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El Área de Religión, Filosofía y Ética I, es fundamental para la formación integral de los futuros
docentes quienes deben responder a diversas necesidades educativas como también a los
grandes retos de una sociedad en constante cambio, competencia y avance científico.
Precisamente en medio de una sociedad que prescinde de Dios y de la verdad, necesitamos
educadores que estén en armonía con Dios y con los demás. Un educador transformado por el
Evangelio es capaz de mover el corazón y enseñar a los alumnos a no ser solamente competentes,
sino también hombres de fe, espirituales y dignos de toda confianza. Hoy más que nunca
necesitamos vivir una autenticidad cristiana y ¿qué es la autenticidad cristiana?, es vivir en
pensamientos, palabras y obras, la verdad de nuestro propio ser; verdad que encontramos en
Dios, y se ve reflejada en el mensaje evangélico de Cristo. Somos cristianos y ser cristiano significa
ser de Cristo…
Es importante ubicarnos en la importancia de la Religión, de la Filosofía y de la Ética y su
contribución al desarrollo de los estudiantes propuesto en el Diseño Curricular Nacional, que
consiste en una formación integral, la cual no puede obviar la dimensión espiritual, en la que se
encuentra el componente religioso inherente a todos los seres humanos.
El conocimiento de la religión, la ética y la filosofía es un requisito previo importante para la
interpretación de la vida, la conciencia ética y la comprensión del mundo a través de las fronteras
religiosas y éticas. Así mismo para la práctica y vivencia de valores..
El desarrollo y estudio de los temas propuestos en “El Hombre al encuentro de Dios” permitirán
a los alumnos una comprensión de lo trascendente así como de la vida. El curso proporcionará los
conocimientos del cristianismo, otras religiones y creencias y los temas éticos y filosóficos. Así
mismo Se proporcionará el conocimiento de la importancia de la herencia del cristianismo para
nuestra comunidad.
El curso será un lugar de encuentro para estudiantes con diferentes antecedentes, que deben ser
tratados con respeto. La educación debe proporcionar espacio para el asombro y la reflexión. Por
otra parte, el tema será contribuir a la capacidad de diálogo entre personas con diferentes puntos
de vista de las cuestiones religiosas y éticas. Esto implica el respeto de los valores religiosos, los
derechos humanos por razones éticas.
Es muy posible que en diversas oportunidades hayas conocido personas que buscan al Señor,
quizás Tu también lo buscas, familias enteras que se hacen responsables del acontecimiento del
Reino de Dios en el mundo de hoy. Por el contrario, conocerás también personas que son
indiferentes a todos estos problemas religiosos. Compañeros de curso, alegres y simpáticos, que
en sus discusiones ponen en duda tu fe y te encuentras, ante sus objeciones sin saber que
responder o que hacer, desconcertado…estudia, investiga pero sobre todo abre tu corazón a la
única verdad que es CRISTO.
ROCIO
ANEXO N° 01
Tomar conciencia del encuentro del hombre con Dios y de Dios con el Hombre.
Evaluar las diversas perspectivas que explican el fenómeno religioso como una
manifestación psicológica, filosófica y sociológica de los pueblos que les permitan
desarrollar una actitud criticas frente a ellas.
Fundamentos pedagógicos: Los estudiantes necesitan aprender a aprender y a saber. Para el caso,
necesitan aprender a plantearse correctamente el problema del hecho religioso y manejar las
fuentes para el estudio reflexivo y critico de las experiencias y su formación espiritual y
trascendente. De esta forma construirán la visión objetiva de ella y la podrán valorar como un
camino para orientar su vida.
Fundamentos sociales: Los estudiantes necesitan identificar la función social de los fenómenos del
origen y la evolución de las religiones, sus manifestaciones concretas, sus aportes e influencias en la
sociedad actual como parte, incluso de la promoción humana y al desarrollo social.
Fundamentos de derechos humanos: Los estudiantes tienen derecho a una educación integral
que no puede desconocer la dimensión espiritual y trascendente de la persona y de la cultura.
MODULO I: RELIGIÓN
ESQUEMAS MENTALES DE LOS TEMAS A DESARROLLAR EN EL MODULO DE RELIGION
II. LA RELIGION
III. LA RELIGION: RELACION DEL HOMBRE CON DIOS
.
VII. ¿POR QUÉ EXISTEN DIVERSAS RELIGIONES?
X. VIGENCIA DE LA RELIGION
CAPITULO I:
PRÓLOGO
CAPÍTULO PRIMERO:
I. El deseo de Dios
27 El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por
Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer hacia sí al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el
hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar:
La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con
Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque,
creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la
verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador (GS 19,1).
28 De múltiples maneras, en su historia, y hasta el día de hoy, los hombres han expresado a su
búsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones,
sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas
formas de expresión son tan universales que se puede llamar al hombre un ser religioso:
El creó, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la
tierra y determinó con exactitud el tiempo y los límites del lugar donde habían de habitar, con el
fin de que buscasen a Dios, para ver si a tientas le buscaban y le hallaban; por más que no se
encuentra lejos de cada uno de nosotros; pues en él vivimos, nos movemos y existimos (Hch
17,26-28).
29 Pero esta "unión íntima y vital con Dios" (GS 19,1) puede ser olvidada, desconocida e incluso
rechazada explícitamente por el hombre. Tales actitudes pueden tener orígenes muy diversos (cf.
GS 19-21): la rebelión contra el mal en el mundo, la ignorancia o la indiferencia religiosas, los
afanes del mundo y de las riquezas (cf. Mt 13,22), el mal ejemplo de los creyentes, las corrientes
del pensamiento hostiles a la religión, y finalmente esa actitud del hombre pecador que, por
miedo, se oculta de Dios (cf. Gn 3,8-10) y huye ante su llamada (cf. Jon 1,3).
30 "Se alegre el corazón de los que buscan a Dios" (Sal 105,3). Si el hombre puede olvidar o
rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la
dicha. Pero esta búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su
voluntad, "un corazón recto", y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios.
Tú eres grande, Señor, y muy digno de alabanza: grande es tu poder, y tu sabiduría no tiene
medida. Y el hombre, pequeña parte de tu creación, pretende alabarte, precisamente el hombre
que, revestido de su condición mortal, lleva en sí el testimonio de su pecado y el testimonio de
que tú resistes a los soberbios. A pesar de todo, el hombre, pequeña parte de tu creación, quiere
alabarte. Tú mismo le incitas a ello, haciendo que encuentre sus delicias en tu alabanza, porque
nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti (S. Agustín,
conf. 1, 1,1).
EN SINTESIS:
Gozarle en la vida
eterna.
VENIMOS DE DIOS
Volvemos a Dios
46 Cuando el
hombre escucha el mensaje de las criaturas y la voz de su conciencia, entonces puede
alcanzar a certeza de la existencia de Dios, causa y fin de todo.
47 La Iglesia enseña que el Dios único y verdadero, nuestro Creador y Señor, puede ser
conocido con certeza por sus obras, gracias a la luz natural de la razón humana (cf.
Cc.Vaticano I: DS 3026).
1.2 Realidad Religiosa: Luces y
sombras.
LINEAMENTA 1996
El progresivo indiferentismo religioso lleva a la pérdida del sentido de Dios y de su santidad, lo cual a
su vez se traduce en una pérdida del sentido de lo sacro, del misterio y de la capacidad de admirarse,
como disposiciones humanas que predisponen al dialogo y al encuentro con Dios. Tal indiferentismo
lleva casi inevitablemente a una falsa autonomía moral y aun estilo de vida secularista que excluye a
Dios. De la pérdida del sentido de Dios se sigue la pérdida del sentido del pecado, el cual tiene su raíz en
la conciencia moral del hombre. Este es el otro gran obstáculo para la conversión.
El pecado, como revelan las fuentes bíblicas, es ante todo ruptura con Dios, desobediencia a su Santa
Ley (Gn. 3,1 ss.; Rm 7,25); pero es también ruptura y división entre los hermanos (Gn. 4, 1-16).
El Papa Pio XII, en una carta dirigida al episcopado de los Estado Unidos de Norteamérica, alertaba a los
Pastores de la Iglesias con aquellas proféticas palabras: “El mayor pecado del siglo es la pérdida del
sentido del pecado”. En la misma línea el Papa Juan Pablo II decía:”¿Tenemos una idea justa de la
conciencia?...El hombre contemporáneo, ¿no vive bajo la amenaza de un eclipse de la conciencia?...¿de
un entumecimiento, o de una anestesia de las conciencias?
En algunas partes un cierto abandono de la práctica frecuente del sacramento de la penitencia no es
sino la consecuencia lógica de esa doble perdida, del sentido de dios y del sentido del pecado.
Con preocupación se constatan en el Continente americano algunos elementos de división que
constituyen otros tantos reclamos para la conversión y reconciliación, tanto a nivel individual como
social:
Diversas formas de discriminación racial, cultural y religiosa. A esta
realidad se suma una tendencia deshumanizadora que se difunde por los
medios de comunicación, exaltando la violencia, el erotismo, y una mentalidad
subyacente contra los valores humanos y ev angélicos de los pueblos de
América.
La ignorancia religiosa de muchos fieles es causa de división, pues muchos se
apartan del único rebaño para quedar a merced de ofertas engañosas de
sectas, de ideologías ateas, de mesianismos humanos, etc.
Los contrastes y tensiones entre cristianos que agudizan diferencias
doctrinales y discordancias en opciones pastorales o disciplinares. La difusión
de una crisis de obediencia y de fe ante el Magisterio de la Iglesia.
Con respecto al tema del respeto a la vida humana es otro de los aspectos
sobre los cuales puede y debe trabajarse incansablemente. El fomento de una
mentalidad favorable a la vida humana, que la respete, la estime y la acoja en
todas sus fases, es una exigencia frente a la “cultura de la muerte”, que bajo
distintas formas se presenta en la sociedad.
SECULARISMO ATEO
(EVANGELII NUNTIANDI)
Esta exhortación apostólica de pablo VI considera 2 esferas hacia las cuales debe la iglesia dirigir su
acción evangelizadora.
La primera es aquella que podemos llamar el aumento de la incredulidad en el mundo moderno. Desde
el punto de vista espiritual, este mundo moderno parce debatirse siempre en lo que un autor
contemporáneo ha llamado “el drama del humanismo ateo”.
Además señala el Papa hay que constatar en el corazón mismo de este mundo contemporáneo un
fenómeno, que constituye como su marca más característica: el secularismo…una concepción del
mundo según la cual este último se explica por sí mismo sin que sea necesario recurrir a Dios. Dios
resultaría pues superfluo y hasta un obstáculo. Dicho secularismo, para reconocer el poder del hombre,
acaba por sobrepasar A Dios e incluso por renegar de él.
Surgen así nuevas formas de ateísmo, un ateísmo antropocéntrico, no ya abstracto y metafísico,
sino pragmático y militante.
En unión con este secularismo ateo, se nos propone todos los días, bajo las formas más distintas, una
civilización del consumo, el hedonismo erigido en valor supremo, una voluntad de poder y dominio,
de discriminaciones de todo género: constituyen otras tantas inclinaciones inhumanas de este
“humanismo”
Utilizando los conceptos dados sobre religión, filosofía y ética yun organizador grafico, mapa
mental o conceptual, establece diferencias y semejanzas entre Religion, Filosofia y Etica.
3.3. Terminología Básica desarrollada en el curso:
1. Religión
2. Religiosidad
3. Fe
4. Revelación
5. Actitud religiosa
6. Experiencia religiosa
7. Religiones
8. Sacro
9. Secularismo
10. Ateísmo
11. Hierofanias
12. Hecho religioso
13. Fenómeno religioso
14. Fenomenología de la religión
15. Psicología religiosa
16. Acto religioso
17. Acontecimiento religioso
CAPITULO IV. EL FENÓMENO RELIGIOSO.
En todas las épocas, ha habido muchas personas que han sentido la necesidad de relacionarse con un
ser superior, con la divinidad, con un dios. La religión es un fenómeno universal que surge por la
necesidad de encontrar respuestas a las preguntas más profundas del ser humano: ¿de dónde venimos?
¿Cuál es nuestra finalidad en el mundo? ¿Hay algo más allá de la muerte?
Por lo anterior, se afirma que el hecho religioso –comportamiento religioso de la sociedad es elemento
constitutivo de la vida cotidiana de las sociedades como cultura religiosa, lo que a posibilitado la
formación religiosa de los adeptos o militantes de una religión y la educación religiosa escolar como
uno de los componentes básicos de la formación integral de un miembro de la sociedad o ciudadano,
amparados en el derecho fundamental a la libertad de cultos.
Este hecho cultural ha obligado a la sociedad organizada a establecer una serie de normas regulativas
del comportamiento de los miembros a una religión, movimiento religioso o secta, como parte de la
identidad de un Estado (Estado confesional) o como parte del reconocimiento de los derechos
inalienables de los sujetos humanos, en cuanto sujetos de derechos humanos, en las sociedades
areligiosas o Estados aconfesionales.
Si esto es así, el Estado no puede estar ajeno a las manifestaciones de religiosidad de sus asociados, y ha
de entrar a regular una serie de comportamiento, que si bien tiene su protección legal en el derecho
fundamental de la libertad de cultos, no se le pide al Estado que legisle y regule el creer o no creer, el
practicar o no una religión, sino cómo permitir en términos de igualdad legal el ejercicio libre de la
libertad de cultos. Por tanto, lo religioso entra en la órbita del orden público y se convierte en un bien
público, donde el Estado debe entrar a normativizar.
4.2. Fenómeno y hecho religioso.
La palabra fenómeno suele incluir un cierto sentido de grandiosidad, manifestación pública, de
extraordinario, exageración, credulidad,etc. , que no forzosamente coinciden con la realidad o
verdad
Fenómeno. (Del lat. phaenomĕnon, y este del gr. φαινόμενον). m. Toda manifestación que se hace
presente a la consciencia de un sujeto y aparece como objeto de su percepción. || 2. Cosa
extraordinaria y sorprendente. || 3. coloq. || || 5. Fil. En la filosofía de Immanuel Kant, lo que es objeto
de la experiencia sensible. || 6. adj. coloq. Muy bueno, magnífico, sensacional.
Es muy freceuente , en todas las ciencias religiosas, el empleo del vovablo HECHO para englobar
cuantos actos, acontecimientos o fenómenos se relacionan con alguna dorma de practicar la
religión.
En todas sus formas históricas, el fenómeno religioso presenta tres caracteres: 1) Una doctrina sobre el
origen y el destino del hombre. 2) Una moralidad. 3) Unas formas de relacionarse con la divinidad,
individual y socialmente (oración y culto). Todo lo anterior se cumple en cualquier forma de lo religioso
y en todas las épocas. Lo peculiar de este siglo pasado fue que en él se decidió la validez de un
pronóstico. Según algunos filósofos del XIX y principios del XX, la religión iba a quedar para siempre
superada por el progreso histórico. En cuanto al hecho religioso, ha sucedido más bien lo contrario: lo
superado son aquellas ideologías. Mas ellas nos han dejado un cierto vacío de filosofía de la religión.
Parece obligado, pues, comenzar dando una explicación –breve– del espíritu antirreligioso de buena
parte de la filosofía reciente. El hecho no puede ser pasado por alto, porque religión y filosofía se han
dado casi siempre muy juntas, aunque claramente distinguidas; y esa proximidad ha aportado ideas e
inspiración. ¿Cómo se rompió el lazo? Creo que esta pregunta nos remite a Hegel. Ruego al lector que
tenga la paciencia de leer los párrafos que siguen. No se preocupe si se le escapa el detalle, bastará
considerar cómo eso que más arriba llamábamos «postulado racionalista» (lo que no puedo entender,
no puede ser) llegó hasta el ateísmo por su lógica interna.
El «Espíritu» de Hegel
G. W. F. Hegel (1770-1831) concibió la filosofía como «actividad pura» del pensamiento, es decir, no
una actividad particular, explicable señalando el objeto «determinado» que produce; la filosofía es «el
pensamiento que reflexiona», dice Hegel. Pero el pensamiento es lo absoluto, la actividad que se
produce por sí misma. Luego pensar es producción; y lo que produce (objetos) nunca agota su poder de
seguir pensando; de ahí que el pensamiento sea libertad frente a todo objeto (Naturaleza, cultura, etc.).
Cuando el pensamiento comienza a ocuparse de sí mismo, a ser «pensamiento del pensamiento»,
aparece la filosofía –como Hegel la entiende– y, con ella, el espíritu cobra conciencia de sí como
libertad. Como la ciencia, se vale de conceptos universales, y como la religión versa sobre lo infinito.
Pero la religión pone a Dios como «separado», lejano y se postra ante Él; la filosofía, por el contrario, lo
piensa y lo vive, la filosofía «es» Dios, cuando llega a madurez:
«Es verdad que la filosofía tiene algunos objetos en común con la religión, por ser el objeto de ambas la
verdad en el sentido más alto de la palabra; esto es, en cuanto Dios, y solamente Dios, es la verdad.
Además, ambas tratan del reino de lo infinito, de la naturaleza y del espíritu humano, y de las relaciones
que tienen entre sí y con Dios, como su verdad» (G. W. F. Hegel, Enciclopedia de las ciencias filosóficas,
«Introducción», § 1).
4ª. Origen metafísico. Henri Bergson (1859-1941) plantea la religión en los mismos términos que el
hombre: «la religión, por ser coextensiva con nuestra especie, debe participar de su estructura».
Ahora, en su metafísica la «vida», o élan vital, ocupa el lugar del «ser» en la de Aristóteles o Tomás
de Aquino; la vida es evolución creadora, y se manifiesta en formas crecientes. La energía creadora
emerge de la materia y se manifiesta como vida, surge de la vida orgánica manifestándose como
inteligencia; por fin, el hombre es la conquista máxima de ese impulso vital. Mas, en el hombre, la
vida sigue tendiendo a la perfección; de modo que la religión es, antes que la filosofía, la forma de
ese impulso. Distingue Bergson una religión estática, o natural, de valor social y común a todos los
hombres; y una religión dinámica, o mística, que culmina en la mística cristiana. Bergson estudió con
profundidad a los místicos y llegó a la conclusión de que en ellos la salud espiritual, el vigor, el
gusto por la acción y la robustez intelectual alcanzan su máxima expresión.
Max Scheler (1875-1928), en su obra Vom Ewigen im Menschen (Lo eterno en el hombre, 1920-22),
considera también que la religión radica en la esencia del hombre y que existe una «esfera» de
objetos y actos que le son propios; según eso, para fundamental la religión no es imprescindible la
metafísica. En el mundo se capta lo divino, nos sentimos como requeridos por Dios. Esta forma de
darse Dios al hombre es una revelación natural; ahora, según Scheler, «todo saber religioso acerca
de Dios es también un saber mediante Dios en el sentido del modo de recepción del saber mismo».
El saber metafísico es válido y alcanza el mismo objeto que el religioso, pero éste lo alcanza
independientemente. En los actos religiosos Dios se muestra como el Absoluto: «Las cuatro
determinaciones: ens a se, infinitud, omniactividad y santidad, son las determinaciones más
formales de un ser y un objeto de la esencia de lo divino. Como tales están envueltas en los objetos
intencionales de toda religión: de la más baja como de la más alta y absoluta». En fin, de los actos
religiosos se desprende una demostración de la existencia de Dios; según Scheler:
«Sólo un ente real, con el carácter esencial de lo divino, puede ser la causa de la disposición
religiosa del hombre, es decir, de la disposición para el ejercicio real de aquella clase de actos, que
no pueden cumplirse con la experiencia finita y, no obstante, exigen cumplimiento (Erfüllung). El
objeto de los actos religiosos es, al mismo tiempo, la causa de su existencia». Para el filósofo
alemán, esta prueba es válida por sí misma y suficiente: «Si ninguna otra cosa probara la existencia
de Dios, la probaría la imposibilidad de derivar la disposición religiosa del hombre de otra cosa que
de Dios» (Vom Ewigen im Menschen, págs. 547 y 553).
4.5.Fenomenología de la religión
El fenómeno religioso despliega ante nosotros un campo de realidades que podemos describir del
siguiente modo:
1ª) Existe una «esfera de valores», u objetos religiosos. Se trata de un tipo de realidad original,
irreductible. Muchas veces se ha pretendido reducir lo religioso a otro tipo de realidad o vivencia
(psíquica, social, estética, etc.); sin embargo, es preciso reconocer en el interior del hombre, de su
inteligencia, voluntad y corazón, una capacidad por la que se refiere a Dios, o al Absoluto, de un
modo especial, distinto de cualquier otro, como cuando ora o clama a Dios.
2ª) Esos «valores religiosos» tienen una conexión esencial con el hombre. No sólo existen y son
específicos, además se vinculan con nuestro ser y no de manera accidental, ni casual. Se trata de
atender a la realidad humana como «animal religioso».
La historia confirma que cada pueblo y civilización tiene una religión. La universalidad del hecho
invita a buscar en el hombre su raíz. El hecho en cuestión es la experiencia de nuestra radical finitud;
experiencia que se acrecienta y ahonda con el paso de los años. El ser humano se da cuenta de su
limitación, de su indigencia en el ser, en el poder, conocer, etc., por contraste con la sabiduría,
felicidad o seguridad a las que aspira. Todo ser humano tiende hacia algo para lo cual se sabe
radicalmente impotente. Esta característica de la religiosidad ha sido subrayada como un hecho
fundamental por la mayoría de los filósofos. Recordemos a Pascal, para quien la excelencia de la
razón está en poder llegar a comprender que no puede comprenderlo todo, y siendo la razón lo
propio y distintivo del ser humano éste se descubre referido a Dios. Kant señaló a Dios como
necesario para sostener la moralidad. Friedrich E. D. Schleiermacher (1768-1834) puso la esencia del
sentimiento religioso en el «sentimiento de dependencia», constitutivo del hombre. En el siglo XX
Bergson, Otto, Scheler, Boutroux, etc., coinciden también en identificar el núcleo de la conciencia
religiosa en ese sentimiento de absoluta dependencia y de anhelo de salvación, propio del alma
humana. El existencialismo, por su parte, tomó como experiencia original la angustia del hombre
ante la nada, o las «situaciones límite», lo cual es equiparar la existencia humana con la
contingencia.
En toda vivencia religiosa está implicada la referencia a «lo divino». ¿Cómo se puede describir este
objeto?
a) Lo divino es algo absoluto, el término de la adoración y las súplicas del hombre. Ello se
corresponde con la conciencia de la propia contingencia o «sentimiento de dependencia».
b) Lo absoluto es también omnipotente, su poder y actividad no tienen límite y a ellos encomienda
el ser humano su salvación (del mal terreno y del eterno).
c) El ser divino es también santo, esto es, dotado de perfección moral; se define la santidad como la
plena coincidencia entre el querer libre y el bien. La santidad divina justifica la adoración. Si la
divinidad no fuera santa, su poder sólo inspiraría temor. De este modo se inserta la moral en la
religión y Dios aparece como el único juez justo para con la verdad del hombre.
d) El ser divino es también misterioso, su realidad absoluta, omnipotente y santa es incomprensible,
para la razón humana, que la percibe como majestad de Dios.
e) En fin, el ser divino posee un atractivo fascinante. El hombre se siente irresistiblemente atraído
por Dios, fascinado por su misterio y grandeza; es una atracción a la que el ser humano no se puede
sustraer.
Para Scheler, en fin, el acto religioso es espontáneo y connatural a las facultades propiamente
humanas, como todos los actos del intelecto y la voluntad es intencional, es decir, remite más allá
de sí mismo y –esta es su peculiaridad– más allá del mundo (es decir, de la totalidad de lo finito
incluido el mismo sujeto humano). Se trata, por tanto, de algo que casi todos los pensadores
existenciales y personalistas coinciden en subrayar, a saber, que la apertura a la trascendencia no es
una peculiaridad psicológica, subjetiva, propia sólo de algunos individuos o tipos de personalidad,
sino una característica humana; de ahí que todo ser humano, sin excepción, la ejerza. Se trata de
una ley del espíritu, tan rigurosa como las leyes de la lógica: todo espíritu finito cree en Dios o en un
ídolo. «Al que niega a Dios hay que mostrarle (antes de la prueba de su existencia), con los hechos
de su vida, que él tiene y posee un bien, una cosa que en cada momento de su vida trata de hecho
como un Dios, como una cosa de esencia divina; debe hacerse consciente de esa cosa y, por el
salvador camino de la desilusión, comprender que esa cosa es un ídolo».
LA RELIGIÓN EN NUESTRO MUNDO
En este mapamundi puedes observar la difusión de las principales religiones actuales en
nuestro planeta.
4.7. LOS GRANDES INTERROGANTES DEL SER
HUMANO.
Son preguntas que en unos momentos o en otros todos nos hacemos, sobre todo en situaciones
extremas de soledad, fracaso, situaciones límite como la muerte de un familiar o un amigo, un
accidente grave, una enfermedad incomprensible...
Ante estos interrogantes, entre los jóvenes suelen darse dos actitudes :
- Evadirse: es la actitud del no querer enfrentarse, y en este sentido, es una actitud cobarde. Quien
se evade no crece como persona y poco a poco se convierte en marioneta que otros mueven a su
antojo y según sus intereses. Hay unos caminos que facilitan la evasión: el dejarse llevar por lo que
dice y hace “todo el mundo”, las drogas y el alcohol, la superficialidad, el pasotismo, la
irresponsabilidad, la bulla...
- Buscar: es la actitud del que no se conforma con seguir la corriente, del responsable, del que
quiere crecer como persona. Hay también unas ayudas que facilitan esa actitud: el silencio, la
reflexión, la revisión del día, música y lectura apropiados para crear un clima de interiorización, las
buenas compañías...
Hablar hoy de temática religiosa, manifestarse uno creyente parece un anacronismo, es decir, algo
propio de otro tiempo, fuera de nuestra época. Pero no debemos precipitarnos: una atenta
observación de nuestro entorno social nos invita plantearnos preguntas como ésta:
¿VIVIMOS UN TIEMPO DE INCREENCIA O UN TIEMPO DE CREDULIDADES?
La realidad de nuestro entorno social nos dice, pues, que a pesar de que algunos se manifiestan
increyentes vivimos un tiempo de credulidades. ”... Ciertamente la postmodernidad no pone reparos
en creer lo increíble. Ya escribió con buen tino Chesterthon: “Desde que los hombres han dejado de
creer en Dios, no es que no creen en nada. Ahora creen en todo”.
¿Es religiosa la persona del siglo XXI?
Si por religioso entendemos el hecho; de interesarse por los enigmas fundamentales de la vida hay
que decir que empezamos un siglo religioso. Si por religioso entendemos una referencia a un Ser
Superior que; trasciende este nuestro mundo y nuestra existencia, que supone el reconocimiento
explícito de Dios, y que exige una vida conforme a una moral determinada..., entonces ya no serían
tantas.
Pero ¿qué es eso que llamamos religión?
La religión es el reconocimiento por la persona de un Ser Superior, más allá de nuestra experiencia,
que, al estar en relación con nosotros, da sentido a nuestra existencia humana y a toda la realidad
que nos rodea.
- Dar sentido: la palabra sentido equivale a “significado”, “dirección”. Las religiones, todas y cada
una, han pretendido dar respuesta a las últimas preguntas, a los grandes interrogantes que
preocupan a la persona. Significa, sobre todo, responder a estas dos preguntas: ¿por qué?, ¿para
qué?
- Dar sentido a la propia existencia: la persona se pregunta por las experiencias que
le suceden en su vida: la enfermedad, el amor, la felicidad, el dolor, la muerte. Y en ese
Ser Superior encuentra la respuesta sobre el sentido de sus experiencias positivas y
negativas. Aunque no halla la solución clara o total, encuentra al menos la dirección
hacia dónde apuntan esas experiencias.
- Dar sentido a toda la realidad: La persona se ve rodeada de un mundo que le
plantea también preguntas y, por tanto, necesita respuestas. Respuestas que den
sentido a todo, que sean capaces de “encajar” todas y cada una de esas realidades
que llamamos “mundo, y todas nuestras experiencias en él. Es lo que llamamos una
“cosmovisión”. Es decir, el sentido que tiene el mundo como totalidad, y cada realidad
en particular. Las religiones pretenden dar razón del mundo como tal: su origen, su
destino final, su organización. Y después, dar razón de cada parte del mundo en
relación con el todo: sus problemas, sus dolores, su origen, su destino final...
4.8 DOS POLOS EN RELACIÓN: DIOS Y EL HOMBRE
. Elementos que configuran la auténtica experiencia religiosa
DIOS
MANIFESTACION
REVELACION
HIEROFANIAS
TEOLOGIA
HOMBRE
RELIGION
FE
ACTITUD
EXPERIENCIA
En toda experiencia religiosa existen dos polos: el Ser Superior, Dios –realidad
invisible- y el ser humano. Entre uno y otro hay una distancia insalvable que, en
parte, es suplida por las mediaciones. Mediante ellas, Dios se manifiesta en la
vida de las personas, y éstas se relacionan con Él.
El Misterio, Ser Supremo, Dios, se da a conocer en la historia y en la vida de las
personas de muchas maneras.
Jacob se quedó allí a pasar la noche. Tomó una piedra del lugar, se la puso
como almohada y se acostó en aquel lugar.
Tuvo un sueño. Una rampa, plantada en tierra, tocaba en el extremo el
cielo. Mensajeros de Dios subían y bajaban por ella. El Señor estaba en pie
sobre ella y dijo: -Yo soy el Señor, Dios de Abrahán tu padre y Dios de
Isaac. La tierra en que yaces te la daré a ti y a tu descendencia...»
Despertó Jacob del sueño y dijo: -«Realmente está el Señor en este lugar y
yo no lo sabía». Y añadió aterrorizado: -«¡Qué terrible es este lugar! Es
nada menos que casa de Dios y Puerta del Cielo.»
Jacob se levantó de mañana, tomo la piedra que había servido de
almohada, la colocó a modo de estela y derramó aceite en la punta. Y
llamó al lugar Casa de Dios”
(Gén. 28, 11-13. 16-19)
Los dos polos son Dios y Jacob; la hierofanía o la manifestación de Dios es el sueño de Jacob. Jacob
lo convierte en lugar sagrado, separado de lo profano, porque allí se había comunicado con Dios.
* Debes prestar atención a las hierofanías, a las manifestaciones de Dios en tu vida que pueden
darse en torno a la naturaleza, a los acontecimientos de la vida, en las huellas de bien vivir y bien
hacer que algunas personas nos van dejando...
4.9. CIENCIAS QUE ESTUDIAN EL FENÓMENO O HECHO
RELIGIOSO.
Filosofía de la religión.
La filosofía de la religión no puede ahorrarse lo que Hegel llama el
"esfuerzo conceptual". Es una empresa eminentemente teórica. Según
él, la función de esta disciplina no consiste en hacer a los hombres
religiosos, ateos o agnósticos, sino hacerlos lúcidos. La filosofía de la
religión como cualquier otra filosofía, tiene grandes obligaciones
contraídas con el verbo ser, no basta con describir cómo funciona la
religión, ni para que sirve. Es necesario intentar la definición
sustantiva, la que se pregunta por el ser de la religión. Esta pregunta
está de antemano condenada al fracaso si se renuncia a la ayuda que le
viene de las ciencias de la religión:
- Fenomenología del hecho religioso: Comprensión del hecho religioso
en la variedad de sus manifestaciones. Aproximación aséptica,
descriptiva (Mircea Eliade)
- La Sociología de la Religión: El filósofo no puede definir la religión
ignorando que es un producto social que configura las prácticas y
creencias de sus fieles (Weber, Durkheim)
- La Psicología de la Religión: Pone de manifiesto que el ímpetu religioso del hombre, cuando se da,
puede deberse a infinidad de factores: asombro, miedo, indefensión, deseos insatisfechos, etc. (Freud).
- La Historia de las religiones: Quien solamente conoce una configuración del hecho religioso
difícilmente podrá filosofar sobre él.
Pero admitidas todas estas valiosas ayudas sigue pendiente nuestra tarea: lograr una definición
sustantiva de la filosofía de la religión.
El teólogo P. Tillich es muy contundente al respecto. El objeto de la filosofía de la religión -escribe- es la
religión, pero la religión se resiste a ser objeto de la filosofía{2} . En la misma línea se expresa W.
Trillhaas{3} . La experiencia religiosa fue descrita por R. Otto como "tremenda y fascinante". Tremenda
porque roza lo terrible, fascinante porque se adentra en lo extático y arrebatador.
Fueron los místicos los que supieron de todo esto, no los filósofos. No son los hombres, los que acceden
a Dios, sino Dios, que desciende hacia nosotros. Parecía necesario recordar esa versión fuerte de
religión. Sus protagonistas, místicos y teólogos, no necesitan los servicios de la filosofía, pero la filosofía
si los necesita a ellos. Con todo, la filosofía de la religión, no puede partir de la sublime experiencia de
un místico, su punto de partida será la aldea, es decir, la normalidad. Podemos atenernos a la definición
de J. Martín Velasco:
"Un hecho humano específico que tiene su origen en el reconocimiento por parte del hombre de una
realidad suprema, la cual confiere sentido último a la propia existencia, al conjunto de la realidad y al
curso de la Historia" {4} .
A este concepto de religión suelen atenerse los proyectos de filosofía de la religión existentes. Por
encima de notables diferencias hay algo que los une: Todos insisten en que la filosofía de la religión es
filosofía. Sus primeros cultivadores (Hume, Kant, Hegel) fueron filósofos. Para determinar en que
sentido sea filosofía es conveniente asomarse a algunas definiciones de esta disciplina.
En 1982 publicó L. Kolakowski un libro{5} en el que aparecen los grandes temas de la teología natural,
la teología revelada, de la filosofía de la religión y de las ciencias de la religión: trata de teodicea, del
Dios de los filósofos, del Dios de los místicos, de lo santo y de la muerte, de lo inefable, del lenguaje y del
tabú.
Parece desprenderse que la filosofía de la religión se caracteriza más por un estilo que por un temario.
Aunque Kolakowski no ofrece ninguna definición de filosofía de la religión, distingue entre la tradición
alemana y la anglosajona. Para la primera, la filosofía de la religión es parte constitutiva de la filosofía
de la historia. En cambio la filosofía analítica procede de forma empírica, intentando probar
racionalmente sus contenidos. Kolakowski, propone llevar a cabo una síntesis con lo mejor de ambas
tradiciones.
B. Welte{6} , conocido filósofo católico, amigo de M. Heidegger, publicó su Filosofía de la religión, 1982,
por las mismas fechas que la de Kolakowski. En ella se afirma:
"La filosofía de la religión es un pensar filosófico que versa sobre al religión y por tanto, pone todo su
empeño en esclarecer intelectualmente la esencia y la forma de ser de esta. La filosofía de la religión
aborda la pregunta: ¿Qué es la esencia de la religión?"
Sin embargo Welte, coloca a Dios como centro de su reflexión en lugar de a la religión y dando más
importancia al culto y a la oración que a la filosofía, al estilo de Unamuno.
"Un miserere, cantando en común por una muchedumbre, azotada del destino, vale tanto como una
filosofía" {7}
Uno de los hombres que han presionado a la filosofía de la religión para que, de una forma crítica y
abierta encarne los viejos temas ha sido E. Bloch. Su gran obsesión fue el "mal metafísico", el que no
cabe a tribuir a los hombres, al orden social capitalista. Su expresión máxima es la muerte, a la que
Bloch llama hacha de la nada, devoradora de toda teología. A Bloch le parecía absurdo que el hombre
acabe igual que el ganado.
Algo desmedidas parecen las expectativas con las que W. Dupré {8} se acerca a esta disciplina. Por
supuesto, le encomienda al estudio de los temas que afectan al sentido de la vida: pero además, le pide
que haga horas extras , y profundice en los siguientes temas: su relación con la metafísica; el concepto
de experiencia religiosa; lo religioso y su simbólica; la relevancia cultural del mito y el símbolo; el
problema de Dios, el significado de la aparición y ocaso de las religiones; el lugar de la conciencia
religiosa y de la teología en el mundo del espíritu; la relación entre ciencias de la religión y filosofía de
la religión; el influjo de la religión sobre las ideologías y las cosmovisiones; la religión en el entramado
de la ética, la política y la economía; la importancia de la religión para la verdad de la existencia
humana.
Esta generosa asignación de funciones denota que la filosofía de la religión dista mucho de ser un
campo unificado de temas, métodos y resultados, predominando una desconcertante pluralidad (p. e.
no hemos hablado de los ingentes desarrollos analíticos del lenguaje religioso, en seguimiento del
segundo Wittgenstein).
En conclusión:
La filosofía de la religión es una disciplina joven que busca aún su identidad, sin embargo, ocurra lo que
ocurra, mantendrá dos características:
1. La amplitud temática.
2. La filosofía de la religión es una reflexión crítica, abierta rigurosa y no confesional sobre los temas
relacionados con la religión. Pensamos que es asumible el catálogo de tareas confeccionadas por Dupré.
4.10.LA UNIVERSALIDAD DEL HECHO RELIGIOSO
Un hecho universal
Los hombres esperan de todas las religiones la respuesta a los misteriosos problemas
de la humana condición, que, como siempre, también hoy perturban lo más íntimo de
sus corazones: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido y la finalidad de nuestra vida?
¿Qué es el bien y qué es el pecado? ¿Cuál es el origen y cuál la finalidad del dolor?
¿Cuál es el camino para llegar a la verdadera felicidad? ¿Qué es la muerte, el juicio y
la retribución después de la muerte? Finalmente, ¿cuál es el misterio último e inefable
que rodea nuestra existencia, de dónde venimos y a dónde nos dirigimos?
El hecho religioso forma parte del hecho humano y de su historia. En todas las etapas de la historia de la
humanidad encontramos indicios suficientes para afirmar con fundamento
la existencia de actividad religiosa por parte de los seres humanos que han vivido en ellas.
Que la religión sea un hecho es una afirmación elemental, innegable. En cualquier ciudad que uno visite
se encuentra con múltiples datos de ese hecho. Lo más visible será la arquitectura: catedrales,
sinagogas, pagodas, mezquitas... Pero a poco que uno se interese por las artes, la encuentra también
presente en todas ellas: cuadros de pintores famosos, composiciones musicales, escultura, literatura... Y
luego, en la vida cotidiana: saludos, refranes, fiestas, el mismo nombre de ciudades y calles...
Es, además, un hecho de siempre. Es lo que dicen los
historiadores y los antropólogos quienes ya en la
prehistoria encuentran sepulturas, monumentos
megalíticos, pinturas rupestres, ofrendas y sacrificios,
danzas sagradas, ritos funerarios... Más tarde el culto a los
astros y a los dioses de la tierra. Las más cercanas a
nosotros son las religiones del mundo griego y romano,
que conocemos a través de sus mitologías. Y también los
dioses de las culturas precolombinas.
Ahora mismo somos testigos de la existencia de diversas religiones que llenan el mundo entero. Son
religiones muy antiguas como puede verse en sus libros sagrados: las Upanisads, la Biblia, el Corán...
Por la Biblia sabemos que el hombre, creado por Dios, tuvo con su Creador, desde el principio, una
relación personal.
El pecado original de los primeros padres y los pecados de sus descendientes hicieron que en bastantes
grupos humanos se perdiera buena parte del contenido religioso primitivo y se deformara la noción de
Dios y de sus relaciones con el hombre.
Por eso, al investigar la religión en los pueblos primitivos, nos encontramos con formas imperfectas de
religiosidad que podrían llevar a la falsa idea de que las religiones más perfectas son el fruto de un
proceso evolutivo de menos a más. Los estudios históricos más recientes rechazan plenamente la idea
de que la religión es algo explicable como fruto de una evolución a partir de una época de no religión.
Aseguran que el hecho de la religión se basa en una cierta actitud del hombre respecto a su propia
existencia, que consiste en que se sabe y se siente dependiente de un poder que es dueño del destino
humano. Pero la religión no consiste en una fe en ciertos fenómenos de poder, no es una veneración de
los espíritus, sino una fe en Dios.
En el terreno de la pura historia, hay indicios de actividad religiosa desde los orígenes de la humanidad.
Este es un hecho admitido por todos los historiadores. También ha demostrado la historia de las
religiones que el tener religión es un hecho absolutamente universal. Todos los pueblos que han
existido han tenido religión. La razón de este hecho tan decisivo es que el hombre es religioso por su
propia naturaleza. La huella de Dios en el corazón del hombre le lleva a buscarle, a adorarle y a amarle.
En la Prehistoria, concretamente en el Paleolítico, las pinturas rupestres, las estatuillas femeninas (que
representan a la Tierra, diosa madre), los restos funerarios, etc., indican claramente la preocupación del
hombre por el problema del más allá y la presencia en su vida de acciones rituales para establecer
relaciones con el Ser Supremo, fuente de toda bondad. Y esto aunque los hombres tuvieran que
ocuparse de luchar esforzadamente con el medio que les rodeaba, para sobrevivir.
Aunque los signos de actividad religiosa prehistórica están mezclados con elementos animistas
(creencia de que todo lo material está lleno de espíritus), fetichistas o mágicos (atribución de
propiedades sobrenaturales a ciertos objetos y acciones), contienen elementos de auténtica
religiosidad.
En la Antigüedad, las manifestaciones religiosas suelen tener un carácter nacional (cada pueblo tiene su
dios) y se caracterizan por creer que hay varios dioses (politeísmo), error del que siempre estará
protegido el pueblo de Israel. También ha demostrado la historia de las religiones que el monoteísmo
(hay un solo Dios) es anterior al politeísmo. De hecho, el politeísmo surge cuando la religión monoteísta
se degrada.
Desde el siglo VI antes de Cristo aparecen las religiones de gran difusión. En el Oriente, hinduismo y
budismo, que no creen en un Dios personal.
Ya desde los más remotos tiempos hasta nuestros días, en los diversos pueblos, se encuentra cierta
percepción de la misteriosa fuerza que se halla presente en el curso de las cosas y en los
acontecimientos de la vida humana, y a veces hasta un reconocimiento de la Suprema Divinidad, e
incluso del Padre. Esta percepción y este conocimiento infunden un íntimo sentir religioso en toda
su vida. Las religiones, íntimamente ligadas con el progreso de la cultura, tratan de responder a
dichas cuestiones mediante nociones más refinadas y con un lenguaje más elaborado. Así, en el
hinduismo, los hombres escudriñan el misterio divino, y lo expresan con una fecundidad inagotable
de mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofía: así buscan liberarse de las angustias de
nuestra humana condición, ya por especiales formas de vida ascética, ya por la profunda
meditación, ya refugiándose en Dios con amor confiado. En el budismo, según sus variadas formas,
se reconoce -la radical insuficiencia de este mundo mutable y se enseña un camino por el cual los
hombres, con devota confianza, pueden ya adquirir un estado de liberación perfecta, ya -mediante
su propio esfuerzo o con un auxilio sobrehumano- llegar definitivamente a la suprema iluminación.
En igual forma todas cuantas religiones existen en el mundo se esfuerzan por resolver la inquietud
del corazón humano por los más varios métodos, esto es, proponiendo caminos, es decir, doctrinas
y normas de vida así como ritos sagrados.
La Iglesia Católica no rechaza nada de lo que sea santo y verdadero en dichas religiones. Con
sincero respeto considera aquellas maneras de vivir y de obrar, así como sus preceptos y doctrinas
que, aun siendo tan diferentes en muchos puntos de lo que ella propone y defiende, sin embargo, a
veces, reflejan un rayo de aquella Verdad que a todos los hombres ilumina. Pero ella anuncia y está
obligada a anunciar incesantemente a Cristo que es camino, verdad y vida (Io. 14, 6), en el que los
hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en el que Dios reconcilió consigo a todas las
cosas.
(NA, 2)
LA ARQUEOLOGÍA NOS DA PISTAS
Aunque la historia de las religiones1 afirma que, en realidad, no
sabemos el momento preciso en el que “la humanidad comenzó a ser
religiosa”. Y a pesar de que no tengamos fecha exacta, un autor, N.
Smart, ofrece como primera fecha la de los 15.000 años atribuidos a
las pinturas rupestres de las cuevas de Lascaux
(Francia), pero mucho antes están atestiguados osarios de animales,
restos de enterramientos, estatuillas femeninas e incluso pinturas
rupestres, como las de las cuevas de Chauvet, y otros restos que muestran con claridad la preocupación
del hombre prehistórico por el problema de la muerte, y la presencia en su vida.
Junto a sus actividades cotidianas de supervivencia (caza, pesca, recolección…) aparecen otras que los
especialistas califican de “mágico-religiosas”, que buscan establecer relaciones eficaces con realidades
suprahumanas capaces de hacerse presentes en sus vidas y de influir en ellas.
También la vida de las sociedades tradicionales antiguas, de cultura preliteraria, está llena de signos de
actividad religiosa que la etnología y la antropología social y cultural estudian. Un rasgo muy concreto y
significativo es que en todas estas sociedades producen actividades diferentes a las puramente
utilitarias, mezcladas con elementos animistas (ver o pensar que hay un alma dentro de cada objeto o
ser material: sol, luna, animales, personas…) fetichistas o mágicos.
Reflexión: Quizás esto nos pueda hacer pensar que la religiosidad sólo pudo nacer en el ser humano
cuando éste atendió a algo más allá de la utilidad de las cosas, cuando buscó el sentido de las cosas.
Cuando el hombre pasó de preguntar para qué (finalidad y pragmatismo) a preguntar por qué
(sentido), ahí nació la apertura a algo más allá de sí mismo y de su mundo, y ahí con ese sentimiento e
inquietud inicial nacieron, en germen, el sentido estético (de maravillarse y asombrarse de las cosas), el
sentido poético y toda la literatura, la filosofía y el sentido religioso como modo de expresión de unos
sentimientos nuevos y como modo de relación con
una realidad nueva que el hombre ha descubierto y
que explora en sí mismo.
EN SÍNTESIS:
- El hecho religioso acompaña a la historia humana, a los hombres y mujeres, en todas sus etapas.
- Es algo que existió y existe, que forma parte de nuestro devenir en el mundo.
- Es y nace como una pregunta para el hombre, como una inquietud. Implica y depende también del
hombre que con su creatividad va encontrando nuevas formas de religiosidad.
- En toda religión hay elementos más fijos, que la constituyen y le dan su identidad, son sus rasgos más
propios y otros elementos que pueden ser cambiados o “actualizados”, que son en los que actúa el
hombre con su creatividad religiosa. Un ejemplo es el Concilio Vaticano II para la Iglesia Católica.
- El fenómeno religioso ha intervenido en el desarrollo de la humanidad a lo largo de la historia,
condicionado por ella, y a la vez condicionando su desarrollo. De ahí que éste tenga una enorme
variedad de formas que reflejan la pluriformidad de la historia humana, según las diferentes
situaciones, épocas y culturas. El hecho religioso es un hecho humano más entre otros que forma parte
del rico, variado y valioso fenómeno humano.
4.11. Elementos del hecho religioso
Todas las religiones comparten una serie de elementos comunes, que podemos resumir en los
siguientes:
TRASCENDENCIA
La trascendencia como mundo, es decir, la trascendencia respecto del yo; con rigor, respecto de mí.
Todo aquello en que me encuentro, con lo que tengo que habérmelas, y que es distinto de mí, me
trasciende en este sentido. Vivir es estar en el mundo con las cosas, haciendo algo con ellas; vivir es
por esto, trascenderse.
La trascendencia como latencia fáctica. El sistema de creencias en que se apoya la vida humana en
una época. Lo que de hecho está ausente del horizonte de mi vida, en un momento dado: los
escorzos no ejecutados, los círculos no ejecutados sobre la cosa para apoderarme de ella. Es
latencia fáctica porque no está en mi presencia tal como la parte posterior de mi computadora en
este instante, los átomos o los electrones, el jardín de mi casa.
La trascendencia como alteridad. Es el modo que corresponde a las otras personas; por tanto el
modo de trascendencia personal. Los demás modos de la trascendencia se constituyen como cosas
en mi mundo. Las otras personas que además de ser algo que yo encuentro en mi mundo en que
tiene su sentido primario el término realidad, es algo que me encuentra, es decir, otra vida, centro o
ámbito de realidad. En la medida, por tanto, en que la persona ajena es irreductible a mí, me
trasciende. No solo es algo otro que yo, sino un álter. La alteridad es, pues, esencialmente recíproca.
La trascendencia como absoluto. ¿Que quiere decir esto? Cada Yo tiene su mundo y en ese mundo
se encuentran otras personas que son alteridades y ámbitos de realidades distintas a la mía. Pero el
mundo de cada quien, mío, tuyo, suyo, parcialmente son el mismo porque son comunicables. De no
ser así la alteridad sería radical. Lo otro no comunicable, totalmente desligado de mí y de la
integridad de los elementos de mi mundo, es lo que quiere decir la palabra absoluto. Lo absoluto
está en mi mundo en la forma concreta de trascender de él. Es decir se constituye como realidad
independiente.
La experiencia de la trascendencia
En la mayoría de las culturas las personas se refieren a lo que aquí llamamos sentido de
trascendencia como la experiencia de lo espiritual.
Lo espiritual significa estar en contacto con un conjunto más grande, profundo y rico que sitúa
nuestra presente situación limitada en una nueva perspectiva. Es poseer un sentido de algo más allá,
de algo más que confiere valor y sentido en lo que ahora somos. Ese "algo más" espiritual puede
ser una realidad social más profunda o una red social de significados. Puede ser conciencia o
hallazgo de dimensiones mitológicas o arquetípicas o religiosas de nuestra situación. Puede ser un
sentido más profundo de la verdad o la belleza. Y puede ser abrirse y adaptarse a una sensación
profunda y cósmica del todo una sensación de que nuestras acciones forman parte de un mayor
proceso universal. Sea cual fuere nuestro uso específico de lo espiritual, sin él nuestra visión queda
nublada, nuestras vidas parecen pobres y nuestros objetivos penosamente finitos."
Por su parte "lo religioso" como una forma de experiencia, no se limita a las religiones, pues puede
estar presente en cualquier actividad humana, como la ciencia o el arte, y que se relaciona
estrechamente con nuestro concepto de trascendencia.
En términos generales puede hablarse de cinco formas de experimentar o vivir la trascendencia:
El experimentarse como parte de un orden o plan universal o divino. Esta es la experiencia propia de
las grandes religiones.
El experimentarse como parte de la naturaleza física en general y de la humana en particular como
realidades en constante proceso evolutivo. Esta es la experiencia que se deriva de intentos de
fundar la religión o la ética en generalizaciones elaboradas por la ciencia natural.
El experimentarse como parte del proceso histórico de constitución de la humanidad plena, de su
perfectibilidad, de una agenda histórica que pasa de generación en generación. Esta es la
experiencia de la trascendencia que se da en el humanismo de la modernidad, tanto en sus
variantes idealistas, como la de Karl Krause, y la materialista histórica de Kart Marx.
El experimentarse como miembro de una forma concreta de humanidad, de una colectividad que
comparte una geografía, una cultura una historia: el pueblo, la nación. Es la experiencia de la
trascendencia desde una perspectiva política comunitaria., propia de, por ejemplo, el nacionalismo
El experimentarse a sí mismo como proyecto y tarea constante de superación, de integración y
desarrollo pleno para consigo, la comunidad y el universo. Es la experiencia de la trascendencia
como se la entiende en psicologías humanistas como la de Abraham Maslow.
Estas cinco formas no son excluyentes, se combinan históricamente, predominan una más que otra
en épocas o culturas. Se manifiestan en religiones, movimientos sociales, filosofías, mitos, etc.
HECHO RELIGIOSO Y PENSAMIENTO
El Hecho Religioso
Desde la formas elementales de religiosidad hasta la constitución de las grandes religiones el ser
humano se ha apropiado del fenómeno religioso a través del lenguaje, los comportamiento morales
y rituales dando origen a la religión como elemento fundante de la sociedad o como elemento de
identificación de un pueblo o nación.
Este hecho cultural ha obligado a la sociedad organizada a establecer una serie de normas
regulativas del comportamiento de los miembros a una religión, movimiento religioso o secta,
como parte de la identidad de un Estado (Estado confesional) o como parte del reconocimiento de
los derechos inalienables de los sujetos humanos, en cuanto sujetos de derechos humanos, en las
sociedades areligiosas o Estados aconfesionales.
Si esto es así, el Estado no puede estar ajeno a las manifestaciones de religiosidad de sus asociados,
y ha de entrar a regular una serie de comportamiento, que si bien tiene su protección legal en el
derecho fundamental de la libertad de cultos, no se le pide al Estado que legisle y regule el creer o
no creer, el practicar o no una religión, sino cómo permitir en términos de igualdad legal el ejercicio
libre de la libertad de cultos. Por tanto, lo religioso entra en la órbita del orden público y se
convierte en un bien público, donde el Estado debe entrar a normativizar.
El ámbito de lo sagrado
En este primer punto pretendemos sensibilizarnos con la "atmósfera" en que están bañados todos
los fenómenos religiosos, el "clima" que envuelve todos los elementos: personas, cosas,
acontecimientos que componen una religión. Es lo que llamamos el ámbito de lo sagrado. Este
ámbito no es una realidad ni un conjunto de realidades, no es una zona de lo real ni un acto
determinado ni un conjunto de actos. Es una forma peculiar de ser y de aparecer el hombre y la
realidad en su conjunto que surge justamente cuando aparece lo religioso.
Lo religioso, lo sagrado, comporta fundamentalmente una relación con Dios. Pero existen
tradiciones religiosas que carecen de un nombre o una figura para Dios, como el budismo primitivo,
y que son tradiciones auténticamente religiosas. Por eso buscamos nosotros un nuevo nombre
capaz de abarcar lo que en nuestra tradición llamamos Dios, designado en otras religiones con
otros nombres, o evocado en otras por la ausencia de todo nombre y el vacío de toda
representación. Este nombre es el Misterio.
Con este término designamos en este primer momento esa realidad anterior y superior al hombre
que aparece en su espacio vital cuando éste se introduce en el ámbito de lo sagrado y que le fuerza
a una reorganización del conjunto de su mundo y de su vida.
Dos rasgos caracterizan a la realidad designada con este nombre: su superioridad absoluta, su
completa trascendencia y su condición de realidad que afecta íntima, total y definitivamente al
sujeto.
La actitud religiosa
Para que exista religión no basta con que el Misterio aparezca en la vida de un hombre. Lo que
convierte a un hombre en religioso no es el "sentimiento" de lo "totalmente otro" que en
determinadas circunstancias de su vida pueda experimentar. A esta situación el sujeto debe
responder de una forma bien precisa.
Es una actitud compuesta de estos dos rasgos aparentemente opuestos: reconocimiento del
Misterio y búsqueda de la propia salvación en él. El primero de estos rasgos responde al carácter
trascendente de la realidad que esta actitud tiene como término, a saber, el Misterio. El segundo, a
su condición de realidad que interviene en la vida del hombre afectándole de manera incondicional.
La idea religiosa de salvación comporta tres elementos. En primer lugar, la toma de conciencia de
una situación de mal de la que la salvación viene a liberar; segundo aspecto positivo: consiste éste
en la concesión al hombre de una perfección plena y definitiva y, el tercer rasgo integrante de esta
noción. La salvación religiosa tiene como agente un ser superior al hombre.
Los apartados anteriores nos han familiarizado con los dos polos de la relación religiosa. El polo
principal está constituido por el Misterio, la realidad invisible, inefable, sumamente trascendente
que afecta al hombre íntima e incondicionalmente. El segundo polo de la relación religiosa es el
hombre, todo el hombre, ya que todo él se ve afectado por la presencia del Misterio en su vida.
Pero este hombre es constitutivamente mundano, corporal, comunitario.
Por eso en todas las religiones existen una serie de realidades mundanas que, sin dejar de ser lo que
son, sin perder su condición de tales realidades mundanas, adquieren la capacidad de remitir al
hombre, a través del significado que como tales realidades del mundo poseen, a la realidad invisible
del Misterio. Son lo que la fenomenología reciente de la religión denomina las hierofanías, las
apariciones de lo sagrado, o, en el lenguaje de nuestra descripción, las manifestaciones del Misterio.
Las hierofanías no se presentan como entidades aisladas sino bajo la forma de "constelaciones" o
conjuntos de realidades mutuamente relacionadas. Estas constelaciones componen tres grupos
principales que caracterizan a las grandes familias de religiones. El primero tiene como lugar
hierofánico principal la naturaleza: cielo y astros o tierra y fecundidad, principalmente; el segundo,
la historia y los acontecimientos en que se realiza; el tercero, la misma persona humana, sus
funciones y acciones más importantes.
Reconocimiento de la Trascendencia
La condición finita y corporal del sujeto le llevará a desgranar en actos concretos esa actitud
religiosa difractada en las facetas de las diferentes dimensiones humanas. Así surgirán la oración, el
sacrificio, el ayuno, la limosna, la peregrinación, y las casi innumerables acciones concretas en que
cada sujeto religioso expresa el reconocimiento del Misterio.
La razón de esta presencia del simbolismo en la religión radica, por una parte, en la realidad en
torno a la cual se organiza el mundo todo de la religión: el Misterio, es decir, la realidad
absolutamente transcendente al hombre, totalmente otra en relación con todo su mundo, con la
que, por tanto, el hombre sólo puede entablar contacto en la medida en que medie su presencia en
una realidad mundana que de esta manera se cargará con el plus de significación que le añade su
presencia en ella. Por otra parte, esa presencia de lo simbólico en la religión tiene su raíz en el
hecho de que la intención religiosa, es decir, la intención de referencia a esa realidad trascendente,
ejercida por un hombre que es mundano y corporal por naturaleza, sólo puede ser vivida en
referencia a realidades mundanas que servirán de apoyo a esa referencia suscitada por la atracción
de la Trascendencia. Entre los símbolos religiosos (o hierofanías) se destacan las acciones relativas a
la vida humana y sus fases y momentos importantes.
Los símbolos sacramentales están constituidos, en realidad, por símbolos cuyo significante es una
acción humana, que guarda una relación especial con la vida del hombre. Esto origina la mayor
parte de los sistemas sacramentales de las diferentes religiones en los que es frecuente que se
resalten el nacimiento, el paso a la edad adulta, la entrega amorosa, la comida que regenera las
fuerzas y el paso de la muerte.
Los ritos son acciones simbólicas, individuales o colectivas, que se desarrollan de acuerdo a unas
normas establecidas y se repiten periódicamente, o bien se vinculan a determinadas circunstancias
de la vida (nacimiento, pubertad, matrimonio). Si prescindimos ahora del significado religioso de
muchos ritos, y atendemos a la función que cumplen en la sociedad, podemos agruparlos en tres
tipos:
Ritos de iniciación: conjunto de ceremonias que marcan el ingreso, con plenitud de derechos, de un
individuo en un grupo social. Previamente hay un proceso de iniciación que culmina con la
realización de pruebas y acciones de carácter simbólico.
Ritos de tránsito: Se realizan en los momentos claves de la existencia individual (matrimonio,
enfermedad).
Ritos de intensificación: Están relacionados con momentos especiales de la vida de la comunidad
(iniciación y final de las tareas colectivas, fiestas nacionales, rememoración de hechos históricos...).
Los ritos de iniciación constituyen una manifestación religiosa prácticamente universal en la historia.
Se suelen distinguir dos grandes formas de ritos de iniciación:
Los ritos de la pubertad, por los que los jóvenes obtienen el acceso a lo sagrado, al conocimiento y
a la sexualidad.
Y las iniciaciones destinadas a conferir a una persona una función especial en relación con lo
sagrado.
La esencia de todos los ritos de iniciación consiste fundamentalmente en el paso de la vida "natural"
a una nueva vida procurada por la aparición de lo sagrado y el contacto con ello. Expresado
filosóficamente, la iniciación corresponde a un cambio ontológico de las formas estructurales de la
existencia. El sujeto muere a una forma de vida para comenzar a ser de una forma nueva que le
procura una realidad "sobrenatural".
Los ritos religiosos son acciones simbólicas, realizadas en grupo y de acuerdo a unas normas
precisas, que pretenden establecer algún tipo de relación con otra realidad sobrenatural. La
presencia del rito en todas las religiones se debe a:
La necesidad que tiene el hombre religioso de establecer mediaciones entre él mismo y la divinidad.
La condición corporal del ser humano, que nos lleva a expresar nuestra interioridad a través de
realidades sensibles con carácter simbólico.
Acciones simbólicas, en las cuales, a través de realidades materiales, externas y visibles, el hombre
religioso entra en relación con otra realidad trascendente, interna e invisible.
Expresiones y gestos corporales, pues ni siquiera en las experiencias más íntimas el hombre puede
prescindir de su corporalidad. El cuerpo es la primera mediación entre nuestro mundo interior y la
realidad exterior (adoración-postración).
CAPITULO V: LA RELIGION
El objeto de investigación de la religión como ciencia es muy controvertido. Se empieza por discutir
la etimología de la palabra. Según Marco Tulio Cicerón [106-43 a. C.], en De natura deorum, II, 28,
escrito 45 a. C., el sustantivo religio se deriva del verbo relegere.
Siglos más tarde, Lucius Caecilius Firmianus Lactantius [250-325 d. C.], en Divinae Institutiones IV,
28, redactadas entre el 304-313 d. C., hace derivar la palabra religio del verbo latino religare.
Para Cicerón, la religión sería asunto del culto cuyas reglas hay que observar escrupulosamente.
Para Lactancio, la religión tiene un carácter más existencial de religación del hombre con la
trascendencia.
Según el lingüista francés Emile Benveniste, desde el punto de vista lingüístico, no se puede derivar
religio de religare pues no existe el abstracto *ligio derivado de ligare. El sustantivo de religare ('unir
fuertemente', 'vincular') sólo podría ser religatio y no religio.
A partir del verbo legere se puede obtener el sustantivo legio ('cuerpo armado o conjunto de
soldados reclutados'). De los verbos de los que se podría derivar la palabra religio, que serían
religere ('tener en cuenta'), (Augustín: Retract. I, 12, 9) religare ('religar', 'atar fuertemente') relegere
('leer atentamente', 'repasar escrupulosamente') obtendríamos los sustantivos siguientes:
relictio de religere
religatio de religare (etimología propuesta por Lactancia)
religio de relegere (etimología propuesta por Cicerón)
El verbo legere tiene varios significados:
leer (por ejemplo un escrito),
recolectar, recolectar, juntas (espigas, uvas),
escuchar, espiar (recoger con el oído),
escoger, elegir (reconocer y decidir),
leer en voz alta (algo a alguien).
Cicerón relacionaba la palabra religio con el verbo relegere (‘tratar con diligencia’), un derivado del
verbo lego (‘reúno', 'recojo’), del que se derivan neglego, intellego, diligo y dilectio.
Según Walde (1965: 352), diligo, intellego y neglego, por tener la misma flexión, la misma derivación
y por su significado son sentidos por la conciencia lingüística de los hablantes como pertenecientes
al mismo grupo.
«Religión, 1220-50. Tomado del latín religio, -onis, íd., propiamente 'escrúpulo, delicadeza', y de ahí
'sentimiento religioso'.» [J. Corominas: Breve diccionario etimológico. Madrid: Gredos, 1967, p. 501]
La expresión latina mihi religio est significa 'me causa escrúpulo'.
«Un gran historiador de las religiones (Cumont 1929: 40-41) escribía que el culto de los dioses en
Roma era un deber cívico, mientras que el culto de los dioses de misterios extranjeros era la
expresión de una fe personal; esto fue lo que hizo que el Imperio se abriera a formas de religión
distintas de las puramente cívicas, causando la fácil victoria de los dioses griegos y orientales en los
últimos siglos de la república. La organización social y política puede producir tal vez la ilusión de
apuntalar una religión; generalmente la perfora.» (Zubiri 1993: 178)
La interpretación más extendida es la "cristiana" que dio Lactancio (304-311 d. C.), que hace derivar
religio de religare, vincular, atar fuertemente.
Sea como fuere, el problema de la etimología de la palabra religio sólo tiene interés histórico. Es
significativo que esta palabra no existe en otras lenguas que no sean las influidas directamente por
la cultura romana. Las otras lenguas no tienen una palabra cuyo significado abarque todo lo que en
nuestro ámbito cultural queremos decir con la palabra religión. Los romanos no comprendían la
religión separada de la vida política y del ámbito profano. La religio no podía ser algo separado de
la esfera pública. La así llamada "historia de las religiones" es una investigación que comienza en
Europa en el siglo XVII.
Concepto de religación
Lo propio de la religión es la subordinación y vinculación a la divinidad; ser religioso es estar
religado a Dios. La religatio ('religar', 'vincular', 'atar fuertemente') acentúa la dependencia del
hombre con respecto a la divinidad.
«El concepto de religación se puede interpretar de varios modos: como vinculación del hombre a
Dios o como unión de varios individuos para el cumplimiento de ritos religiosos. En la segunda
interpretación se acentúa el motivo ético-jurídico. Según J. L. L. Aranguren, puede llamarse al primer
sentido propiamente hablando religión y al segundo justicia (en la amplia acepción que tenía el
vocablo iustitia entre los romanos). Cuando la religión se interpreta exclusivamente como justicia se
cae en el peligro de abandonar lo específicamente religioso para prestar atención solamente a lo
moral; un ejemplo es el pelagianismo. Cuando la moral se sacrifica enteramente a la fe, se cae en el
peligro de destruir la universalidad del orden moral y de separar por completo la moral de la fe;
ejemplo es el luteranismo. [...] La religión concebida como religación se puede manifestar de varios
modos. Por un lado, se puede entender la religación como algo que tiene su órgano propio en un
sentimiento de dependencia, de "terror" y de fascinación. Por otro lado, puede entenderse como
una intuición de ciertos valores supremos, los valores de la santidad, a los cuales el hombre se
siente vinculado. Finalmente, puede entenderse como un reconocimiento racional de la
fundamental relación de la persona con la divinidad. [...] Puede haber una religión inmanente y una
religión trascendente. En el primer caso, hay una intuición de la divinidad, de lo que fundamente
toda existencia religiosa, mediante la visión interna y mediante la contemplación de aquello que de
Dios se manifiesta en la Naturaleza. En el segundo caso hay una revelación que se efectúa por
medio de la gracia, sin la cual se concibe como imposible toda relación del hombre con Dios. Esta
última forma alcanza su culminación en el cristianismo, donde, en vez de hallarse cada uno de los
hombres a solas con la divinidad, alcanza a ésta a través de una comunidad, a través de una iglesia,
esto es, mediante la organización que transmite la revelación o las revelaciones de Dios al hombre.
La primera, en cambio, es típica de las religiones llamadas filosóficas, que desembocan
generalmente en el panteísmo y que son intentos de sustituir las viejas creencias por una metafísica
accesible a todos, vulgarizada y simplificada. Este es, por ejemplo, el caso del estoicismo, del
neoplatonismo, de muchas manifestaciones del naturalismo materialista, donde, frente a las
religiones que pueden denominarse de la vida, aparece la religión de la razón.»
[Ferrater Mora, José: Diccionario de filosofía. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1969, vol. 2, p.
558]
Son muy diversos los significados propuestos por los filósofos de la palabra "religión". Los tres más
dignos de consideración son:
● M. T. Cicerón hace derivar la palabra "religión" del verbo relegere que significa "volver a leer" o
"recorrer". "Religión" indicaría así la repetida reflexión que hace el hombre sobre el culto de los
dioses, objeto que reclama su atención preferencial.
● Lactancio deriva la palabra "religión" de la palabra religare que significa "atar de nuevo", admitir
los vínculos que unen al hombre con Dios. Religión quiere así decir, " religazón" del hombre con
Dios. Es la etimología que hoy cuenta más votos a su favor.
"Nacemos con esta naturaleza de que al ser creados por Dios le rindamos homenajes justos y
debidos, a Él sólo conozcamos, a El sigamos. Mediante este vínculo de piedad quedamos
atados y ligados a Dios, de donde tomó su nombre la religión. Dijimos que el nombre de
religión proviene del vínculo de piedad con que Dios ligó al hombre y le unió a sí; porque es
necesario que le sirvamos como a Señor y le obedezcamos como a padre" (1).
● San Agustín, al tratar el verdadero culto de Dios, utiliza algunas veces el verbo latino reeligere
que significa "reelegir". Por medio de la religión, en efecto, volvemos a adherirnos a Dios, de quien
el pecado nos había separado irreductiblemente:
1 Enrique Neira Fernández RELIGIÓN Y RELIGIONES
"Dios mismo es la fuente de nuestra felicidad, El es el fin de todos nuestros deseos. Eligiéndole a El
o, mejor dicho, reeligiéndole -le habíamos perdido negligentemente, de donde viene el nombre de
religión, tendemos a El por medio del amor hasta que, alcanzándole, descansemos y así seamos
felices por llegar a nuestra perfección con tal fin" (2).
● Santo Tomás resume estas tres etimologías, diciendo que en todas ellas se encierra al menos -
como mínimo- esta idea: que la religión implica esencialmente una relación del hombre con Dios
(3).
2. Elementos para una definición de religión
Tomando 'los elementos comunes los miles de definiciones y descripciones dadas por autores de
las más variadas épocas y filosofías, obtenemos un triple elemento como fondo común de toda
religión, a saber (4):
a) Reconocimiento de un Poder o poderes distintos del hombre;
b) Sentimiento de dependencia respecto del mismo;
c) Deseo de relacionarse con El o con ellos.
De ahí surgen en los hombres:
* Ciertos actos concretos de plegaria, de sacrificios, de culto;
* Una. Reglamentación de la vida de tipo moral, en orden a establecer relaciones favorables con
dicho Numen;
* Organizaciones determinadas por tales creencias (5).
Aparece Como factor mínimo en la religión, la relación del hombre con un poder exterior llamado
divinidad.
3. Definición de religión
Pueden seguirse dos caminos, para llegar a una definición satisfactoria de religión. El uno sigue un
método especulativo, el otro un método más bien positivo.
• Definición normativa. Para determinar la idea fundamental de religión basta, por una parte,
partir de la naturaleza del hombre -ser contingente y finito- y descubrir en su necesaria
dependencia del Creador supremo, la raíz ontológica de la religión. La religión formalmente no es,
entonces, sino el libre reconocimiento y aceptación de tal dependencia radical en que está el
hombre respecto de Dios.
Es ésta una definición normativa de cuño escolástico,'que describe la religión no Como ella se
encuentra por doquier, sino como ella debe ser, en cualquiera de los estadios del género humano.
Se basa, en efecto, en la naturaleza humana que es común a todos los hombres y tiempos.
Tal la definición que da por ejemplo Leoncio de Grandmaison:
"El conjunto de creencias, de sentimientos, de reglas y de ritos -individuales o colectivos- impuestos
por un Poder, que el hombre asume actualmente por soberano, del cual depende, con el cual puede
entrar en relaciones personales. Más brevemente la religión es la conversación del hombre -
individual y social- con su Dios".
Del mismo modo, para el especialista G. Graneris: "la religión es el conocimiento de la absoluta
trascendencia del Creador y de la consiguiente absoluta dependencia de la criatura" (6).
Enrique Neira Fernández RELIGIÓN Y RELIGIONES
● Definición inductiva. Siguiendo, por otra parte, un método más bien positivo e inductivo, se
puede definir la religión, partiendo del examen comparativo de las manifestaciones religiosas tal
como se dan en la historia, para concluir -por un análisis sicológico- en la idea religiosa común a
todas ellas. Se obtiene así una definición inductiva que da razón de los fenómenos comúnmente
llamados"religiosos".
Tal la definición, por ejemplo, que da el autorizado profesor Eduardo Dhanis, sj.: "Religión es el
conjunto de relaciones del hombre con una realidad objetiva a la que -en algún modo- atribuye la
divinidad, a la cual venera y en la que busca la salvación" (7).
Esta definición puede aplicarse a todo tipo histórico de religión, ya sea inferior o superior, estática o
dinámica.
"
* La "realidad objetiva con quien el hombre entra en comunicación por medio de la religión, puede
ser única y personal (=Dios) o colectiva e impersonal (= divinidades o algo divino), pero concebida
en cierto modo como personal y suprema, dotada siempre de un absoluto primado: de ellas se
reconoce el hombre, de alguna manera, dependiente (8).
* El "conjunto de relaciones" o "religioso comercio" que entabla el hombre con aquella realidad
suprema que juzga como personal, comprende las acciones llamadas ordinariamente "culto". Culto
que puede ejercerse interna y externamente, privada y públicamente. Culto que está designado en
la definición anterior por los dos elementos que lo componen: lº) la "veneración" (=elemento
teocénírico de adoración, alabanza, don de sí) y 2º). la "búsqueda de la salvación" (= elemento
antropocéntrico por el que el hombre busca en la divinidad refugio, perdón, ayuda, felicidad).
* La "salvación" a que alude este último elemento de la definición, se tiene hoy como una noción de
gran importancia. En sentido amplio -aplicable a todas las religiones- significa la consecución de
bienes y la liberación de males (pecado, muerte), gracias a la intervención de la divinidad. En sentido
propio -aplicable sólo a religiones monoteísticas como el cristianismo- esta "salvación" se concibe
Como incluyendo una unión sobrehumana e íntima con Dios (9).
"El ejercicio de la religión, por su propia índole, consiste sobre todo en los actos internos voluntarios
y libres, por los que el hombre se ordena directamente a Dios. . . Y la misma naturaleza social del
hombre exige que éste manifieste externamente los actos internos de religión, que se comunique
con otros en materia religiosa, que profese su religión de forma comunitaria". (Vaticano II,
Declaración sobre la libertad religiosa, nº 3).
A veces, ‘religión’ quiere decir no sólo una determinada tradición religiosa, sino la constitución
religiosa del ser humano. En este sentido, que mira más hacia las Actitudes personales, equivale a
religiosidad o, incluso, sería igual a espiritualidad.
¿QUÉ ES LA RELIGIÓN?
Por religión se entiende una forma de vivir y un conjunto de creencias por las que la persona
reconoce una realidad superior, uno o varios dioses, que explica y da sentido a su propia vida, a
todas las cosas que la rodean y a la historia.
De manera más precisa, podemos definir la religión como una forma de vida que se basa en los
siguientes fundamentos: un conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad; unos
sentimientos hacia esta, fundamentalmente de veneración y temor; una serie de normas morales
de conducta, y por último, unas prácticas rituales.
Veamos esta definición con más detalle.
La religión es un conjunto de creencias o dogmas, es decir, es un sistema de ‘verdades’ que los
creyentes aceptan por medio de la fe, sin dejar lugar a la duda o la discusión. Por ejemplo, los
musulmanes creen en Alá, como el único Dios, y en Mahoma como su enviado o profeta; los judíos
y los cristianos creen que el mundo fue creado por Dios; los cristianos creen que el hijo de Dios se
encarnó en Jesucristo para salvar a los seres humanos del pecado.
La religión es, también, un conjunto de sentimientos de veneración y temor hacia la divinidad.
Los creyentes, ante la grandeza de Dios, se sienten pequeños y débiles, lo que les produce cierto
temor, pero también, un enorme respeto y una gran admiración hacia este ser supremo. Estos
sentimientos suelen expresarse en oraciones, ritos o ceremonias.
La religión es, en tercer lugar, un conjunto de normas morales, un catálogo de reglas que obligan
a los creyentes a hacer ciertas cosas y que les prohíben hacer otras. Estas normas o mandamientos
proceden de la autoridad divina y son las que organizan, no solo la vida de los creyentes, sino
también la de sus sociedades.
La religión es, finalmente, un conjunto de ritos y ceremonias por medio de las cuales los creyentes
dan culto a la divinidad, es decir, expresan de forma externa su amor, su respeto y su veneración a
Dios. Así, por ejemplo, los musulmanes acuden a la mezquita los viernes para la oración solemne, y
los cristianos van a misa los domingos para orar y recordar el sacrificio de su fundador, Jesucristo.
Las religiones han sido y son una de las dimensiones propias de lo humano, al mismo tiempo que
uno de los ingredientes fundamentales en la configuración de los grupos de seres humanos y de las
sociedades en el tiempo pasado y en el mundo actual. Constituyen un conjunto de creencias,
preceptos y ritos para los fieles que las practican, pero además las religiones toman una atribución
cultural por su influencia en pensamiento y el arte, por los fundamentos religiosos de muchas
estructuras, costumbres y usos sociales en los tiempos modernos, así como por influir en la
conducta individual y colectiva derivados de sus respectivas concepciones del hombre y del mundo.
El recorrido histórico del origen y la evolución de las religiones concibe la descripción de las
creencias religiosas, y más concretamente de las religiones organizadas, como un elemento de la
civilización. Su estudio trata de acercar al estudiante al conocimiento de las principales religiones y
de sus manifestaciones en relación con otras realidades sociales y culturales, así como también a la
comprensión de la influencia que cada religión ha tenido en el pensamiento, la cultura y la vida
social en las distintas épocas y espacios.
Este conocimiento de los atributos fundamentales de las grandes o influyentes religiones enmarca
la expresión religiosa en su realidad histórica específica, con sus confrontaciones positivas y
negativas, tanto en la construcción de las sociedades en las que surgen y se desarrollan, como en
las relaciones entre los pueblos. También aborda las claves culturales que configuran las
manifestaciones de la religión, y los condicionamientos religiosos que han influido en los hechos
políticos, sociales y culturales de cada civilización
Tales son, en primer lugar, las religiones bíblicas: judaísmo y cristianismo, basadas en una revelación
de Dios que se contiene por escrito en la Biblia. Así mismo, el islamismo que considera sagrado su
libro el Corán y el zoroastrismo con su libro el Avesta.
Téngase en cuenta que no todas las escrituras sagradas de los varios pueblos tienen un carácter
revelado: ni los libros del shintoísmo japonés; ni los cinco king (libros) del confucionismo chino; ni el
Tao-Te-King de Laotsé; ni el Tripitaka del budismo.
2. Punto de vista filosófico: juzga el valor de las religiones por su contenido intelectual y moral.
Es conocida la división de Hegel en religiones naturales de la individualidad espiritual y libre
subjetividad (= Judaismo, religiones de Grecia y Roma) y religiones de la finalidad absoluta (=
Cristianismo).
Se ha hecho asimismo clásica la distinción introducida por Bergson entre religión "estática" y
religión "dinámica" (10). La religión estática, "vincula al hombre a la vida" y el individuo a la
sociedad. Su función más visible es darle seguridad al individuo y cohesión al grupo social.
Preponderantemente orientada hacia los intereses terrestres, ella es para el hombre una fuente de
confianza en la vida, un afianzamiento en medio de los peligros de una existencia siempre
amenazada, un seguro contra el temor a la muerte.
La religión dinámica se sitúa en un plano opuesto. Su moral no es egoísta, sino de "atracción", de
"aspiración" y de "llamado". ¡Su forma más elevada es la religión cristiana, cuyos santos y "místicos"
son los representantes auténticos de toda religión!
3. Punto de vista histórico: Corresponde al desarrollo social-histórico de los grupos humanos.
Presenta tres aspectos:
* La religión tribal, caracterizada por manifestaciones animísticas, llamadas en un tiempo
"fetichistas".
* Religión nacional, caracterizada por el politeísmo. Tales fueron las grandes religiones de la
antigüedad, con excepción del judaísmo. Las diferencias entre una religión nacional y otra tribal es
sólo de grado y no esencial.
* La religión universal, caracterizada por el monoteísmo. Se da en el judaísmo, el cristianismo y el
islamismo (11).
LAS RELIGIONES HISTÓRICAS
Las religiones han ido evolucionando con el paso del tiempo. Muchas han desaparecido, como las
de los antiguos griegos y romanos, aunque algunos elementos suyos perviven en mitos, doctrinas o
costumbres actuales.
Las religiones de las antiguas civilizaciones solían ser politeístas, es decir, aceptaban la existencia
de varios dioses, que, a veces, se identificaban con el Sol y con otros astros.
De la antigüedad se conservan bastantes restos de edificaciones religiosas, como pirámides en
Egipto, templos en Grecia y en los países del antiguo Imperio romano, etc.
PRINCIPALES RELIGIONES EN LA ACTUALIDAD
Las religiones más importantes en el mundo actual son el animismo, las tres religiones monoteístas
(cristianismo, islam y judaísmo) y las religiones orientales (hinduismo y budismo).
El animismo, religión que se extiende, sobre todo, por el África subsahariana, algunas partes de
América y Oceanía, cree en la existencia de espíritus, desvinculados de los cuerpos, que pueden
influir en la vida de las personas.
El cristianismo, el islam y el judaísmo tienen en común la creencia en un solo dios (monoteísmo).
Las tres están organizadas en instituciones sólidas, con unas autoridades, una doctrina y unas
normas morales definidas.
El budismo y el hinduismo tienen un componente filosófico fundamental. Ambas dan una
importancia secundaria a las creencias y a las prácticas rituales. Su objetivo es conducir a sus
seguidores hacia la felicidad.
LAS GRANDES RELIGIONES
EL BUDISMO
El budismo es una religión muy extendida en el sureste de Asia, en buena parte de China y
en Japón. Se llama así en honor a su fundador, que quiso llamarse Buda (que significa ‘El
Iluminado’, el que ha recibido la luz, o ‘El Despierto’). Se calcula que en la actualidad
cuenta con unos 300 millones de creyentes.
los derechos.
Daibutsu de Kamakura
El budismo se introdujo en Japón en el siglo VI d.C., cuando un rey coreano buscó una alianza con el rey del
clan Yamato. Para agradar a los japoneses, el rey coreano les obsequió con una estatua de Buda y algunas
escrituras sagradas budistas, que calificó como los mayores tesoros que podía enviar. El Daibutsu (Gran
Buda) de Kamakura (Japón) fue realizado en bronce en 1252, posiblemente por Ono Goroemon o Tanji
Hisatomo (ambos maestros del bronce en aquel tiempo). La estatua mide más de 10 metros y pesa más de
100 toneladas. La figura representa a Amitabha (en Japón adorado con el nombre de Amida), en reposo y
desapasionada calma.
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Buda, de hecho, no se llamaba así; su nombre era Siddharta, y nació en Nepal, cerca de la
frontera con India, hace más de 2.500 años. Su padre era un rey, y él se casó con una
princesa de un país vecino y tuvo un hijo. Por lo tanto, a Siddharta no le faltaba nada;
parecía tenerlo todo.
Sin embargo, según cuenta la leyenda, un día, cuando tenía 29 años, decidió dejarlo todo:
se despidió de su familia y se marchó en un caballo blanco. Con el pelo cortado al cero y
vestido con ropas andrajosas, durante seis años estuvo vagando y llevando una vida
retirada, sin ningún lujo. Tan solo se dedicó a la meditación y a hacer yoga, una práctica
propia del hinduismo, otra religión que tiene mucha importancia en la India.
La leyenda también cuenta que, un día, después de meditar bajo una higuera, tuvo una
revelación, una iluminación; es decir, se le manifestó una idea fundamental: debería ir por
el mundo explicando cómo tenía que comportarse la gente, con buenas acciones y buenos
pensamientos. Para difundir esas ideas, que él practicaba a diario, fundó un grupo de
monjes. Murió mientras comía un trozo de carne de jabalí en mal estado, con cerca de
ochenta años.
La Rueda de la Vida
La Rueda de la Vida (también llamada Rueda de la Ley) describe la naturaleza cíclica de la vida
según el budismo. En este mural, el ser que representa la muerte sostiene la Rueda. Los tres
pecados capitales, representados en forma simbólica, forman el centro de la rueda. El gallo
simboliza la pasión, el cerdo la estupidez y la serpiente el odio. Rodeando los pecados están los que
caen presa del mal karma, a la derecha, y los que tienen buen karma, a la izquierda. Las seis
esferas de la existencia forman el círculo siguiente. La Rueda, como la búsqueda de la verdad de
Buda, culmina en el círculo exterior, que describe los 12 vínculos en la cadena de la causalidad.
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El budismo no tiene ningún dios. Esta es una diferencia importante con las otras grandes
religiones actuales. Según dicen los budistas, cada uno de nosotros tiene un karma, que
explica cómo somos: belleza, inteligencia, astucia, etc.
Los budistas, además, creen en las Cuatro Verdades y opinan que el sufrimiento de la vida
se debe a los muchos deseos que nos invaden y que nos hacen sufrir, y que para evitarlo
hay que liberarse de ellos.
Para conseguirlo, para prevenir el sufrimiento, el budismo aconseja seguir ocho caminos:
Cuando se ha librado de ese sufrimiento, los budistas dicen que la persona llega al nirvana.
LIBROS Y CELEBRACIONES
Los budistas tienen un libro que recoge las Cuatro Verdades y los Ocho Caminos que
hemos visto. El libro se denomina Canon Pali y en él se incluyen, además, los discursos de
Buda, las reglas que tienen que seguir los monjes budistas y otros conocimientos
importantes.
Los lugares donde realizan sus oraciones se llaman pagodas. La más importante está en la
antigua Rangún, hoy llamada Yangon, capital de Myanmar (antigua Birmania); es un
templo de cien metros de altura, cubierto de láminas de oro. Los monjes budistas son
fácilmente reconocibles porque llevan la cabeza afeitada y visten con túnicas que los
cubren hasta los pies, imitando a Buda.
Los budistas tienen el sábado como fiesta de la semana, que dedican especialmente a Buda.
Festividades budistas
Nombre Recuerdo Fecha
Wesak Nacimiento de Buda Luna llena del mes de mayo
Dhammacakka Primer sermón de Buda julio
Theravada Fiesta del año nuevo budista abril
OTRAS CUESTIONES
El budismo se divide en dos grandes ramas: Mahayana (que significa ‘gran balsa’) y
Theravada (que significa ‘camino hacia los ancianos’), siendo la primera la que cuenta con
más creyentes. Pero, además, existe una tercera corriente, llamada tantrismo, que,
recientemente, ha empezado a tener también muchos seguidores en países como Estados
Unidos.
Se dice que el budismo es la religión que menos guerras ha provocado y menos males ha
ocasionado a la humanidad, quizás porque predica la paz y cree profundamente en el ser
humano.
Islam, religión monoteísta surgida en el siglo VII en la península Arábiga a partir de las
enseñanzas de Mahoma, llamado el Profeta. En su acepción literal, la palabra árabe islam
significa 'entregarse', pero el Corán establece su sentido religioso, ‘sumisión’ a la voluntad
o a la ley de Dios. La persona que profesa y practica el islam es un musulmán (en árabe
muslim, 'el que se somete a Dios'). Según el Corán, el islam es la religión universal y
primordial. Incluso la propia naturaleza es musulmana ya que obedece las leyes que Dios
ha establecido en ella. Para los seres humanos, que tienen libre albedrío, la práctica del
islam no implica obediencia sino la libre aceptación de los mandatos divinos.
Día sagrado
Creyentes musulmanes se inclinan rezando hacia La Meca en una mezquita iraní al mediodía de un viernes,
día sagrado del islam.
Suhaib Salem/Reuters/Landov
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Mahoma nació en La Meca, una ciudad de Arabia, hace más de 1.400 años, en el seno de
una familia muy humilde. Su padre y su madre murieron cuando él era muy pequeño, por lo
que creció en casa de su tío paterno. La Meca está situada en medio del desierto, y, en
aquella época, la habitaban tribus que vivían del comercio. Esta actividad comercial se
realizaba con caravanas de camellos, y Mahoma trabajó de caravanero. En aquellos años
conoció a una mujer rica, llamada Jadiya, y se casó con ella.
Un día, mientras Mahoma estaba en medio de una meditación profunda en una cueva
próxima a La Meca, tuvo una visión del arcángel Gabriel. En esa visión, Alá le revelaba, le
descubría, el contenido de un libro sagrado, el Corán, y le ordenaba que predicase la nueva
religión, el islam. Mahoma tenía entonces cuarenta años.
Las ideas de paz, igualdad y orden para todos los seres humanos que, a partir de ese
momento, Mahoma predicó no gustaron a quienes tenían el gobierno de La Meca, y le
persiguieron a él y a sus seguidores. Por ello, Mahoma tuvo que escapar apresuradamente
de esta ciudad y marcharse a Medina, donde reanudó su predicación. Esta huida de La
Meca a Medina, que se produjo en el año 622 de nuestra era, se llama Hégira, y señala el
principio del calendario islámico. Mahoma murió diez años después, cuando el islam ya se
había extendido por toda Arabia.
En el islam existen cinco artículos de fe. La creencia firme en ellos permite a hombres y
mujeres pertenecer a la comunidad del islam. Un buen musulmán ha de tener:
1. Fe en Alá, como el único dios. La profesión de fe del islam dice: No hay más dios
que Alá.
2. Fe, asimismo, en los ángeles de Dios.
3. Fe en los libros sagrados, especialmente en el Corán.
4. Fe en los profetas, especialmente en Mahoma.
5. Fe en la vida después de la muerte.
Por otra parte, para el musulmán existen cinco deberes fundamentales, los llamados pilares
del islam, que son los siguientes:
COSTUMBRES ISLÁMICAS
Además de los preceptos o leyes anteriores, los musulmanes siguen unas costumbres
propias. Por ejemplo, cuando nacen, se les recitan unos versos al oído para ahuyentar los
malos espíritus; además, a los seis días, a los niños se les hace la circuncisión (una sencilla
operación que consiste en quitar un pequeño trozo de piel del pene), como a los judíos.
El musulmán no puede comer carne de cerdo ni tampoco puede beber vino o cerveza ni
probar el alcohol.
El libro donde se recogen estos y otros preceptos es el Corán, que contiene todas las
normas religiosas, morales y legales básicas del islam.
CELEBRACIONES Y FIESTAS
El viernes es el día en que los musulmanes celebran su fiesta semanal, como el domingo lo
es para los cristianos, y el sábado, para los judíos. En ese día, el almuecín o almuédano
llama a los creyentes para que acudan a la mezquita y recen con sus compañeros,
separados los hombres de las mujeres. En los países donde no hay mezquitas, los
musulmanes pueden ir a oratorios, que son lugares preparados para orar. Incluso pueden
hacer la oración en el campo, mirando en dirección a La Meca.
Además del viernes, los musulmanes recuerdan la vida de Mahoma y sus hechos más
importantes en una serie de fiestas, entre las cuales se cuentan las siguientes:
Islam
Nombre Recuerdo
Mawlid al-Nab Nacimiento de Mahoma
Laylat al-Qadr Dios revela el Corán a Mahoma
Id al-Fitr Final del mes de ayuno (el Ramadán)
Id al-Adha Final del viaje a La Meca
El islam se divide en dos ramas fundamentales: los sunitas (que siguen la línea directa de
Mahoma) y los chiitas (descendientes de Alí, yerno de Mahoma). Los sunitas constituyen
la inmensa mayoría de los musulmanes (en torno al 90%). Hay otros grupos, pero tienen
pocos seguidores: jarichitas, imamíes, drusos, etc.
1.
INTRODUCCIÓN
Judaísmo, cultura religiosa de los judíos (conocidos también como el pueblo de Israel). Es
una de las religiones más antiguas de la historia.
Los términos judaísmo y religión no existían en el hebreo premoderno. Los judíos hablaban
de la Torá: leyes que Dios reveló a Israel, y en las que se ofrecía una visión del mundo y
una manera de vivir (la Halajá), la senda que se debía seguir por el mundo: las leyes,
costumbres y prácticas judías. Todas las formas históricas del judaísmo premoderno
constituían (y aún hoy el judaísmo tradicional lo constituye), un sistema de cultura integral,
que abarca la totalidad de la existencia individual y comunitaria de las personas. Es un
sistema de santificación en el que todo está sometido a la voluntad expresa de Dios, de
acuerdo con modelos divinos revelados sobre el orden cósmico y la legalidad. Judaísmo,
cristianismo e islam, las tres grandes religiones monoteístas, tienen mucho en común. El
cristianismo surgió en Palestina dentro de la comunidad judía durante el siglo I d.C.; en un
principio, el islam extrajo parte de su ideología del judaísmo. Teniendo en cuenta que desde
el siglo VII la mayor parte de los judíos han vivido en un ambiente cultural muy cercano al
cristianismo y al islam, estas dos religiones ejercieron una fuerte influencia en la historia
del judaísmo.
El judaísmo tuvo su origen en Oriente Próximo. Pero, casi desde sus inicios, las
comunidades judías, en muchas ocasiones como resultado de migraciones voluntarias y de
exilios o expulsiones forzadas (diáspora), han vivido en casi todos los rincones del mundo.
Según el American Jewish Yearbook, en el año 2000 la población total de judíos en el
mundo ascendía a 13,2 millones, de los cuales 5,7 millones vivían en Estados Unidos, 4,8
en Israel y más de medio millón en la Unión Soviética; estos son los tres emplazamientos
judíos más importantes del mundo. Aproximadamente 1,5 millones de judíos vivían
repartidos por Europa, la mayoría de ellos en Francia y Gran Bretaña. Más o menos
300.000 vivían repartidos por el resto de Norteamérica y 600.000 por el resto de Asia.
Cerca de 1,1 millones de judíos vivían en América Central y del Sur (200.000 solo en
Argentina), y 350.000 en África.
Sukot
La fiesta de los Tabernáculos, también conocida como la fiesta de la Cabaña o de la Recolección, debido a su
naturaleza agrícola, marca el final de la cosecha en Palestina, como indica el Antiguo Testamento. Tercera
fiesta de peregrinación en el calendario judaico, se celebra durante ocho días a partir del decimoquinto día
del Tishri, mes judío del otoño. Las familias celebran este día construyendo un sukkah, que es un
tabernáculo provisional o cabaña, donde ponen juntos cuatro variedades de ramas de árboles en expresión
de su alegría.
Yoav Levy/Phototake NYC
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derechos.
Se considera que el judaísmo es una de las religiones más antiguas del mundo. Tiene
aproximadamente 18 millones de seguidores, la mayoría, en Estados Unidos y en Israel,
aunque se encuentran dispersos por todo el mundo. Además, la comunidad judía que vivía
en Palestina hace 2.000 años fue el origen del cristianismo. Todo ello hace que la influencia
del judaísmo sea mayor de lo que puede indicar su número actual de fieles.
El judaísmo nació hace unos 4.000 años, en Canaán, zona que hoy corresponde a Israel y
Palestina. Era la religión que practicaban los hebreos, una tribu nómada que vivió en
aquellos territorios. Los judíos actuales son los descendientes de aquellos hebreos, y parte
de su historia se explica en la Biblia.
Se considera que Abraham fue el primer patriarca o dirigente de los hebreos. El libro del
Génesis, en la Biblia, nos dice que nació en Ur (actual Irak), de donde emigró hacia
Canaán. Allí estableció una alianza con Dios, por la cual él se comprometía a adorarle,
mientras que Dios le daría protección a él y a sus descendientes, y haría que el pueblo
hebreo fuera grande y poderoso. Esta alianza fue renovada, posteriormente, por otros
patriarcas descendientes suyos, como Isaac o Jacob.
Los judíos creen que hay un solo dios, Yahvé, aunque su nombre, por respeto, no puede
pronunciarse, y en su lugar dicen normalmente Adonay, que en hebreo significa ‘mi Señor’.
Dios creó el mundo y todas las cosas que existen, como también afirman los cristianos.
Los judíos creen que un día vendrá al mundo un enviado de Dios, el Mesías, para anunciar
la paz mundial y restaurar el poder de su pueblo.
En una parte de la Biblia, la Torá, se enumeran las normas religiosas y morales, las
costumbres y las leyes fundamentales por las que debe regirse un buen judío. Por ejemplo,
los Diez Mandamientos, recogidos en las tablas de la Ley que uno de sus líderes, Moisés,
recibió de Dios en el monte Sinaí, según cuenta la Biblia. Se trata de una lista de normas
que los judíos deben obedecer: amar a Dios, cumplir las fiestas, respetar al padre y a la
madre, no matar, no robar, etc. Son exactamente los mismos mandamientos que se siguen
en el cristianismo.
El judaísmo incorpora muchas otras normas. Algunas tienen que ver con los alimentos que
consumen; por ejemplo, ningún practicante del judaísmo puede comer cerdo ni marisco,
porque se consideran animales impuros. Tampoco pueden trabajar ni hacer viajes largos en
sábado (shabat, en hebreo), que es el día de la semana más importante para los judíos, pues
es cuando hacen fiesta y oran en las sinagogas.
Los niños judíos son circuncidados antes de que cumplan ocho días: se les practica una
sencilla operación que consiste en quitar un pequeño trozo de piel del pene, como señal de
que pasan a formar parte de la comunidad religiosa judía. Además, los niños judíos se
hacen adultos, desde el punto de vista religioso, cuando cumplen los trece años; entonces
celebran una fiesta muy importante que se llama, en hebreo, bar mitsvá (‘hijo del
mandamiento’). Desde ese momento, ya tienen obligación de guardar las normas religiosas
de un judío adulto.
Además del sábado, los judíos mantienen unas celebraciones para recordar hechos
importantes de su historia:
Judaísmo
Nombre Recuerdo Fecha
Januká Fiesta de consagración del Segundo Templo de Jersualén diciembre
Pascua La liberación de su esclavitud bajo los egipcios marzo o abril
Yom Kipur Día del perdón y de la penitencia septiembre-octubre
Pentecostés Dios entrega las Tablas de la Ley a Moisés mayo o junio
El pueblo judío tiene una historia muy larga y, por lo tanto, ha vivido muchas situaciones
positivas, pero, también, muchas otras muy negativas.
Es un pueblo que se ha visto obligado a emigrar de su tierra varias veces, y que ha sufrido
grandes problemas al no ser siempre bien admitido por las naciones donde llegaba.
Inglaterra, por ejemplo, los expulsó de su territorio en el año 1290; Francia hizo lo mismo
en 1306; España, en 1492, y Portugal, en 1496.
En Rusia y Polonia sufrieron graves persecuciones hace un siglo y medio. Pero el episodio
más grave de su historia ocurrió durante la II Guerra Mundial, cuando fueron
implacablemente perseguidos por el dictador alemán Adolf Hitler, que dio muerte a varios
millones de personas solo por el hecho de ser judíos. Este horror se recuerda con el nombre
de Holocausto.
Ya hemos visto que la Torá (también llamada Pentateuco) es la parte de la Biblia en donde
se encuentran las normas fundamentales por las que se rige la vida del judío creyente.
Está formada por los cinco primeros libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números
y Deuteronomio. Es especialmente en los últimos, sobre todo en el Deuteronomio, donde se
recoge la mayor parte de dichas normas.
Con el paso del tiempo, los judíos analizaron y desarrollaron las normas legales de la
Torá, detallando cada uno de los preceptos y estableciendo las normas de conducta precisas
para una vida fiel a las enseñanzas del judaísmo. La obra en donde se recogen dichas
normas es la Mishná, que se puso por escrito hacia el año 200 antes de Cristo.
Pero los rabinos judíos, estudiosos de la palabra de Dios, siguieron analizando en los siglos
siguientes los preceptos de la Torá y su desarrollo en la Mishná. El fruto de sus estudios y
discusiones fue una obra monumental llamada Talmud, que contiene todo tipo de
contenidos legales, morales, normas o consejos para la práctica del judaísmo. Fue
concluido hacia el año 500 de nuestra era.
Mosaico judío
Este mosaico judío medieval procedente de una sinagoga desvela los emblemas y símbolos de la religión
judía: la menorah (un candelabro con siete brazos) se representa al lado del arca de la sinagoga, cuyo
parokhet (cortina bordada) acoge los rollos de la Torá. El hecho de que no se respeten las proporciones deja
entender que la menorah, emblemática de la conciencia judía, es tan importante como la Torá, símbolo de la
fe. Mosaico del siglo VI. Museo de Israel, Jerusalén.
Agenzia LUISA RICCIARINI—MILANO
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Hinduismo
1 INTRODUCCIÓN
Hinduismo, religión originaria de la India donde la mayoría de sus habitantes sigue profesándola
en la actualidad. También es practicada por las familias que han emigrado desde dicho país
hacia el resto del mundo (en especial al sur y este de África, al sureste y este de Asia y a
Europa). El término hindú deriva de la palabra sánscrita sindhu ('río', de forma más explícita el
río Indo); durante el siglo V a.C., los persas utilizaban ese nombre para referirse a aquellos que
vivían en las tierras del Indo. Los hindúes se definen a sí mismos como “aquellos que creen en
los Veda” o “aquellos que siguen los cuatro tipos (varnas) de caminos (dharma) y etapas de la
vida (ashramas)”.
El hinduismo es una de las religiones más extendidas e importantes del mundo, no sólo por su
número de fieles (estimados en más de 700 millones de individuos), sino también por la
profunda influencia que ha ejercido en muchas otras religiones durante su larga e ininterrumpida
historia, que comenzó más o menos en el 1500 a.C. Es preciso destacar igualmente la
correspondiente influencia que el hinduismo ha recibido de esas otras religiones (el hinduismo
posee una extraordinaria capacidad para absorber e integrar elementos foráneos). Esto ha
contribuido de forma notable al sincretismo de la religión y a la asimilación de una gran variedad
de creencias y prácticas religiosas. Es más, las bases geográficas, más que las puramente
religiosas (que consisten en todo lo que el pueblo de la India ha creído y ha hecho), le han
otorgado el carácter de sistema doctrinal y social que se extiende a todos los aspectos de la vida
humana.
2 PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
Las normas o cánones del hinduismo se definen en relación con lo que las personas hacen, más
que con lo que piensan. Por consiguiente, en el seno del hinduismo se encuentra una mayor
uniformidad de acción que de creencias, a pesar de que hay muy pocas creencias o prácticas
que son compartidas por todos. La mayoría de los hindúes cantan el himno del gayatri al
amanecer, pero casi no existe acuerdo sobre qué otras oraciones deben ser pronunciadas.
Muchos hindúes veneran a Siva, Visnú y la diosa Devi, pero también adoran a centenares de
deidades menores, propias de ciertos poblados o incluso familiares. Hay prácticas que observan
casi todos, como son el reverenciar a los brahmanes y a las vacas, la prohibición de comer carne
(en especial la de vacuno) y el contraer matrimonio sólo con un miembro de la misma casta
(jati) con la esperanza de tener un heredero varón. A pesar de que los hindúes tienen creencias
y prácticas que parecen contradictorias (no sólo con respecto al resto del mundo sino también
dentro de su misma religión y de su vivir cotidiano), cada individuo percibe un modelo que ha de
seguir y que confiere orden y sentido a su vida. En el hinduismo no existe una jerarquía doctrinal
ni eclesiástica, pero la complicada estratificación social, inseparable de la religión, da a cada
persona la sensación de ocupar una posición dentro de este enorme grupo humano.
2.1 Textos
La última autoridad canónica para todos los hindúes son los cuatro Veda. Entre ellos el más
antiguo es el Rig-Veda, escrito en una de las formas más antiguas de la lengua sánscrita del
noroeste de la India. Este texto fue escrito entre el 1300 y el 1000 a.C. y consta de 1.028
himnos dedicados a un panteón de dioses; ha sido memorizado sílaba por sílaba, conservándose
de esta forma hasta la actualidad. Al Rig-Veda le fueron agregados otros dos Veda, el Yajur-
Veda (el libro del sacrificio) y el Sama-Veda (contiene los himnos). El cuarto libro, el Atharva-
Veda (una colección de hechizos mágicos), es probable que fuera incluido alrededor del 900 a.C.
De aquella época datan también los Brahmana, extensos textos escritos en sánscrito donde se
exponen los rituales que practican los sacerdotes y todos los mitos que los sustentan. Más o
menos a comienzos del 600 a.C. se compusieron los Upanisad, que consisten en meditaciones
místico-filosóficas con respecto al significado y a la naturaleza del Universo.
Los Veda (dentro de los que se incluyen los Brahmana y los Upanisad) son considerados las
normas reveladas (shruti, 'lo que ha sido oído de los dioses'), y no pueden ser alterados ni
siquiera en una sílaba. Sin embargo, la mayoría de los hindúes desconoce en la actualidad el
contenido de estas normas. El compendio más práctico del hinduismo, y que por tanto es muy
utilizado, está contenido en el Smriti ('lo que se recuerda'), resumen que también se transmite
en forma oral. No existen prohibiciones con respecto a improvisar ciertas variaciones, cambiar
algunos nombres o sugerir interpretaciones del Smriti. En él se encuentran las dos obras épicas
sánscritas más importantes (el Mahabharata y el Ramayana) y los Purana escritos en sánscrito,
entre los que se incluyen los 18 grandes Purana y varias docenas de Purana de menor
importancia. También contiene los numerosos Dharmasastras y Dharmasutras (tratados sobre la
ley sagrada), de los que sobresale uno, que habría sido escrito por el sabio Manu, que se cita
con mayor frecuencia.
Las dos obras épicas están construidas alrededor de una historia central. El Mahabharata relata
la guerra civil entre los pandavas (liderados por Krishna) y los kauravas. El Ramayana cuenta el
viaje que hizo Rama para rescatar a su esposa Sita que había sido raptada por el demonio
Ravana. Las historias están adornadas por relatos de otras procedencias y discursos de filosofía,
leyes, geografía, ciencias políticas y astronomía, por lo que el Mahabharata (que consta de unas
200.000 líneas escritas) constituye una suerte de enciclopedia o completa colección literaria, y el
Ramayana (con más de 50.000 líneas escritas) le sigue en importancia. A pesar de que es
imposible fecharlos, lo más probable es que los capítulos centrales del Mahabharata y del
Ramayana fueran escritos entre el 300 a.C. y el 300 d.C. Sin embargo, ambos fueron ampliados,
incluso después de la edad media, periodo en que se tradujeron a las lenguas indias más
comunes (como el tamil y el hindi).
Los Purana fueron escritos después de las obras épicas, y muchos de ellos son tan sólo
prolongaciones de los temas tratados en aquéllas (por ejemplo, en el Bhagavata-Purana se
describe la niñez de Krishna, un tema que no había sido desarrollado en el Mahabharata). Entre
los Purana también se incluyen mitos secundarios, himnos de alabanza, filosofía, iconografía y
rituales. La mayoría de ellos es de naturaleza sectaria; es decir, están dedicados al culto de una
deidad en particular: los más importantes (y algunos secundarios) a Siva, Visnú o Devi, y
muchos de los secundarios a Ganesha, Skanda o el Sol. Además todos contienen material que no
es sectario, escritos cuyo origen quizás sea más antiguo, como las “cinco señales” o tópicos
(panchalakshana) de los Purana: la creación del Universo, la destrucción y recreación del
Universo, las dinastías de los dioses lunares y solares, la genealogía de los dioses y de los sabios
santos, y las edades de los padres fundadores de la humanidad (los Manus).
2.2 Filosofía
Dentro de su rica literatura, el hinduismo incorpora una cosmología muy compleja. Los hindúes
creen que el Universo es una gran esfera cerrada, un huevo cósmico dentro del cual hay muchos
cielos concéntricos, infiernos, océanos y continentes, y que la India está en medio de todos ellos.
Creen que el tiempo es a la vez degenerativo (desde la época dorada o Krita Yuga, a través de
dos periodos en los que el bien decayó gradualmente, hasta los tiempos actuales o Kali Yuga) y
cíclico: al final de cada Kali Yuga el Universo es destruido por el fuego y las inundaciones,
comenzando así una nueva época dorada. La vida humana también es cíclica: después de morir,
el alma deja el cuerpo y renace en el cuerpo de otra persona, animal, vegetal o mineral. Este
imparable proceso se llama samsara. La calidad de la reencarnación viene determinada por el
mérito o la falta de méritos que haya acumulado cada persona como resultado de su actuar o
karma, de lo que el alma haya realizado en su vida o vidas pasadas. Todos los hindúes creen
que el karma funciona así; sin embargo, también piensan que esto se puede contrapesar con la
práctica de la expiación y de rituales (ejercitándose a través del castigo o de la recompensa),
logrando así aminorar o hacer más fácil (moksha) todo el proceso del samsara, previa renuncia a
todos los deseos terrenales.
A los hindúes se les divide en dos grupos: quienes buscan las recompensas sagradas y profanas
de este mundo (salud, dinero, hijos y una buena reencarnación) y los que buscan liberarse del
mundo. Los principios del primer sistema de vida fueron extraídos de los Veda y hoy en día
están representados en los templos hindúes, en la religión de los brahmanes y en el sistema de
castas. La segunda forma de vida, explicada en los Upanisad, se manifiesta no sólo en los cultos
de renuncia (sannyasa) sino también en los fundamentos ideológicos de la mayoría de los
hindúes.
Originariamente, el aspecto mundano hindú estaba compuesto por tres Veda, tres clases de
sociedades (varnas), tres etapas en la vida (ashramas), y tres “metas de un hombre”
(purusharthas); el tema de las metas o necesidades de las mujeres rara vez se menciona en los
textos antiguos. A los tres primeros Veda les fue agregado el Atharva-Veda. Las primeras tres
clases (brahmán o sacerdotal, kshatriya o guerrera, y vaishya o pueblo llano) derivaban de la
división tripartita de la antigua sociedad indoeuropea, tal y como aparece en las culturas griegas
y romanas. A estas tres clases se les unió la de los shudras o sirvientes, después de que los
arios se establecieran en el Punjab y comenzaran a desplazarse hacia el sur, hacia el valle del río
Ganges. Los tres ashramas originales eran el estudiante casto (brahmachari), el amo de casa
(grihastha) y el habitante del bosque (vanaprastha). Se decía que tenían tres deudas o deberes:
estudiar los Veda (esto se lo debían a los sabios), un hijo (a los ancestros) y sacrificarse (deuda
que tenían con los dioses). Las tres metas u objetivos eran el artha (éxito en cuanto a bienes
materiales), dharma (recto comportamiento social) y kama (placeres sensuales). Al poco tiempo
de haber sido compuestos los primeros Upanisad, durante el surgimiento del budismo (siglo
VI a.C.), se les sumó un cuarto ashrama y su meta correspondiente: el que renuncia (sannyasi),
cuya meta es la de liberarse (moksha) de las etapas, metas y deudas antes mencionadas.
Cada uno de estos dos modos de actuar de los hindúes desarrolló sus propios sistemas
metafísicos y sociales. El sistema de castas y la filosofía de svadharma que lo sostiene (el
dharma individual) se desarrollaron dentro del modo de vida mundano. El svadharma considera
que cada persona nace para realizar un trabajo específico, para casarse con una cierta persona,
comer cierta comida y engendrar ciertos niños, y que ésta es la mejor manera de cumplir con su
propio dharma antes que con el de cualquier otro (incluso si el propio dharma es bajo y
reprochable, como en el caso de los miembros de la casta harijan, los intocables, cuya sola
presencia, en ciertas ocasiones, llegó a ser considerada contaminante para las otras castas). La
principal meta del hindú mundano y común es la de tener y criar un hijo que haga ofrendas a los
ancestros (la ceremonia shraddha). Por otro lado, el segundo camino de renunciación del
hinduismo se basa en la filosofía upanisádica de la unidad del alma individual o atmán con
Brahman, el alma universal. Se cree que si el fiel lograra la total realización de esto, sería
suficiente para que se liberara de la reencarnación; mirado así, nada podría ser más perjudicial
para la salvación que el volver a nacer. Muchas de las metas e ideales de renunciación del
hinduismo han sido incorporadas al hinduismo mundano, en especial el dharma eterno
(sanatana dharma), un código ético absoluto y general que se propone transcender y abarcar
todos los dharmas secundarios, relativistas y específicos. Para los hindúes, el principio más
importante del sanatana dharma es el ahimsa, la ausencia del deseo de hacer daño, el que se
utiliza para justificar el hecho de que sean vegetarianos (sin embargo, este dogma no prohibe la
violencia física contra seres humanos o animales, o que se practiquen sacrificios de sangre en
los templos).
Además del sanatana dharma, se han hecho numerosos esfuerzos para lograr reconciliar los dos
hinduismos. El Bhagavad-Gita describe tres caminos para lograr la realización religiosa: el
sendero de los trabajos o karma (aquí se mencionan actos de sacrificio y rituales), el sendero del
conocimiento o jnana (la meditación upanisádica de la divinidad) y el sendero de meditación,
una apasionada devoción por Dios o bhakti, un ideal religioso que vino a combinar y a hacer de
los otros dos senderos, una vía más trascendente. En términos generales, se pueden encontrar
huellas del bhakti en las obras épicas, incluso en algunos de los Upanisad, pero su manifestación
más completa no aparece hasta después del Bhagavad-Gita, cobrando impulso a partir de los
cantos y poemas escritos en lengua común, dedicados a las deidades locales, en especial los de
alvars, nayanars y virashaivas del sur de la India y los de los fieles bengalíes de Krishna.
Los hindúes han logrado pues conciliar su monismo vedántico (véase Vedanta) con su politeísmo
védico: todos los dioses hindúes individuales (de los que se dice son saguna, 'con atributos')
están sometidos al espíritu universal o Brahman (nirguna, 'sin atributos'), del cual emanan
todos. Por lo tanto, la mayoría de los hindúes rinde tributo (a través del bhakti) a dioses a
quienes adoran en los rituales (a través del karma) y a los que entienden (por medio del jnana)
como aspectos de la última realidad, el reflejo material del que todo lo que existe es una ilusión
(maya) creada por Dios con mucho esfuerzo, pero con un espíritu de juego (lila).
2.3 Dioses
Siva encarna los aspectos aparentemente contradictorios del dios de los ascetas y del dios fálico.
Es la deidad de los que han renunciado, en especial de las muchas sectas que lo imitan:
kapalikas, que llevan calaveras para reconstruir el mito en el que Siva decapita a su padre, el
incestuoso Brahma, y es condenado a llevar su calavera hasta que consigue ponerle fin al
castigo, en Benarés; pashupatas, seguidores del culto a Siva Pashupati, Señor de las bestias, y
aghoris, “para quien nada es horrible”, yoguis que comen inmundicias o carne cruda, con el fin
de demostrar que son totalmente indiferentes ante el placer o el dolor. Siva también es la deidad
cuyo símbolo fálico (linga) constituye el punto central y sacrosanto de todos los templos
dedicados a él y de todos los hogares de sus adoradores; se dice que su priapismo fue el
resultado de su castración, con el consecuente culto de su símbolo fálico sin cuerpo. Además de
esto, se dice que Siva se habría hecho presente en la Tierra bajo distintas formas humanas,
animales y vegetales, estableciendo muchos santuarios locales.
Visnú es adorado como un dios que está en todas partes (dios supremo para sus adoradores), el
dios de cuyo ombligo brotó una flor de loto, dando a luz al creador (Brahma). Visnú creó el
Universo, separando el cielo de la tierra; más adelante, y en muchas ocasiones, tuvo que
ayudarlo a sobrevivir. También se le adora bajo la forma de muchos avatares, dioses que
descienden al mundo (o encarnaciones, en un sentido aproximado). Muchos de ellos son
animales que suelen aparecer en la iconografía hindú: el pez, la tortuga y el cerdo. Otros son los
enanos Vamana (quienes se transformaron en un gigante para engañar a Bali, el demonio, y
expulsarlo así del Universo); el hombre león Narasimha (que destripó al demonio
Hiranyakashipu); el Buda (que se encarnó con el fin de enseñarles una doctrina falsa a los
demonios piadosos); Rama con un hacha (Parashurama, que decapitó a su madre porque no era
casta, matando luego a toda la clase de los Kshatriyas para vengar a su padre); y Kalki (el jinete
del caballo blanco, que vendrá a destruir el Universo al final de la era de Kali). Pero, con
diferencia, los más populares son Rama (el héroe del Ramayana), y Krishna (héroe del
Mahabharata y del Bhagavata-Purana). Se dice que ambos son encarnaciones de Visnú, a pesar
de que en un comienzo fueron héroes humanos.
También hay representaciones más pacíficas de la Diosa, generalmente bajo la forma de las
esposas de los dioses más importantes: Lakshmi, la sumisa, la dócil esposa de Visnú que se
muestra como una fértil diosa; Parvati, esposa de Siva e hija del monte Himalaya; Ganga la gran
diosa del río (el Ganges), a quien también se la adora de forma independiente, se dice que es
una de las esposas de Siva; a Sarasvati, la diosa de la música y de la literatura y esposa de
Brahma, se la asocia con el río Saraswati. Muchas de las diosas locales de la India (como
Manasha, la diosa de las serpientes en Bengala, y Minakshi en Madurai) están casadas con
dioses, mientras que a otras como Shitala, diosa de la viruela, se las rinde culto por sí mismas.
Estas últimas diosas son temidas por sus indomables poderes y mal carácter, y por sus
arranques de cólera.
Hay algunos dioses menores que están incluidos en el panteón central porque se les identifica
con los dioses más importantes o con sus hijos o amigos. Hanuman (el dios mono) aparece en el
Ramayana como el ingenioso asistente de Rama en el sitio de Lanka. Skanda (el general del
ejército de los dioses) es hijo de Siva y de Parvati. Ganesha (el dios con cabeza de elefante),
dios de los escribas y mercaderes, quien ayuda a eliminar los obstáculos, es invocado
fervorosamente al comienzo de cualquier negocio importante.
Desde el más importante hasta el menos trascendente de los dioses hindúes es objeto de
veneración tanto en ceremonias públicas como en el ámbito de la intimidad familiar. Dadas las
bases sociales del hinduismo, los actos más importantes son aquellos en los que se incluyen
ritos de paso (samskaras), como son el nacimiento y cuando el niño come por primera vez
comida sólida (arroz). Entre los ritos que vienen a continuación, se incluye el primer corte de
pelo (para un niño) y la purificación después de la primera menstruación (para una niña), el
matrimonio, y la bendición para las embarazadas, para que tengan un hijo varón y para
asegurar así un parto sin dificultades y que el niño sobreviva los seis primeros días después del
nacimiento, que son los más peligrosos (para lo cual se encomiendan a Shashti, la diosa del
Seis). Las últimas ceremonias son las de la muerte (cremación y, si es posible, que las cenizas
sean esparcidas por el Ganges, el río sagrado) y la ofrenda anual a los antepasados muertos. De
estos últimos, el más notable es el del pinda, una bola de arroz y de semillas de sésamo que
entrega el hijo mayor del difunto, para que el fantasma de su padre pueda salir del limbo y
renacer.
Como parte del ritual diario (por lo general realizado por la esposa, quien se supone tiene más
poder para interceder ante los dioses), los hindúes ofrecen (puja) frutas y flores ante un
pequeño altar instalado en la vivienda. También ella se ocupa de hacer ofrendas a serpientes
locales, árboles o a espíritus oscuros (benevolentes y malévolos) que moran en su propio jardín,
en cruces de caminos o en otros sitios del pueblo considerados mágicos. Muchos poblados y
ciudades de diferentes tamaños tienen templos donde los sacerdotes celebran ceremonias
durante todo el día: rezan al amanecer y emiten ciertos tipos de sonidos para despertar al dios
que es santo entre los santos (la garbagriha o casa matriz); lavan, visten y abanican al dios, lo
alimentan y distribuyen los restos de la comida (prasada) entre sus fieles. El templo también
constituye un centro cultural donde se cantan canciones, se leen los textos sagrados en voz alta
(tanto en sánscrito como en lengua común) y se celebran rituales al anochecer. A los laicos se
les permite estar presentes en la mayoría de las ceremonias. En muchos templos, en especial en
los que están dedicados a diosas (como el templo a Kali, el Kalighat en Calcuta) y en ciertas
ocasiones especiales, se sacrifican cabras. Por lo general, los sacrificios son llevados a cabo por
una casta especial de sacerdotes, de bajo nivel, y se realizan fuera de los límites del templo.
Existen miles de templos locales, que pueden consistir en una pequeña cavidad de piedra en la
que se guarda una efigie sin forma, envuelta en telas, o en edificaciones un poco más grandes,
con un pequeño estanque para bañarse. Además, la India cuenta con muchos templos de gran
tamaño e, incluso, con algunas ciudades templo. También los hay excavados en la roca (como
los de Elefanta y Ellora) y construidos en grandes bloques monolíticos, como los de
Mahabalipuram. Hay otros que están levantados con bloques de piedra importados y que han
sido esculpidos con esmero, como los templos de Khajurāho, Bhubaneswar, Madurai y
Kanjeevaram. Por lo general, una vez al año y durante ciertos días especiales, la imagen del dios
recorre todo el complejo de culto sobre unas magníficas carrozas de madera tallada (ratha).
3 HISTORIA
En el valle del río Indo floreció, alrededor del 2000 a.C., una civilización muy desarrollada, en las
proximidades de las localidades de Harappa y Mohenjo-Daro. Más o menos en el 1500 a.C.,
cuando las tribus arias invadieron la India, esta civilización cayó en decadencia. Según los
vestigios actuales resulta imposible saber si estas dos civilizaciones tuvieron o no algún tipo de
contacto significativo. Sin embargo, muchos elementos propios del hinduismo que no estaban
presentes en la civilización védica, como el culto fálico y el dedicado a las diosas, el bañarse en
los estanques de los templos y las posturas del yoga, pueden ser derivadas de la civilización del
valle del Indo.
Hacia el año 1500 a.C., los arios ya estaban asentados en el Punjab. Llevaban consigo su
panteón de dioses indoeuropeos, que era principalmente masculino, y una sencilla ética guerrera
y mundana aunque profundamente religiosa. Los dioses del panteón védico sobrevivieron en el
hinduismo tardío, pero ya no volvieron a ser objeto de culto: Indra, rey de los dioses y dios de la
tormenta y de la fertilidad; Agni, dios del fuego; Soma, dios de la soma (planta sagrada y con
cuya bebida se embriagaban). Más o menos en el 900 a.C., el uso del hierro hizo posible que los
arios pudieran desplazarse hacia el sur, al rico valle del río Ganges, donde desarrollaron una
civilización y un sistema social mucho más avanzado. Durante el siglo VI a.C., el budismo
comenzó a dejar sus huellas en la India, lo que se transformaría a lo largo del milenio en una
interacción muy fructífera con el hinduismo.
El Imperio Gupta
Durante el siglo IV d.C. la dinastía Gupta unificó la mayor parte del norte de la India. El Imperio Gupta unió
a las tribus dispersas que entonces habitaban la región y formó una única entidad política y religiosa. El
hinduismo se convirtió en una religión más coherente y metódica debido a los esfuerzos de los reyes Gupta,
que combinaron elementos del budismo con el hinduismo y resaltaron la naturaleza teísta de la religión, en
especial el papel del dios Visnú.
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Más o menos desde el 200 a.C. hasta el 500 d.C. la India fue invadida por muchos grupos que
venían del norte. Entre los que causaron un mayor impacto estuvieron los escitas y los kusanas.
Para el hinduismo, éste fue un periodo de continuos cambios, gran crecimiento, sincretismo, y
definición y delimitación de su identidad. Durante esta época se terminaron de escribir las obras
épicas Dharmasastras y Dharmasutras. Fue bajo el imperio de la dinastía Gupta (entre el 320 y
el 540 d.C.), periodo en que gran parte del norte de la India estuvo bajo el mando de un único
poder, cuando el hinduismo clásico encontró su máxima expresión: se codificaron las leyes
sagradas, se comenzaron a construir los grandes templos y se preservaron los mitos y los
rituales en los Purana.
Tras el periodo Gupta surgió un hinduismo menos rígido y más ecléctico. Aumentó el número de
sectas disidentes y de movimientos autóctonos. Muchas de las sectas que surgieron entre los
siglos IX y XVIII perduran hasta hoy en la India.
Se dice que la mayoría de los movimientos bhakti fueron fundados por santos (o gurúes), a
través de los cuales se ha ido transmitiendo la tradición a los discípulos (chelas). Esta cadena
ininterrumpida, junto a los cánones escritos, constituye la autoridad fundamental de la secta
bhakti. Otras tradiciones están basadas en la enseñanza de los escritos de filósofos como
Shankara y Ramanuja. Shankara fue el principal defensor del monismo puro o no dual (Advaita
Vedanta), y de la doctrina de que todo lo que parece real no es más que mera ilusión. Ramanuja
estaba comprometido con la filosofía del no dualismo calificado (Vishishta Advaita), un esfuerzo
por tratar de reconciliar la creencia en una divinidad sin atributos (nirguna), con la devoción
hacia un dios con atributos (saguna), y como un esfuerzo por subsanar la paradoja que implica
el amar a un dios al que uno es idéntico.
Durante el siglo XVI, estas representaciones rituales también se desarrollaron en los alrededores
del poblado de Vrindaban celebradas por poetas de lengua hindi. El primer gran poeta místico
hindi fue Kabir Das, de quien se decía era hijo de un musulmán y estaba muy influido por el
islam, en particular por el sufismo. Sus poemas desafiaban los dogmas canónicos tanto del
hinduismo como del islam, venerando a Rama y prometiendo la salvación si se cantaba el santo
nombre de Rama. Fue seguido por Tulsi Das, quien escribió una bella versión hindi del
Ramayana. Surdas fue contemporáneo de Tulsi Das y autor de poemas a propósito de la vida de
Krishna en Vrindaban; esto sirvió para establecer las bases de los ras lilas, dramatizaciones
locales de mitos de la niñez de Krishna, representaciones que todavía desempeñan un
importante papel en el culto de Krishna en el norte de la India.
Ramakrishna
El líder religioso indio Ramakrishna protagonizó durante el siglo XIX el renacimiento espiritual del hinduismo.
Library of Congress/Corbis
INTRODUCCIÓN
Jesucristo
La última cena (Museo del Prado, Madrid), obra de Juan de Juanes representa el pasaje del Nuevo
Testamento en que Jesús instituyó la eucaristía. En el centro pintó a Cristo rodeado por sus
discípulos, cuyos nombres aparecen escritos en los nimbos. Dando la espalda al espectador se
encuentra Judas.
Scala/Art Resource, NY
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2.
DOCTRINA Y PRÁCTICA
Una comunidad, un modo de vida, un sistema de creencias, una observancia litúrgica, una
tradición; el cristianismo es todo eso y más. Cada uno de estos aspectos del cristianismo
tiene afinidades con otras creencias, aunque cada una de éstas también muestra señas
particulares, consecuencia de su origen y evolución. Teniendo en cuenta esto, es una ayuda,
y de hecho se hace inevitable, estudiar las ideas e instituciones del cristianismo de forma
comparativa, relacionándolas con las afinidades que tienen con otras religiones. Sin
embargo, resulta asimismo importante el estudio de los rasgos distintivos que son
exclusivos del cristianismo.
El cristianismo es la religión de las personas que creen que Jesucristo es hijo de Dios y
siguen sus enseñanzas. Al igual que el judaísmo y el islam, es una religión monoteísta, es
decir, que admite la existencia de un solo dios. El cristianismo está basado en la vida y en
las enseñanzas de Jesús de Nazaret, como se cuenta en los Evangelios. Es la religión más
extendida en el mundo, con especial importancia en Europa y América; la profesan unos
2.000 millones de personas.
Jesús de Nazaret nació y vivió en Palestina hace dos mil años. Los datos que conocemos
de su vida han llegado hasta nosotros a través de los Evangelios, relatos escritos por sus
discípulos para dar a conocer su mensaje y propagar su doctrina.
Jesús se presenta como el ‘Cristo’ o ‘Mesías’ esperado (de ahí el nombre de Jesucristo),
como el hijo de Dios venido al mundo para salvar a los hombres del pecado. El mensaje de
Jesús se centra en el amor a Dios y al prójimo, porque, según él, todos somos hijos de Dios.
Estas enseñanzas fueron bien aceptadas por los pobres y marginados, que vieron en él a
alguien que podía mejorar su situación social.
Según los Evangelios, Jesús realizó algunas curaciones milagrosas y otras acciones
extraordinarias, como la resurrección de Lázaro, que, en opinión de sus discípulos, serían
prueba de su divinidad.
El hecho de que Jesús se presentara como hijo de Dios iba contra las creencias de la
religión judaica, que era la que imperaba entonces en Palestina, y su actitud fue considerada
como una blasfemia (una injuria, una irreverencia) por las autoridades religiosas judías.
Estas, molestas también por las críticas de Jesús a su comportamiento y preocupadas por el
efecto de su predicación en el pueblo, lo condenaron a muerte y lo entregaron a las
autoridades romanas para que lo hiciesen morir en la cruz.
Sin embargo, sus discípulos más cercanos, los apóstoles, dijeron que Jesús resucitó tres
días después de su muerte, y que luego subió a los cielos. Esto confirmó su creencia en la
divinidad de Jesús y les impulsó a predicar su doctrina, lo que dio lugar al nacimiento del
cristianismo.
LIBROS SAGRADOS
Los hechos y las enseñanzas de Jesús están recogidos en los cuatro Evangelios, que, junto
con los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas y el Apocalipsis, constituyen el Nuevo
Testamento, la parte de la Biblia que solo los cristianos reconocen como libro sagrado.
Además, los cristianos aceptan también el Antiguo Testamento, es decir, la Biblia judía,
como libro sagrado.
Los cristianos creen en la existencia de un único Dios, creador del Universo, en el que, sin
embargo, distinguen tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; esto constituye el
misterio de la Trinidad.
Los cristianos creen que Dios Padre creó el mundo de la nada y que Dios Hijo se encarnó
en la persona de Jesús de Nazaret, que vino a este mundo para salvar a la humanidad del
pecado, lo que consiguió mediante su muerte y resurrección. Creen también que el
Espíritu Santo les da fuerzas para llevar una vida cristiana digna.
Otra creencia básica del cristianismo es la inmortalidad del alma; los cristianos creen que
todos los muertos resucitarán y serán juzgados por Dios, para recibir un premio o un castigo
eternos, según se hayan comportado en su vida terrena.
LA MORAL CRISTIANA
Las normas morales del cristianismo se basan en los Diez Mandamientos de la ley judaica,
adaptados a las enseñanzas de Jesús de Nazaret.
Los tres primeros mandamientos se refieren a las obligaciones del creyente hacia Dios:
amarle con todas las fuerzas, respetar y venerar su nombre, rendirle culto en las ceremonias
religiosas los días de fiesta.
Los otros siete mandamientos se refieren a las obligaciones de las personas respecto al
prójimo: respetar la vida y las propiedades ajenas, cuidar y educar a los hijos, no mentir ni
calumniar a nadie, etc.
Así, por ejemplo, a través del bautismo, una persona se convierte en cristiano y pasa a
formar parte de la comunidad de creyentes. En el sacramento de la eucaristía, los cristianos
recuerdan la muerte y resurrección de su fundador, Jesucristo, y celebran haber sido
salvados por él.
Los cristianos se reúnen los domingos en sus templos, las iglesias, para cumplir el tercer
mandamiento, santificar las fiestas, y participar en la eucaristía. Además, celebran de forma
especial los acontecimientos más importantes de la vida de Jesús en sus festividades
religiosas, entre las que destacan las siguientes:
Festividades cristianas
Fiesta Fecha Qué celebra
Navidad 25 de diciembre Nacimiento de Jesús
Viernes Viernes de la Semana Santa, en marzo-
Muerte de Jesús en la cruz
Santo abril
Domingo de la Semana Santa, en
Pascua Resurrección de Jesús
marzo-abril
Pentecostés Domingo en mayo-junio, siete semanas Venida del Espíritu Santo y
después de Pascua nacimiento de la Iglesia
Al principio, sus seguidores fueron perseguidos, pero desde principios del siglo IV el
cristianismo gozó de plena libertad, y a finales de ese siglo se convirtió en la religión
oficial del Imperio romano.
Quinientos años más tarde, en el siglo XVI, surgieron las Iglesias reformadas o
protestantes, que se separaron de la Iglesia católica por una serie de discrepancias
doctrinales y porque muchos cristianos pensaban que el papa y muchos obispos y
sacerdotes estaban corrompidos y no servían a los fieles según las enseñanzas de Jesús.
Las principales iglesias protestantes son el luteranismo, el calvinismo y el anglicanismo.
Dentro de ellas han surgido divisiones, que han dado lugar a otras denominaciones
cristianas: cuáqueros, metodistas, congregacionalistas, baptistas, etc.
Todo esto queda reflejado en este gráfico sobre las ramas más importantes del cristianismo:
Iglesias cristianas
Cristianismo
Iglesias reformadas o protestantes Iglesia católica, romana Iglesias ortodoxas, orientales
Luteranismo
Calvinismo
Anglicanismo
También en Mi primera Encarta
El judaísmo
La Biblia
La religión
2. El Dios de la experiencia religiosa
Desde luego, para propósitos teóricos, uno puede pensar en Dios en términos metafísicos
como el puro Ser, o la causa sui de la onto-teología, ante quien, según Martin
Heidegger, uno no puede “ni hincarse de rodillas con admiración ni tocar música y
bailar”5. El comentario de Heidegger sugiere a un Dios que no es una cosa sino alguien,
es decir, alguien con una perspectiva personal, alguien para quien el bailar y la música
4 Véase, por ejemplo, Turner, Víctor, The Ritual Process: Structure and Anti-Structure, Chicago: Aldine Publishing Company,
1969; Eliade, Mircea, Myth and Reality, traducción de Willard R. Trask, New York: Harper Torchbooks, 1963.
5 Heidegger, Martin, “The Ontolo-Theo-Logical Constitution of Metaphysics”, en: Identity and Difference, traducción
de Joan Stambaugh, New York: Harper and Row Publishers, 1969, p. 72.
174
Michael Barber § 2.
del creyente significaría algo. Este tipo de Dios sería dado por una experiencia religiosa
dentro de tradiciones que consideran a Dios como personal. Más allá de Heidegger,
otros pensadores dentro de la tradición fenomenológica conciben a Dios como personal,
es decir, como teniendo una intencionalidad propia. Por ejemplo, Jean-Luc
Marion contrasta el ídolo, cuyos adoradores están encantados por lo que ven, y el ícono,
la imagen de Dios en la cual “la mirada del ser humano está perdida en la mirada
invisible que visiblemente capta su atención”6. Más aún, según Marion, al tomar el
punto de vista de Dios sobre el mundo, uno encuentra el mundo bello y bueno, en
contraste a verlo como carente de valor, como puede aparecer a la perspectiva crítica
aburrida de los seres humanos por sí solos7. De manera similar, Max Scheler, uno de
los primeros fenomenólogos de la experiencia religiosa, se enfoca en la peculiaridad del
acto religioso, cuya intencionalidad es la intencionalidad de Dios que nos devuelve la
mirada porque “Donde el alma no toca a Dios —por indirectamente que sea— ni lo
toca conociendo y sintiendo que Dios está tocándola a ella, no puede haber una relación
religiosa”8.
Según las escrituras judías (Salmo 115), lo que es característico de Dios es su intencionalidad,
i. e., la perspectiva activa, interpretativa, en la que Dios habita, en oposición
a los ídolos, que “no son más que plata y oro, obra de las manos de los hombres.
Boca tienen, mas no hablarán; tienen ojos pero jamás verán. Orejas tienen, y nada
oirán, narices y no olerán. Tienen manos, y no palparán; pies mas no andarán; ni articularán
una voz con su garganta”.
Además, las religiones cuyo Dios es personal regularmente recogen textos o escrituras
narrativas en las cuales Dios aparece como un personaje, un ser activo, provisto
de una intencionalidad propia. Las actitudes que Dios asume hacia las situaciones
y personajes en estas escrituras permiten que los lectores imaginen cómo Dios
quizás consideraría las situaciones con las cuales ellos se enfrentan o incluso el significado
de sus propias identidades. El uso repetido de estas escrituras, en privado o
en rituales, o en conversaciones con otros creyentes, invita a que los lectores u oyentes
se imaginen las actitudes que Dios adopta hacia ellos, especialmente el amor de Dios
por ellos, la llamada de Dios a la integridad y la libertad, y la mirada compasiva de
Dios hacia ellos y hacia todos los demás. Porque los creyentes tienen la tendencia a
ignorar el punto de vista de Dios, a perder de vista la integridad a la cual Dios los invita,
o incluso a atribuir a Dios una actitud severa o no-compasiva hacia ellos mismos o
hacia los demás –en desacuerdo con las presentaciones de Dios en las escrituras–, es
6 Marion, Jean-Luc, God without Being, traducción de Thomas A. Carlson, Chicago: University of Chicago Press,
1991, p. 20.
7 Ibid., pp. 131-132.
8 Scheler, Max, On the Eternal in Man, traducción de Bernard Noble, New York: Harper and Brothers, 1960, p. 254.
de sí mismos. Y pueden reconocer que Dios puede estar en desacuerdo con lo que
piensan los creyentes de sí mismos.
INTRODUCCIÓN
Creación del hombre
2.
CONCEPCIONES DE DIOS
Muchos pensadores religiosos han sostenido que Dios es tan diferente de los seres mortales
que debe ser considerado en esencia como un misterio más allá de la capacidad de
comprensión humana. No obstante, la mayoría de los filósofos y teólogos han supuesto que
es posible un conocimiento limitado de Dios y han formulado diferentes concepciones de él
en términos de atributos divinos y trayectorias de conocimiento.
1.
Enfoques filosóficos y religiosos
Las concepciones filosóficas y religiosas de Dios han estado muy diferenciadas. En el siglo
XVII, por ejemplo, el matemático y pensador religioso francés Blaise Pascal comparó de
manera poco propicia el 'Dios de los filósofos', una noción abstracta, con el 'Dios de la fe',
una realidad viva, experimentada. En general los místicos, que reclaman la experiencia
directa del ser divino, han afirmado la superioridad de su conocimiento de Dios a las
demostraciones racionales de su existencia y de los atributos propuestos por filósofos y
teólogos. Algunos teólogos han intentado compaginar los enfoques filosóficos y
experimentales de Dios, como en la doble vía del teólogo alemán del siglo XX Paul Tillich,
que habló de Dios como la 'causa del ser' y el 'interés último'. Una cierta tensión es quizá
inevitable, no obstante, entre el modo en que los doctrinarios hablan de Dios y el modo en
que la mayoría de los creyentes piensan de él y lo experimentan.
2.
Atributos principales
Dios puede ser concebido como trascendente (por encima del mundo), haciendo hincapié
en su 'calidad de otro', su independencia absoluta y su poder sobre el orden mundial; o
como inmanente (habitando en el Universo), resaltando su presencia y participación dentro
del proceso del mundo. Ha sido pensado como personal, por analogía con los individuos
humanos, pero algunos teólogos, por otra parte, han sostenido que el concepto de
personalidad es inadecuada para Dios y que debe ser concebido como impersonal o
suprapersonal. En las grandes religiones monoteístas, Dios es venerado como lo Uno, la
unidad suprema que abarca o ha creado todas las cosas; pero el politeísmo, la creencia en
muchos dioses, también ha permanecido enriqueciéndose a través de la historia.
3.
JUDAÍSMO, CRISTIANISMO E ISLAM
1.
La idea judía de Dios
2.
Concepción cristiana
El cristianismo emprendió su andadura como una secta judía y así asumió al Dios de los
hebreos, y las Escrituras judías se convirtieron con el tiempo, para los cristianos, en el
Antiguo Testamento. Durante su magisterio, Jesús fue quizá entendido como un hombre
santo de Dios, pero a finales del siglo I los cristianos le habían ensalzado como pastor
divino, y esto creó la tensión con la tradición monoteísta del judaísmo. La solución del
problema fue el desarrollo de la doctrina de Dios trino o Trinidad que, pese a insinuarse en
el Nuevo Testamento, no fue formulada de un modo completo hasta el siglo IV. El Dios del
Antiguo Testamento se convirtió, para los cristianos, en el Padre, un título que el mismo
Jesús le había aplicado y por el que se proponía hacer hincapié en su amor y cuidado más
que en su poder. Jesús mismo, reconocido como Cristo, fue entendido como el Hijo
encarnado o la Palabra divina (Logos), la manifestación concreta de Dios en el orden finito.
Ambas expresiones, Hijo y Palabra, implican un ser, que es a la vez distinto del Padre e
incluso tan próximo, relacionado como ser 'de la misma sustancia' (del griego, homoousios)
con Él. El Espíritu Santo —en Occidente se dice que procede del Padre y del Hijo, en
Oriente que procede sólo del Padre (después de la controversia del filioque)— es la
presencia inmanente y la actividad de Dios en la creación, por la que lucha para conducirla
a la perfección. Aunque la teología cristiana habla de las tres 'personas' de la Trinidad, no
hay tales personas en el sentido moderno, sino tres modos de ser del mismo y único Dios.
3.
Islam
El islam surgió como una poderosa reacción contra las antiguas culturas paganas de Arabia
y, como consecuencia de ello, es la que profesa su monoteísmo con mayor rigidez entre las
tres religiones de raíz bíblica. El nombre de Alá significa simplemente 'El Dios'. Es
personal, trascendente y único, y a los musulmanes se les prohibe representarlo con
cualquier forma viviente. El credo principal se resume en la proclamación: 'No hay dios
más que Alá y Mahoma es su profeta'. Alá tiene siete atributos básicos: vida, conocimiento,
poder, voluntad, oído, vista y habla. Las tres últimas no se entienden en un sentido
antropomórfico. Su voluntad es absoluta, y todo lo que ocurre depende de ella, incluso
hasta el punto de que creyentes y no creyentes están predestinados a la fe o a la falta de fe.
4.
RELIGIONES DE ASIA Y
OTRAS
1.
Hinduismo
En el hinduismo, el Ser Sagrado puede ser comprendido de diferentes maneras. Desde una
perspectiva filosófica, es entendido como Brahman, la realidad única eterna, absoluta, que
abarca todo lo que es, de modo que el mundo que cambia es sólo la apariencia exterior
(maya). En la religión popular se reconocen muchos dioses, pero entendidos con propiedad,
son manifestaciones de Brahman, y cada uno de ellos tiene su propia función. Los tres
dioses principales, Brahma, Visnú y Siva (encargados de la creación, la preservación y la
destrucción), están unidos como el Trimurti, o los tres poderes. Hablando en sentido
estricto, el dios creador no crea en el sentido judeocristiano, porque el mundo es eterno y él
es tan sólo el dios que ha estado desde la génesis de los Tiempos. En el hinduismo Bhakti,
el camino de la devoción personal, el dios Isvara se concibe como personal y no es
diferente al dios judeocristiano.
2.
Budismo y religión china
Se dice a veces que el budismo Theravada es ateo, pero no es así. Los dioses son reales,
pero no son lo fundamental. La realidad última o Ser Sagrado, constituye el orden cósmico
impersonal. Una idea semejante se encuentra en la religión griega antigua, en la que el
destino cósmico parece haber sido superior incluso a los grandes dioses. En el budismo
Mahayana de China y Japón, Buda mismo fue transformado en un ser divino, aunque la
vinculación con el Buda histórico se volvió muy tenue o incluso desapareció, de ahí que las
figuras de Buda en el Lejano Oriente sean consideradas seres cósmicos.
En las religiones chinas indígenas, el politeísmo puro de las culturas populares fue
modificado por el contacto con las tradiciones filosóficas desarrolladas por la minoría
erudita. En estas filosofías el Ser Sagrado último también parece haber sido concebido
como una categoría impersonal. En el taoísmo, es el ritmo del Universo; en el
confucianismo es la ley moral del cielo.
3.
Politeísmo y animismo
En el politeísmo, hay muchos seres sagrados, cada uno de los cuales manifiesta algún
atributo divino particular o cuida de algún aspecto concreto de la naturaleza o de las
cuestiones humanas. El politeísmo fue la forma más común de religión en el mundo antiguo
y estuvo muy desarrollada en Egipto, Mesopotamia, Grecia y Roma, entre otras
civilizaciones. Tiende, sin embargo, a evolucionar en una forma de religión que muestra
una concepción unitaria de la divinidad (como demostró el hinduismo), bien por ejercer la
crítica filosófica o porque una de las deidades en el panteón politeísta adquiera una
superioridad contundente. Se solían concebir los dioses de un panteón con algún lazo
familiar, lo que aseguraba desde el principio un sentido de su unidad. El politeísmo se
desarrolló casi con regularidad a partir de una forma más tradicional de religión (todavía
practicada en muchas partes del mundo) llamada animismo, la creencia en una multitud de
fuerzas espirituales, localizadas y limitadas en su poder, algunas amistosas y otras hostiles.
En el animismo el sentido de Ser Sagrado se difunde por todo el Universo.
4.
Sumario de tipos principales
Una serie de tipos, cada uno transformándose en los otros, puede ser extraído de este
estudio. En el monoteísmo del judaísmo y del islam, el Ser Sagrado se concibe en su
aspecto más trascendente y personal. En el trinitarianismo cristiano, se hace un intento para
sintetizar la trascendencia y la inmanencia. En las religiones de Asia que se han tratado, se
resalta la inmanencia y naturaleza impersonal del Ser Sagrado (aunque algunas formas de
hinduismo y budismo no excluyen aspectos personales de la condición divina).
5.
FUNDAMENTOS PARA LA CREENCIA EN DIOS
Aunque las concepciones de Dios han variado de modo considerable, en dependencia del
periodo histórico, cultura y grupo de que se trate, una misma fe en un Ser Sagrado ha sido
predominante en algún sentido en casi todas las sociedades a través de la historia. Sin
embargo, esta creencia ha sido puesta en duda desde los tiempos antiguos por doctrinas
como el escepticismo, el materialismo, el ateísmo y otras formas de descreimiento, y la
proporción de no creyentes es más alta en las sociedades modernas que en la mayoría de las
sociedades del pasado.
1.
Variedades de incredulidad
Los argumentos en contra de la creencia en Dios son tan numerosos como los que existen a
su favor. El ateísmo niega de modo absoluto la existencia de Dios. Algunos, por ejemplo,
creen que el universo material constituye la realidad última; otros argumentan que el
predominio del sufrimiento y del mal en el mundo imposibilita la existencia de un ser
sagrado. Los agnósticos creen que la evidencia a favor y en contra de la existencia de Dios
es cuestionable; por lo tanto suspenden el juicio en beneficio de la duda. Los positivistas
creen que la investigación racional se halla restringida a las cuestiones del hecho empírico o
demostrable por vías positivas y científicas, por lo que no tiene sentido ni afirmar ni negar
la existencia de Dios.
2.
La naturaleza de la creencia en Dios
Si Dios es el fundamento u origen del ser y no simplemente otro ser, aun el ser supremo o
más elevado que concebirse pueda, entonces no existe en el sentido en que se encuentran
las cosas en el mundo. Puede ser incluso engañoso decir, 'Dios existe', aunque es el modo
tradicional de hablar. Creer en Dios es tener fe en el fundamento último del ser, o confiar
en la racionalidad última y la virtud de la disposición completa de las cosas. Este modo de
expresar el tema deja en el aire las cuestiones de la trascendencia e inmanencia, ser
personal e impersonal, entre otras. El fundamento principal para creer en Dios debe
encontrarse en la experiencia, y en concreto en la experiencia religiosa. Hay muchas
experiencias en las que la gente ha sido consciente del Ser Sagrado que afecta a sus vidas
—experiencias místicas, conversión, una sensación de presencia, a veces visiones o
locuciones— y que pueden sentirse con la fuerza de una revelación. Junto a experiencias
religiosas en sí mismas hay otras en las que la gente llega a ser consciente de una
profundidad o una finalidad que ellos llaman Dios (experiencias morales, relaciones
interpersonales, sensación de belleza, la búsqueda de la verdad, la conciencia de finitud,
incluso la confrontación con el sufrimiento y la muerte). A veces se producen las llamadas
situaciones límite (término utilizado en el siglo XX por el filósofo alemán Karl Jaspers),
porque aquéllos que sufren tales experiencias parecen chocar contra los límites de su propia
existencia. Al hacer esto, sin embargo, llegan a ser conscientes de un ser que trasciende su
propio ser, con el que todavía sienten tanto diferencia como afinidad. Llegan a ser
conscientes de lo que en el siglo XX el teólogo protestante Rudolf Otto denominó, en una
clásica descripción, mysterium tremendum et fascinans, el misterio que produce a la vez
temor y fascinación.
3.
Argumentos formales para la existencia de Dios
Para un incalculable número de personas estas experiencias del Ser Sagrado son auto-
autentificadas, y sienten que no necesitan indagar más. Toda experiencia humana, sin
embargo, es falible. Errores de percepción son experiencias cotidianas, y concepciones
falsas del mundo natural, la Tierra, los cuerpos celestes y otras análogas han prevalecido
durante miles de años. Es por lo tanto posible que la experiencia del Ser Sagrado sea
ilusoria, y esta posibilidad ha llevado a algunos creyentes a buscar una base racional para
sostener su fe en Dios con la confirmación de la propia experiencia. Numerosos intentos se
han llevado a cabo para probar la realidad de Dios. El teólogo escolástico medieval san
Anselmo afirmó que la misma idea de un ser de quien nada más perfecto puede ser
concebido supone su existencia, pues la existencia es en sí misma un aspecto de la
perfección. Muchos filósofos han negado la validez lógica de la transición de la idea a la
existencia real, pero todavía se discute este razonamiento ontológico. El teólogo del siglo
XIII santo Tomás de Aquino rechazó el razonamiento ontológico, pero propuso otras cinco
pruebas de la existencia de Dios que todavía son aceptadas de forma oficial por la Iglesia
católica apostólica romana: 1) la realidad del cambio requiere un agente del cambio; 2) la
cadena de la causalidad necesita fundarse en una causa primera que no es causada; 3) los
hechos contingentes del mundo (hechos que pueden no haber sido como son) presuponen
un ser necesario; 4) se puede observar una gradación de las cosas desde lo más alto a lo más
bajo, y esto apunta hacia una realidad perfecta en el punto más alto de la jerarquía; 5) el
orden y el diseño de la naturaleza demandan como fuente un ser que posea la más alta
sabiduría. El filósofo alemán del siglo XVIII Immanuel Kant rechazó y refutó los
razonamientos de Tomás de Aquino, pero sostuvo la necesidad de la existencia de Dios
como el soporte o garante de la vida moral. Estas razones para afirmar la realidad de Dios
han sido sometidas todas a repetidas críticas y siguen siendo replanteadas para recibir
nuevas apreciaciones. Hoy día está aceptado de un modo general que ninguna de ellas
constituye una prueba, pero muchos creyentes dirán que los razonamientos acumulan una
fuerza que, aunque tiene poco de prueba, supone una fuerte probabilidad, sobre todo en
conjunción con la evidencia de la experiencia religiosa. En último extremo, la creencia en
Dios es, como muchas otras creencias importantes, un acto de fe, una fe que tiene que estar
enraizada en la experiencia personal.
Conforme el Imperio romano se extendía, iba asimilando los elementos culturales de las tierras a las que
llegaba. En religión este proceso se llama interpretatio romana, o interpretación romana. Al conquistar
Grecia en el siglo III a.C., los dioses romanos se fusionaron con los de la civilización griega. El cuadro
muestra los dioses y diosas principales y sus cometidos en las mitologías griega y romana.