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Introducción: “El objeto de la Lingüística”

La lengua: su de inición
Cada vez que alguien pronuncia, un observador atento puede ver una serie de cosas como el sonida y la expresión de
una idea entre otras, siempre teniendo en cuenta que es el punto de vista el que crea el objeto.
El fenómeno lingüístico presenta constantemente dos caras que se corresponden sin que valga más una que la otra.
Por ejemplo:
1.Las sílabas que se articulan son impresiones acústicas percibidas por el oído, pero los sonidos no existirían sin los
órganos vitales.
2. El sonido no es más que el instrumento del pensamiento y no existe por sí mismo. Junto con la idea, puede formar
una unidad compleja, isiológica y mental.
3. El lenguaje tiene un lado individual y uno social, y no se puede concebir uno sin el otro.
4. En cada momento, el lenguaje implica un sistema establecido, una evolución, una institución actual y un pasado.
La lengua no se confunde con el lenguaje ya que la primera no es más que una determinada (y esencial) parte del
lenguaje. Mientras que el lenguaje es multiforme y heteróclito, la lengua es una totalidad en si y un principio de
clasi icación. El ejercicio del lenguaje se apoya en una facultad que nos da la naturaleza, mientras que la lengua es una
cosa adquirida y convencional que debería estar subordinada al instinto natural, en vez de anteponérsele. La lengua
es una convención y la naturaleza del signo en que se conviene es indiferente; el apartado vocal es secundario en el
problema del lenguaje.
En el lenguaje, la articulación puede designar o bien la subdivisión de la cadena hablada en sílabas, o bien la
subdivisión de la cadena de signi icaciones en unidades signi icativas. Se podría decir que no es el lenguaje hablado el
natural al hombre sino la facultad de construir un sistema de signos distintos que corresponden a ideas distintas
(lengua). La lengua es la que hace la unidad del lenguaje.

Circuito de la palabra:
1. Cerebro de A -> Conceptos asociados a imágenes acústicas que desencadenan unas imágenes acústicas. Proceso
psíquico.
2. El cerebro de A transmite a los órganos de la fonación un impulso correlativo de la imagen. Proceso isiológico.
3. Las ondas sonoras se propagan desde la boca de A al oído de B . Proceso ísico.
4. Proceso inverso en B : del oído al cerebro (transmisión isiológica) y luego acción psíquica.

Primera Parte: Principios Generales.


Capítulo I: Naturaleza del signo lingüístico.

1. Signo, signi icante y signi icado.


Una perspectiva simplista establece que la lengua es una nomenclatura, es decir, una lista de términos que
corresponden a otras tantas cosas:
= ARBOR = ÁRBOL = TREE

El signo lingüístico une un concepto (cosa) con una imagen acústica (nombre o sonido). La imagen acústica no es sólo
el sonido como un material o algo ísico sino una huella psíquica, la representación que de él nos da el testimonio de
nuestros sentidos. El carácter psíquico de nuestras imágenes acústicas aparece claramente cuando observamos
nuestra lengua materna y, como las palabras de la lengua materna son para nosotros imágenes acústicas, hay que
evitar hablar de los “fonemas” de que están compuestas.
El signo lingüístico es una entidad psíquica de dos caras: concepto (cosa) + imagen acústica (palabra o sonido). Éstas
dos partes están íntimamente unidas, se reclaman recíprocamente y, en conjunto, forman el signo lingüístico: el
concepto se convierte en el signi icado y la imagen acústica pasa a llamarse signi icante.

2. Primer principio: lo arbitrario del signo.


El signo lingüístico es arbitrario porque el lazo que une al signi icado con el signi icante es arbitrario porque depende
de la lengua y la existencia de la misma imagen acústica (signi icante) no siempre tiene el mismo concepto
(signi icado). Nadie contradice el hecho de la arbitrariedad del signo, es más: domina toda la Lingüística y sus
consecuencias son innumerables (aunque no siempre éstas aparezcan a simple vista). Todo medio de expresión
recibido de una sociedad se apoya en el principio de un hábito o convención.
El símbolo no es nunca completamente arbitrario, no está vacío: hay un rudimiento de vínculo natural entre el
signi icante y el signi icado. El símbolo de la justicia, la balanza, no podría ser reemplazado por cualquier otra cosa
como, por ejemplo, un carro.
Se podría apoyar en las onomatopeyas para decir que la elección del signi icante (imagen acústica) no siempre es
arbitraria, pero las onomatopeyas nunca son elementos orgánicos de un sistema lingüístico; no son más que la
imitación aproximada de ciertos ruidos. las exclamaciones, muy vecinas de las onomatopeyas, son expresiones
espontáneas de la realidad y no necesariamente tienen un vínculo entre signi icado y signi icante.

3. Segundo principio: carácter lineal del signi icante.


El signi icante, por ser de naturaleza auditiva, se desenvuelve en el tiempo y tiene las características que toma de éste:
representa una extensión mensurable en una sola dimensión, es una línea.

Capítulo II: Inmutabilidad y mutabilidad del signo.

1. Inmutabilidad
Si, con la relación de la idea que representa, aparece el signi icante como elegido libremente, es libre; ahora si, en
relación a la comunidad lingüística que se lo emplea no es libre, es impuesto. A la masa social no se le consulta ni el
signi icante elegido por la lengua y a su vez éste tampoco podría ser reemplazado por otro. El individuo será incapaz
de modi icar un signo lingüístico, la masa está atada a la lengua tal cual es.
En cualquier época que elijamos, podemos ver la lengua como una herencia de la época precedente, a pesar de que no
podemos comprobar el momento exacto en que se estableció un contrato entre los conceptos y las imágenes
acústicas. Mientras tanto, las modi icaciones de la lengua no están ligadas a la sucesión de generaciones que se
mezclan, se interpenetran y cada una contiene individuos de todas las edades.
Hay que tener en cuenta 4 consideraciones:
1. El carácter arbitrario del signo pone a la lengua al abrigo de toda tentativa que pueda modi icarla de modo que la
masa no podrá discutirla.
2. La multitud de signos necesarios para construir cualquier lengua, es decir que por más que haya veinte o cuarenta
letras o las que sean, siempre se podrá combinar.
3. El carácter demasiado complejo del sistema, el cual es tan grande y profundo que no se lo puede comprender más
que por la re lexión.
4. La resistencia de l,a inercia colectiva a toda innovación lingüística. Teniendo en cuenta que todos los individuos se
sirven de la lengua durante todo el día, ésta es inmodi icable.
La lengua está situada en el tiempo y el signo es arbitrario porque no conoce otra ley que la tradición y, precisamente
por estar fundido en la tradición, puede ser arbitrario.

2. Mutabilidad.
El tiempo altera más o menos rápidamente los signos lingüísticos mientras que a veces asegura la continuidad de la
lengua de modo que, con esto, se puede hablar de la inmutabilidad y la mutabilidad del signo. El signo está en
condiciones de alterarse porque se continúa; el principio de alteración se funda en el principio de continuidad. Sin
importar los factores de alteración ni si obran aisladamente o combinada, siempre conducen a un desplazamiento de
la relación entre signi icado y signi icante.
Una lengua es incapaz de diferenciarse contra los factores que desplazan minuto tras minuto la relación entre
signi icado y signi icante. Esa es una de las consecuencias de la arbitrariedad del signo, esta arbitrariedad es la que
separa radicalmente a la lengua de todas las demás instituciones. La lengua se alterna, o mejor: evoluciona, bajo la
in luencia de todos los agentes que pueden alcanzar los sonidos o los signi icados.
Las causas de la continuidad están a priori al alcance de observador, no pasa lo mismo con las causas de la alteración a
través del tiempo: el tiempo altera todas las cosas y no hay razón para que la lengua se escape de esta ley universal.

Capítulo III: La lingüística estática y la lingüística evolutiva.

1. La dualidad interna de todas las ciencias que operan con valores.


Pocos lingüistas se dan cuenta que la intervención del factor tiempo es capaz de crear a la lingüística di icultades
particulares y que coloca a su ciencia ante dos rutas absolutamente divergentes, cada una con su principio propio.
En la lingüística hay dos ejes:

Eje de similitudes (A-B): Relaciones entre las cosas existentes donde está excluida
toda intervención de tiempo.
Eje de sucesiones (C-D): Nunca se puede considerar más de una cosa por vez, pero sí
donde están situadas todas las cosas de primer eje con sus cambios respectivos.

Mientras un valor tenga por uno de sus lados la raíz de las cosas y sus relaciones
naturales, se puede hasta cierto punto seguirlo en el tiempo, aunque sin olvidar nunca que cada momento depende de
un sistema de valores contemporáneos. Su vinculación con las cosas le da, a pesar de todo, una base espiritual y por
eso las apreciaciones que se le apliquen nunca son completamente arbitrarias; su variabilidad es limitada. Cuanto más
complejos y rigurosamente organizado sea un sistema de valores, más necesario es, por su complejidad misma,
estudiarlo sucesivamente según sus dos ejes. La multiplicidad de signos nos prohíbe en absoluto estudiar
simultáneamente sus relaciones en el tiempo y sus relaciones en el sistema. De este modo, la lingüística se divide en
dos: la lingüística sincrónica (evolución) referida al aspecto estático de esta ciencia, y la lingüística diacrónica
(lingüística evolutiva) relacionada a las evoluciones. Este entrecruzamiento de éstos dos órdenes se da ante el mismo
objeto: una oposición.

2. La dualidad interna y la historia de la lingüística.


Para el sujeto hablante, su secesión en el tiempo es inexistente: el hablante está ante un estado. Lo mismo para la
lengua: no se la puede describir ni ijarle normas para el uso más que colocándole el lingüista en un estado
determinado.
Desde que existe la lingüística moderna, se puede decir que ha estado totalmente absorbida en la diacronía. La
gramática comparada de indo-europeo utiliza los datos que tiene a mano para reconstruir hipotéticamente un tipo de
lengua precedente; la comparación no es para ella más que un medio de reconstruir el pasado. La gramática
tradicional ignora partes enteras de la lengua, cree que debe promulgar la hablada, lo que hace que sea considerada
“no cientí ica”. Después de conceder lugar excesivo a la historia, la lingüística volverá al punto de vista estático de la
gramática tradicional, pero con espíritu nuevo y otros procedimientos, y así el método histórico habrá contribuido a
ese rejuvenecimiento.

3. La dualidad interna con ejemplos.


La oposición entre dos puntos de vista diferentes (sincrónico y diacrónico) es absoluta y no tolera componendas. La
relación entre un singular y un plural, sean cuales fueren las formas, pueden expresarse en todo momento por un eje
horizontal:

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