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( 1884-1921)
(Tomos I y II en un volumen)
BIBLIOTECA DEL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO
COORDINACIÓN DE HUMANIDADES
Programa Editoria1
EDICIONES ERA
BIBLIOTECA DEL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO
90-91
ANTOLOGÍA DEL
MODERNISMO
(1884-1921)
TOMOS 1 y 11 EN UN VOLUMEN
vn
tura europea de la época y situarse en las condiciones
1oca1es en que se produjeron, evitando · el peligro de
que los contextos nos hagan perder de vista los
textos.
A través de catorce poetas y unos ciento cincuen-
ta poemas la antología aspira a representar la apor-
tación mexicana al modernismo de lengua española.
Para sus fines encierra el movimiento entre 1884 y
1921, desde la primera reelección de Porfirio Díaz
hasta la 11egada al poder de Alvaro Obregón; esto
es, va de "La Duquesa Job" de Gutiérrez Nájera a
"La suave patria" de López Velarde. Sin embargo,
incluye páginas escritas en 1951 por Gonzá'ez Mar-
tínez. Con su muerte al año siguiente queda cerrado
el ciclo modernista.
No es una obra erudita sino un libro de divulga-
ción que trata de ser a la vez riguroso e informa-
tivo. Todo el trabajo del compilador está al servicio
de los poemas que incluye, se destina a facilitar su
lectura y disfrute. Cada selección se halla antece-
dida de un prólogo en miniatura que junto a la
biografía y el juicio general acerca del poeta da al-
gunos datos bibliográficos y en algunos casos he-
merográficos.
Con excepción de Gutiérrez Nájera los autores
aparecen en orden cronológico. Cuando ha sido po-
sible conocer las fechas los textos se publican en
secuencia de composición. Se mantiene la integri-
dad textual y nunca se resume ni recorta. Si ello no
altera el sentido ni el tono de los versos, ortografía
y puntuación se conforman a prácticas vigentes.
El autor quiere dejar testimonio de su gratitud
hacia todos aquellos que le ayudaron a hacer la pre-
sente antología: Gastón García Cantú le confió
VIII
su prepa:tati6n; Miguel González, Porfirio Martínez
Peñaloza, Julio Ortega, Femando Rafful y Juan
Manuel Torres leyeron y criticaron la selección y el
manuscrito; Antonio Acevedo Escobedo, Miguel Ca-
pistrán, Enrique Caracciolo, Ernesto Flores, Henri-
que González Casanova, Ernesto Mejía Sánchez,
Carlos Monsiváis, Ernesto Prado Velázquez, Efrén
Rebolledo Jr., María del Carmen Ruiz Castañeda,
Kazuya Sakai, Rodolfo U sigli y Héctor Valdés le
proporcionaron datos que no habían aparecido en
ningún otro libro; Jesús Arellano y Maruja Valcarce
tuvieron a su cargo la particularmente ardua correc-
ción de pruebas; Fernando Benítez en La Cultura
en México y Luis Spota en El Heraldo Cultural pu-
blicaron algunas de estas páginas. Finalmente, pero
en primer término, expresa su agradecimiento hacia
la Universidad de Essex que le permitió trabajar
durante un año en Inglaterra y le proporcionó todos
los medios económicos y bibliográficos sin los cuales
hubiera sido imposible la preparación de un libro
como éste.
funio de 1969
IX
INTRODUCCióN
XI
peraran su lugar. Esta em.presa tuvo su origen en.
la periferia y no en el centro. Empezó por un afán
de inde¡xmdencia cultural que siguiera a la autono-
mía política y terminó en un movimiento que se vio
como hispanoamericano primero y en seguida den-
tro de la perspectiva general del idioma.
Al comienzo del imperio español la revolución
fJOética de Garcilaso de la Vega abre las puertas al
lengua¡e del Renacimiento. En esa época se escri-
ben los primeros poemas castellanos de América.
Cuando el imperio llega a su fin en Cuba y Puerto
Rico, la revolución poética consumada -si no ini-
ciada- por Rubén Daría abre las puertas al len-
gua¡e del mundo moderno. Entonces simbolismo
y pamasismo eran el dolce stil nuovo: los medios
para crear una poesía nunca antes escrita en español.
Ningún movimiento ha encontrado y sigue en-
contrando tanta hostilidad, sobre todo en España.
Pero los españoles más sagaces se dieron cuenta de
que el modernismo significaba la continuidad y el
enriquecimiento de la gran tradición castellana fre-
nada por el neoclasicismo o academismo del siglo
xvrn, la vuelta a un "estado de naturaleza" que usur-
paron los neoclásicos cuando al intentar la aclima-
tación de la sobriedad lúcida y la pureza idiomática
observadas en Francia silenciaron el lengua¡e de
Cervantes, Calderón, Góngora y Quevedo.
El término "modernismo" favorece la confusión
y la ambigiiedad. La crítica en lengua inglesa lo
refiere a lo que llamamos vanguardia. En el habla
común de nuestros países es sinónimo de contem-
poráneo. En cambio la historia literaria recogió esta
palabra para agrupar la pluralidad de tendencias
que se originaron en Hispanoamérica a fines del
XII
XIX y principios del xx. La acepción corriente iden-
tifica al modernismo con un estilo de su primera
etapa, el que se manifiesta en Prosas profanas
(1896) y que no tardó en abandonar el propio
Daría. La polémica en torno a la definición, la pugna
nacionalista sobre quiénes fueron precursores, ini-
ciadores y epígonos hace olvidar que lo importante
son las obras y no los ardides que emplean los his-
toriadores para clasificarlas. Del mismo modo, la
crítica con pretensiones sociológicas se ha limitado
a darnos su versión acerca de lo que debió haber
hecho el modernisnw para redimir a nuestras socie-
dades, en vez de emplear los instrumentos de aná-
lisis a fin de explicarnos su carácter socialmente
condicionado.
Así pues, de todas las épocas literarias hispano-
americanas la del modernismo es la más comentada
y la menos entendida. Sin embargo, los medios para
la comprensión abundan en las páginas ele los gran-
eles críticos que se han preocupado por explicar el
movimiento. A ¡uicio de Max I-Ienríquez Ureña, *
el modernismo es la revolución literaria que tuvo
su origen en la América espaíiola durante las dos
últimas décadas del XIX y posteriormente se exten-
dió a Espafía. En su primera etapa.
XIIl
una expresión artística cuyo sentido fuera genuina-
mente americano es lo que prevalece. Captar la vida
y el ambiente de los pueblos de América, traducir
sus inquietudes, sus ideales y sus esperanzas, a eso
tendió el modernismo en su etapa final, sin abdicar
por ello de su rasgo característico principal: traba-
jar el lenguaje con arte.
XV
ya que los mismos metros importados por los pri-
meros modernistas -el alejandrino y el eneasílabo-
fueron introducidos de la propia Francia por Gon-
zalo de Berceo y el Arcipreste de Hita. Por todo
lo anterior Onís ve el modernismo como:
XVI
haberse terminado. El peligro es siempre comentar
la opinión de los críticos en vez de la obra de los
poetas. La bibliografía indirecta es tan amplia que
si pretendemos abarcarla nos faltará tiempo para
leer los libros de versos.
Nuestra dificultad para explicar el modernismo
proviene de la carencia de manifiestos. En oposi-
ción a los escritores franceses que reflexionan me-
tódicamente sobre lo que están haciendo, nuestros
poetas suelen carecer de sistema y programa. Sin
embargo, tienen las virtudes de sus defectos, y de
esta manera los modernistas pudieron abarcar un
gran número de tendencias dogmáticamente hostiles
como nunca, en la hipótesis de condiciones simila-
res, lo hubiera hecho un autor europeo.
Lo más aproximado a la teoría son algunos pró-
logos de Daría y en especial dos textos, el primerro
de 1888 y el segundo 1896. En aquél, Daría traza
una estética de las correspondencias, habla de
XVII
notas intermedias y revestir las ideas indecisas en
que ~l alma tiende a manifestarse con mayor fre-
cuencia? Luego, ambos idiomas están, por decirlo
así, hechos con el mismo material. En cuanto a la
forma, en ambos puede haber idénticos artífices.
La evolución que llevara al castellano a este rena-
cimiento, habría de verificarse en América, puesto
que España está amurallada de tradición, cercada y
erizada de tradicionalismo ( ... )
XV1II
ga en la tradición barroca española. La originalidad
consiste en crear lo inesperado con la materia de lo
existente. El trabajo artístico es un proceso de
transformaciones y reordenamientos. Unos años des-
pués de Darío otro escritor -como él católico
y lingüísticamente marginal- enlaza naturalismo y
simbolismo para crear con Ulysses la novela del
siglo xx. Aunque al ser puesta en práctica la teoría
se degrade muchas veces en artificio, los aciertos del
modernismo son más interesantes que sus errores.
En realidad el modernismo es una operación de
mediación, una tentativa de convertir la cultura
planetaria (y no sólo europea) en lenguaje america-
no. El modMnismo significa para las literaturas de
lengua española la primera etapa del movimiento
moderno que, simultáneamente en la poesía y en
la novela, comienza en Europa hacia 1860 y a par-
tir de 1880 establece una nueva sensibilidad.
II
XXI
tula como únicas vías de escape del hor.ror violento
de estar vivo y el delito de haber nacido la contem-
plación estética y la ascesis mística que anulan las
apariencias. En tanto el positivismo de Auguste
Comte suprime la metafísica y la religión, sistema-
tiza las nociones de progreso, orden y ciencia.
Si el hombre vive en la historia, está inmerso en
el devenir y puede progresar y transformar el mundo
-se dijo el siglo XIX- luego es divinizable; por tanto
Dios resulta innecesario. Si somos el producto acci-
dental de la herencia y el medio no hay libre albe·
dría ni existen responsabilidades morales. La fe
tradicional no resiste el asalto de la ciencia materia-
lista. Por prinwra vez la sociedad humana vive sin
la idea de Dios. Entonces se da a erigir sustitutos
de la religión, ex{Jlicacíones totalizadoras que orde-
nen el caos de la realidad y la pesadilla de la historia.
Para quienes se aíslan de la historia y niegan el
progreso o son negados por él, el arte se convierte
en otra religión sustitutiva. La poesía va al reen-
cuentro del lenguaje de la alquimia y la cábala que
de los ritos órficos pasó a Platón, a los neoplató-
nicos, a las sectas gnósticas y el cristianismo; "el
lenguaje de la divina analogía" (\Villiam Blal<e),
la tradición del ocultismo rejuvenecida por Emanuel
Swedenborg y Ernst Theodor Amadeus Hoffmann.
Amparado en Pitágoras, Gérard de N erval dice en
Vers dorés que el espíritu palpita en todas las cosas
terrenales y Un mystere d'amour dans le métal re-
pose. Para Baudelaire en el soneto "Corresponden-
ces" la naturaleza es un temp.ZO, el hombre atraviesa
bosques de símbolos, y en unidad perfecta se res-
ponden perfumes, colores y sonidos.
XXII
Aquí se advierte que tutdct de lo ctpatentemente
caprichoso o extraño que hay en la poesía moderna
es gratuito: responde al deseo de resolver la oposi-
ción entre la unidad y la pluralidad mediante el
ritmo y la armonía. Desamparados ante la muerte,
frente al abismo hueco de la nada y la erosión de
los tradicionales conceptos religiosos, los poetas del
siglo xrx buscan otras creencias y otra espirituali-
dad. El interés por las doctrinas esotéricas y por
las religiones orientales -sobre todo el budismo que
como el arte romántico es la negación misma del
dogma- domina el movimiento moderno en sus
primeras etapas.*
Por otra parte, desde 1789 el poeta pierde el lu-
gar humildísimo que durante siglos tuvo asignado
en la sociedad occidental. Sin el mecenazgo de la
aristocracia ha de buscarse una misión. Queda sin
-
apoyo, pero encuentra un público: el burgués recién
alfabetizado por la enseñanza democrática. Se dirige
a él desde el púlpito o desde la tribuna. Las figuras
del poeta y el orador se confunden, la poesía se hace
locuaz y grandilocuente. Tras el desengaño de la
revolución que fracasa en 1848, el poeta renuncia a
tratar de influir en sus contemporáneos y opta por
la revuelta indiv:dual contra el sistema.
Entre el mecenazgo y la aceptación del mercado
hay una etapa intermedia: la bohemia.** El proceso
XXIV
lancolía del hombre que transforma la naturaleza y
al hacerlo sustituye lo orgánico por lo inorgánico.
El poeta cree apartarse del mundo moderno, del
mundo burgués -feo, vulgar, mecánico, innoble-.
Pero no se retira: es segregado. Encuentra su ima-
gen en el cisne de Baudelaire que se ahoga en el
lodo del arroyo desecado por el crecimiento ele la
ciudad. Sólo en un punto hay un acuerdo tácito
entre el poeta y el empresario industrial: ambos bus-
can lo nuevo, lo novedoso, lo moderno. A propósito
de Les fleurs du mal Víctor Hugo escribe célebre-
mente a Baudelaire: Vous dotez le cie1 de 1'art d'on
ne sait que1 rayon macabre, vous créez un frisson
nouveau. Téophile Gautier y los hermanos Gon-
court acu11an hacia 1860 la palabra modernité.
En medio de todo esto, surge una nueva aspira-
ción a lo clásico, una poesía que acepta la ob¡etivi-
dad positivista y anhela la exactitud de la ciencia.
Los poetas reunidos en Le Parnase Contemporain,
recueil des vers nouveaux (1 866-1 876) rechazan la
im{Jrovisación y la desmesura ( Sculpte, lime, cisele,
aconseja Gautíer) . A la agonía romántica enfrentan
la serenidad de la escultura helénica; se niegan al his-
trionismo confesional, a vender sueños y penas, a
desnudarse en público. Fundan un exotismo este-
ticista que trata de hallar en la poesía la plenitud
bárbara negada por la 111.ezquindad del mundo in-
dustrial. (Esta tendencia se apoya _en las imágenes
que descubre el proceso de expansión imperialista
hacia los trópicos. Además, como ha visto Mario
Praz, el amor a lo exótico es generalmente una
proyección imaginativa del deseo sexual.) '- ·
A mediados de los ochenta el romanticismo llega
a su fin con la muerte de Hugo y se produce una
segunda revolución romántica: el simbolismo (o
"decadentismo" como lo llamó Charles Maurras)
definido por dos libros: Les poetes maudits (1883)
y 1888) de Paul Verlaine, que descubre al público
los nombres y las obras de Arthur Rimbaud, Sté-
phane Mallarmé, Tristan Corbiere, Marceline Des-
bordes-Valmore, Villiers de l'Isle Adam y el "Pau-
vre Lélian", es decir el mismo V erlaine; y la nove!a
A rebours (1884) de Joris-Karl Huysmans. "Hre-
viario de la decadencia", A rebours resume en un
personaje, Des Esseintes, el callejón sin salida del
"esteta" que se aparta de la vida real para hundirse
en un mundo al revés donde nada se debe a la na-
turaleza y todo ha sido creado por el artificio huma-
no, hasta las sensaciones que le producen los esti-
mulantes.
Para los románticos el burgués era el enemigo;
hacia fines de siglo el burgués era tan fuerte que
parecía inútil oponerse a él. En vez de desafiar a
la sociedad los simbolistas prefirieron apartarse de
un mundo utilitario en el que los poetas ya no
tenían ningún sitio. Para expresar las pasiones qui-
sieron sentirlas en carne propia. En vez de trasladar
actos espontáneos de la vida al dominio del arte,
los simbolistas experimentaron las sugestiones mons-
truosas de imaginaciones alimentadas con horrores
literarios. *
Los textos críticos de Edgar Allan Poe son la
base del simbolismo. Según Poe, a fin de alcanzar
* Edmund Wilson, Axel's Castle. A study in the Imagina-
tive Literature of 1870-1930. (Nueva York, 1931.)
efectos espirituales la poesía debe tom~r la indefi-
nida sugestión de la música. ("La música nos acerca
al alma del mundo'', escribió Schopenhauer.) De
allí que el "Art poétique" de Verlaine aconse;e:
De la musique avant toute chose ... Rien de plus
cher que la chanson grise / Ou l'Indécis au Précis
se joint . . . Prends l' éloquence et tords-lui son
cou ... Et tout le reste est littérature.
Internacionalismo: el movimiento parte de las
reflexiones de un norteamericano y recibe la in-
fluencia decisiva de un alemán, Richard Wagner.
Correspondencias: si todo se corresponde en la simé-
trica naturaleza lo mismo debe ocurrir en las artes.
"Las artes, apunta Baudelaire, aspiran si no a su-
plirse, por lo menos a prestarse recíprocamente fuer-
zas nuevas." La música romántica se acerca a la
literatura. ~sta a su vez se siente atraída por la mú-
sica, al tiempo que se cumple el mismo proceso de
infiltración literaria en la p·íntura y de penetración
pictórica en las letras. En poesía la corresponden-
cia de las artes se efectúa mediante la sinestesia,
confusión entre las percepciones de sentidos diver-
sos, mezcla entre el mundo real y el imaginario.
Para Mallarmé emociones y sensaciones deben cons-
tituir el · tema central del arte. Los sentimientos
personales son únicos, cada conciencia es única; por
tanto el lengua;e que los nombre debe también ser
único y no representar sino sugerir y evocar en for-
mas sutiles e inesperadas.
El simbolismo, dice Kathleen Raine, * es el único
lengua;e que tenemos para expresar no meramente
la apariencia, sino el contenido, la cualidad de la
XXVII
experiencia. Da cuerpo a profundas necesidades emo-
tivas y es válido para hablar de verdades que la
razón no concibe. Pero, interviene Edmund Wi lson,
todo lo que hicieron los simbolistas lo habían hecho
sin teorizar los grandes poetas del xvn: ¿no es éste
el lenguaje natural de la lírica, la norma contra la
cual el neoclasicismo del xvm fue una herejía?
III
XXVIII
silábicas. Suele olvidarse la destreza rítmica de José
Zorrilla y Gaspar Núfíez de Arce, autor de sonoras
lamentaciones por el mundo que se deshace en el
XIX. En cambio se cita a dos figuras admirab!es,
Rosalía de Castro y Gustavo Adolfo Bécquer, cuya
suti:eza fue escándalo para el gusto oratorio. Pero
ya Max Aub ha dicho que las Rimas son flores del
bien y los jóvenes buscaban flores del mal.
Londres era el centro político y económico del
mundo, mas la influencia vercladernmente romana
en su universalidad la ejercía Francia. París fue, en
palabras de\.\' alter Benjamín, la capital del siglo XIX.
Hacia ella se volvieron todos los artistas de Occi-
dente, por ella descubrieron otras culturas. Ante
el hispanoamericano, París tenía un atractivo adi-
cional: representar el centro de la latinidad contra
la amenaza clel poderío anglosajón. Para romper el
servílís1no del colonizado el hispanoamericano ata-
caba a Espafía; para encontrar una vaga raíz de lati-
nidad, de comunidad, se volvía hacía la heredera
de Grecia y de Roma: la cultura francesa que fue
desde la Independencia la madrastra adoptiva ele
la nuestra.
Muchas veces se ha insistido en el carácter único
de la colonización espafíola que no impuso el siste-
ma imperial conservando la estructura aborigen
-como los ingleses en la India- sino que lo de:-;-
truyó todo para rehacerlo todo y crear un mestizaje
masivo sin paralelo. Así pues, aunque rompiera
con Espafía, América no tenía más camino que
mirar a Europa. Europeos son su idioma, sus institu-
ciones, la mitad de su ser. Imposible restaurar en la
edad del progreso el imperio inca o la lengua
náhuatl.
XXIX
El pecado original de la independencia mexicana
fue que los criollos consumaron la revolución polí-
tica por miedo a la revolución social. No hicieron
la ruptura para obtener la libertad de las mayorías
sino para conservar sus privi.egios aristocráticos.
La precaria coalición entre mestizos insurgentes y
criollos realistas no tardó en polarizarse en la lucha
de liberales y conservadores que se tradujo en medio
siglo de guerras civiles, invasiones extranjeras, des-
pojos territoriales, miseria y anarquía.
En estas condiciones, antes que el capital extran-
jero triunfe sobre México, la sombra que proyectan
los románticos europeos no puede significar para
nosotros una visión y una conciencia sino pura y
llana rebeldía. A grandes rasgos simplificadores, los
románticos son mestizos y liberales; los neoclásicos
o académicos, criollos y conservadores. En los pri-
meros años de la República, franceses, .ingleses e
italianos representan el modelo para la nueva poe-
sía. Más tarde las influencias son exclusivamente
españolas. La única posibilidad de explicarlo es el
deterioro de la educación de minorías provocado
por el quebrantamiento del orden colonial.
No obstante, quienes siguen aferrados a las mi-
nas del antiguo régimen pueden recibir en los semi-
narios los beneficios de las humanidades. Los poetas
de este nivel aprenden latín, leen a los clásicos es-
pañoles, se mantienen fieles a la norma académica.
Naturalmente hay contaminación entre ambas es-
cuelas: así como el romántico Ignacio Rodríguez
Galván y el académico José Joaquín Pesado coinci-
den en la tentativa de resucitar algo del ignorado
mundo indígena, Ignacio Ramírez El Nigromante,
el más radical de los jacobinos, cuando escribe en
verso lo hace al gusto neoclásico.
Los datos de nuestro romanticismo son la rebel-
día, la sinceridad, el sub¡etivismo apasionado, la e.10-
cuencia que¡umbrosa, la improvisación. Los rasgos
de nuestro academismo son el cuidado formal, la
presencia constante de la mito!ogía grecolatina, el
interés por el paisa¡e mexicano y una impersonali-
dad que al menos en intención sitúa a los académi-
cos muy cerca de los parnasianos franceses. Manuel
Carpio se adelanta a éstos al escribir composiciones
de diseño pictórico y con temas de la historia y la
Biblia. Para nuestra desgracia, Carpio no es un
precursor porque ya había sonetos anteparnasianos
en lengua española, por eiemplo "Al triunfo de
Judit" en las Rimas humanas de Lope.
Estas dos corrientes forman la base de sustenta-
ción para que puedan adaptarse las influencias que
a través de un acelerado proceso dieron origen al
modernismo mexicano. 1884 -el 18 Brumario de
Porfirio Díaz- representa la consumación de la
alianza entre conservadores y liberales. Las diver-
gencias literarias se anulan ;unto con las políticas
y se procede a una síntesis de las tendencias en
pugna, síntesis que ya había comenzado en 1869
cuando Ignacio Manuel Altamirano funda El Re-
nacimiento.*
1867 contempla el apogeo del segundo imperio.
París queda confirmado en la posición de centro del
arte, el lu¡o y la moda. Se afianza el mito de París
capital del mundo, Babilonia industriosa y román-
XXXI
tica. En plena Gran Exposición aparecen las letras
del Festín de Baltazar: la noticia del fusilamiento
de Maximiliano en ..._ Ouerétaro. Terminan los inten-
tos europeos de conquista armada y se inicia la con-
quista económica. Los franceses ya no podrán hacer
de México otro Vietnam (Indochina) u otra Argelia
ba¡o el disfraz de un imperio latinocatólico. Ten-
drán que llegar a un acuerdo con los Estados Uni-
dos que han decretado como zona de influencia el
continente americano. Por el momento Washington
no puede organizar otra empresa expansionista por-
que anexarse nuevos territorios fortalecería al Sur
derrotado en la Guerra de Secesión.
Mientras tanto, Benito Juárez se enfrenta a la
tarea de construir el país. * Medio indispensable
{Jara este fin es la educación. Cabina Barreda - que
había asistido veinte años antes a las conferencias
de Comte en el Palais Royal- asegura a Juárez
que el positivismo es el correctivo de la anarquía y
lo me¡or que Europa puede ofrecer para crear los
cimientos ideológicos del nuevo orden que hará po-
sible el progreso buscado por la revolución libernl.
El positivismo desfJo;ará al clero de su último re-
dtLcto, la escolástica; sustituirá la enseñanza huma-
nista, la teología y la metafísica; será el arma en el
fJroceso de descolonización. Es el único medio de
imponer un nuevo orden que termine con la vio-
lencia y el caos; un sistema de pensar y asimilar la
XXXII
culturct europect a fin de obtener el desarrollo de
nuestras potencialidades, . la base ideológica de una
sociedad inspirada por los ideales de libertad eco-
nómica y progreso científico. (Sin embargo, México
no podrá convertirse en un estado industrial mo-
derno mientras la estructura siga siendo oligárquica
y feudalista.)
Lograda la victoria contra el invasor se rompe la
unidad del Partido Liberal. El congreso se opone a
las medidas para remediar el desorden económico,
los caciques ven amenazados sus privilegios: si Juá-
rez no los domina continuarán la guerra civil y
el proceso desintegrador. Sin fondos para sostener el
ejército y temeroso del militarismo, Juárez licencia
a los soldados republicanos, que se transforman en
bandidos u organizan rebeliones, ahogadas en san-
gre por el general Sóstenes Rocha. Juárez tampoco
recom¡Jensa al más brillante de sus lugartenientes
y el más honesto en el manejo de las finanzas: Por-
firio Díaz. Díaz esperaba que sus victorias le abrie-
ran el camino del poder (el imperator es siempre el
general triunfante) y se convierte en caudillo natu-
ral de los descontentos. Vencido en 1871 durante
la revuelta de La Noria, el Plan de Tuxtepec lo
lleva al poder en 1876. Se erige en dictador por-
que así lo quiere el grupo llamado por Justo Sierra
la burguesía mexicana, que ve en Díaz al hombre
fuerte capaz de salvaguardar sus intereses y conducir
al país de la era militar a la era industrial.
Los argumentos de la contrarrevolución europea
surgen en La Libertad, "Periódico liberal-conserva-
dor", órgano de los positivistas mexicanos. La Cons-
titución del 57 es condenada por utópica. Se niega
al liberalismo revolucionario y se afirma que la de-
XXXIII
mocracia es prematura pues s6lo ha conducido a ld
desorganización y la perpetua guerra civil. única-
mente la "tiranía honrada" sobre bases científicas
puede garantizar la paz y afianzar la estabilidad. Sin
ella no habrá desarrollo y sin desarrollo es impo-
sible el cumplimiento de los postulados de la Re-
forma y la defensa de la soberanía nacional contra
la expansión norteamericana.
El positivismo se transforma en la columna inte-
lectual del porfiriato. Se trata de alcanzar el progreso
mediante el orden. El comtismo se instaura en el
campo educativo, pero en el económico y en el po-
lítico se adoptan los lineamientos teóricos del posi-
tivismo spenceriano. Es la mejor expresión del espí-
ritu práctico y justifica la libertad que más interesa
a nuestra burguesía: la libertad de enriquecerse ili-
mitadamente. Para impedir que comprobemos la
teoría darwiniana a través de la absorción de Méxi-
co por los Estados Unidos, los positivistas se em-
peñan en crear hombres "egoístas, violentos, ambi-
ciosos, materialistas"; dan al mexicano la misión de
alcanzar cualidades sajonas. Se rechazan todos los
caracteres llamados latinos porque pertenecen a la
anterior era metafísica. España, Francia, Italia pa-
saron a la historia. El siglo se halla dominado por
l nglaterra y Norteamérica . Esta ética inspirada en
las leyes biológicas de la superrvivencia del más fuerte
se vuelve la justificación de la jerarquía y autoridad
de la dictadura, engendra una ortodoxia en que el
fanatismo de la ciencia interpretada positivamente
sustituye al fanatismo religioso, admite la supresión
de las libertades y la esclavitud de las masas como
un precio que vale la pena pagar por la prosperidad.
En vez de seguir luchando entre sí los grupos
poderosos se unen contra tódos los que no tienen
poder ni voces que reclamen sus intereses. La
fórmula da resultado. México se pacifica y puede
consagrarse al desarrollo económico. Los millones
comienzan a entrar en un país que para proteger
la inversión extranjera permite el saqueo de sus
recursos naturales. El imperialismo financiero nos
libra de la anarquía, pero trae consigo el vacío
espiritual y la ceguera ante la indignidad. Las com-
pañías deslindadoras arrebatan sus tierras a campe-
sinos que de pequeños propietarios se convierten
en peones, un código minero da a los poseedores
de la superficie la propiedad de los yacimientos de
petróleo y hulla.
La burguesía nacional que se ve a sí misma como
el más apto agente del progreso explota los latifun-
dios y el erario público. La industria queda reser-
vada a los grandes capitales, se estimula de preferen-
cia al inversionista europeo en un vano intento de
contrarresta·r la hegemonía norteamericana. Se tiene
la ilusión de vivir en la nación más rica de la tierra,
según el mito propagado por Humboldt, no en una
superficie sin agua, continuamente sojuzgada por el
desierto. Indios, campesinos y obreros están al mar-
gen de la justicia, los veredictos invariablemente
favorecen al empresario. México es "el padre de los
extranjeros y el padrastro de los mexicanos". Cuan-
do los antiguos bandidos trasmutados en policías
rurales no bastan para eliminar a quien se oponga
a! abuso de poder, se emplea al ejército: las guerras
contra los mayas y los yaquis son los episodios más
sangrientos del porfiriato. El afán es lograr el pro-
greso a toda costa. Los indios son un obstáculo
debido a su indolencia e inconstancia, ya que una
XXXV
vez ganado lo necesario prefieren el descanso al sa-
lario. El método más piadoso para forzarlos a tra-
bajar es la servidumbre por deudas, la institución
de la tienda de raya.
Habitantes de un mundo mágico anterior al nue-
vo mundo positivo, indiferentes a la noción de lucro,
a pesar de todo los indios son fuertes, capaces de
hacer en un día el doble de trabajo que un blanco
y tan inteligentes que en poco tiempo aprenden
cuanto se les quiera enseñar. Pero los creadores de
grandes negocios nacionales no se preocupan por
fundar escuelas técnicas para el pueblo ni por di-
fundir los métodos modernos de agricultura. Con-
denan al mexicano "a ser siempre discípulo, em-
pleado o siervo del maestro, del patrón o del capataz
extranjero, que venían de afuera a ordenarle, sin
enseñarle, lo que había de hacer en el país" (Reyes).
Los empresarios tratan de importar inmigrantes que
desarrollen la riqueza minera y agrícola y al mez-
clarse "embellezcan" a la población. La disparidad
de sueldos, las condiciones misérrimas del traba-
jador mexicano harán que durante la Revolución
las reivindicaciones nacionalistas se sumen a las de
clase. La xenofilia de la élite contrasta con el boxe-
rismo del pueblo. El odio no se dirige al extranjero
en abstracto sino contra aquel que viene a enrique-
cerse en un país al que desprecia. "No somos ene-
migos de los extranjeros sino de los explotadores
y los tiranos", dirá Ricardo Flores Magón.
Muertos los antiguos liberales y los compañeros
de armas de Díaz, forman la nueva pandilla del
poder los Científicos -mote impuesto a los miem-
bros de la Unión Liberal integrada en 1892 para
apoyar la reelección y reunir a los teóricos del porfi-
XXXVI
riato que antes de ser políticos activos habían ex-
presado sus ideas en La Libertad (1878-1884). Como
todos los grupos denominados desde fuera · por la
hostilidad ambiente, cada uno de los Científicos
niega serlo. Constituyen la primera generación edu-
cada bajo el positivismo, se burlan de las creencias
del liberalismo revolucionario, a las ideas de liber-
tad / igualdad / fraternidad oponen la ilusión del
progreso perpetuo a través de la ciencia. Excepto
fusto Sierra que como Martí y González Prada de-
muestra la falsedad de la teoría de las razas infe-
riores, los Científicos desprecian a sus compatriotas
indios y mestizos -bestias de carga, mano de obra
barata- y se conside.ran los blancos que deben go-
bernar cuando la evolución haga superflua la mano
de hierro del mestizo Porfirio Díaz.
Con el ascenso de los Científicos el porfiriato
pierde toda raíz mexicana para volverse un simple
intermediario del capitalismo internacional. Sólo
que, como los primeros saintsimonianos, los Cientí-
ficos tienen tanta confianza en la industrialización
que se olvidan de la lucha de clases. Para ellos el
individuo no debe nada a la sociedad. Miseria, mor-
talidad infantil, insalubridad, prostitución, alcoho-
lismo no son taras sociales: son conflictos indivi-
duales. El Estado no debe resolver problemas colec-
tivos sino crear condiciones pro/J·icias para que una
iniciativa privada fecunda se encargue de llevar
adelante la sociedad.
Extraordinario capitán de guerrillas, maestro de
la intriga, Porfirio Díaz no es un especialista que
pueda entender las complejidades económicas. Defa
todas estas cuestiones a los científicos. Quienes de
jóvenes se presentaron como abogados .de la . hones-
xxxvn
tidad y la eficacia, terminan por ser millonarios
que aplican la metodología positivista para refinar
el arte del robo hasta los niveles de W all Street.
No obstante, ba;o el ministerio de Limantour la
administración se hace más eficiente y honrada,
la prosperidad se afianza. México es admitido en la
comunidad de naciones civilizadas. A nombre del
bienestar del quince por ciento (del cual un tercio
está farmado por extran;eros) se condena a la mi-
seria a la inmensa mayoría de los mexicanos. Li-
mantour, hábil en su terreno, no tiene curiosidad
de ver cómo afectan a esta mayoría las mismas fuer-
zas que hacen crecer las estadísticas y dan testimo-
nio del desarrollo -el desarrollo que no se convierte
en progreso social: México sirve a la producción
y no la producción a México.
La visión radical de Morelos -destruir las hacien-
das y librar a los campesinos del peona;e- queda
sin cumplirse. El capitalismo . industrial se expande
en una república que en cuanto a la tenencia de la
tierra continúa en la Edad Media; cuya alimenta-
ción depende de hacendados que cultivan con mé-
todos arcaicos simples fracciones de sus latifundios.
La calidad del suelo sigue disminuyendo, la erosión
continúa. Dentro de los cálculos científicos no fi-
gura la urgencia de un plan de irrigación, y en los
últimos años del porfiriato habrá que importar ce-
reales. Subalimentados, prisioneros del alcoholismo
y las enfermedades endémicas, víctimas del patrón y
el capataz, los campesinos ganan cuarenta centavos
diarios. Con el alza de precios, para 1910 casi las
tres cuartas partes de la población padecen hambre.
Pero la industria crea una clase obrera, un prole-
tariado urbano de ex peones que reciben hasta seis
pesos semanales por doce / catorce horas de traba;o.
Inmigrantes españoles traen ideas anarcosindicalis-
tas. Se lee a Bakunin, a Kropotkin, a Eliseo Reclus.
Emigrantes mexicanos se convierten en wobbies,
miembros de Industrial Vv orkers of the World. Los
hermanos Flores Magón propagan el anarquismo.
Los obreros mejor pagados se declaran en huelga.
Al ser reprimidos los movimientos de Cananea y
Río Blanco parece que todo esfuerzo revolucionario
o aun reformista es imposible. Sin embargo Díaz
cosecha la enemistad norteamericana, la entrevista
con Creelman disipa el terror, la crisis de Wall
Street tiene inevitables repercusiones en México, y
sobre todo la oligarquía formada al amparo de Li-
mantour, dentro del fuego de la libre competencia
se impone al resto de la burguesía, se apodera de
los mejores negocios y es el gran agente en la brutal
explotación de México por los capitales extranje-
ros. La burguesía aspira entonces a destruir un go-
bierno convertido en obstáculo para sus intereses.
Las urgencias de cambio encuentran su centro en
Francisco I. Madero que en La sucesión presiden-
cial ha osado levantar la voz contra don Porfirio.
Como todos los capitalistas nacionales la familia
Madero sufrió por los privilegios concedidos a los
grandes monopolios del exterior. Se repite el fenó-
meno de la Independencia: los criollos políticamen-
te radicales son conservadores socialmente. Madero
pide sufragio efectivo mientras los campesinos so-
licitan tierras, está segurn de que los mexicanos
quieren la no reelección antes del o sin el pan.
La chispa encendida por la revuelta política con-
tra Díaz hace estallar la guerra social de los campe-
sinos contra los grandes hacendados, el cerco de las
XXXIX
ciudades por los cam.pos. La Revolución arde en
todo el país. Las guerrillas vencen al e¡ército federal
y no tardan en derribar a un gob:erno que tanto
mal y tanto bien ha hecho, pero que está rnído por
la senectud, la corrupción, las feroces luchas inter-
nas. Madero es la más noble figura del reformismo
latinoamericano que se caracteriza por la intención
de conciliar las contradicciones sin lesionar intereses
profundos. Los problemas de M éxico ya no pueden
resolverse mediante el planteamiento evolucionista
sino a través de cambios estructurales. Sólo un pro-
grama radical -que no es ciertamente el programa
del Partido Antirreleccionista- puede evitar males
mayores. La política bondadosa de Madero lo ene-
mista con revolucionarios y reaccionarios. El e¡ército
federal lo asesina. El huertismo es una tentati-
Wl de restauración, una abyecta caricatura de por-
firiato. La lucha seguirá para que México haga con
la Carta Constitucional de 1917 la revolución de
1789 que medio siglo atrás Juárez no pudo realizar
enteramente.
IV
XL
La moda es la aparición figurativa de la moderni-
dad. La moda supone el proceso industrial. Si la
sociedad importa los productos de las fábricas pari-
sinas, Nájera importará a su vez el esprit, la gracia,
el matiz, la frivolidad. Siente la nostalgia de la des-
conocida capital del siglo x1x y quiere mostrarle a
Manuel Puga y Acal -el amigo recién llegado de
París, donde trató a Verlaine y Rimbaud- que
no estamos tan atrasados; cuando menos leemos pu-
blicaciones francesas, consumimos lo que Francia
produce.
Náfera se dirige a un amigo, no al pueblo mexi-
cano ni a la humanidad. Su actitud no es la del
orador ni la del profeta sino la del conversador:
escribe versos "en dulce charla de sobremesa" y
cuando ha llegado la especialización y los problemas
políticos son problemas de los políticos. En todo
caso el desarrollo de la prensa hace que el artículo
sea un medio de persuasión mucho más efectivo
que el poema. La importancia informativa del arte
ha desaparecido por virtud de los nuevos medios de
comunicación. Si la pintura reacciona ante la foto-
grafía subrayando los elementos colorísticos de la
imagen, la poesía reacciona ante el periodismo sub-
rayando los elementos verbales. El pueblo no sabe
leer y anula cualquier posibilidad de literatura po-
pular. De todos modos se escribe para la clase me-
dia y hay que hab!arle en un lenguaje apropiado
al nuevo ambiente. La clase media a que pertenece
el poeta se halla por entonces del lado de Porfirio
Díaz, la "dictadura honrada" que trae la paz a una
República en que todas las generaciones vivientes
no han conocido sino los desastres de la guerra. Los
modernistas ponen en Díaz una esperanza similar
XLI
a la que depositaron en Napoleón los primeros ro-
mánticos. Más tarde el pesimismo es sin proponéi-
selo una crítica del porfiriato.
En primera instancia el pesimismo responde a que
los escritores han tenido que rendirse ante el mer-
cado. Si en el periodismo la literatura ha de relacio-
narse con trabajo, pago y uso, los modernistas pre-
servarán la poesía contra el proceso industrial: harán
arte por el arte. No escribirán para el burgués sino
para un grupo que como toda minoría amenazada
se cierra ante la hostilidad del medio. Al pragma-
tismo de la sociedad porfirista oponen un ideal
aristocrático -el de una "aristocracia en harapos",
dice N ervo-, pero también la posibilidad de con-
sagrarse a la busca de valores no personales.
Al centro de una prosperidad cada vez más in-
sultante para la privación de las mayorías surge en
México un grupo de escritores hastiados por el su-
puesto progreso, ávidos de vivir como sus semejan-
tes de otras sociedades. Y a que casi todos los objetos
que rodeaban su vida cotidiana eran franceses, fa-
tal mente quisieron escribir como se escribía en Fran-
cia, y probarlo todo para expresarlo todo. Ni las
drogas ni el pensamiento mágico (de la necroman-
cia a la astrología) dieron talento a las mediocrida-
des ni estorbaron el desarrollo de los auténticos es-
critores. Manuel Gutiérrez Nájera tuvo la visión de
prnfesionalizarse y eligió entre múltiples posibilida-
des la que a la postre resultó más conveniente para
la literatura nacional. Tan importante como su obra
aparece ahora la Revista Azul * que dio el primer
XI.JI
impulso decisivo para renovar las letras mexicanas.
Publicada entre 1894 y 1896 la Revista Azu~ se plan-
teó su tarea en términos continentales y al credo
único prefirió una política de puertas abiertas. Su
mérito consistió en superar las formas ya anquilosa-
das y en sustituirlas por otras abiertas al porvenir,
capaces de expresar una realidad inexpresable por
medio de un arte sujeto a los preceptos académi-
cos. Con agudeza crítica Nájera entendió que sin
lo que él llamaba "oruzamiento" no podría haber
nunca una literatura hispanoamericana; pero com-
prendió al mismo tiempo el peligro de la simple
imitación refleja si la insurgencia renovadora no se
cumplía dentro del cauce de la propia tradición
española.
Entonces el mundo poético hispanoamericano se
llena con imágenes de todas las mitologías, se pue-
bla de palacios versallescos, jardines e interiores
orienta!es, dioses, ondinas, ninfas, sátiros, efebos,
cisnes, náyades, centauros, libélulas, princesas, aba-
tes, colombinas -toda la utilería de la cultura hu-
manista, mise en scene que hoy nos parece exótica
y ajena al medio americano, pero que en tiempos
de los modernistas f armaba el sostén de la instruc-
ción para las clases media y alta, y resultaba tan fa-
miliar como ahora pueden serlo los personajes de
las series de televisión y los comics. El invernadero
y las flores artificiales parecen preferibles a la na-
turaleza usurpada y destruida por los afanes mer-
cantiles. El mundo industrial comienza a sustituir
al natural e irrumpe dondequiera el objeto: biom-
bos, divanes, jarrones, colgaduras, lacas, oro, japone-
rías, miniaturas, joyeleros, frascos de perfumes, acua-
relas, porcelanas, lámparas, marfil, perlas, esmaltes.
XLIII
~ los veinte años Nájera intuye este proceso: e.s-
cnbe en el prólogo a última lamentac;ón de Lord
Byron por Gaspar Núñez de Arce (1879):
XLV
provecho económico. La divisa del arte por el arte
se corresponde con el lema de la producción por la
producción. Al poeta como f>rofeta o constructor
de nacionalidades sucede el poeta como ingenioso,
como dandy desafíliado de una sociedad utilitaria
o mártir del filisteísmo que le niega su protección
lanzándolo a ganarse la vida en el mercado.
En tanto que periodistas los poetas de fin de siglo
caen en manos de Rafael Reyes Spíndola que en
1896 funda El Impar.:ial, nuestro primer periódico
moderno. Subvencionado por los Científicos, Reyes
Spíndola importa vicios y virtudes de los diarios
norteamericanos impresos en papel amarillo. Se le
atribuye la frase de que los periodistas son co771.0
limones, a los cuales hay que sorber el ;ugo para
arro;ar luego con desprecio la corteza. Afirma que
un reportero dura tres aiios, siete un editorialista y
cuatro un cronista. * Así nada más natural que
Nervo haga en Luis C. Urbina el retrato de su
generación, vea al poeta modernista
XLVI
de N ájera como los de Bécquer son "flores del
bien". Otro poema de Tablada, "Misa Negra", pro:
voca el escándalo de los Científicos y de Carmen
Romero Rubio de Díaz. * El autor esoribe una car-
ta a sus amigos Jesús Urueta, Marcelino Dávalos,
Alberto Leduc, Francisco M. de Olaguíbel y José
Peón del Valle para condenar la hipocresía de , un
público que tolera garitos y prostíbulos y se alarma
ante un poema erótico. A fin de remediar la situa-
ción de una literatura que tiene que refugiarse ver-
gonzosamente en los diarios, sujeta a la censura de
suscriptores y anunciantes, Tablada propone fundar
XLVII
oligarquía y reta con poemas y dibujos llenos de
erotismo, exotismo y diabolismo a una sociedad en
que la Iglesia ha retomado su influencia. De acuerdo
con sus recursos y preferencias los modernistas vi-
ven la bohemia en burdeles y cantinas (el alcoholis-
mo extingue a Cauto Castillo a los veintiún años)
o bien en los paraísos artificiales, predilectos de la
jeunesse doreé que se reúne en el "Boulevard",
la "Zona Rosa" de entonces: las calles de San Francis-
co y Platero$, entre el Jockey Club y el Palacio de
Iturbide convertido en hotel. Años más tarde Ta-
blada hace acto de contrición en sus memorias:
XLVIII
bino Dávalos, Rafael López, Olaguíbel, · Manuel de
la Parra y Roberto Argüelles Bringas. Si recordamos
que entre 1898 y 1911 aparecen El Florilegio, Per-
las negras, Lascas, Poemas rústicos, Lit Herman~
Agua, Idilio salvaje, El pDema del lago, Rimas ja-
ponesas, La canción del camino, Los jardines inte-
riores, Puestas de sol, Los senderos ocultos . . . la
época literaria que anima la Revista Moderna apa-
rece como una de las más importantes de la poesía
mexicana y justifica la observación de que ·
XLIX
núcleo entre París y Madrid. El cronista de este
momento, Manuel U garte, dice en Escritores ibero-
americanos de 1900:
L
poetas para encontrarse a sí mismos y conocer a sus
compaiieros. La indiferencia o el franco menospre-
cio del medio intelectual parisino hacia quienes no
eran exotistas y trataban de adueiiarse del instru-
mental literario europeo, les hizo cobrar conciencia
de ser iberoamericanos. Casi ninguno tuvo lo que
podemos llamar ideología, pero todos sin excepción,
fueron abiertamente antimperialistas. En su gran
mayoría no hicieron nada para resolver la cuestión
social, la existencia de la pobreza. No obstante, se
dieron cuenta clara de la injusticia. El propio Ner-
vo, el menos politizado de todos, al ser poeta ofi-
cial en una celebración dijo ante Porfirio Díaz que
en México iba a surgir otro Morelos.
N ervo fue el único miembro mexicano del grupo,
sin grupo de los exiliados. Conflictos íntimos, in-
flujo de los ambientes ocultistas frecuentados e11
Europa lo llevan al mismo tiempo que Daría a una
rectificación del modernismo, crisis que se adelanta
en cuatro aiios al célebre soneto de González Mar-
tínez "Tuércele el cuello al cisne". Rusia ha perdido
la guerra contra Japón, primera potencia no occi-
dental que surge en el mundo moderno, y ha visto
el primer levantamiento soviético en San Peters-
burgo. Einstein formula la pri1n0ra teoría de la rela-
tividad. Freud publica Tres ensayos sobre la vida
sexual. En México, al aiio siguiente del primer con-
greso obrero, circula el manifiesto lanzado desde
Saint Louis Missouri por los hermanos Flores Ma-
gón. Poco después Cananea, Acayucan, Río Blan-
co .. . Al lado de la opresión política y económica la
generación del Centenario siente la asfixia intelectual
del porfiriato. Curiosamente la primera manifesta-
ción de protesta que se ve en muchos aiios en la capi-
u
tal es la organizada en abril de 1907 por los estudian-
tu en contra del periodista Manuel Caballero, quien
intenta resucitar la Revista Azul para combatir al
modernismo. Mienbra.s en las plazas se gritan mue-
ras al dictador, en los centros culturales se demuele
el positivismo. Con un año de diferencia se funda el
Ateneo de la Juventud y estalla la Revolución.
Cuando Porfirio Díaz se embarca hacia Europa
termina para siempre un mundo. En el que va na-
ciendo ya no tienen sentido la Revista Moderna ni
el diabolismo ni la bohemia. Los modernistas no se
arrieigan con el porvenir, los más se comprometen
de_cisivamente con el orden que se hunde y parti-
cipan en la tentativa huertista de restaurarlo. La
Revolución les parece la recaída en la barbarie, pues
nacieron y se formaron "en una época de paz y de
progreso, de civilización y cultura progresiva" (Ta-
blada). Con la derrota de Huerta en 1914 la gene-
ración del modernismo queda desgarrada. México
atraviesa años tan terribles como los vividos en el
XIX. Sin embargo, gracias al clima creado por los
modernistas el desierto cultural ya no existe: en
medio de la guerra civil hay una actividad en todos
los terrenos, particularmente en el editorial, como
no la hubo durante la paz porfiriana. Los zapatistas
irrumpen en el ;ardín ;aponés que Tablada culti-
vaba en Coyoacán. Puede imaginarse el asombro de
los campesinos ante la utilería Art Nouveau, los
biombos, las figulinas, los Budas de basalto. Se irán,
pero no sin de;ar su huella, brutal y verdadera.
Llega entonces el poeta que cerrará la estación
modernista. Ramón López. V elarde es el modernis-
mo más la revolución, el modernismo pasado por la
revolución. Su poesía crece en un ;ardín modernista,
Lil
pero en un ¡ardín que la violencia ha devastado. Su
resplandor es el de un sol poniente. Es "más trágico,
más completo e intenso" que los anteriores porque
se halla al término de un proceso y resume entera
la situación: el fin de la precaria Be11e Époque me-
xicana que agoniza en los palacios de la Reforma
y T acubaya ba¡o el doble asalto de la modernidad y
de unos hombres cuyo rostro es en definitiva el ros-
tro de México largamente enmascarado por la fic-
ción del porfiriato.
Mientras Tablada convierte el modernismo en
vanguardia, la gran tentativa del nwvimiento se
consuma a manos de López Velarde en el centena-
rio de la Independencia (1921). Lo que cuarenta
afias al!rás se inició como extranjería en "La Du-
quesa Job", concluye en "La Suave Patria", en el
reconocimiento de la "Novedad de la Patria". "El
suefio de los guantes negros", poema que pertenece
a la atmósfera modernista, queda simbólicamente
inconcluso. Los horrores y esplendores del nove-
cientos caen dentro "del más bien muerto de los
mares muertos".
El modernismo termina en la apropiación de un
lengua;e. Acaso por primera vez los poetas mexi-
canos han hecho su.yo el español, lo han sometido
a la prueba de los estilos universales para hablar de
su experiencia vivida y la naturaleza y la sociedad
del país. Despojado de sus instrumentos estilísticos
- el prirnero y más reconocible, la rima- el mo-
dernismo se transforma en todas las corrientes poé-
ticas que llegan hasta nuestros dfas.
Tradición de la ruptura llama Octavio Paz a la
que funda el modernismo. Prefiero decir tradición
LIII
de la imposibilidad del discípulo, de la obra abierta
a todos los logros del pasado y a la poesía de todos
los idiomas. No hay líneas rectas ni hay escuelas:
hay obras únicas irrepetibles e insustituibles poemas.
LIV
TOMO l
MANUEL GUTIÉRREZ NAJERA
3
aparecieron juntos autores de Europa e Hispano-
américa, los viejos maestros y los escritores que co-
menzaban. Diputado por Texcoco y presidente de
la Prensa Asociada, sus viajes se limitaron a algunos
recorridos por el interior del país. El inmenso tra-
bajo lo consumió prematuramente. Murió a los 36
años, hemofílico y minado por el alcohol.
Fue el primer escritor enteramente profesional
que hubo en México y, a semejanza de Aubrey
Beardsley, repudió el desaliño de la bohemia y optó
por la elegancia un tanto dandística. Su meta con-
fesada era hacer respetable la actividad literaria vista
con soma por la naciente burguesía mexicana.
En vida publicó sólo un libro -Cuentos frági-
les ( 1883 )- pero escribió cerca de noventa narra-
ciones -Cuentos completos ( 1951 )- casi todas en
prosa poética aunque a veces reúnan fantasía y
costumbrismo. Algunos textos satirizan los vicios
políticos mexicanos y otros son valiosos documentos
para saber cómo vivían los que pagaron con su mi-
seria el esplendor superficial del porfiriato.
Gutiérrez Nájera llevó a su perfección la cró-
nica de estilo parisino en que lo antecedieron Al-
tamirano y Luis G . Ortiz y lo reemplazaron Urbina,
Nervo, Tablada, Rafael López y Ramón López
Velarde, quien definitivamente convirtió la crónica
en poema en prosa. Igual importancia tiene su tra-
bajo de crítico periodístico o reviewer. Escribió tanto
o más que Altamirano sobre las letras mexicanas
y se ocupó de difundir las extranjeras. E. K. Mapes
recopiló materiales para muchos volúmenes. En diez
años ha aparecido únicamente el primero: Oh.ras,
Crítica literaria 1: Ideas y temas literarios, lite ra-
1
4
Sánchez, introducción de Porfirio Martínez Peña-
loza (1959).
Relegado durante mucho tiempo al modesto sitio
de precursor Gutiérrez Nájera es visto hoy como
uno de los iniciadores del modernismo. Su influen-
cia personal, y ante todo su prosa, parecen más im-
portantes que su poesía. Junto con su amigo Martí
da principio a un nuevo ciclo en la historia de los
estilos castellanos. Estando en México -dice Ivan
A. Schulman en Génesis del modernismo (1967)-
estos dos artistas estrenan una prosa distinta. Martí
elogia la tentativa de Gutiérrez Nájera: "dar gracia
y elegancia al idioma español, al que no le faltaba
antes gracia pero placeril y grosera." Ambos busca~
ban "un molde hispano de raíz clásica" y se ne-
gaban a importar "el bizantinismo moral y la imi-
tación servil de un pueblo enfermo". Con ello se
pusieron a distancia del simbolismo o decadentismo
que habría de ser el principal estímulo de la línea que
más se identifica cDn el movimiento modernista.
El estilo de Gutiérrez Nájera contribuyó a de-
terminar la escritura artística empleada por e1 joven
Rubén Darío en Azul ( 1888). Rompió con las letras
hispanas porque atribuía su entusiasmo a "falta de
cruzamiento" . No obstante se apresuró a añadir:
"Debemos individualizarnos, pero dentro de nuestra
tradición literaria, la española". Altamirano, el gran
alentador de una estética nacionalista, aprobó la
tentativa de trasplantar con originalidad y le dijo
a Gutiérrez Nájera en una carta: "Siga usted ese
sistema. Es el bueno."
Con agudeza crítica se dio cuenta de las opciones
que se le presentaban y eligió la de asimilar todos
los influjos pues al sintetizarse e integrarse desem-
5
bocarían inevitablemente en una expresión personal.
Para la época en que murió, sus ideas y sus gustos
estaban ya un tanto retrasados. Mientras los jóvenes
Tablada y Nervo se empeñaban en demostrar su
falso o verdadero spleen y su diabolismo en la propia
Revista Azul, Gutiérrez Nájera lamentó "el excesivo
amor a la frase, a los matices de la palabra [que]
ha dado a Francia esa poesía de los decadentes que
es como burbujeo de pantano".
Sus poemas fueron publicados póstumamente por
Justo Sierra. En el prólogo Sierra escribió el mejor
texto de la crítica mexicana durante el siglo XIX y
lo más cercano a un manifiesto modernista nacional.
Sierra dijo que la divisa de Gutiérrez Nájera fue
poner . "pensamientos franceses en versos españo-
les . . . amalgamar el espíritu francés y la forma
española . .. defender la lengua de España como el
vaso único en que debíamos beber el vino nuevo",
Ya que en francés y no en castellano "nos ponía-
mos en contacto con el movimiento de la civiliza-
ción", la única posibilidad de ser modernos y lograr
la independencia literaria era aprender de los escri-
tores de París, no del seudoclasioismo y el romanti-
cismo madrileños ya que ambos eran malas imita-
ciones de las corrientes francesas .
Sully Prudhomme, Maurice Rollinat, Francois
Copeé, Catulle Mendes influyeron en él -no Bau-
delaire, Rimbaud, Verlaine ni Mallarmé. Contra e1
lugar común de su afrancesamiento, Mejía Sánohez
ha visto que la influencia dominante en Nájera es
la de Giacomo Leopardi. En muohos de sus versos
hay novedad rítmica y orgullo por la naturaleza
pictórica, colorista de su inspiración. Pero su tem-
peramento es demasiado convencional para que
6
haya frísson nouveau. A los 25 aüos se da el lujo de
ser frívolo en "La duquesa Job", tal vez su mejor
poema y el primer augurio fim1e de modernismo
que se da en México. Pronto ese amor sin culpa ni
pecado cederá su lugar a la desesperanza de un es-
píritu cristiano que ve a un tiempo desvanecerse su
fe y diluirse sus facultades en el ejercicio voraz del
periodismo. Entonces llega a pensar que la vida es
el mal, el sufrimiento renace más ará de la muer-
te, el suicida despierta a un nuevo dolor. Aspira a la
bondad y a la resistencia estoica (con ello prefigura
a Amado Nervo y se anticipa en diez años el proceso
general del modernismo). El arte aparece como un
precario escudo contra la fugacidad de todo, fuga-
cidad acelerada en progresión geométrica por el
avance tecnológico. Pero el arte tampoco es perdu-
rable: la melodía que Gutiérrez Nájera cree escu-
char dentro de sí queda fija en palabras que las leyes
del cambio desgastarán, harán tristes y vulgares.
Gutiérrez Nájera domina los metros tradicionales
con la seguridad de los p-0etas académicos. No le
interesa alterarlos: busca nuevos recursos melódi-
cos experimentando con los acentos. Es un refor-
mista más que un revolucionario. Prueba rimas
asonantes para acallar el estruendo de las consonan-
cias. Trata de hallar el matiz, la levedad, la suge-
rencia de una música en que reconoce el sollozo
de todas sus pesadumbres. La muerte llega cuando
apenas se inicia su madurez poética y desprendido
un poco más de la antigua retórica se acerca a la
tonalidad que era moderna en 1895.
7
BIBLIOGRAFíA
8
1
LA DUQUESA JOB
9
Si pisa alfombras, no es en su casa ,
si por Plateros alegre pasa
y la saluda Madam Marnat, 6
no es, sin disputa, porque la vista;
sí porque a casa de otra modista
desde temprano rápida va.
10
¡No hay en el mundo mujer más linda!
Pie de andaluza, boca de guinda,
esprit rociado de Veuve Clicquot;
talle de avispá, cutis de ala,
ojos traviesos de colegiala
como los ojos de Louise Théo! 11
11
La breve cofia de blanco encaje
cubre sus rizos, el limpio traje
aguarda encima del canapé;
altas, lustrosas y pequeñitas,
sus puntas muestran las dos botitas,
abandonadas del catre al pie.
ll
PARA ENTONCES
13
ONDAS MUERTAS
A Luis Mercado
14
como nma que en regio palacio
sus collares de perlas desgrana;
ya cual flecha bruñida se eleva,
ya en abierto abanico se alza,
de diamantes salpica las hojas
o se duerme cantando en voz baja.
15
Y si paso os abrieran, saldríais,
como chorro bullente de agua,
que en columna rabiosa de espuma
sobre pinos y cedros se alza.
Pero nunca jamás, prisioneras,
sentiréis de la luz la mirada:
¡seguid siempre rodando en la sombra,
silenciosas corrientes del alma!
16
PARA UN MENO
17
MIS ENLUTADAS
18
como enfermitas, ya convalecientes,
salen alegres
a la ventana.
19
En lo profundo de mi ser bucean,
pescadoras de lágrimas,
y vuelven mudas con las negras conchas
en donde brillan
gotas heladas.
20
de muertos buenos y de ingratos vivos ...
Voy con vosotras,
vamos a casa.
21
PAX ANIM~
22
¿A qué pedir la compasión tardía .
de los extraños que la sombra esconde?
¡Duermen los ecos en la selva umbría
y nadie, nadie a nuestra voz responde!
23
¿Quién no ha mentido amor y profanado
ele un alma virgen el sagrario augusto?
¿Quién está cierto de no haber matado?
¿Quién puede ser el justiciero, el justo?
.
·~¡Lástimas y perdón para los vivos!
Y así, de amor y mansedumbre llenos,
seremos cariñosos, compasivos ...
¡y alguna vez, acaso, acaso buenos!
24
Siempre escondido lo que más amamos:
siempre en 1os labios el perdón risueño;
hasta que al fin ¡oh tierra! a ti vayamos
con la invencible laxitud del sueño.
25
ULTIMA NECAT u
¡Voladores años!
¡Dado me fuera detener convulso,
horas fugaces, vuestra blanca veste!
Pasan las dichas y temblando llegan
mudos mv1emos ...
26
NON OMNIS MORIAR 16
28
A LA CORREGIDORA 16
29
¡Oh noble sefiora! la tierra te canta
ensalmo de vida, y a ti se levanta
el germen despierto y el núbil botón,
el lirio gallardo de cáliz erecto,
y fúlgido, leve, vibrando, el insecto
que rasga impaciente su blanda prisión.
30
Que sepamos, los investigadores no han advertido hasta
qué punto "La Duquesa Job" deriva de dos de las "Chan-
sons a mettre en musique" que Alfred de Musset (1810-
1857) incluye en Premieres poésies ( 1835): "L'Andalouse"
y "Madrid." El tránsito pasa por la versión libre de "Madrid"
que hizo Agustín F. Cuenca [EZ Album de la Mu¡er, abril
13, 1884, incluida por Enrique Díez-Canedo en La poesía
francesa del romanticismo al superrealismo 1945] y muestra
Ja capacidad latinoamericana para convertir en algo distinto
hasta Jos modelos aceptados más servilmente. ("Deseamos
imitar y, sin querer, transformamos", ha escrito Reyes.)
Por ejemplo las estrofas
J' en sais
une, et certes la duegne
Qui Ja surveille et qui Ja peigne
N'ouvre sa fenetre qu'a moi;
Certes, qui veut qu'on Ja redresse,
N'a qu'a J'approcher a Ja messe,
Fut-ce J'archeveque ou Je roi.
*
porque me arrulla cuando me besa,
porque es la blanca, rubia princesa
que ha coronado mi fantasía,
ágil, flexible, siempre nerviosa,
demonio y ángel, avispa y rosa,
donaire y fuego de Andalucía.
31
~(p ..9) Villa~ana: Jos,é María_Yillasana (1848-1904) el
cancatunsta mexicano mas conocido de la época. Se hizo
famoso por las sátiras contra Sebastián Lerdo de Tejada que
public6 en El Ahuizote. Colaboró también en La Orquesta
y El Mundo Ilustrado con dibujos a los que llamaba "cuadros
de costumbres".
3 (p. 9) Prieto es, naturalmente, Guillermo Prieto (1818-
1897).
4 (p. 9) Micol6 era lo que hoy se dice un especialista en
estética masculina, un francés que cortaba a navaja el pelo
de los "gomosos", los jóvenes elegantes de 1880 (gommeux =
dandy).
5 (p. 9) Paul de Kock (1794-1871) con sus novelas po-
pulares -Les demoiselles de magasín, La femme, le m ari et
I' amant- instituyó el tipo de 1a grisette, término que un
diccionario español de esos tiempos tradujo como "modistilla
coqueta y amiga de galanteos".
6 (p. 10) Madame Marnat: propietaria ele un a tienda en
Plateros que vendía los vestidos confeccionados en su casa
por las "grisetas" mexicanas.
7 (p. 10) tan v' lan, tan pschutt: expresiones francesas de
admiración, piropos.
s (p. 10) La Sorpresa: almacén de ropa que se decía su-
cursal de una gran tienda fran cesa. Estaba en la esquina
surponiente de las actuales calles de Madero y Gante.
9 (p. 10) Jockey Club: el centro de reunión más elegante.
Fundado por el suegro de Porfirio Díaz, Manuel Romero
Rubio, ocupaba el "Palacio de los Azulejos", la antigua resi-
dencia de los Condes de Orizaba que durante la Revolución
fue Casa del Obrero Mundial y hoy es Sanbom's.
10 (p: 10) Mimi Pinson: personaje de un cuento de Musset,
"Mimi Pinson, profil de grisette". Apareció en el volumen
colectivo Le Diable a París: París et les parisíens, moeurs et
coutumes, caracteres et portraíts des habitants de París ( 184 5)
en que también colaboraron Balzac, Nerval, Gautier, George
Sand y otros. Como las novelas de Víctor Hugo y Eugene
Sué, Le Diable . . . ayudó a crear el mito de París. Dice
Cyril Connolly ("1843" en The Condemned Playground
1945): "It was in 1843 that the idea first took shape of
París as the capital of the worlcl, luxurious ancl elegant, yet
also mysterious; the sprawling industrial Babylom with its
romantic underworld of squalor and vice."
32
11 (p. 11) Louise Theo: cantante de ópera ligera. Encabezó
el elenco de una compaiiía francesa que actuó en el Teatro
Nacional durante Ja temporada de 1882. Véase: Julio Jimé-
nez Rueda: "El México de Gutiérrez Nájera" en La cul-
tura y la literatura iberoamericanas. Memoria del séptimo
congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoame-
ricana en Berkeley, California ( 19 57).
12 (p . 17) que beba el lacayo las heces de amor: Diez-
Canedo ("Los estudios de Torres Rioseco", Letras America-
nas) señaló que este rasgo final de "Para un menú" se inspira
en la última línea de "Vers a une femme" de Louis Bouilhet,
a quien sólo se recuerda por haber sido amigo de Gustave
Flaubert: "S'il reste encore du vin, les laquais le boiront!"
A juicio de Max Henríquez Ureña, "la composición de Gu-
tiérrez Nájera es superior a la de Louis Bouilhet, en cuyos
dos últimos versos se inspiró".
13 (p. 22) [DesfJués de leer a dos {1oetas]: Manuel Puga
y Acal escribió un "Pax Animae" dedicado a Antonio Zara·
goza, quien a su vez respondió con otro poema del mismo
título.
14 (p. 26) última Necat: inscripción de los relojes de sol
que aún puede verse en la carátula de algunos relojes mecá-
nicos antiguos: Vulnerant omnes, ultima necat. Esto es,
"Todas [las horas] hieren; la última, mata".
15 (p. 27) Non omnís moriar: "No moriré del todo". 1-Io-
racio, Odas, libro tercero, xxx ("Exegi monumentum ... ), 6.
16 (p. 29) "A la Corregidora": Nota de la edición de
1896: "Esta poesía, la última de Gutiérrez Nájera, fue es-
crita para ser pronunciada por una señorita al colocarse la
primera piedra en el monumento a la Corregidora [Josefa
Ortiz de] Domínguez, en el jardín de Santo Domingo, de
la ciudad de México."
33
SALVADOR DíAZ MIRON
35
inglesa. Vuelve a Veracruz y ocupa la secretaría del
Cabildo. Durante las elecciones de 1892 mata en
legítima defensa a Federico Wólter. Tras cuatro
años en la cárcel queda libre por intervención pre-
sidencial; se establece en Xalapa con su familia, pu-
blica el periódico El Orden y da a conocer Lascas
( 1901), único libro que reconoció como suyo. En
el Congreso Federal presenta una iniciativa para
que en la nueva reelección se duplique el periodo
de gobierno. Lo absorbe la política, rompe con su
antiguo protector Teodoro A. Dehesa, e intriga en
pro de Ramón Corral sin detenerse ante la delación
de quienes se oponen al porfiriato. En 1910 fracasa
en su única actividad militar, el intento de batir
al guerrillero Santana Rodríguez Santanón. Es el
poeta oficial en las Fiestas del Centenario. Riñe con
el diputado Juan C. Chapital y lo encierran por unos
meses en la prisión de Belén. Luego dirige el Co-
legio Preparatorio en Xalapa. A instancias de José_
María Lozano y Querido Moheno, Victoriano Huer-
ta lo llama para dirigir -entre septiembre 29 de
1913 y julio 15 de 1914- El Imparcial, órgano ofi-
cioso de la dictadura. En sus editoriales [véase Prosa,
compilación, prólogo y comentarios de Leonardo
Pasquel, 1954] Huerta es "un enviado de la provi-
dencia", "hombre extraordinario", "noble, genial y
bravo", "héroe que lleva la enseña de la esperanza, el
pabellón de la autoridad, el estandarte del honor".
Los revolucionarios aparecen como "forajidos capi-
taneados por el siniestro Villa y el horrible Zapata",
"hordas efe asesinos, ladrones, estupradores e incen-
diarios", "el menguado Carranza y su vil chusma".
Al caer Huerta, Díaz Mirón se refugia en Santan-
der, España, y poco después se establece en La Ha-
36
bana. Vuelve amnistiado a Veracruz y se niega a
aceptar ayuda ·económica del gobierno. En 1927 re-
chaza un proyectado homenaje nacional. Ocupa 1.1
dirección del Colegio Preparatorio. Golpea a un
alumno. Los estudiantes se declaran en huelga y lo
obligan a renunciar. Se encierra en su casa y no vue1-
ve a salir vivo de ella.
En 1884, mientras Gutiérrez Nájera hace versos
frívolos a los 25 años, Díaz Mirón a los 31 mantie-
ne los valores de la generación liberal: quiere ser
"paladín contra los tiranos", dar ejemplo de altivez
y rebeldía, habla del orgullo del genio, las ansias
de justicia social; escribe décimas al estilo sonoro de
Núñez de Arce y es el más byroniano y victorhu-
guesco de nuestros últimos románticos. Aunque gran-
dilocuentes, demagógicas, efectistas, las c-0mposicio-
nes en que des cansa su fama popular muestran su
don de forma, su afán de concisión latina, ya muy
cerca del ideal parnasiano, y su oído para las posi-
bilidades rítmicas del español.
Como Verlaine, pasa cuatro años decisivos en la
cárcel. Alejado de la oratoria deja de buscar el brillo
y la lucha por la forma perfecta. El combate ya no
es (¿lo fue de verdad en algún momento?) contra
los enemigos de la dignidad humana, sino contra la
tiranía del idioma. Bajo la apariencia marmórea y
objetiva arde la pasión romántica. Díaz Mirón es
el poeta del orgullo, su poesía es el fruto de la so-
berbia y el mal, el relámpago que "enciende mi alma
negra", la inmóvil serenidad contra el caos del mun-
do, la venganza contra las ofensas de la vida.
Sus poemas se salvan de la congelación por el
chasquido de la lujuria, pero en ellos Díaz Mirón no
toca a las mujeres: las contempla y desea a distan-
37
cia. Es uno de los primeros que explotan entre
nosotros deliberada, naturalista y baudelaireanamen-
te la belleza de la fealdad. Sus cambios de registro
sorprenden: en "Nox" hay un tono menor de ínti-
ma ternura, de queja traducida en versos cortos y
austeros. En "Idilio" una nueva actitud ante el poe-
ma narrativo, a medio camino entre la estampa na-
turalista y la precisión plástica del haikú. Dividido
en tres planos -los hombres, la naturaleza (mar y
tierra), los animales- revela una inicial influencia
de la composición cinematográfica en la poesía .
En su última época Díaz Mirón repite las dos an-
teriores y emprende experimentos casi mallarmeanos,
pero con formas tradicionales. De un trabajo sin
mayor interés poético, "Los peregrinos'', confiesa
en una carta a Rufino Blanco Fombona:
38
BIBLIOGRAFlA
39
LA NUBE
40
óLEóPATRA
La vi tendid~ de espaldas . ·
sobre púrpura revuelta. ·
Estaba toda desnuda
aspirando humo de esencias
en largo tubo, escarchado
de diamantes y de perlas.
En un brazo se torcía
como cinta de centellas
un áspid de filigrana
salpicado de turquesas,
41
con dos carbundos por ojos
y un dardo de oro por lengua.
A menudo suspiraba;
y sus altos pechos eran
cual blanca leche cuajada
dentro de dos copas griegas,
y en alabas.tro vertida,
sólida ya pero · aún trémula.
42
EL FANTASMA
43
AL CHORRO DEL ESTANQUE ...
44
EJEMPLO
Lascas, 1901
45
GRIS DE PERLA
46
aseméjase al ángel rebelde que concita en el reino
[del mall
¡Quién hiciera una trova tan dulce, que al espíritu
[fuese un aroma,
un ungüento de suaves caricias, con suspiros de luz
[musicai!
Lascas, 1901
47
IDILIO
48
El oriente se inflama y colora
como un ópalo inmenso en un lampo,
y difunde sus tintes de aurora
por piélago y campo.
Y en la magia que irisa y corusca,
una perla de plata se ofusca.
f9
Monótono y acre gangueo
que un pájaro acalla, soltando un gorjeo.
Cuanto es mudo y selecto en la hora,
en el vasto esplendor matutino,
halla voz en el ave canora,
vibra y suena en el chorro del trino.
* * *
Y a la puerta del viejo bohío
que oblicuando su ruina en la loma
se recuesta en el árbol sombrío,
una rústica grácil asoma,
como una paloma.
50
La nariz es impura, y atesta -
una carne sensual e impetuosa;
y en la faz, a rigores expuesta,
Ia nieve da enáni.bar, la púrpura en rosa,
y el júbilo es gracia sin ·ve1o ·
y en cada carrillo produce un hoyuelo.
51
Y por siembras y apriscos divaga
con su padre, que duda de serlo;
y el infame la injuria y estraga
y la triste se obstina en quererlo.
Llena está de pasión y de bruma,
tiene ley en un torpe atavismo,
y ·es al cierzo del mal una pluma ...
¡Oh pobreza! ¡Oh incuria! ¡Oh abismo!
***
Vestida con sucios jirones de paño,
descalza y un lirio en la greña,
la pastora gentil y risueña
camina detrás del rebaño.
52
Ni céfiro blando que aliente, que rase,
que corra, que pase. .
53
lanza un grito de gusto y de anhelo
¡Un cambujo patán se avecina!
Lascas, J90 J
54
NOX
La fiesta de tu boda
será mañana.
A la nocturna gloria
vuelves la cara,
linda más que las rosas
de la ventana;
y tu guedeja blonda
vuela en el aura
y por azar me toca
la faz turbada ...
La fiesta de tu boda
será mañana.
Un cometa en la sombra
prende una cábala.
;;
Es emblema que llora;
signo que canta.
El astro tiene forma
de punto y raya:
representa una nota,
pinta una lágrima!
La fiesta de tu boda
será mañana.
En invisible tropa
las grullas pasan,
batiendo en alta zona
potentes alas;
y lúgubres y roncas
gritan y espantan ...
¡Parece que deploran
una desgracia!
La fiesta de tu boda
será mañana.
La fiesta de tu boda
será mañana.
Junto al cendal que toma
figura mágica,
Escorpión interroga
mientras que sli alfa -
es carmesí que brota,
nuncio que sangra ...
¡Y Amor y Duelo aprontan
distintas armas!
La fiesta de tu boda
será mañana.
La fiesta de tu boda
será mañana.
57
La fiesta de tu bodá
será mañana.
Lascas, 1901
58
.MOSICA FONEBRE
59
MúSICA DE SCHUBERT
Lascas, 1901
60
A ELLA
61
DENTRO DE UNA ESMERALDA
62
~• ... EN EL ALBUM
DE EDUARDO SANCHEZ FUENTES
Al suspiro de la planta
responde el de la garganta,.
como a bul:ir de agua espuma ...
63
LA MUJER DE NIEVE
64
. -~ ~- .... . ~ ..
65
nuel Calvil~o., la h1t1jet que inspiró el poema y apa-
rece en él ~i'sfm.z11da de "India Brava'', era en reali-
dad una_ sobrina pó1ítica que, huérfana, fue a vivir
en casa de Qthón. Luis Noyola Vázquez no acepta
este argumento. Sea como fuere Othón trató de
disimular la eNpel'.iencia atribuyéndola a su amigo
el historiador Alfonso Toro, y no quiso imprimir el
texto para no ofender a su esposa, Josefa Jimé-
nez. "Idilio salvaje" apareció póstumamente en El
Mundo Ilustrado y la Revista Moderna.
Hace falta una buena edición de sus obras en
prosa, muchas de ellas extraviadas u ocultas en co-
lecciones de periódicos. De su teatro, muy influido
por José Echegaray, se recuerdan Después de la
muerte, Lo que hay detrás de la dicha y El último
capítulo, que imagina las circunstancias en que Cer-
vantes concluyó el Quijote. Entre su prosa narra-
tiva tienen interés los "Cuentos de espantos", es-
fuerzo de adaptar el estilo "cervantino" al ambiente
rural mexicano y galvanizarlo con un hálito de Edgar
Allan Poe.
En 1888 Manuel Puga y Acal, Brummel, reunió
tres de sus estudios críticos en el volumen Los poe-
tas mexicanos contemporáneos que descalificó la
obra poética de Juan de Dios Peza y señaló el as-
censo de Gutiérrez Nájera y Díaz Mirón. Sin em-
bargo, Brummel apuntó varias reservas y el cargo
contra las fuentes librescas empleadas por Nájera
para escribir "Tristissima nox" hizo su efecto en
Othón, quien dejó de imitar a los poetas románti-
cos. Las observaciones de Puga y Acal, la prédica
nacionalista de Altamirano, el ejemplo de Joaquín
Arcadio Pagaza, Clearco Meonio, que por entonces
publicó Murmurios de la selva y la amistad con
66
Ipandro Acaico -Ignacio Montes de Oca y Obre-
gón, obispo de San Luis- determinaron 1a estética
de Oth6n, declarada en el prólogo de los Poemas
rústicos ( 1902) : "El artista ha de ser sincero hasta
la ingenuidad. No debemos expresar nada que no
hayamos visto; nada sentido o pensado a través de
ajenos temperamentos ..."
Para Othón los modernistas eran unos "vates his-
téricos de morbosas inspiraciones" y su ortodoxia
métrica le impedía admitir la belleza de las nuevas
formas irregulares defendidas por Nervo. Sin em-
bargo, la "Noche rústica de Walpurgis" es, como
"Tristissima nox", un poema en que conviven sím-
bolos locales e imágenes del acervo europeo, y pare-
ce imposible encontrar en los buenos textos de Othón
versos que no registren los contagios ambientales
del modernismo. Por lo demás, su ideario comparte
la tendencia aristocratizante de este movimiento:
"el arte es religión ... el ideal estético de todas las
épocas, y especialmente de la actual, es que el arte
ha sido y debe ser impopular, inaccesible a1 vulgo."
Othón despojó al academismo de los últimos res-
tos eglógicos y una tradición que había comenzado
en d artificio cu1 minó en la naturalidad. Es e1 suyo
un extraño caso de modernismo involuntario: a
pesar de su esmero en no abandonar los cánones
neoclásicos sus mejores momentos son aquellos que
están más cerca de las imágenes y actitudes moder-
nistas. Otro tanto ocurrió con su catolicismo que él
creía ortodoxo y que, al menos en su expresión lite-
raria, es más bien un panteísmo al gusto decadente.
Buscó en las lecturas clásicas un ámbito de sereni-
dad ante lo anticuado del romanticismo y la efímera
moda literaria; trató de adaptar a sus necesidades
67
expresivas la lengua poética del siglo de oro (sobre
todo en la "Elegía a Rafael Angel de la Peña") y
como Díaz Mirón, trabajó con voluntad de forma
parnasiana y rigor simbolista. Su desarrollo fue muy
lento. La composición de un soneto le llevaba hasta
veinte días y gracias a ello lograba una incomparable
fluidez. Dice en una carta a Juan B. Delgado:
"Hago un estudio de cada palabra, de cada cláu-
sula, de cada oración. De allí que casi todo mundo
crea que soy flojo para escribir."
Toda su obra parece un ejerci::io de estilo para es-
cribir el "Idilio salvaje". Es su mejor obra y uno de
nuestros grandes poemas. Habrá que esperar a López
Velarde para descubrir una intens'. dad paralela a la
de estos doce sonetos que siguen la tradición pro-
venzal (analizada por Denis de Rougemont en
L'amour et l'Occídent) en el sentido de que un
hombre no puede estar enamorado de su mujer. La
amante adquiere un rasgo d;stinto puesto que no
es una "propiedad" y se convierte en la reveladora,
la intérprete, la mediadora en quien se abraza a un
ser único y a la naturaleza. Othón contempla su
aridez en la del paisaje, la catástrofe geológica es
su propio desastre. El desierto se aduna al cataclismo
humano. También el sol se muere en un cie'o de
plomo, sobre esta lobreguez cae la noche. En un
mismo poema Othón dice adiós a una mujer y a su
propia existencia.
68
BIBLIOGRAFIA
69
HIMNO DE LOS BOSQUES
11
70
con su semblante pálido y risueño
la vino a despertar la madrugada . .
m
Allá, tras las montañas orientales,
surge de pronto el sol, como una roja
llamarada de incendios colosales,
y sobre los abruptos peñascales
ríos de lava incandescente arroja.
Entonces, de los flancos de la sierra
bañada en luz, del robledal oscuro,
del espantoso acantilado muro
que el paso estrecho a la hondonada cierra;
de los profundos valles, de los lagos
azules y lejanos que se mecen
71
blandamente del aura a los halagos,
y de los matorrales que estremecen
los vientos; de las flores, de los nidos,
de todo lo que tiembla o lo que canta,
una voz poderosa se levanta
de arpegios, y sollozos, y gemidos.
72
sobre su humilde cúpula; su velo,
para cubrirlo, tienden las neblinas,
como cendales que le presta el cielo
y, en torno de la cruz, las golondrinas
cantan, girando en capriohoso vuelo.
IV
73
lame las piedras, los juncales baña
y en el lago se hunde; la espadaña
se estremece a la orilla susurrando
y la garZ<l morena se pasea,
al son del agua cariñoso y blando.
74
Cone por la hojarasca crepitante
la lagartija gris; zumba. la mosca,
luciendo al aire el tornasol brillante;
y, agitando su crótalo sonante,
bajo el breñal la víbora se enrosca.
VI
75
blandamente la tarde silenciosa
la azul, y blanca, y ondulante, y leve
gasa que encubre su mirar de diosa.
76
el trueno que, alejándose, retumba
sobre el desierto y lóbrego paisaje ..•
VII
77
de púrpura esplendente se colora,.
de la tarde la pálida elegía
y la balada azul, la precursora
de la noche tristísima y sombría ...
Todo este inmenso y cóntinuado arpegio,
estrofas de una lira soberana
y versos de un .divino florilegio,
cual bandada de pájaros canora
acude a guarecerse en la campana
de la rústica iglesia que, léjana,
se ve, sobre las lomas, descollando.
Y en el instante místico en que al cielo
el Angelus se eleva, condensando
todas las armonías de la tierra,
el himno de los bosques alza el vuelo
sobre el lago, colina, valle y sierra;
y, al par de la expresión que en su agonía
la tarde eleva a la divina altura,
del universo el corazón murmura
esta inmensa oración: ¡Salve, María!
78
FRONDAS Y GLEBAS
A Clearco Meonio
79
II
80
SALMO DEL FUEGO
81
se encoge el corazón, se hunde la frente
y se ahoga el espíritu doliente,
náufrago entre la noche y la tristeza.
l~-1>~_
Mas, cuando ya cansado
continúa el viajero
remontando- el sendero -
tan dolorosamente prolongado,
ciego, desesperado,
por la montaña dura
y sólo abandonándose al instinto
de la cabalgadura;
cuando la carne punzan y desgarran
cactus y espinos por la escarcha tiesos
y la helada brutal sus estiletes
sibilante y sutil hinca en los huesos;
si entonces aparece de improviso
allá, sobre la negra cordillera,
el rojo pincelazo de una hoguera,
cuya luz junta, como ardiente broche,
el velo del abismo al de la noche ...
¡Oh, qué explosión de calma
tan misericordiosa!
¡Cómo el anhelo en esa luz reposa
y qué inmensa alegría para el alma!
82
cuando surge la roja llamarada
en un brusco repliegue de la sierra.
83
A descansar. ¡Qué blando
es el lecho de tierra endurecida:
qué abandono tan grato de la vida,
qué desprecio del no durable mando! 1
84
abismo del dolor y la congoja,
el hombre se sublima, a Dios alaba
y exúltase en un canto, como arroja
su onda el torrente o el volcán su lava:
85
ELEGíA
86
Al labio virginal de aquella fuente,
vuestras palmas, al viento, de callada,
susurran blanda y amorosamente;
~7
y el susurrar semeja y la cascada,
al caer sobre el oro de la arena,
diálogos de Teresa y de Granada.
87
En su alba cabellera florecida
fulguraban· los últimos reflejos •
con que acampana el sol su despedida,
88
y al fin en el amor los ojos cierra;
pues ¿dónde hay más amor que el de la muerte
ni más materno amor que el de la tierra? ...
89
EN EL DESIERTO. ·
IDILIO SALVAJE
A Alfonso Toro
90
de un crepúsculo gris? ... Mira el pa1sa1e,
árido y triste, inmensamente triste.
II
91
III
IV
92
Y en el regazo donde sombra eterna,
del peñascal bajo la enorme arruga;
es para nuestro amor nido y caverna,
V1
93
al verberar tu ardiente cabellera,
como una maldición, sobre tu espalda.
ENVÍO
94
Y en mí, ¡qué hondo y tremendo cataclismo!
¡qué sombra y qué pavor en la conciencia
y qué horrible disgusto de mí mismo!
95
FRANCISCO GONZALEZ LEON
97
González León intentó un remedo de versallis-
mo en Megalomanías ( 1908). Maquetas, del mismo
año, ya contiene poemas que son "sencilleces de
Francis Jammes y elegancias de Samain, son finuras
francesas" en palabras del propio López Velarde
-que a su vez influyó en González León.
98
vota de los caserones ruinosos y los objetos del des-
ván. Escrita de puntillas con temor de que el mundo
se despierte, el mundo considerado no harén ni hos-
pital, sino un gran convento en que todas las cosas
se encuentran en el acto de envejecer.
De allí tal vez la frescura de esta poesía que acla·
ra algunas de las aparentes contradicciones moder-
nistas y muestra la relatividad de toda clasificación
literaria. González León adaptó el simbolismo belga
y franoés a un lenguaje suyo y a las maneras propias
de su lugar. El más provinciano de nuestros poetas
es también, paradójicamente, el más afrancesado.
99
BIBLIOGRAFfA
100
ANTIGUALLAS
101
INTEGRO
Tardes de beatitud
en que hasta el libro se olvida
porque el alma está diluida
en un vaso de quietud.
102
y en parálisis se entume,
y en que el silencio se aspira
íntegro como perfume.
103
DESPERTAR
Sueños en la mañana
de Ja alcoba en la semioscuriclacl.
Se ha callado en su ranura
suspendiendo su nocturna partitura,
algún grillo
que ha ocultado su martiilo,
monótono cual la marcha
de un péndulo de bolsillo.
104
una ecuación matinal,
en un pretil de 1a casa,
una saltapared
repasa
sus métricas de cristal . ..
105
DIALOGO
106
SUENAN LAS III
La grande habitación
que el grande espejo
agranda más.
107
como arrastrando los pies,
sonámbulo el reloj balbucea lento :
Una,
dos,
tres.
108
PALABRAS SIN SENTIDO
De mi libro de hora:., 19 3í
109
LA GOTERA
La lluvia ha hecho
que se filtre el agua
y se traspase el techo
destilando metódica en la estera
del piso de la pieza,
una gotera.
110
Hay algo que recóndito se afina;
la oscuridad es morfina
propia para soñar.
Gotera
de renguera
desigual:
Tic . . .
Tac . . .
111
SOLDADITOS DE CRISTAL
112
Cuando soñaba y soñabas,
cuando te hablaba y me hablabas;
cuando eran alma las cosas,
cuando del patio ancestral
marchabas sobre las losas
en un desfile .marcial
de infinitos soldaditos
de ejércitos de cristal.
113
LA NAVE DE LA CHINA
La nave de la China
que llegó a Acapulco
le trajo a la noble
Marquesa de Uluapa
un cofre de laca
color de vainilla;
y ornado de alados
dragones dorados
y de extrañas flores,
unos dos tibores.
Pero a mí me trajo
algo que es mejor:
a mí me ha traído
olvido de amor.
La nave de la China
trájole al Virrey,
para su hija Pía,
la milagrería
que abre un abanico
tejido en carey;
y para su esposa
el cristal tallado
de un frasco colmado
de esencia de rosa.
lM
Pero a mí me trajo
algo que es mejor:
a mi me ha traído
olvido de amor.
115
RUMORES
El nocturno abecedario
que nos hab1a en su dialeoto
del insecto que en las noches
y en insomnios acompasa
sus rumores en sordina
con la ruina de la casa.
La puntual destiladera
que con ritmos de clepsidra
nos hidrata la emoción
con la nota de la gota
que al caer sobre del agua
dentro a la húmeda tinaja,
metaliza una canción.
Los ladridos que a la luna
lanza un famélico can;
los pasos que a media noche
oímos pasar por la acera
sin saber a dónde irán.
Y el ratoncillo que roe;
y el reloj que dio la hora;
y el viejo mueble que cruje
y las sombras en derroche.
El viento entre las rendijas ...
¡Rumores de media noche!
Coatl, i967
FRANCISCO A. DE ICAZA
117
presentan una ima§en viva de los olásicos mayores
y menores: Lope de Vega, sus amores y sus odios
( 1925), que obtuvo en España el premio nacional
de literatura, Sucesos reales que parecen imaginarios,
de Gutierre de Cetina, Juan de la Cueva y Mateo
Alemán ( 1919).. Este año fue de gran actividad para
!caza que también publicó La risa, la muerte y el
hambre y Paisaje sentimental.
Presidente de la Comisión Del Paso y Troncoso,
reunió y prologó el fruto de aquellas investigaciones
colectivas en Conquistadores y pobladores de la Nue-
va España: diccionario autobiográfico (1923). Fue
uno de los raros escritores hispanoamericanos que
conocieron a fondo la cultura germánica: autor de
un estudio sobre La Universidad alemana ( 1916),
tradujo poemas de Nietszche, Liliencron, Dehmel,
y aforismos tomados del Diario de Hebbel.
"No es profesor de energía /Francisco de !caza/ ,
sino de melancolía", escribió Antonio Machado
("Soledades a un maestro"). Y una melancolía nór-
dica y mexicana define su obra poética en que la
suavidad desengañada elige una forma estricta,
próxima a la copla y el epigrama. Onís lo relaciona
con Nájera y Gonzá],ez Martínez por su tristeza re-
signada o su sabiduría de estirpe clásica. En su visión
del paisaje, en su elegancia sentenciosa, está más
cerca de los modernistas españoles que de sus con-
temporáneos hispanoamericanos. Si tiene alguna se-
mejanza con los miembros de su generación hay que
buscarla en los versos de María Enriqueta quien,
como !caza, pasó la mayor parte de su vida en
España.
118
BIBLIOGRAFfA
119
PRELUDIO
120
donde adquiere la antigua poesía
pulimento y matiz del mármol terso . ..
Leianías, 1899
121
AHASVERO _.
Leianías, 1899
lZZ
EL ENCANTO DEL LIBRO
Leianías, 1899
123
LAS HORAS
124
¿Para qué contar las hoíás?
No volverá lo que fue,
y lo que ha de ser ignoras.
¡Para qué contar las horas,
para qué!
125
EN LA NOCHE
Pero en la revuelta
de la encrucijada,
frente a la taberna, algunos borrachos
dan voces y cantan.
Ella se le acerca,
sin hablar palabra
se aferra a su brazo,
y en medio del grupo, que los mira, pasan .
126
Y así entre la noche
prosiguen su marcha
con el mismo ritmo, en la misma línea,
y siempre en silencio y siempre a distancia.
1Z7
PAISAJE DE SOL
128
LUIS G. URBINA
129
tras mexicanas y es el primer estudio nuestro que
relaciona el fenómeno artístico con las circunstan-
cias históricas en que se produjo.
Junto a Enrique González Martínez y Francisco
M. de Olaguibel redactó los editoriales de El Impar-
cial que contribuyeron a la caída del gobierno ma-
derista. Durante la usurpación de Victoriano Huerta
fue director de la Biblioteca Nacional. Se exilió en
La Habana y luego pasó a Madrid como corresponsal
de El Heraldo de Cuba. El destierro cambió su acti-
tud y sin pedir ni recibir nada a cambio se adhirió
a la Revolución mexicana.
En Buenos Aires (1917) leyó las conferencias pu-
blicadas después en Barcelona con el título La vida
literaria de México, el mejor ejemplo de su inteligen-
cia crítica y volumen fundamental de nuestra histo-
riografía literaria.
Al volver a Madrid fundó con Francisco Villa-
espesa y José Ingenieros la revista Cervantes. Susti-
tuyó a lcaza como director de la Comisión Del Paso
y Troncoso. Mantuvo su actividad literaria hasta
fines de los años veinte. Rescató una breve fracción
de su actividad periodística en Cuentos vivídos y
crónicas soñadas ( 1915), Bajo el sol y frente al mar
(1916), Estampas de viaje: España en los días de la
guerra ( 1920), Psiquis enferma ( 1923), Hombres y
libros ( 192 3), Luces de España ( 1924).
Julio Torri lo considera "el hombre de letras más
representativo de su época", pero su obra de prosista,
que hoy vemos tan buena o aun mejor que la de
poeta, no fue apreciada siquiera por él mismo. Urbi-
na llamó a la crónica "literatura de pompa de ja-
bón ... sólo un pretexto para batir cualquier aconte-
cimiento insignificante y hacer un poco de espuma
130
retórica, sahumada por algunos granitos de gracia y
elegancia". Fue un crítico tan generoso como Gu-
tiérrez Nájera -siempre es más abierta la crítica
del practicante que la del crítico profesional-; aun-
que le faltó la gran cultura de Sierra e Icaza, tuvo
una privilegiada intuición. "Su talento -dice Re-
yes- era una parte de su bondad."
Cuando todos se avergonzaban del mestizaje, el
Viejecito, como lo llamaron desde su adolescencia,
se mostró orgulloso de su aspecto que definía como
de "indio pollero". Esta misma actitud, trasladada
a la literatura, es su originalidad y lo salva de ser
un simple epígono. Por su tono, por su clima espi-
ritual, por su colorido -afirmó Xavier Villaurru-
tia- Urbina es el más mexicano de los poetas
mexicanos.
Hasta Ingenuas (1902), Urbina es un romántico
tardío. Se incorpora al modernismo cuando empieza
a declinar el movimiento: el título y la feoha de su
libro son significativos: Puesta de sol ( 1910). Enton-
ces ve el paisaje con una mirada que sabe del color
y el matiz de la nueva pintura. "El poema del lago"
tiene más afinidad con los cuadros de Joaquín Clau-
sell que con los versos publicados en la Revista Mo-
derna. Urbina es el poeta del crepúsculo, su sensibi-
lidad es crepuscular y su talento crítico le advier-
te que escribe en las postrimerías de una era. Siente
que su tristeza es la "Vieja lágrima" que en sus des-
cendientes siguen llorando los vencidos de 1521. En
la "Elegía del retorno" Urbina contempla el desierto
del pasado y su desolación es la del hombre que ve
caer en pedazos el mundo que fue suyo. Sus poemas
son "lámparas en agonía", pero la llama aún no se
ha extinguido.
131
BIBLIOGRAFlA
132
EL POEMA DEL LAGO
A Jesús E. V alenz.uela
133
II
PAISAJE MATINAL
TARDE SERENA
134
y, voluptuosa y fresca, columpia la corriente
un haz de lirios muertos bajo la luz dormida.
IV
135
V
VI
MEDIODÍA
136
cinta de plata virgen, para que asi resalt~
la luz en el radioso brocado de violeta.
VII
137
VIII
EL BUEY
IX
A una ondri
138
La juventud se va; se van sus dones;
del placer quedan los amargos dejos,
de la pasión los desencantos viejos,
y del dolor las tristes emociones.
139
XI
LA HORA MÍSTICA
XII
NOCHE CLARA
140
cuyo tejido frágil se rompe cuando baña
al remo, la corriente de mudas ondas frías .
XIII
PUESTA DE SOL
141
XIV
Vidas inútiles
XV
LUCES Y CARNES
142
En las vecinas márgenes exaltan
el verdor enferrnizo de las frondas,
y de la sierra en el confín, cobaltan
las lejanías. Junto a las redondas
XVI
143
XVII
VOCES EN LA SOMBRA
XVIII
ENVÍOS
144
hoy que es fronda de otoño nuestro brote abrileño,
tu pena es camarada de mi melancolía.
14 5
VIEJA LAGRIMA
146
tal fuente inagotable de ternura,
tal vena de dolor que no se acaba?
¡Quién sabe ... ! Y no soy yo: son los que fueron;
mis genitores tristes; es mi raza;
los espíritus apesadumbrados,
las carnes flageladas;
milenarios anhelos imposibles,
místicas esperanzas,
melancolías bruscas y salvajes,
cóleras impotentes y selváticas.
Al engendrarme el sufrimiento humano,
en mí dejó sus marcas
sus desesperaciones, sus angustias,
sus gritos, sus blasfemias, sus plegarias.
147
LA BALADA DE LA VUELTA
DEL JUGLAR
A Rubén M. Campos a
148
Y tras lento meditar,
como en éxtasis de olvidó,
en aquel mudo penar
nos pusimos a llorar
l49
LA ELEGíA DEL RETORNO
A Francisco A. de lcaza
150
Mis pasos sonarán en las baldosas
con graves resonancias misteriosas
y dulcemente me hablarán las cosas.
151
(¡Cómo en mi amargo exilio me importuna
la visión de mi valle, envuelto en luna,
el brillo de cristal de mi laguna,
152
Y en el jardín que la penumbra viste,
podré soñar en lo que ya no existe,
y el coraz6n se sentirá más triste.
153
1 (p. 111) selva oscura: las cursivas son del propio Urbina
para subrayar la cita del célebre comienzo de La Divina
Commedia (lnferno, Canto Primo): "Nel mezzo del cammin
di nostra vita / mi ritrovai per una selva oscura / ché la
diritta via era smarrita."
2
(p. 121) "El poema del lago" fue escrito durante una
gi.ra de trabajo cuando Urbina era secretario particular de
Sierra, entonces ministro de Instrucción Pública y Bellas
Artes. Un antecedente en prosa puede verse en "Frente al
Cha pala" (El Mundo Ilustrado, junio 18, 190 5) crónica de
"La Semana" recogida en Cuentos vividos y crónicas sona-
das (1915).
3 (p. 124) Rubén M. Campos (1876-1945) es una de las
figuras menores más interesantes de la Revista Moderna.
Escribió versos parnasianos en La flauta de Pan ( 1900) y
una novela sicológica un tanto a la manera de Paul Bourget:
Claudia Oronoz ( 1906). La mejor obra de Campos es su
extraordinaria recopilación El folklore literario de México
( 1928) que incluye muchas anécdotas y epigramas de los
modernistas. Este libro provocó una polémica con el joven
Salvador Novo quien destituyó literalmente no sólo a Cam·
pos sino a toda la que llamó "generación anecdótica". Los
textos pueden leerse en El Universal Ilustrado ( 1928). Cam·
pos publicó también un ensayo precursor sobre La producción
literaria de los aztecas ( 1936).
154
TOMO II
AMADO NERVO
157
Daría estaba enfermo o alcoholizado, e hizo traduc-
ciones anónimas para la casa Garnier. Por entonces
conoció a Ana Cecilia Luisa Dailliez que iba a ser
la figura central de su existencia.
Regresó a México en 1904 para dirigir con Jesús
. E. Valenzuela la Revista Moderna. Los libros de
poesía alternaron con los narrativos. Nervo tuvo un
gran don para contar y una prosa de simplicidad
y fluidez ejemplares si se la compara con la escri-
tura de los novelistas que fueron sus contemporá-
neos, por ejemplo Federico Gamboa. "La última
guerra" (en Almas que pasan, 1906) inicia la corrien-
te fantástica en la literatura mexicana y al narrar
la rebelión de los animales en 5532 se convierte en
el primer cuento de Science fiction escrito en Méxi-
co, anticipa el tema de Animal Farm y Le planet
des singes.
Nombrado secretario de la legación en Madrid
(1905), allí pasó trece años en labores oficiales (en-
tre ellas varios tomos de informes sobre la lengua
y la literatura) sin desmedro de su poesía ni su in-
cesante producción periodística para La Nación (Bue-
nos Aires) y El Fígaro (La Habana), y a un se dio
tiempo para preparar antologías didácticas -Lec-
turas mexicanas, Lecturas literarias- y su único
trabajo crítico extenso: Juana de Asbaje (1910),
principio del interés moderno en Sor Juana.
Sus aficiones -guiadas por Henri Bergson H. G.
\Vells, Maurice Maeterlinck- sin aspirar a la cohe-
rencia abarcaron las materias científicas, la teosofía,
el espiritismo y sobre todo el budismo. Con la muerte
de Ana Cecilia (1912), Nervo entró en una profunda
crisis, agravada por su incertidumbre hacia la re-
volución .
158
Al ser suprimido - en 1914 el serv1c10 exterior,
Nervo queda en la miseria y declina una pensión
de las Cortes españolas. Recupera su puesto al triun-
fo de Carranza sobre Villa y Zapata. En 1918 es
ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay,
y recibe grandes homenajes. Pálido, ya sin barba ni
pelo -la imagen suya que ha de sobrevivir para
nosotros- Nervo está enfermo de endoenteritis, o
catarro intestinal, y de nefritis crónica. Muere en
Montevideo. Uruguay decreta duelo nacional y el
cadáver es conducido a México entre honras fúne-
bres a las que se unen todos los países de Hispano-
américa.
Nervo fue un poeta excepcionalmente afortuna-
do. Murió en el instante en que alcanzaba la apo-
teosis del reconocimiento, cuando -muerto Darío-
los críticos lo proclamaban "el más grande de los
modernistas mexicanos", "el mayor poeta de Amé-
rica" e incluso "el que cuenta con la obra lírica más
considerable de la poesía castellana actual". Ningún
autor que llega a ser popular puede seguir contando
con la aprobación de la crítica: a medida que Nervo
penetró en los más amplios núcleos de lectores fue
perdiendo el respeto de nuestra intelligentsia para
quien, durante muoho tiempo, fue motivo de asom-
bro que los extranjeros tomaran en serio a Amado
Nervo -como los norteamericanos no se explican el
prestigio de Edgar Allan Poe o los franceses la in-
fluencia exterior de Cuy de Maupassant y de Jules
Laforgue.
La reputación de Nervo llegó a su punto más bajo
hacia 1950. Ahora el libro de Manuel Durán y la
magnitud del homenaje en el cincuentenario de su
muerte parecen demostrar que Nervo salió del "pur-
159
gatorioH por donde atraviesa todo autor que fue cé-
lebre y és tiempo de darle -o devolverle- critica-
mente el sitio que merece en nuestras letras.
Amado Nervo es el poeta central del modernis-
mo . mexicano, el ,punto intermedio entre . el afán
renovador de -Manuel Gutiért:ez Nájera y l~ plenitud
de Ramón López Velarde. Si excluimos los poemas
románticos (término empleado durante el moder-
nism:0 para condenar los titubeos formales y la exal-
tacíón sentímental) de Mañana del poeta y Perlas
negras, entre Místicas ( 1898) y Los jardines interio-
r.es ( 1905) se encuentra el mejor Nervo, que en su
etapa "artística" aparece obsesionado con el ritual
católico, el asco de la vida y el temor de la muerte,
decidido a hallar ritmos que se aparten de las nor-
mas académicas y expresen la nueva sensibilidad
del fin de siglo y su propio conflicto entre el ero-
tismo y la fe religiosa: "mi afán entre dos aguijones:
alma y carne".
Ya desde entonces, Nervo siente la nostalgia del
monasterio. Se propone "ser dócil, ser cristalino"
y, bajo la invocación de San Francisco, "La Hermana
Agua" es una alabanza de la vida en la tierra, un
texto que extrañamente parece unir la religiosi-
dad con las creencias positivistas. Ingenuidades,
aciertos, precisiones, caídas, coexisten y mutuamen-
te se apoyan, se desvanecen y subrayan. Nervo era
capaz de convertirlo todo en poesía. Quiso escribir
el mundo, volver lenguaje toda su experiencia del
mundo. En él no hay lucha con el idioma. Las
palabras acuden mansamente y de prisa. No escribe
con un vocabulario sino con todo el lenguaje.
El modernismo adquiere en algunos momentos
de Nervo un tono patriótico ("La raza muerta",
160
una, lameritaCión por fas , _víctim\l.s , del · porfiriato •
y .una advertencia al régimen, "La raza de l;ir9nc;e".
"Canto a ·Morelos", "Los niños mártires") y folkló-
rico ("Guadalupe la china ca'') que se adelanta al
Chocano de Alma América, al Daría de Canto a la
Argentina y al Lugones de Odas seculares, e inicia
un proceso de nacionalización del cosn10po1itismo.
Basta comparar esta buena-mala-poesía de Nervo
con poemas del mismo tipo publicados durante el
siglo xrx para ver cuál fue la significación estilística
del movimiento modernista.
Bajo el embate de la "vieja lágrima", 1a tristeza
del indio, y el "tono menor" que nos señaló Riva
Palacio, el carnaval del modernismo se desmantela
en México apenas Darío ha publicado Cantos de
vida y esperanza. Antes que González Martínez es-
criba "Tuércele el cuello al cisne", Nervo renuncia
a la orquestación wagneriana, el vestuario y la uti-
lería. La muerte de su madre ( 1906) precipita la
crisis. Nervo comienza a afantasmarse. Intenta escri-
bir "sin retórica, sin técnica, sin procedimiento, sin
literatura", y no sostener "más que una escuela, la
de mi honda y perenne sinceridad".
Al simplificarse, su obra se hace más popu1ar, se
convierte en obligada recitación, se imprime en el
revés de los almanaques. Pero sus palabras caen
ahora blandas e invertebradas. La sencillez se vuelve
pobreza, la pobreza silenc:io. Silencio porque mien-
tras Nervo se sutiliza, la tensión de sus versos se
relaja y ya no hay "un solo verso brilante ni una
idea nueva". Reacciona contra la bufonería, el doble
redoble de la rima, el cascabel del consonante, los
malabarismos de estructura, la afectación. En un
proceso tolstoiano trata de llegar a la nitidez, a la
161
literatura invisible. Busca la inmovilidad, el lugar
en que confluyen las palabras de Buda, la filosofía
<le los estoicos y el nihilismo del Eclesiastés. Quiere
fundirse en la naturaleza para ahogar su mal, no
anhelar nada y soportarlo todo, hallar su fuerza en
la pasividad y hacerla activa, "forjar un cielo para
contemplar un mundo".
Ana Cecilia muere en enero de 1912: LA amada in-
móvil constituye un intermed:o de angustia que lo
afirma en su búsqueda de la serenidad. Aquí no hay
distancia entre el hombre que sufre y la mente que
crea. Su imposibilidad de hallar consuelo es tan sin-
cera que uno se siente incómodo al juzgar como obra
literaria estos poemas. (Nervo, en efecto, no quiso
publicarlos y aparecieron póstumamente.)
En Elevación -para Alfred Coester "el libro más
grande que produjo el modernismo"-, Nervo es el
antimodernista que se de.eita en el lugar común.
Todo está dicho: hay que repetirlo todo. Se vue ve
un Campoamor que no fuera escéptico sino fervo-
roso creyente. Ahora la pugna es entre la fe cató-
lica de sus primeros años, el pensamiento mágico,
la visión científica, el budismo, el espiritismo, la
teosofía.
Nervo es cursi; sin embargo, hasta en sus peores
momentos es también íntimo, persuasivo. Una ele-
gancia espiritual recóndita lo salva de la absoluta
ramplonería. Pero disipa el esfuerzo en cientos de
poemas en vez de concentrar:o en unas cuantas pá-
ginas y realizar su aspiración: "el libro breve y pre-
cioso, que la vida no me dejó escribir, el libro breve
y único". Nervo temía las obras "odiosamente com-
pletas": el mejor modo de leerlo es rescatar su poe-
sía de ese túmulo sepulcral.
162
López Velarde, que tanto aprendió de él [véase:
Alfonso Méndez Plancarte, "Nervo en López Ve-
larde", El Universal, marzo 7 y 14, 1949], se confe-
saba "reacio a sus prosas y versos catequistas", pero
añadía : "él es nuestro as de ases ... el poeta máxi-
mo nuestro". Hoy ni siquiera al amparo del mere-
cido desagravio a Nervo puede afirmarse que es el
mejor, pero sí el más amplio y rico de nuestros poe-
tas modernistas. Tiene los defectos abismales -hiper-
fecundidad, sentimentalismo, ausencia de autocríti-
ca- sin los que no podrían existir sus cual;dades:
originalidad, riesgo, gran poder creador. La maestría
que en Díaz Mirón es freno y escasez en Nervo
es rienda suelta y abundancia. Para su bien y para su
ma1, Amado Nervo no aplicó a la poesía las normas
que trataba de imponer a la vida cuando dijo:
163
BIBLIOGRAF1A
164
"OREMUS"
165
y derrocan al Cristo con saña impía,
y después lloran, viendo l'ara vacía .. .
¡Oremos!
166
A FELIPE II
167
ELMUECtN
168
ANDROGIN0 1
[LUBRICIDADES TRISTES]
169
EL VIOLONCELLO
Poemas, 1901
170
LA HERMANA AGUA
A QUIEN VA A LEER
171
los sotos y las lomas por mí tienen frescura.
Nadie me mira, nadie; inas mi corriente oscura
se regocija luego que viene primavera,
porque si dentro hay sombras, hay muchos tallos
[fuera.
172
Así me dijo_. e1 Agua ql1e discurre, por los - ~ . ·
antros, y yo·: -¡Agua hermana, bendigamos a Dio~!
173
y cantando, mi linfa tormentas o iris fragua,
fiel al Sefíor ...
-¡Loemos a Dios, hermana Agua!
LA NIEVE
174
La blancura es el himno más hermoso y más santo;
ser blanca es orar; siendo yo, pues, blanca, oro y
[canto,
Ser luminosa es otro de los cantos mejores:
¿No ves que las estrellas salmodian con fulgores?
Por eso el rey poeta dijo en himno de amor:
"El firmamento narra la g'oria del Señor."
Sé tú como la Nieve que inmaculada llueve.
Y yo clamé: -¡Alabemos a Dios, hermana Nieve!
EL HIELO
175
por donde trepan lentas las morsas y la foca,
seguidas de lapones hambrientos de su aceite . . .
¿Ya ves cómo se acata la voluntad del cielo?
Y yo recé: -¡Loemos a Dios, hermano Hielo!
EL GRANIZO
EL VAPOR
176
sin coto de los mares, y las olas, sus senos;
su frente, las neveras de los montes serenos,
y sus cabellos de oro líquido, la cascada.
177
- ¿Y eres feliz?
-¡iLoemos a Dios, Vapor hermano!
LA BRUMA
178
-Yo escarcho los ramajes. -Yo en tiempos muy re-
[motos
di un canto a las sirenas. -Yo, cuando estoy dor-
[mida,
sueño sueños azules, y esos sueños son lotos.
-Poeta, que por gracia del cielo nos conoces,
¿no cantas con nosotras?
-¡Sí canto, hermanas Voces!
EL AGUA MULTIFORME
179
y al ir, Proteo extraño, de mi destino en pos,
murmuro: -¡Qué se cumpla la santa ley de Dios!
*
Así me dijo el Agua con místico reproche,
y yo, rendido al santo consejo de la Maga,
sabiendo que es el Padre quien habla entre la noche,
clamé con el apóstol: -Señor, ¿qué quieres que haga?
180
LONDRES
181
EN BOHEMIA
182
PASAS POR EL ABISMO
DE MIS TRISTEZAS ...
[Rondós vagos m)
183
CONDENACióN DEL LIBRO
EL PRELADO:
EL POETA:
184
RENUNCiAéióN
Serenidad, 1914
185
l<ALPA 2
186
1 (p. 169) "Andrógino": este poema no parece responder
a ninguna experiencia vivida de Nervo sino más bien a la
temprana imitación libresca de una moda impuesta por esos
años entre Jos "decadentes" europeos gracias a los libros de
Joseph Péladan ( 1859-1918), ocultista místico, neocatólico y
wagneriano que en 1888 restauró con Stanislas de Guaita
y Oswald Wirth Ja Orden Cabalística de la Rosa-Cruz. Sar
Merodack Péladan, como solía pomposamente firmar, inició
una historia de la civilización a través de sus mitos y un
ciclo novelístico en veintiún volúmenes: La décadence latine
( 1884-1900). Su objeto era condenar la fealdad y el materia-
lismo de la moderna civilización industrial y pugnar por el
retorno a la belleza y Ja magia de Jos primeros tiempos me-
diante la purificación de la verdad católica, el triunfo de la
aristocracia de la inteligencia y la negación de los derechos
de las masas.
Anatole France observó que la figura del hermafrodita es
la gran obsesión de Joseph o Joséphin Péladan, como indistin-
tamente se hacía llamar. Bajo el título Erotologie de Platon
Péladan expuso su teoría del andrógino, Jíricamente celebra-
do en su novela L' Androgyne. Restitution d'impressions
é/Jhebiques grecques a travers la mysticé catholique -acaso
el libro suyo que sin salir de México pudo haber leído Nervo.
Péladan, precursor de Ja moda de nuestros días, afirmó
que el andrógino es el canon de Policleto, redescubierto por
Leonardo da Vinci y combina la facultad activa con Ja con-
templativa en perfecta fusión de inteligencia y voluptuosidad:
"L'androgyne est Je sexe artistique par excellence, il confond
les deux principes, le féminin et le masculin, et les équilibre
!'un par l'autre. Toute figure exclusivement masculine man-
que de grace, tout autre exclusivement feminine manque de
force."
Sobre Péladan véase el capítulo "Byzantium" en The
Romantic Agony de Mario Praz, libro indispensable para ad-
quirir una visión no convencional del modernismo, aunque
el único autor de nuestro idioma que aparece fugazmente
citado en sus páginas es Valle Inclán. ·
2 (p. 186) Kalpa o Día de Brahma: unidad de tiempo
que consta de 4 320 000 000 de años solares.
J87
JOSf: JUAN TABLADA
189
court. Desde allí envió una serie ele crónicas, En el
país del sol, reunidas en libro casi veinte años
después.
Al casarse con una sobrina de Justo Sierra, cam-
bió la bohemia por el deporte, se dedicó a la im-
portación de vinos, y empleó sus ganancias en cons-
truirse una gran casa en Coyoacán. En 1909-1910
publicó en volumen las sátiras contrarrevolucionarias
aparecidas en El Imparcial: Tiros al blanco, actuali-
dades políticas, y escribió dos obras de encargo: La
epopeya nacional: Porfirio Díaz (poemas) y Madero
Chantecler, un procaz y brillante libelo que puede
leerse en El pensamiento de la reacción mexicana,
historia documental (1810-1952), compilada por
Gastón García Cantú.
Al acercarse el triunfo revolucionario Tab'ada se
fue prudentemente a un París en plena renovación
estética. Leyó a los poetas japoneses en la recién
aparecida antología de Michel Revon y envió a Re-
vista de Revistas las crónicas de Los días y las noches
de París. A fines de 1912 fue nombrado jefe de re-
dacción de El Imparcial, cargo en que permaneció
hasta julio de 1913. Muy probablemente fue el pri-
mero en calificar como "Decena trágica" los días
9-18 de febrero en que la capital se convirtió en
campo de batalla del ejército porfiriano contra el
gobierno de Madero. Luego escribió a sueldo un in-
creíble ditirambo de Huerta: La defensa social. His-
toria de la campaña de la División del Norte.
Los zapatistas arrasaron su casa y prendieron fue-
go a sus manuscritos, entre ellos el de una novela
La nao de China. Todavía antes de huir de México
se dio tiempo para presentar a un joven poeta des-
conocido, Ramón López Velarde, a los lectores de
190
El i\!Iunclo Ilustrado, y publicar una monografía:
Hiroshigué, el pintor de la nieve y de la lluvia, de la
noche y de la luna ( 1914).
Vivió exiliado en Nueva York hasta que en 1918
el presidente Carranza indultó a los escritores huer-
tistas y nombró a Tablada secretario de la represen-
tación mexicana en Caracas y Bogotá. Ese misino
año casó en segundas nupcias con Nina Cabrera.
Muerto Carranza, Tablada volvió a Nueva York.
Allí escribió sobre el arte precortesiano y la nueva
pintura (de Rivera a Tamayo), dio a conocer una
Historia del arte en México ( 1927), una novela corta,
La resurrección de los ídolos ( 1924), colaboró con
Edgar Varese y Vicente Huidobro en la cantata
Offrandres, y recibió el homenaje de los vanguar-
distas mexicanos que lo salvaron de la demolición
general. En la serie "Nueva York de día y de noche"
continuó su actividad de cronista.
Regresó a México en 1936. Al año siguiente pu-
blicó el primer tomo de sus memorias La feria de la
vida. Los capítu~os del segundo volumen, "Las som-
bras largas", aparecieron en El Universal ( 1926-
1928). Enfermo del corazón se estableció en Cuer-
na vaca hasta 1944, y unos días antes de que cayese
la primera bomba atómica sobre las ciudades japó-
nesas murió en Nueva York cuando desempeñaba
el modesto cargo de vicecónsul.
Con Nervo y Rebolledo, Tablada es el poeta más
representativo del novecientos mexicano. De hecho
escribió lo que pintaban Ruelas, Ramos Martínez,
Zárraga, el primer Montenegro. Por su apasiona-
miento y su destreza técnica estos poemas no mere-
cen el calificativo de "muebles para el museo de la
época" (que Octavio Paz les dio en 1945), aunque
191
la representen como pocos. No menos interesante
que su obra de juventud es la época intermedia (Al
sol y ba¡o la luna, 1918) en que "Los Pijijes" y
"Quinta Avenida" ya anuncian la modificación que
está a punto de operarse en Tablada. Capta en el
aire la muerte del mod.ernismo y se adelanta a los
jóvenes en iniciar nuestra vanguardia, como una
consecuencia natural (necesaria) del movimiento
anterior.
Los haikús de Un día y El jarro de flores resultan
la miniaturización del modernismo, la lieducción de la
poesía a uno de sus elementos esenciales: la ima-
gen, y una cura de reposo y auskridad tras el derro-
che rítmico, verbal y metafórico. Tablada abandona
los grandes temas: casi todos los haikús son poemas
sobre animales, se internan en un reino que antes
dejó de lado la intención lírica.
Humor y piedad, ternura y precisión gráfica, el
gusto por el laconismo del epigrama, un oído bien
adiestrado por las libertades modernistas, permitie-
ron a Tablada escribir estos poemas concisos y per-
fectos que resultaron decisivos para los "Contem-
poráneos", no como ejemplo, sino como estímulo.
Unos años después que Apollinaire, Tablada
hace textos ideogramáticos ("Li-Po") y simultáneos
("Nocturno alterno"). Busca una expresión al mis-
mo tiempo lírica y gráfica que elimine lo discursivo
y pueda, sintetizando, recrear "la vida moderna en su
dinamismo y multiplicidad". Luego, llevado por
su gran entusiasmo hacia López Velarde y el redes-
cubrimiento de México que fue la Revolución, entra
en una final etapa de colorismo nacionalista. La iro-
nía lo rescata del folklore. "El loro" -animal con
quien se identificó siempre Tablada y en cuyo as-
192
pecto solía representarse- parece por momentos
un regreso a las páginas de juventud; pero un regreso
irónico, como si él, que se había burlado de todos,
se riera ahora de sí mismo.
Nacido diez días antes que González Martínez,
Tablada es su opuesto y su complementario. No as-
pira a la madurez, se niega a la fijeza, hace del
cambio una verdadera costumbre. Singular destino el
de Tabfada: inició el modernismo en 1893 y la van-
guardia en 1919. Por la inaccesibilidad de su obra
sigue siendo un desconocido. Por su abyecta conducta
política su importancia literaria aún no se reconoce.
A pesar de todo, como ha dicho Octavio Paz, quizá
José Juan Tablada sea nuestro poeta más joven.
193
BIBLIOGRAFtA
194
ONIX
A Luis C. Urbina
195
¡Oh guerrero de lírica memoria
que al asir el laurel de la victoria
caíste herido con el pecho abierto ...
para vivir la vida de la gloria!
-¡Yo quisiera morir como tú has muerto!
196
MISA NEGRA
1
¡Emen Hethan! ( Cri des Stryges au .Sabbat.)
197
Toma el aspecto triste y frío
de la enlutada religiosa
y con el traj.e más sombrío
viste tu carne voluptuosa.
198
LA BELLA OTERO 2
199
Y tus largas piernas dentro de las medias tenebrosas
¿surgen de ávidos abismos o entre jardines de rosas
son tentáculos bestiales o pistilos de una flor?
200
O bien tu cuerpo todo desnudo con ansia treme
sobre la rada llena de aromas del hondo lecho,
y cuando partes como la ebúrnea y ágil trirreme,
al galeote que te tripula dejas que reme
e hinchas cual vela comba y airada tu blanco
[pecho ...
201
EXÉGESIS
202
LOS PIJIJES
203
nada a los ánades recrea
aunque su ojo que parpadea
distinga todo en derredor ...
204
Y -símbolo de estéril vida,
de inútil ilusión fallida-
mueven en vano el ala trunca,
¡el ala inválida y herida
que ya no habrá de volar nunca!
205
QUINTA AVENIDA
206
HAIKúS DE UN DíA . . .:i
EL SAÚZ
Tierno saúz
casi oro, casi ámbar,
casi luz ...
EL PAVO REAL
HOJAS SECAS
LOS SAPOS
Trozos de barro,
por la senda en penumbra
saltan los sapos.
207
MARIPOSA NOGrURNA
EL RUISEÑOR
LA ARAÑA
Recorriendo su tela
esta luna clarísima
tiene a la araña en vela.
EL BAMBÚ
LA LUNA
208
HAIKOS DE EL JARRO DE FLORES
LIBÉLULA
Porfía la libélula
por prender su cruz transparente
en la rama desnuda y trémula ...
EN LILIPUT
Hormigas sobre un
grillo inerte. Recuerdo
de Gulliver en Liliput ...
VUELOS
EL MONO
DÍA DE SOL
209
PANORAMA
PECES VOLADORES
12 PM
NOCTURNO
ESTRELLA ERRANTE
210
LI-PO 4
211
212
21 3
la perla de la LUNA
La luna es araña
de plata
que tiende su telaraña
en el río que la retrata
Y Li-Po
el divino
que se
bebió
a la
luna
una
noche en su copJ
de vino
214
Algo ebrio por fin
entre un femenino tropel
llega el poeta y se inclina;
una concubina
le alarga el pincel
cargado de tinta de China,
otra una seda fina
por papel
y Li
escribe así:
So
lo
estoy
con m1
frasco
de vino
bajo un
árbol en flor
asoma
la luna
y dice
su rayo
que ya
somos oos
y mi propia sombra
anuncia después
que ya
somos
TRES
aunque el astro
no puede beber
su parte de vino
y mi sombra no
quiere alejarse
pues está c-0nmigo
215
en esa compañía
placentera
reiré de mis dolores
entre tanto que dura
la Primavera
216
NOCTURNO ALTERNO
Y sin embargo
es una
misma
en Nueva York
y en Bogotá :
¡La Luna!
217
LOS ZOPILOTES
218
EL LOR0 5
De la cocinera se mofa
colérico y gutural,
y de paso apostrofa
a la olla de nixtama1.
219
Finge del aeroplano el ron ron
y la estridencia del claxón ...
Y ahogar quisiera con su batahola
la música rival de la victrola ...
220
teosofía. Este aspecto no se discute aquí como sistema de
cree_ncias, sino por su decisivo reflejo estético en el modernis-
mo, cuya c."<plicación quedaría trunca si prescindiera del tras-
fondo ocultista.
Emen I--Iethcm ("Aquí y allá") es el grito de las brujas
que participan en el Sabbath o Sabat, más conocido en es-
pañol por Ja palabra vasca "aquelarre" (literalmente "prado
del macho cabrío"). En principio, el sabat ("reposo" en
hebreo) es el séptimo y último día de la semana, desde
tiempos ancestrales fecha de descanso sagrado para los judíos.
A fin de conmemorar la Resurrección ck Jesucristo los primi-
tivos cristianos observaron el primer día de la semana y el
domingo se convirtió en nuestro sabat.
En el inconsciente colectivo hay una relación dual de oposi-
ción entre Cristo y Satán, y un paralelismo blasfemo que los
opone y analoga. Uno y otro tienen su culto, su liturgia,
sus plegarias, sus sacramentos, su misa. Así como sacerdotes
y monjas se consagran a venerar a Dios, brujas y magos sou-
Jos ministros del Demonio. Con objeto de repetir, pervirtién-
dolos, los ordenamientos divinos, los hechiceros destinaron el
sabat -entre otros días- para celebrar la anti-misa o misa
negra.
Durante Ja rvlisa cristiana la comunión permite que el alma
se eleve místicamente a la altura de Dios. La anti-eucaristía
de la misa negra desemboca en el paroxismo cuando el demo-
nio copula con su sacerdotisa y le da el poder de elevarse
corporalmente y recorrer el espacio (v. Giuseppe Faggin:
Le Streghe, Milán 1959). Mientras que el Sacramento cató-
lico tiene entre sus objetivos consagrar corno virtud la cas-
tidad, el aquelarre - versión aberranternente cristiana de las
bacanales antiguas- es la envoltura ritual que asume la
lujuria en cuanto desenfreno orgiástico y derroche de la vita-
lidad de la tribu. Así, podría decirse que la misa negra es el
reverso del matrimonio sacramental. En ella el deseo se hace
diabólico al convertirse en un fin y no -como fue instituido
por el Cristianismo- en un medio de multiplicación.
La misa negra, pues, representa para los pueblos de cultura
cristiana la sacralización del erotismo: el uso no biológico
de la sexualidad. Por ello el texto de Tablada significó
en 1893 el desafío de la joven generación frente a nuestra
sociedad católica y frente a la oligarquía positivista. En tstc
sentido se trata del primer poema mexicano que podemos
llamar en rigor "erótico'', no una simple celebración del amor
físico semejante a las que encontramos en Manuel M. Flo-
res (1 840-1885).
221
2
(p. 199) La bella Otero: Carolina Puentovalga Otero
nació en Barcelona en 1868 y murió en París en 1965. Pu-
blicó unas memorias: Les souvenirs de la vie intime de la
Belle Otero. Fue con Emilienne D'Alen~on y Liane de Pougy
una de "Les Trois Grandes" del Maxim's entre el fin de
siglo y 1914. La supuesta ;oie de vivre de la Bel/e Époque
llegó a su apoteosis en la Gran Exposición de 1900. Las
revistas ilustradas primero y el cine poco después lograron
que un arquetipo romántico, la Femme Fata/e, dejara de ser
anhelo minoritario para convertirse en sueño diurno <le la
naciente sociedad de masas . La vedette surge entonces como
gran símbolo sexual y objeto laico de inalcanzable veneración
para millones de hombres. Acaso el poema de Tablada sea
la primera rendición de cuentas en nuestro idioma de una
experiencia que las generaciones anteriores no conocieron.
a (p. 207) Haikús: Sobre la relación entre Tablada y la
poesía japonesa hay dos buenos estudios académicos: José
Juan Tablada, introductor del haihái en Hispanoamérica
(1963), tesis de John G. Page que aún permanece inédita
y El haikái en la poesía mexicana ( 1967) de Gloria Ceide
Echevarría.
En los siglos xvr y xvrr surgió el haikái en la poesía del
Japón, libremente derivado de formas estrictas como el renga
y el tanka. El término haikái equivale a "poesía cómica".
Producto del haikái fue el haikú al que un gran poeta,
Matsuo Basho ( 1664-1694), rescató de su condición de
pasatiempo y le dio la mayor dignidad lírica (v. Sendas de
Olw, traducción de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya, 1957).
El haikú se basa en imágenes de gran plasticidad que precisan
la colaboración del lector pues siempre sugieren más de lo
que dicen expresamente. Consta de diecisiete sílabas divididas
en versos de cinco, siete y cinco respectivamente. R. H.
Blyth lo define como "la expresión de un momento de visión
de la naturaleza del mundo ... lo infinito asido en la mano".
Manuel Maples Arce asegura en Incitaciones y valorcrcio-
nes (1959): "No conoció Tablada la poesía japonesa, sino
a través de las versiones inglesas y francesas, acaso de la An-
tología de Michel Revon que tanta influencia ejerció en la
primera posguerra." En realidad las formas líricas japonesas
son intrasplantables fuera de la cultura y la sociedad que las
nutren . Lo que verdaderamente dieron a Tablada fue un
estímulo para hallar dentro del español una forma análoga
y diversa que reprodujera con medios propios la flexibilidad y
el poder de sugerencia del haikú .
222
Tablada fue cauto al dar nombre a sus breves composicio-
nes: las llamó "poemas sintéticos" y dijo en El ¡arro de flores
que eran sólo "poemas al modo del hokku o haikái japo-
nés que me complace haber introducido a la lírica castellana,
aunque no fuese, sino como una reacción a la zarrapastrosa
retórica". Para lograrlo le sirvió, dice Page, "la chispa y el
ingenio de su afición al epigrama".
4 (p. 211) Li-Po: Hay una carta de gran importancia
para la historia de las ideas estéticas en México que sólo
se publicó, bajo el título "Cómo se explica su nueva lírica
José Juan Tablada", en El Universal Ilustrado (noviembre
13, 1919) y nadie, hasta donde llega mi información, ha
vuelto a mencionarla. Miguel Caspistrán Ja descubrió y me
ha hecho el favor de transcribirla para su inclusión en este
volumen. Tablada responde a la carta de López Velarde
(junio 18, 1919) que dio a conocer Elena Malina Ortega en
Poesías, cartas, documentos e iconografía ( 19 5 3).
"Llegando al punto de su poesía ideográfica -escribe
López Velarde- quiero hablarle con absoluta sinceridad
( ... ) Mi actitud, en suma, es de espera. Hasta hoy, lo ideo-
gráfico me interesa, más que por sí mismo, por usted que Jo
cultiva. Desde que conocí lo de Apollinaire, se me quedó la
impresión de algo convencional, y esa impresión persiste des-
pués de reproducirse aquí los poemas ele usted en La Habana:
'Los ojos de Ja máscara' me iluminarán seguramente, ayudán-
dome a concluir mi criterio. Hoy por hoy, dudo con duda
grave de que Ja poesía ideográfica se halle investida de las
condiciones serias del arte fundamental. La he visto como
una humorada, capaz, es claro, de rendir excelentes frutos
si la ejercita un hombre de Ja jerarquía estética de usted.
De cualquier modo, Je repito que sabré estar a su lado, con
mi convicción de que Ja prosapia de su musa es una garantía
permanente de respetabilidad, aun en los procedimientos más
desusados de Ja belleza. No se resfríe por mis confesiones;
al cabo, yo antepongo Ja personalidad de usted a los sistemas
exteriores, y me dispongo, además, a entender mejor todo Jo
que deba esclarecerse en mi conciencia ... "
"He aquí -dice El Universal Ilustrado-- Ja forma galana
en la que el poeta José Juan Tablada explica a su amigo D.
Ramón López Velarde, sus nuevas orientaciones poéticas":
"Mi querido amigo: ¿Vio usted en Social de La Habana
unos poemas míos que llamo 'ideográficos', dos madrigales
y una Imf;resión de La Habana? Pues bien, ellos son los
223
'avant coureurs' de toda una obra, más de 30 poemas que
integrarán mi próximo volum en: Los Ojos de la MJscara .
Hace muchos años leí en la Antología Griega de Panude,
que un poeta heleno había escrito un poema en forma de
'ala' y otro en forma de 'altar'; supe por mis estudios chinos
que en el templo de Confucio se canta cierto himno cuyos
caracteres escriben con el movimiento de la danza los coreó-
grafos, sobre el pavimento. Por fin vi aquello de Jules Renard:
'les fourmis, elles sont: 33333 333 33': ... con lo que sugiere
tan admirablemente la inquieta fila de hormigas_ . . En N ew
York hace 5 años hice los Madrigales ideográficos. Luego vi
algunos intentos semejantes de pintores cubistas y algún
poeta modernista . Pero no eran más que un balbutir. Mis
poemas actuales son un franco lengua je; algunos no son
simplemen te gráficos sino arquitectónicos. La calle en que
vivo es una calle con casas, iglesias, crímenes y almas en
pena. Como la Im{Jresi6n de La Habana es ya todo un paisa-
je. Y todo es sintético, discontinuo y por tanto dinámico;
lo explicativo y lo retórico están eliminados para siempre;
es una sucesión de estados sustantivos; creo que es poesía
pura._.
"Lo que me dice de la ideografía me interesa y me preo-
cupa. Le parece a usted convencional ... ¿más convencional
.que seguir expresándose en odas pindúricas, y en sonetos
como Petrarca? .. . La ideografía tiene, a mi modo de ver,
la fuerza de una expresión 'simult:íneamente lírica y gráfica',
a resef\'a de conservar el secular carácter ideofónico. Ade-
más, la parte gráfica substituye ventajosamente la discursiva
o explicativa de la antigua poesía, dejando los temas lite-
tarios en calidad de 'poesía pura', como lo quería Mallarmé.
Mi preocupación actual es la síntesis, en primer lugar porque
sólo sintetizando creo poder expresar la vida moderna en
su dinam ismo y en su multiplicidad: en segundo, porque
para subir más, en llegando a ciertas regiones, hay que
arrojar lastre ... Toda la antigua 'mise en scéne', mi vieja
guardarropía, ardió en la hoguera de Thais convertida . ..
"Cinco años permanecí absolutamente desinteresado de
los viejos modos de expresión, buscando otros más idóneos
para mis nuevos propósitos. ¡Un lustro! La entomología
moderna ha descubierto que la cigarra permanece 17 años
en un limbo subterráneo antes de surgir y cantar su himno
al sol, que estremece el éter primJveral y perdura en las
noches del trópico ...
224
"Si usted, mi querido amigo, no fuera tan grande poeta,
si en sus obras no manifestara un ejemplo tan encantador
de liberación personal, tomaría a mal esa frase suya: 'Dudo
que la poesía ideográfica se halle investida de las condiciones
serias del arte fundamental.' E stas condiciones y ese arte,
¿no serán, en último análisis, el respeto a la tradición que
nos abruma, nos iguala, impidiendo con la tiranía de sus cá-
nones, la diferenciación artística de las personalidades? ...
"Más bien creo y me lo confirma su actitud expectante,
en que aún no tiene usted documentación abundante para
hacer un juicio definitivo. Además, mi poesía ideográfica,
aunque semejante en su principio a la Apollinaire, es hoy
totalmente distinta; en mi obra el carácter ideográfico es
circunstancial, los caracteres generales son más bien la sin-
tesis sugestiva de los temas líricos puros y discontinuos, y
una relación más enérgica de acciones y reacciones entre
el poeta y las causas de emoción . . . Mis libros Un día y
Li-Po le expl,i,carán mis propósitos me jor que esta exégesis
prematura ...
5 (p. 219) El loro: No se ha estudiado el influjo de Leo-
poldo Lugones ( 1874-1 938) en el modernismo mexicano.
Su lectura fue decisiva para González León, Rebolledo y
López Velarde. Colaboró desde el primer número en la Re-
vista Moderna y allí mismo Las montai'ías del oro recibieron
el elogio entusiasta de Tablada. Seguramente ambos poetas
entablaron correspondencia desde entonces, aunque no se co-
nocieron hasta 191 1 en París.
Lugones escribió el "preliminar" en verso de Al sol ba¡o
y la luna. Fue la segunda vez que se ocupó de un mexicano
pues ya había escrito sobre Oro y negro de Olaguíbel (v.
Las máscaras de la Revista Moderna 1968). Cuando se hnga
un estudio de las relaciones literarias in teramericanas, por el
que ha propugnado Mejía Sánchez, habrá que examinar en
detalle las afinidades entre Tablada y Lugones. "El loro" -es
una ampliación, un comentario o una mexicanización del
poema del mismo título que Lugones incluye en la sección
"Alas" ele El libro de los paisajes ( 1917) . Basta citar las dos
prim eras cuartetas:
225
Sabe cantar un tango entero,
los nombres nunca desacierta,
y según llamen a la puerta,
grita : ¡la leche! o ¡el cartero!
226
ENRIQUE GONULEZ MART1NEZ
227
del búho, cDntinuados en La apacible locura ( 1951).
En 1949 presidió la comisión organizadora del Con-
greso Continental Americano de la Paz. Murió
en pleno trabajo literario cuando aún no termina-
ban las celebraciones por sus ochenta años.
Pedro Henríquez Ureña consideró el soneto "Tuér-
cele el cuello al cisne" (·e n Los senderos ocultos,
1911) como manifiesto literario antimodernista o
síntesis de doctrina estética. Para Rufino Blanco
Fombona con él termina el ciclo modernista. La tra-
dición ve en este soneto un ataque al modernismo
en general y a Rubén Daría en particular.
228
raleza, el espíritu de contemplación y la angustia in-
terrogante frente al misterio de la vida" .
Ninguno de estos propósitos era ajeno al moder-
nismo. Lo que hizo González Martínez fue subrayar
los elementos simbolistas en detrimento de los ras-
gos parnasianos que prevalecieron en la etapa ante-
rior. Para 1911 ya Nervo había torcido el cuello al
cisne o a la elocuencia o al cisne de la elocuencia, y
abierto un camino de aspiración a la serenidad resig-
nada. Onís observa que esto es un rasgo mexicano
-de raíz indígena- inconcebible en, por ejemplo,
Unamuno cuya lucha es de signo inverso: precisa-
mente por no resignarse.
A diferencia de Nervo y Urbina, González Martí-
nez opone al narcisismo la pedagogía. Predica mo-
ralidades austeras al leer en Bergson que la intuición
supera a la inteligencia en la tarea de aprehender la
realidad. Corno Rodó, transforma en una pauta de
vida la evolución creadora bergsoniana.
Toda esta parte de su obra, introspectiva, didác-
tica, panteísta, que busca la soledad y el silencio para
el autoconocimiento y autodominio por medio de ]a
voluntad disciplinada, puede verse en términos de
estilo como la aspiración (dentro del modernismo;
i. e., una de las metamorfosis del movimiento ro-
mántico) a un nuevo clasicismo. Fluido, preciso,
siempre elegante, sin caídas ni excesivas alturas, Gon-
zález Martínez influyó en los poemas de adolescen-
cia escritos por los "Contemporáneos'', a excepción
de su hijo Enrique González Rojo.
Fue un gran traductor de la poesía francesa y no
se ha estudiado el influjo de estas versiones sobre su
amigo López Velarde. Pero ante libros como Zozo-
bra y Li-Po los versos didácticos aparecieron repenti-
229
namente anticuados. Intentó en vano ponerse al día.
Volvió a ser fiel a los principios literarios de su ju-
ventud: prolongó el modernismo hasta 1952 y entre
los sesenta y los oohenta años escribió la parte más
admirab~e de su obra. La muerte de su esposa ( 1935)
y de su hijo ( 1939) rompieron la aspiración a la
serenidad. Entonces hizo poemas de absoluta maes-
tría, en Ja más honda línea elegíaca española. En
"El Diluvio de fuego" ( 1938), que por su extensión
fue imposible incluir aquí, "el dolor personal, el
drama íntimo cedía el paso al sufrimiento del mun-
do". El simbolismo y la poesía de protesta volvieron
a enlazarse en Babel ( 1947), un poema a la ca usa
de la paz. Y en páginas como las admirables "Es-
tancias" de su libro final pudo reconciliarse con su
propio ser escindido y hacer del modernismo un
clasicismo.
230
BIBLIOGRAFÍA
231
Conzález Martínez" en Obra crítica ( 1960). Enrique
Díez-Canedo: "Enrique Conzález Martínez" en Le-
tras de América ( 1944). Ramón L6pez Velarde:
"Frente al cisne muerto" en El don de febrero
(1952). Alfonso Reyes: "Dos tributos a Enrique
Conzález Martínez" en Obras completas, tomo r
(1955).
232
A VECES UNA HOJA DESPRENDIDA
233
Ya sé lo que murmuras, fuente clara;
ya sé lo que me dices, brisa errante.
Silenter, i 909
234
BUSCA EN TODAS LAS COSAS . ..
235
Es un alma que canta y es un alma que llora ...
¡Y sabrá por qué llora, y sabrá por qué canta!
236
TUÉRCELE EL CUELLO AL CISNE ...
237
COMO HERMANA Y HERMANO
238
que saliera de un huevo de alabastro ...
Mientras miras el agua silenciosa,
como un vuelo fugaz de mariposa
sientes sobre la nuca el cosquilleo,
la pasajera onda de un deseo,
el espasmo sutil, el calofrío
de un beso ardiente cual si fuera mío ...
Alzas a mí tu rostro amedrentado
y trémula murmuras: -¿Me has besado? ...
Tu breve ·mano oprime
mi mano; y yo a tu oído: -¿Sabes? esos
besos nunca sabrás quién los imprime ...
Acaso, ni siquiera si son besos .
En un desfalleciente desvarío,
tu rostro apoyas en el pecho mío,
y sientes resbalar sobre tu frente
una lágrima ardiente ...
Me clavas tus pupilas soñadoras
y tiernamente me preguntas: -¿Lloras?-
Secos están mis ojos ... Hasta el fondo
puedes mirar en ellos ... Pero advierte
que hay lágrimas nocturnas -te respondo-
que no sabremos nunca quién las vierte ...
239
MAÑANA LOS POETAS ...
240
CASA CON DOS PUERTAS
241
huésped desconocido ...
Y se pregunta mi inquietud cobarde
si es un cansado amor que llegó tarde
o es un viejo dolor que no ha salido.
242
DOLOR
243
ESCALA DE AUSENCIA
244
MAR ETERNO
245
LA DESPEDIDA
246
6
247
arrancármela del pecho ...
Y soy e1 mismo de enantes,
y sueño que estoy despierto
y cabalgando en la vida
como en un potro sin freno ...
248
ESTANCIAS
249
en que es forzoso que la vida acabe,
asociar el adiós con la sonrisa
y lentamente conducir la nave!
Semeja fuga navegar de prisa.
Llegue la barca al límite supremo
arriando lonas y a compás del remo.
5
Vive mi sueño selvas encantadas
por donde tiendo la mirada y veo
ninfas que se dispersan en bandadas,
sátiros en el rijo del deseo,
mansedumbre de fieras dominadas
por el hechizo musical de Orfeo,
y fuentes que revelan al oído
la eficacia secreta del sonido.
250
trinos que se despiertan en la fronda
evocan mis lejanas primaveras;
no hay un leve rumor que no responda
en clave de palabras mensajeras,
y ven mis ojos, siervos de mis pasos,
nacer auroras y morir ocasos.
251
velas que el huracán hizo jirones
y hube de renovar en cada puerto;
náutica rosa de las tentaciones
a todos rumbos y sin rumbo cierto! ...
¿Qué testigos insomnes a mi lado
dirán que la aventura ha terminado!
10
11
12
Frente a mí, la videncia ele horizontes,
la flor campestre en musgo de esmeralda,
252
y traspasando el filo de los montes,
el reino de las sombras a mi espalda.
Atrás, las altas cúspides bifrontes
cuyos hielos al sol mojan la falda;
y en mitad de la a1tura y del abismo,
la profunda ignorancia de mí mismo.
13
14
15
¿A la ventura? No. La vida clama
y el alma se conturba al llamamiento;
253
todos piden merced y el eco brama
sobre las alas trémulas del viento·
el torrente del odio se derrama, '
huye la grey en trágico lamento,
¡y es fuerza compartir esa agonía
que, por ser la de todos, es más mía!
16
17
18
254
me hiciste guiños en la noche aquella!
Como sobre las alas de un querube,
vi discurrir por la celeste huella
llanto que baja y oración que sube.
¡Tocó mi frente el rayo diamantino
y todo se hizo canto en el camino!
19
20
21
255
anuncia que la hora se aproxiimt
la profética voz de la campana.
Viento renovador ruge en la cima
del alto monte de cabeza cana·
'
oigo el fragor; mas nada me amedrenta
porque escucho mi canto en la tormenta.
22
19 51 - El nuevo Narciso, 19 52
256
MARIA ENRIQUET A
257
María Enriqueta es la única poetisa de alguna sig-
nificación que hay en el modernismo antes de Del-
mira Agustmi y Aifonsina 5torni, y a diferencia de
quienes van a seguir.a escribe una poesía frágil, pu-
dorosa, de sencd1ez coloquial a la manera inglesa.
En textura verbal y preferencias rítmicas sus versos
pueden emparentarse con los de lcaza. El sentimien-
to se parece al de Urbina y está más cerca del ro-
mántico Bécquer que del modernista Rubén Darío.
258
BIBLIOGRAFlA
259
- SENDERO OLVIDADO
¡01vidaste 1a vereda
que conduce a mi cabaña!
Entre la oscura arbo'eda
de aquesta triste montaña
ya tan sólo mi alma huraña
a esperar la muerte queda ...
260
RENUNCIACióN
261
VANA INVITACION
-Hallarás en el bosque mansa fuente
que, al apagar tu seu, copie tu frente.
263
PAISAJE
Acompañante no pido,
que alma huraña siempre he sido.
En mi desdicha secreta,
en mi dolor escondido,
bien me acompaña ei gemido
de la cansada carreta ...
264
ALFREDO R. PLACENCIA
Z65
temas y e] temperamento, con el modernismo ameri-
cano cuyas libertades toma (... ) Alía con el moder.
nismo tendencias populares al parecer incompatibles
con tal movimiento literario, y lo arraiga mejor al
suelo nativo.
266
BIBLIOGRAFtA
267
CIEGO DIOS
268
MISERERE
Corre tu velo.
Las antorchas celestes se han encendido
y hay más luz en tu cumbre que en el Carmelo
De amor rendido,
qmero besar la fimbria de tu vestido,
y gntarte mis culpas, arrepentido,
y asomarme a tus ojos y ver el cielo
que hasta el monte en que pisas ha descendido.
Corre tu velo,
que te encubre a mis ojos y te guarda escondido.
269
No me apartes tu rostro, templa tu safia.
No es blasón de tu brazo que así persiga
y descargue su azote sobre una calia.
¿Ya olvidaste mi historia? Soy una espiga
que nul veces e1 soplo menos airado
batió y deshizo.
Desde e1 claustro materno vengo heredado
con las grandes tristezas del paraíso.
270
Dueño adorado:
por la Llaga bendita de tu costado;
por la tristeza
que en el Huerto sentiste, desamparado;
por la Cruz que ha vencido tu fortaleza ...
ten piedad de este pobre, que va extraviado
por su flaqueza.
271
MI CRISTO DE COBRE
272
que ha de ser lo primero? ...
Con toda esa fortuna
y con mi atroz inmensidad de olvido,
contento moriré; nada más pido.
273
CON UN POCO DE OLVIDO
274
LA FATIGA DE LAS PUERTAS
*
Se acordó de su techo desaparecido.
Era su techo
275
la sombra de aquel otro, también deshecho,
que fue mi nido,
cuyos últimos cantos guardo en mi pecho,
cuyas luces postreras he recogido.
276
Y se fue. Desde entonces no más ha vuelto.
No sé dónde haya ido ni lo pregunto.
Epílogo de todo -y éste es un punto
de gravedad ingente que no he resuelto-:
¿qué debo hacer ahora con estas puertas?
¿debo cerrar acaso? ¿las dejo abiertas?
(;ravedad y no poca
va tomando el enigma. ¿Quién lo resue1 ve?
¿Si me pongo a cerrarlas y el pobre toca?
¿Si quedan como antes y el otro vuelve?
1
(p. 270) ¡Oh qué no~he tan triste la noche aquella ...
1:'oda la estrofa que así comienza y los primeros versos de Ja
s1gmente parafrasean con gran libertad creadora los versículos
3, 6 y 11 del capítulo 3 del Libro de Job (versión Reina/
Valera).
277
RAFAEL LóPEZ
279
El pamasismo, la admiración por Nervo, Darío
y el Santos Chocano de Alma América ( 1906) es-
timularon a Rafael López a buscar temas de historia
mexicana. Junto a lo~ textos pa . not1cu~ que senta-
ron la pauta del tipo de compos1c10nes prem;ables
durante muchos aüos en juegos florales, escrib.ó
páginas que evocan la atmostera "decadente" del
novecientos y algunas compos1c10nes íntimas y amo-
rosas como "Venus suspensa", que muestran una
asimilación profunda del intlujo de López Velarde.
280
BIBLIOGRAFíA
281
RUELAS
282
Y a tu modo repites con la punta cortante
del carb6n, encendido como un limpio diamante,
las terribles palabras del Infierno del Dante.
283
..
LA BESTIA DE ORO
284
la poderosa Bestia signos . funestos traza, .
ebria de orgullo, desde su torre de Babel.
285
¿Sólo con la protesta de vano gesto agónico
veremos a la Bestia chafar nuestro laurel
y derrumbar la estatua y el bello mármol jónico?
¿Colgadas en la fronda del sauce babilónico,
hará llorar el viento las liras de Israel?
286
VENUS SUSPENSA
287
Un conjuro se gesta en la garganta
a las pupilas de inquietud de onda
que abrió el Maligno en tu perfil de santa.
288
Y en un palmo de azul, sola tu huella,
alivia mi crepúsculo cobarde,
cual la paloma de Venus la bella
suspensa en las comisas de la tarde.
Poemas, 1941
289
EFRÉN REBOLLEDO
290
poeta no tenía aún veinticinco años y continuaba
el "decadentismo" de Tablada y el propio Nervo:
liturgia erótica, edad media, joyas, faunos, tedio,
desaliento y toda la imaginería de Prosas profanas.
Asimismo, voluntad de estilo, dominio del oficio
poético, y el otro rasgo parnasiano: la certeza ele
la perfección nunca lograda. Ninguno de estos datos
es sorprendente: lo asombroso es que Rebolledo ·pu-
diera individualizarse dentro de la c;orriente de moda.
Aparte de Tablada y Enrique Gómez Carrillo,
Rebolledo es el único modernista que tuvo cono-
cimiento directo del Japón. A diferencia de su
compañero no se interesó por experimentar con adap-
taciones de formas orientales: sus imágenes se dirían
medallones, no kakemonos; pinturas de Gustave Mo-
reau, no de Hokusai. La segunda versión de Rimas
japonesas ( 1915), posterior en ocho años a la pri-
mera, prueba el rigor artístico de Rebolledo y la sin-
ceridad de su búsqueda de la perfección. Se trata
de un nuevo libro, pues cambia el orden y los títu-
los, altera todas las composiciones y añade una ex-
tensa: "Tamako". Sin embargo, en Rebolledo no hay
modificación: tempranamente encuentra una línea
y persiste en ella ahondándola hasta agotarla en
todos sus matices. Díaz Mirón es el poeta del or-
gullo: Rebolledo es el poeta de la lujuria y su ver-
dadera singularidad está en los doce sonetos de Caro
Victrix ("Carne victoriosa", 1916) que radicalizan el
inicial influjo de Lugones, en cuyos "Doce gozos"
señaló Jorge Cuesta que se inspiran.
Es difícil comprender ahora el valor que se nece-
sitaba en el México de entonces para publicar sone-
tos como los de Rebolledo, los cuales por una parte
ayudan a desinhibirse a López Velarde, y por otra
291
deben de haber .sido la causa de que Rebolledo no
ascendiera en la diplomacia. (Al morir, con treinta
años en el servicio, desempeñaba las funciones de
secretario del ministro González Martínez).
Más directo y osado que Díaz Mirón -en quien
el deseo sigue tenuemente asociado a la idea de
culpa- Rebolledo se aparta del pudor literario mexi-
cano y lleva el erotismo a un punto cercano a la li-
bertad con que se tratan hoy estos temas. En- su
prólogo a los Poemas escogidos Vi11aurrutia habló de
292
apenas noveladas, Hojas de bambú. El águila que
cae, tragedia en tres actos, es una lamentación por
la derrota azteca. Coincide con los intentos plásti-
cos de Saturnino Herrán por hacer apreciar el pa-
sado prehispánico. Más que los cuentos de El desen-
canto de Dulcinea y- el telato Saga de Sígfrída la
Blonda, es importante Salamandra. Entre muchas
páginas estáticas y sutilmente ornamentadas a la
manera visual de Pierre Louys, Salamandra ( 1919)
es la novela más art-nouveau de nuestro modernis-
mo y la primera en que surge la capital post porfi-
riana. Al centro y al margen de l¡i lucha armada 1a
influencia estadounidense desplaza a la francesa. Ele- y
na Rivas -a medias diabolique y a medias flapper-
es ya la mujer nueva que anuncia el mundo a punto
de surgir entr;Jasruinas de la guerra, y en donde
no hay lugar para la bohemia del novecientos: el
poeta Eugenio León termina ahorcándose con la ca-
bellera que le envió Elena Rivas, quien lo obliga
a cumplir una idea baudelaireana expresada en sus
versos. De un solo golpe la realilad destruye el spleen
y el ideal.
293
BIBLIOGRAFfA
294
DANZA DE GEISHAS
295
KóMAKO
296
CARO VICTRIX
POSESIÓN
EL BESO DE SAFO
297
Ancas ele cebra, escorzos de serpiente,
combas rotundas, senos colombinos,
una lumbre los labios purpurinos,
y las <los cabelleras un torrente.
ANTE EL ARA
298
TRISTÁN E !SOLDA
SALOMÉ 7
2Cf}
y contemplando el lívido trofeo
de Yokanán, el núbil cuerpo enarca
sacudida de horror y de deseo.
EL VAMPIRO
300
una boca encarnada y exquisita,
una crencha olorosa como un huerto.
LETEO
EN LAS TINIEBLAS
3-01
y ciñendo tus formas a mi lado
de pasión te estremeces moribunda.
CLARO DE LUNA
302
EL DUQUE DE AUMAttr.
INSOMNIO
303
Jidé, sacia mi sed, amiga tierna,
Jidé, Jidé, Jidé, y el vano grito
rasga la noche lóbrega y eterna.
304
RAMON LóPEZ VELARDE
305
de abogado en :Madero l , ocupó puestos burocráticos
en Gobernación y Relaciones, dio clases de litera-
tura en la Preparatoria y en la Escuela de Altos Es-
tudios (hoy Facultad de Filosofía y Letras), colabo-
ró en Revista de Revistas, El Universal Ilustrado,
Vida Moderriá, MéxíCo Moderno~ .. con-prosas que
intentaron ser nada más crónicas, pero que en reali-
d_a.d forman parte de su poesía: E.l .niinutero . ( 192 3) y
El don de febrero (1952) representan frente a Zo-
zobra lo que es Le Splee1i de París respecto a Les
fleurs du mal. En 1917 dirigió con González Mar-
tínez y Rebolledo el semanario Pegaso que alcanzó
unos veinte números. Vivió, en suma, el conflicto
de tantos jóvenes llegados de la provincia a enfrentar
su timidez y su freno religioso con la pasión de los
sentidos.
Al año siguiente de que López Velarde consagró
La sangre devota "a los espíritus de Gutiérrez Ná-
jera y Othón", murió en el Valle de México su pri-
mer amor: Josefa de los Ríos, Fuensanta ( 1880-
1917). López Velarde cortejaba desde que llegó a
México, a Margarita, hermana de Alejandro Quija-
no. Margarita es la protagonista de Zozobra y del
enigma de amor más intenso y más indescifrab~e de
toda la poesía mexicana. La frustración de esta ido-
latría engendró sus mejores poemas y lo llevó a
aferrarse de nuevo ya no a Fuensanta sino a su re-
cuerdo espectral. Dejó de ser adolescente y su sis-
tema poético se transformó en sistema crítico. Cuan-
do acababa de cumplir treinta y tres años y preparaba
un viaje a Europa, murió asfixiado de neumonía y
pleuresía a raíz de un paseo nocturno.
López Velarde cierra espléndidamente el moder-
nismo mexicano y, al mismo tiempo que Tablada,
306
lo convierte en modernidad, piedra de fundación de
nuestra poesía contemporánea. Sólo el concepto que
identifica el modernismo con una de sus maneras,
la de Prosas profanas, ha hecho que no se considere
modernista a López Velarde, privando a .esta gran
época renovadora del mayor poeta que tuvo entre
nosotros. Las influencias que le sirvieron para des-
pertar su originalidad, sus gustos y afinidades son
modernistas. En todo caso se parece más a los escri-
tores del novecientos que a los vanguardistas de los
veintes, quienes en primer término abandonan la
rima, elemento esencial .en López Velarde. Sin em-
bargo, la amplitud de su visión, algunos poemas en
verso libre y la inesperada actualidad de muchas
imágenes lo hacen ocupar un sitio único en esa ga-
lería de so1edades que fue el modernismo. Si Julio
Ruelas pudo haber ilustrado "El sueño de los guan-
tes negros'', "los gatos que erizan el ruido / y forjan
una patria espeluznante" se inscriben en otro ám-
bito que nada tiene que ver con la Revista Moderna .
y -para citar los propios textos de López Velarde-
obedecen a "la pauta de la última estética, libre de
los absolutismos de la perfección exterior".
Poeta de una ~plejidad tal que precisaría de /
una exégesis verso a verso, tan minuciosa como la
que se-ha hecho con Góngora, López Velarde pre-
senta una pluralidad de alusiones, reticencias, elipsis,
sobrentendidos y significados subtextuaJ.es que no
hay en ninguno de sus antece;Qres. "El conflicto de
base no es distinto al dé Nájera ni al de Nervo
("nuestra única grandeza moral consiste en l~
que nos roe las entrañas"), pero sus dones poéti::os
y su voluntad de estilo son mucho mayores y añade
a su innata sabiduría verbal la de quienes lo ante-
307
cedieron. Con la pugna entre carne y espíritu aqué-
11os hicieron casi siempre retórica: López Velarde
hizo casi siempre poesía.
En López Velarde el poeta deja sus máscaras su-
cesivas: orador, padre de la patria, consejero, dandy,
mártir atormentado por la sociedad, y se convierte
en el hombre de la calle, en el paseante, el flaneur
de la Avenida Madero, en el conversador que da al
lenguaje cotidiano la electricidad del modernismo,
"la moral de la simetría". Ya no es la víctima del
Weltschmerz, el mal del siglo: es el verdugo de sí
mismo tan agobiado por su propio ser que se pone
a distancia y se contempla desde fuera irónicamente.
Nutrido en toda la retórica anterior, habitante de
un país pobre y desgarrado por la guerra civil, López
Velarde es contemporáneo de sus contemporáneos,
de quienes probablemente ni siguiera oyó hablar:
Jules Laforgue y su bufonería dolorida lo aproximan
- al joven T. S. Eliot, su desolación y su protesta con-
lf
de sufrimiento, fuente de desgracia, vivero de infor-
'tunio") y a la voluntaria prolongación del dolor en
el engendramiento de un hijo es semejante a la ac-
titud de Kafka. Pero López Velarde no se encierra
en el orbe de su imaginación, no crea paraísos ni
infiernos artificiales: vive "la formidable / vida de
todas y de todos" en "una sorda bata11a entre el cri-
terio pesimista y la gracia de Eva".
López Velarde existe en la zozobra, oscila sin hun-
dirse definitivamente, dividido entre el falso edén
de la vida provinciana durante el porfiriato ("algo de
lo pasado que ahora amamos porque fue nuestro
y antes no supimos querer porque era un presente
308
o un futuro") y el porvenir sin rostro del que nada
teme tanto como la progresiva norteamericanización
de México; entre la sexualidad que los espaüoles del
siglo XVI identificaron, para condenarla, con el mun-
do árabe, y "la sangrienta flor del cristianismo";
entre el rostro de la Virgen y el cuerpo de una tiple
del Teatro Lírico. Su liturgia es la veneración del
amor; su remordimiento, la conciencia católica que
diaboliza e1 mundo y la carne; su horror -que lo hace
descender de la línea barroca de Quevedo y Valdés
Leal-, la fugacidad y la corrupción de todo. Y juega
a una sola carta: el poema, que se nutre de la expe-
riencia vivida por un hombre acaso débil y torpe
como cualquiera de nosotros, pero que escribe con
la intuición y el raciocinio crítico más despiertos,
con ingenuidad y habilidad, "con la ignorancia de la
nieve / y la sabiduría del jacinto".
Anterior a la divu}gación de las teorías freudianas
sobre la sexualidad infantil, López Velarde ama en
Fuensanta su niñez perdida, "el sueño de la inocen-
cia". Jerez y Fuensanta son la cifra de un mundo
que precede a su encuentro con el verdadero mun-
do, el tiempo de "la primera amargura". Nadie sabe
en verdad lo que fue su infancfa porque sólo se tiene
conciencia de ella desde la vida adulta. La infancia
de López Ve'.arde está inmóvil, inmune al cambio
y a la corrupción. No morirá porque ha dejado de
existir para disolverse en él mismo. Fuensanta y el
pueblo (y por extensión la provincia) son las metá-
foras de la Madre y la Virgen. Para que el mito
interno continúe se ha de preservar la condición virgi-
nal de Fuensanta. Pero el tiempo no puede detener-
se: en el momento de La sangre devota la virgen
309
aldeana se ha convertido en un prototipo menos ro-
mántico: la solterona.
Zozobra fluctúa entre Josefa y Margarita, el niño
de un Jerez en perpetua cuaresma y el fláneur de la
ciudad de México, el "edén subvertido" por la Re-
volución y la capital con sus "flores de pecado".
Contiene cuarenta poemas escritos de 1916 a 1919,
desde los veintisiete hasta los treinta y un años. Al
ordenarlo en forma no cronológica, su autor quiso
que se iniciara con la agonía de Fuensanta ("Hoy
como nunca", dedicado a González Martínez),
hallase su centro en los poemas de Margarita -ciclo
que comienza en "Trasmútase mi alma", "Que sea
para b:en'', "La mancha de púrpura", y culmina en
"La lágrima"- y concluyera en el punto de partida:
"Humildemente", el texto del regreso a Jerez con
dedicatoria "A mi madre y a mis hermanas".
Todo lo que se ha dicho del mexicano, a veces
considerándolo un individuo aparte de la humani-
dad, puede ilustrarse con citas de López Velarde.
La resonancia casi unánime que ha tenido su obra,
el magnetismo que atrae las admiraciones más con-
tradictorias, sólo resulta explicable por el hecho de
que alcanzó a poetizar algo que está en nosotros y
nadie había logrado decir con tanta belleza, tanto
misterio, tanta exactitud. Así por ejemplo la muerte
-deidad f.emenina para aztecas y españ01les en tanto
que otras culturas, como la anglosajona, la represen-
tan en figura de hombre- recorre toda la poesía de
López Velarde como las calaveras omnipresentes en
las iglesias y en el centro ceremonial de Tenochti-
tlan. A semejanza de la Virgen que fue nuestro cate-
cismo, la muerte es también Nuestra Señora. El pri-
mer abrazo y el último se confunden: la amada de
310
López Velarde asume finalmente los rasgos de la
muerte, el ritual del amor cobra sentido porque es
celebrado al borde de un abismo. López Velarde vive
el momento con una "intensidad incisiva" en la pa-
sión por la mujer que es todas las mujeres y el alma
del mundo, la donna angelicata. El mito de la caída
es la realidad de la fugacidad. Hundidos en el tiem-
po, separados por el sufrimiento, los amantes volve-
rán a reunirse en la tumba esperando el día de la
tormenta final, el dogma de la resurrec::ión de
la carne. Porque en las dos grandes ocasiones de su
vida López Velarde no parece haber hecho tangible
su pasión. La espada de castidad volvió a interpo- -E--
nerse entre'Tsolda y Tristán. r'.a amada -participio
pasivo- no se convirtió en la amante -participio ac-
tivo- quizá por miedo a destruir su aura ambigua
hundiéndola en los estr;agos de la fecundidad y la
domesticidad bajo las cuales la pasión original no
podía perdurar. López Velarde realizó así lo que
Denis de Rougemont llama la "p~n por pér- ~
elida", que es el núcleo secreto de su poesía.
Y aunque una parte -ha dicho Octavio Paz-
nos parece
311
BIBLIOGRAFfA
312
HERMANA, HAZME LLORAR ...
Fuensanta:
dame todas las lágrimas del mar.
Mis ojos están secos y yo sufro
unas inmensas ganas de llorar.
Yo no sé si estoy triste por el alma
de mis fieles difuntos
o porque nuestros mustios corazones
nunca estarán sobre la tierra juntos.
Hazme llorar, hermana,
y la piedad cristiana
de tu manto inconsútil
enjúgueme los llantos con que llore
el tiempo amargo de mi vida inútil.
Fuensanta:
¿tú conoces el mar?
Dicen que es menos grande y menos hondo
que el pesar.
Yo no sé ni por qué quiero llorar:
será tal vez por el pesar que escondo,
tal vez por mi infinita sed de amar.
Hermana:
dame todas las lágrimas del mar ...
313
LA MANCHA DE PúRPURA
314
como se acecha un ave fúlgida; y de estos viajes
por la espesura, traigo a mi aislamiento
el más fúlgido de los plumajes:
el plumaje de púrpura de tu deslumbramiento.
315
HOY COMO NUNCA , ..
316
es un paño de ánimas goteado de cera,
hollado y roto por la grey astrosa.
317
TUS DIENTES
318
Bajo las sigilosas arcadas de tu encía,
como en un acueducto infinitesimal,
pudiera dignamente el más d~ gno mortal
apacentar sus crespas ansias . . . hasta que truene
la trompeta del ángel en el Juicio Final.
319
MI CORAZON SE AMERITA ...
A Rafael López
321
HORMIGAS
322
a que apuren los viáticos del sanguinario fruto
que desde sarracenos oasis me provoca.
323
LA úLTIMA ODALISCA
324
de las esencias del rosal:
soy un harén y un hospital
colgados juntos de. un ensueño.
Voluptuosa Melancolía:
en tu talle mórbido enrosca
el Placer su caligrafía
y la Muerte su garabato,
y en un .clima de ala de mosca 2
la Lujuria toca a rebato.
32.5'
queda superflua y estorbosa
¡oh, Tierra ingrata, poseída
a toda hora de la vida:
en esa fecha de ese mal,
hazme humilde como un pelele
a cuya mecánica duele
ser solamente un hospital!
326
TODO ...
.. A . José D. Frías
Sonámbula y picante,
mi voz es la ·gemela
de la canela . .
Canela ultramontana
e islamita,
por ella mi experiencia
sigue de señorita.
Criado con ella,
mi alma tomó la forma
de su botella.
Si digo carne o espíritu,
paréceme que el diablo
se ríe del vocablo;
mas nunca vaciló
mi fe si dije "yo".
Yo, varón integral,
nutrido en el panal
de Mahoma
y en el que cuida Roma
en la Mesa Central.
Uno es mi fruto:
vivir en el cogollo
de cada minuto.
327
Que el milagro se haga,
dejándome aureola
o trayéndome llaga.
No porto insignias
de masón , -- --
ni de Caballero
·- ·:~.de Colón.
328
que todo lo posee
y todo lo bendice;
la dolorosa Naturaleza
sus tres reinos ampara
debajo de mi tiara;
y mi papal -ins_tinto
se conmueve
oon Ja ignorancia de la nieve
y la sabiduría del jacinto.
Zozobra, 1919
329
LA LAGRIMA
Encima ·
de la azucena esquinada ·
que .or~a _la cadavérica almohada;
encima
del soltero dolor empedernido
de yacer como imberbe congregante
mientras los gatos erizan el ruido
y forjan una patria espeluznante;
encima
del apetito nunca satisfecho,
de la cal
que demacró las conciencias livianas,
y del desencanto profesional
con que saltan del lecho
las cortesanas;
encima
de la ingenuidad casamentera
y del descalabro que nada espera;
encima
de la huesa y del nido,
la lágrima salobre que he bebido.
Lágrima de infinito
que eternizaste el amoroso rito;
330
lágrima en cuyos mares
goza mi áncora su náufrago baño
y esquilmo los vellones singulares
de un compungido rebaño;
lágrima en cuya gloria se refracta
el iris fiel de mi pasión exacta;
lágrima en que navegan sin pendones
los mástiles de las consternaciones;
lágrima con que quiso
mi gratitud salar el Paraíso;
lágrima mía, en ti me encerraría,
debajo de un deleite sepulcral,
como un vigía
en su salobre y mórbido fanal.
Zozobra, 1919
331
EL RETORNO MAL:E:FICO
A Ignacio I. Gastelum
333
frescas y humildoo, como humildes coles,
y que la mano dan por el postigo
a la luz de dramáticos faroles;
alguna señorita
que canta en algún piano
alguna vieja aria;
el gendarme que pita ..•
• . . Y una íntima tristeza reaccionaria.
Zozobra, 1919
334
EL CANDIL
· A Ale¡andro Qui¡ano
En la cúspide radiante
que el metal de mi persona
dilucida y perfecciona,
y en que una mano celeste
y otra de tierra me fincan
sobre la sien la corona;
en la orgía matinal
en que me ahogo en azul
y soy como un esmeril
y central y esencial como el rosal;
en la gloria en que melifluo
soy activamente casto
porque lo vivo y lo inánime
se me ofrece gozoso como pasto;
en esta mística gula
en que mi nombre de pila
es una candente cábala
que todo lo engrandece y lo aniquila,
he descubierto mi símbolo
en el candil en forma de bajel
que cuelga de las cúpulas criollas
su cristal y su plegaria fiel.
335
¡Oh candil, oh bajel, frente al altar
cumplimos, en dúo recóndito,
un solo mandamiento: venerar!
Tú no conoces el espanto
de las islas de leprosos,
el domicilio polar
ele los donjuanescos osos,
la magnética bahía
de los cleliquios venéreos,
las garzas ecuatoria'.es
cual escrúpulos aéreos,
y por ello ante el Señor
paralizas tu experiencia
como el olor que da tu mejor flor.
Paralelo a tu quimera,
cristalizo sin sofismas
336
las brasas de mi ígnea primavera,
enarbolo mi júbilo y mi mal
y suspendo mis llagas como prismas.
Zozobra, 1919
337
EL SON DEL CORAZóN
338
La redondez de la Creación atrueno
cortejando a las hembras y a las cosas
con un clamor pagano y nazareno.
339
TREINTA Y TRES
340
y el Profeta de cabras Sé perfila
más fuerte que los dioses y las diosas.
341
EL ANCLA
342
como el cándido islote de burbujas
navega por la taza de café.
Porque mis cinco sentidos vehementes
penetraron los cinco Continentes,
bien puedo, Amor final, poner la mano
sobre tu corazón guadalupano . .."
343
SI SOLTERA AGONIZAS ...
Si soltera agonizas,
irán a visitarte mis cenizas.
344
EL SUENO DE LOS GUANTES NEGROS *
345
¡Oh, prisionera del valle de México!
Mi carne ... , 5 de tu ser perfecto
quedarán ya tus huesos en mis huesos;
y el traje, e1 traje aquel, con que tu cuerpo
fue sepultado en el valle de México;
y el figurín aquel, .de pardo género
que compraste en un viaje de recreo ...
346
LA SUAVE PATRIA
PROEMIO
PRIMER ACTO
347
y tu cielo, las garzas en desliz
y el relámpago verde de los loros.
348
ofrendar aguamiel toda mi briosa
raza de bailadores de jarabe.
349
Intermedio
CUAUHTÉMOC
Anacrónicamente, absurdamente,
a tu nopal inclínase el rosal;
al idioma del blanco, tú lo imantas
y es surtidor de católica fuente
que de responsos llena el victoria}
zóca1o de cenizas de tus plantas.
SEGUNDO ACTO
350
vestidas con las redes de tu sol,
cruzan como botellas alambradas.
351
y nuestra juventud, llorando, oculta
dentro de tí el cadáver hecho poma .
de aves que hablan nuestro mismo idioma.
352
1 (p. 324) Mi carne pesa y se intimida ... : Paz. en "El
camino de la pasión" (Cuadrivio) reclama un estudio sobre
las creencias de López Velarde, indica que por entonces
empezaban a divulgarse en México el budismo y la filosofía
india, y comenta el no advertido sabor oriental de las dos
primeras estrofas de "La última odalisca": panteísmo, reen-
carnación y karma.
Phillips subraya en su indispensable estudio que "el uso
relativamente frecuente de las palabras que evocan el mundo
árabe (hurí, beduino, la Arabia feliz, Zoraida, etcétera) le
sirve a menudo para simbolizar su sensualidad y otras facetas
eróticas".
Rodolfo Usigli nos dice en una carta (Oslo, junio 16,
1969) : "Sería curioso investigar las lecturas de López Ve-
larde, entre las cuales se encontrarían sin duda los Ruba-
yatas, el Ananga Ranga y quizás ejemplares de poesía es-
pañola poco memorable fuera de sus afinidades con la
pesada herencia árabe y con la influencia musulmana que
hacía que el español encerrara en casa y velara intelectual-
mente a sus mujeres. (V. Epílogo sobre la hipocresía del
mexicano.)"
Poco después de recibida la carta de Usigli, conversando
en la redacción de La Cultura en México, Miguel Capistrán
me hizo ver algo tan evidente que no habíamos reparado en
ello: el arabismo de López Velarde y todas sus connotacio-
nes eróticas provienen de su lectura de Las mil y una noches.
En apoyo de su tesis recordé la traducción que hizo Vi-
cente Blasco Ibáñez, el escritor más popular en los años
que median entre La sangre devota y Zozobra, y que publicó
en su editorial Prometeo (Valencia), con prólogo de Gómez
Carrillo. Blasco Ibáñez trabajó sobre la versión francesa
de J. C. Mardrus.
Pero tal vez la obsesión del harén -y por contagio la
abundancia de imágenes de Arabia- no responda en López
Velarde a un simple anhelo promiscuo de poligamia. Quizá
tenga un sentido más espiritual. Sólo el harén -pluralidad
en que cada mujer sigue siendo única- puede reconciliar en
su imaginación la pasión casta -hacia Fucnsanta y hacia
Margarita- con la avidez que le despiertan las otras las
"consabidas náyades arteras". Como tantos hombres ' que
llevan dentro de sí la noción cristiana de culpa, López Ve-
1~.rde no ama a las que desea y no desea a las que ama.
~1gue c~eyen?? que el deseo es pecado y profanación de la
inocencia ong1nal. Nervo --que también estaba "entre dos
aguijones"- resolvió el conflicto de alma y carne al encon-
353
trar a Ana Cecilia, y ello fue en detrimento de su poesía.
López Velarde no encontró a Ja "hurí" (el término es · suyci: :
l~ criatura de u.n paraíso en que los bienaventurados pueden,-
sm culpa, dar nenda suelta a la sexualidad) capaz de permi-
tirle conocer el absoluto amor que vuelve a los opuestos
complementarios. O no quiso encontrarla porque la convi:-
vencia y la domesticidad amansarían la fiereza del amor-
pasión y "las victorias opulentas / se han de volver impe-
dimentas". De esta indigencia del hombre, de esta fatalidad,
nació la plenitud del poeta.
2 (p. 325) y en un clima de ala de mosca: Todos los
comentaristas que han reparado en esta línea Ja juzgan µna
imagen visual que sugiere calor y sensualidad. Gerardo Deniz
encontró que "ala de mosca" era un tejido transparente para
ropa interior y señaló esta línea ele "Ana tole France", un
texto de EZ minutero: "Su experiencia desencantada y volup-
tuosa, como una dama vestida de ala de mosca que portara
en el pecho una roja flor esquivó el rompecabezas desaseado
del mundo."
3 (p. 328) cuando cada muchacha / entorna sus maderas:
"Sus metáforas y reminiscencias ya intrigan a los extraños:
rnal'iana cada frase requerirá una exégesis'', anotó en 1946
Francisco Monterde. Y estos dos versos resultan particular-
mente enigmáticos si no se toma en cuenta que por 1920·
existía la "zona roja" de Cuauhtemotzín, donde las prostitu-
tas -nos informa Usigli- "solían acodarse a sus medias
puertas para atraer a los transeúntes y entornar la mitad su-
perior cuando estaban descansando entre dos faenas, para
anunciar que seguían de guardia, pero se concedían lo que
ahora se llama un coffee break".
Un conocimiento mínimo de la iconografía mexicana de
1914 a 1921 es necesario para entender muchas imágenes
de López Velarde.
' (p. 340) Yo querría gustar del caldo de habas . .. :
Eugenio del Hoyo (Jerez el de López Velarde, 1956) afir-
ma: "Aquí, el 'caldo de habas', a mi juicio, representa el
ascetismo cristiano, la 'cuaresma opaca' [pues nunca faltaba
en la comida de vigilia]; y las guayabas en conserva, la sen-
sualidad ardida y mahometana que lo apartaba, indomable,
del camino de la salvación."
Sin embargo, la estrofa parece transparente en un sentido
menos edificante: el insípido caldo de habas, platillo pre-
dilecto de nuestra clase media hasta los cuarentas, es el sim-
354
bolo .de la vida conyugal y la domesticidad que a yeées .áttat:n
a López Velarde; pero el mundo ("Harén y Hospital") .está
lleno de muieres que encienden sus deseos y evocan el .con•
flicto infantil entre la obhgato.riedad de la sopa y la tenta-
ción y la dulzura del. postre.
ó (p. 346) Mi carne ... de tu ser perfecto: Es fama que
López Velarde escribía en el reverso de los sobres o en pape-
litos que llevaba en el bolsillo a fin ele repasar continuamente
sus poemas. Tenía la costumbre de dejar espacios en blanco
cuando no hallaba el sustantivo o adjetivo exacto. A su muer-
te fueron encontrados "El sueño de los guantes negros",
"Si soltera agonizas'', "¡Qué adorable manía!" La imposibi-
lidad de llenar los puntos suspensivos nos muestra palmaria-
mente las complejidades verbales y conceptuales de su poesía.
6(p. 347) Yo que sólo canté ... José Luís Martínez
advierte semejanza entre el comienzo de "La suave patria"
y la primera estrofa de La Eneida, que dice en traducción
de Miguel Antonio Caro:
355
• 8 (p. 348) Solmt tu t:cl/Jítal cada hora vuela / ojerosa y
pintada en carretela: López Yelarde rescata en estos famosos
versos una imagen que desaparecerá muy poco después al
generalizarse el automovilismo. Las "cortesanas" -esto es
las prostitutas de lujo- solían anunciarse paseando por l~
avenida Madero (como se llaman San Francisco y Plateros
desde el régimen carrancista) en coches de alquiler de cuatro
asientos y cubierta plegadiza: las carretelas de bandera azul
que, para 1921, hacían agónica competencia a los "libres"
(nombre que dimos hasta hace pocos años a los taxis) y a
los ómnibus o autobuses, los cuales inicialmente se impro-
visaron añadiendo capota y asiento a los vehículos de carga;
por ello aún ahora los llamamos camiones.
Acerca de la relación entre la flilnerie y la poesía moderna,
consúltese el citado ensayo de Walter Benjamín en tomo a
Baudelaire. Sobre López Yelarde como flilneur véase "La
avenida Madero" (en EDF, 1952): "No hay una de las vein-
ticuatro horas en que la Avenida no conozca mi pisada. Le
soy adicto a sabiendas de su carácter utilitario, porque racio-
nalmente no podemos separarla de las engañosas cortesanas
que la fatigan en carretela ( ... ) Conocí a un demente que
me despertaba a deshora para repetirme: 'Plateros fue una
calle, luego una rue, y hoy es una street.' No creo lo último.
Pero me inquieta el porvenir al pensar en los letreros en
inglés de la Avenida y en el templo protestante que la
flanquea."
Un segundo texto de 1917, "La fealdad conquistadora'',
expresa su temor y disgusto ante Ja norteamericanización de
México, en un tono curiosamente a medio camino entre el
arielismo de Rodó y el Black is beautiful de los afroameri-
canos contemporáneos: "Cada día la piscina de azulejos de
nuestros patios entúrbiase má~ con la filtración yanqui. El
monroísmo, el masonismo, el separatismo y el protestantis-
mo, en su paciencia conquistadora, cuenta, desde las últimas
fechas, con un aliado: la fealdad étnica. Si algo étnico hay
en Jos ciudadanos de la risa equina de Mr. Wilson es la
fealdad ..."
Esta preocupación se halla en la base de "La suave patria"
("Quieren morir tu ánima y tu estilo .. .'' "sé siempre igual,
fiel a tu espejo diario.") ¿Habrá leído López Velarae el
poema de D1az Mirón "La mujer de nieve" lr, p. 64 de esta
antología] que se publicó aquel mismo año? .
!l (p. 35U) los ídolos a nado / y por encima haberte
desatado / del pecho curvo de la emperatriz / como del pecho
de una codorniz: "La suave patria" se escribió y apareció en
356
1921: centenario de la consumación de la Independencia
( 1821), pero también de la caída de Tenochtitlan y la pri-
sión de Cuauhtémoc ( 1521). Toda la estrofa resume admi-
rablemente y surgiriendo sin nombrar, los últimos momentos
del imperio azteca. "La piragua prisionera": como se sabe,
tras noventa días de batalla terminó el sitio de México-Te-
nochtitlan. Toda la ciudad había quedado en ruinas y llena
de cadáveres. Cuauhtémoc rechazó cada oferta de rendición
y cuando ya no pudo encontrar medios de resistencia en Ja
isla, abandonó Tlatelolco, el último reducto, para continuar
la lucha en las montañas. Intentó cruzar el lago en una pi-
ragua que llevaba insignias reales. Juan García Olguín reco-
noció la embarcación del último gran Tlatoani, lo aprendió
y lo llevó ante Cortés. "El sollozar de tus mitologías" y "los
ídolos a nado" son imágenes de una eficacia que no requiere
elucidación. "Haberte desatado del pecho curvo de la empe-
ratriz" alude al hecho de que Ichcaxóchitl ("Copo de algo-
dón") -la reina niña o Tecuichpo ( "princesita"), hija pre-
dilecta de Moctezuma, viuda de Cuitláhuac- fue separada
para siempre de su esposo e incorporada al serrallo que Cortés
instaló en Coyoacán. Fruto de la violación fue Isabel Cor-
tés Moctezuma. Antes de que naciera su hija, Ichcaxóchitl
pasó a manos de un oscuro lugarteniente del conquistador.
10 (p. 352) la carreta alegórica de fJaia: A juicio de Usigli
la alusión fue tomada de la historia de Booz, posiblemente
a través del Booz Endormi de Víctor Rugo. La alegoría tal
vez represente a la cultura antigua en el hombre viejo (Booz),
a la moderna en la doncella, dándose las manos en torno de
la carreta que lleva la cosecha.
Según Paz "La suave patria" es un poema dramático. "Hay
un fin de fiesta: la aparición de 'la carreta alegórica de paja',
trono rústico de Pomona-Guadalupe-Tonantzin.''.
357
BIBLIOGRAFíA SUMARIA*
I. OBRAS GENERALES
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ÜCAMPO DE Gó~rnz, Aurora M. y Ernesto Prado Ve-
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WEMBLEY, David. Romantic Verse. Antología (Lon-
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V. COLECCIONES
362
INDICE DE AUTORES
TOMO PÁGINA
363
1NDICE DE PRIMEROS VERSOS *
TOMO PÁGIR\
365
TOMO l>AttNA
366
TOMO PÁGINA
367
'I'OMO PÁGINA
368
TOMO PÁGINA
369
TOMO PÁGINA
370
INDICE GENERAL
PÁG.
PREFACIO VII
INTRODUCCIÓN XI
TOMO I
371
PÁG.
372
TOMO II
PÁG.
373
PAG.
374
PÁG.
375
UNIVERSITARIA
.
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