu al de cosas, es señalar las actuaciones defectuosas. En un futuro tal vez llegue a dis-
ponerse de recursos que permitan corregirlas.
La división dejaría intactas las resoluciones que sobrepasaron los poderes conce-
didos, y comportaría la aceptación de los hechos consumados. Cuando no se cumplen
las normas vigentes, por lo menos debe preservarse el derecho de opinar y eventual-
mente de intentar rectificación.
Después de afirmar que la asociación de revisión por error con interpretación "era
inusual y sin precedentes", "porque el Estatuto regula por separado y de modos dife-
rentes cuestiones de revisión y cuestiones de interpretación", Rosenne agrega: "mien_
tras la Corte tiene un poder inherente para corregir errores" C'while the Court has an
inherent power to correct errors") (Sh. Rosenne, The World Court. What It Is and
How It Works, Martinus NijhoffPublishers, 1989, p. 210).
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 279
La Sentencia sobre la plataforma continental entre Libia y Túnez, de 1982, dio lu-
gar a la Sentencia en 1985, Se trató de una decisión poco común, por la asociación
inusual de recursos. La Corte no contradijo el poder inherente que se le atribuyó en la
demanda, referido a una resolución de 1982, o sea, a una resolución final que tenía,
para las Partes, condición de cosajuzgada, Los tribunales internacionales son autores
de los excesos de poder. La relación de causalidad se establece entre el tribunal y su deci-
sión. Los excesos de poder carecen por completo de relación de causalidad con las
Partes en los litigios. Para que el tribunal pueda actuar respecto de estos errores,
las Partes podrían llamar su atención sobre el caso, Enseguida el tribunal, si quedase
convencido, pondría en acción su potestad. intrínseca para enmendar sus propios
errores.
Las partes cargan con las consecuencias del error por exceso de poder, de modo
directo o indirecto. Pero e1las no 10 han producido. Al tribunal corresponde poner por
obra el reajuste que corresponda para asegurar el imperio del derecho. La enmienda
quedaría entregada a la integridad élica del tribunal,
Dicha solución deja intacta la instancia única, si tanto se quiere conservarla. Des-
de luego se trataría de enmendar los errores que toquen el meollo de la jurisdicción in-
ternacional, es decir. la competencia otorgada.
Se trataría de que las partes pudieran llamar la atención de los tribunales interna-
cionales respecto de determinados errores, para el caso aquellos que se manifiestan
como excesos de poder.
Solamente un error puede ser causa de esa clase de problema. Aquello que sea
error cae, en primer término, bajo la potestad inherente del tribunal de sentencia. Co-
mo esta materia carece de regulaciones específicas dentro del complejo normativo vi-
gente, el fondo prevalece sobre las formas, y la potestad como tal se ejerce al margen
de plazos y condicionamientos. Desde luego, se trata de un poder que el tribunal posee
280 Jurídica· Anuario
por el mero hecho de su constitución, al margen de arreglos entre las partes y aun de
regulaciones expresas.
Con todo, no se olvide lo que repetían los juristas medievales sobre los elementos
necesarios para ganar un juicio: tener razón, saber pedir esa razón, y que ... se la quie-
ran dar.
Procedería llevar a cabo una investigación que reuniría a muchos expertos, algu-
nos de ellos extranjeros. Se estudiaría lo que podría y debería hacerse, así como lo que
quedaría vedado.
Este trabajo se haría bajo el supuesto de que los excesos de poder no deben pasar
sin cuestionamientos, ya que figuran entre los defectos más graves de que puede ado-
lecer una sentencia o un laudo en la esfera internacional.
Procede señalar que la Corte conoció del error, sin perjuicio de que lo atribuyera
al querellante. Implícitamente la Corte reconoció su competencia para conocer del
error. De no ser así, se hubiera abstenido de cualquier pronunciamiento sobre el
particular.
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 281
Sin negar potestad en esta materia, pero potestad reglada, cabe concebir que un
tribunal haga interpretaciones notoriamente fuera de lugar. Toda facultad jurídica tie-
ne ciertos límites. En la evaluación de las pruebas también podrían presentarse exce-
sos de podeL Cuidado, que las facultades discrecionales ilimitadas podrían utilizarse
para apoyar un poder total, que se desempeñe por encima del derecho y dicte el dere-
cho por sí y ante sÍ.
Esta tesis de la Corte no se aplicaría a los excesos de poder que se vienen exami-
nando. En efecto, el exceso relativo a la delimitación está fundado en el reconoci-
miento de la Sala en el sentido de que careCÍa de competencia para entrar a "cualquier
delimitación" .
Respecto del exceso de poder expresado como creación de una zona de soberanía
conjunta en las aguas exteriores del Golfo de Fanseca, no hubo prueba alguna por eva-
luar. Faltaron por completo documentos y otras pruebas, y aun opiniones y sugeren-
cias oficiales o privadas.
De acuerdo con los antecedentes. las ideas y las voluntades concertadas alrededor
del sistema imperante cerrarían filas y construirían una especie de muralla. Se puede
esperar oposición cerrada, total y totalitaria.
Que quede claro: se trataría de una acción independiente de los recursos conoci-
dos que las partes interponen. Uno de los antiguos litigantes colaboraría con un llama-
do de atención al Tribunal. Su papel se reduciría a exponer los excesos de poder y las
razones y bases que sustenten la procedencia de su enmienda.
Los excesos de poder no pueden ni deben pasar inadvertidos. Tampoco debe ro-
deárseles de pasividad y conformismo. En el mundo del derecho lo que debe ser hade
prevalecer sobre lo que es.
Se trataría de algo cuya necesidad se hace evidente ante circunstancias muy con-
cretas. El tribunal. ya debidamente informado, podría usar su potestad inherente para
corregir los errores. Esta vía auxiliar haría una apertura en un sistema hermético, por
medio de la aplicación estricta del derecho.
tivos. Desde luego. procedería informar a los Estados directa o indirectamente intere-
sados, en el presente caso a Honduras y Nicaragua, y ohtener sus puntos de vista.
Con todo, esta empresa demanda dedicación, tiempo y estudio por parte de gru-
pos nacionales y extranjeros. No se puede ocultar que la situación es difícil y suma-
mente compleja. Mucho está perdido irremediablemente, y se trata de rescatar unos
cuantos espacios marítimos solamente.