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Los enemigos del aprendizaje.

Hay muchas razones por las cuales la gente pierde oportunidades de aprender, ellas vienen en una variedad de ropajes, la mayoría provienen de
juicios donde la gente confronta lo nuevo o la propia experiencia de aprendizaje, es una guerra entre pensamientos conservadores y reformadores.

1.- “Esto yo ya lo sé”. Por un lado, algunas personas tienen dificultades en ver lo nuevo como nuevo; en lugar de eso, lo ven como algo más de
lo mismo, de lo viejo, como más de lo que ya saben. Su principal declaración es “yo ya sé esto”. Hay infinitas formas de decirlo, pero todas llegan al
hecho de que son incapaces de ver lo nuevo como nuevo; hay miles de ejemplos que nos muestran cómo hubo quienes perdieron grandes
oportunidades porque dado el tipo de observador que eran, no fueron capaces de reconocer lo nuevo como nuevo. No olvidemos que lo nuevo no
es algo obvio para todos. No muchos nos damos la oportunidad de hacer un juicio con sólo el valor de la razón construida con bases documentales
científicas y tecnológicas.

Un ejemplo clásico nos cuenta la historia de cómo la IBM, no vio nada especial cuando sus ingenieros le ofrecieron al consejo de administración, la
primera fotocopiadora. Esta oportunidad perdida fue llamada más tarde Xerox. Lo mismo pasa en el campo del saber. ¿Qué tan a menudo nos
hemos visto reaccionar diciendo “ yo sé de lo que se trata esto” sólo para más tarde darse cuenta de que no teníamos la menor noción de que lo
que estaba pasando era una oportunidad de desarrollo profesional?

2.- “No seré capaz de aprender” Por otro lado, la gente también se cierra a aprender porque viendo lo nuevo como nuevo, declaran “nunca
aprenderé esto”. Pueden tener distintas historias para decir esto, algunos pueden decir “Yo no soy lo suficientemente inteligente para aprender
esto” ó “Esto es muy complicado para mi”, etc. Podríamos hacer una lista sin fin de razones por las cuales las personas piensan “No puedo hacer
esto”. El nuevo dominio de acción aparece inalcanzable para ellas. De alguna manera lo nuevo inhibe al ser, parece estar más halla del alcance de
lo que podemos llegar ha ser.

Llamamos a esta reacción a lo nuevo, falta de autoconfianza. Es un estado emocional connotado por una disposición o falta de disposición para la
acción. Para la gente en el estado emocional de falta de autoconfianza, el aprendizaje no es un posible dominio de acción.

3.- “Yo sé mejor que nadie cómo deben orientar mi aprendizaje”. Muchas veces aceptamos que no sabemos y aceptamos también que somos
capaces de aprender, pero una vez que alguien comienza a orientarnos a un determinado proceso de aprendizaje, no hacemos otra cosa que
socavar el proceso, cuestionando la forma como se nos educa. Con ello no estamos sosteniendo que no sea legítimo y muchas veces incluso
necesario enjuiciar las modalidades de aprendizaje a las que nos someten.

Pero no es menos cierto, que a menudo no estamos en condiciones de emitir juicios sobre ciertos requerimientos del proceso de aprendizaje que
resultan precisamente del carácter de las competencias que no tenemos y que se nos quiere entrenar. Muchos procesos de aprendizaje
se bloquean porque el alumno reacciona a las instrucciones que se le imparten, decidiendo por su cuenta cuál cumple y cuál no, o simplemente
cuestionando sistemáticamente las instrucciones que se le dan como si él supiera mejor que el maestro, lo que va a conducirlo a aprender, y ello no
siempre es así.

Todo aprendizaje se funda en un acto primario de humildad y humanidad, de reconocimiento de nuestras limitaciones y de aceptar que lo que
nosotros no sabemos, puede que lo sepa alguna otra persona o se encuentre en alguna fuente de información científica-tecnológica de la que
podríamos aprender. Se trata de un acto en que aceptamos ver nuestras precariedades y limitaciones con el objetivo de trascenderlas. Y al
observarnos precarios, aceptamos poner en cuestión nuestra forma de ser actual y las posibilidades de ser en el futuro.

El fenómeno de la clausura cognitiva.

Lo anterior nos lleva a considerar el obstáculo más importante en el aprendizaje. Este se relaciona con el hecho de que muchas veces nos sucede
que ignoramos lo que no sabemos. Llamamos a este fenómeno clausura cognitiva.

Este término se a hablado en el pasado, se llamo “ceguera cognitiva”. Con el tiempo, esta forma de referirnos a él nos ha parecido inadecuada en
la medida que induce a suponer que alguien no ve algo que los demás ven y algo que está allí para ser visto, independientemente del tipo de
observador que cada uno de ellos es. La noción de ceguera se hace así tributaria de una concepción autoritaria de la enseñanza, que le confiere a
quien supuestamente “ve” (profesor) un poder que el alumno no puede contrarrestar. La noción de ceguera permite que uno de los agentes, el
“vidente”, pueda reclamar para sí mismo un acceso privilegiado a la realidad. El “vidente”, al concebirse como tal, deja al “ciego” en un espacio de
invalidación, ello permite, como lo hemos visto tantas veces, el desarrollo de prácticas pedagógicas abusivas. Desde la perspectiva que asumimos
ahora, sólo existen interpretaciones diversas en juego, con más o menos poder y sin olvidar nunca que el poder es siempre juicio, juicio que variará
de un observador a otro y también una realidad objetiva.

Quienes no saben algo, viven sus vidas como si tuvieran un hueco sin llenar, como si hubiera un vacío en ellas. Actuamos, organizamos nuestras
vidas y nos damos sentido a nosotros mismos y al mundo basados en las distinciones, historias y competencias que tenemos, no en las que no
tenemos. Normalmente, no tenemos la menor idea de que algunos dominios del conocimiento pueden existir y pueden estar disponibles para otros.

Si no aceptamos que no sabemos, no puede existir aprendizaje; no habrá apertura para hacer posible el aprendizaje; cuando ignoramos que no
sabemos, el espacio para aprender no está disponible y podemos perder oportunidades de expandir nuestros conocimientos y vivir mejor.
El aprendizaje se basa en un momento saludable de escepticismo en el cual deseamos aceptar que es posible que ignoremos algo; un momento en
el cual queremos cuestionar nuestro conocimiento existente, liberar nuestras presunciones actuales y abrirnos a la posibilidad de que puede haber
algo nuevo que aprender. Sin este momento de duda, no puede haber aprendizaje.

Decimos que una declaración de ignorancia es un requisito fundamental para producir aprendizaje. Cuando nos declaramos ignorantes a nosotros
mismos, ya estamos en el camino de aprender, estamos un paso más delante de la presunción ingenua de que hay algo que aprender. La
ignorancia no es como se asume usualmente, lo opuesto de aprendizaje. La ignorancia es el umbral del aprendizaje. Podemos hacer el juicio de la
ignorancia desde el reconocimiento de que hay algo que aprender: la ignorancia es una condición para el aprendizaje.

UNA MIRADA A SÓCRATES.

Sócrates, el filósofo griego que vivió en Atenas en los tiempos de Pericles, es considerado por muchos como el padre fundador de la filosofía
occidental. Según informan distintas fuentes, un amigo de Sócrates, Xerofón, fue al templo de Apolo en Delfos. Pitias, quien entregaba los oráculos
de Apolo, le dijo que Sócrates era el hombre más sabio en vida. Paradójicamente, cada vez que Sócrates se involucraba en una conversación con
sus discípulos, aclaraba que asumía que no sabía nada; su punto de partida fue siempre que él sabía nada. ¿Cómo puede alguien como Sócrates,
profesando su ignorancia, ser considerando como el hombre más sabio?.

La forma en que Sócrates vivía con esta paradoja era puntualizando que es más sabio asumir que uno no sabe, que asumir que sabemos. Después
de haber sido comparado con alguien considerado sabio, Sócrates hizo la siguiente reflexión:

“Soy más sabio que este ser humano, porque probablemente ninguno de nosotros conoce nada noble y bueno, pero quien supone que sabe algo
cuando no sabe, mientras que yo, como no sé, ni siquiera supongo que sé, probablemente soy un poco más sabio que él en esto mismo: que lo
que no sé, ni siquiera supongo que lo sé” (Apología de Sócrates).

Este es el punto que estamos tratando con relación al aprendizaje, es más sabio asumir ignorancia que conocimiento. Es importante no olvidar
algo, lo que sabemos es finito, lo que no sabemos es infinito; por lo tanto, lo que sabemos es siempre infinitamente pequeño.

COORDINACIÓN DE INNOVACIÓN EDUCATIVA, CIE. UNIVERSIDAD MICHOACANA DE SAN NICOLÁS DE HIDALGO ESC. DE QUÍMICO FARMACOBIOLOGÍA.
 Derechos reservados Enero 2001,Octubre 2002, Febrero 2003

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