Professional Documents
Culture Documents
Diciembre 2017 Nº 36
CONFESIONES DE UN CREYENTE
Los párrafos que leeréis a se engañe a sí misma mi iniquidad.
continuación forman parte de la No quiero contender en juicio contigo,
primera autobiografía occidental porque si miras a las iniquidades,
jamás escrita, las confesiones Señor, ¿quién, Señor, subsistirá?
prematuras de Agustín de Hipona - Así es como fornica el alma: cuando
(397-398). Conocido en el mundo se aparta de ti, busca fuera de ti lo que
católico pero con contundentes no puede hallar puro y sin mezcla sino
verdades Bíblicas como base de su cuando vuelve a ti. Torcidamente te
fe, que lo arrancan de manos de la imitan todos los que se alejan y alzan
religión popular para tomarlo como contra ti. Pero aun imitándote así
ejemplo de la nueva vida en Cristo y indican que tú eres el Creador de toda - ¡ Oh cómo nos amaste, Padre
del cambio que sucede en un corazón criatura y, por tanto, que no hay lugar bueno, que no perdonaste a tu Hijo
rendido a Dios. Su obra tiene gran adonde uno se aparte de modo único, sino que le entregaste por
importancia en la vida cultural y absoluto de ti. nosotros, impíos! ¡Oh cómo nos
literaria de Europa. Sin embargo, es amaste, haciéndose por nosotros,
su nombre el que está escrito en el quien no tenía por usurpación ser
mayor y más relevante libro de todos igual a ti, obediente hasta la muerte
los tiempos, el libro de la vida. En él de cruz, siendo el único libre entre los
escribe Dios, con tinta carmesí, el muertos, teniendo potestad para dar
color de la sangre derramada por su su vida y para nuevamente
Unigénito en la cruz, cuando ocupaba recobrarla. Por nosotros se hizo ante
el lugar del pecador. ti vencedor y víctima, y por eso
vencedor, por ser víctima; por
nosotros sacerdote y sacrificio ante ti,
y por eso sacerdote, por ser sacrificio,
- Todavía me parecía a mí que no haciéndonos para ti de esclavos
éramos nosotros los que pecábamos, hijos, y naciendo de ti para servirnos
sino que era no sé qué naturaleza a nosotros.
extraña la que pecaba en nosotros,
por lo que se deleitaba mi soberbia en
considerarme exento de culpa y no
tener que confesar, cuando había
obrado mal mi pecado para que tú
Estas son algunas confesiones de sanases mi alma, porque contra ti era
éste hombre de Dios: contra quien yo pecaba. Antes
- Angosta es la casa de mi alma para gustaba de excusarme y acusar a no
que vengas a ella: sea ensanchada sé qué ser extraño que estaba
por ti. Ruinosa está: repárala. Hay en conmigo, pero que no era yo. Mas, a
ella cosas que ofenden tus ojos: lo la verdad, yo era todo aquello, y mi - Aterrado por mis pecados y por el
confieso y lo sé; pero ¿quién la impiedad me había dividido contra mí peso enorme de mi miseria, había
limpiará o a quién otro clamaré fuera mismo. Y lo más incurable de mi tratado en mi corazón y pensado huir
de ti: De los pecados ocultos líbrame, pecado era que no me tenía por a la soledad; mas tú me lo prohibiste y
Señor, y de los ajenos perdona a tu pecador. me tranquilizaste, diciendo: Por eso
siervo? Creo, por eso hablo. Tú lo -¡Tarde te amé, hermosura tan murió Cristo por todos, para que los
sabes, Señor. ¿Acaso no he antigua y tan nueva, tarde te amé! Y que viven ya no vivan para sí, sino
confesado ante ti mis delitos contra he aquí que tú estabas dentro de mí y para aquel que murió por ellos.
mí, ¡oh Dios mío!, y tú has remitido la yo fuera, y por fuera te buscaba; y - [Dios mío], los hombres te consultan
impiedad de mi corazón? deforme como era, me lanzaba sobre sobre lo que quieren oír, pero no
estas cosas hermosas que tú creaste. siempre quieren oír lo que tú les
Tú estabas conmigo, mas yo no lo respondes. Y el buen siervo tuyo es
estaba contigo. Reteníanme lejos de aquél que no se empeña en oírte
ti aquellas cosas que, si no decir lo que a él le gustaría, sino que
estuviesen en ti, no serian . Llamaste está sinceramente dispuesto a oír lo
y clamaste, y rompiste mi sordera; que tú le digas.
brillaste y resplandeciste, y fugaste - “Entonces tú, [mi Dios], tratándome
mi ceguera; exhalaste tu perfume y con mano suavísima y llena de
No quiero contender en juicio contigo, respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y misericordia, fuiste modelando poco
que eres la Verdad, y no quiero siento hambre y sed, me tocaste, y a poco mi corazón”.
engañarme a mí mismo, para que no abraséme en tu paz. LAS CONFESIONES DE SAN AGUSTÍN