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LOS MILAGROS DE JESÚS

La razón por la que las escrituras nos hablan de los milagros de Jesús es “…para que
nuestra fe crezca, para que creamos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que
creyendo tengamos vida en su nombre” (Juan 20:31).

Hay algunas personas que estando en vida no viven, solo existen. La vida es mucho más
que levantarse, ir al trabajo, comer, dormir, y volverse a levantar. Eso es existencia y hay
mucha gente que existe más Jesucristo dijo, “yo he venido para que tengan vida y para que
la tengan en abundancia”.

En esta oportunidad quiero hablarles acerca del primer milagro que Jesús mostró en las
bodas de Caná de Galilea. Juan capitulo 2 dice que Jesús fue invitado a una boda en la que
se presentó un problema: se les acabó el vino. Y en la Biblia el vino representa varias cosas;
una de ellas es alegría. Dios quiere sanar nuestra alegría.

El Salmo 30 dice, “haz cambiado mi lamento en baile, desataste mi cilicio y me ceñiste de


alegría”. Y lo que está diciendo David es que el Señor nos quitó el cilicio, los trapos de
tristeza y luego nos vistió con traje de alegría. Dios quiere quitarnos el luto, esos trapos de
tristeza andrajosos.

“A algunos de nosotros el diablo nos ha robado la


alegría. Es tiempo de dejar que Dios cambie nuestro
lamento en un baile. Dios quiere cambiar su tristeza
en gozo. Dios va a cambiar su agua en vino”

Creo con todo mi corazón que una de las cosas que el Espíritu Santo está haciendo en toda
América Latina es cambiar el lamento en gozo. Hay tanto cristiano que anda dando lastima,
triste, hablando del gozo del Señor y diciendo con tristeza, “es que Cristo me salvó,
aleluya”. Es increíble que los cristianos somos los que más hablamos del gozo del Señor
pero somos los que menos lo expresamos.

¡El Señor es un Dios de alegría y de gozo! Dios es un Dios que se sabe reír, que tiene un
gran sentido del humor. Dios es un Dios que inventó la carcajada y la risa y si Dios se sabe
reír, ¡aprenda usted también a reír!

Me llama la atención que el primer milagro que hizo Jesús fue un milagro emocional. ¿De
qué nos sirve estar todos sanaditos físicamente si emocionalmente estamos enfermos?
Gente muy sana por fuera pero por dentro carcomida de amargura, de angustia, de enojo.
Creo que es más importante tener un corazón alegre, libre y dispuesto a alabar a Dios que
cualquier otra cosa. ¡Así que si usted tiene vida, déle gloria y alabanza a Cristo! No
condicione su alegría a lo que sucede a su alrededor. Si usted no tiene todo lo que usted
necesita, alégrese y gócese en Dios su Señor que El nunca lo va a dejar a usted.

Lo primero que necesitamos hacer para tener gozo es invitar a Jesús a la fiesta, tener a Jesús
en nuestras vidas. Si no hubieran invitado a Jesús esa tarde en la fiesta, no hubieran tenido
el milagro que recibieron. Me encanta ese versículo donde el apóstol Pablo dice, “no se
emborrachen, no se embriaguen con vino. Al contrario, sean llenos del espíritu Santo”. Hay
alguna gente que anda buscando alegría en una botella; qué lastima, porque una vez que se
acaba la botella, lo único que les queda es una gran cuenta y una gran jaqueca la otra
mañana. Al otro día dicen, “Dios mío, ¿qué estaba pensando?” La Biblia enseña que si
usted se llena del espíritu Santo, la alegría que El trae es una alegría que no deja mal
recuerdo al otro día, que no deja deudas, que lo llena mejor que si se emborrachara. ¿Usted
quiere tomar un poquito? Tome el vino nuevo del Espíritu Santo y usted verá lo alegre que
se va a poner.

La segunda cosa que usted tiene que hacer es obedecer. La clave que tuvieron ellos para ese
milagro es que obedecieron, ellos hicieron lo que Jesús les dijo que hicieran. ¡Coopere con
Jesús, obedézcalo! María les dijo a los discípulos, “hagan todo lo que El les diga”. Hay
mucha gente que nunca tiene su milagro de parte de Dios porque quieren hacerlo de
acuerdo a su propia manera de pensar. Dios conoce mejor que nadie como arreglar las
cosas. Usted coopere con Jesús, haga lo que El le dice que haga nada más.

Muchas veces no recibimos milagros porque le ponemos “pero” al milagro. Muchos dicen,
“Señor, voy a estar alegre cuando me quites ese jefe malo que tengo y me des su puesto, su
salario y todas sus prestaciones”. ¡Y con razón usted no está alegre, porque no está
cooperando! Si usted no va a estar alegre ahora, nunca va a estar alegre. El gozo del Señor
no se condiciona a lo que tenemos, a lo que nos hace falta o a lo que necesitamos. La Biblia
dice, “regocijaos en el Señor. Y otra vez digo, regocijaos”. ¿Sabe por qué lo tuvo que decir
dos veces? Porque somos medio duros de cabeza. Hay veces que usted se tiene que mirar al
espejo y decirse “regocijaos”, y decírselo una y otra y otra vez.

En tercer lugar, déle algo con qué trabajar a Jesús. ¿Qué le dieron a Jesús en la fiesta?
Agua. Y a usted le parecerá muy simple. Claro que no es nada, usted no le tiene que dar
mucho al Señor para que El haga un milagro. El no necesita nada más que un poquito de fe;
es todo lo que necesita. O sea, para usted recibir cualquier milagro, ni al grano de mostaza
tiene que llegar su fe. El toma su poquito de fe y la convierte en un gran milagro.

En cuarto lugar, haga el trabajo. Hay algunos que se acuestan en su hamaca debajo de la
palmera con una piña colada en la mano (sin licor) diciendo “¡oh, Dios! ¡Haz la obra Padre,
haz la obra Señor!” Y el Señor dice, “¡haz la obra tú, flojo, perezoso!” Jesús es el que
convirtió el agua en vino, pero los discípulos fueron los que cargaron el agua. Lo que usted
puede hacer, Dios no lo va a hacer; El espera que usted haga su parte. Lo que usted no
puede hacer, eso es lo que Dios va a hacer; El hace su parte.

¡Eran jarrones de piedra - no de barro – que con 30 galones de agua pesaban 114 kilos! Sin
embargo, encontramos los discípulos haciendo su trabajo. ¿Usted quiere un milagro del
Señor? Entonces necesita mantenerse en la palabra, en oración, porque cuando usted se
mantiene haciendo el trabajo, usted esta cargando el agua a su espíritu que se convertirá en
vino, en gozo y alegría. Eso quiere decir, perseverar.

Fórcese a cantar, a gritar, a alabar; Dios va a hacer el milagro. Lo que usted puede hacer,
¡hágalo! ¡Lo que El hará es lo que usted no puede hacer! ¡Alégrese! No importa que sus
circunstancias no hayan cambiado, alégrese en el Señor, gócese y El hará el milagro.

A algunos de nosotros el diablo nos ha robado la alegría. Es tiempo de dejar que Dios
cambie nuestro lamento en un baile. Dios quiere cambiar su tristeza en gozo. Dios va a
cambiar su agua en vino. Siempre lleve agua a su espíritu, siga trayendo agua, siga
adorando, siga bendiciendo al Señor, siga fiel, siga dando sus diezmos, todo eso es llevar
agua y Dios cambiará esa agua en gozo.

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