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Gabriel
Ríos
Irrazábal

El odio a la democracia,
Jacques Rancière

Amorrortu, Buenos Aires, 2006

Por Alina Ríos

Filósofo francés nacido en Argelia hacia obra: la necesidad de reflexionar sobre la


1940, Jacques Rancière realizó sus primeras posibilidad y potencia democráticas. Signifi-
incursiones académicas en las proximidades cativamente, esta preocupación se construye
de ese otro filósofo francés-argelino que retomando de una manera muy particular sus
fue Louis Althusser, para luego transitar los lazos con la tradición del pensamiento social
caminos de la filosofía política, preocupado francés y su clásica preocupación por los
por el devenir democrático y los movimientos “sentimientos colectivos”. Esta vez se trata
sociales. Actualmente es profesor emérito del del odio, un odio con objeto bien definido:
Departamento de Filosofía de la Universidad la democracia.
de París VIII.1 Si bien el odio a la democracia no es una
El odio a la democracia fue publicado por novedad, si no que, tal como lo muestra desde
primera vez en lengua francesa en el año 2000. las primeras páginas Rancière, es un senti-
Una preocupación política de gran actualidad miento que más bien le es coextensivo, este
motiva el trabajo por el que se articula esta odio presentaría en la actualidad renovadas

1
De Jacques Rancière en español pueden leerse, entre fábula cinematográfica. Reflexiones sobre la ficción en
otros, y además del trabajo que aquí presentamos: el cine, Barcelona, Paidós, 2005; El maestro ignorante,
El viraje ético de la estética y la política, Santiago Barcelona, Laertes, 2003; La división de lo sensible.
de Chile, Palinodia, 2006; Sobre políticas estéticas, Estética y política, Salamanca, Consorcio Salamanca,
Barcelona, Llibres de recerca, 2005; El inconsciente 2002; y El desacuerdo. Política y filosofía, Buenos Aires,
estético, Buenos Aires, Del Estante Editorial, 2005; La Nueva Visión, 1996.
La triple frontera: globalización y construcción
El odio
social
a la democracia
del espacio 175

formas. ¿Qué es lo que distingue a este nuevo de gobierno sino la crisis de una civilización.
odio a la democracia? Ésta es una pregunta En El odio a la democracia, el “odio” recuerda
inicial del autor y en la introducción nos in- aquella “fobia” que Foucault planteara con
dica la dirección de la respuesta: este odio es relación al Estado.2
el “horror” frente a un exceso, es la denuncia A la estructura de este discurso de la fobia
de un “exceso de democracia”, y en tanto tal a la democracia subyace una dualidad o
es un odio que no cuestiona las instituciones desdoblamiento: gobierno democrático vs.
democráticas, sus procedimientos y su poder, sociedad democrática. Y el objeto del odio
sino al pueblo. Lo que aparece puesto en es precisamente este segundo término (o las
cuestión es la democracia como el reinado formas de su “exceso”).
de los deseos ilimitados de los individuos Luego de la introducción, en la que, precisa-
en la sociedad de masa moderna, y por ende mente, el autor nos introduce en la dimensión
denunciada como causa de todo lo indeseable de este odio en cuyo análisis se va a detener, se
que perturba el orden. Para este discurso, lo suceden cuatro secciones que plantean cuatro
problemático no es la corrupción de una forma nudos problemáticos en torno a este odio.

De la democracia victoriosa a la democracia criminal,


un desplazamiento de sentido

Este odio a la democracia es correlativo de A su vez, la amenaza de la “vida democrá-


una manera particular de concebir el “buen” tica” se presenta en dos aspectos, dos formas
gobierno democrático, según la cual éste apa- de esa vitalidad o exceso que el buen gobierno
rece como objeto de una doble oposición: vida democrático debe controlar: el exceso de la
o vitalidad democrática vs. “buen” gobierno participación popular en la vida pública, o
democrático, por un lado; «buen» gobierno bien el exceso de demandas individuales gene-
democrático vs. Gobiernos no democráticos, rado en una prolífera vida privada. Entonces,
por otro. Según el diagnóstico de la comisión paradoja democrática: Como forma de vida
trilateral, la “crisis” de la democracia signi- política y social, la democracia es el reinado
fica un aumento irrefrenable de demandas del exceso. Este exceso significa la ruina del
que presionan a los gobiernos, debilitan la gobierno democrático, por lo tanto debe ser
autoridad y vuelven a individuos y grupos reprimido por éste. La ingobernabilidad inhe-
reacios a la disciplina. De esta manera, los rente a la vida democrática justifica y legitima
“excesos” de una vida democrática llegan a los esfuerzos por su gobierno. Subyace a este
ser aprehendidos como una amenaza para el planteo la reducción de la democracia a una
“buen” gobierno democrático. Pero al mismo forma de sociedad: el “individualismo demo-
tiempo, este “buen” gobierno democrático se crático” que explica todos los males.
constituye por oposición a los gobiernos no Rancière sostiene que en dos décadas la pa-
democráticos en la argumentación que justi- labra “democracia” sufre un desplazamiento
fica la guerra por la democracia. de sentido. Democracia se definía por ser lo

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Foucault, M.: Nacimiento de la Biopolítica, Buenos
Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007.
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contrario al totalitarismo, donde totalitarismo dora del Estado”. Es por este desplazamiento
era el Estado que suprimía la dualidad Estado- que podemos pensar un paralelismo entre la
sociedad, Estado devorador de la sociedad. fobia al Estado –como dice Foucault– y una
Las propiedades de ese Estado ahora pasan a fobia a la democracia.
ser atribuidas a la democracia como “devora-

La política o el pastor perdido

La democracia es más que una forma de esas superioridades competentes sean recon-
sociedad, más que un forma de gobierno ducidas a un nivel de igualdad primera entre
también. Con relación a este objeto nos es los “competentes” y los “incompetentes”. En
necesario recordar las palabras propias del este sentido, la democracia no es una forma
autor: La democracia no es ni la forma de particular de gobierno, sino el fundamento de
gobierno representativo ni el tipo de sociedad la política misma, que reenvía toda domina-
fundada sobre el libre mercado capitalista. Es ción a su ilegitimidad primera. Y su ejercicio
necesario devolverle a esta palabra su potencia desborda necesariamente las formas institu-
de escándalo. Ésta ha sido en principio un cionales de la representación del pueblo.3 La
insulto: la democracia, para aquellos que no democracia es, nos dice de manera sugerente
la soportan, es el gobierno de la canalla, de Rancière, la falta de un pastor o, mejor, su
la multitud, de aquellos que no tienen títulos asesinato. Gobierno de todos y de cualquiera,
para gobernar: detentadores de la riqueza, la democracia es el principio que cuestiona
garantes de la relación con la divinidad, la legitimidad del gobierno de unos sobre
grandes familias, sabios y expertos. Pero para otros. Hay motivo para el miedo, y el odio,
que haya comunidad política, es necesario que en consecuencia.

Democracia, república, representación

Luego de establecer que la democracia en el mismo sentido, la “representación”


no es ni una forma de sociedad ni una forma no es la adaptación procedimental de la de-
de gobierno que le permite a la oligarquía mocracia frente al crecimiento demográfico
gobernar en nombre del pueblo, Rancière del pueblo. Por el contrario, la “democracia
va a profundizar su intento por restituir a la representativa” aparece como forma mixta,
democracia su valor en tanto momento de forma “desviada” por las luchas democráticas,
evidencia de la contingencia del orden. Lo va el combate democrático, y permanentemente
a hacer señalando que los gobiernos existentes reconquistada por la oligarquía en los juegos
no son democráticos, en el sentido estricto eleccionarios.
que él da a la palabra, sino oligárquicos. Y,

3
Así se responde Rancière a la pregunta: ¿Qué es para disponible en http://multitudes.samizdat.net/spip.
usted la democracia?, en una entrevista con la Revista php?article2194 (la traducción es nuestra).
Multitudes, publicada el 15 de diciembre de 2005,
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El odio
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a la democracia

La democracia en sentido estricto, como todos y a quien fuere”. La acción democrática


poder del pueblo, no se ajusta nunca a una pone en juego la dualidad hombre-ciudadano,
forma de gobierno. En tanto tal, la democracia o más bien se juega en el “entre” de esa dis-
sólo puede ser entendida como acción, lucha tinción, cruzando los planos (o esferas) en que
o movimiento: democracia como proceso de se inscriben ambas figuras de esta dualidad,
ampliación de la esfera pública en dos senti- reconfigurando esa frontera público-privado,
dos: en primer lugar, para extender la igualdad cuestionando la privatización permanente
del hombre público a otros ámbitos de la vida de lo universal que opera la lógica policial
común (de la esfera “privada”); luego, para como instancia de “cierre” o totalización de
reafirmar la pertenencia a esa esfera pública “a un orden social, político y simbólico.

Las razones de un odio

La democracia no es otra cosa que la con- la omnipotencia sobre las vidas. (…) La
dición política como contingencia, de allí el sociedad igual no es sino el conjunto de las
odio. A través de ese odio, Rancière reconoce relaciones igualitarias que se trazan aquí y
y señala la potencialidad de la acción demo- ahora a través de actos singulares y precarios.
crática/política. (…) [la democracia] No se funda en ninguna
Estos cuatro capítulos constituyen cuatro naturaleza de las cosas ni está garantizada
puertas al análisis del problema de la política por ninguna forma institucional. (…) Sólo se
actual (o de la política actual como problema): confía en la constancia de sus propios actos.
ese odio refleja la potencia de la democracia Hay motivos para que la cosa de miedo, y por
como lo que siempre se escapa o rebasa los lo tanto odio, en quienes están habituados a
límites de una “forma de gobierno” y domi- ejercer el magisterio del pensamiento. Pero
nación. La democracia como la acción que sin en los que saben compartir con cualquiera el
cesar arranca a los gobiernos oligárquicos el poder igual de la inteligencia puede suscitar, a
monopolio de la vida pública, y a la riqueza, la inversa, coraje y, por lo tanto, alegría.

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