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SENTENCIA DE LA CORTE

INTERNACIONAL DE JUSTICIA
EN EL CONFLICTO ENTRE
SALVADOR Y HONDURAS

Reynaldo Galindo Pohl

Sumario: 1. Introducción al Tema. 2. Algunas Ideas en Circulación. 2.1. La Tesis de la Cosa


Juzgada Sujeta a Plazo. 2.2. Condicionamientos del Recurso de Revisión. 2.3. Su-
puesta Influencia de la Revisión en la Cosa Juzgada. 2.4. El Hecho Nuevo Como
Causal de Revisión. 2.5. El Único Caso de Revisión por Hecho Nuevo. 3. La Cosa
Juzgada y sus Efectos. 4. Instancia Única ante la Corte Internacional. 4.1. Instancia
Única en las Convenciones de La Haya. 4.2. Instancia Única en el Estatuto de la Cor-
te Internacional. 5. Problemas de la Instancia Única. 6. Decisión Arbitral y Decisión
Judicial. 7. Aceptación de Decisiones Arbitrales yJudiciales. 7.1. Sentencia de 1960
entre Honduras y Nicaragua. 8. Reconocimientos Posteriores de la Sentencia de
1992. 9. Intervención Posible del Consejo de Seguridad. 10. Casos Presentados al
Consejo de Seguridad. 11. El Recurso de Interpretación. 11.1. El Caso Haya de La
Torre. 12. Preservación de las Aguas Exteriores del Golfo de Fonseca. 13. Eventua M

les Problemas de Ejecución de la Sentencia de 1992. 13.1. Una Regla Universal de


Derecho. 14. Reglas Aplicables según el Compromiso. 15. Excesos de Poder en la
Sentencia de 1992. 15.1. Delimitación de algunos Espacios Marítimos. 15.1.1. Deta M

lIes de la Delimitación Efectuada. 15.2. Creación de una Zona de Soberanía Conjun M

ta.15.2.1. Objeciones a la Segunda Zona de Soberanía Conjunta. 15.2.2. Compara-


ción de las Sentencias de 1917 y 1992. 15.2.3. Extensión de la Zona de Soberanía
Conjunta. 15.2.4. La Sala Resolvió sobre una Expectativa de Derecho. 16. Proble-
mas en Caso de Negativa a Cumplir la Sentencia de 1992.17. Qué Hacer con los Ex-
cesos de Poder. 18. Una Segunda Instancia muy Limitada. 19. Algunos Temas para
las Negociaciones Trilaterales. 20. Los Excesos de Poder en las Negociaciones Tri-
laterales. 21. La Vía de Comienzo Fácil y Desarrollo Difícil. 22. Otras Consideracio-
nes sobre los Excesos de Poder. 23. Presentación de los Errores a la Sala. 23.1. Los
Trabajos Preparatorios. 23.2. Casos de Error ante la Corte Internacional. 23.3. Ma-
chacando sobre el mismo Tema. 24. Resumen de Opciones ante la Sentencia de
1992.25. Situación Jurídica de la Sentencia de 1992

1. Introducción al Tema

Se trata de la Sentencia que el 11 de septiembre de 1992 pronunció la Sala de la


Corte Internacional de Justicia, también llamada Tribunal Internacional de Justicia,
sobre "el diferendo fronterizo territorial, insular y marítimo entre El Salvador y Hon-
duras". Dicha Sentencia cubrió la totalidad de los límites terrestres entre los dos paí-
ses e incluyó las islas situadas en el Golfo de Fonseca. La Sala que pronunció dicho

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fallo afirmó que carecía de competencia para delimitar las aguas. La Sentencia deter-
minó la situación jurídica de Isla del Tigre y de Meanguera y Meanguerita.

La opinión pública salvadoreña. incluidos letrados y legos, dice que dicha Sen-
tencia fue desfavorable para El Salvador, tanto en la tierra como en el mar. La parte
más sensible concierne al mar.

De ahíha venido la búsqueda de medios jurídicos para disminuir los efectos nega-
tivos de dicha Sentencia. Se han propuesto ideas y entablado discusiones sobre cómo
manejar esa decisión judicial. a veces bajo influencia de emociones y de lo que en in-
glés llaman "wishful thinking". La Sentencia de 1992 se ha convertido en uno de los
temas críticos de la política exterior salvadoreña.

Dada la importancia de esta materia en todos sus aspectos y consecuencias, y en


particular la identificación y el análisis de las vías cerradas y de las vías abiertas, han
aumentado los estudios y las discusiones a medida que se acerca su traslado a hechos,
particularmente en el mar.

Además, procede fijar y aclarar la posición oficial en lo relativo a esta Sentencia.


A ese efecto son útiles los documentos de trabajo disponibles y los contenidos de dis-
cusiones, propuestas, conferencias y seminarios.

Algunos estudios han acrecentado la cantidad y la calidad de las ideas en circu-


lación. Desde luego merecen análisis para determinar su viabilidad jurídica dentro
del sistema internacional vigente y del complejo de compromisos que El Salvador ha
adquirido en el curso de los últimos veinte años.

Estos ejercicios intelectuales contribuyen a esclarecer la situación en que se en-


cuentra la Sentencia, y proporcionan elementos para que el Gobierno adopte una posi-
ción asentada en el derecho internacional. Después de cuidadoso examen de tesis y
antítesis, y de pros y contras, se podría adoptar una posición bien pensada, que cuente
con respaldo de opinión pública, sea defendible en foros internacionales y se encuen-
tre enmarcada en el sistema internacional vigente.

El uso de medios jurídicos es, además de obligatorio, necesario para impedir que
se acrecienten los efectos negativos de la Sentencia de 1992. La única vía abierta en
esta materia es la vía jurídica, con los agregados de negociación y de otros recursos
usados para la solución pacífica de controversias. Desde luego, quien dice derecho di-
ce de modo implícito discusiones y discrepancias.

Debe quedar aclarado lo que se puede y lo que no se puede hacer, y deben recono-
cerse las limitaciones que se tienen ante una decisión judicial. Todas las propuestas
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son útiles, inclusive las de dudosa viabilidad, y aun las que ostensiblemente llevarían
consigo los augurios del fracaso, si pasaran a la esfera de la práctica.

Esta cuestión debe manejarse con la cabeza, no con el corazón. Un traspiés com-
plicaría la situación. Las cosas deben tomarse como son, nocomo cada uno quiere que
sean.

Lo primero es apegarse al realismo de los hechos y a las reglas jurídicas en vigor,


independientemente de que agraden o desagraden, ayuden o perjudiquen. De otro mo-
do se acrecientan los costos que es indispensable pagar, sin que los costos más eleva-
dos ayuden a resolver los problemas pendientes.

Desde luego esta materia está y estará envuelta en críticas y disentimientos.


Quien dice derecho dice necesariamente discusión y discrepancia.

Por otra parte, la Sentencia de 1992 tiene algunos puntos positivos, como la pre-
servación de Meanguera y Meanguerita, y la solución de una controversia centenaria
por medios civilizados.

2. Algunas Ideas en Circulación

Con el objeto de valorizar opciones desde el punto de vista de su viabilidad, y de


determinar los alcances de reglas jurídicas aplicables a la Sentencia de 1992, procede
examinar una sugerencia que obtuvo bastante apoyo de opinión pública.

2.1. La Tesis de la Cosa Juzgada Sujeta a Plazo

Sería improcedente omitir el examen de una tesis que se ha divulgado en medios


de comunicación y ha obtenido importante apoyo de opinión pública. De las ideas en
circulación es la única que desbordó el ámbito de los grupos de estudio.

Dicha tesis sostiene que la Sentencia de 1992 no es todavía cosa juzgada, y que
adquirirá esta condición hasta que transcurran los diez años dentro de los cuales es po-
sible interponer recurso de revisión por hecho nuevo.

He aquí el resumen de esta tesis: "la Sentencia de 1992 no constituye resjudicata


para las partes, porque no produce efectos de cosa juzgada en tanto no transcurra el
período de diez años".

Otro comentario agregó: "la Sentencia de La Haya no constituye res judicata, es


decir que no produce efectos de cosa juzgada, no es firme ni exigible en tanto no trans-
curra el período de diez años que vencerá el 10 de septiembre del año 2002, durante el
cual puede interponerse recurso de revisión".
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2.2. Condicionamientos del Recurso de Revisión

"El recurso de revisión deberá fundarse. conforme al artículo 61 del Estatuto de


la Corte Internacional de Justicia". "en el descubrimiento de un hecho de tal naturale-
za que pueda ser factor decisivo y que al pronunciarse el Fallo fuera desconocido de la
Corte y de la Parte que pida la revisión, siempre que su desconocimiento no se deba a
negligencia", "La solicitud de revisión deberá formularse dentro del término de seis
meses de descubrirse el hecho nuevo" (Estatuto de la Corte Internacional de Justicia,
en adelante mencionado como Estatuto, artículo 61).

El hecho nuevo debe reunir las siguientes calidades: a) que sea de tal naturaleza
que si se hubiera conocido oportunamente pudo cambiar el contenido del fallo; b) que
tanto la Corte como la parte que lo alega no hayan conocido su existencia cuando pudo
ser presentado en el juicio ya decidido: e) que ese desconocimiento no se haya debido
a negligencia; y d) que la solicitud de revisión se presente dentro de los seis meses que
sigan al descubrimiento del hecho nuevo (Estatuto, artículo 61).

2.3. Supuesta Influencia de la Revisión en la Cosa Juzgada

La tesis de que la Sentencia de 1992 todavía no ha alcanzado la condición de cosa


juzgada, asocia el recurso de revisión por hecho nuevo con la calidad de cosajuzgada,
y declara que la cosa juzgada queda en suspenso como efecto de la posibilidad de que
en el plazo de diez años se interponga recurso de revisión por hecho nuevo.

Según este enfoque interpretativo del Estatuto de la Corte Internacional (artículo


61), la norma sobre la revisión por hecho nuevo modifica la regla que declara definiti-
vos y carentes de apelación a los fallos de la Corte Internacional de Justicia (Estatuto,
artículo 60). Considera, pues, que la revisión por hecho nuevo ejerce efectos suspen-
sivos por su mera presencia en el Estatuto. sin que se requiera que se haya ejercido.

De modo que la revisión por hecho nuevo quedaría asociada con el fallo durante
diez años, pues durante ese tiempo permanecerían suspendidos los efectos de las sen-
tencias. Por consiguiente esta tesis se separa del texto que literalmente dice que "el fa-
llo será definitivo e inapelable" (Estatuto, artículo 60).

Si la revisión por hecho nuevo ejerciese, por su mera presencia en el Estatuto, al-
guna influencia en las sentencias, nunca éstas se ejecutarían de inmediato, sino que
todas, ipso Jacto e ipso jure, quedarían sometidas al plazo de diez años.

Segón la tesis bajo consideración no se requiere que este recurso se haya presen-
tado, sino que bastan razones y justificaciones asentadas en el Estatuto de la Corte, ar-
tículo 61, Y atingentes a los condicionamientos de un eventual recurso de revisión.
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 245

Que la revisión por hecho nuevo retarde los efectos del fallo por diez años no se
advierte en el Estatuto. Tanto es así que el Estatuto establece que la Corte, y en su caso
la Sala, podrá exigir que se cumpla la sentencia antes de admitir el procedimiento de
revisión.
"Antes de iniciar el proceso de revisión, la Corte podrá exigir que se cumpla lo
dispuesto en el fallo" (Estatuto, artículo 61, párrafo 3), Si se tratara de fallo sujeto a
plazo, nunca el Tribunal podría exigir su cumplimiento antes de los diez años. Si lo
puede exigir, esto se debe a que ya es cosa juzgada.
Por otra parte, esta tesis no resolvería los problemas de cumplimiento del fallo, si-
no que solamente retardaría por diez años la fase de ejecución. Esta tesis, sin admitir-
la, dice que el recurso de revisión por hecho nuevo retarda la exigibilidad del fallo, sin
producir efectos permanentes, Tratándose de la Sentencia de 1992, y estando a media-
dos del año 2000, solamente produciría un respiro de dos años y unos pocos meses,
tiempo que falta para completar los diez años.

2.4. El Hecho Nuevo como Causal de Revisión

Según la tesis cxaminada. de la regla de revisión por hecho nuevo se infiere que el
caso ha quedado abierto. Pero los documentos disponibles no señalan ni sugieren re-
lación directa entre la cosa juzgada y el recurso de revisión. El hecho nuevo puede dar
lugar a una nueva sentencia con base en elementos que se desconocieron en su oportu-
nidad.
La tesis examinada otorga los efectos de un recurso ordinario a la revisión por hecho
nuevo, en cuanto la decisión judicial quedaría abierta. La diferencia entre los recursos
ordinarios, como la apelación, y el recurso de revisión consistiría en que aquéllos se
interponen dentro de plazos cercanos a las sentencias, mientras éste, debido a la mera
posibilidad de que pudiera existir, produciría efectos suspensivos por diez años. Esto
ocurriría pese a que el hecho nuevo es eventual y aleatorio, y podría faltar porcomple-
to dentro de los diez años.
El hecho nuevo podría existir o no existir, y si existiese, podría descubrirse o ig-
norársele. Dentro de tal incertidumbre se le atribuirían efectos ciertos y tangibles.
La [unción del hecho nuevo, si éste hubiese sido debidamente alegado y acepta-
do, consistiría en sustituir la primera sentencia con otra sentencia ajustada a los he-
chos descubiertos, tan importantes y decisivos que, de haber sido conocidos y presenta-
dos en el juicio principal, hubieran dado lugar a una decisión diferente de la adoptada.

2.5. El Único Caso de Revisión por Hccho Nuevo

La revisión por hecho nuevo opera en circunstancias excepcionales, tan excep-


cionales que en los ochenta años de existencia de las dos Cortes, este recurso sola-
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mente se ha presentado una vez, en relación con el litigio sobre la plataforma conti-
nental entre Libia y Túnez.

Que el recurso de revisión de sentencia (Estatuto, artículo 61) es realmente ex-


cepcional,lo dice el hecho que en la ya larga y activa existencia de la Corte Internacio-
nal y de su predecesora la Corte Permanente de Justicia Internacional (1920-1945), se
ha registrado solamente un recurso de revisión por hecho nuevo, el interpuesto por
Túnez respecto del fallo de 1982 atingente a la plataforma continental entre Libia
y Túnez.

El 24 de febrero de 19821a Corte Internacional decidió el litigio entre Libia y Tú-


nez sobre los límites de la plataforma continental [Plateau continental (Tunisie/Jama-
hiria Arabe Lybiennel, arret, Recueil, 1982, p. 18). EllO de diciembre de 1985, la
Corte decidió sobre el recurso de revisión por hecho nuevo, el cual declaró inadmisi-
ble (C.U. Recueil, 1985).

La Corte resolvió que la revisión era inadmisible, porque el hecho nuevo que Tú-
nez alegaba pudo haber sido presentado en el juicio que se decidió en 1982, y que por
lo tanto había intervenido cierta negligencia, y que además habían pasado más de seis
meses desde que se tuvo conocimiento de su existencia y el inicio de la acción legal.

Túnez ligó el recurso de interpretación con el de revisión de la sentencia pronun-


ciada el 24 de febrero de 1982. En efecto, el 27 de julio de 1984 presentó demanda so-
bre revisión y sobre interpretación del fallo antes mencionado, en ténninos que asoció
ambos recursos.

Túnez pidió, además, que la Corte corrigiera una decisión que a su juicio era un
error. La Corte declaró que tal error no existía. Obsérvese que la interpretación deja el
fallo intacto, mientras que la revisión lo sustituye con un nuevo fallo, total o parcial.
Aquí se nota alguna incoherencia.

EllO de diciembre de 1985, por votación unánime, la Corte declaró inadmisible


el recurso de revisión, pero admitió la solicitud de interpretación.

En las razones relacionadas con la revisión, la Corte hizo cierta interpretación del
fallo cuestionado. Por otra parte, se negó a autorizar que un experto confirmara o mo-
dificara las coordenadas de la plataforma continental de la parte occidental del Golfo
de Gades.

Túnez solicitó la corrección de lo que consideró un error. El hecho nuevo apare-


ció con sesgos de error. En efecto, el hecho nuevo comporta un error por desconoci-
miento. Descubierto el hecho nuevo se advierte que el fallo original se asentó, por lo
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menos en parte, en una consideración del caso afectada por algún enfoque erróneo,
debido a insuficiencia o confusión en los hechos.

3. La Cosa Juzgada y sus Efectos

De las reglas vigentes. cuya aplicación al litigio las Partes aceptaron, se despren-
de que la Sentencia del 11 de septiembre de 1992 es cosa juzgada, y que su obligato-
riedad se inició a partir del día en que el Secretario de la Corte la leyó a los repre-
sentantes de las Partes, o sea, elll de septiembre de 1992,

Esta tesis se puede fundamentar en las siguientes razones:

1) En primer término se tiene la regla que declara que la sentencia es obligatoria


para las partes en litigio respecto del caso que ha sido decidido, "La decisión de la
Corte no es obligatoria sino para las partes en litigio y respecto del caso que ha sido
decidido" (Estatuto, artículo 59).

Esta regla estatutaria, traducida del francés, está redactada en sentido negativo,
como es frecuente en lengua francesa. Leída en su sentido afirmativo dice que la deci-
sión es obligatoria para las partes en litigio y en lo relativo al caso que ha sido decidido.

Los Estados que no han sido partes quedan exentos de obligatoriedad. Esta es la
regla principal que apoya la tesis de que Nicaragua no quedó obligada por la Senten-
cia de 1992, ya que se le negó intervención como parte respecto de las aguas interiores
y exteriores del Golfo de Fonseca, pese a que tenía un interés evidente y alguna copar-
ticipación en aquellas aguas. Cosas ve redes, Sancho amigo.

El Estatuto (artículo 60) establece las calidades fundamentales de la sentencia:


"será definitiva e inapelable". El término definitivo significa "lo que decide, resuelve
y concluye" (Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, vigésima
primera edición. 1992).

Esta regla está presentada sin plazo o condición. Una circunstancia modificativa
tan importante como el plazo se hubiera indicado claramente. Entre las técnicas de re-
dacción de textos jurídicos figura la que dice que las circunstancias modificantes de-
hen quedar claramente expresadas.

2) Cosa juzgada es el nombre que se da a la decisión definitiva e inapelable. Esta


calificación se aplica a las decisiones finales. Tanto en arbitrajes como en instancias
judiciales. La cosa juzgada obliga a las partes al cumplimiento inmediato.

Basta esta disposición (Estatuto, artículo 60) para aseverar que la Sentencia de
1992 puso fin al litigio que se sometió al conocimiento y la decisión de la Corte por
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medio de una Sala especial. La disposición mencionada utiliza un lenguaje categóri-


co, que no da lugar a duda alguna.
La cosa juzgada se conoce también con su nombre latino de resjudicata. He aquí
una definición descriptiva de la resjudicata, el tipo de definición más apropiado en la
presente circunstancia. Res judicata significa "cosa juzgada, que una corte dotada de
competencia jurisdiccional ha decidido de modo definitivo en cuanto a su fondo, y
que no está sujeta a nuevo litigio entre las mismas partes" (Webster's New Collegiate
Dictionary, 1981, traducción libre).
La resjudicata no está sujeta a nuevo litigio entre las mismas partes, es decir, cie-
rra definitivamente una controversia, ya que carece de recursos.

Aunque el artículo 60 del Estatuto no usa el término "cosa juzgada" , su lenguaje


es claro y categórico en el sentido que el fallo que pronuncia la Corte, y desde luego
una sala de dicha Corte, tiene el carácter de cosajuzgada. El significado de este térmi-
noes igual en inglés, francés, italiano, portugés y español.
3) Ha de tomarse en cuenta el artículo 94 del Reglamento de la Corte Internacio-
nal, de acuerdo con el cual el fallo tiene fuerza obligatoria a partir del día en que el Se-
cretario de la Corte termina de leer el fallo a las partes. Esta disposición es incompati-
ble con el pretendido aplazamiento de la obligatoriedad de las sentencias de la Corte y
sus Salas durante un plazo de diez años.
La realidad de las realidades, el hecho de los hechos es que la Sentencia de 1992
está ahíy aquí, y en todas partes, y no se puede cambiar. Es cosajuzgaday su obligato-
riedad es ineludible.
La Sentencia de 1992 desagrada a muchos salvadoreños, pero prevalece sobre las
voluntades y los enjuiciamientos individuales. En consecuencia, sus opositores po-
drían considerar el despojarse de reacciones afectivas. ponerse en un plano de análisis
frío y explicarse dicho fallo como efecto de numerosas causas concatenadas, algunas
de las cuales precedieron al inicio del juicio en La Haya.
No se trata de abolir el espíritu crítico. sino de que, aun preservándolo, se haga ho-
nor a las promesas reiteradas de cumplimiento.
Algún día, allá por el año dos mil quinientos, Centro.mérica será una unidad, y
las generaciones coetáneas sonreirán ante los problemas que ocuparon y preocuparon
a sus antepasados.

4. Instancia Única ante la Corte Internacional

"La competencia de la Corte se extiende a todos los litigios que los Estados le so-
metan y a todos los asuntos especialmente previstos en la Carta de las Naciones Uni-
das o en los tratados y Convenciones vigentes" (Estatuto, artículo 36, párrafo 1).
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 249

La competencia de la Corte puede ser objeto de una declaración que la reconozca


ipso Jacto y sin convenio especial, para futuras controversias, respecto de Estados que
la acepten (Estatuto, artículo 36, párrafo 2), Dichacompetencia también puede ser ob-
jeto de acuerdo especial, llamado generalmente compromiso.

La Sentenciade 1992 fue resultado del "Compromiso entre El Salvador y Hondu-


ras para someter a la decisión de la Corte Internacional de Justicia la controversia
fronteriza terrestre, insular y marítima" existente entre los dos Estados, Dicho com-
promiso quedó formalizado en la ciudad de Esquipulas, República de Guatemala, el
día 24 de mayo de 1986,

El Estatuto autoriza a la Corte para constituir salas compuestas por tres o más ma-
gistrados, La Corte fija, con la aprobación de las partes, el número de magistrados de
cada Sala (Estatuto, artículo 26). Para conocer del presente caso las Partes convinie-
ron en escoger a tres jueces de la Corte. Además, cada Parte designó un juez ad hoc,
con lo quc el número de miembros de la Sala se elcvó a einco (Estatuto, artículo 31.
párrafos 3 y 6).

"Se considerará dictada por la Corte la sentencia que dicte cualquiera de las salas
que tratan los artículos 26 y 29" (Estatuto, artículo 27).

El Salvador concurrió, pues, con su consentimiento, a crear la competencia de la


Corte Internacional y prefirió una Sala compuesta por cinco jueces en vez de la Corte
Plena integrada por quince miembros por derecho propio, y dos jueccs ad hac, o sea,
por diecisiete jueces.

Prefiriendo a la Corte Internacional, descartó implícitamente un arbitraje, ya den-


tro del marco de las Convenciones de La Haya, que no admiten apelación. ya dentro
de las reglas de derecho internacional consuetudinario que admiten el recurso de ape-
lación, si las partes lo quieren.

4,1. Instancia Única en las Convenciones de La Haya

Los diplomáticos y juristas que en 1920 redactaron el Estatuto de la Corte Perma-


nente de Justicia Internacional adoptaron la instancia única que apareció en las Con-
venciones de 1899 y de 1907 sobre la solución pacífica de controversias internacionales.

Estas Convenciones permitieron reservar en el compromiso el derecho de pedir la


revisión del laudo únicamente cuando se descubriese un hecho nuevo que pudiera
ejercer influencia decisiva sobre el contenido del laudo, siempre que al momento de
cerrar la discusión fuera desconocido tanto para el tribunal como para la parte que so-
licita la revisión del laudo (Convención de 1899, artículo 55; Convención de 1907, ar-
tículo 83).
250 Jurídica· Anuario

Las Convenciones sobre la solución pacífica de las controversias internacionales


no establecieron la revisión por hecho nuevo para todos los arbitrajes, sino que la hi-
cieron dependiente de su aceptación en el compromiso. Los Estatutos de las dos Cor-
tes establecieron el recurso de revisión para todas las controversias, sin necesidad de
acuerdo expreso de las Partes.

Por consiguiente, dichos Estatutos fueron más lejos que las Convenciones de La
Haya en esta materia. La disposición tantas veces mencionada provenía de) derecho
internacional consuetudinario en materia de arbitrajes, considerablemente desarro-
llado en el siglo XIX.

Las Convenciones de 1899 y 1907 introdujeron la instancia única. En efecto, la


Convención de 1899 estipuló que "el laudo debidamente pronunciado y notificado a
las partes en conflicto, pone fin a la controversia de modo definiti vo y sin apelación"
(artículo 54). "El laudo, debidamente pronunciado y notificado a los agentes de las
partes, resuelve la controversia de modo definitivo y sin apelación" (Convención de
1907, artículo 81 ).

El Estatuto de la Corte Internacional adopta el mismo enfoque respecto de las


sentencias. "El fallo será definitivo e inapelable. En caso de desacuerdo sobre el senti-
do y el alcance del fallo, la Corte lo interpretará a solicitud de cualquiera de las partes"
(Estatuto, artículo 60).

Instancia única significa que el fallo sobre los asuntos litigados pone fin al pro-
blema con las calidades propias de la cosa juzgada. Cuando hay varias instancias la
decisión de la última instancia tiene los caracteres de cosa juzgada. Cuando solamente
hay una instancia, el fallo que concluye el juicio tiene calidad de cosajuzgada.

Las Convenciones de La Haya codificaron derecho internacional consuetudina-


rio. Los Estados interesados en el arbitraje pueden escoger entre las reglas incorpora-
das a las Convenciones y el derecho consuetudinario tradicional.

En este último caso es posible preservar, por voluntad de las partes, uno o varios
de los recursos tradicionales, incluido el relativo al sobrepasamiento de la competen-
cia concedida. Los Estados que quieran mantener el recurso de apelación lo pueden
convenir en el compromiso arbitral.

La posibilidad de apelación es muy importante para dilucidar situaciones en que


el tribunal,judicial o arbitral, se ha excedido en cuanto a los poderes recibidos. El ex-
ceso de poder es uno de los defectos más graves de que puede adolecer un laudo o una
sentencia.
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 251

La Corte Internacional no es totalmente ajena a la segunda instancia, pues puede


operar como tribunal de apelación respecto de decisiones de otros órganos internacio-
nales. El primer caso de apelación que fue objeto de fallo de la Corte se conoce con el
nombre de "ICAO Council Case", en el cual la India apeló ante la Corte de una resolu-
ción que pronunció el Consejo de la ICAO (Internacional Civil Aviation Organiza-
tion) con base en jurisdicción establecida en la Convención sobre Aviación Civil de
1944.

4.2. Instancia Única en el Estatuto de la Corte Internacional

Al otorgar competencia a la Corte Internacional de Justicia, las partes aceptan to-


das las disposiciones contenidas en el Estatuto y su Reglamento. Procede repetir que
la Corte funciona en calidad de instancia única, porque sus fallos son definitivos y ca-
recen de apelación (Estatuto, artículo 60).

Los fallos de la Corte Internacional solamente están sujetos a dos recursos, el de


interpretación, que puede ejercerse en cualquier tiempo, y el de revisión por hecho
nuevo, derivado del descubrimiento de un hecho nuevo, sujeto a plazo máximo de
diez años.

El recurso de interpretación deja intacto el fallo correspondiente, y se circunscri-


be a aclarar su entendimiento y facilitar su ejecución.

La Sentencia de 1992 obliga a las partes y concluye el litigio correspondiente.


Constituye cosa juzgada, porque carece de recursos que puedan cambiar su conteni-
do. La revisión por hecho nuevo es aleatoria y excepcional, y sustituye, si tiene éxito,
el fallo anterior con un nuevo fallo.

El Reglamento precisa que la obligatoriedad del fallo comienza a partir del día en
que el Secretario de la Corte lo lee a las Partes (Reglamento, artículo 94, párrafo 2).
Esta disposición confirma que los fallos tienen calidad de cosa juzgada, de acuerdo
con lo que prescribe el Estatuto (artículo 60), y que se aplica tanto a las decisiones de
Corte Plena como de las salas (Reglamento, artículo 93).

En el presente caso esa obligatoriedad comenzó cuando el Secretario de la Corte


terminó de leer el fallo a las partes, lo que ocurrió el 11 de septiembre de 1992.

La Corte Internacional recibió en 1945 un Estatuto igual al de 1920. Implícita-


mente estos instrumentos aceptaron que estos tribunales internacionales nunca se
equivocan, o que en caso que se equivoquen es preferible cargar con los yerros en vez
de las tensiones, los enredos y las pasiones que desatan los fallos controvertibles por
medio de recursos legales.
252 Jurídica· Anuario

5. Problemas de la Instancia Única

Entre otras cosas, El Salvador aceptó la instancia única. En los sistemas jurídicos
internos se tienen por lo menos dos instancias, pero en tribunales internacionales ha
venido prevaleciendo la instancia única, según se observa desde que se subscribieron
las Convenciones de 1899 y de 1907.

En los derechos internos de los países del mundo sería de buscar la instancia única
como aguja perdida en un pajar. Con mucha frecuencia se dispone de dos instancias, a
veces de tres, sin perjuicio del recurso de inconstítucionalidad o de casación. La Corte
Internacional ejerce funciones de instancia única que en el derecho interno serían
muy cuestionadas y probablemente no tendrían cabida.

A mediados del decenio de los años veinte. con motivo de un fallo relativo a la
aplicación de un tratado posterior a la conclusión de la Primera Guerra Mundial, que
dio lugar a un litigio ante la Corte Permanente de Justicia Internacional, se propuso a
la Asamblea General de la Sociedad de las Naciones, con frecuencia llamada Liga de
las Naciones (traducción literal del inglés). que en determinados casos se admitiera
apelación de los fallos de aquella Corte, particularmente en relación con los excesos
en el uso de la competencia concedida y recibida.

Dicha propuesta fue objeto dc debate y tropezó con la oposición de los que defen-
dían, a capa y espada, la instancia única. Las negociaciones entre los dos bandos con-
cluyeron con el nombramiento de una comisión de estudio. A veces el envío a una co-
misión de estudio es la vía diplomática para deshacerse de una cuestión que se quiere
rechazar.

Esta comisión jamás rindió informe a la Asamblea General. Mientras tanto, el


problema se resolvió mediante entendimiento directo de las partes, con la asistencia
de los vencedores en la Primera Guerra Mundial. o sea, de Francia y el Reino Unido,
países que manejaron a la Sociedad de las Naciones de principio a fin. Estados Unidos
permaneció al margen de esta organización internacional.

Cuando hay varias instancias, una de ellas tiene que decir la última palabra. En
presencia de dos instancias, la segunda se beneficia de los estudios y aun de las corte-
dades de la primera. Pero las potencias que dirigieron y organizaron la solución pací-
fica de controversias querían resultados rápidos y detestaban los juicios prolongados.
Ellas prevalecieron cuando se aprobó el Estatuto de la Corte Permanente.

La instancia única comporta un poder excesivo, cuyo ejercicio puede provocar


cuestionamientos. La instancia única introduce gran rigidez en el procedimiento. Po-
dría pensarse en una segunda instancia reducida a situaciones muy especiales, en par-
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 253

ticular cuando el tribunal ha sobrepasado su competencia. De ese modo se modularía


un tanto el dogma de que la Corte Internacional y los tribunales de arbitraje que siguen
los lineamientos de las Convenciones de La Haya, nunca se equivocan.
Desde luego, el tribunal de segunda instancia podría equivocarse, y lo mismo po-
dría ocurrir con el de una tercera instancia. De aquÍ una solución moderada que trasla-
de estos riesgos a una segunda instancia sólo en caso de sobrepasamiento de la com-
petencia concedida.

6. Decisión Arbitral y Decisión Judicial

En el debate que ha provocado la Sentencia de 1992 se han citado recursos


promovidos contra algunos laudos. Esas citas deben hacerse con gran cuidado.
pues el sistemajudicial internacional difiere del sistema arbitral que se desarrolló
en el siglo XIX y engrosó el derecho consuetudinario. Exceptuadas la interpretación
y la revisión por hecho nuevo, fueron desestimados los otros recursos tradiciona-
les en las convenciones citadas. La apelación de laudos carece de influencia en la
Sentencia de 1992.
Procede distinguir decisiones arbitrales o laudos y decisiones judiciales, senten-
cias o fallos. Cuando se discutía el Estatuto de la Corte Permanente de Justicia Inter-
nacional se confirmó la desestimación de numerosos recursos que estaban incorpora-
dos al derecho internacional consuetudinario.

7. Aceptación de Decisiones Arbitrales y Judiciales

También procede recordar que el Gobierno salvadoreño aceptó y reconoció los efec-
tos defallo del 1 1 de septiembre de 1992, tanto por medio de declaración ante la Asamblea
General de las Naciones Unidas como mediante declaración presidencial en San Sal-
vador.
El reconocimiento es un factor de gran importancia en lo atingente a los dere-
chos y las obligaciones internacionales. Este reconocimiento a posteriori tiene
fuerza vinculatoria, y confirma y consolida la fuerza vinculante de laudos y senten-
cias y, en este caso, de la Sentencia de 1992.
Además, el reconocimiento posterior cura vicios y consolida situaciones jurídi-
cas. Por ejemplo, sería muy difícil que un órgano internacional judicial, arbitral o ad-
ministrativo aceptara alegaciones sobre exceso de poder en una sentencia o en un lau-
do cuando ha incidido reconocimiento posterior.

7.1. Sentencia de 1960 entre Honduras y Nicaragua

Es ilustrativa la decisión de la Corte Internacional respecto de la disputa territo-


rial entre Honduras y Nicaragua. Estos países convinieron en someter su litigio de
254 Jurídica· Anuario

fronteras al arbitraje del Rey de España. El árbitro pronunció una decisión que favore-
ció a Honduras (Laudo del 23 de diciembre de 1906, "Eleven Reports ofInternational
Arbitral Awards").

En 1957 Honduras y Nicaragua presentaron ante la Corte Internacional de Justi-


cia su disputa respecto del cumplimiento del Laudo de 1906, bajo los auspicios de la
Organización de los Estados Americanos. El 18 de noviembre de 1960 la Corte deci-
dió que el laudo del Rey de España era de cumplimiento obligatorio en todas sus par-
tes (LCJ. Reports, 1960).

Nicaragua hizo cuanto pudo por desembarazarse de dicho Laudo. A ese efecto
adujo argumentos que pueden clasificarse en cuatro grupos: 1) irregularidades en el
nombramiento del Rey de España como árbitro; 2) exceso de poder en el Laudo del
Rey de España; 3) error del árbitro en la evaluación de los documentos y otras prue-
bas; y 4) el Laudo no se podía ejecutar debido a vacíos, contradicciones y oscuridades.
("Case Concerning the Arbitral Award Made by the King of Spain on 23 December
1906", "Judgementof23 December 1960").

El principal argumento de la Corte para desestimar estos puntos consistió en las


reiteradas demostraciones nicaragüenses de consentimiento, aceptación y reconoci-
miento del Laudo de 1906. Solamente a partir de 1912, Nicaragua manifestó oposi-
ción y crítica a esta decisión.

La Corte señaló varias objeciones a las tesis nicaragüenses. La más importante


quedó centrada en el consentimiento y la aceptación de Nicaragua, antes y después de
pronunciado el fallo. Un aspecto concreto de esta voluntad positiva consistió en el re-
conocimiento reiterado de los efectos vinculantes de este instrumento jurídico.

Honduras y Nicaragua acordaron someter a arbitraje su controversia de límites,


de acuerdo con las estipulaciones del Tratado Gámez-Bonilla, firmado el 7 de no-
viembre de 1894. Cada país designó un árbitro nacional, y los dos árbitros quedaron
facultados para nombrar un tercero.

Nicaragua sostuvo que se habían producido varias irregularidades en relación


con el nombramiento del Rey de España como árbitro, y que por consiguiente el Lau-
do que él pronunció en 1906 era tachable de nulidad.

Primero los árbitros nacionales designaron como tercer árbitro a un nacional me-
jicano, el Encargado de Negocios (1899), Y después el Ministro Plenipotenciario de
México en América Central, quienes por entonces residían en Guatemala. El cargo
quedó vacante cuando estos funcionarios salieron de Guatemala.
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 255

El 2 de octubre de 1904, los árbitros nacionales se reunieron con el Ministro Ple-


nipotenciario de España en América Central. Cumpliendo con los artículos III y IV
del Tratado Gámez-Bonilla y de común acuerdo, nombraron árbitro al Rey de España.

Los presidentes de Honduras y de Nicaragua (e15 y el 7 de octubre de 1904, res-


pectivamente), expresaron complacencia por el nombramiento del Rey de España. El
17 de diciembre de 1904, Nicaragua informó de este nombramiento a dos países ami-
gos. El Ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua expresó gratitud a España por
medio de nota del2l de diciembre de 1904.

Estas manifestaciones de consentimiento y agrado curaron, si existieron, los


errores y fallas que Nicaragua señaló en el entendimiento de las cláusulas III y IV del
Trato Gámcz-Bonilla.

Por otra parte, Nicaragua alegó que el Tratado Gámez-Bonilla había caducado
antes del nombramiento del Rey de España, y que a partir de su caducidad no existía
base jurídica para el arbitraje.

A falta de disposición expresa sobre la entrada en vigor de este Tratado, la Corte


consideró que la intención de las Partes era que el Tratado comenzara a operar con el
intercamhio de ratificaciones. La Corte consideró que el Tratado estaba vigente cuan-
do el Rey de España aceptó actuar como árbitro.

La Corte Internacional desestimó los alegatos nicaragüenses sobre el nombra-


miento irregular del Rey de España, con base en los siguientes puntos: 1) Nicaragua
convino libremente en la designación del Rey de España como árbitro; 2) Nicaragua no
objetó lajurisdicción del Rey de España, ni con base en la irregularidad de su nombra-
miento, ni con fundamento en la expiración del Tratado Gámez-Bonilla; y 3) Nicara-
gua participó en el procedimiento arbitral. En consecuencia, era improcedente anular
el arbitraje.

En cuanto a la aceptación del Laudo, la Corte señaló que el 25 de diciembre de


1906, el Presidente de Nicaragua envió un telegrama al Presidente de Honduras, por
medio del cual lo felicitaba por haber ganado el litigio, y observaba que la controver-
sia de fronteras había quedado resuelta satisfactoriamente.

Nicaragua alegó que el Presidente no estaba por entonces enterado del contenido
del Laudo. pero la Corte afirmó que por medio del telegrama de su Ministro en Madrid,
fechado el 24 de diciembre de 1906, había conocido el curso que tendría la línea de
frontera. Además, Nicaragua publicó el Laudo en la Gaceta Oficial el 28 de enero
de 1907.
256 Jurídica· Anuario

Enseguida la actitud de Nicaragua continuó siendo de aceptación del Laudo. Des-


pués se limitó a pedir que se aclarasen algunos puntos. Entre otros pronunciamientos
a favor del Laudo figuraron el mensaje del Presidente a la Asamblea Nacional Legis-
lativa el 21 de diciembre de 1907, y el Decreto de dicha Asamblea fechado el 14 de fe-
brero de 1908.

El 19 de marzo de 1912 el Ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua decla-


ró que el Laudo no fue claro, realmente válido, eficaz ni compulsivo. Esta fue la pri-
mera manifestación de crítica al Laudo de 1906.

Según la decisión de la Corte, en el artículo VII del Tratado Gámez-Bonilla, Ni-


caragua había reconocido la obligatoriedad dcl Laudo, y por lo tanto no podía retroce-
der en cuanto a ese reconocimiento.

Como Nicaragua no promovió durante varios años (de 1907 a 1912) cuestión al-
guna relativa a la validez del Laudo, este silencio confirmó su aceptación de la obliga-
toriedad de dicho instrumento.

La Corte Internacional afirmó que aun cuando se hubiesen presentado reclama-


ciones en tiempo oportuno, el Laudo habría conservado su plena validez.

Nicaragua señaló que el Rey de España había excedido sus poderes debido a que
no cumplió con las reglas establecidas en el artículo II del Tratado Gámez-Bonilla,
pero la Corte no aceptó que el árbitro hubiera sobrepasado los poderes que las Partes
le habían conferido.

Nicaragua también alegó que el Laudo era nulo como consecuencia de un error
esencial, pero la Corte sostuvo que la evaluación de los documentos y otras pruebas
correspondía a la facultad discrecional del árbitro. y que por lo tanto dicha evaluación
quedaba fuera de debate.

Nicaragua también alegó que era imposible ejecutar el Laudo, debido a sus omi-
siones, contradicciones y oscuridades. También sostuvo que la desembocadura del
río Coco no podía servir de frontera común. porque no era un punto fijo. y que el dere-
cho de navegación quedaba comprometido.

Nicaragua señaló un vacío de varios kilómetros entre la unión del río Patee a o Bo-
dega con el río Guineo o Namasil y el llamado Portillo del Teotecacinte. La Corte re-
chazó la tesis de que era imposible ejecutar el Laudo, ya en este pequeño sector. ya en
la larga línea divisoria.

De este sumario destaca la importancia del consentimiento, la aceptación y el re-


conocimiento para consolidar el fallo arbitral, en este caso sostenido por un fallo judi-
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 257

cial. Procede destacar la declaración que dice que aun cuando el Laudo hubiera sido
objeto de reclamaciones en tiempo oportuno tendría plcna validez. La gravitación de
consentimiento, aceptación y reconocimiento se mantiene íntegra cuando se trata
de sentencias judiciales.

La ejecución de la Sentencia de la Corte, en cuanto avaló en todas sus parles el


Laudo del Rey de España, tuvo complicaciones, debido a que el Laudo tenía algunos
vacíos y ciertos pasajes ohscuros. Se estableció una Comisión Mixta, como resultado
de la intervención de la Comisión Interamericana de Paz.

El Presidente de la Comisión Mixta, presentó el 5 de agosto de 1961 una decisión


razonada, en uso de los poderes que las Partes le concedieron. Enseguida las Partes
procedieron a la demarcación de la frontera.

8, Reconocimientos Posteriores de la Sentencia de 1992

Varias declaraciones conjuntas de los presidentes de El Salvador y de Honduras


han reconocido, sin reservas, los efectos vinculantes de la Sentencia de 1992. A conti-
nuación, sin agotar esta materia, se copian párrafos de esas declaraciones.

"... los Mandatarios reiteraron su decisión de cumplimiento al Fallo emitido el 1 1


dc scptiembre de 1992, por la Corte Internacional de Justicia en relación al diferendo
limítrofe terrestre, insular y marítimo entre sus países". Esta declaracÍón conjunta es-
tá fechada el29 de septiembre de 1992, dieciocho días después de pronunciada la Sen-
tcncia de 1992.

"Reiteran su decisión de cumplir la sentencia de la Corte Internacional de Justicia


dc La Haya. del once de septiembre de 1992, que entraña aspectos jurídicos, materia-
les y humanos, que deben abordarse y resolverse en un clima de pleno entendimiento,
etc., etc." (10 de septiembre de 1994).

"SEGUNDO: Reiteran que la sentencia de la Corte Internacional de Justicia emi-


tida el 11 de septiembre de 1992 ha producido obligaciones vinculantes para uno y
otro Estado, siendo igualmente importante: a) la demarcación", etc ... , etc. (2 de junio
de 1995).

"... con el fin de canjear los respectivos instrumentos de ratificación de la "Con-


vención sobre nacionalidad y derechos adquiridos en las zonas delimitadas por la
Sentencia de la Corte Internacional de Justicia del 11 de septiembre de 1992, suscrita
el 19 de enero de 1998 en la ciudad de Tegucigalpa, Honduras" (19 de enero de 1998).

"TERCERO: Su decisión de concluir el proceso de demarcación de la línea fron-


teriza terrestre en el plazo de 12 meses a partir de la fecha, conforme lo establece el
258 Jurídica. Anuario

Acuerdo para la Ejecución del Programa de Demarcación de la Frontera El Salvador-


Honduras del 19 de enero de 1998, y de acuerdo a lacalendarización aprobada conjun-
tamente por la Comisión Especial de Demarcación, así como su disposición de asig-
nar los fondos que les corresponda aportar al proceso de demarcación" (27 de agosto
de 1999).

9. Intervención Posible del Consejo de Seguridad

Los miembros de las Naciones Unidas se comprometen a cumplir con la decisión


de la Corte Internacional de Justicia en cualquier caso en que sean partes (Carta,
artículo 94, párrafo 1).

Si la parte en un juicio no cumple con las obligaciones que le conciernen por deci-
sión de la Corte, la otra parte puede recurrir al Consejo de Seguridad, el cual puede, si
lo considera necesario, hacer recomendaciones o adoptar decisiones sobre medidas
para dar efecto a dicho fallo (Carta, artículo 94, párrafo 2).

Procede notar que el Consejo de Seguridad puede hacer recomendaciones o


adoptar decisiones para que se cumplan los fallos de laCorte Internacional. El Conse-
jo de Seguridad dispone de amplios poderes para decidir sobre estos casos. Es legal-
mente procedente el veto de uno o más de los cinco miembros que poseen esa prerro-
gativa.

Los obstáculos que una de las partes ponga al cumplimiento de determinado fallo,
pueden ser sometidos a la consideración del Consejo de Seguridad, el cual está autori-
zado para pasar de las recomendaciones a las medidas de ejecución, algunas de las
cuales podrían ser relativamente duras.

Hasta hoy no se ha producido un caso de incumplimiento de sentencia respecto


del cual el Consejo de Seguridad haya tomado medidas para garantizar su ejecución.
Se han presentado al Consejo de Seguridad algunos casos en los que se ha alegado in-
cumplimiento de sentencia. El instrumento fundamental de la Sociedad de las Nacio-
nes (artículo 13) autorizaba al Consejo de esta organización para adoptar las medidas
que garantizaran el cumplimiento de los fallos de la Corte Permanente de Justicia In-
ternacional. Dicho Consejo debía adoptar decisiones por unanimidad, lo cual introdu-
cía dificultades en cuanto a decisiones.

10. Casos Presentados al Consejo de Seguridad

Alegaciones de incumplimiento se produjeron en relación con sentencias que se


pronunciaron entre Albania y el Reino Unido, Estados Unidos y la República Islámica
de Irán, la India y Portugal, Islandia y el Reino Unido y Estados Unidos y Nicaragua.
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 259

Islandia presentó al Consejo de Seguridad el problema del cumplimiento de la


sentencia pronunciada en el caso de "la Jurisdicción sobre Pesquerías", pero no se
produjo ninguna recomendación o decisión. Esta controversia envolvió al Reino Uni-
do, país que posee derecho de veto en el Consejo de Seguridad. El problema se arregló
por medio del paso del tiempo y algunas negociaciones.

Estados Unidos se negó en el litigio que tuvo con Nicaragua, a aceptar lajurisdic-
ción de la Corte Internacional, y rechazó las correspondientes decisiones judiciales.
Estados Unidos aceptó la jurisdicción de la Corte bajo la llamada reserva Connally,
que en términos prácticos hace que lajurisdicción tenga que ser aceptada respecto de
cada demanda.

Nicaragua recurrió al Consejo de Seguridad e invocó la aplicación del artículo 94


de la Carta de las Naciones Unidas. Estados Unidos paró la acción nicaragüense me-
diante el uso del veto.

Nicaragua llevó el problema a la Asamblea General de esa Organización y obtuvo


una resolución que reclamó el cumplimiento inmediato de la Sentencia del 27 de junio
de 1986. Esta decisión de la Asamblea General tuvo el carácter de recomendación, y
por lo tanto, sin perjuicio de su fuerza moral, fue ineficaz en relación con el cumpli-
miento de la sentencia de 1986.

Hasta la fecha el Consejo de Seguridad no ha aplicado las facultades que le otorga


la Carta dc las Naciones Unidas en lo atingente a medios para hacer efectivas las sen-
tencias de la Corte Internacional de Justicia.

11. El Recurso de Interpretación

Este recurso se interpone ante el tribunal que pronunció el fallo cuyo sentido se
quiere aclarar. Tratándose del fallo de una Sala, el recurso de interpretación debe in-
terponerse ante el tribunal que pronunció la sentencia (Reglamento, artículo 100, pá-
rrafo 1). •

El recurso de interpretación, a diferencia del de revisión, no está sujeto a plazo


(Estatuto, artículo 60). Este procedimiento puede iniciarse mediante la solicitud de
una de las partes en el litigio o con la notificación de un acuerdo especial de las partes.
Tanto la solicitud como la notificación precisarán el punto o los puntos cuyo signifi-
cado o alcance son objeto de controversia (Reglamento, artículo 98,1 Y2).

Ha de quedar claro que el recurso de interpretación tiene como antecedente nece-


sario una controversia entre las partes en cuanto al sentido de algunos pasajes de de-
terminada sentencia (Reglamento, artículo 98, 1 Y 2). El desacuerdo entre las Partes
sobre el sentido o el alcance del fallo es el antecedente necesario de este recurso. Las
260 Jurídica· Anuario

dudas que tenga una de las Partes, cuando falta el disenso previo, son insuficientes pa-
ra promover este recurso. Así lo tiene resuelto la Corte Internacional.

Cuando se presenta solicitud de una sola de las Partes, desde luego después de
constatado el desacuerdo, la Corte informará por escrito a la otra Parte, dentro del plazo
que fijará la Corte, o su Presidente, en caso de receso de aquélla(Reglamento, artículo 98,
párrafo 3). La Corte podrá conceder a las partes la oportunidad para que le proporcio-
nen explicaciones complementarias. ya oralmente. ya por escrito (Reglamento, artículo
98, párrafo 4).

La solicitud de interpretación se presentará al tribunal que emitió el fallo. La Cor-


te o las salas decidirán la solicitud de interpretación por medio de otro fallo.

La Corte ha llamado "jurisdicción especial" a la potestad interpretativa que proviene


directamente del Estatuto. Por lo tanto, el derecho de las partes para invocarla se sobrepo-
ne a cualquier arreglo que se le oponga. Se trata, pues. de un recurso irrevocable.

La Corte ha recibido numerosas solicitudes de interpretación. Una de las más co-


nocidas se refirió a la confusa sentencia que pronunció respecto del asilo que Colom-
bia otorgó al señor Víctor Raúl Haya de La Torre en su Embajada de Lima.

11.1. El Caso Haya de La Torre

Colombia y Perú suscribieron un convenio para someter sus diferencias sobre es-
te asilo a la Corte Internacional de Justicia. La Corte pronunció su fallo el 20 de no-
viembre de 1950. En términos prácticos este fallo dejó las cosas como estaban.

Colombia presentó entonces una solicitud de interpretación, que la Corte declaró


inadmisible, debido a que no se había presentado disputa sobre el sentido y el alcance
del fallo del 20 de noviembre, y a que había incluido cuestiones que no se referían al
significado del fallo.

Al siguiente día de pronunciada la segunda resolución, Perú demandó la entrega


del señor Haya de la Torre con fundamento en la decisión del 20 de noviembre. Co-
lombia se opuso con base en que ninguna de las dos decisiones de la Corte se había re-
ferido a la continuación del asilo.

El13 de diciembre de 1950, Colombia presentó otra solicitud, por medio de la cual
pedía pronunciamiento sobre si estaba o no obligada a entregar al asilado.

La decisión de la Corte comportó un auténtico "imbroglio", pues declaró que Co-


lombia no estaba obligada a entregar al asilado, y que el asilo debió terminar después
del fallo del 20 de noviembre (C.U. Recueil, 1951, párrafo 71).
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 261

Finalmente la controversia tuvo que resolverse por medio de negociaciones di-


rectas. El señor Haya de La Torre abandonó la Embajada de Colombia y marchó al
exilio.

12. Preservación de las Aguas Exteriores del Golfo de Fonseca

En la búsqueda de algún medio para que El Salvador conservara sus derechos tra-
dicionales en el Océano Pacífico, se presentó propuesta para que El Salvador, por me-
dio de la aplicación de reglas consuetudinarias, confirme sus derechos tradicionales
hasta la mitad de la línea de cierre del Golfo de Fonseca, y sobre el mar territorial, la
plataforma continental y la zona económica que correspondan a esta línea de base.

Con el mar territorial ampliado a doce millas, se podría holgadamente cubrir la


mitad de la línea entre Punta Amapala y Punta Cosigüina. A su vez Nicaragua podría,
si lo quisiera, cubrir la otra mitad de esa línea.
Esta proclamación sería perfectamente legítima dentro de la Convención del
Mar, algunas de cuyas reglas han pasado al derecho internacional consuetudinario.
Como El Salvador no ha ratificado la Convención del Mar, aquella proclamación po-
dría fundarse en el mar territorial de doce millas marinas como regla consuetudinaria.

Desde Juego una acción de esa naturaleza pondría un obstáculo al cumplimiento


de la Sentencia de 1992. Se produciría, pues, oposición entre la declaración unilateral
y la Sentencia dc 1992. Esto ocurriría aunque se objete la resolución de la Sala en lo
relati vo a las aguas exteriores del Golfo. Tal declaración podría ser considerada un
modo de incumplir la Sentencia de 1992.
Además, ninguna acción uni lateral podría modificar los efectos de la Sentencia
de 1992. El Salvador aceptó la competencia de la Corte y declaró reiteradamente y a lo
largo de varios años, la aceptación de la Sentencia de 1992. Por consiguiente tiene que
permanecer fiel a sus promesas y sus compromisos.

No es posible, a esta hora tardía, cambiar las reglas del juego. Agraden o desagra-
den, ayuden o perjudiquen, dichas reglas fueron objeto de consentimiento y promesas
reiteradas de aplicación. Estos hechos no se pueden modificar y tienen consecuencias
precisas y exigibles en la esfera internacional.

Que El Salvador aplique unilateralmente las reglas del nuevo derecho del mar a
las aguas exteriores del Golfo de Fonseca no alteraría en lo mínimo la Sentencia de
1992. Las obligaciones ya adquiridas y consolidadas permanecerían intactas.

13. Eventuales Problemas de Ejecución de la Sentencia de 1992

En lo relativo a los espacios marítimos exteriores del Golfo de Fonseca, la Sentencia


de 1992 establece que en la zona de soberanía conjunta, los tres Estados ribereños
262 Jurídica· Anuario

tienen la decisión, particularmente en cuanto a sus límites. La Sentencia dice literal-


mente que las decisiones en cuanto a límites se tomarán por medio de voto y acuerdo.
Además, es obvio que la administración de dicha zona requeriría el concierto de los
tres Estados.
Queda, pues, especificada la vía necesaria para que se adopten dichas decisiones.
La situación es un tanto compleja, porque a Nicaragua se le negó participación plena
en el juicio, y solamente se le permitió exponer sus puntos de vista.
La Sentencia declaró que no obligaba a Nicaragua, pero por otra parte le señaló
tareas específicas. Nicaragua ha declarado que la Sentencia de 1992 no le obliga. Des-
de luego, podría aceptar participación en lo atingente a la zonade soberanía conjunta.
con lo cual se tendría a los tres Estados ribereños en la mesade negociaciones.

La Sentencia de 1992 podría llegar a ser inejecutable, por ausencia de uno de los
ribereños. También podría faltar el acuerdo unánime sobre puntos determinados. Los
tres Estados interesados podrían negociar. pero las decisiones requerirían el consenti-
miento de todos.
Si la ejecución de la Sentencia de 1992 deviniera imposible, se trataría de la con-
secuencia de un hecho cuya realidad y fuerza se impondría por sí mismo. Ese hecho
incidiría en el caso como exoneración de obligaciones, pues haría que éstas fuesen
inaplicables. Las cosas como son, superiores a las voluntades humanas, les restaría
viabilidad.
Procede entonces recordar el adagio romano que dice a lo imposible nadie está
obligado.

13.1. Una Regla Universal de Derecho

El jurista romano Celsius formuló un principio general de derecho, más bien uni-
versal, que dice: imposibilium l1ulla obligatio est, es decir, lo imposible anula la obli-
gación.

Este es un principio universal debido a su fundamento en las cosas naturales y hu-


manas como son, de modo independiente de las voluntades individuales y colectivas.

Generalmente se señalan dos causas que imponen su realidad, el llamado caso


fortuito, que destruye o modifica las cosas sobre las cuales recaen obligaciones, y la
fuerza mayor, que se interpone en las obligaciones de hacer y de no-hacer y las con-
vierte en obligaciones de imposible ejecución.

Este principio es universal en cuanto se aplica al derecho en su totalidad, e inclu-


ye desde luego al derecho internacional. La imposibilidad de ejecución se asocia con
los elementos más diversos del mundillo del derecho, y tiene un campo especial de
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 263

aplicación en las obligaciones derivadas de los contratos. Por todas partes se impone
el peso específico de este principio universal.

En las legislaciones nacionales con frecuencia se menciona este principio aplica-


do a las obligaciones relativas acosas, pero hay consenso entre los comentaristas en el
sentido que, dada su naturaleza, se aplica también a las obligaciones de hacer y de no
hacer.

Respecto de la aplicación de la cláusula de la Sentencia de 1992 que prescribe que


los límites de la segunda zona de soberanía conjunta, la de las aguas exteriores del
Golfo de Fonseca, deben decidirse por el voto y el acuerdo de los tres Estados ribere-
ños, se pueden presentar algunos problemas.

En efecto, Nicaragua podría negarse a participar en las negociaciones que fuesen


necesarias, caso en el cual la obligación de participar que tienen los otros dos Estados
no se podría materializar. Con lodo, podrían emprender conversaciones exploratorias
y hacer gestiones ante Nicaragua. Las decisiones de cumplimiento de la Sentencia de
1992 deben obtener el voto y el acuerdo de los tres Estados ribereños. Dos Estados no
podrían llegar a decisiones vinculantes sobre las aguas exteriores del Golfo de Fonse-
ca. pero podrían presentar, juntos o separados. propuestas a Nicaragua.

Respecto de la zona de soberanía conjunta en las aguas interiores del Golfo, pro-
cede recordar que El Salvador y Honduras nunca se ocuparon del condominio, duran-
te las negociaciones de 1985, que precedieron al inicio del juicio en La Haya. Estos
países discutieron solamente la división de las aguas interiores. Se podría especular
sobre los motivos de esta preferencia notoria por la división de las aguas.

Para delimitar la zona de soberanía conjunta en las aguas exteriores deberán to-
marse decisiones sobre puntos que, si bien no aparecen de modo expreso en la Senten-
cia de 1992, constituyen elementos necesarios de la delimitación. Se trata, por ejem-
plo, de la orientación geográfica de esta zona, en relación con la línea de base que se le
asigna, y de su extensión longitudinal.

La anchura de la segunda zona de soberanía conjunta está predeterminada por


medio de la anchura asignada en la línea de base. Cualquier cambio en la anchura de-
bió necesariamente aparecer en la Sentencia. El silencio judicial sobre este punto ha-
ce que el entendimiento correcto del lenguaje usado lleve a sostener el mantenimiento
de dicha anchura. Un cambio en esta materia estaría asentado, no en la Sentencia de
1992, sino en la voluntad concurrente de los Estados ribereños.

Si raltasen los acuerdos tripartitos. algunos pasajes de la Sentencia de 1992 no se


podrían ejecutar. Este resultado procedería de la ausencia necesaria de entendimiento
entre los Estados ribereños. La ausencia de ejecución se debería a los términos mis-
264 Jurídica· Anuario

mas de la Sentencia. Este resultado podría verse como una paradoja jurídica, pues
cumpliendo estrictamente con las decisiones judiciales se llegaría a su ¡nejecución.

14. Reglas Aplicables según el Compromiso

"Las Partes ejecutarán la sentencia de la Sala en su integridad y con toda buena fe.
Con ese fin, la Comisión Especial de Demarcación, que ellas establecieron e111 de fe-
brero de 1986, comenzará la demarcación de la línea de frontera fijada en la sentencia
a más tardar tres meses después de la fecha de ésta, y proseguirá sus trabajos con dili-
gencia hasta que concluya la demarcación" (Compromiso, artículo 6, C.U. Recueil,
1992,p.II).

El Compromiso, en su artículo 5, determina el derecho aplicable en los siguientes


términos: "Conforme a las disposiciones del párrafo 1 del artículo 38 del Estatuto de
la Corte Internacional de Justicia, la Sala tendrá en cuenta, al pronunciar su sentencia,
las normas de derecho internacional aplicables entre las Partes, incluyendo, cuando
fuera pertinente, las disposiciones del Tratado General de Paz" (C.U. Recueil, 1992,
pp. 10-11).

El Compromiso completó el derecho aplicable con disposiciones del Tratado Ge-


neral de Paz, "en lo pertinente". "Para la delimitación de la línea fronteriza en las zo-
nas en controversia, la Comisión Mixta de Límites tomará como base los documentos
expedidos por la Corona de España o por cualquier otra autoridad española, seglar o
eclesiástica, durante la época colonial, que señalen jurisdicciones o límites de territo-
rios o poblaciones". "Igualmente serán tomados en cuenta otros medios probatorios y
argumentos y razones de tipo jurídico, histórico o humano, o de cualquier otra índole,
que le aporten las partes, admitidos por el Derecho Internacional".

El Estatuto de la Corte Internacional dice lo siguiente: "La Corte, cuya función es


decidir conforme al derecho internacional las controversias que le sean sometidas,
deberá aplicar: a) las convenciones internacionales, sean generales o particulares, que
establecen reglas expresamente reconocidas por los Estados litigantes; b) la costum-
bre internacional como prueba de una práctica generalmente aceptada como derecho;
c) los principios generales del derecho reconocidos por las naciones civilizadas; d) las
decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de mayor competencia de
las distintas naciones como medio auxiliar para la determinación de las reglas de derecho,
sin perjuicio de lo dispuesto del artículo 59".

El Compromiso, en lo relativo a las reglas aplicables para solucionar la contro-


versia entre El Salvador y Honduras, incorporó el texto del primer párrafo del artículo
38 del Estatuto de la Corte Internacional.
Conflicto Fronteri~o Salvador-Honduras 265

En efecto, dijo que "conforme a las disposiciones dcl párrafo 1 del artículo 38 del
Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, el tribunal tendrá en cuenta, al pronun-
ciar su sentencia, las normas de derecho internacional aplicables entre las Partes". Las
normas mencionadas en el artículo 38 del Estatuto quedan, pues, incorporadas al
Compromiso.

De este modo el pasaje del Compromiso que dispone que "la Sala, al pronunciar
su sentencia, tome en cuenta las normas de derecho internacional aplicables entre las
Partes", se especifica mediante el desarrollo que aparece en el artículo 38 del Estatuto,
donde se condensan las categorías de reglas que integran el derecho internaciona1.

En efecto, las normas de derecho internacional aplicables entre las partcs, inclu-
yen los tratados bilaterales y multilaterales de los cuales los Estados litigantes sean
partes, la costumbre internacional, los principios generales del derecho, lajurispru-
dencia y las doctrinas de los publicistas más destacados. El Compromiso se remitió al
Estatuto de la Corte para especificar el contenido de la expresión "las normas de dere-
cho internacional aplicables entre las Partes".

Además, aun en ausencia de incorporación expresa en el Compromiso, la Corte


Internacional y sus salas operan necesariamente dentro de los lineamientos del artÍCu-
lo 38 del Estatuto,

Sin perjuicio de imprecisiones que a veces se encuentran en las reglas internacio-


nales, su aplicación ha quedado convenida en el Compromiso, con lo que se ha confir-
mado la aplicación del sistema jurídico contenido en el artículo 38 del Estatuto. La
Corte está obligada a aplicar el derecho internacional, especificado en tratados, cos-
tumbres, principios generales del derecho, jurisprudencia, doctrina de publicistas
destacados.

"La Corte, cuya función es decidir conforme al derecho internacional las contro-
versias que le sean sometidas, deberá aplicar" el derecho internacional en sus dife-
rentes modalidades y de acuerdo con lajerarquía quc a cada norma corresponda (Esta-
tuto, artículo 38).

No hay distancia ni oposición entre el lenguaje del Estatuto y las cláusulas del
Compromiso. El Estatuto presenta en términos específicos aquello que el Compromi-
so prescribe en términos generales, por medio de laexpresión que dice "el derecho in-
ternacional aplicable entre las partes".

En conformidad con esta exposición, las Partes atribuyeron la Corte Internacio-


nal facultades basadas exclusivamente en normas internacionales vigentes. Faltaron
total y radicalmente facultades discrecionales y aplicación del ex aequa el bono. La
266 Jurídica· Anuario

ausencia de facultades discrecionales gravita sobre la jurisdicción otorgada. Cual-


quier uso de tales facultades, si se diese, constituiría exceso de poder.

15. Excesos de Poder en la Sentencia de 1992

La Sentencia del 11 de septiembre de 1992 contiene decisiones que sobrepasan la


competencia otorgada a la Sala que la pronunció. Se trata de dos situaciones que, eva-
luadas con objetividad, comportan excesos en el uso de los poderes otorgados: la deli-
mitación de la entrada del Golfo de Fonseca y la creación de una zona de soberanía
conjunta en las aguas exteriores de dicho Golfo.

Para enfrentar los excesos de poder no existe apelación. Respetando la normativa


vigente, se podrían utilizar dos vías, la primera en las negociaciones tri laterales, y la
segunda por medio de las enmiendas que la Sala podría adoptar con base en su potes-
tad intrínseca. Aquella vía es muy conocida, mientras ésta se tiene que descubrir y
consolidar.

15.1. Delimitación de algunos Espacios Marítimos

Interpretando el Compromiso, la Sala reconoció el distingo, en lo relativo a los


espacios marítimos, entre "situación jurídica" y "delimitación", Luego declaró que
había recibido poder para determinar la situación jurídica de los espacios marítimos,
pero no para delimitarlos. Pese aeste reconocimiento, la Sala entró a fijar límites, para
lo cual, según su propia declaración, carecía de competencia.

En la parte considerativa de la Sentencia de 1992, la Sala examinó el sentido de, la


expresión "determinar la situación jurídica de los espacios marítimos", y descartó
la posibilidad de que su significado fuera equivalente a "delimitación" (C.U. Recueil,
1992, párrafos 372, 373, 374, 375, 376, 377, 378 Y 379, pp. 235-239).

"A juzgar por el texto del Compromiso, no se ha hecho mención alguna de una de-
limitación que la Sala deba efectuar. Para que la Sala esté autorizada para trazar líneas
de delimitación marítima, en el interior o el exterior del Golfo, sería necesario que hu-
biera recibido mandato para hacerlo, sea en términos expresos, sea en virtud de una
interpretación legítima del Compromiso". "Los espacios marítimos por ellos mismos
no son el objeto del verbo 'determinar'. Dicho objeto es la situación jurídica de dichos
espacios" (C.U. Recueil, 1992, párrafo 373, pp. 235-236, traducción libre).

Este caso de uso inadecuado del poder concedido está sostenido por las propias
declaraciones de la Sala. En efecto, el Compromiso estableci610 siguiente: "Las Par-
tes solicitan a la Sala: l. Delimitación de la línea de frontera de sectores no descritos
en el artículo 16 del Tratado General de Paz del 30 de octubre de 1980.2. Determina-
ción de la situación jurídica de las islas y de los espacios marítimos".
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 267

La Sala se negó a aceptar que "delimitación" y "situación jurídica" son términos


equivalentes. Sobre el particular expresó, entre otras razones, que si las Partes hubie-
sen querido la delimitación de los espacios marítimos, lo hubieran dicho claramente,
como 10 hicieron respecto de las fronteras terrestres. Y concluyó que carecía dc com-
petencia para delimitar los espacios marítimos.

Además de las explicaciones sobre esta materia, la Sala presentó un punto re-
solutivo que confirmó y destacó su falta de competencia para delimitar espacios
marítimos.

"Por cuatro votos contra uno, decide que las Partes, cuando han pedido a la Sala,
en el artículo 2, párrafo 2 del Compromiso del24 de Mayo de 1985, 'determinar la si-
tuación jurídica... de los espacios marítimos' no le han conferido competencia para
proceder a cualquier delimitación de dichos espacios marítimos, se encuentren en el
interior o el exterior del Golfo" (C.U. Recueil, 1992, párrafo 432, 2, p. 270, traduc-
ción lihre).

Obsérvese que la Sala dijo que las Partes "no le confirieron competencia para pro-
ceder a cualquier delimitación de dichos espacios marítimos. Todos los casos y cir-
cunstancias quedan incluidos al decir "cualquier delimitación", y desde luego una de-
limitación en aguas interiores o exteriores, o en la entrada del Golfo.

Con todo, la Sala entró a la delimitación de algunos espacios marítimos, con lo


cual, además de caer en contradicción con sus propias tesis, se excedió en cuanto al
poder que recibió. En efecto, según sus propias palabras, carecía de facultades para
delimitar espacios marítimos, y sin embargo adoptó decisiones que comportaron deli-
mitación.

/5././. Detalles de la delimitación efectuada

La Sala decidió que la línea de cierre del Golfo de Fonseca entre Punta Amapala y
Punta Cosigüina es la línea de base para medir los espacios exteriores. Con la declara-
toria de la línea de base delimitó en términos precisos el costado norte de los espacios
exteriores del Golfo. La línea de base es el elemento capital de los espacios marítimos
como mar territorial y zona económica.

En el juicio quc concluyó el I I de septiembre de 1992, las Partes pidieron a la Sa-


la que determinase la situación jurídica de las aguas interiores y exteriores del Golfo
de Fonscca. pero no le pidieron que hiciera delimitación alguna. La Sala reconoció es-
ta falta de competencia en la parte considerativa de la Sentencia, y la confirmó en su
parte resolutiva.
268 Jurídica· Anuario

Además, la Sala dividió la línea de base en tres porciones, con lo cual entró toda-
vía más a fondo en la delimitación. Para estas decisiones la Sala careCÍa de competen-
cia. según reconocimiento propio.

La Sala fue bastante lejos en el desborde de su competencia, cuando dividió la lí-


nea de base en tres partes: en los extremos precisó dos porciones de tres millas mari-
nas cada una, la primera, a partir de PuntaAmapala, que atribuyó de modo exclusivo a
El Salvador, y la segunda, también de tres millas marinas, que atribuyó a Nica-
ragua a partir de Punta Cosigüina.

Como la línea de cierre, que la Sala convirtió en línea de base, tiene 19.7 millas
marinas de longitud, la porción central, declarada en indivisión y situada entre las dos
porciones de soberanía exclusiva. mide 13.7 millas marinas. En esta porción indivisa
aparecen con iguales derechos El Salvador, Honduras y Nicaragua. Si esto no es deli-
mitación, váyase a buscar por otros mundos lo que es.

Estas determinaciones proceden exclusivamente de la acción y la voluntad de la


Sala, yaque no se encuentran antecedentes en ningún documento de que dispuso, ni se
mencionaron en los alegatos de las Partes.

Probablemente la Sala consideró que la determinación de la línea de base de los


espacios marítimos exteriores y la división de la línea de base en tres porciones, cada
una con sus peculiares caracteres jurídicos, no constituyeron delimitación. Solamen-
te así se explicaría la coexistencia de estas decisiones con su resolución que dice que
carecía de competencia para entrar a cualquier delimitación de los espacios maríti-
mos. Si esto ocurrió así. faltó a la Sala explicar las motivaciones pertinentes.

15,2, Creación de una Zona de Soberanía Conjunta

Los documentos disponibles no han permitido aclarar cómo ni por qué las aguas
exteriores del Golfo de Fonseca engrosaron los espacios en litigio. Hasta donde lle-
gan los recuerdos, Honduras presentó dos veces esta cuestión, la primera en la Confe-
rencia del Mar, sesión de Caracas, y la segunda en pláticas informales celebradas en
Antigua Guatemala. La representación salvadoreña rechazó de plano que hubiese
existido el más ligero asomo de disputa sobre las aguas exteriores del Golfo.

Otro caso de sobrepasamiento de la competencia de la Sala lo constituyó la crea-


ción de un condominio, bajo el nombre de zona de soberanía conjunta, a imagen y se-
mejanza del condominio que la Corte Centroamericana de Justicia reconoció en 1917.
Esta Sentencia vinculó a El Salvador ya Nicaragua, pues Honduras no fue parte en el
juicio y rechazó reiteradamente el condominio de las aguas interiores del Golfo.
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 269

La Sala declaró que el Golfo de Fonseca es una bahía hislórica. Luego agregó que
está sometido a la soberanía de el Salvador, Honduras y Nicaragua conjuntamente,
con exclusión de un cinturón de tres millas marinas a partir del litoral de cada uno de
los Estados ribereños. El lenguaje que usó la Sala permite decir que este cinturón es
tanto continental como insular.

Enseguida la Sala agregó: 01 ••• y hajo reserva de la delimitación entre Honduras y


Nicaragua efectuada en 1900" y de los derechos de paso inofensivo en el mencionado
cinturón de tres millas". La Sala continuó: "las aguas de la porción central de la línea
de cierre del GoIro ... Pertenecen conjuntamente a los tres Estados del Golfo, mientras
no tenga erecto la delimitación de la zona marítima pertinente" (e.!J. Recueil, 1992,
párrafo 432, pp. 269-270). El juez Oda votó contra esla resolución.

Pasaje fundamental dc la Sentencia de 1992 es el siguiente: " ... pero el derecho


a un mar territorial, a una plataforma continental y a una zona económica exclusiva a
partir de la porción central de la línea de cierre pertenece a los tres Estados del GoIro,
El Salvador, Honduras y Nicaragua, y IOda delimitación de las zonas marítimas perti-
nentes deberá tener efecto por medio de voto y acuerdo sobre la base del derecho in-
ternacional" (C.J.]. Recueil, 1992, p. 279, traducción libre).

En esta resolución destacan dos puntos, el primero que la zona de soberanía con-
junta a partir de la porción indivisa de la línea de base incluye mar territorial, platafor-
ma continental y zona económica, y el segundo que la delimitación de este espacio re-
quiere el voto y el acuerdo de los tres Estados ribereños.

Para que esta zona de soberanía conjunta pudiese operar se requeriría su delimita-
ción. Si se tratase de dividirla, antes se tendrían que señalar sus límites, enlre otras co-
sas su medida mar adentro, que no se menciona, y la orientación geográfica de las lí-
neas que se lrazarían a partir de la línea de base, que podrían formar ángulos agudos
con dicha línea. Todo depende del voto y acuerdo de los ribereños.

La Sala manluvo el condominio interior del Golro, al que llamó zona de soberanía
conjunta, y lo utÍ lizó como modelo para crear una zona con los mismos caracteres en
las aguas exteriores del Golfo.

Al declarar que la línea de cierre es línea de base, y después dividir la líneade base
en tres porciones, una de ellas indivisa, la Sala precisó el costado septentrional de este
nuevo condominio, que apareció con el nombre de zona de soberanía conjunta, a par-
tir de la porción indivisa de 13.7 millas marinas.

15.2.1. Objeciones a la segunda zona de soberanía conjunta

La Sala obtuvo competencia para determinar, respecto de las aguas interiores y


exteriores del Golfo, la situación jurídica ya existente, no para crear situaciones jurí-
dicas nuevas.
270 Jurídica· Anuario

Se podría preguntar cuál es el documento, la declaración, el hecho, el antecedente


histórico, el libro, el alegato o el reconocimiento en que la Sala se basó para declarar,
más bien para crear, esta zona de soberanía conjunta. Antes de la Sentencia de 1992,
no hay la menor idea de esta situación jurídica completamente atípica, y nadie había
mencionado o sugerido esa zona de soberanía conjunta.

En los documentos mencionados en la Sentencia de 1992 no hay indicación ni el


más ligero indicio de que haya existido tal zona de soberanía conjunta en los espacios
exteriores del Golfo de Fonseca, o de que algún gobierno haya considerado alguna
vez esta posibilidad.

Tampoco hay indicio alguno en declaraciones de funcionarios de alta o bajajcrar-


quía, ni en opiniones privadas que publican los periódicos, y menos aún en libros téc-
nicos o científicos.

El condominio en el Golfo, que la Sentenciade 1992 llama zona de soberanía con-


junta, se explica debido a su condición de bahía histórica. Fuera del Golfo esa situa-
ción ya no existe y por lo tanto faltan las razones y aun las conveniencias para declarar
o crear una zona de soheraníaconjunta. Y aunque fuese una idea magnífica, la Sala ca-
recía de competencia para crearla.

El condominio en las aguas interiores del Golfo jamás operó en la práctica. Faltó,
ha faltado y falta la voluntad concurrente de los tres Estados ribereños. Si esto ha su-
cedido en el interior del Golfo, no se requieren facultades adivinatorias para predecir
10 que podría ocurrir en el exterior.

El Salvador reconoció el condominio de 1917. Nicaragua y Honduras lo rechaza-


ron de modo reiterado. Nunca hasta hoy esos países han reconocido ese condominio.

De la existencia teórica del condominio en aguas interiores del Golfo, no se infie-


re que ese condominio gozara de calidades que le permitieran saltar sobre la línea de
cierre y de base para proyectarse profundamente en los espacios marítimos exte-
riores.

15.2.2. Comparación de las sentencias de 1917y 1992

Según la Sentencia de 1917. el condominio entre El Salvador y Nicaragua termi-


naba en la línea de cierre del Golfo y abarcaba el espacio marítimo entre estos dos paí-
ses. La Sentencia de 1992 modificó en este punto la Sentencia de 1917. El Salvador es
parte de ambas Sentencias, mientras Nicaragua solamente lo es de la de 1917 y Hon-
duras únicamente de la de 1992.
Conflicto Fronterizo Salvador~Honduras 271

En esas circunstancias sería cuestionable declarar la primacía de una de las dos


Sentencias. En principio la primera en el tiempo prevalece a diferencia de lo que ocu-
rre con las leyes. La Sentencia de 1992 declaró válida a la Sentencia de 1917.

Sería interesante comparar detalladamente ambas sentencias y determinar sus


puntos de coincidencia y de discrepancia. Tratándose de sentencias puede entenderse
que prevalece la primera en el tiempo, pero desde luego cuando se trata de las mismas
partes. Con todo, en la situación geográficae histórica del Golfo de Fonscca sería con-
veniente examinar los efectos objetivos de la Sentencia de 1917, los cuales en princi-
pio superan a la cuestión de las partes directamente involucradas.

Se trataría más bien de un ejercicio académico, no un factor preparatorio de las


vías relacionadas con la aplicación de la Sentencia de 1992. Desde luego, este ejerci-
cio ayudaría a aclarar la Sentencia de 1992. Con este propósito sería útil consultar los
debates escritos y orales que precedieron a la Sentencia de 1992.

J5.2.3. Extensión de la ZOlla de soberanía conjunta

La Sala no explicó los antecedentes ni las razones de su decisión de crear esta zo-
na de sohcranía conjunta de una anchura de 13.7 millas marinas. La línea de base mide
19.7 millas marinas. Restándole 6 millas de soberanía exclusiva, la porción indivisa
alcanza 13.7 millas marinas.

La resolución de la Sala no precisó la medida de esta zona de soberanía conjunta


en aguas del Océano Pacífico, y por lo tanto dejó este punto abierto a negociación. Ba-
jo la hipótesis de que se aplicara esta parte de la Sentencia de 1992, quedaría, entre los
puntos por convenir, la medida de este condominio. Dicha medida no podría exceder
de 200 millas marinas a partir de la línea de hase, pero podría tener menor longitud, se-
gún lo decidieran los tres Estados ribereños mediante su voto y acuerdo.

El condominio ha quedado indeterminado en cuanto a su extensión superficial, y


los 'Estados ribereños podrían convenir en una dimensión reducida o en la dimensión
máxima de 200 millas marinas. En este último caso la zona de soberanía conjunta al-
canzaría dos mil setecientas millas marinas cuadradas. La Convención del Mar decla-
ra que la zona económica no excederá las 200 millas marinas. Esta distancia podría ser
menor, ya que las 200 millas marinas son facultativas y no obligatorias (Convención
del Mar, 1982, artículo 57).

Los Estados con costas situadas directamente sobre el Océano Pacífico podrían
alegar el peso de sus costas continentales para modular la zona de soberanía conjunta
que la Sentencia de 1992 dejó indeterminada. La Sala no entró a examinar el peso nor-
mal de las costas de los dos Estados que de modo directo e inmediato tienen costas en
272 Jurídica· Anuario

el Océano Pacífico, y que en aplicación del mar territorial de doce millas podrían cu-
hrir por entero la línea de cierre del Golfo.

J5.2.4. La Sala resolv;ó sobre una expectativa de derecho

Elll de septiembre de 1992, los Estados partes en el juicio no habían ratificado la


Convención del Mar. Además, El Salvador no había proclamado zona económica. La
zona económica se proclama. a diferencia de la plataforma continental, que los Esta-
dos ribereños tienen por la naturaleza de las cosas.

La naturaleza de las cosas fue el antecedente en que se fundó la Corte Internacio-


nal. cuando decidió "Casos sohre la Plataforma Continental del Mar del Norte", y de-
claró que el derecho sobre la plataforma nace ipso jure y ah inilio ("Plateau continen-
tal de la mer du Nord". C.U. Recueil.1969).

Un hecho cierto es que el 1 1 de septiemhre de 1992, la zona económica carecía de


existencia legal en las aguas exteriores del Golfo de Fonseca. Había ciertamente una
expectativa de derecho, que no se había materializado, y que aún hoy no se ha materia-
lizado.

Se podría preguntar por la fuerza vinculante de una decisión judicial cuyo real
contenido es una expectativa de derecho. Ocho años después de la Sentencia de 1992.
El Salvador no ha declarado zona económica. ni ratificado la Convención del Mar.

La declaración de la Sala no podría tomar el puesto de la declaración que corres-


pondía. corresponde y corresponderá a El Salvador. El Compromiso otorgó a la Sala
competencia para que indicara la situación jurídica entonces existente de las aguas
exteriores del Golfo. no para crear nuevas situaciones jurídicas.

En tales circunstancias la decisión de la Sala. sin ser objeto de recurso alguno. po-
dría ser considerada inoperante. por defecto esencial de su objeto. Los litigios versan
sobre derechos, no sobre expectativas cuya materialización es incierta.

Puede ser menos controversialla zona de soberanía conjunta en lo relativo al mar


territorial de doce millas marinas. Esta zona alcanzaría 164.4 millas marinas cuadra-
das, formada por una base de 13.7 Ycostados de 12 millas marinas de mar territorial.
Con todo, este condominio de mar territorial también estaría afectado por el exceso de
poder, ya que se trataría de un espacio para cuya transformación en zona de soberanía
conjunta la Sala carecía de compelencia.

La Sala creó por su voluntad, sin antecedentes y sin competencia suficiente, una
zona de soberanía conjunta. Este exceso de poder es independiente de las dimensio-
nes de la zona creada.
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 273

Problemas similares producirían un eventual condominio que se redujera al mar


territorial y un condominio que llegase a las doscientas millas marinas. El condomi-
nio reducido al mar territorial recaería sobre un derecho bien perfilado, mientras que
un condominio que cubriese áreas que pudieran llegar a ser una eventual zona econó-
mica versaría sobre una expectativa de derecho.

Un condominio reducido al mar territorial de doce millas estaría afectado por ex-
ceso de poder. Un condominio que incluyera la potencial zona económica también es-
taría afectado por el exceso de poder y por su condición de mera expectativa de dere-
cho, cuando se pronunció la Sentencia de 1992.

16, Problemas en Caso de Negativa a Cumplir la Sentencia de 1992

De las críticas a la Sentencia de 1992 no debe concluirse que procede negarse a


cumplirla.

El Salvador no de hería negarse a cumplir la Sentencia de 1992. Esa negativa


constituiría, además de una violación del sistema internacional vigente, un error que
llevaría consigo efectos cargados de elementos inconvenientes y aun perjudiciales.

Podría tratarse dc negativa explícita o implícita, que los resultados serían igual-'
mel1le enredadores. Tal actitud no podría triunfar. Nacería bajo el signo del fracaso y
eventualmente del desastre, ~egún las complicaciones que provocase.

Aun cuando se adornare el anuncio con estudios y argumentos bien articulados,


nadie podría hacer de esta negativa una vía con la más tenue posibilidad de éxito. De
antemano se sabrían las consecuencias. El intento sería improductivo, así se acumulasen
razones apropiadas, medio satisfactorias o improcedentes.

Nadie podría cambiar la posición dominante de la Sentenciade 1992. Convendría


tomar conciencia de esta situación, para evitar expectativas sembradas en arenas mo-
vedizas.

La delimitación dc la frontera terrestre debería proseguir dentro de los lineamien-


tos convenidos. En cuanto a la región marítima, procede entablar, en el momento
oportuno, las negociaciones de los tres Estados ribereños. El régimen interno del Gol-
fo también debe ser negociado, por las circunstancias geográficas y políticas de
aguas, islas y costas continentales.

Como Nicaragua no fue parte en eljuicio de La Haya, podría negarse a participar


en las negociaciones tri laterales, con lo que estas negociaciones se pospondrían por
fuerza mayor. Se podrían sostener pláticas bilaterales, que tendrían carácter ilustrati-
vo y preparatorio, nunca calidad decisoria.
274 Jurídica· Anuario

La ausencia permanente de Nicaragua, o la oposición de este país a los acuerdos


provisionales a que pudieran llegar los otros dos Estados, haría de imposible ejecu-
ción esta parte de la Sentencia de 1992.

La vía indispensable para la ejecución de la Sentencia de 1992 en lo concerniente


a los espacios marítimos exteriores, consiste en el acuerdo de los tres Estados ribere-
ños. Ni más, ni menos.

Los acuerdos a que llegasen dos Estados ribereños no podrían constituir actos de
ejecución de la Sentencia de 1992. Las Partes en eljuicio no podrían prescindir de Ni-
caragua, ya que este país participa en la zona de soberanía conjunta. y esta zona dismi-
nuye su espacio marítimo tradicional, que llega a la mitad de la línea de cierre del Golfo.

El Salvador tendría siempre que proteger sus intereses marítimos, y protegerlos


exclusivamente con medios jurídicos y político-jurídicos.

Se trata de problemas jurídicos y jurídico-políticos o político-jurídicos, que tie-


nen que resolverse dentro de las estructuras y las vías que puedan utilizarse dentro del
respeto a las normas internacionales vigentes.

17. Qué Hacer con los Excesos de Poder

Si existiera segunda instancia, hubiera sido posible presentar apelación por exce-
so de poder, tanto respecto de la delimitación expresada en la declaratoria de línea de
base y la división de ésta en tres porciones, como de la creación de una zona de sobera-
nía conjunta.

No existe segunda instancia. Por consiguiente, aunque se encontrasen reparos a la


Sentencia de 1992, el camino permanecería cerrado para obtener enmiendas. Di-
cha Sentencia es definitiva y sin apelación, y tiene fuerza obligatoria a partir del día
en que el Secretario de la Corte la leyó a las Partes (Estatuto, artículo 60; Reglamento,
artículo 94, párrafo 2).

Además, después de pronunciada la Sentencia de 1992, se reiteraron las expresio-


nes de aceptación. La Sentencia de 1992 quedó, pues, protegida con siete llaves, por
medio de asentimientos previos, coetáneos y posteriores a su pronunciamiento.

Qué hacer entonces. Esta es la gran cuestión, la pregunta que demanda respuesta.
Esos excesos de poder no deberían pasar a los hechos, porque contravienen el meollo
mismo del sistema judicial internacional, el cual prescribe que la competencia arbitral
y judicial está basada exclusivamente en el consentimiento de los Estados.
Conflicto Fronterizo Salvador~Honduras 275

La gran cuestión consiste en cómo actuar dentro del sistema de instancia única,
con pleno respeto a sus procedimientos, limitaciones y contenidos.

18. Una Segunda Instancia muy Limitada

Viendo hacia el futuro se abre la posibilidad de procurar una segunda instancia li-
mitada, en particular dirigida a enmendar los excesos de poder.

Los esfuerzos que se hicieran para introducir una segunda instancia reducida a
excesos de poder, consumirían tiempo y suscitarían controversias. Y las reglas perti-
nentes sólo servirían para problemas futuros, pues normalmente carecerían de efecto
retroactivo. Pero su introducción mejoraría el sistema imperante.

Se trataría de introducir la segunda instancia para ventilar casos de extralimita-


ción de las competencias concedidas al tribunal. Se reduciría así la cantidad de recla-
mos que se lleven a segunda instancia, y se aseguraría mayor discusión, estudio y re-
flexión sobre uno de los problemas en que puede caer un tribunal internacional.

La segunda instancia, aunque bastante limitada, daría lugar a la excomunión de


aquellos que la propongan, dado el clima dominante, por ahora, en los círculos inter-
nacionales de poder político y jurídico.

Vista esta cuestión en términos prácticos, se requeriría que uno de los países po-
derosos apoyase esta reforma. Vale repetir que todos los Estados son iguales, pero
que algunos son más iguales que otros.

19. Algunos Temas para las Negociaciones Trilaterales

He aquí algunos de los temas que podrían ser objeto de discusión en las pláticas
de los tres Estados ribereños.

l. Es posible discutir las cuestiones relativas a los excesos de poder, tratar de ob-
tener su enmienda por medio de acuerdo.

2. Bajo la hipótesis de que se trabajara con una sección indivisa de la línea de cie-
rre y de base del Golfo, procedería sostener que la división deberá hacerse con funda-
mento en la igualdad jurídica de los tres Estados ribereños, y por lo tanto, por partes
iguales. Si se señala proporcionalidad a la longitud de las costas sobre el Golfo, proce-
dería tomar en cuenta la longitud de costa sobre el Océano Pacífico.

3. Si se trabajase con la zona de soberanía conjunta procedería presentar las dife-


rentes posibilidades, como reducción al mar territorial y diversas extensiones, dentro
del alcance máximo de doscientas millas marinas.
276 Jurídica· Anuario

4. Procurar acuerdo en el senlido de que no se puede aplicar la Senlencia de 1992,


en lo relacionado con los límites de la zona de soberanía conjunta, sin la coparticipa-
ción y el consentimiento de los tres Estados ribereños.

5. Un convenio que declare que las acciones unilaterales, relacionadas con la zo-
na de soberanía conjunta. incluidas las que consistan en leyes, decretos y reglamen-
tos, deberán desaparecer.

6. Si se marcasen líneas divisorias a partir de la línea de base procedería señalar


una corrección necesaria. debida a la configuración de la costa. Esta corrección con-
sistiría en una inclinación hacia el este. con el objeto de que cada línea, si a partir de su
punto terminal se trazase una línea imaginaria en dirección a la costa. cayese sobre la
línea de base, en el mismo punto donde comenzó la divisoria.

El problcma provienc dc la configuración de la cosla frente al Golfo, dondc cam-


bia la dirección oeste-este por la dirección noroeste-sudeste.

7. Siendo el error la causa de los excesos de poder. se podría considerar la en-


mienda de estos excesos, no por medio de recurso de las Partes. sino como ejercicio de
la poleslad intrínseca de la Sala.

En todo caso. las medidas que pudieran adoptarse tienen que formularse necesa-
riamente dentro del sistema vigente. y en conformidad con la resolución que prescribe
decisiones de los tres Estados mediante "voto y acuerdo".

20, Los Excesos de Poder en las Negociaciones Trilaterales

Procede examinar algunas vías de acción. por cierto dentro de una especie de ca-
misa de fuerza constituida por factores jurídicos bastante estrictos y muy limitan tes.

Este empeño estaríajustificado por la necesidad y la conveniencia de que resolu-


ciones a que puedan atribuirse excesos de poder sean sometidas a un trámite que per-
mita su acoplamiento con la competencia otorgada.

Entre los temas de discusión y estudio destacan los siguientes: 1) la presentación de


los dos casos de exceso de poder en las negociaciones trilaterales, para procurar su corrección
por medio de acuerdo de los tres Estados ribereños; y 2) el planteamiento de estos casos
al Tribunal, con el objelo de oblener enmienda por medio de su poteslad inlrínseca
para revertir sus decisiones que comporten sobrepasamiento de competencias.

La primera posibilidad puede realizarse pronto, y la segunda requiere mucha pre-


paración. La primera se desarrollaría dentro del sistema vigente y de los términos de la
Senlencia, que prescribe que los arreglos finales sobre las aguas eXleriores del Golfo se
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 277

hagan mediante acuerdo de los tres Estados ribereños. Los arreglos sobre las aguas in-
teriores también requieren acuerdos tri laterales.

La segunda posibilidad estaría orientada a que la Sala reconozca los excesos de


poder y los enmiende.

21. La Vía de Comienzo Fácil y Desarrollo Difícil

Estas posibilidades se plantean fácilmente, pero de seguro en la práctica tropeza-


rían con grandes dificultades. De todas ellas la que presenta, relativamente hablando,
menos problemas para su iniciación, es la que utiliza las negociaciones tri laterales
como escenario para presentar y discutir los excesos de poder. Cada Estado puede
presentar los temas que considere oportunos.

Vista desde el exterior es la vía más sencilla, pero sus interioridades pueden pre-
verse complejas. Sus resultados dependerían de la buena voluntad y el sentido de coo-
peración de los otros dos Estados ribereños del Golfo. El punto principal sería el em-
peño por establecer precedentes que comprueben que los excesos de poder no pueden
ni deben prevalecer.

22. Otras Consideraciones sobre los Excesos de Poder

Los tres Estados ribereños podrían discutir y tratar de resolver estos problemas
mediante acuerdo. La negociación sobre estas materias podría anunciarse muy esca-
brosa. El menor efecto que se obtendría sería cierta preparación para acciones que en
el futuro permitiesen debatir y eventualmente corregir los casos de exceso de poder.

La comunidad jurídica internacional podría pensar seriamente en vías que en-


mienden decisiones que se separen de las competencias concedidas. Desde luego, no
se apuntaría a lo mínimo, sino a 10 máximo, que sería corregir los casos mencionados.

Las partes deben cumplir la cosa juzgada, y los tribunales deben apegarse estric-
tamente a sus competencias. Todos los actores de estas justas internacionales están
obligados a apegarse a la ley. Ninguno de ellos, absolutamente ninguno, por respeta-
hle que sea, debe colocarse por encima de la ley ni elaborar su propia ley.

De acuerdo con los principios generales del derecho, estos excesos serían anula-
bles () corregibles. Sin embargo, los sistemas vigentes, judicial y arbitral instituciona-
lizado, carecen de recursos apropiados. He aquí una oportunidad para iniciar un pro-
ceso necesario de reformas de las reglas vigentes.

Procede cumplir a cabalidad sentencias y laudos, pero sin condonar los excesos
en el uso de la competencia concedida. Lo menos que se puede hacer, en el estado ac-
278 Jurídica· Anuario

tu al de cosas, es señalar las actuaciones defectuosas. En un futuro tal vez llegue a dis-
ponerse de recursos que permitan corregirlas.

La negociación tri lateral que procurase solucionar estos problemas seríacomple-


ja y cargada de incidentes jurídicos y políticos, pero ayudaría a aclarar esta materia y
abriría algún camino para completar y modular el sistemajurídico imperante. El exce-
so de poder es una de las fallas en que pueden incurrir lo juzgadores, y es más frecuen-
te de lo que a veces se piense.

Alguien podría proponer que la negociación tri lateral se oriente a la división de la


zona de soberanía conjunta. en una acción que se asemejaría al corte del nudo gordia-
no con el primero y único golpe del instrumento disponible.

La división dejaría intactas las resoluciones que sobrepasaron los poderes conce-
didos, y comportaría la aceptación de los hechos consumados. Cuando no se cumplen
las normas vigentes, por lo menos debe preservarse el derecho de opinar y eventual-
mente de intentar rectificación.

23. Presentación de los Errores a la Sala

Se podría explorar, y léase literalmente "explorar", la posibilidad de que el Tribu-


nal enmiende sus errores. Como los errores del tribunal no están legislados, no falta-
rían comentaristas que dijesen que los tribunales internacionales carecen de potestad
intrínseca para enmendar sus errores después de pronunciada sentencia. Esta tesis,
que preservaría los excesos de poder, sería controvertible.

Procede oponerle la tesis de que los tribunales internacionales poseen potestad


intrínseca para enmendar sus errores. Tratándose de potestad intrínseca, no es necesa-
rio que esta facultad se reconozca en disposiciones legales expresas. Esta posición es-
tá bien fundada y goza de importante respaldo.

Comentando la solicitud de Túnez para que la Corte Internacional enmendara un


supuesto error en la Sentencia sobre la plataforma continental Libia-Túnez, Shabtai
Rosenne afirmó que "la Corte tiene poder inherente para corregir errores".

Después de afirmar que la asociación de revisión por error con interpretación "era
inusual y sin precedentes", "porque el Estatuto regula por separado y de modos dife-
rentes cuestiones de revisión y cuestiones de interpretación", Rosenne agrega: "mien_
tras la Corte tiene un poder inherente para corregir errores" C'while the Court has an
inherent power to correct errors") (Sh. Rosenne, The World Court. What It Is and
How It Works, Martinus NijhoffPublishers, 1989, p. 210).
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 279

La Sentencia sobre la plataforma continental entre Libia y Túnez, de 1982, dio lu-
gar a la Sentencia en 1985, Se trató de una decisión poco común, por la asociación
inusual de recursos. La Corte no contradijo el poder inherente que se le atribuyó en la
demanda, referido a una resolución de 1982, o sea, a una resolución final que tenía,
para las Partes, condición de cosajuzgada, Los tribunales internacionales son autores
de los excesos de poder. La relación de causalidad se establece entre el tribunal y su deci-
sión. Los excesos de poder carecen por completo de relación de causalidad con las
Partes en los litigios. Para que el tribunal pueda actuar respecto de estos errores,
las Partes podrían llamar su atención sobre el caso, Enseguida el tribunal, si quedase
convencido, pondría en acción su potestad. intrínseca para enmendar sus propios
errores.

El autor de las resoluciones cuestionadas procedería aintroducir los reajustes que


correspondan, con el objeto de restablecer la coherencia entre el fallo y la competen-
cia otorgada. Las voluntades de los litigantes quedan reunidas y asociadas mediante
la entrega de competencias determinadas a un tribunal, Aquello que toque a la compe-
tencia toca al litigio como tal, y desde luego a su producto, la decisión última.

Las partes cargan con las consecuencias del error por exceso de poder, de modo
directo o indirecto. Pero e1las no 10 han producido. Al tribunal corresponde poner por
obra el reajuste que corresponda para asegurar el imperio del derecho. La enmienda
quedaría entregada a la integridad élica del tribunal,

El problema se puede resolver si el tribunal enmienda los excesos de poder por


medio de su potestad intrínseca,

Dicha solución deja intacta la instancia única, si tanto se quiere conservarla. Des-
de luego se trataría de enmendar los errores que toquen el meollo de la jurisdicción in-
ternacional, es decir. la competencia otorgada.

Se trataría de que las partes pudieran llamar la atención de los tribunales interna-
cionales respecto de determinados errores, para el caso aquellos que se manifiestan
como excesos de poder.

En consecuencia, sería necesario que el respectivo tribunal sesione, delibere y de-


cida sobre dichos excesos de poder. Si reconoce que existen pasaría a corregirlos por
medio de su potestad inherente.

Solamente un error puede ser causa de esa clase de problema. Aquello que sea
error cae, en primer término, bajo la potestad inherente del tribunal de sentencia. Co-
mo esta materia carece de regulaciones específicas dentro del complejo normativo vi-
gente, el fondo prevalece sobre las formas, y la potestad como tal se ejerce al margen
de plazos y condicionamientos. Desde luego, se trata de un poder que el tribunal posee
280 Jurídica· Anuario

por el mero hecho de su constitución, al margen de arreglos entre las partes y aun de
regulaciones expresas.

Puntualizar errores no constituiría apelación ni cosa semejante. Sería la colabora-


ción de una de las partes para corregir determinados problemas jurídicos. La Sala po-
dría entonces escribir una interesante página de jurisprudencia.

Con todo, no se olvide lo que repetían los juristas medievales sobre los elementos
necesarios para ganar un juicio: tener razón, saber pedir esa razón, y que ... se la quie-
ran dar.

23,1. Los Trabajos Preparatorios

Procedería llevar a cabo una investigación que reuniría a muchos expertos, algu-
nos de ellos extranjeros. Se estudiaría lo que podría y debería hacerse, así como lo que
quedaría vedado.

Este trabajo se haría bajo el supuesto de que los excesos de poder no deben pasar
sin cuestionamientos, ya que figuran entre los defectos más graves de que puede ado-
lecer una sentencia o un laudo en la esfera internacional.

Quedaría claro que se utilizaría un medio que podría proteger la eompeteneiaju-


risdiceional como ha sido establecida. El error ha venido circulando por vías incier-
tas. A su hora se podrían formular reglas que se incorporen de modo explícito al siste-
ma vigente.

23.2. Casos de Error ante la Corte Internacional

Túnez presentó a la Corte Internacional de Justicia dos recursos, uno de revisión


por hecho nuevo y otro de interpretación del fallo pronunciado el 24 de febrero
de 1982.

Túnez pidió que se corrigiera un error, aparentemente relacionado con algunas


coordenadas geográficas de la plataforma continental. La Corte consideró que se tra-
taba de un error del querellante, quien había entendido de modo incorrecto un pasaje
de la Sentencia de 1982. Por consiguiente. el supuesto crror carecía de objeto. ya que
no existía en la Sentencia. En tales circunstancias la Corte resolvió que no tenía moti-
vo para pronunciarse sobre este caso.

Procede señalar que la Corte conoció del error, sin perjuicio de que lo atribuyera
al querellante. Implícitamente la Corte reconoció su competencia para conocer del
error. De no ser así, se hubiera abstenido de cualquier pronunciamiento sobre el
particular.
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 281

Nicaragua, cuando se resistió aejecutarel I~audodel Rey de España. alegó existencia


de error vertido en exceso de poder.

Como ya se ha indicado, la Corte Internacional consideró que el tribunal tenía po-


der discrecional para evaluar documentos y otras pruebas, y que por lo tanto, el árbitro
no había cometido error. sino simplemente había usado de sus facultades.

El argumento de la Corte quedó presentado en términos tan generales y rotundos,


que pareció que en cuanto a evaluaci6n de pruebas los tribunales internacionales go-
zan de facultades omnímodas. Por lo tanto, bajo el signo de la potestad discrecional
podrían adoptar decisiones en términos ilimitados.

Sin negar potestad en esta materia, pero potestad reglada, cabe concebir que un
tribunal haga interpretaciones notoriamente fuera de lugar. Toda facultad jurídica tie-
ne ciertos límites. En la evaluación de las pruebas también podrían presentarse exce-
sos de podeL Cuidado, que las facultades discrecionales ilimitadas podrían utilizarse
para apoyar un poder total, que se desempeñe por encima del derecho y dicte el dere-
cho por sí y ante sÍ.

Esta tesis de la Corte no se aplicaría a los excesos de poder que se vienen exami-
nando. En efecto, el exceso relativo a la delimitación está fundado en el reconoci-
miento de la Sala en el sentido de que careCÍa de competencia para entrar a "cualquier
delimitación" .

Respecto del exceso de poder expresado como creación de una zona de soberanía
conjunta en las aguas exteriores del Golfo de Fanseca, no hubo prueba alguna por eva-
luar. Faltaron por completo documentos y otras pruebas, y aun opiniones y sugeren-
cias oficiales o privadas.

23,3, Machacando sobre el mismo Tema

En el presente caso se trataría de un error equivalente a exceso de poder, es decir,


de un error esencial. Un error de esta naturaleza no debería quedar curado por la cosa
juzgada, lo que sería tanto como condonarlo, Por el contrario, debido a su naturaleza
demandaría enmienda, independientemente de las actitudes de las partes.

Que la Sentencia de 1992 haya sido reiteradamente reconocida no afectaría este


procedimiento, ya que no se trataría de un recurso de las partes contfa la Sentencia de
1992, sino de la actuación del tribunal sentenciador, con base en su potestad inheren-
te. Un tribunal internacional, por el hecho de existir, estaría dotado de la potestad de
autocorrección.
282 Jurídica. Anuario

El procedimiento se abriría con una memoria que se presentaría a laSala. El punto


fundamental consistiría en la demostración de que la Sala sobrepasó su competencia
al delimitar la entrada del Golfo de Fonseca y al crear una zona de soberanía conjunta
en aguas exteriores de dicho Golfo.

Esta llamada de atención provocaría la oposición cerrada y militante de los pode-


rosos grupos de juristas y políticos que se han erigido en guardianes del sistema vi-
gente, y que se niegan a aceptar desarrollos promovidos por nuevos sucesos del com-
plejo mundo del derecho.

De acuerdo con los antecedentes. las ideas y las voluntades concertadas alrededor
del sistema imperante cerrarían filas y construirían una especie de muralla. Se puede
esperar oposición cerrada, total y totalitaria.

Las experiencias impulsan a explorar cauces que desarrollen el derecho para


adaptarlo a situaciones nuevas. Jamás el derecho debe anquilosarse; por el contrario.
procede que el derecho se mueva al ritmo de los tiempos, en particular de estos tiem-
pos de aceleración del proceso histórico.

Que quede claro: se trataría de una acción independiente de los recursos conoci-
dos que las partes interponen. Uno de los antiguos litigantes colaboraría con un llama-
do de atención al Tribunal. Su papel se reduciría a exponer los excesos de poder y las
razones y bases que sustenten la procedencia de su enmienda.

Los errores y sus posibles efectos tendrían que estudiarse minuciosamente. Se


destacaría cómo los excesos de poder alteran la voluntad de las partes y vulneran las
bases del sistemajudicial asentado en el consentimiento de los Estados.

Los excesos de poder no pueden ni deben pasar inadvertidos. Tampoco debe ro-
deárseles de pasividad y conformismo. En el mundo del derecho lo que debe ser hade
prevalecer sobre lo que es.

Se trataría de algo cuya necesidad se hace evidente ante circunstancias muy con-
cretas. El tribunal. ya debidamente informado, podría usar su potestad inherente para
corregir los errores. Esta vía auxiliar haría una apertura en un sistema hermético, por
medio de la aplicación estricta del derecho.

Si se tratase de un recurso de las Partes podría operar el reconocimiento posterior


como "cúralo-todo". Pero en este caso el error no pertenece a las partes, y de ahí que
éstas informen a quien posee la potestad de corrección.

El informe al tribunal sería únicamente una observación para que, en vista de lo


evidente, haga uso de su potestad y su sentido del deber y la justicia en términos obje-
Conflicto Fronterizo Salvador-Honduras 283

tivos. Desde luego. procedería informar a los Estados directa o indirectamente intere-
sados, en el presente caso a Honduras y Nicaragua, y ohtener sus puntos de vista.

La posición singular de los excesos de poder en el sistema jurídico internacional


proviene de que esta materia concierne al orden público internacional, dada la función
decisiva que tiene la voluntad de las partes en el estahlecimiento del poder de que go-
zan los tribunales internacionales.

24. Resumen de Opciones ante la Sentencia de 1992

l. Dehate y enmienda de los casos de exceso de poder en las negociaciones de los


Estados ribereños.

2. Presentación a la Sala de informe sobre los excesos de poder, con el ohjeto de


que, en uso de su potestad intrínseca, tenga a bien enmendarlos.

25. Situación Jurídica de la Sentencia de 1992

Los excesos de poder quedarían entregados a la cooperación de los otros Estados


riherefios y al saher y la integridad de la Sala. Que no venga a decirse ni siquiera implí-
citamente como hoy ocurre, que los tribunales internacionales nunca se equivocan.
Esto no pasaría de ser un dogma. Allá quienes lo crean.

Dadas las circunstancias prevalecientes. aquellas vías serían complejas y duras,


tanlo en su preparación como en su desarrollo. Sería improcedente dejarse invadir por
el pesimismo y desistir de esfuerzos y ensayos por especulaciones derrotistas. La sa-
biduría popular dice que la batalla más desastrosa es la que no se libra.

Con todo, esta empresa demanda dedicación, tiempo y estudio por parte de gru-
pos nacionales y extranjeros. No se puede ocultar que la situación es difícil y suma-
mente compleja. Mucho está perdido irremediablemente, y se trata de rescatar unos
cuantos espacios marítimos solamente.

La evaluación de pérdidas y ganancias se hace en relación a lo que se tienc. El Sal-


vador tiene muy poco. debido a circunstancias históricas acumuladas desde la época
colonial. Se explica. pues la preocupación tan generalizada por la preservación de lo
poco que liene.

Se puede aplicar a la situación imperante respecto de la Sentencia de 1992, aquello


que dijo el gran poeta don Antonio Machado: caminante, 110 hay camino; hacemos ca-
mino al andar.

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