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PERSPECTIVAS RECIENTES EN EL ESTUDIO SOCIAL DE LA CIENCIA HEBE M. C. VESSURI ciologia de la ciencis = cresid lenta pero fir- memente, especialmente Ia corriente lie derada por Robert K. Merton en los Fas 1940 y 1960 la so- Estados Unidos. En e:e periodo se cons tituyé una tradicién de investigacién empfrica espectficamente sozioldgica, ‘ocupada en descifrar qué es to que hace que Ia ciencia sea nica entre las insti- tuciones productoras de cultura y qué ex- pica Jos orfgenes de la ciencia moderna en el siglo XVII y sti ascenso en cuatro siglos a una posicién de monopolio cog- nitivo sobre ciertas esferas de decision (Gieryn, 1982). De esta forma la agen- da de ls disciplina incluyé el estudio de las eatacteristicas de ta ciencia como ins- titucién y como tradicién. Los interro- gantes que procurd develar fueron cémo surgid ¥ se institucionalizé esa tradicién nica de Ia ciencia moderna, Smo se organiz6 ta investigacién, qué es lo que ha determinado cambios en Ia organiza: ci6n cientifica, y cémo se relacionan es- tos cambios con Ia investigacion (Ben- David y Sullivan, 1975) Hacia 1970 la hegemo. rnfa mertoniana comenz6 a ser desafia- da por alternativas programiticas que se proponian revertir lo que consideraban una disociacién exagerada de los. aspec~ 05 sociales de Ia actividad cientifica res- ecto de los aspectos cognitivos. El giro ;ti-mertoniano de los 70 y el reestable- cimiento post-kubniano de tos vinculos entre la sociologia de Ia ciencia y la so ciologia det conocimiento, la puesta ea evidencia por fos elnometodélogos de la diversidad de _maniobras colectivas por medio de las cuales se constituyen los objetos, tanto de la vida cotidiana como de Ia ciencia, y la diversificacién de Ia racionalidad Segtin los objetos y las ci ccunstancias a que se aplica, la indagacién habermasiana de las orientuciones del conocimiento y del sentido mismo de ta objeividad, favorecieron el surgimiento Ge varias lineas de investigacién mis 0 menos tangenciales con la mertoniana, ccon la ambicién de renovar ta teoria y 1a prictica en el campo del anilisis socio- Togico de ta actividad cientifica. El pre- sente ensayo revisa algunas de esas pers pectivas de anilisis mas recientes. EI programa fuerte de Ia sociologia det Conocimiento Cientifico Curiosamente, el pro- rama fuerte de ta sociologia del conoci- miento cicntifico fue propuesto en In- Siaterra por un filGsofo y matemitico, David Bloor (1976) y no por un socié: logo, en el deseo de dar una base a su critica de la objetividad cieraifica, tal como se planteaba en la filosofia anali- & inglesa, Pare un filésofo como Gil: t Ryle (1949), por ejemplo, slo el error necesi:a ser explicado pues para él Ta cuestién de la verdad de un enunciado como relacién a un referente es central y el problema son las condiciones de esa verdad en una relacién triangular entre la experiencia, Ia l6gica y el lenguaje. Se- alin Ia tesis fuerte, en cambio, los mismos tipos de ceusas geben explicar las creen- cias “verdaderas” y las “falsas”. Lo que los epistemélogos estudian, dice Bloor, son las reglas aceptadas como racionales fen su propia sociedad. Por lo tanto, toda sociedad puede tener sus epistemélogos y sus modos esranderizados de usar termi- nologia cognitiva (Hesse, 1980; Latour, 1988). Al suponer que las reglas de ar- gumento ¥ fos criterios de verdad son internos al sistema social o quizés & un conjunto de sistemas sociales, el andlisis social ¢ histérico adquiere el potencial de proporcionar una critica vélida inelu- sive de nuestros propios presupuestos, acercandose a ly urdicién de la berme- néutica, [a cual no supone un solo len- / PALABRA CLAVE / Sociologia de la ciencia / Hebe M. C. Vessuri, argenti 1. Hizo docenci Universidad de Oxford, Gran Bretai dios sociales de la cienci Caracas 1020-A Venezuela, Fax (2) 571-3164, ne una extensa lista de pub y antropologia social. Direccién actual Dept. de Estudios de la Ciencia. IVIC, Apartado 21827. 1a, Dip. Anthrop. (1963), B. Litt. (1964) y 1. Phil, (1971) de Ia ¢ investigacién en varias niversidades de Canad, Argentina, Venezucla y Brasil, Directora del Departamento de Politica Cientifiea y Tecnolgica de Ia CAMP) y coordinadora del programa de postgrad de ese Departamento. lad Estadual de Campinas (UNT- icaclanes sobre estu- 6 (0378-1848/91/02-060-09 § 3.00/0 MAR-APR 1991, VOL 16, No 2 IMERCIERCIR guaje ni Ia inconmensurable relatividad de los lenguajes sino que la comprensién intercultural y la erit‘ca autorreflexiva son posibles ¢ iluminadoras, En el mismo ataque a la epistemologia Bloor incluye a la socio- login clisica, atribuyéndole el haberse confinado sl émbito del error y la ideo: logfa, y el haber evitado cualquier con- sideracién de lo que no pudiera conside- arse conocimiento genuino. Sabemos, ppor otto lado, que ya Meston habia dicho que “a revolucién copernicana ¢. mbito de investigacién, es la hipésesis de que no sélo el error, Ia ilusién 0 Is creencia sin fundamento, sino también el propio descubrimiento de la verdad ‘estan condicionedos por la sociedad y por In historia” (1945). Pero donde Merton habla de ““escubrimiento de la verdad”, Bloor habla de explicar “las creencias verdaderas”, Tal vez Ia manera de en- tender a Bloor sea como un producto re- presentativo de los cambios “culturales” fen los mundos intelectual y artistico en los 608, Desde entonces, como bien lo resefia Toulmin, la basqueda de ideas abstractas y universales que habia carac- terizado al siglo xx, pas6 curiosamente ‘de moda, comparada con el andlisis con- creto de episodios y situaciones hist6ri- co-culturales particulares. El formalismo caracteristico de décadas anteriores ya no parecia atraer el interés, al menos cuando se daba divorciado de considera- cciones de funcién, No interesaba ya desa- rrollar teorfas intemporales acerca de la naturaleza general de los “grupos socia~ les” y de la “accién social” sino tener comprensiones hist6ricas del cardcter y expetiencias de éste 0 aquel grupo 0 co- lectividad humanos; se buscaba captar no tanto Ia estética general del equilibrio cultural como a dinémica de cambios culturales particulares; lograr no tanto el .or de sistemas axiométicos como la ‘estabilidad prictica y computabilidad @e programas y algoritmos (Toulmin, 1977). Asi, las corrientes que a partir de los afios 60 se abrieron paso en Ia filo- sofia de la ciencia, fueron caracterizadas como el pasaje de’ Ios modelos légicos a los modelos histéricos (Hesse, 1980) 0 como la transicién de la preseripcién me- todoldgicu a la descripcién socio-histéri- ca (Pollak, 1983). En el nuevo clima ideol6gico que se vivi6, se vieron mina. das muchas de las premisas de las cua les dependia 1a explicacién empirista ‘estindar déndese una reintroduccién det relativismo que habfa sido tan fuerte en la antropologia socio-cultural. La obra de Bloor —Knowledge and Social Imagery— com- IMIERCIENCIR MAR - APR 1991, VOL. 16, NO 2 prende una parte teérica general que es lun manifiesto para el “programa fuerte” fen sociologia de la ciencia, seguida de una serie de ilustraciones de su propues ta, EI principio que enuncia para la so- ciologia es que sta debe adherir a los misraos valores que otras disciplinas cien- ‘ificas y que debe ser 1. causal, es decir, 02 parse de las condiciones que producen creencias 0 estados «le conocimiento, Na- turalmente habri otros tipos de causas aparte de las sociales que cooperarin en la produccién de ereencias, 2. impareial con res- pecto a la verdad y la falsedad, racionali- dad 0 irracionalidad, &xio © fracaso. Ambas facetas de estas dicotomias requie. ren explicacién. 3. simétrica en su estilo de explicacién, Los mismos tipos de cau- terizaron por una cierta especificidad con respecto a las que dominaran la discipli nna entre los aos 40 y 70. Entre los in- lerrogantes de la agenda intelectual es- tuo el de Ia naturaleza del conocimien: to humano en general, més que del co- nocimiento cientifico en particular (Barnes, 1981, 1982). EI conocimiento ienifizo no es tratado como episteino- Togicamente especial ab initio de la inves tigacién constitwida por esta pregunta Le ciencia, en planteamientos como el de Barnes, merece ser estudinda sociol6gi imente, justamente porque aparece co- imo el ejemple candnico de conocizniento, © porque es una instituci6n productora de conocimient fécilmente accesible, ya que despliega abiertamente una buena parte de sus procesos de produccién, EL uso exitoso de un concepto, inclusive dentro de la cul- Lo que los epistemélogos estudian, dice Bloor, son las reglss aceptadas como racionales en su propi sociedad. sa deben explicar las creencias verdade- ras y las falsas, 4, reflexiva. En princi pio sus criterios de expticacién debie- ran ser aplicables a la sociologia misma. Al igual que el requisito de simetria, és- ta es una respuesta a la necesidad de bus- car explicaciones generales. Es un requir sito bisico obvio porque de otra manera Ia sosiologia seria una refutacién activa de sus propias teorias. Bajo la épida de la “nueva” sociologia del conocimiento ciemtifico surgié una literatura empfrica variada, con verdaderos aportes a la so- clologia ¢ historia de la cieneia, que pu so en evidencia la flexibilidad interpre- tativa de los datos experimentados y Jos mecanismos a través de los cua- les se limita el debate infinito acerca de Ja interpretacién. También mostré ta ‘ocurrencia de irregularidades con res- pecto a las normas “oficiales” de Ja cien cia y que los argumentos cientificos pue- den ser utilizados como téctica para con- vencer més que como demostraciones desinteresadas de los hechos (Pickering, 1980). Indirectamente, en conjunto esta Titeratura contribuyé a la reevaluacién de varios de los estercotipos de la cia sostenidos por historiadores y fil6so- fos. Las preguntas constitutivas de la 80- ciologia de Ia ciencia en los 80 se carac- tura de la ciencia, es un logro contingen- te, Este uso de los términos trae a la mente la obra de los etnometoddlogos, quienes influyeron en las corrientes recientes do la sociologia del conoci- miento cientifico, las cuales exponen el caricter “adquirido” de la aplicacién de conceptos (Garfinkel, 1967; Garfinkel et al., 1981). Entre los estudios intere santes que se han hecho desde Ia sociolo- ‘a del conocimiento reciente de concep- tos claves en ls actividad cientifica, es én os. de descubrimiento (Brannigan, 1981), experimento y repetici6n valida el experimento (Collins, 1975), prueba (Pinch, 1977), problema (Callon, 1980), logica (Latour, 1980), contradiceién (Pinch, 1980), hecho cientifico (Latour y Woolgar, 1979) y metéfora (Knorr- Catina, 1980). Pero atin as, por varia das ¢ instructivas que sean, las contribu- ciones convergen en un esfuerzo por pro- bar que Ia clencia, lejos de ser una acti- vided auténoma regida por sus propias leyes, esté determinada, en. sus. mismos productos, por factores’ sociales, Es co- ‘mo si cada trabajo se propusiera ser una reflexién teériea goneral sobre la génesis Social del producto cientifieo, con un contraste may amplio entre Ia pretensiGn de proponer tn principio explicativo y Ia debilidad de la explicacién empitica a

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