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La polinización es "la transferencia del polen de los estambres al pistilo".

El
polen se transmite principalmente a través del viento (por ejemplo, en céspedes
y coníferas) y a través de los insectos (principalmente abejas y mariposas, en
la mayoría de plantas con flor), pero también a través del agua y de animales
vertebrados, como ratones, murciélagos y pájaros (ej. el colibrí).
La polinización puede ocurrir tanto dentro de la misma flor, como entre varias
flores, sean o no de la misma planta. Los casos en los que la polinización
conduce a una fertilización dependen de las propiedades específicas de las
especies de plantas.

La polinización es de vital importancia para todas las especies de plantas.


Sin ella, no existirían. Por ello, son muchas las que han encomendado esta
tarea a los animales: abejas, hormigas, mariposas, e incluso algunos
mamíferos como los roedores han asumido la responsabilidad de llevar el polen
de una flor a otra.

Pero no sólo ellos polinizan las flores, sino que también el viento
ayuda. Sepamos en qué consiste la polinización.

Las distintas partes de una flor de una planta angiosperma.

La polinización consiste en transferir el polen desde los estambres hasta el


estigma o parte receptiva de las flores de las plantas angiospermas. Ahí
es donde se encuentra el óvulo, el cual es fecundado y el que se convertirá en
frutos y semillas.

El polen lo transportan diferentes aves, insectos, y otros animales, pero


también el viento o el agua, aunque hay que decir que las plantas que optan
por dejar que se encarguen estos últimos son muy pocas.
La dispersión de semillas es un proceso que ocurre de manera natural
después de sembrarlas. Este procedimiento consiste en el movimiento y
acomodo de las semillas con el único propósito de encontrar y buscar las
mejores circunstancias para su crecimiento y desarrollo.

Dependiendo de la planta, sus condiciones óptimas para florecer serán


distintas. Hay algunos tipos que no pueden estar cerca de otras plantas
porque entre ellas, se roban los nutrientes necesarios para el desarrollo,
además de la luz.

Es importante mencionar que las semillas funcionan como un ente que


permite el crecimiento y nacimiento de nuevas plantas y a su vez, de sus
frutos.

Puede compararse con el nacimiento de un bebé humano, en donde la semilla


se asemeja al embrión o la bolsa en donde guarda la nueva vida. Antes de
producir frutos, una planta debe florecer y tener un tiempo de crecimiento
determinado.

Cada semilla posee una estructura y una pequeña parte llamada diáspora y
ella es la principal encargada de la dispersión de semillas. La diáspora varía
dependiendo de la planta y mientras en algunas puede ser del tamaño de una
partícula de polvo, en otros puede llegar a pesar hasta 25 kilogramos.

La dispersión de semillas puede ser realizada de distintas maneras y formas.


En el primer caso, las semillas son dispersadas por el viento; a esto se le
denomina anemocoria.

En otros casos, la dispersión de las semillas se produce por la fuerza del agua,
por la ayuda de los animales (zoocoria) o por propulsión o movimiento propio
de la semilla (autocoria).

Una vez teniendo claro que la dispersión de semillas consiste en el


alejamiento de las mismas de la planta “madre” para evitar conflictos de
crecimiento y que cada una pueda recibir los nutrientes, luz solar y vitaminas
adecuadas, nos dispondremos a explicar cuáles son los distintos tipos de
dispersión de semilla y en qué consiste cada uno de estos procesos.

Dispersión de semillas por el viento o anemocoria

Este tipo de dispersión de semillas, generalmente ocurre con aquellas que


poseen un menor peso y son más ligeras. Como su nombre lo indica, son
movidas por el viento y llevadas lo más lejos posible de la planta originaria.

En su estructura, este tipo de semillas poseen una especie de paracaídas que


al moverse, les permite volar y caer de una manera correcta y moverlas lo
más lejos que se pueda.

Hay otro tipo de plantas que en vez de tener esos “paracaídas” en sus
diásporas, poseen como una especie de alas que funcionan más o menos
como un helicóptero.
La ventaja de este tipo de dispersión de semillas es que realmente, pueden
ser llevadas a largas distancias.

Sin embargo, el problema está en que durante este proceso, pueden perderse
bastantes semillas y caer en tierras infértiles, en donde al final no generarán
frutos ni crecerán.

Un ejemplo de las plantas que poseen semillas dispersadas por acción del
viento son los conocidos dientes de león y todas las plantas a la familia
Asteraceae.

La germinación (del latín germinatio, -ōnis1) es el proceso mediante el cual un embrión se


desarrolla hasta convertirse en una planta. Es un proceso que se lleva a cabo cuando
el embrión se hincha y la cubierta de la semilla se rompe. Para lograr esto, toda nueva
planta requiere de elementos básicos para su desarrollo: temperatura, agua, dióxido de
carbono y sales minerales. El ejemplo más común de germinación es el brote de un
semillero a partir de una semilla de una plantafloral o angiosperma. Sin embargo, el
crecimiento de una hifa a partir de unas esporas micóticas se considera también
germinación. En un sentido más general, la germinación puede implicar todo lo que se
expande en un ser más grande a partir de una existencia pequeña o germen. La
germinación es un mecanismo de la reproducción sexual de las plantas.

Características[editar]
La semilla se desarrolla desde un anterozoide situado en el interior del tubo polínico de
una flor. Éste llega al ovario ingresando por la micropila al óvulo, donde se produce
la fecundación. Posteriormente, el óvulo se transforma en semilla y el ovario en pericarpio
o fruto. En el desarrollo de la semilla se pueden distinguir tres estados después que se ha
efectuado la polinización:
Se llama germinación al proceso por el que se reanuda el crecimiento embrionario
después de la fase de descanso. Este fenómeno no se desencadena hasta que la semilla
no ha sido transportada hasta un medio favorable por alguno de los agentes de dispersión.
Las condiciones determinantes del medio son: Aporte suficiente de agua, oxígeno,
y temperatura apropiada. Cada especie prefiere para germinar una temperatura
determinada; en general, las condiciones extremas de frío o calor no favorecen la
germinación. Algunas semillas necesitan pasar por un período de dormancia y, después de
éste, también un tiempo determinado de exposición a la luz para iniciar la germinación.
Durante la germinación, el agua se difunde a través de las envolturas de la semilla y llega
hasta el embrión, que durante la fase de descanso se ha secado casi por completo. El
agua hace que la semilla se hinche, a veces hasta el extremo de rasgar la envoltura
externa. Diversas enzimas descomponen los nutrientes almacenados en el endospermo o
en los cotiledones en sustancias más sencillas que son transportadas por el interior del
embrión hacia los centros de crecimiento. El oxígeno absorbido permite a la semilla extraer
la energía contenida en estos azúcares de reserva, y así poder iniciar el crecimiento.
La radícula es el primer elemento embrionario en brotar a través de la envoltura de la
semilla. Forma pelos radicales que absorben agua y sujetan el embrión al suelo. A
continuación empieza a alargarse el hipocótilo, que empuja la plúmula, y en muchos casos
el cotiledón o los cotiledones, hacia la superficie del suelo.
Los cotiledones que salen a la luz forman clorofila y llevan a cabo la fotosíntesis hasta que
se desarrollan las hojas verdaderas a partir de la plúmula. En algunas especies, sobre todo
de gramíneas, los cotiledones no alcanzan nunca la superficie del suelo, y la fotosíntesis
no comienza hasta que no se desarrollan las hojas verdaderas; mientras tanto, la planta
subsiste a costa de las reservas nutritivas almacenadas en la semilla. Desde que
comienza la germinación hasta que la planta logra la completa independencia de
los nutrientes almacenados en la semilla, la planta recibe el nombre de plántula.

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