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Su mano que guía diariamente

Por M. Joseph Brough

Segundo Consejero de la Presidencia General de los Hombres Jóvenes

El Padre Celestial sabe mejor que nadie lo que ustedes y yo necesitamos.

Uno de los instrumentos más queridos del Padre Celestial para guiar a Sus hijos son los abuelos
que viven con rectitud. La madre de mi padre era una de esas mujeres. En una ocasión que tuvo
lugar cuando yo era demasiado pequeño para recordar, mi padre me estaba disciplinando. Al
observar esa corrección, mi abuela dijo: “Monte, me parece que lo estás corrigiendo de manera
muy severa”.

Mi padre respondió: “Mamá, corregiré a mis hijos como yo desee”.

Y mi sabia abuela suavemente declaró: “Y yo también”.

Estoy seguro de que mi padre escuchó la sabia guía de su madre ese día.

Cuando pensamos en guiar, quizá nos venga a la mente el himno que todos conocemos y
amamos: “Soy un hijo de Dios”. En el estribillo encontramos las palabras: “Guíenme; enséñenme
la senda a seguir”1.
Hasta hace poco, entendía que ese estribillo era dirección divina para los padres. Al meditar
sobre esas palabras, me di cuenta de que si bien contienen dicha dirección, tienen un significado
mucho mayor. De forma individual, cada uno de nosotros suplica diariamente que el Padre
Celestial nos guíe y nos enseñe.

El presidente Dieter F. Uchtdorf explicó: “Nuestro Padre Celestial conoce las necesidades de Sus
hijos mejor que nadie; Su obra y Su gloria es ayudarnos en cada paso, dándonos maravillosos
recursos temporales y espirituales para ayudarnos en nuestra senda de regreso a Él”2.

Escuchen esas palabras: El Padre Celestial sabe mejor que nadie lo que ustedes y yo
necesitamos. Por consiguiente, ha preparado un kit de ayuda personal adaptado a cada uno de
nosotros, el cual contiene muchos componentes, entre ellos Su Hijo y la Expiación, el Espíritu
Santo, mandamientos, Escrituras, oración, profetas, apóstoles, padres, abuelos, líderes locales
del sacerdocio y muchos más, todos ellos para ayudarnos a regresar a vivir con Él algún día.

Permítanme explayarme hoy en solo unos cuantos de los componentes del kit de ayuda que me
han hecho reconocer que un Padre amoroso está guiándome y enseñándome a mí y también a
mi familia. Ruego que cada uno de ustedes reconozca en sus experiencias que el Padre Celestial
está guiando y enseñándoles a ustedes y que, con ese conocimiento, procedan con confianza,
sabiendo de que nunca están realmente solos.

Los mandamientos del Padre Celestial son componentes clave del kit de ayuda. Alma declaró
“que la maldad nunca fue felicidad”3. El tolerar un comportamiento indebido sin reprender de
forma amorosa equivale a una compasión falsa que reafirma la noción popular de que la maldad
puede, de hecho, ser felicidad. Samuel el Lamanita refutó claramente dicha noción: “… habéis
buscado la felicidad cometiendo iniquidades, lo cual es contrario a la naturaleza de esa justicia
que existe en nuestro gran y Eterno Caudillo”4.

Por medio de Sus profetas, el Padre Celestial nos recuerda constantemente que la rectitud es
felicidad. El rey Benjamín, por ejemplo, enseñó que el Padre Celestial “requiere que hagáis lo
que os ha mandado; y si lo hacéis, él os bendice inmediatamente”5. Otro himno contiene un
recordatorio similar:

Siempre obedece los mandamientos,

tendrás gran consuelo y sentirás paz.

Dios te promete Sus bendiciones6.

Alrededor del tiempo en que cumplí catorce años, aprendí acerca de algunas de esas
bendiciones. Observé un comportamiento diferente en mis padres y, considerando lo que había
observado, pregunté: “¿Vamos a ir a una misión?”. El asombro en el rostro de mi madre
confirmó mis sospechas. Más tarde, en un consejo familiar, mis hermanos y yo nos enteramos
de que nuestros padres habían sido llamados a presidir una misión.

Vivíamos en un hermoso rancho en Wyoming y, desde mi punto de vista, la vida era perfecta.
Podía regresar a casa después de la escuela, hacer mis quehaceres, y luego irme a cazar, pescar
o explorar con mi perro.
Poco tiempo después de haberme enterado del llamamiento, me di cuenta de que tendría que
deshacerme de mi perro, Blue. Acudí a mi padre, y le pregunté lo que debía hacer con Blue;
deseaba hacer hincapié en la injusticia de lo que Dios requería. Nunca olvidaré su respuesta. Me
dijo: “No estoy seguro; probablemente no pueda ir con nosotros, así que más vale que le
preguntes al Padre Celestial”. Esa no era la respuesta que yo esperaba.

Comencé a leer el Libro de Mormón y oré sinceramente para saber si tenía que regalar a mi
perro. La respuesta no llegó de momento; más bien, a mi mente seguía llegando un
pensamiento específico: “No seas una carga para tus padres; no seas una carga. Yo he llamado a
tus padres”.

Sabía lo que el Padre Celestial requería. El conocimiento de ello no aminoró el dolor de regalar a
mi perro; sin embargo, por medio de ese pequeño sacrificio, se me ablandó el corazón y hallé
paz al procurar saber la voluntad del Padre Celestial.

Agradezco a mi Padre Celestial las bendiciones y la felicidad que encontré por medio de las
Escrituras, la oración, el Espíritu Santo y un padre terrenal digno que abrazó su papel como
maestro principal del Evangelio para con sus hijos. Me estaban guiando y enseñándome la senda
a seguir, especialmente cuando tenía que hacer algo difícil.

Además de contar con los componentes del kit de ayuda que he mencionado, todos somos
bendecidos con un líder del sacerdocio que nos guía y nos enseña.

El presidente Boyd K. Packer dijo: “¡Los obispos son inspirados! Cada uno de nosotros tiene el
albedrío para aceptar o rechazar el consejo de nuestros líderes, pero nunca hagan caso omiso
del consejo de sus obispos, ya sea que lo impartan desde el púlpito o en persona”7.

Esos hombres se esfuerzan por representar al Señor. Ya sea que seamos mayores o jóvenes,
cuando Satanás desea que pensemos que todo está perdido, los obispos están allí para guiarnos.
Al hablar con obispos, he hallado un tema común con respecto a las confesiones de
desobediencia o a los inocentes que sufren terribles injusticias. Los obispos inmediatamente
desean expresar el amor del Padre Celestial por la persona y el deseo de caminar con él o ella
para que encuentre la senda de regreso a casa.

Quizás el componente más grandioso del kit de ayuda del Padre Celestial se describe con estas
palabras: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito”8.

A fin de enseñarnos todo lo que debemos hacer, Jesucristo mostró el camino dando un ejemplo
perfecto que debemos tratar de emular. Nos suplica con los brazos extendidos que vengamos y
le sigamos9. Y cuando fallamos, que es algo que todos hacemos, Él nos recuerda: “Porque he
aquí, yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten”10.

¡Qué don tan maravilloso! El arrepentimiento no es un castigo, sino un privilegio. Es un privilegio


que nos guía y nos enseña. No es de sorprender que las Escrituras declaran que no debemos
enseñar nada salvo el arrepentimiento11.

El Padre Celestial cuenta con muchos recursos, pero a menudo se vale de otra persona para que
lo ayude. A diario nos da oportunidades de guiar a alguien que tenga necesidad, y de enseñarle
la senda a seguir. Debemos seguir el ejemplo del Salvador. Nosotros también debemos estar en
los asuntos del Padre Celestial.

Como Presidencia General de los Hombres Jóvenes, sabemos que los jóvenes son bendecidos
cuando tienen padres y líderes que actúan en representación del Padre Celestial al guiarles y
enseñarles. Tres principios12 que nos ayudarán a formar parte del kit de ayuda del Padre
Celestial para los demás son:

Primero, estar con los jóvenes. El presidente Henry B. Eyring hizo hincapié en ese punto: “Hay
algunas cosas que podemos hacer que podrían ser de la mayor importancia. Aun más poderoso
que usar palabras al enseñar la doctrina serán nuestros ejemplos al vivirla”13. Guiar a los jóvenes
requiere que estemos con ellos. Dedicar tiempo es una expresión de amor que nos permite
enseñar por medio de la palabra y del ejemplo.

Segundo, para realmente guiar a los jóvenes, debemos conectarlos con los cielos. Siempre llega
el tiempo en que cada persona debe valerse por sí misma, y únicamente el Padre Celestial
puede estar allí para guiar en todo tiempo y en todo lugar. Los jóvenes deben saber cómo
buscar la guía del Padre Celestial.

Tercero, debemos permitir que los jóvenes lideren. Tal como el padre amoroso que sostiene la
mano de un pequeño que está aprendiendo a caminar, debemos dejar que se valgan por sí
mismos a fin de que los jóvenes progresen. El permitir que los jóvenes lideren requiere
paciencia y amor; es más difícil y requiere más tiempo que el hacerlo nosotros mismos. Quizá
tropiecen a lo largo del camino, pero debemos caminar a su lado.

Hermanos y hermanas, habrá ocasiones en nuestra vida en que las bendiciones de guiar
parezcan estar distantes o ausentes. Para esos momentos de aflicción, el élder D. Todd
Christofferson prometió: “… asegúrate de que tus convenios tengan primordial importancia y
que obedezcas con exactitud; entonces puedes pedir con fe, sin dudar en nada, según tus
necesidades, y Dios responderá. Él te sostendrá al trabajar y al velar. En Su propio tiempo y a Su
propia manera, Él te extenderá Su mano y te dirá: ‘Heme aquí’”14.

En una ocasión como esa, procuré el consejo del Padre Celestial por medio de la oración
constante y sincera durante más de un año para encontrar la solución a una situación difícil.
Sabía por lógica que el Padre Celestial contesta todas las oraciones sinceras; sin embargo, un día
fue tal mi desesperación que asistí al templo con una pregunta: “Padre Celestial, ¿realmente te
interesas?”.

Estaba sentado hacia la parte de atrás de la sala de espera del Templo de Logan, Utah, cuando,
para mi sorpresa, entró en la sala ese día el presidente del templo, Vaughn J. Featherstone, que
es un buen amigo de la familia. Se puso frente a la congregación y nos dio la bienvenida a todos.
Cuando se percató de que yo estaba entre los participantes del templo, dejó de hablar, me miró
a los ojos, y luego dijo: “Hermano Brough, me da gusto verlo en el templo hoy”.

Nunca olvidaré el sentimiento de ese momento sencillo. Fue como si —en ese saludo— el Padre
Celestial estuviera extendiendo la mano y diciendo: “Heme aquí”.
El Padre Celestial realmente sí se interesa, y escucha y contesta siempre cada oración de Sus
hijos15. Como uno de ellos, sé que la respuesta a mis oraciones llegó en el tiempo del Señor; y
mediante esa experiencia entendí, más que nunca, que somos hijos de Dios y que nos ha
enviado aquí para que podamos sentir Su presencia ahora y regresar a vivir con Él algún día.

Testifico que el Padre Celestial nos guía y nos enseña la senda a seguir. Conforme sigamos a Su
Hijo y prestemos atención a Sus siervos, los apóstoles y profetas, encontraremos el camino a la
vida eterna. En el nombre de Jesucristo. Amén.

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