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LECTURA: “DOS O TRES COSAS QUE SÉ SOBRE EL CONCEPTO DE CULTURA” (2001).

AUTOR: MARSHALL SAHLINS.

Sahlins propone que la modernidad ha traído nuevas formas de entender el concepto de cultura.
Discute sobre la aparición de una propuesta post moderna o afterology, con juicos morales y
políticos y artificios ideológicos que han abarcado los estudios antropológicos modernos. Frente
a este nuevo movimiento se posiciona la propuesta clásica de los antropólogos británicos y
americanos funcionalistas y estructuralistas, que ven la cultura como algo más homogéneo y
uniforme. La discusión gira entorno a las visiones antropológicas: tradiciones inventadas
posmodernas vs. cartas míticas funcionalistas.

Muchos antropólogos sostienen que las tradiciones de los pueblos no son más que charlatanería
útil: tradiciones inventadas, fabricadas con una mirada política. Las imágenes de los pueblos son
inventadas con un propósito político y de subsistencia de las elites gobernantes, esto ha
generado una crítica “autorizada” de las sociedades bajo análisis occidentales lo que a su vez ha
devenido en un escepticismo antropológico, común en la era posmoderna. Se ha caído en una
especie de pérdida de memoria etnográfica, una amnesia antropológica, según Sahlins, donde
la cultura se está convirtiendo en un mito, una fabricación, una mistificación, la falsificación
colectiva del interés particular de alguien, la invención de una tradición.

Los efectos modernos de la llamada tradición inventada son para el autor el hegemonismo
instrumental y la discriminación, donde las tradiciones culturales antiguas son artificios
ideológicos de diferenciación de clase, genero, capitalismo y control colonial: “generalmente
funcionan sobre el principio de la Ilustración de que no existe Dios, pero no le cuentes a los
sirvientes” (Sahlins 2001: 299). En este sentido, el autor cree que el gran avance teórico de las
décadas recientes en antropología ha sido el mejoramiento en el carácter moral de la academia.

Por otro lado, Sahlins considera a B. Malinowski como integrante del grupo de antropólogos
clásicos que nunca pensó en desprestigiar las tradiciones locales o reprochar a la gente por
fabricarla. Los exponentes de la vieja época, nos dice el autor, de la antropología americana, que
gastaron buena parte de sus vidas estudiando la difusión histórica, difícilmente creían que las
culturas fueran estáticas y rígidamente delimitadas. Sahlins indica que una cierta critica moral-
política ha ensombrecido el concepto de cultura por un largo periodo, asegura, además, que la
diferencia con los tiempos modernos es que la antropología, siguiendo un poco los estudios
“pos”, al sucumbir al poderío ha hecho de la moralidad política y su crítica tanto el comienzo
como el fin de la sabiduría intercultural. La nueva “critica cultural” juega a favor o en contra de
las formas culturales, con la esperanza de tener algún efecto sobre su existencia. Algo así como
un trabajo de misionero posmoderno.

Sahlins asegura, de que lo que conoce acerca de cultura, las tradiciones son inventadas en los
términos específicos de los pueblos que las construyeron. Son atemporales, siendo para los
pueblos condiciones para su forma de vida, constituida y considerada contemporánea con esta.
Sahlins desconfía del determinismo cultural enseñado por sus predecesores, en especial White
hace parecer la cultura como algo liberal, superorgánico, su noción del individuo como
herramienta de su cultura, era terrible: era la visión de un individuo como una aeronave sin
piloto controlado desde la tierra por ondas de aire.

Sin embargo, fue Clifford quien creyó que el concepto de “cultura” ya había cumplido su ciclo, y
propuso que esta podría ser remplazada, siguiendo a Foucault, “por una visión de formaciones
discursivas de poder, global y estratégicamente distribuidas”. Sahlins cree que ninguna cultura
es sui generis, ni un solo pueblo es único o siquiera el autor principal de su propia existencia. La
presunción de que la autenticidad significa automodelación y que esta se pierde por la
dependencia de otros, parece sólo un legado de la autoconciencia burguesa.

Finalmente, el autor cree que lo hibrido lo es todo, entendiendo lo híbrido como una medianía
deconstruida, sin referentes mundiales, una mezcla cultural. En este sentido, y como enseñaron
Boas, Kroeber & Co. todas las culturas son híbridas, todas poseen más partes foráneas que
localmente inventadas. Lo híbrido es una interpretación analítica de la historia de un pueblo, lo
hibrido es una genealogía. La cultura tiene fronteras, y es irónico, según Sahlins, que los
antropólogos hayan estado últimamente negando la existencia de fronteras culturales, justo
cuando muchos pueblos están siendo llamados a marcarlas. El establecimiento de fronteras ha
estado incrementándose alrededor del mundo en relación inversa a las nociones antropológicas.

Entonces, en un sentido importante, la gente comparte una cultura y está comprometida con
ella. Comparten un modo de existencia y llegan a ser una clase o similarmente una especie.
Llegan a ser un pueblo histórico: sujetos y agentes de la historia, con una memoria común,
debido solamente a que tienen un destino colectivo.
CURSO: GESTIÓN DE BIENES CULTURALES.
PROFESORA: CECILIA JAIME TELLO.
TEMA: LECTURA SAHLINS
ALUMNO: MONTALVO YAMUNAQUÉ, FRANK.
CÓDIGO: 04150342
FECHA: 30/08/17

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