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LA PERFECTA

CONSAGRACIÓN
A MARÍA
No es solamente un
acto de donación
total,
es una vida,
un estado de unión
con María
La plenitud de nuestra perfección consiste en asemejarnos, vivir
unidos y consagrados a Jesucristo. Por consiguiente, la más
perfecta de todas las prácticas espirituales es, sin duda alguna,
la que nos asemeja, une y consagra más perfectamente a
Jesucristo.
Ahora bien, María es la creatura más semejante a Jesucristo. Por
consiguiente, la práctica o devoción que mejor nos consagra y
hace semejantes a Nuestro Señor es la consagración a su
santísima Madre. Y cuanto más te consagres a María, tanto más
te unirás a Jesucristo.
La perfecta consagración a Jesucristo es, por lo mismo, una
perfecta y total consagración de sí mismo a la Santísima Virgen.
Esta consagración consiste -en otras palabras- en una perfecta
renovación de los votos y promesas bautismales.
Antes del Bautismo, todos los cristianos éramos esclavos del
demonio, a quien pertenecíamos. Por nuestra boca o las de
nuestros padrinos, renunciamos en el Bautismo a Satanás, a sus
pompas y a sus obras, y elegimos a Jesucristo como a nuestr
Dueño y Señor, para depender totalmente de El como lo hizo la
Virgen María.
Es precisamente lo que hacemos por la presente consagración :
renunciamos al demonio, al mundo, al pecado y a nosotros
mismos y nos consagramos totalmente a Jesucristo, por manos
de María, para hacernos como Ella esclavos del Señor. Pero
hacemos algo más: en el Bautismo hablamos ordinariamente por
boca de otros –los padrinos– y nos consagramos a Jesucristo
por medio de ellos. Mientras que en esta consagración nos
consagramos por nosotros mismos, voluntariamente y con
conocimiento de causa.
El amor de Dios hace que la Virgen María
genere a su Hijo en cada criatura

“Ánimo hija mía, Yo, siento la irresistible necesidad de hacer conocer quién
!
es mi Madre, las dotes, los privilegios, y el gran bien que hace y que puede
hacer a todas las generaciones…. Nuestro amor imponiéndose sobre esta
criatura celestial, le daba la potencia de generar a su Hijo Jesús en cada
criatura, de hacerlo nacer y de hacer todo lo que era conveniente para
formar la vida de su amado Hijo…

El 24 de Diciembre de 1936, Nuestro Señor le dice a Luisa:

¡Qué espectáculo encantador ofrece a nuestra mirada divina esta Señora


Celestial, siempre atenta, como es, a formar la vida de su Jesús en cada
criatura para hacer de ella un portento de gracia y de amor!
CONSAGRACIÓN PERFECTA Y TOTAL Consiste, pues, esta
devoción, en una entrega total a la Santísima Virgen, para
pertenecer, por medio de Ella, totalmente a Jesucristo y como
Ella hacernos esclavos del Señor. Por esto, Hay que entregarle:
1. el cuerpo con todos sus sentidos y miembros;
2. el alma con todas sus facultades;
3. los bienes exteriores -llamados de fortuna- presentes y
futuros;
4. los bienes interiores y espirituales, o sea, los méritos, virtudes
y buenas obras pasadas, presentes y futuras. En resumen:
cuanto tenemos, o podamos tener en el futuro, en el orden de la
naturaleza, de la gracia y de la gloria, sin reserva alguna –y esto
por toda la eternidad, y sin esperar por nuestra ofrenda y servicio
más recompensa que el honor de pertenecer a Jesucristo por
María y en María
Una persona que se consagra y entrega voluntariamente a
Jesucristo por medio de María, no puede ya disponer del valor
de sus buenas obras: todo lo bueno que padece, piensa, dice y
hace pertenece a María, quien puede disponer de ello según su
voluntad y para mayor gloria de su Hijo.

Esta práctica nos consagra al mismo tiempo a la Santísima


Virgen y a Jesucristo. A Ella como el medio más perfecto
escogido por Jesucristo para unirse a nosotros y nosotros a Él.
Y al Señor como nuestra meta final, a quien debemos todo lo
que somos ya que es nuestro Señor y Redentor.
Leer con María,
Obedecer
como María y
Vivir en y para
María
Las SAGRADAS
ESCRITURAS
Eres pueblo santo para el SEÑOR tu Dios; y el SEÑOR te ha
escogido para que le seas un pueblo de su exclusiva posesión de
entre los pueblos que están sobre la faz de la tierra.
Deuteronomio 14,2
Ofrece a Dios sacrificio de acción de gracias, y cumple tus votos al
Altísimo; Salmo 50,14
¿No sabéis que cuando os presentáis a alguno como esclavos
para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, ya sea
del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?
Romanos 6,16
Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a
Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de
Dios. 1 Corintios 6,20
No os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la
renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la
voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.…Rom.12,2
Imitación de Cristo.

La Santísima Virgen
conduce
necesariamente a
Jesús a todos
aquellos que se
entregan plenamente
a Ella.
Dice el Señor: el reino de Dios dentro de vosotros está.
Conviértete a Dios de todo corazón, y deja este mísero mundo, y
hallará tu ´anima reposo. Aprende a menospreciar las cosas
exteriores, y date a las interiores, y verás venir a ti el reino de
Dios. Ciertamente el reino de Dios es paz y gozo en el Espíritu
Santo; lo cual no se da a los malos. Si preparas digna morada,
Jesucristo vendrá a ti, y te mostrará su consolación. Toda su
gloria y hermosura es de dentro, y allí se complace. Al hombre
interior lo visita continuamente, y con él habla dulcemente, y
tiene agradable consolación, mucha paz y admirable
familiaridad Libro 2 Cap. 1
Escritos de la Sierva de Dios Luisa Picarreta

Yo seré inseparable de mis


hijos, pondré mi Vida, mi
amor, mis virtudes, mis
dolores a su disposición,
como muro de fortaleza
insuperable, a fin de que
puedan encontrar en su
Madre lo que se necesita
para vivir en este reino tan
santo. Vol. 34Febrero 10, 1937
Unido a Ti oh Santísima Madre, me ofrezco contigo a la Santísima
Trinidad, para restituirles el honor y la gloria de toda la Creación que
nosotros le habíamos quitado haciendo nuestra voluntad. Escucha
Madre queridísima, para hacer más solemne la consagración de mi
voluntad a Ti, llamo a la Trinidad Sacrosanta, a todos los Ángeles, a
todos los Santos, y delante de todos prometo, y con juramento, hacer
solemne consagración de mi voluntad, de toda mi vida y de todos mis
actos a mi Madre Celestial. Consagración a la Virgen

En esta Reina Soberana todos poseen su propia dote, su mejor apoyo.


Sin embargo, apenas unos pocos se interesan y por eso su vida es
pobre en santidad. Y ella poseyendo inmensas riquezas de amor, de
gracias, de santidad, sufre al ver a sus hijos pobres al ver que no poseen
sus riquezas y este es un continuo dolor para mi Madre Celestial. Por
eso quiere dar a conocer este gran bien a todos, porque si no se conoce
no se puede desear. Volumen 34, Diciembre 20, 1936
Tienes un cuerpo material y una voluntad humana; este cuerpo tuyo y
esta tu voluntad, si los mantienes puros, rectos, alejados de cualquier
sombra de pecado, son los accidentes, los velos para poderme
consagrar y vivir escondido en ti. Pero esto no basta, sería como en la
hostia sin la consagración, por eso se necesita mi Vida; mi Vida está
compuesta de santidad, de amor, de sabiduría, de potencia, etc., pero el
motor de todo es mi Voluntad, por eso después de que has preparado la
hostia, debes hacer morir tu voluntad en esa hostia, la debes cocer bien,
bien, para hacer que no renazca más, y debes hacer entrar en todo tu ser
a mi Voluntad, y Ésta que contiene toda mi Vida, formará la verdadera y
perfecta consagración. Volumen 12, Junio 20, 1918

“Hija mía, entra en mi Voluntad a fin de que pueda encontrarte en todas


las hostias, no sólo presentes sino también futuras, y así junto conmigo
sufrirás tantas consagraciones por cuantas sufro Yo.
Volumen 12, Mayo 28, 1920
MATERNAL LLAMADA
DE LA REINA DEL CIELO
Hija queridísima, siento la irresistible necesidad de descender
del Cielo para hacerte mis visitas maternas, si tú me aseguras
tu amor filial y tu fidelidad, Yo permaneceré siempre contigo
en tu alma para hacerte de maestra, modelo, ejemplo y Madre
tiernísima.

Yo vengo para invitarte a entrar en el reino de tu Mamá, en el


reino de la Divina Voluntad y llamo a la puerta de tu corazón
para que tú me abras.

¿Sabes? Con mis mismas manos te traigo en don este libro,


te lo ofrezco con premura materna, para que tú a tu vez,
leyéndolo, aprendas a vivir de Cielo y no más de tierra.
Este libro es de oro hija mía, él formará tu fortuna espiritual,
tu felicidad incluso terrena.

En él encontrarás la fuente de todos los bienes: Si eres débil,


adquirirás la fuerza; si eres tentada, adquirirás la victoria; si has
caído en la culpa, encontrarás la mano piadosa y potente que te
levantará; si te sientes afligida, encontrarás el consuelo; si estás
fría, el medio seguro para enfervorizarte; si hambrienta, gustarás
el alimento exquisito de la Divina Voluntad.

Con él no te faltará nada, no estarás más sola, porque tu Mamá


te hará dulce compañía y con todo su cuidado materno tomará la
tarea de hacerte feliz. Yo, la Emperatriz celestial, pensaré en
todas tus necesidades con tal que aceptes vivir unida a Mí.
Si tú conocieras mis ansias, mis suspiros ardientes, e incluso las
lágrimas que derramo por mis hijos! ¡Si tú supieras cómo ardo por
el deseo de que tú escuches mis lecciones todas de Cielo y
aprendas a vivir de Voluntad Divina! En este libro tú verás
maravillas, encontrarás una Mamá que te ama de tal manera, de
sacrificar a su amado Hijo por ti, para poderte hacer vivir de la
misma vida de la cual Ella vivió en la tierra.

¡Ah! no me des este dolor, no me rechaces, acepta este don de


Cielo que te traigo, acoge mi visita, mis lecciones. Debes saber que
Yo recorreré todo el mundo, iré a cada individuo, en todas las
familias, en las comunidades religiosas, en cada nación, junto a
todos los pueblos, y si es necesario giraré por siglos enteros hasta
que haya formado como Reina mi pueblo, como Madre mis hijos,
los cuales conozcan y hagan reinar dondequiera la Divina Voluntad.
Aquí tienes expuesto el propósito de este libro, Aquellos
que lo acojan con amor serán los primeros hijos
afortunados que pertenecerán al reino del Fiat Divino, y Yo,
con caracteres de oro escribiré sus nombres en mi materno
corazón.
Mira hija mía, aquél mismo amor infinito de Dios que en la
Redención quiso servirse de Mí para hacer descender el
Verbo Eterno sobre la tierra, me llama ahora otra vez a
actuar, y me confía el arduo trabajo, el sublime mandato de
formar sobre la tierra a los hijos del reino de su Divina
Voluntad.
Maternalmente presurosa me pongo a la obra y te preparo el
camino que te deberá conducir a este feliz reino.
Para tal propósito te daré sublimes y celestiales lecciones, te
enseñaré nuevas y especiales oraciones mediante las cuales
empeñarás al cielo, al sol, a la Creación, a mi misma vida y la de
mi Hijo, a todos los actos de los santos, a fin de que a nombre
tuyo, ellos pidan el reino adorable del Querer Divino. Estas
plegarias son las más potentes, porque comprometen al mismo
obrar divino. Por medio de ellas Dios se sentirá desarmado y
vencido por la criatura; fuerte por esta ayuda, tú acelerarás la
venida de su reino felicísimo y conmigo obtendrás que la Divina
Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra, según el deseo
del Maestro divino.
Ánimo hija mía, conténtame y Yo te bendeciré.
Práctica para este día

Leer comprensivamente y
meditar la llamada maternal
de la Virgen, resaltando las
frases o párrafos que
centraron mi atención.
“Mamá mía, te amo, y Tú ámame y dale un
sorbo de Voluntad de Dios a mi alma, y dame tu
bendición para que pueda hacer todas mis
acciones bajo tu mirada materna.

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