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NOTICIA

AÑO 6 - Nº 30 LA VIDA PELIGROSA NOVIEMBRE 2000

EN ESTA DESCUBREN GEN DE LA

INMORTALIDAD
EDICION
INAUGURAN
BURDEL
PARA MUJERES
• Niños, sabios y biólogos llaman a defender la muerte.
EN WASHINGTON • Encuesta callejera: 51% a favor, 49% en contra.
MUERE
EL DOLAR
(pÁgina 7)

ASESINO DE
DIOS
SE ARREPIENTE

ADEMAS:
HOROSCOPO
CONCURSO
DE BELLEZA
ALONDRA
entrevistas
© AFP

•WERNER HERZOG
© AFP

•M. ANGELICA RAMIREZ

POETISA Y DETECTIVE PRIVADO El rostro de David, el primer niño de Texas con el que se experimentará el gen de la inmortalidad.
 2 ★ noreste ★ NOVIEMBRE 2000
EDITORIAL
© Evandro Alves Matheus - Nikon Photo Contest International 1991-1992
CARTAS
Agradecemos las innumerables cartas de apoyo y celebración
por la reaparición de NORESTE. Por razones de espacio, publi-
camos sólo algunas de ellas.
Señores Diario NORESTE.
Presente.
Un verdadero “golpe de vista”, en
los kioscos ubicados en las alturas de
Chuquicamata, constituyó la presencia
de NORESTE. En primer lugar, porque
destacaba su sobria portada de negro
entintado. Segundo, porque recordaba
a la prensa escrita de los años ‘50.
Tercero, porque tiene un poderoso imán
que obliga al transeúnte a fijarse en él y
observarlo detenidamente.
Lo compré, lo leí, lo encontré genial.
Distinto a lo que uno, como lector, está
acostumbrado a leer. Me parece, simple-
mente, extraordinario. Llega a nuestras
neuronas con una fuerza tremenda.
Felicitaciones a todo el equipo de pro-
ducción, edición y colaboradores.
Domingo Canales
Minero, Chuquicamata
Señor Director:
Gracias por renacer. Tuve el gusto de
conocerlos en papel en su vida pasada,
cuando aún andaba de colegiala en mis
idealistas 15 años. Lugo volvieron a mi
memoria cuando un amigo realizó su
tesis sobre la vida de NORESTE.
El reencuentro fue fulminante, en una
zigzagueante caminar por Agustinas es-
taba el NORESTE colgadito como ropa
limpia. Mi primera impresión fue que al-
gún nostálgico diariero lo exhibía como
pieza de museo, pero no, me confirmó
que era reciente y me autoconvencí de
que los héroes de papel son inmortales
cuando su sangre está hecha de tinta.
Amigos, sigan adelante y desde ya
cuenten conmigo para colaborarles
visual, on line y textualmente.
María Teresa Medina
Periodista
Entrañables amigos:
Después de tantos años me vuelvo
a reencontrar con ustedes así como
en los primeros números de 1984: DE
SORPRESA.Como todo aquello que
nos marca la vida hasta el ultimo día
de nuestra existencia. Que necesario
era el espacio que dejaron y que ahora
vuelven a abrazar. Son muchos los reen-
cuentros que dejan huellas,y este por
fin es uno de ellos. Como dijo el gran
MAYAKOVSKI:“¡Los delicados tocan el
amor con tiernos violines! Pero el rudo
se sirve de timbales”, así como ustedes.
Bienvenidos, nos hacían mucha falta.
Javier Valenzuela
Señor Director:
De vuelta de mi almuerzo, con gran
sorpresa, vi el diario NORESTE en un
kiosco. Por un par de segundos no lo
creí, tuve que mirar los otros diarios y
titulares para corroborar que no era algo
así como un sueño, para confirmar que
sí, era NORESTE, hoy, 3 de octubre del
2000. Un tremendo golpe de nostalgia
me dio medio a medio en la nuca, recordé
aquellos primeros años de Universidad
en los que aburrido de estudiar algo que
no me gustaba, me iba de la Escuela
de Ingeniería Comercial al kiosco más
cercano a comprar el NORESTE. Al
igual que entonces, me he abstraído de
tal manera leyéndolo que he perdido por
momentos la noción del tiempo.
Junto con la tibieza y el verdor, hasta
parecen otro regalo de la primavera.
Enrique Carretero
¿Para qué un periódico en un tiempo
donde nos sobran las noticias?
¿Para qué más palabras, más imágenes,
más ideas, en la civilización que lo ha
dicho todo de todo y que más nostalgia
siente por el silencio?
¿Por qué salir otra vez a la carretera,
cuando ya nadie lee las señales?
¿Para qué hablar por un megáfono al
mundo, cuando todos nos venden algo,
cuando todo se vende?
Nuestros ojos se cansaron de tanta pro-
mesa.
No hay un por qué ni un para qué en estos
papeles cargados de palabras.
Hemos sido demasiado razonables, y por
eso alguna vez perdimos al dios.
No necesitamos explicar nada.
Nuestras mochilas se vaciaron de razones,
de causas, de manifiestos.
El mundo no aguanta un manifiesto más.
Pero el desierto clama por un gesto.
Y eso es NORESTE: un gesto en medio
del paisaje.
Un periódico que vuela con el viento,
que despierta con la mañana y rima con
la noche.
Una pequeña aldea de amigos al sur del
mundo, una bencinera para llenar el estan-
que antes de continuar viajando.
No necesitamos explicar nada.
Las flores no brotan en medio de las
explicaciones.
Ni los periódicos de poesía en serie.
Ni las tempestades.
Los que explican el mundo no crean el
mundo.
NORESTE porque sí.
NORESTE como un punto cardinal al
final del camino.
Para ti y para todos.
Para el que perdió el rumbo o para el
que se dejó llevar por las estrellas hacia
otro lado.
Por las puras ganas, porque sí.
O por un hastío más vasto que tu propio
corazón.
No hay como el NORESTE para tu in-
mensa tristeza.
Cristián Warnken, director
Señor Director:
Felicitaciones por llevar nuevamente
la vida peligrosa a las calles. Era necesa-
rio. La polución de la insipidez y de lo po-
líticamente correcto llevaba ya demasiado
tiempo contaminándonos y asfixiándonos.
Necesitábamos un respiro.
Un gran abrazo,
Armando Roa Vial
Señor director:
Luego de años a la deriva, por fin
vuelve la brújula que guía e interpreta
nuestros sueños. Espero que la locura
del abandono no suceda nuevamente,
porque ahora sí, ahora sí que los trai-
cionamos con La Cuarta.
Bienvenidos
Fernando Araya
Señor director:
Le escribe un reportero de la vida pe-
ligrosa, en un mundo peligroso donde las
libertades están prohibidas. Por eso NO-
RESTE es un respiro dentro del ahogo,
es una posibilidad de crear imaginarios
colectivos con poesía y acción. Llenen el
alma de este país que, lamentablemente,
está atrofiada por el espectáculo consu-
mista y simplón.
Un abrazo
Cristian Chandía E.
Editor Diario La Firme,
apoyando la libertad de expresión.
Si quiere enviar sus cartas a NORESTE,
hágalo a nuestro correo electrónico:
director@diarionoreste.com, o a Huér-
fanos 669, ofic. 314, Santiago.

BREVE CURSO
EN LA ANTARTICA
ENAMORADOS
BUSCAN CONGELAR PARA APRENDER
SU AMOR A MORIR
© Robert Frank
La última foto de Bárbara y Javier antes de partir a la Antártica.
Era un asunto de amor. Ellos lo
andaban buscando desde hacía tiem-
po. Habían oído que en el sur, muy al
sur, donde se acaba la tierra, podían
lograrlo.
Entonces cerraron la casa, se despi-
dieron de los hijos y tomaron un tren
al sur.
Ellos se llamaban Bárbara y Javier.
Eran de Santiago. Ya no eran jóvenes.
Ella tenía estrías en las piernas y él
arrugas en los ojos.
En fin, habían estado casados antes;
cada uno tenía hijos por su cuenta. Pero
desde el día en que se vieron, no quisie-
ron separarse más.
Fue como si un rayo les atravesara
el cuerpo. La edad no cuenta en estos
casos.
Y allí van ahora, en un tren al sur. Van
como dos jóvenes adolescentes, tomados
JOVEN COBRABA POR ENCENDER CIGARROS
Dublín, 30 de octubre, 2000
Anoche estaba en un pub y un tipo
me pidió fuego para prender su cigarro.
Súbitamente me di cuenta de que aquí
había demanda y plata que ganar, así
que acordé prendérselo a cambio de diez
centavos; en realidad, no le di fuego,
sino que más bien le vendí una licencia
de la mano, en completo silencio, miran-
do los campos por la ventana.
Y pasaron por Temuco, por Osorno,
dejaron atrás Puerto Montt. En la isla de
Chiloé se alojaron en una pensión con
paredes de cholguán. A ellos les parecía
un castillo. Es un asunto de amor, ya
se sabe.
En Punta Arenas tomaron un avión
hacia la Antártica. Se bajaron en una
base.
El plan consistía en llegar hasta aquí.
Aquí dormirán sobre los hielos. Se que-
darán dormidos juntos sobre los hielos.
De la mano sobre los hielos.
Anochece, todavía el horizonte es
blanco; ellos se miran; ahora comienzan
a caminar en dirección a unas colinas
de nieve.
Nadie sabe si morirán congelados o
el hielo congelará su amor.
para encender su cigarro. Mi licencia le
prohibía traspasar el fuego a otras perso-
nas; después de todo, era mi propiedad.
Él estaba borracho y quería deshacerse
de mí –como si yo estuviera loco–, pero
aceptó finalmente mi fuego (e implícita-
mente la licencia que regulaba su uso).
Por supuesto, en cosa de minutos advertí
que un amigo suyo le pedía fuego; él,
NOVIEMBRE 2000 ★ noreste ★ 3
Rehuir la experiencia de la muer-
te es como rehuir la experiencia del
amor. Ambas vivencias radicales
le restituyen a la vida su esplendor
y densidad, muchas veces aneste-
siados por la rutina y el tedio. Es
curioso cómo nuestra época rehúye
a ambos –amor y muerte– con pavor:
ambos nos colocan ante el fracaso
y la fragilidad. Pero al privarnos de
estas experiencias “negativas” nos
privamos también del éxtasis y la
lucidez, nos negamos ese salto a la
otra orilla que tan bien han descrito
místicos y poetas.
En Occidente hubo un período
muy intenso de investigación sobre
la muerte: entre el 500 d.C. y el siglo
XV. Nunca habíamos contado con
tantos relatos sobre experiencias
cercanas a la muerte de boca de
niños, nobles, mendigos, sabios,
ignorantes, reyes y papas. Hoy abun-
dan el silencio y la ocultación sobre
la muerte. Hemos perdido la rica
tradición que hizo de la Edad Media
uno de los períodos más fascinantes
de la historia de Occidente.
Desde entonces, Oriente nos lleva
la delantera. Nuestras carencias en
tecnología espiritual sobre la muerte
deben ser, a los ojos de los tibetanos,
por ejemplo, tan abismantes como
para nosotros resulta la pobreza
económica en Bangladesh.
Este breve curso pretende abrir
un espacio de reflexión práctica tan
necesario como un curso de prime-
ros auxilios o de cocina japonesa. Y,
por lo demás, ¿de qué van a servir
nuestros conocimientos sobresashi-
mi, marketing o computación cuan-
do llegue ese momento en que nos
falle el olfato, luego el sabor, y un
frío intenso empiece a apoderarse de
nosotros, desde las extremidades de
nuestro cuerpo hacia arriba?
No sabemos nada de la muerte,
nada. ¿Sabía usted, por ejemplo, que
lo último que perdemos antes de mo-
rir es la audición, y que un agónico
en estado de coma oye lo que está
ocurriendo alrededor de su lecho de
muerte? ¿No es coincidente eso con
las prácticas tibetanas de hablarles al
oído a los moribundos, indicándoles
los pasos del viaje que se inicia?
¿Qué indica esa persistencia del oír
hasta el último instante? ¿Por qué
provocando mi ira, le pasó el cigarro a
su amigo ¡y pirateó mi fuego! Yo estaba
furioso, comencé a acercarme a ese lado
del bar, ¡pero mi horror se incrementó
cuando su amigo comenzó a encender
los cigarros de otros, a diestra y sinies-
tra! No había pasado mucho tiempo
cuando todo ese lado del bar gozaba de
mi fuego sin que me hubieran pagado
oyen los agónicos? Este solo aspecto
daría para investigaciones neurofisio-
lógicas o filosóficas. Pero nuestro
tiempo no quiere oír el sonido de
la muerte. Hacemos oídos sordos a
su hablar de millones de años. Sólo
las civilizaciones que han aprendido
a escuchar a la muerte han podido
también hablar de ella, decir algo más
sustantivo que nuestro cobarde esca-
moteo, nuestro aterrado silencio.
Algunas proposiciones de carácter
general:
1. Introducir un cursillo sobre la
muerte en todos los colegios: que
los cursos visiten cementerios,
escriban sus propios epitafios,
investiguen el riquísimo saber po-
pular sobre la “Pelá” en el habla y
la poesía del campo (por ejemplo,
payas y décimas).
2. Reunir a médicos, neurobiólogos,
antropólogos, religiosos y poetas
en un encuentro interdisciplinario
de reflexión sobre la muerte. Algo
análogo a lo que hiciera Francisco
Varela con el Dalai Lama. Fi-nan-
ciarlo con platas concursables del
Fondart, tantas veces desperdi-
ciadas en proyectos banales y sin
trascendencia. Sería estupendo un
proyecto que cruzara a científicos
con artistas, por ejemplo.
3. Replicar la Fiesta de los Muertos
que se celebra en México como
una forma de ritualizar colec-
tivamente la muerte, en vez de
celebrar esas insípidas fiestas de
la cultura hoy tan en boga. Que
la muerte, en forma de máscaras,
bailes o calaveras de azúcar, inun-
de las calles de nuestras ciudades.
Que la muerte recorra los malls,
los ministerios, los sets de televi-
sión, haciéndonos oír su música
sagrada. No se trata de repetir el
gesto idiota del general español
que en la Guerra Civil gritara
“viva la muerte” en el patio de
una universidad. No. Se trata de
que la muerte viva en nuestras
conversaciones, en nuestros sím-
bolos y fiestas, porque una cultura
que no expresa su mirada frente a
la muerte termina condenándonos
a esperarla –el día que ella lle-
gue– como ciegos o sordos, en el
oscuro callejón de nuestra propia
soledad.
absolutamente nada. Con mucha rabia
comencé a arrancar los cigarros de las
manos de cada uno, para luego tirarlos
al suelo y pisotearlos.
No entiendo por qué los guardias del
lugar no mostraron ningún respeto por
mis derechos de propiedad y terminaron
echándome por la fuerza.
Ian Clarke
 4 ★ noreste ★ NOVIEMBRE 2000
No importan tus medidas, tu
pasado, tus heridas. No importa
en qué ciudad del mundo habites.
“La Bella y la Bestia” se llama este
concurso que busca a las mujeres y
los hombres más bellos de la tierra.
Una nueva belleza de alto voltaje
y de largo recorrido del alma. Por
cierto, se trata de una belleza que
no se transa exclusivamente en las
pasarelas y las portadas de revistas.
La misión del arte es crear la nueva
belleza para su tiempo. Una larga
nariz puede ser la puerta de entrada
al futuro.
Candidato: RAJISH País: INDIA
Historia y foto enviadas por: SILVANA LORENZO GIGLIO
La historia que contaré sucedió en
Londres. Yo trabajaba de modelo. En
1987 conocí a Rajish, un fotógrafo in-
dio, el gran amor de mi vida. Estuvimos
casados dos años. No creo que vuelva a
ver unos ojos más hermosos. Pero Rajish
sufría de una incurable enfermedad: la
celotipia. Todos los días olía mi ropa
para encontrar huellas de algún aman-
te. Una noche salimos a un pub y me
confesó que desde hacía un tiempo me
engañaba con otra modelo. Me largué a
llorar. Le pregunté si me quería. Me dijo
que más que a nada en este mundo. Era
todo lo que yo necesitaba escuchar. La
infidelidad no es algo nuevo y el amor
© Diane Arbus
Candidata: MARIE ROSE MILLER Edad: 65 AÑOS País: EE.UU.
Historia y foto enviadas por: RICKY JONES
La foto que envío pertenece a Marie
Rose, pero también la conocen como
“Wendy la Vampiro”. Durante más de
veinte años trabajó como “feliatera” en
lujosos hoteles de la ciudad de Las Ve-
CONCURSO DE BELLEZA
LA BELLA
Y LA BESTIA
siempre perdona. Entonces le tomé las
manos. Pero Rajish las retiró. Luego me
dijo que él nunca perdonaría una infide-
lidad de mi parte. Se me vino el mundo
abajo. Esa noche me bebí en el pub hasta
el agua de los floreros. Comencé a hablar
en una lengua extraña. Me internaron en
un sanatorio. A la salida tomé un avión
de vuelta a la Argentina. Nunca más
he vuelto a saber del fotógrafo indio.
Actualmente trabajo conduciendo un
taxi por las calles de Buenos Aires. Así
gano dinero para alimentar a mis hijos.
Son dos divinos poodles que viven en
mi departamento.
gas. Nada más que agregar. Observen su
boca, sus ojos: hablan por mil historias.
Para mí, seguirá siendo la mujer más
bella del mundo.
BASES DEL CONCURSO
• Podrán participar todas los
hombres y mujeres nacidos en
el planeta Tierra.
• Envíe una foto de su candidata/o
y una breve historia de su vida a
las oficinas de NORESTE.
• El Jurado del concurso estará
compuesto por el equipo NO-
RESTE.
• El premio a la ganadora o el
ganador del mes consistirá en
un poema especialmente escrito
por poetas americanos.
© Weegee’s World - Miles Barth
Candidata: DOMINIQUE ILESCU País: COLOMBIA Edad: 20 AÑOS
Historia y foto enviadas por: MARTÍN MARAÑÓN
Dominique se llama esta belleza. La fiesta, todos quedamos hechizados. Pa-
foto donde aparece fue tomada hace samos juntos esa noche. Los caballeros
veinte años, en una fiesta de disfraces, no revelamos intimidades. ¿Qué será de
en la ciudad de Roma, en casa de una ella? Nunca más la he vuelto a ver. Pero
Condesa. Yo le tomé la foto. En ese nunca la voy a olvidar. Un viejo como
entonces Dominique debe haber tenido yo vive de los recuerdos. Si ella no es la
unos veinte años. Cuando apareció en la belleza, ¿quién es?
Candidata: LAURA RIVERA Edad: 9 MESES País: CHILE
Historia y foto enviadas por: MATÍAS RIVERA
Ella es una verdadera reina de belle- Con mucho amor preparamos su
za. Su nombre es Laura. Recién cumplió venida. Esperamos que sea libre, que
nueve meses en este mundo, después descubra el mundo por sí misma y no por
de pasar otros nueve en el vientre de su lo que le digan. Esperamos también que
madre. Cuando me mira, me quedo in- se cuide mucho. Y que no le tema a la
móvil, sus ojos son como dos inmensas muerte. Más bien, que sea su compañera
lagunas: veo en ellos el largo-metraje y su única aliada; para que nunca pierda
de nuestras vidas, pero también veo las esa pureza que hay en su mirada.
carreteras que Laura recorrerá, la gente Laura, bienvenida al mundo y que
y los lugares maravillosos que en alguna Dios te cuide a ti y a los niños de menos
parte del mundo la esperan. de una pulgada.

“Soy víctima de un complot”, afirma.
ALCALDE ACLARA
SU TURBIO PASADO
A muchos no les agrada que postule
por cuarta vez a la alcaldía del Distrito
Federal de Buenos Aires. Pero Carlo
Santini está llamado a cumplir el deber
ciudadano y no puede eludir su respon-
sabilidad con aquéllos que creen en los
más altos valores que han ayudado a
fundar este país.
Aunque circulan rumores acerca de
corrupción, Carlo Santini está dispuesto
a probar que no existieron irregularida-
des en la construcción del Hotel Mirasol.
Si su sobrino tenía la mejor constructora
de todo Buenos Aires, nadie puede re-
prochárselo y sospechar que ha recibido
favores en la asignación de fondos. Se
dice que es jugador, pero todos sus via-
jes a Las Vegas los pagó de su propio
bolsillo: es un hombre que tiene derecho
a divertirse y jamás ha ocultado que le
gustan el póker fuerte y los casinos.
Santini llegará hasta las últimas con-
secuencias para demostrar que su auto
jamás estuvo estacionado en un oscuro
motel de San Telmo, cualquier argentino
puede conducir un Cadillac dorado con
una estampa en el vidrio trasero que dice
No corras, papito. También probará que
Laura Aldonati jamás fue su amante. Más
Desde el espacio
ASTRONAUTA ENVIA
ENIGMATICO
MENSAJE
Cuando la nave se hubo posado en
la superficie lunar, el astronauta Neil
Armstrong verificó todos los instru-
mentos, apagó los motores y abriendo la
compuerta de seguridad bajó por la es-
calerilla de salida. Caminó lentamente,
llevando la bandera norteamericana en
la mano. Antes de que sus pies tocaran
suelo, tomó contacto con la base norte-
americana y dijo: “Éste es un pequeño
paso para el hombre y un gran paso para
la humanidad”. Hizo una pausa, terminó
de bajar de la escalera y continuó cami-
nando. Todo el paisaje parecía igual; sin
embargo, se tomó un tiempo para buscar
un buen lugar. Cuando lo hubo encon-
trado, clavó la bandera con un gesto de
satisfacción y volvió a tomar contacto
con la base norteamericana, pero esta
vez agregó enigmáticamente: “Buena
suerte, señor Gorski”. Dos segundos
después cortó la comunicación, miró a
su alrededor y sonrió. El silencio y la
falta de gravedad produjeron en él una
extraña sensación de bienestar. Mientras
tanto el mensaje, que había sido cap-
tado en Houston, recorría los pasillos
del Pentágono y tenía ocupados a los
agentes de contrainteligencia más capa-
citados de la CIA. ¿Qué habrá querido
decirnos Armstrong?, ¿será un mensaje
codificado para los rusos?, ¿una orden
de ataque?, se preguntaban los nor-
Carlo Santini fue declarado culpable después de las elecciones.
que una secretaria, ella fue una colabo-
radora leal en todas sus campañas; todos
los demócratas debieran estar orgullosos
de contar con alguien como ella entre
teamericanos. Entretanto, el mensaje
era decodificado en las supercompu-
tadoras que calculaban las millones de
combinaciones posibles con el fin de
encontrar un nuevo significado a la frase
de Armstrong. ¿Serán las coordenadas
de un blanco militar? ¿Será una peti-
ción de asilo político? Neil Armstrong
seguía con el intercomunicador en la
mano, presionando ligeramente con el
pulgar el botón impreso con la palabra
off. Detrás de él, la blanca cubierta de la
nave se recortaba contra la oscuridad del
universo. Neil Armstrong continuaba
sonriendo, un recuerdo de su infancia
ocupaba sus pensamientos. Neil no
tendría más de diez años. Estaba en el
patio de su casa, era verano y sus padres
dormían una siesta. Jugaba béisbol con
su hermano mayor Jeffrey cuando la
pelota fue a dar al patio de sus vecinos,
los Gorski. Neil saltó la cerca para re-
cuperarla y cuando se disponía a volver
oyó unos gritos que lo atrajeron. Se
acercó cuidadosamente a la ventana de
una habitación. El sonido de las voces
fue aumentando. Se subió a una piedra
y vio a la señora Gorski sobre la cama.
El señor Gorski estaba en el umbral de
la puerta. Ambos discutían. La voz de
la señora Gorski era tajante: “¿Sexo?
Nunca. Primero tendría que llegar a la
luna el hijo del vecino”.
NOVIEMBRE 2000 ★ noreste ★ 5
auditores de la Alcaldía, o por regalarle
a Héctor Mansón, jefe de la Policía de
Buenos Aires, un juego de ski nuevo si,
después de todo, Héctor se ha portado
como un caballero con sus hijos y se ha
ocupado personalmente de llevarlos a
casa cuando los ha encontrado condu-
ciendo algo ebrios? Esto no quiere decir
que los hijos de Carlo Santini sean un
problema para la paz ciudadana; son
muchachos inquietos, pero nada más.
Ahora, lo que se dice sobre su relación
con Jackson Montana son rumores
creados claramente para acabar con su
carrera política. Nunca recibió dinero
de Montana en el mayor juicio sobre
tráfico de drogas de toda la historia de
Argentina. Si Montana salió en libertad
fue porque el juez era un incompetente y
el fiscal era tan corrupto como el mismo
Montana. Santini lo visitó en la cárcel
un par de veces, pero es algo que habría
© AFP
hecho por cualquier buen contribuyente
caído en desgracia.
Carlo Santini no se detendrá ante sus
sus filas. Sin duda alguna, sus enemigos enemigos. Y si logra probar que todo lo
recurrirían a lo del tráfico de influencias, que andan diciendo de él por ahí no son
pero un hombre bien educado, ¿es acaso más que rumores, seguramente ganará
culpable por invitar a almorzar a los las elecciones este año.
¿Quién te
echó de tu casa,
Dimitri Ivanov?
© AFP
© AFP
Un niño de nueve años en las calles de Moscú, vestido con ropa
de mujer, acompañado de su proxeneta mientras discute el precio con
un conductor. El niño fue comprado a sus padres por el proxeneta, y
vende su cuerpo por 4.000 rublos ( alrededor de U$ 5 ), de los cuales,
el proxeneta se queda con 3.500.
★ noreste ★
 6 ★ noreste ★ NOVIEMBRE 2000
Durante los recreos
PIANISTA DE OCHO AÑOS
COMPONE CANCIONES
DE AMOR
© Elliott Erwitt
Susana a la salida del baño.
Susana tiene ocho años, toca el piano
y está enamorada. Todos los días, cuando
el timbre del recreo suena a las doce
y sus compañeros de clases vuelven
sudorosos después del habitual partido
de fútbol, ella está de vuelta de su clase
de música esperando pacientemente en
la sala que entre Aníbal. Aníbal siempre
GANADORA DEL CONCURSO DE BELLEZA
LA BELLA Y LA BESTIA
Luego de un arduo debate, donde la belleza se sentó de rodillas, pidió
agua y ardió como un fuego, finalmente la ganadora del mes de octubre fue
la candidata María José Blanc. Aquí publicamos un poema especiamente
escrito para ella por un poeta de NORESTE.
POEMA A LA GANADORA DEL MES DE OCTUBRE
Si en Lilliput caminaste sola
fue porque además de enanos
éramos ciegos
Pero hoy tu espina dorsal
es venerada en todo el país
Todas las mañanas miramos
hacia el cielo
para ver si has regresado
y en la tarde mordemos el polvo
y mascullamos piropos hiperbóreos
que suenan ridículos en nuestras bocas
diminutas
y ya no te alcanzan
Me compré un par de zancos
para esperarte
y planté una semilla de flor gigante en
mi jardín
y la riego todos los días con mis pro-
pias lágrimas
No sé qué más hacer o decir
para estar a la altura de tu belleza
En Lilliput
es difícil ser poeta o gigante
C.W.
entra al final, es un colorín simpático,
algo gordito para su edad, usa anteojos y
juega al arco. Susana sabe que Aníbal no
es un buen futbolista; es más, es el peor
del curso y por eso siempre lo ponen al
arco, pero a Susana eso no le importa.
Ella sabe que en su clase hay niños me-
jores que Aníbal. Héctor, por ejemplo,
puede recitar la tabla de multiplicar de
memoria; Galo es capaz de reírse diez
minutos sin parar y contagiar a todos sus
amigos con su estruendosa risa; Ernesto
es el capitán del equipo de fútbol y no
hay un partido donde él no marque un
gol. Pero Susana no se ha enamorado
de ninguno de ellos, a Susana no le
interesan los mejores alumnos ni los
líderes del curso. Ella siempre esperará
a Aníbal, porque él no se sabe las tablas
de multiplicar de memoria, porque
él nunca meterá un gol ni será el más
gracioso del curso. Susana sueña con
Aníbal, sueña que algún día Aníbal irá
hasta el Conservatorio de Música para
verla tocar, y ella, ese día, se pondrá el
vestido rosado que le bordó su mamá y le
tocará una canción que ha compuesto es-
pecialmente para él durante los recreos,
y que se llama “Tú eres como el sol”.
Hoy, Aníbal ha pasado en silencio al lado
de ella y nuevamente no la ha mirado.
Pero Susana sabe que tarde o temprano
Aníbal se fijará en ella, y ese día será el
día más hermoso de su vida.
María José Blanc
RECETAS PARA EL
CUERPO Y EL ALMA
Una forma de ritualizar la vida cotidiana a bajo costo, gestos que abren
las nuevas puertas de la percepción.
El rito del agua
Parta al atardecer con su pareja a
una playa lo más solitaria posible.
Además de su carpa y saco de dormir,
cada uno debe llevar cuatro litros de
agua mineral sin gas y cuatro conchas
de tamaño mediano o grande (el ideal,
por su antigüedad, es el nautilus, pero
también sirven los caracoles e incluso
las conchas de locos). Al llegar a la
playa, cada uno debe tomar un litro de
agua, sorbiéndola lentamente, palpan-
do su textura y sintiéndola hasta que se
una al flujo sanguíneo. Luego deben
recostarse en la arena y, aún vestidos,
juntar sus cuerpos (el hombre o la
mujer por detrás, da igual) y comenzar
a moverse como si fueran delfines.
Sigan así muy unidos durante veinte
minutos, no más, ejercitándose en la
danza sexual. En seguida, cada uno
debe tomar el segundo litro de agua,
de la misma manera y con la misma
lentitud que el primero. Entonces es-
tarán listos para comenzar la caminata.
Cada uno debe partir en dirección
contraria justo en el momento en que
© AFP
Mi blue jeans
(Para quienes tienen menos de
veinte años)
No bote ningún blue jeans que
haya usado entre los trece y los die-
cinueve años (a menos que alguno no
le haya gustado nunca). El día de su
Perfume su vida
Cada vez que llore, use el mismo
pañuelo para secar sus lágrimas. Lle-
ve siempre tres pañuelos con usted e
identifíquelos con un bordado para
la alegría, otro para la pena y otro
para la melancolía indeterminada.
Dependiendo del origen o causa del
© AFP
llanto, use en cada episodio sólo uno
de los pañuelos. Seque suavemente
sus lágrimas (nunca se suene), luego
guárdelo inmediatamente en un reci-
piente metálico sellado y manténgalo
a temperatura ambiente (no lo exponga
al sol). Una vez que haya completado
siete episodios de cada llanto, hierva
cada pañuelo por separado en un
matraz de veinte mililitros. El líquido
obtenido, mézclelo en partes iguales
Dr. Patricio González
se pone el sol.
Caminen lentamente junto a la ori-
lla del mar por un buen trecho, procu-
rando ir más allá de lo que les dicta la
razón. Durante la caminata concentren
toda su atención en el sonido de las
olas. Si se distraen, vuelvan siempre,
sin forzarse, a escuchar las olas, hasta
que este sonido inunde el ruido men-
tal. Cuando cada cual sienta que su
cuerpo está en plena actividad y que
el mar fluye por sus cabezas, den la
vuelta y regresen al lugar desde donde
partieron. El primero que regrese al
lugar donde pasarán la noche, debe
sacar las conchas y lavarlas en el mar.
Cuando los dos se reúnan, siéntense, y
en plena oscuridad pongan las conchas
en sus oídos. Escuchen el flujo ances-
tral de las olas y comiencen a beber
el tercer litro de agua. Desvístanse el
uno al otro y reanuden la danza de los
delfines, procurando en lo posible no
llegar al coito. Sigan en ese ejercicio
hasta que, extenuados, se metan al
mar, donde pueden continuar la danza.
Al regresar, beban muy lentamente el
cuarto litro y tiéndanse a dormir o a
tirar, según les plazca.
cumpleaños número veinte, póngalos
todos sobre su cama (utilice el suelo
de su pieza si son muchos). Revise
y memorice en detalle lo vivido con
cada uno de ellos. Analice su color,
el desteñido, la textura, y cálceselos
mientras se observa al espejo. Elija
uno, sólo uno; los demás bótelos o
regálelos. Una vez que se haya deci-
dido, cuelgue el blue jeans elegido en
el lugar más importante de su closet
o en algún lugar de privilegio de su
pieza (si no tiene closet o ropero). No
lo use nunca más. A partir de ese día,
cada mañana, antes de la elección de
la ropa del día, acarícielo mientras
le susurra alguna canción que hayan
vivido juntos. Si viaja, llévelo con
usted. Mantenga esta práctica hasta
el día de su muerte.
con alcohol al 30 por ciento y guárdelo
en un recipiente de cristal en algún
lugar especial y protegido de su pieza.
Use dos gotas y frótese el pecho con
ellas, dependiendo de lo que la ocasión
amerite (ejemplos: celebraciones,
funerales, viajes, espectáculos) y guar-
dando este licor sagrado para cuando
las emociones ya no lo afecten.
 NOVIEMBRE 2000 ★ noreste ★ 7

EXTRA...EXTRA...EXTRA...ESPECIAL SOBRE LA MUERTE...EXTRA...EXTRA...EXTRA...

DESCUBREN GEN DE LA
INMORTALIDAD
viene de la portada

El día que anunciaron por radio y

televisión que la ciencia había logrado
derrotar a la muerte, yo estaba todavía
retozando entre las sábanas con Laura,
en su departamento de la piazza Dante
en Roma. Cuando desperté, guardaba
intacta en mi memoria su sonrisa mien-
tras habíamos hecho el amor toda esa
noche, una sonrisa que había roto todos
mis esquemas y temores, y que me había
hecho abandonar mi ordenada vida de
soltero exitoso y empedernido vendedor
de obras de arte, a cambio de ese enigma
y ese olor a manzanas frescas de las co-
linas del Lazio que era Laura. Me había
cansado de las chicas cool de las nuevas
noches romanas, ésas que plagaban las
discotecas del viale Parioli, ésas que
nunca te miraban a los ojos y que quizás,
al borde de la madrugada y la excitación
artificial, tal vez te regalaran como a un
mendigo un beso histérico con sabor a
lápiz labial de última generación.
No sé cómo llegué a Laura, ni cómo
Laura llegó a mí, fue como una irrup-
ción violenta de la primavera romana
en mi frío mundo design, una invasión
de colores lúcuma y pastel (típicamente
romanos) en mis muros blancos zen,
mis camisas negras, mis ritos y neurosis
new-yorker.
Estaba sintiendo cómo el ronroneo
del gato de Laura se acercaba a mi cara
acompañado de los potentes rayos del
sol de mediodía, estaba pensando en el
milagro de haber superado mi fobia a

© Weegee’s World - Miles Barth

los gatos, cuando una voz hiperkinética
de locutor de radio que nos habíamos
olvidado de apagar me sacó de la cama.
Odiaba ese chorro de verborrea romana-
cha. Entonces, justo al lado del ventanal
que da al balcón cargado de geranios y
flores de la pluma, escuché la “buena
noticia” que me arrancó violentamente
el olor y la temperatura hasta entonces
adheridos a mi cuerpo:
“Siguen las reacciones en el mundo a
la noticia que ha sacudido los cimientos
no sólo de nuestra civilización sino las
condiciones mismas de la vida del hom-
bre sobre la tierra. El anuncio hecho a
las 005GMT, 8.00 a.m. hora italiana,
desde un laboratorio de Austin, Texas,
de que la biología norteamericana había
logrado aislar el gen que causa la muerte
de nuestros tejidos, continúa suscitando
reacciones en cadena. Para el profesor
del Instituto de Ciencias Humanas de la
Universidad de Palermo, Luigi Vitale, es-
taríamos en presencia de un horror ético
de magnitudes impensadas. El Vaticano
habla de ‘espanto metafísico’, pero desde
el mundo científico y filosófico surgen
voces que celebran con entusiasmo la
nueva era que comienza”.
Apagué violentamente la radio. Un
frío me paralizó, congelándome por
dentro. Tuve la certeza pavorosa de que
la voz de ese locutor retórico podía durar
eternamente, de que esa mañana tibia,
ese cielo milagrosamente azul de Roma,
no eran únicos, irrepetibles; de que vol-
vería a verlos cuantas veces quisiera en
cien, mil, dos mil años más, hasta que
perdieran de pronto un día su carácter
de milagro, de efímera belleza. Sentí un
vacío punzante a la altura del pecho, algo
En Italia, pareja de enamorados opta por la muerte.
parecido al tedio y a la angustia juntos.
Miré mis manos y las odié, me vi en el
inmenso espejo que Laura había colo-
cado a la entrada de su departamento y
tuve la sensación de estar ante una ré-
plica perenne de mí mismo, y supe que
no iba a poder soportar a ese inmortal
durante cien, mil, tres mil años más,
con su ridícula vanidad, con sus uñas
impecablemente cortadas.
Todo sucedió muy rápido desde
ese instante: el riesgo, el peligro, la
adrenalina, comenzaban a abandonar
la vida para siempre. La emoción, la
nostalgia, el asombro, eran reemplaza-
dos de golpe por el hastío, el desamor,
la indiferencia.
Supe que ya nada importaba, nada
era urgente, nadie se jugaría por nadie
ni nada. No existiría nunca más el nunca
más. Me acordé de las chicas cool de
la noche romana e imaginé su infinita
alegría ante la noticia, su celebración
eufórica a la salida de los baños de las
discotecas con restos de polvo blanco
en las narices.
Entonces me acordé de Laura, que
todavía dormía inocente en la pieza
de al lado, ignorando la derrota de la
muerte. “Si pudiese detener el tiempo,
si todo no fuese más que una pesadilla”,
pensé, “si todavía siguiésemos siendo
mortales, si todo se jugara en cada ins-
tante, en cada gesto otra vez, si la muerte
diera otra vez ese sabor a irreparable que
tiene la vida. Si pudiera acostarme junto
a Laura, si pudiera abrazarla para sentir
sus veinticinco años temblando junto a
mi cuerpo”. Me acordé de cuando, en
el momento de máxima pasión y amor,
esa noche, sonriéndome, Laura me había
dicho:
–Me gustaría que envejeciéramos
juntos.
Por primera vez en muchos años yo
había sentido el delicioso placer del
tiempo, el legítimo derecho a envejecer
juntos, y sentí que eso rimaba con el
otoño, con la pátina del tiempo que cubre
los edificios romanos. Creo que escu-
chábamos una canción sentimentalona
de Lucio Dalla en la radio: “e chiudi gli
occhi e lei lo sa, lupo di periferia, Anna
che vorrebbe andar via”.
No. No iba a despertar a Laura para
darle la noticia. No iba a cambiar su
sonrisa de muchacha del sur por la mue-
ca de estatua de la eternidad. No iba a
permitir que nos arrebataran el tiempo,
la mañana efímera, el café paladeado
lentamente, segundo a segundo, en el
balcón soleado: la sensación mística
de un momento que no va a repetirse
más. No. No iba un biólogo tejano a
quitarnos el resplandor de la vida, el
cada minuto como acontecimiento, el
suave demorarse del sol y las semillas
del Mediterráneo, a cambio de la gélida
eternidad genética de los laboratorios de
experimentación norteamericanos.
Yo no dejaría que manipularan mis
genes, que violaran la sagrada semilla de
la muerte que nos salvaba de una vida de
dioses sin error ni amor ni fisuras.
Entré silenciosamente en la pieza, la
miré, vi su sonrisa plácida de muchacha
durmiendo, y me juré a mí mismo que
envejeceríamos juntos viendo cómo el
resto de nuestros vecinos, familiares y
amigos seguían intactos, incólumes.
Nos devorarían los gusanos, nos
desharíamos como se deshacen las ho-
jas, como se pudren las frutas, pero ese
horizonte salvaría cada uno de nuestros
momentos haciéndolos únicos. Y los
inmortales nos verían caminar abraza-
dos, palpitando con cada instante, co-
leccionando minutos, devorando horas.
Seríamos hambrientos, golosos de vida
frente a una legión de anoréxicos espiri-
tuales. Así como Laura me había salvado
del hastío, yo la salvaría ahora de esta
aberrante inmortalidad inventada arti-
ficialmente en un laboratorio de Texas.
Entré en silencio, volví a meterme a la
cama, la abracé y cerré los ojos.
8 ★ noreste ★ NOVIEMBRE 2000

Resulta paradójico decir que la

muerte es el “tema del mes”. La muer-
te atraviesa los titulares y noticias de
ENCUESTA • ENCUESTA • ENCUESTA • ENCUESTA • ENCUESTA
todos los periódicos del mundo, como
un cometa invisible que arrastra en su
cola los restos de polvo de estrellas que
somos todos, desde Clinton hasta Milo- ¿QUE PIENSA UD. DE LA
INMORTALIDAD?
sevic y Bill Gates, pasando por Laetitia
Casta y Marcelo Salas. La muerte es la
gran noticia de último minuto.
Nos imaginamos, con la libertad
que nos permite nuestra calidad de
periódico del presente, el pasado y
el futuro, que la biología acaba de
aislar el gen que produce la muerte.
A partir de ese hecho, hemos invitado
a biólogos, a un poeta, a un doctor de
la UTI que trabaja codo a codo con la
muerte, a un niño, a un sepulturero,
a un diletante, para que respondan
nuestra pregunta del mes:
–Imagine esta situación: un día el
mundo se despierta conmovido con
la noticia de que en un laboratorio de
EE.UU. un grupo de biólogos ha ais-
lado el gen que provoca la muerte. El
hombre ya puede ser inmortal. ¿Cuál
es su reacción ante este acontecimien-
to? ¿Lo considera un triunfo de la
ciencia o el inicio de una pesadilla?

Sepulturero declara:
“Sería una pena cerrar
este boliche”
“Sería una pena para nosotros, señor.
Yo llevo más de cincuenta años traba-
jando aquí. Y sería una pena cerrar este
boliche, éste es el lugar más tranquilo de
la ciudad. Mucha gente viene a pasear, a
leer, a descansar. No sé por qué la gente
les tiene miedo a los muertos, son muy
tranquilos; si aquí uno está muy tranqui-
lo, más tranquilo que allá afuera. Los que
más me dan miedo son los vivos, oiga,

ésos sí que molestan.”
Enrique Parra Moya, 90 años, se-
pulturero del Cementerio General de
Santiago.
Traductor y hombre de letras exige:
“Que no nos quiten el
reposo final de Tánatos”
“La mera idea de no morir me parece
atroz. Aparece en mi memoria una anéc-
dota china:
“–Quisiera descansar –dijo Tsu Kong.
“–La vida no conoce reposo –contestó
Chong-ni.
“–¿Entonces no hay reposo para mí?
“–Mira esas tumbas en el campo y
verás dónde se halla el reposo.
“–Grande es la muerte, reposo del
guerrero, sumisión de los mediocres...
“–Dices bien. Los hombres sólo ha-
blan del placer de la vida y descuidan
su amargura. Reconocen la tristeza de la
muerte y olvidan que trae la paz –recalcó
Chong-ni.
“Por su parte, Séneca decía que era
más bello para un hombre aprender a
morir que aprender a matar. ¿Alguien lo
duda? Pero nos educan para matar.
“En Homero, el verbo meignumi de-
signa el coito placentero pero también la
revuelta del combate y la muerte. Eros y
Tánatos tienen ambos ese poder dome-
ñador, de desnudez pasiva, de transporte
a otra morada.
“Relata Plutarco que Catón señalaba
que ‘el enamorado domicilia su alma en
el cuerpo de otro’. Me gusta esa frase,
porque nuestra identidad es un universo
privado que incluye casa, ciudad, patria.
La vida, los entusiasmos y el enamo-
ramiento nos desarraigan y nos tornan
forasteros de nosotros mismos. Son un
padecer sin fondo y sin fin, excepto por
las efímeras voluptuosidades de Eros
y el reposo final que otorga Tánatos.
El primer domicilio del humano es el
vientre materno. El segundo es la casa
a la que lleva a la hembra para seducir-
la y preñarla, para recuperar en cierta
forma su primera habitación preterida.
La tercera morada, y la más placentera,
es la tumba.”
Pierre Jacomet es uno de los pocos
grandes diletantes que existen hoy en
Chile. Ex empresario exportador de
cuero a los países del este, estudioso del
mandarín, experto en literatura vietna-
mita, músico, autor de Un viaje por mi
biblioteca (Andrés Bello, 2000).
Poeta afirma:
“La muerte y la vida son
hermanas siamesas”
“Si suprimes a una, matas a la otra. Si
suprimes a la muerte, le quitas el soporte
a la vida, la privas de su sentido, de su
justo final en esta tierra. Sin la muerte,
la vida ya no sería un castigo eterno,
una condena kafkiana, un deambular
agobiante, absurdo y enloquecedor.
“Otra es la vida eterna a la que el
hombre aspira, con la que el alma sueña.
Y esa esperanza contra toda esperanza
pasa por la muerte.
“Como humanos (de humus), so-
mos para la muerte, no nos queda otro
camino que aceptar con humildad que
acabaremos mordiendo el polvo, que
nos disolveremos en la matriz viva, que
nuestro cuerpo sufrirá el escarnio de la
descomposición. No obstante, la muerte
no es nuestra enemiga sino nuestra fiel
aliada, que nos sigue los pasos como la
sombra al perro.
“Una humanidad sin muerte no sería
humanidad, sino androididad, existencia
sintética, artificial, vacía y viciada de
espíritu.
“Por eso, bien vale dar la vida por la
muerte, ser sus húsares, sus heraldos.”
Manuel Silva Acevedo, poeta. Ga-
nador del premio de Poesía “Eduardo
Anguita”.
Médico de la UTI dice:
“He visto morir a más de
mil personas”
“He visto morir a más de mil personas
en la UTI y aún me abruma el misterio
de la muerte. ‘Vamos al mar, hijo’, ex-
clamó el padre moribundo del escritor
Francisco Coloane mientras agonizaba.
Quizás un tubo en la boca, sin palabras
para despedirse, y rodeado de rostros en-
mascarados, sea morir. Yo, como médico,
no tengo una respuesta.
“Aún en este penoso escenario, me
estremece y repugna la noticia. ¡El gen
de la inmortalidad! ¡Un mundo sin mis-
terio, sin asombro! Me pregunto, ¿qué
sería de los sueños, de la esperanza, de la
urgencia de amar? ¿Para qué los gritos de
“carpe diem”, o los “embriagarse siem-
pre” de Baudelaire? Un mundo donde el
viento y los atardeceres, o el estallido de
los relámpagos, serían meras anécdotas
de un paisaje que se repetiría incan-
sablemente. ¿Y qué haríamos con los
impedidos, los lisiados, los impotentes,
los interdictos y los incapaces? Quizás
crear una UTI especial, no ya para luchar
contra la muerte, sino para tener vidas
bajo control. Un tubo en la boca ahoga
mil palabras, un respirador artificial
© Elliott Erwitt
protege de la polución, un escáner puede
desentrañar la raíz de los sueños.
“¿Y qué haríamos con los arquitectos
de velatorios profesionales, con los ce-
menterios que parecen parques, con las
UTI que hicieron a la muerte tan estéril,
aséptica y alejada de los niños?
“Definitivamente, les regalo ese fu-
turo. Yo me quedo con la muerte a pesar
de todo. Me quedo con el misterio y la
incertidumbre.”
Glenn Hernández, poeta y médico
utiólogo del Hospital Clínico de la Pon-
tificia Universidad Católica.
Niños opinan:
“No me gustaría, porque yo quiero
conocer nuevos mundos.”
María Luisa Perry Vives, 9 años,
alumna del Colegio Carampangue, Ta-
lagante.
***
“Me parece una pésima idea porque
todos correríamos y veríamos pasar la
tierra y nosotros nos quedaríamos atrás.
Sólo la aceptaría si los animales fueran
todos inmortales.”
María Jesús Daszenies, 9 años,
alumna del Colegio Carampangue,
Talagante.
***
“Es una mierda, porque sin morir
no podría ver a mi papá y a mis dos
abuelitos y mi abuelita, y además no
podría conocer a Dios y viviría todas las
guerras. ¡Buag! El mundo se destruiría y
seguiríamos vivos, ¡qué fome!”
Nicolás Schmidt, 9 años, alumno del
Colegio Carampangue, Talagante.
(continúa en la página 9)

LA MUERTE
TAL CUAL ES
© Diane Arbus
Agonía: las moscas y otros insec-
tos cadavéricos empiezan a revolo-
tear sobre la cabeza del moribundo.
Las hembras depositan sus huevos
en las comisuras de los labios y de
los párpados.
Muerte: cese de las funciones
cerebrales, paro cardíaco y fallo del
corazón.
0-30 minutos: la sangre, por efec-
to de la gravedad, se deposita en las
zonas bajas y se coagula, el cadáver
adquiere un tono azulado, debido a
la falta de oxígeno sanguíneo.
1 hora: aparecen las típicas man-
chas violáceas de la congestión.
4-5 horas: manifestación del
rigor mortis o rigidez cadavérica,
debido a los procesos físicos y quí-
micos que acontecen en los músculos
y en la sangre.
24 horas: surgen en el abdomen
unas manchas de color verde. Son
• ENCUESTA • ENCUESTA • ENCUESTA •
Científico budista distingue:
“Derrotar la muerte o
alargar la vida”
“Hay una diferencia entre derrotar a
la muerte (lograr la inmortalidad) y alar-
gar la vida. Son dos cosas radicalmente
distintas. No podremos nunca, porque
así es el mundo, tener fenómenos que
sean de duración infinita, por lo tanto
la muerte siempre estará allí. Ahora,
podemos alargar la vida. Yo no tengo
nada en contra. No veo por qué no.
Lo que sí tengo claro es que no quiero
alargar la vida para tener una vida mala.
Sí la alargaría para vivir una vida buena,
es decir, una vida con un contenido, con
las primeras señales de la putrefac-
ción microbiana. Ésta empieza en los
intestinos y se propaga por los vasos
sanguíneos y los vasos linfáticos.
Empieza a oler mal.
48 horas: hace acto de presencia
un líquido incoloro, la cadaverina,
que resulta de la química de la des-
composición.
72 horas: fase de gasificación.
Las bacterias aeróbicas, al consumir
el oxígeno, se extinguen y dan paso
a las anaeróbicas, que no precisan del
gas vital para sobrevivir.
1-2 semanas: los insectos cadavé-
ricos, también llamados escuadras de
la muerte, se reproducen y se alimen-
tan de las partes blandas.
Meses: varias generaciones de
insectos, como mínimo ocho, dejan
los huesos totalmente limpios.
Años, siglos: desaparece el es-
queleto.
cierta dimensión espiritual y solidaridad
con los otros. Si alargar la vida significa
continuar, a pesar de todo, defendiendo
mis pequeñas parcelas, eso lo encuentro
latoso. No me parece que nos añada
nada. No soy un antitecnólogo, no me
produce ningún susto la tecnología. Lo
que sí me produce susto es cuando la
vida humana se desgasta y se bota sin
explorar todas sus posibilidades. Nunca
podremos derrotar a la muerte en el sen-
tido último; es decir, la impermanencia
no nos va a dejar nunca la cola. En el
fondo, la condición humana seguirá
igual, tendremos que enfrentar y enten-
der este fenómeno, con esa verdad que
no se nos escapa nunca.”
Francisco Varela, neurobiólogo, au-
tor de El fenómeno de la vida.
NOVIEMBRE 2000 ★ noreste ★ 9
Jean-Claude Fouché posa en su casa en París, poco antes de morir.
BIOLOGO FRANCES
AFIRMA: “SOY FELIZ EN
LA NADA”
París
Jean-Claude Fouché, un destacado
científico, criado en el corazón del viejo
positivismo escéptico francés, murió
indignamente hace treinta años en su
viejo departamento de la rue Vaugirard.
Descreído total, no hubo manera de
inocularle la esperanza de un más allá o
de una hipotética salvación.
“He investigado toda mi vida sobre
qué es la vida, y sé perfectamente que
después de todo esto no hay nada. Somos
apenas un poco de albúmina que se des-
compone en los implacables hornos de
la biología”, afirmó a sus más cercanos
durante sus últimos momentos. Esas
noches finales fueron una pesadilla para
él y los suyos. Gritos, delirios, y una en-
conada resistencia a morir. Murió dando
alaridos, resistiéndose a lo que él sabía
era una gran derrota, la derrota definitiva
del cuerpo. Sus gritos conmocionaron a
los vecinos y a la enfermera que trataba
de mantenerlo amarrado a la cama.
Han pasado varias décadas desde su
deceso, y hoy el alma de Fouché –que
ayer dudara de su propia existencia–
vuelve para hablar desde la otra orilla.
“Fui un hombre empírico. Sólo creí
en lo que veía y tocaba. Hoy hablo desde
mi experiencia de muerto, es decir sé de
lo que hablo (mi espíritu sigue fiel a mi
fe en la experiencia), y afirmo: la nada
es maravillosa, nado en la nada. Nada se
asemeja a la nada, absolutamente nada.
Ni el amor, ni las certezas científicas,
ni un buen café con madeleines tomado
leyendo el periódico en el café Les Deux
Magots. La nada es un océano de dicha;
qué digo, estas olas son más delicadas,
© Diane Arbus
más suaves y cálidas que las de las cos-
tas bretonas donde yo veraneaba. En la
nada no existen el horror ni el error del
lenguaje, la ilusión traidora del amor,
la pretensión ridícula del yo. La nada
tal vez sólo pueda ser comparada a la
infancia, a una mañana dichosa y casi
olvidada cuando, perdidos en nuestro
propio jardín, que era el mundo, nadie
venía a rescatarnos. En esta nada queri-
da, amada, han desaparecido la estúpida
altanería parisina de la cual fui parte, esa
irredimible neurosis que forma parte de
nuestro carácter nacional. En esta nada
no existen los malhumorados conserjes
de París que te odian por el puro hecho
de ser. ¿Con qué sensación física com-
parar esta nada? Quizás con uno de esos
baños turcos interminables que me daba
los días miércoles en Le Marais para cal-
mar las devastaciones de mi personali-
dad malhumorada y maniática. Amigos:
cuando recuerdo mi indigna partida, el
miserable espectáculo de mi muerte, me
alegro de haber dejado atrás la efusión
ridícula de las propias certezas, de los
miedos, de esa avaricia consustancial a
la vida. Aquí no hay nada a que aferrarse,
nada que guardar o proteger, nada que
esconder o ahorrar. Aquí uno cae en una
cascada que no cansa, aquí el abismo es
un baño de espumas. Pero ya siento la fa-
tiga de hablar, las metáforas me cansan.
¡Qué fatigosa es la retórica cuando uno
se acostumbra a la nada! Sólo he vuelto
para rendir este homenaje póstumo mío
a la nada, quizás para redimir mi muerte
torpe, mi pataleta mezquina. Ah, si los
hombres supiesen amar la nada, quizás
la vida sería digna de ser vivida.
 10 ★ noreste ★ NOVIEMBRE 2000
ECONOMIA...ECONOMIA...ECONOMIA...ECONOMIA...ECONOMIA...ECONOMIA...
Se busca nueva unidad de medida
MURIO EL
DOLAR
Washington, 1 de noviembre
A las 9:43 horas de ayer, en la antesa-
la del Departamento de Reserva Federal
de Washington, el dólar cayó fulminado
por un ataque cardíaco. El deceso de la
moneda norteamericana ocurrió en el
REACCIONES EN EL MUNDO
POR EL FIN DEL DOLAR
Vilcatambo
La noticia de la muerte del dólar de-
moró apenas unos segundos en alcanzar
los puntos más apartados del globo,
como Vilcatambo, en el altiplano del
Perú. En este pueblo de seis mil almas,
donde sólo se han incorporado las más
elementales marcas de la civilización
occidental, la gente sigue viviendo del
mismo modo que hace cien o quinientos
o quizás mil años. El alcalde del pueblo
aseguró que nunca cambia nada en Vil-
catambo. “Seguirán viniendo todos los
años unos pocos geólogos y turistas”,
dijo, “y en vez de traernos unos dólares
nos traerán unos gramos de oro o qué
sé yo. Aquí estamos acostumbrados a
subsistir. Ésa es nuestra fortaleza. No te-
nemos bancos, ni compañías de seguro,
ni cosas así. A lo mejor el Perú, con todo
© AFP
La reacción en Sao Paulo estuvo plagada de alegrías y abrazos.
momento en que gozaba de mayor forta-
leza y cuando todas las demás monedas
del mundo se inclinaban ante ella. “No
comprendemos lo que ha ocurrido”, dijo
un vocero de Alan Greenspan, presiden-
te del Departamento de Reserva Federal,
“la salud de nuestra moneda nunca había
el oro que produce, tendrá más riqueza.
Pero, ¿de qué sirve la riqueza de un país
si no la gozan sus habitantes?”
Tokio
En los países asiáticos se observó
una relativa calma cuando llegó la noti-
cia al anochecer. Nuestro corresponsal
en Tokio informa que los japoneses
nunca se sintieron cómodos con la idea
de medirse entre sí y con otros países
utilizando una moneda, que es un sím-
bolo sólo de la fuerza material de una
persona o un país. Es probable que en
todo Oriente vuelvan a cobrar fuerza los
valores perdidos después de la Segunda
Guerra Mundial, tales como el honor y el
prestigio. Y no sería raro que la venta de
carruajes antiguos, joyas, obras de arte y
estado mejor. Era la unidad de medida
incontestable del mundo entero. Con su
fallecimiento entramos en un túnel de
incierta extensión. Nadie sabe cuándo ni
cómo volveremos a ver la luz”.
“¿Cuál será la nueva unidad de
medida?”, se preguntaban hoy los eco-
nomistas en Chicago, en Brasilia, en
Beijing. La mayoría de los entrevistados
por nuestra cadena aseguró que sólo hay
una salida: el retorno al patrón oro que
por tantos años aseguró la estabilidad
monetaria del mundo. Juan Salvaterra,
sociólogo de la Universidad de Harvard,
opinó que con o sin dólar el hombre
seguirá prisionero de una unidad más
o menos fija que le permita medirse
con los demás. En una conferencia de
prensa expresó: “La contabilidad ha
ejercido y seguirá ejerciendo en pleno
sus funciones jerárquicas y organizado-
ras. Nadie puede contra sus inapelables
escrutinios”.
Los mercados del mundo quedaron
perplejos al conocerse las primeras re-
acciones de las autoridades del mundo
financiero. Tras unos minutos de pánico
y confusión, el presidente de la Bolsa de
Nueva York decidió poner fin a la jor-
nada de trabajo, convocó a los máximos
Desesperación y angustia causa la noticia en Madrid.
hermosas mansiones fuera decidida en
base a la reputación de que gozan los
interesados.
Eugene, Oregón
No dejó de sorprender a la población
estadounidense que la muerte del dólar
coincidiera con la celebración de Hallo-
ween. Mientras en las principales ciuda-
des del mundo grupos de jóvenes salían
a la calle arropados con sábanas y toallas
impresas con la imagen del dólar, Jean
Lidderlee, una muchacha de dieciocho
ejecutivos de los principales bancos de
la ciudad y se fue caminando con ellos al
World Trade Center. Subieron al último
piso y se apostaron frente a la imagen
de Marcel Duchamp, el gurú dadá, a
quien rindieron honores como el profeta
de los nuevos tiempos. Un portavoz del
Citibank, que quiso permanecer en el
anonimato, dijo a este medio: “El dólar
murió a manos del Tiempo: hoy el di-
nero no vale nada, lo que valen son las
ideas. Pero las ideas, a su vez, compiten
entre sí en una lucha desenfrenada por
convertirse en realidad antes que las de-
más. Duchamp es nuestro nuevo héroe.
Famosa es su frase ‘Mi Capital es el
Tiempo’, y sabemos que él lo acumuló
con verdadera codicia. No conocía lo
que era el uso superfluo del Tiempo”.
Los restos del dólar fueron velados
hasta la madrugada de hoy y serán
sepultados mañana con la presencia
del Presidente Clinton y autoridades
del mundo político y económico. En
un esfuerzo por conocer más en detalle
las causas de su muerte, NORESTE
publica la autopsia del dólar, realizada
a partir de las 15:00 horas en el Hospi-
tal Saint John the Divine, en la capital
estadounidense.
© AFP
años que vive en Eugene, la capital del
estado de Oregón, manifestó que bailaría
la noche entera celebrando el deceso de
la moneda norteamericana. “Estoy en
contra de todas las monedas. Ojalá mu-
rieran hoy mismo el euro, el cash digital,
el maravedí. La humanidad ha vivido por
demasiado tiempo dedicada a acumular
y sacar cuentas. Para eso sirven las mo-
nedas. Nuestros padres nos enseñaron
que había que tener más, siempre más.
Nunca nada era suficiente. Y hemos
terminado convirtiéndonos en la peste
más nociva que jamás haya amenazado
el equilibrio de la naturaleza.”

ECONOMIA...ECONOMIA...ECONOMIA...ECONOMIA...ECONOMIA...ECONOMIA...
1.- (One) Arteriosclerosis aórtica y de
sus ramas. No se encontraron sedimen-
tos de luz ni flujos que irradien multipli-
cidad desde el ser primigenio.
2.- (In God we trust) Injerto que data
del año 1955 bajo la tutela de Dwight
Eisenhower. Al corte, se observó inten-
tos de tachar el nuevo lema con frases
como “IN REASON WE TRUST”
(“Confiamos en la Razón”) o “KEEP
CHURCH AND STATE SEPARATE”
(“Manténgase la separación entre la
Iglesia y el Estado”). El lema que invoca
la confianza en Dios proviene de pasajes
de San Pablo, sobre todo de su epístola
dirigida a Timoteo, donde se lee (1,
4:10): “Si nos fatigam os y luchamos es
porque confiamos en el Dios vivo”. Bajo
la palabra TRUST se observó un aneuris-
ma sacular roto.
3.- (Gran Sello) El
Sello de los Estados
Unidos de Nortea-
mé-rica fue diseñado
entre 1776 y 1792 por
diversas comisiones
en que participaron
Thomas Jefferson,
John Adams y Ben-
jamin Franklin. En un
operativo diseñado por
Franklin D. Roosevelt,
el año 1935, se resol-
vió injertar el Sello
–o Gran Sello, como
pasó a llamarse desde
entonces– en el dólar
de papel. Consta en
la ficha clínica que el
Presidente Roosevelt,
un masón de grado 32,
deseaba indicar que los fundamentos de
los Estados Unidos, que datan de 1776,
se completarían durante su gobierno
bajo la mirada del Gran Arquitecto.
4.- (Pirámide) La pirámide incom-
pleta significa fuerza y duración. En
la base aparece el año 1776, año de la
independencia del gran país del nor-
te, momento en el cual los padres de
aquella patria imaginaron una pirámide
que crece en el tiempo. Al subir por
sus trece peldaños, que simbolizan los
trece primeros estados independientes
de Norteamérica, o al extender sus aris-
tas, se llega a un punto donde acaban
las fuerzas que fecundaron la duradera
solidez del polígono.
5.- (Ojo y Annuit coeptis) Las actas
del Gran Sello señalan que el Ojo sim-
boliza la manera en que la Providencia
ha favorecido la causa de los norteame-
ricanos. El Ojo Providente, de raigambre
hermético-masónica, es el sujeto de la
frase latina “annuit coeptis”, que aparece
sobre él y que podría traducirse como
“El Ojo favorece lo que emprendemos”.
La frase “annuit coeptis” deriva de una
expresión que aparece dos veces en las
obras de Virgilio (Geórgicas I, 40; Enei-
da IX, 625); en ambas oportunidades
el poeta invoca a una fuerza superior
para que lo ayude en la empresa que ha
acometido, diciendo “annue coeptis”.
La Comisión del Gran Sello quiso cam-
biar la palabra “annue”, que significa
“favorece” en el sentido de petición o
invocación, por “annuit” que implica
una certeza. Esto revela que para los
miembros de la Comisión el favor ya
ha sido concedido, y por lo tanto el
Ojo Providente favorecerá todo lo que
emprenda la república norteamericana.
El miocardio estaba pletórico de sangre,
revelando así esta confianza quizás
excesiva.
NOVIEMBRE 2000 ★ noreste ★ 11
AUTOPSIA DEL
DOLAR
Antonio Cussen
2 disminuido el coles-
5 terol de la moneda.
1 7
4 garras de la pata de-
6 recha del águila, ave
3 3
Fecha y hora de defunción:
31.10.2000 A LAS 9:43 HORAS
Diagnósticos clínicos:
PARO CARDIORRESPIRATORIO
Otros diagnósticos posibles:
INFARTO DEL MIOCARDIO
ANEURISMA DISECANTE DE AORTA
ABDOMINAL
Autopsia realizada el
31 DE OCTUBRE DEL 2000
A LAS 15:00 HORAS
Cadáver de
aproximadamente 230 años.
Musculatura rígida.
Dimensiones: 6,6294 cm de ancho,
15,5956 cm de largo,
y 0,010922 cm de altura.
6.- (Novus ordo seclorum) El texto
bajo la pirámide significa “La nueva
serie de los siglos”, aunque muchos
han querido traducirla como “el nuevo
orden mundial” (“the new world order”).
La frase es una incrustación incompleta
originada en las Églogas de Virgilio
(IV. 5): “Magnus ab integro saeclorum
nascitur ordo” (“La gran serie de los
siglos vuelve a nacer”). Los analistas
de la moneda norteamericana señalan
un equilibrio entre la trascendencia y
lo terrenal o secular de las dos frases
virgilianas: la que aparece sobre el Ojo
tendría resonancia divina, mientras que
la que está bajo la base estaría conectada
con el espíritu secular que anima a la na-
ción. Desde un punto de vista puramente
patológico, dichas interpretaciones están
desviadas. Al truncar los versos virgi-
lianos se eliminó su
fuerza regenerativa.
Es más, se debilitó el
sistema enzimático
antioxidante, cuya
acción depurativa hu-
biera sin duda alguna
8
9 7.- (Águila) Las
emblemática de los
Estados Unidos, con-
trolan un ramo de
olivo, que simboliza
la paz. La rama tiene
trece hojas. La ga-
rra izquierda del ave
sujeta trece flechas
que simbolizan la
guerra. En el Gran
Sello de los Estados Unidos el rostro
del águila apareció inclinado hacia el
lado izquierdo hasta fines de 1945. El
25 de octubre de aquel año, dos meses
después del bombardeo de Hiroshima,
el Presidente Harry Truman firmó la
Orden Ejecutiva Nº 9646 mediante la
cual se ordenaba que el rostro del águila
se inclinara hacia el lado derecho. Estos
cambios en los símbolos de la moneda
aumentaron los requerimientos de oxíge-
no del corazón y aceleraron el deterioro
de su funcionamiento.
8.- (E pluribus unum) La frase “E
pluribus unum” (“Uno a partir de mu-
chos”) se atribuye a Thomas Jefferson.
Hasta el año 1955 fue el lema oficial de
los Estados Unidos. Ese año se firmó
el decreto de ley 851 que reemplazó el
le-ma de Jefferson, considerado dema-
siado mundano, por “In God we trust”
(“Confiamos en Dios”). El rechazo de
la moneda a este cambio puede explicar
el evidente debilitamiento de la pared
de la aorta abdominal, lo que generó el
aneurisma. La descompensación pro-
ducida por la presencia de lo divino en
la moneda terminó por producir el fatal
desenlance.
9.- (El escudo) El escudo de los Esta-
dos Unidos nace del pecho del águila y,
según los que diseñaron el blasón, indica
que ese país se protege por sí mismo, sin
ayuda de nadie. Las franjas que decoran
el escudo son trece, un número encon-
trado por todas partes en el cadáver del
dólar. Hay trece estrellas sobre la cabeza
del águila, trece hojas en la rama de oli-
vo, trece flechas. Hay trece peldaños en
la pirámide. Los numerólogos quieren ir
más allá y han observado que el núme-
ro de letras en dos de las frases claves
del Gran Sello –“annuit coeptis” y “e
pluribus unum”– es también trece. Este
número simboliza un nuevo comienzo,
pero también suele aludir a la muerte.
 12 ★ noreste ★ NOVIEMBRE 2000
REVELAN DETALLES
DE LA VIDA DEL
“PROFESOR MUERTE”
© Elliott Erwitt
El “Profesor Muerte” sólo amaba a los pájaros y a los muertos.
Profesor Muerte: así lo llamaban sus
alumnos que iban a la morgue, a sus cla-
ses en el auditorio central. Allí, sombrío,
como ausente del mundo de los vivos, el
Profesor Muerte abría los cadáveres con
una delicadeza y un rigor sólo compara-
bles a los de una madre cuando arropa en
la noche a sus hijos dormidos. Eran “sus
muertos”, y los presentaba uno a uno al
auditorio, con parsimonia y orgullo.
Los alumnos de la Escuela de De-
recho contemplaban cómo el Profesor
Muerte iba recorriendo el cuerpo de un
suicida o de una mujer violada, como
quien recorre una geografía sagrada.
Una vez, un alumno preguntó al
maestro por qué no usaba guantes qui-
rúrgicos para abrir los cuerpos de los
muertos. El se dignó levantar sus ojos de
“su” cadáver, y, con ese secreto rencor
que tenía ante todo lo que respiraba,
miró de frente al vivo que lo interpelaba.
Y dijo, en su voz baja, bajísima, casi
imperceptible:
–Cuando usted hace el amor, ¿lo hace
con guantes?
Sus manos delicadas, sus largos dedos
blancos casi inmaculados agarraban
las vísceras, palpaban los intestinos y
los páncreas como larvas que fuesen a
transformarse en mariposas. Nadie como
él sabía distinguir las distintas formas de
suicidio; nadie como él deducía, a partir
de una herida, la causa de un asesinato.
Sólo él era capaz de narrar con una pre-
cisión delirante la historia de un tumor.
A los tumores los llamaba “niños”, “ni-
ños hambrientos” que para alimentarse
exigían la albúmina del cuerpo que los
albergaba, su madre provisoria.
Ante nadie mostraba tanta devoción
como con los suicidas. Eran sus predi-
lectos, a ellos dedicaba más tiempo del
habitual, y su voz temblaba con una
extraña emoción al explicar las causas
de sus muertes violentas. Intuía cada
paso, cada gesto previo al suicidio, cada
respuesta del cuerpo una vez consumado
el acto, como si él mismo fuese uno de
ellos y hubiese regresado desde el más
allá para contárselo a los vivos. Después
de sus intensas descripciones, verdaderas
piezas narrativas, uno quedaba con la
sensación de que cada acto suicida era
una obra de arte que los vivos eran inca-
paces de entender. No era morbosidad la
suya, sino una forma de amor por el ob-
jeto de su conocimiento (la muerte), una
pasión análoga a la que siente un biólogo
por las células, estructuras básicas de la
vida. Como un entomólogo, el profesor
levantaba los brazos de los muertos, las
alas de sus mariposas.
El profesor padecía de una fobia fe-
roz contra los vivos. Apenas terminada
la clase, huía por los lúgubres pasillos
del Instituto Médico Legal, sombra o
fantasma acosado por esos cuerpos que
caminaban, respiraban y tosían: éramos
nosotros, los impúdicamente vivos. To-
do lo vivo lo molestaba profundamente,
nuestros gestos lo erizaban y le daban
escalofríos, como la luz de la mañana
puede herir los ojos de un vampiro.
Nunca fue posible hablar con él. Su
vida privada permaneció en el misterio.
Vivía en un departamento, rodeado de
trofeos de todos los congresos sobre la
muerte que se realizaban en el mundo:
vendas de momias egipcias, instrumen-
tos de suicidios babilónicos, el rostro de
una adolescente medieval.
El Profesor Muerte no tuvo mujer
ni amigos. Su familia eran los miles de
muertos que escudriñaba todos los días
con sus manos lampiñas. Hace dos años,
le fue diagnosticada una enfermedad
inusual que consiste en la paralización
progresiva de todo el cuerpo y que con-
vierte a sus víctimas en vegetales con
conciencia pero incapaces de levantar
una mano por sí mismos. Cuando recibió
la noticia, sus ojos brillaron con una
esperanza incomprensible: supo que
jamás entregaría su cuerpo al cuidado
de un vivo. El Profesor Muerte escogió
su suicidio con serenidad. Buscó en sus
archivos, entre sus fichas amarillentas
y borrosas, hasta dar con la descripción
de la muerte de un famoso médico cuyo
rostro gozoso lo había impresionado so-
bremanera. Esa sonrisa le había parecido
comparable a la de un niño pequeño
refugiado en los brazos de sus madre.
Es que eso era la muerte para el profe-
sor: una madre repudiada por sus hijos
bastardos, pero capaz de acoger otra vez
con ternura y paz a los mismos que la
habían rehuido como a una peste.
Encontraron el cadáver del Profesor
Muerte en una postura insólita que des-
concertó a los peritos de la policía fo-
rense. Quienes asistieron a su disección,
practicada por un colega suyo,afirman
dos cosas: una, que nunca el rostro del
profesor se había visto tan sereno y
hermoso, casi rejuvenecido; también
observaron que su reemplazante lo había
hecho todo con una torpeza escandalosa,
con guantes y sin arte. Los muertos en
manos de otro que no sea el Profesor
Muerte, son cadáveres, carne putrefacta
e impúdica, no ya mariposas sobre la
mesa de disección.
LITERATURA
Por Lucas Fillipo
Aquí estoy de nuevo, amigos del
NORESTE. Algunos se acordarán del
Lucas Fillipo de hace diez o quince
años. No he cambiado mucho. Me
siguen gustando las ostras y el vino
blanco. Adoro a las mujeres, pero
también les tengo terror porque siem-
pre me terminan abandonando. Por
eso es necesario estar cerca del mar.
Cuando el corazón está cruzado por
vientos contrarios, hay que meterse
al agua y librar una buena batalla
contra las olas.
Por razones de salud mental ya no
vivo en Santiago, sino en una playa al
norte de La Serena que prefiero dejar
sin nombre para que no vengan a
perseguirme las sombras del pasado y
los emisarios de los financistas. Aquí
donde vivo no hay ningún puerto lle-
no de yates, ninguna rambla de gran
extensión, ningún salón de baile, nin-
gún casino. Los ricos deben vivir en
otros lados sus vidas extenuantes.
Pero no crean que vivo en la pe-
nuria. Me las arreglo para pasar una
parte del año en Italia, la tierra de mis
abuelos. Acabo de pasar varias sema-
nas en la campiña cerca de Roma y
creo haber encontrado el lugar exacto
donde estaba la Villa Sabina de Hora-
cio, que es para mí el más grande de
los poetas romanos. Ninguno como
él buscó y encontró la salud, palabra
que en estos tiempos está aprisionada
en los hospitales y los institutos de
gerontología, pero que yo, con su
ayuda, quiero rescatar y soltar por
las praderas de la vida.
En las tierras de Horacio encon-
tré unos campesinos que me dieron
alojamiento y comida por poca plata.
En las mañanas salía a caminar y
recordaba frases sueltas que se me
habían quedado pegadas desde los
años en que me sabía de memoria
algunas odas y epístolas. Recordaba,
por ejemplo, su sátira autobiográfica
(I.6), en la que expresa con candor
inigualable los detalles de su vida
diaria y el afecto por su padre. En éste
y en tantos otros poemas, Horacio es
capaz de mostrársenos tal cual es. Es
más: siempre saca partido de lo que
el resto de la sociedad considera un
defecto. Si lo acusan de ser hijo de
esclavo, escribe veinte hexámetros
ostentando el hecho de ser hijo de
esclavo. Esa veracidad, esa ausencia
de engaño, sobre todo cuando nos
miramos a nosotros mismos, es para
mí una primera condición de la salud
y el bienestar.
Horacio cultivaba la libertad por
encima de todo, y no cesó en sus cin-
cuenta y siete años de vida (65 a.C.
- 8 a.C.) de oponerse a los mandatos
de Augusto y Mecenas, y a otras
órdenes menos personales pero no
menos tiránicas, como la ambición,
una de las tantas formas con que el
mundo intenta seducirnos y encade-
narnos. La libertad es el sumo bien
y una vida saludable no se concibe
sin ella, pero uno no la encuentra en
el “no” rotundo a toda exigencia ex-
terna, sino más bien en la capacidad
de rechazar un mal para no caer en
el contrario. La libertad resulta de un
ejercicio constante de negarse a las
infinitas incitaciones que nos alejan
del equilibrio entre nuestro ser y el
mundo. Sólo así encontramos la me-
dida dorada, el justo medio predicado
por Horacio.
La salud horaciana, el culto de la
libertad en su justa medida, hoy no
encuentra muchos devotos. Cuando
regresé de Italia me llegó por enco-
mienda El universo menos el sol, el
último libro de Sergio Madrid, un
libro de muchos méritos, partiendo
por el título, con muchos versos que
exhiben una cierta solidez ósea. Hace
bien leer en estos tiempos tan opacos,
versos que a uno le recuerden a poetas
como Baudelaire, Cernuda, Vallejo.
Es un remanso que me hace olvidar
el cerro de novelas que tengo en mi
velador y que me producen cólico,
asma, hastío. Con esto no quiero
decir que la poesía de Madrid sea
saludable, en el sentido horaciano.
Es más bien una poesía que elogia la
desmedida:
lo primero que debe hacer un hombre
es renunciar al sufrimiento del trabajo;
después puede hacer lo que se le plante
pues el hombre es un trabajador
natural ...
Éste no es el primero ni será el
último manifiesto del desenfreno,
aunque contiene el curioso concepto
del trabajo como consustancial al
hombre. En el mejor de los casos,
el trabajo es un mandato interno
voluntario; es difícil de cumplir y
nos ayuda a sobrepasar y contradecir
todos los instintos humanos de auto-
demolición. Madrid nos dice: “Hasta
trabajar te saldrá fácil, haz lo que te dé
la gana”. Yo le aseguro que su receta
no lo llevará muy lejos. Ha sido pro-
bada, con resultados funestos. Basta
que mire a su alrededor. Lo dionisíaco
es un rito. No un estado.
Ya basta por hoy. La tarde ha ter-
minado y mi trabajo recibe la recom-
pensa de una sensación de bienestar
que nadie me obliga a calificar. Ahora
saldré a caminar por la playa y sin
que nadie me vea entonaré en voz
alta la oda:
Quanto quisque sibi plura negaverit,
ab dis plura feret: nil cupientium
nudus castra peto et transfuga divitum
partis linquere gestio. (III, 16)
Y temiendo que el castellano sea
uno de los idiomas que no puede
siquiera intentar el maravilloso mo-
saico de Horacio, aunque no resig-
nándome jamás a ello, diré:
Cuantas más cosas se ha negado uno a
sí mismo
tantas más vendrán de parte de los
dioses:
desnudo, busco el campo de los que
nada desean
y, tránsfuga de los ricos, ardo en deseos
de abandonar su territorio.
Repitiendo estos versos, me volve-
rá el alma al cuerpo, y podré darme
el lujo de estar solo, sin que nadie
me perturbe. Siempre me pasa que
encuentro mi salud y mi integridad
en la playa desierta, cuando los úni-
cos seres vivos que me rodean son el
viento y el sol.

En Cannes todo es cool, todo glamour.
Francia se cree la reina estas noches de
Festival de Cine y, por unos días, se
siente tanto o más que Hollywood. Fies-
ta todas las noches: te tiran champaña
por la espalda, te gritan desde un auto
convertible blanco; un flash se equivoca
y te sorprende, un paparazzo fanfarrón
conquista a una rubia despampanante.
Estás cansado de sonreír y hay demasia-
dos cuerpos hermosos por la costanera,
quisieras encontrar un bistrot, uno solo,
donde conversar con algún parroquiano
que no te comente la última película de
Almodóvar. Pero Cannes ya no es el
balneario pueblerino que fue, el narci-
sismo de fin de milenio te parece cada
vez más predecible, y estás agotado del
encanto, de la lucidez, de la inteligencia
francesa “posmo”. Y entonces, como
desentonando con todo ese escenario,
aparece por la puerta del hotelito un
hombre delgado, un alemán perdido
en este sur hiperkinético, un hombre de
ojos transparentes. En el mundo del “de-
sign”, nos encontramos con un exiliado
de selvas y ríos amazónicos.
Es Werner Herzog quien me recibe
esta mañana y me habla en un español
inseguro pero correcto. Una ternura ru-
da, una soledad inexpugnable lo rodea.
Nos sentamos y la suave brisa hace
ondear levemente un árbol. El pasto y
los pájaros parecen emerger a su alre-
dedor y todo el glamour del ambiente se
evapora, como si Cannes nunca hubiese
existido, como si no fuera nada en la
inmensidad del universo y del destino
del hombre.
Usted hizo una película delirante
y violenta con enanos –Los enanos
también comienzan cuando pequeños–,
y a propósito de ella se dijo, hace más
de veinte años, que esos enanos eran
una imagen pesadillesca de nosotros
mismos, lo que provocó mucha polé-
mica. Comenzamos un nuevo siglo:
¿sigue pensando lo mismo de entonces
sobre nuestra especie?
En ese film quise quizás forzar al
espectador a rectificar su punto de vista
habitual de las cosas y fui lejos en mis
propias pesadillas. Lo que chocó a al-
gunos espectadores fue tal vez el hecho
de reconocer el enano que se encuentra
al interior de sí mismo. Fui amenazado
de muerte por ese film, hasta llegaron a
censurarlo; en Lima la gente se peleó a
golpes a la salida de la proyección. Y es,
sin embargo, un film tan simple. No se
trató de lógica o parábolas premeditadas;
ese film se precipitó sobre mí como
una pesadilla. Cuando uno se acuesta,
no decide tener un sueño lógico con
significaciones precisas. En todo caso,
nunca quise hacer una parodia de un
defecto humano, como algunos críticos
me acusaron entonces. Siempre me he
interesado por ver y sentir con los que
sufren, los marginados. En la siguiente
película, País de silencio y oscuridad,
hice un documental sobre los sordos y
los ciegos, donde la dulzura de tocar las
cosas, el lenguaje de las manos, respon-
de como un eco a la riqueza y la dignidad
interior del hombre. Ese film puede ser
visto como un film sobre nuestra socie-
dad, sobre la dificultad aterradora de
hacerse comprender, sobre la soledad y
la desesperación que de ello se derivan.
Sobre su pregunta, eh, es una pregunta
muy difícil y filosófica. Creo que los
seres humanos tenemos que mantener
–a pesar de todo– la dignidad que guar-
damos dentro de nuestros corazones.
Al final de este siglo es muy visible una
explosión de instrumentos de comunica-
ción, de micrófonos, cámaras, celulares,
NOTA: Parte de esta entrevista fue trans-
mitida por Canal 13 en el programa CAJA
NEGRA.
Entrevista a Werner Herzog
“QUIERO
MORIR EN EL
EXTREMO SUR DE
CHILE”
por Cristián Warnken
Herzog en Cannes el 16 de mayo, durante la presentación de su película:
Mi enemigo íntimo.
Internet y todo eso. Y eso reduce nuestro
aislamiento, pero al mismo tiempo, en la
misma proporción, crece nuestra soledad
interna. El siglo que viene va a ser el si-
glo de las soledades, no del aislamiento:
la soledad es algo existencial. Y el cine
puede evitar esa soledad, porque el cine
son nuestros sueños colectivos.
Pero pareciera que el cine contem-
poráneo, y particularmente el cine
norteamericano, contribuye a que
exista más soledad existencial.
NOVIEMBRE 2000 ★ noreste ★ 13
© AFP
No tengo respuesta. Probablemente
un cierto cine de Hollywood, un cine que
pertenece más a los efectos especiales
y la calidad de las estrellas. Pero allí no
hay historias; falta un gran esfuerzo por
narrar historias de nuevo. Esa ausencia
es muy visible, muy palpable en el cine
de Hollywood.
A propósito de eso, hay un poeta
alemán que admiro profundamente,
Hölderlin.
Oh, sí. Es mi poeta preferido.
En el poema “Pan y vino”, Höl-
derlin afirmó que el hombre vivía en
tiempos de miseria y que los poetas
ya no podían cumplir una misión en
este mundo, fuera de esperar la llega-
da de un nuevo dios. ¿Comparte esa
afirmación?
Hölderlin escribió eso hace dos siglos,
y tenía razón hasta cierto punto. Pero no
creo que haya sólo miseria, también
como humanos tenemos una dignidad
para buscar una cierta verdad poética,
como el mismo Hölderlin. Él siempre
fue hasta el límite de las posibilidades
de nuestro idioma; en la frontera de su
propia locura llegó a la profundidad
última de las palabras, y eso es lo que
yo también estoy buscando. En mi cine
trato de buscar una verdad diferente a la
verdad de facto. Es una verdad profunda,
distinta de la verdad política. Acabo de
publicar hace poco un manifiesto, en
Estados Unidos, donde hablo exacta-
mente de esto: ahí digo que la poesía y la
verdad de la poesía, la verdad profunda,
estética, del cine es todavía posible. Y
que ella puede sacarnos de nuestra mi-
seria, de nuestra soledad.
En muchas de sus películas encon-
tramos personajes locos o extremos,
y son esos personajes los que parecen
llegar más al fondo de la naturaleza
humana, más que los seres “norma-
les”.
Sí, es verdad. Siempre el cine es una
descripción de nuestra condición hu-
mana, y esa condición humana se hace
claramente visible cuando está sometida
a una presión extrema. Como en la física,
una materia desconocida se pone bajo
presión extrema, bajo radiación extrema,
temperaturas extremas, y sólo allí se
entiende la naturaleza del agua. Seres
humanos bajo presión, sufriendo: sólo
eso permite entender nuestros corazones
o soñar nuestros sueños colectivos.
De hecho, usted ha elegido rodar en
condiciones extremas, adversas.
Sí, mis películas se desarrollan en
la naturaleza, en lugares difíciles. Una
película como Fitzcarraldo la realicé en
la Amazonia y había que jalar un barco
enorme de 360 toneladas para cruzar un
cerro. Sí, es cierto, eso es difícil, pero no
es que esté buscando dificultades porque
sí. Eso forma parte de un arte integral, de
un guión, de una historia. En Aguirre o la
ira de Dios yo quería comenzar el rodaje
a más de cinco mil metros de altura.
Iba a filmar a 400 puercos avanzando
en línea recta, pero titubeando, como si
estuvieran ebrios, por la altura. Entonces
hice un test en un instituto veterinario
en Austria y decidí colocar inyecciones
que aturdieran a esos puercos. Porque
yo insistía en filmar esos 400 puercos
ebrios en ese inmenso panorama con
esas montañas increíbles. Pero me di
cuenta de que era imposible rodar esa
escena, porque la mitad de esas gentes
que me habían acompañado a esas
alturas tuvieron fatigas graves y otros
síntomas.
En sus películas tengo la impre-
sión de que vemos los paisajes, los
lugares, las cosas, como por primera
vez, como incontaminados de miradas
anteriores.
Sí. En Kaspar Hauser, por ejemplo,
vemos a un ser humano que está ence-
rrado en un sitio oscuro, subterráneo, sin
saber que existían otros seres humanos,
sin conocer el cielo, el árbol, una casa.
Y de pronto él sale a recorrer y ver
todo eso. Es un caso real que ocurrió
en Alemania en el siglo pasado. Es casi
como una persona caída de una estrella
del universo y que por primera vez está
tocando y viendo algo. Eso es impresio-
nante. Y esa película es en cierto sentido
una película sobre el efecto del proceso
14 ★ noreste ★ NOVIEMBRE 2000
de la visión. ¿Cuál es nuestra visión de
las cosas?, ¿cómo percibimos a las per-
sonas?, ¿cómo entendemos el mundo?
Cada uno de nosotros debiera vivir ese
proceso que ya ha vivido en su infancia.
Por eso esa película tocó los corazones
de las gentes.
En todas mis películas usted encon-
trará ese tipo de imágenes. Sincera-
mente, estoy enfermo por los clichés
publicitarios, por los afiches de viaje, por
las imágenes inútiles e insignificantes
que nos rodean. Merecemos más que
eso. La película Kaspar Hauser me dio
una excelente oportunidad para mostrar
una suerte de visión primera de las cosas.
Yo quiero mostrar a qué se parece un
árbol que uno ve por primera vez en la
vida. Por eso busco encontrar o crear un
vocabulario de imágenes nuevas en que
la realidad se haga irreal o visionaria,
Herzog y Kinski el 10 de enero de 1972, en Perú, durante la filmación de la película Aguirre o la ira de Dios.
como esos molinos de viento en Signos
de vida o los barcos arriba del árbol
en Aguirre o la ira de Dios. Son cosas
reales, pero semejantes a alucinaciones.
Lo que busco es una forma intensificada
de la verdad.
Hay escenas de algunas de sus pelí-
culas que parecieran mostrar paisajes
de nuestro planeta como si fueran de
otro planeta. Son ciertas tomas en las
que uno siente una extrañeza total,
casi como si estuviéramos alucina-
dos.
Sí, quizás usted se está refiriendo, por
ejemplo, al documental Lecciones en la
oscuridad, una película que hice sobre
los incendios en el desierto de Kuwait
después de la guerra con Irak. Ese do-
cumental pretende ser una película de
ciencia-ficción. Y en esa película cada
imagen, cada toma, está hecha para no
reconocer este planeta como el nuestro;
reina ahí una destrucción tan enorme
y tan extraña que no se puede creer
que esos lugares sean parte de nuestro
planeta.
Usted, con Wenders y Fassbinder,
forman parte de una generación huér-
fana del cine alemán . Son los hijos de
la guerra, de un país derrotado, sin
referencias.
Sí. Nosotros después de la Segunda
Guerra no teníamos cine en Alemania,
había un vacío profundo, y por eso he
buscado una conexión cultural con el
cine del expresionismo alemán de los
años veinte, con Murnau. Él hizo Nos-
feratu, la mejor película de todos los
tiempos en Alemania. Y después sucedió
un hecho muy importante en mi vida,
cuando conocí a Klaus Kinski e hicimos
ese homenaje, con mi Nosferatu, a Mur-
nau. Con Kinski me sentí más seguro de
FILMOGRAFÍA PRINCIPAL
Invencible
Mi enemigo íntimo
El pequeño Dieter necesita volar
Campanas desde las profundidades
La mujer del lago
Lecciones en la oscuridad
Cobra verde
Donde sueñan la hormigas verdes
Fitzcarraldo
Woyzeck
Nosferatu: el fantasma de la noche
Nadie quiere jugar conmigo
El enigma de Kaspar Hauser
El gran éxtasis del tallador Steiner
Aguirre o la ira de Dios
País de silencio y oscuridad
Signos de vida
Últimas palabras
repente: fue como cruzar un río y al otro persona en una isla es esa persona y
lado volvía a sentir otra vez algo sólido nada más. A mí me falta un cierto nivel
donde pisar; me sentí con mis abuelos, de abstracción.
sin padres, como un huérfano que ha
encontrado por fin a su abuelo, es decir, ...
a Murnau. Mi pensamiento, entonces, no puede
seguir su idea de símbolo.
En su película Signos de vida un
grupo de soldados alemanes están Ese soldado alemán enloquece,
abandonados en una isla de Grecia, quiere hacer estallar la tierra...
completamente solos, fuera de todo Quiere hacer estallar hasta el sol.
contexto. Quizás ellos sean el símbolo Sí, es un gesto desmesurado, algo que
de lo que les estaba sucediendo a mu- inevitablemente resulta en un fracaso
chos alemanes después de la guerra. enorme.
No, no. Cuidado. Porque yo no puedo
pensar en símbolos. Muchos de sus personajes terminan
en el fracaso, fracasan estrepitosa-
¿Cómo? mente.
Para mí una botella es una botella, Sí, pero en el caso de Fitzcarraldo,
no simboliza nada. Una situación es por ejemplo, es un fracaso con tanta
una situación, una silla es una silla, una grandeza, que a él le da una dignidad y
© AFP
una posición en este planeta. Su sueño
de llevar la ópera a la selva fracasa, pero
él ha soñado, ha vivido, ha sufrido, y eso
valía la pena.
2000
1999 Hablemos un poco de Klaus Kinski,
1997 ese actor tan desmesurado en su vida
1993 real como los personajes que encarna
1992 en sus películas. Usted está presen-
1992 tando aquí en Cannes un documental
1988 sobre su relación de amistad con él.
1984 Mi enemigo.
1982
1979 ¿Enemigo?
1979 Pero mi enemigo preferido, mi ene-
1976 migo íntimo que está muy cerca de mi
1974 corazón. Era necesario esperar algunos
1973 años después de su muerte para hacer
1972 este documental que he llamado Mi
1971 enemigo íntimo. Siempre he pensado
1968 que las cinco películas que hicimos
1967 juntos necesitaban una cadena que las
uniera. Kinski para mí fue muy impor-
tante. Trabajamos muy intensamente,
 NOVIEMBRE 2000 ★ noreste ★ 15

nos empujamos hasta los límites de sueño. Abandonado en la selva por los
las posibilidades del cine, y siempre lo demás, escribí un pequeño libro; fueron
importante fue el resultado, más allá cientos de páginas en la más profunda
de las dificultades y los desencuentros. soledad. Mi soledad era mi último y
Teníamos una amistad muy profunda, único apoyo. Es extraño; hasta hace poco
un respeto, pero al mismo tiempo un... no podía leer ese librito.
¿cómo se dice?
¿Y no se sigue sintiendo solo como
(Alguien propone “pasión”. Herzog artista cada vez que crea una nueva
niega con la cabeza hasta que encuentra película?
la palabra en español.) Hasta cierto punto sí, pero a veces me
pasa algo muy extraño. Al salir de una
Un odio, sí, un odio tan profundo de mis películas, de pronto me siento
que nos hacía estar en un terreno muy conectado. Tengo la impresión de que
peligroso. Un día, por ejemplo, yo lo no estoy solo, he visto público saliendo
amenacé, le dije que lo iba a matar, y del cine y algo he visto en sus caras que
no era chiste. me ha hecho sentirme no más solo, y
eso es lo más grande que puede alcanzar
Ah, ¿era verdad? una película.
Era verdad, y él, que era un hombre
con los instintos muy alertas, sabía que Usted colocó en una película suya,
no era chiste. Pisábamos un terreno El gran éxtasis, una cita de Robert
peligroso, éramos como dos materias Walser.
críticas en contacto, éramos como una Sí, él pasó sus últimos treinta años,
explosión inminente. como Hölderlin, en un manicomio. Su
vida fue muy trágica.
¿Volcánica?
No, volcánica no. Era una relación Walser afirma: “Si estuviera abso-
peligrosa pero muy fértil al mismo tiem- lutamente solo en el mundo, sin alma
po. Cuando Klaus murió, lo incineraron que viviera alrededor mío, sin sol, sin
y me trajeron sus cenizas, las coloqué civilización, desnudo sobre una gran
entre mis manos, y ahí entendí por qué roca, sin tempestad, sin dinero, sin
nos habíamos encontrado. calle, sin tiempo, entonces no tendría
angustia”. ¿Se siente usted identifica-
¿Hay algún episodio de sus rodajes do plenamente con esas palabras?
con él que usted recuerde especial- Completamente. Y me he identificado
mente? con el personaje de esa película-docu-
Hubo momentos en que Kinski se mental, que era el campeón mundial
comportaba más instintivamente y no- del mundo de salto en esquí. Entrené
taba que estaba yendo demasiado lejos; intensamente, participé en campeonatos
en esos momentos, gracias a Dios, él se de ese deporte hasta los quince años.
acobardaba. En una ocasión, en el río Yo siempre era el más joven de todos,
Nanay, al final de una toma de Aguirre, y de repente ocurre un acontecimiento
sucedió lo de siempre: Kinski se olvidó catastrófico y muere mi amigo, mi me-
de parte de su parlamento y se puso a jor amigo en un entrenamiento. Me dio
buscar una víctima. Comenzó a gritar tanta angustia que no pude acercarme
como un loco: “¡Tú, puerco!”, refirién- a ninguna rampa de esquí por mucho
dose al asistente de cámara. “Él está tiempo, y por eso hice la película El gran
burlándose”, me dijo, “debes echarlo”. éxtasis; es sobre ese éxtasis en el aire,
© AFP

“No, por supuesto que no voy a echarlo”, esa soledad sin precedentes, ese acto
le dije. Entonces fue y empacó sus cosas Klaus Kinski en una escena de la película: Aguirre o la ira de Dios. de volar sin aparato y realizar el sueño
y se fue hacia una lancha. Sin embargo, humano más antiguo. Es una película
yo sabía que él había roto sus contratos muy importante para mí.
treinta, cuarenta, cincuenta veces antes.
Entonces fui hacia él muy calmado y le ¿Por qué? ¿No se ha desmoralizado cuando Señor Herzog, le traigo como
dije: “Tú no puedes hacer esto, el film Es más profundo ese texto, sin apa- sus propios compañeros de trabajo obsequio este periódico que hemos
es más importante que nuestros senti- ratos técnicos, sin cámaras, ni organiza- lo han abandonado en medio de un hecho en Chile, se llama NORESTE,
mientos personales y es mucho más im- ción, ni presupuestos, ni laboratorio, ni rodaje? ¿No ha perdido ahí la fe en y de alguna forma nació también
portante incluso que nosotros mismos, producción. Iba escribiendo durante la sus sueños? Leí que la actriz Claudia de sus películas. Quería decirle que
meros mortales. Es imposible hacer algo caminata; eso me permitió una profun- Cardinale cuenta cómo algunos acto- gracias a sus películas no nos hemos
así, tú no puedes hacerlo”. Le dije que didad diferente. res lo abandonaron cuando filmaban sentido solos en el extremo sur de
tenía un rifle y que él sólo podría irse si Fitzcarraldo. América.
lograba alcanzar la próxima curva del río A propósito de fe, ¿usted sigue En sus corazones me abandonaron,
antes de que le metiera ocho balas en la teniendo fe en el cine? ¿Cree que toda- sí. (Recibe el periódico, lo hojea.)
cabeza; la novena sería para mí. vía es posible hacer cine de autor, cine
independiente, cine que movilice sue- Usted tenía un sueño que fue trai- Chile, sí. Ahí termina la carretera,
En sus películas uno descubre la ños y gestos, como su propio cine? cionado. ahí se acaba la tierra, al sur de Punta
extrema fragilidad del hombre en el Sí, por supuesto. Hay muchos ci- Sí. El sueño ahí era jalar ese barco Arenas. Para mí es muy interesante, muy
universo, y al mismo tiempo la fuerza neas-tas que conservan esa fe, y hacen a través del cerro, y después de tantos misterioso. Me gustaría descubrir el sur,
que es capaz de contener y movilizar películas con mucha vida, con inteligen- esfuerzos en vano, semana tras semana, el verdadero sur de Chile, me gustaría
ese ser tan frágil, con la fe. Usted, cia, con espíritu. Hay dos países muy nadie creía ya en ese sueño, y me aban- hacerlo caminando a pie hasta el límite
por ejemplo, hizo una caminata a pie interesantes en este momento: China e donaron. No se quedó nadie, ni una sola del continente. Ése es un sueño para mí;
para salvar a una amiga que se estaba Irán. Y también algunos países que se persona. En una multitud de mil cien a veces sueño con el final de mi vida,
muriendo. desprendieron del imperio soviético, personas que participaban en el rodaje, caminando con mi perro, con un huski,
Sí. Se trataba de Lotte Eisner. Un como Kazakistán, Armenia, Latvia. no existía nadie que creyera en ese hasta el fin de ese continente.
amigo parisino me llamó por teléfono
a fines de noviembre de 1974. Me dijo
que Lotte Eisner estaba muy enferma y
que sin duda iba a morir. Le respondí:
“No es posible, no en este momento”. El
cine alemán no podía prescindir todavía
de ella, no debíamos permitir que murie-
ra. Entonces yo caminé con mucha fe a
pie, durante el invierno, desde Múnich a
París; no podía permitir que ella se mu-
riera. Tomé una chaqueta, una brújula,
lo mínimo; estaba convencido de que
yendo a pie, ella sobreviviría. Fue muy
extraña esa peregrinación. He escrito un
pequeño texto sobre eso, que prefiero a
todas mis películas; se llama Vom Gehen
im Eis, no sé cómo se dice en castellano.
Ese texto me conmueve personalmente,
más que mis películas.
16 ★ noreste ★ NOVIEMBRE 2000

HOROSCOPO DE NOVIEMBRE Un día los pueblos construyeron

ARIES altas pirámides para, desde sus cumbres, CAPRICORNIO
consultar a las estrellas.
Y organizaron, según los designios, fiestas,
batallas y cosechas. Hoy corresponde a los poetas
sugerir las fiestas y aconsejar en el amor,
indicar el rumbo.
Con ese fin hemos recuperado de manos de los
agoreros este espacio y lo hemos devuelto a sus
legítimos sucesores.
POR EDGAR A. POE POR LAOTSÉ
Las cuatro condiciones Los mejores aurigas
fundamentales para la felicidad: Fotos: Elliot Erwitt no se lanzan al frente.
la vida al aire libre, Lo mejores combatientes
el amor de una mujer,
la ausencia de toda ambición
y la creación de una belleza nueva.
CÁNCER LIBRA no exhiben su odio.
El más grande conquistador
gana sin trabar batalla.

TAURO ACUARIO

POR OSCAR WILDE POR GIUSEPPE UNGARETTI

Perdona siempre a tus enemigos: El verdadero amor
nada los irrita tanto. es una calma encendida.

POR MARCELO RIOSECO LEO ESCORPIÓN POR W. B. YEATS

Ve más lento El vino entra por la boca
escuchando las hermosas canciones Y el amor entra por los ojos;
de tu generación Es todo lo que en verdad conocemos
y no olvides nunca las cosas que Antes de que envejezcamos y
ganaste muramos.
ni los besos que te hicieron feliz Llevo mi vaso a mi boca
Protege a tus amigos Te miro y suspiro.
y llévalos a fiestas que entusiasmen
De ti depende levantar el brazo
y pedir luz, salud y belleza
No siempre estamos en un camino tan
indicado. POR DIEGO MAQUIEIRA POR WILLIAM BLAKE
El espíritu es el vuelo del aire El camino del exceso lleva al palacio
que convierte el viento en luz. de la sabiduría.
GÉMINIS PISCIS
VIRGO SAGITARIO

POR EMILY DICKINSON POR CESARE PAVESE

El alma debiera estar siempre abierta Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
de par en par. Preparada para dar Será como abandonar un vicio,
la bienvenida a la experiencia extática. POR CHANG CHAO como ver que emerge de nuevo
POR BOB DYLAN
un rostro muerto en el espejo,
No lo pienses más: está bien. Es mejor ser insultado por gente vulgar como escuchar un labio cerrado.
que despreciado por caballeros.

En la Patagonia argentina
SE INAUGURA BURDEL PARA
MUJERES
© AFP
Silvestre Corrales, Gerardo Arroyo y Manzana Valenzuela, integrantes de
“El Paraíso”, atendiendo a una visitante mediante la recreación de una obra
de teatro griega.
Cerca del poblado patagónico de Ge-
neral Roca, en Argentina, a mil kilóme-
tros de Buenos Aires, en plena pampa,
atiende una insólita casa de servicios a
la comunidad.
La casa, ubicada clandestinamente en
una estancia de propiedad privada, está
cercada por altos árboles y un río que
baja de las montañas. Mujeres de dis-
tintas edades y clases sociales, venidas
de todos los puntos del globo, acuden
diariamente a esta antigua pulpería re-
faccionada especialmente para ellas.
El interior del viejo almacén ha sido
especialmente diseñado para atender a
las mujeres. Cuenta con tinas de agua,
una sala de masajes, una biblioteca, un
piano, un bar con los licores más finos,
y una cocina donde se preparan todo tipo
de manjares a la carta.
La idea de este singular centro de
placer, llamado El Paraíso, y cuyo pro-
pósito es que las mujeres sean atendidas
como abejas reinas, nació en la mente
de un romántico y desconocido poeta
de la Patagonia, Jesús Caballero. Actual
regente de la casa, Caballero contrató a
sus mejores amigos para poner en mar-
cha esta empresa, única en el continente
y de fuerte acento épico.
Manzana Valenzuela, uno de los cola-
boradores de este sueño, es el encargado
de tocar el piano todas las tardes. Mien-
tras pisa los pedales del piano con sus
zapatos decorados con corazones rojos,
explica: “Al principio no llegaba nadie;
el piano lo trajimos en carreta, las camas
tuvimos que cruzarlas en balsa. Pero
cuando pasó el invierno, comenzaron a
llegar las chicas. Contamos con una pista
de aterrizaje junto al río, ellas vienen en
avioneta desde Buenos Aires; y no dejan
de llegar”.
Silvestre Corrales, un jovial enano con
sombrero de copa, cocinero del burdel,
asegura que “a los grandes problemas
del mundo de hoy, como la pobreza, el
crecimiento de las ciudades, la sobre-
explotación de las riquezas naturales, se
suma ahora la guerra de los sexos. Nunca
antes, en toda la historia del mundo,
hubo más diferencias entre hombres y
mujeres”.
Consultado al respecto otro miem-
bro de esta empresa, Gerardo Arroyo,
médico y ex jugador de polo, responde
mientras se pasea de traje blanco por
el salón: “Levantamos nuestra casa
aquí, en medio de la pampa, para que
nadie nos molestara. Pero El Paraíso no
sólo consiste en prestaciones sexuales:
también paseamos a nuestras visitantes
a caballo, hacemos fogatas en honor a
la diosa Luna, les tocamos el piano, les
leemos poemas”.
“El Paraíso es una empresa de poesía
aplicada. Tenemos una pieza llena de
libros de poemas, desde la epopeya de
Gilgamesh hasta los poemas de los tro-
vadores medievales. Sí, creemos que la
lectura de los trovadores a la hora del
crepúsculo sacude cualquier frigidez”,
dice el poeta Caballero.
Actualmente, Jesús Caballero está es-
cribiendo una novela con las experiencias
de El Paraíso. Según él, la novela, cuyos
derechos ya han sido registrados, será el
gran libro de los tiempos modernos. “A
las mujeres las transformaron en piezas
de trabajo; ahora debemos hacer todo lo
posible para que recuperen su sitio privi-
legiado y entreguen amor a los hombres.
Nuestra tarea es remendar sus corazones,
curar sus heridas y las nuestras. Todos
queremos volver a enamorarnos”.
La novela, en proceso de elabora-
ción, cuenta distintos casos de clientas
atendidas en El Paraíso. Incluye desde
la aparición de una vieja enamorada de
una iguana y cuarentonas decepcionadas
de los hombres, hasta una adolescente
despechada del violinista de una orques-
ta de ciegos.
Esta antigua pulpería, convertida en
el escenario de un cuento de las Mil
y una noches, se alza en medio de la
pampa donde arrecia el viento, y ostenta
a la entrada un tótem de madera con la
cabeza de una mujer. Símbolo de un
falo, tiene una inscripción que reza:
“No presumimos de los cinco polvos
sin saque. Nuestra tarea es despertar en
ellas el mito del amor”.
Otra particularidad de El Paraíso,
este burdel al revés, es que las mujeres
son atendidas gratis. Esto gracias a los
aportes de un patrocinador cuyo nombre
los responsables se negaron a revelar.
NOVIEMBRE 2000 ★ noreste ★ 17
SOBRE AMORES
Y NAUFRAGIOS
Querida Alondra:
Tengo 34 años, dos hijos pequeños,
y vengo saliendo de una tremenda
depresión. Ya estoy mucho mejor,
pero me han venido unos accesos
de odio hacia mi pareja. Estoy muy
preocupada, no puedo creer que haya
llegado a odiarlo. El sentimiento me
viene especialmente en las noches.
Para evadirme de ese odio me lo paso
leyendo novelas de Bukowski, me
imagino que soy una de esas chicas
que Chinaski, el protagonista, se “fo-
lla” (como dice el traductor español).
¿Estaré pelando el cable?
Tuya, Javiera
Javiera:
Usted se me está pareciendo a Ma-
dame Bovary, pero en versión 2000.
No está pelando el cable, está sim-
plemente refugiándose en su mundo
imaginario, y eso es totalmente legí-
timo. Ahora, no se crea que ese señor
Bukowski era mejor que lo que es su
marido. Seguro que muchas mujeres
lo detestaron tanto o más que a su me-
dia naranja. Créame que muchas veces
el odio puede ser contenido dentro
del amor. La maravilla del amor es
que pueda contener el odio que pro-
visoriamente podamos sentir a veces
por nuestra pareja. Generalmente se
lo conoce como “odio nocturno mo-
mentáneo” y no tiene nada que ver
con el Odio con mayúscula, que daría
para conversar durante horas, dada su
intrínseca relación con el amor. No
se sienta culpable por eso, mijita. A
veces un odio de esos, bien adminis-
trado, termina por fortalecer el amor.
“Te odio y te amo, me preguntarás
cómo puede ser, te odio y te amo”,
decía un antiguo poeta latino, Catulo.
Mucho más sabio y práctico que esas
gimnasias irreales de su Burrowski
follador.
Suya, ALONDRA
Alondra querida:
Tengo 53 años y creo estar vivien-
do una pesadilla y un sueño al mismo
tiempo. Hace unos días, mi hija, que
tiene 18 años, invitó a nuestra casa
a una compañera de curso. Sólo con
verla enloquecí, me volvió el alma al
cuerpo y un entusiasmo casi místico
se apoderó de mí. Cada vez que la
veo, tiemblo entero y no puedo dejar
de pensar en ella, hasta le he escrito
poemas secretos. Creo que se trata de
un amor verdadero y no de una calen-
tura. Ella es fina, dulce, y adivino en
su mirada una complicidad conmigo
que me hace pensar que no se trata de
un simple delirio mío. ¿Qué hacer?
Tuyo, Juan
Juan atribulado y arrebatado:
Esto es American Beauty en ver-
sión chilensis. ¿La vio? Su síndrome
es más viejo que la invención del
fuego. Es cierto que puede haber casos
de amor real con diferencias de edad
significativas –pienso en el caso de
Vicente Huidobro y Jimena Amuná-
tegui–, pero son los menos. Más que
Por ALONDRA
atracción por ese duraznito tierno, lo
que usted tiene es una honda melan-
colía encarnada en su biología, un
miedo al tiempo y a la muerte que se
aloja en los genes de muchos hombres
a partir de los 50. Ojo donde se meta:
piense no más cómo acabó el protago-
nista de Lolita, de Nabokov. El caso
más patético es el del protagonista de
Muerte en Venecia, de Thomas Mann;
claro que a ese madurón se le anduvo
quemando el arroz con un efebo, pero
al final es la misma cosa. Reconozco
que me resulta difícil aconsejarlo. No
me crea una vieja resentida o que por
solidaridad con mi sexo rechazo vis-
ceralmente a los hombres que se “em-
potan” con chiquillas menores. Nada
de eso. ¿Usted cree que a mí a veces
no me vienen locuritas de vieja otoñal?
Oiga, y eso que estoy bien pasada de la
menopausia. Pero, ¿sabe lo que hago?
Me miro al espejo y digo: “Alondra,
vieja zorra, una zorra vieja como tú
no debe andar metiendo las narices en
los verdes nidos. Hay un tiempo para
amar y un tiempo para cerrar la cueva
a tiempo”. C’est tout!
Suya, ALONDRA
Alondra:
Quisiera un par de consejos sabios
como son los suyos para hacer durar
a las parejas más allá de la comezón
del séptimo año.
Suyo, Fabián
Fabián:
¿Y usted cree, mijito, que andan
agarrando perros con longanizas?
¿Quiere saber la firme, se lo digo sin
anestesia? No hay receta, no hay póci-
ma, no hay consejo para esa comezón
devastadora. Allá otras u otros que
se anden llenando los bolsillos con
best-sellers truchos donde se enseña
a durar en pareja. Muchos dicen que
después del séptimo año hay que tener
paciencia; otros, resignación; otros,
aprender a mentir sin arrugarse. Yo
creo en el amor, pero en el Amor con
mayúscula, aunque no esté de moda.
Ahora, eso ya es cosa de iniciados.
Léase, si puede, un libro de Rémy de
Rougemont: El amor en Occidente.
Allí encontrará algunas pistas. Otro
estudio estupendo es de Julius Evola:
Metafísica de los sexos. ¡A estudiar
se ha dicho! ¿Lo decepciono, o acaso
quería la breva peladita y en la boca?
Porque con flojera, cualquier amor se
nos va de las manos.
Suya, ALONDRA
18 ★ noreste ★ NOVIEMBRE 2000
TRIBU MUTANTE
APARECE EN BUENOS AIRES
Los ñaros son fundamentalistas de
la presencia, por lo tanto rechazan la
comunicación y exploración virtual. Para
ellos, estar en el lugar es la única forma
de conocimiento. Tienen entre once y
dieciséis años, y aseguran que seguirán
siendo ñaros cuando pasen la barrera de
los dieciocho.
Algunos de sus detractores los acusan
de no traer una propuesta y otros los des-
califican argumentando que no se puede
tomar en serio un juego de niños.
Los ñaros son una rama –autodeno-
minada mutante– de la generación Eñe.
Sin duda, se trata de una tribu urbana, ya
que tienen argot, estética e ideas carac-
terísticos, y ciertos ritos herméticos que
los emparientan con las sectas.
Aquel que desee entrar en la tribu
debe acercarse a un integrante que lo
reconocerá o rechazará de inmediato. Si
es aceptado será iniciado por un ñaro que
hablará durante horas contando secretos y
anécdotas de los tiempos de la gestación
del grupo –es decir, de hace seis meses–.
Esa información sólo debe ser transmi-
tida a un nuevo iniciado, evitán-dose
filtraciones a personas ajenas, y aunque
el método parece muy abierto hasta ahora
el hermetismo se ha mantenido. Ellos
dicen que su talento es no equivocarse al
incorporar a los nuevos.
Se los reconoce por una precoz in-
quietud e independencia y por la actitud
distante pero sin confrontación dentro
de su entorno familiar. Aunque ellos lo
nieguen, están emparentados con movi-
mientos juveniles de décadas pasadas:
parecen haber tomado de los beatniks de
los cincuenta la pasión por viajar, y de
las pandillas de los sesenta la transmisión
del relato oral.
Consideran la heterosexualidad un
mandato cultural y la pareja un plan sis-
témico de adaptación y funcionamiento
productivo; por eso, ellos se asumen
bisexuales y se vinculan de a tres. Estas
triejas pueden estar conformadas por dos
Margarita, está linda la mar...
Margarita, te voy a contar un cuento.
hombres y una mujer, tres hombres, tres
mujeres o dos mujeres y un hombre. Para
ellos el encuentro romántico no está de-
terminado por el género sino por la sim-
patía y atracción entre los integrantes.
Los ñaros adoran la indumentaria
tecnológica con múltiples posibilidades
de transformación. Pasan muchas horas
fuera de la casa –a veces días– y quieren
estar siempre elegantes, cómodos y livia-
nos. Cierres y confecciones reversi-bles
protagonizan sus atuendos. Telas elasti-
zadas, diseños híperceñidos al cuerpo,
marcando curvas y músculos . Mangas
desmontables, calzas que se transforman
en shorts, chaquetas que se vuelven mi-
nis, capas que se cierran como mochilas
livianas. Los ñaros parecen una élite de
condes y condesas deportivos y sexis,
aristócratas futuristas o súperhéroes que
no vuelan.
Sus ropas con ribetes combinan siete
tonos: rojo, azul, amarillo, blanco, negro,
dorado y plateado. No hay diferencia en-
tre las prendas para chicos o chicas; todo
es intercambiable, aunque ellos dicen
que justamente el tipo de diseños ñaros
expone las diferencias entre los sexos,
no porque sean distintas las prendas sino
porque vestidos parecen estar desnudos
y pintados de colores.
También es usual que uno de ellos se
siente un poco más lejos del grupo y dibu-
je al resto o haga un retrato de algunos de
ellos. Todo ñaro debe aprender a dibujar,
y el comic es su forma de comunicación
y su lectura predilecta; pero no consumen
las revistas de historietas de los quioscos,
pues ellos producen libros de grandes
dimensiones y con dibujos originales que
circulan dentro del grupo.
Se estima que los ñaros suman cien
jovencitos en Buenos Aires, pero se dice
que hay en otras partes. Por ahora cono-
cemos más lo que los ñaros muestran que
sus herméticos secretos transmitidos en
el momento de la iniciación.
Vera Land
★ noreste ★
CINE
Por Marcelo Rioseco
Humos del vecino es una apuesta
por una narrativa diferente. Apar-
tándose de todas las reglas clásicas
del cine americano, Wang y Auster
narran la vida en Brooklyn mezclando
situaciones de la vida cotidiana con
testimonios y monólogos de los pro-
pios actores. Para ello recurren a más
de una docena de actores y personajes
co-nocidos, como Lou Reed, Jim Jar-
musch y Madonna.
Gran parte de la historia transcurre
en una tabaquería administrada por
Auggie Wren (Harvey Keitel) en una
esquina cualquiera de Brooklyn. La
tabaquería es el epicentro del barrio
y de todas las situaciones que allí
ocurren. Las escenas están plagadas
de humor, ironía e incluso de un
cierto delirio. Todo lo que vemos en
la pantalla nos va mostrando el tipo
de gente que vive en ese lugar y cómo
se relacionan entre ellos. Sin ninguna
espectacularidad, sin grandes tomas
y con una fotografía al servicio de
la historia, Humos del vecino es más
que una película de culto; es una gran
historia que nos hace pensar en la im-
portancia de pertenecer a un lugar, de
haber nacido y crecido junto a ciertas
personas.
Las escenas son simples y llenas
de ingenio, pero también poseen una
profunda emoción. La película co-
mienza con una serie de monólogos
absolutamente delirantes de Lou Reed
sobre las cosas más increíbles que uno
pueda imaginar. Reed reflexiona con
absoluta seriedad sobre sus anteojos,
que no tienen cristales ópticos y pue-
den ser un gran éxito porque, sin sa-
cárselos, puede usarlos para observar
lanzamientos espaciales con prismá-
ticos. También aparece Jim Jarmusch
en una escena donde él y Keitel están
en la tabaquería, cómodamente sen-
tados, hablando de la relación que
existe entre el sexo y los cigarrillos.
Jarmusch ha decidido dejar de fumar
y le confiesa a Keitel que tampoco
podrá hacer más el amor porque está
acostumbrado a compartir un ciga-
rrillo después de tener sexo, lo que
ahora va a ser imposible. Otra actriz
que hace un trabajo extraordinario es
la sensual Mel Gorham en el papel de
Violeta, la novia hispana de Auggie.
En sus dos incendiarios monólogos
frente a un espejo logra realmente
hacernos saltar de la butaca. En el
primero jura vengarse de Auggie por-
que cree que él la engaña, pero más
adelante confiesa que Auggie la pone
muy caliente. Este último monólogo
es parte de una escena bellísima: ella
está vistiéndose y, al mismo tiempo,
canta ese clásico del blues que es You
Give me Fever. Violeta es como una
pantera y cuando la cámara la toma
desnuda yo realmente quisiera estar
HUMOS DEL VECINO
Título original: Blue in the face (1995).
Dirigida por Wayne Wang y Paul
Auster.
Duración: 83 minutos.
Actúan Harvey Keitel, Lou Reed, Mi-
chael J. Fox, Roseanne, Mel Gorham,
Jim Jarmusch. Giancarlo Esposito,
Malix Yoba, Victor Argo, Mira Sorvino
y Madonna.
en el pellejo de Auggie. La escena
se desarrolla con Violeta siempre de
espaldas a la cámara, lo que vemos es
su cuerpo reflejado en el espejo.
Hay muchas otras escenas y una
cantidad de extraños personajes que
nos van contando lo que es Brooklyn.
También vemos imágenes de cómo
era Brooklyn antes. Una de las cosas
más impresionantes es la destrucción
del estadio Ebbets, donde jugaba el
famoso equipo de béisbol, los Dod-
gers. También vemos el conjunto de
edificios que construyeron en el mis-
mo lugar. Estas breves incursiones
en la realidad son siempre un punto
de partida para los diálogos de los
personajes.
Al final de la película nos ente-
ramos del verdadero significado de
Brooklyn a través de un hecho muy
simple. Vinny (Victor Argo), el dueño
de la tabaquería, ha decidido vender
el negocio. Vinny le cuenta a Auggie
su decisión. Auggie no lo toma bien,
pero él no está realmente preocupado
por su empleo, sino por lo que la ven-
ta del negocio significa para la gente
de Brooklyn. En un monólogo franco
y honesto, Auggie le dice a Vinny que
él sabe que la tabaquería es una tienda
de barrio insignificante, pero que todo
el mundo pasa por allí: los niños van
a comprar caramelos, otros a comprar
sus crucigramas o sus pastillas para
la tos; le dice también que la tienda
ayuda a mantener unido el barrio,
y que si él, Vinny, decide venderla,
estará ayudando a colocar otro clavo
en el ataúd de Brooklyn. Pero lo más
increíble viene ahora. Vinny decide
no vender, pues en un momento tiene
una visión en que él conversa con
uno de los jugadores más famosos
de béisbol de las ligas americanas,
Jackie, un jugador de los Dodgers de
los tiempos cuando los Dodgers eran
de Brooklyn y todos los jugadores del
equipo vivían allí. Sabemos que Jac-
kie murió hace muchos años y que era
el ídolo de Vinny cuando él era niño.
Jackie le habla sobre su éxito como
jugador de béisbol y al final de la
conversación le dice a Vinny: “Todo
lo hice desde aquí”. Eso es todo; es
la frase que resume el espíritu de la
historia. Hay una fibra en esta pelí-
cula que inevitablemente nos hace
pensar en el lugar donde crecimos y
en la gente con la cual vivimos una
parte de nuestra vida.
Humos del Vecino es una gran his-
toria que no alude a ningún efecto es-
pecial para sorprendernos, porque tal
vez Wang y Auster están muy lejos de
los artificios del cine moderno y sólo
buscan conmovernos con algo muy
sencillo, una historia que bien podría
ser la historia de nuestro barrio.
 NOVIEMBRE 2000 ★ noreste ★ 19
A través de los barrios y cuando cae la noche
MENDIGA BUSCA
CASA INEXISTENTE
La noche empieza a caer. La gente
se apresura a volver al nido. Pero para
mí no existe casa a la cual regresar. Yo
continúo caminando, lentamente, por los
estrechos senderos que separan una casa
de otra. Y repito la pregunta que me he
hecho cientos de veces: ¿por qué a pesar
de que a lo largo de la calle hay tantas
casas ninguna es mía?
A veces, al apoyarme en un poste
de luz, encuentro pedazos de soga en
el suelo y por momentos siento deseos
de ahorcarme. La soga parece decir
“descansemos, hermana mía”. Pero no
puedo descansar porque la soga y yo no
somos hermanos.
No, yo no soy una suicida. Nada de
eso. Yo aún camino por las calles bus-
cando una respuesta convincente a la
pregunta: ¿por qué no tengo una casa?
Es más, la búsqueda de esa respuesta me
da fuerzas para vivir.
Todos los días anochece en la ciudad.
Al llegar la noche debo descansar. Para
descansar necesito una casa. Y si es así,
¿no es cierto que no existe una razón
para no tenerla? De pronto se me ocurre
que quizá cometí un grave error y no
es que no tenga una casa: simplemente
la olvidé. Sí, eso puede ser. Qué sé yo,
al pasar casualmente por un sitio me
detengo frente a una casa. ¿Será ésta mi
casa?, me pregunto. Entonces me lleno
Contra viento y marea mendiga sigue recorriendo las calles.
de valor, eso, y llamo a la puerta.
Por la ventana aparece el rostro risue-
ño de una mujer. La esperanza late muy
fuerte en mi corazón. Yo también sonrío
y la saludo con mucho respeto.
–Perdón que la moleste, señora. ¿No
es ésta mi casa?
El rostro de la mujer se endurece.
–¿Quién es usted? ¿De qué se trata
esto?
Me dispongo a explicarle, pero me
encuentro en un callejón sin salida.
No sé qué debo explicar. Sin pensarlo
mucho, arremeto:
–Si usted cree que ésta no es mi casa,
pruébelo.
–¿Que qué...? –dice la mujer con
rostro atemorizado.
–Si usted no puede probar lo contra-
rio, tengo razón para pensar que esta
casa es mi casa, ¿no?
–Pero esta casa es mía.
El rostro de la mujer se convirtió en
un muro que borró la ventana. ¡Ah, ése
era el verdadero carácter de la señora de
rostro sonriente!
Entonces me alejo y sigo preguntán-
dome: ¿por qué, si todas las casas son de
alguien, ninguna es mía? ¿No sería bueno
que al menos una no fuera de nadie? De
vez en cuando me imagino que las obras
en construcción son mi casa, o que lo mío
es un banco de la plaza. Excelente. Pero
vendrá el guardia de traje azul contratado
por el alcalde y me dirá:
–¡Ea! ¡Señora! ¡Levántese! Éste es un
lugar público. No es propiedad de nadie,
y menos suya. ¡A caminar! Es un delito
dormir en los bancos de la plaza. Bús-
quese otro lugar, un sótano, lo que sea.
Si no, tendré que llevarla a la cárcel.
Lentamente me levanto y me voy ha-
cia las afueras de la ciudad. Ya lo dije: no
soy una suicida. Mi casa no es un nicho.
No soy una delincuente. Mi casa no es
un calabozo. Seguiré caminando hasta
llegar al descampado, a las praderas
lejanas. Ya verán.
S.E.
20 ★ noreste ★ NOVIEMBRE 2000
Esta sección pretende constituirse en el lugar de trueques y de tráfico de ideas, sueños y curiosidades más libre de América. Una verdadera zona franca tanto
para lo tangible como lo intangible. Aquí usted puede publicar desde un mensaje de amor u odio hasta la venta de una iguana. Escogemos cada mes los mejores
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cuatro números, el 9, 13, 25 y 28. Tengo
repetidos los números 19 y 27 para quien
quiera participar en un lindo trueque. Tam-
bién estaría dispuesto a donarlos a quien los
necesite con suma urgencia.
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MENSAJES
GENERALES
Es absurdo que palestinos e israelíes sigan
matándose. Somos distintos pero habitamos
una tierra común y tenemos mucha historia
compartida. Como judía, me impresionó la
muerte de un niñito palestino en brazos de su
padre y el feroz linchamiento de dos policías
israelíes a manos de una turba fanática. He-
mos sufrido mucho los dos pueblos. ¿Por qué
les cuesta tanto a nuestros líderes tener gestos
generosos, potentes, que cambien la historia?
Propongo crear un movimiento internacional
palestino-israelí pro-refundación de nuestra
historia y convivencia. Si estás de acuerdo
y eres judío o palestino, escribe una carta o
email apoyándome a través de esta sección
de NORESTE.
Sonia.
***
Me dirijo a ustedes para llamar su atención
respecto a los múltiples peligros que implica
el famoso “Plan Colombia”, el cual pretende
desarticular la guerrilla colombiana cueste lo
que cueste, introduciendo aun más violencia
y destrucción no sólo en Colombia, sino
también en el resto de la región. Frente a esta
situación, países como Venezuela y Brasil
han reaccionado en contra de tan nefasto
plan. Sin embargo, el bueno de Lagos, a
quien tengo en un alto concepto, ha cedido a
las presiones. Pues bien, esto es intolerable.
Propongo generar una corriente de opinión,
un movimiento que se manifieste en abierto
rechazo a la intervención norteamericana
y grite a los cuatro vientos... ¡¡Yanki, go
home!! No queremos sus armas, sus plagui-
cidas y su corrupción. ¡¡¡¡¡FUERA!!!!!
El Bolivariano.
MENSAJES
DIRIGIDOS
MUJERES Y HOMBRES
BUSCAN
Juan:
El desierto de mi vientre sembraste de ilu-
siones. No olvides que en el sur se anhela
riego.
Roxana.
***
Estoy secuestrada hace mil años, y no recuer-
do mi rostro. Aún puedo respirar la lenta ven-
tisca de aire que se filtra en esta habitación.
Tristán, he perdido tu última señal, pero sé
que estás más cerca de lo que creo. Búscame
en la vereda de enfrente, en mi ventana hay
un violín y casi no vuelan las palomas.
Desesperadamente, Isolda.
AVENTURAS Y
EXPEDICIONES
Cabalgatas al fin del mundo sin mapas, son
GIS, sólo con el instinto que detona acercarse
al paraíso. Guías profesionales. 334 3775.
TODO TIENE
SU PRECIO
Busco musa que sea capaz de mirarse al
espejo y reconocer la magia de su cuerpo. (Y
que además me deje fotografiarlo desnudo.)
A cambio doy el genuino intento de hacer
arte. Si te interesa, escríbeme al e-mail:
gringo_viejo@123click.cl
***
Soy Claudia, una mujer sin sueños y me en-
cuentro tan triste como Alfonsina (la Storni,
la de verdad). Casi intentaría sumergirme en
el mar como esta bella mujer; sin embargo,
creo que no es el momento aún, estando
en la tierra de mi amado Vicente Huidobro
logro cierta paz, sólo un poco, espero que
sea la suficiente. Si tienes un sueño para
prestarme u obsequiarme te daré un abrazo y
susurraré una canción de cuna en tu oído
izquierdo. Soy Claudia y no tengo sueños,
soy Claudia y quiero un sueño, soy Claudia y
estoy aquí: alfonsina73@starmedia.com
Teléfono 233 680 - cod 35 - Puerto de San
Antonio.

ASESINO DE DIOS
SE ARREPIENTE
Y SE CONFIESA
Lo maté alevosamente al comienzo de
la primavera. Es que odio la primavera
con sus falsas promesas de resurrección.
Fue un asesinato premeditado, fríamente
calculado, preparado con una antelación
que me excede. Fue fácil hacerlo. Él
estaba entonces muy cansado, rodeado
por aduladores ineficientes, agobiado
por el peso de estúpidas discusiones
bizantinas, enfermo de melancolía. Lo
sorprendí una noche en mi biblioteca.
A veces me visitaba como presintiendo
que ahí, en ese lugar, bailaba una ener-
gía fulgurante que escaseaba entre los
suyos. Me quiso abrazar. Lo detuve,
dándole la espalda. Había esperado toda
mi vida ese momento. No podía errar el
tiro, no podía tirar por la borda todos
los días y noches perdidos sumergido
en la filosofía alemana (¡qué pelmazo,
qué fárragos inútiles!). La angustia y
los éxtasis, los viajes al lugar secreto de
la montaña. Dudé un momento, se me
entumecieron las manos, tuve miedo.
Sabía que hacerlo era un acto irreversi-
ble, que desencadenaría las más furiosas
tempestades y una ola de críme-nes
posteriores a éste, el crimen supremo:
era como uno de esos momentos de las
tragedias shakespearianas en las que yo
dejaba de ser espectador para estar en el
corazón de la escena principal.
Pensé en mi padre, en mi madre,
en mi infancia, tantos momentos se
agolparon en mi corazón y oprimieron
mis sienes. El bosque de Heidelberg, la
DEFUNCIONES
sonrisa de LOT aquietándolo todo, el
Y NACIMIENTOS
Se comunica
el sensible fallecimiento del
SICOANÁLISIS
Después de un largo coma, la ciencia
que provocó furor entre los siquiatras más
notables del siglo y que llamó la atención
incluso de los intelectuales más conserva-
dores de la época, dejó de existir apenas
la humanidad hubo ingresado al nuevo
milenio. Después de haber inventado más
de treinta y cuatro enfermedades sicoló-
gicas con carácter de patologías graves,
y de haber fascinado con su terminología
moribunda y sensacionalista, pasó a la
historia como una enfermedad tan famosa
como la tuberculosis en el siglo XX.
Acorralado por los cambios de aires y la
amenazante presencia de las religiones
orientales, el sicoanálisis terminó por
aceptar su derrota: los males del alma
no se curan con palabras. También hay
gestos, miradas, abrazos que curan.
Hoy los escritores, compadecidos
por la indigente situación del gremio
de los siquiatras freudianos, decidieron
considerar al sicoanálisis una rama más
de la literatura fantástica e invitaron a los
sicoanalistas a participar en los más des-
tacados concursos de cuentos del país.
río Nékar cuando arrastra consigo can-
ciones pretéritas. Todo eso se condensó
en mi biblioteca haciendo temblar los
vasos, las botellas, los estantes. Podía
arrepentirme, tenía la libertad de no
avanzar, no había necesidad de cargar
con esa responsabilidad por el resto de
mis días. ¿Por qué dudaba tanto en el
instante supremo, yo que detestaba el
reblandecimiento de la voluntad, la co-
bardía de los intelectuales incapaces de
actuar con temeridad en los momentos
cruciales?
Traté de controlar mis emociones y
vinieron a mi mente los horrores de miles
de años bajo la sombra de los administra-
dores del miedo, el llanto de los héroes,
las mentiras carcomiendo la vitalidad de
tantos cuerpos, la hipocresía, el imperio
del carbón sobre el diamante.
Yo sé por qué dudaba tanto en el ins-
tante supremo: era porque yo lo amaba.
Nadie puede entender la soledad de un
criminal que asesina por amor.
En verdad, esta muerte iba a terminar
con sus achaques, con esas profundas
crisis de melancolía. Yo no quería ase-
sinarlo a él, sino liberarlo de esa patética
identidad a la que lo habían condenado
sus aduladores. Apostaba a que una vez
muerto, su más íntima esencia iba por
fin a viajar, a flotar sobre las aguas y el
tiempo.
¿No iría a ser malinterpretado mi ase-
sinato? No albergaba esperanza alguna
de ser entendido por mis contemporá-
neos, sólo esperaba la comprensión de
Se comunica
el sensible fallecimiento
de la
TELEVISIÓN
ABIERTA
Cuando nació, se dijo que iba a
terminar con el hambre en Paquistán,
con el cine y con la radio. Estos úl-
timos gozan de buena salud, pero la
televisión abierta es hoy una sombra
de lo que pudo haber sido. Ni caja
de Pandora ni caballo de Troya, este
rectángulo sólo ha logrado idiotizar
más al mundo y destruir las identidades
locales de los países más pobres. Cae
el telón, y un animador con lentejue-
las y sonrisa operada anima un show
de cartón piedra que ya no despierta
ilusiones en las masas, más ignorantes,
idiotas y manipulables –a merced de
fantoches e ideologías nefastas– que
antes de su aparición.
Que descanse en paz.
NOVIEMBRE 2000 ★ noreste ★ 21
de un aguafiestas, de un enfermo de
eternidad, de un padre luminoso redu-
cido a un cuerpo aborrecible. Pero para
mí comenzaba el descenso definitivo al
pozo más profundo. Yo amaba la vida, sí,
no era odio lo que me guiaba, yo había
sentido el rayo traspasarme. Pero me
equivoqué, y de mi error nació un mundo
contrahecho, un engendro sin alma, un
espectáculo de marionetas de la nada. No
alcancé a vivir lo suficiente para asistir
a la consumación de mi sueño. Pero sé
que el asesinato fue en vano. Un mundo
ridículo, impotente, una parodia de mis
sueños se enseñorea hoy del planeta:
babosos, esperpentos de Apolo llenan
de ruido, de iras fáciles, mi jardín de Hi-
perión. Como si la muerte de él hubiese
© Lunwerg Editores y Cristina García Rodero
producido una descomposición tectónica
y hubiese hecho surgir del fondo del
magma una legión de moluscos de baja
marea, de ditirámbicos rastreros, de
débiles mentales.
¿No saben acaso las fuerzas cósmicas
que se movilizaron para que yo matara al
viejo Dios? ¿Acaso confundieron juego
–esa forma suprema de ocupación en el
Asesino de Dios se cubre el rostro. universo– con chiringada?
Un tiempo idiota, sin peso ni gracia,
la posteridad. ha ocupado el lugar vacío dejado por el
Alcanzó a balbucear algo, un repro- difunto. Los administradores se las arre-
che absurdo. No quise oírlo. Quizás él glaron para sobrevivir, y Dios, liberado
ya lo sabía todo y se entregaba como en de su cuerpo anquilosado y gangrenado,
un sacrificio –él, que amaba esos gestos fue incapaz de encarnarse, de aparecer
radicales–. Saqué el arma bajo mi abrigo bajo otra forma. Me arrepiento de haber
y no lo miré a la cara, hice como si ya asesinado a Dios y en las noches vago
estuviera muerto antes de matarlo, cerré como sombra por las calles de Alemania
los ojos y apunté de memoria al corazón, dando gritos de rabia y hastío contra un
luego a la cabeza. Los disparos lo sacu- Occidente fláccido, sin cuerpo, esperan-
dieron. No gritó. Lo rematé en el suelo. do la resurrección. Ahora quizás enten-
Creo que lo insulté, creo que lloré. derán por qué, al final de mis días, me
Un frío metálico se apoderó de todo. vieron llorando abrazado a un caballo.
Me asomé por la ventana: unos niños Pero llegará el momento en que, reves-
jugaban en el parque, los cerezos seguían tido de un cuerpo glorioso, estrangularé
ahí con sus brotes. Pero todo cambiaría a unos cuantos fantoches de ésos que
para siempre. En cuestión de meses el se llenan la boca con mi nombre, para
mundo ya no sería igual. Yo pensaba que vengar el horror de los siglos vividos sin
vendrían tiempos de libertad, de gozo, de Dios. Si Dios me lo permite.
fiesta. La hora de Dionisio, el carnaval
de los nuevos hombres y mujeres. Creí Federico Nietzsche
que salvaba al mundo de un miserable, (médium: C.W.)
Se comunica la muerte, luego de
una larga y penosa agonía, PARTIDA DE
de la NACIMIENTO
MEDICINA Comunico
OCCIDENTAL mi pronto nacimiento
Mis futuros papá y mamá acaban de
hacer el amor. Parece que estaban muy
contentos porque se reían mucho. Yo
La hija predilecta de Hipócrates es hoy no sé dónde estaba, pero estaba. Y de
un cadáver que apesta. La que ayer sana- repente sentí un agradable cosquilleo
ba, hoy enferma. Rodeada en la UTI de y mucha luz. Hasta hace un rato yo
miles de maquinarias y computadores, era sólo una minúscula semilla, ahora
congrega a un ejército de hombres de estoy brotando. Voy a nacer. ¿Cómo
blanco que perdieron la fe. Han llamado es todo allá afuera? ¿Seré negro o
a unos curanderos del Amazonas para blanco? ¿Cómo son mis padres? ¿Unos
revivirla, pero nada resucita a esta agó- drogadictos o un par de jóvenes llenos
nica carcomida por la ignorancia ante el de esperanza? ¿Naceré en África o en
misterio humano. Murió por creer que Europa? Tengo un poco de miedo, lo
sabía demasiado. Esa soberbia la hizo confieso. Todo es maravilloso antes de
perderse en la sobre especialización y nacer. Y puede continuar siéndolo, o
perder la perspectiva. volverse una pesadilla.
Rueguen por esta alma antaño
noble.
Recen por mí.
Que en paz descanse.
NN Baby Germinal
22 ★ noreste ★ NOVIEMBRE 2000
En Chicken Burger de La Paz
ANCIANO BRUJO
INN
J U E G A PA RT I D A
AJEDREZ
CONTRA EL
SILENCIO
En las calles de La Paz los brujos le cantan al cielo.
Estrellas de colores anuncian el
primer “Chicken Burger” de La Paz,
ubicado en la avenida Santa Cruz. Desde
la calle distingo a un anciano yatiri que
ha-ce días caminaba por la Isla del Sol.
En-tro. Sentado al fondo del local, el
anciano baña con ketchup su hambur-
guesa. Hay un tablero de ajedrez sobre
su mesa.
–¿Contra quién juega la partida? –le
pregunto.
–Juego contra un adversario que na-
die puede ver –responde el brujo.
–¿Y?
–Mmm, sabrosa – agrega el brujo
masticando su hamburguesa.
–¿No vas a pedir una para ti, hijo?
Los espejos del local multiplican
su rostro traspasado por una antigua
quietud. La gente del lugar no percibe
su presencia. El brujo vuelve a derramar
salsa sobre su hamburguesa. Una mosca
vuela sobre el mantel.
–Llevas un cuaderno bajo el brazo
– comenta mientras mueve una pieza.
–Tomo apuntes en este viaje por
Bolivia.
–¿Escribirás sobre este viejo que
juega ajedrez contra el silencio?
–Seguramente –le digo.
La mosca se ha posado sobre la
corona de la reina. El anciano muerde
por tercera vez su hamburguesa. Ahora
mueve un caballo y comienza a divagar.
Abriendo sus pequeños y vivos ojos
señala un tarro de basura en la calle. Me
© AFP
sugiere que bote mi cuaderno de apuntes
al tarro de basura. “La poesía del hombre
blanco se acabó”, agrega con una nueva
sonrisa. Lo interrumpo y recuerdo a los
poetas que han intentado levantar puen-
tes entre las palabras y la vida. Nombro
a Hölderlin, Whitman, Rimbaud.
–Todos terminaron estrellándose
contra este tablero –agrega señalando
el juego sobre la mesa.
El yatiri acaba su hamburguesa. La
mosca se ha parado ahora sobre la ca-
beza del rey.
Esta vez una torre avanza en direc-
ción norte.
–Juego de ajedrez, poesía, este “Chic-
ken Burger”... Usted me confunde – le
confieso.
–¿Y la hermosa mujer que te acom-
pañaba en el lago? –me pregunta con
dulzura.
–Descansa en el hotel –le contesto.
–¿Cómo se llama?
–Andrea.
–Vuelve al hotel, hijo, y acuéstate
con ella –dice–. Es la mejor jugada que
puedes hacer en estos tiempos.
El cielo parece una enorme y oscura
hamburguesa. De pronto, el anciano
guarda el tablero de ajedrez en una
bolsa y se para de la mesa. Apoyándose
en un bastón sale lentamente del primer
“Chicken Burger” de la Paz. Afuera lo
espera un joven en una motocicleta. El
yatiri se sube y los dos se pierden a toda
velocidad por las calles.
PATAGONIA
Las grandes estancias de co-
mienzos del siglo XX fueron con-
cesiones otorgadas por el gobierno
de Chile a importantes imperios
económicos de la época. Estos úl-
timos eran manejados por familias
de inmigrantes que con mucho es-
fuerzo lograron poblar la Patagonia
con ovejas y ganado vacuno. Las
familias Menéndez, Braun y Behtty
tenían a su cargo cientos de miles
de hectáreas bajo la denominada
Sociedad Explotadora de Tierra del
Fuego. Al alero de esta empresa se
construyeron magníficas instalacio-
nes en las estancias Caleta Josefina,
San Gregorio, Cameron y China
Creek. Se construyeron galpones de
esquila de más de ocho mil metros
cuadrados con formidables estruc-
turas de ciprés de las guaitecas. Para
las casas de la administración se
importó todo de Inglaterra. Había
taller mecánico, carnicería, mata-
dero y posta de primeros auxilios.
Las estancias eran autónomas,
Caleta Josefina y San Gregorio
tenían muelle propio y los clípers
ingleses dejaban mercancías varias
para llevarse la lana.
La extensión promedio de cada
estancia bordeaba las 200.000 hec-
táreas, por lo cual cada una tenía a
su vez secciones de territorio que
bajo algún nombre romántico re-
presentaba una parte del total. Por
ejemplo, la estancia Caleta Josefina
tenía tres secciones que funciona-
ban autónomamente, ya que para
comunicarse con el casco central
los ovejeros tardaban al menos dos
días a caballo en verano y hasta una
semana en invierno. A su vez, cada
sección tenía una serie de pequeños
enclaves llamados “puestos”, y en
cada uno de ellos vivía el famoso
gaucho denominado, obviamente,
“puestero”.
El puestero vivía absolutamente
solo desde comienzos de mayo
hasta fines de agosto. Soportaba
un invierno con temperaturas de
quince grados bajo cero y solamente
seis horas de luz natural. Su única
compañía eran sus perros ovejeros
–tenían al menos cinco–, la radio
Polar de Punta Arenas, las rancheras
de Cuco Sánchez y, por supuesto,
más de alguna oveja regalona que
suplía lo que precisamente allí más
escasea.
Los puestos eran pequeñas ca-
rretas de dos ejes sobre las cuales
se había instalado una pequeña casa
de zinc pintada de colores fuertes,
de manera que no desapareciera en
la inmensidad del coirón y en la
planicie blanca de la nieve. Desde
su habitación de dos y medio por
cinco metros, este ermitaño curtido
por el viento miraba a su alrededor
constatando que al menos en cin-
cuenta kilómetros a la redonda no
había nadie. Era común encontrar
cerca del puesto un pequeño huerto
de papas que el puestero sembraba
con el afán de fabricar licor de papa,
una especie de vodka magallánico.
Este brebaje era el más primitivo
sedante para soportar la eternidad de
cada noche. ¿En qué envase caben
todos los lamentos de un puestero?
¿Cuáles son los valles que alojan
toda su nostalgia? ¿Cuánto vale
un beso en esas latitudes? ¿Qué
intensidad tiene el eco de su grito
rebotando de loma en loma?
Una vez al año estos hombres
bajaban a Puerto Porvenir, la capital
de Tierra del Fuego, a gastar toda
la paga recibida por meses de ais-
lamiento. Bajaban con su caballo y
sus perros, se dirigían directamente
a los burdeles del pueblo y se pa-
saban una temporada bebiendo y
expulsando de sí todo lo que habían
acumulado en las praderas. Del mis-
mo modo, cuando en las estancias se
constataba su ausencia más allá del
período autorizado, la administra-
ción enviaba un escuadrón de oveje-
ros escoceses que recorría el pueblo
de prostíbulo en prostíbulo en busca
de su personal. Los rescataban de las
redes de la noche, los echaban sobre
un camión con perros, caballo y to-
do, y los devolvían a la prisión con
el patio más grande de la historia:
la Patagonia.
De estas estancias ya no queda
nada. Sus magníficas instalaciones
están abandonadas desde la década
del cuarenta, cuando bajo el alero
del presidente Pedro Aguirre Cerda
se subdividieron en pequeños lotes
de no más de cinco mil hectáreas.
Sin embargo, la silueta de sus
casas y el techo de zinc rojo aún
permanecen a la orilla de los vientos
como monumento al alma forajida
de quienes alguna vez las habita-
ron.
Leonardo Gaggero

SIETE DIAS
TIENE LA VIDA
DE UNA PERSONA
POETISA Y MADRE DE SIETE HIJOS ES DETECTIVE PRIVADO
Fotos: Gonzalo Santos
María Angélica Martínez no es una
mujer igual a las demás. Escritora,
detective privado, casada y con siete
hijos, su vida ha estado marcada por la
aventura, el esfuerzo y la poesía. Con su
marido, José Maturana, ha creado una
empresa de investigadores privados y
juntos resuelven los casos encomendados
por diversos clientes, en su mayoría ca-
sos de infidelidad. María Angélica Mar-
tínez ha publicado dos libros de poemas:
Transfiguración y Actas de la Loba.
¿En qué consiste el trabajo de un
detective privado en Chile?
Existen varias áreas: resolver casos de
robos en empresas, espionaje industrial,
asuntos de infidelidad. Normalmente
somos contratados para resolver casos
de infidelidad. Son hombres y mujeres
que buscan pruebas del adulterio.
¿Usa armas un detective privado?
No, nunca.
¿Y qué usa?
Celulares, autos, cámaras fotográ-
ficas, video, micrófonos. Cambiamos
de celular una vez a la semana, y autos
todos los meses.
¿Cómo se contratan tus servicios?
Primero hay una entrevista con la
persona que solicita los servicios, luego
se firma un contrato con ese cliente. Des-
pués de todo eso comienza el caso.
¿Cuánto demoras en resolver un
caso?
Nunca más de una semana, el lími-
te que nos damos para cada caso son
siete días. Tenemos un lema en nuestro
trabajo: “Siete días tiene la vida de una
persona”.
¿Cómo es eso?
Hay hombres que no dejan huellas,
cumplen sus horarios, llegan a su casa
puntualmente. Pero en siete días, en
algún momento se van a traicionar.
¿Tiene normas éticas el investiga-
dor privado?
Por supuesto; nunca revelamos la in-
formación que nos encarga un cliente.
NOVIEMBRE 2000 ★ noreste ★ 23
Entrevista
por Santiago Elordi
No jugamos con el dinero de la gente
que sufre. Otro principio nuestro es que
nunca atendemos a psicópatas.
¿Aunque paguen una fortuna?
Aunque paguen todo el oro del mun-
do. Por ejemplo, hay clientes que sufren
la enfermedad de celotipia. Les entre-
gamos un informe donde les decimos
que son ellos los que tienen problemas
en la cabeza.
¿Y cómo te das cuenta de que un
cliente es psicópata?
Mi marido tiene muy buen ojo, él
se da cuenta inmediatamente, cuando
mira una foto, por los gestos, las con-
versaciones.
Pero hay psicópatas muy inteli-
gentes.
No para mi marido.
¿Y él nunca se ha equivocado?
Gracias a Dios, nunca.
¿Es rentable ser investigador pri-
vado?
Si eres bueno, sí. Los casos están
arriba de 250 mil pesos. Por ejemplo,
mi marido en una semana gana cuatro
veces más de lo que ganaba como ca-
rabinero.
¿Te llevas bien con tu marido en
este trabajo?
Excelente, hacemos un buen com-
plemento, una buena pareja. Yo analizo
los casos desde el punto de vista de una
mujer. Me voy en la apasionada, como
dice mi marido. En cada caso busco qué
es lo que llevó a cada una de las parejas
al fracaso. Mi marido, en cambio, es más
práctico: fue carabinero.
¿Por qué se salió de carabinero?
Tenemos una familia de siete hijos;
por eso formamos nuestra propia em-
presa.
Por lo visto, te gusta trabajar con
él.
Me encanta, como te dije. Hacemos
un buen complemento, yo me siento
protegida por él.
María Angélica en plena acción en las calles de Santiago.
¿Nunca los han descubierto?
24 ★ noreste ★ NOVIEMBRE 2000
“A los doce años me fui de la casa porque mis padres me consideraban rara, no terminé el colegio. Ha sido difícil imponer mi vida como escritora”.
Nunca, gracias a Dios. Nosotros te-
nemos práctica, con mi marido fuimos
amantes a escondidas (se ríe).
¿Cómo lo conociste?
Apareció un día en una fiesta, yo
estaba poniendo música, en eso me
levanté y vi a un hombre de un metro
ochenta, de manos grandes, nos queda-
mos mirando. Lo que no me gustaba era
que fuera paco.
¿Por qué?
Yo era de otra onda. Aunque nunca
he sido escritora política, tenía muchos
amigos de izquierda. Muchos cayeron
para el golpe, me dio mucha pena.
¿A él le gusta que seas escritora?
A mi marido le cargan los escritores,
los encuentra falsos. Hace años yo
pertenecía a la Sociedad de Escritores
de Chile, y él me acompañaba a las ter-
tulias, lanzamientos y esas cosas. Pero
no le gustaba el ambiente. Encontraba a
los poetas muy irreales: se quedaban mi-
rando las llamas de las velas. Finalmente
hicimos un pacto: quedamos en que yo
me saldría de la Sociedad de Escritores
de Chile siempre y cuando él se saliera
de Carabineros.
¿Te sirve ser escritora como detec-
tive privado?
Ser escritor te hace ver cosas detrás
de lo que se ve. Para mí es un trabajo
apasionante, porque conozco a los per-
sonajes en vivo. Cada cliente tiene su
propio cuento por escribir.
En este trabajo se conoce a los
actores tras las cortinas.
Como detective privado se conoce la
sociedad por dentro, se conoce la men-
tira, la parte oculta. Te lo explico con el
tema del aborto. Para mí el aborto es un
asesinato, y no le doy más vueltas; yo
creo que nadie tiene derecho a quitarle
la vida a otro ser. Si una mujer no quiere
cuidar a su hijo, hay mucha gente que
puede hacerse cargo. Pero arriba, en las
clases altas, todo se esconde, miles de
mujeres entran y salen de las clínicas y
nadie sabe nada.
¿Qué edad tienes?
Treinta y siete años.
En casos de infidelidad, ¿quiénes
contratan más tus servicios, las mu-
jeres o los hombres?
Por partes iguales, te diría.
¿Existe algún motivo recurrente en
la infidelidad masculina?
Yo pienso que los hombres son más
animales. Les gusta sentir la aventura de
la seducción y la conquista todo el tiem-
po. Generalmente, en los matrimonios,
cuando la mujer se embaraza el hombre
piensa: “No se lo voy a poner muy aden-
tro para que no le duela tanto”. Por otra
parte, cuando la mujer tiene hijos dis-
minuye su deseo sexual, y el hombre se
siente abandonado. Entonces aparecen las
“menea culo” que los seducen, el noventa
por ciento de las veces por las monedas.
Y en el caso de la mujer, ¿cómo se
da la cosa?
La mujer generalmente busca un
amante porque busca cariño, compren-
sión, que la atiendan. Sus maridos se olvi-
dan de ellas, se preocupan de ganar plata,
las descuidan, son trabajólicos, siguen
con ellas por la costumbre. Las tienen
como adornos, a ellos sólo les importa
que se vean bien, les pagan operaciones
de cirugía estética pero no atienden a sus
corazones. Hace poco nos tocó el caso
de una cliente que gastó seis y medio
millones en tres meses con un prostituto.
A algunas mujeres no les queda otra cosa
que salir a comprar emociones.
¿Aunque sean de mentira?
Es una mentira necesaria, como te
dije; sus maridos no tienen tiempo para
ellas. En cambio, los prostitutos son
expertos en hacerlas sentirse bien. Les
conversan, las escuchan; cuando ellas
comen, ellos no comen para mirarlas.
Existen academias de prostitutos; son
tipos que saben tratarlas bien, las pasean,
son educados, buenos mozos. Es una
necesidad de sentirse mujer, de sentirse
vivas, de que les digan “qué linda eres”.
Yo las disculpo totalmente.
¿Y qué opinión te merecen las
prostitutas?
La mejor opinión. Son mujeres ne-
cesarias en la sociedad; gracias a ellas
disminuyen las frustraciones sexuales,
los suicidios, las violaciones de meno-
res. Yo siempre digo que son mucho más
efectivas que cualquier psicólogo.
¿Cómo reaccionan hombres y mu-
jeres ante la infidelidad?
Son reacciones muy distintas. El
hombre, cuando sabe que su mujer lo
traiciona, siente repulsión, asco. La mu-
jer siente rabia y odio.
¿Te afecta la infidelidad en las
parejas?
Sí, sobre todo en la mujer. Me duele
la desesperación que sienten las mujeres
cuando su pareja les es infiel. A veces se
obsesionan por saber todos los detalles
y eso no está bien. Me afecta cuando las
mujeres se ponen paranoicas. Yo siempre
les digo: “No te desesperes, tienes que
dejar bien puesto el nombre de la mujer
chilena”.
O sea tu trabajo tiene un lado psi-
cológico.
Todos son casos emocionales límites
y hay que afrontarlos con mucha huma-
nidad. Nosotros jugamos con la vida y
las emociones humanas. Por ejemplo, yo
converso con nuestros clientes, intimo
con ellos, hasta les leo mis poemas.
Tienes una vocación social.
Me gusta ayudar. A mis clientas siem-
pre les digo: “No te desesperes, resolve-
remos el caso, pero debes aprender a ser
mujer para que no te ocurra otra vez lo
mismo”. Qué sé yo, les digo cosas como
“seduce a tu marido, no te dejes estar
con los hijos, piensa que el amor es una
aventura que se inventa”. Y es cierto, el
amor hay que estar inventándolo todo
el tiempo. Por ejemplo, con mi marido
nunca hacemos el amor todos los días
de la misma forma; para él ningún día
es igual a otro, y eso que tenemos una
familia de siete hijos.
Eres una especie de consejera sen-
timental.
Soy una consejera sentimental en
acción.
Si en el camino descubres que un
hombre o una mujer infiel realmente
se ha enamorado de su amante, ¿si-
gues con el caso?
Si descubro que los amantes realmen-
te se aman, no sigo. Pero normalmente
los casos de infidelidad son por buscar
sustitutos del amor. Nunca los casos de
amantes terminan en matrimonio.
¿Te encariñas con tus clientes?
La gente se siente regaloneada con
nosotros. En casi todos los casos nos
hacemos amigos de los clientes, termi-
nan mandándonos tarjetas de Navidad,
hacemos fiestas, parrilladas en sus casas
y en la nuestra.
¿Te han tocado casos peligrosos?
Una vez una clienta nos mandó a inves-
tigar a su marido, que era un mafioso. Es-
tábamos en una calle, estacionados frente
 NOVIEMBRE 2000 ★ noreste ★ 25

a una botillería, esperando que saliera de

un local. De pronto nos encerraron dos
autos, uno por delante y otro por detrás,
nos hicieron un sandwich. Mi marido se
dio cuenta y comenzó a gritarme: “No te
vai a bajar, maldita puta”. Luego se bajó
del auto y fue a comprar copete a la boti-
llería. “Si es una maraca que anda con un
huevón curao”, dijeron los de los autos y
se fueron. Andaban con una “barreta”.

¿Una qué?
Una “barreta” es una ametralladora
recortada. En este trabajo hay que pensar
rápido.

¿Algún otro caso límite que no sea

de infidelidad?
Son los menos, pero existen. Por
ejemplo, hace unos meses nos contrató
un cliente para que lo matáramos. Estaba
quebrado y quería cobrar un seguro de
vida para dejar bien a su familia. Le
pidió a mi marido que lo matara.

¿Y qué pasó?
Mi marido le siguió el juego. Se lo
llevó en auto fuera de Santiago, cerca del
santuario de Santa Teresa de Los Andes,
era de noche. El tipo le pasó una maleta
llena de plata, tenía diecisiete millones.
Luego le dijo a mi marido que se bajaría
del auto, y que cuando estuviese a unos
metros le disparase para que pareciera María Angélica junto a José Maturana en las oficinas de NORESTE.
un asalto.

¿Y?
Mi marido le puso la pistola en la
cara y le dijo que él no lo iba a matar
por la espalda. Por la espalda se mata a
los perros. Le dijo que lo podía matar, sí,
que no tenía ningún inconveniente para
hacerlo, pero que lo mirara a los ojos. El
tipo miraba para abajo, no quería subir
la cara, y en eso se puso a llorar. El tipo
entendió que la vida valía mucho. Ahora
hemos sabido que está solucionando
todos sus problemas.
A ver, ¿tu marido le habría dispa-
rado al tipo si lo hubiese mirado a la
cara?
De poder matar a una persona, mi ma-
rido puede hacerlo, él fue uniformado,
de comando. Pero, ¡cómo se te ocurre!
Mi marido llegó al límite para ayudar-
lo, él se maneja muy bien en este tipo
de situaciones duras. Mi marido tiene
veintiocho operaciones en la cara y una
pierna de metal.
Lo admiras, por lo visto.
Yo lo amo.
Me imagino que también quedan
algunos casos sin resolver.
Nunca. Eso sí, hay falsas alarmas.
Una vez seguimos a un viejo de noventa
y cuatro años, su señora pensó que tenía
una amante porque salía de la casa y
llegaba sin plata. Nos tuvo totalmente
confundidos. Lo que pasaba era que el
viejo salía muy temprano a caminar y
se perdía, caminaba todo el día, a veces
tomaba un taxi y volvía al punto de par-
tida. Un día lo seguí caminando desde la
Plaza Italia hasta Las Condes. Me gasté
hasta la suela de los zapatos.
Otro caso. Seguimos a un hombre
que andaba en bicicleta para todos lados.
Iba en bicicleta al trabajo, del trabajo
en bicicleta a almorzar, todo lo hacía en
bicicleta. Teníamos que darle ventaja,
nosotros íbamos en auto y el tráfico y los
semáforos hacían imposible seguirlo.
¿Por ejemplo?
Algunos bastante insólitos. Por ejem-
plo, una cliente mujer nos hizo seguir a
su marido y terminó acostándose en un
motel con él y su amante. Van desde la
esposa de un diplomático que tenía una
amante lesbiana, hasta un entrenador de
fútbol famoso: llegamos a un entrena-
miento, entramos a los camarines, esta-
ba lleno de botellas, tenía una partusa.
Qué sé yo, una vez en un motel se fue
la persona que buscábamos, y con mi
marido entramos y aprovechamos de
pasarlo bien. Somos los únicos detecti-
ves privados a los que les ha pasado el
uno en un millón.
¿Cómo es eso?
Dos dedos marcan el mismo número
en un año. Primero nos llamó un hombre
para ver si su mujer tenía un amante. Fi-
nalmente, esa mujer terminó casándose
con el amante. Pero al cabo de un año, su
nuevo marido nos llamó para averiguar
en qué pasos andaba su mujer.
¿Desde cuándo escribes?
Desde muy niña. A los doce años
me fui de la casa porque mis padres me
consideraban rara, no terminé el colegio.
Ha sido difícil imponer mi vida como
escritora. He vivido pagando precios
muy altos por mi cabeza. Muy joven salí
de mi casa, andaba metida con un cura
que estaba preso, me fui a vivir a una
toma de campamento. Fue como llegar
a otro planeta, me impresionó mucho la
Tú también puedes escribir
LAS NOTICIAS QUE
SIEMPRE SERÁN NOTICIA
pobreza, ver a los niños con el estómago
abultado. Conocí el hambre. Tengo un
poema que se llama “En el fogón se co-
cina perro hervido”.
¿En qué te inspiras como escrito-
ra?
En lo que me pasa en la vida. Mi ma-
rido dice que yo soy de verdad, porque
todas las cosas que escribo nacen de la
experiencia. Una vez, en la Sociedad de
Escritores conocí a Nicanor Parra, y él
me dijo: “Tú ves como nadie la pobreza”.
También en la SECh conocí a los herma-
nos Teillier, eran muy buena gente.
¿Dirías, entonces, que la pobreza
es tu tema?
Mi misión como escritora es dar testi-
monio de la pobreza, escribir todo lo que
he vivido. A veces siento que tengo mu-
cha suerte por tener tanto material para
escribir, siento que las cosas me llegan
mágicamente para que las escriba.
Entiendo.
Es como que todo me pasa a mí.
Por ejemplo, una vez leí en un diario
la noticia de que andaban buscando a
un asesino. “Que Dios me lo dé para la
población mía, para conocerlo”, me dije.
Finalmente conocí al asesino, era de mi
población, lo mató su mujer. De ahí na-
ció el poema “Terruño de perros”.
¿Qué estás escribiendo actualmen-
te?
Muy poco. A veces trabajo en una
novela que estoy escribiendo hace años;
está casi lista.
¿Te gustaría publicarla?
Me da miedo publicarla. Cuando uno
escribe de la pobreza, no les escribe a
los pobres. Una vez hice un recital en la
población La Legua, y las personas que
me escuchaban se enojaron mucho. El
pobre no quiere que le recuerden que es
pobre. A veces me digo: mientras vivas
aquí en la población, no le cuentes a
nadie lo que has escrito.
Nadie es profeta en su tierra.
Algo así, siento que tengo que salir de
la población en la que vivo ahora para
publicar la novela. Además, la novela
sucede en una población de donde se
han ido todos los personajes.
¿Escritores que te hayan influen-
ciado?
Me han comparado con Los misera-
bles de Victor Hugo, me gusta mucho
Manuel Rojas. Pero yo no leo mucho,
me identifico conmigo misma.
¿Te gustaría llegar a ser una escri-
tora famosa?
Me basta con que una persona al
leerme se sienta parte del mundo que
escribo, que pueda emocionarse con
todo lo que yo he vivido como pobre,
como mujer, como madre de siete hijos,
como detective privado.

Eso me recuerda las películas de Envía tu colaboración al e-mail editor@diarionoreste.com

Chaplin.
VISÍTANOS EN INTERNET:
Son películas bastante realistas, en
todo caso. Es la vida misma.

Y material para escribir. www.diarionoreste.com

Mucho, tengo miles de casos para
contar.
 26 ★ noreste ★ NOVIEMBRE 2000

YAUPI AURAM CONTEMPLA

Desde una meseta desierta Yaupi
Auram contempla los verdes pastos
donde sus antepasados les hablaban
a los espíritus y entonaban canciones
de guerra. En ese valle que ahora se
extiende bajo su mirada y que res-

LA DESAPARICION DE LA TIERRA
plandece con el sol del verano, Yaupi
Auram conoció a Shama, su primera
mujer, y sus hijos nacieron libres entre
los árboles y el viento del estío. Ahora

DE SUS ANTEPASADOS
el valle está vacío, sin animales feroces
ni hombres armados a caballo, sus hijos
están lejos y en el corazón de Yaupi
Auram la tristeza es como una ráfaga de
viento frío porque mañana la Empresa
Hidroeléctrica Luxtel inundará el valle
para construir una gran represa. Ahora el
valle es un sitio despoblado. Las viejas
tribus han desaparecido y los guerreros
fueron arrastrados a las ciudades porque
la tierra ya no era buena para trabajarla,
la pobreza y la desesperación los tenían
acorralados. Vendieron sus tierras y se
marcharon. Ahora los antiguos guerre-
ros andan borrachos en las tabernas de
los pueblos o trabajando de sol a sol
en empleos mal pagados. Yaupi Auram
mira los grandes pastizales perfumados
y una voz lejana resuena entre los valles.
Yaupi Auram cree oír el grito de guerra
de sus antepasados, pero es sólo el viento
azotando los acantilados y los grandes
árboles. Sus ojos están cansados y su
cuerpo es viejo. Mañana la Em-presa
Hidroeléctrica Luxtel inundará el último
valle, la tierra de sus padres y de los
padres de sus padres. Mañana llegarán
los camiones trayendo los bloques de
concreto, los ingenieros, las compu-
tadoras, los miles de trabajadores que
vendrán a construir la gran represa. Ma-
ñana muchos de esos trabajadores serán
indios y Yaupi Auram reconocerá a más
de alguno. Mañana sentirá vergüenza
por ellos y por los hombres, y aunque
©World Press Photo 1998

Yaupi Auram haya sido el último en

vender sus tierras, sabe que mañana,
irremediablemente, el agua cubrirá las
tumbas de sus antepasados y el espíritu
de los nobles guerreros se habrá marcha-
Yaupi Auram cuando salía de caza en el valle de sus antepasados. do para siempre de esta tierra.
M.R.

ANCIANA EXIGE LA MUERTE

Cuando Apolo, el dios de la belleza, DIRECTORES:
LA VIDA PELIGROSA

Cristián Warnken, Santiago Elordi

divisó a la joven Sibila, le ofreció la luz
eterna a cambio de su virginidad. EDITOR:
–Pide lo que quieras –le dijo Apolo. Marcelo Rioseco
La Sibila, aturdida en un comienzo JEFE DE CRÓNICA:
por la atención que le brindaba un dios Antonio Cussen
tan hermoso, agarró un puñado de arena
y le contestó: CORRESPONSAL EN
–Te pido que me des el don de cum- LA PATAGONIA:
Leonardo Gaggero
plir tantos años como granos de arena
tengo en mi mano. REPRESENTANTES LEGALES:
Apolo, gustoso, le otorgó esta peti- Cristián Warnken, Santiago Elordi
ción, pero la Sibila comenzó a titubear. DISEÑO ORIGINAL:
Entonces le dijo Apolo: Beltrán Mena
–De nada te sirve vivir por siglos y
siglos si no conservas tu juventud. Dame DIAGRAMACIÓN:
tu amor, Sibila, entrégate a mí, y vivirás Paulina Pinochet
mil años sin conocer los achaques de FOTÓGRAFOS:
la vejez. Gonzalo Santos, Carla Moller
Sin dar motivo, la Sibila rechazó la
© Ross Giblin - Nikon Photo Contest International 1991-1992

oferta de Apolo. El dios, ensañado por el ARCHIVO FOTOGRÁFICO:

M. Gracia Subercaseaux
desdén de la virgen, mantuvo su promesa
y permitió que ella viviera tantos años Han colaborado en este número:
como los granos de arena que le había Enrique Parra Moya, Pierre Jacomet,
mostrado, pero no le dio el don de la Manuel Silva A., Glenn Hernández, Ma-
ría Luisa Perry, María Jesús Daszenies,
renovada juventud. Nicolás Schmidt, Francisco Varela, Lucas
Con el correr de los siglos, la Sibila Fillipo, Alondra, Edgar Allan Poe, Emily
comenzó a encorvarse, y se fue llenando Dickinson, Oscar Wilde, Diego Ma-
de arrugas y achaques. Cada año dismi- quieira, Bob Dylan, Giuseppe Ungaretti,
William Blake, Chang Chao, W. B. Yeats,
nuía un poco su tamaño. Poco antes de su Cesare Pavese.
fin, la Sibila no era más que un pequeño
harapo que se arrastraba por las calles Av. Italia 1740 Ñuñoa Fono 442 7777
repitiendo con una voz muy débil: Fax 633 5097 Santiago Chile
La hermosa Sibila antes de rechazar la oferta de Apolo. www.diarionoreste.com
–Quiero morir.