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De nada sirve anclarte a los errores pasados.

Sean propios o ajenos, o que alguien los haya cometido contigo, no tiene caso
detenerte en ellos, es pura energía mental desperdiciada. Los errores sucedidos,
a veces de manera accidental -o incluso intencionalmente-, cuyos recuerdos
llegan a tu mente revoloteando como pequeños -o grandes- demonios
constructores de infiernos temibles en tu cabeza, en realidad solo deben
interpretarse como lecciones que la vida otorga con el afán de enseñarle a cada
quien lo que está mal y que habrá de evitar en lo futuro.

los-errores Hay quienes descubren a tiempo lo anterior, lo comprenden, lo


asimilan y se perdonan a sí mismos sus errores, o acuden con alguien a que lo
haga, posiblemente un sicólogo, un sacerdote o alguna persona de confianza, y se
liberan del flagelo que significa la carga emocional y hasta física que sus faltas
tienen asociada. Mientras que otros van por el mundo caminando penosamente,
como arrastrando su existencia, apenas viviendo lenta, dolorosa, y sufridamente,
porque decidieron vivir ligados a sus fallas, cargando costales de culpas que
derivan en complejos y hasta en traumas que les impiden transitar por el mundo
con fluidez y ser felices.

Para mí no hay peor desperdicio de energía y tiempo que el vivir anclado a los
errores pasados, pensando siempre en aquello que no debió ser, lamentándolo.

Lo fundamental, lo verdaderamente esencial y natural, es mirar hacia adelante, por


eso la naturaleza dotó a los seres humanos de dos ojos en su rostro,
precisamente para ver hacia el frente, hacia el futuro. Mirar al pasado, lo que
quedó atrás, también puedes hacerlo, pero si fuera igual de importante entonces
ten por seguro que la evolución te habría dotado de otros dos ojos en la nuca. Así
pues tienes que observar siempre hacia adelante, hacia tu horizonte de
posibilidades, y hacerlo sin cargas innecesarias, liviano, sin culpas del pasado.
El modificadores circunstanciales del núcleo verbal (verbo) se llama así porque
indica las circunstancias en que se cumple la acción verbal, considerando lugar,
tiempo, modo e instrumento, es decir, responde a las preguntas ¿Dónde?,
¿cuándo?, ¿cómo? y ¿con qué? se realiza la acción del verbo.

Ejemplos de modificadores circunstanciales:


Los complementos del verbo

Un complemento del verbo es la palabra o grupo de palabras que acompaña al


verbo en la oración. Dicho complemento puede incluso ser otra oración (una
proposición) en una oración compuesta. Los complementos del verbo
complementan a un verbo, hay también los complementos preposicionales o los
complementos del nombre.

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