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Nociones básicas de lectura

La lectura es un proceso que envuelve una serie de actividades distribuidas en


etapas distintas e interrelacionadas. Es traer a la conciencia esa tarea de planeación y
preparación que adquiere significado, que no se pierde, que permanece en la
memoria y se activa en el futuro, como parte del saber que orienta hacia nuevas
lecturas.

Etapas

PRELECTURA ¿Que sabemos?

LECTURA ¿Qué queremos saber?

POSLECTURA ¿Que Aprendimos?

Prelectura
La prelectura nos brinda una familiarización textual en relación a nuestros
conocimientos previos; una visión general de un texto, nos pone al corriente de los
elementos que lo componen y nos facilita la relación existente entre cada parte del
escrito con su totalidad y con nuestro cúmulo de conocimientos.
¿En qué consiste?
Debemos tomar en cuenta que, al iniciar un texto, necesitamos saber de qué está
compuesto. Para el conocimiento general de un escrito, necesitamos revisar todo lo que
nos dé indicios y nos ayude a revelar las pistas, que nos darán una visión general de lo
que vamos a leer.
Hacemos una primera ojeada al texto destacando: título, viñetas, gráficos,
cuadros, mapas, anexos, resumen, prólogo, epílogo, paratextos, entre otros. De esta
manera, nuestra mente va ligando toda la información existente con la nueva y se van
creando vínculos cognitivos que nos facilitarán el proceso de adquisición del
conocimiento nuevo.
¿Cómo se realiza?
Necesariamente debemos ir con paciencia y paso a paso. Leer no es algo
complicado pero requiere trabajo. Comenzamos con los títulos, subtítulos, tapa o
portada, contraportada y analizamos el índice para ver el encadenamiento de los temas y
para tratar de recordar todo lo que tenga relación con nuestros conocimientos previos,
tratamos de crear conexiones en nuestra mente que se puedan relacionar con estos
contenidos nuevos. Revisamos los gráficos, paratextos, tipos de ejercicios (en caso de
ser un texto de trabajo) y cuadros para relacionar aún más y seguir construyendo las
bases sobre las cuales se van a asentar los nuevos tópicos.
Como paso siguiente vamos a darle una segunda ojeada al escrito para trabajar
con las palabras que no comprendemos realizando un glosario. Necesitamos dividir el
texto en párrafos, oraciones y argumentos, para poner énfasis en cada fragmento y, de
esta manera, no se nos escapará ninguna idea. Para ejemplificar tomaremos el primer
párrafo del texto anteriormente consignado.
¿Qué nos brinda?
La prelectura nos brinda una perspectiva general, una visión global para poder
contextualizar los contenidos y vincularlos con nuestros conocimientos previos; además,
la comprensión de todas las palabras y la segmentación de las ideas serán de gran
utilidad para el trabajo posterior.
Lectura
La lectura requiere de una labor un poco más profunda. Se necesita saber primero
cuál es el tipo de texto que se está trabajando, también hay que identificar la
función que cumple, el nivel de lenguaje que emplea, la adecuación que le dé el
autor y la intención comunicativa que tenga éste, al texto que estamos trabajando.
Para el trabajo a realizar, dentro de esta etapa, se sugieren algunas técnicas para
una lectura académica adecuada:
Técnicas de lectura académica
/Es muy importante saber cómo reconocemos una idea principal y cómo la
diferenciamos de una secundaria; la idea principal o argumento es lo que le da vida al
párrafo, sin ésta, el texto no funciona. Podemos ir segmentando primero las ideas para
luego irlas quitando, una por una, hasta que el escrito pierda sentido, en ese momento ya
encontramos el argumento de ese párrafo.
Una invitación a la lectura – tal como pretenden estas páginas- puede ser muy
completa o reducida en la información de textos y autores que proporcione.
Puede ser muy acertada en sugerencias o muy divagatoria en sus apreciaciones,
pero nunca podrá sustituir a la decisión libre y personal por la que cualquier lector toma
un libro entre sus manos para sumergirse entre los hechizos de la letra impresa. /

/________________________________________________________________
__________________________________________________. /Puede ser muy
acertada en sugerencias o muy divagatoria en sus apreciaciones, pero nunca podrá
sustituir a la decisión libre y personal por la que cualquier lector toma un libro entre sus
manos para sumergirse entre los hechizos de la letra impresa. /

Como podemos ver en este ejemplo, el texto carece de sentido si retiramos la


primera idea, entonces esa será la principal.
Una de las técnicas más importantes, una vez segmentado el texto, es la
herramienta del subrayado. En una primera lectura con cada párrafo ya fragmentado en
ideas, buscamos cuál es el argumento o idea principal y cuáles son las secundarias o de
apoyo: La idea principal va con doble subrayado y las secundarias con subrayado
simple. Ejemplo:

En el siguiente paso debemos realizar sumillas. Las sumillas son pequeñas


anotaciones que se realizan en los márgenes del texto. Puede ser un resumen corto o un
extracto del contenido, pero lo realmente importante de esta herramienta, es hacer un
breve escrito con nuestras propias palabras, que podamos comprender fácilmente.

Modalidades de la lectura:
Como sabemos, la intensión comunicativa cambia de acuerdo a la adecuación, no
existe un solo tipo de texto, por tanto, también hay varios tipos de lectura. Hay que saber
diferenciar muy bien qué es lo que queremos hacer con un escrito: lo necesitamos para
informarnos; para investigar sobre un tema, tomando en cuenta diferentes posturas o
puntos de vista; leer por placer leer para un goce estético, para crecer en humanidad,
entre otras.

Informativa
Esta modalidad de lectura se emplea para adquirir conocimientos en algún área
específica del saber. Basta con conocer el significado de las palabras para la
comprensión del texto, no hay que inferir, suponer, ni criticar el contenido de estos

/Una invitación a la lectura –tal como pretenden estas páginas- puede ser muy
completa o reducida en la información de textos y autores que proporcione. /Puede ser
muy acertada en sugerencias o muy divagatoria en sus apreciaciones, pero nunca podrá
sustituir a la decisión libre y personal por la que cualquier lector toma un libro entre sus
manos para sumergirse entre los hechizos de la letra impresa./
/Una invitación a la lectura –tal como pretenden estas páginas puede ser muy
completa o reducida en la información de textos y autores que proporcione. /Puede ser
muy acertada en sugerencias o muy divagatoria en sus apreciaciones, pero nunca podrá
sustituir a la decisión libre y personal por la que cualquier lector toma un libro entre sus
manos para sumergirse entre los hechizos de la letra impresa. / escritos, puesto que son
saberes unívocos, concretos, verificables y aceptados universalmente. Dentro de esta
categorización se encuentran: la noticia, el tratado científico, los datos estadísticos, entre
otros.

Interpretativa: denotativa y connotativa


En este tipo de lectura se necesita ya un poco más de trabajo, requiere que
comprendamos lo que el autor nos quiere decir, tanto explícita como implícitamente.
Por denotación entendemos aquello que el texto nos dice y comprendemos sin
rebuscar en su interior; mientras que, la connotación hace referencia a aquellas ideas que
se encuentran escondidas en el escrito, ya sea por medio de una sugerencia, un refrán o
cualquier pista que nos pueda dar el escritor para captar ese mensaje disimulado u
oculto. Hay que interpretar qué es lo que nos quiere decir el autor con ese texto
específico. Dentro de esta categorización se encuentran: los referidos a las humanidades
y los que tienen finalidad estética.

Crítica
La lectura crítica es más compleja, requiere que pongamos de nuestra parte y
utilicemos los cinco sentidos, los aportes de varios textos y, sobre todo, de nuestras
experiencias previas. Para esta herramienta es necesario que aprendamos a fusionar los
tipos de lectura anterior (Informativa y referencial), nuestras vivencias, opiniones y,
además, es preciso que sepamos diferenciar lo esencial de lo accesorio (qué sirve y qué
no) por medio de una valoración y comparación de la información que se nos brinda.
Es muy útil al momento de elaborar ensayos o textos académicos, ya que nos ofrece
diferentes perspectivas sobre un mismo tema y nos ayuda a sacar nuestras propias
conclusiones.

Poslectura
Dentro de esta útil herramienta tenemos algunos pasos; una vez realizadas las
sumillas ya tenemos comprendido el orden, jerarquización y relación de las ideas; ahora
necesitamos elaborar un organizador gráfico para reducir el espacio de la información y
tenerla siempre al alcance, de una manera sistematizada. Uno de los organizadores
gráficos que más se presta para este tipo de representación es el esquema, otro método
que también se puede emplear es la elaboración de fichas nemotécnicas incluyendo la
bio-bibliografía del autor.

Esquema de lectura
El esquema de lectura se elabora en base a las ideas principales o argumentos, las
ideas secundarias y, en caso de existir, sub ideas de apoyo.
Se empieza con los datos informativos del texto que estamos trabajando como:
título, autor, año, editorial, lugar, entre otros. Como siguiente paso se requiere poner en
orden jerárquico, con siglas de referencia (I.P.= Idea Principal, I.S.= Idea Secundaria,

S.I.= Sub Idea) por medio de viñetas o guiones, coloque de arriba abajo y de
derecha a izquierda, una a una las ideas del texto.
Del mismo modo procedemos a realizar el resto de párrafos hasta terminar el
escrito, jerarquizando y poniendo al mismo nivel todas las ideas según la importancia o
relevancia que tengan en el texto.

Investigación e intertextualización

Una vez terminado el esquema ya tenemos una idea completamente clara del
texto. Es ahora el momento propicio para empezar la investigación, leyendo sobre el
mismo tema en otras fuentes, con otros autores y buscando dentro de nuestro compendio
cognitivo, para llegar hasta el pensamiento crítico y elaborar preguntas sobre
¿Qué le faltó decir al autor y qué puedo yo aportar, en qué pienso que se
equivoca, qué dijo muy bien, sobre qué podría investigar para realizar un aporte a la
sociedad? De esta manera nos preparamos para el paso posterior que es la escritura.

Taller estudiantil

1. Prelectura del texto.


2. Indique qué tipo de lectura empleó para este texto.
3. Lectura del texto.
4. Poslectura del texto.
La violencia y las patrañas
El otro día me llamaron de un programa radiofónico para preguntarme por un
tema de moda: la violencia juvenil. “¿Por qué son violentos los jóvenes actuales?”,
inquirió el conductor de la emisión, que pareció desconcertarse con mi respuesta: “¿Y
por qué no iban a serlo? ¿No lo fueron también sus padres, sus abuelos y sus
tatarabuelos?”. Naturalmente ni antes ni ahora todos los jóvenes son violentos, pero en
cualquier época lo han sido en suficiente número como para preocupar a la sociedad en
la que vivían. Después de todo, para ser amenazadoramente violento hay en primer lugar
que poder permitirse físicamente serlo y los jóvenes están en mejores condiciones a ese
respecto que los veteranos del Inserso. Por eso la mayoría de las comunidades,
primitivas o modernas, han desconfiado de la musculosa intransigencia juvenil y han
procurado disciplinarla canalizándola hacia empleos socialmente rentables como la caza,
la guerra, el deporte o el consumo de vehículos ultrarrápidos de motor. Lo escandaloso
no es realmente la violencia juvenil, posibilidad que en el fondo siempre se da por
descontada y con la que muchos adultos cuentan para llevar a cabo proyectos a menudo
poco edificantes, sino su ejercicio incontrolado o adverso a intereses aceptados como
mayoritarios. Es entonces cuando se recurre al lamento y se buscan responsables
sociales, entre los que nunca se olvida mencionar a la televisión y a los educadores.
Veamos hasta qué punto con razón.
En un reciente congreso sobre esta cuestión celebrado en Valencia, en el que
participaron biólogos, sociólogos, políticos y tutti quanti, un experto americano se
descolgó con la noticia de que si los adolescentes redujesen drásticamente su dosis
cotidiana de televisión habría anualmente en USA cuarenta mil asesinatos y setenta mil
violaciones menos (o al revés, da igual, después de todo se trata de una simple fantasía
del buen hombre). Naturalmente, éste es el tipo de majadería seudocientífica que se
convierte en un titular de prensa muy goloso y que luego es repetido por gente crédula
precedido de la cantinela habitual: “Está demostrado que...”. La reverencia por la
televisión es tan grande que no hay efecto mágico- que no estemos dispuestos a
reconocerle. Lo mismo podríamos decir que la violencia televisiva tiene efectos
catárticos y disuasorios sobre muchos, de modo que verla cinco horas al día desde la
más tierna infancia ahorra por ejemplo veintisiete mil crímenes y treinta mil estupros
anuales. No es extraño que en el clima amedrentado que fomentan estas declaraciones,
crezcan proyectos de censura audiovisual como el esbozado por el Gobierno en una
especie de borrador de ley que se filtró en los medios de comunicación hace poco.
No voy a decir que la sobredosis de truculencia agresiva en la televisión sea
inocua, ni siquiera la proliferación de simple estupidez en los programas de mayor
audiencia.
Tanto ahínco en la memez y la bajeza no constituye un buen síntoma. Pero ni los
del GIA argelino, ni los talibanes, ni los jarraitxus, ni los neonazis, ni los que trafican
con niños y luego los asesinan, necesitan muchas horas de televisión para aprender su
barbarie. Las fantasías violentas pueblan nuestros juegos y nuestros sueños desde la
infancia: lo grave es no saber cómo distinguirlas de la realidad y desconocer las razones
civilizadas por las que debemos evitar ponerlas en práctica. Combatir la imaginación
agresiva no resuelve el problema, porque ya sabemos, al menos desde Platón, que lo que
distingue al justo del bruto no es la pureza de su fantasía, sino reconocer el mal con que
se sueña y descartarlo como guía de acción en la realidad. Un psicoanalista infantil que
trató sin remilgos estas cuestiones, Bruno Bettelheim, lo planteó así: “El predominio de
imágenes de violencia en las películas y en la televisión estimula la descarga fortuita de
violencia, mientras que al tiempo incrementa el temor a la violencia sin hacer nada por
promover la comprensión de su naturaleza. Necesitamos que se nos enseñe qué debemos
hacer para contener, controlar y encauzar la energía que se descarga en violencia hacia
fines más constructivos. Lo que brilla por su ausencia en nuestros sistemas de educación
y en los medios de comunicación es la enseñanza y promoción de modos de
comportamiento satisfactorios con respecto a la violencia”.
Es imposible enseñar nada válido acerca de la violencia si se empieza por
considerarla un enigma de otro mundo, algo así como una posesión diabólica que sólo
afecta a unos cuantos perversos. Y si la única recomendación que sabe hacerse frente a
ella es la de renunciar a sus pompas y a sus obras como quien reniega del demonio,
aborreciéndola por completo en pensamiento, palabra, imagen y gesto. Lo cierto (no diré
“tristemente cierto” porque las cosas ciertas no son tristes, lo triste es creer en
falsedades) es que la cofradía humana está constituida también por la violencia y no sólo
por la concordia. ¿Acaso el uso coactivo de la violencia no resguarda las colectividades
del capricho destructivo de los individuos o de la ambición de los megalómanos?
¿Acaso no se ha empleado la violencia para derrocar a las tiranías, para obligar a que
fuesen atendidas las reivindicaciones de los oprimidos o para impulsar transformaciones
sociales?
Digámoslo claramente: un grupo humano en el que todo atisbo de violencia
hubiese sido erradicado sería perfectamente inerte si no fuese impensable. Recordemos
el políticamente incorrecto comportamiento de Cristo con los mercaderes del templo...
Tampoco es pedagógicamente aceptable establecer que a la violencia “nunca se
la debe responder con la violencia”. Al contrario, lo adecuado es informar de que la
violencia siempre acaba por ser contrarrestada con otra violencia y que en eso reside
precisamente su terrible peligro aniquilador. Porque todos los hombres podemos y
sabemos ser violentos: si no queremos serlo es porque consideramos nuestros intereses
vitales resguardados por instituciones que no sólo representan nuestra voluntad política
de concordia, sino también nuestra voluntad violenta de defensa o venganza. Apelar a la
violencia particular para conseguir nuestros fines es un pecado, pero un pecado de
imprudencia porque despierta el espectro feroz de la violencia general que si unas pautas
racionales no controlan, nada podrá saciar salvo el exterminio mutuo. Y sin duda las
instituciones democráticas no son pacíficas (es decir, incontaminadas por la violencia),
sino pacificadoras: intentan garantizar coactivamente un marco dentro del cual las
relaciones humanas puedan suspender sus tentaciones violentas sin excesivo riesgo de
los individuos y permita que cada cual aprenda a utilizar armas de creación, persuasión o
seducción, no destructivas. Por eso la desmoralización social que más fomenta la
violencia proviene de ver que los violentos que actúan fuera de la ley –a veces, ay,
diciendo representarla- quedan impunes o son recompensados con el éxito.
Vuelvo a la tierra, a mi tierra. En el país Vasco se han extendido una serie de
patrañas peligrosas; sobre todo como pedagogía: la de que nuestra comunidad se divide
sólo en pacifistas y terroristas, la de que toda violencia es igual venga de donde venga y
a lo que venga, la de que quien está en prisión por haber asesinado es una víctima de su
carcelero y no un culpable al que se intenta hacer desistir de su agresividad para que no
hayan de ser los ofendidos quienes se tomen la justicia por su mano, la de que los
jóvenes son “criminalizados” por quienes intentan evitar que cometan crímenes y no por
los que les animan a cometerlos, etcétera.

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