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UNIVERSIDAD MICHOACANA DE

SAN NICOLÁS DE HIDALGO

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

CONFIGURACIONES FAMILIARES DESDE LA


PERSPECTIVA DE GÉNERO

MTRA. HADA SORIA

OPRESIÓN DE LA MUJER Y SU RELACIÓN CON LA


FAMILIA TRADICIONAL

EDITH ALEJANDRA MANZO ELÍAS

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Opresión de la mujer y su relación con la familia nuclear.

Se cree que el matrimonio y la familia son instituciones eternas y que desde


el inicio de la humanidad ha sido así, también se cree que el matrimonio, la
familia así como las relaciones sexuales son algo separado de las relaciones
económicas de la sociedad. Pero ninguna de las dos afirmaciones antes
hechas son ciertas, dependiendo de la época y del modo de producción, es
como se establecerán las condiciones de la base material, lo que determinará
como deben ser las relaciones sociales, además de que la familia y el
matrimonio refuerzan las relaciones básicas económicas y sociales de la
sociedad.

Con la aparición de la propiedad privada y de la sociedad de clases, el papel


que la mujer ocupaba en la sociedad cambia, podemos decir entonces que el
origen de la opresión de las mujeres es producto del surgimiento de la
sociedad de clases y de la familia nuclear, trayendo un retroceso en cuanto a
igualdad respecto de los hombres.

Engels (1884) califica “el surgimiento de la familia nuclear como la derrota


histórica del sexo femenino a nivel mundial.” Las mujeres pasan a ser
propiedad del hombre, donde este decidirá sobre su vida, su cuerpo, su
reproducción, sus deseos etc. Quedarán atrapadas en un lugar que no
pidieron, y del cual de ahora en adelante se tendrán que encargar como un
acto de amor hacia sus familias, dedicarse a eso que llamamos casa y todo
lo que ello implica.

Engels (1884) también habla de la violación y de la violencia contra las


mujeres y como tienen origen dentro de la familia:

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“El hombre tomó el mando también en el hogar; la mujer fue degradada y
reducida a la servidumbre; se convirtió en la esclava de su lujuria y en un
mero instrumento para la producción de hijos. Para asegurar la fidelidad de
su mujer y por tanto, la paternidad de sus hijos, es entregada sin condiciones
al poder del marido; si él la mata, solo está ejerciendo sus derechos.”

Esta familia tiene como característica principal la monogamia, pero de una


manera hipócrita, “En esta etapa un hombre vive con una mujer, pero de tal
suerte que la poligamia y la infidelidad ocasional siguen siendo un derecho
para los hombres, aunque por causas económicas la poligamia se observa
raramente; al mismo tiempo, se exige la más estricta fidelidad a las mujeres
mientras dure la vida común, y su adulterio se castiga cruelmente. Sin
embargo, el vínculo conyugal se disuelve con facilidad por una y otra parte, y
después, como antes, los hijos sólo pertenecen a la madre.” Engels (1884)

En esta forma de familia (no es la única) que aun predomina en la actualidad


pareciera que la decisión de contraer matrimonio es un acuerdo entre quienes
han de ser los implicados, pero desde los inicios nunca ha sido así, “El
matrimonio es así la expresión formal del contrato entre dos hombres –en
principio, los consuegros- de los cuales uno cede a la hija para que pase a
ser la esposa del hijo del otro; a cambio recibirá una nuera para el hijo de la
casa” (Sau,1993) Por lo tanto la mujer no ha decidido sobre con quien quiere
casarse o si no decide hacerlo, si quiere tener hijos y cuantos, pues al ser
producto de ese “contrato” entre hombres no puede más que asumir sin
reparo lo que su antiguo o nuevo “propietario” requiera.

Dichos contratos entre hombres estuvieron y siguen estando mediados por


sus intereses, ya sea económicos, sociales, políticos etc., ponían un “precio”
a la novia, el cual, quien quisiera tenerla debía pagar. “Matrimonio por, rapto,
matrimonio por compra, dote de la novia cuando ya las cargas del matrimonio
se le hacen demasiado onerosas al hombre, o incluso matrimonio

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aparentemente libre entre contrayentes como el de nuestra sociedad actual,
el fondo es siempre el mismo: es el padre el que casa a la hija y no ella la que
se asa, aunque dicho padre en la ceremonia solo esté presente en el apellido
de ella.” Sau (1993)

El papel que las mujeres ocupan en la familia es fundamental, no sólo para la


reproducción sino también para la subsistencia del sistema capitalista, “la
fuente de la opresión de las mujeres radica en el papel de la familia como
reproductora de la fuerza de trabajo para el capitalismo, y en el papel desigual
de la mujer en su seno. Mientras que la familia de las clases dominantes ha
funcionado históricamente como una institución a través de la que transmitir
la herencia entre generaciones, con el surgimiento del capitalismo, la familia
de la clase obrera asumió la función de proporcionar al sistema una oferta
abundante de mano de obra.” (Smith, 2013).

Esta reproducción y cuidado de la mano de obra de la cual se encargan las


mujeres, es una manera costosa de reproducir dicha fuerza para los
trabajadores pero no para los capitalistas, pues la carga económica para la
crianza de los hijos y la mantención del hogar recae en los obreros y en su
salario en lugar del gasto social del gobierno, lo cual sería lo deseado desde
una perspectiva marxista-feminista.

Pero para que se asuma el papel que el capitalismo otorga a cada uno, se
crea una línea de pensamiento que reafirma, en este caso la institución
familiar, esta ideología obliga a mujeres y hombres a asumir roles de género,
con muy marcadas diferencias; la mujer criadora y ama de casa ideal,
sometidas a su esposo, el cual provee el sustento dentro de la familia, las
encargadas de cuidar, educar y criar a hijos e hijas. Aunque esto no esté
ligado con las necesidades e ideales de hombres y mujeres.

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Desde hace mucho tiempo que la mujer se integró al mundo laboral, pero eso
no ha modificado aún, su rol de ama de casa y madre, pues ya que después
de su jornada laboral, tendrá que llegar a casa a asumir el rol que “le
corresponde”, perduran los ideales de que por ser mujeres deben saber de
labores domésticas mejor que los hombres y por tanto, deben asumir esa
tarea. Dice Smith (2013) que: “El papel de la mujer como cuidadora en el seno
familiar reduce su status al de ciudadanas de segunda clase dentro de
conjunto social, dado que se supone que su principal responsabilidad, y su
mayor contribución, es la de estar al servicio de las necesidades individuales
de su familia.”

Se reconoce a las mujeres que son buenas esposas y madres, se señala a


quienes no cumplen con ese rol, o que simplemente se han negado a asumir,
constantemente son objeto de burlas, hostigamiento y cuestionamiento del
porque no asumir ese rol; “Seguro después cambias de opinión”, “¿para
cuándo te casas, se está pasando tu tiempo?”, “¿no vas a tener hijos?”, ¿y tu
esposo si te deja trabajar? Etc.

“La familia […] Es la encargada de transmitir las tradiciones, las ideas, la


moral, las “normas” sociales e inclusive el concepto mismo de la familia. Esto
se ve claramente en las sociedades y épocas en que las familias vivían
dispersas en el campo y la familia era la responsable de educar a los hijos.
Pero inclusive en la sociedad urbana contemporánea, la familia es crucial
para socializar a los niños e inculcarles las ideas y relaciones dominantes de
la sociedad.” (Onesto, 2006).

Como señalábamos con anterioridad, el matrimonio es una práctica vigente,


aunque no la única, ya se ha comenzado a discutir y replantear ciertas
prácticas que esto implica, lo cual ha traído inconformidad en los sectores
más reaccionarios y conservadores de la sociedad, que salen a defender
férreamente la unión entre un hombre y una mujer, con toda la sumisión que

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eso implica, pero más allá de defender valores morales, se defienden
intereses económicos, políticos y sociales.

“En el capitalismo, la familia es crucial para mantener el control y la cohesión


social: es crucial para criar y socializar a los niños, para enseñar las ideas y
los valores tradicionales que refuerzan las relaciones de propiedad
predominantes. Eso no es posible sin la subordinación tradicional de la mujer
en la familia.” (Onesto, 2006).

Por eso, se nos dice que el papel de la mujer es en la casa, en ese espacio
donde nada relevante pasa, las decisiones importantes y trascendentales
suceden en el espacio público, del cual las mujeres han sido privadas, y
quienes logran ocupar un espacio se enfrentan a discriminación, machismo
etc.

Aunque también debemos decir que en las últimas décadas, la “familiar


nuclear” ha atravesado algunos cambios; la mayoría de las mujeres trabajan
y por lo tanto no son amas de casa de tiempo completo, hay muchos
divorcios, muchas mujeres asumen el rol de la cabeza de familia y mantienen
a sus hijos por su cuenta. Esto escapa de la dinámica de la clase dominante,
y de sus intereses.

Por eso constantes campañas para defender a la “familia natural”, aunque en


esa familia se violente a la mujer, y esta no pueda abandonar a su cónyuge
por miedo al ¿qué dirán?, por sus hijos, porque no tienen una independencia
económica, de nueva cuenta es una manera hipócrita de defender otros
intereses, pues no les importa tanto la familia, sino tener subordinada a la
mujer.

Uno de los debates que debemos de plantear en primera instancia, es cuál


es nuestro papel en la sociedad y porque y quienes lo determinan, y que

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porque desde que nacimos estamos acostumbrados a ciertas formas de
relación estás no deben de ser así, pues no son inamovibles.

También sería ingenuo pensar que solo cambiando las condiciones de las
mujeres todo mejorará, ya que en el capitalismo, tanto hombres como
mujeres son explotados, aunque cada uno adquiere dimensiones, algunas de
las cuales se trataron de enarbolar en este ensayo. Entonces la solución no
solo sería plantear nuevas formas de relación, sino un nuevo sistema que no
permita ningún tipo de opresión. Que a hombres y mujeres se les permita
participar de la vida pública, así como decidir el rumbo de sus vidas, sus
cuerpos etc.

Referencias:

Engels, F. (1884) “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado.”


Moscú: Editorial progreso.

Onesto, L. (2006) “El socialismo, el comunismo y la abolición de la familia.”


USA: Periódico revolución.

Sau, V. (1993) “Ser mujer: El fin de una imagen tradicional.” Barcelona:


ICARIA editorial.

Smith, (2013) “Marxismo, feminismo y liberación de la mujer.” USA: Sin


permiso.

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