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De Marx a Jameson, técnica e ideologema o hacia un abordaje materialista de la

literatura
Eje temático: 1. Perspectivas, métodos y formas de investigar
Lucía Feuillet
IDH-CONICET
CIFFyH

En nuestro trabajo proponemos un recorrido por los teóricos culturales y sociales de


la tradición materialista, para comenzar a construir un método de análisis de la literatura.
Basado en las premisas materialistas, Fredric Jameson propone una hermenéutica para
descifrar la dinámica convivencia conflictiva de los modos de producción a partir del
ideologema, unidad mínima del discurso de clase. Karl Marx y Friedrich Engels son
referencias obligadas para entender las contradicciones entre relaciones sociales y fuerzas
productivas que definen el movimiento histórico. Reconstruimos centralmente la
perspectiva teórica materialista a partir de sus autores representativos, retomando la
discusión entre materialismo y economicismo, y proponiendo una respuesta desde la visión
del arte como producción social. Walter Benjamin y Bertolt Brecht median histórica y
discursivamente, contribuyendo a la tradición de abordaje materialista de los discursos
culturales a partir del estudio de la técnica literaria.
En Documentos de cultura documentos de barbarie Jameson subraya la prioridad
del marco interpretativo marxista (1989: 12) y declara la primacía de la interpretación
política de los textos como “horizonte absoluto de toda lectura y de toda interpretación”
(1989: 15). Benjamin, en “El autor como productor” hace hincapié en la importancia del
materialismo como aparato teórico-metodológico para el abordaje de los textos literarios,
retomando una polémica de larga tradición en el marxismo: la preeminencia de las fuerzas
productivas o las relaciones sociales en dicha teoría. Esta controversia adquiere, gracias a
las propuestas benjamineanas para la crítica literaria, una posible respuesta, y viceversa,
estos modos de lectura sólo pueden asirse en toda su complejidad a partir de los conceptos
que discutiremos en el artículo.
Desde la construcción teórica del materialismo, se considera al hombre siempre en
relación con su producción. En la definición de cada una de las etapas históricas por parte
del marxismo es clave no sólo el conjunto de las formas de producción que encuentran en
cada etapa del desarrollo social, sino también su transformación en el curso de la historia.
En este punto registraremos la importancia del marxismo en su permanente intención de
revelar las relaciones sociales y fundamentos históricos que yacen tras las categorías de
análisis, en particular, de la economía, pero como índice de una actitud teórica última ante
cada objeto de investigación. “Historizar siempre”, la premisa jamesoneana, implica revisar
las categorías y los objetos de investigación a la luz de las dinámicas cambiantes de los
modos de producción.
Brecht señala también la importancia de conocer la herencia cultural y la necesidad
de estudiar las técnicas viejas para transformarlas. Mientras que en literatura la técnica
porta la potencia transformadora que corre paralelo a la modificación de las relaciones
sociales: “Es de esperar que la máquina de vapor, el microscopio, la dinamo, etc., el trust
del petróleo, el instituto Rockefeller, la Paramountfilm, etcétera, encuentren la técnica
literaria correspondencias que no haya que enterrar con el sistema capitalista al igual que
estos mismos nuevos fenómenos (Brecht, 1973: 266)”. En el ámbito literario, aporta Brecht
también sus ejemplos, las técnicas del monólogo interior, el cambio de estilo en Joyce y la
disociación de elementos en Döblin y Dos Passos, al igual que el distanciamiento en Kafka,
apuntan a señalar contradicciones históricas de las fuerzas de producción con el estado de la
producción (Brecht, 1973: 267).
De esta manera, lo que propone Jameson es una hermenéutica materialista entendida
como manera de leer los artefactos artísticos en términos de un relato maestro que es en
todos los casos, el modo de producción (Jameson, 1989: 15-24). Tal concepto abarca una
secuencia de etapas de la sociedad que comprenden desde el comunismo primitivo, las
gens, el modo asiático de producción, la polis, el feudalismo, el capitalismo y el
comunismo. Pero esto no significa asignar un texto a una u otra etapa determinada como si
estas elaboraciones teóricas pudieran corresponderse con el modo en que cada sociedad se
organiza en un corte sincrónico, sino percibir las tensiones, antagonismos, convivencias
conflictivas de elementos de modos de producción antiguos y futuros. Esta perspectiva
diacrónica permitiría leer la dimensión del cambio, de la contradicción entre tendencias
temporal y políticamente “incongruentes”.
Pero esto no puede leerse de una manera mecanicista, la mediación es un elemento
ineludible para leer la articulación entre las distintas instancias del modo de producción. El
texto individual se transforma como parte de una dinámica de discursos colectivos, el
ideologema, en este sentido, resulta un instrumento de análisis como “unidad mínima
inteligible de los discursos esencialmente antagonísticos de las clases sociales” (Jameson,
1989: 62). Es decir, el discurso de una clase se organiza en unidades mínimas que son los
ideologemas, y que permiten mediar entre la ideología como opinión abstracta y los
materiales narrativos. El ideologema puede manifestarse como pseudoidea, sistema
conceptual o de creencias de valor abstracto, una opinión, un prejuicio o una protonarración
-fantasía de clase última sobre los personajes colectivos de las clases antagonistas-
(Jameson, 1989: 71).
De esta manera, articulamos la herramienta discursiva del ideologema con la
perspectiva materialista, para rastrear, en el uso de la técnica literaria, en los modos de
organización del discurso narrativo, la contradicción entre relaciones sociales y fuerzas
productivas que permite leer la coexistencia conflictiva de los modos de producción.

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