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TIERRA EN PELIGRO
(Calentamiento Global, Cambio Climático, Soluciones)
ISBN: 978-84-8454-984-0
Depósito legal: A-773-2010
Printed in Spain
Imprime: Imprenta Gamma Telf.: 965 67 19 87
C/ Cottolengo, n.º 25 – 03690 San Vicente (Alicante)
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gamma@gamma.fm
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o
transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación
magnética o cualquier almacenamiento de información o sistema de reproducción, sin permiso
previo y por escrito de los titulares del Copyright.
A mis hijos y a mi mujer por su dedicación,
paciencia y estímulo.
Agradecimientos
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Prólogo
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José Amestoy Alonso
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Lo que comenzó como una respuesta a una agresión de los valores del medio
y al deterioro de las condiciones básicas para la vida, ha pasado a constituir
no sólo una alarma o una conciencia moral socialmente restringida, sino un
movimiento ciudadano, a veces espontáneo y otras –más escasas– políticamente
organizado, pero ha dejado de ser un hecho minoritario, ha comenzado a estar
vigente en la sociedad.
Eduardo Martínez de Pisón
Presentación
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hecho, de sus efectos y del peligro inminente que tiene el Planeta Tierra como
consecuencia del mismo.
Existen soluciones para mitigar y adaptarse al calentamiento global
y cambio climático, pero advertimos que hay que actuar con celeridad y a
tiempo; para ello, los gobiernos de las distintas naciones que ya se han puesto
a trabajar no deben ser intimidados por los lobbys, por los grupos de presión,
multinacionales e intereses creados en torno a la combustión de fuentes
de energía fósiles. Deben actuar ya, sin miedos, sin temores, cambiando
dichas fuentes de energía por energías renovables que no emitan dióxido de
carbono.
Todos, en estos últimos tiempos, estamos oyendo y viendo en los medios te-
levisivos hablar del Cambio Climático y del Calentamiento Global, pero escu-
chamos expresiones como “el tiempo está loco” sin, en muchas ocasiones, dar
una explicación razonada del asunto; escuchar esas expresiones y otras pareci-
das nos da la impresión de que se está ¿minimizando? lo que ya es una realidad.
Pero, realmente, nos planteamos ¿qué es el Cambio Climático?
¿Qué es el Calentamiento Global? En estas líneas que siguen trataremos
de explicar, no solo, estos dos interrogantes de manera que el lector pueda
entendernos y saque sus consecuencias al respecto.
Este libro tiene por finalidad presentar a la opinión pública la realidad de
los peligros medioambientales y climáticos que están ocurriendo en la Tierra.
Estudiamos todos los aspectos desde un punto de vista evolutivo.
La degradación del medio ambiente es un hecho que está cobrando en la
actualidad un interés inusitado.
Instituciones, organismos, ecologistas, organizaciones no gubernamenta-
les, comunidad de científicos, etc., estudian con detenimiento las causas y
las soluciones de la degradación de los bosques tropicales, praderas, estepas,
sabanas, así como la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera y
el calentamiento global, analizando las consecuencias en el ámbito humano,
político, económico y climático.
La erosión de los suelos y la desertificación en el mundo, y en particular
en las áreas áridas, es un problema que está alcanzando una gran magnitud.
El desierto avanza muy rápidamente.
La contaminación atmosférica, junto con la cada vez mayor quema de
combustibles fósiles, provoca lluvias ácidas, agujeros en la capa de ozono y
efecto invernadero, incremento de la temperatura global, cambio climático,
etc. Utilizamos un número elevado de informes que iremos analizando.
Todo ello está planteando serios problemas al Planeta Tierra, por lo que
deben ponerse remedios, soluciones que impidan la desaparición de ecosiste-
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Introducción
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ambiental, etc. En este caso es especial la actuación del hombre, aunque tam-
bién puede producirse por causas naturales, como ocurre a partir de erupciones
volcánicas, incendios naturales, etc. (Aguilera Arilla et ál., 1991).
En este estudio, y desde un punto de vista geográfico y medioambiental,
analizaremos, por la importancia que tiene la degradación del bosque tropical,
las praderas, llanuras, estepas y sabanas, la degradación de los suelos, la
erosión, la desertificación, la contaminación atmosférica y sus repercusiones
(lluvia ácida, capa de ozono, efecto invernadero) en el calentamiento global
de la atmósfera; a la vez tratamos de insertar la degradación ambiental en el
contexto del cambio climático; analizamos las posibles causas que originan
tal degradación, los impactos que generan, los organismos y proyectos que lo
estudian, las Conferencias mundiales y las posibles soluciones.
Advertimos que debido a los distintos métodos utilizados en la obtención
de datos por las distintas fuentes y Programas, estos pueden ser en algún caso
contradictorios, por ello, los hemos utilizado con prudencia contrastándolos
entre sí.
El material utilizado para este estudio es el que figura en la Bibliografía;
además hemos utilizado numerosas páginas Web y enlaces de interés como
recursos didácticos que proporciona Internet.
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De todos los bosques del mundo son los del trópico los que
han sufrido una mayor destrucción en los últimos años. En
esta zona la sierra mecánica y el fuego han causado estragos.
Norman Myers
CAPÍTULO PRIMERO
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referentes a los bosques. La labor del GIB, junto con la que desarrollan las
organizaciones internacionales, los gobiernos nacionales, las organizaciones
no gubernamentales y el sector privado, constituye una actividad forestal
internacional que no tiene precedentes.
»Las tendencias de orden económico, político, demográfico y social deter-
minan la ordenación de los bosques e influyen en la formulación de políticas
forestales nacionales y en los arreglos institucionales. Los cambios demo-
gráficos, tanto el tamaño cada vez mayor de la población del mundo como
su creciente urbanización, han tenido, y seguirán teniendo, grandes repercu-
siones en la cubierta forestal y en la situación de los bosques, en la demanda
de productos forestales, madereros y no madereros, y en la capacidad de los
bosques de cumplir sus funciones ecológicas esenciales. Entre las tendencias
políticas y económicas que afectan al sector forestal están: la descentraliza-
ción, la privatización, la liberalización del comercio y la globalización de la
economía mundial; así como un crecimiento económico, empañado por un
desnivel cada vez más pronunciado entre la población rica y pobre de muchos
países”.
En el SOFO 1997 se presenta nueva información sobre la cubierta forestal
mundial, y concretamente sobre la superficie de los bosques en 1995; los
cambios habidos desde 1990, y las estimaciones revisadas de la variación
de la cubierta forestal entre 1980 y 1990, datos todos ellos procedentes del
programa de la Evaluación de los recursos forestales (ERF) de la FAO.
Se estima que la superficie mundial de bosques, naturales y plantados, ha
alcanzado en 1995 los 3.454 millones de hectáreas, de las cuales algo más de
la mitad corresponde a países en desarrollo.
Entre 1990 y 1995, se registró una pérdida neta estimada en 56,3 millones
de hectáreas de bosques en todo el mundo, lo que entraña una reducción de
65,1 millones de hectáreas en los países en desarrollo, compensada en parte
por un aumento de 8,8 millones de hectáreas en los países desarrollados.
Teniendo en cuenta solo los bosques naturales de los países en desarrollo, que
es donde más deforestación se está produciendo.
Está habiendo deforestación y degradación en zonas áridas y de montaña
que poseen ya una cubierta forestal limitada y son entornos frágiles expuestos
a la erosión de los suelos y otras formas de degradación, y donde las
comunidades pobres dependen mucho de los bosques para su alimentación,
sus combustibles y sus ingresos. Los bosques higrofíticos tropicales y los
bosques tropicales húmedos, que tienen importancia económica, social y local
y significación mundial para la conservación de la diversidad biológica y la
regularización del clima, están también experimentando un cambio rápido.
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De todos los bosques del mundo son los del trópico los que han sufrido una
mayor destrucción en los últimos años; en esta zona la sierra mecánica y el
fuego han causado estragos (Myers, 1991). Estas palabras definen claramente
el estado del bosque tropical, muchos de los cuales están hoy en peligro. Ya se
han perdido más de la mitad y el índice de deforestación casi se duplicó en la
década de los ochenta. Es posible, si no se pone el remedio, que en unos pocos
años se asista a la práctica destrucción del bosque tropical.
Más de una cuarta parte del bosque húmedo tropical que sobrevive en el
mundo se encuentra en Brasil. En Costa de Marfil la quema y la tala están
reduciendo los bosques existentes en un 15% al año, uno de los porcentajes más
elevados del mundo. En Nigeria, el país más poblado de África, la demanda de
tierras puede eliminar los bosques. Los bosques tropicales de Madagascar, que
albergan muchas especies endémicas, son los más amenazados del mundo. En
Papúa Nueva Guinea los bosques han sufrido relativamente poco, pero desde
hace unos años están amenazados por la explotación maderera y la tala para
plantar cultivos comerciales. Se puede afirmar que casi la mitad del bosque
húmedo tropical ha sido destruido por la actividad humana.
En los años setenta, la Amazonía, cubierta por densas selvas tropicales, es
un área de unos 7 millones de km2 (según los expertos ambientalistas, repre-
senta el 40% de los bosques tropicales de la Tierra, un gigantesco pulmón que
permite seguir respirando a miles de seres vivos, incluido el hombre) que se
extiende por nueve países: Brasil, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador, Boli-
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16 países de Asia, dos millones. Desde 1994 a 2008 la tala de bosque ilegal
en la Amazonía asciende a 44.150.400 hectáreas de bosque tropical y en el
total mundial asciende a 154,3 millones de hectáreas desde 1994 hasta 2008,
según cálculos efectuados por nosotros con base en los datos de Greenpeace
de 2008 y el PNUMA de 1994.
Entre los beneficios que pueden obtenerse de los bosques tropicales
destacan los medicamentos (los pueblos indígenas de la Amazonía utilizan
más de 600 plantas medicinales, pudiéndose considerar la farmacia natural
del mundo), y existe una posibilidad entre cuatro de que ese medicamento
se haya extraído de alguna planta tropical. Para medir los beneficios que se
obtienen de los artículos extraídos del bosque tropical, podemos considerar
que la venta comercial de los mismos en todo el mundo arroja una cifra
aproximada a los 30.000 millones de dólares al año (Myers, 1991); asimismo,
un beneficio aún más importante reside en el papel que juegan los bosques
tropicales en el control del clima; la deforestación está creando dos problemas
a este respecto. A medida que la franja verde en torno al ecuador se transforma
en terreno baldío, se produce un aumento de la brillantez de la superficie
terrestre; este efecto albedo está alterando las corrientes de convección, los
sistemas de vientos y los regímenes de precipitaciones en las regiones de
los trópicos y posiblemente en otras más lejanas. Aún más significativa es
la alteración climática fruto de la acumulación de dióxido de carbono en la
atmósfera global. La comunidad de científicos está de acuerdo en considerar
que a las emisiones de CO2 debe la mitad el efecto invernadero, que amenaza
con causar un drástico cambio climático y ecológico mediante el proceso de
calentamiento global (la deforestación contribuye entre un 12% y un 19% al
efecto del calentamiento global del Planeta). Se ha estimado que cada año se
acumulan en la atmósfera unos 4.000 millones de t adicionales de carbono y
aproximadamente el 30% de este exceso proviene directamente de la quema
acelerada de los bosques tropicales; el bosque húmedo tropical está siendo
quemado y arrancado a un ritmo de 160.000 km2 cada año (Myers, 1991).
Sin embargo, constituye un avance la campaña para plantar árboles en
los trópicos húmedos, que podría contrarrestar la acumulación de dióxido de
carbono en la atmósfera global. Los árboles al realizar la fotosíntesis absorben
CO2; se ha estimado que la mitad de un árbol es carbono. Según los expertos,
una sola hectárea de bosque tropical puede absorber hasta 10 t de carbono al
año durante décadas; así, un millón de km2 de bosque tropical puede absorber
1.000 millones de t de carbono. Es innegable que plantando árboles no se
puede eliminar el carbono acumulado en la atmósfera, al no haber terreno
disponible, pero es cierto que se puede aspirar a reducirlo a la mitad. El costo
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Dado que la tala ilegal supone el primer proceso para facilitar el avance de
la frontera agrícola, Greenpeace está demandando a la Comisión Europea que
apruebe una ley que prohíba en la UE la entrada de madera y otros productos
forestales procedentes de talas ilegales.
No se debe esperar más. Cuanto más tardemos en reducir estas emisiones,
peores serán las consecuencias y más nos costarán en el futuro en términos
económicos, sociales y ecológicos.
Los bosques son los aliados del clima. Los árboles, como el resto del reino
vegetal, y a través de la fotosíntesis, captan el CO2 atmosférico y lo transforman en
carbono orgánico que pasa a formar parte de la biomasa vegetal. En los bosques,
además, la materia orgánica muerta y los restos vegetales se depositan en los
suelos formando capas de materia orgánica que constituyen reservas importantes
de carbono. Un suelo rico en carbono no solo es un suelo fértil y estable, sino
también cumple la función de regular el ciclo hidrológico a través de la retención
del agua de lluvia.
Los bosques y sus suelos son enormes almacenes de carbono, más que
cualquier otro ecosistema terrestre. En el caso de los bosques tropicales, donde
más acelerada está siendo la deforestación, éstos contienen el 40% de todo el
carbono del planeta y juegan un papel vital en la mitigación de la creciente
inestabilidad del clima.
La deforestación y la degradación de los bosques suponen, en primer lugar, la
liberación a la atmósfera del carbono presente (quema, degradación de los suelos,
etc.) y, en segundo lugar, una reducción o eliminación total de la capacidad de
fijación de CO2 de la masa forestal. Los bosques absorben CO2, actuando (vid.
fotografía 1) como un “sumidero” pero cuando se deterioran o destruyen se
convierten en una “fuente”, liberando CO2 a la atmósfera.
Es un círculo vicioso. La deforestación envía a la atmósfera gases de
efecto invernadero, lo que provoca alteraciones en el ciclo hidrológico,
merma en su función reguladora, etc., incrementando el cambio climático. El
cambio climático, a su vez, genera olas de frío y calor, huracanes, sequías,
inundaciones, incendios, plagas, cambios en la distribución de especies,
desertificación, pérdida de bosques, etc. En definitiva, la deforestación es una
causa del cambio climático y este cambio climático agudiza los problemas de
los bosques y favorece la deforestación.
Los ecosistemas forestales almacenan actualmente 1,5 veces la cantidad
de carbono presente en la atmósfera. “Si no se produce de manera urgente una
drástica reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes
de la deforestación, los bosques van a ser una verdadera bomba contra el
clima”. Además, el incremento de la temperatura resultante podría producir
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