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Primer encuentro del Grupo Misionero #soymisión

1. Comenzamos con la celebración de la misa en San José – San Pío


2. Una vez que termina la misa, acomodamos el lugar… (la misma capilla)
a. Colocar las sillas en círculo para comenzar
b. Tener cerca los materiales para preparar un altarcito (aguayo, Biblia, Logo grande, tarjetas de
colores y lapiceras, cruz o imagen de Jesús)
3. Para comenzar, Cristian prepara alguna dinámica o juego que sirva para distender y de pie para
presentarse entre todos.
4. Después, Walter presenta un video motivacional para hablar sobre la misión, desde lo que cada uno
de los participantes cree sobre la misión, sobre sus expectativas, etc.
5. Para terminar, nos ubicamos en torno al altarcito, y se realiza la oración que tendrá como centro el
logo #soymisión
6. Después de la oración, es bueno charlar sobre la conveniencia de reunirnos una vez al mes, el cuarto
domingo, comenzando con la misa a las 19 hs. en San José. El próximo encuentro será el domingo 23
de abril (pero esta vez directamente a las 20 hs. y SIN misa, ya que se celebran las confirmaciones de
adultos)

Para el punto 4 se pondrá en el medio muchas imágenes diversas de personas, lugares, etc. para que cada uno
mire con detenimiento y elija aquella/s que le hablen de “misión”. Una vez que todos eligieron la/s imagen/es
irán contando al resto qué les sugirió esa imagen, por qué la eligieron, y por tanto, qué es para ellos la misión.

Se reparte el texto que figura abajo, para que de a 3 personas lo lean y lo comenten. Después de lo cual, se
compartirá con el resto (los textos son dos, que se repartirán en la cantidad de grupos necesarios, así la mitad
de los grupos tendrá el mismo texto)

¿Qué es misionar?
«Misionar... es amar», me han respondido dos chicas al regresar de una experiencia misional hace unos años.
Sería interesante preguntamos por la motivación y el fundamento de las misiones.
Misionar es ante todo AMAR, poniéndose al servicio de los demás, ayudando, escuchando, alegrando,
consolando y testimoniando el amor de Dios. Es sonreírle a un abuelo, acariciar a un chiquito, abrazar a un
desconocido. Es saber que el simple hecho de prestar tu oído a alguien es recibir su corazón en tus manos
por un momento.
Misionar es BRINDARSE. Con virtudes y defectos, con tu historia, con tus miedos y sueños, con tus ilusiones
partidas y repartidas. Es entregarse en cuerpo y alma. Es darse, porque sólo dando se recibe.
Misionar es REGALAR un pedazo de corazón a cada familia que te abre la puerta; es prestarle tus manos a
Dios y tus ojos, piernas, boca ...
Misionar es COMPARTIR un poquito de cielo; es ser feliz en las pequeñas cosas, porque en ellas descubrimos
al Creador; es disfrutar de cada segundo de vida, porque en manos de su amor todo dolor se vuelve
esperanza.
Misionar es VIVIR: Tu vida, la mía, la de ese abuelo rezongón, la de mamá, la de los amigos, la de aquella
vecina chismosa, la de esos chicos revoltosos.
Tu vida, mi vida, SER FELICES ... esa es nuestra misión.
Desde el comienzo de su actividad, Jesús buscó colaboradores para que compartieran su misión. El llamado
tenía un carácter misionero y el seguimiento se caracterizaba por una actitud de servicio total e
incondicional. Los discípulos se convirtieron así en enviados y testigos de Jesús resucitado. Tal como ellos,
todos los cristianos tienen un compromiso misional. Al aceptar el llamado de Jesús, han sido enviados a dar
testimonio de Él ante los hombres.
Jesús necesita de nuestro servicio misionero… pero no de cualquier modo. Nuestro servicio misionero requiere
una Espiritualidad Misionera.
Experiencia de Dios que es amor, especialmente en los momentos que parecen «silencio» y «ausencia» de
este mismo Dios; en Jesús Emmanuel (Dios con nosotros) y Palabra personal del Padre, se hace presente
como una palabra y una presencia real y cercana;
Experiencia del diálogo con Dios por una oración que sea más una actitud filial que un método; la oración
es el modo de sentirnos hijos de Dios, para poder decir ¡Padre nuestro!;
Experiencia de alegría y esperanza, especialmente en los momentos de silencio y ausencia de Dios, en
una convicción de que siempre es posible hacer lo mejor de nuestra vida;
Experiencia de «bienaveturanza» o de saber reaccionar amando en cualquier circunstancia, aunque
sean las circunstancias difíciles que vivió Jesús.
De ese modo el gran desafío para las comunidades cristianas consiste en estimular y desarrollar en ellas una
espiritualidad misionera que dé un sentido profundo a la fe cristiana y al servicio misionero hacia los demás.

El momento se concluye con la oración que aparece a continuación:

a. Puestos en ronda, sentados en torno al aguayo, la Biblia, la cruz y el Logo Soy Misión, se comienza la
oración con algún canto sereno que ayude a crear el clima…
b. Se invita a los presentes a mirar el logo y a detenerse en algún signo o palabra que les llame la atención,
que les diga «algo» sobre la misión… después de un breve tiempo, se invita a compartirlo con el resto.
c. Se proclama el texto bíblico: Juan 1, 35-46
«Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que
pasaba, dijo: «Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a
Jesús. Él se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: «¿Qué quieren?». Ellos le
respondieron: «Rabbí –que traducido significa Maestro– ¿dónde vives?». «Vengan y lo verán»,
les dijo. Fueron, vieron donde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de
la tarde. Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el
hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo:
«Hemos encontrado al Mesías», que traducido significa Cristo. Entonces lo llevó a donde estaba
Jesús. Jesús lo miró y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas», que traducido
significa Pedro.
Al día siguiente, Jesús resolvió partir hacia Galilea. Encontró a Felipe y le dijo: «Sígueme». Felipe
era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encontró a Natanael y le dijo: «Hemos
hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José
de Nazaret». Natanael le preguntó: «¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?». «Ven y
verás», le dijo Felipe»
d. Se les reparte una frase de Francisco, hecha tarjeta, tomada de Evangelii Gaudium 273:
«La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar;
no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser
si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo.
Hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego
por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar»
Se les pide que la lean, piensen en cada palabra, en cada frase, y a medida que quieran, escribir
detrás su nombre y su compromiso con Jesús y los hermanos, de esta forma: Soy Mario, Soy Misión
(se puede preparar, detrás de la tarjeta, la frase sin el nombre, para que cada uno directamente lo
agregue: «Soy ..... Soy Misión»)
e. Para concluir el momento, se proyecta el video del Papa en su envío misionero a los Jóvenes de Río
de Janeiro. Después del mismo, se puede cantar algún canto adecuado.

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