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I. Hombre de las postreras horas del Renacimiento, Herrera -según apunta Cristóbal Cuevas
(1985-2006)- persiguió con ahínco los ideales de hombres como Bembo, Scaligero, Medici y, sobre
todo, Petrarca, al que consideraba no solo un modelo de humanidades y poesía, sino también un
ejemplar de vida ("Herrera, que al Petrarca desafía", escribe Lope de Vega en su segunda Silva) El
Divino ve en Petrarca el máximo exponente de cierto humanismo cristiano que, a través de la vida
éticamente vivida y la obra cuidadosamente depurada, permite alcanzar la inmortalidad, tanto del
alma como de la literatura.
La principal fuente de datos biográficos sobre Fernando de Herrera, nos indica Oreste Macrí
(1972), es el Libro de verdaderos retratos, del pintor Francisco Pacheco (1571-1654), autor,
asimismo, del retrato que conservamos del poeta y editor póstumo de sus poesías.
Nacido en Sevilla en torno a 1534 y muerto en 1597, llevará una tranquila vida parca en
acontecimientos dignos de mención. De Petrarca, como hemos comentado con anterioridad,
heredará un gusto por la soledad y el recogimiento. Hombre de enorme erudición, dedicará horas y
horas al estudio de los poetas clásicos y modernos (como muestran sus Anotaciones a la poesía de
Garcilaso), así como al repaso y reelaboración de sus propios textos. Macrí enumera, basándose en
los testimonios de sus coetáneos, los rasgos fundamentales de su personalidad:
extremado rigor moral y artístico, naturaleza esquiva y desdeñosa, discreción y respeto al honor de
los demás, sencillez de vida y rotunda defensa de su propia independencia, austeridad y desprecio de
las alabanzas del vulgo, lealtad a pocos y escogidos amigos, culto casi ascético de la palabra y el
estilo al identificar la inspiración con la conciencia artística, y la poética con la poesía, máximo
respeto a la verdad histórica, ausencia de ironía y mistificación. (Macrí, 1972, pp. 37)
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El texto se basa principalmente en la edición de 1582, esto es, la del propio Herrera, aunque también
incluye otros textos pertenecientes a la edición de Pacheco. El texto anota, asimismo, las variantes de
1619. Se mantiene la ortografía originaria, a la que Herrera daba tanta importancia, y se moderniza la
acentuación y puntuación.
Asimismo, existen otros manuscritos publicados con posterioridad, a saber: el descubierto
por José María Asensio en 1870, que tituló Poesías inéditas, y el descubierto por José Manuel
Blecua en 1948, que salió a la luz con el nombre de Rimas inéditas.
III. Hemos visto, pues, cómo Herrera opera en una norma estética y expresiva bien
acotada espacio-temporalmente y cómo en ella, verbigracia, el tema del dolorido sentir es un lugar
común. En este trabajo no ha sido imposible profundizar en detalles sobre las peculiaridades
formales herrerianas, esto es, los mecanismos lingüísticos que singularizan su obra entre la de de
sus coetáneos, aunque sí -casi sin quererlo- han quedado esbozados algunos de sus rasgos más
notorios, verbigracia, las metáforas lumínicas o el abundantísimo uso del fuego como motivo que
encarna el ardor amoroso (cuyo paradigma sería el soneto LXXII). Uno de los aportes más
valiosos de Herrera, para muchos, es haber servido de puente entre Garcilaso y Góngora, pero esto
sería minusvalorar la obra del sevillano. Herrera es un poeta con identidad propia, de un rigor
estilístico absoluto y cuya lectura nos puede ayudar a comprender con qué fecundidad se
desarrollaron las nuevas formas importadas por Garcilaso y Boscán. Sin necesidad de recurrir a la
sensorialidad de las églogas garcilasianas o a la intricada arquitectura de ciertas obras gongorinas,
Herrera es capaz de componer un mundo no de áspera y fría perfección, sino de abrasada belleza.
Bibliografía
LOPEZ Bueno, Begoña & MONTERO Delgado, Juan, Vida y obra de Fernando de Herrera, [En
http://www.cervantesvirtual.com/portales/fernando_de_herrera/autor_vida_obra/#autor_2]
Consultado el 6 de Diciembre de 2017.
HERRERA, Fernando de, Poesía castellana original completa, ed. Cristobal Cuevas, Madrid,
Editorial Cátedra, (1985-2006)
HERRERA, Fernando de, Poesías, ed. Vicente García de Diego, Madrid, Espasa-Calpe, (1970)
MACRÍ, Oreste, Fernando de Herrera, Madrid, Editorial Gredos, (1972)
RIQUER, Martín de, Los trovadores, Madrid, Editorial Planeta, (1975)
SALINAS, Pedro, Jorge Manrique o tradición y modernidad, Barcelona, Seix Barral, (1974)
YVANCOS Pozuelo, José Luis, El lenguaje poético de la lírica amorosa de Quevedo, Madrid,
Editorial Universidad de Murcia (1979)