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Documento informativo

¿Por qué las comunidades de los 29 Institutos Formación Docente de la Ciudad de


Buenos Aires rechazamos el proyecto de disolución del sistema de Educación
Superior de la jurisdicción?

I. Modalidad informativa y participación de los actores involucrados: crónica del 22 de


noviembre al 1° de diciembre ................................................................................................. 1
II. El proyecto de ley y lo que determina: la disolución del sistema estatal de formación
docente de nivel superior ........................................................................................................ 2
III. ¿Qué son los institutos de formación docente del Nivel Superior de la Ciudad de
Buenos Aires? ......................................................................................................................... 5

I. Modalidad informativa y participación de los actores involucrados:


crónica del 22 de noviembre al 1° de diciembre
El miércoles 22 de noviembre, en las instalaciones del MAMBA, el Jefe de
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y su Ministra de
Educación, Soledad Acuña, lanzaron ante un auditorio compuesto por empresarios y
representantas de ONG, la creación de lo que dieron en llamar “Universidad Pedagógica”.
Este lanzamiento fue cubierto por tres medios gráficos de comunicación que esa
misma mañana del 22 ya tenían información diagnóstica y de contenido, muy general, pero
claramente enviada por el Gobierno de la Ciudad al menos el día previo al lanzamiento.
Así, por ejemplo, una nota firmada en La Nación (sección Educación) por María Elena
Polak (“La Ciudad impulsa la creación de una universidad para formar docentes”, 22-11)
anunciaba el lanzamiento: “Rodríguez Larreta y Acuña presentarán públicamente esta
propuesta hoy, a las 9.45, ante académicos, empresarios, representantes del tercer sector y
políticos en un acto en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba)”. Tenían
conocimiento no sólo del evento sino que comenzaba a ofrecer el argumento oficial que en
dos semanas se volvería el sentido común: “El proyecto busca incentivar el estudio de la
carrera ante la falta de maestros en las escuelas”. Ilustran la nota un video institucional del
GCBA y una infografía (“Las claves de la reforma”).
Esa misma madrugada Clarín publicaba, firmada por Ricardo Braginsnski, la nota
“Crearán una universidad de formación docente para que haya más maestros”. La volanta
volvía algo más absurdo del diagnóstico en la misma línea (“Crisis de la vocación por
enseñar”). La nota anunciaba para esa mañana el mismo lanzamiento, también con
infografías, ya más precisas, al pie identificadas como “Fuente: Ministerio de Educación
CABA / GCBA / INFOD, Ministerio de Educación Nacional”. Esas infografías se referían
a las cantidades de estudiantes y graduados de los profesorados, ya referidos en forma
directa y anunciaba como al pasar el meollo de la cuestión: la “creación” de la universidad

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no era otra cosa que la destrucción del sistema estatal de formación superior de la ciudad:
“La nueva ‘Universidad de Formación Docente será distrital […] y reemplazará a los
actuales 29 profesorados públicos, donde hoy se forman los futuros maestros del
distrito”. A pesar del direccionado error en la definición de los graduados (los 29 institutos
forman todo tipo de docentes en grado y posgrado, no sólo maestros sino también
profesores de nivel secundario y terciario, así como de educación especial, entre otros, con
alto nivel de especificidad), la nota revelaba el cierre de los profesorados.
Tal decisión fue conocida por las comunidades académicas de estas instituciones
precisamente mediante los diarios, esa misma mañana, incluyendo entre los así anoticiados
a los 29 rectores y los miembros de sus 29 consejos directivos interclaustro.

A partir de esa mañana del 22 de noviembre y hasta la del viernes 1° de


diciembre, todas las demandas, pedidos formales, reclamos colectivos de los rectores y las
comunidades, pedidos por notas, etc. fueron respondidas por las autoridades del Ministerio
de Educación porteño de la misma manera: no entregaron nunca ni el proyecto de ley ni
ninguna documentación preparatoria. La información recibida por las comunidades
académicas organizadas y sus órganos de gobierno y cogobierno durante esos diez días fue
siempre oral y bajo presión (representantes debieron, por ejemplo, ‘colarse’ en una de las
reuniones vecinales que el Gobierno de la Ciudad organizó mediante inscripción por página
web) para saber que la decisión era irreversible, que se disolverían los institutos, que el
ejecutivo pondría un rector interventor, que redactaría un estatuto y que de él dependería la
decisión sobre el destino de los docentes interinos y el marco convencional laboral futuro,
hoy incierto.
En paralelo a estas demandas formales de información, las 29 instituciones nos
organizamos a través de nuestros órganos de gobierno y cogobierno y con todas las
comunidades educativas y sus centros de estudiantes declarándonos en alerta y
movilización.
A las 18:40 de la tarde del 1° de diciembre, y tras ingresar formalmente el
proyecto a la Legislatura (INLEG-2017-28021408 // EX-2017-27842865- MGEYA-
SSPLINED), la Dirección General de Educación Superior de la Ciudad, no sin cinismo,
envió a las casillas de los rectorados y vicerrectorados el proyecto de ley y los materiales
diagnósticos preparatorios que nos habían dicho no tener, y algunas de cuyas partes eran,
con toda evidencia, lo que la prensa referida arriba ya había tenido por lo menos desde el 21
de noviembre.

II. El proyecto de ley y lo que determina: la disolución del sistema


estatal de formación docente de nivel superior
El proyecto enviado por el Ejecutivo de la Ciudad no crea, como dice en su artículo
1°, una universidad. El proyecto de ley es de hecho y por el contrario la intervención y
disolución del sistema de educación superior y de formación docente vigente en la
Ciudad de Buenos Aires, con sus 29 institutos. En su artículo 5° determina que la nueva
organización “concentrará toda la formación docente de gestión estatal de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires”. El 6° autoriza al Poder Ejecutivo a transferir a la universidad
“el nivel terciario de gestión estatal de las Escuelas Normales Superiores, las Escuelas
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Superiores de Educación Artística y los Institutos de Educación Superior de Formación
Docente y la Escuela de Maestros […] con sus patrimonios, personal docente y no docente,
matrícula y sus correspondientes partidas presupuestarias”. Y agrega que esta
“transferencia aludida implicará la transformación de la formación docente terciaria de
gestión estatal, en un único nivel universitario de gestión estatal”.

La universidad, llamada UniCABA, resulta un mecanismo legal en blanco cuyo


único fin inmediato, según se lee en el proyecto de ley, es esta disolución. ¿Qué implica
esta disolución?
1) La desaparición de los 29 institutos, el desmantelamiento de sus cogobiernos
(rectorados, consejos directivos y juntas departamentales electos).
2) La eliminación de los planes de estudios de cada institución, hasta el momento
desarrollados por las instituciones y sus representaciones democráticamente electas, y
convalidados por el Ministerio. Agrava esta eliminación instantánea en caso de sancionarse
la ley, el hecho de que el artículo 3° del proyecto refiere a “criterios multidisciplinarios”
para la formación, en línea con la enseñanza “por proyectos” (sin materias específicas) de
la llamada Escuela Secundaria del Futuro, lanzada con la misma modalidad de asalto este
mismo año 2017. Ese mismo artículo enumera las “áreas” para la universidad:
“conocimiento de educación, didáctica, pedagogía, ciencia y tecnología, administración y
gestión de la educación”. Las áreas de la entidad que aglutinaría toda la formación docente
de la Ciudad no prevé ninguna rama disciplinar del conocimiento en ciencias formales,
naturales, sociales o humanidades.
3) La desacreditación retroactiva de los títulos habilitantes otorgados por la
misma Ciudad a los docentes de nivel terciario hoy en funciones en los institutos de
formación docente. El artículo 14° del proyecto indica que el “personal docente” de la
universidad creada “deberá, a los fines de ejercer sus tareas, cumplir con los requisitos
establecidos en el artículo 36 de la Ley de Educación Superior N° 24.521”. Este artículo de
la ley nacional impone que “Los docentes de todas las categorías [en universidades]
deberán poseer título universitario”. La cláusula transitoria segunda del proyecto del
Ejecutivo porteño prevé un “ciclo de complementación curricular” que obligará a los
“docentes que al tiempo de la creación” de la universidad “no contaran con título
universitario de igual o superior nivel en el que ejercen la docencia” y quiera permanecer
en el sistema a “obtener la titulación requerida” mediante ese ciclo de complementación. En
los hechos significa que el grueso de los docentes hoy en funciones y siempre por concurso
(todos quienes cubren cargos en el sistema terciario vigente lo hacen mediante concurso de
selección docente, con evaluación de antecedentes, proyecto y –en muchos casos- coloquio)
deberán, independientemente de su antigüedad e idoneidad acreditada, obtener un título
universitario, incluso mediante el ignominioso y académicamente vacío mecanismo de un
“ciclo de complementación”. Su duración y contenido no se conoce, y un elemento que se
suma es el de los docentes cerca de la edad jubilatoria que deberán compatibilizar esta
acreditación con los tiempos imperiosos que la ANSES prevé para el trámite jubilatorio.
4) La intervención como modalidad de “creación”. Crear una universidad es
desarrollar una desde sus cimientos, allí donde no la hay. En este caso, como el objetivo es
disolver un sistema existente, la modalidad prevista por el proyecto de ley es la de la
intervención. El artículo 10° del proyecto prevé el nombramiento de un “Rector/a
Organizador/a, designado por el Poder Ejecutivo, quien deberá contar con acreditada
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idoneidad y experiencia académica en el ámbito universitario” que será el encargado de
redactar “el Estatuto Académico” que determinará los futuros “Órganos de Gobierno y
Administración”. El Ejecutivo disuelve así los institutos, desconoce sus órganos de
cogobierno y reglamentos, planes de estudio y organización, proyectos académicos en
curso mediante un rector interventor. Tal rector, además, no podrá salir del propio sistema
desarticulado en la medida en que la experiencia académica de los rectores hoy en
funciones así como de sus docentes no corresponde, por definición y trayectoria, al “ámbito
universitario”, como exige el proyecto.
5) La estabilidad laboral en sus varias aristas, sin garantías. A pesar de que el
artículo 11° remite a la “garantía laboral” del personal docente y no docente, el mecanismo
previsto en el artículo 10° (la intervención) determina en verdad la absoluta
incertidumbre e inestabilidad laboral. La disolución de los institutos y el pase a un
sistema universitario implica la salida del conjunto de los trabajadores docentes del
convenio colectivo de trabajo que rige la docencia en la jurisdicción de la Ciudad. Como
señaló el Subsecretario Meiriño en reunión informal con algunas de las autoridades de los
institutos, el encuadramiento convencional futuro de la planta “transferida” deberá ser
decidido por el rector interventor designado por el ejecutivo. A esto hay que agregar que
un alto porcentaje de la planta reviste como “interina”. Y esto es así porque la Ciudad
no cuenta con procedimientos de titularización para los docentes terciarios. Todos los
docentes en función concursan para obtener un interinato, y la titularización depende
siempre de una ley de la Legislatura porteña. Por tal mecanismo, todos los docentes
ingresados en los últimos cinco años revisten como interinos y quedan en disponibilidad.
La salida del marco convencional laboral deja inermes a quienes hoy dictan materias no
abarcadas por las áreas enumeradas en el artículo 3° del proyecto; esto es: casi la
totalidad de la planta no sabe hoy en qué pueden reconvertirse sus materias y bajo qué
condiciones laborales y definición de los puestos de trabajo (condiciones, definiciones de
procesos y tareas de los puestos, incumbencias, modalidades de remuneración, etc.)
Finalmente, como señalamos, buena parte de esos docentes verán desaparecer sus
títulos habilitantes hoy vigentes para ejercer la docencia en este régimen de formación
docente previsto.
6) La pérdida de incumbencias retroactivas de los títulos otorgados por la
Ciudad. Para los graduados con títulos habilitantes para enseñar en el actual nivel terciario,
el proyecto de ley no prevé mecanismos de acreditación. Quienes ya se hayan recibido en
institutos como el “Lenguas Vivas”, el “Alicia Moreau de Justo” o el “Joaquín V.
González”, entre otros, verán desaparecer su posibilidad de incorporarse a la docencia de
formación superior. Igualmente ocurrirá con los estudiantes que hoy están cursando las
carreras del profesorado (el proyecto en su cláusula transitoria primera garantiza “la
continuidad académica de los trayectos educativos de los alumnos/as de nivel superior no
universitario cuyas cohortes, se hayan iniciado con anterioridad al inicio de la actividad
académica” de la nueva universidad).
En la medida en que en sus artículo 5° y 6°, como vimos, el proyecto elimina toda
posibilidad de un sistema de profesorados de nivel terciario de gestión estatal, porque la
totalidad de la formación docente en la jurisdicción quedaría bajo la órbita de la
universidad, los títulos habilitantes ya otorgados y los que en forma transitoria se sigan
otorgando no tendrán instituciones donde ejercer la actividad de formación docente
de gestión estatal en el territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Esos títulos
resultarán vaciados de su máxima incumbencia laboral.
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Cabe aclarar que en experiencias anteriores de creación de universidades de tipo
pedagógicas en el país, en ningún caso esa creación implicó la prohibición de la
subsistencia de un sistema paralelo de profesorados de gestión estatal.
7) La autonomía avasallada por el Poder Ejecutivo de la Ciudad. Desde el año
2010, por lo menos, el Ejecutivo porteño y su Ministerio de Educación han avanzado en
forma continua y sistemática sobre la autonomía de los institutos estatales de formación
docente, en sentido contrario de lo que para las instituciones de “educación superior no
universitaria” prevé el inciso d. del artículo 15 de la ley de educación superior n° 24.521.
Esto implicó fundamentalmente amenazas varias destinadas al desconocimiento de los
mecanismos de reformulación de planes de estudios y de reglamentaciones democráticas
para los cogobiernos. En el plano académico e institucional, tal mecánica implicó un
constante avasallamiento del funcionamiento político democrático para la vida
institucional y la construcción del conocimiento, además de censurar la libertad de
cátedra. Paradójicamente el Gobierno de la Ciudad elige, como golpe final en este mismo
sentido, un formato, el de la universidad, “autónomo”. La autonomía de forma pregonada
está desde el vamos negada en dos planos. 1) Porque es una autonomía de algo que no
existe creado sobre y para destruir autonomías reales y concretas de 29 institutos de
tradición centenaria casi todos ellos, y probado nivel académico y compromiso intelectual y
social con la educación pública en el distrito de la Ciudad de Buenos Aires. 2) Porque en el
proyecto de disolución del sistema de educación superior de gestión estatal de la Ciudad, el
Ejecutivo de hecho limita además esa presunta futura autonomía de la ‘creada’
universidad en los artículos 4°, 5°, 6°, 10°, 12° y 15°. En estos artículos, que constituyen
el plexo intervencionista, no creador, del proyecto, el Ejecutivo desmantela en forma
inconsulta y unilateral el sistema vigente, se reserva el derecho a determinar “las políticas y
lineamientos generales necesarios para la formación docente”, designa un rector interventor
sin participación de las comunidades reales existentes y en funcionamiento, excluye de esa
elección a las autoridades y docentes actuales, por intermedio de ese interventor se reserva
la redacción del estatuto académico y el encuadramiento convencional de los actuales y
futuros trabajadores, y se autoasigna la posibilidad de intervenir en el futuro la universidad
que “crea”, copiando los términos cuestionados de la ley nacional universitaria en su
artículo 30°, pero omitiendo el 31°, que en la norma nacional que usa como marco, prohíbe
el ingreso a las universidades de los agentes de la “fuerza pública” (policía, gendarmería y
cualquier otra fuerza).

III. ¿Qué son los institutos de formación docente del Nivel Superior
de la Ciudad de Buenos Aires?
De los 29 institutos que este proyecto de ley interviene y disuelve, 21 dependen hoy
de la Dirección de Formación Docente y 8 de la Dirección de Educación Artística, ambas
bajo la órbita de la Dirección General de Educación Superior de la Ciudad desde la
transferencia en 1991 de la formación docente, con otros niveles de la educación formal, de
la Nación a las provincias y la Ciudad de Buenos Aires. De los primeros 21, 16 se fundaron
entre la federalización de la ciudad en 1880 y 1920.
El conjunto de los 29 institutos forma docentes de nivel inicial, primario,
secundario, superior y de enseñanza especial, con sus diversas asignaturas y áreas
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curriculares vigentes. Esto es, forma maestras y maestros, y profesores y profesoras en
diversas disciplinas, profesionales e investigadores de la educación. También cuentan (a
pesar de las limitaciones presupuestarias, edilicias y materiales en general) con oferta
especializada de posgrado, proyectos de extensión, líneas de acompañamiento y
fortalecimiento de las trayectorias de los estudiantes, un sistema de prácticas pedagógicas
que implica un vínculo largamente tramado con las escuelas de todos los sistemas
educativos, proyectos de investigación en curso, jornadas y congresos de temática de la
enseñanza y de las ramas del conocimiento que desarrollan, así como publicaciones. Los
miles de estudiantes que cada año pasan por las instituciones tienen además en los institutos
espacios muy sólidos de socialización, profesionalización, consecución de redes laborales,
y su participación en las actividades de los institutos son fuente de muchos proyectos, tanto
institucionales como extracurriculares. Los institutos se distribuyen en diferentes puntos
geográficos de la Ciudad y ofrecen además diversos turnos de cursada por lo que logran
atender la demanda de estudiantes que trabajan tiempo completo y no pueden seguir sus
estudios en otras instituciones del nivel superior que, con sede en la Ciudad, no ofertan
carreras completas para estudiantes que trabajan.
A pesar de la constante desinversión en el sistema público de educación en general
y de formación docente en particular en la Ciudad, todos sus institutos mantienen el
renombre y la dinámica de actualización científica y pedagógica, así como el prestigio
académico. Es por estos valores construidos y reconocidos a lo largo de más de un siglo de
funcionamiento que miles de estudiantes viajan desde otras jurisdicciones hasta la Ciudad
para cursar su carrera terciaria en institutos como los dos Lenguas Vivas, el Joaquín V.
González, el Alicia Moreau de Justo, el Eccleston, los Normales y las varias instituciones
que forman profesionales docentes para la enseñanza de las artes. Y es por esto también que
cientos de graduados universitarios en carreras científicas, humanísticas y sociales han
elegido desarrollar su carrera docente dentro del sistema de los profesorados de nivel
superior de la Ciudad. A pesar de que el salario de un profesor terciario en el sistema
porteño es inferior al que la Universidad de Buenos Aires paga a su más baja categoría
docente, docentes que en la universidad revisten incluso como profesores del claustro más
alto, son hoy parte de la planta docente del sistema de formación vigente de la Ciudad, y
comparten allí los proyectos y planes de estudios con sus colegas formados en el sistema
terciario, en un clima creativo, responsable y de absoluta cercanía con los estudiantes de
cada una de estas vitales instituciones.
Del mismo modo, graduados de estos institutos participan activamente como
investigadores de posgrado y como docentes de la vida académica universitaria de la
ciudad, porque no pocos de ellos forman parte de la planta de la Universidad de Buenos
Aires y de otras universidades nacionales, así como de otras instituciones de gestión
privada.
El dinamismo de estos trayectos de formación e inserción laboral y profesional es
tan vital que es difícil de describir, en tanto goza de la complejidad propia de un sistema de
arraigo social e histórico que une a las instituciones del nivel superior (terciarias y
universitarias) y los otros niveles de educativos con asiento en el territorio de la Ciudad de
Buenos Aires.
Lo que hay en la base de esta red orgánica de producción del conocimiento y de
educación es la persistencia de un sistema que incluso frente a las adversidades y la
desinversión forma parte de una trama de formación pionera en el continente. Baste señalar
lo que nadie dice por estos días: la historia de estos institutos es también la historia que
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hace de la Argentina el país con la tasa más baja de analfabetismo del continente.
Infinitamente menos conservadoras que el gobierno que hoy intenta desaparecerlos
mediante una ley de 15 artículos y en nombre de un ‘futuro’ de dibujito animado,
infinitamente más creativas y preocupadas por el destino de sus estudiantes y de la
educación pública, sus comunidades no sólo no pueden ser disueltas: no pueden, por su
experiencia, por su actividad, por sus producciones, quedar afuera de la discusión sobre la
educación en la Ciudad de Buenos Aires y en el país.

Estas comunidades exigimos inversión en educación pública, condiciones dignas


para la formación docente y para la inserción laboral de nuestros graduados, y el lugar
protagónico que por historia, por trabajo y por derecho tenemos en cualquier debate sobre
el presente y el futuro de la educación pública. No queremos, no estamos dispuestos a
competir en forma individual por títulos ni “sellos de goma”. No vamos a admitir ser
espectadores pasivos de la disolución de nuestro trabajo, nuestra producción de
conocimiento y nuestras responsabilidades públicas. Tenemos más profesionalismo y
vocación que salario. No formamos “talentos”, sabemos mucho, pero mucho de
matemática, de literatura, de ciencias, de tecnología, de didáctica, de arte, de historia y de
educación pública, porque eso es en lo único en que pensamos y para lo que nos
levantamos todos los días profesores, estudiantes, técnicos administrativos y no docentes.

NO A LA INTERVENCIÓN Y DISOLUCIÓN DE LOS PROFESORADOS DE


LA CIUDAD DE BUENOS AIRES.

Convocatorias de esta semana:


 El miércoles 6 de diciembre, concentramos a las 13 hs. en el Ministerio de
Educación CABA para luego confluir en el Congreso contra las reformas
educativa, laboral y previsional.
 Jueves 7 de diciembre a las 12 hs. frente a la Legislatura de CABA contra la
ley que disuelve los profesorados y el sistema de educación superior de la
Ciudad. Los rectores y Consejos Directivos ampliados de los IFD sesionarán
en interconsejo en la puerta de la Legislatura (Perú 160) con el único tema
como orden del día: proyecto UniCABA

Comisiones de comunicación y contenidos de Interconsejeros Docentes de Institutos


de Formación Docente de la Ciudad de Buenos Aires.
Página de Facebook: https://www.facebook.com/IFDenLucha/
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