You are on page 1of 53

Ética Profesional – Mario Correa

www.abogados.cl

Control de lectura de “El alma de la toga” – Ángel Osorio [edición posterior a 1981]
para el primer martes de abril.

i) Código de ética profesional de 1940

ii) Código de Ética Profesional nuevo

De la profesión

Concepto

Esta es la acción del efecto de profesar [RAE]

Se forma etimológicamente por pro que es un prefijo pasivo y fatere, así esta última
significa declarar públicamente

Empleo como facultad u oficio que cada uno tiene y que ejerce públicamente

Es la aplicación ordenada y racional de parte de la actividad de una persona a la


consecución de cualquiera de los fines inmediatos y fundamentales de la vida humana.

La profesión no puede sumergirse únicamente dentro de la idea de ganar idea, por


cuanto toda profesión significa otorgar un servicio a los demás. Así algunos autores
dicen que profesión es el llamado a servicio.

Cada persona es distinta, así cada una de ellas tiene condiciones y aptitudes diversas
para ciertas actividades, de lo cual se elige cual es la que más le acomoda o a la que más
sirve, a fin de otorgar un servicio a la sociedad.

La persona humana es un ente social o sociable, vale decir, es un ser gregario; sociedad
a la cual cada uno efectúa un aporte a cambio de una retribución.

Ahora, no toda actividad tiene la calidad de profesión, sino que solamente las
actividades lícitas pueden ser llamadas profesión. El objeto de esta actividad debe tener
la calidad de lícito.

Elementos esenciales de toda profesión

a) La actividad propia de la profesión será su ejercicio, así será profesional de esa


profesión, aquel que la ejerce de manera cierta

b) El servicio a los demás, por cuanto la profesión es una actividad social

Esto no significa que la profesión no tienda a satisfacer las necesidades de la persona


que la ejercita, siempre y cuando tenga un objeto lícito y no se contraponga a el bien
común. Este bien particular es el denominado lucro honesto.
c) La vocación o también conocida como elección propia. Se elegirá una profesión por

i) Las aptitudes

ii) Los gustos

iii) El atractivo

Elementos complementarios a los fundamentales

a) Estabilidad. Lo normal es que la profesión sea vitalicia, lo cual supone que la persona
dedicará gran parte de su vida a esa profesión, sin perjuicio de que el sujeto en cuestión
no se agota en ser profesional

b) La honestidad u honradez. Por cuanto propende al bien común y la profesión será un


medio a través del cual se ganará la vida el sujeto en cuestión

c) El espíritu de servicio. El profesional tiene que poner su esfuerzo o talento al servicio


de los demás, no pudiendo fijarse primordialmente en el aspecto remunerativo, que si
bien no tiene nada de malo, no puede ser lo principal

d) El respeto a la dignidad humana. La profesión recae en la persona que la ejerce, la


que está dotada de inteligencia, dotada de libertad, con un destino trascendente, así la
profesión debe ejercerse con dignidad, siendo deber de la sociedad respetar al sujeto en
el ejercicio de la misma, no atendiéndose únicamente a la producción de un determinado
bien o servicio para la sociedad

Definición final de profesión

Esta es una actividad personal puesta de una manera estable y honrada al servicio de los
demás y en beneficio propio a impulsos de la propia vocación, y una dignidad que
corresponde a una persona humana.

Relación de la ética con la moral

Ab initio se entiende que tanto la ética como la moral son lo mismo.

Así tenemos que no puede haber profesión sin moral, la cual se encuentra regulada por
una norma ética, así el profesional ama su profesión.

De igual modo el profesional debe tener conciencia de su propia capacidad, además de


perfeccionar su propia capacidad. El profesional, así como tiene bastantes derechos,
igualmente tiene un gran conjunto de obligaciones que deben cumplirse; así si el
profesional no cumple con sus deberes, hará falta a la virtud cardinal de la justicia,
específicamente a la conmutativa [en donde las prestaciones se mirarán como
equivalentes]. De igual modo que se incumplirá con la justicia distributiva, defraudando
a la comunidad, cuando no se ejecuta el trabajo comprometido o solamente una parte de
éste o se hace mal, etc.
A partir de lo anterior es importante conocer los deberes de cada profesión.

De la profesión de abogado

Abogado proviene de advocatus, que era el llamado junto a la parte, así se compone de
ad que es cerca y vocari de la parte, a fin de defender los derechos de los litigantes.

Viendo el procedimiento en Roma preformularia o acciones ante la ley, en donde las


partes no podían ser representadas por terceras personas, sino que era imperativo el estar
presentes.

Luego en el procedimiento formulario, a pesar de que no existe representación, las


personas podían ser acompañadas por estos advocatis quienes los aconsejaban. Esta
situación da paso a la única representación en Roma, mediante una serie de cauciones se
aplicaría la representación, como lo era la caucio rato y la caucio iudicatum solvi.

El procedimiento formulario cognitorio se dividía entre la parte que se ejercitaba ante el


pretor y luego la parte que se desarrollaba ante la persona del juez, a quien se le explica
el contenido de la fórmula, y a consecuencia de ello, existía la prueba y a posteriori los
alegatos. De lo anterior se entiende que la defensa queda en manos del abogado o
procurator, no siendo necesaria la presencia del sujeto en cuestión. Esto era parte del
ocio romano, cuyo antónimo era el negocio, dentro de las cuales encasillamos
actividades como la abogacía, lo cual era un honor para él

La lex cincia prohibía el pago a quien ejercitaba la actividad de abogado, luego el


emperador Claudio permite que, si la parte así quiere, que le entregue una dádiva.
Finalmente será Nerón quien impone la obligación de pagar los honorarios o
emolumentos a los abogados.

Siempre ha habido ciertas restricciones al pacto en el pago de honorarios, así como la


asociación de éstos, o el pacto de cuota litis en donde el abogado recibe parte de la suma
en pleito, luego se prohibía el palmario, a su turno se prohibía la redemtio, en donde el
abogado asumía los derechos litigiosos de la parte, todo con la finalidad de que el
abogado tenga el menor interés en el pleito en cuestión.

De igual modo se ejercitaba la consulta a los jurisprudentes o jurisconsultos, siendo tan


así que durante el periodo clásico y preclásico esta era una de las máximas fuentes del
derecho romano.

Ya en el tercer periodo del desarrollo del procedimiento romano llamado cognitorio


extraordinem, los abogados representan derechamente a las partes en el proceso, así
estas personas eran bien valoradas por sus actividades, existiendo procesos para el cobro
de honorarios y agrupándose en colegios.

Luego en la Edad Media, la actividad del abogado adquirió mayor importancia en lo que
fuere la actividad litigante y de asesoramiento.

Ya en la actualidad, el abogado es considerado como un auxiliar de la administración de


justicia [Art. 520 y siguientes del COT].
En la realidad social actual, la labor de abogado es una de las mejor y peor
consideradas, según el trato recibido por la persona, todo por cuanto la relación
abogado-cliente se ve entrelazada por la confianza; así el abogado no puede traicionar
las confianza que ha entregado el cliente.

El abogado tiene que aprender a desdoblarse, y que debe desarrollar su actividad propia
de la profesión, sin perjuicio de que de debe igualmente avocarse a asuntos privados o
personales diversos de la profesión.

El abogado es además, un experto en derecho, del cual la sociedad espera que maneje
éste, sin convertirse, a su turno, en un esclavo de la profesión.

Debe tomar en consideración a las personas de cada caso, sin que establezca a la
profesión como una actividad automatizada [por más que se parezcan]. Se debe dedicar
tiempo al cliente, pero no de manera absoluta.

Existen ocasiones en que se debe vivir el conflicto del cliente, sin perjuicio de que en
ocasiones los clientes no siempre son los más correctos o los casos en comento son de lo
más honestos. Hay muchas personas que siempre tratan de obtener una ventaja,
instrumentalizando la profesión del abogado para ello.

No se puede aconsejar una incorrección, empero de que igualmente puede advertir al


cliente de ciertas trampas o astucias de la contraria.

El non plus ultra o la frase culmen sería finalmente que “el fin no justifica los medios”.
El capital más valorado del abogado, a la larga, es su prestigio.

Siempre existe la constante de que el cliente plantee un caso en donde se incite a


cometer una incorreción, la cual evidentemente afecta a la persona del abogado.

El abogado puede pertenecer a una empresa, bajo cuyo caso a veces se hace énfasis en
tener que ganar licitaciones, ante lo cual el abogado debe emplear todas las herramientas
que tenga a su haber, incluyendo cualquier subterfugio y resquicio.

El abogado debe resolver el caso del cliente, mas no atender a la persona misma. Podrá
el letrado resistirse a él, por medio de la insensibilidad [no absoluta] y a través de la
templanza; generalmente la clientela piensa que el abogado es una especie de
instrumento procesal o mercader de servicios profesionales que se basa en triquiñuelas y
malas prácticas. El riesgo es que el cliente se convierta en el amo del letrado; de modo
tal que a uno le debe ir bien como sea, empleando cualquier forma para ganar el caso y
muchas veces justificando cualquier fin.

De igual modo no debe tomarse la vacación de servicio como si fuere un apostolado,


ello porque tiene por premisa que “todo el mundo es bueno” y ello no siempre será así.

Finalmente tenemos como corolario que el abogado debe buscar el equilibrio, un punto
medio para poder soportar el caso que le presenta el cliente en cuestión. De igual modo
debemos hacer presente que no porque se sea la defensa de un individuo, ello no mejora
el caso del cliente per se, y de igual forma, no debido a que uno asuma el caso, la
contraria es por ello la parte malvada o equivocada.
Lo que se debe hallar en el caso, es la verdad, ante todo. Y no por representar a un
sujeto, ello signifique éste se encuentre en lo correcto.

Relaciones entre la ética y el derecho

De la ética

Concepto de ética

Esta es la parte de la filosofía que trata de la moral del hombre y de sus obligaciones
[RAE].

A partir del concepto antes dicho, debemos remitirnos a la moral

Concepto de moral

La moral es la ciencia que trata del bien, en general, y de las acciones humanas en orden
a su bondad o maldad.

La ética de la ciencia es la bondad del bien y el mal moral en los actos humanos, es
decir, en los actos libres del hombre, el cual se refiere también al orden que debe existir
en dichos actos libres de la persona, considerando que los mismos son medios para
llevarla al fin último, el cual será, según Aristóteles, “la posesión de Dios mediante la
contemplación”.

Para ver si los actos humanos son buenos o malos, la ética se va a preocupar de la moral
del hombre y de sus obligaciones. La obligación del hombre será buscar el bien en
general, vale decir, que es lo bueno, debiendo ajustar sus actos a dicho bien.

Una vez conociendo lo que es bueno, se debe actuar de conformidad a ello, a fin de ser
honesto, mientras que si se sabe y se prefiere hacer algo malo, se estará siendo
deshonesto.

Ética y moral son expresiones sinónimas, incluso etimológicamente lo son. Ética viene
de ethos que quiere decir costumbre, mientras que moral viene de moris, que se
entiende como buenas costumbres.

Sistemas morales o éticos

Sin perjuicio de lo anterior, existen diversos sistemas morales. Básicamente se distingue


entre una moral o ética subjetiva y objetiva

I) Ética objetiva

Esta se encuentra fundada en la ley natural, así será bueno lo que lleva al hombre,
conforme a su naturaleza, al conocimiento de lo absoluto. Se debe atenerse a la razón
que demuestra la existencia de Dios y la cual enseña una legalidad moral, vale decir, la
ley moral que va insita en la persona humana. Ello fue afirmado por Platón, Aristóteles
y luego por Santo Tomás.
La búsqueda de un orden ético, supone el reconocimiento de que el hombre no el centro
de referencia en sus propios actos, vale decir, no determinará éste que actos revisten la
calidad de bueno o malo; así las cosas deberá estarse a lo que designe la naturaleza
humana para ello.

Si se atiende a la sociedad o puntos cambiantes, siempre se tendrá un punto de


referencia relativo en cuanto a lo ético. Así se tendrá un punto de referencia inmutable e
invariable, siempre y cuando éste no tenga como referente a otro punto, es decir, debe
ser el fin último.

Aceptar un orden ético objetivo aplicable a todas las personas, susceptible de imponerse
por la autoridad civil a través de la ley, supone admitir la validez de nuestro
conocimiento, tener presente la capacidad de conocer. Quien rechace nuestra capacidad
de conocer, se reduce su calidad a la calidad de planta, y por ende, no tienen derecho a
seguir pensando [Aristóteles y “La Metafísica”]

La filosofía

Etimológicamente es el amor a la sabiduría, es decir, el deseo y búsqueda del saber, así


dicho conocimiento será de orden general, una totalidad, lo que se opone al
conocimiento determinado de una ciencia o arte; teniendo como base que el ser es uno y
que todos los individuos participan de la idea de ser. Todo lo anterior se traduce en la
perfecta sabiduría humana, sin perjuicio de que ello es algo más bien impropio, porque
debido a que la persona humana es limitada, su conocimiento de igual modo será
limitado.

El primero que emplea el término filósofo es Pitágoras, refiriéndose a éste como “aquel
que busca la sabiduría en general”, así la filosofía es la ciencia y la tecnología a la vez,
siendo más general y más real

Más general porque busca un conocimiento omnicomprensivo, tratando de explicar los


principios más profundos que tienen en común todos los seres, la cual igualmente será
limitada, sin perjuicio de que exista una sabiduría absoluta, que en palabras de los
filósofos, se le denominará como Dios

Lo anterior se traduce en una imagen humana del conocimiento, y por tener la calidad
de tal, es imperfecta. El ser humano se encamina hacia el conocimiento absoluto, a
pesar de que igualmente es inalcanzable.

La filosofía es la ciencia de todas las cosas por sus causas últimas, adquirido este
conocimiento mediante la luz natural de la razón humana. Se pone la razón al servicio
del conocimiento; lo cual no hace apartarnos de la teología, que se basa en la revelación.

Imperfecto que sea el conocimiento humano, igualmente es el más perfecto respecto de


todos los seres conocidos y creados. Lo anterior da paso a la elaboración de conceptos,
los cuales se generan a través de nuestra manera de razonar, ello al tener un concepto
panorámico del mundo que nos rodea y a su turno, tenemos un conocimiento
panorámico de nosotros mismos, el conocerse a sí mismo; el resto de los animales y
seres vivos no puede hacer lo antes dicho.
La persona humana es sujeto y objeto de conocimiento. Es sujeto porque será él quien
conoce, siendo objeto cuando pueda conocerse a sí mismo a través de su propio
conocimiento. Nuestra naturaleza nos permite abrirse a distintas realidades

La visión panorámica de la realidad y de nosotros mismos, no es solamente física, vale


decir, lo que podemos percibir por nuestros sentidos externos o conocimiento sensorial,
sino que existe además otra parte que se encuentra en el conocimiento a través de la
capacidad de razonar, elaborando conceptos; somos capaces de analizar en forma
esquemática la realidad. Dentro de esos conceptos se encuentra el ente y el ser, ideas
que son abstractas y de las cuales participan todas las cosas que somos capaces de
conocer.

Los filósofos dicen que ente es lo que tiene ser, vale decir, lo que tiene un existir y un
coexistir, y que en otras palabras se entiende como la subsistencia subsistente.

El punto de partida del conocimiento filosófico se encuentra en tratar de elaborar un


concepto de ente, mediante el cual se intenta llegar a la plenitud del saber, vale decir, de
todos lo que existe, sea corpóreo y no. Todos los seres participan de la idea de ente,
empero de que lo que se pueda saber del ente en sí.

La superioridad del conocimiento filosófico es, ya no, de cantidad, sino más bien de
calidad. Esta parte de la filosofía que trata de conocer el ente o todas las cosas por sus
causas más profundas, es lo que recibe el nombre de metafísica, lo que en palabras de
Aristóteles denominaba “la filosofía primera”, pero este mismo señalaba que era posible
dividir esta totalidad en partes, cuyo nombre es “filosofías segundas”, las cuales no
tienen esta misma vocación de totalidad.

Estas filosofías segundas son

a) La física filosofía o filosofía de la naturaleza

Es aquella rama que se preocupa del estudio de lo que podemos captar por nuestros
sentidos, las que tienen un carácter mutable. Santo Tomás los denominaba seres
contingentes.

Dentro de esta categoría se entienden tanto a los seres animados e inanimados. Se


entienden dentro, igualmente, a las plantes, animales e incluso al propio hombre.

Esta filosofía de la naturaleza parte del conocimiento de las cosas más elementales que
percibimos a través de los sentidos, y alcanza su máxima expresión en el estudio de la
humana, las cuales son la inteligencia y la voluntad, la cual se encuentra sumergida
dentro de la ciencia denominada psicología.

b) La lógica

Esta es la técnica aplicable al buen modo de razonar que se tendrá que seguir para llegar
a conclusiones verdaderas. Esta es un instrumento del saber, y su conocimiento
sistemático será, en términos académicos, un prerrequisito para poder discurrir y
razonar adecuadamente.
c) La ética

Esta es la parte de la filosofía que trata de la particular naturaleza del ser humano a
partir de la consideración del libre albedrío humano junto con la conciencia de la
ordenación racional de la conducta frente al juego de las pasiones del apetito sensible
[este es el concepto de la cátedra]

Análisis del concepto

Todo lo anterior parte de la base de que se tiene una naturaleza primera, que será una
cierta manera de ser y de comportarnos, que será una forma innata de ser.

Se tiene libre albedrío o libertad individual que nos permite tomar decisiones. Esta
libertad para tomar decisiones nos da la posibilidad de elegir, elemento del cual carecen
animales y plantas, la cual nos permite que en la persona humana se puedan formar unas
segundas naturalezas, que no vienen incorporadas en nosotros, vale decir, no son innatas
y por ende, se adquieren y forman; lo que da paso a las costumbres o hábitos.

Lo antes dicho da paso a la libertad moral, la cual será adquirida, no se nace con ella, y
ésta accederá a la libertad natural, la cual se traduce en el pleno señorío o dominio de las
pasiones humanas.

Planos humanos

En la persona humano existen cuatro planos

i) Espiritual

Aquel que nos remite hacia lo trascendente.

ii) Lo racional

Este es el que permite conocer las cosas.

iii) Lo volitivo

Es el que nos habilita a querer.

iv) Sensible

El plano se lo sensible o de los sentidos.

¿Cuándo se puede decir que se tiene libertad moral?

Se tendrá esta cuando queramos hacer lo que la razón nos presenta como buenos,
controlando los sentidos, para que se apunten a su objetivo. Esta no se completa en un
solo acto, sino que en varios de ellos que dan paso a las costumbres, mediante el control
de las pasiones, lo que nos da libertad respecto de ella.
Se debe tener la costumbre de comportarse como dueño y señor de las pasiones, mas no
como esclavo de ellas.

La ética parte de la base de la libertad natural, pero su tema será la libertad moral, así las
cosas, si alguien no tiene libertad natural, no tendrá consecuencialmente, libertad moral,
así no podrá elegir.

La razón debe primera por sobre la voluntad y esta someter los sentidos, de manera tal
que existe un orden. La libertad moral requiere que en las personas se den hábitos
operativos [en la forma de actuar] que consisten en sobreponerse a las pasiones, las
cuales se traducen en las virtudes morales [prudencia, justicia, fortaleza y templanza].
Estos son convenientes, porque hacer de la persona, un mejor sujeto.

Dejarse llevar por las pasiones, se considera un vicio.

Un primer objeto de la ética son las virtudes morales y como contrapartida, tenemos
hábitos operativos no convenientes, que se traducen en los vicios, los cuales, como se
dijo, se oponen a la libertad moral.

Como corolario, la libertad moral se adquiere mediante el control de los vicios y el


empleo de las virtudes morales.

La libertad moral que tiene que ser un objetivo de cada persona, a fin de ser una mejor
persona, requiere un orden que es establecido por la razón, dando el a su vez, la
organización de los actos voluntarios intencionales, de manera que la libertad moral en
sí, ya es un orden.

De las leyes morales

Nuestra razón tiene que fijar los límites donde debemos y podemos actuar, si no se
establece un orden primaran las pasiones o la voluntad por sobre la razón.

La ética tiene por objeto de estudio las virtudes y los vicios, de manera que este orden
moral es establecido por la razón.

La razón además de conocer las cosas en lo que son, genera un orden en las operaciones
de la voluntad, es decir, el querer del hombre [prioridades].

La razón nos muestra que la justicia es un bien, de manera que nos dirá que debemos
realizar actos justos, transformándose de esa manera en un hábito operativo, llegando al
punto en que la voluntad debe seguir a la razón. Si la voluntad se ajusta a lo que la razón
le presenta como bueno, vamos a ser personas justas en la medida que se adquiera el
hábito de realizar actos justos.

Se debe tener presente que en materia de actos humanos no existen actos neutros, ello
en virtud de todos los actos humanos son deliberados. En estas materias, la persona se
perfecciona a través del habito de realizar actos buenos o, en su defecto, se degradará
realizando acciones malas.
La ética se va a preocupar de los actos de la voluntad desde el punto de vista de la que
sería la libertad moral, es decir, de sí están o no ordenados a lo que la razón presenta
como bueno, los cual se encuentra muy ligado al libre albedrío. Dentro de las decisiones
que queremos tomar, esta la de seguir un orden, el cual será finalmente el orden moral.

Cuando se elige atenerse a ciertos actos morales o leyes morales, se esta ejerciendo un
acto de libertad natural que ya de por sí es moral. Al querer elegir bien, podría pasar que
la razón muestre como bueno algo que no tenga la calidad de tal, de modo que este acto
es objetivamente malo, pero si por voluntad propia se desea y quiere hacer un acto que
se estima bueno, siendo que no lo es, dicha persona estará equivocada, empero de
igualmente sea honesta.

La libertad moral consiste en poder hacer lo que se debe querer. Lo que se debe querer
es todo aquello que perfeccione al individuo, vale decir, que lo haga más y mejor
persona, que nos acerque a la felicidad.

El derecho, la moral y la justicia

El derecho es la parte de la moral que se refiere a la justicia. La justicia como virtud es


la amplia y perpetua voluntad de dar a cada cual lo suyo, lo que es su derecho y lo que
le corresponde. Desde un punto de vista objetivo, será el orden que, de hecho, cada cual
tiene lo suyo o a lo que tiene derecho de poseer.

Clases de justicia

La justicia, a su vez, se divide en

a) Justicia general

b) Justicia particular

Esta última, a su vez, se subclasifica en

i) Conmutativa

La justicia conmutativa es la que rige a las personas como individuos,


prescindiendo que esas personas sean parte del todo social.

ii) Distributiva

La justicia distributiva será aquella en la que ordena la sociedad a cada uno de


los individuos que son parte de ella para darles lo que le corresponde según sus
necesidades o sus merecimientos.

La justicia legal o general tienen como objeto el bien común, es la que ordena a cada
uno de los individuos hacia el todo social, para determina que debe aportar y recibir de
la sociedad en razón del bien común.

Como el derecho es la facultad de recibir cada uno lo suyo, la ley es fuente de los
derechos y de las obligaciones correlativas, de modo que también es la fuente del deber
de alcanzar cada uno su fin, de poner todos los medios según sus posibilidades, siendo
la raíz de todos sus derechos.

Relaciones de la ética con el derecho

a) La ética trata de la voluntad moral propia de los actos humanos, y esa bondad resulta
de la conformidad de esos actos con los dictámenes de la razón, de modo que esa
bondad moral se puede dividir en tantas especies como los objetos a los cuales tienden
esos dictámenes de la razón, por ejemplo la calidad

b) La justicia, es el objeto del derecho en la ciencia, de manera que es una especie


particular de bondad moral. El objeto de la justicia es, por una parte, el conjunto de
relaciones que se establecen entre las personas, las facultades de hacer algo o de exigir
algo. Otro punto es el conjunto de relaciones que ligan a las personas a la sociedad y por
causa del fin del ente social que es el bien común

c) La ética es una ciencia general y el derecho una ramificación de la ética. La ética trata
de la realidad moral en general, el derecho mientras tanto, analiza una de estas especies
de bondad, que es la justicia en las relaciones particulares y sociales

d) El derecho enfoca los actos humanos desde la justicia o lo justo y la ética desde todos
los aspectos.

e) La ética contiene los fundamentos remotos, pero también próximos del derecho. La
ética se encuentra constituida de las normas que rigen y regulan el uso del derecho,
además de contener también la virtud que divinifica y fortalece al derecho.

La moralidad del acto humano

El acto humano es el acto de la persona, del cual se predica su moralidad. Solamente


son actos humanos los actos libres del hombre.

Solamente los actos son susceptibles de ser evaluados moralmente, de ser calificados de
buenos o malos en caso de estar conformes o disconformes con la ley natural.

Para juzgar la moralidad del acto humano, hay que considerar sus tres elementos

i) Su fin intrínseco

Es el objeto al cual tiende ese acto, prescindiendo de la intención del que actúa [sujeto].

ii) Su fin extrínseco

Es aquel que le agrega el que actúa, vale decir, la intención del que actúa.

iii) La circunstancia

Son accidentes que rodean el acto y que pueden afectar la voluntad del que actúa.
Aspectos a analizar

i) El fin no justifica los medios

La intención buena no puede justificar un acto intrínsecamente malo, porque ello es


contrario al orden moral objetivo. Esto corresponde al primer principio del orden moral,
el cual es que el bien debe hacerse y el mal debe evitarse.

La bondad primera del acto viene dada por su fin intrínseco o materia, porque los actos
tienen su propia naturaleza.

ii) El bien debe darse por la integridad de las causas

El acto va a ser bueno en la medida que estos tres aspectos sean buenos, y cualquiera
que de ellos falle va a hacer que el mismo adopte el carácter de malo.

iii) Principio del doble efecto

Nos dice que es moralmente aceptable un acto que no es malo en su objeto, del que se
siguen dos efectos, uno bueno y otro malo; siempre que se busque el efecto bueno pero
que colateralmente se va a producir un efecto perjudicial tolerable, de modo que haya
una razón proporcionalmente grave para que soportarlo, y en orden a que no hay otra
manera de producir el efecto bueno.

Se debe hacer presente que el efecto malo no debe generar el efecto bueno, sino
estaríamos cayendo en “el fin justifica los medios”, lo cual no es adecuado. El que actúa
no tiene por qué renunciar a un bien a causa de que el acto que tiene que realizar para
obtenerlo no es malo en sí, así por ejemplo si se dispara en legítima defensa y junto con
disparar a la persona que intenta matar a quien se defiende, la bala rebota y le llega a un
inocente, por ende resulto que hay un efecto colateral no deseado, que de por sí es malo,
pero que intrínsecamente el acto inicial ejecutado fue bueno.

iv) Principio del mal menor

Hay que partir de la base de que nunca se puede causar un mal moral para obtener un
bien, pero si se podría causar un mal físico para causar un bien, aunque hay que
distinguir entre distintos planos, por ejemplo bien físico, mal físico, bien moral. Pero si
se podría eventualmente tolerar un mal moral para evitar un acto peor. Solamente se
omite impedir un mal moral para evitar un acto peor.

Deontología jurídica

i) Deontología

Implica la ética de derecho y deber.


ii) Deontología jurídica

Es el derecho y deber jurídico.

Derecho

La palabra derecho aparece en el siglo IV, entendiéndose como el derectum o directo, la


cosa justa, obrar justo. El derecho es una ciencia social porque tiene sentido en la
medida en que hay sociedad.

Respecto del derecho, se debe distinguir el sistema normativo o ley.

La ley es definida por Santo Tomás como aquel ordenación nacional destinada al bien
común dada o promulgada por quien tiene a su cargo el cuidado de la comunidad.

El precepto se impone a cada persona o parte de la sociedad con miras al bien del
individuo. Cuando se habla de “ordenación racional” u ordenación de la razón, se
establece el contenido material y formal de la norma. La norma misma y sus
disposiciones y desde donde toma el ser la norma.

La palabra obligación será el efecto esencial de la ley. La obligación es el efecto


adecuado y preciso de toda ley. Adecuado significa lo que se conforma y acomoda a la
esencia de la causa, entendiéndose por esta causa de una ley, como aquella voluntad del
legislador.

El efecto propio de una voluntad poderosa y eficaz, naturalmente es la obligación.

¿Qué se requiere para que una ley obligue en conciencia?

a) Que emane de autoridad competente

El legislador es libre para hacer sus leyes, pero no arbitrariamente.

b) Debe ajustarse a la razón

Cuando el legislador realiza su función propia, que es legislar o dictar leyes, tiene una
obligación moral, la que consiste en enterarse de todos los elementos necesarios para
hacer una buena asignación conforme a la naturaleza, las costumbres, el lugar y el
tiempo en que va a operar la ley.

c) Que se ordene al bien común

Esa es la finalidad que debe buscar la norma al ser dictada.

d) Que este suficientemente promulgada

De conformidad a las normas que le son propias.


San Isidoro de Sevilla señala que “El momento de la ley es el momento de la moralidad
del legislador”

En la medida que se cumpla con estos requisitos, lo que de paso implica enmarcarse
dentro de la ley natural, la ley obliga en conciencia; incluso aunque sea una ley
imperfecta [que no tenga contemplada una sanción o que sea coactiva].

Hablamos de derecho subjetivo, para lo cual señalamos que es la facultad inviolable de


exigir a otro un determinado comportamiento o una determinada manera de actuar.

El derecho subjetivo que se puede exigir de otro, tiene su justificación en que tiene por
objeto algo que se debe. Se resume en la actitud que debe realizar un sujeto.

No se puede exigir de cualquier manera, la ley establecerá cómo exigir y el modo en


que ello concurre, sin perjuicio de que antes se debe saber qué se puede exigir [una cosa
es el medio por el cual se hacen las exigencias y otra es el objeto a exigirse].

El derecho subjetivo se vincula con el derecho objetivo, el que establece cuál es el obrar
justo a través del título que me permite exigir el cumplimiento de la obligación o fuente
de la obligación. El título del derecho real será aquello que me permitió adquirirlo
[modo de adquirir].

Se habla de la ciencia del derecho en el sentido de que estudia las causas primarias del
derecho. La cátedra considera que el derecho sí reviste las características de ser una
ciencia y un arte.

Hablamos de jurisprudencia cuando se evalúa el caso en particular.

Justicia es constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que le corresponde.

¿Qué es lo que hay que dar?

El derecho debe pre existir a la justicia. Es el motivo por el cual se le da cumplimiento.

Tipos de justicia

Hablamos de justicia legal y particular. Y dentro de la particular, nos encontramos con la


distributiva y conmutativa.

I) Justicia legal o general

Justicia legal significa darle a la sociedad lo que es debido. Cada particular le debe la
justicia legal a toda la sociedad. Esta relaciona al hombre con la sociedad y ordena todos
los actos de los individuos con miras al bien común.

Su fuente está en la ley, y será en razón a ello que se le denomina “justicia legal”. Será
la norma legal la que determinará lo que debe aportar cada uno a la sociedad.
Se le llama “justicia general” porque el aporte del individuo a la sociedad es común y se
debe hacer por todos los actos, y en obediencia a todas las virtudes que cada persona
contribuye o debe contribuir al bien común.

Esta clase de justicia nos relaciona como miembros de la comunidad, lo cual es de la


esencia del ser humano, por ser éste un ser gregario.

II) Justicia particular

Divídese en distributiva y conmutativa.

i) Distributiva

El sujeto deudor es la sociedad. La sociedad debe a cada uno de sus miembros una
prestación y el acreedor es cada uno de los integrantes de la sociedad.

La justicia distributiva es la que inclina a la sociedad a través de sus gobernantes a


distribuir el bien común entre las personas privadas en proporción a su dignidad,
méritos y necesidades.

Lo propio de esta justicia es la igualdad de proporción [no igualdad matemática], en la


distribución de cargas y honores.

Debe existir correspondencia entre la justicia legal y al distributiva, porque el individuo


se debe a la comunidad, a la vez que la comunidad ha de estar al servicio del individuo.

La igualdad de esta justicia radica en la proporción entre los méritos de la persona y los
beneficios que se otorguen. Entre la capacidad que tiene una persona para contribuir al
bien común y las cargas que se le exigen a la misma. Aquí no debe haber acepción de
persona o entre ellas existir un discriminar arbitrariamente.

ii) Conmutativa

Está inclina a la persona a dar más, lo que le corresponde, lo que es suyo como persona
privada. Cada individuo tiene propiedad sobre sus bienes, pero siguen teniendo los
bienes un destino común. Cada uno administra sus bienes para su uso propio, sin
perjuicio de que ello también involucre a la comunidad. Las personas son más eficiente
en la administración de sus bienes que la autoridad pública. Se debe contribuir más si se
tiene más.

Conmutativa viene de conmutación o intercambio; siendo este es necesario por las


personas para el suministro de los bienes de todo tipo, de modo que se hacen posible los
fines inmediatos de la vida, incluyendo el fin último que es la felicidad. Este
intercambio se da entre individuos, la persona física o jurídica y otra persona física o
jurídica, todo conforme al principio de la igualdad entre lo que se da y lo que se recibe.

En esta justicia se dan tres cualidades, las que son comunes a toda justicia en general

ii.a) Alteridad
Relación con el otro, entre personas. Por lo menos dos sujetos producirán un
intercambio de cosas.

ii.b) Deuda

Se encuentra representado por lo que se puede exigir a otro y lo que se debe dar.

ii.c) Igualdad

Cálculo matemático relativo a cuanto o tanto se da, para recibir cierta cantidad. Sin
perjuicio de lo anterior, se dice que es conmutativo, más no equivalente en absoluto, de
manera que las prestaciones que se intercambian entre las partes miran como
equivalentes. No es la igualdad de la justicia distributiva.

La persona justa no es la que reclama sus derechos. El que le da lo suyo los demás, le da
el titulo para exigir lo que le deben.

Se dice que la justicia es la más perfecta de las virtudes morales, porque se ciñe al bien
del otro. Es la virtud social por excelencia.

La relación de justicia se llama juridicidad. Estos requisitos en su conjunto se llaman


juridicidad.

De la jurisdicción

La jurisdicción es la facultad competente para decir el derecho en el caso concreto o


Iuris Diccere. Hoy esto le compete al juez. Se puede decir el derecho porque la medida
de la justicia no depende de las circunstancias personales del individuo a diferencia de
las otras virtudes morales, como lo son la fortaleza, la templanza o la prudencia [que se
subsumen únicamente en el ámbito del individuo en cuestión] [Aristóteles].

Es la facultad de decir el derecho, de la cual gozan ciertas autoridades. Se puede decir


que el derecho se puede medir, porque la medida de la justicia es objetiva, a diferencia
de lo que ocurre con las otras virtudes morales, que son eminentemente subjetivas.

El fundamento de la jurisdicción está en que se trata de impartir justicia en la sociedad


civil, entendida por esta como la reunión de dos o más personas con vista a obtener un
bien común, de modo tal que la sociedad civil admite clasificaciones, así tenemos

Clasificaación de las sociedades

I) Sociedades civiles naturales y sobrenatural

a) Sociedades civiles naturales

Son aquellas que derivan de la naturaleza humana sociable, como la familia y la nación

b) Sociedades civiles sobrenaturales


Aquí podemos encontrar a la iglesia

II) Sociedades perfectas e imperfectas

a) Sociedades perfectas

Aquellas que gozan de todos los medios para conseguir su fin, como la nación y la
iglesia

b) Sociedades imperfectas

Aquellas que no tienen todos los medios para lograr sus fines

III) Sociedades completas e incompletas

a) Sociedades completas

Aquellas que logran cubrir todos los aspectos de la persona, como lo son la familia, la
nación y la iglesia

b) Sociedades incompletas

Aquellas que se dedican a aspectos específicos de las personas, como corporaciones o


fundaciones

Todas estas organizaciones, a pesar de que tienen diversos objetos, sin perjuicio de ello,
tienen un fin semejante, que es el bien común de todos sus miembros y que nacen de la
naturaleza humana como ser sociable

Del bien común

El bien común se opone, por esencia, al bien particular, de tal manera que egoísmos,
particularismos, y otros aspectos, están en contrapartida con el ya mencionado bien
común, los cuales no propenden a la conveniencia de la comunidad.

La definición más acertada de bien común es la que dio el Papa Pío XII como aquel
“conjunto de condiciones externas para que el hombre pueda desarrollar sus cualidades
y oficios, si vida material, espiritual y religión, que el individuo, la familia y los demás
organismos inferiores no son suficientes para perfeccionar”.

Toda sociedad aspira al bien común de sus integrantes, debiendo cada integrante velar
por dicho fin y contribuir a la consecución del mismo. Gobernantes y gobernantes deben
aspirar al bien común.

La justicia general obliga a todos los individuos, sin distinguir, ello en cuanto
comprendan parte de la sociedad, para la prosecución de este fin que es el bien común.

Santo Tomás y Aristóteles señalan que le príncipe o gobernante tienen como obligación
primaria, la justicia legal, ello como piedra angular para la construcción de la sociedad.
Por otro lado los gobernados tienen esta obligación como secundaria, sin perjuicio de
que deben contribuir a procurar dicho fin.

Los gobernantes tienen como medio para la obtención del bien común, la dictación de
leyes justas, lo cual trae aparejado la construcción de un poder ejecutivo eficiente y que
logre velar por el cumplimiento de las normas legales impartidas a la sociedad toda.

El Estado es un instrumento de perfeccionamiento de la sociedad humana, vale decir, la


entidad estatal aspira al perfeccionamiento de cada uno de sus miembros, de manera tal
que está al servicio de la persona humana y los cuerpos intermedios, de lo cual
concluimos que no se pueden sacrificar a los individuos que conforman la sociedad
toda. Al Estado le toca suplir lo que las personas y los cuerpos intermedios no son
capaces de hacer o lograr [de ahí viene el principio de subsidiaridad].

La sociedad-nación, es una institución natural, porque emanan de la propia naturaleza


del hombre, en consecuencia, la autoridad también es de corte natural, vale emana de la
naturaleza humana.

La función judicial del Estado, es la impartición de la justicia, dando a cada cual lo


suyo, lo cual se logra mediante el juicio, el cual se trata sobre conocer, juzgar y ejecutar
lo juzgado. Se dirá que la verdad de las cosas, es que la sentencia es un juicio, porque es
un acto del conocimiento, de manera que el mismo está racionalmente justificado, así
hay un proceso lógico que hace el sentenciador de los antecedentes para determinar qué
es lo debidamente justo.

Del debido proceso

En razón de lo anterior, existe el denominado debido proceso. En virtud de lo anterior


aparecen requisitos para que éste se de

a) La bilateralidad de la audiencia

Que el juez esté en condiciones de oír a todas las partes y que éstas, a su turno, puedan
estar en la posibilidad de exponer su posición, tanto en los hechos como el derecho.

Para cumplir este requisito, se necesita de igualdad de condiciones y que además, se


requiera de abogados para llevar adelante el caso en cuestión.

Debe existir igualdad en las oportunidades procesales, en que las partes puedan hacer
valer su posición, tanto en los hechos como en el derecho; efectuándose válidamente las
notificaciones.

Además, el abogado tiene que tener los conocimientos necesarios. No existe


bilateralidad de audiencia si el letrado es ignorante en lo referente al derecho sustantivo
como adjetivo [se debe señalar que se contrata al abogado por sus aptitudes, sino se
deberá rechazar el caso o entrar a su estudio]. Esta es una obligación moral de justicia.

Dentro de este principio, debemos encontrar un sistema probatorio adecuado, sea de la


determinación de los medios probatorios, la apreciación de la prueba [sea reglada, de
libre valoración o la sana crítica] y además, que la prueba tenga el carácter de
verdadera.

b) Rapidez

La oportunidad en cuanto al actuar de las partes y el juez, con la finalidad de reparar el


daño ocasionado frente a la injusticia.

Esto es lo que en derecho procesal se llama la aporía o dilema del derecho procesal, que
se reduce en la rapidez del proceso y la menor profundidad de conocimiento del tema,
situación que a la inversa, a menor rapidez, mayor conocimiento, lo cual puede traer la
inseguridad jurídica, porque la decisión puede llegar tarde.

c) La publicidad

Deben los actuaciones judiciales ser públicos, y así se reconoce en el Art. 9 del COT
que señala “Los actos de los tribunales son públicos, salvo las excepciones
expresamente establecidas por la ley”. Se debe conocer la forma en que ha razonado el
juez.

El juez en el ejercicio de la jurisdicción

La autoridad que ejerce la jurisdicción es el juez. Así la RAE dice que el sentenciador es
la persona que tiene la autoridad y la potestad para juzgar y sentenciar. Al juez le
corresponde dar certeza del derecho, frente a una situación ambigua y de intereses
contrapuestos. Todo lo anterior se lleva a cabo a través del juicio, lo que se plasma en la
sentencia, que resolverá el asunto controvertido de acuerdo al mérito del proceso.

Deberes del juez al ejercitar la jurisdicción

Las sentencias deben dictarse según los siguientes elementos para que se ejercite un
juicio justo

i) Para que la sentencia sea justa, se requiere que no sea arbitraria, vale decir, que le
juicio que emite el tribunal, sea fundado, y que se funde en el mérito del proceso, es
decir, lo antecedentes que constituyen el mismo. Y entonces, el juez cuando dicta
sentencia, debe expresar su raciocinio para llegar a resolver [cómo tiene por acreditado
los hechos expuestos en el proceso, cuáles fueron las pruebas y su análisis, por qué le
otorga tal valor; y por otro lado, la interpretación de la ley al caso concreto]

ii) El juez, además, debe fallar dentro de la órbita de su competencia, teniendo que
resolver el conflicto en cuestión. Si no actúa dentro del ámbito de su competencia, su
sentencia es un juicio privado y no atañe a las partes que hubieren intervenido, sin
perjuicio del eventual recurso de casación; así lo ha reconocido el Art. 10 y 7 del COT

iii) Debe resolver el asunto de acuerdo al mérito del proceso, vale decir, dictar sentencia
de acuerdo a los antecedentes que consten en el proceso, de manera que no puede
emplear el conocimiento privado

iv) Debe fundamentar el su sentencia


v) Ha de fallar de acuerdo a la ley vigente. El juez no puede fallar contra ley vigente,
sino estaría prevaricando

vi) Debe resolver el asunto dentro del tiempo justo

vii) No puede condonar penas. Ello sería claramente injusto, porque la pena tiende a la
rectificación de la voluntad en aras al bien común [la pena es un bien para quien la
recibe]; de igual modo será de justicia para el ofendido, en donde se reconoce que se le
ha afectado, evitando de esta manera la autotutela o venganza, lo que claramente es
contrario a una sociedad organizada y civilizada

viii) Deben existir los respectivos recursos

ix) Que exista el efecto de cosa juzgada, de modo que la excepción de cosa juzgada nos
da certeza jurídica, mientras que la acción otorga los medios para hacer cumplir lo
sentenciado, incluso coercitivamente

Función y naturaleza del juez

Se discute si es un aplicador mecánico de la ley o si por el contrario, es un creador del


derecho, o bien si es un interprete del derecho al caso concreto; siendo esta última
situación la que se refiere a nuestro sistema jurídico, en donde se aplica una ley general
y abstracta, que es interpretada y aplicada al caso en cuestión.

La verdad jurídica se da en los actos en concreto de las personas y no en lo que el juez


mande, de manera que el sentenciador debe traducir en su sentencia la realidad de las
cosas. El orden justo existe con independencia del juez, así cuando éste trata de darle a
cada uno lo que le corresponde, debe ubicar a quién le corresponde qué cosa, situación
que justa que ya existe y que es aplicada por el magistrado.

El juez debe fallar lo que fuere justo para el caso concreto, ello en afinidad a lo que
señala la ley positiva, siempre que sea verdadera ley. De manera que la sentencia viene
a ser la forma que se deben de aplicar a los actos humanos para que los mismos sean
justos.

En la esencia, el acto del legislador, al crear la ley, y el acto del juez, dictando sentencia,
tienen la misma naturaleza, sólo que el sentenciador vela por el bien común particular al
caso concreto y el legislador tiende al bien común general mediante la ley general y
abstracta.

Condiciones personales que debe reunir un juez

a) Un juez debe ser prudente

La labor jurisdiccional del juez terminará siendo jurisprudencia, la cual es la aplicación


de la virtud de la prudencia al derecho. Era esto lo que hacían los jurisprudentes
romanos.
La prudencia es una virtud formalmente intelectual, los filósofos la definen como la
recta razón de lo asible o de lo que se puede hacer. Materialmente es un virtud moral, y
como tal, tiene sus actos.

Elementos de la prudencia

i) Deliberación o consejo

La persona cuando debe actuar, antes de hacerlo, debe deliberar, vale decir, meditar
detenidamente sobre los pro y contras de su decisión. Debe atender a la memoria de los
actos ejecutados con anterioridad, los cuales lo pueden haber perfeccionado o
defeccionado; pero no tiene memoria anterior, deberá pedir consejo antes de ejecutar el
acto en cuestión.

La prudencia es la virtud de los medios, de modo que deberá premeditar acerca de los
medios y circunstancias para que el acto que va a realizar sea honesto o virtuoso, de
manera que lo perfecciones [y no que lo degrade]. Todo con la finalidad de alcanzar el
fin [recordando que el fin no justifica los medios].

Deberá tener entonces, pleno conocimientos de los hechos, y en el caso preciso del juez,
será igualmente del derecho, y si no tuviera dicho conocimiento, deberá pedir consejo.
Es menester que el sentenciador conozca las reglas del procedimiento.

Finalmente, luego del consejo o la deliberación, se nos dirá que el acto será
responsabilidad del que lo ejecuta.

ii) Juicio o conclusión

Luego de seleccionar los medios necesarios para el caso en concreto, deberá emitirse un
juicio respecto del caso particular con miras a buscar lo justo.

Recordemos que el derecho es el arte o la ciencia de lo bueno y de lo justo, que es lo


que debe buscar el sentenciador

iii) Imperio

Se premedito, se llegó a conclusiones y luego se actúa. El juez, por medio de su


voluntad, le dirá que debe dictar sentencia, de manera que todo lo anterior se ve
plasmado en el fallo que dicta el mismo.

Si la deliberación y el juicio han seguido la lógica adecuada, el resultado será una


sentencia justa.

b) La imparcialidad

Que no tenga prejuicios o que tenga designios anticipados acerca de quien tiene la
razón; que tampoco tenga prevenciones a favor o en contra de alguna de las partes o de
alguna situación, de manera que pueda juzgar el caso con autonomía y libertad con
vistas a buscar lo justo.
En caso de carecer de libertad y autonomía, el juez debe inhabilitarse, y para ello es que
se han creado las implicancias y recusaciones

Tiene que ser y parecer imparcial, porque es importante el juicio público que hace el
vulgo respecto de la actividad del juez. Si ello no fuere así, esto traerá aparejado la
corrupción en el ministerio del sentenciador.

La falta de imparcialidad ocurre cuando el juez tiene algún interés en el juicio, así por
ejemplo si el sentenciador militare en un partido político; si aceptare dádivas antes,
durante o después del juicio; aceptar presiones o sobornos, etc.

Frente a esto, la Corte Suprema ha dictado un Auto Acordado del primero de agosto de
2003, cuya acta tiene el número 52 que se denomina principios de ética judicial. Estos
son unos mínimos de decencia para poder desempeñar la labor de juez [este es materia
del curso].

Existen nueve principios generales, que es lo verdaderamente importante para el caso

i) Dignidad

ii) Probidad

iii) Integridad

iv) Independencia

v) Prudencia

vi) Dedicación

vii) Dignidad

viii) Respeto

ix) Reserva

De la formación de una recta conciencia profesional

Muchas veces se dice que ciertos asuntos son un problema de conciencia, lo cual podría
dar paso a que ello da paso al libre albedrío, pero la verdad de las cosas es que se debe
atender a la recta formación de la conciencia profesiones

De la conciencia

Se dice que la conciencia es la norma de la moralidad subjetiva. Si no hay conciencia, la


ley divina y la positiva resultan inoperantes, de manera que una conciencia bien
formada garantiza una moralidad conforme a los preceptos a los cuales debe atenerse la
actividad humana, tanto en general como en lo que es profesional. Quien tenga una
conciencia formada rectamente, actuará moralmente en todo ámbito de la vida.
Estas son las normas por las cuales se va a regir la actividad del hombre, de modo que
cada persona crea su orden moral, forma rectamente sus normas de conciencia;
colocándose sus propios límites, de manera que mientras mejor esté formada la
conciencia, mayores serán las limitantes que la persona se impondrá.

La conciencia es un acto que es parte de la virtud de la conciencia, la cual recordemos


es el juicio de la razón práctica, a través del cual se aplica la norma externa de
moralidad [lo que es objetivamente bueno o malo] a los casos y actos concretos que se
van a realizar.

Existe un cuerpo de normas de lo que es actuar rectamente, que está en la naturaleza


humana, pero el mismo debe ser aplicado a realidades diversas; debiéndose analizar si
es correcto o no el acto a ejecutar, tomando en consideración las circunstancias. Las
circunstancias jamás transformarán algo en bueno o malo, sino que se deben tener, nada
más, en consideración.

La conciencia es un hábito operativo conveniente, y que se va a dar como virtud cuando


la elección a la cual inclina dicha virtud, se fundamenta en una voluntad bien ordenada a
en relación a aquello que la razón no muestra como buenas o mala.

Clasificación de la conciencia

I) Conciencia psicológica y conciencia moral

a) Conciencia psicológica

Consiste en darse cuenta y reflexionar acerca de lo que se hace o no se hace,


prescindiendo de un juicio de moralidad [determinar si es bueno o malo].

b) Conciencia moral

Es un juicio acerca de la moralidad que reviste un acto concreto

Se debe decir que no puede haber una conciencia sin la otra, de modo que se
complementan y dan paso al acto humano, entendido por el mismo aquel acto voluntario
y conciente. Igualmente se dirá que la conciencia psicológica está implícita en la moral

II) Conciencia antecedente y consiguiente

Tiene que ver con el momento en que se analiza la moralidad del acto

a) Conciencia antecedente

Se analiza la moralidad del acto con anterioridad a la realización del acto

b) Consiguiente

Después de haber realizado el acto, se verá si se aprueba o no.


III) Conciencia verdadera y errónea

a) Conciencia verdadera

Es aquella cuyo juicio coincide con la verdad objetiva, así a modo ejemplar si la razón
dice que ello es bueno, se hace porque tiene calidad de tal y finalmente resulta que es
conveniente.

b) Conciencia errónea

Es aquella cuyo juicio discrepa de la verdad objetiva, así por ejemplo la razón dice que
no se haga algo porque se piensa que es malo, no se hace y finalmente ello era algo
bueno.

Esto no implica que el acto que se ejecute o deje de hacer, vaya a ser precisamente
deshonesto. Se podrá estar equivocado, pero ello no atenderá a la honestidad.

IV) Conciencia cierta, probable y dudosa

a) Conciencia cierta

Este es un juicio de la razón práctica que se denomina conciencia acerca de los bueno o
malo de un acto que se desea realizar o que ya se ha realizado sin miedo a equivocarse
en ello, todo con seguridad.

b) Conciencia probable

Se tiene conciencia y juicio de la razón práctica respecto de un acto, pero ello es con
cierto temor al error. Se afirma o niega algo, pero puede ello ser errado.

c) Conciencia dudosa

Se dice en el fondo que esta es la suspensión de todo juicio, de manera que no se


pronuncia respecto de una decisión o acto a realizar, no se sabe derechamente si es que
es bueno o malo, pero igualmente se actúa. La verdad es que conciencia dudosa no
existe, porque se definió conciencia como un juicio de razón práctica, y aquí bajo esta
idea no hay juicio alguno.

La conciencia profesional

Esta es la aplicación de la conciencia moral a la actividad profesional. Se puede definir


como la justa apreciación de los deberes que incluye el ejercicio de la profesión en
cualquiera de las actividades que le son propias.

La conciencia que es norma de la moralidad subjetiva, es la conciencia rectamente


formada la moralmente correcta, la que se entiende como aquella que se forma mediante
las exigencias de la virtud de la prudencia. Lo que se acomode a la virtud de la
prudencia, será virtuoso.
Desde el punto del que actúa, el acto será bueno o malo en la medida que se ajuste el
mismo a la conciencia rectamente formada del individuo.

Esta conciencia obliga, porque si no se hace lo que ella dice que es correctamente hacer,
se está siendo prudente y viceversa. La imprudencia claramente es un vicio, de modo
que la persona humana se degrada.

La conciencia recta es obligatoria tanto cuando manda como cuando prohíbe. La


conciencia invenciblemente errónea, aun cuando tenga el carácter de tal, igualmente
obliga. Si por otro lado la conciencia es errónea por un acto que le es imputable al sujeto
por su negligencia o por su dolo, entonces ello será imprudente.

Lo normal es que la prudencia sea imperativa y mande actuar, siendo lo excepcional el


dejar de ejecutar un acto. El dictamen de una conciencia recta debe ser cierta.

Para llegar al dictamen de la conciencia recta, ello no s dificultoso, de manera que la


conciencia le muestra al individuo lo que se debe hacer y no hacer.

Como la prudencia es una virtud, este es un hábito que nos perfeccionar mientras se
ejecuta, así las cosas, el que actúa prudentemente normalmente, será virtuoso en ese
sentido. En materia profesional, cuando se acostumbra el mismo a actor y teniendo en
consideración los respectivos deberes que impone la profesión, tenderá a actuar según
una recta conciencia profesional; siempre que no recaiga ello en formas abstractas de
moralidad [se debe aplicar al caso concreto].

Causas que dificultan la formación de la conciencia profesional

Hoy por hoy no es fácil formar la conciencia profesional, ello en virtud de varias causas,
entre las que encontramos [sin perjuicio de que exista un sinnúmero]

a) Por un aflojamiento de la moral general. Existe poca conciencia de lo trascendente, y


nos aferramos al materialismo y hay un relativismo fortalecido

b) Un desconocimiento grande en materia de lo que es la naturaleza humana, siendo que


la mayoría de las personas tienen muy someras nociones de la justicia, de lo que son los
deberes profesionales, lo que trae aparejado que se desconozcan los deberes
profesionales, tanto individuales como los que se tienen para con la sociedad; esta es
una ignorancia que claramente es voluntaria, ya que se evita el conocer las obligaciones
que le pesan al sujeto, lo que podría calificarse como un actuar negligentemente

c) La costumbre general. El clásico aforismo de “Sí todos lo hacen, por qué no yo”, lo
que al final trae aparejado la justificación de los medios, y lo normal es que se aplique a
realizaciones de conductas que son malas [mas no para cosas buenas], las que son
justificadas a través de este medio

d) La falsa doctrina de los contratos. La justicia de los contratos, se piensa, depende de


la sola voluntad de las partes, y no se tiene para nada en cuenta la justicia conmutativa,
en lo que a la equivalencia de las prestaciones respecta, y si una parte tiene la facultad
de imponer ciertas condiciones a otro [sin que la contraria pueda reclamar de ellas], y lo
hace, claramente no le interesa que las prestaciones recíprocas sean justas
e) El nexo social que une a los diversos sujetos. Claramente la sociedad es un hecho
moral nacido del deber natural de socorrernos y querernos los unos a los otros, pero ello
ya no es así, lo que se ha convergido en la libertad [de alguna manera se sigue a
Russeau en lo que respecta al pacto social], así se omiten las obligaciones y se hace
constante exigencia de derechos que se tienen para con otros

f) Lo anterior se encuentra de la mano con el olvido del bien común. Es un imperativo


de la sociedad el colaborar para con el bien común, y ello es evidente a la hora de que
mientras más se apela al bien común, será mejor la comunidad y se mejorarán los
estados individuales de los sujetos

g) La deshumanización de las personas en el campo profesional. Lo normal es que una


persona conociera a sus clientes, existiendo relaciones de uno a uno, interpersonales,
pero actualmente ello se ha ido perdiendo en virtud de diversos factores, lo que trae
aparejado la que la persona pase a ser un número, sin importar el problema que se nos
enseñe a fin que el letrado le entregue una respuesta

h) Que la retribución que las personas reciben por su trabajo, es inferior a lo que se cree
que vale la obra. Esto trae como consecuencia necesaria un mal obrar profesionalmente,
y ello tiene como resultado, una labor mediocre, lo que claramente atenta contra la
justicia

i) Las necesidades de la vida moderna. La vida moderna se ha ido complicando en la


medida que aparecen una seguidilla de inventos, lo que genera la necesidad de ciertos
lujos que estrictamente no son necesarios para el diario vivir, pero que igualmente el ser
humanos tiende a quererlos incorporar a su haber patrimonial, y para ello claramente se
necesitan más medios pecuniarios, y los medios para su obtención pueden ser
cualesquiera, así el fin justifica los medios, etc.

j) El desprestigio de las leyes. Se dictan normas que, a veces, pueden ser muy severas,
pero que sin perjuicio de ello se dejan abiertas ciertas puertas para que exista cierta
impunidad, o también ocurre que las leyes se aplican a veces y en otras situaciones no
tienen aplicación alguna, lo que al final, lisa y llanamente, resulta en que no se aplican
tales leyes

k) La doctrina de las leyes meramente penales. Esta es una falsa doctrina, por su puesto,
la que habla que una gran cantidad de leyes, por más que sean justas y legitimas,
igualmente ellas no obligan en conciencia, así las cosas si se pueden infringir o evadir,
se hace, deseando que no se le pille cometiendo la infracción, y así lo anterior trae
adjunto que el sujeto tenga una relatividad moral

¿Cómo hacer para formar una recta conciencia profesional?

Se deben tener en cuenta ciertas cosas relevantes, así tenemos


a) Los que fueren creyentes, deben tener en consideración a la divinidad y la
providencia ante todo, lo que de alguna manera tiende a firjarse los límites humanos

b) El carácter social de la persona humana, ello porque sin la ayuda de los demás es
imposible subsistir, pero además se debe sumar que todos participan de la misma
naturaleza del ser humano, que es que tal ser es eminentemente gregario, y tal calidad
impone un sinnúmero de consideraciones en lo que a los tratos y convivencia con los
demás, de modo que el otro ha de tener, necesariamente, derechos inherentes, necesarios
e irrenunciables

c) Los actos de la persona humana debe ser esencialmente sociable, y el trabajo, que es
una especie de trabajo, es eminentemente social [lo que además se ve reafirmado por el
principio económico de la división del trabajo], sin perjuicio de que igualmente ello se
verá en el ámbito espiritual. Lo precedente se ve relacionado con que profesión es una
vocación de servicio, como ya se dijo, lo que claramente colabora a que se forme un
ambiente que tienda a mejorar y desarrollar correctamente la conciencia

Principios fundamentales de la moral profesional

a) La moralidad personal. No se puede separa la moralidad persona de la que fuere


profesional, así la profesional es un aspecto que tiene la persona, lo que trae aparejado
que lo normal es que aquel profesional sea recto moralmente también en lo que a su
vida privada se refiere; pero cuando al profesional se le presentan problemas morales,
van a actuar las personas, según las tendencias que ellas tienen, siempre y cuando la
persona profesional se hubiere preocupado de ello, y en su defecto, actuará mal si le
faltare preocupación

b) Subordinación de la profesión a la moral. En caso de conflicto entre la profesión, y su


ejercicio práctico, junto con los deberes morales, ha de prevalecer siempre la moral, de
lo contrario se cae en una serie de lugares comunes que son frecuentes, pero que
claramente son indecentes, y de ahí aparecen cosas como que “el arte no tiene nada que
ver la moral” o que “los negocios son los negocios”

c) Debe existir una recta formación de la conciencia profesional. Esto implica cumplir
con obligaciones morales que son importantes, y entonces el profesional tiene que
preocuparse de saber y conocer cuáles son las obligaciones que impone el ejercicio de
su respectiva profesión

d) Debe existir una adecuada preparación profesional, y ha de haber un conocimiento a


fondo de las materias profesionales. El sujeto debe, más que ostentar el título, saber de
qué se trata el mundo del derecho, de modo que será importante este tema en la
profesión del letrado, por la trascendencia social que tiene dicha labor. Si se consulta al
profesional por un tema y se desconoce, se pueden hacer dos cosas que son

i) El estudiar y dar una respuesta al tópico de que se le preguntó

ii) Consultar a otros que sepan más de un tema


Y si no pueden darse ninguna de las anteriores circunstancias, se ha de derivar el tema a
otro profesional, y a falta de cualquier conocimiento, es hora de obviar la profesión y
dedicarse a otra cosa. El cliente siempre espera que la persona del letrado sepa bastante
de la profesión.

e) La obligación de trabajar. La persona que tiene una profesión y con ánimo de


contribuir al bien común social, ha de ejercer dicha profesión

f) Debe existir justicia estricta. No hay ninguna profesión, sea directa o indirectamente,
que no tenga relación con el prójimo, lo cual se ve vinculado con el bien común, asunto
que se asocia a la justicia conmutativa y la distributiva [en donde la clientela paga para
recibir un servicio, el cual se piensa que vale una determinada suma y de lo cual se
espera una retribución adecuada], y todo lo que atente contra ese equilibrio, es
claramente un fraude, lo que lleva a la obligación moral de restituir lo recibido, y
indemnizar los perjuicios, cuando los existiere

El abogado, recordemos, aparece en Roma, quien tiene el nombre de ad vocatus. La


anterior va también junto al patrocinio.

El COT señala a su turno que “Los abogados son personas revestidas por la autoridad
competente de la facultad de defender ante los Tribunales de Justicia los derechos de
las partes litigantes”.

Dice la RAE que el abogado es el “Licenciado o doctor en derecho que ejerce


profesionalmente la dirección y defensa de las partes en toda clase de procesos o el
asesoramiento y consejo jurídico. También se le entiende como el “Intercesor o
mediador”

La función esencial del abogado es defender a las partes en juicio, pero más importante
es el que patrocina a la persona de que se trata; patrocinar también se relaciona con el
asistir en lo que respecta al conocimiento del derecho.

El juicio es un proceso dialéctico, en donde existe una contienda o combate entre las
partes, existiendo además una estrategia, en donde las partes, por lo general, no están en
igualdad de condiciones, de modo que la actuación de los abogados permite nivelar la
situación de ambas [aplicándose el principio de la bilateralidad de la audiencia]. El
abogado debe conocer el derecho tanto sustantivo como adjetivo, de manera que éste
sea un verdadero auxiliar de justicia, así le planteará el caso al juez de la mejor manera
posible para que el sentenciador dicte un fallo justo; y se han de exponer los argumentos
que favorecen a la parte, obviamente.

Actualmente se ha planteado que no es necesaria la comparecencia del abogado, pero


las personas igualmente requieren de un letrado para su correcta defensa.

El Art. 523 del COT nos señala los requisitos para ser abogado, así dicha norma dice
que “Para poder ser abogado se requiere:
1° Tener veinte años de edad;
2° Tener el grado de Licenciado en Ciencias
Jurídicas otorgado por una Universidad, en conformidad a la ley;
3º No haber sido condenado ni estar actualmente acusado por crimen o simple delito
que merezca pena aflictiva;
4° Antecedentes de buena conducta.
La Corte Suprema podrá practicar las averiguaciones que estime necesarias acerca de
los antecedentes personales del postulante, y
5° Haber cumplido satisfactoriamente una práctica profesional por seis meses en las
Corporaciones de Asistencia Judicial a que se refiere la circunstancia que deberá
acreditarse por el Director General de la respectiva Corporación. Las Corporaciones
de Asistencia Judicial, para este efecto, podrán celebrar convenios con el Ministerio
Público y con la Defensoría Penal Pública”

También debemos recordar la Ley 18.120 sobre Normas de Comparecencia en Juicio.

La teoría de las causas justas

El abogado, como auxiliar de la administración de justicia, sólo debe aceptar causas


justas y no las que no lo sean, lo que da paso a la teoría de las causas justas.

Señala el Artículo 1 del antiguo Código de Ética Profesional [que aun está vigente y que
es ley de la República] “El abogado debe tener presente que es un servidor de la
justicia y un colaborador de su administración; y que la esencia de su deber
profesional es defender empeñosamente, con estricto apego a las normas jurídicas y
morales, los derechos de su cliente”.

En materia civil, el abogado no debe asumir ninguna causa en donde esté manifiesta la
injusticia, ya sea porque los fines son injustos, ya sea por el uso de medios ilegítimos,
porque no existe ninguna posibilidad razonable

a) Porque los fines son injustos

No puede el abogado aprovecharse de la indefensión de la otra parte, no puede llevar el


abogado negocios que fueren contrarios a la moral

b) Por el uso de medios ilegítimos

No puede el abogado emplear medios que no sean los adecuados, como testigos falsoso,
sobornos, cohecho, etc.

c) No existir ninguna posibilidad razonable

Este caso es aquel en que la persona no puede entablar demandas infundadas y que no
llevan a ninguna parte. Lo anterior tiene como excepción, y que no hay falta a ética,
cuando en el arrendamiento, el arrendatario utiliza medida dilatorias para defender
bienes fundamentales [por ejemplo, el tener vivienda]

Entonces, el abogado no puede asumir causas injustas, aun cuando tenga la razón, ello
porque el fin no justifica los medios, como ya se ha dicho.
Vigencia del antiguo de ética

El Código de Ética pretérito y que respecta al Colegio de Abogados, estuvo vigente


hasta el año 2011, sin perjuicio de que igualmente rija frente a todos en lo que guarda
relación con la actualidad, de modo tal que el mismo tiene rango de ley de la Republica,
siendo a su turno, de aplicación general para quienes fueren colegiados de la antes
señalada institución e incluso atañe a todos los abogados.

En febrero de 1981 se dictó el DL 3621 que terminó con la colegiación obligatoria.


Cuando entra en vigencia la Constitución de 1980, entre las garantías que la misma
asegura, nos encontramos con la libertad de asociación [Art. 19 número 15], la cual
evidentemente era incompatible con la obligación que prescribía la ley antes de la
entrada en vigencia del DL 3621, de modo que finalmente se termina señalando que
quien desease afiliarse, lo hacia, y quien no lo deseaba, no se encontraba sujeto a esta
obligación.

De igual modo se debe señalar que ocurrió un cambio en la jurisdicción, ya que en vez
de recurrir a los colegios profesionales, se debía ocurrir a los tribunales de justicias,
quienes tramitaban la causa según un procedimiento o juicio sumario, empero de que
las reglas respecto a la ética fueran las que estableció el Colegio de Abogados, ello
como consecuencia de una delegación que le hizo la Ley Orgánica Constitucional del
mismo Colegio de Abogados, norma que le dio facultades al Consejo General del
Colegio para dictar un Código de Ética. En definitiva, quedaron vigentes las antiguas
normas, pero las mismas sólo eran aplicables a los miembros pertenecientes al Colegio
de Abogados.

Con la reforma a la Constitución que se originó en el año 2005, se devolvió a los


colegios profesionales la facultad de aplicar sanciones en materia de ética a los
abogados y demás colegiados.

Sin perjuicio de lo anterior, igualmente sigue existiendo la posibilidad de demandar a


los abogados ante los tribunales ordinarios de justicia.

En relación con lo anterior, una doctrina dice que se recupera la facultad de cancelar los
respectivos títulos a los letrados infractores a las reglas de la ética, cosa que ocurre por
la modificación a la LOC del Colegio de Abogados, haciendo la salvedad de que el
reclamo se hace ante la Corte de Apelaciones y no ante la Corte Suprema.

Los abogados no colegiados deberán recurrir ante los tribunales ordinarios de justicia a
fin de que sean sujetos a un control de ética.

Continuación de teoría de las causas justas

¿Qué causas no serian justas?


Puede haber causas injustas en materia civil

Son injustas por los fines, uso de medios ilegitimo o por no haber ninguna posibilidad
razonable de que la gestión tenga eficacia.

Fines a que se dirige la acción

Si tiene por objeto defraudar, anular, aprovecharse de la indefensión de la otra parte, el


abogado debe abstenerse de ejecutar dicha actividad.

Uso de medios ilegítimos

Así a modo ejemplar se encuentra la presentación de testigos falsos, o que requieren


soborno, cohecho, etc.

Materia penal

Siempre se puede defender al reo, nunca una causa es injusta, pero el hecho de que el
cliente sea un delincuente no inhabilita al letrado para tomar el asunto, de modo que el
papel del abogado es poner los antecedentes en conocimiento del juez, y que en
definitiva se aplique una pena justa.

En esta materia, el Código de Ética antiguo, en los artículos 6, 8 y 9 contemplaba las


normas sobre aceptación y rechazo de asuntos.

El abogado requiere independencia en el juicio para si acepta al cliente y el respectivo


negocio que le corresponde. Así al abogado le corresponde dirigir el asunto, y si
eventualmente no tiene libertad moral, no debe tomar el asunto de que se trate.

El artículo 6 del Código de Ética expresa lo siguiente “El abogado tiene la libertad
para aceptar o rechazar los asuntos en que se solicite su Patrocinio, sin necesidad de
expresar los motivos de su resolución, salvo en el caso de Nombramiento de oficio, en
que la declinación debe ser justificada. Al resolver, debe Prescindir de su interés
personal y cuidar de que no influyan en su ánimo el monto Pecuniario, ni el poder o la
fortuna del adversario.
No aceptará un asunto en que haya de sostener tesis contrarias a sus convicciones,
inclusive las políticas o religiosas, con mayor razón si antes las ha defendido; y cuando
no esté de acuerdo con el cliente en la forma de plantearlo o desarrollarlo, o en caso de
que pudiera ver menoscabada su independencia por motivos de amistad, parentesco u
otros. En suma, no deberá hacerse cargo de un asunto si no cuando tenga libertad
moral para dirigirlo”.

El artículo 8 habla de la defensa del acusado, cualquiera sea su opinión sobre la


culpabilidad de éste, de manera que prescribe la anotada norma que “El abogado es
libre para hacerse cargo de la defensa de un acusado, cualquiera que sea su opinión
personal sobre la culpabilidad de éste; pero habiéndola aceptado, debe emplear en ella
todos los medios lícitos”.
A su turno, el artículo 9 se refiere a las acusaciones penales y expresa que “El abogado
que tenga a su cargo la acusación de un delincuente, ha de considerar que su deber
primordial es no tanto obtener su condenación como conseguir que se haga justicia”

Siempre se puede defender al reo, incluso aunque le conste la existencia del delito y la
culpabilidad del cliente al abogado, lo importante es que se le aplique una pena justa a
la persona que delinque y no que éste se encuentre en un estado de indefensión o de
desamparo.

El abogado no puede iniciar una querella sin argumentos, así será más grave que se
condene a un inocente, a que sea exonerado un responsable, todo por el tema del bien
común al cual está dirigida la sociedad, en cuanto a su obtención.

La función del juez penal es más pública que la que respecta al juez civil, el juez no se
limita a reconocer la existencia de un hecho determinado, sino que tiene que velar por el
bien común de la sociedad toda, protegiendo la libertad de las personas y garantizando
sus respectivos derechos.

Aplicación de una pena y sus fines en materia penal

Cuando se aplica una pena penal, ella puede tener diversos fines

a) Prevención Especial

La pena para el delincuente debiera ser un remedio, de manera que la persona a la cual
se aplica una pena, aprenda con eso y eventualmente trate de no volver a delinquir.

b) Prevención general

Se busca la protección de la sociedad.

c) Aspecto retributivo

Existe una retribución para la sociedad, porque su convivencia pacífica, a la que la


sociedad tiene derecho, se ha visto vulnerada en virtud del acto delictivo.

Lo que debe primar es la verdad procesal, y en ese orden de ideas, si no está


suficientemente acreditado que se cometió un delito o cual es la participación del que
fuere inculpado, ello traerá consecuencialmente que se declarará inocente a tal persona,
aunque sea culpable, ello en virtud de la presunción de inocencia [la que no quedó
destruida]. Aquí el juez debe condenar, siempre que existen fundamento que lo lleven a
tal veredicto, más allá de toda duda razonable.

Lo que no puede hacer el abogado del delincuente es

i) Presentar pruebas falsas


ii) Mentir

El abogado cuando se le encomienda un asunto, tiene plena libertad para aceptar o


rechazar el negocio en cuestión.

Los únicos que están obligados a tomar el asunto, son los nombrados de oficio, en que
se si debe presentarse una excusas justificadas para no tomar una causa y frente a esto se
podría dar una objeción de conciencia.

Relaciones del profesional del derecho con el juez

El abogado es un colaborador de la administración de justicia y no un enemigo del juez.


El abogado es tan abogado como el juez, de tal manera que el trato entre ambos debe ser
de igualdad; los jueces son abogados y en consecuencia colegas de los abogados de las
partes. Los abogados no están bajo la jurisdicción del juez sino que las partes. El
artículo 17 del Código de Ética antiguo plantea que “El abogado estará en todo
momento dispuesto a prestar su apoyo a la magistratura, cuya alta función social lo
requiere de la opinión forense; su actitud ha de ser de deferente independencia,
manteniendo siempre la más plena autonomía en aras del libre ejercicio de su
ministerio”.

Deberes del abogado respecto del juez

a) Deber de veracidad

El abogado debe colaborar para que el juez tenga un conocimiento de los hechos y el
derecho, todo a través de medios procesales. El letrado no puede mentir en juicio, lo
cual no significa denunciar a los patrocinados, todo, precisamente, como consecuencia
del deber del secreto profesional.

La falta de veracidad, es decir, el no decir la verdad, constituye un engaño para el juez e


incluso una injusticia para la contraparte, situación que puede llevar aparejado el deber
moral de indemnizar el perjuicio ocasionado para con ésta.

b) Deber de no abusar del procedimiento

El procedimiento es un medio para el ejercicio de la jurisdicción y no debe usarse para


entorpecer la administración de justicia, por eso por ejemplo, cuando hay errores en el
procedimiento, hay que hacerlos ver al juez lo más rápido para evitar posibles nulidades
futuras [lo que claramente trae como consecuencia una dilatación innecesaria del
proceso]. Hecho presente lo anterior, se deben evitar

i) Gestiones puramente dilatorias

ii) Incidentes infundados

iii) Cuestiones de competencia improcedente

iv) Recursos infundados


v) Excepciones infundadas

El articulo 5 expresa “El abogado debe abstenerse del empleo de recursos y


formalidades legales innecesarias, de toda gestión puramente dilatoria que entorpezca
injustamente el normal desarrollo del procedimiento y de causar perjuicios
innecesarios”

c) Deber de respeto y deferencia con el juez

Hay que cuidar los términos usados en los escritos y en las entrevistas personales.

No hay que tener enfrentamiento con el juez [de manera personal], sino que para ello se
han inventado los respectivos recursos.

Si se trata mal al juez es muy probable que se perjudique al cliente, nunca hay que
perder de vista que uno representa intereses de terceros. No hay que comentar asuntos
judiciales en ambientes sociales.

Por otra parte, hay que tener cuidado con desprestigiar a los jueces, el desprestigio de
los sentenciadores significa un desprestigio igual para el abogado, en virtud de que
todos pertenecen al sistema de administración de justicia, tanto el juzgador como el que
fuere letrado.

Prescribe el artículo 22 del Código de Ética antiguo que “Es deber del abogado no
tratar de ejercer influencia sobre un juzgador, apelando a Vinculaciones políticas o de
amistad, o recurriendo a cualquier otro medio que no sea el convencer con
razonamientos. Es falta grave intentar o hacer alegaciones al juzgador fuera del
tribunal sobre un litigio pendiente”.

En los tribunales existen colaboradores del juez. Los actuarios no ejercen jurisdicción,
pero tienen gran influencia en la tramitación de la causa, por eso es importante el trato
que se tenga con ellos, ya que no siempre se puede conversar con el juez de manera
directa, así la relación con los colaboradores tiene que ser siempre adecuada. Lo que no
se puede aceptar, es procedimientos que no sean legales; y así nos remitimos a lo que
pasaba en la justicia procesal penal antigua, en donde los actuarios eran muy propensos
a ser coimeados y desfigurar de ese modo el proceso penal.

Se debe cumplir con todas las formalidades del procedimiento, con los actuarios no se
puede discutir, ni tampoco se les puede hacer regalos de ninguna especie.

Soborno y cohecho

a) Sobornar
Implica corromper a alguien con dádivas para conseguir del corrompido algo.

b) Cohecho

Consiste en sobornar a un juez o funcionario en el ejercicio de sus funciones [cohecho


activo] o en la aceptación del soborno por parte de ellos [cohecho pasivo].

El artículo 4 del Código de Ética reza “El abogado que en el ejercicio de su profesión
cohecha a un empleado o funcionario Público, falta gravemente al honor y a la ética
profesionales. El abogado que se entera de un hecho de esta naturaleza, realizado por
un colega, está facultado para denunciarlo a quien corresponda”.

Además el delito está tipificado en el artículo 241, 248 bis, 250, 250 bis del Código
Penal.

El artículo 241 del Código Penal expresa que “El empleado público que exigiere directa
o indirectamente mayores derechos de los que le estén señalados por razón de su cargo,
será castigado con una multa del duplo al cuádruplo de la cantidad exigida.
El culpable habitual de este delito incurrirá además en la pena de inhabilitación
especial temporal para el cargo u oficio en su grado medio”.

Por su parte, el artículo 250 del cuerpo normativo punitivo habla de delitos aplicables a
los abogados y procuradores.

Relaciones del abogado con el patrocinado

Nociones previas

a) El abogado ejerce una actividad profesional, no se actúa por mero favor

b) El abogado tiene la calidad de auxiliar de la administración de justicia

c) El abogado tiene el deber de conocimiento, sin ello no es posible ejercer la profesión.


El cliente tiene derecho a entender que el abogado tenga los conocimientos necesarios
para ejercitar la profesión que le atañe; todo dentro de lo jurídico [se debe conocer el
asunto, estudiarlo y analizar si es que se está en condiciones de asumirlo]. Todo es
efecto de una justicia conmutativa entre lo que se le ofrece al cliente y lo que él
remunera al letrado

d) El abogado trabaja con el afán de solucionar los problemas jurídicos de otras


personas

e) Nunca se puede asegurar el buen éxito de una causa en los tribunales, porque ello
escapa a la voluntad de la persona del letrado, todo por cuanto pende el mismo de un
tercero, que será el juez

Prescribe el Art. 26 del antiguo Código de Ética Profesional que “No debe el abogado
asegurar a su cliente que su asunto tendrá buen éxito, ya que influyen en la decisión de
un caso numerosas circunstancias imprevisibles; sino sólo opinar según su criterio
sobre el derecho que le asiste. Debe siempre favorecer una justa transacción”.

A su turno dice el Art. 25 del antes anotado cuerpo normativo que “Es deber del
abogado para con su cliente servirlo con eficacia y empeño para que haga valer sus
derechos sin temor a la antipatía del juzgador, ni a la impopularidad. No debe, empero
supeditar su libertad ni su conciencia ni puede exculparse de un acto ilícito
atribuyéndolo a instrucciones de su cliente”.

En relación con esto, nos encontramos con los Art. 27 y 28 del nuevo Código de Ética
Profesional.

El profesional puede otorgar la opinión respecto del derecho que tiene el cliente, sin que
ello importe que de plano se ganará el caso, y aun ello puede ocurrir por
desconocimiento del juez [donde yerra el sentenciador].

El abogado debe valorar siempre una justa transacción, lo cual se entiende como el
buscar soluciones alternativas a los conflictos, así el abogado antes de tomar un asunto,
debe estudiarlo y emplear a fondo sus respectivos conocimiento, ello porque el
conocimiento del derecho y el análisis del asunto del cliente junto a las circunstancias,
permitirá aconsejar teniendo en consideración las posibilidades reales de éxito. Muchas
veces el mejor consejo al cliente es el “usted no tiene la razón”, así cuando el letrado
entiende que no se está muy seguro en el caso en cuestión [en cuanto a ganarse], el
recomendable llegar a una salida alternativa; todo en aras del cliente.

Los asuntos que le corresponde opinar al abogado son meramente jurídicas, ello porque
muchas veces las consultas que se le hacen al abogado, no son de carácter jurídico, sino
que se extiende a otros ámbitos. Muchas veces los asuntos que recibe el abogado, no
son estrictamente jurídicos, de manera que podemos tener salidas alternativas al
conflicto planteado; así verbigracia en materias propias de la familia.

Reglas para la mediación

Al mediarse, se debe tratar de conocer la verdadera o reales intenciones de las partes


[que es lo que realmente quiere el cliente]

Los niveles de tolerancia, ello en cuanto a cuánto se está dispuesto a ceder. Obviamente
hay cosas que no se pueden tolerar, así como lo es la violencia intrafamiliar.

También es importante el nivel de compromiso que tiene el abogado, ello en cuánto


tiempo está dispuesto el mismo a emplear en el caso en cuestión. El abogado debe
limitar su nivel de interés en el negocio, nunca superando el que tuviere la parte
interesada; y de pronto el letrado no debe ir más allá de lo que quiere el cliente, y así no
debe inducir a la parte a entrar en un juicio, cuando ella es reticente al pleito, o también
no se le puede obligar a permanecer en un juicio, cuando la parte desea avenir o
transigir con el afán de terminar el juicio. Lo ideal es que las partes, mediante la guía de
una persona, lleguen a un arreglo, de manera que sea su labor la que ha prosperado en
un buen acuerdo.
Cuando el problema es realmente jurídico, y cuando no se puede arreglar
extrajudicialmente, se asume el patrocinio, y aparecerán así los deberes propios del
abogado en juicio.

Naturaleza del patrocinio

Se ha discutido bastante si el patrocinio es un mandato o es un arrendamiento de


servicios [contrato de prestación de servicios]. Se sostiene que es un mandato en virtud
de los Art. 6 y 7; mientras que los otros alegan que es un arrendamiento de servicios
inmateriales todo según lo planteado en los Art. 1 a 5 de la Ley 18.120.

La verdad de las cosas es que el patrocinio es arrendamiento de servicios inmateriales


de orden profesional, mientras que el poder tiene el carácter de mandato.

Al ser un arrendamiento de servicios, se entiende que el abogado es un sujeto que


ejercita una actividad liberal, sin sujeción a superiores. Si es sólo mandatario, éste debe
cumplir las instrucciones del mandante, pero si es un profesional, deberá primar la
voluntad del abogado, ello porque el mismo es el sujeto técnico y que dirige la causa.

Deberes del abogado para con su patrocinado

a) Deber de conocimiento

i) De la causa

Antes de aceptar el patrocino, de debe tener conocimientos propios del asunto, de


manera que se deberá interiorizar de los problemas que afectan al cliente, todo con
vistas a aconsejar de buena manera [prudentemente] al cliente.

ii) Conocimiento del derecho aplicable

No se deben aceptar asuntos si no se tiene la ciencia suficiente [tecné], a menos que ello
se pueda suplir por medio del estudio respectivo; siempre y cuando se tenga el tiempo
necesario y conocimiento básicos de derecho, y si ello no fuera posible, no se debe
asumir el caso.

iii) Conocimiento del patrocinado

Hay que introducirse en la psicología del cliente, para poder determinar la intención del
mismo. De ahí que sea importante la primera entrevista que se tiene con el mismo. El
cliente constantemente desea que uno le encuentre la razón, deseando que uno asuma la
personalidad del cliente, de modo que se asumen las causas como propias [perdiéndose
perspectiva y análisis del caso].

Se debe determinar la realidad y fondo del asunto [sin que ello importe que el cliente
tenga o no la razón].

Prescribía el antiguo Art. 27 del Código de Ética que “Las relaciones del abogado con
su cliente deben ser personales, por lo que no ha de aceptar el patrocinio de clientes
por medio de agentes, excepto cuando se trate de instituciones altruistas para ayuda de
pobres. El patrocinio de personas morales no obliga al abogado a patrocinar a las
personas físicas que actúan por ellas”. Lo mismo se recoge en el Art. 23 del nuevo
Código de Ética.

Lo anterior se pierde en los grandes estudios, en donde quien lleva el asunto, no es


quien lo dirige, y a su turno, quien lo dirige, no conoce a la persona del cliente.

iv) Determinar los medios de prueba

Se debe determinar los medios de prueba, los cuales deben ser procurados por el
patrocinado, no siendo deber del abogado el conseguirse los medios probatorios. Las
pruebas se deben tener antes de asumirse el asunto, o por lo menos, tener la certeza de
que se tendrán los mismos en la oportunidad respectiva.

v) Se debe dejar constancia de la relación que se tiene para con el cliente

El abogado esta obligado a pronunciarse respecto de la relación que tiene para con el
cliente, anunciando si es que acepta o rechaza el asunto; y tan es así, que el Código
Civil señala que si callare, se entenderá, su silencio, como aceptación.

Reza el Art. 6 del antiguo Código de Ética que “El abogado tiene la libertad para
aceptar o rechazar los asuntos en que se solicite su patrocinio, sin necesidad de
expresar los motivos de su resolución, salvo en el caso de nombramiento de oficio, en
que la declinación debe ser justificada. Al resolver, debe prescindir de su interés
personal y cuidar de que no influyan en su ánimo el monto pecuniario, ni el poder o la
fortuna del adversario. No aceptará un asunto en que haya de sostener tesis contrarias
a sus convicciones, inclusives las políticas o religiosas, con mayor razón si antes las ha
defendido; y cuando no esté de acuerdo con el cliente en la forma de plantearlo o
desarrollarlo, o en caso de que pudiera ver menoscabada su independencia por motivos
de amistad, parentesco u otros. En suma, no deberá hacerse cargo de un asunto si no
cuando tenga libertad moral para dirigirlo”. Lo mismo se encuentra replicado en el Art.
17.

b) Deber de diligencia

Diligencia viene de diligere, lo que se entiende en latín, como amar. Así tenemos el Art.
25 del Código de Ética antiguo señala que “Es deber del abogado para con su cliente
servirlo con eficacia y empeño para que haga valer sus derechos sin temor a la
antipatía del juzgador, ni a la impopularidad. No debe, empero supeditar su libertad ni
su conciencia ni puede exculparse de un acto ilícito atribuyéndolo a instrucciones de su
cliente”.

Se deben cumplir las gestiones convenidas de lleno, y respecto de las no convenidas, el


abogado debe informar a su cliente respecto de las mismas, y más aun si ello trae
aparejado un aumento de mayores honorarios.

El abogado no puede retardar, a veces, estos asuntos no convenidos, ejercitándolos


igualmente, sin perjuicio de que deberá informar posteriormente al cliente. Así lo dice el
Art. 28 del Código de Ética Profesional nuevo.
Este deber de diligencia es sólo del abogado, y no atañen al procurador. Y todo daño que
se produzca por negligencia del abogado, tiene que se indemnizado, incluso más allá de
la simple renuncia de los honorarios que iba a cobrar el abogado; de modo que el Art. 28
del antiguo Código de Ética tenemos que “El abogado debe adelantarse a reconocer la
responsabilidad que le resulte por su negligencia, error inexcusable o dolo,
allanándose a indemnizar por los daños y perjuicios ocasionados al cliente”, lo cual se
encuentra replicado en el Art. 30 del nuevo Código de Ética.

c) Deber de información

Se debe informar periódicamente de la marcha del asunto, se debe rendir cuenta, si es


que se han entregado dineros, además de explicar todos los asuntos realizados y sus
efectos, ello en relación a las providencias que hubieren dictado los tribunales.

Reza el Art. 39 del Código de Ética antiguo que “El abogado dará aviso inmediato a su
cliente de los bienes y dinero que reciba para él; y se los entregará tan pronto aquél lo
solicite. Falta a la ética profesional el abogado que disponga de fondos de su cliente”.

El Art. 3 se refiere a la honradez, de modo que prescribe “El abogado debe obrar con
honradez y buena fe. No ha de aconsejar actos fraudulentos, afirmar o negar con
falsedad, hacer citas inexactas o tendenciosas, ni realizar acto alguno que estorbe la
buena y expedita administración de justicia”.

Igual situación anota el Art. 40 del nuevo Código de Ética nuevo. Y en el Art. 41 habla
de la rendición de cuentas [forma de efectuarla].

d) No actuar contra la voluntad del patrocinado

El problema, al final, es del cliente, y no del letrado, de modo que el interés atañe a la
persona representada. Obviamente que el abogado debe emitir su opinión, pero no se
puede actuar contra la voluntad del cliente, ni siquiera por su propio bien, lo cual
claramente constituye un límite a la extensión del patrocinio [el abogado tiene libertad
moral y perspectiva en cuanto a lo que desea el cliente]; y si existe desacuerdo, el
abogado deberá renunciar al patrocinio.

Dice el Art. 30 que “Una vez aceptado el patrocinio de un asunto, el abogado no podrá
renunciarlo sino por causa justificada sobreviniente que afecte su honor, su dignidad o
su conciencia, o implique incumplimiento de las obligaciones morales o materiales del
cliente hacia el abogado o haga necesaria la intervención exclusiva de profesional
especializado”. En principio, no se renuncia al patrocinio, sino por causa justificada.

A su vez dice el Art. 31 que “El abogado ha de velar porque su cliente guarde respeto a
los magistrados y funcionarios, cuanto a la contraparte, a sus abogados y a los terceros
que intervengan en el asunto; y porque no haga actos indebidos. Si el cliente persiste
en su actitud reprobable, el abogado debe renunciar al patrocinio”.

Y el Art. 32 reza que “Cuando el abogado descubre en el juicio una equivocación que
beneficie injustamente a su cliente o una impostura, deberá comunicárselo para que
rectifique y renuncie al provecho que de ella pudiera obtener. En caso de que el cliente
no esté conforme, puede el abogado renunciar al patrocinio”.
En el nuevo Código de Ética profesional, tenemos el Art. 29.

Por una parte el dueño del asunto es el cliente, y por otro lado el abogado debe actuar
dentro de un margen que respecta a su libertad moral; y en caso de disyuntiva, debe
renunciar el letrado.

e) Evitar los conflictos de interés

El abogado debe renunciar en cuanto aparezca un conflicto de interés con el cliente, y


así el Art. 29 del antiguo Código dice que “Tan pronto como un cliente solicite para
cierto asunto los servicios de un abogado, si éste tuviere interés en él o algunas
relaciones con las partes, o se encontrare sujeto a influencias adversas a los intereses
de dicho cliente, lo deberá revelar a éste, para que, si insiste en su solicitud de
servicios, lo haga con pleno conocimiento de esas circunstancias”.

En el Código nuevo existe todo un Capítulo relacionado al conflicto de intereses y su


solución adecuada, así tenemos lo señalado en el Art.69, 72, 73, y siguientes.

De los honorarios

Dice el artículo 33 relativo a los honorarios, que “Como norma general en materia de
honorarios, el abogado tendrá presente que el objeto esencial de la profesión es servir
la justicia y colaborar en su administración. El provecho o retribución nunca debe
constituír el móvil determinante de los actos profesionales”.

“Los honorarios los negociará y convendrá libremente y lealmente con el cliente”


señala el Código de Ética nuevo. Existe un mayor nivel de libertad.

Hasta antes del año 1981, existía un arancel según el cual se cobraban los honorarios
[desde el mínimo hasta un máximo]. El Art. 34 del Código de Ética antiguo prescribía,
ello en relación a las bases de estimación de honorarios, que “Sin perjuicio de lo que
dispongan los aranceles de la profesión, para la estimación del monto de los
honorarios, el abogado debe fundamentalmente atender lo siguiente:

I.- La importancia de los servicios;

II.- La cuantía del asunto;

III. El éxito obtenido y su trascendencia;

IV. La novedad o dificultad de las cuestiones jurídicas debatidas;

V. La experiencia, la reputación y la especialidad de los profesionales que han


intervenido;

VI. La capacidad económica del cliente, teniendo presente que la pobreza obliga a
cobrar menos y aún a no cobrar nada.
VII. La posibilidad de resultar el abogado impedido de intervenir en otros asuntos o de
desavenirse con otros clientes o con terceros;

VIII. Si los servicios profesionales son aislados, fijos o constantes;

IX. La responsabilidad que se derive para el abogado de la atención de asunto.

X. El tiempo empleado en el patrocinio;

XI. El grado de participación del abogado en el estudio, planteamiento y desarrollo del


asunto, y

XII. Si el abogado solamente patrocinó al cliente o si también lo sirvió como


mandatario”.

El pacto de cuota-litis

El pacto de cuota-litis implica que el abogado se lleve parte de lo que el negocio en


cuestión implica. Así en tiempos antiguos esto se encontraba prohibido [desde Roma
hasta las Siete Partidas de Alfonso X].

Lo anterior se entiende porque el abogado no debe interesarse pecuniariamente en lo


que al negocio jurídico se refiere, lo cual desagrada porque el letrado pierde autonomía
e independencia, transformando el asunto ajeno en propio.

Así las cosas, se han señalado limitantes para este pacto de cuota-litis, así tenemos el
Art. 35 del Código de Ética antiguo que “El pacto de cuota litis no es reprobable en
principio. En tanto no lo prohíban las disposiciones locales, es admisible cuando el
abogado lo celebra y escritura antes de prestar sus servicios profesionales sobre bases
justas, siempre que se observen las siguiente reglas;

1º .- La participación del abogado nunca será mayor que la del cliente [hasta un 50%].

2º .- El abogado se reservará el derecho de rescindir el pacto y separarse del patrocinio


o del mandato en cualquier momento, dentro de las situaciones previstas por el artículo
30, del mismo modo que dejará a salvo la correlativa facultad del cliente para retirar el
asunto y confiarlo a otros profesionales en idénticas circunstancias. En ambos casos el
abogado tendrá derecho a cobrar una cantidad proporcionada por sus servicios y con
la participación originariamente convenida, siempre que sobrevengan beneficios
económicos a consecuencia de su actividad profesional. Cuando las pretensiones
litigiosas resulten anuladas por desistimiento o renuncia del cliente o reducidas por
transacción, el abogado tendrá derecho a liquidar y exigir el pago de los honorarios
correspondientes a los servicios prestados.

3º .- Si el asunto es resuelto en forma negativa, el abogado no debe cobrar honorarios


o gasto alguno, a menos que se haya estipulado expresamente a su favor ese derecho”.

Aquí en el fondo se asocia el abogado con el cliente para repartirse lo que se obtenga en
el asunto. No es lo mismo que se pacte una remuneración a todo evento y que si se
llegare a ganar el caso, se otorgue una recompensa o premio en virtud de dicha
situación.

La materia en comento se encuentra regulada en el Art. 36 del Código de Ética nuevo.

Recordemos lo señalado en el Art. 30 del Código de Ética antiguo que señala, ello a
propósito de la renuncia al patrocinio, que “Una vez aceptado el patrocinio de un
asunto, el abogado no podrá renunciarlo sino por causa justificada sobreviniente que
afecte su honor, su dignidad o su conciencia, o implique incumplimiento de las
obligaciones morales o materiales del cliente hacia el abogado o haga necesaria la
intervención exclusiva de profesional especializado”.

Muchas sanciones por faltas a la ética se relacionan con materia de cobro de honorarios.

Los gastos del asunto

Dice el artículo 36, referente a los gastos del asunto que “No es recomendable en
principio, salvo que se trate de un cliente que carezca de medios, que el abogado
convenga con él en expensar los gastos del asunto, fuera del caso de promediar pacto
de cuota litis u obligación contractual de anticiparlo con cargo de reembolso”.

En el Código nuevo se hace una estimación de gastos durante la negociación del asunto
a asumir. Se señala la idea de que los gastos son del cliente, pero si ellos fueran
superiores a los presupuestados, deberá consultarse a éste

Adquisición de interés en el asunto del cliente

Dice el artículo 37, relativo a la adquisición de interés en el asunto, que “Fuera del caso
de cuota litis escriturado con anterioridad a su intervención profesional, el abogado no
debe adquirir interés pecuniario de ninguna clase relativo al asunto que patrocina o
haya patrocinado.
Tampoco debe adquirir directa e indirectamente bienes de esa índole en los remates
judiciales que sobrevengan”.

Controversia con el cliente respecto de los honorarios

Dice el artículo 38 que “El abogado debe evitar toda controversia con el cliente acerca
de sus honorarios, hasta donde esto sea compatible con su dignidad profesional y con
su derecho a recibir adecuada retribución por sus servicios. En caso de verse obligado
a demandar al cliente, es preferible que se haga representar por un colega”.

Lo normal es que se deba evitar las disputa con los clientes en lo relativo a los
honorarios, y si ello no se puede evitar, objeto de lo cual se ha de demandar, ello deberá
ser llevado por otro letrado distinto del que lo disputa.

Manejo de la propiedad ajena

Prescribe el artículo 39 que “El abogado dará aviso inmediato a su cliente de los bienes
y dinero que reciba para él; y se los entregará tan pronto aquél lo solicite. Falta a la
ética profesional el abogado que disponga de fondos de su cliente”.
Convenios entre abogados

Anota el artículo 43 que “Los convenios celebrados entre abogados deben ser
estrictamente cumplidos, aunque no se hayan ajustado a las formas legales. Los que
fueren importantes para el cliente deberán ser escritos; pero el honor profesional exige
que, aún no habiéndolo sido, se cumplan como si constaran de instrumento público”.

En relación con ello aparece el artículo 45 que se relaciona con la distribución de


honorarios, el cual dice “Solamente está permitida la distribución de honorarios basada
en la colaboración para la prestación de los servicios y en la correlativa
responsabilidad”.

El Código nuevo habla de distribución de honorarios debe corresponder igualmente a la


distribución de tiempos y trabajo. Lo que no debe ser, es que los abogados cobren por
sólo colocar el nombre, sino que deben participar en defender la causa de la que se trata.

Igualmente el Código nuevo habla de la controversia de honorarios con los clientes, ello
en el Art. 38. Y en el Art. 39 se habla del manejo de la propiedad ajena. Deberá existir
en el manejo de propiedad ajena, la respectiva rendición de cuentas.

Documentos y material generado durante la causa

Estos, en principio serán del cliente, salvo ciertos casos, por ejemplo pacto en contrario
o que dichos documentos

Defensa de Pobres

Señala el Artículo 7 que “La profesión de abogado impone defender gratuitamente a los
pobres, tanto cuando éstos se los soliciten como cuando recaiga nombramiento de
oficio. No cumplir con este deber, desvirtúa la esencia misma de la abogacía. No rige
esta obligación donde las leyes provean a la defensa gratuita de los pobres”.

El Código nuevo habla de la defensa pro bonno, vale decir, atención gratuita a favor de
la comunidad. Esta actividad no libera de la diligencia o obligaciones que la actividad
letrada importan; tampoco este asunto puede importar propaganda para el letrado ni
implicar competencia desleal para con otros abogados.

El abogado de turno

Este es un tema polémico, incluso el Colegio de Abogados elevó el asunto a la OIT por
la importancia del asunto.

Este problema se presenta en sitios en donde hay pocos abogados y un exceso de


litigios, de modo que el Estado a fin de no financiar estos asuntos, obliga a letrados del
ejercicio liberal de la profesión a asumir el asunto.

La Corte de Apelaciones nomina cierta cantidad de abogados de turno. Este es un mes


en donde el abogado debe llevar el asunto de manera gratuita.
La formación de la clientela

Anota el artículo 13 que “Para la formación decorosa de clientela, el abogado debe


cimentar una reputación de capacidad profesional y honradez, y evitará
escrupulosamente la solicitación directa o indirecta de la clientela. Sin embargo, será
permitida la publicación o el reparto de tarjetas meramente enunciativas del nombre,
domicilio y especialidad. Toda publicidad provocada directa o indirectamente por el
abogado con fines de lucro en elogio de su propia situación, menoscaba la tradicional
dignidad de la profesión”.

Esta materia se encuentra en la Sección Primera Título I

Se crea la clientela por un buen trabajo y la publicidad se crea en virtud de ello. Esta es
la forma normal y decente para que ello ocurra.

A su turno dice el artículo 14 relativo a la publicidad de litigios pendientes, que


“El abogado no podrá dar a conocer por ningún medio de publicidad escritos o
informaciones sobre un litigio subjudice, salvo para rectificar cuando la justicia o la
moral lo demandan, concluido un proceso, podrá publicar los escritos y constancias de
autos y comentarios en forma respetuosa y ponderada. Lo dicho no se refiere a las
informaciones o comentarios formulados con fines exclusivamente científicos en
revistas profesional conocidas, los que se regirán por los principios generales de la
moral, se omitirán los nombres si la publicación puede perjudicar a una persona, como
cuando se tratan cuestiones de estado civil que afectan a la honra”.

Dice el artículo 15 a propósito del empleo de medios publicitarios para consultas que
“Falta a la dignidad profesional el abogado que habitualmente evacue consultas por
radio o emita opiniones sobre su firma por conducto de periódicos o cualquier otro
medio de publicidad sobre casos jurídicos concretos que le sean planteados, sean o no
gratuitos sus servicios”.

Finalmente prescribe el artículo 16, en relación a la incitación directa o indirecta a


litigar, que “No está de acuerdo con la dignidad profesional el que un abogado
espontáneamente ofrezca sus servicios o de opinión sobre determinado asunto con el
propósito de provocar un juicio o de obtener un cliente; salvo cuando lazos de
parentesco o íntima amistad lo induzcan a obrar así. El abogado que remunera o
gratifica directa o indirectamente a persona de cualquier clase que esté en condiciones
apropiadas para recomendarlo, obra contra la ética profesional”.

Puede y debe haber publicidad, pero ello debe ser decente. No se puede mendigar la
clientela. Igual tema trata el Código de Ética nuevo.

Del secreto profesional

Secreto es según la RAE “el dominio de la verdad conocido por una o por pocas
personas desconocido por el resto de la sociedad, existiendo la conveniencia o
necesidad de que permanezca así”. También se entiende como “Todo aquello que deba
permanecer oculto o que deba ocultarse”.
Elementos del secreto

El secreto tiene dos elementos

a) Objetivo

El conocimiento de la verdad misma, la que no es bueno que se conozca o que por


alguna circunstancia no debe ser conocido

b) Subjetivo

El deber de no revelar o manifestar el secreto, sea por naturaleza, compromiso o


discreción en cuanto a debe callarse

Este es un elemento fundamental para poder velar por los intereses del cliente

Clasificación del secreto

a) Secreto natural

Este es aquél que es conocido por casualidad, por consecuencia de una investigación o
por indiscreción ajena; el que no puede ser revelado sin causar perjuicio o disgusto al
prójimo.

Este secreto debe guardarse por ley natural [de ahí el nombre] porque nadie puede dañar
a otro injustificadamente [non alterum laedere] y porque no se tiene derecho a decir
todo lo que se le ocurra al sujeto, aun cuando pueda ser ello verdad.

Aquello que por su naturaleza [lo que se conoció] no puede ser revelado, porque si así
se hace, se causa un perjuicio al prójimo.

b) Secreto prometido

Aquí alguien revela algo que debe permanecer oculto, haciendo prometer que ello
quedará oculto. Bajo este orden de ideas, existe un compromiso de guardar el secreto, es
de decir, de no revelar lo que se ha dado a conocer, y ello obliga porque ha mediado una
promesa; sin perjuicio de que no coincida con aquellas materias que por ley natural no
deben ser reveladas.

c) Secreto confiado

Aquí antes de revelarse algo, se hace una prometa ex ante al conocimiento mismo del o
que se debe ocultar. Nuevamente, la razón de la no revelación es la promesa; aquí
igualmente puede o no ser de aquellas materias propias del secreto natural.

Todos estos secretos pueden referirse a temas meramente confidenciales de alguien o a


temas profesionales, dependiendo de la naturaleza de la relación.
El secreto profesional y el abogado

Es de la esencia misma de la labor del letrado, el mantener en el seno más íntimo el


secreto profesional.

Fundamentos de la profesión

a) El fundamento de ello se encuentra en el bien común, siendo de bien común para la


sociedad que debe guardarse el orden público, la defensa del cliente y el decoro
profesional. No le hace bien a la sociedad que el abogado revele secretos que ha
confiado el cliente al letrado; y además no le hace bien a la profesión el revelar los
secretos confiados.

b) Además es importante por la intervención del abogado en la defensa de las partes en


las causas, así las cosas, la igualdad de las partes se garantiza en el proceso, el cual será
debido cuando, éste conozca el secreto profesional sin que ello sea de conocimiento de
la contraria.

c) Se fundamenta además en el intereses de las personas para poder contratar abogados


idóneos.

d) Igualmente se fundamenta en la necesidad de garantizar a los abogados la libertad y


la seguridad para atender los asuntos de sus clientes.

e) Finalmente se fundamenta en la necesidad de amparar los deberes morales en las


actuaciones profesionales y en las relaciones humanas en sí, de modo que el cliente
tiene derecho a esperar de su abogado un grado de lealtad.

Materia del secreto profesional

El objeto de la obligación es el secreto mismo, vale decir, todo lo que corresponde a la


defensa del cliente, independiente del modo por el cual ha llegado a conocerlo. El
secreto es un elemento objetivo, sin que ello dependa del criterio del letrado; siendo
aquellos hechos que éste conoce y que son desconocidos para el resto de la sociedad.

El secreto profesional será todo lo que se reveló en relación con un asunto profesional,
sea que se le va a encomendar o que ya se le ha encomendado; o que el abogado ya ha
asumido.

El abogado que recibe la información se encuentra en el deber de guardar la misma bajo


secreto profesional. Quien hace la confidencia puede estar tener múltiples motivos
[elementos subjetivos], pero de parte de quien la recibe, el secreto es absolutamente
objetivo.

El secreto puede consistir en hechos, documentos, características, circunstancias, etc.


todos los cuales serán cocidos por el abogado en relación con el cliente o futuro cliente.
Será todo lo que ha podido recibir, deducir o inferir en relación con el ejercicio de la
profesión. Incluye todo el conocimiento que haya conocido por cualquier medio en lo
que respecta a los asuntos de su cliente.
Nos dice el artículo 10, relativo al secreto profesional, que “Guardar el secreto
profesional constituye un deber y un derecho del abogado. Es hacia los clientes un
deber que perdura en los absoluto, aún después de que les haya dejado de prestar sus
servicios; y es un derecho del abogado ante los jueces, pues no podría aceptar que se le
hagan confidencias, si supiese que podría ser obligado a revelarlas.
Llamado a declarar como testigo, debe el letrado concurrir a la citación, y con toda
independencia de criterio, negarse o contestar las preguntas que lo lleven a violar el
secreto profesional o lo expongan a ello”.

Tenemos tanto un deber y un derecho. Será un deber hacia los clientes, el que perdura
en los absoluto, aún después de que les haya dejado de prestar sus servicios; y a su vez
será un derecho ante los jueces, pues no podría aceptar que se le hagan confidencias, si
supiese que podría ser obligado a revelarlas.

Reza el artículo 11, relativo al alcance de la obligación de guardar el secreto, que “La
obligación de guardar el secreto profesional abarca las confidencias hechas por
terceros al abogado, en razón de su ministerio, y las que sean consecuencias de
pláticas para realizar una transacción que fracasó. El secreto cubre también las
confidencias de los colegas. El abogado, sin consentimiento previo del confidente, no
puede aceptar ningún asunto relativo a un secreto que se le confió por motivo de su
profesión, ni utilizarlo en su propio beneficio”.

Por último, el artículo 12, referente a la extinción de la obligación de guardar el secreto


profesional, anota que “El abogado que es objeto de una acusación de parte de su
cliente o de otro abogado, puede revelar el secreto profesional que el acusador o
terceros le hubieren confiado, si mira directamente a su defensa. Cuando un cliente
comunica a su abogado la intención de cometer un delito, tal confidencia no queda
amparada por el secreto profesional. El abogado debe hacer las revelaciones
necesarias para prevenir un acto delictuoso o proteger a personas en peligro”.

En la parte final del Art. 12, se está refiriendo a la situación en un sujeto va a cometer
un delito, hipótesis que no queda cubierta por el secreto profesional. Ello es distinto de
aquél que ya ha cometido

El secreto como derecho y como deber

a) El deber

Para tener este deber, se ha de ser abogado en ejercicio, no es que tenga el título nada
más.

b) El derecho

El derecho se puede hacer valer ante los jueces y antes cualquier autoridad, de modo
que se hará patente ante cualquiera que desee extraer el secreto. Y si no se hace valer
este derecho, se entenderá que es un testigo de la parte o de la contraria; lo cual
claramente es incompatible en ser el defensor de la parte y a su turno testigo.

En ese orden de cosas, este derecho que tiene el abogado, finalmente termina siendo un
deber, a fin de defender los intereses del cliente.
El abogado no tiene la obligación de probar su excusa de declarar, basta con que la haga
presente, debiendo las autoridades tener presente la calidad de letrado que reviste éste.
Incluso puede oponer la reserva contra su propio cliente.

¿Qué comprende este deber y derechos?

Comprende la inmunidad personal del abogado, el que lo releva de la obligación de


declarar en juicio [Art. 201 número del Código de Procedimiento Penal], pero también
incluye la inmunidad de la oficina profesional, que lo liberta de exhibir documentos,
objetos y papeles que puedan servir para una investigación [Art. 271 del Código de
Procedimiento Penal].

Es un deber imperioso del abogado el guardar el secreto, de modo que el cliente


deposita su confianza en el abogado; si el cliente tuviere el temor de que el abogado va
a revelar el secreto, éste no le pondrá al tanto de dicha información. El cliente necesita
manifestar la verdad [o el abogado extraerla del mismo] del asunto para que el letrado
pueda defender correctamente al cliente.

También es un deber para con la sociedad, es sano para el todo social que se guarde el
secreto profesional.

El abogado es un auxiliar de la administración de justicia, y como tal, cuando no guarda


un secreto de la profesión, es la misma administración la que se ve afectada.

Si no es secreto prometido, o confiado, el mismo será natural y éste obliga por razón de
justicia [según la ley natural].

El paso del tiempo no libera al abogado de esta obligación.

El Código nuevo de Ética, entre los Art. 46 a 64, realizó un desarrollo respecto de los
deberes que comprenden el deber de confidencialidad que son

a) Prohibición de revelación. El abogado debe abstenerse de revelar la información dada


bajo confidencialidad

b) Deberes de cuidado

c) Deber de cuidado respecto de acciones de colaboradores

El Art. 47 señala que el secreto tiene duración indefinida, vale decir, no releva de esta
obligación el traspaso del tiempo

Es deber de revelar información por el abogado que desempeña una función pública.

Prioridad del deber de confidencialidad. Este prevalece incluso frente a un beneficio


para el mismo cliente.

Si el cliente señala que se puede revelar el secreto, esto es posible. Debe ser un
consentimiento expreso.
El abogado puede solicitar al cliente la autorización para revelar el secreto. Pero debe

Se presume que dentro de la naturaleza de la relación abogado cliente que el abogado


revelará aquellas confidencias que sean beneficiosas para el cliente, a menos que el
cliente lo hubiere prohibido.

El abogado debe revelar un secreto si este consiste en la futura realización de un delito.

También existe la facultad de revelar

a) Para evitar un serio peligro de muerte o daño corporal para una o varias personas

b) Para evitar la consumación de un crimen o simple delito que merezca pena aflictiva

c) Para cobrar los honorarios que le son debidos

d) Para cumplir con un deber legal

e) En otro caso expresamente autorizado por la ética profesional

A continuación se habla del Art. 55 del Código de Ética Profesional nuevo. No se puede
ir más allá de lo estrictamente indispensable para el caso concreto.

Proporcionalidad. Que el daño que se cause sea menor que el se evita.

Advertencia al cliente. No es falta a la ética profesional si el abogado le avisa al cliente


que se revelará el secreto en cuestión.

Además, la revelación del secreto profesional constituye delito a la luz de los Art. 231 y
247 del Código Punitivo.

Anota el Art. 231 que “El abogado o procurador que con abuso malicioso de su oficio,
perjudicare a su cliente o descubriere sus secretos, será castigado según la gravedad
del perjuicio que causare, con la pena de suspensión en su grado mínimo a
inhabilitación especial perpetua para el cargo o profesión y multa de once a veinte
unidades tributarias mensuales”.

Dice el Art. 247 que “El empleado público que, sabiendo por razón de su cargo los
secretos de un particular, los descubriere con perjuicio de éste, incurrirá en las penas
de reclusión menor en sus grados mínimo a medio y multa de seis a diez unidades
tributarias mensuales.
Las mismas penas se aplicarán a los que ejerciendo alguna de las profesiones que
requieren título, revelen los secretos que por razón de ella se les hubieren confiado”.

Normas de aplicación de los Códigos de Ética

Se ha dicho que el abogado cuando asume un asunto, lo debe llevar hasta el final, salvo
cuando legítimamente renuncia al patrocinio. Así en ese orden de cosas, existe el caso
de que se pactó una cuota-litis entre el abogado y el cliente, habiendo obtenido una
parte importante de los honorarios a lo largo del proceso, sin perjuicio de que en medios
de comunicación se señala que el cliente tenía otro abogado diverso que era de los
parientes del cliente, y además éste primitivo abogado asesoraba desde antes al cliente,
quien ocurría a consultarle asuntos jurídicos que le señalaba el otro abogado.

Aquí existe un conflicto entre el Art. 30 del Código antiguo y el caso en cuestión, así
dicha norma anota que “Una vez aceptado el patrocinio de un asunto, el abogado no
podrá renunciarlo sino por causa justificada sobreviniente que afecte su honor, su
dignidad o su conciencia, o implique incumplimiento de las obligaciones morales o
materiales del cliente hacia el abogado o haga necesaria la intervención exclusiva de
profesional especializado”.

Aquí se renunció por decoro y dignidad profesional, sin perjuicio de la existencia de un


pacto de cuota-litis, el cliente gozaba del patrocinio de otro letrado.

En relación con el Art. 25 del Código de Ética, que habla de las obligaciones para con el
cliente, señala que “Es deber del abogado para con su cliente servirlo con eficacia y
empeño para que haga valer sus derechos sin temor a la antipatía del juzgador, ni a la
impopularidad. No debe, empero supeditar su libertad ni su conciencia ni puede
exculparse de un acto ilícito atribuyéndolo a instrucciones de su cliente”, existe un caso
en que un abogado le informa a su cliente que finalizó un asunto sin previa consulta a él,
de modo que el cliente no se encontraba conforme con tal asunto solicitando copias de
los escritos para iniciar otros juicios; y así la clienta reclama de esta no entrega de las
copias y que se le paguen parte de los honorarios. Como consecuencia del inactuar del
abogado, se decretó el abandono del procedimiento.

El Colegio de Abogados condenó al letrado a la restitución de los honorarios, sin


perjuicio de que los escritos se quedasen en su poder.

A propósito del artículo 37 que habla de la adquisición de interés en el asunto, éste reza
que “Fuera del caso de cuota litis escriturado con anterioridad a su intervención
profesional, el abogado no debe adquirir interés pecuniario de ninguna clase relativo
al asunto que patrocina o haya patrocinado.
Tampoco debe adquirir directa e indirectamente bienes de esa índole en los remates
judiciales que sobrevengan”.

Un abogado adquirió bienes, específicamente un fundo, que éste defendía en un juicio


ejecutivo, de modo que el letrado se defendió que no había hecho defensa escrita por
cuanto era preferible emplear la rebeldía del ejecutado dentro del procedimiento,
argumentando que se debe velar únicamente por la corrección del procedimiento. Se le
acuso por haber adquirido un bien en relación con tener interés en el asunto que se
llevaba a cabo.

Aquí se sancionó al abogado, por cuanto atentaba contra la ética, porque independiente
de hacer defensas escritas o no, él ya aceptó la causa, de manera que se le sanciona por
faltas a la ética por adquirir interés en el asunto, sin perjuicio de que igualmente se
señala que la venta era nula porque quien adquirió no gozaba de capacidad alguna para
ello; existiendo una norma de orden público en medio.
Otro caso es el de un abogado que cobra el total de lo convenido antes de alegar una
causa. El cliente señala que ello no era lo convenido, y la razón por la que éste estaba
cobrando anticipadamente, era para impedir que otro abogado asumiera el asunto; y en
ese orden de cosas, señalaba el letrado que podía tomar una nueva defensa, siempre y
cuando fuere un abogado de la Corporación de Asistencia Judicial, todo por cuanto el
cliente no tenía dinero para pagarle a él y menos a otro.

Al respecto se encuentra el artículo 38 que habla de la controversia con los clientes


acerca de los honorarios, así dicha norma reza “El abogado debe evitar toda
controversia con el cliente acerca de sus honorarios, hasta donde esto sea compatible
con su dignidad profesional y con su derecho a recibir adecuada retribución por sus
servicios. En caso de verse obligado a demandar al cliente, es preferible que se haga
representar por un colega”.

Al respecto, a modo de respuesta, se encuentra el artículo 42 que se refiere a la


substitución en el patrocinio, de modo que éste dice “El abogado no intervendrá en
favor de persona patrocinada en el mismo asunto por un colega, sin dar previamente
aviso a éste, salvo el caso de renuncia expresa o de imposibilidad del mismo. Si sólo
llegare a conocer la intervención del colega después de haber aceptado el patrocinio,
se lo hará saber de inmediato.
En cualquier caso, el abogado que sustituya a otro en el patrocinio de un asunto,
cuidará que su cliente solucione los honorarios del colega sustituido. Esta obligación
se entenderá cumplida si el cliente, en caso de desacuerdo con el abogado anterior,
solicita del Colegio o de la Justicia Ordinaria la regulación de honorarios dentro de un
plazo razonable”.

Aquí existe un problema de escrituración previa de los honorarios, porque luego se


producen estos problemas. Y como segundo punto, puede considerarse como artimaña
el hecho de que el abogado mientras no le paguen, no alega, de manera que el cliente se
encuentra impedido de contratar a un letrado diverso. En este caso el abogado fue
sancionado.

Otro caso se refiere al cumplimiento del mandato que hace el cliente. Se le encomienda
al abogado que cobre cuatro cheques, incluyendo uno que ya había sido pagado, y ante
la presión del abogado de que ejecutará al deudor, éste deposita y consigna el total de
los cheques. Así se accede al retiro del dinero con el compromiso de hacer presente el
pago parcial del primer cheque.

Al respecto, el abogado le pagó al deudor a través de un cheque personal el exceso que


se había cobrado, por cuanto era efectivo el pago parcial hecho antes por el deudor. El
abogado no fue sancionado.

Igualmente con lo antes señalado, se le pide al abogado que cobre ejecutivamente un


crédito, y se le acusa al colegio porque no habría hecho la cobranza, siendo que ella si
había procedido. El abogado había embargado bienes suficientes para efectuar el pago
de los bienes adeudados, costas e intereses, y con el auxilio de la fuerza pública para el
retiro de las especies, se le ofrecen pagos parciales, situación a la cual no había ocurrido
la anuencia del cliente en cuanto a su proceder, ante lo cual el abogado se defendió
aludiendo a que el cliente no había hecho la respectiva provisión de fondos. Aquí la
disyuntiva aparece porque el abogado aceptó pagos parciales y el exceso que éste
cometió en cuanto a los poderes que tenía sus mandatos. Aquí el abogado fue
sancionado.

No justifica la negligencia el hecho de que no se hayan entregado recursos para la


defensa del asunto. Todo por cuanto que si así fuera, el letrado no debería haber
aceptado el asunto o renunciar a éste.

Ahora existe otra situación entre abogados, en donde el abogado y querellado llegan a
un acuerdo de que se pagarán las costas del juicio por una de las partes, ante lo cual se
entregan dos letras de cambio aceptadas por la contraria, las que son protestadas por
falta de pago. El abogado no quería responder de su calidad de avalista, todo por cuanto
fue engañado por su cliente, quien si le garantizó que gozaba de los fondos suficientes
para el pago. Se señala que no excusa de la obligación de pago el haber sido engañado
por el cliente.

Se ausenta un abogado del lugar del juicio, ante lo cual delega poder en otro abogado.
Así a la vuelta de su viaje, se alega la nulidad de todo lo obrado por vicios en la
notificación de la contraria. Se genera un incidente y se lleva como testigo al abogado
en el que se delega el poder, sin perjuicio de que la otra parte gana el incidente,
declarándose la nulidad de la notificación; y además se acusa de falta a la ética al
abogado en el que se delegó poder. En este caso, fue sancionado el abogado que se
sirvió de su colega en calidad de testigo.

Igualmente un abogado patrocina a su cliente en una redacción de un contrato de


compraventa, en donde se acordó entre las partes un precio distinto del real. El
comprador no cumplió con el saldo de precio, ante lo cual el vendedor solicita que se
patrocine demanda por resolución a causa de incumplimiento, ante lo cual el abogado
solicita que se señale el precio real, a fin de evitar una supuesta estafa. El cliente se
niega y ante ello el cliente le señala que el asunto debe ser asumido por otro letrado. El
abogado de la contraria, conociendo la verdad de este asunto, solicita el primer abogado
le cuente sobre el asunto en cuanto a al realidad del precio y el simulado, accediendo
este último. Se discute si existe secreto profesional que guardar o no.

La verdad es que aquí no media secreto alguno, todo por cuanto ambas partes conocían
de los verdaderos hechos. Sin perjuicio puede haber falta a la lealtad entre la relación
letrado y cliente.

Un banco le encarga a un abogado que averiguara confidencialmente el precio de unas


pertenencias mineras que se iban a vender [para ver si ejecutar o no], ante lo cual el
dueño iba a ser ejecutado; en cuyo respecto se paga el precio a fin de evitar el remate de
la pertenencia, todo a cambio de una participación de un 50% de los derechos de la
propiedad minera. El abogado añade que la propiedad vale el doble o triple del precio
real. Aquí incurrió en delito de violación del secreto profesional.

Igualmente en cuanto al secreto, existe un contrato de compraventa, suprimiéndose la


cuota de pago al contado, sin perjuicio de que ello igualmente se hizo; enmendando la
matriz de la escritura por el abogado, de su puño y letra. Cuando el abogado dejo de ser
abogado del comprador, se demandó al ex cliente porque el precio pagado a fin de que
el mismo era para la realización de una comisión. El querellante le exigió que se
abstuviera de declarar, so pena de ser acusado de faltas a la ética. La obligación de
guardar el secreto profesional no le atañen en cuanto a actuaciones fuera de las
señaladas por su cliente; sin perjuicio de que no pueda revelar los motivos.

You might also like