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Francisco de Sales
LA INFELICIDAD
Francisco de Sales
LA INFELICIDAD
Francisco de Sales
LA INFELICIDAD
ATENCIÓN
Lo que tú llamas infelicidad quizás sea en realidad una
insatisfacción, un miedo, un desconocimiento... no
confundas.
Averigua con la sinceridad imprescindible en estos casos
de dónde proviene. Que tu Yo Observador observe.
¿Es una infelicidad razonable y consistente?
No tienes que preocuparte por la infelicidad, sino por su
origen. Es como si te asustaras por oír el rugido de un león;
lo que ha de asustarte es si el león está suelto y estás a su
alcance, y no la manifestación sonora.
¿Tiene alguna utilidad la infelicidad?
Que se aprende mucho, ¿eso dices?
Se puede aprender en todo. Se puede aprender en la
infelicidad, pero también en la felicidad y en el amor, y es
mucho más cómodo, más agradable, más enriquecedor, y
menos sufriente.
Ten cuidado: Te saca de tu centro, juega con tu calidad de
vida y la convierte en algo no gozoso, no esperanzado,
alejado de tu obligación de ser feliz.
Francisco de Sales
LA INFELICIDAD
Nos enseñan que la felicidad viene, de una parte, por la relación con
familiares y amigos, y de otra, por la consecución de muchos bienes
materiales, en los que parece ser que delegamos la responsabilidad de que
nos produzcan felicidad.
La infelicidad encuentra un motivo de manifestarse si nos falta alguna de estas
cosas: éxito, aceptación, dinero, fama, poder, amor, Dios, espiritualidad,
amistad… y, claro, siempre falta algo. En la medida que seamos comprensivos
con el hecho de que no han de ser esas cosas las que nos provean de
felicidad, ni de infelicidad, sino que es tarea y responsabilidad exclusivamente
nuestra, y que por otra parte no se puede tener todo, descansaría nuestra vida
con la tolerancia que produce saber esto con seguridad. No lo tengo todo… ¿y
qué pasa? porque nada tiene que pasar, salvo que nos sintamos motivados
para tratar de conseguirlo, sin obsesión y sabiendo que tenerlo o no, no ha de
cambiar nuestra esencia feliz, que se ha de mantener a salvo de ese asunto.
Si seguimos en la idea de que son las cosas quienes nos proveen la felicidad,
corremos el grave peligro de apegarnos a las personas o cosas proveedoras, y
el proceso es siempre igual: adquirir la persona o cosa, aferrarse a ella para
que no nos falte, y eliminar toda posibilidad de perderla, creando todo ello, por
supuesto, una dependencia emocional y una tensión insoportable: por la
angustia que produce el poder verse privado de ello, y el pavor ante el hecho
de que la pérdida fuese definitiva. Demasiada complicación.
Si pierdes algo… ¿qué pasa? te sigues teniendo a ti, siempre, y tú has de
estar por encima de eso, siempre.
Si sientes que hay ataduras que te hacen dependiente de una cosa, deshazte
de la cosa. Sea lo que sea, no vale más que la tensión y esclavitud que te
produce esa dependencia. Tu libertad vale más.
Lo que pasa es que un yo pequeño y asustadizo va a tratar de boicotear el
proceso, y va a hacer todo lo posible por seguir en ese papel de tirano en el
que lleva muchos años de mal reinado.
Y el caso es que es muy fácil desapegarse de las cosas. No se requiere
ningún esfuerzo, no hay peligro en ello, no hay un ritual ocultista, y está al
alcance de cualquiera… que se quiera dar cuenta, porque no hace falta más
que esto: atención y honradez. Darse cuenta. Verlo con los ojos nítidos del
descondicionamiento. Dándose cuenta de que uno estaba programado y ahora
se quiere desprogramar. Y el reconocimiento de que uno puede ser feliz a
pesar de que te falte una amistad o un bien material.
Te lo has pasado mal ante la desaparición en tu vida de un ser querido o
apreciado. Te has angustiado ante otras pérdidas, pero has comprobado más
adelante que puedes volver a retomar la sonrisa y puedes volver a sentir la
dulce caricia de la felicidad. Y no es malo. No has cometido ningún delito por
seguir en la vida y tratar de que sea buena. Aquella creencia de “no puedo
vivir sin…” era un error de tu programación y lo has comprobado.
Francisco de Sales
LA INFELICIDAD
Francisco de Sales
LA INFELICIDAD
Francisco de Sales
LA INFELICIDAD
abierto para que lleguemos a los premios merecidos, a los dones conquistados,
a las gracias que nos corresponden en justicia, y a la recompensa
meritoriamente ganada.
RESUMIENDO
A descartar urgentemente: insistir en la infelicidad, regodearse en
ella, quedarse más del tiempo necesario, admitirla como
inevitable, darle fuerza, preponderancia o poder, pensar en ella,
admitirla como parte de la vida, aceptarla como compañera…
nada aporta, pero entorpece, desmoraliza, pesa, agravia, frena,
duele, se clava…
Francisco de Sales