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En lo que toca a las discusiones del pleno por la Contradicción de tesis 293/2011,
fueron evidentes los dos principios que se argumentaron. El primero referido al
principio de la supremacía de la Constitución, establecido en el artículo 133, y por
otro el principio pro-persona en la interpretación de los derechos humanos
reconocidos en el artículo 1°. Lo subyacente en estos principios es que la reforma
al artículo 1° configura una “masa de derechos” de jerarquía constitucional que
provienen de fuente directa, de la propia Constitución, y de fuente convencional,
de los tratados internacionales de los que México es parte. Por tal reforma, se
prevén posibles “conflictos” o “colisiones” entre estos derechos de fuente
internacional y la Constitución, y era necesario que la Corte señalara la forma de
resolverlas.
Cinco ministros señalaron que lo mejor era no señalar una directiva clara de
jerarquía, sino permitir que los jueces resolvieran la interpretación de acuerdo al
caso de su conocimiento, aduciendo que la relación sería de armonía, y no de
jerarquía, como se había decidido en dos casos previos ya resueltos. Los otros
seis ministros se decantaron por señalar que en caso de que la Constitución
señalara una restricción, prevalecía esta sobre el principio “pro persona” en la
interpretación de los derechos humanos.
La presente jurisprudencia nos deja claro que como mexicanos tenemos derecho
a todos y cada uno de los derechos contenidos en la Constitución política de los
Estados Unidos Mexicanos, así mismo que todos estos derechos de alguna
manera se encuentran contenidos en los Tratados internacionales de modo que
tanto la constitución como los Tratados Internacionales se complementan y que
para casos de litigios ninguna de estas dos legislaciones está por encima de la
otra, sino que se podrá tomar cualquiera de ellas que resulte más benéfico para
la persona al momento de dictar sentencia.