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traducción de José Mingaro y San Martín y Tomás Muñoz Molina, México, Fondo de
Cultura Económica, 1945, pp. 21-106.
El historiador prusiano Friedrich Meinecke (1862-1954) nos presenta en estos dos capítulos
los gérmenes que desde la segunda mitad del siglo XVII darán forma y origen al pensamiento
historicista. El autor fue un especialista en la historia alemana de los siglos XVIII y XIX,
algunas de sus obras más relevantes en lo que respecta a los temas abordados en los capítulos
reseñados son Cosmopolitismo y Estado-nacional (1908) y La idea de la razón de Estado en
la Edad Moderna (1924).
El capítulo dos está dedicado por entero a François Marie Arouet Voltaire, en él identifica la
confrontación entre razón y sinrazón, fenómeno propio del pensamiento ilustrado. La razón
como don divino otorgado debía luchar contra la sinrazón ejemplificada por el pensamiento
religioso dogmático y por la superstición que lo caracteriza. La utilidad de la historia radicaría
entonces en permitir que ésta sirviera para ilustrar a los hombres. Estas ideas lo llevaron a
compaginar su idea de una moral universal y su pensamiento científico con una mecanización
de la moral que permitiera establecer leyes de carácter eterno que fueran aplicables a todos los
pueblos del mundo contribuyendo así a la configuración de una historia de alcance universal.
A lo largo del escrito se evidencia la concepción que Meinecke tiene de lo histórico valorado
a través de las categorías de individuo y evolución; se alude a “...la sustitución de una
consideración generalizada de las fuerzas humanas históricas, por una consideración
individualizadora...”1 y progresista además. Estas nociones lo llevarán a concebir también al
Estado como un individuo con circunstancias singulares, idea que desarrollará más adelante
cuando aborde a los auténticos creadores del historicismo (a Ranke en particular).
1
Meinecke, Friedrich, El historicismo y su génesis, México, Fondo de Cultura Económica, 1945, p. 12.
más representativos de una corriente historiográfica que tuvo su apogeo en Europa desde el
siglo XIX y hasta las primeras décadas del siglo XX.