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Magíster en Psicología

Mención Teoría y Clínica Psicoanalítica


Aportes Post-freudinanos a la Teoría Psicoanalítica

Monográfico Escuela Francesa: Aproximación al


estatuto del deseo y su relación con la fantasía y el
fantasma en la clínica estructural de Jacques Lacan

Profesor: Mg. Nelson Espinosa.


Estudiante: Sebastián Vásquez V.

Santiago, 8 de noviembre 2017.


La evolución del pensamiento psicoanalítico después de emigrar de Viena y de dejar de
ser una “ciencia judía” propia del grupo de la diáspora germanoparlante, experimenta una serie
de modificaciones, traducciones, relecturas y nuevas interpretaciones dependiendo de la cultura
y el momento histórico de cada uno de los países en donde se introduce el freudismo
(Roudinesco, 2012).
En el caso de Francia, es posible reconocer una seria de hitos e iconos que entregan al
desarrollo del pensamiento psicoanalítico un lugar privilegiado al interior de los discursos
psiquiátricos y psicológicos de la época. Así, la figura de Jacques Lacan, ocupa un lugar
fundamental en relación a cómo articular la enseñanza de la que el mismo, llama como la cosa
freudiana (Lacan, 2010). Proponiendo la subversión del sujeto moderno, como elemento
central de la clínica psicoanalítica de post guerra (Roudinesco, 2010).
La escuela francesa post freudiana, es heredera de una tradición psiquiatra al servicio
de la reclusión hospitalaria de los enfermos -principalmente mujeres, pobres y anormales de las
calles de Paris-, junto a un discurso que aboga por la necesidad de construir un modelo del
freudismo con tintes de latinidad republicana (Roudinesco, 2010). Así la iconografía de la
histeria asilar, se convierte en el campo privilegiado de la psiquiatría dinámica de la cual Lacan
y sus discípulos se sirven para representar a la psicosis de la época (Didi-Huberman, 2012).
De esta forma los psicoanalistas franceses, ocupan un lugar preponderante, que permite
cartografiar las condiciones de posibilidad para la expansión del psicoanálisis, que como
ciencia nobel se preparaba para una de las revoluciones más importantes de los sistemas de
pensamientos contemporáneos: Mayo del 68 (Roudinesco, 2010).
Entre una seria de psicoanalistas que van alcanzar con el tiempo un gran reconocimiento
a su labor clínica, la complejización del texto en freudiano en manos de Lacan logra tensionar
los discursos imperantes al interior de la academia francesa. La popularidad y fascinación que
logra Lacan al deleitar a la juventud francesa de la época, es innegable (Roudinesco, 2010).
A través de la incorporación de nuevos saberes al dogma psicoanalítico; Lacan como
psiquiatra, profesor y líder político de un movimiento es posible identificar la conjunción de
una serie de argumentos que van más allá de la psiquiatría clásica. Así, el estructuralismo de
Levi-Strauss, la lógica, la topología, la lingüística estructural de Saussure, el arte surrealista, la
literatura existencial y la filosofía de Spinoza, encuentran en Lacan una historia de vida que lo
erige como uno de los pensadores más prolíficos de la segunda mitad del siglo XX (Roudinesco,
2010). En este punto, radica la complejidad de su enseñanza, lo encriptado de su mensaje y la
popularidad internacional de su clínica estructural; así como la rigurosidad del trabajo con la
palabra y la voz de los enfermos. (Roudinesco, 2012)
De esta manera, este escrito pretende situar la enseñanza de Lacan durante el año 1958,
donde es posible aproximarse al estatuto del deseo, en su relación con la fantasía en Freud y la
propuesta del fantasma.
Durante el sexto año de su enseñanza, a través de la formación de analistas en Francia,
Lacan decide abordar una de las problemáticas clínicas y conceptos metapsicológicos más
importante para el psicoanálisis desde Freud: el deseo y su interpretación (1958). En la
transcripción de las clases de Lacan, es posible encontrar de forma clara, la fidelidad del
psiquiatra a la exploración del inconsciente emprendido por Freud desde la publicación de la
Traumdentung en 1900.
Así, en un constante retorno a las especificidades de la literatura freudiana, Lacan parte
del análisis de los sueños -como vía regía- para justificar el ejercicio de una clínica estructural
que se funda en la radical separación a nivel del lenguaje, entre el significado y el significante.
Entre sujeto del enunciado y sujeto de la enunciación. Entre el decir y lo dicho. Donde la
practica analítica debe situarse siempre desde este último punto, para interrogar el estatuto del
deseo, y sus límites en relación al sujeto y su inconsciente. (Lacan, 1958, 2010).
A partir de lo anterior, este trabajo intenta abordar de manera sinóptica el estatuto que
Lacan intenta dar al deseo partiendo de la fantasía tal cual Freud la entiende, para pasar al
surgimiento del fantasma lacaniano al interior del grafo del deseo.
Las preguntas que guían esta breve aproximación son ¿Cómo se aproxima Lacan a los
diferentes estatutos que adquiere el deseo en la fantasía y el fantasma?, ¿Qué tipo de elementos
incorpora Lacan a la noción de sujeto cuyo inconsciente se estructura como un lenguaje?,
¿Cuáles son las consecuencias en el ejercicio clínico, que tiene la propuesta lacaniana durante
ese período?
El análisis retrospectivo de Lacan (1958) sobre el deseo en el sueño de Freud, tal como,
permite dar cuenta de las operaciones simbólicas que erigen al wunsch, en relación al lugar que
ocupa el inconsciente como espacio de falta, como un “entre” particular al interior de la cadena
significante. Así, la tragedia edipica, se esquematiza en función de las posiciones que ocupa el
sujeto, como sujeto hablado en el discurso del Otro. Por tanto, Lacan continua -como en toda
su enseñanza- intentando problematizar las consecuencias, que tiene la dialéctica constitutiva
de la realidad psíquica, en la relación fundamente del sujeto al interior del registro de lo
simbólico, lo imaginario y, lo residual puesto en lo Real.
Freud (1908;2002, P.128, 129) es claro al señalar “El adulto deja, pues, de jugar;
aparentemente renuncia a la ganancia de placer que extraía del juego. Pero quién conozca la
vida anímica del hombre sabe que no hay cosa más difícil para él que la renuncia a un placer
que conoció” y luego, “es lícito decir que el dichoso nunca fantasea; solo lo hace el
insatisfecho”. De esta manera, es posible vincular la fantasía en Freud, con las ideas de Lacan
al señalar durante los primeros capítulos del seminario, que el sujeto inaugura su deseo, a través
de cierto registro en falta, de un lugar donde aparece la marca de una ausencia. Una especie de
elisión de ciertos significantes que estructuran la realidad psíquica una vez que el sujeto se ve
atravesado por la castración. En palabras de Lacan (1958;2010, P. 95) “El significante
específico se presenta a la vez como algo que puede ser borrado y, en la operación misma del
borrado, subsistir como tal”. Aquí queda clara, los ejes conceptuales de ambos autores; para
Freud la sexualidad y, para Lacan el lenguaje, ambas a través del falo simbólico propio de la
castración.
Debido a lo anterior, es que el esfuerzo de Lacan en la construcción del grafo, estriba
en la necesidad de situar al deseo, de rodearle concienzudamente para pensar la clínica
psicoanalítica. Esquematizando la circulación del deseo como un incesante movimiento,
esencial y persistente -fragmentado en significantes- donde el ser humano se difumina en el
lenguaje. Aquí, el sujeto aparece fugazmente como “un significante que remite a un sujeto para
otro significante”. En este punto, es necesario establecer la alteridad radical entre el yo de la
enunciación y el yo del enunciado, debido a que nos permite pensar que la posición del analista
se juega en escuchar desde otra posición, desde un no-lugar particular, que los contemporáneos
a Lacan no logran visibilizar, lo cual suscita la rabia, burla y ridiculización de la forma en que
trabajan otros colegas de la época.
Al mismo tiempo, en la dialéctica diacrónica presente en el grafo, Lacan intenta
sincronizar elementos de la relación sujeto-objeto, cuya separación significante es “en sentido
estricto, de la relación con el Otro, en la medida en que hay llamado al otro como presencia,
presencia sobre el fondo de ausencia” (Lacan, 1958;2010, P. 23).
En la formula simbólica del fantasma ($ <> a), éste se sitúa en medio del primer y
segundo piso del grafo del deseo. Donde sintéticamente, en el primer piso, se encuentra la
cadena significante del sujeto (partiendo diacrónicamente del mensaje al código-lenguaje) y,
en el segundo piso la cadena significante del Otro (partiendo diacrónicamente del mensaje del
Otro, al código-pulsional). Bajo esta topografía, el fantasma se sitúa en frente del deseo del
Otro, como un soporte-pivote de lo que sería el deseo. Parafraseando a Lacan una especie de
shifter-symbols, donde es posible encontrar al sujeto barrado, atravesado por el lenguaje, en
una relación dialéctica con el objeto. Pero, no cualquier objeto, aquí la a minúscula “no es un
símbolo sino un elemento real del sujeto, es lo que interviene para sostener el momento -en el
sentido sincrónico- en que el sujeto no logra designarse en el nivel de la instancia del deseo”
(Lacan, 1959; 2010, P. 407).
La función del fantasma propuesta por Lacan, en relación al lugar que le otorga Freud
a la fantasía, permite pensar el estatuto del deseo al interior de la dialéctica psíquica (principio
placer/principio de realidad) como la necesidad de asumir una pérdida. Así, el anhelo se erige
en función de la posición que toma el sujeto en el deseo del Otro. A su vez también, en
requerimiento pulsional, desde una lógica descriptiva de convertirse en objeto de deseo para
alguien más ¿che vuoi? -desde el ¿qué quiere?, al ¿qué me quiere? -.
Lo interesante de pensar el lugar del sujeto y del inconsciente a través de la gráfica
lacaniana, se estriba en relación a como pensar la práctica del psicoanálisis, como un ejercicio
de escucha estructural. Debido a esto, lo importante es analizar la posición que ocupa el sujeto,
en relación a los significantes que lo determinan. Misma operación que es posible llevar, al
momento de trabajar a un nivel que Freud llamaría dinámico la estructura de la demanda; en
función de pensar como el sujeto queda petrificado, enganchado al registro simbólico.
Otro elemento interesante que atraviesa la enseñanza de Lacan es la variante técnica
que introduce a la teoría psicoanalítica. En el seminario XI, el autor parte interrogándose sobre
¿qué es el psicoanálisis? Y ¿Cuál es la posición del analista en todo esto?, permitiendo dar
cuenta de un tipo de trabajo donde el levantamiento de las resistencias, la trabajo sobre la
transferencia y la dirección de la cura, posicionan al analista de recuerdo de la castración. Un
recuerdo de la falta, donde el atravesar el fantasma se relaciona, con encontrar algo de la
dimensión de lo Real, de lo irrepresentable, pero al mismo tiempo, constitutivo de la vida del
sujeto, como sujeto deseante.

Referencias:
Didi-Huberman, G. (2012). La invención de la histeria: Charcot y la iconografía fotográfica de
la Salpetriere. Madrid: Cátedra.
Dor, J. (2010). Introducción a la lectura de Lacan: el inconsciente estructurado como un lenguaje.
Buenos Aires: Gedisa.
Freud, S. (1908). El creador literario y el fantaseo. En Freud, S. (2002). Obras completas. Vol. IX.
Buenos Aires: Amorrortu.
Lacan, J. (1958, 2010). El Seminario VI “el deseo y su interpretación”. Buenos Aires: Paidós.
Lacan, J. (1964, 2010) El seminario V “Los cuatros conceptos fundamentales del psicoanálisis”.
Buenos Aires: Paidós.
Roudinesco, E. (2011). Lacan, esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento.
México: FCE.
Roudinesco, E. (2012). Lacan, frente y contra todos. México: FCE.

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