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Enseñanza y Arquitectura
Los problemas referentes a la enseñanza de la Arquitectura están a la orden del día y revisten una
importancia considerable, por cuanto se trata de la formación de las futuras generaciones, las cuales
tendrán como misión, construir viviendas, escuelas, fábricas y organizar físicamente a nuestros pueblos
y a nuestras ciudades.
Hay que puntualizar los cambios radicales aparecidos últimamente en los métodos de producción, las
transformaciones aceleradas en las estructuras económicas y sociales, y los nuevos medios
prodigiosamente ricos en los materiales y en las técnicas, una fresca manera de pensar, de sentir y de
querer vivir, que son factores que obligan al Arquitecto a asumir una determinada actitud frente a la vida,
a la aceptación de un código de conciencia que hace necesaria una rectificación en los planes de
estudios de la Arquitectura, la más social de todas las Artes y la más íntimamente ligada a nuestras
vidas.
Planificar y organizar el medio físico, el marco donde va a vivir el hombre, hacer más favorables sus más
diversas actividades tanto individuales como familiares y sociales, como también satisfacer sus
necesidades físicas y espirituales. Él construye y levanta las formas, las envolturas que tienen como
función limitar los espacios vivibles, con la ayuda de los materiales lo más adecuados posibles y puestos
en equilibrio, con ciencia y técnica, cumpliendo con las leyes de la estática. El Arquitecto debe tomar en
cuenta de manera especial las condiciones intrínsecas de cada país, los factores reales, geográficos,
climatológicos, sociales y económicos y debe situarse dentro de un determinado momento de la historia,
de una cultura y de una sociedad especifica; es indispensable sentirla, entenderla y saber interpretarla.
Él tiene una misión clara y definida, y puede ser si así lo desea el más fiel y elocuente intérprete de su
época.
El Arquitecto pertenece con el Ingeniero a la casta de los constructores y en este último siglo se
manifiesta espectacularmente como científico y técnico.
Debe tener una preparación y una educación dirigida hacia estos aspectos, una intuición estructural y
constructiva, un espíritu dirigido hacia la estática, debe ser TÉCNICO, pero debe saber que la técnica es
únicamente un medio y que el fin principal no debe ser ella, sino el hombre y únicamente el hombre.
La revolución industrial nos ha traído nuevos contenidos y obliga también a una programación cada vez
más exigente y compleja y por otro lado, los factores económicos han revolucionado las normas del
diseño y han surgido con la industrialización formas distintas y desconocidas: prefabricadas, moduladas
y normalizadas que nos obligan a idear un nuevo método de organización estructural.
El arquitecto al ser sensible a los acontecimientos arquitectónicos, posee un cierto sentido e intuición
plástica, un conocimiento rico de los hechos visuales. Puede imprimir una fuerza expresiva a los
espacios vivibles. Si logra utilizar con sensibilidad, amor y emoción el lenguaje de las formas, las
relaciones espaciales, los efectos logrados con la luz, los colores y las texturas, e interpretar el
modelado, puede ser también un ARTISTA y habrá logrado enteramente su difícil y complejo cometido.
La arquitectura se une y se asienta en el ambiente natural, (paisaje, luz y sitio). El Arquitecto coordina y
ordena a los diversos componentes urbanos, a los tejidos sociales, las unidades residenciales, a los
centros de trabajo y de producción, a los núcleos destinados a la cultura, el reposo y el esparcimiento.
Existe entonces una íntima y estrecha relación entre Arquitectura y Urbanismo que deben considerarse
como parte del mismo proceso constructivo: el primero imprimiendo una forma a las actividades
humanas y el segundo ordenando las relaciones entre ellas, y demuestran entonces que el uno es
únicamente un órgano construido en medio de un espacio establecido y creado por el otro.
Pensamos que los cursos teóricos y prácticos de Urbanismo deben formar parte, en una forma más
amplia, más extensa y más profunda en las materias vigentes de las Escuelas de Arquitectura.
La Escuela no debe cargar la mente del estudiante con conocimientos inútiles y académicos y cuidarse
mucho de los programas vagos y supercargados; conviene más bien formar principalmente una mente
equilibrada y flexible, acostumbrada a una gimnasia mental que le permita resolver cualquier problema,
de cualquier índole y en cualquier momento. Debe también desarrollar una metodología a base de lógica
y razonamiento con métodos positivos y reales, que le permitan aprender y desenredar, observar,
clasificar y analizar antes de llegar, por fin, a una síntesis.
Hay que educar primeramente la mano para que conozca la densidad, la fuerza y el mensaje de la
materia inerte. El estudiante debería alternar el trabajo directo con la piedra, el ladrillo y la madera.
Debería saber preparar una mezcla de mortero o de hormigón, limpiar él mismo el sitio donde va a
levantarse el edificio, como también subir a los andamios.
El estudiante debe vivir con el lápiz en la mano, como utensilio básico para que en el dibujo expresado
logre acostumbrarse a medir, apreciar, dimensionar, proporcionar los elementos humanos y naturales y
los acontecimientos de la Arquitectura.
Es necesario educar temprano el ojo, acostumbrarse a saber ver y apreciar inmediatamente en los
espacios y en los volúmenes diferencias de pocos centímetros. Debemos acostumbrar al estudiante a
interesarse en todos los problemas humanos y sociales de su país, tener una mente abierta a todas las
cosas y no quedarse únicamente encasillado en su mesa de dibujo.
Él debe viajar, conocer a su tierra, a su gente y a su pueblo, acostumbrarse a la polémica sana y objetiva
y en la Universidad entrar en contacto con estudiantes de otras disciplinas.
La Escuela debe propiciar cada vez más el trabajo en equipo y sus inmensas posibilidades: la
integración con otros técnicos y profesionales que se interesan por la Arquitectura; fomentar la creación
de talleres y laboratorios de experimentación, de investigación, interesarse en nuevos conocimientos
aptos para la época, en los problemas de prefabricación, cualquier clase de diseño en función de
procesos industriales; aprender a "COMO” pensar y "COMO" investigar más que a lo que hay "QUE”
pensar y lo que hay "QUE" investigar; hacer entender al estudiante que el esfuerzo mental es mucho
más su propia obra que el resultado de las indicaciones del profesor y que es más conveniente, al salir
de la escuela, poseer una cabeza bien formada y bien equilibrada que una demasiado repleta y llena de
conocimientos que, como todos sabemos, están y estarán siempre sujetos por la constante superación
del progreso a perennes modificaciones.