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APLICACIONES DE LAS

PROPIEDADES COLIGATIVAS

Asignatura: Química de las Disoluciones.


Curso: 2º Grado (2011/12)
Índice

Introducción
Descenso de la Presión de Vapor
Ascenso Ebulloscópico
Descenso Crioscópico
Presión Osmótica
Propiedades Coligativas y Conducción
Propiedades Coligativas y Plantas
Propiedades Coligativas en la Calidad y Cocina de Alimentos
Bibliografía
Introducción

Las propiedades coligativas son aquellas que no dependen de la naturaleza del soluto,
sino de la cantidad del mismo.
Por ejemplo, la conductividad y la viscosidad no son propiedades coligativas ya que
si dependen de la naturaleza del producto. Si disolvemos azúcar en agua destilada, ésta
disolución no va a conducir la electricidad, en cambio, una disolución de agua destilada
y sal, sí conduce la electricidad.
Las propiedades coligativas de una disolución siempre varían respecto a las del
solvente puro en mayor o menor medida, tanto si se trata de sal como si se trata de
azúcar.
Estas propiedades tienen infinidad de aplicaciones químicas y físicas, especialmente
en la determinación de pureza de la sustancia, ya que sus propiedades coligativas no
serán las mismas si no son puros, sean cuales sean las impurezas. Además, como
dependen de la cantidad de soluto con ellas, se podrá determinar la cantidad de
impureza.
No obstante, también están en infinidad de elementos y aplicaciones cotidianas de los
que hablaremos más adelante.

¿Cuáles son las propiedades coligativas?

Las propiedades coligativas son:


 El descenso de la presión de vapor.
 El aumento ebulloscópico.
 El descenso crioscópico
 La presión osmótica
Descenso de la Presión de Vapor

La presión de vapor se puede definir como la fuerza ejercida por el equilibrio


dinámico, que se forma entre los átomos o moléculas de un compuesto que entran en
estado gaseoso y, vuelven a su estado original (líquido o sólido) a una determinada
temperatura.
Un disolvente puro tiene una presión de vapor concreta, sin embargo, al añadirle un
soluto, esta presión desciende. La razón de este fenómeno es simple; el disolvente puro
tiene un determinado área de intercambio de moléculas gaseosas y líquidas, con la
atmósfera y este área está formado solamente por moléculas del disolvente. En cambio,
cuando hay un soluto disuelto en este disolvente, lo encontraremos por todo su
volumen, incluido el área en contacto con la atmósfera, lo cual hará que menos
partículas del disolvente estén expuestas a la zona de formación de vapor. Esto
provocará que menos partículas entren en estado gaseoso parcial que colabora en la
presión de vapor. Pero la presencia de soluto no dificulta el retorno al estado original de
las moléculas en estado gaseoso, por tanto, cuanto más soluto haya en la disolución,
menos exposición del disolvente a la atmósfera, experimentando una reducción de su
presión de vapor a medida que aumente la concentración del soluto. La fórmula que
representa este fenómeno es:
DP = Pd • Xs
Donde DP es la disminución de la presión de vapor, Pd es la presión del disolvente
puro y Xs es la fracción molar del soluto.
En el caso de que el soluto sea un electrolito, nos encontramos con que la propiedad
se ve incrementada debido a que los electrolito se disocian formando dos iones y, por
tanto, ocupan más espacio que podrían ocupar moléculas de disolvente en contacto con
la atmósfera. Esta corrección de la propiedad se conoce como factor de Van’t Hoff y se
representa con una i.
DP = Pd • Xs • i
Ascenso Ebulloscópico

Aumentando la temperatura del compuesto, aumentamos su presión de vapor y,


cuando a una determinada temperatura la presión de vapor es igual que la presión
atmosférica, la sustancia entra en ebullición, y esa temperatura se trata del punto de
ebullición.
Pero no debemos olvidar que acabamos de afirmar que en una disolución, la presión
de vapor es menor que en el disolvente original, por lo que la temperatura necesaria para
que la presión de vapor de la disolución sea igual que la del disolvente, deberá ser
mayor para compensar esa presión de vapor menor causada por el soluto. Por lo que
también, cuanto más soluto, mayor deberá ser la temperatura para que la disolución
pueda entra en ebullición. Por tanto, donde antes el disolvente entraba en ebullición a
una temperatura determinada, la disolución no entrará por tener una presión de vapor
menor; necesitará una temperatura mayor. La fórmula para representar esta variación es:
DTe = ke • m

Donde DTe es la variación del punto de ebullición, ke es la constante ebulloscópica


para cada soluto y m la molalidad de la disolución.
De nuevo, si el soluto es electrolítico de la misma manera que afecta a la presión de
vapor afecta por tanto a esta propiedad:
DTe = ke • m • i
Descenso Crioscópico

Es similar a la ebullición. Si se reduce la temperatura de un disolvente lo suficiente,


se producirá la congelación cuando la presión de vapor del líquido es igual a la presión
de vapor del sólido. Por lo que el punto de congelación de un solvente, será más alto
que el de la disolución.
Esto se puede explicar teniendo en cuenta que la presión de vapor del sólido de la
disolución, también se verá afectado por la presencia del soluto, haciendo que tenga una
presión de vapor más baja y, por tanto, necesitando una temperatura menor para que la
disolución líquida tenga la misma presión de vapor que su sólido y se congele.
La variación del punto de congelación se deduce de esta fórmula:
D Tc = k c • m
Donde DTc es la variación del punto de congelación, kc es la constante crioscópica
para cada soluto y m la molalidad de la disolución.
De nuevo, si el soluto es electrolítico de la misma manera que afecta a la presión de
vapor afecta por tanto a esta propiedad:
DTc = kc • m • i
Presión Osmótica

La ósmosis se define como un fenómeno en el cual, el solvente se desplaza de


disoluciones menos concentradas a disoluciones más concentradas, a través de una
membrana semipermeable que no permite el paso del soluto hasta que la concentración
en ambos lados sea igual, momento que se conoce como equilibrio osmótico.
En el equilibrio osmótico el agua que vuelve a la solución menos concentrada es
igual al agua que va a la disolución más concentrada, debido a la presión osmótica
ejercida por la columna de solvente.
En la ósmosis, el solvente atraviesa una membrana que las partículas disueltas no
pueden, haciendo así que la cantidad de solvente en un lado sea mayor, pero la
concentración se equilibra.

En la imagen se puede apreciar que cuando se alcanza el equilibrio, el aumento de la


altura de la solución en un lado crea una presión igual a la presión con la que entra el
solvente por ósmosis; esto detiene el flujo. A esta presión necesaria para detener el flujo
se le llama presión osmótica.
De no existir solutos no existiría presión osmótica, ya que el solvente no necesitaría
desplazarse para igualar concentraciones. Por tanto, cuanto mayor cantidad de soluto
haya, mayor será la presión osmótica creada por la columna de solvente cuando
atraviese la membrana para igualar las concentraciones, hasta que la presión osmótica se
lo impida. La presión osmótica se calcula por esta fórmula:
π = MRT
Donde π es presión osmótica, M la molaridad de la solución, R es
0.08206atmL/Kmol y T la temperatura en Kelvins.
De nuevo, si el soluto es electrolítico de la misma manera que afecta a las otras
propiedades, también afecta a ésta, ya que un electrolito al disociarse en sus iones,
aumenta la salinidad de la solución y la cantidad de agua que atraviesa la membrana:
π = MRT • i
Propiedades Coligativas y Conducción

Podría parecer que las propiedades coligativas no tienen ningún propósito o utilidad
en nuestro día a día, pero participan en muchas actividades aunque no lo parezca.
Una de las actividades que guarda más relación con las propiedades coligativas es la
conducción, más concretamente el mantenimiento del motor y las carreteras, sin el cual
seríamos incapaces de utilizar nuestros automóviles por las vías sin que hubiese un
problema de refrigeración o un accidente por deslizamiento.

¿Qué problemas pueden surgir en la vía que las propiedades coligativas


solucionen?

Existen zonas de la tierra donde en ciertas épocas, o en la mayoría


del año, padecen unas temperaturas por debajo de los 0ºC. En estos sitos
se presencian nevadas, o si no han alcanzado los 0ºC, lluvias que al
darse temperaturas tan bajas, congelan el agua de la lluvia o hacen que
se mantenga la nieve. Estas condiciones meteorológicas forman capas
de nieve y hielo que pueden ser peligrosas. No fueron tan problemáticas hasta que en los
años treinta, con la expansión del automóvil, se necesitaron soluciones para el hielo y
nieve en las vías, ya que por ella circulan los vehículos que, además de ser muy
pesados, van a mucha velocidad que puede traer graves
consecuencias. Los problemas vienen debido a la pérdida de
adherencia provocada por la presencia del hielo que hace que los
vehículos deslicen, haciendo muy difícil la frenada y la
maniobrabilidad, pudiendo causar así muchos accidentes. Por ello
se toman medidas contra estas trampas climáticas. La más común
es el vertido de sal sobre las carreteras heladas.

¿Cómo puede la sal ayudar con este problema?

Ya mencionamos mientras introducíamos


las propiedades coligativas, que el punto de
congelación de una sustancia pura era mayor
que el de una disolución de ésta. Por ello, en
las carreteras heladas, al verter la sal, se
humedece formando una disolución de agua y
sal que no se congela a 0ºC sino a
temperaturas más bajas. De esta manera se
disuelve el hielo de las carreteras quedando solo agua salada que no congelará a menos
que desciendan mucho las temperaturas.
La sal más usada para este proceso es el cloruro
sódico (NaCl), posiblemente por su abundancia y
efectividad.
Para la distribución de la sal, se utilizan camiones
especiales en las épocas del año conflictivas y se
echa la sal directamente a las carreteras o en forma
de disolución muy concentrada en agua.
No obstante, se están desarrollando nuevos
métodos para la distribución de la sal a base de
tanques con líquidos anticongelantes que utilizan
aspersores en el suelo, o elementos de la vía que disparen agua y que, a la vez, detecten
los descensos de temperatura críticos y la formación de hielo. De esta manera, las
ruedas de los coches podrán contribuir a la distribución de las disoluciones
anticongelantes. Se piensa que estas medidas son especialmente importantes en las
salidas de túneles puesto que, en los túneles, los coches pueden circular a mayor
velocidad, por la ausencia de hielo en la vía, y pueden olvidarse de reducir la velocidad
al salir del túnel y volver a encontrarse con el hielo.
Sin embargo, estas medidas tienen su impacto ecológico, ya que se invierten
toneladas de sal, y el agua salada de las carreteras puede acabar en zonas de plantas y
causar ciertos problemas de los que hablaremos más adelante.

¿Qué problemas tienen lugar en el coche que necesiten de las propiedades


coligativas?

Los motores de los coches utilizan el combustible para obtener energía mediante una
combustión. Sin embargo, la energía que se obtiene no es toda cinética sino que gran
parte se pierde en forma de calor. Ese calor producido en las explosiones del motor
aumenta enormemente la temperatura del sistema, provocando: dilataciones que ciertos
componentes del coche no pueden resistir, temperaturas que aumentan excesivamente
la presión, el calor podría hacer que los lubricantes perdiesen sus características o que,
simplemente, reducirse la eficacia del motor. Por ello, desde que se inventaron los
medios de transporte a motor, se ha necesitado mecanismos para enfriarlos.
En un comienzo se inventaron dispositivos que utilizasen el aire como refrigerador,
sin embargo, con el paso de los años se ha pensado en líquidos para refrigerar.

¿Qué relación guardan las propiedades coligativas y los refrigerantes?

El líquido refrigerante se encarga de absorber el máximo calor posible, impidiendo


así, que se caliente el motor en exceso y manteniendo una temperatura óptima de
trabajo. Sin embargo, no vale un líquido cualquiera. Conviene que no se evapore con
facilidad para que las partes del vehículo que se calientan estén en total contacto con el
líquido refrigerante. Si este entrase en fase gaseosa muy rápidamente, dejaría más
fácilmente de estar en contacto y absorbería calor menos eficazmente. Por se empezaron
a usar líquidos en lugar del aire.
Al comienzo, se usó agua por su facilidad de adquisición entre
otras condiciones, pero su punto de congelación no es lo
suficientemente bajo y su punto de ebullición no es lo
suficientemente alto. Además, el agua tiene la desventaja de corroer
los metales. Incluso ciertas sales del agua sin destilar impiden la
correcta absorción de calor.
Por ello, se necesitaba un soluto que conservase o aumentase la
capacidad de absorber calor, que no incite a la corrosión o incluso la
prevenga, y que disminuya el punto de congelación y aumente el de
ebullición. Hoy en día, se utilizan ácidos orgánicos de cadena larga porque cumplen las
condiciones mencionadas y, además, son biodegradables.
Sin embargo, a nosotros nos interesa la propiedad coligativa que se consigue con este
soluto; el ascenso crioscópico y el descenso crioscópico.
El ascenso crioscópico permite que el agua entre en fase gaseosa más tarde,
permitiéndola absorber más calor en forma líquida que empapa mejor las zonas a
refrigerar.
El descenso crioscópico le da el nombre de anticongelante a estas disoluciones, ya
que en lugares de bajas temperaturas, estos líquidos refrigerantes se podrían congelar y
resultar inservibles a la hora de conducir, como la presencia de un soluto hace que la
disolución tenga una temperatura de congelación menor, no se congela a la temperatura
a la que se congelaría si fuese agua pura.
Propiedades Coligativas y Plantas

Seguramente, una de las propiedades coligativas cruciales para la vida es la presión


osmótica que es especialmente importante en plantas.
Las plantas son organismos fundamentales para la vida como fuente de alimentación
y como generadores de oxígeno por fotosíntesis. Pero muchas plantas no poseen un
esqueleto interno como nosotros, no obstante, tienen cierta rigidez que proviene del
agua dentro de sus células.

¿Cómo es que las plantas no necesitan un tejido que les permita ser rígidos sino
que pueden simplemente valerse de sus células?

Esto no es cierto para todas las plantas; las leñosas como los árboles usan lignina,
pero las plantas herbáceas no tienen ni tejidos ni sustancias que les aporte rigidez. Estas
plantas usan sus propias células como columna que las sostenga; pero qué diferencia
tanto a las células de las plantas de las nuestras para que ellas no necesiten elementos
óseos por ejemplo.
Las células de la planta cuentan unas membranas semi-permeables en el reborde y un
límite más rígido pero permeable llamado pared celular.
Por tanto las
células de las plantas
son capaces de
modificar su salinidad
o concentración de
soluto y, por ello, el
agua por ósmosis
tenderá a entrar dentro
de ella el solvente, en
estos casos agua, hasta
que el tamaño de la
célula entre en
contacto con la pared
celular.

Entonces, la pared celular se deformará ligeramente, pero al alcanzar su máxima


deformación, se generará una presión confinante sobre el borde de la célula. En este
punto es imposible que absorba más agua ya que la presión que haga el agua para entrar
será igual a la que realiza la pared para evitar que entre. En aquel momento se alcanza
un equilibrio gracias a la presión realizada por la pared, una presión osmótica.

¿Cómo aporta este proceso rigidez a las plantas?

El agua dentro de la célula se encuentra a una presión elevada resultando en que la


célula esté más dura que de costumbre. A este estado se le llama turgente. Este
fenómeno de turgencia ocurre gracias a la presión osmótica.
La diferencia de concentración es importante, por lo que es importante la presencia
de soluto para que el agua de la tierra sea de concentración menor que la del citoplasma
(líquido de la célula) celular. Para esto, la planta utiliza sales electrolíticas o moléculas
orgánicas de manera que su molaridad sea mayor que la del agua del sustrato.
¿Cómo llega el agua del sustrato a las células de la planta?

Estas plantas herbáceas, la mayoría, obtienen su agua del suelo a través de las raíces,
y para que el agua entre en la raíz, requiere que esta tenga una salinidad mayor para que
tenga lugar un proceso osmótico. Luego, célula tras célula, el agua las llenará y, gracias
a la presión osmótica, se pondrán turgentes y tendrán un aspecto saludable.
Por ello las plantas languidecen cuando se las
somete a un periodo sin agua ya que no podrán
absorber suficiente agua. Con una presión
osmótica baja las células ceden a la gravedad. Por
tanto las células que estaban turgentes son como
un globo lleno de aire, aire que ejerce una presión
en las paredes del globo, pero como cuando vacías
el aire del globo que se queda flácido como sin
fuerza, la planta también pierde su rigidez.

¿Qué otras funciones realizan las plantas con la presión osmótica?

Por otro lado, las plantas se valen de la presión osmótica para otra función. El agua
de las raíces debe llegar a la totalidad de la planta para que pueda realizar la fotosíntesis.
Este transporte de agua tiene lugar a través de un canal circulatorio de la planta llamado
xilema. Pero esta masa de agua debe ascender y necesita una fuerza que la empuje hacia
arriba, y ahí entra en juego la presión osmótica.
Será la presión osmótica la que impulse el agua hacia las hojas pero para esto, debe
de haber una absorción intensa desde las raíces de manera que se necesite una gran
columna de agua para igualar el intercambio. Como es necesario una gran absorción, se
acumulan importantes cantidades de glucosa, formada en la fotosíntesis, en las raíces,
de manera que una diferencia de concentración tan grande, provoque que sea necesaria
una gran cantidad de agua para alcanzar el equilibrio, lo cual también repercutirá en una
presión osmótica muy grande para impedir la continua absorción de agua.
Incluso la membrana de las raíces puede absorber
algunas sales con el agua, impidiendo así que el agua del
sustrato se vuelva demasiado salada, y poder mantener
así esa presión radical.
Esta presión radical es medible haciendo un corte y
conectando un tubo con agua que, debido a la presión
osmótica que ejerce la columna de agua absorbida,
empezará a desplazar el agua del vidrio observándose
así, que existe una presión osmótica radical.
En general, este proceso, con ayuda de la
transpiración, lo usan las plantas para proporcionar a sus
hojas el agua necesaria para la fotosíntesis.
Es más, en el caso de que el medio sea excesivamente húmedo y el agua absorbida
sea excesiva, las plantas poseen un mecanismo para reducir la presión radical. Este
sistema consiste en secretar al exterior una disolución salina o de agua y glucosa que
aumentará la concentración de sales en el medio y reducirá la diferencia de
concentraciones entre las raíces y el sustrato. A este proceso se denomina gutación. Esto
reducirá la presión radical y osmótica reduciendo la absorción de agua.
Intervenciones del ser humano que afectan a este proceso.

Como bien hemos dicho, las plantas


dependen de que la concentración de las sales o
azucares dentro de las células sea mayor, de
manera que, por ósmosis, el agua tienda a ir
hacia dentro de la célula.
Por esto es un grave problema cierto proceso
para apagar incendios. Cuando hay incendios
muy grandes, se recurre a enormes helicópteros
con enormes tanque colgantes que llenan de
agua. Lo conveniente sería usar agua de lagos
pero, en ocasiones, el mar está más cerca y el tiempo apremia. Entonces, el helicóptero
recoge agua del mar para apagar el incendio y vierte el
agua salada en la zona del incendio. Tras finalizar el
incendio, esa agua salada sobrante con la sal que ha
quedado, es absorbida por la tierra y por ello, la salinidad
del agua del medio será mayor que la de dentro de las
plantas que necesiten absorber esa agua, por lo que el
agua, abandonará las raíces hasta que el medio y las
células estén en equilibrio, impidiendo así que las células
puedan aprovechar el fenómeno de la presión osmótica.
Por otro lado, tenemos el caso del ya mencionado
deshielo en las carreteras por medio de sal. Cuando ese
hielo se disuelve en agua con sal puede desplazarse hasta
zonas con vegetación o ser arrastrado por las lluvias a
zonas vegetadas. Esto provocaría la mencionada
salinización de los suelos y la misma consecuencia
mencionada.
Propiedades Coligativas en la Calidad y Cocina de Alimentos

Durante la producción de alimentos existen ciertas estratagemas no muy legales para


incrementar los beneficios, se trata de diluir ciertos productos en los que no se pueda
notar la dilución. Esto se realiza porque el agua es un producto barato mientras que el
fabricado no lo es. Por ello, si se le añade agua sin que se note realmente en la
coloración, por ejemplo, fabricarán mayor cantidad por menos precio, facilitando su
venta al mismo obteniendo mayor beneficio de menos cantidad.
Los encargados de verificar la calidad y pureza de estos productos se valen de
métodos relacionados con las propiedades coligativas para descubrir si se trata de un
intento de engaño al cliente o el producto no ha sido alterado.

¿Cómo Participan las Propiedades Coligativas en la Determinación de la Pureza?

Cuando hablamos de productos líquidos que contengan un porcentaje de agua


podemos comprobar a que temperatura a la que congelan o entran en ebullición a base
de enfriarlos o calentarlos y medir la temperatura. Encontrando así su temperatura de
congelación o ebullición. Con esto y lo conocido de las propiedades coligativas
sabemos que concentración de soluto hay en el producto.
Por tanto, si los productos analizados contienen más agua, se podrá apreciar
rápidamente. Productos como el aceite, no son diluidos porque al ser inmiscibles, se
notaría rápidamente que se trata de dos líquidos distintos y que el aceite no es puro, pero
productos alcohólicos, ácidos (para laboratorios o vinagres), zumos o lácteos, podrían
contener más agua de la que afirman, ya que en estos casos el agua se combina con
estos productos puros o disoluciones de una manera que a primera vista puede no
apreciarse.
En las imágenes vemos que se puede apreciar la dilución de un extremo a otro pero
en las concentraciones intermedias sería más complicado y no sería exacto.

En cambio en esta otra no pierde casi nada el color y en las primeras diluciones no se
aprecia casi el cambio.

Por eso, con líquidos transparentes o fuertemente coloreados, es prácticamente


imposible saber si han sido diluidos a simple vista.
Por ello, conociendo los puntos de ebullición y congelación de los productos con su
concentración habitual, podemos calentarlos o congelarlos, y ver a que temperatura
ocurre, pudiendo saber si contienen más o menos agua que la prueba previa.
También se pueden fijar mínimos de concentración midiendo la temperatura a la que
entran en ebullición, o congelan disoluciones con la cantidad mínima que se cree que
debería tener de un producto. Evitando así la fabricación de productos que contengan
excesos o defectos de lo que se pretende vender.
Por ejemplo, para los laboratorios, es muy importante conocer con bastante exactitud
la concentración de los reactivos comerciales que compran para poder conocer con
precisión las cantidades que obtienen o necesitan para las reacciones, siendo este el
método para evitar ser engañados.
Por otro lado, más alimenticio, la leche tiene una temperatura de congelación entre
-0,53 y -0,55, si la temperatura de congelación es mayor que esta esa leche muestreada,
tiene una concentración del soluto menor, por consiguiente, una concentración mayor de
agua de la que debía, debe haber sido aguada.
Otro ejemplo para un defecto de soluto, podría ser la fabricación
de bebidas alcohólicas sin alcohol o con una concentración de
alcohol menor. Por ejemplo, si quisieran vender un producto
afirmando que tiene menos alcohol para que se consumiera más.
Estos productos deberían de tener un punto de ebullición más bajo
que otros productos con la misma concentración de alcohol e igual si
afirman que han fabricado una cerveza sin alcohol, por ejemplo,
debería variar el punto de congelación lo suficiente para asemejarse a una disolución
con los productos indicados para la fabricación. También podrán probar el porcentaje de
alcohol de la bebida.
Es más, este sistema podría servir para comprobar la pureza del agua que dice ser
potable, mineral o la calidad de un destilador de agua. Si el punto de ebullición supera
los 100 grados o congela a menos de cero, significará que posee ciertas impurezas y, si
por casualidad hubiese sales minerales, asegurarse de que estuviesen en la proporción
correcta.

Propiedades Coligativas en la Cocina

En la cocina las propiedades tienen unas interacciones


prácticamente anecdóticas, casuales o de trucos culinarios
caseros. Relacionado con las ollas, se puede ver que si se
guisa con agua con sal en la olla, comenzará a hervir a
mayor temperatura que 100ºC, lo cual podría ser
perjudicial para un plato o beneficioso, ya que se cocina a
mayores temperaturas, más rápido.

El descenso crioscópico se aprovecha también a la hora de


limpiar la escarcha que se forma en los congeladores con el
paso del tiempo. Añadiendo sal a esta escarcha formada por
agua congelada, se deshelará más rápido y será más sencillo
retirar la escarcha fundida.
Un truco conocido está relacionado con mantener las
bebidas frías.
Se trata de que si vas a llenar un conteniente con bebidas
que deban estar frías, lo normal es meterlas en hielo con
agua de manera que se mantuviesen frías, pero pudiesen
estar sueltas para ser recogidas. Pero como la temperatura
del agua es mayor que la del hielo, tenderá a estabilizarse y,
por tanto, tardará relativamente poco en calentarse. El truco
usado es usar agua salada muy fría con hielos, de esa
manera, conseguirás que las bebidas estén en un medio frío
durante más tiempo, ya que los hielos se disolverán por
razones coligativas de descenso crioscópico no por razones
relacionadas con la temperatura. El agua salada aguantará
temperaturas menores que cero grados y tardará más en
calentarse, manteniéndolas frías más tiempo.

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