UNIVERSIDAD DE NAVARRA | Facultad de Teología
ANÁLISIS DE TEXTOS TEOLÓGICOS
Profesor: D. Rodrigo Muñoz de Juana
Alumno: José Luis Chinguel Beltrán
Carlo CAFFARRA († 2017).
VIDA EN CRISTO
EUNSA, Pamplona 1988; 230 pp.
***
Carlo Caffarra, fallecido hace poco
más de dos meses, es considerado
una de las referentes en el ámbito de
la Teología moral, especialmente en el
área del Matrimonio, la familia y la
sexualidad humana. Es conocido su
aporte desde que, en enero de 1981, le
fuera encargado fundar y presidir el
Pontificio Instituto Juan Pablo II para
estudios sobre el Matrimonio y la
Familia. Sin embargo, tiene también
aportes destacados en el ámbito de la
fundamentación de la moral cristiana
dentro del cual se enmarca Vida en
Cristo.
(I) En este libro, que por alguno i ha
sido estimado como esbozo o
“presentación sintética” de la moral
cristiana ii y que nosotros hemos
ubicado —basándonos en la opinión
de un autor estudioso de las obra de
Caffarra— dentro de una de sus líneas
temáticas: la teología moral
fundamental iii. El libro, escrito en
Milán en 1981, se halla en un contexto
posterior al Concilio Vaticano II,
denominado de Renovación de la
moral, y que Zelaya (2006: 68-90)
sitúa —dicha renovación—en torno a
los siguientes puntos de discusión (1)
la aplicación del método trascendental
en la teología moral, (2) la
especificidad de la moral cristiana (3) la
autonomía moral.
(II) Sus 230 páginas se distribuyen en
12 capítulos agrupados en tres partes:
El Fundamento. | La mediación.
Vivientes en Cristo. | La respuesta. La
realización de la vida en Cristo.
(III) LA PRIMERA PARTE consta de cuatro
capítulos y presenta, ante todo, que El
fundamento de la ética cristiana está
en la vida de Dios: el cristiano vive
éticamente cuando vive
sobrenaturalmente, cuando está
relacionado íntimamente con cada
una de las tres Personas divinas. Dicho
fundamento es Trinitario, pues dice
relación en Cristo iv, por el Espíritu
Santo hacia el Padre. Lo específico de
esa relación del fiel cristiano con Dios,
y según cada una de las Personas
Beatísimas, se aborda en los tres
primeros capítulos; mientras que el
cuarto capítulo se refiere a la verdad
del hombre v.
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(IV) La SEGUNDA PARTE del libro, que
Caffarra denomina La Mediación.
Vivientes en Cristo en la historia, está
compuesta por tres capítulos. En ella
enfatiza que la unión con Dios, con
ese Dios Uno y Trino, sólo es posible
por la gracia que nos va conformando
con Cristo vi.
- Comienza el capítulo I con la
consideración de Jesucristo como
norma del creyente, es también
propuesto como norma moral objetiva
para todo cristiano vii. Culmina con la
mención de la Teología moral como
disciplina teológica viii.
- El capítulo II se titula La Alianza con la
Sabiduría creadora. Allí, entre otras
argumentaciones, sostiene Caffarra
que dicha alianza está inscrita en el
mismo ser del hombre, y eso incluye a
todo el hombre ix. Junto con
distinguir la presencia de normas
morales negativas y positivas x, afirma
que esas normas se funda en el valor
ético y no al revés xi.
- Aunque las normas morales sean
“expresión de la exigencia de todas
las dimensiones humanas” xii, estén
“escritas” en el hombre [ley moral
natural], se constituya en el auténtico
camino de su humanización xiii y
cuente además con la guía del
Magisterio de la Iglesia xiv, se requiere
además que el mismo ser humano, al
ser conciente de los actos que realiza,
perciba la relación que dichos actos
tienen respecto de los valores morales
y por tanto también respecto de las
normas morales xv. Entra así, en el
capítulo III, al tema de la conciencia
moral la cual difiere de la conciencia
psicológica; esa conciencia moral es la
personalización de la norma moral xvi.
(V) LA TERCERA PARTE consta de cinco
capítulos. Trata de La realización de la
Vida en Cristo, a través de las
diferentes respuestas libres que el
hombre puede dar ante la invitación
de Dios a vivir su vida íntima.
- Luego de dedicarle el capítulo con
mayor número de epígrafes (siete en
total) al tema de la libertad y del acto
libre, pasa a desarrollar, en el capítulo
II, el acto moralmente bueno, el cual
se produce gracias al asentimiento
[libre] de la persona a realizar el valor
moral al que está llamado por su
dignidad de hijo de Dios en Cristo; tal
asentimiento no es obra sólo del
esfuerzo humano, sino que las
virtudes humanas necesita de las
virtudes teologales para tender al Bien
absoluto que es Dios, y por eso se
precisa de la presencia de la gracia,
que las infunde y que además otorga
sus Dones para elevar al hombre y
concederle una mayor con-naturalidad
con Dios, Sumo Bien, que le haga
participar de su vida de Conocimiento
y de Amor, le haga entrar en
Comunión con Él y, por Él, con los
demás hombres.
- El desarrollo del capítulo II, es
seguido de modo simétrico por el
siguiente capítulo III, con la gran
diferencia que es el desarrollo de
aquel que ha elegido el camino
equivocado por haber rechazado el
Único camino, Cristo.
- El capítulo IV aborda el tema de la
Conversión permanente, como salida
que tiene el cristiano a lo largo de su
existencia terrena para volver, y se
basa en que las dos posibilidades de
ejercer bien nuestra libertad o de
rechazar el designio de Dios no se dan
de un modo definitivo. El pecador
puede y debe convertirse, y el que
obra según su fin sobrenatural está
llamado a tener, cada vez, una
conversión más profunda en la que
vaya siendo, progresivamente,
penetrado por las exigencias de la
2
caridad. Y que no basta con una
primera, sino con una segunda y aún
una tercera conversión, la cual se
diferencia de las dos anteriores en que
la persona “deja” obrar al Espíritu (Cf.
p. 204).
- El capítulo V de esta tercera parte es
diverso a los anteriores que se hallan
en el ámbito de la ética o la moral
fundamental y general. Pero el tema
de los Diez Mandamientos, en opinión
del mismo Caffarra se ubica en una
situación que no es tampoco la
correspondiente a la moral especial;
está en una posición intermedia o
“puente” (Cf. p. 209). Al final
relaciona estos mandamientos con la
ley del Espíritu al decir que sólo
podemos obedecer tales
mandamientos gracias al Espíritu que
difunde el amor de Dios en nuestros
corazones (p. 226). Y esa caridad
“fluye” de la Eucaristía, y en ella
encontramos la plenitud e la ley (Cf. p.
226).
- Concluye el libro de algún modo con
algo que ya ha puesto de manifiesto:
que el hombre es un ser en camino
hacia la patria de su definitiva plenitud
(Cf. p. 229). Y el camino que debe
seguir el homo Viator es Jesucristo,
que mediante el don del Espíritu Santo
nos hace gustar de las primicias de los
frutos de la “tierra prometida”: la
comunión en la Verdad y en el Amor, en
la comunión eclesial (p. 230).
VALORACIÓN
Una nota característica que podemos
advertir del autor del libro analizado,
es el de enfocar la moral cristiana a
partir de sólidas y seguras bases tanto
de la Revelación como de la razón. Es
por ello que encontramos que parte
de lo que él llama “El Fundamento”,
que no es sino el Acontecimiento:
Cristo, Jesús, El Verbo de Dios que “se
hizo carne” y “habitó entre nosotros”
(cf. Jn 1, 14), y inició una escuela, “su
escuela”, de la cual somos sus
discípulos y seguidores.
Además, deja entrever, alguna
novedad de forma, como lo es la
exposición sencilla de la moral
cristiana; otra de estilo es el hecho de
que Caffarra retoma los conceptos de
los capítulos anteriores y aún dentro
de los mismos capítulos y / o
epígrafes, en los que “redondea” las
definiciones dadas, bien para
precisarlas bien para que el lector las
vaya asimilándolas por reiteración de
argumentos.
BIBLIOGRAFÍA
AA. VV. (1998), Nueva Biblia de
Jerusalén. | CAFFARRA, C. (1988), Vida
en Cristo. | SARMIENTO, A. (2001),
reseña al libro de José-Román FLECHA
La vida en Cristo. Fundamentos de la
Moral Cristiana, reseña publicada en
| ZELAYA, N. (2006), La propuesta de
teología moral fundamental y moral
de la sexualidad de Carlo Caffarra.
3
i
Tomado de la Presentación de Carlo Colombo; aquel entonces Obispo auxiliar de Milán.
ii
Es más, en la edición original en italiano, lleva por subtítulo el de “Breve Esposizione della Dottrina Cattolica”.
iii
Cf. ZELAYA, Nicolás (2006), La propuesta de teología moral fundamental y moral de la sexualidad de Carlo Caffarra.
Pontificia Universidad de la Santa Cruz, Roma; 303 pp.
iv
Y por esta razón llega a decir Caffarra que la ética cristiana es “cristocéntrica” (p. 25) y es al mismo tiempo una
ética de la gracia y una ética de la fe (p. 25); y que hay continuidad entre la ética de Israel y la ética cristiana (p.
25).
v
Verdad que se resume en lo siguiente: ‹‹ La persona humana ha sido creada con vistas a Cristo. Es la convicción
del primado de Cristo en la creación ›› (p. 51). En concordancia con esto, el hombre recibe dos gratuidades
esencialmente distintas: la creatural y la filial (Cf. pp. 52-53). Gratuidades que han de llevar a captar el relieve de
nuestra dignidad por nuestra la relación con la Trinidad a la que estamos llamados a establecer. Y ese
conocimiento del fin de un ser [en este caso del hombre] es decisivo para el conocimiento de ese ser (Cf p. 54);
de lo que aquí se deriva que la consideración de dicho fin de relación presente en la estructura misma del
hombre, en su mismo ser ‹‹ nos ofrece la verdad total sobre el hombre ›› (p. 54). Y es esta una verdad sobre la
cual se funda la ética cristiana y que no excluye a la ética de la razón, sino que más bien la ordena interiormente,
es decir la hace suya (Cf. p. 55).
vi
Y así, sostiene Caffarra que ‹‹ el obrar del creyente ha de estar en conformidad con su ser en Cristo… En
definitiva, es esa intrínseca conformidad la que le hace moralmente bueno ›› (p. 69). ¿Y en qué consiste esa
conformidad? Nos lo dice en la (p. 71): ‹‹ significa penetrar en lo íntimo de su corazón, captar sus actitudes
fundamentales y revivirlas en la propia existencia concreta ››. Esto no es sino la imitación de Jesús que nos lleva
a obrar como Él, pero de modo proporcionado en nuestra situación (Cf. p. 72).
vii
En ese contexto, la parénesis apostólica mantiene un valor permanentemente obligatorio para los fieles de
todos los tiempos (Cf. p. 73 y 75). Esa parénesis se recibe en la Iglesia y cobra importancia la referencia a la
Tradición moral de la Iglesia (Cf. p.77) y que en la constitución de dicha Tradición tienen un papel muy
importante los santos (Cf. p. 79), pues se expresa esa Tradición en su forma máxima en ellos (ibid.). También en
la Iglesia se ejerce la función de velar por la fidelidad de esa Tradición respecto a las normas evangélico-
apostólicas, y esa tarea está confiada al Magisterio (Cf. p. 79), y lo efectúa mediante el discernimiento, el
ofrecimiento de criterios de juicio y de normas morales concretas. Esto teniendo siempre a la vista que la norma
moral, fundamentalmente, es una sola: ‹‹ la palabra, la vida y la muerte de Jesús…sobre la que cada creyente
debe continuamente medirse ›› (p. 81).
viii
Una ‹‹ disciplina teológica, cuya tarea propia es la comprensión de nuestra vida en Cristo ›› (p. 82). Y, citando a
San Agustín, nos recuerda que ‹‹ el fin de nuestro ideal es Cristo ›› (p. 85).
ix
A continuación las palabras de Caffara: ‹‹ la experiencia ética es el sello de la alianza del hombre con la
Sabiduría creadora; una alianza inscrita en su corazón, en su mismo ser ›› (p. 90). Y a modo de máxima, dice que:
‹‹ todo lo que pertenece a la persona humana; más aún, todo lo que es la persona humana, exige realizarse
humanamente, o sea, según el valor moral ›› (p. 93). De aquí, se deduce que: ‹‹ las distintas dimensiones de la
persona humana son, por su misma naturaleza, valores humanos ›› (p. 93). Sin embargo, advierte que no hay
porqué confundir los valores morales con las inclinaciones naturales de la persona humana (Cf. p. 94), y que
entre los valores morales no puede haber conflicto (Cf. p. 95).
x
Y nos dice que ‹‹ mientras las primeras prohíben las acciones que destruyen el valor moral, las segundas ordena
realizarlo ›› (p. 99)
xi
Cf. p. 97.
xii
Cf. p. 105.
xiii
Más aún dice Caffarra (p. 107): “La vía de Cristo es la vía del hombre; nuestra conformidad con Cristo implica
también nuestra humanización”.
xiv
Cf. p. 107-108.
xv
Cf. p. 111.
xvi
Cf. p. 113.