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LA FILOSOFIA CON LOS NIÑOS, UNA RUTA HACIA EL DESARROLLO

SOCIAL

Hablar de filosofía y niños, no suena muy compatible, porque nuestra


formación en la escuela y la universidad nos hicieron creer que la filosofía es
para locos, que es una serie de postulados inentendibles o simplemente muy
confusos. Pero decir que los niños pueden entender filosofía, es bastante duro
de creer, y efectivamente créalo, los niños son los mejores filósofos que hay,
son filósofos naturales, y es por eso que desde la década de los sesenta un
filósofo norteamericano llamado Matthew Lipman, comenzó a repensar la
educación y la filosofía que el estaba impartiendo desde muchos años, pero
llegó un momento en que había que darle un giro bastante pronunciado porque
no le veía el interés y el significado para los estudiantes, sobre todo en el
campo de la lógica.

De esa inquietud nace el proyecto filosofía para niños y niñas que consiste en
llevarle la filosofía a los niños desde sus primeros años de vida en una forma
acorde a sus edades por medio de lecturas básicas de textos literarios o novelas
con sentido filosófico que algunas han sido traducidas del inglés al castellano,
otras contextualizadas a nuestro país y otras escritas por autores colombianos
con relatos amenos y realistas en la que los personajes viven experiencias
similares a la de los lectores y en que los niños están inmersos en un ambiente
de reflexión , debate, dinámicas de grupo, momentos lúdicos, actividades de
expresión artística, salidas de campo, video-foro, cine-foro en procura de
convertir el aula en una comunidad de indagación e investigación, de modo
que a través del diálogo firme y razonable, se forme una matriz que a su vez
genera el pensamiento de los niños, pensamiento que consecuentemente sería
firme y razonable que profundiza en el desarrollo de habilidades de
pensamiento y una disposición social para desarrollar el pensamiento critico y
favorecer un pensamiento auto correctivo en las niñas, niños y jóvenes que
participan en el proyecto.
Este es un proyecto que mas de sesenta países han implementado, como una
alternativa para sacar adelante los procesos de formación humana, ya que
siempre nos encontramos en mora con la sociedad, por sus continuos
comportamientos que nos hacen dudar de una verdadera educación, entre esos
países está Colombia, en el que fue introducido por el filosofo de la universidad
Javeriana, de la ciudad de Bogotá, Diego Antonio Pineda, que inició con la
traducción y recontextualización de las novelas escritas por Lipman para ser
aplicadas en el ámbito colombiano, que después de varios años se a expandido
con mucho éxito en todo el territorio nacional, pero con mayor presencia en la
ciudad de Bogotá, con un numero significativo de colegios que lo están
aplicando, como es el caso del colegio Santo Ángel, Champagnat, San
Bartolomé, Santa Francisca Romana, entre otros, y estos planteles educativos
en el día de hoy están recibiendo frutos muy jugosos con abundante pulpa
cognitiva, axiológicas y comportamental en sus estudiantes, que
permanentemente lo demuestran, tanto en sus respectivas instituciones con los
buenos resultados obtenidos en las diferentes pruebas a las que se someten
(saber, icfes), como también en los encuentros académicos a nivel local y
nacional.

La filosofía para niños (FPN) cobra su importancia porque en la era de la


información toda ella es fundamental o conlleva al conocimiento, en este
sentido los niños, las niñas y los jóvenes tienen que saber seleccionar la esencia
de la información y por tanto es pertinente incentivar la potencialidad de la
curiosidad y que se pregunten por el por qué de las cosas, y que se
asombren frente al funcionamiento de las cosas, por qué estamos aquí, de
donde venimos, para donde vamos, etc. y, sobretodo intentan encontrar
sentido en medio de la confusión que brindan los distintos escenarios de vida
donde le corresponde, ajeno a su voluntad, desenvolverse en una sociedad
compleja y cambiante.
La FPN puede ayudar a pensar a los niños de manera sistemática,, a usar los
términos de manera correcta, a hacer comparaciones, a imaginar, ser
conscientes y consistentes de lo que dicen, a conocer contradicciones, a
descubrir relaciones entre lo que saben y pueden imaginar, las diferencias entre
verbos y enunciados.

Los profesores a través de todas las áreas académicas pueden generar


procesos de investigación filosófica, generar espacios de reflexión colectiva,
hacer que los niños tengan pensamiento propio, propiciar el razonamiento
lógico y dialéctico. Pero por todo esto, tampoco puedo decir, que este tipo de
proyecto sea la solución a todos los problemas que nos quitan el sueño desde
décadas atrás en materia educativa, social, económica, política y cultural, frente
a los problemas convivenciales, la falta de sensibilidad frente a situaciones
especiales, la falta de respeto hacia el otro y muchas problemáticas que van
apareciendo acordes a los nuevos tiempos, pero tenemos la satisfacción de
iniciar unos procesos con las nuevas generaciones para de alguna manera
darnos respuestas a los interrogantes que constantemente nos hacemos
relacionado con nuestro quehacer pedagógico, en el sentido de lo aprenden, lo
que comprenden, lo que significo para mis alumnos, lo que les sirve para su
formación como persona, ¿cómo puedo estar seguro que lo que estoy haciendo
pedagógicamente hablando, cumple con las expectativas de las nuevas
generaciones?

RAMIRO LLANOS BOLÍVAR.


Maestrante en educación
Docente tiempo completo Escuela Normal Superior Del Distrito De Barranquilla.
BIBLIOGRAFÍA

GÓMEZ, Mendoza Miguel. Didáctica de la disertación en la enseñanza de la


filosofía. Editorial Magisterio. Bogotá, 2005.
LIPMAN, Matthew. Pensamiento complejo y educación. Ediciones de la Torre.
Madrid, 1998.
MEN. Formar para la ciudadanía sí es posible! espantapájaros taller. Bogotá,
2004.
PINEDA, Diego A. Hacia una educación moral en perspectiva filosófica. En:
revista Magisterio, No 21. Bogotá, 2006.
RESTREPO, Gabriel. Ciencias sociales, saberes mediadores. Editorial Magisterio.
Bogotá, 2003.
ROZITCHNER, Alejandro. La filosofía para chicos. Santillana. Buenos Aires, 2001

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