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LA ARTRITIS REUMATOIDE

Es una enfermedad que afecta las articulaciones o coyunturas. Las articulaciones son donde dos

o más huesos se unen, como en las rodillas, las caderas o los hombros. La artritis reumatoide causa dolor,

hinchazón y rigidez. Si ciertas articulaciones en un lado del cuerpo tienen artritis reumatoide, por lo general,

las mismas articulaciones en el otro lado también están afectadas (NIAMS, 2014). Esta enfermedad a

menudo ocurre en más de una articulación y puede afectar cualquiera de las articulaciones.

La AR es mucho más frecuente en el sexo femenino que en el masculino y en general aparece en

personas adultas mayores, aunque hay que tener en cuenta que puede iniciarse en cualquier etapa de la

vida y afectar a cualquier persona, con independencia de la raza, el sexo y los hábitos de vida.

Sin el tratamiento oportuno, los brotes sintomáticos tienden a ser más frecuentes y duraderos,

hasta provocar una progresiva limitación de la movilidad articular y la aparición de ciertas deformidades

esqueléticas características. Por ello, en ausencia de tratamiento, lo más habitual es que la AR depare un

importante deterioro de la capacidad funcional y la calidad de vida. Romero (2010). El tratamiento de la

AR consiste en una serie de medidas generales relacionadas con el estilo de vida, fundamentalmente con

el reposo y el ejercicio, junto con una terapia farmacológica en la que se emplea una amplia gama de

medicamentos. Además, en algunas situaciones se recurre a la cirugía para reducir el dolor, ampliar la

movilidad o corregir una deformidad esquelética (pp. 10). Lamentablemente, aún no se dispone de un

tratamiento que permita curar la enfermedad. Sin embargo, en conjunto, las medidas terapéuticas

disponibles no sólo permiten aliviar los síntomas, sino también mejorar de forma muy notable el pronóstico,

lo que supone un impacto muy positivo en la calidad de vida de los afectados.

Origen de la enfermedad

Aún no se conocen en profundidad las causas de la AR. Lo que sí se sabe es que se trata de un

trastorno autoinmune y que en su origen intervienen causas o factores genéticos, así como causas o

factores no genéticos

Factores genéticos. Los factores genéticos incrementan el riesgo de que se desarrolle la

enfermedad. Las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años apuntan a que la AR es una
enfermedad poligénica, lo que significa que son varios los genes que estarían involucrados en su origen.

En concreto, se ha identificado la existencia de ciertos alelos (es decir, variaciones estructurales en los

genes) que, por mecanismos muy diversos y complejos, podrían predisponer al desarrollo de AR.

Factores no genéticos. Los factores no genéticos tampoco se conocen bien. Los más relevantes

son las infecciones, las hormonas femeninas, el tabaquismo, el estrés, la obesidad y el tipo de

alimentación.

Infecciones. Se ha postulado que las infecciones por diversos virus o bacterias podrían

desencadenar la enfermedad o agravar su curso. Esta teoría se basa en que en algunas ocasiones la AR

se ha presentado de forma similar a los brotes epidémicos, y también en que en décadas pasadas, cuando

no se adoptaban tantas medidas higiénicas para prevenir las infecciones, la enfermedad era más

frecuente, en particular entre las personas que habían recibido transfusiones sanguíneas. Esta teoría no

ha sido demostrada, aunque es probable que en el futuro se encuentre una explicación más consistente

al respecto. En cualquier caso, debe quedar claro que la AR no es una enfermedad contagiosa que se

transmita directamente de persona a persona.

Hormonas femeninas. Al parecer, las hormonas femeninas, en particular los estrógenos,

protegen contra la AR, ya que se ha constatado que tanto el consumo de anticonceptivos como el

embarazo disminuyen el riesgo de que se desarrolle la enfermedad y reducen o retrasan sus

manifestaciones, mientras que en el período posterior al parto y en la menopausia, cuando se reduce la

actividad de estas hormonas, ocurre lo contrario.

Tabaquismo y estrés. Se ha encontrado una clara relación estadística entre el hábito de fumar y

el estrés, de un lado, y el riesgo de desarrollar AR, sobre todo en las personas genéticamente

predispuestas. Por ejemplo, se ha visto que, en muchos pacientes, las primeras manifestaciones y los

brotes sintomáticos de la AR son precedidas por épocas de estrés y/o de incremento de consumo de

tabaco.

Obesidad y tipo de alimentación. Se ha demostrado que la AR es más frecuente en personas

obesas. No se ha podido evidenciar que alguna dieta en particular tenga un efecto sobre el riesgo o el

pronóstico de la AR, aunque es probable que las dietas ricas en pescado azul contribuyan a disminuir la
intensidad de la inflamación articular y que una alimentación sana en general resulte beneficiosa en la

prevención de esta enfermedad.

Tratamiento psicológico

El abordaje médico de la artritis reumatoide se basa en la reducción del dolor como síntoma

persistente e incapacitante, reduciendo la inflamación y modificando el proceso de la enfermedad para

aumentar la funcionalidad del paciente. La influencia de factores psicológicos en la (AR) y la relación

significativa hallada entre distintas emociones negativas como la ansiedad y la depresión y el dolor en la

(AR) ponen de manifiesto la relevancia de las respuestas emocionales y afectivas en esta enfermedad, y

especialmente en la persistencia y mantenimiento del dolor.

Desde una perspectiva psicológica, fundamentalmente de corte cognitivo- conductual se considera

el dolor, la incapacidad funcional, las emociones negativas y las cogniciones como variables

interrelacionadas funcionalmente y relevantes de cara a la intervención terapéutica en pacientes con Artritis

Reumatoide.

La intervención psicológica en la Artritis Reumatoide trata principalmente de dotar al paciente de

recursos y estrategias específicas para minimizar la experiencia del dolor, manejar las emociones

negativas asociadas al mismo y afrontarlo de forma activa. En función de las características de cada caso

(contexto, historia, tipo, evolución y consecuencias del dolor) en líneas generales la intervención

psicológica en (AR) puede centrarse en los siguientes aspectos:

 Desarrollar estrategias psicológicas encaminadas a manejar los distintos aspectos de la

experiencia del dolor (intensidad del dolor, activación psicofisiológica y cogniciones asociadas

etc.).

 Eliminar los refuerzos contingentes y fomentar el desarrollo de conductas alternativas.

 Desarrollar habilidades de afrontamiento y de manejo de la respuesta emocional negativa asociada

(Cambios de humor, enfados, bajo estado de ánimo etc.).

 Potenciar la capacidad de adaptación al entorno y reducir la disfuncionalidad (perdida de interés y

participación, aislamiento etc.).


Para conseguir estos objetivos, se utilizan un conjunto de procedimientos conductuales, cognitivos

y educacionales:

A nivel conductual se pueden destacar las siguientes estrategias dirigidas a la experiencia del

dolor:

 Programación progresiva y gradual de actividades y ejercicio para combatir la inactividad

debido a la reducción del repertorio de actividades teniendo en cuenta las recomendaciones

de su médico respecto al reposo /actividad.

 Reorganización de las contingencias de reforzamiento (atención del medio, peticiones de

ayuda, evitación y escape de actividades etc.) y en su caso facilitación de pautas de actuación

a las personas implicadas.

 Reorganización de las contingencias de medicación (en caso de consumo excesivo de

analgésicos, disminuyendo el consumo hasta llevarlos a las pautas estrictamente

recomendadas por el médico).

 Entrenamientos en habilidades de autocontrol para generalizar lo aprendido y mantenerlo en

el tiempo.

A nivel cognitivo como técnicas estrictamente cognitivas se destaca el uso de:

 Técnicas de Auto instrucciones para fomentar el uso de verbalizaciones racionales y

adecuadas para un afrontamiento activo y adaptativo, lo que favorecerá mejor respuesta y

mayor control sobre la experiencia del dolor.

 Técnicas imaginativas, centradas en el contexto en que es percibido el dolor más que el dolor

percibido en sí mismo.

 Reestructuración cognitiva, para detectar y cambiar las creencias irracionales relacionadas

con el dolor y sus consecuencias , favorecer el control de la respuesta emocional negativa y

sobre todo aumentar el nivel de autoeficacia.

Aporte

 Aproximadamente cinco de cada mil personas padecen artritis reumatoide en el mundo,

especialmente las mujeres entre 40 y 50 años (casi cuatro mujeres por cada hombre afectado).
 Las hormonas femeninas, al igual que los anticonceptivos y el embarazo, protegen contra la

artritis reumatoide

Instituto nacional de artritis y enfermedades musculoesqueléticas y de la piel. (2014). Artritis

reumatoide. Maryland, EU. Recuperado de https://www.niams.nih.gov/es/informacion-de-salud/artritis-

reumatoide.

Romero Jurado, Manuel. (2010). Artritis reumatoide Información para pacientes y familiares.

Barcelona. España. Letramédica SCP

Mohammed. Jamil (22 de febrero del 2015). Artritis reumatoide: Tratamiento cognitivo-conductual.

Centro de Psicología Clínica y Logopedia Averroes. Recuperado de

http://averroespsicologos.blogspot.com/2015/02/artritis-reumatoide-tratamiento.html

Ariza, R; Ballina, J; Carmona, L. (2006), artritis reumatoide: guía de la enfermedad para el paciente,

Madrid, España. Jaryo Editores S.A.

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