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...Visualicen el mar. Un mar embravecido, potente, en un día totalmente nublado. Nubes muy
densas y oscuras, bajas. Traten de escuchar el fragor de las enormes olas, como rompen entre sí
y sobre la playa. Traten de oler el mar, de sentir su gusto salado. Todo es muy oscuro, pesado,
denso. Hasta que, de pronto, las nubes se entreabren, un rayo de sol pasa entre ellas y golpea
con su luz la superficie del océano Traten de imaginar que ese rayo de sol toca el abismo del
océano y despierta un torbellino que, desde las profundidades, empieza a ascender. Imaginen
que algo está por aparecer desde la profundidad del abismo, traído por el rayo de sol. Y vean
que, de pronto, irrumpe sobre el mar un gigantesco carnero de luz y de fuego. Puro fuego, pura
luz, lanzada con enorme potencia sobre las olas y que salta hacia la playa. Traten de ver su
cuerpo en plena carrera hacia la playa, con la cabeza gacha, sin mirar, corre a toda velocidad
sin mirar. Es de luz y de fuego, tiene un par de cuernos en espiral, muy grandes y potentes, y
tiene algas envueltas en los cuernos y las pezuñas. Salta y cabecea para sacarse de encima esas
algas...
...Acérquense más al carnero, registren más su velocidad, su potencia, su fuerza. Vean como no
mira, escuchen el golpear de los cascos sobre el suelo. Acérquense aún más, como para sentir el
calor y la radiación. Y, ahora, ustedes se van a convertir en ese carnero lanzado a toda
velocidad. Ustedes son un carnero de luz y de fuego. Sientan la fuerza de su energía, la potencia,
el anhelo de correr, de sentir su potencia. Ustedes no necesitan mirar, no quieren mirar. Ustedes
son pura fuerza, sólo pueden ver como la arena pasa a toda velocidad delante de sus ojos. Ni
siquiera imaginan obstáculos, sólo quieren sentir la potencia, sentir la fuerza, sentir el estruendo
de sus cascos, sentirse. Ustedes sólo quieren ser, ustedes lo son. Ustedes son energía pura,
lanzada...
...Sientan también las ganas de abrazarlo. Abrácenlo. Sientan la fuerza de ese cuerpo, como
palpita, como vive. Ustedes van a convertirse en ese toro. Ustedes son un toro alimentándose en
la pradera. Sientan el tremendo peso de su cuerpo sobre sus cuatro patas. Siéntanse firmemente
apoyados sobre la tierra. Aprecien el sabor de la hierba, su olor, como es alimento. Aliméntense.
Sienten como entra la energía y se transforma en su interior. Sientan como circula la sangre en
sus venas, como están llenos de vida. Sus movimientos son muy lentos porque son muy grandes,
pero sientan toda la potencia de su cuerpo. Sientan que podrían lanzar su cuerpo si fuera
necesario. Sientan la vitalidad, la sexualidad del toro, la energía que corre, que entra y corre.
Vean el mundo con los ojos del toro. Aprendan de la mirada del toro. Traten de ver los árboles,
los pájaros, las nubes, tal como mira el toro: oliendo, saboreando, escuchando, viendo como
afuera está la vida, la misma vida que está adentro. Todo es vida. Vida afuera que entra. Vida
adentro que sale. Sientan como circula la vida en sus cuerpos y fuera de ustedes. Ustedes son
vida. La vida afuera, la vida adentro. Una sola vida...
...Vean como ese huevo cae y se divide en dos, quedando suspendido en el vacío. Imaginen las
dos mitades del huevo blanco flotando en el espacio, en el vacío, en el silencio. Acérquense más y
verán que de las dos mitades del huevo sale un bebé, un niñito dorado muy sonriente, muy
alegre. Pueden escuchar su risa en la inmensidad del espacio, su alegría. Y el bebé dorado va a
estar rodeado por cubos: infinitos cubos de luz y de oscuridad. Observen como los ojitos del bebé
miran la luz y miran la oscuridad, como son atraídos por la luz y por la oscuridad. Observen
como comienza a hacer combinaciones, como comienza a jugar con los cubos y a construir.
Miren como arma combinaciones de cubos y ríe. Deja esa combinación y empieza a hacer otra y
otra y otra. De pronto, voltea una pila, la destruye, ríe y comienza con otra. Miren como el bebé
juega con la luz y la oscuridad. Acérquense más al bebé. Tóquenlo, sientan su suavidad, pero
sobre todo escuchen su risa hasta que ustedes sean ese bebé. Ustedes son un bebé dorado,
flotando en el espacio infinito. Alrededor de ustedes está la luz y la oscuridad. Ustedes juegan
con ella creando mundos de luz y de oscuridad. Jueguen, hagan todas las combinaciones que
quieran. Prueben todo lo que quieran. Construyan. Desarrollen los matices. Diviértanse. Rían.
Construyan mundos, porque ese es su juego. Derriben mundos, porque ese es su juego. Ustedes
sólo tienen que jugar. No hay nada más que jugar. Jugar eternamente. Divertirse. Expresar la
alegría. Experimentar lo nuevo cada vez. Jugar...
Van a darse cuenta que allí hay rocas muy antiguas. Muchas de ellas tienen extraños signos
grabados. El tiempo está allí, en el fondo del abismo. Y van a darse cuenta también que hay seres
atrapados debajo de las rocas. Su instinto va a ser remover esas rocas. Háganlo, remuevan las
rocas del fondo. Van a ver como pequeños cangrejos pueden liberarse de las rocas y nadar hacia
arriba, hacia la luz del Sol. Dense cuenta ahora que no son los únicos que están removiendo las
rocas: a los costados van a ver las estrellas de sus compañeros de la montaña brillando en el
fondo del abismo, como si el cielo estrellado hubiera descendido a las profundidades del mar.
Retengan esa imagen de todos aquellos que, como ustedes, tienen el instinto de remover las rocas
para que los cangrejos se liberen y asciendan a la superficie. Los cangrejos ni siquiera los ven,
ni siquiera se dan cuenta de lo que ustedes hacen, pero es lo que ustedes sienten que tienen que
hacer. Ustedes son el movimiento que va hacia abajo para que algo se libere en el fondo y
ascienda. Eso es lo que tienen que hacer, esa es su naturaleza. Descender para que lo que está en
el fondo suba. No hay diferencia entre ustedes y los cangrejos. Es un solo movimiento. La Vida
asciende y la Vida desciende. Se busca, se reúne y se separa. Es un solo movimiento...