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1. Conceptualización
Una clase expositiva supone que el docente utilice todos los recursos de un lenguaje didáctico
adecuado, presentando a sus alumnos un tema, definiéndolo, analizándolo y como así también
exponiéndolo, propiciando las experiencias oportunas para hacer posible la construcción
personal y social del conocimiento.
Esta estrategia puede contribuir en el aprendizaje significativo de los estudiantes pero para que
esto se produzca, es imprescindible que se establezcan objetivos claros y se lleva adelante una
buena preparación del tema a exponer. Además en una clase expositiva puede fomentarse la
participación entre los estudiantes y la interacción con el expositor, siendo esto uno de los
puntos claves para destacar lo eficiente que puede llegar a ser, ya que involucrar al alumnado y
hacerles participes de esta estrategia es fundamental para el logro de los objetivos de
aprendizaje que se persiguen.
Hay muchas formas de planificar una clase con el uso de esta estrategia y en todos los casos
dependerá de la habilidad del docente para concretarla de la mejor manera.
El docente debe planificar y realizar una clase expositiva que facilite en los alumnos un
aprendizaje activo y cooperativo. En este sentido De la Cruz (2004) denomina “Lección
Magistral Participativa”. Frente a una clase magistral tradicional que resulta superada y
obsoleta, es necesario que se lleven adelante exposiciones que promuevan el conocimiento por
comprensión, que los estudiantes tengan la necesidad de seguir aprendiendo, que se cree un
ambiente de trabajo personal y colaborativo entre los alumnos, que los educandos asuman la
responsabilidad y protagonismo del aprendizaje.
Al abordar esta estrategia de enseñanza, es importante tener en cuenta que la exposición dura
un determinado tiempo y en ese tiempo (que suele ser acotado) debe abordarse el tema a
enseñar, en lo posible en su totalidad. Es casi imposible predecir absolutamente cada paso que
la exposición va a tener, ya que no implica sólo un buen desempeño del expositor sino también
la participación de la audiencia.
Por lo tanto, algo a tener muy en cuenta es la preparación del tema a abordar, para que nada sea
librado al azar; claro está que lo que se va a exponer oralmente puede variar con el contenido
escrito, pero el expositor debe tener claro cuál es la información que va a incluir y cuál va a
excluir de su presentación, y asignar a cada área un tiempo estimativo de desarrollo.
En primer lugar, es necesario determinar el orden cronológico en que el material seleccionado
para el abordaje del tema va a tener, comenzando con una introducción con los puntos clave y
finalizando la exposición con la conclusión que enfatizará los puntos más importantes
discutidos.
Por otra parte, es necesario tener en cuenta los siguientes aspectos para preparar el tema a
exponer:
- Delimitar el tema que será expuesto: nunca entra todo lo que el tema implica.
- Tener preparado un bosquejo que contenga las ideas principales
- Organizar las ideas principales no sólo cronológicamente, como fue mencionado, sino
también en base a una lógica, un criterio que guíe el avance del desarrollo del tema.
- Elaborar algunos cuestionamientos que permitan al expositor clarificarse ante el abordaje
del tema.
- Preparar un “organizador previo” donde pueden estar plasmadas todas las ideas de un modo
sencillo, de manera que la audiencia pueda identificarlas, diferenciarlas y ver la relación
que las mismas tienen entre sí.
- Identificar ejemplos: los mismos ilustran la idea desarrollada, y permite su mayor
comprensión y entendimiento.
- Determinar y preparar los apoyos visuales, las “ayudas” al momento de abordar cada idea.
a) Mentefacto
Constituye un esquema de pensamiento, un ideograma, que representa una conceptualización,
es decir, la estructura interna y externa de un concepto de cualquier disciplina.
Relaciona ideas relevantes con el concepto que se va a aprender, expresándolas como una
“unidad semántica compleja”, dado que cualquier concepto (Centro) está incluido en otros
(Norte), engloba a otros (Sur), incluye ejemplos con sus características (Oeste) y se define por
su similitud, diferencia u oposición con otros conceptos cercanos (Este).
Así, se transforma en un instrumento útil para enseñar y aprender en forma significativa
conceptos (particulares o genéricos) de un modo sencillo, duradero y abierto, que favorece el
recuerdo.
b) Mapas conceptuales
Son diagramas de significados que indican relaciones entre conceptos, o entre palabras utilizas
para representar conceptos.
No hay reglas fijas generales para el trazado de mapas conceptuales. Lo importante es que el
mapa sea un instrumento capaz de poner en evidencia los significados atribuidos a los conceptos
y las relaciones entre conceptos en el contexto de un cuerpo de conocimiento, de una disciplina
o de una materia de enseñanza.
Junto con el mentefacto, se trata de herramientas significativas para quienes los confeccionan
que simplifican una faceta de la realidad observada.
Nuestro cuerpo es muy expresivo a la hora de comunicarse por lo que el movimiento de las
manos, la expresión del rostro, el caminar, la postura, la mirada, etc. son captados rápidamente.
Para ello es importante tomar en cuenta ciertas habilidades de comunicación, tales como:
- Variación en la voz: es preciso adecuar el volumen y la velocidad de la voz al tamaño del
grupo y las características físicas del contexto, cuidar la claridad en la pronunciación y
articulación de las palabras, variar la entonación a partir del manejo de pausas y silencios
para dar “color” a lo que se dice.
- Gestos y movimientos corporales: Es importante apoyar lo que se dice verbalmente con
gestos y movimientos corporales que sean congruentes y enfaticen la información
proporcionada. Asimismo, es preciso no permanecer estático en un solo lugar durante el
tiempo que dura la exposición, hay que desplazarse a lo largo del espacio físico en el que
ésta ocurre.
- Contacto visual. Éste constituye una fuente de retroinformación importante para el profesor,
ya que le permite verificar que los alumnos están o no de acuerdo con lo que se está
exponiendo. Si la exposición es clara o confusa o si la presentación de la clase está
resultando interesante o aburrida, etc.
Utilizar el método expositivo no sólo requiere mucha preparación del asunto a tratar, sino
además cierta capacidad personal para expresarse y captar la atención de los alumnos. El
profesor debe estar informado del tipo de personas a quien se va a dirigir, pues de ello dependerá
en gran medida la forma en que habrá de expresarse. La exposición es un recurso que, según
las circunstancias, sigue teniendo vigencia en cualquier nivel de enseñanza, principalmente en
el universitario. Sin embargo, para hacerse más eficiente, la exposición requiere el uso de otros
recursos didácticos, de buenos conocimientos sobre el asunto tratado y de una capacidad de
síntesis.
Autor: María Sofía Otaegui
La exposición puede utilizarse para cualquier área de conocimiento, sin excluir disciplina
alguna, bajo ciertas adecuaciones. Debe ser importante para esa disciplina el aprendizaje de
conceptos y de procedimientos.
El uso que se le suele dar a la exposición es con el fin de que los alumnos adquieran conceptos.
Así, estos reciben la información conceptual que deben adquirir ya organizada en una
presentación oral, exposición, que realiza el profesor.
Si bien el éxito de la exposición no depende del área en que se utilice, conviene hacer referencia
en una presentación oral a los conocimientos que los alumnos ya posean. Otro punto a tener en
cuenta es organizar y estructurar la presentación oral.
La demostración del profesor del procedimiento que sea objeto del aprendizaje es muy
importante para que la exposición lleve a la enseñanza de contenidos procedimentales, ya que
el aprendizaje del concepto no conlleva el aprendizaje del procedimiento.
Hay que vincular a cada procedimiento con otro ya conocido anteriormente, por lo que el
aprendizaje supone la revisión de los mismos.
El profesor hará la presentación oral y demostrará a los alumnos los contenidos, realizando
acciones y verbalizando las actuaciones de las mismas. Así los estudiantes construyen un
modelo mental adecuado de las actividades que se necesitan para llevar a cabo el procedimiento
y para adquirir la destreza necesaria para el mismo, que es la meta de ese aprendizaje.
Autor: Emilio Zelarayán
Como vimos con anterioridad existen muchos motivos para utilizar la exposición como
estrategia en el proceso de enseñanza aprendizaje sin embargo, a continuación abordaremos la
temática desde otra mirada.
Siguiendo esta línea, podemos plantear la crítica desde tres grandes ejes o situaciones que
pueden generar conflictos:
Las clases expositivas promueven un aprendizaje pasivo, situación que claramente no resulta
óptima puesto que para que se produzca un aprendizaje significativo es necesario fomentar un
rol activo y central por parte de los alumnos donde sean ellos los protagonistas en lugar de
centrar la atención en la figura del expositor.
En la práctica observamos que muchas veces los docentes se ven obligados a dar exposiciones
teóricas no por gusto, ya que por lo general los alumnos difícilmente leen los contenidos antes
de cada clase dificultando así un dialogo fluido.
La segunda crítica sería que en la medida que un docente expone una temática de manera
elocuente y ordenada pareciera sugerir la idea de que en la medida que el alumno sea capaz de
repetir de manera textual lo escuchado en clases será capaz de dominar los contenidos. Como
consecuencia, la atención estará centrada no en comprender sino en copiar y trascribir
textualmente la clase para luego poder repetirla a la hora de una evaluación.
La crítica más dura, tal vez, sea la de tener que aplicar la misma estrategia casi de manera
inevitable. Si bien las nuevas pedagogías ofrecen una gran variedad de recursos y estrategias,
se hace muy difícil ponerlas en práctica a la hora de expresar contenidos teóricos en especial
en los niveles superiores de educación. Pese a intentar aplicar otros recursos, la dinámica no
parece cambiar demasiado en las aulas por lo que usualmente todo termina en una exposición
a cargo del docente.
Autor: Florencia Gan
La palabra “diálogo” se conforma del prefijo <dia>, el cual significa <a través de,
mutuamente> y logos <discurso>. Así, “diálogo” desde la perspectiva etimológica significa
“discurso mutuo o recíproco”, sentido que nos remite a un proceso de cooperación, a una tarea
conjunta en la que se construyen significados en común.
Como técnica de aprendizaje, el diálogo tiene sus orígenes en las conversaciones socráticas, en
las cuales el filósofo llevaba a sus interlocutores, mediante el señalamiento de contradicciones
y reflexiones, hacia un determinado conocimiento. Mediante el diálogo que establecía
privilegiaba la revisión de los conocimientos, con el fin de construir conocimientos más sólidos.
Con esta práctica se ejercía el pensamiento analítico y crítico, además de una constante
argumentación.
En la actualidad, el diálogo sigue siendo una alternativa viable para la enseñanza. Así, en el
ámbito pedagógico actual es definido como “una conversación interactiva, dirigida
intencionalmente a la enseñanza y al aprendizaje”.
El aprendizaje por diálogo fue desarrollado por los pedagogos suizos Ruf y Gallin. El enfoque
anima a los alumnos a reflexionar e intercambiar sus puntos de vista individuales – los autores
hablan de la "singularidad" de los alumnos – respecto a lo que van a aprender, o sea el
aprendizaje por diálogo hace hincapié en la diversidad de los alumnos.
El aprendizaje por diálogo (Ruf & Gallin, 1998a) no representa un método específico más de
enseñar y aprender, sino un enfoque general e integral, que parte de la base de que cada alumno
es naturalmente un individuo con sus experimentaciones, destrezas, estrategias, estructuras
cognitivas, emociones, ideas singulares.
Por eso cada uno va a comprender o interpretar lo que encuentra durante una clase según sus
conocimientos previos, vinculando los contenidos nuevos con sus conceptos subjetivos,
aplicando y elaborando sus teorías implícitas. Es decir, hay un intercambio intra-personal
permanente entre las estructuras ofrecidos por la enseñanza y las estructuras cognitivas
disponibles del individuo.
También hay intercambios inter-personales en el aula, cuando los alumnos contestan preguntas
del profesor, expresan sus opiniones, hipótesis, explicaciones o discutan entre ellos - cada vez
oportunidades de aumentar la complejidad de la materia y por consecuencia subrayar la
diversidad y la incertidumbre en el aula.
Desde éstas técnicas y/o métodos, establecer una participación real, construida entre todos
implica llevar adelante un proceso colectivo orientado por objetivos compartidos que vinculan
necesidades y motivaciones. La participación desde el rol de los sujetos que la construyen se
Ser, tomar o tener parte en un tema o problema. Es un ejercicio de acercamiento y relación con
los otros.
“La participación como decisión es la expresión del desarrollo democrático educativo”.
Bibliografia consultada: