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CICLO : III
CURSO : COMPRESION Y REDACCION JURIDICA
FACULTAD : DERECHO
NOVIEMBRE 2017-II
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1. INTRODUCCIÓN
Actualmente el mundo jurídico atraviesa una gran crisis lingüística en nuestro medio.
Este gran problema, no solo afecta la parte profesional, sino también lo personal, puesto
que a nadie le gustaría contratar los servicios profesionales de una persona que no sabe
redactar su propio escrito siendo un abogado. Se sabe que la formación académica del
profesional no solo es la impartida en las aulas, sino también depende mucho de la
responsabilidad y seriedad con la cual se forje uno.
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No se puede obtener una clara redacción jurídica si no se tuvo - como mínimo – algún
curso de redacción general, de manera previa. El profesional del derecho debe tener en
cuenta que los estudios generales de lenguaje son la base de su carrera para poder
emprender adecuadamente el estudio del derecho. Lo recomendable es que el abogado
sepa dominar el castellano, debido a que si ignora las reglas gramaticales del lenguaje, el
cincuenta por ciento de su carrera se verá frustrada. Con esto no pretendo sostener que
los abogados sean unos expertos en la lingüística, pero lo más recomendable es que
conozcan los aspectos generales de la gramática castellana para poder aplicar de manera
correcta el uso de los signos de puntuación y la coherencia en la sintaxis de sus escritos.
El tercer criterio recae en el abogado, pues debe saber escribir bien. Es aquí donde un
curso de redacción general ayudaría mucho. Pero si uno, no llegó a realizarlo mientras
cursaba la carrera de Derecho, entonces debería empezar por hacerlo. Algo que olvidan la
gran mayoría de abogados, es que tienen a su alcance la predisposición para poder
escribir, ya sean poemas, cuentos, pensamientos, etc. Si el profesional del derecho
comienza a hacer de la escritura un hábito, la misma práctica le ayudará a relacionarse
mejor con la terminología y a la hora de redactar un documento, verá sus progresos
cuando empiece a darse cuenta por sí mismo, que su redacción es entendible y coherente.
Uno de los secretos para obtener una buena redacción, es la práctica; de este modo, al
redactar sus demandas, denuncias, minutas, etc., dejará no solo una buena impresión en
sus documentos, sino una calidad legible que lo diferenciará de los otros profesionales.
Luego de analizar los criterios principales para obtener una buena redacción, ahora
empezaremos a tratar la eficacia que debe existir en los documentos jurídicos.
Segundo.- No se debe olvidar que redactar es expresar por escrito con exactitud, concisión
y claridad, para que pueda ser entendido.
Tercero.- Se tiene que organizar mentalmente las ideas antes de escribirlas (relación de
ideas).
Séptimo.- El profesional del derecho, no solo debe mostrar una buena redacción, sino que
es menester que sepa argumentar su escrito, teniendo en cuenta las normas vigentes.
Por último, los abogados que se dediquen íntegramente a ejercer las funciones de jueces o
juristas, deben dominar bien las reglas gramaticales de la lengua, puesto que ellos son los
encargados de dar seguridad en sus documentos.
Lo importante de toda buena redacción es tomar consciencia que la escritura debe ser el
reflejo de un correcto pensamiento. Plasmar la terminología correcta, no siempre resulta
sencillo, para ello hay que leer, estudiar y sobre todo practicar. Si cerramos nuestra mente
ante la realidad que existe en las palabras, no nos ayudará a mejorar ni como
profesionales, ni como buenos redactores, puesto que nuestro cerebro no se ejercita. La
redacción para el profesional del derecho, no debe ser visto como algún elemento
opcional, sino obligatorio. La fluidez en el léxico – como en la escritura – solo se logra con
la praxis.
Queda por demás recordar que los escritos y documentos jurídicos de mejor trayectoria y
reconocimiento, fueron redactados por profesionales del derecho que constantemente
llegaron a explorar las cavilaciones más profundas de lo que concierne al estudio de la
sintaxis y la gramática, logrando desarrollar una correcta función. Empero, esta función
para el profesional del derecho, no es nada fácil, sobre todo porque el abogado debe
comenzar a interesarse en el lenguaje y poder enriquecerse de todo lo que le ofrece, no
en vano Nietzsche decía “el que encuentra el lenguaje interesante, por sí mismo se
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distingue de quien no lo admite más que como medio de pensamientos interesantes.”
Pero ¿cómo es el lenguaje jurídico? El derecho debe y tiene que expresarse a través del
uso del lenguaje común, reconociendo sus reglas y captando sus pautas. No se trata aquí,
que el abogado requiera de “otra lengua” para poder expresarse, pero si requiere de un
amplio vocabulario común y jurídico. El derecho como una ciencia social, necesariamente
ha de expresarse en el lenguaje que la sociedad emplea.
Es así como podemos notar que gran parte de la importancia en la redacción jurídica,
recae en la función expresiva del lenguaje jurídico, de tal manera que el hecho que el
derecho se exprese mediante el lenguaje común, pero que se comunique mediante un
lenguaje no-común, es lo que hace que el lenguaje jurídico sea un lenguaje especial.
Cuando el abogado redacta un documento, se sabe que el contenido del escrito debe
esclarecer un hecho o acto del cual deja constancia de su pretensión, los cuales tienen que
cumplir con la formalidad de ley para producir sus efectos jurídicos. Empero, por más que
todo documento busque comunicar o advertir a una de las partes en litigio, la extinción o
pretensión de un derecho o una acción, hace que muchas veces los abogados se olviden
de otorgarle una buena calidad en su estilo.
La finalidad del estilo dentro del lenguaje jurídico, no es otra más que convencer o
persuadir a los destinatarios del derecho que se pretende obtener. Para esto, notamos
que Olivecrona Karl, considera que el lenguaje jurídico siempre emplea un estilo
persuasivo, al indicar: “El propósito de todas las disposiciones jurídicas, pronunciamientos
judiciales, contratos y otros actos jurídicos, es influir en la conducta de los hombres y
dirigirla de ciertas maneras. El lenguaje jurídico tiene que ser considerado como un medio
para este fin, es un instrumento de control social y de comunicación social. Podemos
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llamarlo lenguaje directorio, por oposición al lenguaje informativo.”
Tampoco debemos olvidar que el estilo del lenguaje jurídico en la redacción depende de
quien lo utilice y para quienes lo emplean. Es por ello, que no podemos generalizar las
palabras de Olivecrona y sostener que siempre (para todos los casos), el estilo del lenguaje
jurídico tenga que ser persuasivo, por ejemplo, en el caso de las jurisprudencias, en vista
que aquí, se pueden emplear y recurrir a varios estilos.
Antiguamente las leyes empleaban un lenguaje que estaba dirigido a conmover los
sentimientos de las personas para crearles una consciencia colectiva en determinados
casos. Se trataba de un lenguaje legal, el cual consistía en una oratoria sentimentalista. Un
ejemplo claro se daba en la legislación penal, cuando se utilizaba fuertes epítetos sobre la
atrocidad en ciertos delitos (los de lesa majestad y los perpetrados contra la religión y la
moral). De este modo, el estilo persuasivo que empleaban en los documentos de la
antigua legislación penal, buscaba hacerse respetar recurriendo a la pompa de un lenguaje
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mayestático.
6. CONCLUSIONES
El lenguaje jurídico empleado por los abogados en sus escritos debe ser claro,
conciso y estar conforme a ley, sobre la pretensión que se persigue.
La importancia de la redacción jurídica es fundamental en todo documento
jurídico, ya que si los profesionales del derecho no se expresan con la terminología
adecuada, la redacción de su escrito puede llegar a perder su objetividad.
La redacción jurídica debe resultar eficaz, sobre todo, si a través del escrito, se
logra el propósito de lo que se solicita. Además todo documento debe informar,
persuadir, estimular y esclarecer los hechos narrados para conseguir resultados
óptimos de lo que se está solicitando.
La palabra escrita es el principal elemento del lenguaje jurídico, por este motivo,
es de suma importancia para redactar los documentos con una coherencia
pertinente.
La redacción jurídica debe poseer dos instrumentos: las reglas de la gramática y el
estilo. Es lógico que para poder redactar correctamente, hay que conocer las
reglas de la lengua y así poder construir proposiciones coherentes.
Una buena redacción jurídica debe constar de oraciones cortas y claras, un
correcto uso de la terminología jurídica en su sentido propio, y no contener
palabras ambiguas u oscuras que dificulten su comprensión e interpretación.
Si un profesional del derecho se refiere a hechos concretos, aplicando de manera
correcta el uso de un lenguaje apropiado y mantiene el estilo, orden y la claridad
en sus escritos, su éxito está más que garantizado.
Por último, recordemos las palabras de Césareo Rodriguez-Aguilera: “El Derecho
ha de ser siempre un idioma bien hecho. El arte del jurista es decir claramente el
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derecho.”
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RODRIGUEZ-AGUILERA Césaeo, “El lenguaje jurídico”. Bosch, Barcelona, 1969,
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