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UN ESTUDIO Y UNA REFLEXIÓN SOBRE EL FASCISMO.

LA ALEMANIA DE LA REPÚBLICA DE WEIMAR.

Por Jaime Silbert

Dedico este trabajo a una tía que no conocí. Militante

comunista, partió de la Argentina como voluntaria a la Guerra

Civil Española, su nombre, Sophie Silbert (Sluve en idish),

desapareció en Marsella (Francia) el año en que yo nací, 1942;

ya en esos años había “desaparecidos”. Murió seguramente

asesinada por los colaboracionistas nazis. Tenía entonces 38 años

de edad.

Dedico también el trabajo a mis padres Aharón y Sofía, ya

ancianos, que cuando niños supieron transmitirme de alguna

manera dicha vivencia familiar.

El autor.
Jalapa, 6 de octubre de 1982.

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PROLOGO.

El material que aquí presentamos forma parte de “Un estudio y una reflexión sobre
el Fascismo. La Alemania de la República de Weimar” En una época en que el
capitalismo mundial atraviesa por una de sus crisis mas profundas, las miradas de
historiadores, sociólogos, etc; se vuelven sobre el estudio del fenómeno social que
genéricamente denominamos el Fascismo y especialmente al estudio de la Alemania de
entre guerra como una de sus manifestaciones concretas mas clásicas. Nosotros
creemos, sin embargo, que pese a las similitudes entre esa época de crisis pasada y la
actual, cada una de ellas responde a mecanismos y contenidos diferentes, que aquí no
tenemos tiempo de abordar. Hacemos así, referencia, por considerarlos importantes, a
los trabajos de A. Lipietz, “Crisis et inflation, Pourquoi?”, Edit. F. Maspero, París,
1979; y de R. Boyer y J. Mistral, “Accumulation, Inflation et Crisis”, P.U.F., Paris,
1978. Estos estudios muestran las diferencias cualitativas entre la crisis de 1929-1934 y
la actual.

Pero al nivel del desarrollo de la lucha de clases como lucha política


fundamentalmente, el estudio de dicho período y la comprensión del proceso histórico
que llevó al triunfo del fascismo son de gran importancia para la actualidad.

Uno de los elementos principales a comprender es que en el desarrollo de la lucha de


clases, como lucha, colaboración, alianza, etc. de todas las clases y fracciones de éstas
en una Formación Social concreta, el Estado y ello justamente y de manera cada vez
más creciente ha jugado desde la Primera Guerra Mundial un papel central; el estudio
de dicho período y del Fascismo ofrece una excelente posibilidad para comprender
dicha intervención en relación a la necesidad de crear una hegemonía estable sobre las
clases dominadas sobre la base de una dirección política centralizada de la clase
dominante a partir de los interese vitales de su fracción mas importante: la del gran
capital industrial y financiero.

Nosotros tratamos a lo largo del estudio, de captar el enfrentamiento concreto de las


dos clases fundamentales en toda sociedad capitalista: la burguesía y la clase obrera,
pero no como un esquema puro y abstracto, sino como una relación de fuerzas
determinada por la existencia de otras clases sociales que en la lucha política pueden

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lograr que el resultado sea diferente no sólo hacia un lado o hacia el otro de los
extremos, sino que puede determinar resultados intermedios de carácter y formas
variables. Por ello es de suma importancia comprender el carácter de cada triunfo y de
cada derrota, porque en ellos se encuentra el secreto de cada tipo de consolidación de
una cierta hegemonía de clases: Fascismo, Bonapartismo, otras formas de Estado de
excepción, democracia burguesa parlamentaria, rupturas revolucionarias en que la
iniciativa pertenece a las masas populares, etc.

El estudio tiene una importancia muy grande en cuanto puede ayudarnos a


comprender el carácter del desarrollo de la lucha de clases en algunas Formaciones
Sociales de América Latina, a partir de 1930 y principalmente en los últimos
veinticinco años. Es significativo por ejemplo el subtítulo que G.E. Rusconi otorga a su
excelente trabajo: “La Crisi di Weimar”, (Einaudi, Torino, 1977), Crisis del sistema y
derrota obrera. Pues a partir de allí se puede estudiar, explicar y valorar los fenómenos
recientes de algunos países en el Cono Sur de América Latina, como Chile, Brasil,
Uruguay, Argentina, Bolivia, etc. Por supuesto que no se puede partir de
generalizaciones, qué es lo que se ha hecho en la mayoría de los casos, para determinar
los procesos o mejor dicho los resultados de fenómenos sociales muy complejos a partir
de 1964. Es así que se aborda el problema como si se tratara de una sola Formación
Social en América Latina, ilusión que predomina en la pequeña burguesía radicalizada
de nuestros países, y que comienza con la generalización basada en una
conceptualización abstracta y pura, en el sentido contrario a lo que Marx considera
como concepto de síntesis, como: Capitalismo monopolista de Estado, Fascismo,
Bonapartismo, etc., para luego señalar algunas particularidades. Es necesario partir del
estudio de cada una de las Formaciones Sociales concretas, estudiando el desarrollo de
la lucha de clases, tal como lo hemos señalado anteriormente, por lo menos a partir de
los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, para entonces poder captar el
carácter que en cada una de ellas tuvo la “Crisis del Sistema y la derrota obrera”.

Porque cada Crisis del Sistema, está relacionada a ciertas condiciones históricas
concretas de carácter objetivo y subjetivo, las primeras mas fáciles de estudiar y medir,
debido a que son en cierta manera determinantes sobre los hombres, por ejemplo
porcentaje de la población urbana, tipo de producción industrial y agraria y su relación,
nivel de concentración demográfica y fabril, conformación numérica de las clases

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sociales, fracciones y categorías de éstas. Las segundas que acompañan, son
determinadas y determinantes de las anteriores, dan ciertas características peculiares al
edificio jurídico político a las instituciones políticas voluntarias, contractuales, como
los partidos, sindicatos, etc. y por último se van conformando formas ideológicas
dominantes y una conciencia social general.

Estos tres niveles interactúan pero no como simple relación de causa y efecto, sino
en un proceso dialéctico, cuyo lugar de síntesis, en el sentido de solución como crisis o
superación se encuentra al nivel de la lucha política.

Nosotros hemos elegido en esta primera etapa de nuestro estudio, volver nuestras
miradas a la Alemania de entre guerra, profundizar en la comprensión del desarrollo de
la lucha de clases que finalizó con el triunfo y la consolidación; o sea los años 1918-
1936. Para luego sobre dicha base y a modo de conclusión adelantar una
caracterización general sobre el Fascismo, como fenómeno social que pertenece a
nuestro siglo. Por último abordar como parte de estas conclusiones una lectura crítica
de la discusión que sobre el Fascismo se ha venido desarrollando en América Latina en
los últimos años.

Por último es necesario señalar que los materiales que aquí presentamos forman
parte de un curso universitario, que fueron redactados y organizados a la manera de
exposiciones e intervenciones, tratando siempre a partir de cada una de ellas de generar
una discusión posterior. Por lo tanto existe muchas veces una tentativa, probablemente
exagerada de resumir.

Jaime Silbert Jalapa, julio de 1982.

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INTRODUCCIÓN GENERAL.

En la introducción que escribíamos para la Materia “Problemas Actuales del


Socialismo” decíamos: “que así como la comprensión política del siglo XIX pasaba por
el estudio de la Revolución Francesa, era imposible comprender el Siglo en que
vivíamos (el XX), sin profundizar y comprender la Revolución Rusa de 1917 y sus
resultados”. Como toda afirmación de este tipo, es necesario señalar su carácter de
verdad incompleta. ¿Por qué? Principalmente debido a que el Siglo XX, ha sido una
etapa de la humanidad, (y lo sigue siendo), de grandes transformaciones socio-
económicas, y también políticas, en que “revolución” y “contra-revolución”, conviven
en una unidad contradictoria cuya última explicación se encuentra en el desarrollo
alcanzado por la lucha de clases, sus resultados, sus consecuencias, etc.

Por lo tanto para poder completar aún mas la verdad anteriormente citada es
necesario señalar la importancia que ha tenido en este Siglo, el Fascismo, como una
manifestación singular de la “contra-revolución”. Singular en la medida en que fue
expresión de un movimiento de masas, alimentado, nutrido, por una clase social, tan
especial y compleja, como lo es la pequeña burguesía. Diremos de pasada y por el
momento, que pese a los estudios y descripciones que se han hecho de esta clase social,
en diferentes etapas del desarrollo del capitalismo y en un número considerable de
Formaciones Sociales, ella representa un campo de estudio abierto, en espera de
investigadores y estudiosos agudos. El estudio del Fascismo y su relación con la
pequeña burguesía puede brindarnos la posibilidad de comprender, o captar, aspectos
importantes del comportamiento político de esta clase social. Pero por supuesto no
válidos para cualquier etapa histórica del desarrollo del capitalismo, ¿Por qué?

Fascismo e Imperialismo: Debido a que el Fascismo es producto histórico de la


etapa en que domina el capitalismo monopolista, en que dicha dominación implica
enormes transformaciones en lo político e ideológico. El propio Estado y sus aparatos
se encuentran involucrados en este proceso. Tiene mucha razón N. Poulantzas, cuando
en su trabajo: “Fascismo y Dictadura” (p.8) señala que sólo una lectura “economista”
del Lenin de “El Imperialismo Fase Superior del Capitalismo”, puede dejar de
considerar estos aspectos fundamentales. Por supuesto que dichas transformaciones son

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válidas para las propias clases sociales, Hilferding, lo había señalado en su trabajo
precursor sobre: “El Capital Financiero”.

Ello está relacionado con cambios en los sindicatos obreros y los partidos en general

y su relación con el Estado, en el peso de la vida parlamentaria, etc.

Agudamente señala este fenómeno A. Rosemberg en un capítulo de su trabajo:


“Democracia y Socialismo”, titulado: “Imperialismo contra liberalismo”. Ello se
reflejó en todos los países de Democracia Burguesa en Europa, por la pérdida de peso
político que sufrían los Partidos Liberales consecuentes, por ejemplo el Partido Liberal
de Richter en Alemania tenía en 1884, 100 diputados de un total de 397 (mas del 25%)
hacia fines de siglo el verdadero Partido Liberal tendía a desaparecer. (A. Rosemberg,
op.cit., p. 278).

Durante un largo período la III Internacional, y teóricos muy agudos como Gramsci
y otros tendían a ver en el Fascismo al representante político de los Agrarios, o sea
países como Italia o Alemania, donde la burguesía adoptó la vía Prusiana, a los resabios
feudales que subsistían y seguían pesando en dichas Formaciones Sociales.

Ya Bordigia (el representante de la “ultraizquierda” en el P.C.I., atacando las


posiciones de Zinoviov, presidente de la III Internacional, expresaba en el IV Congreso
de dicha organización de los elementos más retrógrados de la burguesía. El Fascismo
no es la parte más ciega y sombría de la reacción, sino el instrumento de los elementos
más avanzados, experimentados y conscientes de la burguesía…” (N. Poulanzas, op
cit., Pág. 108.)

Cuando estudiemos el proceso alemán y los resultados del ascenso del Nazismo al
poder, respecto a la economía el gran capital, la clase obrera, y los otros sectores y
clases sociales dominadas, esta afirmación de Bordita será demostrada por los hechos.

¿Qué significa esto? El Fascismo no representa una tentativa de retroceso a etapas


anteriores de las relaciones de producción capitalistas, sino a crear las condiciones:


Adelantándonos en nuestra temática, diremos, que la Primera Guerra Mundial y la crisis que ella
instauró, aceleró aún más a todo este proceso.

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“para una aceleración hacia adelante”. En otras palabras crea las mejores condiciones
para una “organización científica del trabajo”, o sea una revolucionarización de la
producción capitalista. Lo que Gramsci, con gran agudeza comprendió y calificó con el
término “Fordismo”. Las formas del Estado Fascista tanto en Italia como en Alemania
estuvieron relacionadas con este proceso, fue la primacía de la plusvalía relativa. Pero
también fue la forma que adoptó la necesidad creciente de la intervención del Estado en
la economía. Ello no quiere decir que en todos los países capitalistas dichas
necesidades, conduzcan inevitablemente al Fascismo. En la misma época histórica de
Hitler y el Nazismo, las mismas transformaciones se intentan con éxito en los Estados
Unidos bajo una forma política diferente a la del Fascismo y se concretizó en el “New
Deal” de Roosvelt.

Sobre estos problemas volveremos en el transcurso de nuestras pláticas, mas bien,


hacia el final; a modo de conclusión.

La crisis ideológica General y el Fascismo: El Fascismo crece y se consolida sobre


la base de una crisis general de representatividad de los partidos tradicionales, que
reflejan por un lado los cambios anteriormente señalados y por el otro una crisis general
y profunda de la ideología dominante. En la III Internacional fue dominante la
concepción de que el triunfo del Fascismo era el reflejo político del último recurso al
cual acudía la burguesía frente a la crisis revolucionaria eminente que se avecinaba. En
otras palabras de que el ascenso del fascismo se realizaba paralelamente a la
radicalización de la clase obrera. Esta apreciación fue otro de los grandes errores de
esta organización, que posteriormente, a lo largo del curso tendremos oportunidad de
discutir.

Contra esta última concepción se levantaba ya en 1923 la voz de Clara Zetkin,


criticando las posiciones “izquierdistas” del P.C.I. cuando afirmaba, en la reunión del
C.E. de la III Int., “El error del P.C.I. ha consistido principalmente en el hecho de
considerar el fascismo solamente como un movimiento militar-terrorista, no como un
movimiento de masa presentando bases sociales profundas. Debe ponerse
explícitamente el acento sobre el hecho de que antes del fascismo gane militarmente, ha
alcanzado ya la victoria ideológica y política sobre la clase obrera…” (N. Poulantzas,
op. Cit., Pág. 88)

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El estudio histórico del triunfo del Fascismo, en sus dos casos más clásicos,
Alemania e Italia, corrobora la apreciación de Clara Zetkin. Ya que tanto el Fascismo
italiano como el Nacional Socialismo alemán, su crecimiento, su camino al poder,
marcan el comienzo de una gran ofensiva del gran capital por la hegemonía política,
luego de la derrota de un gran movimiento revolucionario de la clase obrera, en Italia la
toma de fabricas en Turín y su región y el fracaso del proceso de radicalización de la
clase obrera alemana en 1923, resumía esta situación señalando:
“El fascismo es muy distinto de la dictadura de Horthy en Hungría. … El fascismo no
es en absoluto la venganza de la burguesía contra el proletariado que se insurrecciona
de manera combativa. Considerando desde el punto de vista histórico y objetivo, el
fascismo sobreviene mucho más como un castigo porque el proletariado no ha sabido
proseguir la revolución …” (N. Poulantzas, op. Cit., Pág 46 cf. 26).

Sintetizando este punto, es necesario reafirmar, lo demostraremos más adelante, que


el fascismo, pese a las apariencias complejas, más que todo en Alemania, se produce
sobre la base de la desmovilización política de la clase obrera, durante todo el período
de crecimiento, ascenso y consolidación del fascismo.

Por supuesto que debe evitarse toda tentativa de visión catastrófica sobre el triunfo
del fascismo, no fue producto “natural” y objetivo. Fue un producto de determinadas
condiciones en el desarrollo de la lucha de clases. Y en la lucha de clases, el factor
político es determinante y lo subjetivo, como acción política consciente, a través de
partidos, sindicatos, hombres políticos, juegan un papel, que no debe subestimarse.

Por ello no coincidimos con la serie de interpretaciones deterministas y catastróficas


que nos brinda K. D. Bracher, La dictadura alemana (aunque debe reconocerse que es
un excelente y erudito trabajo). Cuando p. ej. Afirma: “Cabe distinguir cuatro grandes
condicionamientos en los que habrían de cristalizar las premisas específicamente
políticas del nacional Socialismo. El primero de ellos lo constituye la situación y
conciencia especiales del alemán frente a la Revolución Francesa y sus consecuencias.
El segundo se caracteriza por el fracaso de la Revolución de 1848 y su secuela: es decir,
la revolución nacional y conservadora desde arriba practicada por Bismarck. En tercer
lugar, los problemas estructurales internos del nuevo Reich alemán y su intrínseca
proyección (culminada en la 1ª Guerra Mundial) a la condición de potencia mundial,

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crearon los supuestos inmediatos de la génesis y el desarrollo del nacional socialismo.
En cuarto lugar, la profunda decepción por el fracaso de 1918 convirtió la historia de la
post-guerra, la crisis de la República de Weimar, en el trampolín de la dictadura
hitleriana. (p. 30) Estos elementos señalados por Bracher, deben tomarse en cuenta,
estudiarse, analizarse, pero no son los determinantes, son la expresión fenoménica de
“condicionamientos” más profundos, (para utilizar el lenguaje del autor citado).

El Estado Fascista y las otras formas del Estado de Excepción: Como en tantos otros
fenómenos de la realidad social, la “filosofía del sentido común” (para usar una
expresión de Gramsci) confunde aspectos similares en su manifestación formal, con el
contenido profundo de una forma política. Así, y a partir de la instauración de los casos
clásicos del Fascismo, en Italia y Alemania, todo régimen estatal represivo, ha sido
etiquetado de Fascismo. Ello fue y sigue siendo expresión de la falta de análisis teóricos
respaldados por una conceptualización rigurosa producto del estudio concreto de cada
una de las diferentes expresiones políticas de este fenómeno. Nosotros volveremos a
replantear este problema, cuando al final del curso sinteticemos las discusiones que al
respecto se han desarrollado en América Latina en los últimos años. Sólo agregaremos
aquí, que ha habido una tendencia, que basándose en una pretendida “rigurosidad
científica” rechazó la posibilidad de regímenes fascistas en América Latina sobre la
base de que dicho fenómeno era un producto peculiar del capitalismo desarrollado y por
lo tanto imposible de surgir y desarrollarse en los países periféricos (del tercer mundo,
dependientes, etc.), por supuesto que este tipo de afirmaciones sólo puede confundir
más aún él problema.

Ya Trotski en sus escritos de principios de los años treinta, había captado con suma
claridad este fenómeno; citamos a Trotski porque, respecto al ascenso del Nazismo y el
significado de su peligro para la clase obrera alemana y en general, sus aportes fueron
de una gran lucidez, reconocida hoy por todo historiador y sociólogo que haya
abordado el problema.

Pues bien, en uno de los escritos desde la Isla de Prinkipo en 1932 afirmaba:
“El fascismo no es simplemente un sistema de represión, de actos de fuerza y de terror
policiaco. El fascismo es un sistema de Estado particular fundado en la exterminación
de todos los elementos de la democracia proletaria en la sociedad burguesa. El objetivo

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del fascismo no consiste solo en romper la vanguardia del proletariado, sino también en
mantener a toda la clase en un estado de fragmentación forzosa. Por eso la
exterminación física de la clase obrera más revolucionaria es insuficiente. Esto quiere
decir destruir todas las organizaciones autónomas y voluntarias, aniquilar todos los
puntos de apoyo del proletariado y exterminar los resultados del trabajo de tres cuartos
de siglo de la social democracia y de los sindicatos. Hay que tener en cuenta que sobre
este trabajo se apoya también en última instancia el Partido Comunista” (L. Trotski,
Alemania, La Revolución y el Fascismo, P.12) y más adelante citando a Ercoli
(Toggliatti) sobre el carácter del fascismo como un sistema de reacción consecuente y
completo escribe: “Esta afirmación se apoya en los actos de terror salvaje, o en el
número elevado de los obreros y campesinos muertos, o en la atrocidad de diferentes
clases de suplicios que se aplicaban ampliamente, o en la severidad de las condenas;
esta afirmación es motivada por la destrucción sistemática de todas las formas de
organización independientes de las masas.” (L. Trotsky. Op cit. P.28)

Ahora debemos retomar nuevamente la afirmación de Clara Zetkin, ya


anteriormente citada: “El Fascismo es muy distinto de la dictadura de Horthy en
Hungría…”. Que quiere afirmar con esto, la compañera de lucha de Rosa Luxemburgo,
¡Cuidado! No toda dictadura sangrienta es Fascista. Como ustedes verán y
principalmente al final del curso, cuando abordaremos las “Reflexiones Generales sobre
el Fascismo”, en la práctica política concreta, y en el estudio histórico y sociológico en
general, la problemática no es tan fácil, ya que el concepto de Fascismo, fue muy
“manoseado”, como tantos otros conceptos.

Solo para ejemplificar, Trotsky mismo, que con tanta rigurosidad trató de definir al
fascismo en relación a los acontecimientos en Alemania, etiquetó de fascista al régimen
de Pilsudski en Polonia, contemporáneo del régimen de Horthy en Hungría, y similar en
sus contenidos profundos al interior.

P. Broué p. ej., historiador muy capaz y reconocido, de tendencia trotskista, en su


curso de Historia del Siglo XX, caracteriza estos regimenes militares de militaro-
fascista, en referencia a (Hungría, Polonia, Yugoslavia).

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En América Latina, caracterizaciones que se hicieron utilizando ese mismo
concepto, produjeron no menos confusión para una apreciación justa del problema.
Cuando la oposición a Perón, autoproclamada “Democrática”, calificó su ideología y su
régimen de fascista, o el Estado Novo, de corte corporativista de Vargas en Brasil, fue
etiquetado de la misma manera.

El Fascismo y la III Internacional: Es imposible estudiar el fascismo, como


fenómeno social que implica la relación entre todas las clases sociales, sin analizar el
papel jugado durante los años entre las dos guerras mundiales, por la III Internacional.
Fue principalmente en la situación política alemana donde se sorteó el desenlace de la
Internacional Comunista, o con las palabras de F. Claudin:
“La bancarrota histórica de la III Internacional se consuma como la de la II
Internacional, en el escenario alemán. La I.C. se hunde allí donde sus primeros
congresos habían situado el nuevo punto de arranque de la revolución mundial”. (F.
Claudín, La Crisis del Movimiento Comunista, …, P.130).

O más claramente desarrollado este aspecto por N. Poulanzas en su trabajo ya


citado:
“No se puede, de toda evidencia, hablar del fascismo sin hablar de la clase obrera, y no
se puede tampoco hablar de ésta, en lo que se refiere al período entre las dos guerras,
sin tratar de la política del Komintern.
[…] A parte de esto, dado el eurofeocentrismo característico del Komintern y el hecho
de que ha tenido que enfrentarse, a lo largo de toda su existencia y casi desde sus
orígenes, a los fascismos europeos, su política frente al fascismo manifiesta, de hecho,
el conjunto de los aspectos teóricos y prácticos de su política en la mayoría de las
cuestiones del movimiento obrero” (P.2)

Teórica y prácticamente esta política de la vanguardia de la clase obrera, o de la que


debió serlo, se manifestó a través de una reflexión vulgar, muchas veces no sólo alejada
de la dialéctica, sino, mismo de la lógica formal.

La expresión mas acabada de esta incapacidad teórica; que sigue prevaleciendo en el


movimiento obrero, de pensar en términos de blanco o de negro, o en términos morales

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de bueno o malo; fue la famosa conceptualización de Social-Fascismo, o dicho de otra
manera Social democracia = a Fascismo.

Nosotros tendremos la oportunidad de detenernos en este aspecto, cuando


estudiemos la crisis económica, política y social de Alemania entre 1929-1933.
Adelantándonos un poco al análisis del problema, a lo que un historiador y sociólogo
como Ossip K. Flechtheim considera esa política de suicidio del PC Alemán, citemos
parte de un artículo del Nacional socialista que en 1929, burlándose de esta
terminología comunista escribe:
“Pero lo que es más cómico y grotesco que todos los insultos es […] el homenaje de
toda evidencia injustificada que se hace a los social demócratas designados como
Fascistas. Presentar la masa pequeño-burguesa de la II Internacional, la banda judía, los
enemigos mortales del fascismo italiano, como fascistas, es necesario para ello una
gimnástica cerebral y moral poco común […] ¡Pero paciencia! Comunistas y Social
demócratas dicho en otras palabras los marxistas de todos los matices, tendrán pronto la
ocasión de aprender lo que significa el fascismo”. (O.K. Flechtheim, Le Parti
Comuniste allemand” , P. 206.)
Para finalizar con esta Introducción hemos de utilizar una caracterización que usa N.
Poulantzas en su trabajo, ya varias veces citado sobre el fascismo de acuerdo a sus
etapas de desarrollo:

a) Desde los comienzos del proceso al punto de no retorno. En esta primera etapa el
partido Fascista se convierte en un movimiento de masa. Antes en la época de ofensiva
del proletariado, esta tendencia existía como bandas armadas sostenidas por fracciones
de la clase dominante y abandonadas posteriormente durante el período de
estabilización (En Alemania la ofensiva de la clase obrera corresponde a 1918-1923, la
estabilización 1924-1928). En la época en que el fascismo se convierte en movimiento
de masas, a finales del período de estabilización, se encuentra declaradamente apoyado
por los círculos del gran capital.

b) Período desde el punto de no retorno hasta el establecimiento del fascismo en el


poder. El fascismo logra a través de un compromiso neutralizar las contradicciones
entre la fracción del capital monopolista y las otras clases y fracciones dominantes.
Pero, al mismo tiempo, es un golpe descargado sobre ciertas aspiraciones de las masas

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populares (pequeña burguesía principalmente). Período marcado por el establecimiento
de una efectiva alianza, esbozada precedentemente, y por medio del partido fascista,
entre la fracción monopolista y la pequeña burguesía; alianza no obstante, teñida de
ambigüedad y portadora de gérmenes explosivos. (En Alemania corresponde al período
1930-1933)

c) Primer período del fascismo en el poder: El fascismo consolida, pero aún de manera
silenciosa la hegemonía de la fracción del gran capital monopolista sobre el resto de las
clases dominantes. El fascismo marcado por sus orígenes plebeyos de clase, se ve
obligado, contra la voluntad del bloque en el poder a realizar concesiones a las masas
populares. Es el período de una fuerte reorganización del sistema estatal y sus aparatos.
La pequeña burguesía deviene, durante este período la clase reinante comenzando por
devenir la clase mantenedora del Estado, sin llegar a ser jamás la clase políticamente
dominante. (en Alemania este período abarca desde 1933 a 1936)

d) Período de estabilización del fascismo: Aunque este período ya no forma parte de


nuestro curso (correspondería en Alemania al período 1936-1939-1940), es interesante
anotar la caracterización que hace N Poulantzas de él.
“La fracción del gran capital monopolista establece su hegemonía y asciende
igualmente al estatuto de clase reinante (identificación de la fracción hegemónica y de
la fracción reinante que distingue igualmente el fascismo del bonapartismo),
desalojando a la pequeña burguesía. Sin embargo, sigue siendo la clase defensora del
Estado. Este proceso se refuerza incluso por medio de toda una reorganización del
personal político en sentido amplio. (N. Poulantzas, op.cit; pp. 91-92)

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El Programa general del curso. Sus capítulos. Sus subdivisiones y la problemática que
abordará.
Nuestro Curso estará compuesto de cinco capítulos o partes principales y estará
regido por una cronología histórica que permita estudiar y comprender el caso más
clásico de desarrollo y consolidación del Fascismo: Alemania entre las dos guerras
mundiales. Sobre la base de dicho estudio y a modo de conclusión trataremos de
reflexionar sobre el Fascismo como fenómeno social general que es pertinente para una
época histórica determinada. En dicha reflexión nos preguntaremos ¿es válido también
para la época histórica en la que vivimos?; y sobre la base general de dicha reflexión
profundizaremos en la discusión que sobre el Fascismo se ha desarrollado en los
últimos años en América Latina, como ya lo hemos señalado.

Primer Capítulo: Aquí estudiaremos la Formación Social Alemana y su constitución en


Formación Social Capitalista, en el período 1870- 1913. Ello para comprender las
peculariedades de su constitución. La base económica objetiva, nos permitirá delimitar
a las clases sociales, sus transformaciones tendenciales, etc. Sobre dicha base
podremos estudiar las peculariedades del Estado Capitalista en Alemania, incluyendo,
sus aparatos y su ideología.

Segundo Capítulo: En cada uno de los capítulos históricos, subdivisiones de la totalidad


del período de Weimar (1918- 1933), se abordará en la exposición las transformaciones
económicas que lo caracterizan.
Este segundo capítulo estudiará el período de 1918- 1923 que está marcado por una
crisis general de la reproducción capitalista, no sólo en lo económico, sino en lo
político social (crisis orgánica de la hegemonía burguesa). Un autor como C. Klein,
titula este período como la búsqueda de un “orden político y social a través del caos”.
Para comprender este período es necesario estudiar algunos aspectos de finales de la 1º
Guerra Mundial, los años 1917- 1918.
Este período comprende dos grandes momentos históricos, en que de alguna manera
está en juego el futuro de Alemania. El primero desde la caída de la monarquía y la
proclamación de la República en noviembre de 1918, época de los consejos obreros,
etc. y enero de 1919 la derrota de la primera “gran” tentativa de la Revolución
Alemana.

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El segundo momento, a partir de enero de 1923 la ocupación del Rühr, invadido por
Francia y Bélgica, y las consecuencias que produjo, desencadenan una crisis
sumamente profunda, que para algunos historiadores adopta la forma de crisis de
posibilidades revolucionarias para la clase obrera.
Entre esos dos momentos una continua tensión y crisis política, como la tentativa de
ofensiva de la derecha, el golpe de Estado de Kapp.

Tercer Capítulo: Este es un período de transición entre una primera crisis y la segunda,
pero no porque la segunda crisis fuera una consecuencia catastrófica inevitable de la
primera. Este período está marcado por una estabilización del capitalismo, por una
recuperación económica y como consecuencia una reconstitución de la hegemonía
burguesa. Son los años de la pseudo-estabilidad, según la terminología de Klein, ellos
abarcan el período 1924-1929.
En este capítulo se estudiará las tendencias económicas y políticas que marcan la
coyuntura general.
En este capítulo se abordará la relación existente entre la crisis ideológica y la gran
creatividad cultural que marcan los años de la República de Weimar, fenómeno
histórico y de sociología de la cultura sumamente interesante. Berlín se transforma en el
centro de la expresión cultural de vanguardia en casi todos los campos de la creatividad
artística.

Cuarto Capítulo: Este es el período clave para el estudio del fenómeno social del
Fascismo. Es el impacto de detonador que va tener la crisis general y mundial del
capitalismo a partir de 1929, sobre Alemania. Ello provoca la agudización general de la
lucha de clases, exacerbando todas las contradicciones latentes en la Formación Social
Alemana.
Por ello el Fascismo es el producto, aunque no inevitable, de la doble crisis
económica y sociopolítica que se produce en dichos años. El período transcurre aquí
entre 1929-1933. Aunque es este capítulo estudiaremos también el primer período del
Fascismo en el poder (1933-36), señalando las transformaciones más representativas
que produce.
En este capítulo luego de señalar, como punto de referencia, la implicación de la
crisis económica de 1929-1932, nos centraremos en el estudio de lo político: las clases
sociales, incluidas sus diferentes fracciones, y la relación entre éstas y los partidos y

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organizaciones sociales más importantes, (los sindicatos, los grupos armados, etc.) El
Estado y sus transformaciones etc.

Quinto Capítulo: Como ya lo hemos señalado, sobre la base del estudio histórico del
caso, y las reflexiones que se irán desarrollando en el transcurso de las exposiciones –
algunas ya contenidas en la introducción- trataremos de sintetizar al Fascismo como
fenómeno social de carácter general, no solamente válido para determinados casos
históricos clásicos, como el Italiano y el Alemán. Aunque su estudio es imprescindible
como punto de partida de la reflexión general. En esta reflexión se incluirá la discusión
de los últimos años sobre el Fascismo en América Latina.

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CAPITULO I

La Constitución de Alemania en Formación Social Capitalista (1870-1913)

Segunda Intervención

Es bastante difícil en dos exposiciones resumir agudamente las enormes


transformaciones que sufrió la F. S. A en los años anteriormente señalados, partiendo
de la constatación de que a nosotros nos interesa señalar dos aspectos, que por supuesto
lo analizamos separadamente como necesidad didáctica, pero que en la realidad se
encuentran íntimamente vinculados en una relación estrecha y de mutua determinación:
la base económica, las relaciones de producción en su desarrollo tendencial y su a su

implicación, determinante en última instancia , del segundo aspecto, del edificio
jurídico-político, de lo ideológico, de la conciencia social, etc.
En la primera exposición del Capítulo I, analizaremos y trataremos de brindar una
visión lo más completa posible del primer aspecto, englobando las transformaciones y
el dinamismo de la producción industrial y agrícola propiamente y de las relaciones de
producción que se van generando; nueva conformación de las clases sociales, etc.
Como primer señalamiento debe enfatizarse, el gran dinamismo de la economía
alemana en los años que consideramos y que transformo a dicha Formación Social en el
país capitalista más desarrollado en Europa, desde el punto de su producción global, y
el segundo a nivel mundial después de los Estados Unidos de Norteamérica.
Este enorme desarrollo de Alemania en los últimos años del siglo XXI, tardío en
relación con otros países de Europa Occidental, como Gran Bretaña y Francia,
implicaba una contradicción difícil de superar en los marcos y condicionamientos del
capitalismo alemán e internacional. Ch. Bettelheim en su trabajo, La Economía
Alemana bajo el Nazismo (Tomo I, P.17) resume la cuestión en los siguientes términos:
“Una de las características de la historia de Alemania en la tardía fecha en la que este
país realizó su unidad nacional. En realidad, esta unidad sólo data de la primera mitad
del siglo XIX y, aún así, únicamente, se realizó en el terreno económico con el


Aquí consideramos correcta la afirmación metodológica de Marx en el Prefacio (de 1859) (A la
contribución a la Crítica de la Economía Política) y las críticas de K. Korsch a Engels en sus cartas a
Bloch (1890), en su trabajo “¿Por qué soy Marxista?”, en: Teoría Marxista y Acción Política, Cuadernos
de Pas. y Pres. 84, Siglo XXI, México, 1979, pp 194-196

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Zollverein (la unión aduanera) de 1834, mientras que en el plano político la unidad de
Alemania tan sólo llevó a cabo en el siglo XX, a pesar de la creación del Imperio
Alemán inmediatamente después de la guerra de 1870. [...] En definitiva, sucedió que
este retraso de Alemania en relación con otros países

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