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La evolución del conductismo (*)

R. S. Herrnstein
Universidad de Harvard

Tenga o no futuro, la rama del con- un reflejo ,d'e sus problemas con el mé-
ductismo conocida como «teoría skinne- todo skinneriano. Quince años después,
riana» tiene un pasado lleno de malen- la marea de críticas sigue creciendo.
tendidos. Sin duda, el término «skinne- Los artículos y libros cuyos títulos cons-
rianismo» es vago como teoría psicoló- tituyen variaciones sobre el tema de
gica. En cualquier caso, se refiere a «los límites biológicos del aprendizaje»
un movimiento caracterizado por el es- (Seligman y Hager, 1972) ya deberían
tudio de la conducta, por su ambienta- constituir una entrada independiente
lismo en oposición al innatismo y por en el índice del «Psychological Abs-
la primacía que otorga a la ley del tracts». Estos trabajos y mucho's otros
efecto en la dirección de la conducta parecen estar encontrando puntos dé-
de los organismos superiores y, en es- biles en la trama del skinnerianismo.
pecial, de los seres humanos. Es un Con todo, estos últimos 15 años tam-
movimiento que ha sido tanto más con- bién han supuesto el crecimiento de la
trovertido cuando más influyente. Con marea del pro-skinnerianismo. Como
su artículo de 1961, «la mala conducta demuestra cualquier medida que pue-
de los organismos», Breland y Breland da establecerse de su reconocimiento
marcaron uno de los primeros hitos de público, la psicología skinneriana ha
la creciente marea del «anti-skinneria- florecido, desplazando a otras varieda-
nismo» en la psicología americana. Los des del conductismo en la apreciación
Breland eran unos discípulos de Skin- del público americano. La modifica-
ner que se dedicaron al adiestramien- ción de conducta (que en realidad tie-
to animal con fines comerciales. Des- ne sus antecedentes en Hull y Pavlov,
pués de haber pasado más de diez años tanto como en Skinner) amenaza con
adiestrando a cerdos, polluelos, mapa- sumergir bajo su peso a una parte con-
ches y otros animales para el negocio siderable de la psicoterapia tradicio-
del espectáculo dejaban ver cómo se nal; los educadores están cada vez más
había ido marchitando su entusiasmo deseosos de planificar el manejo de las
hacia la teoría skinneriana, lo cual era contingencias en los ambientes escola-
(•) Con autorización del autorl y del editor. Tomado del American Psychologist, 1977, 32. 593-903.
Copright (1977) by the American Psychologscal Assocration. Keprinted by permission.

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res; «la caja de Skinner», con letras dio. Resumiré aquí algunos de esos da-
minúsculas, es una de las entradas del tos y también trataré de demostrar que
«Webster's Third New International Dic- el conductismo americano conllevaba
tionary», y mi medida favorita del re- un innatismo inherente, que no ha sido
conocimiento público del skinnerianis- reconocido ni apreciado y que fue os-
mo es el resultado de una encuesta curecido por ciertos supuestos simpli-
realizada por una popular revista so- ficadores que guiaron a Skinner y a
bre las 100 personas más importantes otros conductistas. La crisis actual del
de todos los tiempos: Jesucristo era el conductismo se debe a la remoción de
primero, y Skinner estaba hacia el cua- algunos de estos supuestos, una vez
renta, no lejos de Lutero y Calvino, que ya han prestado su servicio heu-
por lo que recuerdo. También parecen rístico.
desarrollarse con fuerza las investiga-
ciones pro-skinnerianas; aparecen in- LA TEORIA SKINNERIANA Y LA
formes de predicciones de la conducta EQUIPOTENCIAT.IDAD
cada vez más precisas, basadas en la
aplicación de la ley del efecto en am- La versión de manual de la teoría de
bientes controlados (por ejemplo, de Skinner se centra en los procesos de
Villiers, 1975, y Herrnstein, 1976; Fan- condicionamiento denominados «condi-
tino y Navarick, 1974; Killeen, 1975). cionamiento operante» y «condiciona-
Verdaderamente parece como si el miento respondente». Prescindiendo de
skinnerianismo estuviera creciendo y cómo se les llame, , se supone que estos
menguando al mismo tiempo. Y esta es procesos explican por completo la plas-
la paradoja que ha motivado este ar- ticidad de la conducta. La creación de
tículo. Como todas las paradojas, exi- respuestas nuevas, configuradas a par-
ge una solución. tir de un material bruto de movimien-
No os ésta la única paradoja skinne- tos simples a través de refuerzo positi-
riana. En otro momento (Herrnstein, vo o negativo, es el condicionamiento
1972) he señalado la semejanza entre operante. En el condicionamiento res-
el conductismo de Skinner y . la teoría pondente se aparean estímulos neutra-
del instinto que proponía McDougall les con otros efectivos para ampliar la
(1908) a comienzos de siglo, a pesar gama de los estímulos efectivos. El pro-
de que, para la historia convencional pio término «condicionamiento» se re-
de la psicología, McDougall representa fiere a los cambios de probabilidad (de
el innatismo tanto como Skinner repre- probabilidad de respuesta en el caso
senta el punto de vista opuesto, el am- del operante y de probabilidad de eli-
bientalismo. Aunque partieron de pre- citación en el respondente). Es muy
supuestos opuestos sobre la ciencia en posible que el condicionamiento ope-
general y la psicología en particular, rante y el respondente controlen la eje-
McDougall y Skinner . casi no pudieron cución y no el aprendizaje como creía
resistirse a confluir en un punto medio Skinner (ver Brown y Herrnstein, 1975;
entre el innatismo y el ambientalismo. Estes, 1969). Pero, para nuestros pro-
Ese punto medio ecléctico suele tratar- pósitos actuales, podemos pasar por al-
se como un compromiso respetable, to la distinción entre aprendizaje y eje-
aunque un poco aburrido, entre los cución sin dejar de ver lo que el con-
dos extremos «químicamente puros». De ductismo es y hacia dónde parece se-
todas formas, los datos que va acumu- ñalar.
lando nuestra ciencia nos encardinan, Operante y responden te fueron dos
aún con más firmeza, en el punto me- nuevos términos de Skinner, pero no
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se referían a ideas nuevas. Estaba la Seligman y Hager (1972) la identifican
ley del efecto de Thorndike (1913) y su con la suposición de «equipotenciali-
versión del aprendizaje por contigüi- dad» que se define como la creencia
dad denominado «cambio asociativo»; de que «todos los E.C s y EI s (y «todas
también la distinción que establece las respuestas y reforzadores») pueden
Troland (1928) entre la acción refleja y asociarse igual de bien» (p. 2). Estos
la retrorrefleja, así como los dos tipos autores rechazan la equipotencialidad
de condicionamiento de Konorski y y propugnan, para sustituirla, la «pre-
Miller (1937) y Schlosberg (1934 y paración» (Seligman, 1970) que es la
1937). Todas ellas eran distinciones pre- suposición inversa de que «no todos
skinnerianas, paralelas a la establecida los E.Cs y E.I., etc...». Seligman es un
entre el condicionamiento operante y representante de la literatura postskin-
el respondente. Tampoco fue Skinner neriana, como también lo son Bolles
el primer conductista claro, puesto que (1970, 1972) Staddon (Staddon y Sim-
era aún un estudiante sin graduar cuan- melhag, 1971), Shettleworth (1972) y
do la persona que hizo la revisión de otros en el «crescendo» de esta aparen-
«El conductismo» de Watson (1924) en te disensión con el conductismo skin-
el New York Times decía que «marca neriano. Por ejemplo: cuando se ame-
una época nueva en la historia intelec- naza con un shock a las ratas, éstas en-
tual del hombre» (citado en Herrns- cuentran más natural dar la respuesta
tein, 1967). El skinnerianismo se nutrió de correr que la de volverse (Bolles,
de su pasado, como era de esperar y 1970), aunque volverse parece más fá-
como Skinner reconoce (Skinner, 1909, cil para ellas de lo que es picotear
p. 107 y ss.). Sólo algo sutil puede ex- para las palomas en condiciones com-
plicar por qué durante una generación parables (Rachlin y Hineline, 1967). El
aproximadamente la escuela skinneria- picoteo es una respuesta muy resistente
na ha contribuido tanto al estudio de a condicionarse a la evitación de un
la conducta instrumental cuando todos shock, pero es relativamente fácil con-
los ingredientes obvios para dicho es- dicionarlo como respuesta instrumen-
tudio eran anteriores a ella. tal para obtener un refuerzo de comida.
¿Cuál fue el ímpetu creador de la En general, se encuentra que los es-
obra de Skinner si no su distinción en- tados de impulso pueden favorecer de-
tre operante y respondente, sus cajas terminadas 'respuestas o «prepararlas»
de palanca..., sus registros acumulati- para el condicionamiento. También pa-
vos? Por ahora, daría una interpreta- rece que los estados de impulso deter-
ción limitada de esta cuestión sin tener minan en algunos casos la preponde-
en- cuenta la importancia de Skinner rancia de unos estímulos con respecto
como filósofo y visionario social (aun- a otros. Por ejemplo, las ratas apren-
que quizá sean éstos, en último caso, den a asociar los olores con la enfer-
sus papeles más importantes) y me fi- medad y las luces y sonidos con las
jaré sólo en el psicólogo experimental descargas eléctricas (García y Koelling,
y en su enfoque del conductismo. Va- 1966) y, sin embargo, las codornices,
mos a considerar, en primer lugar, la que son criaturas visuales, no mues-
idea skinneriana de los estímulos y res- tran estas variaciones (Wilcoxon, Dra-
puestas «representativos», ya que las goin y Kral, 1971). Quizá no resulte
articuló antes que otros conductistas y fácil percatarse de la importancia de
con más claridad que ellos y se han hechos como éstos, pero sí son impor-
convertido ahora en blanco de sus crí- tantes si se tiene en cuenta que el
lit-e q . En su desafío al skinnerianismo aanductismo ha argumentado a favor

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de la equipotencialidad en los datos la respuesta; o, dada la respuesta, pue-
animales y ha pasado de ahí a formu- da especificar la naturaleza del estímu-
lar programas para rehacer la socie- lo efectivo» (Skinner, 1938, p. 10).
dad humana. Ciertamente, el supues- Skinner (1938) consideraba el progra-
to de la preparación parece mejor que ma watsoniano «impracticable», porque
el de la equipotencialidad, si se tiene «el número de reflejos posibles, a efec-
en cuenta la literatura, cada vez ma- tos prácticos, es infinito y... lo que po-
yor, que demuestra la existencia de dríamos denominar «botanización» de
«sesgos asociativos» de este tipo. los reflejos sería una tarea infructuo-
Aunque no cabe duda de que el sa» (p. 10). Contrariamente a la impre-
supuesto de la equipotencialidad es co- sión que suele producir, Skinner (1938)
mún entre muchos skinnerianos, no se expresó su pesimismo sobre la posibili-
encuentra en los escritos teóricos de dad de una ciencia de la conducta
Skinner. Lo que dijo explícitamente completamente predictiva:
Skinner sobre los estímulos y respues- «La clase de predicción que
tas «representativos» implicaba un su- (tal ciencia) propugna planteaaría
puesto de «arbitrariedad» y no de equi- la necesidad de establecer un ca-
potencialidad. Cuando una rata aprie- tálogo exhaustivo de reflejos para
ta una palanca, o una paloma picotea hacer las predicciones con refe-
una tecla, o un ser humano marca un rencia a él. El catálogo sería pe-
número de teléfono, están dando res- culiar para cada organismo en
puestas arbitrarias en el sentido de particular y tendría que revisarse
Skinner. Son arbitrarias, diría Skinner, continuamente a lo largo de la vi-
porque el reforzador no está ligado da del organismo» (p. 10).
con la respuesta a través de una cau-
sación mecánica ordinaria, como la que Y, anticipándose al argumento de que
hay cuando una bola de biliar choca podrían existir principios aún descono-
con otra. La «forma» física de la res- cidos que simplificaran algo el objeti-
puesta de la palanca puede permane- vo de Watson, Skinner (1938) decía:
cer igual, aunque se cambie el refor- «Ni las consideraciones teóricas,
zador y éste deje de ser comida para ni la revisión de lo que ya se ha
ser la bebida, o el sexo, o el alivio de hecho en el terreno experimental,
otras incomodidades. La respuesta es nos dan ninguna razón para supo-
arbitraria, porque nuestro aparato, o el ner que sea posible establecer una
sistema de Bell, interviene en la pre- predicción global de las respues-
sentación del reforzador. Por ahora va- tas o una identificación de los es-
mos a dejar de lado las pruebas que tímulos, basadas en el descubri-
señalan la existencia de pequeñas va- miento de determinados principios
riaciones en la topografía de las res- que nos evitasen la labor rutinaria
puestas en función de los diversos re- de hacer una lista de reflejos.
forzadores y vamos a tomar en consi- Confrontados a la gran amplitud
deración el concepto de «arbitrariedad» de la topografía de la conducta,
tal como Skinner lo vio. tenemos que reconocer que resul-
En este caso el punto de partida teó- ta imposible hacer una predicción
rico de Skinner fue el conductismo general de los estímulos y respues-
watsoniano, caracterizado por su cita tas que pudiera considerarse exac-
de Watson (1924): «determinar los da- ta» (p. 14).
tos y leyes de tal manera que, dado el La única forma de «atrapar» los es-
estímulo, la psicología pueda predecir tímulos y respuestas específicos que
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comprenden el flujo de conducta —de- do estas razones de conveniencia, no
Cía Skinner— sería observarlas y cla- había nada de especial en la presión
sificarlas como hace un botánico con de una palanca por parte de las ra-
las plantas, y está claro que él no lo tas, según daba a entender Skinner,
había hecho. Bien es cierto que los como no lo hay en el picoteo de las
Breland, y la gran cantidad de pioneros palomas, la presión de un botón por
de la ingeniería conductual posteriores una persona o cualquier otra de las
a ellos, han osado aventurarse donde respuestas instrumentales de los expe-
Skinner dijo que no, aunque parece rimentos skinnerianos. Pero Skinner no
que desde entonces él ha desarrollado ha dicho en ninguna parte que todos
un enfoque más práctico de lo que lle- los estímulos y respuestas sean igual
gó a ser nunca el de Watson. Desde el de susceptibles al condicionamiento. Las
momento en que la ingeniería conduc- cuidadosas consideraciones que se die-
tual práctica se supone que se refiere ron para justificar la elección de res-
a cualquier tipo de respuestas, y no puestas hubieran sido innecesarias en
precisamente a las «representativas», es caso de partir del supuesto de equipo-
de espíritu más watsoniano que skinne- tencialidad. Como decía Skinner, la
riano. En contraste con el programa elección de una buena respuesta re-
watsoniano, el de Skinner se suponía presentativa haría avanzar más deprisa
que era «la predicción de las propie- a la ciencia sin distorsionar sus resul-
dades cuantitativas de reflejos repre- tados. De igual forma, las luces, tonos,
sentativos» (Skinner, 1938 p. 12). golpes de sonido, olores, etc., con ca-
Es bien sabido que la primera res- rácter representativo revelarían cómo
puesta representativa de Skinner fue la canalizan los estímulos la corriente de
presión de una palanca en ratas, pero conducta.
sus razones (ver Skinner, 1938, pp. 48- El conductismo skinneriano significó
51) han sido olvidadas en gran parte. un atrincheramiento, una cierta retira-
Notó que casi todas sus ratas presiona- da, con respecto a la visión más gran-
ban la palanca «espontáneamente», es diosa de Watson. Quizá haya personas
decir, antes de haber sido condiciona- que aún encuentren que La conducta
das, pero no tanto como para obscure- de los organismos es un título de-
cer la influencia de sus variables expe- masiado grandioso para un libro que
rimentales. Además esta respuesta no trata de la presión de palancas por
formaba parte de otra conducta «signi- ratas albinas, pero lo único que pro-
ficativa», como ocurre con otras res- metía Skinner en él era establecer la
puestas, como la flexión de la pata, forma de las leyes cuantitativas de la
por ejemplo, que forma parte de la conducta, las ecuaciones de una nue-
conducta de correr. Por tanto, sólo te- va ciencia madura sin los valores nu-
nía que enfrentarse a un conjunto re- méricos de sus parámetros. Ello se con-
lativamente limitado de variables inte- siguió contando con estímulos represen-
ractuantes. La respuesta estaba vincu- tativos que actuaban sobre organismos
lada al medio experimental, porque la representativos, evocando respuestas re-
rata sólo puede presionar una palanca presentativas, y no porque los estímulos
cuando hay una palanca que presio- o las respuestas fueran equipotenciales,
nar. Con ello se esperaba que esta res- ni basándose en que todos los organis-
puesta pudiera aislarse de las influen- mos sean iguales, ni porque los proce-
cias no experimentales. Finalmente, era sos y leyes fueran suficientemente gene-
bastante clara y de topografía estable, rales como para aplicarse a otros estímu-
lo que hacía fácil contar. Exceptuan- los, organismos y respuestas. La corrien-

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te, más o menos concurrente, del con- exige el concepto de impulso. Se dice
ductismo hulliano es comparable porque que el impulso es fuerte cuando las
Hull también trataba de establecer las conductas son muy probables y/o los
ecuaciones funcionales que controlan reforzadores muy reforzantes, y que es
a los estímulos y respuestas representa- débil o que no hay impulso en caso
tivas, más que los valores de los pará- contrario. Naturalmente que este enfo-
metros concretos. Si las leyes de la que plantea todo tipo de cuestiones
conducta tienen alguna generalidad, empíricas y quizá la primera de ellas
Skinner y Hull estaban en la mejor es la de cuántos impulsos o clases de
compañía científica cuando simplifica- conductas muestra una determinada
ban las preparaciones. Después de todo, criatura.
para esto es para lo que sirve la in- Hay muchas formas de crear los es-
vestigación de laboratorio. Pero los con- tados de impulso, decía Skinner (1953),
ductistas se permitieron establecer cier- pero aún desearíamos saber «cuántas
tos supuestos implícitos sobre los pará- clases de conductas varían de fuerza,
metros y no se limitaron a ignorarlos. con independiencia unas de otras»
En el resto de este capítulo me referiré (p. 149). Aunque él no fue tan teme-
a algunas revisiones de estos supuestos rario como para dar un número, el men-
y en concreto de los skinnerianos en saje tácito de su respuesta (y uno de
tres apartados más. La creciente opo- los más falibles de todos los presupues-
sición al conductismo puede delinearse tos conductistas) es que el número es
señalando que esos supuestos están pequeño (del orden de una docena o
cambiando. así de impulsos y no cientos o miles de
ellos). En la mayoría de los escritos
conductistas, la sección sobre «impul-
LA «BOTANIZACION» DE LOS sos» incluye una lista en que están la
IMPULSOS eurnicia, la bebida, el sexo, la respira-
El primero de estos supuestos se re- ción, la estimulación dolorosa y quizá
fiere al número de impulsos. Para otro pequeño racimo de clases conduc-
Skinner, un impulso primario es un es- tuales. Si contásemos estas clases se
tado que regula la fuerza de un con- pondría de manifiesto que el paráme-
junto o clase de respuestas (1), las con- tro resultante del sistema se considera
ductas forman una clase en tanto en pequeño y no grande. Milleson (1967),
cuanto covarían juntas. Su pertenencia por ejemplo, en su texto skinneriano
a una clase es una cuestión de estruc- hace una lista que incluye concreta-
tura, refleja simplemente cómo se con- mente 10 impulsos primarios de un or-
jugan una criatura y su conducta. El ganismo hipotético (aunque presumi-
hambre, por ejemplo, crece o disminu- blemente realista), si bien deja abierta
ye cuando covaría la fuerza de las res- la posibilidad de que en los organis-
puestas de comer, de pensar y hablar mos reales el número pueda ser algo
sobre la comida, de acercarse a las mayor. Para Hull (1967), el número
fuentes del alimento, etc. A esta defi- hipotético era de 13 (p. 59). Este nú-
nición añadiríamos la covariación del mero se refiere a los estados de im-
poder reforzante de cierto conjunto de pulso innatos, ya que ni Skinner ni
objetos ó sucesos, como la comida o el Hull establecen ningún límite al posi-
olor a la comida en el caso del ham- ble número de clases de conductas
bre. Esta covariación colectiva de de- aprendidas.
terminadas clases de conductas y de En los sistemas de conducta que se
sus reforzadores es la que justifica y centran en las contingencias ambienta-

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les, como ocurre con el de Skinner, no Vamos a poner un ejemplo contem-
hay implícitamente más que una breve poráneo, aunque podríamos emplear
lista de impulsos innatos. La mayor par- cualquier otra conducta humana de las
te de la literatura skinneriana se refie- muchas que se discuten actualmente.
re a los programas de reforzamiento, El atropólogo Lionel Tiger (1969) dice
el reforzamiento diferencial con res- que los grupos masculinos de la socie-
pecto a los estímulos, a la extinción dad humana, desde el Ku Kux Klan a
posterior al reforzamiento y a la explo- los grupos que se forman en el vestí-
ración de variables de reforzamiento bulo del senado americano, reflejan al
como la frecuencia, la magnitud y la menos un elemento de influencia ge-
demora. Como la investigación skinne- nética, tesis que es claramente innatis-
riana acentúa la forma global de ls ta. Tiger traza el origen de este ele-
leyes de condicionamiento más que sus mento genético, retrotrayéndolo a las
parámetros, hay relativamente pocas fuerzas evolutivas que favorecieron la
investigaciones skinnerianas en que se formación de vínculos entre varones con
establezca un inventario de las clases propósitos de agresión colectiva contra
de conductas que constituyen los im- los de fuera, con objetivos de caza, o
pulsos. Si tomamos a la mayor parte de de favorecer otros aspectos de organi-
los conductistas por lo que dicen, su zación social que llegaron a depender
conducta nos dice que piensan que es primordialmente de las conductas de
relativamente pequeña la varianza con- los miembros masculinos de la especie.
ductual que se explica por la variación Los ambientalistas ponen muy en cues-
de los estados de impulso del organis- tión esta tesis y, por el contrario, atri-
mo, en comparación con la que expli- buyen la formación de grupos masculi-
can en virtud de la variación de sus nos a la historia cultural. De hecho, se
historias de reforzamiento. trata de una polémica sobre los impul-
Si mantenemos constantes todos los sos y sus reforzadores primarios. Tiger
demás factores que definen a un teóri- quiere decir que la conducta que él
co de la conducta, parecerá innatista o caracteriza como de vínculo masculi-
ambientalista dependiendo del interés no comprende un grupo diferenciado
que muestre por .establecer un inventa- de comportamientos que conforman una
rio de los impulsos primarios. Si el teó- clase, en el sentido de que surgen o
rico explica la conducta social de la desaparecen conjuntamente y de que
especie humana apelando al reforza- se mantienen en virtud de reforzadores
miento diferencial o al reforzamiento primarios que son peculiares de los
condicionado, parecerá ambientalista. fenómenos que se dan en los grupos
Sus explicaciones deben darse en tér- masculinos, de forma muy parecida a
minos de la historia previa de reforza- como las conductas relacionadas con
mientos, etc., con una referencia, todo la comida y sus reforzadores dan signi-
lo más, a los estados primarios de im- ficado al impulso que denominamos
pulso y sus interaciones. Sin embargo, «hambre». Lo que quieren decir sus
si utiliza los mismos principios de con- críticos es que los hombres forman gru-
dicionamiento, pero se fija sobre todo pos en virtud de determinados reforza-
en los impulsos primarios, parecerá si- dores condicionados. Para los ambien-
tuarse en el terreno innatista, ya que talistas, que son fundamentalmente teó-
en este caso hablaría sobre todo de ricos del refuerzo, los reforzadores pri-
esos agrupamientos innatos de conduc- marios a los que están condicionados
tas o reforzadores, que son los impul- los reforzadores condicionados, perte-
sos. necen a otras categorías más amplias

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que no están específicamente relacio- Parece que la conducta resulta adapta-
nados con la asociación entre varones. tiva cuando evita amenazas objetivas
Los ambientalistas dan un peso ex- al organismo o le proporciona bienes-
plicativo muy grande a un pequeño tar. Frecuentemente los impulsos me-
número de impulsos y permiten la exis- dian en este carácter adaptativo. Por
tencia de una gran variedad de refor- ejemplo, existe una correspondencia,
zadores condicionados. Los innatistas, aunque no una equivalencia, entre el
que no suelen considerarse teóricos del estado psicológico denominado «ham-
refuerzo (pero podrían serlo perfecta- bre» (que especifica una clase de con-
mente) reparten ese peso entre un nú- ductas y de reforzadores) y un conjun-
mero mayor de impulsos, cada uno de to subyacente de necesidades nutriti-
los cuales se asocia con sus propios re- vas. Las conductas y los reforzadores
forzadores primarios diferenciados. tienden a reducir el impulso y consi-
Desde el punto de vista de la teoría del guientemente a calmar la necesidad.
refuerzo, ambientalistas e innatistas se Pero hay otros impulsos cuyo carácter
diferencian por sus suposiciones acer- adaptativo puede resultar difícil de jus-
ca de los parámetros de la conducta y tificar o que pueden ser incluso desa-
de sus leyes, y no sobre la forma de las daptativos como, por ejemplo, la pa-
leyes como tales. Dado que las contin- sión desmedida por las golosinas o el
gencias de reforzamiento son fenóme- sexo.
nos del ambiente y los agrupamientos Las propiedades físicas de las con-
innatos que constituyen los impulsos y ductas y de los reforzadores primarios
sus reforzadores son fenómenos inna- que constituyen un determinado impul-
tos, de ello se sigue que el hecho de so se van configurando a lo largo de la
creer en la teoría del refuerzo no le evolución en función de las propieda-
hace a uno ni affibientalista ni innatis- des físicas de las circunstancias objeti-
ta, sino ecléctico. VdS a las que se adaptan esas conduc-
Para los ingenieros de la conducta tas y reforzadores. Por lo tanto, cuan-
debería ser crucial la lista de impul- do añadimos un impulso más a la lista
sos que admiten las teorías conductua- de impulsos humanos queremos indi-
les basadas en el refuerzo. Aún cuan- car probablemente que existe una ca-
do la teoría de la reducción del impul- tegoría más de reforzadores y de cla-
so pasó a la historia, tendemos a olvi- ses de conducta que covarían entre sí
dar que, de hecho, la mayoría de los y con independencia de otras clases
estímulos reforzantes o bien reducen de conductas y reforzadores (2). A me-
los impulsos o bien están estrechamen- dida que aumenta la lista de impulsos
te vinculados con fenómenos fisiológi- también aumenta la complejidad de la
cos subsecuentes que los reducen. De- tarea con que se enfrenta el ingeniero
bido a la evolución, no es extraño que de la conducta. El nivel de cada im-
la clase de reforzadores que constitu- pulso en cada momento establece la
yen un impulso incluya estímulos que probabilidad de emisión de una clase
debilitan el impulso, como hace el ali- de conductas y la fuerza de una clase
mento con el hambre y el agua con la de reforzadores. Si el ingeniero de la
sed, pero esta conexión no tiene ca- conducta carece de este conocimiento
rácter de necesidad. La decadencia de previo, sus contingencias de reforza-
la teoría de la reducción de impulsos miento programadas no podrán dar
se debe a su insistencia en que el re- cuenta de las conductas que observa
forzamiento reduciría necesariamente realmente.
los impulsos y no sólo probablemente. Aunque nunca lo diga con tantas

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palabras, puede decirse que Skinner de la conducta animal, a los ciclos y
prefiere las listas breves de impulsos, ePiciclos de impulsos que van de los
especialmente en los seres humanos, apetitivos a los territoriales, o a las con-
simplemente por lo poco que dice so- ductas agresivas o de crianza... Quizá
bre el problema. Es esta premisa tá- sea la necesidad incumplida de botani-
cita, más que su teoría de reforzamien- zación de los impulsos —y no de los
to, la que le hace aparecer como am- reflejos— el obstáculo principal con
bientalista. Su breve lista implícita es que se encuentran los conductistas pa-
la que da la plausibilidad que tienen a ra poder lograr una ingeniería conduc-
sus extrapolaciones a la sociedad. Si tual efectiva y a gran escala.
sólo intervienen unos pocos impulsos
conocidos en la conducta social huma- CLASES DE ESTIMULOS
na, entonces las agencias de control Y RESPUESTAS
pueden comprometerse a ofrecer los
reforzadores oportunos. Pero suponga- El segundo grupo de supuestos se
mos que la lista de impulsos fuese lar- refiere a los estímulos y las respues-
ga, que no se conociera del todo y, en tas. Como todas las teorías de la con-
último término, que fuese un tanto va- ducta, la de Skinner también tuvo algo
riable de unas personas a otras y de que decir sobre el hecho de que los
unos momentos a otros. Pensemos, en- organismos se enfrentan a clases de es-
tonces, en los prejuicios que podrían tímulos y respuestas y no con instan-
producirse si las agencias de control cias aisladas de ellos. Cuando a la rata
negasen inadecuadamente reforzadores se la refuerza por apretar una palanca
pertenecientes a impulsos aún no reco- mientras oye un tono de 1.000 Hz., ge-
nocidos o diesen lugar a que estos sa- neraliza a otros tonos y respuestas sin
boteasen su condicionamiento. La gen- necesidad de más adiestramiento. Skin-
te dice que en la variedad está el gus- ner no fue el primero en descubrir la
to de la vida y quizá tengan razón. generalización (por ejemplo: Paulov,
De hecho, no sabemos si tienen ra- 1927) o, como dice él, en «tomar en
zón o no, porque resulta difícil deter- cuenta las líneas naturales de fractura
minar cuáles son las clases de conduc- en las que se quiebra realmente la
tas y de reforzadores que varían con conducta y el ambiente» (Skinner,
independencia. En cincuenta años de 1938, p. 33). Aunque no fuese el pri-
investigación sobre apetitos alimenta- mero, su explicación de estas líneas
rios específicos (sobre todo en ratas) naturales de fractura consistió en un
aún no se ha terminado por completo tratamiento extraordinariamente abs-
esta empresa, aunque se haya descu- tracto de la «naturaleza genérica de
bierto una red de impulsos diferencia- los conceptos de estímulo y respuesta»
bles pero interactuantes (Code, 1967). (Skinner, 1935, 1938). En' cualquier re-
Aún no sabemos de forma precisa qué lación estímulo-respuesta, las pequeñas
hacemos cuando dejamos hambrienta a variaciones de cualquiera de los térmi-
una rata, a pesar de los millones de nos dejan la relación aproximadamen-
bolitas de comida que han rodado por te intacta, lo que implica la existencia
los canales de las cajas de Skinner. La de clases de estímulos y respuestas.
premisa conductista, no formulada ex- Cuando se explora dentro de las clases
plícitamente, de que la lista de impul- y más allá de ellas, el resultado es un
sos es breve ha impedido a los conduc- decremento de la generalización.
tistas, hasta hace poco, enfrentarse a El empleo de invariancias conductua-
la profunda complejidad motivacional les para definir las unidades de estímu-
Estudios de Psicología u.° 1-1980
Estudios 55
lo y respuesta estuvo de moda en los gañado tanto los skinnerianos como sus
años 30, como resultado de la influen- críticos. Cuando los gradientes de ge-
cia del operacionalismo en física y del neralización son monotónicos con las
positivismo en filosofía (Boring, 1933; dimensiones físicas simples, las clases
Stevens, 1974). En términos generales, psicológicas pueden especificarse en
este enfoque se ha acreditado por sí términos de determinadas unidades en
mismo, por su contribución al avance las dimensiones físicas relevantes. En-
de la medición psicológica en el estu- tonces pueden establecerse las relacio-
dio de la sensación, la percepción y el nes legales «estímulo-respuesta» en tér-
aprendizaje. Aquí nos referimos espe- minos de las unidades físicas del estí-
cíficamente al tratamiento conductista mulo y de la respuesta, como una no-
de la generalización como invariancia tación esquemática y conveniente para
funcional. El paradigma skinneriano definir las clases psicológicas a las que
para fracturar los medios y los movi- se aproximan. Es evidente que este ca-
mientos en clases de estímulos y res- so suele darse con frecuencia, como
puestas era la caja de palanca, con cuando decimos, por ejemplo, que se
una rata en ella, más las bolitas de ha adiestrado a una rata para que dé
carne usuales, luces y tonos. Parece un salto hacia adelante de X -I- Y %
que este paradigma funciona bastante unidades de distancia, cuando suena
bien. En la clase de respuestas de pre- un tono de K +1 % Hz. En este caso
sionar la palanca, la rata emite nuevos no parecen existir razones obvias para
movimientos de ensayo en ensayo, co- que no especifiquemos el estímulo y la
mo se demuestra si se analiza la fina respuesta por puntos limítrofes en di-
textura de estos movimientos. La «crea- mensiones físicas simples. Pero, de he-
tividad», que algunos cognitivistas (por cho, la especificación puede ser inco-
ejemplo, Chomsky, 1972) creen encon- rrecta. La rata puede desarrollar una
trar en la pscologia humana, tiene una tendencia a saltar hacia los lados o
modesta contrapartida en la respuesta hacia atrás como resultado del adies-
de presionar palancas en las ratas. Por tramiento explícito a saltar hacia de-
otra parte, esta respuesta es una fun- lante. Incluso puede haber alguna otra
ción ordenada de la historia de refor- conducta que no consista en saltar en
zamiento. En cuanto a los estímulos, la clase de respuestas. En el flanco del
puede dibujarse un cuadro similar: estímulo, la rata puede generalizar pre-
también en este caso se muestran cla- ferentemente a tonos que constituyen
ses ordenadas de instancias variables. múltiplos simples de la frecuencia ori-
Las invariancias son tan comunes que ginal o a formas de onda complejas
muchas veces se pasa por alto su sig- para las que no tenemos explicación
nificación y sus sutilezas. En la clase física, violando en cualquier caso la
de 1.000 Hz, los investigadores encuen- idea de la vecindad localizada en una
tran, por ejemplo, 995 Hz, 1.010 Hz y simple dimensión física. En suma, a la
otros tonos limítrofes desde el punto de hora de descubrir clases de estímulos
vista físico. Las diversas formas de pre- y respuestas, el organismo es la autori-
sionar la palanca que tienen las ratas dad final, prescindiendo de las indica-
suelen incluir movimientos físicamente ciones que puedan darnos, además, la
similares. En general, las clases psico- física o la fisiología sobre cómo dividir
lógicas se reducen, con frecuencia, a las cosas.
la semejanza física, como era de es- Cuando es errónea la suposición de
perar. la existencia de clases físicamente sim-
De todas formas, quizá se hayan en- ples, el poder explicativo potencial de

Estudios de Psicología n.° 1-1980


56
Estudios
las líneas de fractura puede ser infra- gama de estímulos que dan, con segu-
valorado por los conductistas, aun cuan- ridad, ocasión al refuerzo. Y en tercer
do las teorías conductistas como la de lugar están las características del pro-
Skinner reconozcan formalmente que, pio organismo, de su aparato sensorial
en el análisis de la conducta, las me- y motor y quizá de otros factores me-
didas físicas deben llevar a la invarian- nos periféricos que influyen en las di-
cia psicológica. La rata que salta oca- mensiones del estímulo y de la respues-
sionalmente hacia otro lado o corre en ta. Estos tres factores son los que típi-
vez de saltar nos habla, a su manera camente toman los conductistas como
simple, acerca de una «estructura» determinantes de las «líneas naturales
subyacente de su conducta, para em- de fractura» alrededor de las clases de
plear una palabra demasiado utilizada. estímulos y respuestas, aunque normal-
La idea de una estructura mental, tan mente tomen más en consideración las
connatural a los psicólogos cognitivos propiedades físicas de los estímulos y
es, en realidad, la misma metáfora que las respuestas y las contingencias de
la de las «fracturas» skinnerianas en el reforzamiento que las características
estímulo y la respuesta, aunque uno no del organismo. Este descuido relativo
espere oír cómo la comentan entre sí de las propiedades del organismo ha
los cognitivistas con los conductistas. hecho que no se tengan en cuenta los
Oculto tras el 'concepto conductista de problemas que esas propiedades plan-
generalización, y oscurecido por supo- tean con respecto a la «arbitrariedad»
siciones injustificadas sobre la existen- de los estímulos y las respuestas. Des-
cia de clases físicamente simples, está pués consideraré esta cuestión de for-
un principio perenne de la psicología ma más completa, pero antes me refe-
anticonductista: el de que la conducta riré a un cuarto factor que se ha des-
debe describirse mediante entidades cubierto en investigaciones recientes.
con realidad psicológica (ver, por Ahora parece que las líneas natura-
ejemplo, Kohler, 1938; Lewin, 1936, y les de fractura dependen también del
otros en la tradición fenomenológica) reforzamiento o el impulso con el que
más que por la física o la fisiología. se asocia la conducta, como si los es-
Los conductistas han supuesto que tímulos y respuestas condicionados es-
las clases de estímulos y respuestas no tuvieron contaminados por el reforza-
sólo son físicamente simples, sino que miento obtenido, o por el impulso sub-
dependen de tres aspectos de cualquier yacente a él, o por ambas cosas. Los
situación. En primer lugar están l'as picotazos que dan las palomas para ob-
medidas físicas del estímulo y la res- tener alimento son un poco diferentes
puesta. Obviamente, las clases reflejan de los que dan para obtener agua
si el estímulo discriminativo es un tono (Jenkins y Moore, 1973; Wolin, 1948-
de 1.000 Hz o un soplo de aire calien- 1968). Los bostezos reforzados con co-
te y si la respuesta consiste en presio- mida de los perros de Konorski (1967)
nar una palanca o en escribir una a en difieren visiblemente de sus bostezos
cursiva. En segundo lugar están las verdaderos o «espontáneos». De hecho,
contingencias de reforzamiento, es de- la contaminación de las clases de res-
cir: la asociación entre el reforzamien- puesta por los reforzadores (o por los
to y los parámetros físicos preceden- impulsos subyacentes a ellos) fue la
tes. Las clases dependen precisamente prueba fundamental contra el skinne-
de cuál es la gama de variación física rianismo que utilizaron inicialmente los
de la respuesta que se tolera sin pér- Breland (1961). Los mapaches reforza-
dida del reforzamiento y de cuál es la dos con alimento por recoger monedas
Estudios de Psicología n.° 1-1980
Estudios 57
parecían determinados a realizar la miento natural de la conducta y del
conducta de lavar las monedas, aun ambiente de un organismo en clases
cuando ello no les brindase ningún be- de estímulos y respuestas no es ni sim-
neficio aparente. También los cerdos ple ni éstático, pero aún no está claro
estaban determinados a hozar y remo- cómo van a modificar nuestra com-
ver las monedas, por las que se les prensión de los principios de condicio-
reforzaba con alimento si las deposita- namiento (si es que las modifican) esos
ban en un «banco porcino». Shettelworth fenómenos más complejos y dinámicos.
(1972) ha revisado estos ejemplos y A este problema nos referimos en la
otros de infiltración motivacional de las próxima y última sección.
respuestas y estímulos condicionados.
Si el estado de impulso o el reforza-
REFORZADORES
dor afectan a la rapidez del aprendiza-
je o incluso a su propia posibilidad, El último supuesto que vamos a dis-
ello supone un desafío a la idea de cutir es la tendencia que tienen los
equipotencialidad, como señalábamos skinnerianos y otros conductistas a tra-
antes. Decíamos que las palomas apren- tar el alimento para animales hambrien-
den a picotear para obtener alimento tos como prototipo de reforzamiento.
con más facilidad que para evitar un La tendencia no es extraña, ya que las
«shock». Pero ahora consideraremos leyes de condicionamiento parecen ge-
un segundo efecto motivacional que al- neralizarse bastante bien de unos re-
tera las propias características de la forzadores a otros (de Villiers y Herrns-
clase de respuestas. En este caso, el tein, 1976; Skinner, 1957). La caja con
desafío va dirigido a la noción skinne- palanca permite reforzar con comida,
riana de «arbitrariedad», que constitu- agua, evitación de shock, etc., produ-
ye un elemento más explícito de su ciendo pautas de respuesta similares.
n 1 MOnne ell MMre-1 c., ^u=lquicr caso, 01 =pico dc co-
dice que los estímulos y respuestas son mida como reforzador es excepcional
arbitrarios si se incluyen en clases y en un aspecto, y parece que está dis-
forman parte de correlaciones impues- torsionando nuestra concepción del
tas por las contingencias de reforza- condicionamiento como tal.
miento. En este sentido, la existencia Los impulsos en general se consu-
de líneas de fractura «naturales» (es man, pero el alimento, en particular,
decir, innatas) que crean clases de es- se consume. El reforzamiento de ali-
tímulos y respuestas supone ya una des- mento produce una máxima confusión
viación del ideal de arbitrariedad. A entre consumación y consumición, por-
efectos de investigación, los skinneria- que normalmente el impulso de ham-
nos prefieren los estímulos y respues- bre se consuma cuando se consume el
tas sin otras limitaciones que no sean alimento. El sexo, por poner un ejem-
arbitrarias, de forma que los cambios plo contrario, se consuma a través del
observados sean relativamente genera- coito, y los participantes no consumen
les y no dependan de vínculos «no ar- nada (el sexo consume a los partici-
bitrarios» entre los estímulos, las res- pantes, mientras que en la comida ocu-
puestas y los reforzadores. La literatu- rre lo contrario). Entre los impulsos pri-
ra reciente deja fuera de toda duda marios que se pueden proponer razo-
que esas conexiones no arbitrarias son nablemente, la consumición es rara y
más comunes de lo que se pensaba se limita más o menos al alimento, la
antes, y quizá sean virtualmente uni- bebida y la respiración. Ello quiere de-
versales. Es evidente que el ordena- cir que, en la mayor parte de los im-

Estudios de Psicología n.° 1-1980


58 Estudios
pulsos, la consumación no implica con- del coito, aunque los estímulos de co-
sumición. mida y agua puedan hacerse más re-
Los reforzadores más palpables del forzantes que los del sexo. Los refor-
hambre son objetos consumibles (es zadores consumibles, especialmente la
decir: alimentos). Por el contrario, el comida y la bebida, parecen estar re-
sexo se refuerza más claramente con la lativamente libres de especificación
estimulación que surge de la conduc- conductual (al menos para nosotros y
ta. Seguramente, es difícil establecer para las ratas y las palomas con las
la distinción anterior haciendo justi- que experimentamos). Sin duda, exis-
cia a los datos porque la conducta de ten buenas razones evolutivas para ello,
comer puede tener sus propios elemen- porque es vital que la conducta animal
tos reforzantes y los objetos sexuales esté muy controlada por los nutrientes
tienen que tomarse en consideración, al necesarios para la supervivencia, de
menos en la especie que normalmente forma que estos nutrientes (por ejem-
nos preocupa más como psicólogos. Pe- plo, los azúcares) han tendido a con-
ro, prescindiendo de estas complejida- vertirse en estímulos reforzantes. Cuan-
des, no cabe duda de que los impulsos do una respuesta es reforzada con co-
varían en este aspecto: en unos, los mida parece estar configurada en gran
reforzadores son más bien estímulos parte, si no del todo, por la contingen-
proporcionados por objetos externos; en cia de reforzamiento, aproximándose
otros, por la propia conducta. La evo- al ideal skinneriano de respuesta arbi-
lución va configurando los impulsos y traria. Pero la plasticidad de la forma
sus reforzadores, y la única limitación de la respuesta es relativa, no absolu-
inevitable de estos últimos es que sean ta. La investigación ha demostrado que
estímulos, cualquiera que sea su ori- muchas respuestas son menos arbitra-
gen. Cuando un preclador caza a su rias de lo que se había supuesto. Nos
presa, el reforzador parece implicar la referimos a los descubrimientos que he-
caza y captura de ésta. El ratón se mos señalado en la sección anterior,
convierte en reforzador alimenticio en que demostraban que los factores mo-
un momento posterior de su encuentro tivacionales favorecen unas conductas
con el gato. Antes de eso probable- y dificultan otras y, de forma similar,
mente da ocasión a que funcionen re- que favorecen ciertas asociaciones en-
forzadores imbricados en la propia con- tre estímulos y dificultan otras (Shettel-
ducta del gato. Puede explicarse la worth, 1972). Cuando una respuesta es
conducta predatoria proponiendo que autorreforzante hasta cierto punto, de-
contiene reforzadores secundarios, que ja de ser arbitraria hasta ese punto. En
convergen en el alimento considerado ese caso, su forma viene dictada por
como reforzador primario, pero yo veo las contingencias de reforzamiento de
esta postura con escepticismo. Y este origen interno y no puede ser moldea-
escepticismo parece defensible mien- da fácilmente por el ingeniero de la
tras no haya alguien que haga de un conducta. Para comprender ese poder
alce o una vaca un predador que caza reforzador intrínseco de la conducta,
y da zarpazos a su pieza o que extinga los conductistas tendrían que fijarse en
estas respuestas en el gato. las pautas innatas de respuesta, que
Los reforzadores varían en cuanto al han sido durante mucho tiempo pre-
grado en que especifican conductas. rrogativas de los etólogos.
Parece que no hay ninguna respuesta Como los skinnerianos tienden a con-
en las conductas de comer o beber cebir los reforzadores como consumi-
que lleve consigo la ebullición hedónica bles. se quedan asombrados cuando

Estudios de Psicología n.° 1-1980


Estudios 59
una respuesta parece carecer de so- depende de la situación. La disposi-
porte externo, carecer de algo que se ción que se establece en los experi-
acerque a lo que es, como reforzador, mentos de automodelado sugiere que
la bolita de comida. De ahí, la alarma la paloma picotea la tecla porque la
y el interés que provocó el «automode- tecla se hace llamativa. Cuando la luz
lado», que fue el nombre que se dio al de la tecla predice algo importante,
descubrimiento (Brown y Jenkins, 1968) como el alimento, la bebida o el shock,
de que las palomas picotean las luces la paloma la picotea. El picoteo es au-
encendidas (en ciertas ocasiones) aun torreforzante para las palamas cuando
cuando no reciban con ello nada que están en un estado motivacional que
se parezca a la bolita de comida. La podríamos ' denominar «investigatorio».
literatura sobre el tema, que crece rá- En otras especies son otras las respues-
pidamente (está resumida en Hearst y tas que se utilizan para someter a prue-
Jenkins, 1974), demuestra, sin lugar a ba a los objetos llamativos. Cuando se
dudas, que este fenómeno es general a promueve el impulso de curiosidad de
diversas situaciones y especies, aun Ulld (;11:11111d (encendiendo luces u li-
cuando varíen las formas de respuesta. brando inesperadamente bolitas de ali-
El automodelado fue un descubri- mento o shocks) la estimulación que
miento importante, pero no porque re- surge de ciertas conductas puede ha-
futase ni limitase siquiera la ley del cerse reforzante.
efecto (aunque esto es lo que han di- Hay muchos otros ejemplos de inte-
cho algunos). Schwartz y Gamzu (1977) racciones entre la respuesta y el refor-
en una discusión penetrante y docu- zador de las que se piensa que refutan
mentada sobre el automodelado, ca- o debilitan la ley del efecto y que tam-
racterizan una forma del fenómeno co- bién pueden reducirse a una ligera va-
mo «una clara violación de la ley del riación de los valores hedónicos de la
efecto:: (p. 63). Pero para sacar est- f^rma r=sp,, est .nt,,-
conclusión suponen implícitamente que diada. El poder reforzante inherente a
la conducta automodelada es hedóni- la conducta varía —como es natural—
camente neutral y, por tanto, que no en función de los factores situaciona-
es reforzada. Como se supone que no les, como ocurre con la respuesta de
es reforzada (o, en uno de los para- hacer girar una rueda por parte de
digmas, que es menos aún que eso, ratas hembras con el estro y con el
puesto que la conducta impide la ex- bostezo para las personas y otros ma-
pedición de comida), con ello se refu- míferos cuando tienen sueño. En cir-
ta, de una forma bastante tautológica, cunstancias apropiadas, a los mapa-
la ley del efecto. Nosotros preferimos ches puede reforzarles la conducta de
la suposición (casi diríamos la tautolo- lavar y a los cerdos la de hozar. Desde
gía) contraria. El del automodelado fue luego que no se explica la conducta
un descubrimiento importante, porque por el hecho de inferir impulsos y re-
minó la suposición tácita de los con- forzadores ni se sustituye con ello la
ductistas de que las respuestas son he- necesidad de investigación honesta. De
dónicamente neutrales, que es otra for- lo que se trata más bien es de permi-
ma de hablar sobre el estatuto de la tir que el sistema de conducta que pos-
conducta como reforzamiento. El pico- tulamos tome en consideración dos di-
teo de las palomas, por ejemplo, puede recciones de trabajo en que está desa-
ser neutral en determinadas circuns- rrollándose el conocimiento psicológi-
tancias, pero el automodelado demues- co: la primera se refiere a la comple-
tra que su poder reforzante inherente jidad de la dotación motivacional de

Estudios de Psicología n.° 1-1980


60 Estudios
los sujetos típicos y la segunda al es- trario. De hecho, en tanto en cuanto la
tatuto de refuerzos de los estímulos que ley del efecto cuantifica el control que
provienen de la conducta. En la actua- ejerce el reforzamiento sobre la con-
lidad sería difícil elegir con seguridad ducta, constituye la forma obvia de ex-
entre las teorías que compiten para ex- presar el reforzamiento inherente a la
plicar el automodelado y los fenóme- propia conducta. Como recompensa por
nos relacionados con él. Podríamos ci- la rica provisión de datos que nos pro-
tar resultados que sugieren que las in- porciona la etología sobre la estructura
teracciones entre respuestas y reforzado- innata de la conductas, la psicología
res son una forma de condicionamien- puede intercambiar con ella sus prin-
to pauloviano (Moore, 1973; Schwartz cipios de condicionamiento, capturan-
y Gamzu, 1977) o son ejemplos de pre- do en un solo entramado las tradicio-
paración (ver Dunham, 1977, en que nes ambientalistas e innatistas en el aná-
se discute lo que este autor denomina lisis de la conducta. El vástago de es-
«relevancia funcional de la respuesta tas dos tradiciones de pensamiento e
para el refuerzo») o son cuestión de investigación puede reclamarse como
rastreamiento de un signo (Hearst y un conductismo genuino, que buscaría
Jenkins, 1974). Como quiera que sea, tanto las leyes -generales de la conduc-
mi argumento es el siguiente: una gran ta como los valores de los parámetros
parte de la complejidad, recientemen- que pudiesen hacer que las leyes fue-
te descubierta, de la conducta reforza- sen predictivas de hecho y no sólo por
da (o toda ella) se despejaría si par- principio.
tiésemos del supuesto de que la con- Resumamos los puntos principales:
ducta es por sí misma una fuente po- como sistema formal, el conductismo
tente de estímulos reforzantes, depen- skinneriano se planteó un objetivo más
diente del estado motivacional del or- modesto que el del conductismo watso-
ganismo, y tenemos todo tipo de razo- niano. Renunció a la predicción exacta
nes para suponer que es así. buscando más bien establecer leyes
cuantitativas generales. Se suponía, tá-
Irónicamente, en la psicología ame- citamente, que los parámetros de las
ricana, el ascenso del conductismo pa- leyes generales no plantearían mayo-
ralizó el estudio naturalista de la con- res problemas a la ciencia de la con-
ducta —lo que Skinner denominó «la ducta, ni siquiera cuando los ingenie-
botanización de la conducta»—, pero ros de la conducta comenzaron a con-
sólo temporalmente, según parece aho- trolar y producir la conducta al estilo
ra (pueden encontrarse investigaciones watsoniano. De hecho, ello significaba
«botánicas» sobre la conducta realiza- minimizar cuatro fuentes de varianza
das por conductistas «bona fide» en de la conducta: a) las diversas suscep-
Hearst y Jenkins, 1974; Shettleworth, tibilidades de condicionamiento de los
1975; Woodruff y Williams, 1976). Los estímulos y respuestas; b) la estructura
conductistas que exploran la organiza- de las clases de estímulos y respues-
ción intrínseca de la conducta (que, tas; c) el inventario de impulsos, y
según nuestra definición, se denomina d) el valor hedónico de los estímulos
impulso) y su valor hedónico o refor- que tienen su origen en la conducta.
zante están sobrepasando las suposicio- Los cuatro dependen de la dinámica
nes restrictivas de la teoría conductista motivacional innata y todos ellos varían
tradicional, pero no están refutando, sin duda tanto en cada individuo como
por ahora, las leyes del condiciona- entre los individuos de una misma es-
miento, por mucho que se diga lo con- pecie. Aunque, de vez en cuando, Ins

Estudios de Psicología n.° 1-7980


Estudios 61
conductistas han reconocido la existen- land en 1961. Parece que estamos des-
cia de estos factores, en general no tinados a llevar a cabo la botanización
han estudiado cómo se implican en las watsoniana, pero con mejores perspec-
leyes cuantitativas de la conducta has- tivas de éxito que las que tenía Watson
ta muy recientemente. La ingeniería hace cincuenta arios. Ahora sabemos
conductual, que se basaba en supues- lo suficiente sobre las leyes cuantitati-
tos simplificadores que después se han vas del condicionamiento como para
mostrado inadecuados, está condenada percatarnos de que carecemos de los
a tener problemas con esta dinámica parámetros que pudieran hacer que el
motivacional innata, en tanto en cuan- conductismo fuera auténticamente prác-
to la ignore, como advirtieron los Bre- tico.

Notas
1. Sería más adecuado decir que para Skinner el impulso se definiría como «una clase de cla-
ses de conductas»; sobre este punto me llamó fa atención,N. Guttman.
2. La teo,ría que aquí se establece pide que se dé una variación independiente entre estas
clases. En la práctica puede ocurrir que no podamos dividir la estructura motivacional de una
criatura en clases ortogonales, lo que nos obligaría a establecer reglas analíticas de organización
más complejas. Pero el argumento general que se propone no parece depender de que la inde-
pendencia entre clases conductuales, a la que nos estamos refiriendo, sea absoluta o relativa.

Resumen
Los nuevos datos sobre los procesos de condicionamiento hablan a favor de una
posición ecléctica entre las dos posturas extremas tradicionales en el análisis de la
conducta: el innatismo y el ambientalismo. Se sugiere aquí que la teoría de la conducta
basada en los procesos de condicionamiento puede reconciliarse con estos nuevos datos,
pero sólo si se revisan ciertas suposiciones conductistas tácitas sobre los parámetros de
los procesos de condicionamiento y, sobre todo, del condicionamiento instrumental u
operante. El condicionamiento operante especifica cómo se modifica y mantiene la
conducta de un organismo en función de las relaciones que se establecen entre los
estímulos, las respuestas, los reforzadores y los estados de impulso. Los nuevos datos
minan los fundamentos en que se han basado los supuestos sobre estos elementos por
separado, más que los que se refieren a los tipos de relaciones que se establecen entre
ellos. Cabría clasificar a algunos de estos supuestos bajo el epígrafe de la motivación.
por lo que se concluye que, por fin, se están reflejando en el conductismo las sutilezas
de la motivación, después de varias décadas en que no ha ocurrido así. Tras este
refinamiento el conductismo parece fundirse con las principales corrientes de la ecología
configurando una ciencia de la conducta más completa de lo que nunca una ciencia
aislada ha podido ser.

Summary
New data on conditioning processes favor an eclecticism between the traditional
nativist and environmentalist extremes in the analysis of behavior. It is suggested that
the theory of behavior based on conditioning processes can be reconciled with the new
data, but only by revising certain tacit behaviorist assumptions about the parameters of
the conditioning processes, particularly instrumental or operant conditioning. Operant
conditioning specifies how stimuli, responses, reinforcers, and drive trates are woven
into relationships that change and sustain an organism's behavior. The new data
undermine traditional assumptions about each of those elements rather than about the
form of their interrelationship. Because some of the assumptions fall under the
heading of motivation, it is concluded that behaviorism is at last reflecting motiva-
tion's subtleties, after severa! decades of failing to do so. Thus refined, behaviorism
appears ro muge with the main lmes of ethology as a more compiete science of
behavior than either one alone has been.

Estudios de Psicología it.° 1-1980


62 Estudios
Resumé
Les données actuelles sur les processus de conditionnement sont en faveur d'une
position éclectique entre l'innéisme et l'adaptacionisme. II est suggéré ici que la théorie
de la conduite basée sur des processus de conditionnement n'est pas irréconciliable avec
ces nouvelles données, si Ion révise certaines suppositions tacites de la conduite sur les
parametres des processus de conditionnement. Le conditionnement opérante précise la
maniére dont la conduite d'un organisme se modifie et se mantienne en fonction des
liens établis entre les stimulus, les réponses, les renforcateurs, et les états de pulsion.
Les nouvelles données minent les fondements sur lesquels etaient basées les hypothIses
sur ces elements séparément beaucoup plus que ces autres concernant la maniere dont
ils sont liés. Etant donné que quelques unes de ces hypothéses peuvent étre classées
sous le titre de motivation on conclue que finalement le behaviorisme est en train de
réfléchir les subtilités de la motivation, aprés avoir passé plusieurs decades sans savoir le
faire. Ainsi raffiné, le behaviorisme semble se fondre avec les principales courants de
thulogk, tonfigurant le plus complete sciente de la (-ondulte de ce qui...tamais uñe
s,t'ente isolé a pu tus.

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