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Energía del signo de Aries ‘

...Visualicen el mar. Un mar embravecido, potente, en un día totalmente nublado. Nubes muy
densas y oscuras, bajas. Traten de escuchar el fragor de las enormes olas, como rompen entre sí
y sobre la playa. Traten de oler el mar, de sentir su gusto salado. Todo es muy oscuro, pesado,
denso. Hasta que, de pronto, las nubes se entreabren, un rayo de sol pasa entre ellas y golpea
con su luz la superficie del océano Traten de imaginar que ese rayo de sol toca el abismo del
océano y despierta un torbellino que, desde las profundidades, empieza a ascender. Imaginen
que algo está por aparecer desde la profundidad del abismo, traído por el rayo de sol. Y vean
que, de pronto, irrumpe sobre el mar un gigantesco carnero de luz y de fuego. Puro fuego, pura
luz, lanzada con enorme potencia sobre las olas y que salta hacia la playa. Traten de ver su
cuerpo en plena carrera hacia la playa, con la cabeza gacha, sin mirar, corre a toda velocidad
sin mirar. Es de luz y de fuego, tiene un par de cuernos en espiral, muy grandes y potentes, y
tiene algas envueltas en los cuernos y las pezuñas. Salta y cabecea para sacarse de encima esas
algas...

...Acérquense más al carnero, registren más su velocidad, su potencia, su fuerza. Vean como no
mira, escuchen el golpear de los cascos sobre el suelo. Acérquense aún más, como para sentir el
calor y la radiación. Y, ahora, ustedes se van a convertir en ese carnero lanzado a toda
velocidad. Ustedes son un carnero de luz y de fuego. Sientan la fuerza de su energía, la potencia,
el anhelo de correr, de sentir su potencia. Ustedes no necesitan mirar, no quieren mirar. Ustedes
son pura fuerza, sólo pueden ver como la arena pasa a toda velocidad delante de sus ojos. Ni
siquiera imaginan obstáculos, sólo quieren sentir la potencia, sentir la fuerza, sentir el estruendo
de sus cascos, sentirse. Ustedes sólo quieren ser, ustedes lo son. Ustedes son energía pura,
lanzada...

Esta es la imagen para el signo de Aries...


Energía del signo de Tauro ’
...Vean otra vez al carnero. Vean su luz, su fuego, su carrera vertiginosa, su potencia y su cabeza
gacha. Escuchen el ruido de sus cascos. Vean como corre, ya no en la playa, sino a campo
traviesa. Vean como corre en la pradera. Observen que, ahora, el carnero da señas de
cansancio, que su luz se opaca, su fuego se apaga. El carnero está cansado, se ha consumido, ya
no tiene más energía. El carnero necesita energía y, por eso, está obligado a detenerse. Fíjense
como esa masa de luz y de fuego, ya mortecina, se detiene y comienza a alimentarse. El carnero
“necesita”. El carnero necesita comer. Miren como, al comer, aquello que incorpora, la materia
que incorpora, oculta el fuego y la luz. Ese carnero se va transformando en una enorme masa
negra de carne, de músculos, que va creciendo, alimentándose, hasta convertirse en un inmenso
toro negro de cuernos muy blancos que se alimenta en la pradera. Vean a ese toro desde lejos.
Véanlo en medio del verde prado, bajo el cielo muy azul. Observen nubes pequeñas, muy
blancas, y sientan la brisa, siéntanla en su cuerpo. Huelan los perfumes del campo. Miren las
flores, con sus colores, de las cuales provienen sus perfumes. Observen los grandes árboles
cargados de frutos maduros con los pájaros que revolotean sobre ellos. Escuchen el canto de los
pájaros, el zumbar de las abejas, el murmullo de un arroyo. Traten de sentirse en el medio de
esta pradera, percibiendo los sonidos detrás de ustedes, percibiendo que detrás de ustedes hay
árboles, está el arroyo. Traten de sentir la plenitud de la vida de la pradera. Acérquense más al
toro que se alimenta. Vean sus músculos potentes, vean sus ojos. Acérquense aún más. No tengan
miedo. Ustedes van a tocar al toro, lo van a acariciar. Traten de sentir y apreciar el cuerpo del
toro, su musculatura. Sientan la presión de esa masa viviente.

...Sientan también las ganas de abrazarlo. Abrácenlo. Sientan la fuerza de ese cuerpo, como
palpita, como vive. Ustedes van a convertirse en ese toro. Ustedes son un toro alimentándose en
la pradera. Sientan el tremendo peso de su cuerpo sobre sus cuatro patas. Siéntanse firmemente
apoyados sobre la tierra. Aprecien el sabor de la hierba, su olor, como es alimento. Aliméntense.
Sienten como entra la energía y se transforma en su interior. Sientan como circula la sangre en
sus venas, como están llenos de vida. Sus movimientos son muy lentos porque son muy grandes,
pero sientan toda la potencia de su cuerpo. Sientan que podrían lanzar su cuerpo si fuera
necesario. Sientan la vitalidad, la sexualidad del toro, la energía que corre, que entra y corre.
Vean el mundo con los ojos del toro. Aprendan de la mirada del toro. Traten de ver los árboles,
los pájaros, las nubes, tal como mira el toro: oliendo, saboreando, escuchando, viendo como
afuera está la vida, la misma vida que está adentro. Todo es vida. Vida afuera que entra. Vida
adentro que sale. Sientan como circula la vida en sus cuerpos y fuera de ustedes. Ustedes son
vida. La vida afuera, la vida adentro. Una sola vida...

Esa es la imagen para el signo de Tauro...


Energía del signo de Géminis “
...Vean otra vez al toro. Vean esa enorme masa negra con cuernos blancos, alimentándose en la
pradera. Conéctense con su potencia, con su fuerza, pero vean como el toro se va agigantando,
como si ocupara todo el espacio de nuestra mente, como si hubiera agotado la pradera, como si
hubiera agotado la tierra. Sólo hay un inmenso toro negro, y ese toro negro está bramando.
Escúchenlo bramar. Escuchen ese bramido potentísimo resonar en ustedes. El sonido primordial
del espacio. Sientan como el toro, con ese sonido, se está agitando, se está debatiendo. Algo está
por emerger del toro. Algo quiere salir de esa masa negra e informe. Y vean como comienza a
salir de la boca del toro un gran huevo, blanco y brillante.

...Vean como ese huevo cae y se divide en dos, quedando suspendido en el vacío. Imaginen las
dos mitades del huevo blanco flotando en el espacio, en el vacío, en el silencio. Acérquense más y
verán que de las dos mitades del huevo sale un bebé, un niñito dorado muy sonriente, muy
alegre. Pueden escuchar su risa en la inmensidad del espacio, su alegría. Y el bebé dorado va a
estar rodeado por cubos: infinitos cubos de luz y de oscuridad. Observen como los ojitos del bebé
miran la luz y miran la oscuridad, como son atraídos por la luz y por la oscuridad. Observen
como comienza a hacer combinaciones, como comienza a jugar con los cubos y a construir.
Miren como arma combinaciones de cubos y ríe. Deja esa combinación y empieza a hacer otra y
otra y otra. De pronto, voltea una pila, la destruye, ríe y comienza con otra. Miren como el bebé
juega con la luz y la oscuridad. Acérquense más al bebé. Tóquenlo, sientan su suavidad, pero
sobre todo escuchen su risa hasta que ustedes sean ese bebé. Ustedes son un bebé dorado,
flotando en el espacio infinito. Alrededor de ustedes está la luz y la oscuridad. Ustedes juegan
con ella creando mundos de luz y de oscuridad. Jueguen, hagan todas las combinaciones que
quieran. Prueben todo lo que quieran. Construyan. Desarrollen los matices. Diviértanse. Rían.
Construyan mundos, porque ese es su juego. Derriben mundos, porque ese es su juego. Ustedes
sólo tienen que jugar. No hay nada más que jugar. Jugar eternamente. Divertirse. Expresar la
alegría. Experimentar lo nuevo cada vez. Jugar...

Esa es la imagen para el signo de Géminis...


Energía del signo de Cáncer ”
...Perciban otra vez al bebé dorado, flotando en el espacio. El espacio ya se ha llenado de
estrellas, de luz y de oscuridad. Siéntanse rodeados por esas estrellas, por la inmensidad del
espacio. Vean como el bebé dorado, con su risa y su alegría, ha aprendido a construir universos
cada vez más complejos con la luz y la oscuridad. Observen como ahora está creando una esfera,
una enorme esfera en la que predominan los reflejos azules. Ahora lanza esa esfera al espacio.
Vamos a seguir la trayectoria de ese objeto esférico, ovoide, hasta que se ubique en el espacio.
Vamos acercándonos a él. Vamos a ver que es un planeta, un planeta azul. Vamos a ver un
veteado blanco que, si nos acercamos más, descubriremos que son nubes que lo cubren en ciertas
zonas. Si nos acercamos más aún vamos a descubrir los contornos verdes y marrones de los
continentes del planeta Tierra, de nuestra Tierra. Estamos llegando a nuestra Tierra. Desciendan
cada vez más. Visualicen los mares, las llanuras, las montañas. Vamos a ir girando, porque
vamos a entrar en la Tierra en un lugar en el que es de noche. Vamos a ver la Luna brillando en
su Cuarto Creciente en el cielo. Vamos acercándonos a una zona muy oscura donde vemos las
siluetas de los árboles y escuchamos el sonido de animales. Estamos entrando en la Tierra en un
lugar donde hay selva, donde hay jungla. Traten de sentir, en la noche cerrada, los aullidos, los
sonidos, de toda la vida, de todo lo viviente allí. Hasta que ven un claro en la jungla. En el centro
de ese claro, la luz del fuego. Diríjanse hacia allí. Allí hay una aldea, una aldea circular, muy
protegida por una empalizada y un foso, con guardias armados en la entrada. Acérquense a la
aldea, al puente sobre el foso. No tengan miedo, los guardias los reconocen, les dan la
bienvenida. Ustedes entran a la aldea. Vean las chozas, sientan el calor de la aldea, el olor a
comida. Miren adentro de las chozas, vean los utensillos, los familiares utensillos de los seres
humanos. Siéntanse atraídos por las voces de los aldeanos hacia el centro, donde hay un fuego y
un estandarte. Alrededor de ese fuego está dispuesta toda la tribu. Conversan, ríen, cocinan su
alimento. Pueden oler la comida, pueden ver los rostros de hombres, mujeres, niños, ancianos,
madres amamantando a sus hijos. Pueden ver como todos se conocen. Han vivido mucho tiempo
juntos, desde siempre. Está el calor de haber vivido desde siempre juntos. Son una tribu. Vean
como ustedes van entrando a esa tribu, y se sientan alrededor del fuego. Se dan cuenta que
ustedes conocen a esa gente, que ustedes pertenecen a esa tribu. Ustedes son un miembro de la
tribu. Pueden escuchar las conversaciones, ver los rostros familiares. Pueden comer la comida
que les sirven. Vean el afecto que hay en ese gesto, los recuerdos que evoca el sabor de esa
comida. Están en casa. Pueden escuchar a los ancianos contando sus relatos, contando las
tradiciones de la tribu. Quizás hayan escuchado muchas veces ese relato, pero quieren volver a
escucharlo, porque ese relato habla de nosotros. Ustedes quieren escuchar hablar de nosotros.
Se sienten muy seguros y cómodos. Si ven hacia fuera, hacia la selva, van a ver que hay
oscuridad, siguen escuchando los aullidos de los animales peligrosos. Afuera hay peligro, pero
ustedes sienten que están adentro, donde no hay peligro, donde hay seguridad. Ustedes están en
lo conocido. Están en casa, alrededor del fuego, con los suyos. Ustedes están en casa...

Esa es la imagen para el signo de Cáncer...


Energía del signo de Leo •
...Visualicen nuevamente a la aldea. Siéntanse dentro de ella. Vean las casas. Y dense cuenta que
pueden ver mucho mejor los contornos, porque está despuntando el sol. Es el alba. Vean a los
miembros de la aldea dormidos, abrazados unos a otros. Vean que el fuego se ha convertido en
brasa. Van a ver que hay alguien que no duerme, que hay alguien que mira hacia fuera, hacia la
selva que comienza a mostrar sus contornos. Ese alguien quiere conocer qué hay allí, en la selva,
quiere experimentar qué hay más allá de la aldea, quiere experimentar si es capaz de ir donde
los demás no llegaron. Fíjense como se pone de pie. Imagínenlo una mujer o un hombre, en cada
caso. Vean como decide irse de la aldea, como decide probarse a sí mismo, como quiere
descubrirse a sí mismo más allá de la aldea. Ustedes son esa persona que se ha dispuesto a
buscarse a sí misma, independientemente de los demás. Sientan como cruza el umbral de la
aldea, como se interna en la semioscuridad de la selva. Sientan como nos rozan las enormes
hojas húmedas de rocío de los árboles, como cruje el piso bajo nuestros pasos, como escuchan la
explosión del canto de los pájaros a cada nuevo rayo de sol, el griterío de los monos. Sientan
como pueden percibir el movimiento de animales más grandes. Sientan los olores. Sientan el
impacto de toda esa vida. Sientan como ustedes quieren llegar adonde el resto de la aldea no
llegó, como quieren llegar a descubrirse. Saber de qué son capaces. En este camino van a ir
encontrando distintos objetos. En un claro van a ver en el suelo dos cuernos muy grandes y muy
blancos de toro. Agáchense, tóquenlos, sientan sus formas. Con esos cuernos van a confeccionar
un atuendo y se lo van a poner en la cabeza. Van a sentir que llevan en ustedes le poder del toro.
Sientan ese poder y sigan avanzando. Van a encontrar, entre las ramas de un arbusto, la piel de
un león. Observen su color dorado, tóquenla, recórranla, huelan el olor salvaje del toro.
Tómenla y colóquensela sobre sus espaldas, cubriéndose con ella. Sientan que llevan con ustedes
el poder del león, la fuerza del león. Más adelante van a encontrar muchas plumas de águila.
Observen esas enormes plumas, bellísimas, suaves, flexibles. Van a hacer con ellas otro atuendo,
van a construir dos alas de águila y se las van a fijar en la espalda, y van a sentir que llevan con
ustedes la fuerza del águila, el poder del águila. Con esos atuendos van a seguir adelante,
recorriendo la selva, hasta llegar al borde mismo de la selva, donde quizás nadie ha llegado
antes. Van a ver un enorme claro con una colina. Ustedes van a ascender por esa colina, y
cuando lleguen a la cima van a ver que allí hay cuatro grandes piedras dispuestas en un
cuadrado. Esas piedras están toscamente esculpidas. Una representa un toro, otra un león,
otra un águila y la cuarta un hombre. Ustedes van a ponerse en el centro de las cuatro grandes
piedras, y van a darse cuenta que están donde querían haber llegado, donde nadie había llegado.
Han vencido la prueba. Van a sentir la alegría de saber que ustedes son los que han vencido la
prueba. Van a sentir como el corazón empieza a latir con fuerza y ganas de bailar, ganas de
danzar, ganas de gritar esa sensación de encuentro con ustedes mismos, ese júbilo por haberse
encontrado, por haberse descubierto. Bailen, dancen, griten si es necesario, hasta que van a
mirar al sol muy brillante en lo alto del cielo. Mirando al sol van a gritar “¡yo soy yo! ¡yo soy
yo!”. Van a proclamar su descubrimiento y, al hacerlo, van a ir sintiendo que se calman, que se
tranquilizan, que ya no necesitan bailar. El corazón se aquieta. Van a sentir que están con
ustedes mismos. Con esa mirada van a observar hacia la selva, el tenue hilo de humo que indica
donde está la aldea de la cual provienen. Observen ese hilo de humo y sientan todo lo que les
evoca. Sientan también que han comprendido que su camino es para adelante, sin volver, con
calma, porque se han encontrado a ustedes mismos. Van a seguir adelante, bajando la colina,
alejándose de la aldea...

Esta es la imagen para el signo de Leo...


Energía del signo de Virgo –
...Vamos a tratar de visualizar otra vez a la persona de Leo, ya sea hombre o mujer. Traten de
verla descendiendo por la colina, quitándose los emblemas (los cuernos de toro, la piel de león,
las alas del águila...). Traten de verla confiando en sí misma, confiando en su propio camino,
siguiéndose a sí misma, fiel a sí misma, sintiéndose que ese camino la aleja cada vez más de la
aldea de origen. Traten de sentirse esa persona. Van a ver que a lo lejos aparece una cadena de
montañas. A medida que avancen van a ir cruzando un inmenso trigal, muy dorado. Sientan
como si caminaran en medio del trigal: sientan como las espigas doradas acarician sus piernas,
sus cuerpos. Vean como se agigantan las montañas. Las montañas forman un arco, y ustedes se
dan cuenta que la aldea en la que nacieron, la selva que atravesaron, formaban parte de un
gigantesco valle. Ustedes van a sentir las ganas y la necesidad de atravesar esas montañas, de
descubrir qué es lo que hay del otro lado del valle donde nacieron. Sientan que ya llegaron al pie
de la montaña, al pie de la cadena de montañas, y empiezan a subir muy confiados y decididos.
Quieren ir más allá, anhelan conocer los que está del otro lado de su origen. Vean como suben
con mucha fuerza, con mucho ímpetu. Pero, de pronto, van a resbalar y van a rodar, también se
van a golpear y van a volver a subir. Nuevamente van a caer y van a seguir intentándolo. Van a
intentar pasar por un lugar en el que hay una pared imposible de escalar aunque lo intenten. Van
a probar distintos lugares, pero no van a poder: van a volver a caer, van a volver a golpearse.
Tengan la sensación de que no pueden. No pueden ir más allá. Están cansados, magullados,
golpeados. Sientan el cansancio de esa impotencia. Siéntanse muy cansados, exhaustos. No
pueden lograr lo que se habían propuesto. En la última caída ya no van a poder incorporarse.
Van a quedar al pie de la montaña, en el suelo, y el gesto que les va a salir, de la congoja, de la
impotencia, es el de abrazarse a la tierra. Abrácense con fuerza a la tierra sintiendo que no
pueden ir más allá. Lo único que pueden hacer es abrazarse a la tierra. Ese abrazo va a
provocar un movimiento casi inconsciente en ustedes: van a empezar a ovillarse. De sus bocas va
a empezar a salir un hilo muy blanco. Con ese hilo van a empezar a envolverse. Háganlo.
Envuelvan todo su cuerpo, empezando por los pies y las piernas, en un ovillo. El ovillo de esta
sustancia muy blanca, misteriosa. Están haciendo un capullo con ustedes mismos. Ustedes van a
quedar del lado de adentro del capullo, como una crisálida, hasta que estén completamente
envueltos. Los últimos giros los van a hacer dando vueltas su cabeza, girando su cabeza hasta
terminar de envolverse. Nosotros vamos a poder mirar lo que ha quedado afuera. Vamos a poder
mirar el capullo desde afuera y vamos a ver que tiene una extraña forma: ese capullo ha
reproducido la silueta de ustedes, pero así parecen tener patas de león, cuarto trasero de toro,
alas de águila y la cabeza parece ser la cabeza de una mujer. Lo que ha quedado al pie de la
montaña es una esfinge. Ustedes están dentro de esa esfinge. Lo único que puede verse en
movimiento es el movimiento de los ojos. Ustedes están observando, con los ojos muy activos,
desde adentro de la esfinge el mundo externo. Van a ver el trigal, la montaña, el cielo.
Obsérvenlo todo mientras están muy quietos y envueltos en la esfinge. Traten de percibir lo que
está pasando no sólo afuera, sino en el interior de ustedes, dentro de la esfinge. Ustedes van a
mirar el sol, y van a ver como un rayo de sol penetra por sus ojos y llega hasta su corazón e
inunda todo su cuerpo. Van a sentir que algo está pasando con ustedes: una enorme actividad
interior. Pero no van a poder ver, no van a saber qué es lo que está pasando. Algo sucede en el
interior de la esfinge, en la quietud de ese interior, algo sucede. Traten de percibirlo. Aunque
quieran explicarlo no van a poder. Ustedes están ahí la pie de la montaña, esperando. Esperando
que algo suceda en su interior. Esperando...

Esa es la imagen para el signo de Virgo...


Energía del signo de Libra —
...Vean otra vez la cadena de montañas que encierra un valle donde está la selva y la aldea. Vean
el inmenso trigal dorado al pie de esas montañas y también la figura de la esfinge, quieta, con
rostro de mujer, patas de león y de toro, alas de águila. Sólo el movimiento incesante de esos
ojos que todo lo observan, mientras el resto es quietud. Van a sentir ahora que hay un temblor en
la esfinge, una vibración, y comienza a cuartearse, a rajarse. Traten de ver como caen trozos
enteros de la esfinge, como se agrieta y se rompe el capullo. Traten de sentirse ustedes dentro de
la esfinge. Traten de sentir como aquello que los protegió, que los envolvió, ahora se
resquebraja, se disuelve y cae. Sientan que pueden comenzar a desplegarse, a abrirse. Sientan
esa necesidad de desplegarse y abrirse completamente, de extender toda su forma. Sientan el
placer de abrirse. Ahora están completamente abiertos, salen de la esfinge. Dense cuenta de su
cuerpo: ustedes se han transformado en una hermosísima mujer con bellísimas alas de mariposa.
Ustedes son una mariposa/mujer que se despliega y se abre, y gozan extendiéndose y abriéndose,
de la belleza de su cuerpo, de la sensación de apertura y liviandad. Sientan las ganas de sonreír
en el momento en que se abren. Sientan como la brisa acaricia todo su cuerpo, los envuelve.
Ustedes pueden sentir la brisa, y traten de percibir como la brisa empuja sus alas, como los
mueve suavemente. Ustedes pueden acompañar el empuje de la brisa, ustedes pueden elevarse.
Sientan la alegría de esa liviandad y de esa elevación, suavemente impulsados por la brisa y
moviendo apenas las hermosas y coloridas alas. Siéntanse danzar en el aire, cada vez más
arriba, viendo como se empequeñecen los restos de la esfinge y el trigal. Vean como van
apareciendo frente a ustedes nuevas partes de la montaña, hasta que pueden comenzar a ver lo
que estaba más allá del valle. Vean la inmensidad que se abre ante sus ojos mientras danzan en
la brisa. Vean como aparecen nuevas aldeas más allá, ríos, planicies, bosques, nuevos valles.
Vean muy a lo lejos una gran montaña oscura con una luz en su cima. Tengan la sensación de
que el mundo se ha ampliado enormemente. Es infinito. Quieren conocerlo y recorrerlo. Pero, al
mismo tiempo, desde el punto en el que están pueden gozar de la visión de la selva de la cual
provienen, pueden ver la aldea de la cual provienen, el maravilloso mundo del que provienen. Y
eso también los atrae. Ustedes pueden verlo todo: de dónde provienen y también todo lo que les
espera más allá. Perciban como si miran hacia el otro lado de la cadena de montañas, van a
alejarse de la visión de la aldea; y si retornan hacia la aldea, van a alejarse de la visión de lo
que está más allá. Dense cuenta que hay un solo punto desde el cual pueden abarcarlo todo.
Ustedes desean lo nuevo y también desean el origen, pero si consiguen uno entonces pierden el
otro. Hasta que se dan cuenta de que lo que realmente quieren es estar allí, en el medio,
danzando en el viento sobre la cadena de montañas, abarcándolo todo, viendo la belleza y la
perfección de todo, que es infinito y es gozo. Ustedes sonríen. Ahí está todo. Todo está presente.
Nada se pierde...

Esta es la imagen para el signo de Libra...


Energía del signo de Escorpio ˜
...Vean otra vez a la hermosa mujer mariposa de Libra danzando en el viento, sonriente, exactamente en
perpendicular a la cadena de montañas que encierra el valle de origen. Del otro lado están los nuevos
valles, las nuevas aldeas, los nuevos mundos. Observen otra vez el balanceo, pero vean como ahora la
atención de la mujer mariposa se dirige hacia un brillo en la cima de una montaña. Ese brillo atrae
irresistiblemente a la mujer mariposa, y sientan que ustedes son esa mujer/mariposa atraída por el brillo
que las hace descender hacia la montaña, hasta apoyarse en la roca y ver que ese brillo es la
empuñadura de una espada que está hundida en la piedra. Esa espada los atrae, tanto que van a tomar
su empuñadura y, en un gesto muy suave pero decidido, van a extraerla de la piedra. Miren la espada, el
metal, el filo, sientan el peso, vean el brillo, pero sobre todo sientan el poder de esa espada, la vibración
que tiene, y como su poder los transforma. Ustedes se transforman en un guerrero. Siéntanse un guerrero
decidido a descubrir, a conocer, a recorrer los mundos desconocidos. Sientan la sed por lo desconocido.
Lo desconocido los atrae y tienen que ir hacia allá, olvidándose de todo lo otro. Sientan el anhelo de
lanzarse montaña abajo. Háganlo. Sientan como bajan con rapidez, casi con precipitación, tomando
riesgos. Hasta que ya van a estar alcanzando el valle que hay del otro lado. Siéntanse en las llanuras y
quieran lanzarse hacia las aldeas nuevas para conocerlas y descubrirlas. Pero, de pronto, van a ver que
una grieta se abre en la tierra ante ustedes, y que algo ruge y se estremece. La tierra se ha agrietado y
una hendidura gigantesca y oscura está ante ustedes. Ustedes presienten que allí hay algo que se mueve,
algo que está por emerger. Algo muy oscuro y antiguo comienza a salir de las profundidades de la tierra,
de la oscuridad. Tiene forma de reptil, lleno de escamas húmedas, con enormes garras y una gigantesca
cola y grandes alas viscosas, echando fuego por las fauces. Un dragón emergió del fondo de la tierra.
Ese dragón les impide el paso y se lanza sobre ustedes. Ustedes sienten que no van a huir, sino que van a
luchar con el dragón, van a querer vencerlo. Háganlo. Golpeen al dragón con la espada. Sientan como
hieren la antiquísima carne de dragón. Sientan como el dragón responde con sus garras y también los
hiere y lastima. Luchen con fuerza, denodadamente. Es vida o muerte. Ustedes golpean y hieren, y son
heridos pero resisten. Hasta que de un golpe muy certero van a cortar la cabeza del dragón, van a verla
rodar y van a sentir el alivio del descanso y la alegría de la victoria. Pero, cuando ustedes quieren
emprender nuevamente la marcha, van a ver que el dragón regenera su cabeza. Con una nueva cabeza,
el dragón se lanza sobre ustedes. Imaginen que esto ha sucedido muchas veces, y que muchas veces han
cortado la cabeza del dragón, pero ésta siempre vuelve a aparecer, y el dragón vuelve a atacar y la lucha
continúa. Siéntanse sangrantes, heridos, exhaustos. Pero, ahora miren los ojos del dragón. Esos ojos los
atraen irresistiblemente. Vean la mirada del dragón. Vean como también el dragón está herido, cansado,
sufriente. Sientan en su interior los ojos del dragón, y van a tener ganas de acercarse a esa bestia. Van a
querer acariciarlo, más allá de la repugnancia. Toquen esa piel escamosa y antiquísima. Siéntanla
vibrar. Sientan el anhelo de acercarse aún más a ese ser monstruoso. Sientan las ganas de abrazarlo, las
ganas de subirse arriba del dragón. Háganlo. Siéntanse a horcajadas sobre el monstruo. Sientan la
vibración de ese ser antiquísimo. Sientan el poder del dragón. Ustedes cabalgan el poder del dragón, y el
dragón levanta vuelo. Siéntanse llevados hacia arriba por el poder del dragón. Sientan como el dragón
se lanza hacia el Sol y sube, y sube. Sientan el éxtasis de esa ascensión, y vean como, de pronto, el
dragón cambia de dirección y se lanza en picada nuevamente hacia la tierra. Sientan que no pueden
controlarlo, que no hay forma de detenerlo. Va hacia abajo, hacia la tierra otra vez, indomable. Sientan
como se lanza sobre una aldea y arrojando fuego por la boca destruye las casas. Vean los rostros
horrorizados de los aldeanos. Ustedes no pueden evitarlo, no pueden detenerlo. El dragón destruye y, al
hacerlo, vuelve a ascender y se lanza nuevamente hacia el Sol, hacia el éxtasis. Imaginen que esto ha
sucedido muchas veces. Ascensos y descensos. El éxtasis de la ascensión y la caída y la destrucción.
Sientan que en cada movimiento comprenden más la naturaleza del dragón, acompañan mejor la
naturaleza del dragón, pero no pueden cambiar el curso de ese movimiento. Ustedes ascienden y
descienden. De la luz a la oscuridad. Ascendiendo y descendiendo. Con el poder del dragón...

Esta es la imagen para el signo de Escorpio...


Energía del signo de Sagitario ™
...Vean otra vez al guerrero cabalgando sobre el dragón. Vean otra vez el ascenso y el descenso.
Siéntanse allí sobre el dragón, comprendiéndolo cada vez más, acompañándolo, sintiendo que
las oscilaciones son cada vez menos bruscas. Pero sientan también que están cansados, que
están agotados por ese movimiento incesante. Sientan que anhelan una resolución, pero que no
saben como lograrla. Van a tener el impulso de pedir ayuda. Van a desenvainar la espada.
Sientan la espada en su puño y elévenla pidiendo ayuda, y van a ver que desde una montaña muy
lejana con una luz en su cima surge un rayo de luz. Ese rayo de luz baña la espada, los inunda e
inunda al dragón. Déjense inundar por esa luz, deje que penetre en ustedes y que penetre en el
dragón, y van a ver como todo cambia. De pronto, ustedes están galopando sobre un corcel
blanco en una inmensa llanura. Sientan el viento en el rostro y en el cuerpo. Ya no tienen ropa de
guerrero, sino que tienen un atavío muy liviano. Sientan como el viento los baña, como galopan
sobre el corcel blanco debajo de sus cuerpos, sientan su docilidad y la alegría del galope en la
pradera, sin obstáculos. Sientan ganas de reír, de gritar. Acaricien el cuello del caballo. Van a
tener ganas de abrazara ese ser dócil, pero potente, veloz, que responde al más mínimo contacto
de sus rodillas y de sus talones. Sientan la belleza de su movimiento, y sientan que ustedes no
necesitan dirigir el galope, porque en realidad el caballo blanco sigue la dirección de una flecha
de fuego que surca el cielo, apenas delante de ustedes. Obsérvenla. Sientan como esa flecha
marca el camino, como el caballo la sigue sin equivocarse jamás. Entréguense confiados al
galope. Que sea cada vez más rápido. Gocen con el movimiento. Vean como cambian los
paisajes, como atraviesan ahora una doble hilera de columnas, blancas a un costado y negras al
otro. Ustedes pasan exactamente en el medio, con la flecha y el caballo. Ustedes ya no miran a
los costados: miran hacia delante. El viaje sigue. Cada tanto, la flecha parece haber llegado a
destino. Se oculta tras una montaña, donde los árboles de un bosque. Sin embargo, cada vez la
flecha vuelve a aparecer y el viaje continua. Continúa el gozo. Sientan como quizás ese viaje
continúe para siempre. Sientan como eso no importa, como lo que aman es el galope, el viaje, la
libertad y la alegría. El viaje. El viaje es lo único que existe...

Esa es la imagen para el signo de Sagitario...


Energía del signo de Capricornio š
...Vean otra vez al caballo blanco galopando en la pradera, al jinete de ropas livianas riendo y cantando,
siguiendo la flecha de fuego. Sientan otra vez que ustedes son ese jinete. Sientan otra vez las ganas de
cantar, de reír. Gocen del galope y vean como en el horizonte se va agrandando la forma de una
montaña muy oscura, que al acercarse se hace inmensa y en cuya cima hay un resplandor. Vean como la
flecha de fuego se oculta en ese resplandor, desaparece y ya no regresa. Ustedes se dan cuenta de que
han llegado a destino. Siéntanse a los pies de una gigantesca montaña de roca muy oscura cuya cima,
desde la base, ya no pueden ver porque se pierde entre las nubes. Pero ustedes saben que en esa cima
está el resplandor. Dense cuenta que tienen que bajarse del corcel. Van a sentir frío allí y van a sacar de
sus alforces una capa oscura con una capucha y se van a envolver con ese atuendo. Van a darse cuenta
que el caballo ya no podrá acompañarlos, y tiene que despedirse de él. Háganlo y empiecen a ascender
la montaña. Sientan que están determinados a llegar y que hay un tiempo para hacerlo. Sientan que van
a avanzar paso a paso. Van a ir poniendo las manos y los pies en los lugares sólidos y seguros, aunque
sean arriesgados. Sientan el esfuerzo que tienen que hacer con el cuerpo. Sientan como tienen que ser
flexibles y decididos. Paso a paso, lentamente, van subiendo. Ustedes van a llegar. Sienten que no tienen
otra opción más que llegar a la cima. Lentamente. Sientan como sopla un viento helado. Siéntanlo en las
manos, en la cara. La roca está muy fría y es cortante. Por momentos sienten que no pueden respirar en
ese viento, pero van a seguir subiendo, paso a paso, concentrados en los que hacen. Se dan cuenta que
avanzan por cornisas peligrosísimas y que no pueden distraerse. A sus pies se abre un abismo y tienen
que estas muy atentos. De vez en cuando atraviesan torrentes de agua muy cristalina que corre por las
rocas. En esas aguas flotan flores hermosas y nadan peces de colores, pero ustedes no pueden detenerse
a considerarlos. Ustedes tienen que llegar a la fuente de todo eso. Siguen. Imaginen que han subido
durante mucho tiempo, que ya están avanzando entre las nubes, entre la niebla, y se hace cada vez más
difícil porque no pueden ver con claridad, pero sienten que están más cerca. Ya sus manos se hunden en
la nieve y el hielo. También sus pies. Se dan cuenta que están llegando a la cima y ya caminan en la nieve
y el hielo. De pronto pueden ver enfrente de ustedes el resplandor casi enceguecedor de esa cima. Han
llegado. Van a avanzar entre la nieve y el hielo hacia el resplandor. Casi no pueden mirar por su brillo.
Hasta que se van a dar cuenta que el resplandor está al otro lado de un abismo y no pueden llegar a él.
Miren hacia abajo, a la enorme grieta de la que no pueden ver el fondo. Van a empezar a caminar al
borde de la grieta buscando un paso. Sientan el viento, la nieve y el frío. No encuentran el paso, pero
ustedes insisten. Hasta que al fin van a avizorar, bamboleándose en el viento, un puente de soga
colgante, muy rudimentario, que pasa sobre el abismo. Nuevamente sienten el alivio de estar al alcance
de la meta, de haber cumplido con su objetivo. Sientan esa satisfacción al llegar al puente. Y antes de
atravesarlo van a tener ganas de mirar hacia atrás, de contemplar todo el camino recorrido. Traten de
mirar hacia abajo, a través de las nubes, ese pequeño puntito que es el caballo blanco que los acompañó.
Mucho más lejos, a través de la llanura, los ríos, los bosques, vean aquel lugar donde lucharon con el
dragón. Vean el anillo de montañas que rodea el valle de origen. Casi pueden imaginar el trigal, la
colina con las cuatro rocas, la aldea de la cual provienen. Tomen conciencia de todo el camino, de todos
los pasos, de todo el esfuerzo. Sientan la satisfacción por haber llegado, y con esa satisfacción se van a
dar vuelta para cruzar el puente. Pero, van a ver que en el puente ha aparecido un extraño ser que les
impide el paso. Es una gran cabra con un ojo en la frente y con la cola de reptil que cuelga por sobre el
puente. Esa cabra les va a hacer una pregunta de cuya respuesta depende el paso. La cabra tiene la voz
de todas las voces de la humanidad, de todos los sonidos de los animales y de la naturaleza. Traten de
escuchar esa voz infinita, llena de ecos. Esa voz les va a preguntar: “¿quién ha hecho este camino...?”

Esa es la imagen para el signo de Capricornio...


Energía del signo de Acuario ›
...Vean otra vez el personaje encapuchado con el manto oscuro en la cima de la montaña, en la
nieve y el hielo. Vean otra vez el resplandor al otro lado del abismo y el puente colgante en el
cual está la cabra con la cola de saurio y con un ojo en la frente, que les impide el paso.
Siéntanse otra vez ese personaje. Sientan otra vez el frío y la sensación de logro por haber
llegado hasta allí, pero también la inquietud ante la pregunta de la cabra. Vuelvan a escuchar la
pregunta de la cabra que habla con miles de voces, todas las voces de la humanidad, todos los
sonidos de la naturaleza. La cabra pregunta: “¿quién ha hecho este camino..?” Registren el
impulso de contestar: “¡Yo! ¡yo lo he hecho! ¡ yo he llegado hasta aquí..!” Pero sientan que
algo, muy adentro de ustedes, dice otra cosa, dice: “¡La vida lo ha hecho! ¡la vida ha hecho y
es este camino..!” Vean como al decir esto un rayo golpea el puente. El puente se rompe y la
cabra cae al abismo. Ahora ya no hay cabra, pero tampoco hay puente. Ustedes están frente al
abismo. Sientan que pese a que ya no hay puente, una sensación de extraña libertad y confianza
los invade. Se van a sacar el manto y la capucha, quieren sentirse muy livianos. Y, aunque saben
que no pueden, van a cometer una acto irracional: van a saltar por sobre el abismo, aunque
saben que racionalmente no podrán llegar. Tengan la sensación de ese anhelo irracional y
salten. Siéntanse sobre el vacío, suspendidos en el vacío, a punto de caer. Nada los sostiene. Y
van a sentir que una forma luminosa, una luz, los va a envolver mientras caen, mientras están en
le vacío. Sin saber cómo, esa luz va a entrar en ustedes y los va a depositar al otro lado. Ustedes
están del otro lado del abismo, en el resplandor. Y van a ver emerger del resplandor a muchas
personas que los estaban esperando. Son personas muy diferentes cada una de las otras,
personas que nunca habían visto en toda su vida y que, sin embargo, sienten que las conocen.
Esas personas tienen una luz en la frente y les dan la bienvenida, como si los hubieran estado
esperando. Ustedes van a mirar hacia atrás, hacia la montaña por la cual ascendieron, y van a
ver que por su ladera, por su costado, están subiendo muchas personas envueltas en sus
capuchas y en sus mantos. Ninguna de ellas ve a las otras, cada una cree estar sola tal como
ustedes lo creyeron. Todas ascienden por caminos distintos. Ahora, ustedes van a seguir a las
personas con las que se encontraron, como si adivinaran qué es lo que hay que hacer, qué es lo
que ellos quieren, sin necesidad de que se los digan. Les van a dar a elegir un cántaro, un
recipiente para el agua. Vean los hermosos cántaros que hay. Ustedes pueden diseñar el suyo de
la forma, los colores y los dibujos que quieran. Elijan uno, y con ese cántaro van a ir al centro de
la montaña, donde hay una fuente de agua transparente, muy cristalina, y van a ver como todos
llenan su cántaro, lo van llevando al borde de la montaña y arrojan el agua hacia abajo. Ustedes
van a hacer lo mismo. Van a ver como se forman torrente, ríos, que llevan el agua donde es
necesaria, montaña abajo, valle abajo, río abajo. Ustedes comprenden que esto es lo que quieren
hacer: quieren, junto a todos los demás, hacer que el agua de la fuente llegue a donde se la
necesita. Lo van a hacer llenando el cántaro y vaciándolo, sintiéndose muy unidos a todos los
demás, aunque no los conozcan. Cantando con ellos o permaneciendo callados. Cada uno a su
manera va a ir llevando el agua para que llegue donde es necesaria. Ese es su más profundo
deseo. Esa es su libertad. Llevar la energía a donde es necesaria...

Esa es la imagen para el signo de Acuario...


Energía del signo de Piscis œ
...Vean otra vez al grupo en la cima de la montaña, allá donde brilla el Sol, donde reina el
resplandor. Vean otra vez la fuente de la cual surge potente el agua cristalina, llena de vida.
Siéntanse otra vez allí con su propio cántaro multicolor, llenando la vasija y vaciándola,
montaña abajo, formando ríos y torrentes. Reconozcan otra vez a sus compañeros de tarea.
Distingan otra vez la estrella que brilla en su frente. Siéntanse conectados con esas personas que
no conocen y, sin embargo, pueden tocarle el corazón. Sin decir palabra, de pronto se van a dar
cuenta que algo ha cambiado. Todos se dan cuenta al mismo tiempo. Lo que van a hacer, con
toda naturalidad, es dejar los cántaros y reunirse y tomarse de la mano. Van a ir hasta el borde
de la montaña. Van a mirar hacia abajo y van a ver que ya no hay valles, praderas, bosques y
montañas, sino que sólo hay mar. En todas las direcciones, un mar sin límites, un océano sin
límites. Vean el oleaje desde la cima de la montaña, como rompe sobre las rocas. Imaginen la
profundidad de ese mar, el abismo debajo de él. Hasta el horizonte, en todas direcciones, sólo
mar y, al mismo tiempo, la certeza de que cada uno de ustedes tiene que ir hacia allí, que es la
hora de entrar en el océano. Todos juntos, tomados de la mano, se van a lanzar al agua. Sientan
como caen, se sueltan de los demás y entran en le agua. Sientan el efecto de ese océano. El
océano los llama. Su cuerpo se disuelve, no sienten sus límites, y se entregan. Van hacia el fondo.
No tengan miedo, porque lo que hay en ustedes es de la misma naturaleza del agua que está en
acción. Ustedes pueden respirar allí, mientras van cada vez más hacia abajo, en ese cuerpo en
disolución. Vean como se alejan cada vez más de la superficie y van llegando a las zonas donde
ya no llega la luz del Sol, donde todo es noche, donde todo es oscuridad. Tendrán la sensación de
ir hacia el abismo, hasta que van a darse cuenta que su estrella brilla en su frente y por eso
pueden distinguir en las profundidades del océano. Déjense guiar por la luz de la estrella, cada
vez más hacia abajo. Hasta que van a tocar le fondo del océano.

Van a darse cuenta que allí hay rocas muy antiguas. Muchas de ellas tienen extraños signos
grabados. El tiempo está allí, en el fondo del abismo. Y van a darse cuenta también que hay seres
atrapados debajo de las rocas. Su instinto va a ser remover esas rocas. Háganlo, remuevan las
rocas del fondo. Van a ver como pequeños cangrejos pueden liberarse de las rocas y nadar hacia
arriba, hacia la luz del Sol. Dense cuenta ahora que no son los únicos que están removiendo las
rocas: a los costados van a ver las estrellas de sus compañeros de la montaña brillando en el
fondo del abismo, como si el cielo estrellado hubiera descendido a las profundidades del mar.
Retengan esa imagen de todos aquellos que, como ustedes, tienen el instinto de remover las rocas
para que los cangrejos se liberen y asciendan a la superficie. Los cangrejos ni siquiera los ven,
ni siquiera se dan cuenta de lo que ustedes hacen, pero es lo que ustedes sienten que tienen que
hacer. Ustedes son el movimiento que va hacia abajo para que algo se libere en el fondo y
ascienda. Eso es lo que tienen que hacer, esa es su naturaleza. Descender para que lo que está en
el fondo suba. No hay diferencia entre ustedes y los cangrejos. Es un solo movimiento. La Vida
asciende y la Vida desciende. Se busca, se reúne y se separa. Es un solo movimiento...

Esa es la imagen para el signo de Piscis...

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