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¿Por qué recordar a Juan Calvino a 500 años de la protesta de Lutero con sus 95
tesis? ¿Se le quiere quitar en algo la figuración a Lutero en esta celebración? La
realidad es que no, estamos muy lejos de acometer una empresa como aquella.
Lutero es sin dudas el protagonista más preponderante de la Reforma del siglo XVI.
Pero aquello, no obsta para señalar que la Reforma no se limita a un acontecimiento
histórico, sino que es, más bien, un proceso de más larga data, que con el paso del
tiempo, tuvo implicaciones más radicales. Calvino es una buena muestra de aquella
acentuación de la Reforma toda vez que el, desde su producción teológica, sus
exégesis y sus aproximadamente cuatro mil sermones dio paso a una cosmovisión,
en tanto filtro para el análisis de todo cuánto sucede a nuestro alrededor y como un
sentido de la vida, en el caro decir de Juan Mackay, que nos hace ser parte del
mundo como “teatro de la gloria de Dios”. A su vez, es uno de los aportes que
quienes somos calvinistas podemos realizar en esta celebración y recuerdo del inicio
del camino a la Reforma.
La Reforma era una necesidad, toda vez que se era urgente el rescate de la doctrina
bíblica, y con ella, de la adoración la salvación, los sacramentos y el gobierno de la
iglesia. En todas estas expresiones del cristianismo se daba abuso, mala
administración y tiranía. Por lo que los cambios comenzados por Lutero, y de los
cuales el mismo Calvino se consideraba un continuador, se leían como remedios
apropiados que debían ser, siguiendo la metáfora farmacológica, “consumidos” en
forma inmediata.
3Juan Calvino. Institución de la Religión Cristiana. Tomo I. Rijswik, Fundación Editorial de Literatura
Reformada, 2006, pp. XXXIV, XXXV. Hice una actualización del lenguaje.
Cristo como único mediador entre Dios y los hombres. Por eso el culto reformado
debía ser piadoso, eliminando imágenes mentales y físicas de lo que es imposible
asir con el intelecto, y suprimiendo todo intento de volver a una suerte de promoción
judaizante que se centra en sombras que ya fueron completadas con Cristo que es la
luz. La regulación del culto en Calvino no tiene que ver con normas estáticas como
algunos calvinistas recientes parecen suponer, sino una bandera de libertad frente a
normas ajenas a las Escrituras. Decía Calvino que: “Dios ni habita en ceremonias, ni
pone valor alguno en ellas, si se consideran sólo en sí mismas; sino que Él mira la fe y
la sinceridad del corazón; y que el único fin por el cual Él las ordenó, y las aprueba, es
para que puedan ser ejercidos limpios de la fe, de la oración y de la alabanza”4. Dios
se complace en la obediencia de su pueblo, por lo que un culto corrupto sólo genera
la falsa esperanza de la tarea cumplida, llevándonos a olvidar que ante Dios no
somos más que mendigos vulnerables necesitados cada día de su gracia.
b. El origen de la salvación. Para Calvino, como para los reformadores, era un error
creer que había obras que nos lleven a recibir la salvación. Es una herida mortal para
la iglesia cerrarse a creer en la sola gracia. El reconocer a Cristo como salvador y
mediador produce descanso y paz, porque sólo en él se tiene la certeza del perdón.
Para Calvino somos incapaces de salvarnos y esto frente a un Dios totalmente justo.
Por eso es que el moralismo es un error en la teología calvinista, puesto que invita a
poner la mira en los pecados vulgares y visibles, sin pensar en lo mortal y profundo
de todos nuestros pecados. Es por esto que el teólogo francés proponía “es que Dios
nos reconcilia a sí mismo, sin tomar en cuenta nuestras obras, sino solamente a Cristo;
y por una adopción gratuita, en vez de hijos de ira, nos hace sus propios hijos”5. Cristo
satisfizo la ira de Dios en la cruz y conquistó nuestra redención. Inclusive las
recompensas del día final por nuestras obras serán por el puro afecto del Dios de la
vida.
d. El gobierno de la iglesia. Calvino creía que el objetivo del ministerio pastoral era
la edificación de la iglesia con la sana doctrina. Por esto, él propugna el dejar de lado
una noción que une la autoridad religiosa con la civil, haciendo de ellas una misma
cosa, y, por otro lado, y también el fin celibato eclesiástico. Esto conlleva la
promoción de un buen testimonio, sustentando en la idea de que los pastores se
entiendan como embajadores de Dios y no como gobernantes por sí mismos. El
creerse gobernantes por sí mismos conduce a la tiranía eclesiástica y a la mejor
excusa de la misma: el sometimiento al Espíritu Santo, generando la tiranía más
terrible que es la que produce peso en la conciencia y desautorización de la Palabra.
Por el contrario, el pastor debe ser maestro, ministro y guardián fiel de la sana
doctrina. De ahí que Calvino declare que “Si un perro ve que se le hace daño a su
amo –tanto igual al insulto que se le hace a Dios en los sacramentos- ladra al instante,
y expone su vida al peligro cuánto antes, que permitir silenciosamente que su amo
sea así maltratado. ¿Deberíamos nosotros mostrar menos fidelidad a Dios que una
bestia suele mostrar al hombre?”7. El celo por la gloria de Dios es lo que debe hacer
que los ministros trabajen y tomen riesgos y no su propia fama. Por eso es que el
pastor no debe estar centrado en otras preocupaciones. Para Calvino esta era una
regla ministerial: “Que no se envuelvan a sí mismos en asuntos seculares, que no
hagan excursiones lejos de sus iglesias, que no se ausenten por mucho tiempo”8. El
6 Ibídem, p. 57.
7 Ibídem, p. 82.
8 Ibídem, p. 59.
rechazo y la persecución son síntoma de estar realizando bien el trabajo y no algo
por lo cual llorar en público y a destajo.
Esta es la Reforma necesaria de Calvino, una en la que Cristo es cabeza sobre todo,
en la que la Santa Biblia es creída y predicada, una en la que se vive la libertad de
aquellos que han sido reformados, una en la que aquellos que son reformados por el
Espíritu, es decir renovados por su acción, dan fruto. Esta es una reforma que nace de
la iglesia y que se extiende fuera de sus muros, donde también Dios debe ser
glorificado, pues la libertad que viven aquellos que han sido redimidos por Cristo es
integral y total. Ejemplo de esto es lo señalado por Giorgio Tourn en su biografía
sobre Calvino, cuando releva la influencia de su pensamiento en Ginebra, señalando
que: “El mayor éxito de Calvino fue haber creado en Ginebra un nuevo tipo de ser
humano, ‘el reformado’, y de haber diseñado los primeros trazos de la futura
civilización moderna. Mientras que la Contrarreforma católica llenó a Europa de
iglesias barrocas y de pinturas, Ginebra imprimió libros y educó a sus hijos en el
colegio. Mientras los nobles italianos y españoles, creyendo representar una realidad
política permanente fueron de corte en corte y de fiesta en fiesta, desperdiciando el
poco dinero que poseían, los pequeños ginebrinos aprendieron que no se honra a
Dios con procesiones y con catedrales o con batallas contra los turcos (Lepanto), sino
desarrollando una vida honesta y laboriosa, y que no se es un ciudadano responsable
únicamente en la edad adulta sino que también el joven estudioso puede hacer bien
sus tareas”9.
Ser reformado es más que declarar un par de ideas verdaderas y coherentes. Es una
cosmovisión y un sentido de vida. Una expresión de fe que se proyecta del culto a
Dios a la vida toda.
9 Giorgio Tourn. Juan Calvino, el reformador de Ginebra. Barcelona, Editorial CLIE, 2016, p. 86.