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Psicología social.

Capítulo 1.

Introducción a la psicología social.

Psicología social es una ciencia que estudia la influencia de nuestras situaciones, con especial atención en la manera
en que nos percibimos y afectamos unos a otros. Dicho de forma más precisa, es el estudio científico de la forma en
que las personas piensan, influyen y se relacionan con los demás.

PRINCIPALES PREGUNTAS EN LA PSICOLOGÍA SOCIAL.


El comportamiento social varía no sólo con la situación objetiva, sino también con la forma como la construimos.
Stanley Milgram (1974) organizó una situación en la que las personas debían administras descargas eléctricas a un
individuo que tenía problemas de aprendizaje, casi dos terceras partes de las personas que realizaron este experimento
proporcionaban las descargas al individuo.
Los psicólogos sociales estudian las actitudes y las creencias, la conformidad y la independencia, el amor y el odio.

Nosotros construimos nuestra realidad social.


Explicamos el comportamiento de las personas generalmente con suficiente rapidez y precisión para cubrir nuestras
necesidades cotidianas. Cuando el comportamiento de alguien es consistente y distintivo, lo atribuimos a su
personalidad. Es importante la forma en que construimos el mundo y a nosotros mismos.

 Nuestras intuiciones sociales son poderosas, pero en ocasiones son peligrosas.


Nuestra intuición moldea nuestros miedos, nuestras impresiones y nuestras relaciones. El pensamiento, la memoria y
las actitudes operan en dos niveles: uno consciente y deliberado; otro, inconsciente y automático. En la actualidad se
denomina , procesamiento doble.
Incluso la intuición sobre nosotros mismos a menudo es errónea. Por intuición, confiamos en nuestros recuerdos más
de lo que deberíamos hacerlo; interpretamos mal nuestras propias mentes. Hacemos predicciones erróneas de nuestros
sentimientos.
 Las influencias sociales moldean nuestro comportamiento.
Tal como señaló Aristóteles, somos animales sociales. Queremos pertenecer a un grupo. Matthias y James Pennebaker
(2003) midieron el comportamiento social de sus estudiantes de la Universidad de Texas con grabadoras y micrófonos.
Los estudiantes seguían hablando.
Como criaturas sociales, respondemos a nuestros contextos inmediatos. En ocasiones, el poder de una situación social
nos conduce a actuar en formas que difieren de nuestras actitudes adoptadas.
Nuestra cultura ayuda a definir las situaciones. Nuestras actitudes y comportamientos están moldeados por fuerzas
sociales externas.
 Las actitudes personales y la disposición también moldean el comportamiento.
Las fuerzas internas también son importantes. La disposición de la personalidad también afecta el comportamiento.
 El comportamiento social también es biológico.
Los neurocientíficos sociales no buscan reproducir comportamientos sociales complejos en mecanismos neurales o
moleculares simples. Somos organismos biopsicosociales.

LA PSICOLOGÍA SOCIAL Y ALGUNAS DISCIPLINAS RELACIONADAS.

 Psicología social y sociología.

La mayoría de los psicólogos sociales analizan a los individuos promedio, es decir, lo que piensa una persona, en un
momento dado, acerca de los demás, la forma en que los otros influyen en él y cómo se relaciona con ellos. Estos
estudios incluyen la manera como los grupos afectan a las personas de forma particular y cómo los individuos afectan al
grupo.
Aunque los sociólogos y los psicólogos sociales utilizan algunos métodos de investigación similares, estos emplean
mucho más los experimentos en los que manipulan un factor, como la presencia o ausencia de la influencia de los
semejantes para observar su efecto. Los factores que estudian los sociólogos suelen ser difíciles de manejar o no
resultan éticamente manipulables.

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 LA PSICOLOGÍA SOCIAL Y LA PSICOLOGÍA DE LA PERSONALIDAD.

La diferencia entre estas reside en el carácter social de la psicología social. Los especialistas de la personalidad se
interesan en el funcionamiento interno, privado, y en las diferencias entre los individuos. Los psicólogos sociales se
enfocan en nuestra humanidad común. Se preguntan como las situaciones sociales pueden conducir a la mayoría de
los individuos a actuar de manera amable o cruel, por ejemplo.

NIVELES DE EXPLICACIÓN.

Las disciplinas van desde las ciencias básicas, que estudian los bloques de construcción de la naturaleza, hasta las
integradoras, que abarcan sistemas complejos. Una explicación exitosa del funcionamiento humano en un nivel no
necesariamente contradice las explicaciones en los otros niveles.

 LA PSICOLOGIA SOCIAL Y LOS VALORES HUMANOS.

Los valores entran en escena cuando los psicólogos sociales eligen temas de investigación. La psicología social refleja
la historia social.
Los valores también influyen en el tipo de personas que se ven atraídas hacia diversas disciplinas (Campbell, 1975;
Moynihan, 1979). Es obvio que los valores entran en escena como objeto de análisis de la psicología social. Los
especialistas de esta disciplina investigan cómo se forman los valores, por qué cambian y cómo afectan las actitudes y
los actos. Sin embargo, nada de esto nos indica cuales son correctos.

Con menos frecuencia, reconocemos las formas sutiles en que los valores convenidos se enmascaran como la verdad
objetiva. Considere tres maneras no tan evidentes en que éstos intervienen en la psicología:

1. Los aspectos subjetivos de la ciencia.

Los científicos y los filósofos coinciden en que la ciencia no es puramente objetiva. Existe una realidad objetiva allá fura,
pero siempre la vemos a través de los lentes de nuestras creencias y valores. Lo que damos por hecho – las creencias
compartidas de los psicólogos sociales europeos llaman nuestras representaciones sociales (Augoustinos e Innes,
1990; Moscovici, 1988) – frecuentemente son nuestras convicciones más importantes y no obstante las menos
examinadas.

2. Los conceptos psicológicos contienen valores ocultos.


Los valores también influyen en los conceptos. El consejo psicológico también refleja los valores particulares de quien lo
ofrece. Incluso los valores ocultos se filtran en los conceptos basados en investigaciones psicológicas. La etiqueta
representa un juicio de valor.

3. No existe un puente de “es” al “debe ser”.

Un error para aquellos que trabajan en las ciencias sociales es pasar de una descripción de lo que es a lo que debe ser.
Los filósofos llaman a esto falacia naturalista.

SIEMPRE LO SUPE: ¿LA PSICOLOGÍA SOCIAL ES SIMPLEMENTE SENTIDO COMÚN?

El escritor Cullen Murphy (1990) pensaba eso: “diariamente los científicos sociales salen al mundo. Día tras dia
descubren que el comportamiento de las personas es bastante similar a lo que esperamos”.

Sin embargo un problema con el sentido común es que recurrimos a él después de conocer los hechos. Los sucesos
son más evidentes y predecibles en retrospectiva que de antemano. Con nuevos conocimientos a la mano, nuestro
eficiente sistema de memoria depura sus viejas suposiciones (Hoffrage, 2000).
En la vida cotidiana con frecuencia no esperamos que algo ocurra hasta que ocurre. Entonces, repetidamente vemos
con claridad las fuerzas que provocaron el suceso y no nos sentimos sorprendidos.

Si este sesgo retrospectivo (también llamado fenómeno de siempre lo supe) es dominante, usted debe sentir ahora
que sabia esto de antemano. De hecho, casi cualquier resultado posible de un experimento de psicología puede
semejar al sentido común después de conocer los resultados.

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Karl Teigen (1986) realizó estudios con proverbios. Cuando se menciono “el miedo es más fuerte que el amor” la
mayoría consideró verdadero. Pero lo mismo sucedió con otros estudiantes cuando se citó la forma opuesta “el amor es
más fuerte que el miedo”.

ENFOQUE: SIEMPRE LO SUPE.

Cullen Murphy (1990) editor de Atlantic, reprochó que “la sociología, la psicología y otras ciencias sociales muy a
menudo determinan lo evidente o confirma el lugar común”. Su propia encuesta informa de hallazgos de las ciencias
sociales “no produjo ideas o conclusiones que no puedan encontrarse en Bartlett’s o en cualquier otra enciclopedia de
citas”.

El fenómeno de siempre lo supe puede tener consecuencias dañinas. Sobrestimar nuestro propio poder intelectual nos
conduce a la arrogancia. Además, debido a que parece que los resultados deben ser previsibles, tendemos a culpar a
quienes toman las decisiones de lo que son malas elecciones “evidentes” que a elogiarlos por las buenas decisiones,
que también parecen obvias.

Ahora bien, no se trata de que el sentido común sea predeciblemente equivocado. Más bien generalmente es correcto,
una vez que ha pasado el hecho. Con frecuencia nos engañamos pensando que sabemos más de lo que realmente
conocemos. Y es precisamente esto sobre lo que debemos hacer ciencia, en ayudarnos a separar la realidad de la
ilusión y las predicciones genuinas de la retrospección fácil.

METODOS DE INVESTIGACIÓN: CÓMO HACEMOS LA PSICOLOGÍA SOCIAL.


ELABORACIÓN Y PRUEBAS DE HIPÓTESIS.

Una teoría es un conjunto integrado de principios que explican y predicen sucesos observados. Las teorías constituyen
una taquigrafía científica. Los acontecimientos son aseveraciones consensuadas acerca de lo que observamos. Las
teorías son ideas que los resumen y explican.
Las teorías no solo resumen, también implican predicciones que pueden ponerse a prueba, llamadas hipótesis. Estas
permiten probar una teoría, al sugerir como podríamos tratar de falsificarla.
Una buena teoría 1) resume en forma efectiva un amplio intervalo de observaciones, y 2) hace predicciones claras que
podemos utilizar para a) confirmarla o modificarla, b) generar nuevas investigaciones, y c) sugerir aplicaciones
prácticas.

INVESTIGACIÓN CORRELACIONAL: DETECCIÓN DE ASOCIACIONES NATURALES.

La investigación sociopsicológica puede llevarse a cabo en el laboratorio (situación controlada) o en el campo


(situaciones cotidianas). También varía de acuerdo con el método, ya sea correlacional (cuando se pregunta si dos o
más factores están asociados de manera natural), o experimental (cuando se manipula algún factor para ver sus
efectos en otros).

Correlación frente a causalidad.

Cuando dos variables se correlacionan, cualquier combinación de tres explicaciones es posible. Técnicas
correlacionales avanzadas pueden sugerir relaciones de causa efecto. Las correlaciones atrasadas revelan la
secuencia de hechos.
Entonces la gran fuerza de la investigación correlacional reside en que tiende a ocurrir en ambientes reales, en los que
podemos examinar factores como raza, género y estatus social, los cuales no pueden ser manipulados en el
laboratorio. Su gran desventaja radica en la ambigüedad de los resultados.

 Investigación de encuestas.

Los investigadores que utilizan este recurso obtienen un grupo representativo al tomar una muestra aleatoria, es decir
una en la que cada persona de la población estudiada tiene la misma probabilidad de ser elegida. Tenga presente que
las encuestas no predicen las votaciones de manera literal, sino que describen la opinión pública en el momento en que
se realizan, y ésta puede cambiar. Debemos de tener en cuenta algunos sesgos como; la muestra no representativa, el
orden de las preguntas, las opciones de respuesta y la redacción de las preguntas.

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Muestra no representativa. El tamaño de la muestra no es lo único importante en una encuesta, sino también qué tanto
representa ella a la población que se estudia.

Orden de las preguntas. Considere también los efectos de las opciones de respuesta.

Redacción de las preguntas. La redacción precisa de las preguntas también puede influir en las respuestas.

INVESTIGACIÓN EXPERIMENTAL: BÚSQUEDA DE CAUSA EFECTO.

Control: Manipulación de variables.

Los psicólogos sociales experimentan construyendo situaciones sociales que simulan características importantes de la
vida diaria. Al variar sólo uno o dos factores a la vez – llamados variables independientes-, el experimentador determina
la forma precisa en que los cambios nos afectan.
La correlación de ciertos factores hace parecer que la discriminación podría explicar el nexo entre la obesidad y una
posición social menor (Steven Gortmaker y otros 1993). Pero no podemos estar seguros. Los prejuicios hacen efecto en
las personas, y es probable que las personas obesas de este estudio acabasen creyendo que son inferiores por su
físico, a esto se le podría llamar el “efecto de Cenicienta”.
Chris Boyatzis y otros 1995, experimento con televisión y agresividad en niños. Los infantes cometieron siete veces más
actos violentos que los niños que vieron menos la televisión. Los actos agresivos se denominan variable dependiente.
Este tipo de experimentos implica que la televisión puede ser runa causa de comportamiento agresivo de los niños.
Todos los experimentos sociopsicológicos tienen dos ingredientes esenciales. Sólo hemos considerado uno: el control.
Manipulamos una o dos variables independientes mientras tratamos de mantener constante todo lo demás. El otro
ingrediente es la asignación aleatoria.

Asignación aleatoria: el gran compensador.

La asignación aleatoria elimina los factores extraños. Con la asignación aleatoria, cada persona tiene las mismas
probabilidades de observa la violencia de no hacerlo. Así, los individuos en ambos grupos promediarían, en cada
aspecto concebible aproximadamente lo mismo.

La ética de la experimentación.

En ocasiones el tratamiento experimental es una experiencia inocua, incluso agradable, para la cual las personas dan
su consentimiento. Las pruebas no necesitan tener lo que Elliot Aronson, Marilynn Brewer y Merrill Carlsmith (1985)
llaman realismo mundano; es decir, el comportamiento en el laboratorio no tiene que ser literalmente igual al cotidiano.
Pero el experimento debe tener realismo experimental, es decir, debe absorber e involucrar a los participantes. Esto
requiere a veces que se engañe al participante con una historia verosímil. Los investigadores también ocultan sus
predicciones para los participantes. De forma sutil, también las palabras, el todo de voz y los gestos del experimentado
pueden producir respuestas deseadas. Para disminuir este tipo de características de la demanda los investigadores
suelen estandarizar sus instrucciones.
Principios éticos desarrollados por la American psychological Association (2002), la Canadian psychological Society
(2000) y la British psychological Society (2000):
 Informar a los probables participantes acerca del experimento, para permitirles su consentimiento informado.
 Ser veraces. Que utilicen el engaño solo si es esencial y si está justificado por un propósito importante.
 Proteger a las personas de daños y de incomodidades significativas.
 Hacer indagación con las personas. Explicarles de forma completa la prueba, una vez que ha terminado, y
también cualquier engaño. La única excepción a esta regla sería si la retroalimentación sería angustiante.

GENERALICAZIÓN DEL LABORATORIO A LA VIDA REAL.

Hay que ser precavidos al universalizar lo que pasa ahí hacia la vida real. Aunque el laboratorio revela dinámicas
básicas de la existencia humano, no deja de ser una realidad simplificada y controlada.

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Capítulo 2.

EL YO EN UN MUNDO SOCIAL.

Desde nuestra perspectiva enfocada a nosotros mismos, sobreestimamos nuestra notoriedad. Este efecto del centro
del universo significa que propendemos a vernos en el centro del escenario y por lo tanto, sobrestimamos de manera
intuitiva la magnitud en que la atención de los demás se nos dirige. Demasiado conscientes de nuestras propias
emociones a menudo padecemos una ilusión de transparencia. Si nos sentimos felices y lo sabemos, supone que
nuestro rostro seguramente lo reflejará y que los demás lo notarán. En realidad, podemos ser más opacos de lo que
nosotros creemos.
También sobreestimamos la visibilidad de nuestra torpeza social y los errores mentales públicos. Pero la investigación
muestra que los demás apenas notan y olvidan pronto lo que nos hace sufrir tanto (Savitsky y cols., 2001).
El entorno social afecta a la autoconciencia. Como individuos en un grupo dentro de una cultura, raza o género
distintos, notamos en qué diferimos y cómo reaccionan los demás ante nuestra diferencia.
El interés en uno mismo matiza el juicio social. No somos jueces objetivos y desapasionados de los sucesos.
Cuando surgen problemas en una relación cercana, como el matrimonio, generalmente atribuimos mayor
responsabilidad a nuestra pareja que a nosotros mismos. Cuando las cosas van bien nos sentimos más autores de ello.
La preocupación por uno mismo motiva el comportamiento social. Nuestros actos suelen ser estratégicos. Con la
esperanza de dar una buena impresión. La preocupación por la autoimagen dirige gran parte de nuestro
comportamiento.
Las relaciones sociales ayudan a definir nuestro yo. Según Susan Andersen y Serena Chen (2002), en nuestras
diversas relaciones tenemos diversos yo. Podemos ser uno como madre, otro con los amigos y otro con los profesores.
La forma en que pensamos de nosotros mismos está vinculada con quienes somos en la relación que tenemos en ese
momento.

Autoconcepto: ¿Quién soy?

El concepto de “autoconcepto” podría definirse como las respuestas de una persona a la pregunta “¿quién soy yo?”.

EN EL CENTRO DE NUESTROS MUNDOS: NUESTRO SENTIDO EL YO.

Los elementos de su autoconcepto, las creencias específicas con las que se define, constituyen sus esquemas de si
mismo (Markus y Wurf 1987). Los esquemas son los patrones mentales por medio de los cuales organizamos nuestros
mundos. Los esquemas del yo afectan enormemente la forma en que procesamos la información social. Los esquemas
que conforman nuestro autoconcepto nos ayudan a catalogar y recordar nuestras experiencias.

Autorreferencia.
La manera en que el autoconcepto afecta a la memoria; este fenómeno es conocido como efecto de autorreferencia:
cuando la información es relevante para nuestro autoconcepto, la procesamos con rapidez y la recordamos bien
(Higgins y Bargh, 1987; Kuiper y Rogers, 1979; Symons y Johnson, 1997). Si alguien nos pregunta si una palabra
específica, como “extrovertido”, nos describe, posteriormente la recordaremos mejor que si nos hubiesen dicho que
define a alguien más. Los recuerdos se forman alrededor de nuestro interés principal: nosotros mismos. Nuestro sentido
del yo se localiza en el centro de nuestros mundos. A menudo nos sentimos responsables de hechos en los que
nosotros tuvimos un papel poco importante (Fenigstein, 1984). Cuando juzgamos a alguien más a menudo lo
comparamos con nosotros mismos (Dunning y Hayes, 1996).

Posibles yos.
El autoconcepto no incluye únicamente los esquemas de nosotros mismos acerca de quiénes somos en este momento,
sino también en quién nos podríamos convertir, es decir en nuestros posibles yos. Hazel Markus y sus colegas señalan
que nuestros posibles yos incluyen la imagen del yo que anhelamos ser, es decir, el yo rico el yo delgado, el yo amado y
que ama apasionadamente. También incluyen el yo en que tememos convertirnos. Estos posibles yo nos motivan con
metas específicas para la imagen de la vida que deseamos.

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DESARROLLO DEL YO SOCIAL.

Estudios de gemelos indican influencias genéticas sobre la personalidad y el autoconcepto, aunque la experiencia
social también tiene un papel importante. Entre ellas se encuentran:

 Los papeles que adoptamos.


Cuando representamos un nuevo papel, al inicio nos sentimos muy conscientes de nosotros mismos. Sin embargo lo
que se inicia como actuación a menudo se convierte en parte de nuestro yo.

 Identidad social.
El autoconcepto no solo tiene la identidad personal sino también social. Esta definición de quién es uno implica un
concepto de quién no se es. El círculo que incluye a “nosotros” excluye a “ellos”.
Cuando formamos parte de un pequeño grupo que está rodeado de uno más grande, a menudo somos conscientes de
nuestra identidad social; cuando nuestro grupo social es la mayoría pensamos menos en ello.

 Comparaciones sociales.
Las personas que nos rodean nos ayudan a definir el parámetro por el cual nos consideramos ricos o pobres,
inteligentes o torpes… Nos miramos con respecto a ellos y determinamos cuanto diferimos. Gran parte de la vida gira
entorno a las comparaciones sociales. Solemos compararnos con iguales. Cuando enfrentamos una competencia, a
menudo protegemos nuestra vulnerable autoestima al percibir como aventajado al competidor.

 Éxito y fracaso.
Hacer las cosas bien y obtener beneficios nos permite tener mayor confianza y poder. En ocasiones el concepto bajo de
uno mismo causa problemas.

 Los juicios de los demás.


El reconocimiento de los logros mejora el autoconcepto, porque nos vemos a través de la evaluación positiva de los
demás.
El sociólogo Charles H. Cooley (1902) describió el yo especular como nuestro hábito de usar el cómo nos imaginamos
que otra persona nos percibe como espejo, para percibirnos a nosotros mismos. El sociólogo George Herbert Mead
(1934) desarrolló este concepto señalando que lo que importa para nuestro autoconcepto o es lo que los demás
piensan realmente de nosotros, sino lo que nosotros percibimos que piensan. Shinobu Kitayama (1996) reporta que los
japoneses que visitan Norteamérica se sorprenden continuamente por la gran cantidad de elogios que se dicen entre
amigos.

EL YO Y LA CULTURA.

En el caso de las personas que viven en culturas occidentales industrializadas, prevalece el individualismo; la
identidad se encuentra más contenida en el yo. Podría definirse como la tendencia a dar prioridad a las metas propias
por encima de las del grupo, y definir la propia identidad en términos de atributos personales en lugar de identificarse
con el grupo. La adolescencia es una época de separación de los padres, donde uno confía más en sí mismo y donde
se define el yo independiente y personal.
Las culturas originarias de Asia, África, América Central y Sudamérica otorgan un valor mayor al colectivismo. Es el
hecho de dar prioridad a las metas de los propios grupos (a menudo de la familia extensa o al grupo de trabajo) y definir
la identidad propia, de acuerdo con ellos. Cultivan lo que Shinobu Kitayama y Hazel Markus (1995) llaman el yo
interdependiente. La gente es más autocrítica y tiene menor necesidad de una autoconsideración positiva (Heine y
otros, 1999). La identidad se define más en relación con los demás.

Percepción en distintas culturas.


Shinobu Kitayama y otros (2003) mostraron a un grupo de personas un estímulo como éste; después
pidieron a los participantes que dibujasen la misma línea en un cuadro más pequeño o más grande.
Los estudiantes estadounidenses fueron más precisos al plasmar líneas de la misma longitud; los
japoneses al dibujar líneas de la misma proporción.

Nisbett concluye que los asiáticos del este piensan de una manera más holística, es decir, perciben y piensan en los
objetos y las personas con respecto a la forma en que se relacionan entre sí y con el entorno.

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Aunque como todo es un error encasillar a culturas tan diversas en individualista o colectivista, ya que existen las
diferencias entre personas. Con un yo interdependiente se tiene un mayor sentido de pertenencia. No tienen uno sino
muchos yos. El yo interdependiente está enclavado en las membresías sociales.

Independiente. Interdependiente.
La identidad es… Personal, definida por características Social, definida por vínculos con los
y metas individuales. Menor demás. Autoconcepto muy vinculado
importancia de las valoraciones de con las valoraciones de los demás.
los demás
Lo importante es… Yo: los logros y la realización Nosotros: objetivos y solidaridad de
personal; mis derechos y libertades. grupo; nuestras responsabilidades y
relaciones sociales.
Desaprobación de… La conformidad. El egoísmo.
Lema ilustrativo… “Que sea verdad para ti mismo” “Nadie es una isla”
Culturas que la apoyan… Occidental individualista. Asiática colectivista y el Tercer
Mundo.

AUTOCONOCIMIENTO.
Formamos creencias sobre nosotros mismos, y no dudamos en explicar por qué nos sentimos y actuamos como lo
hacemos. En ocasiones pensamos que sabemos, pero nuestra información interna es incorrecta.

Explicación de nuestro comportamiento.


Cuando las causas no son evidentes, solemos dar respuestas erróneas. Con frecuencia la gente niega verse influida
por los medios masivos, aunque admite que afectan a los demás.
Osberg y Shrauger (1986,1990) ; para vaticinar el compotamiento, lo mejor es tomar en cuenta la conducta pasada en
situaciones similares.
Nicholas Epley y David Dunning (2000) descubrieron que en ocasiones podemos predecir mejor la conducta de la gente
al pedirle que vaticine las acciones de otros en lugar de las suyas.

Predicción de nuestros sentimientos.


Estudios sobre “proyecciones afectivas” revelaron que, a pesar de todo, la gente enfrenta la mayor dificultad al predecir
la intensidad y la duración de sus emociones futuras. (Wilson y Gilbert, 2003)
Parece que nuestra teoría intuitiva es: deseamos, obtenemos y somos felices. Pero un estudio tras otro revela que las
huellas emocionales de este tipo de buenas rachas se evaporan más rápido de lo que esperamos. Es después de
sucesos negativos que somos especialmente propensos al “sesgo del impacto”, es decir, a sobrestimar el impacto
perdurable de sucesos que provocan emociones. Al enfocarnos en el hecho negativo, ignoramos la importancia de
todas las demás cosas que contribuyen a la felicidad, y predecimos, erróneamente una desdicha perdurable.
Irónicamente, Gilbert y otros (2004) reportan que acontecimientos negativos grandes (que activan nuestras defensas
psicológicas) pueden provocar un malestar menos prolongado que alteraciones menores (que no las activan). En otras
palabras, nos recuperamos antes.

La sabiduría y las ilusiones del autoanálisis.


Cuando las causas de nuestro comportamiento son obvias, y la explicación correcta se ajusta a nuestra intuición, las
percepciones sobre nosotros mismos son precisas (Gavanski y Hoffman, 1987).
Estudios acerca de la percepción y la memoria demuestran que estamos más conscientes de los resultados que del
proceso de nuestro pensamiento.
Timothy Wilson (1985,2002) nos ofrece una idea audaz: los procesos mentales que controlan nuestro comportamiento
social son diferentes de aquellos con los que lo explicamos. Nuestros argumentos racionales pueden omitir las actitudes
ocultas que realmente dirigen nuestra conducta. Wilson y otros (1989) encontraron que en las actitudes expresadas
hacia las cosas o hacia las personas solían predecir bastante bien el comportamiento posterior. Si primero pedían a los
participantes que analizaran sus sentimientos, los reportes de sus actitudes se volvían inútiles. Según Wilson (2002), a
menudo “somos extraños a nosotros mismos”.
En un estudio posterior, Wilson y sus colaboradores (1993) permitieron que algunas personas eligieran uno de dos
carteles de arte para llevárselo a sus casas. A los que se les pidió primero que identificaran las razones de su elección,
prefirieron uno de tipo humorístico (cuyas características positivas podían verbalizarse con mayor facilidad). Sin
embargo luego se arrepentían. Wilson afirma que poseemos un sistema de actitudes duales. Nuestras actitudes
implícitas automáticas, con respecto a alguien o a algo, suelen diferir de nuestras actitudes explícitas, controladas a

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nivele consciente. Las actitudes se pueden reemplazar.
Frecuentemente los autorreportes son poco confiables. Los errores en la propia compresión limitan la utilidad científica
de los informes personales subjetivos.
La sinceridad con que la gente da e interpreta sus experiencias no garantiza la validez de éstas. Los testimonios son
sumamente persuasivos.

PERCEPCIÓN DEL AUTOCONTROL.

El autocontrol ejerce de forma similar a la fuerza muscular, afirman Baumeister y Julia Exline (2000): amos se debilitan
después de un esfuerzo, se recuperan con el descanso y se fortalecen con el ejercicio. Nuestro autoconcepto influye en
el comportamiento (Graziano y otros, 1997). En tareas desafiantes, las personas que se imaginan a sí mismas como
trabajadoras y exitosas se desempeñan mejor que aquellas que se consideran fracasadas (Ruvolo y Markus, 1992).

AUTOEFICACIA.
Albert Bandura (1997, 2000) capturó el poder del pensamiento positivo en sus investigaciones y teorías acerca de la
autoeficacia. Los niños y los adultos que poseen sentimientos más fuertes de autoeficacia son más persistentes, menos
ansiosos y menos depresivos. En la vida cotidiana la autoeficacia nos conduce a establecer metas desafiantes y a
perseverar ante las dificultades. La autoeficacia al igual que la autoestima aumenta con los éxitos logrados con
esfuerzo.
Hasta la manipulación sutil de la autoeficacia puede afectar la conducta. La autoeficacia se refiere a qué tan
competente se siente uno para hacer algo.

LOCUS DE CONTROL.
Magnitud en que la gente percibe que los resultados son controlables internamente, ya sea por sus propios esfuerzos y
acciones o de forma externa, por la suerte o fuerzas exógenas. Cuánto control sintamos depende de la forma en que
explicamos la derrota. Las personas exitosas propenden a considerar las derrotas como situaciones fortuitas.

Sucesos Percepción de Desesperanza


adversos ausencia de aprendida.
incontrolables. control.

DESESPERANZA APRENDIDA FRENTE A AUTODETERMINACIÓN.


Cuando las personas o los animales experimentan acontecimientos malos e incontrolables, aprenden a sentirse
desesperanzados y resignados. Por ejemplo, las personas depresivas y oprimidas se vuelven pasivas porque
consideran que sus esfuerzos no tienen efecto alguno. Los perros desesperanzados y las personas depresivas sufren
parálisis de la voluntad, resignación pasiva e incluso una apatía inmovilizante.
El psicólogo Barry Schwartz (2000, 2004) afirma que las culturas individualistas modernas tiene un exceso de libertad,
lo que provoca una menor satisfacción en la vida y una mayor depresión clínica. Demasiadas opciones pueden
provocar parálisis, o lo que Schwartz denomina “la tiranía de la libertad”. Con un mayor número de opciones surge una
sobrecarga de información y mayores oportunidades de arrepentimiento. La gente ha expresado mayor satisfacción con
decisiones irrevocables que con elecciones reversibles.

AUTOESTIMA.
Es la autoevaluación de una persona o su sentido de valía. Para Jennifer Crocker y Connie Wolfe (2001) “una persona
puede tener una autoestima que sea altamente compatible con un buen desempeño escolar y el hecho de ser
físicamente atractiva, mientras que otra puede tener una autoestima compaginable con ser amada por Dios y con
principios morales”. La primera, entonces, tendrá una alta consideración de sí misma cuando la hagan sentir inteligente
y atractiva, y la segunda, cuando la reconozcan como un ser moral.
Jonathon Brown y Keith Dutton (1994) argumentan que esta perspectiva “ascendente” de la autoestima no agota todos
los aspectos. Consideran que la causa también ocurre a la inversa. Quienes se autovaloran de una manera general
(autoestima alta) tienden más a apreciar su apariencia, habilidades, etc.

MOTIVACIÓN DE LA AUTOESTIMA.
Un motor motivacional impulsa nuestra maquinaria cognoscitiva (Dunning, 1999; Kunda, 1990). Al enfrentar el fracaso,
los individuos con alta autoestima mantienen su valía personal al percibir a otras personas en la misma situación, y al
exagerar su superioridad sobre los demás (Agostinelli y otros, 1992; Brown y Gallagher, 1992).

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Algunos estudios confirman que el rechazo social disminuye la alta valoración personal y fortalece nuestra necesidad de
aprobación. Despreciados o rechazados, nos sentimos inadecuados y poco atractivos.

EL LADO OSCURO DE LA AUTOESTIMA.


Una baja autoestima predice un alto riesgo de depresión, de abuso de drogas y de algunas formas de delincuencia. Una
alta valoración personal promueve la iniciativa, la resistencia y sentimientos agradables (Baumesteir y otros, 2003). Al
ver amenazada su autovaloración favorable, las personas a menudo reaccionan denigrando a los demás, en ocasiones
con violencia. Un orgullo herido motiva la venganza.
El lado oscuro de la autoestima elevada coexiste con los hallazgos de que las persona que expresan una valoración
personal disminuida son, hasta cierto punto, más vulnerables a diversos problemas clínicos, incluyendo la ansiedad, la
soledad y los trastornos en la alimentación. Al sentirse mal o amenazadas, tienen mayores posibilidades de ver todo a
través de lentes oscuros, es decir, de notar y recordar los peores comportamiento de los demás y a pensar que si pareja
no los ama (Murray y otros, 1998, 2002; Ybarra, 1999).
Cuando nos sentimos bien y seguros de nosotros mismos, somos menos defensivos (Epstein y Feist, 1988; Jordan y
otros, 2003), menos susceptibles y críticos y con menor tendencia a adular a quienes nos agradan y a recriminar a
quienes nos desagradan (Baumgardner y otros, 1989).

PREDISPOSICIÓN AL SERVICIO DEL YO.


Tendencia a percibirse a sí mismo de manera favorable. La mayoría de nosotros tiene una buena reputación consigo
mismo. Incluso los que tienen una baja autoestima.

EXPLICACIÓN DE LOS SUCESOS POSITIVOS Y NEGATIVOS.


Las personas aceptan que se les diga que han tenido éxito pero con frecuencia achacan el fracaso a factores externos.

¿PODEMOS SER TODOS SUPERIORES AL PROMEDIOS?


En la mayoría de las dimensiones subjetivas y socialmente deseables, casi toda la gente se considera a sí misma mejor
que el individuo promedio. Las dimensiones subjetivas del comportamiento (tales como “disciplinado”) provocan mayor
predisposición al servicio del yo que las objetivas del comportamiento (tales como “puntual”). Apoyamos nuestra imagen
al otorgar importancia a las cosas para las que somos hábiles.

OPTIMISMO IRREAL.
El optimismo predispone un enfoque positivo hacia la vida. Neil Weinstein (1980,1982) llama “un optimismo irreal acerca
de los futuros acontecimientos”.
Linda Perloff (1987) señala que nuestro optimismo ilusorio incrementa la vulnerabilidad. Al creernos inmunes a la
desgracia no tomamos medidas sensatas. El pesimismo defensivo prevé los problemas y motiva a una confrontación
más eficaz.

FALSO CONSENSO O SINGULARIDAD.


En cuestiones de opinión, encontramos apoyo a nuestra postura cuando exageramos la cuantía en que los otros están
de acuerdo con uno; fenómeno al que se le denomina efecto del falso consenso. Se define como la tendencia a
sobrestimar lo común de las propias opiniones y comportamientos indeseables o fracasados.
Cuando nos comportamos mal o fracasamos en una tarea, nos damos confianza pensando que ese tipo de errores
también son comunes en los demás.
En cuestiones de habilidades, o cuando nos comportamos bien o con éxito, suele presentarse el efecto de la falsa de
singularidad. Mejoramos nuestra autoimagen creyendo que nuestras capacidades son poco comunes.

EXLICACIÓN DE LA PREDISPOSICIÓN AL SERVICIO DEL YO.


Creemos que nosotros hacemos más que los demás. La motivación de la valoración personal ayuda a fortalecer la
predisposición al servicio del yo. Una alta autoestima va de la mano de con las percepciones al servicio del yo.

- La predisposición al servicio del yo como adaptativa.


La predisposición al servicio del yo y las excusas que la acompañan también ayudan a las personas a protegerse de la
depresión y de los costos biológicos del estrés (Snyder y Higgins, 1988; Taylor y otros, 2003).
- Predisposición al servicio del yo como desadaptativa.
Las personas que culpan a los demás de sus dificultades sociales suelen ser más infelices que auqellas que pueden
reconocer sus errores.

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AUTORREPRESENTACIÓN.
Los seres humanos parecen motivados no solo para percibirse a sí mismos de formas mejores, sino también para
presentarse de manera favorable ante los demás.
FALSA MODESTIA.
“A menudo la humildad no es sino un truco en el que el orgullo se degrada, sólo para engrandecerse después”.
La gratitud superficial puede surgir cuando, nos desempeñamos mejor que los que nos rodean y nos sentimos
incomodos sobre los sentimientos que tienen los demás hacia nosotros. Con frecuencia mostramos menor autoestima
de la que sentimos de forma privada (Miller y Schlenker, 1985).

AUTOLIMITACIÓN.
En ocasiones las personas sabotean sus oportunidades de éxito al crear impedimentos que disminuyen las
posibilidades de alcanzar el éxito, este tipo de comportamiento suele ser autoprotector. Cuando la autoimagen está
ligada al desempeño, puede ser más autodesvalorizante hacer un duro esfuerzo y perder que posponer las cosas y
tener una excusa de la mano. Las restricciones protegen tanto la autoestima como la imagen pública, al permitirnos
atribuir los fracasos a algo temporal o externo y no a la falta de talento o capacidad.

MANEJO DE LA IMPRESIÓN.
Trabajamos para manejar las impresiones que creamos. En situaciones familiares esto ocurre sin un esfuerzo
consciente.
Para algunas personas la autorrepresentación consciente es un estilo de vida. Continuamente vigilan su propio
comportamiento, observan la forma en que reaccionan los demás, y después ajustan su desempeño social para lograr
un efecto deseado. Los individuos que obtienen altas puntuaciones en una escala de la tendencia al automonitoreo,
ajustan su comportamiento a situaciones externas. Los sujetos que obtienen menor puntuación de automonitoreo se
preocupan menos por lo que piensan los demás. Se guían más por aspectos internos y, por lo tanto, son más
propensos a hablar y actuar de acuerdo con sus sentimientos y creencias.

Capítulo 3.

CREENCIAS Y JUICIOS SOCIALES.

¿CÓMO EXPLICAMOS EL COMPORTAMIENTO DE LOS DEMÁS?


La mente humana lucha por darle un sentido a su mundo.

ATRIBUCIÓN DE LA CAUSALIDAD: A LA PERSONA O A LA SITUACIÓN.


La teoría de la atribución es la teoría sobre la forma en que las personas explican el comportamiento de los demás; por
ejemplo, al imputarlo a una disposición interna (rasgos, motivos y actitudes permanentes) o situaciones externas.
En el caso de las mujeres las atribuciones conyugales suelen ir ligadas a una molestia, “me trajo flores para
demostrarme que me ama”.
Los hombres son más propensos que las mujeres a atribuir un moderado interés sexual a una actitud amistosa de la
mujer. Esta interpretación errónea de la calidez como una invitación sexual (llamada falsa atribución) quizá contribuya al
comportamiento que las mujeres consideren acoso sexual.
Heider (1958) analizó “la psicología del sentido común”, por medio de la cual las personas explican los sucesos
cotidianos. Concluyó que la gente tiende a imputar el comportamiento de alguien a causas internas o externas. Un
profesor podría preguntarse si el bajo rendimiento académico de un niño se debe a la falta de motivación y capacidad
(atribución disposicional) o a circunstancias físicas y sociales (atribución situacional).

- Inferencia de rasgos.
Edward Jones y Keith Davis (1965) señalaron que, a menudo, inferimos que las intenciones y disposiciones de otras
personas corresponden a sus actos. La “teoría de las inferencias correspondientes”, de Jones y Davis, especifica las
condiciones bajo las que este tipo de atribuciones son más probables. El comportamiento normal o esperado nos dice
menos acerca de una persona que la conducta poco común.

- Atribuciones del sentido común.


A menudo las imputaciones son racionales. Kelley (1973) teórico de la atribución, describió como utilizamos información
acerca de la “consistencia”, la “singularidad” y el “consenso”. Nuestra psicología del sentido común frecuentemente
explica el comportamiento de manera lógica. Pero Kelley también descubrió que las personas a menudo descartan una
causa que contribuye a la conducta, si ya se conocen otros precedentes probables.

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ERROR DE ATRIBUCIÓN MENTAL.
El hecho de no tomar en cuenta la situación, denominado error de atribución fundamental por Lee Ross (1977) se
define como la tendencia de los observadores a subestimar las influencias situacionales y a sobrestimar las
disposicionales en el comportamiento de los demás. También llamado como sesgo de correspondencia porque
frecuentemente consideramos que la conducta corresponde a una disposición. El error de atribución fundamental surge
cuando es útil para nuestros intereses.

- El error de atribución fundamental en la vida cotidiana.


Cometemos el error de atribución fundamental cuando explicamos el comportamiento de otras personas. A menudo
explicamos nuestra propia conducta en términos de la situación.

¿POR QUÉ COMETEMOS EL ERROR DE ATRIBUCIÓN?

Perspectiva y conciencia situacional.

Una diferencia entre observador y actor. Los teóricos de la atribución señalan que observamos a los demás desde una
perspectiva distinta a la que nos vemos a nosotros mismos (Jones y Nisbett, 1971; Jones, 1976). Cuando actuamos, el
entorno domina nuestra atención. Cuando observamos a otro individuo en acción, el centro de nuestra mirada lo ocupa
esa personas, y la circunstancia se vuelve relativamente invisible.

El sesgo de la perspectiva de la cámara. La perspectiva afecta las atribuciones.

Autoconciencia. Las circunstancias también pueden cambiar la perspectiva que tenemos de nosotros mismos. Es el
estado de reconocimiento propio en el que la atención se dirige a uno mismo. Provoca que las personas sean más
sensibles a sus actitudes y disposiciones.
Es más fácil poner etiquetas de los rasgos cuando describimos a personas extrañas.

DIFERENCIAS CULTURALES.
La influencia también influye en el error de atribución (Ickes, 1980; Watson, 1982). Una visión occidental del mundo
predispone a asumir que las personas y no las situaciones, causan los sucesos. Las explicaciones internas son más
aprobadas socialmente (jellison y Green, 1981). En la cultura occidental, conforme los niños crecen aprenden a explicar
la conducta en términos de las características personales del otro (Rholes y otros, 1990; Ross, 1981). El error de
atribución fundamental se presenta en todas las culturas estudiadas (Krull y otros, 1999). Sin embargo, la gente
asiático-oriental es, hasta cierto punto, más sensible a la importancia de las situaciones. Así, cuando está consciente
del contexto social, es menos propensa a suponer que el comportamiento de los demás corresponde a sus
características.

¿QUÉ TAN FUNDAMENTAL ES EL ERROR DE ATRIBUCIÓN FUNDAMENTAL?


Este proceso es adaptativo (los psicólogos suelen suponer que hasta nuestros sesgos cumplen un propósito, porque la
naturaleza seleccionó a quienes lo exhibían). Atribuir el comportamiento a las disposiciones más que a las
circunstancias resulta eficiente. El error de atribución es fundamental porque matiza nuestras explicaciones en formas
básicas importantes. La manera en que explicamos el comportamiento negativo de una persona determina la forma en
que nos sentimos al respecto.

¿CÓMO PERCIBIMOS Y RECORDAMOS NUESTROS MUNDOS SOCIALES?

Investigaciones sorprendentes revelan el grado en que los prejuicios pueden desviar nuestras percepciones e
interpretaciones, y en que la información errónea puede sesgar nuestros recuerdos.

PECEPCIÓN E INTEGRACIÓN DE LOS HECHOS.


Cuando la información social está sujeta a interpretaciones múltiples, las ideas preconcebidas son importantes (Hilton y
Von Hippel, 1990).
Los productores de cine pueden controlar las percepciones emocionales del público al manipular el ambiente en el que
observan un rostro, llaman a esto el “efecto Kulechov”. Kulechov demostró el fenómenos creando tres tipos de películas
que presentaban a un actor con una expresión neutral, después de que el público había visto una mujer muerta, un
plato de sopa o una niña jugando, con lo que lograba que el actor pareciera estar triste, pensativo o feliz. La moraleja

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es: existe una realidad afuera, pero nuestras mentes la construyen activamente. Los procesos de atribución también
matizan la forma en que los demás nos perciben. Aunque existe una realidad objetiva afuera, pero la vemos a través de
las lentes de nuestras creencias, actitudes y valores.
PERSEVERANCIA DE LAS CREENCIAS.
Persistencia de las ideas iniciales, como cuando el sesgo de las propias creencias se desacredita, pero sobrevive una
explicación del porqué éstas podrían ser verdades. Es sorprendentemente difícil destruir una mentira una vez que la
persona crea un fundamento para esta. Entre más examinamos nuestras teorías y justificamos como podrían ser
verdaderas, nos cerramos más a la información que desafía nuestras creencias. Nuestras creencias y expectativas
afectan poderosamente la forma en que construimos los sucesos en la mente. Nos beneficiamos de nuestras ideas
preconcebidas.
¿Existe un remedio para la perseverancia de las creencias? Sí lo hay: la explicación de lo opuesto. Charles Lord, Mark
Lepper y Elizabeth preston (1984). La explicación de cualquier resultado alternativo, no sólo del opuesto, hace que las
personas ponderen varias posibilidades (Hirt y Markman, 1995).

CONSTRUCCIÓN DE RECUERDOS DE NOSOTROS MISMOS Y DE NUESTROS MUNDOS.

Muchos recuerdos no son copias de las experiencias sino que los construimos en el momento de la evocación. Por lo
tanto, podemos revisar con facilidad los recuerdos para que se ajusten a nuestros conocimientos actuales. En su
búsqueda de la verdad a veces la mente construye falsedades.

Reconstrucción de nuestras actitudes pasadas.


Las personas cuyas actitudes se han transformado a menudo insisten en que siempre se han sentido como ahora. La
construcción de evocaciones positivas ilumina nuestra memoria. La gente a menudo sufre retrospección optimista, es
decir, recuerdan los acontecimientos que fueron ligeramente agradables de manera más favorable respecto de cómo
los experimentaron. En cualquier experiencia positiva, parte del placer reside en la anticipación; otra, en la experiencia
real, y otra porción más, en la retrospectiva mejorada.

Reconstrucción de nuestro comportamiento pasado.


La construcción de remembranzas nos permite revisar nuestras propias historias. Según Greenwald todos tenemos
“egos totalitarios” que revisan el pasado para que se ajuste a nuestras perspectivas presentes. Reportamos pocos
malos comportamiento y un exceso de buenos de ellos.

Reconstrucción de nuestras experiencias: información errónea y preparación.


Elisabeth Loftus ha revelado nuestra tendencia a construir recuerdos que evocamos con gran confianza pero con poca
precisión, en diversas ocasiones. Es el efecto de la información errónea. Los individuos la incorporan a su recuerdo
después de ser testigo de un suceso y recibir información errónea de él. Para evocar un recuerdo necesitamos activar
una de las fibras que conducen a él, este es el proceso denominado preparación (Bower, 1986). La preparación es lo
que el psicólogo William James describió como el “despertar de asociaciones”. Los sucesos pueden depertar o
condicionar nuestras asociaciones sin darnos cuenta.

¿QUÉ TAN PRECISOS SON NUESTROS JUICIOS?

JUICIOS INTUITIVOS.
Algunos trabajos sobre la preparación sugieren que el inconsciente realmente controla parte de nuestro
comportamiento. Tal como lo explican John Bargh y Tanya Chartrand (1999): “la mayor parte de la vida cotidiana de una
persona está determinada no sólo por sus intenciones conscientes y decisiones deliberadas, sino por procesos
mentales que se activan a través de características del entorno y que operan fuera de la percepción y guía consciente”.

El poder de la intuición.
Nuestro pensamiento es controlado (reflexivo, deliberado y consciente) y también es automático (impulsivo con poco
esfuerzo e inconsciente). El pensamiento automático no ocurre “en escena”, sino fuera de ella y de la vista donde no
existe el razonamiento.
 Esquemas. Patrones mentales- de forma automática e intuitiva guían las percepciones e interpretaciones de
nuestra experiencia.
 Reacciones emocionales. A menudo son casi instantáneas, antes de que haya tiempo para el pensamiento
deliberado. Un atajo neural lleva información del ojo o del oído al conmutador sensorial del cerebro (el tálamo),
y hacia su centro de control emocional (la amígdala), antes de que la corteza pensante tenga cualquier

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oportunidad de intervenir (LeDoux, 1994, 1996).
 Con la suficiente pericia, la gente puede saber, de forma intuitiva la respuesta a un problema.
 Algunas cosas las recordamos de forma explícita (conscientemente). Pero otras las evocamos de forma
implícita sin un conocimiento consciente y sin decir lo que sabemos.
 Ceguera cortical. Al perder una porción de la corteza visual durante una cirugía o por una embolia, las
personas pueden quedar funcionalmente ciegas en una parte de su campo visual. Pero dar aun así respuestas
correctas, las personas saben más de lo que saben.

Los límites de la intuición.


Los investigadores actuales afirman que el procesamiento inconsciente de información puede producir destellos
intuitivos.
Elizabeth Loftus y Mark Klinger (1992) un consenso general de que el inconsciente quizás no sea tan listo como antes
se creía.

LA TENDENCIA DE UN EXCESO DE CONFIANZA.


Aunque sabemos que nos hemos equivocado en el pasado, tenemos expectativas más positivas para lo que viene.
Cuando reflexionamos sobre lo acontecido y sobre nuestro futuro, interpretamos distintos yos. La tendencia a ser más
confiado que acertado, es decir, a sobrestimar la precisión de las propias creencias, se denomina fenómenos del
exceso de confianza.
Irónicamente la incompetencia alimenta el exceso de confianza. Por algún motivo la gente tiende a recordar sus juicios
erróneos casi como si fuesen ciertos.

Sesgo de confirmación.
La gente tiende a evitar la búsqueda de información que pueda desmentir sus creencias. Nos mostramos ansiosos por
verifica nuestras creencias, pero poco inclinados a buscar datos que puedan desmentirlas. Éste es el fenómeno llamado
sesgo de confirmación. Este nos ayuda a entender porque nuestra autoimagen es tan estable.

Remedios para el exceso de confianza.


La retroalimentación inmediata (Lichtenstein y Fischhoff, 1980).
Cuando la gente piensa que un idea podría ser verdadera, ésta empieza a parecerlo (Koehler, 1991). Así, otra forma de
reducir el exceso de confianza es hacer que los individuos piensen en una buena razón por la que sus juicios podrían
ser erróneos; es decir, obligarlos a tomar en cuenta información con argumentos contrarios (Koriat y otros, 1980)

HEURÍSTICA: ATAJOS MENTALES.


Con notable facilidad hacemos formamos impresiones, hacemos juicios e intentamos explicaciones. Lo hacemos por
medio del uso de la heurística – estrategias de pensamientos sencillos y eficientes. En muchas situaciones, nuestras
generalizaciones instantáneas son adaptativas. El propósito biológico es mantenernos vivos más que estar en lo
correcto. Sin embargo, en algunas situaciones la prisa causa errores.

Heurística de la representatividad.
Tendencia a suponer en ocasiones a pesar de evidencias de lo contrario, que alguien o algo pertenecen a un grupo en
particular si se asemeja (representa) a un miembro típico.
Puede provocar: Descartar otra información importante.

La heurística de la disponibilidad.
Regla cognoscitiva que juzga la probabilidad de las cosas en términos de su acceso en la memoria. Si ejemplos de algo
vienen con facilidad a la mente, suponemos que son comunes.
Puede provocar: Dar demasiado peso a los ejemplos vividos y, así, por ejemplo, sentir temor por las cosas equivocadas.

Pensamiento contrafactual.
Los sucesos que pueden imaginarse con facilidad también afectan a nuestras experiencias de culpa, arrepentimiento,
frustración y alivio. El pensar peores alternativas ayuda a sentirnos mejor. Esto y evaluar que podremos hacer de
manera diferente en las siguientes ocasiones lleva a que preparemos para hacer las cosas mejor en el futuro (Boninger
y otros, 1994; Roese, 1994, 1997).Este pensamiento contrafactual – simular mentalmente lo que pudo haber sucedido –
ocurre cuando podemos imaginarnos fácilmente un resultado alternativo (Kahnema y Miller, 1986; Markman y McMullen,
2003). El pensamiento contrafactual subyace a la sensación de tener suerte. Cuando apenas escapamos a un evento
desafortunado con facilidad tenemos un pensamiento contrafactual negativo. Y, por lo tanto, sentimos que tenemos

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“buena suerte” (Teigen y otros, 1999) La “mala fortuna” por otro lado se refiere a sucesos malos, pero que fácilmente
pudieron no haber ocurrido. Entre más significativo es el acontecimiento más intenso es el pensamiento contrafactual.

PENSAMIENTO ILUSORIO.
Es fácil ver una correlación donde no existe. Cuando esperamos encontrar vínculos aclaratorios, fácilmente asociamos
sucesos azarosos y percibimos una correlación ilusoria. Si pensamos que existe una correlación, somos más propensos
a observar y recordar situaciones que la confirman. Si suponemos que las premoniciones se correlacionan con
acontecimientos, notamos y recordamos la ocurrencia de la premonición y su realización posterior. La gente no solo ve
lo que espera, sino que también correlaciona lo que desea ver.

Ilusión de control.
Nuestra tendencia de percibir una relación entre sucesos aleatorios alimenta una ilusión de control, es decir, la idea de
que estos se encuentran sujetos a nuestra influencia.

Juegos de azar. La gente actúa de manera consistente y como si pudiese predecir o controlar los sucesos aleatorios
(Presson y Benassi, 1996; Thompson y otros, 1998).

Regresión hacia el promedio. Tendencia estadística de las puntuaciones extremas o comportamiento extremos a
regresar hacia el propio promedio (Tversky y Kahneman 1974).
La experiencia nos ha demostrado que cuando tova va bien, algo saldrá mal, y que cuando la vida nos confronta a
situaciones difíciles, generalmente podemos esperar que mejoren. Sin embargo, muchas veces no reconocemos este
efecto de regresión.

ESTADO DE ÁNIMO Y JUICIO.


El estado de ánimo inspira nuestros juicios. La gente desdichada, especialmente la que sufre privaciones o la que está
deprimida, tiende a enfocarse más en sí misma y a angustiarse. En contraste la gente feliz es más confiada y afectuosa
y responde mejor. El estado de ánimo penetra en nuestro pensamiento.
La disposición anímica afecta menos al pensamiento sencillo y “automático” que al complejo y “esforzado” (Hartlage y
otros, 1993). Así según Forgas (1994, 95) el ánimo invade más nuestro pensamiento cuando evaluamos a personas
poco comunes que a aquellas que sí lo son, y al explicar conflictos humanos complejos, más que los sencillos. Entre
más cavilamos existen mayores probabilidades de que la disposición anímica afecte el pensamiento.

¿TENDEMOS A AUTORREALIZAR NUESTRAS CREENCIAS?


Cuando las ideas nos conducen a actuar en formas que aparentemente las confirman, se convierten en lo que el
sociólogo Robert Merton (1948) llamó profecías autorrealizadas, es decir, en falsas ideas que conducen a su propia
realización.

EXPECTATIVAS DEL PROFESOR Y DESEMPEÑO DEL ESTUDIANTE.


Los profesores esperan más de ciertos estudiantes que de otros. Aunque no se puede demostrar que esto afecte a los
resultados de los niños, si es cierto que un profesor que espera más de un alumno concreto reforzará más el
aprendizaje de este que por normal responderá de manera positiva y confirmará las expectativas del profesor, que
pueden convertirse en profecías autorrealizadas.

OBTENER DE LOS DEMÁS LO QUE ESPERAMOS.


Confirmación del comportamiento. Tipo de profecía autorrealizada, por medio de la cual las expectativas sociales llevan
a las personas a actuar de manera tal, que propicia que los demás confirmen sus expectativas.

¿Cuáles son las fuentes cognoscitivas de los prejuicios?


Como las ilusiones perceptuales, que son subproductos de nuestra capacidad de interpretar el mundo, los estereotipos
pueden ser subproductos de como simplificamos nuestro complejo entorno.

CATEGORIZACIÓN: CLASIFICACIÓN DE LA GENTE EN GRUPOS.


Una manera de simplificar nuestro ambiente es categorizando. Sabes a que grupo pertenecen puede dar información
útil con un mínimo esfuerzo (Macrae y colaboradores, 1994). En ocasiones los estereotipos tienen una “proporción de
información ganada por esfuerzo empeñado” (Sherman y colaboradores, 1998).
La categorización racial por sí misma no es un prejuicio, pero da lugar a prejuicios. De hecho la categorización es
necesaria para que haya prejuicios. La teoría de la identidad social dice que quienes sienten más agudamente su

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identidad social se preocupan por clasificar de manera correcta a las personas en nosotros y ellos.

Semejanzas y diferencias percibidas.


La simple división en grupos crea un efecto de homogeneidad de los exogrupos: una sensación de que ellos son todos
iguales y diferentes de nosotros y nuestro grupo (Ostrom y Sedikides, 1992). Como en general nos gustan las personas
que consideramos semejantes a nosotros y no nos gustan las que percibimos como distintas, el resultado natural es el
favoritismo por el endogrupo (Byrne y Wong, 1962; Rokeach y Mezei, 1966; Stein y colaboradores, 1965).

Sesgo hacia la raza propia: solemos mostrar tendencia hacia nuestra raza, a reconocer mejor rostros de nuestra
propia raza.

DISTINCIÓN: Percepción de la gente que destaca.


Personas con características distintas.
Cuando en un grupo alguien destaca (es llamativo) tendemos a pensar que él es causante de lo que ocurre (Taylor y
Fiske, 1978). La mayor atención que prestamos a la gente con características distintas crea la ilusión de que difieren de
los otros más de lo que es verdad. Aunque a veces nos equivocamos al considerar las reacciones de los demás a
nuestro carácter distintivo.
Las personas varían en cuanto a la conciencia de estigmas, que es la probabilidad de esperar que los demás las
estereotipen. El lado bueno es que las percepciones de los prejuicios sirven como amortiguador de la autoestima.

Casos vividos.
Nuestra mente también usa casos vívidos como atajo para juzgar a los grupos. Dada la experiencia limitada con un
grupo social, recordamos ejemplos y los generalizamos (Sherman, 1996). Generalizar a partir de casos aislados puede
causar problemas. Los casos vividos, aunque al alcance de la memoria, casi nunca son representativos del grupo en
general. Quienes pertenecen a una minoría, por ser más notorios, también podrían ser sobrestimado numéricamente
por la mayoría.
Cuanto menos sabemos de un grupo, más nos influye pocos casos vividos (Quattrone y Jones, 1980). Al contrario de
los estereotipos de “reinas de la beneficencia” que maneja Cadillacs, la gente que vive en la pobreza comparte las
aspiraciones de la clase media y preferiría mantenerse que aceptar la asistencia pública (Cook y Curtin, 1987).

Acontecimientos distintivos.
Como somos sensibles a los acontecimientos distintivos, la ocurrencia de dos de tales sucesos es particularmente
notable, más notable que las veces en que no ocurren juntos los dos hechos. Rose (1980) nuestros estereotipos nos
llevan a ver correlaciones que no existen.

ATRIBUCIÓN: ¿Es un mundo justo?


El error obedece en parte a que centramos la atención en las personas, no en la situación. Cuanto más se asume que
las características humanas son disposiciones fijas, más fuertes son sus estereotipos (Levy y otros, 1998).

Predisposición al servicio del grupo.


Thomas Pettigrew (1979, 1989) mostró que los errores de atribución alteran las explicaciones de la gente sobre el
comportamiento de los miembros de un grupo. Cuando explicamos los actos de los miembros de otros grupos, más bien
asumimos lo peor. La conducta positiva de los miembros del exogrupo se desestima.

Endogrupo Exogrupo
Actitudes Favoritismo Denigración
Percepciones Heterogeneidad (somos distintos) Homogeneidad (son iguales)
Atribuciones de las conductas A las situaciones A disposiciones
negativas

Los grupos en desventaja y los grupos que destacan la modestia (como los chinos), muestran la predisposición al
servicio del grupo (Fletcher y Ward, 1989; Heine y Lehman, 1997; Jackson y otros, 1993). La predisposición al servicio
del grupo matiza sutilmente nuestro lenguaje.

El fenómeno del mundo justo.


Linda Carli y colaboradores (1989, 1999) explican que este fenómeno del mundo justo matiza nuestras impresiones de

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las víctimas. Este fenómeno es la tendencia de las personas a creer que el mundo es justo y que, por tanto, los
individuos se ganan lo que se merecen y se merecen lo que se ganan. Las personas aborrecen al perdedor aunque sea
muy evidente que sus infortunios son resultados de la mala suerte.
¿Cuáles son las consecuencias de los prejuicios?
Los estereotipos también generan su propia realidad. Incluso si al principio son mentiras, su existencia los vuelve
realidad. Las aseveraciones negativas de los prejuicios socavan el rendimiento de las personas y repercuten en la
manera en que éstas interpretan la discriminación.

ESTEREOTIPOS QUE SE AUTOPERPETÚAN.


Cuando un miembro de un grupo se comporta como lo esperábamos, tomamos nota rutinaria del hecho de que se
confirman nuestra idea anterior. Cuando un miembro de un grupo se conduce de una manera que es incongruente con
nuestras expectativas, interpretamos o explicamos su proceder como debido a circunstancias especiales (Crocker y
otros, 1983). El contraste con un estereotipo también puede hacer que alguien parezca excepcional.
Las malas interpretaciones son más probables cuando alguien espera un encuentro desagradable con uno (Wilder y
Shapiro, 1989).
Cuando nos centramos en un ejemplo atípico, rescatamos el estereotipo formando una categoría nueva (Brewer, 1988;
Hewstone, 1994; Kunda y Oleson, 1995, 1997). La imagen positiva que se forman los escolares ingleses de sus policías
(a quienes perciben en una categoría especial) escolares cordiales no mejora su imagen de los policías en general
(Hewstone y otros, 1992), Esta subtipificación (poner a las personas que se aparta de la norma en otra clase) ayudan a
mantener el estereotipo de que los policías son poco amigables y peligrosos. Una manera diferente de asimilar la
información incongruente consiste en reconocer que un estereotipo no se aplica a todos los miembros de una categoría.
Los casatenientes que tienen vecinos negros deseables forman un estereotipo nuevo y diferente de “negros
profesionales de la clase media”. Este subagrupamiento (forma un estereotipo de un subgrupo) produce un cambio
menor en el estereotipo original, que se hace más diferenciado (Richard y Hewstone, 2001). Los subtipos son
excepciones al grupo; los subgrupos se consideran parte del grupo general.

IMPACTO DE LA DISCRIMINACIÓN: LA PROFECÍA AUTORREALIZADA.

AMENAZAS DE LOS ESTEREOTIPOS.


Claude Steele y otros, definen la amenaza de los estereotipos, como la preocupación disruptiva, al enfrentar un
estereotipo negativo, de que uno será evaluado con base en tal estereotipo. A diferencia de las profecías
autorrealizadoras, que golpean la reputación en el concepto propio, las situaciones de amenaza ejercen efectos
inmediatos.

¿LOS ESTEREOTIPOS SESGAN LOS JUICIOS SOBRE LAS PERSONAS?


Si, los estereotipos imponen sesgos en los juicios pero hay buenas noticias: las personas evalúan a los individuos más
positivamente que a los grupos que componen (Miller y Felicio, 1990). Anne Locksley, Eugene Borgida y Nancy Brekke
descubrieron que cuando alguien conoce a una persona, “los estereotipos tienen un impacto mínimo, cuando más, en
los juicios sobre las personas” (Borgida y colaboradores, 1981; Locksley y colaboradores, 1980, 1982).
Los estereotipos sexuales tienen poco efecto en los juicios de las personas sobre el trabajo atribuido a hombres o
mujeres. Las personas pueden tener estereotipos de género fuertes, pero los ignoran cuando juzgan a un individuo en
particular.

Los estereotipos fuertes importan.


Sin embargo, los estereotipos fuertes (como el sexo) y que parecen relevantes matizan nuestros juicios de los
indiviudos (Krueger y Rothbart, 1988).

Los estereotipos sesgan interpretaciones y recuerdos.


Los estereotipos también matizan nuestra interpretación de los hechos, observan David Dunning y David Sherman
(1997).
Evaluamos a las personas más radicalmente si su comportamiento no concuerda con nuestros estereotipos
(Bettencourt y otros, 1997)

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Capítulo 4.

COMPORTAMIENTO Y ACTITUDES.
“Uno hace lo que uno es; uno es lo que uno hace”.
Cuando se pregunta sobre la actitud de alguien, se hace alusión a creencias y sentimientos relacionados con una
persona o suceso, y a la tendencia resultante del comportamiento. Consideradas en conjunto, las reacciones
evaluativas favorables e inconvenientes hacia algo, definen la actitud de una persona (Olson y Zanna, 1993). Podemos
recordar las tres dimensiones de las actitudes por sus siglas ACC: afecto (sentimientos), tendencia del comportamiento
y cognición (pensamiento).

¿Las actitudes determinan nuestro comportamiento?

El supuesto que prevalece es que nuestras creencias y sentimientos


particulares determinan nuestro comportamiento público, y que para
alterarlo necesitamos cambiar el corazón y la mente.
COGNICIÓN
AFECTO (pensamiento) ¿SOMOS TODOS HIPÓCRITAS?
Robert Abelson (1972): “Estamos muy bien entrenados y somos
muy buenos para encontrar razones que expliquen lo que hacemos,
pero no lo somos para llevar a cabo lo que consideramos
razonable”.
Wicker planteó una conclusión impactante: las posiciones que la
COMPORTAMIENTO gente expresa difícilmente predicen sus distintas conductas.
Un ejemplo de la desconexión que existe entre las actitudes y las
acciones es lo que Daniel Batson y sus colegas (1997, 2001, 2002)
llaman “hipocresía moral” (intentar parecer un individuo moral, y al
mismo tiempo evitar el costo de serlo).

Al saber que uno muestra lo que siente los psicólogos han buscado un “canal hacia el corazón”. En consecuencia,
Edgard Jones y Harold Sigall (1971) diseñaron un método de línea falsa que engaña a los individuos para que
expongan sus actitudes reales. Primero se convence a los participantes de que una maquina puede utilizar sus
respuestas psicológicas para medir sus posturas privadas. Después se les pide predecir las lecturas del aparato, lo que
descubre sus actitudes. No nos sorprende que las personas a las que primero se persuade de que los detectores de
mentiras funcionan, después admitan la verdad.

Cuando otras influencias sobre el comportamiento son mínimas.


En cualquier circunstancia, no solo nuestras actitudes internas nos guían, sino también la situación que enfrentamos.
Los hallazgos definen un principio de acumulación: los efectos de algún proceder se vuelven más palpables cuando
observamos el comportamiento acumulado, o su promedio, en lugar de sus actos aislados.

Cuando se examinan las actitudes específicas hacia el comportamiento.


Teoría del comportamiento planeado. Icek ajzen, junto con Martin Fishbein, ha demostrado que las propias a)
actitudes, b) normas sociales percibidas y c) sentimientos de control determinan, conjuntamente, las intenciones de
uno, las que a su vez guían el comportamiento.

Cuando las actitudes son poderosas.


La reacción impensada (como un “hola”) es adaptativa. Libera nuestra mente para trabajar en otras cosas. Pero las
actitudes son latentes. Las intenciones conscientes casi no se activan (Ouellette y Word, 1998). En situaciones
novedosas, nuestra conducta es menos adaptativa. Nuestras actitudes guían el comportamiento si pensamos en ellas.

¿Cuándo determina el comportamiento las actitudes? (pp. 142)

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