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Brasil: estructura social y política de la primera republica, 1889-1930

Boris Fausto

Al proclamarse la república en 1889, Brasil tenía una densidad de población pequeña, y en el norte y
el oeste había áreas virtualmente deshabitadas. Sin embargo, durante todo el periodo de la Primera
República (1889-1930) hubo un incremento demográfico. Entre 1890 y 1920, la población casi se
dobló, aumentando de 14,3 a 27 millones. Este incremento se debió al proceso de crecimiento
natural, combinado con la inmigración europea masiva hacia el centro-sur. Sin embargo, la pirámide
de edad muestra un rasgo característico de los países subdesarrollados, un índice de natalidad muy
elevado combinado con índices de mortalidad (en especial infantil) elevados.

En el centro-sur, donde la inmigración fue fundamental, Sao Paulo fue el Estado que absorbió la mayor
parte de inmigrantes (51,9 % de los que ingresaron entre 1888 y 1890 al país, 64,9 % de los que
ingresaron entre 1891 y 1900; y el 58,3 % de los que ingresaron entre 1901 y 1920).

La inmigración hacia el estado de Sao Paulo fue el resultado de la planificación gubernamental, cuyo
principal objetivo era el de suministrar mano de obra al sector cafetero, centro dinámico del
crecimiento económico en las décadas anteriores a la abolición de la esclavitud (1888). La burguesía
cafetera creo un sistema de producción basado en el colonato. El terrateniente contrataba a una
familia de colonos y pagaba un salario anual por cultivar sus plantaciones de café. La recolección se
pagaba independientemente, y el sistema podía aplicarse a cualquier área agrícola productiva dentro
de la propiedad. Los colonos recibían alojamiento y se les proporcionaban unas porciones de terreno
para cosechas de subsistencia, cuyos excedentes podían vender en los mercados locales. El sistema
de colonos combinaba un sistema capitalista de producción con un sistema no capitalista de
arrendamiento de tierras. Los colonos prácticamente no recibían ningún pago en dinero, pero podían
dedicarse a la producción de otras cosechas destinadas a la alimentación, especialmente maíz y
frijoles.

La cuestión de la movilidad social en el Sao Paulo rural sigue siendo motivo de controversia. En el
periodo comprendido entre 1871 y 1914 se estima que las oportunidades que tenían los colonos de
llegar a convertirse en propietarios eran muy limitadas. El acceso a las tierras requería influencias,
aunque el precio de la tierra no fuera elevado; y los potenciales compradores precisaban de unos
recursos para sacar rendimiento a la tierra que les eran relativamente inaccesibles. Sin embargo,
según otro estudio de un periodo más largo (1886-1934), una proporción significativa de los
trabajadores que se establecían en las áreas rurales era socialmente móvil, en especial en la zona
oeste de Sao Paulo.

La cuestión que se suscita es el porqué de la preferencia de la burguesía agrícola-mercantil de sao


Paulo por los trabajadores inmigrantes, en especial los italianos, frente a otras fuentes alternativas de
mano de obra. En lo que se refiere a los ex esclavos, hay que recordar que las relaciones laborales se
habían deteriorado durante los años del régimen esclavista. La creciente frecuencia con la que los
esclavos se escapaban o sublevaban presentaba problemas cuando había que decidir como
transformar la mano de obra esclava en asalariada. A medida que iban llegando trabajadores
inmigrantes a las plantaciones y aumentaban los problemas con la población esclava, los propietarios
prefirieron la mano de obra inmigrante. Cabe destacar también, que, aunque sobrara mano de obra,
especialmente en el noreste del país, en ese momento no era suficiente para satisfacer las necesidades
de los plantadores cafeteros de Sao Paulo. Además, el auge repentino del caucho en el norte entre
1880 y 1912 absorbió gran parte del exceso de mano de obra disponible en el noreste.
Las variaciones del nivel de inmigración dependían de las condiciones internacionales, de las
condiciones en el país de origen y del estado de la economía cafetera brasileña. El periodo entre 1890
y 1900 fue el de mayor inmigración, en especial por la crisis de la economía de Italia a partir de 1880.
Y mientras Argentina y EEUU experimentaron un periodo de recesión después de 1890, Brasil entraba
en un auge gracias al café. Los inmigrantes se veían atraídos en gran parte por el programa de pasajes
subvencionados por el gobierno brasileño. Por otra parte, en los últimos años de la década se produjo
una inversión de esta tendencia. Brasil entro en un periodo de superproducción y crisis de la economía
del café. En 1902, el gobierno limito la creación de nuevos cafetales en Sao Paulo. Al mismo tiempo,
el gobierno italiano prohibió posteriores inmigraciones subvencionadas a Brasil, como resultado de
las quejas de ciudadanos sobre las condiciones de vida en Sao Paulo. Durante 1903 y 1904 se produjo
un balance negativo de la inmigración hacia el estado de Sao
Paulo. Dicha inmigración volvió a tener un balance positivo con la recuperación de la economía
brasileña, y alcanzo un máximo en los años inmediatamente anteriores a la primera guerra mundial,
volviendo a aumentar en la década de 1920, aunque ya no ligada a las fluctuaciones de la economía
del café, sino para –en las zonas rurales de Sao Paulo y el sur del país- pequeños granjeros dedicados
a cultivos alimenticios.

En el periodo comprendido entre 1884 y 1933, los tres grupos principales de inmigración fueron los
italianos (1,4 millones) los portugueses (1,1 millones) y los españoles (577.000). Entre 1884 y 1903 fue
el grupo extranjero más numeroso que entro en el país. A partir de 1903, el número de entrada de
italianos decreció bajando hasta el tercer lugar en las décadas siguientes. La más estable fue la
inmigración portuguesa durante el periodo, ocupando el primer lugar entre 1904 y 1913, y periodos
posteriores. A diferencia de los italianos, los portugueses se establecían en las ciudades, donde
ocupaban puestos de comercio y empresas de servicios. Los españoles estaban distribuidos por todo
el estado de Sao Paulo.

La inmigración alemana fue particularmente significativa en el sur y estivo vinculada inicialmente al


establecimiento de pequeñas granjas. Los alemanes no fueron asimilados tan fácilmente como los
europeos peninsulares y todavía en 1930 formaban una comunidad cultural diferenciada.

Los japoneses empezaron a llegar a Brasil en 1908, gracias a un acuerdo entre el Estado de Sao Paulo
y ciertas compañías japonesas de inmigración, que ofrecían subvenciones a los pasajes y subsidios. A
partir de 1912 el gobierno estatal empezó a proporcionarles tierras. Hacia el periodo 1924-1933, los
japoneses llegaron a ser la segunda corriente migratoria en importancia, convirtiéndose en pequeños
y medianos propietarios vinculados a la producción de alimentos.

El norte y noroeste del país atrajeron a pocos inmigrantes dado el poco crecimiento económico (aparte
del auge repentino del caucho) y no había carencia de mano de obra. En el cinturón de plantación
azucarera, el problema de la mano de obra asalariada fue solucionado recurriendo al establecimiento
de pequeños propietarios de tierras que dependían de un terrateniente más importante. Ubicados en
pequeños terrenos en los que cultivaban productos de subsistencia, los trabajadores eran llamados a
trabajar en las plantaciones de caña siempre que era necesario. Este trabajo se realizaba sin
remuneración o por salarios muy bajos. Esta relación también se estableció entre los pequeños
propietarios y los ganaderos.

En el sur, la ganadería de los latifundios situados en la parte suroeste de Rio Grande do Sul (que
producía la cecina de vacuno para consumo de los grupos sociales bajos del centro sur y el noroeste)
requería muy poca mano de obra y no atrajo a los inmigrantes. Sin embargo, en otras partes del Estado
se instaló un gran número de alemanes e italianos atraídos por la posibilidad de adquirir tierras. En la
zona de las tierras altas desarrollaron el cultivo del trigo y el arroz, según un régimen mixto de
agricultura de subsistencia y de agricultura comercial. Por lo tanto, Rio Grande do Sul tuvo la
singularidad de desarrollar una economía destinada al mercado doméstico y propicio la aparición de
un núcleo de propietarios independientes.

Paralelamente, durante las últimas décadas del siglo XIX, hubo un importante movimiento migratorio
interior entre el noreste y el norte. A partir de la década de 1870, el crecimiento de las actividades
asociadas con la extracción de caucho en la cuenca del Amazonas atrajo inmigrantes procedentes del
noreste, devastado por sequias entre 1870 y 1880.

Hacia 1912, la producción brasileña, enfrentada a la competencia del caucho producido en las colonias
británicas y holandesas de Asia, se colapsó, con rápido efecto sobre la migración interna.

Durante los últimos años del siglo XIX y hasta 1920, la migración interna hacia el centro-sur y en su
interior, fue limitada. Las áreas urbanas, y en particular la capital de la Republica (el Distrito Federal)
fueron focos importantes para la inmigración. A partir de 1890, Minas Gerais presento un balance
negativo uniforme en términos de migración, pues una parte significativa de su población se trasladó
al cinturón agrícola de Sao Paulo y hacia Rio de Janeiro.

A partir de la década de 1920, las condiciones que habían limitado la migración interior del centro-sur
durante la fase de su expansión económica empezaron a cambiar. Los trabajadores procedentes de
Minas y del Noroeste entraron en el Estado de Sao Paulo en cantidades crecientes. En 1928 los
migrantes internos superaron las cifras de los extranjeros, y asi hasta 1934. Esta tendencia fue
reforzada en el ámbito internacional por la crisis mundial de 1929, y en el ámbito nacional, por las
medidas que se tomaron para "nacionalizar" la fuerza de trabajo y establecer una cuota para la
entrada de inmigrantes.

Estructuras sociales y políticas

El establecimiento y consolidación del imperio brasileño en la primera mitad del siglo XIX fue producto
de una coalición entre burócratas de alto rango y comerciantes de las ciudades principales, ansiosos
de contener la agitación política y social urbana. En el conflicto entre el centralismo y la autonomía
provincial, que caracterizo a las primeras décadas del imperio, la victoria se inclinó claramente del
lado del aumento de la centralización política y administrativa. Los burócratas, apoyados por los
fazendeiros cafeteros de Rio de Janeiro y educados en la tradición del absolutismo portugués, fueron
los principales teóricos y ejecutores de la centralización.

El sistema político de la Primera República, se ha descrito generalmente como sustentado sobre tres
núcleos de poder. En la base de la pirámide estaban los potentados locales, llamados coroneis, que
controlaban la población rural de un área determinada. En un nivel intermedio estaban las oligarquías
estatales, constituidas en mayor o menor medida por "federaciones de coroneis", cuyas funciones
diferían institucionalmente cuando actuaban de manera aislada. En el pináculo de la estructura de
poder estaba el gobierno federal, que era producto de una alianza entre las oligarquias de los estados
más importantes y, por lo tanto, expresión de una "federación de oligarquias". La participación de la
masa de la población era casi nula. Las relaciones entre clases se expresaban de forma vertical, de
acuerdo con la jerarquía inherente a las relaciones de clientelismo. Los coronéis eran suministradores
de votos, que dependían de la influencia de las oligarquías estatales en el gobierno para obtener una
serie de favores, incluyendo trabajos e inversiones que a su vez eran la base de poder sobre la
población local. La maquinaria política estatal determinaba la elección del presidente de la Republica.
Las relaciones entre los coroneis y la población que estaba bajo su control, asi como entre los propios
coroneis, entre la oligarquía estatal y el gobierno federal, variaban considerablemente de una región
a otra. En un extremo, estaba el Estado de Sao Paulo, en el otro los estados del norte y noroeste, sin
olvidar las extensas zonas de población dispersa. La protección clientelar, en forma de tierras, ayuda
financiera o empleo, se intercambiaba por la garantía de lealtad, la cual, según cada caso particular,
se traducía en estar dispuesto a defender al coronel físicamente, o en obedecer sus deseos en las
urnas.

Institucionalmente, la Republica reforzó el papel de los coroneis, ya que la descentralización dio mayor
poder a los municipios, que eran las unidades políticas y administrativas más pequeñas de cada
Estado.

En los estados del norte y el noreste hubo dos modelos políticos principales. En ciertos casos, una
oligarquía familiar poderosa tomaba el poder sobre la maquinaria gubernamental, minimizando asi la
distinción entre coroneis locales y la oligarquía gubernamental, minimizando asi la distinción entre
coroneis locales y la oligarquía estatal. En otros, eran los grupos que representaban los intereses
urbanos los que tomaban el poder. Sin embargo, su posición era frágil, y los coroneis del interior
mantuvieron su grado de autonomía. Con sus propios ejércitos privados, se convirtieron en
verdaderos jefes militares dentro de su área de influencia.

En los estados mas desarrollados, los coroneis carecían de autonomía y se asociaron con estructuras
más amplias, como el partido político dominante y la maquinaria política estatal. En estos estados, el
elemento dominante en el entramado general de relaciones de clientelismo era el gobierno estatal,
que distribuía tierras, créditos y cargos públicos.

La Constitución de 1891 formalizo el sistema federal, dando al mismo tiempo expresión a la distinción
de poder entre los estados mas poderosos y los mas pobres. Los más poderosos tuvieron los recursos
financieros y militares para limitar las presiones intervencionistas del gobierno federal.

La elección del presidente de la Republica reflejaba el grado de acuerdo o desacuerdo entre los
estados más poderosos. Se ha afirmado frecuentemente que la llamada alianza del café con leite,
entre Sao Paulo y Minas Gerais, controló de forma efectiva la Primera Republica. Hacia el final de la
década de 1920, la ruptura entre las oligarquías de Sao Paulo y Minas Gerais hizo estallarla cadena de
acontecimientos que desembocaría en la revolución de 1930. Dados los rasgos característicos del
sistema federal, para Sao Paulo era vital el control de la política federal solo en aquellas áreas en que
la acción a nivel estatal era imposible o inadecuada: en el área de la reglamentación sobre divisas y
política financiera, para garantizar los créditos extranjeros contratados para mantener el valor del
café, y en los asuntos de las leyes de inmigración y de distribución de rentas publicas entre los
gobiernos federal y estatal.

En Sao Paulo, la burguesía del café presto apoyo político al PRP, como consecuencia de una larga lucha,
que databa de la década de 1870, en defensa de la república y del federalismo. El PRP se las arregló
para mantener su posición de único partido de la clase dirigente hasta 1926, año de fundación del
Partido Democrático (PD). Las diferencias internas en el seno de la burguesía del café, entre los
principales productores, los banqueros y los comissarios, no llego a expresarse nunca claramente. A
su vez, la naciente industrialización no dio lugar a una clase que se opusiera de forma radical a los
empresarios cafeteros. La industria se desarrolló como una actividad subsidiaria de la economía de la
exportación, que creo un mercado regional y fue responsable de la entrada del capital necesario para
la compra de maquinaria. La inversión industrial fue a menudo una opción paralela a la inversión en
el complejo cafetero y se adaptó a las condiciones de la economía del café. Estas circunstancias
facilitaron la fusión del terrateniente y el industrial en una sola persona o grupo familiar.

Un factor potencial de desestabilización durante la Primera República fue el fracaso del sistema
oligárquico para integrar a las fuerzas armadas, en especial al ejército. Hubo una incompatibilidad
básica entre las oligarquías de los estados más poderosos y el aparato militar, aunque estuviera
atenuada por alianzas tácticas y defensivas. Finalmente, la caída de la Primera Republica fue debida
en parte, al descontento permanente de los oficiales de rango medio del ejército y, en último término,
a la intervención del alto mando de las fuerzas armadas.

El sistema político de la Primera República se caracterizaba por una participación popular mínima,
aunque tal vez más importante fuera la dependencia que tenía el electorado de las oligarquías locales.
La subordinación del electorado estaba facilitada por la papeleta abierta, y no es sorprendente que la
oposición urbana hiciera campaña durante todo el periodo por la adopción del voto secreto.

El proceso político

En ese momento en que la amenaza de los militares ya había pasado, todavía quedaba la labor de
institucionalizar el sistema oligárquico. El segundo presidente civil, Campos Sales (1898-1902)
acometió esta tarea con los objetivos de poner fin a la hostilidad existente entre el poder ejecutivo y
el legislativo, minimizar en lo posible el impacto de la disidencia en estados concretos y conseguir un
consenso básico entre el gobierno central y los gobiernos estatales. Asi nació el concepto de “política
de los gobernadores”, doctrina que resulto ser suficiente para establecer la base del sistema
oligárquico. En principio se buscaba que el acuerdo fuera reciproco. El gobierno central apoyaría a los
grupos políticos dominantes en los estados, mientras que estos, en compensación, apoyarían la
política del presidente. De esta forma, Campos Sales trato de neutralizar la oposición en el plano
regional.

Al inicio de la Republica, la escena política estaba dominada por la oligarquía de sao Paulo y por el
PRP, pero en los momentos vitales, como en la votación sobre la Constitución (1891) y en la elección
del presidente Prudente de Morais (1894) contaron también con el apoyo de Minas Gerais. Los tres
primeros presidentes civiles de la Republica fueron paulistas: Prudente de Morais, Campos Sales y
Rodrigues Alves (1902-1906). Hasta 1987, año de fundación del PRM, la oligarquía de Minas Gerais
estuvo dividida en varias facciones (café, cereales, ganadería), factor que redujo su influencia en el
plano federal. A partir de 1898, y como consecuencia de los apoyos prestados a Campos Sales para la
obtención de la presidencia, y de las políticas fiscal y monetaria resultantes del acuerdo, firmado con
los Rothschild para la consolidación de la deuda nacional brasileña, Minas volcó todo su peso en el
sostenimiento de la política federal.

Una vez cicatrizadas las heridas de la guerra civil y consolidado el PRP, Rio Grande do Sul empezó a
surgir como tercera estrella principal dentro de la constelación oligárquica.

El inicio de la primera guerra mundial puso fin a la belle epoque de la oligarquía. Las dificultades
económicas resultantes de la situación internacional estimularon la aparición de la agitación laboral
entre 1917 y 1920. La ola de huelgas remitió con relativa rapidez, pero la estabilidad de la Republica
iba a ser amenazada por otras fuerzas sociales. Las presiones de las clases medias urbanas, que
intentaban ampliar la base del sistema oligárquico, y los ataques de oficiales del ejército de grado
medio, iban a alterar el entramado político. Aunque esos sectores careciesen de autonomía, iban a
añadir una dimensión adicional a las divisiones entre y dentro de las oligarquías regionales.

Las elecciones de 1922 revelaron las crecientes tensiones regionales entre la clase dirigente, fueron
las únicas elecciones en las que hubo una clara división entre los dos estados mayores, por un lado, y
un bloque de estados intermedios, por otro.

En otro nivel, la crisis en el sistema oligárquico fue puesta de manifiesto por la ruptura del monopolio
político del PRP en Sao Paulo, donde se fundó el PD en 1926. La creación del PD fue fruto de los efectos
de la diferenciación social en Sao Paulo, de las presiones de las nuevas generaciones a favor de la
ampliación de las oportunidades de carrera, del acceso al sistema político y de desacuerdos
ideológicos. Entre sus líderes principales figuraban los hijos jóvenes de plantadores de café y familias
tradicionales, algunos industriales y sobre todo, profesionales de la clase media, como abogados,
periodistas y profesores. El PD apareció en la escena política como un partido liberal democrático. Sus
objetivos eran separar las instituciones republicanas de la practica republicana mediante el voto
secreto, la representación de las minorías, la separación de poderes y la supervisión de las elecciones
por parte de la judicatura.

Entretanto, las filas de los oficiales de graduación media (tenentes) habían roto con el “orden
republicano” en una serie de rebeliones tenentistas. En julio de 1922 hubo un alzamiento en el fuerte
de Copacabana, en Rio de Janeiro. En julio de 1924 los rebeldes llegaron a controlar la ciudad de Sao
Paulo por más de dos semanas. En octubre de 1924 y en 1926 hubo revueltas en Rio Grande do Sul.
Sin embargo, el movimiento tenentista tuvo su mito más importante en las actividades de la columna
Prestes, una fuerza militar que se unió a los revolucionarios de Sao Paulo y Rio Grande do Sul. Al
mando de Miguel Costa y Luis Carlos Prestes, futuro líder del Partido Comunista Brasileño, la columna
emprendió una larga marcha por el interior del país, recorriendo unos 24.000 km entre abril de 1925
y febrero de 1927, en el que los restos de la columna atravesaron la frontera con Bolivia.

Los tenentes habían sido educados durante un periodo en que tanto los militares como la sociedad
estaban sufriendo un proceso de transición. El cuerpo de oficiales había empezado a cambiar con la
creación de la academia militar en Realengo en 1911. La ideología subyacente en la nueva escuela era
muy diferente de la de su predecesora. En ella se buscaba la creación de soldados profesionales,
proporcionándoles una enseñanza y una disciplina militares, totalmente apartadas de la política y
encaminadas a fines exclusivamente militares. Adoptaron alguno de los principios de la doctrina del
"ciudadano soldado", especialmente el derecho de los militares a intervenir en la política, a pesar de
ir contra los deseos expresos de las autoridades civiles y militares.

El movimiento tenentista produjo una fisura en la institución militar entre los oficiales de graduación
media y sus comandantes. En el interior del propio movimiento aparecieron dos tendencias de forma
embrionaria. Una de ellas, formada por Prestes, Siqueira Campos y Miguel Costa, se asoció para
derribar las oligarquías con un programa vagamente nacionalista y popular. La otra, cuya figura más
representativa fue Juarez Távora, veia la intervención popular como de destruir el sistema oligárquico,
doblegando al mismo tiempo "los excesos de indisciplina entre las masas".

Se ha considerado al tenentismo como un movimiento nacido en un momento particularmente


sensible dentro del aparato estatal. Puso al descubierto la crisis del sistema oligárquico y ofreció la
perspectiva de una estructura según un modelo corporativista. El tipo de reforma política abogado
por los tenentes estaba basado en la necesidad de ampliar el campo de acción del gobierno central, e
incluía en su ideología elementos de antiliberalismo, en boga en aquella época. Sus declaraciones
teóricas durante los años 20 están bastante más impregnadas de "sentimientos nacionalistas" que de
objetivos atribuibles a los intereses de una clase social. El robustecimiento del poder del Estado
requería la uniformidad de las instituciones, la expansión de la enseñanza y la consolidación del
gobierno en el plano nacional. Respecto a los temas económicos, fueron o bien ignorados, o se les
concedió escasa consideración. A los tenentes les fue posible contar con la simpatía de los sectores
sociales opuestos al orden establecido, incluyendo a la clase obrera.

Para finales de la década de 1920 los tenentes habían sido marginados o estaban en el exilio, y la clase
media urbana estaba claramente limitada por su incapacidad de movilizarse. Por lo tanto, la
agudización de la crisis del sistema oligárquico fue debida en mayor medida a la reaparición de
conflictos entre estados y problemas de reajuste en el seno del pacto oligárquico, aunque en un nuevo
contexto.

Al considerar la década de 1920 globalmente, se puede apreciar el papel notable de la juventud en la


manifestación de loa oposición política o en la actividad revolucionaria. El tenentismo fue un
movimiento de los oficiales jóvenes del ejército. Entre los sectores disidentes de la oligarquía, fueron
los jóvenes quienes adoptaron actitudes revolucionarias. La crisis puede observarse como una
consecuencia de la incapacidad del sistema para responder a las demandas que se le solicitaban, las
cuales eran consecuencia de la diferenciación y movilidad sociales, tanto hacia arriba como hacia
abajo.

La defunción de la antigua República en 1930 puso fin al sistema de gobierno oligárquico que había
garantizado la hegemonía de la burguesía cafetera de Sao Paulo. Sin embargo, no supuso el fin del
coronelismo, especialmente en las zonas rurales. Surgieron nuevos coroneis para sustituir a los
antiguos, y el sistema de patronazgo permaneció y se adaptó lentamente al pacto corporativo que se
fue elaborando gradualmente entre la sociedad civil y el Estado. Los acontecimientos que se
produjeron después de 1930 combinaron dos elementos que históricamente son de imposible
separación: la victoria de un heterogéneo movimiento revolucionario y los efectos de la crisis
económica mundial. Esta última transformo los problemas de muchos años en temas urgentes e
inevitablemente acelero el proceso de cambio. Hicieron falta una y y la ruptura de la hegemonía de la
burguesía cafetera de Sao Paulo para que se dieran nuevos ímpetus al proceso de industrialización. La
expansión y centralización del poder del Estado fue el primer rasgo de cambio institucional durante
los años que siguieron a la revolución de 1930. La burocracia central fue expandida y virtualmente
transformada en una nueva categoría social con sus propios intereses, aparte de seguir llevando a
cabo su función como portavoz de los intereses de la clase dominante. Además, las relaciones entre
la sociedad civil y el Estado cambiaron el aspecto de que los diferentes sectores de la clase dominante,
la clase media y al menos una parte de la clase obrera pasaron a enfrentarse entre sí y a alcanzar
acuerdos, en gran medida bajo la sombra de un poder estatal cada vez más fuerte.

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